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Violencia Política Contra Las Mujeres en El Ejercicio de La Democracia Comunitaria PDF
Violencia Política Contra Las Mujeres en El Ejercicio de La Democracia Comunitaria PDF
PALABRAS CLAVE
1
sólo a través de los partidos políticos, sino también a través de las agrupaciones
ciudadanas y pueblos indígenas. Fue la Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos
Indígenas, Ley 2771 de 7 de Julio de 2004, la que desarrolló este mandato constitucional,
estableciendo en el art. 5 que los pueblos indígenas son organizaciones con personalidad
jurídica propia reconocida por el Estado, cuya organización y funcionamiento obedece a
los usos y costumbres ancestrales, que podían participar en la formación de la voluntad
popular y postular candidatos en los procesos electorales en el marco de lo establecido en
la Ley2.
Género y Pluralismo Jurídico y docente de postgrado en diferentes universidades y en la Escuela de Jueces del Estado, en
los temas antes señalados.
1
El art. 222 de la CPE reforma en 2004, tenía el siguiente texto: “La Representación Popular se ejerce a través de los
partidos políticos, agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas, con arreglo a la presente Constitución y las leyes”.
2
El texto íntegro del art. 5 s el siguiente: “Los Pueblos Indígenas son organizaciones con personalidad jurídica propia
reconocida por el Estado, cuya organización y funcionamiento obedece a los usos y costumbres ancestrales. Estos pueblos
pueden participar en la formación de la voluntad popular y postular candidatos en los procesos electorales, en el marco de
lo establecido en la presente Ley, debiendo obtener su registro del Órgano Electoral”.
3
El Tribunal Constitucional Plurinacional se ha pronunciado sobre este tema en la SCP 645/2012 de 23 de julio, que en el
FJ.III.2.1. señala: “Siguiendo el mismo entendimiento, con relación a la exigencia de acreditación de la personalidad jurídica,
éste no constituye un requisito habilitante para el ejercicio de los derechos de los pueblos indígena originario campesinos,
puesto que más bien se trata de un derecho que les asiste, ya que sus facultades organizativas se ejercen y se han ejercido
independientemente del reconocimiento que haga el Estado de su condición de sujeto de derechos, prexistentes a la misma
estructura estatal, aspecto que indudablemente constituye un deber para el Estado y no así para la nación o pueblo indígena
en sí mismo. No contemplar este entendimiento conlleva una interpretación restrictiva que pone en riesgo la eficacia material
de sus derechos colectivos”.
4
Ver SCHAVELSON Salvador. El nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia. Etnografía de una Asamblea Constituyente.
Editorial Plural. La Paz - Bolivia 2012. P 127.
5
Los aspectos más importantes en cuanto a los nuevos constitucionalismos latinoamericanos y la legitimidad de la
Constitución democrática de 2009 pueden encontrarse en: Martínez Dalmau, R. & Viciano Pastor, R. (2010). Los procesos
constituyentes latinoamericanos y el nuevo paradigma constitucional. Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla,
25, 7-29. Recuperado de https://www.redalyc.org/html/2932/293222977001/; Martínez Dalmau, R. & Viciano Pastor, R.
(2011). El nuevo constitucionalismo latinoamericano: fundamentos para una construcción doctrinal. Revista General de
Derecho Público Comparado, 9, 1-24. Recuperado de
https://www.academia.edu/6339900/El_nuevo_constitucionalismo_latinoamericano_fundamentos_para_una_construcci%C
3%B3n_doctrinal; Martínez Dalmau, R. & Viciano Pastor, R. (2013). La Constitución democrática, entre el
neoconstitucionalismo y el nuevo constitucionalismo. El Otro Derecho: Debates Constitucionales en Nuestra América, 48, 63-
84. Recuperado de http://www.ilsa.org.co/biblioteca/ElOtroDerecho/Elotroderecho_48/El_otro_derecho_48.pdf; y, Martínez
Dalmau, R. (2014). El debate sobre la naturaleza del poder constituyente: elementos para una teoría de la constitución
democrática. En R. Martínez Dalmau (ed.), Teoría y práctica del poder constituyente (pp. 67-119). Valencia: Tirant lo Blanc.
2
campesinas6, a partir de la cual ejercen sus sistemas políticos en el marco de la democracia
comunitaria7.
6
Art. 2 de la CPE “Dada la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio
ancestral sobre sus territorios, se garantiza su libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su
derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus
entidades territoriales, conforme a esta Constitución y la ley”.
7
De acuerdo al art. 11.II de la CPE, una de las formas del ejercicio de la democracia es la comunitaria, “por medio de la
elección, designación o nominación de autoridades y representantes por normas y procedimientos propios de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos, entre otros, conforme a Ley”. El art. 30.II.14 de la CPE establece que las naciones
y pueblos indígena originario campesinos tiene derecho “al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos acorde
a su cosmovisión”.
8
Ver Ariza Santamaría, R. (2012). Derecho aplicable. En J. C. Martínez, C. Steiner y P. Uribe (coords.), Elementos y técnicas
de pluralismo jurídico: manual para operadores de justicia (pp. 43-62). Ciudad de Guatemala: Konrad-Adenauer-Stiftung. El
Tribunal Constitucional Plurinacional, abordó también la plurinacionalidad en las DCP 0006/2013 de 5 de junio. FJ III.1; y, en
la SCP 0037/2013 de 4 de enero. Fj III.1..
9
En efecto, la ley, ya no es la única fuente directa de derecho, sino también son fuente directa de derecho las normas,
procedimientos y valores de las naciones y pueblos indígena originario campesinos 9, así como los estándares internos e
internacionales de protección a derechos. De la misma forma, en el marco de la cláusula de libre determinación de las
naciones y pueblos indígena originario campesinos, las naciones y pueblos indígena originario campesinas ejercen sus
sistemas jurídicos en igualdad jerárquica en relación a las otras jurisdicciones y también ejercen sus sistemas políticos en el
contexto del ejercicio de la democracia comunitaria.
André Hoekema (2002) destaca dos tipos de pluralismo jurídico: el social y el formal, que a su vez puede ser de tipo unitario
o igualitario. En este escenario, siguiendo a este autor, el pluralismo social sustenta sus ideales a partir de una concepción
social del derecho, entendiendo este como “las normas para la vida social de una comunidad determinada, aplicadas,
cambiadas y mantenidas vigentes y sancionadas por los oficiales a quienes conforme a la normatividad pertinente se les
otorgó el poder de ejecutar este cargo”. De acuerdo con este criterio, el autor señala que “estas normas sí deben ser eficaces
en el sentido de que se trata de una autoridad estable y no solo presunta o usurpada. Al ser así, funciona una institución que
identifica, aplica y hace respetar normas de conducta” (pp. 70-71).
También existen otros autores que abordan el tema del pluralismo jurídico, entre ellos Boaventura de Sousa Santos (2003,
2009), quien realizó sus estudios sobre pluralidad jurídica o “pluralismo legal”. También De la Torre Rangel (2012), desde la
filosofía de la liberación, sustenta un pluralismo jurídico de corte igualitario; al respecto, señala que “el Derecho también nace
del pueblo, de las relaciones interhumanas, de las luchas y reivindicaciones de diversos colectivos”. Este autor sostiene que
el pluralismo jurídico emerge de un “rompimiento epistemológico” que da lugar al surgimiento de una filosofía del
conocimiento con otros fundamentos; en este marco, el autor formula otra mirada a la justicia cuando señala que estos
procesos deben darse “con una racionalidad analógica, que acepta lo diverso y lo distinto, pero sin perder lo esencial de la
juridicidad, lo que le da sentido en última instancia, lo que le permite ser Derecho: la justicia” (p. 14).
Debe señarse también que Raquel Yrigoyen Fajardo, es un referente latinoamericano en pluralismo jurífico de tipo igualitario.
Ver Yrigoyen Fajardo, R. (2006a). Hacia una jurisprudencia pluralista. Derecho Penal y Pluralidad Cultural. Anuario de
Derecho Penal, 377-415. Recuperado de http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/anuario/an_2006_20.pdf
Yrigoyen Fajardo, R. (2006b). Hitos del reconocimiento del pluralismo jurídico y el derecho indígena en las políticas
indigenistas y el constitucionalismo andino. En M. Berraondo López (coord.), Pueblos indígenas y derechos humanos (pp.
537-567). Bilbao: Universidad de Deusto.
También ver Wolkmer, A. C. (2003). Introducción al pensamiento jurídico crítico. Bogotá: ILSA; y, Wolkmer, A. C. (2006).
Pluralismo jurídico. Fundamentos de una nueva cultura del derecho. Sevilla: MAD.
3
perspectiva, todas las culturas, saberes, cosmovisiones, vivencias, etc., dialogan y se
complementan entre sí para consolidar el fin esencial del Estado: el vivir bien10.
En base a todo lo señalado, debe afirmarse que los conceptos antes referidos,
fundamentan el ejercicio de una democracia comunitaria en un Estado Plurinacional, como
es el caso de Bolivia, razón por la cual, el artículo 11 de la Constitución, consagra este tipo
de democracia en un marco de equivalencia entre hombres y mujeres y de acuerdo a sus
normas y procedimientos propios13. En este contexto, específicamente en los artículos 26,
210.III y 211.III, las naciones y pueblos indígena originario campesinos, tienen derecho a
elegir, designar y nominar de forma directa a sus representantes, mediante sus formas
propias de elección y en el marco del libre ejercicio de sus sistemas políticos acordes con
su cosmovisión, tal como reza el artículo 30.II.14 de la Constitución.
10
Ver Walsh (2012). Interculturalidad y plurinacionalidad: elementos para el debate constituyente. Ecuador: Universidad
Andina Simón Bolívar. Recuperado de
http://www.reduii.org/cii/sites/default/files/field/doc/Interculturalidad%20y%20Plurinacionalidad.pdf
En este texto, la autora afirma también que la labor de la interculturalidad como principio e instrumento crítico no es
simplemente promover la relación entre grupos o sistemas culturales, sino partir de y hacer ver la diferencia colonial que ha
negado la “existencia precolonial de las naciones y pueblos indígenas, originarios y campesinos y su dominio ancestral”.
Continúa señalando que resaltar esta subjetividad colectiva jamás considerada y trabajar desde ella, fortaleciendo lo propio
y las cosmovisiones con sus aspectos identitarios, espirituales, científicos, productivos, organizativos, territoriales y
existenciales (no como una diferencia inconmovible o estática, sino como un posicionamiento estratégico de carácter
decolonial y en pro de suma quamaña —el vivir bien—), es lo que da la interculturalidad en sentido crítico, un sentido
descolonizador.
11
El Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia, en la SCP 0847/2014 de 25 de febrero, señaló que con la
descolonización se “rompe con la herencia del constitucionalismo monocultural, que nació a espaldas de los pueblos
indígenas y del constitucionalismo pluricultural que introdujo de manera subordinada un reconocimiento parcial a los derechos
de los pueblos indígenas”. Esta misma sentencia señaló que “nuestra Constitución marca una ruptura respecto al
constitucionalismo clásico y occidental concebido por las élites políticas; es un constitucionalismo que expresa la voluntad
de las clases populares y los pueblos indígenas, creando una nueva institucionalidad, transversalizada por lo plurinacional,
una nueva territorialidad, signada por las autonomías, un nuevo régimen político y una nueva legalidad bajo el paradigma del
pluralismo jurídico igualitario en el marco de la Constitución”. Tribunal Constitucional Plurinacional. Sentencia Constitucional
Plurinacional 0487/2014 del 25 de febrero de 2014.
Ver también Tribunal Constitucional Plurinacional. SCP 0260/2014 del 12 de febrero. Además, esta sentencia estableció que
“la descolonización, empero, no debe ser entendida únicamente como la eliminación de las relaciones de subordinación
respecto a las naciones y pueblos indígena originario campesinos, sino desde una concepción más amplia, como la
eliminación misma de la jerarquización de las relaciones en todos los ámbitos, pues lo que es motivo de crítica es
precisamente la lógica del poder que subordina no solo a los indígenas, sino también a otros grupos o colectivos que no son
aceptados por no enmarcarse bajo los parámetros del sistema”.
12
El Ministerio de Justicia a través del SIPPASE, ha formulado el Modelo Boliviano Integrado de actuación frente a la violencia
en razón de género, que parte de los conceptos de descolonización y despatriarcalizacion, que “están orientados al
desmontaje de la estructura ideológica, política, económica y cultural que sostienen y reproducen la desigualdad social, la
discriminación, opresión y subordinación de género y generacional. Esto implica que debe existir una transformación
estructural en las relaciones de poder para Vivir Bien con la eliminación de patrones culturales y estereotipos sociales
discriminatorios” MINISTERIO DE JUSTICIA, SIPPASE, Modelo Boliviano Integrado de Actuación frente a la Violencia en
razón de Género (VRG).
13
En este escenario, de acuerdo a los elementos que moldean el modelo de Estado vigente, rige una democracia plural,
conformada por una democracia directa y participativa que se ejerce, entre otras, a través del referendo, la iniciativa legislativa
ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo, la consulta previa; asimismo, se tiene una democracia
representativa que se manifiesta a través de la elección de representantes por voto universal, directo y secreto; y también
esta vigente una democracia comunitaria que deberá ser ejercida por medio de la elección, designación o nominación de
autoridades y representantes por normas y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos,
tal cual prescribe el artículo 11.II de la Constitución democrática de 2009.
Por su parte, la Ley 026 de 30 de junio de 2010 denominada Ley del Régimen Electoral, en sus artículos 4 10 y 91 en armonía
con el bloque de constitucionalidad antes descrito, consagra la democracia comunitaria. la cual debe ejercerse en
equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres tal como reza su artículo décimo primero.
4
El ejercicio de la democracia comunitaria tiene sustento también en instrumentos
internacionales de protección a derechos de pueblos indígenas que forman parte del
bloque de constitucionalidad boliviano14, entre ellos, el Convenio 169 de la OIT15; la
Declaración de Naciones Unidas sobre derechos de los pueblos indígenas16; y, la
Declaración Americana sobre Derechos de Pueblos Indígenas17.
14
La SC 0110/2010-R de 10 de mayo, estableció que forman parte del bloque de constitucionalidad boliviano no solamente
los tratados internacionales referentes a derechos humanos, sino también los estándares internacionales de protección a
derechos, especialmente aquellos que emergen de las interpretaciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Estos estándares además tienen aplicación directa de acuerdo al artículo 109.I de la Constitución y su aplicación en el caso
boliviano emerge además de los artículos 13.1, 13.IV y 256 de la Constitución boliviana. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.
Sentencia Constitucional 0110/2010-R de 10 de mayo. FJ III.3.
15
Este instrumento, en el artículo 8.2 consagra el derecho de los pueblos indígenas a conservar sus instituciones.
16
Este instrumento internacional, entre otros derechos, consagra en el artículo 3 el derecho a la libre determinación; el
derecho a la autonomía y el autogobierno consagrado en el artículo 5, en el derecho a mantener sus propias instituciones tal
como lo establece el artículo 18, en el derecho a mantener y desarrollar sus sistemas o instituciones políticas establecido en
el artículo 20.1, el derecho a definir sus propias estructuras institucionales como lo señala el artículo 33.2, el derecho a
mantener sus propias instituciones tal cual lo establece el artículo 34.
17
Este instrumento reconoce entre otros el derecho a la autoidentificación en el artículo I.2, el respecto al carácter pluricultural
de los Estados contenido en el artículo II, el derecho a la libre determinación consagrado en el art. III, el derecho al ejercicio
de sus sistemas e instituciones propias tal cual lo señala el artículo VI, la garantía de prohibición de asimilación contenida en
el artículo X, el derecho a su identidad cultural prevista en el artículo XIII.1, el derecho al respeto a sus formas de organización,
el derecho al ejerecicio de sus normas, procedimientos, valores y costumbres tal cual manda el artículo XX.1, el derecho al
autogobierno como manifestación de la libre determinación según el artículo XXI, el derecho a mantener y desarrollar sus
propias instituciones de decisión de acuerdo al artículo XXI.2, el derecho a ejercer sus propias normas y procedimientos tal
como reza el artículo XXII.1.
18
Esta sentencia estableció que la democracia comunitaria “…es simplemente la decisión comunitaria colectiva para
cualquier toma de decisiones, donde la participación no es individualizada en el voto sino en el consenso colectivo”. En este
marco, ha señalado también que “…el ejercicio de la democracia comunitaria como una manifestación del derecho al ejercicio
de los sistemas jurídicos de los pueblos indígenas, debe ser reconocido plenamente, aún adopte, para su “legalidad” las
formas de la institucionalidad occidental; pues, de lo contrario, se estaría subordinando el ejercicio de la autodeterminación
de los pueblos indígenas y el derecho al ejercicio de sus sistemas políticos, a una legalidad occidental, al margen de la
plurinacionalidad, del pluralismo político y jurídico que son la base de nuestro Estado”. TRIBUNAL CONSTITUIONAL
PLURINACIONAL. DCP 0030/2014.FJ III.4.
5
comunal respecto a la elección, cambio, sustitución o destitución de autoridades y
representantes de las naciones y pueblos indígena originario campesinos19.
Estas características también son anotadas por María Teresa Zegada Claure, a partir
del trabajo de Ticona, Rojas y Albó, al sostener que:
“cuenta con un sistema colectivo de toma de decisiones y administración del poder; los
cabildos o asambleas se constituyen en instancias de deliberación y decisión; se instituye
la rotación de cargos con base territorial y la obligatoriedad en el cumplimiento de funciones
de autoridad; la noción de autoridad como servicio y no como privilegio; sistemas de
rendición de cuentas y control social; la revocatoria de mandato, entre las principales (…)
así como la necesaria trayectoria que siguen los comunarios para llegar a ser proclamados
autoridades, mediante el denominado thaki o camino…”21.
19
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL. DCP 0030/2014. FJ III.4. La DCP 0030/2014 señaló que “las formas
colectivas del poder comunal para la elección, cambio, sustitución o destitución de cualquiera de las autoridades y
representaciones que emerjan de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, en el marco de un
constitucionalismo plurinacional y descolonizador, al ser parte del derecho a la libre determinación, que implica la
autodeterminación colectiva, al igual de las formas de democracia occidental, estas son parte esencial de un Estado Unitario
Social de Derecho Plurinacional Comunitario. Un entendimiento contrario estaría subordinando el ejercicio de la
autodeterminación de los pueblos indígenas y el derecho al ejercicio de sus sistemas a una legalidad occidental, que está
regida bajo formas de ejercicio democrático ajenos a su realidad concreta”.
20
SCP 2114/2013, FJ.III.3.
21
Zegada Claure, M. T. (2012), Indígenas y mujeres en la democracia electoral. Análisis comparado, Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, 2012. México, p.15
6
representación política mediante la democracia comunitaria, debe respetar las reglas de
dicha democracia.
Ahora bien, la democracia comunitaria, que genera, en muchos casos, los acuerdos de
gestión compartida, ha logrado persistir y sobrevivir, a través de la combinación de normas
y procedimientos propios con los correspondientes de la democracia representativa, en
verdaderos procesos de interlegalidad, en la medida en que, para “legalizar” las decisiones
asumidas en la comunidad se acude a la forma de elección de la democracia
representativa; lo que evidentemente se explica por la exclusión histórica de sus sistemas
políticos, conforme se ha explicado en el anterior acápite. Así, María Teresa Zegada
Claure, señala que existe una tensa relación del Estado con los pueblos indígenas,
vinculada con su sistemática exclusión de las políticas estatales o “con su incorporación
subordinada a la tutela republicana justificada por el pensamiento liberal y el positivismo
social, así como por la aplicación de sistemas de elección individual, construyendo una
ciudadanía política que, en cierto modo, se sobreponía o suplantaba las lógicas de una
ciudadanía colectiva o comunitaria”22.
Conforme a ello, la regla es que las y los concejales sean elegidos a través del sufragio
universal; sin embargo, las naciones y pueblos indígena originario campesinos, pueden
elegir sus representantes al Concejo Municipal mediante sus normas y procedimientos
propios; consiguientemente, si estas normas, a partir del derecho a la libre determinación
de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, conllevan la existencia de
convenios en algunos municipios, bajo el nombre de “gestión compartida”, dichos
convenios tienen reconocimiento constitucional.
En similar sentido, cabe mencionar que el art. 285.II de la CPE determina que “El
periodo de mandato de las máximas autoridades ejecutivas de los gobiernos autónomos
es de cinco años”; igual periodo se encuentra previsto en el art. 288 de la CPE;
consiguientemente, dicho periodo, en el marco de lo mencionado anteriormente, es la
regla; sin embargo, en mérito al reconocimiento constitucional de la posibilidad que las
naciones y pueblos indígena originario campesinos elijan a sus representantes mediante
sus normas y procedimientos propios, es evidente que los cinco años de duración del
periodo de mandato de las autoridades de los gobiernos autónomos, no se aplica a los
supuestos de elección de autoridades elegidas por normas y procedimientos propios, de
ahí que, por ende, es posible que en gestiones compartidas se establezcan otros periodos,
menores, de duración en el cargo.
Por otra parte, cabe mencionar que el art. 194 de la Ley del Régimen Electoral, hace
referencia a la sustitución de autoridades legislativas, señalando que, en caso,
debidamente acreditado por las organizaciones políticas interesadas, de renuncia,
inhabilitación, fallecimiento, impedimento permanente de autoridades legislativas
nacionales, departamentales y municipales, el Tribunal Electoral competente habilitará al
22
Íbidem, pp-. 17-18.
23
Artículo 70. (COMPOSICIÓN).
I. Los gobiernos autónomos municipales están compuestos por dos órganos:
a) El Órgano Ejecutivo presidido por la Alcaldesa o el Alcalde elegida o elegido mediante sufragio universal, por
mayoría simple, en lista separada de las candidatas y candidatos a Concejalas y Concejales.
b) El Concejo Municipal, integrado por Concejalas y Concejales elegidas y elegidos mediante sufragio universal. La
conformación del Concejo Municipal se establecerá en la Carta Orgánica Municipal.
II. Los Municipios donde existan naciones y pueblos Indígena Originario Campesinos que no constituyan una
autonomía indígena originaria campesina, éstos podrán elegir sus representantes ante el Concejo Municipal, de acuerdo al
parágrafo II del artículo 284 de la Constitución Política del Estado.
7
suplente correspondiente para asumir la titularidad. Dicha norma debe ser entendida como
la regla, para quienes fueron electos bajo las reglas de la democracia representativa, más
no así respecto a las naciones y pueblos indígena originario campesinos, quienes, se
reitera, en el marco de sus normas y procedimientos propios y los acuerdos de gestión
compartida, pueden acordar un tiempo menor de duración del mandato y, por ende, es
constitucionalmente válido que una de las causales de sustitución sea precisamente el
cumplimiento de los acuerdos de gestión compartida.
Lugones señala que el feminismo blanco y heterosexual enfocó su lucha contra una
caracterización de las mujeres como frágiles, débiles, recluidas al espacio privado y
sexualmente pasivas; modelo que excluía a las “hembras no blancas que eran
consideradas animales en el sentido profundo de ser seres ‘sin género’, marcadas
sexualmente como hembras, pero sin las características de la femineidad”25, concluyendo
que el sistema de género tiene un lado visible/claro y uno oculto/oscuro. El primero
construye, hegemónicamente, al género y a las relaciones de género; organiza “las vidas
de hombres y mujeres blancos y burgueses, pero constituye el significado mismo de
‘hombre’ y ‘mujer’ en el sentido moderno/colonial”26. Por su parte, el lado oculto/oscuro del
sistema de género fue y es violento pues redujo a las hembras no blancas a la animalidad,
al sexo forzado con los colonizadores blancos y a una explotación laboral27.
Entonces, existió una construcción diferenciada del género en términos raciales, así
como una afectación a la organización misma de los pueblos indígenas hacia un orden
patriarcal. Silvia Rivera Cusicanqui, analizando el caso boliviano antes de la colonia,
sostiene que las mujeres conservaron un espacio de poder a través del desempeño como
agricultoras, organizadoras del ciclo doméstico, tejedoras y ritualistas y que nunca fueron
segregadas del todo de la producción normativa y de la formación de "opinión pública" en
el ayllu o la "comunidad indígena", pero que la modernidad boliviana –incluida aquella que
se plasma en leyes- ha puesto este sistema en situación de acoso y está logrando quebrar
24
LUGONES, M. (2008). Colonialidad y género. Tabula Rasa, núm. 9, julio-diciembre, 2008. Universidad Colegio Mayor de
Cundinamarca, Bogotá, Colombia. pp. 73-101.
25
Ibid
26
Ibid
27
Ibid
8
sus más íntimos engranajes internos28; concluyendo que se está profundizando la
patriarcalización de la sociedad y que esta situación se traduce en la precarización de las
condiciones de acceso de indígenas y mujeres a los derechos humanos.
Así, de acuerdo al art. 14.II de la CPE, el Estado prohíbe y sanciona toda forma de
discriminación fundada, entre otras causas, en razón de sexo, que tenga por objetivo o
resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de
igualdad de los derechos de toda persona. De manera específica, con relación a los
derechos políticos, el art. 26 de la CPE determina que todas las ciudadanas y los
ciudadanos tienen derecho a participar libremente en la formación, ejercicio y control del
poder político, directamente o por medio de sus representantes, y de manera individual o
colectiva; añadiendo dicha norma que “la participación será equitativa y en igualdad
de condiciones entre hombres y mujeres”.
28
RIVERA CUSICANQUI. S. (1997)La noción de “derecho” o las parradijas de la modernidad postcolonial: Indígenas y
mujeres en Bolivia. Temos Sociales No.19. Disponible en: http://www.revistasbolivianas.org.bo/scielo.php?pid=S0040-
29151997000100002&script=sci_arttext
29
En ese ámbito, el Ministerio de Justicia sostiene que el concepto de género debe ser situado en una determinada sociedad
y cultura, debido a que existen múltiples formas de construcción de las relaciones entre mujeres y hombres y, en ese sentido,
se debe denunciar que la situación que viven las mujeres en este hemisferio se deriva de las relaciones desiguales entre
norte y sur, pero también reconocer que las relaciones injustas entre hombres y mujeres que verificamos aquí y ahora, no
son sólo herencia colonial, también se dieron antes, en las culturas originarias. MINISTERIO DE JUSTICIA,
VICEMINISTERIO DE GÉNERO Y ASUNTOS GENERACIONALES (2008), Plan Nacional para la Igualdad de
Oportunidades, La Paz, Bolivia, pp. 20-21.
30
Así lo establece el art. 2 de la CEDAW, Recomendación 28 del Comité para la Eliminación de la Discriminación hacia la
Mujer.
9
temporal encaminadas a acelerar la igualdad entre hombres y mujeres; medidas que están
destinadas a lograr la igualdad sustantiva de la mujer31.
El Estado también está obligado a adoptar medidas para modificar los patrones
socioculturales de conductas de hombres y mujeres con miras a alcanzar la eliminación de
los prejuicios y las prácticas consuetudinarias, basadas en la idea de inferioridad o
superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y
mujeres32 y, en ese sentido, los Estados deben cerciorarse que no se utilicen las
actitudes tradicionales, históricas, religiosas o culturales como pretexto para
justificar la vulneración del derecho de la mujer a la igualdad ante la ley33. De manera
específica el art. 7 de la CEDAW señala que el Estado debe adoptar las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la vida política y pública del
país, asegurando la participación de las mujeres en todas las elecciones, así como a ocupar
cargos públicos y ejercer todas las funciones públicas y participar activamente en todos los
partidos políticos y organizaciones de todo tipo.
Por otro lado, el art. 14 de la CEDAW determina que se deben adoptar las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en las zonas rurales para
asegurar su participación en el desarrollo rural y en sus beneficios, participando en todas
las actividades comunitarias. Sobre esta norma, el Comité para la Eliminación de la
Discriminación, en la Recomendación 33 sobre acceso a la Justicia recomienda que los
Estados partes tomen medidas inmediatas a fin de asegurar que los sistemas de justicia
religiosos, consuetudinarios, indígenas y comunitarios armonicen sus normas,
procedimientos y prácticas con los derechos humanos consagrados en la CEDAW y otros
instrumentos internacionales de derechos humanos y aseguren que las mujeres puedan
elegir, con un consentimiento informado, la ley y los tribunales judiciales aplicables en los
que preferirían que se tramitaran sus reclamaciones34.
31
Art. 4 de la CEDAW, Recomendación 25 del Comité para la Eliminación de la Discriminación hacia la Mujer.
32
Art. 5 de la CEDAW
33
Recomendación 28 del Comité para la Eliminación de la Discriminación hacia la Mujer.
34
64.El Comité recomienda que, en cooperación con entidades no estatales, los Estados partes:
a)Tomen medidas inmediatas, incluidos los programas de capacitación y de fomento de la capacidad sobre la Convención y
los derechos de la mujer para el personal de los sistemas de justicia, a fin de asegurar que los sistemas de justicia religiosos,
consuetudinarios, indígenas y comunitarios armonicen sus normas, procedimientos y prácticas con los derechos humanos
estándar consagrados en la Convención y otros instrumentos internacionales de derechos humanos;
b)Promulguen legislación para regular las relaciones entre los diferentes mecanismos de los sistemas de la justicia plural a
fin de reducir posibles conflictos;
c)Proporcionen salvaguardias contra las violaciones de los derechos humanos de la mujer permitiendo un examen por
tribunales estatales y órganos administrativos de las actividades de todos los componentes de los sistemas de justicia
extraoficiales, prestando especial atención a los tribunales de aldea y los tribunales tradicionales;
d)Aseguren que las mujeres puedan elegir, con un consentimiento informado, la ley y los tribunales judiciales aplicables en
los que preferirían que se tramitaran sus reclamaciones;
e)Garanticen la disponibilidad de servicios de asistencia jurídica para las mujeres a fin de que puedan reclamar sus derechos
dentro de los diversos sistemas de justicia extraoficiales dirigiéndose al personal local cualificado de apoyo para que les
presten asistencia;
f)Aseguren la participación en pie de igualdad de la mujer en los órganos establecidos para vigilar, evaluar y comunicar las
actuaciones de los sistemas extraoficiales de justicia a todos los niveles; y
g)Fomenten un diálogo constructivo y formalicen los vínculos entre los sistemas extraoficiales de justicia, incluso mediante
la adopción de procedimientos para compartir información entre ellos.
10
afectan mediante su participación en partidos políticos y en órganos locales y de
autogobierno, como los consejos comunitarios y municipales. Además, la Recomendación
establece que los Estados deberían establecer y aplicar medidas especiales de carácter
temporal para acelerar el logro de la igualdad sustantiva de las mujeres rurales en todas
las esferas en las que están insuficientemente representadas o en desventaja, entre ellas
la vida política y pública.
Respecto a la violencia hacia la mujer, el art. 15.II de la CPE, señala que todas las
personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual o
psicológica, tanto en la familia como en la sociedad, señalando el parágrafo III de la misma
norma, que el Estado adoptará las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar
la violencia de género y generacional, así como toda acción u omisión que tenga por objeto
degradar la condición humana, causar muerte, dolor y sufrimiento físico, sexual o
psicológico, tanto en el ámbito público como privado; normas constitucionales que se
enmarcan en la obligación del Estado Plurinacional de respeto y garantía de los derechos
de las mujeres.
Normas que también son coherentes con los instrumentos internacionales sobre
derechos humanos. Así, el art. 3 de la Convención Belem do Pará señala que toda mujer
tiene derecho a una vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como privado;
derecho que de acuerdo al art. 6 de la Convención incluye los derechos de la mujer a ser
libre de toda forma de discriminación, a ser valorada y educada libre de patrones
estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales. De acuerdo al art. 7
los estados deben abstenerse de cualquier acción o práctica de violencia contra la mujer y
velar por que las autoridades, sus funcionarios, personal y agentes e instituciones se
comporten de conformidad con esta obligación, y deben adoptar políticas para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Específicamente, se establece que
Estado debe actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la
violencia contra la mujer; así como establecer sanciones penales, civiles, laborales y
administrativas para castigar y reparar los agravios infligidos a las mujeres que sean objeto
de violencia; además de adoptar las medidas para modificar o abolir leyes y reglamentos,
o modificar prácticas jurídicas o consuetudinarias que respalden la persistencia o la
tolerancia de violencia contra la mujer; así como establecer procedimientos legales, justos
y eficaces para la mujer que ha sido sometida a violencia, que incluyan medidas de
protección, juicio oportuno y acceso efectivo a esos procedimientos.
También cabe mencionar el art. 22 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas que establece que se debe prestar atención a los
derechos y necesidades especiales de los ancianos, las mujeres, los jóvenes, los niños y
las personas con discapacidad indígenas en la aplicación de la Declaración, y que los
Estados deben adoptar medidas, junto con los pueblos indígenas para asegurar que las
mujeres y los niños indígenas gocen de protección y garantías plenas contra todas
las formas de violencia y discriminación.
En ese marco, las normas internas establecen, conforme se tiene señalado, que la
participación política debe ser equitativa y en igualdad de condiciones entre hombres y
mujeres (art. 26 de la CPE), por lo que varias leyes, como la Ley 018 de 16 de junio de
2010, Ley del Órgano Electoral y la Ley 026 de 30 de junio de 2010, Ley del Régimen
Electoral, contemplan entre sus principios, al de equivalencia, según el cual la democracia
boliviana se sustenta en la equidad de género y la igualdad de oportunidades entre mujeres
y hombres, aplicando la paridad y alternancia en las listas de candidatas y candidatos para
todos los cargos de gobierno y de representación en la elección interna de las dirigencia y
11
candidaturas no sólo de las organizaciones políticas, sino también en las normas propias
y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos.
En similar sentido, dentro de los postulados electorales, la Ley del Órgano Electoral se
hace referencia a la paridad y alternancia (art. 8) obligatoria en la elección y designación
de todas las autoridades y representantes del Estado; en la elección interna de las
dirigencias y candidaturas de las organizaciones políticas; y en la elección, designación y
nominación de autoridades, candidaturas y representantes de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos mediante normas y procedimientos
propios. También el art. 11 de la Ley del Régimen Electoral, desarrolla el principio de
equivalencia de condiciones estableciendo criterios básicos para garantizar la equidad de
género y la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, estando las autoridades
electorales competentes obligadas a su cumplimiento; para el efecto, establece el respeto
de la paridad y alternancia de género entre mujeres y hombres en las candidaturas a
Senadoras y Senadores, Diputadas y Diputados, Asambleístas Departamentales y
Regionales, Concejalas y Concejales Municipales y otras autoridades electivas35. Por otra
parte, tratándose de una sola candidatura, la igualdad y alternancia se manifiesta en
titulares y suplentes36. Los dos criterios, de acuerdo a la misma norma, deben ser
observados por la lista de candidatas y candidatos de las NPIOC.
35
El art. 11.a) señala: “Las listas de candidatas y candidatos a Senadoras y Senadores, Diputadas y Diputados, Asambleístas
Departamentales y Regionales, Concejalas y Concejales Municipales, y otras autoridades electivas, titulares y suplentes,
respetarán la paridad y alternancia de género entre mujeres y hombres, de tal manera que exista una candidata titular mujer
y, a continuación, un candidato titular hombre; un candidato suplente hombre y, a continuación, una candidata suplente mujer,
de manera sucesiva”.
36
El art. 11.b) sostiene: “En los casos de elección de una sola candidatura en una circunscripción, la igualdad, paridad y
alternancia de género se expresará en titulares y suplentes. En el total de dichas circunscripciones por lo menos el cincuenta
por ciento (50%) de las candidaturas titulares pertenecerán a mujeres”.
37
Esta ley, en el artículo séptimo diferencia el acoso de la violencia política. Desde este marco, el inciso a) establece: “Se
entiende por acoso político al acto o conjunto de actos de presión, persecución, hostigamiento o amenazas, cometidos por
una persona o grupo de personas, directamente o a través de terceros en contra de mujeres candidatas, electas, designadas
o en ejercicio de la función político-pública o en contra de sus familias con el propósito de acordar, suspender, impedir o
restringir las funciones inherentes a su cargo, para inducirla u obligarla a que realice, en contra de su voluntad, una acción o
incurra en una omisión, en el cumplimiento de sus funciones o en el ejercicio de sus derechos.
El inciso b) señala que se entiende por violencia política a las acciones, conductas y/o agresiones físicas, psicológicas,
sexuales cometidas por una persona o grupo de personas, directamente o a través de terceros, en contra de las mujeres
candidatas, electas, designadas o en ejercicio de la función político-pública, o en contra de su familia, para acortar,
suspender, impedir o restringir el ejercicio de su cargo o para inducirla u obligarla a que realice, en contra de su voluntad,
una acción o incurra en una omisión, en el cumplimiento de sus funciones o en el ejercicio de sus derechos.
38
El artículo 6.g de esta ley señala: “Despatriarcalización.- El Estado implementará un conjunto de acciones, políticas y
estrategias necesarias para desestructurar el sistema patriarcal basado en la subordinación, desvalorización y exclusión
sustentadas en las relaciones de poder, que excluyen y oprimen a las mujeres en lo social, económico, político y cultural”.
12
pública es el varón, en tanto que las mujeres y los jóvenes participan en la formación de
decisiones en el ámbito privado39.
39
TICONA, E., ROJAS, G., ALBÓ, X., (1995) Votos y Wiphalas. Campesino y pueblos originarios en democracia, CIPCA,
Cuadernos de investigación 43, La Paz, Bolivia, p. 30.
40
Ibid., p. 85
41
Ibid. pp. 86-87
42
Ibid. 88-89.
43
LERO QUISPE, T. (2019), Mujeres indígenas y la “Reconstitución del Ayllu”, en Revista Andamio, Revista del Órgano
Electoral Plurinacional de Bolivia para la deliberación Pública, Nueva época, año 4, numero 8 p. 54.
44
Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia, el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu y la
Federación Nacional de Pueblos Indígenas de Bolivia, Informe Sombra de las mujeres de naciones y pueblos indígenas de
Bolivia, 2015. Disponible en:
https://tbinternet.ohchr.org/Treaties/CEDAW/Shared%20Documents/BOL/INT_CEDAW_NGO_BOL_20845_S.pdf
13
Lo anotado nos demuestra que la centralidad en el manejo de lo público continua en
manos de los varones, en tanto que lo privado, lo doméstico, sigue siendo un rol asignado
a la mujer45 y si bien existe un incremento en la participación de mujeres en los diferentes
niveles46; sin embargo, los datos también evidencian el incremento de denuncias por acoso
y violencia política hacia las mujeres, donde los casos de gestión compartida ocupan el
primer lugar. Efectivamente, de acuerdo a los datos de la Asociación de Concejalas de
Bolivia (ACOBOL), durante la gestión 2018, a nivel nacional, se presentaron 117 denuncias
por acoso o violencia política, que evidencia un incremento respecto a las gestiones 2016
y 2017, en las que se presentaron 65 y 64 denuncias, respectivamente; la causa del
incremento, de acuerdo a ACOBOL, se debe a que el año 2018 se cumplía la mitad de
gestión del mandato de las autoridades electas democráticamente (2015-2020) por lo que
muchas fueron presionadas a presentar su renuncia a favor de sus suplentes para que
pudieran ejercer la otra mitad de su mandato47.
De acuerdo a ACOBOL, la causa más común de acoso y violencia política que sufrieron
las concejalas se encuentra en los acuerdos de gestión compartida, por los cuales las
Concejalas, luego de cumplida la mitad de su gestión, fueron hostigadas y presionadas a
través de amenazas, agresiones, amedrentamiento, persecución, entre otros, para que
dejen su cargo a favor de los concejales suplentes; causal que representa casi la mitad de
las denuncias registradas (44%)48.
45
Las investigaciones sobre este tema en diferentes comunidades así lo establecen. Así, Ina R[osing, con relación a Amarete,
sostiene que “La realidad social en Amarete subordina a la muejr respecto del varón. Un cargo ogicial en manos de una
mujer es algo impensable en Amarete, el poder oficial está firmemente en las manos del varón. ROSING, Ina (2014), Los
diez géneros de Amarete, Bolivia, en Más allá del silencio. Las fronteras de género en Bolivia, ARNOLD Denise Y, Editora,
ILCA, La Paz, p. 89.
Por su parte, Andrew Canessa, en la investigación, Género, Lenguaje y Variación en Pocobaya, Bolivia, sostiene que “la
posición de la mujer como jefa de la casa es una posición interna: su autoridad se circunscribe a los límites del hogar; en
tanto que la autoridad del marido se ejerce frente a la comunidad…”, en la misma investigación, se reproduce la entrevista
a un pocabayeno (vecino de Pocabaya) que contó que cómo después de un día de trabajo en las chacras, él podía descansar
pero su mujer tenía que seguir trabajando y hacer la cena, lo que sería una prueba de que los hombres estarían en una
posición ventajosa comparados a las mujeres y que tenían más valor, reconociendo que las cosas no deberían ser así,
CANESSA, Andrew, (1997) Género, Lenguaje y Variación en Pocobaya, Bolivia, en Más allá del silencio. Las fronteras de
género en Bolivia. Denis Y. Arnol Comp, La Paz, p. 236 y ss..
46
María Cecilia Chacón Rendón anota los siguientes datos: En la Asamblea Legislativa Plurinacional, de los 36 escañaos
del Senado, 16 son ocupados por mujeres y 20 por hombres, proporción que se mantuvo tanto en las elecciones de 2010
como en las de 2014; en la Cámara de diputados, en 2010, de 130 escaños, 29 correspondía a mujeres y 101 por hombres;
en 2014, de los 130 escaños, 64 están ocupados por mujeres y 66 por varones. En cuanto a las gobernaciones, el 100% de
ellas están dirigidas por hombres, y en cuanto a los asambleístas titulares, 2/3 eran hombres y 1/3 mujeres; en tanto que el
2015, 110 titulares son mujeres, en tanto que 131 son hombres. Respecto a los Gobiernos Municipales, el año 2015, con
339 municipios, 311 estaban ocupadas por varones y sólo 28 por mujeres, y en cuanto a las concejalías, de un total de 1972,
1007, es decir el 51,1% fueron ocupadas por mujeres y las restantes, 965 (48,9%) por varones, incrementándose la presencia
de mujeres en un 8,5% con relación al año 2010. En síntesis, señala que las mujeres ocuparon el 51% de las concejalías,
el 45% de las asambleas departamentales, el 50,7% de la Cámara de Diputados y 44% de la Cámara de Senadores.
CHACÓN RENDÓN, M. C.(2019), Perpetuando roles: un balance del estado de la participación política de las mujeres en la
última década, en ANDAMIOS, Revista del Órgano Electoral Plurinacional de Bolivia para la deliberación pública.
Participación Política de las mujeres en las democracias. Nueva época, año 4, número 8, abril, p. 15.
47
ACOBOL, Reporte anual de seguimiento a casos de acoso y violencia política, gestión 2018, La Paz, 2018, p. 14 y ss.
ACOBOL entiende por gestión compartida “a los acuerdos verbales o escritos que se realizan entre Concejalas titulares con
sus suplentes y viceversa, para compartir los cinco años de gestión, de tal manera que asuma dos años y medio la o el titular
y los restantes dos años y medio, el o la suplente. Cabe señalar que estos acuerdos no están estipulados en la normativa,
por lo tanto, dichos acuerdos generan acoso y violencia política y son ilegales.”
48
Ibid. pp.17-18
49
Ibid., p. 21
14
electos mediante la democracia comunitaria, pues es la única vía “legal” que han
encontrado para legitimar la gestión compartida.
En ese sentido, es evidente que, de inicio, las renuncia de las autoridades elegidas por
normas y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, que se enmarcan en los acuerdos de gestión compartida no podrían ser
considerados como prácticas de acoso y violencia política; pues, se reitera, emerge de sus
normas y procedimientos propios, siendo más bien lo correcto, que quienes fueron elegidas
y elegidos bajo dicho procedimiento, entre tanto no se implementen mecanismos para el
reconocimiento por el órgano electoral de la elección de las autoridades indígena originario
campesinas –conforme se propondrá en este documento- respeten dichos compromisos
y efectúen la renuncia al cargo, conforme lo entendió el Tribunal Constitucional
Plurinacional en la SCP 2114/2013.
Sin embargo, también es evidente que, en el marco de los compromisos asumidos por
el Estado, los órganos del poder público y las diferentes instituciones, tienen la obligación
de velar por la eliminación de la discriminación y la violencia hacia la mujer y, por ende, el
Órgano Electoral tiene el deber de garantizar que las renuncias efectuadas por las
autoridades mujeres, realmente sean consecuencia de dichos acuerdos y de sus normas
y procedimientos propios, y no un mecanismo para ejercer violencia y acoso político contra
ellas, de ahí que, conforme se propondrá, el órgano Electoral, a través del SIFDE, tiene la
obligación de informar sobre la existencia de dichos acuerdos y el respeto a los derechos
de las mujeres, elevando el informe correspondiente a efecto de aceptar la renuncia
presentada por la autoridad.
4. Estudio de casos
Desde entonces, la concejala denuncia que sufrió una serie de atropellos y acoso
político, hasta que el 03 de marzo de 2018, en reunión de cabildo de MACOJMA, dirigida
por el Jacha Mallku, se acordó obligar a renunciar a las autoridades electas, ejerciendo
presión sobre los Concejales titulares del Municipio Jesús de Machaca, aludiendo que
existen acuerdos personales firmados y notariados, pese a que los mismos son
inexistentes.
50
El Reglamento para el Trámite de recepción de renuncias y denuncias por acoso y violencia política de mujeres candidatas,
electas o en función político pública, tiene por objeto, de acuerdo al primer artículo, “establecer los procedimientos para la
recepción de renuncias de mujeres candidatas, electas o en ejercicio de funciones político públicas, y las denuncias de acoso
y violencia política hacia mujeres, en el marco de la Ley Nº 243 Contra el Acoso y Violencia Política hacia las mujeres.
51
Los siguientes son los actos de acoso/violencia política previstos en el art. 8 de la Ley 243: “Proporcionen a las mujeres
candidatas o autoridades electas o designadas información falsa, errada o imprecisa que induzca al inadecuado ejercicio de
sus funciones político-públicas” (art. 8.c); “eviten por cualquier medio que las mujeres electas, titulares o suplentes, o
designadas asistan a las sesiones ordinarias o extraordinarias o a cualquier otra actividad que implique la toma de decisiones,
15
Efectuada la denuncia, la concejala sufrió más presión por parte de su suplente, quien
le señaló que al ser joven y mujer no podría hacer proyectos ni obras y que tampoco tendría
el respeto de las autoridades de la comunidad. Ante la negativa de la renuncia, las
autoridades originarias de la comunidad presionaron a la autoridad electa para lograr dicha
finalidad, amenazando con conformar un Tribunal indígena originario campesino para
procesar a la autoridad electa por la denuncia de acoso y violencia política formulada ante
el Tribunal Departamental.
impidiendo o suprimiendo el derecho a voz y voto en igualdad de condiciones que los hombres” (art. 8.d); “restrinjan el uso
de la palabra, en las sesiones u otras reuniones y su participación en comisiones, comités y otras instancias inherentes a su
cargo, conforme a reglamentación establecida (art. 8.g); “Restrinjan o impidan el cumplimiento de los derechos políticos de
las mujeres que ejercen función político – pública o que prevengan de una elección con procedimientos propios de las
Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos y Afrobolivianos (art. 8.h); Restrinjan o impidan el uso de las acciones
constitucionales y legales para proteger a sus derechos frente a los actos o eviten el cumplimiento de las Resoluciones
correspondientes (art. 8.i); Discriminen por razones de sexo, color, edad, orientación sexual, cultura, origen, idioma, credo
religioso, ideología, afiliación política o filosófica, estado civil, condición económica, social o de salud, profesión, ocupación
u oficio, grado de instrucción, condición de discapacidad, procedencia, apariencia física, vestimenta, apellido u otras que
tengan por objetivo o resultado anular o menoscabar el conocimiento, goce u ejercicio en condiciones de igualdad de
derechos humanos y verdades fundamentales reconocidas por Ley (art. 8.l); “Divulguen información falsa relativa a las
funciones político – públicas, con el objetivo de desprestigiar su gestión y obtener contra su voluntad la renuncia y/o licencia
al cargo que ejercen o postulan (art. 8.o); Obliguen mediante la fuerza o intimidación a las autoridades electas o designadas
en el ejercicio de sus funciones político – públicas, suscribir todo tipo de documentos y/o avalar decisiones contrarias a su
voluntad, al interés público o general (art. 8.q).
16
Ahora bien, el trámite antes descrito, no prevé la posibilidad de verificar la existencia
de acuerdos de gestión compartida en el marco de normas y procedimientos propios, pese
al reconocimiento constitucional de las normas y procedimientos propios en el ejercicio de
la democracia comunitaria. En ese sentido, la instancia electoral, a través del SIFDE,
debería comprobar la existencia de gestión compartida y ejercicio de la democracia
comunitaria y elaborar informes para demostrar la existencia o no de los acuerdos
correspondientes, plasmando dichos datos en el Informe que se remite al Pleno del
Tribunal Supremo o Tribunal Departamental, a efecto de determinar si corresponde o no
remitir antecedentes al Ministerio Público; encontrando así un equilibrio entre los derechos
colectivos de los pueblos indígenas y los derechos políticos de las mujeres.
4.2. Caso Huarina, Omasuyus, La Paz: La concejala denuncia que desde el mes de
noviembre de 2017 se iniciaron actos de acoso y violencia política, por cuanto las
autoridades originarias, el Concejal suplente y el sub alcalde, la retuvieron en la plaza
principal en Copancara, la discriminaron por ser mujer; posteriormente, fue agredida
verbalmente e intentaron chicotearla, presionándola para que renunciara al cargo, bajo la
amenaza que le quitarían sus tierras y tomarían posesión de ellas.
La concejala sostuvo que era cierto que había “firmado un acuerdo delante de mi
comunidad para entregarle el cargo a mi suplente, también he compartido mi sueldo con
él durante cuatro meses, pero después me he dado cuenta que no podía seguir trabajando
para él y le he dicho que ya no más. Ahí han comenzado los problemas”.
Como la Concejala se resistía a abandonar el cargo para el que fue electa, tanto las
autoridades de la comunidad como el propio concejal suplente la presionaron para
17
renunciar, bajo amenaza de seguirle un procedimiento por quebrantar las normas y
procedimientos propios e incumpliendo acuerdos y compromisos; evidenciándose que,
efectivamente, el Consejo Amawtico de Cantón Copancara, el 29 de agosto de 2018, le
hizo llegar una notificación para que se presente a responder una denuncia de las
“autoridades cantonales” en audiencia pública a realizarse el 1 de febrero de 2018.
Sin embargo, este aspecto debió haber sido verificado por la instancia electoral, a
efecto de determinar si correspondía o no que se remitieran antecedentes al Ministerio
Público; pues, de lo contrario, al igual que en el primer caso, se criminaliza el ejercicio de
los sistemas políticos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos; afirmación
que en el presente caso es más contundente, en mérito a los acuerdos efectivamente
existentes, en sentido que la accionante fue elegida en el marco de normas y
procedimientos propios, existiendo el compromiso de sólo ejercer funciones por media
gestión.
18
No obstante lo anotado, se reitera que correspondía analizar si el acuerdo de gestión
compartida efectivamente fue utilizado como un medio para burlar el principio de
equivalencia de condiciones, la paridad y alternancia, a partir del análisis de las normas,
procedimientos y sistema político de la comunidad, y no llegar, a priori, a dicha conclusión;
análisis que está ausente en el caso analizado; pues se evidencia que fue remitido al
Ministerio Público, y si bien fue inicialmente rechazado, sin embargo, la concejala presentó
una nueva denuncia.
Así, para llegar a un equilibrio entre los derechos colectivos de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos y los derechos de las mujeres, los acuerdos de gestión
compartida no sólo deberían exigir el respeto a la equidad, a la paridad y alternancia, sino
también deberían contener el consentimiento informado de la mujer respecto al tribunal
ante quien acudirá con sus reclamaciones.
Cabe aclarar que si la mujer elige la vía de la jurisdicción indígena originaria campesina
y en la misma no se protegen sus derechos y más bien, se los vulneran, la mujer aún puede
formular una acción de defensa, como la acción de amparo constitucional, denunciando la
presunta vulneración de sus derechos y garantías; instancia constitucional en la cual se
definirá si realmente los mismos han sido lesionados, y se dispondrá que las autoridades
indígena originaria campesinas adopten las medidas pertinentes para reparar la
vulneración a derechos.
19
de sus normas y procedimientos propios, la elección de autoridades subnacionales –salvo
aquellas vinculadas a autonomías indígena originario o las correspondientes a distritos
indígenas- está sujeta a procedimientos de la democracia representativa, a través del voto
universal, que se traduce en un ciudadano o ciudadana y un voto; sin considerar que bajo
la lógica de la democracia comunitaria, las decisiones son asumidas mediante normas y
procedimientos propios, que incluyen la elección de sus autoridades a partir de sus bases
a través de cabildos, considerando el recorrido previo de la autoridad; por ello, las naciones
y pueblos indígenas, mediante prácticas de interlegalidad, luego de la elección de sus
autoridades a partir de la democracia comunitaria “legalizan” esta elección a través de la
democracia liberal.
Por ello, en el marco de la Constitución Política del Estado, una vez producida la
elección de las autoridades a través de normas y procedimientos de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos, con el acompañamiento del SIFDE, no existe la necesidad
de llevar adelante la elección a partir de la democracia representativa; empero, en la
aplicación de sus normas propias deben respetarse los principios de equidad, paridad y
alternancia y, en ese sentido, garantizar que el 50% de titulares y el 50% de suplentes de
las diferentes autoridades sean varones y mujeres.
20
Esto hará posible que ya no se produzcan las prácticas de renuncia de autoridades
que, en realidad, encubren los acuerdos de gestión compartida que, en tanto sean producto
de la democracia comunitaria y respeten los principios de equidad, alternancia y paridad,
son compatibles con la Constitución Política del Estado pero, paradójicamente, tienen que
ser “camuflados” a través de mecanismos –como la renuncia- que sí tienen reconocimiento
legal como causa de sustitución de autoridades.
Así las cosas, debe precisarse que en casos en los cuales se pretenda ejecutar un
acuerdo de gestión compartida que implique la sustitución de una mujer electa por voto
popular; o, cuando una mujer electa bajo mecanismos de democracia comunitaria presente
su renuncia cuando esta no emerja de un acuerdo de gestión compartida, el Órgano
Electoral Plurinacional, antes de ejecutar dicho acuerdo de gestión compartida; o antes de
aceptar la renuncia en los términos establecidos por el art. 24 de la Ley 243, de oficio y a
través del SIFDE, deberá realizar una recolección de información contextualizada al caso,
para verificar si existió o no una situación de acoso o violencia política en contra de una
mujer.
21
de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos, cultura, nivel educacional, edad o
religión57. Por esta razón, estos desequilibrios históricos, no pueden ser invisibilizados, de
manera tal que para renuncias o ejecución de acuerdos de gestión compartida de mujeres
en un contexto de democracia comunitaria, el Órgano Electoral Plurinacional, sin duda
debe con carácter previo, recolectar información contextual del caso a efectos de identificar
una posible situación de violencia o discriminación.
El deber antes citado, será realizado de oficio, de manera seria, imparcial y oportuna58,
porque los Estados deben brindar una respuesta efectiva a la violencia contra la mujer59.
En efecto, una de las tareas de la recolección de información contextual para valorar la
renuncia de una mujer en el marco del ejercicio de la democracia comunitaria, es identificar
la posible existencia de estereotipos de género en el entorno de los sistemas políticos
propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos60, ya que “es posible
asociar la subordinación de la mujer a prácticas basadas en estereotipos de género
socialmente dominantes y socialmente persistentes, condiciones que se agravan cuando
los estereotipos se reflejan, implícita o explícitamente, en políticas y prácticas,
particularmente en el razonamiento y el lenguaje de las autoridades…”61, en este
escenario, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, estableció también que los
estereotipos son una causa y consecuencia de la violencia de género en contra de la
mujer62. Desde este enfoque, por la interdependencia que existe entre estereotipos de
género y violencia, sin duda es imprescindible que la recolección de información
contextualizada al caso, indague de manera profunda en cuanto a la existencia o
inexistencia de estos estereotipos, pero con la aclaración de que el análisis de estos
estereotipos consideren el enfoque de despatriarcalización brindado en este trabajo.
Caso Véliz Franco y otros Vs. Guatemala, op. cit., párr. 207.
Ver también Corte IDH. Caso Rosendo Cantú y otra Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Senencia de 31 de agosto de 2010. Serie C No. 216., párr. 108.
Ver caso Favela Nova Brasilia Vs. Brasil, Párr. 245.
57
Cfr. Corte IDH. Fernández Ortega y otros Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
30 de agosto de 2010. Serie C No. 215, párr. 118.
58
Este criterio, emerge del estándar establecido en el caso Campo Algodonero vs. México,op. cit, parr. 290, el cual establece
que en casos de violencia contra la mujer las investigaciones deben ser iniciadas de oficio y sin dilación.
El deber de iniciar de oficio y sin dilación una investigación seria, imparcial y efectiva fue establecida en el caso: Corte IDH.
Caso Gudiel Álvarez y otros (Diario Militar) Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de noviembre
de 2012. Serie C No. 235, párr.275.
59
Este razonamiento tiene sustento en el estándar generado en el caso campo algodonero vs. México, op. cit, párr. 164. En
este caso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos señaló: “Sin embargo, más allá de las cifras, sobre las cuales la
Corte observa no existe firmeza, es preocupante el hecho de que algunos de estos crímenes parecen presentar altos grados
de violencia, incluyendo sexual, y que en general han sido influenciados, tal como lo acepta el Estado, por una cultura de
discriminación contra la mujer, la cual, según diversas fuentes probatorias, ha incidido tanto en los motivos como en la
modalidad de los crímenes, así como en la respuesta de las autoridades frente a éstos. En este sentido, cabe destacar las
respuestas ineficientes y las actitudes indiferentes documentadas en cuanto a la investigación de dichos crímenes, que
parecen haber permitido que se haya perpetuado la violencia contra la mujer en Ciudad Juárez”.
60
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Mujeres víctimas de tortura sexual en Ateneco vs. México, op.
cit., en el párr. 213 estableció lo siguiente: “Un estereotipo de género se refiere a una pre-concepción de atributos, conductas
o características poseídas o papeles que son o deberían ser ejecutados por hombres y mujeres respectivamente, y que es
posible asociar la subordinación de la mujer a prácticas basadas en estereotipos de género socialmente dominantes y
persistentes. En este sentido, su creación y uso se convierte en una de las causas y consecuencias de la violencia de género
en contra de la mujer, condiciones que se agravan cuando se reflejan, implícita o explícitamente, en políticas y prácticas,
particularmente en el razonamiento y el lenguaje de las autoridades estatales”. La Corte Interamericana de Derechos
Humanos, definió los estereotipos también en: Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México, op. cit, párr. 401, y
Caso López Soto y otros Vs. Venezuela. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2018. Serie C
No. 362, párr. 235.
La Corte Ineramerica de Derechos Humanos en el caso Atala Riffo y niñas Vs. Chile, en el párr. 140, señaló lo siguiente: “En
consecuencia, la Corte considera que exigirle a la madre que condicionara sus opciones de vida implica utilizar una
concepción “tradicional” sobre el rol social de las mujeres como madres, según la cual se espera socialmente que las mujeres
lleven la responsabilidad principal en la crianza de sus hijos e hijas y que en pos de esto hubiera debido privilegiar la crianza
de los niños y niñas renunciando a un aspecto esencial de su identidad…”.
Los roles de género fueron también abordados en el caso Fornerón e Hija Vs. Argentina, párr. 94; en el caso Artavia Murillo
y otros vs. Costa Rica, párr. 302; y, Velásquez Paíz y otros Vs. Guatemala, op. cit. párr. 180, entre otros.
61
Caso Inés Fernández Ortega vs. México, op. cit. párr. 401.
62
Ídem
63
Cfr. Caso Mujeres víctimas de tortura sexual en Ateneco, vs. México, op. cit.
22
comunitaria o ejecutar un acuerdo de gestión compartida en virtud del cual se sustituya a
una mujer electa por mecanismos de democracia comunitaria, sin realizar la recolección
de información contextual de manera previa.
64
Este criterio responde al estándar generado en el caso Rosendo Cantú y otra Vs. México, op. cit. párr. 93.
65
Este criterio responde al estándar generado en: Corte IDH. Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2006. Serie C No. 160, párr. 311. Este razonamiento también fue
desarrollado en el caso:
Corte IDH. Caso J. Vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2013.
Serie C No. 275, párr. 361.
66
Estas obligaciones reforzadas emergen de los casos Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, párr.. 221; Caso
Comunidad indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay, párr.. 177; y Caso Comunidad Indígena Kàmoc Kàsek vs. Paraguay, párr.
233.
67
El artículo 8 de la Ley 243 describe los actos de acoso o violencia política, entre ellos se encuentran los siguientes: Los
que impongan por estereotipos actividades o tareas ajenas a las funciones o atribuciones del cargo; las que asignen
responsabilidades que tengan como resultado la limitación del ejercicio de la función político-pública; las que proporcionen a
las mujeres candidatas o autoridades electas o desginadas información falsa, errada o imprecisa que induzca al inadecuado
ejercicio de sus funciones político-públicas; la obstaculización de asistencia a sesiones u otra actividad de toma de
decisiones; el proporcionar al Órgano Electoral Plurinacional datos falos; actos que impidan o restrinjan su reincorporació al
cargo cuando hagan uso de una licencia justificada; la restricción al uso de la palabra en instancias de deliberación; la
restricción de derechos en el marco de procedimeintos propios de las Naciones y Pueblos Indígena originario campesinos;
actos que restrinjan o impidan el uso de las acciones constitucionales o no las cumplan; la imposición de sanciones
injustificadas que impidan o restrinjan el ejercicio de sus derechos políticos; aplicación de sanciones pecuniarias, descuentos
arbitrarios y/o retención de salarios; discriminación por razones de sexo, color, edad u otra condición; discriminación por
embarazo; divulgación de información con el objeto de menoscabar su dignidad; divulgación de información falsa con objetivo
de desprestigiar a la autoridad; presión o inducción a presentar renuncia al cargo; y, actos que obliguen a una mujer a avalar
actos ilegales.
68
Este criterio emerge del estándar contenido en el caso Gelman vs. Uruguay, párr.. 98.
69
Este criterio emerge del estándar contenido en el caso: Corte IDH. Caso Blake vs. Guatemala. Excepciones Preliminares.
Sentencia de 2 de julio de 1996. Serie C. No. 27, párr. 114; y del caso Penal Castro Castro vs Perú, op. cit., párrs. 278 y 279.
70
Este criterio emerge del estándar contenido en el caso Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú, op. cit., párr.. 308.
71
Este criterio emerge del caso: Corte IDH. Caso Maritza Urrutia Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 27 de noviembre de 2003, En el caso Cantoral Benavidez vs. Perú, también se desarrolló la tortura psicológica. La Corte
en el caso Mujeres víctimas de tortura sexual en Ateneco vs. México, op. cit., párr.. 192, estableció: “La Corte recuerda que
se ha conformado un régimen jurídico internacional de prohibición absoluta de todas las formas de tortura, tanto física como
psicológica, y respecto de esta última, se ha reconocido que las amenazas y el peligro real de someter a una persona a
graves lesiones físicas produce, en determinadas circunstancias, una angustia moral de tal grado que puede ser considerada
“tortura psicológica”. Este estándar fue también asumido en los casos Cantoral Benavides Vs. Perú. Reparaciones y Costas.
Sentencia de 3 de diciembre de 2001. Serie C No. 88, párr. 102, y Caso López Soto y otros Vs. Venezuela. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2018. Serie C No. 362, párr. 183.
72
Este criterio emerge del caso Favela Nova Brasilia Vs. Brasil, párr. 250.
23
considerar circunstancias de temor de la víctima sobre su vida o la integridad personal o
de alguna persona del entorno familiar73.
73
Este criterio emerge del caso Masacres de Ituango vs. Colombia, pár. 256.
74
Este criterio emerge del estándar establecido en el caso Mujeres víctimas de tortura sexual en Ateneco vs. México, op. cit.,
párr. 112.
75
Este criterio emerge del estándar establecido en el caso Rosendo Cantú y otra vs. México, op. cit., parr. 213.
76
Este criterio emerge del estándar establecido en el caso Rosendo Cantú y otra vs. México, op. cit, párr. 213.
77
Este criterio emerge del caso Rosendo Cantú y otra Vs. México, op. cit. párr..213.
78
Este criterio emerge del estándar generado en el caso Fernández Ortega Vs. México, op. cit., párr. 100. Estos criterios
también fueron asumidos en el caso Rosendo Cantú y otra Vs. México, op. cit, párr. 108
79
Este criterio emerge del estándar generado en el caso Espinoza Gonzáles vs. Perú, op. cit., párr.. 68.
80
Este criterio emerge del estándar generado en el caso Defensor de Derechos Humanos y otros Vs. Guatemala, párr.. 157.
También este criterio se encuentra en el Asunto B. respecto de El Salvador. Resolución de la Corte Interamericna de
Derechos Humanos del 29 de mayo de 2013. Primer punto de la parte resolutiva.
81
Este criterio emerge del estándar brindado en el caso Velásquez Paíz y otros Vs. Guatemala, párr.169.
82
Cfr. Caso Campo Algodonero vs. México, op. cit., párr. 258. Este estándar también fue asumido en el caso Masacre de El
Mozote y lugares aledaños Vs. El Salvador, párr. 243.
83
Este razonamiento es consecuencia del estándar establecido en el caso Veliz Franco y otros vs. Guatemala, párr.. 208.
24
Finalmente, es importante señalar que el Órgano Electoral Plurinacional, en caso
de identificar en la recolección de información contextualizada del caso, elementos que
indiquen actos de acoso o violencia política contra una mujer en el marco del ejercicio de
la democracia comunitaria, deberá brindarle al artículo 21.I de la Ley 243 una interpretación
conforme al bloque de constitucionalidad.
En efecto, si bien el referido artículo establece en su primer parágrafo que los delitos
de acoso y violencia política, serán denunciados ante el Ministerio Público y sometidos a
la jurisdicción ordinaria de acuerdo a normativa procesal penal vigente; empero, es
imprescindible reiterar la Recomendación 33 del Comité de la CEDAW, que establece que,
la mujer como víctima debe decidir si se somete a la jurisdicción ordinaria o a la jurisdicción
indígena originaria campesina; por tanto, deberá ser el Órgano Electoral Plurinacional que
efectúe la consulta informada a la víctima con la finalidad de remitir los antecedentes al
Ministerio Público o, en su caso a la jurisdicción indígena originaria campesina.
Finalmente, es importante recordar que una respuesta ineficaz del Estado a casos
de violencia contra la mujer, en términos de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, propicia un ambiente de impunidad que facilita y promueve la repetición de los
hechos de violencia en general y envía un mensaje según el cual la violencia contra las
mujeres puede ser tolerada y aceptada, lo que favorece su perpetuación y la aceptación
social del fenómeno, además de generar el sentimiento y la sensación de inseguridad de
las mujeres, así como una persistente desconfianza de éstas en los órganos estatales84.
En este escenario, sin duda el Órgano Electoral Plurinacional tiene un rol esencial para
garantizar el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres libres de violencia y toda
forma de discriminación para que en el marco del principio de despatriarcalización, el
Estado Plurinacional de Bolivia cumpla de buena fe sus obligaciones internacionales; sin
embargo, la protección reforzada a las mujeres, de ninguna manera significa anular o
desconocer el derecho colectivo de las naciones y pueblos indígena originario campesinos
a ejercer la democracia comunitaria.
6. Reflexiones finales
En base a todo lo señalado, se puede colegir que los acuerdos de gestión compartida
son plenamente compatibles con la Constitución y el bloque de contitucionalidad boliviano,
toda vez que emergen del ejercicio de la democracia comunitaria, por lo tanto, deben ser
respetados por todos los órganos de poder, no siendo necesario aplicar la figura de la
renuncia, toda vez que dicho acuerdo debe ser ejecutado directamente por el Órgano
Electoral Plurincional; sin embargo, en una armonización de derechos colectivos de las
naciones y pueblos indígena originario campesinos con una protección reforzada a las
mujeres, esta instancia, si bien debe respetar estos acuerdos de gestión, empero, también
debe velar porque los mismos respeten criterios de equidad, paridad y alternancia y que
no sean ejecutados en un contexto de acoso y violencia politica contra las mujeres.
84
Caso Espinoza Gonzáles vs. Perú, op. cit.,párr. 280.
25
y despatriarcalizacion, la jurisdicción compentente para casos de acoso y vioencia política
contra las mujeres, no la define el Estado, sino la víctima.
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