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Laura María Calle Gómez

Diplomado en educación para no licenciados


Universidad Católica Luis Amigó

Del plan de mejoramiento a la ley de arrastre y deseducación

Según las políticas de educación colombianas todas las instituciones educativas


deben estar cobijadas por un sistema de evaluación, el cual tiene como objetivo
hacer un seguimiento constante de la calidad del acto educativo que imparte cada
establecimiento. Para ello, el Ministerio Nacional de Educación ha establecido
unos lineamientos básicos que todos deben seguir, estos están contemplados en
los decretos 230 del 2002 y el 1290 del 2009, donde se hace hincapié en los
procesos de promoción de los estudiantes.
Cada institución debe contemplar la inclusión de un currículo, el cual hace
referencia a todo el conjunto de criterios, planes de estudio, metodologías y
procesos que contribuyen a la formación integral” (Decreto 230 del 2002); así
mismo, dentro del currículo, la institución debe dictar planes de estudio que sirvan
para alcanzar los objetivos y metas propuestas para cada una de las áreas, tanto
obligatorias como complementarias, de tal modo que se garantice a los
estudiantes su derecho a recibir un seguimiento constante que le permita
fortalecer su proceso formativo y superar sus debilidades en el aprendizaje.
(Decreto 1290 del 2009, artículo 12)
Para garantizar las medidas tomadas en ambos decretos, es importante tener en
consideración la autonomía de la que goza cada institución para manejar sus
procesos internos, puesto que la tan conocida “ley de arrastre” contemplada en el
decreto 230 del 2002, sólo permite que un 5% de la población estudiantil repruebe,
promoviendo aquellos casos menos graves. Si se espera ser congruente con los
derechos del estudiante que menciona el decreto 1290 del 2009, podríamos
entender que, un estudiante que pese haber sido asesorado y acompañado no
logra superar sus dificultades, debe ser tomado en cuenta dentro de otros
procesos más rigurosos, sin embargo, si hay muchos otros en su misma situación,
la ley impediría que los mismos derechos que esta cobija sean garantizados, ya
que no tiene ningún sentido promover a un estudiante al grado siguiente cuando
no ha alcanzado los logros y metas propuestas del anterior, significando un
desnivel que, en años posteriores podría agudizarse.
Conclusión
Las lógicas del sistema educativo colombiano deberían ser un llamado de atención
para todos los ciudadanos, puesto que el acto de enseñanza nos concierne a
todos, desde el más pequeño hasta el más grande, todos hemos pasado por un
establecimiento educativo. Estas formas contradictorias de la ley generan
obstáculos para el desarrollo del país, es decir, un niño que cada vez se va
quedando atrás en su proceso formativo, podría significar un joven que tendrá
dificultades para acceder a la formación superior, de no contar con garantías
educativas, muy probablemente tampoco contará con garantías laborales,
contribuyendo así al tan arraigado analfabetismo y alto índice de desempleo o
trabajo informal con el que ya cuenta nuestra querida Colombia.

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