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TUTELA

REPORTE DE CONSULTA

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN CIVIL Y AGRARIA


ID : 672517
M. PONENTE : LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA
NÚMERO DE PROCESO : T 1100102030002019-02277-00
NÚMERO DE PROVIDENCIA : STC9996-2019
CLASE DE ACTUACIÓN : ACCIÓN DE TUTELA - PRIMERA
INSTANCIA
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 29/07/2019
DECISIÓN : CONCEDE TUTELA
ACCIONADO : SALA CIVIL FAMILIA DEL TRIBUNAL
SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL
DE ANTIOQUIA, CONCRETAMENTE LA
MAGISTRADA CLAUDIA BERMÚDEZ
CARVAJAL
ACCIONANTE : LILIA ESCOBAR GUZMÁN
FUENTE FORMAL : Código General del Proceso art. 121

ASUNTO:
¿La decisión del Tribunal Superior que niega la nulidad por pérdida
automática de la competencia del auto que confirma la providencia que
decreta el remate del bien objeto de división, vulnera los derechos
fundamentales de la accionante?

TEMA: ACCIÓN DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIA JUDICIAL


DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Proceso divisorio: vulneración del
derecho al negar la nulidad por pérdida automática de la competencia por
vencimiento del término para dictar sentencia, y pronunciarse sobre el
recurso de apelación contra el auto que decreta la venta en pública
subasta del bien objeto de división

DERECHO PROCESAL - Duración del proceso - Consecuencias de la


inobservancia del término: nulidad de pleno derecho

DERECHO PROCESAL - Duración del proceso - Límite temporal para


proferir sentencia - Consecuencias de la inobservancia de término: la
inobservancia del término para dictar sentencia genera nulidad de pleno
derecho, lo cual descarta su análisis bajo el principio de convalidación o
saneamiento

Tesis:
«La promotora aspira se conmine al tribunal objetado a proclamar la
“nulidad de pleno derecho” del auto mediante el cual, se resolvió la
apelación enarbolada contra la providencia que decretó la venta forzada
del bien raíz objeto del litigio auscultado.

Al rompe se advierte la procedencia de la protección solicitada pues, tal


como lo manifestó la querellante, se configuró la causal de nulidad
absoluta de la precitada disposición al trasegar un tiempo superior a los 6
meses, contenidos en la citada normativa para el ad quem, sin que se
profiera la determinación atacada e incluso la anualidad estatuida para
zanjar definitivamente el litigio.

El vencimiento de los plazos contemplados en el comentado artículo 121


para el proferimiento de la providencia definitoria, ya en primera instancia,
ora en segunda, acarrea que el funcionario respectivo pierda
“automáticamente la competencia para conocer del proceso”, por lo que
debe “(…) remitir el expediente al juez o magistrado que le sigue en turno,
quien asumirá competencia y proferirá la providencia dentro del término
máximo de seis (6) meses” (inciso 2º).

En armonía con ese canon, el inciso 6º de tal precepto, dispone que “[s]erá
nula de pleno derecho la actuación posterior que realice el juez que haya
perdido competencia para emitir la respectiva providencia”.

Se trata, pues, de reglas particulares que, por su especialidad, se


sobreponen o prevalecen a las generales de las nulidades procesales,
especialmente, a las de los preceptos 136 y 138 ibídem.

Así, correcto es entender que la circunstancia de no dictarse el respectivo


proveído en la oportunidad fijada por el legislador, trae consigo la
inmediata pérdida de la competencia del juez, quien, por ende, no puede, a
partir de la extinción del plazo para ello, adelantar ninguna actividad
procesal, al punto que si la realiza, ésta es nula, de pleno derecho.

Significa lo anterior, que las actuaciones extemporáneas del funcionario


son nulas por sí mismas y no porque se decreten. La nulidad deriva del
mandato del legislador y no de su reconocimiento judicial. Por ello, no hay
lugar al saneamiento del vicio, ni a la convalidación de los actos afectados
con él. La invalidación se impone y, consiguientemente, siempre debe ser
declarada, incluso en los casos en que ninguna de las partes la reclame».

DERECHO PROCESAL - Duración del proceso: los términos previstos en el


CGP no constituyen una formalidad

DERECHO PROCESAL - Términos procesales: los términos previstos en el


CGP buscan la justicia material para los administrados y justiciables en el
Estado Constitucional de Derecho

DERECHO PROCESAL - Términos procesales: el juzgador del Estado


contemporáneo es adalid de la confianza legítima, la seguridad jurídica, la
inclusión y el reconocimiento de derechos

Tesis:
«Los términos previstos en el C. G. del P. no constituyen una formalidad.
Se trata de una búsqueda de la justicia material para los administrados y
justiciables en el Estado Constitucional de Derecho, de modo que los
juicios no se deben someter a plazos interminables, de nunca acabar. El
remedio no puede ser peor que la enfermedad. Sólo hay justicia si las
controversias se resuelven rápida y cumplidamente, en lapsos razonables,
de manera que la ciudadanía, crea en sus jueces y en el Estado, porque
sus litigios se decidirán prontamente y sin dilaciones. El juez del Estado
contemporáneo comprende las necesidades de la ciudadanía y acata
responsablemente sus deberes cuando dispensa justicia a tiempo y en
forma transparente. El verdadero juzgador es adalid de la confianza
legítima, de la seguridad jurídica y de la inclusión y reconocimiento de
derechos. Esta tarea la verifica al sentenciar con celeridad, comprometido
con políticas públicas de solución ágil de las controversias a su cargo».

DERECHO PROCESAL - Duración del proceso: cuando la mora en la


resolución de la apelación de una providencia esencial para continuar el
proceso, excede el término para dictar sentencia, genera la pérdida
automática de la competencia de los jueces de segunda y primera
instancia
DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Proceso divisorio: deber del juez de
segunda instancia de decretar de oficio la pérdida automática de la
competencia

Tesis:
«(...) aun cuando la providencia que debía ser dictada por la magistratura
atacada era un auto y no un fallo, la tardanza en el proferimiento de tal
determinación desbordó ampliamente los plazos fijados por la anunciada
cláusula 121 del C.G.P., lo cual conllevó no sólo a perder su competencia,
sino al vencimiento del lapso con el cual contaba el a quo para agotar la
primera instancia.

En efecto, el canon 121 del C.G.P. regla:

“(…) Salvo interrupción o suspensión del proceso por causa legal, no podrá
transcurrir un lapso superior a un (1) año para dictar sentencia de
primera o única instancia, contado a partir de la notificación del auto
admisorio de la demanda o mandamiento ejecutivo a la parte demandada o
ejecutada. Del mismo modo, el plazo para resolver la segunda instancia,
no podrá ser superior a seis (6) meses, contados a partir de la recepción
del expediente en la secretaría del juzgado o tribunal (…)”.

Ello permite concluir, que si el tribunal demoró cerca de un año para


desatar la alzada contra el auto disponente de la venta en pública subasta
del bien objeto de la litis, ello inexorablemente conllevó a la expiración del
preanotado término para desatar de fondo al juicio divisorio auscultado.

Los usuarios del sistema judicial no están obligados a soportar la


negligencia del propio Estado en la dispensa de justicia frente a la
reclamación de protección de derechos subjetivos. No es justo esperar años
para obtener la solución de un caso porque sus efectos serán totalmente
estériles e inanes cuando se profiera la providencia que lo defina. La
incertidumbre temporal ofende el derecho fundamental a un proceso sin
dilaciones indebidas, puesto que, justicia tardía es denegación de justicia
al frustrar el interés que persigue.

Entonces, es correcto entender que la mora en la resolución de la


apelación de un proveído esencial para la continuación del decurso
procesal, trajo consigo no sólo la inmediata pérdida de la competencia de
la magistrada sustanciadora, sino también la del sentenciador de primer
grado quien, por ende, se vio imposibilitado en atender el plazo de 1 año
para fallar el antelado conflicto; en consecuencia, a partir de la extinción
del plazo para ello no podía adelantarse ninguna actividad procesal, al
punto que si la realiza, ésta es nula, de pleno derecho.
A la luz de lo discurrido, se evidencia la irregularidad denunciada, por
cuanto, la colegiatura confutado debió aplicar, aún de oficio, el artículo
121 del Código General del Proceso, pues para la época de formulación de
este resguardo el juzgador del circuito no ha zanjado de fondo el
comentado litigio, se insiste, por la tardanza del ad quem en resolver la
alzada de la providencia que decretó el remate del inmueble a dividir, sin el
cual resultaba imposible proseguir el trámite de rigor.

En consecuencia, se ordenará a la magistrada sustanciadora a


pronunciarse sobre la configuración de la nulidad de pleno derecho
disciplinada por el artículo 121 del C.G.P., disponiendo, si es del caso,
retornar el dossier al Juzgado Promiscuo del Circuito de Urrao para que
éste, a su vez, proceda a la remisión del expediente al despacho en turno
correspondiente».

ÓRDENES IMPARTIDAS EN LA SENTENCIA - La Sala requiere a la


magistrada sustanciadora, para que en adelante observe los términos
procesales de los asuntos puestos a su consideración, máxime cuando se
trata de asuntos de baja complejidad

Tesis:
«(...) se requerirá a la funcionaria sustanciadora, Dra. Claudia Bermúdez
Carvajal, para que, en lo sucesivo, atienda los términos procesales en los
conflictos sometidos a su conocimiento, máxime cuando se trata de
aspectos de baja complejidad como el que suscita este pronunciamiento,
en el cual sólo debía dilucidar si procedía o no la venta en pública subasta
del bien objeto de la división incoada, resultando inconcebible que haya
tardado cerca de un año en resolver tal asunto».

DERECHO INTERNACIONAL - Convención Americana sobre Derechos


Humanos: protección constitucional en ejercicio del control de
convencionalidad

DERECHO INTERNACIONAL - Convención Americana sobre Derechos


Humanos - Control de convencionalidad: obligatoriedad

Tesis:
«Deviene fértil abrir paso a la protección incoada por virtud del control
legal y constitucional que atañe en esta sede al juez, compatible con el
necesario ejercicio de control convencional, siguiendo el Pacto de San José
de Costa Rica de 22 de noviembre de 1969 (art. 8º de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos), a fin de garantizar el debido
proceso.

El convenio citado es aplicable por virtud del canon 9 de la Constitución


Nacional, cuando dice:
“(…) Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la soberanía
nacional, en el respeto a la autodeterminación de los pueblos y en el
reconocimiento de los principios del derecho internacional aceptados por
Colombia (…)”.

Complementariamente, el artículo 93 ejúsdem, contempla:

“(…) Los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso,


que reconocen los derechos humanos y que prohíben su limitación en los
estados de excepción, prevalecen en el orden interno”.

“Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de


conformidad con los tratados internacionales sobre derechos humanos
ratificados por Colombia (…)”.

El mandato 27 de la Convención de Viena, sobre el Derecho de los


Tratados de 1969 , debidamente adoptada por Colombia, según el cual:
“(…) Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno
como justificación del incumplimiento de un tratado (…)” , impone su
observancia en forma irrestricta cuando un Estado parte lo ha suscrito o
se ha adherido al mismo.

7.1. Aunque podría argumentarse la viabilidad del control de


convencionalidad sólo en decursos donde se halla el quebranto de
garantías sustanciales o cuando la normatividad interna es contraria a la
internacional sobre los derechos humanos, se estima trascendente
efectuar dicho seguimiento en todos los asuntos donde se debata la
conculcación de prerrogativas iusfundamentales, así su protección resulte
procedente o no.

Lo aducido porque la enunciada herramienta le permite a los Estados


materializar el deber de garantizar los derechos humanos en el ámbito
doméstico, a través de la verificación de la conformidad de las normas y
prácticas nacionales, con la Convención Americana de Derechos Humanos
y su jurisprudencia, ejercicio que según la Corte Interamericana se surte
no sólo a petición de parte sino ex officio.

No sobra advertir que el régimen convencional en el derecho local de los


países que la han suscrito y aprobado, no constituye un sistema opcional
o de libre aplicación en los ordenamientos patrios; sino que en estos casos
cobra vigencia plena y obligatoriedad con carácter impositivo para todos
los servidores estatales, debiendo realizar no solamente un control legal y
constitucional, sino también el convencional; con mayor razón cuando
forma parte del bloque de constitucionalidad sin quedar al arbitrio de las
autoridades su gobierno».
DERECHO INTERNACIONAL - Convención Americana sobre Derechos
Humanos - Control de convencionalidad: finalidad

DERECHO INTERNACIONAL - Convención Americana sobre Derechos


Humanos: obligación de los Estados partes de impartir una formación
permanente de DDHH y DIH en todos los niveles jerárquicos de las fuerzas
armadas, jueces y fiscales

Tesis:
«El aludido control en estos asuntos procura, además, contribuir judicial y
pedagógicamente, tal cual se le ha ordenado a los Estados denunciados
-incluido Colombia- , a impartir una formación permanente de Derechos
Humanos y DIH en todos los niveles jerárquicos de las Fuerzas Armadas,
jueces y fiscales ; así como realizar cursos de capacitación a funcionarios
de la rama ejecutiva y judicial y campañas informativas públicas en
materia de protección de derechos y garantías.

Insistir en la aplicación del citado control y esbozar el contenido de la


Convención Interamericana de Derechos Humanos en providencias como
la presente, le permite no sólo a las autoridades conocer e interiorizar las
obligaciones contraídas internacionalmente, en relación con el respeto a
los derechos humanos, sino a la ciudadanía informarse en torno al
máximo grado de salvaguarda de sus garantías.

Además, pretende contribuir en la formación de una comunidad global,


incluyente, respetuosa de los instrumentos internacionales y de la
protección de las prerrogativas fundamentales en el marco del sistema
americano de derechos humanos».

SALVAMENTO DE VOTO
LUIS ALONSO RICO PUERTA

DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales - Nulidad de pleno derecho:


nulidad saneable

DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales - Nulidad de pleno derecho:


alcance

DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales - Nulidad de pleno derecho:


principio de declaración judicial

DERECHO PROCESAL - Jurisdicción y competencia - Factores de


competencia: sólo son improrrogables los factores subjetivo y funcional
DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales: sólo son insaneables las
descritas en el parágrafo del artículo 136 del CGP

DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales - Nulidad por pérdida


automática de la competencia: saneabilidad

DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Principio de prevalencia del derecho


sustancial sobre el formal: alcance (c. j.)

DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales: naturaleza restringida y


residual (c. j.)

Tesis:
«Del carácter saneable de la nulidad invocada.

En reiteración y desarrollo de las consideraciones que, con ponencia del


suscrito, la Sala mayoritariamente hizo suyas (CSJ STC21350-2017, 14
dic.), es preciso reconocer la contundencia del inciso 6º del artículo 121
del Código General del Proceso, cuando señala que “será nula de pleno
derecho la actuación posterior que realice el juez que haya perdido
competencia para emitir la respectiva providencia”.

De esta forma, el legislador dio continuidad a la política procesal


inicialmente vertida en el canon 9º de la Ley 1395 de 2010 -modificatorio
del precepto 124 del Código de Procedimiento Civil-, insistiendo en
establecer un referente preciso para la duración de las instancias, ante
cuya superación acaece la consecuencia anotada: la pérdida automática de
la competencia del juez de conocimiento; aunque en su versión vigente, se
estableció que ese efecto invalidante opera de pleno derecho.

Conviene recalcar, entonces, que al margen del debate que podría


suscitarse en punto de la completa configuración de un auténtico factor
temporal de atribución de la función jurisdiccional, resulta indiscutible la
vigencia de una preceptiva cuyo alcance prescribe la terminación de la
aptitud del funcionario cognoscente por la superación de los términos
respectivos, que, se insiste, en el panorama vigente encuentra como
sanción una particular ineficacia que (aunque desarticulada del régimen
de nulidades de la codificación procesal) resulta expresa y aplicable.

Sin embargo, dada la falta de norma en contrario, la naturaleza del vicio y


la necesidad de vincular el evento invalidante especial con los lineamientos
generales del capítulo de nulidades procesales, en todo caso la
irregularidad derivada de la superación del término de duración de la
instancia sería saneable, o cuando menos, no puede tildarse de arbitrario
una postura en tal sentido.
Sobre el particular corresponde precisar que, aunque la disposición en cita
refiere que la nulidad que afecta “la actuación posterior que realice el juez
que haya perdido competencia para emitir la respectiva providencia”, opera
de “pleno derecho”, esa última expresión (en este contexto y acorde con el
significado jurídico de los vocablos) tan sólo supondría, en principio, que
los efectos de la nulidad se producen automáticamente, sin necesidad de
reconocimiento o decreto judicial, esto es, por el simple ministerio de la
Ley (ope legis), pero no necesariamente la calidad de insaneable del vicio
procesal.

En este orden, la previsión daría cuenta, a lo sumo, de una discutible ,


diferenciada y excepcional regla en punto de la necesidad del decreto
judicial de la nulidad procesal (principio de declaración judicial), la cual no
constituye -por sí sola- incompatibilidad alguna con los demás principios
que informan la materia en el ámbito procesal civil, a saber: taxatividad,
trascendencia, protección, legitimación y convalidación. Por lo anterior,
nada obsta para que, en la hipótesis de transgresión de los términos de
duración de la instancia, deban estudiarse los condicionamientos de
alegación del vicio, y muy especialmente, los eventos de saneamiento
contemplados actualmente en el canon 136 ejusdem.

Al respecto, es determinante señalar que los únicos criterios de


competencia que resultan improrrogables son el subjetivo y funcional , los
cuales no se corresponden con el supuesto de pérdida de la competencia
por vencimiento de los términos de resolución de la instancia, pues tal
hipótesis no supone reproche por ausencia de la aptitud legal que debe
establecerse desde dichos factores privilegiados, sino al contrario, una
secuela encaminada a finiquitar la atribución que venía regularmente
dada, como mecanismo de coerción y sanción para que el funcionario
cumpla oportunamente con su deber de decisión.

De igual manera, las causales de anulabilidad insubsanables -sin


desconocer el especial tratamiento de la falta de competencia funcional y
subjetiva- son solamente las detalladas en el parágrafo del artículo 136, es
decir: “Las nulidades por proceder contra providencia ejecutoriada del
superior, revivir un proceso legalmente concluido o pretermitir
íntegramente la respectiva instancia”, que no se avienen al evento de
pérdida de competencia por vencimiento del término de duración de la
instancia.

Por tal razón, se insiste, tienen plena aplicación los condicionamientos de


alegación del vicio, es decir, legitimación, no haber dado lugar al vicio,
oportuna alegación y no convalidación expresa o tácita, que consagra el
artículo 135 del Código General del Proceso, así como (muy especialmente)
los eventos de saneamiento contemplados actualmente en el canon 136
ejusdem.
De esta forma, la deficiencia podrá ser saneada y por lo mismo,
conservada la validez de la actuación, dada la inoportuna alegación o
convalidación, y puntualmente, “cuando a pesar del vicio el acto procesal
cumplió su finalidad y no se violó el derecho de defensa”, máxima que se
ignora cuando se anula un fallo ya dictado, pretextando la necesidad de
que el proceso (ya concluido) se defina en un plazo razonable.

Conviene destacar que, en esta clase de hipótesis, no puede desatenderse


la herramienta hermenéutica de prevalencia del derecho sustancial
consagrado en el artículo 228 de la Constitución Política, replicado en el
canon 11 del Código General del Proceso, conforme al cual “el objeto de los
procedimientos es la efectividad de los derechos reconocidos por la ley
sustancial”.

En relación con lo anterior, esta Corporación ha ilustrado:

“(…) el derecho procesal es medio y no fin, [y] (…) la finalidad de los


procedimientos es la efectividad de los derechos sustanciales (…). Al
interpretar la ley procesal, el juez deberá tener en cuenta que el objeto y el
fin de los procedimientos es la efectividad de los derechos reconocidos por
la ley sustancial (…).

La relación de medio a fin es ostensible, lo que hace ver que la rigurosidad


con la que actuaron los jueces de instancia, desconocie principios
generales del derecho procesal, los cuales deben estar para cumplir la
garantía constitucional del debido proceso, a cuyo respecto se ha referido
esta Sala en pretéritas oportunidades como cuando dijo: “No en vano el
legislador ha previsto que las dudas que surjan de la interpretación de las
normas del presente Código, deberán aclararse mediante la aplicación de
los principios generales del derecho procesal, de manera que se cumpla la
garantía constitucional del debido proceso, se respete el derecho de
defensa y se mantenga la igualdad de las partes”“ (CSJ SC, 27 abr. 2006,
rad. 2006-00480-01; reiterada recientemente en STC8971-2017, 22 jun.).

En la misma línea, la Corte Constitucional ha condensado su precedente


sobre la materia en los siguientes términos:

“[E]l principio de prevalencia del derecho sustancial sobre las formas


refiere a que (i) la norma adjetiva debe buscar la garantía del derecho
sustancial y, por ende, no se puede convertir en una barrera de efectividad
de éste; (ii) la regulación procesal debe propender por la realización de los
derechos sustanciales al suministrar una vía para la solución de
controversias sobre los mismos; y, (iii) el derecho adjetivo al cumplir una
función instrumental que no es un fin en sí mismo, debe ceñirse y estar al
servicio del derecho sustancial el cual se debe privilegiar para proteger las
garantías fundamentales.” (C-193/16).

Así las cosas, no pareciera viable calificar de arbitraria, caprichosa y


desprovista de fundamento jurídico, una postura que, en supuestos como
los relacionados con el desbordamiento del término establecido en el
artículo 121 del Código General del Proceso, reclame por la permanencia
de los efectos de una actuación consumada, máxime cuando las causas de
la extensión en los términos puedan obedecer a una tolerancia de las
partes (tácita o explícita) o aún más, al cumplimiento de otro deber de
similar o mayor valía, como obtener la debida práctica de una prueba para
la definición de la litis, entre otros supuestos.

En estos eventos, no es -prima facie- razonable retrotraer las actuaciones


perfeccionadas con posterioridad al término de duración de la instancia,
en especial su decisión definitiva, menos aún sin que medie alegación
oportuna del vicio saneable, so pretexto de aplicar una pauta que,
justamente, busca la obtención de la decisión de mérito, pues los fines
prácticos de la administración judicial ya estarían satisfechos.

Así, sin duda, cumplido un acto sin violación del derecho de defensa, es
más grande el favor que se le presta a los derechos de los justiciables,
avalando actuaciones que, aunque retardadas, definan la contienda, antes
que superponer una invalidación que justamente busca la obtención del
fallo de fondo en el grado de conocimiento respectivo.

Por todo lo anterior, la hipótesis de invalidación no puede ser analizada al


margen de la doctrina que aboga por la conservación de los actos
procesales y reclama por la sanción cuando las partes la aleguen en su
debida oportunidad, o se advierta un supuesto de insalvable transgresión
del derecho fundamental al debido proceso.

Esta Corte ha tenido la oportunidad de recabar en la relevancia de los


mentados axiomas al momento de decidir en materia de nulidades
procesales y considerar su naturaleza restringida, residual y
necesariamente fundada, estructurando un discernimiento orientador
conforme al cual “la regla (...) es la eficacia y prevalencia del
procedimiento; la excepción, en cambio, la posibilidad de su invalidación”.
En sustento de lo anterior se ilustró:

“Nada es más nocivo que declarar una nulidad procesal, cuando no existe
la inequívoca certidumbre de la presencia real de un vicio que, por sus
connotaciones, impide definitiva e irremediablemente que la litis siga su
curso, con las secuelas negativas que ello acarrea. Actitudes como ésta,
taladran el oficio judicial y comprometen la eticidad del director del
proceso, a la par que oscurecen su laborío, en el que siempre debe imperar
la búsqueda señera de la justicia, en concreto, la efectividad de los
derechos, la cual no puede quedar en letra muerta, por un exacerbado
‘formalismo’, ‘literalismo’ o ‘procesalismo’, refractarios a los tiempos que
corren, signados por el respeto de los derechos ciudadanos, entre ellos, el
aquilatado ‘debido proceso’. Anular por anular, o hacerlo sin un acerado y
potísimo fundamento, es pues una deleznable práctica que, de plano,
vulnera los postulados del moderno derecho procesal, por lo que requiere
actuar siempre con mesura y extrema prudencia el juzgador, como quiera
que su rol, por excelencia, es el de administrar justicia, con todo lo loable y
noble que ello implica, y no convertirse en una especie de enterrador de las
causas sometidas a su enjuiciamiento” (CSJ SC, 5 jul. 2007, rad. 1989-
09134-01)».

DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Proceso divisorio: razonabilidad de la


decisión que niega la nulidad por pérdida automática de la competencia al
encontrarse saneada

DERECHO AL DEBIDO PROCESO - La emisión de sentencias sin violación


del derecho a la defensa satisface los fines de la administración de justicia

DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales - Nulidad por pérdida


automática de la competencia: reseña jurisprudencial sobre el carácter
saneable de la nulidad

DERECHO PROCESAL - Jurisdicción y competencia - Factores de


competencia: inexistencia de vinculación del factor temporal consagrado
en el artículo 121 del GGP con la improrrogabilidad del factor funcional (c.
j.)

DERECHO PROCESAL - Jurisdicción y competencia - Factores de


competencia: los vicios de competencia que no se enmarcan dentro del
factor funcional son superables

DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales - Nulidad por pérdida


automática de la competencia: presupuestos (c. j.)

DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Proceso declarativo: el ejercicio del


principio de autonomía e independencia judicial no vulnera el debido
proceso

Tesis:
«La competencia del Juez Constitucional.

Los criterios jurisprudenciales de esta Corporación han decantado que, en


línea de principio, la tutela no procede contra las decisiones o actuaciones
jurisdiccionales. Para mantener incólumes los principios que contemplan
los artículos 228 y 230 de la Carta Magna, al juez constitucional no le es
permitido, al menos por regla, inmiscuirse en el escenario propio de los
trámites ordinarios.

Ahora, dicha regla encuentra su excepción en casos en los cuales el


funcionario accionado ha incurrido en un proceder arbitrario y claramente
opuesto a la ley, o ante la ausencia de otro medio efectivo de protección
judicial, eventos que, luego de un ponderado estudio, tornarían imperiosa
la intervención del juez de tutela con el fin de restablecer el orden jurídico.

2.1. La postura favorable al carácter saneable de la nulidad prevista en el


artículo 121 del Código General del Proceso había sido sentada
mayoritariamente por la Corte en el ámbito constitucional en la ya citada
sentencia STC21350-2017, y también en actuaciones de la Sala como
órgano de cierre de la jurisdicción ordinaria, como puede verse -por citar
un caso- en el proveído CSJ AC3917-2017, 20 jun., conforme al cual:

“[E]s menester evidenciar que, sobre esta materia, existe una sólida línea
jurisprudencial que rechazó el efecto nulitativo querido por el censor, por
lo que, en aplicación del numeral 1° del artículo 347 del Código General
del Proceso, también deberá inadmitirse el embate por este motivo. Así, el
10 de octubre de 2016, esta Corporación indicó:

“Ni el artículo 124 del estatuto procesal con la adición introducida por la
Ley 1395, ni el artículo 200 de la Ley 1450, contemplan la invalidación de
las actuaciones posteriores a la pérdida automática de competencia del
juzgador, de modo que si, en este caso, la sentencia fue proferida después
del vencimiento del plazo de seis meses previsto legalmente, tal situación
no encaja dentro de la causal de nulidad alegada.

Y en todo caso, aun si se considerara que tal circunstancia puede


configurar un motivo de anulación, aunque aún no hubiese entrado en
vigor el inciso 6° del artículo 121 del Código General del Proceso, lo cierto
es que tal causal se convalidó, pues no es de aquellas insubsanables,
porque el único vicio relacionado con la falta de competencia del juez que
por mandato legal reviste tal carácter es el derivado del factor funcional
según lo dispuesto en el inciso final del artículo 144 del Código de
Procedimiento Civil, de ahí que la determinada por ese criterio “temporal”
en función de los plazos establecidos para resolver las instancias del
proceso es susceptible de saneamiento. Y el interesado no alegó la nulidad
en oportunidad, esto es, inmediatamente feneció el término para decidir la
segunda instancia. Por el contrario, actuó profusamente antes de
proponerla (...)”. (AC6886, 10 oct. 2016, rad. n.° 1998-00337-01).

Iguales consideraciones se encuentran en las providencias AC6894, 10 oct.


2016, rad. n.° 2013-00317-01; SC9706, 18 jul. 2016, rad. n.° 2005-
00493-01; SC16426, 27 nov. 2015, rad. n.° 2001-00247-01; y STC595, 30
en. 2014, rad. n.° 2013-00490-01.

Es una tendencia jurisprudencial decantada, que se soporta en la


interpretación literal, sistemática e histórica de la ley 1395 de 2010, así
como los principios de especificidad y las reglas vigentes en materia de
competencia, sin que se adviertan razones para variar su contenido. Los
censores, en esta oportunidad, nada aportaron de nuevo al debate, pues se
limitaron a señalar que, ante la existencia de cinco (5) factores de
atribución de competencia, el único en el que encaja el exceso de tiempo
para fallar es el funcional, aspecto que había sido analizado por la Sala en
las citadas providencias, concluyendo que la pérdida de competencia
consagrada en esta ley tiene una naturaleza diferente.

Así las cosas, ante la ausencia de motivos adicionales y sólidos que lleven
a modificar la hermenéutica actual sobre el alcance del artículo 9 en cita,
se impone su aplicación al caso concreto, excluyéndose la admisión del
ataque”.

Retomando los pronunciamientos previos, más recientemente se ilustró lo


pertinente a la falta de vinculación del aspecto temporal de la competencia
que introdujo la normativa entonces novedosa, respecto del criterio
funcional improrrogable de la aptitud legal:

“(...) El añadido introdujo una nueva forma de asignación de


“competencia”, diferente de los fueros que contemplaban originalmente las
normas adjetivas, ya que no está sujeta a la cuantía, la naturaleza del
asunto, el domicilio de las partes, la ubicación de los bienes en discusión,
el lugar de ocurrencia de los hechos, el sitio de cumplimiento de
obligaciones, ni por factores de conexidad, naturaleza de la función y
economía o unicidad procesal (…). Se refiere esta situación particular al
traslado de un asunto que está adelantando un juez, en vista de la
imposibilidad de cumplir con los plazos para ponerle punto final, a un
fallador homólogo (…). No se trata así de la intromisión grosera de una
autoridad en un campo de acción que le es ajeno. Por el contrario, se parte
del principio que la demora proviene de quien era idóneo para destrabar la
disputa y se traslada a uno de idénticas condiciones, surtiéndose un
cambio de sede únicamente en caso de que “no haya otro juez de la misma
categoría y especialidad”.

(…) Aunque los impugnantes buscan encajar la irregularidad en el


numeral 2º del artículo 140 del Código de Procedimiento Civil que se
refiere a la “falta de competencia”, la verdad es que se fundamenta en el
desconocimiento del artículo 9° de la Ley 1395 de 2010, donde se
introdujo en la legislación colombiana la figura de la “pérdida de
competencia”, que es completamente disímil a la anterior, en vista de que
no se trata de una carencia de facultad para definir el debate, sino una
consecuencia por la demora en hacerlo, a la cual no se le confirieron
efectos de nulidad de lo adelantado por el fallador que continúa a cargo
desatendiendo las directrices impartidas en la norma.

Fuera de eso, al referirse a un tema de “competencia” que no encuadra


dentro de la esfera “funcional”, se trata de un vicio superable en los
términos del numeral 5º del artículo 144 del Código de Procedimiento Civil,
modificado por el artículo 1° numeral 84 del Decreto 2282 de 1989. Como
con posterioridad al 28 de agosto de 2014, cuando se repartió el asunto a
una nueva magistrada sustanciadora para proyectar el fallo de segunda
instancia hasta el 18 de febrero de 2015, en que se pronunció el Tribunal e
incluso con posterioridad, ningún reparo hicieron las partes por el exceso
en los 2 meses de rigor para el efecto, se mostraron conformes, quedando
de esa forma saneada tal situación.

La pasividad de los litigantes en el transcurso de la instancia frente al


vencimiento de un término de ley y sus implicaciones, pero que ninguna
incidencia adversa tuvo en la satisfacción de los fines prácticos del deber
de administrar justicia, ya que se produjo una providencia con la que se
obviaron los tropiezos propios de una nueva distribución, deslegitima
cuestionamientos posteriores que distan de representar un oprobio al
debido proceso que se busca proteger por esta vía” (CSJ SC21712-2017,
18 dic.).

Con similar orientación, la Corte Constitucional sostuvo lo siguiente:

“(...) [M]ediante la acción de tutela contra providencias judiciales solo


puede invalidarse una decisión de un juez ordinario que implique una
interpretación por completo irrazonable de la normativa vigente y que, por
ende, incurra en alguno de los defectos antes mencionados. Es por elloque
en la sede de acción de tutela debe considerarse que el juez ordinario no
incurre en defecto orgánico al aceptar que el término previsto en el artículo
121 del Código General del Proceso, para dictar sentencia de primera o de
segunda instancia, si bien implica un mandato legal que debe ser
atendido, en todo caso un incumplimiento meramente objetivo del mismo
no puede implicar, a priori, la pérdida de la competencia del respectivo
funcionario judicial y, por lo tanto la configuración de la causal de nulidad
de pleno derecho de las providencias dictadas por fuera del término fijado
en dicha norma, no opera de manera automática.

En esa medida, tendrá lugar la convalidación de la actuación judicial


extemporánea en los términos del artículo 121 del Código General del
Proceso (...) cuando lo que se pretenda sea la efectividad de los derechos
reconocidos por la ley sustancial y la obtención de resultados normativos
institucionales, siempre dentro del marco de la garantía del plazo
razonable y el principio de la lealtad procesal.

Por el contrario, la actuación extemporánea del funcionario judicial no


podrá ser convalidada y, por tanto, dará lugar a la pérdida de
competencia, cuando en el caso concreto se verifique la concurrencia de
los siguientes supuestos:

(i) Que la pérdida de competencia se alegue por cualquiera de las partes


antes de que se profiera sentencia de primera o de segunda instancia.
(ii) Que el incumplimiento del plazo fijado no se encuentre justificado por
causa legal de interrupción o suspensión del proceso.
(iii) Que no se haya prorrogado la competencia por parte de la autoridad
judicial a cargo del trámite para resolver la instancia respectiva, de la
manera prevista en el inciso quinto del artículo 121 del CGP.
(iv) Que la conducta de las partes no evidencie un uso desmedido, abusivo
o dilatorio de los medios de defensa judicial durante el trámite de la
instancia correspondiente, que hayan incidido en el término de duración
del proceso.
(v) Que la sentencia de primera o de segunda instancia, según
corresponda, no se haya proferido en un plazo razonable” (T-341/18).

Entonces, la existencia de respaldo jurídico normativo y jurisprudencial en


la postura procesal adoptada por los juzgadores querellados,
imposibilitaba predicar que su actuación configuraba vía de hecho,
resultando aún más inviable que la excepcional sede del amparo
constitucional sea apta para sentar, modular o alterar las posturas
jurídicas que la Constitución y la ley han confiado a los distintos jueces en
el marco de sus competencias ordinarias, tal cual se hizo, para deducir el
amparo concedido.

Con insistencia ha recalcado la Corporación que al Juez constitucional le


asiste el deber de respetar la ponderación que condujo al accionado a
proferir la decisión censurada, toda vez que este mecanismo excepcional
no fue creado para erigirse como una instancia adicional dentro de los
juicios, ni como escenario para debatir la posición que la autoridad
judicial, sin arbitrariedades, en su legítimo entendimiento y autonomía,
asuma frente a determinada situación.

Sobre lo anterior, se ha decantado que:

“Comparta o no, [esta Corporación] el análisis (…) efectuado por los


juzgadores accionados, el mecanismo de amparo constitucional no está
previsto para desquiciar providencias judiciales con apoyo en la diferencia
de opinión de aquéllos a quienes fueron adversas, obrar en contrario
equivaldría al desconocimiento de los principios de autonomía e
independencia que inspiran la función pública de administrar justicia y
conllevaría a erosionar el régimen de jurisdicción y competencias previstas
en el ordenamiento jurídico a través del ejercicio espurio de una facultad
constitucional, al que exhorta el promotor de este amparo” (CSJ STC, 15
feb. 2011, rad. 2010-01404-01; reiterada en STC6001-2017, 3 may.)».

DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Proceso divisorio: validez de la


extensión justificada del término para dictar sentencia cuando ha sido
tolerada por los intervinientes, y ha sido cuestionada después de causada

DERECHO DE ACCESO A LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA -


Definición y alcance (c. j.)

DERECHO DE ACCESO A LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA -


Obligaciones del Estado

Tesis:
«(...) en relación con la alusión a los compromisos internacionales en
materia de la garantía de juzgamiento en un plazo razonable, es menester
señalar que dichos imperativos convencionales no difieren de los que ya
están dados, incluso con mayor claridad y desarrollo en la normativa
interna, resultando discordante que, en procura de su satisfacción, se
defienda -contra legem y sin la ponderación y justificación requerida- la
nulidad insaneable de algunas actuaciones jurisdiccionales sin que medie
norma expresa que prescriba tan severo efecto, tal cual acontece con la
disposición que se ha analizado en este caso.

Nótese que tal invalidación sin miramientos ni excepciones es


precisamente la antítesis de la eficacia del proceso y la resolución de la
litis, a la cual debe acudirse como último remedio para superar graves e
insuperables trasgresiones al debido proceso y no para extender aún más
en el tiempo la materialización del derecho de los asociados a una pronta y
cumplida administración de justicia.

En este panorama, no pareciera procedente tutelar el derecho a una


decisión de fondo en un término razonable, por la vía de postular la
aniquilación de la actuación que ya se verificó sin afrenta al debido
proceso y con anuencia de las partes, en razón de su no alegación
oportuna, quienes, sin perjuicio del interés de toda la comunidad en el
desenvolvimiento de la serie, son los directos afectados con la definición
respectiva.

Por lo anterior y sin perjuicio del cumplimiento que debe procurarse al


término de duración de la instancia, es claro que la justificada extensión
del plazo, tolerada por los intervinientes y cuestionada solo después de
consumada la definición del pleito, impide que éstos, volviendo sobre sus
actos, refuten la aptitud legal del juez que ha decidido dar continuidad al
conocimiento del asunto en orden a la composición de la litis.

Un entendimiento contrario sitúa en vilo la garantía de acceso a la justicia,


en lo concerniente a la eficacia de la tutela jurisdiccional, máxime cuando
la cláusula legal pertinente no brinda seguridad alguna sobre la expedita y
plenaria resolución de la controversia, en tanto no prevé sanción o remedio
para el desbordamiento temporal en que puede incurrir “el juez o
magistrado que le sigue en turno” (es decir, el recipiendario de la
actuación anulada), supuesto para nada distante de la realidad y
evidenciable con notas mayúsculas cuando la causa de la prolongación no
es exclusiva de la gestión de un despacho en concreto, sino común a los
demás de su misma categoría, especialidad y territorialidad.

El compromiso del Estado en materia de las garantías relacionadas no


puede entenderse allanado exclusivamente con medidas como la
condensada en el estudiado artículo 121 del Código General del Proceso, y
menos con la interpretación que hoy defiende mayoritariamente la Sala,
pues sumada a la absoluta y necesaria disposición en el desempeño de las
labores que se espera de un funcionario investido de jurisdicción, se exige
la satisfacción de un mínimo conjunto de condiciones que no son de su
competencia directa, y en gran medida, recaen sobre los poderes
legislativo, ejecutivo y en la administración judicial, a saber:

“El derecho a la administración de justicia ha sido definido por la


jurisprudencia constitucional como la posibilidad reconocida a todas las
personas residentes en Colombia de poder acudir en condiciones de
igualdad ante los jueces y tribunales de justicia, para propugnar por la
integridad del orden jurídico y por la debida protección o el
restablecimiento de sus derechos e intereses legítimos, con estricta
sujeción a los procedimientos previamente establecidos y con plena
observancia de las garantías sustanciales y procedimentales previstas en
las leyes.[36]

Aquella prerrogativa de la que gozan las personas, naturales o jurídicas, de


exigir justicia, impone a las autoridades públicas, como titulares del poder
coercitivo del Estado y garantes de todos los derechos ciudadanos,
distintas obligaciones para que dicho servicio público y derecho sea real y
efectivo.

En general, las obligaciones que los estados tienen respecto de sus


habitantes pueden dividirse en tres categorías, a saber: las obligaciones de
respetar, de proteger y de realizar los derechos humanos. Con base en esta
clasificación, a continuación, se determinará el contenido del derecho
fundamental a la administración de justicia.
En primer lugar, la obligación de respetar el derecho a la administración
de justicia implica el compromiso del Estado de abstenerse de adoptar
medidas que tengan por resultado impedir o dificultar el acceso a la
justicia o su realización. Asimismo, conlleva el deber de inhibirse de tomar
medidas discriminatorias, basadas en criterios tales como el género, la
nacionalidad y la casta.

En segundo lugar, la obligación de proteger requiere que el Estado adopte


medidas para impedir que terceros interfieran u obstaculicen el acceso a la
administración de justicia del titular del derecho.

En tercer lugar, la obligación de realizar implica el deber del Estado de (i)


facilitar las condiciones para el disfrute del derecho y, (ii) hacer efectivo el
goce del derecho.

Facilitar el derecho a la administración de justicia conlleva la adopción de


normas y medidas que garanticen que todas las personas, sin distinción,
tengan la posibilidad de ser parte en un proceso y de utilizar los
instrumentos que la normativa proporciona para formular sus
pretensiones.

En cumplimiento del deber de regular, la Ley 270 de 1996 establece que,


dentro de los principios que informan la administración de justicia, se
encuentran el acceso a la justicia (artículo 2º), la celeridad (artículo 4º), la
eficiencia (artículo 7º) y el respeto de los derechos (artículo 9º), los cuales
se constituyen en mandatos que deben ser observados por quienes
administran justicia en cada caso particular.

También se facilita la administración de justicia cuando se adoptan


normas que garanticen (i) la existencia de procedimientos adecuados,
idóneos y efectivos para la definición de las pretensiones y excepciones
debatidas; (ii) que los procesos se desarrollen en un término razonable, sin
dilaciones injustificadas y con observancia de las garantías propias del
debido proceso; y (iii) que las decisiones que se adopten protejan los
derechos conforme a la Constitución y demás normativa vigente.

Asimismo, el deber de tomar medidas implica la obligación de remover los


obstáculos económicos para acceder a la justicia, crear la infraestructura
necesaria para administrarla y asegurar la asequibilidad de los servicios
del sistema de justicia a aquellos grupos de población en condiciones de
vulnerabilidad.

Por otra parte, hacer efectivo el derecho a la administración de justicia


conlleva garantizar el derecho a la tutela judicial efectiva, que comprende:
(i) la posibilidad de los ciudadanos de acudir y plantear un problema ante
las autoridades judiciales, (ii) que éste sea resuelto y, (iii) que se cumpla de
manera efectiva lo ordenado por el operador jurídico y se restablezcan los
derechos lesionados” (CC, T-443/13).

Acorde con lo anterior, la consagración de una causal insaneable de


nulidad por el vencimiento de los términos de duración de la instancia que
pudiera llegar a concebir el legislador en su amplio ámbito de
configuración, exigiría que la normativa, además de congruente con la
taxatividad de la causal y los fenómenos de prórroga y subsanación, en
satisfacción a los condicionamientos constitucionales y estatutarios, se
acompañara de mecanismos que garanticen el establecimiento -igualmente
forzoso y dotado de consecuencias- de cargas razonables para cada
despacho judicial».

SALVAMENTO DE VOTO
ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Proceso divisorio: razonabilidad de la


decisión que niega la nulidad por pérdida automática de la competencia,
saneada al no haber sido alegada por las partes

DERECHO PROCESAL - Nulidades procesales - Nulidad por pérdida


automática de la competencia: remisión a los argumentos expresados en el
salvamento de voto de la sentencia STC16780-2018

Tesis:
«La Sala concedió el amparo luego de estimar que en el proceso motivo de
la acción constitucional se configuró una nulidad de pleno derecho por
cuanto feneció el término previsto en el artículo 121 del Código General del
Proceso sin que se haya dirimido el litigio.

Sin embargo, contrario al criterio mayoritario, considero que había lugar a


negar la protección reclamada en tanto ninguno de los juzgadores de las
instancias perdió competencia, dado que la nulidad prevista en la
disposición precitada se saneó, pues la fecha del cumplimiento del tiempo
contemplado por el legislador, ninguna de las partes cuestionó las
actuaciones adelantadas con posterioridad a ese término.

Tal como lo he venido sosteniendo en todas las controversias relacionadas


con la nulidad consagrada en el precepto antes referido y debido a que la
Sala fundó su determinación en razonamientos muy similares a los
expuestos en el fallo STC16780-2018 proferido por esta sede el 19 de
diciembre de 2018, cuyas motivaciones acerca de la nulidad consagrada la
disposición ibídem no comparto, como así lo expresé en el salvamento de
voto que me permití hacer en esa oportunidad, me remito a tales
argumentos a fin de no incurrir en repeticiones innecesarias».
DERECHO INTERNACIONAL - Control de convencionalidad: falta de
análisis por parte de la Sala sobre la aplicación generalizada del control en
las acciones de tutela, o específica, cuando exista ausencia de regulación,
déficit de protección normativo nacional o manifiesta disonancia entre
estas y la Convención Americana sobre Derechos Humanos

DERECHO INTERNACIONAL - Convención Americana sobre Derecho


Humanos - Control de convencionalidad: el control de que habla la
sentencia de tutela es una simple opinión del ponente

DERECHO INTERNACIONAL - Convención Americana sobre Derechos


Humanos: el control de convencionalidad contenido en la sentencia no
guarda correspondencia con lo que fue materia de la acción de tutela, ni
tuvo ninguna repercusión práctica en la solución del caso

DERECHO INTERNACIONAL - Convención Americana sobre Derechos


Humanos - Control de convencionalidad: deber de concluir, en caso de
ejercer el control el desconocimiento del artículo 8 de la Convención

Tesis:
«(...) se afirmó que fue realizado un “control de convencionalidad”, a partir
de lo previsto en la Convención Americana sobre Derechos Humanos; sin
embargo, debe atenderse que la sola alusión al ordenamiento foráneo no
tiene per se la aptitud de proteger los derechos esenciales de las personas.

La figura a la que se hace referencia, en mi criterio, no tiene aplicación


general en todas las controversias que involucren derechos fundamentales;
su utilidad estaría restringida a los eventos de ausencia de regulación,
déficit de protección a nivel de las normas nacionales, o una manifiesta
disonancia entre estas y los tratados internacionales que ameriten la
incorporación de los últimos.

Consideraciones que, estimo, debe tener en cuenta la Sala cuando lleve a


cabo un estudio sereno, riguroso y detallado sobre el tema, pues las
aseveraciones que se consignaron al respecto, corresponden a una opinión
personal del H. magistrado ponente; no obstante, el control que
supuestamente efectuó, además de no guardar correspondencia con lo que
fue materia de la acción constitucional, no tuvo ninguna repercusión
práctica en la solución de la petición de amparo.

Si, en gracia de discusión, se admitiera la aplicabilidad del aludido control,


lo que se evidencia es que éste no se realizó, pues de haberse llevado a
cabo, se habría encontrado desconocida para la demandada en el proceso
la garantía que consagra el artículo 8º (numeral 1º) del instrumento
internacional al que se aludió, dado que no se salvaguardó la prerrogativa
del tutelante a ser oído por un “juez o tribunal competente” para la
“determinación de sus derechos” de orden civil».

SALVAMENTO / ACLARACIÓN / ADICIÓN DE VOTO: ACLARACIÓN DE


VOTO: ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO
SALVAMENTO DE VOTO: LUIS ALONSO RICO PUERTA
SALVAMENTO DE VOTO: ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

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