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El Absolutismo

El absolutismo es una forma de gobierno en la que el poder reside en una


única persona, el Rey, a quien deben obedecer todas las demás, sin rendir
cuentas al Parlamento ni al pueblo. El principio del Derecho Divino del poder
real o del absolutismo teológico nació en Francia, en el último cuarto del siglo
XVI y en el ambiente de las Guerras de Religión.

Las principales características del absolutismo son: concentración del poder


en el Rey, vitalicio, hereditario y teocrático; el monarca dictaba todas las leyes
de acuerdo con sus intereses y de los nobles, que estaban para aconsejarlo en
sus decisiones aunque éste siempre tenía la última palabra; el rey era el jefe
temporal de la Iglesia, manejaba la parte administrativa y todo lo que tiene que
ver con sus bienes, mientras que las cuestiones de la fe y la creencia religiosa
eran atribuidas al clero; se practicaba una economía mercantilista en donde
todo estaba respaldado en metales como el oro y la plata, y a su vez muy
controlada para así poder cobrar los impuestos necesarios para mantener la
acomodada vida del rey y los nobles. La sociedad es estratificada.

Este régimen, para poder funcionar y asegurar su continuidad, debe


contar con un ejército que apoye incondicionalmente al rey, para mantener el
sistema monárquico en orden y controlar cualquier tipo de revueltas contra
éste; con una burocracia con ministros y funcionarios públicos que la hagan
funcionar correctamente, para que así se mantenga el poder monárquico; un
grupo de embajadores que se encarguen de los tratados comerciales, de
guerra y matrimoniales, ya que los reyes europeos se casaban entre ellos para
asegurar las coronas reales; un sistema tributario fuerte que pueda sostener
todos los gastos del Estado y del monarca, así como también la flota, el ejército
y la burocracia.

En resumen, el objetivo del absolutismo es la concentración del


poder y el monopolio de la autoridad del Estado en la persona del Rey.

Para el historiador R. Mousnier, la monarquía absoluta es el resultado de


la rivalidad entre dos clases: la burguesía y la nobleza. El Rey arbitró el
conflicto, apoyando a la burguesía y controlando a la nobleza, conduciendo ese
conflicto a un equilibrio que aseguró su poder personal, la unidad, el orden y la
jerarquía en el Gobierno y en el Estado. Llevó a la sumisión total y a la
obediencia sin límites.

Por el contrario, según Perry Anderson, "el Estado absolutista nunca fue el
árbitro entre la nobleza y la burguesía, ni mucho menos un instrumento en la
naciente burguesía contra la aristocracia". El absolutismo fue, en su esencia,
según este historiador, un aparato reorganizado y potenciado de dominio
feudal. Fue el nuevo instrumento de una nobleza amenazada que le permitió
seguir detentando el dominio del poder político y mantener a las masas
campesinas en la base de la jerarquía social y a la burguesía emergente
apartada del gobierno.
Causas del surgimiento del Absolutismo

 La Reforma Protestante, iniciada por Martín Lutero, distanció a un


Estado como Alemania de la Iglesia y los Estados papales y disminuyó
su importancia en las decisiones del Rey.
 La conquista de América llevó a países como España y Portugal a
acumular grandes cantidades de riqueza en oro y plata (Mercantilismo).
 La burguesía apoyaba la concentración del poder para estabilizar la
economía dentro del territorio de un Estado.
 La necesidad de organizar fuerzas militares, como en el caso de la
guerra de los cien años entre Francia y el Imperio Británico, obligó a los
Estados a poseer un ejército regular comandado por el Rey y ya no por
señores feudales dispersos e incomunicados.

Principios básicos del Absolutismo

 El poder es de carácter divino: la autoridad del Rey es asignada por


Dios.
 La autoridad del Rey es absoluta, no debe pedirle permiso ni al
Parlamento ni a los nobles para tomar decisiones.
 El Rey tiene un trato paternal con el pueblo.
 La autoridad del Rey está sujeta a la razón, debe regirse por criterios
racionales para mantener el poder, bienestar y la riqueza del Estado.
 El Rey es la ley.

Límites del poder absoluto

El Antiguo Régimen es el nombre que se da al conjunto de rasgos


políticos, jurídicos, sociales y económicos que caracterizaron a Europa y sus
colonias durante los siglos XVII y XVIII. El modelo político característico es el
de monarquía absoluta, cuyo rasgo central es la concentración de todo el poder
en el Rey, sin control ni límites de ningún tipo. A pesar de ello, las condiciones
de la época, así como algunos elementos remanentes de la Edad Media,
determinaron que en los hechos el poder de los reyes absolutos tenga ciertos
límites, ello no obsta que ninguna institución o persona pueda ejercer control
sobre ellos.

Estos límites son:

1. La Ley Divina Cristiana: el Rey, al igual que todos los cristianos, está
sometido a los 10 Mandamientos.

2. Las leyes del Derecho de Gentes: son disposiciones que derivan de


tradiciones antiguas, determinan cosas como la herencia, el mayorazgo, etc.
Aquellas que se vinculan al ejercicio directo del gobierno, fueron desplazadas
por los monarcas en el proceso de consolidación del absolutismo (tal el caso
del recurso a cortes o parlamentos para la definición de ciertas medidas, en
Francia, por ejemplo, los Estados Generales dejaron de ser citados en 1614, y
solo volvieron a sesionar en 1789).

3. Las leyes fundamentales del Reino: un conjunto de normas relativas al


fundamento del Estado. Sus elementos básicos son:
 La continuidad del Estado. El Estado es independiente de los reyes; si
muere el Rey el poder pasa a su sucesor.
 Ley de sucesión.
 El principio de legitimidad. El rey no podía modificar la ley de sucesión.
 Si el rey es menor o incapaz, puede ser asistido por un regente.
 El principio de religión. La corona debía titularla un príncipe católico (a
partir de la Reforma, los reinos protestantes aplicaron este principio).

4. El escaso número de funcionarios: aunque los regímenes absolutos se


apoyaban en una burocracia numerosa y eficiente, comparados con cualquier
Estado actual el número de funcionarios era mínimo, y completamente
insuficiente para que las determinaciones del monarca se cumplieran
efectivamente.

5. Las limitaciones del sistema de caminos: en la Época Moderna los caminos


transitables, los puentes y los canales eran muy escasos, la velocidad de
comunicación era la del galope del caballo, por ello las disposiciones del rey
demoraban en llegar a destino, incluso muchas veces lo hacían cuando ya eran
inaplicables. En el caso del sistema colonial, se aplicaba muchas veces la
fórmula “se acata pero no se cumple” para aquellas disposiciones cuya
aplicación no era pertinente en las colonias.

6. La persistencia de aduanas internas y derechos señoriales: como remanente


de la dispersión del poder en la época feudal y el proceso de unificación de los
Estados todavía inconcluso, persistían algunas aduanas internas. Del mismo
modo, algunos nobles conservaban privilegios especiales como herencia de la
época feudal.

El ejemplo francés

Para citar un ejemplo de una monarquía absoluta, qué mejor que el


francés, uno de los más representativos y que lograba que hacer caer el
régimen feudal no fuera tan sencillo.

Francia en el siglo XVI era un mosaico de regiones y con tendencia


vigorosa a centralizar el poder, pero con problemas de comunicaciones
importantes, lo que hacía que esta centralización se viera afectada, ya que las
órdenes reales no llegaban en tiempo y forma a todos los rincones de Francia,
por lo tanto se incrementaba el poder en los señores y no en la figura del rey,
que aunque respetaba las leyes del reino y era el jefe temporal de la Iglesia,
por lo que designaba a las autoridades y tenía un consejo de asesores, su
figura venía creciendo.
En cuanto a la economía, como en cualquier régimen absolutista, era
mercantil y tenía intervención por parte del monarca, y en lo que a la sociedad
se refiere, estaba divida en órdenes, que son la condición social y política de
índole colectiva que se define por un conjunto de libertades. Un siglo después,
en el XVII o de los Ministerios, como es llamado en Francia, ya que gobernaron
dos primeros ministros en vez de un rey, Richelieu y Mazarino, que fueron
elegidos por acumulaciones de cargos y funciones, aunque éstos no sustituyen
al rey y ejercen influencias sobre los gobiernos actuales. Durante el período de
los Ministerios varias cosas sucedieron en Francia, mayoritariamente crisis y
revueltas, como la rebelión general en donde hubo enfrentamientos entre
ministros y oficiales, o revueltas campesinas a causa del aumento de
impuestos, lo que hacía que las masas campesinas tuvieran menos para comer
y fueran más pobres, que debilitaron a este sistema de gobierno
aparentemente capaz de la iniciativa y eficaz.

Luego de la muerte de Mazarino, Luis XIV instaura su gobierno personal y


pasa por arriba de todo lo existente y se impone nombrando a los ministros de
su preferencia para que realicen las funciones vitales, que acompañados por
un pesado sistema burocrático sin pocas innovaciones, hacen de lo que será la
vida de Francia en aquel entonces.

En cuanto a su plan económico, en la agricultura, con predominio del


sistema de origen feudal, con aduanas y con altos impuestos, que pueden ser
pagados en especias o en diezmos según lo cosechado por los campesinos, el
país entra en hambruna, visto que hay malas cosechas y muchos impuestos
que pagar para mantener el lujurioso estilo de vida del monarca y sus
asesores; y en cuanto a la industria se crean las manufacturas reales de la
mano de Colbert para satisfacer la demanda de productos de alto lujo por parte
de la nueva burguesía y las demás casas reales, estando los trabajadores
ordenados en gremios según el oficio en donde se mantenían los mismos
precios, predominando la artesanía y las aduanas y altos impuestos.

En lo social, Francia contaba con una sociedad altamente estratificada en


la época y con privilegios sólo para los nobles, el rey y los clérigos, en cuanto a
la ley y a los tributos, mientras que estaban los no privilegiados, a los cuales
pertenecían los campesinos, que carecían de toda igualdad ante la ley con
respecto a los nobles por ejemplo, lo que creaba desigualdades sociales
importantes.

Conclusión

En definitiva, el periodo absolutista se caracteriza por gobiernos dirigidos


por una persona que no responde de sus actos ante sus súbditos, y en donde
las desigualdades sociales son muy fuertes. La crisis del absolutismo traerá
una época de cambios radicales en las formas de gobierno, como la
Revolución Norteamericana, Francesa, que están en el origen de los
regímenes democráticos contemporáneos.

Ilustración

Se denomina Ilustración o “Siglo de las luces” a una corriente intelectual


de pensamiento que dominó Europa, en especial Francia e Inglaterra, durante
el siglo XVIII. Abarcó desde el Racionalismo 1 y el Empirismo2 del siglo XVII
hasta la Revolución Industrial del siglo XVIII, la Revolución Francesa y el
Liberalismo. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón
humana podía combatir la ignorancia, la superstición, la tiranía, y
construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en
aspectos económicos, políticos, religiosos y sociales.

El término Ilustración se refiere específicamente a un movimiento


intelectual histórico. Existen precedentes de la Ilustración en Inglaterra y
Escocia a fines del siglo XVII, pero el movimiento se considera originalmente
francés. Desde Francia, donde madura, se extendió por toda Europa y América
y renovó especialmente las ciencias, la filosofía, la religión, la política y la
1
El racionalismo (del latín, ratio, razón) es una corriente filosófica que apareció en Francia en el siglo
XVII, formulada por René Descartes, que se opone al empirismo y que es el sistema de pensamiento que
acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que
resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.
El racionalismo ha aparecido de distintas formas desde las primeras etapas de la filosofía occidental,
pero se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII
René Descartes, quien creía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la
filosofía. Mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir ciertas verdades universales,
evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias.
Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de
racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el holandés Baruch Spinoza y el
pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos,
como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.
El racionalismo epistemológico ha sido aplicado a otros campos de la investigación filosófica. El
racionalismo en ética es la afirmación de que ciertas ideas morales primarias son innatas en la especie
humana y que tales principios morales son evidentes en sí a la facultad racional. El racionalismo en la
filosofía de la religión afirma que los principios fundamentales de la religión son innatos o evidentes en sí
y que la revelación no es necesaria, como en el deísmo. Desde finales del año 1800, el racionalismo ha
jugado sobre todo un papel antirreligioso en la teología.
2
Empirismo proviene del término griego empinar (textualmente, experiencia), la translación latina es
experientia, de la que se deriva la palabra experiencia. También se deriva del término griego y romano de
empírico, refiriéndose a médicos que consiguen sus habilidades de la experiencia práctica, oponiéndose a
la instrucción en la teoría.
En filosofía, el empirismo es una teoría del conocimiento que enfatiza el papel de la experiencia,
especialmente la percepción sensorial, en la formación de ideas. Con empirismo señalamos la importancia
del conocimiento que se basa en la experiencia para validarse como tal, que significa que la experiencia
es la base de todos los conocimientos. Parte del mundo sensible para formar los conceptos: lo que uno ha
experimentado, lo ha experimentado (Whitehead).
En la filosofía de la ciencia, el empirismo es una teoría del conocimiento, que enfatiza los
aspectos del conocimiento científico que están cercanamente relacionados con la experiencia o, en el caso
científico, mediante la experimentación. Es requerimiento fundamental del método científico que todas
las hipótesis y teorías deben ser probadas mediante la observación del mundo natural, restándole
importancia al raciocinio a priori, la intuición o la revelación.
sociedad. En la música estaba acompañado por el movimiento barroco y en las
artes por el movimiento neoclásico. Esta corriente abogaba por la razón como
la forma de establecer un sistema autoritario ético. Entre 1751 y 1765 se
publica en Francia la primera Enciclopedia, de Denis Diderot y Jean Le Rond
D'Alembert, que pretendía recoger el pensamiento ilustrado. Querían educar a
la sociedad, porque una sociedad culta que piensa por sí misma era la mejor
manera de asegurar el fin del Antiguo Régimen 3 (el absolutismo y las
dictaduras se basan en la ignorancia del pueblo para dominarlo). En su
redacción colaboraron otros pensadores ilustrados como Montesquieu,
Rousseau y Voltaire.

Los líderes intelectuales de este movimiento se consideraban a sí mismos


como la elite de la sociedad, cuyo principal propósito era liderar al mundo hacia
el progreso, sacándolo del largo período de tradiciones, superstición,
irracionalidad y tiranía (período que ellos creían iniciado durante la llamada
Edad Oscura4). Este movimiento trajo consigo el marco intelectual en el que se
producirían las revoluciones, la Guerra de la Independencia de los Estados
Unidos y la Revolución Francesa, así como el auge del capitalismo y el
nacimiento del socialismo.

Otro destacado movimiento filosófico-religioso del siglo XVIII, íntimamente


relacionado con la Ilustración, se caracterizaba por centrar su interés en la fe y
la piedad. Sus partidarios trataban de usar el racionalismo como vía para
demostrar la existencia de un ser supremo. En este período la fe y la piedad
eran parte integral en la exploración de la filosofía natural y la ética, además de
las teorías políticas del momento. Sin embargo, prominentes filósofos ilustrados
como Voltaire y Jean-Jacques Rousseau cuestionaron y criticaron la misma
existencia de instituciones como la Iglesia y el Estado.

En el siglo XVIII ya habían cedido la intensidad religiosa que acompañó a


La Reforma y las pasiones surgidas a lo largo de las luchas entre
protestantismo y catolicismo. La fijación política de esas formaciones religiosas
ya se había cristalizado al llegar ese siglo. La paz política y religiosa se había
conseguido, al menos temporalmente. En todo caso, los intelectuales no fueron
líderes religiosos aunque se hayan preocupado por esos fenómenos,
normalmente se situaron del lado de las fuerzas de sus respectivos órdenes
sociales, que veían con agrado la terminación de las guerras de religión. Los
intelectuales de la Ilustración no ignoraron a la religión tradicional sino que la
3
Antiguo Régimen (en francés, Ancien régime) fue el término que los revolucionarios franceses
utilizaban para designar peyorativamente al sistema de gobierno anterior a la Revolución Francesa de
1789 (la monarquía absoluta de Luis XVI), y que se aplicó también al resto de las monarquías europeas
cuyo régimen era similar a aquél. El término opuesto a este fue el de Nuevo Régimen (en España,
Régimen Liberal).
También puede aplicarse como equivalente a una época que, prácticamente, coincidiría con lo que se
conoce como Edad Moderna.
4
Edad Oscura se denomina al periodo que transcurre desde el colapso del mundo micénico (entre 1.200 –
1.100 a. C.) y la época arcaica griega (siglo VIII a. C.), caracterizado por la escasez de fuentes que hacen
muy difícil la reconstrucción de las realidades históricas del mencionado periodo.
El nombre de Edad Oscura refleja además la decadencia, en términos de riqueza y cultura material,
frente a los periodos precedente y posterior.
vieron como su más digno adversario, al punto que sus seguidores, con pocas
excepciones, no estuvieron dispuestos a prescindir de ella. Más bien, uno de
los aspectos del pensamiento ilustrado es la oposición a la religión tradicional y
el deseo de llegar a una manifestación nueva y más adecuada, movimiento
conocido como “deísmo”.

El deísmo es una filosofía religiosa que deriva el conocimiento de la


existencia y naturaleza de Dios de la razón y la experiencia personal, en
lugar de hacerlo a través de la revelación directa, la fe o la tradición. Así,
deísmo es la creencia de que Dios existe y creó el universo físico, pero no
interfiere con él.

Los deístas típicamente tienden a rechazar los eventos sobrenaturales


(milagros, profecías, etc.) y afirmar que Dios no interfiere en la vida de los
humanos y las leyes del universo. Por ello, a menudo utilizan la analogía de
Dios como un relojero. Lo que para las religiones organizadas son revelaciones
divinas y libros sagrados, la mayoría de los deístas entiende como
interpretaciones inventadas por otros seres humanos más que como fuentes
autorizadas. Los deístas creen que el mayor don divino a la humanidad no es la
religión sino la habilidad de razonar.

El deísmo cobró notoriedad en los siglos XVII y XVIII durante la


Ilustración, especialmente en el Reino Unido, Francia y los Estados Unidos,
mayormente entre aquellos educados como cristianos que hallaron que no
podían creer ni en la Trinidad Divina, ni la divinidad de Jesús, ni en los
milagros, ni en la infalibilidad de la Biblia, pero creían en un solo Dios.
Inicialmente, no formaron ninguna congregación, pero con el tiempo el deísmo
llevó al desarrollo de otros grupos religiosos, tales como el Unitarismo que se
convirtió más tarde en el Unitarismo Universalista. Continúa hasta la actualidad
en la forma de deísmo clásico y deísmo moderno.

El deísmo cuenta entre sus adeptos con pensadores de la talla de


Voltaire, Hume, el conde de Shaftesbury, Benjamín Franklin, Thomas Jefferson
y muchos intelectuales de Francia, Inglaterra y América del Norte. Aunque no
lograron consolidar una unidad plena de criterio, estuvieron de acuerdo en
varios puntos fundamentales: 1) establecer la religión sobre la base de la razón
y no sobre la imposición de la autoridad; 2) rechazar la tradición, excepto en lo
que tenga de “razonable”; 3) reducir la importancia de la “revelación” y los
“milagros” en la religión; 4) criticar vivamente a los dogmas religiosos de difícil
justificación racional (como la Trinidad); 5) sostener la existencia de un
conjunto de nociones religiosas universales implantadas en el espíritu de todos
los hombres; 6) asumir que Dios no interviene continuamente en los procesos
naturales, sino que permite que las leyes naturales actúen una vez que las ha
puesto en movimiento.

Esta religión, que evitaba cuidadosamente el exceso emocional,


concordaba muy bien con el estilo de vida de ciertos intelectuales de salón,
comedidos y delicados. Además, semejante religión no podía dejar de atraer a
los administradores políticos responsables, que habían experimentado las
rebeliones de los sectarismos religiosos. Una religión que llama a todos los
pueblos y aboga por la búsqueda serena de un terreno común en la
experiencia religiosa de todos los hombres, no podía carecer por completo de
atractivo para los “déspotas ilustrados”, interesados en la paz dentro de sus
fronteras nacionales.

El deísmo estaba íntimamente ligado al ambiente social. Además, tuvo por


sí mismo consecuencias de considerable importancia, representó la
penetración del racionalismo en los pliegues más profundos del pensamiento
religioso. A través de tal penetración quedó ampliamente asegurada la
“naturalización” de ese importantísimo campo de la experiencia humana.
Y si acaso la más sagrada de todas las esferas -la vida espiritual del
hombre- quedaba sujeta a leyes naturales, no había razón para que no
pueda ser objeto del estudio científico. El deísmo constituyó una imagen
de la extensión decisiva de las formas naturalistas del pensamiento hacia
los más lejanos campos de la esfera social.

El hecho de que se estaba dando un paso decisivo hacia la naturalización


de la vida social, preparándola para el estudio científico, se puso de manifiesto
no sólo en el deísmo sino también en muchas zonas que por entonces
formaban un solo bloque bajo el nombre de “filosofía social”, zonas que
formaron núcleos de nuevas ciencias sociales.

El siglo XVIII vio también el continuo auge de las ideas empíricas en la


filosofía, ideas que eran aplicadas a la política económica, al gobierno y a
ciencias como la física, la química y la biología.

En la historia nada es casual, un hecho es la consecuencia inevitable de


otros que lo precedieron. La Revolución Francesa, si bien tuvo otras causas, no
hubiera sido posible sin la presencia del Iluminismo que poniendo luz sobre
el oscurantismo de la Edad Media, época en que se impedía pensar
libremente, se alejó de los dogmas religiosos para explicar el mundo y
sus acontecimientos a la luz de la razón. El iluminismo tampoco hubiera
existido de no haberlo precedido un debilitamiento del poder de la Iglesia a
causa de la reforma protestante, que dividió al mundo cristiano; y del
humanismo, movimiento filosófico que centró en el hombre el objeto de las
preocupaciones terrenales, quitando a la religión ese privilegio, desechando el
teocentrismo.

El despotismo ilustrado

El absolutismo ilustrado (también conocido como despotismo ilustrado)


es un concepto político que se enmarca dentro de las monarquías absolutas y
que pertenece a los sistemas de gobierno del Antiguo Régimen europeo, pero
incluye las ideas filosóficas de la Ilustración, según las cuales las decisiones
del hombre son guiadas por la razón. Los monarcas de esta doctrina
contribuyeron al enriquecimiento de la cultura de sus países y adoptaron un
discurso paternalista.
La Ilustración es un pensamiento crítico y reformista. Los reyes absolutos
del siglo XVIII (los llamados “déspotas ilustrados”) toman de la Ilustración lo
que les conviene y apoyándose en ella introducen en sus Estados una serie de
reformas y mejoras importantes: suprimen los restos que aún quedaban de
feudalismo (es el caso de Federico II de Prusia y María Teresa de Austria);
protegen la agricultura con la construcción de canales y con la introducción de
nuevos cultivos; urbanizan y modernizan las ciudades (Carlos III de España fue
el que convirtió a Madrid en ciudad moderna con la apertura de grandes
avenidas, la construcción de monumentos y con alumbrado público).

Introducen reformas judiciales, por ejemplo, suprimiendo la tortura que


hasta entonces se había utilizado por los jueces como método de investigación;
y crean una multitud de centros educativos, como academias y universidades.
Sin embargo, estas reformas se llevan a cabo sin contar con el pueblo; el lema
del despotismo ilustrado es “todo para el pueblo, pero sin el pueblo ”.

Además, rechazan lo más importante de la Ilustración: la libertad


política. Por eso, la burguesía ilustrada, que al principio apoya la reforma
de los reyes, cuando ve que estos no conceden lo más importante, - la
libertad - se vuelve contra el absolutismo y se producen revoluciones.

Orígenes y desarrollo

Forma de gobierno de algunos monarcas europeos que intentaron aplicar


los principios de la ilustración, pero sin renunciar a sus derechos. "Todo para el
pueblo, pero sin el pueblo": daban educación, sanidad, para tener al pueblo
contento. Aunque a lo largo del siglo XVIII el Estado absolutista conoció
cambios en su funcionamiento, éstos no afectaron a la estructura fundamental
del poder absoluto. Con el sistema político instaurado por las monarquías
reformistas se observa que el monarca sigue siendo el centro de poder y no
tiene obligación de justificar sus acciones, las ideas de la Ilustración empiezan
a hacerse ver entre las técnicas políticas. El absolutismo ilustrado seguía un
principio básico, aumentando el bienestar del pueblo y dándole una
educación básica, pero no excesiva, conseguía que el nivel cultural del
pueblo aumente, que crezcan las posibilidades económicas de los más
desfavorecidos y se logre un mayor beneficio a largo plazo para el
Estado.

A pesar de que los filósofos ilustrados criticaron la política y la sociedad de


su época, no pretendieron que los cambios se dieran por la vía revolucionaria,
confiaban más bien en un modo pacífico orientado desde arriba para educar a
las masas no ilustradas. Varios monarcas aceptaron las ideas propuestas por
la ilustración y dieron origen al absolutismo ilustrado.

Los problemas del Estado absolutista requerían de la colaboración de


hombres cualificados y con nuevas ideas, dispuestos a reformar e impulsar el
desarrollo político y económico de las naciones. El monarca ilustrado es un
soberano que acepta los principios de la Ilustración y desea ponerlos en
práctica para lograr una mayor eficacia en el Estado, en beneficio de éste y de
los súbditos.

En los Estados donde la monarquía absoluta era débil y la aristocracia


poderosa, como Suecia, Dinamarca o Polonia, la monarquía tenía que
compartir su soberanía con los estamentos privilegiados. Por el contrario, las
nuevas grandes potencias del siglo XVIII con monarquías absolutas poderosas,
como Prusia y Rusia, crearon un ejército potente y una burocracia eficaz a lo
largo del siglo.

Por otra parte, era una manera de dar una nueva imagen de las
monarquías absolutas para que parecieran una forma de gobierno más
transigente con el pueblo, una manera de mejorar la imagen de las Coronas
ante los ojos de los Ilustrados de ideas más renovadoras y revolucionarias.

Algunos de sus representantes son Federico II, “el Grande”, de Prusia;


María Teresa de Austria, Catalina II de Rusia, Carlos III de España y Gustavo
III de Suecia, estos se mostraron tolerantes con las ideas reformistas de la
Ilustración e incluso acogieron en su Corte a algunos de los grandes ilustrados
como es el caso de Voltaire y Diderot, lo que explicará en parte la aparición en
el año 1789 de la Revolución Francesa. El carácter primordial es su espíritu
crítico y escéptico.

El absolutismo ilustrado se inscribe así en la línea del absolutismo del


siglo XVII, esto es, en el refuerzo del Estado dentro de un marco territorial
nacional, en la expansión económica bajo la protección estatal y en el
desarrollo comercial en manos de una burguesía que proporciona
administradores y financieros a la propia monarquía.

En general, los Estados absolutos eran poco eficientes por la difícil


coexistencia entre dos tendencias antagónicas: la autonomía corporativa de los
gremios, las iglesias y los señoríos.

Se puede resumir en una frase: “todo para el pueblo, por el pueblo, pero
sin el pueblo”. De esta frase podemos destacar dos ideas: La búsqueda del
bien de la nación (o, al menos, de lo que los gobernantes entienden que es ese
bien). Se trata de unas reformas que provienen desde el poder, sin contar con
la opinión de los ciudadanos. Este sistema político es el que hará crisis en los
últimos años del siglo provocando lo que se conoce como Revolución
Francesa.

Consecuencias

Este sistema, visto como una etapa madura del absolutismo monárquico,
decayó en los últimos años del siglo XVIII. Las ideas de la Ilustración,
adoptadas por estos monarcas, fueron también la mecha que prendió en los
sentimientos de las clases desfavorecidas -en especial la burguesía, que
cobraba mayor relevancia- para combatir a un sistema absolutista voraz y
generador de desigualdad social, y encaminarse hacia un gobierno
constitucional.

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