Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Alberto Sanagustín
BLOG DE MEDICINA Y SALUD
Blog ▼
A todos nos pasa de vez en cuando y nos vienen la mente pensamientos como
por ejemplo:
¿Por qué?
¿Cómo lo enfocamos?
Si es así, hay que ver cuál es el motivo del problema y descartar alguna causa
física que provoque esta situación, sobre todo si esta actitud no es habitual en
nosotros.
-Falta de sueño.
-Hematológicos (anemias...).
-Infecciosos (virasis,...).
-Respiratorios.
-Cardiovasculares.
-Neurológicos.
-Inmunitarios.
-Renales.
Y para finalizar habrá que valorar entidades como el síndrome de fatiga crónica
y la fibromialgia.
Según las conclusiones a las que lleguemos el problema deberá ser tratado
cambiando el estilo de vida, instaurando el tratamiento más adecuado o
derivando a servicios sociales.
Sabemos lo que tenemos que hacer. Tenemos los conocimientos necesarios, pero
no lo hacemos. No tenemos ganas. Nos falta la motivación necesaria.
Por ejemplo:
Si quieres entrenarte para una maratón, habrá que empezar con distancias
cortas e ir construyendo poco a poco tu forma física.
Nos hacen falta razones, pero no sólo simples razones. Han de estar basadas en
nuestros valores.
Si tu objetivo lo conectas con razones superficiales, que tienen más que ver con
lo que te imponen los demás o la sociedad, difícil lo tienes para conseguirlos.
Los valores son aquello que es importante para nosotros y nunca se consiguen
porque son procesos. Se viven día a día. Son el camino y no el objetivo.
Por ejemplo:
3º Actuar.
El tercer paso es crucial y parece que muchas personas no lo tienen claro. Hay
que actuar.
Esa creciente motivación hará un efecto en bola de nieve que te hará actuar
con más facilidad.
La primera vez que experimenté esas sensaciones fue cuando tenía 13 ó 14 años.
Me aficioné a ir al gimnasio porque me gustaban las pesas, la halterofilia y este
tipo de cosas. Me encantaba entrenar y dedicaba más de 2 horas diarias.
El problema era cuando tenía exámenes. No podía seguir ese ritmo. Durante dos
semanas tenía que entrenar menos tiempo o ir menos al gimnasio.
Esto era así hasta que recordaba lo agradable que era sentirse en forma,
relacionarse con la gente y volvía a moverme e iba al gimnasio A PESAR de no
tener ningunas ganas. Al poco tiempo, estaba muy motivado y todo era igual.
En este caso, sin ser consciente de lo que pasaba, usaba el proceso que he
comentado.
1-Perdía el ritmo.
2-No tenía ganas de empezar otra vez.
Es conocido que muchas veces nos acobardamos ante actividades que exigen un
esfuerzo porque en nuestro diálogo interno nos exigimos las “4 C” para
empezar a actuar:
- Confianza
- Comodidad
- Certeza.
- Compromiso
Podemos hacer un trabajo mental previo, pero tarde o temprano nos tendremos
que lanzar al ruedo y hablar.
La única confianza que puedes tener es fe y coraje, es decir, hacer algo a pesar
de tu inseguridad.
Con la práctica tendrás una seguridad real por las experiencias positivas que
habrás acumulado.
Otro absurdo. Para poder hacer algo con comodidad, has de habituarte a ello.
No nos queda más remedio que asumir un nivel de incertidumbre, sobre todo si
no tenemos experiencia.
Conclusión:
23 comentarios:
Respuestas
Responder
Respuestas
Responder
Respuestas
Dr. Alberto Sanagustín 27 de julio de 2015, 9:30
Decidir qué quieres hacer y hacerlo. No esperar a estar motivado. Saludos.
Responder
Responder
Respuestas
Responder
Respuestas
Responder
Respuestas
Responder
Respuestas
Responder
Respuestas
Responder
Respuestas
Responder
Añadir comentario
‹ Página principal ›
Ver versión web