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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Educación

¿Cumple realmente la Ley SEP sus


objetivos centrales?

Integrantes: Yazna Castro


Alejandro Fuentes
Ignacio Fuentes
Claudia Vollmer
Profesora: Cecilia Ramírez
Ayudantes: Sebastián Escobar
Daniel Moreno
Curso: Educación y Sociedad
Hasta comienzos de los años 80’ el sistema educativo de nuestro país se encontraba
principalmente en manos del Ministerio de Educación. Desde entonces, se comenzaron a introducir cambios en
el sistema de financiamiento basados en lógicas de mercado; como la legitimidad del lucro en establecimientos
de financiación compartida, la subvención por alumnos, la competencia entre establecimientos, etc. Además,
se traspasó la administración de los establecimientos públicos (en ese entonces dependiente del MINEDUC) a
los municipios, desencadenando así, una creciente segregación socioeconómica y escolar en el sistema
educativo chileno, donde ‘’el grado de segregación escolar es mayor entre los establecimientos subvencionados
particulares que entre los colegios públicos, mientras que entre los colegios particulares pagados alcanza
niveles extremos’’ (Valenzuela, Bellei & De Los Ríos, 2010). En este contexto surgen una gama de proyectos
educativos, en particular la Ley de Subvención Escolar Preferencial; “destinada al mejoramiento de la calidad
de la educación de los establecimientos educacionales subvencionados, que se impetrará por los alumnos
prioritarios’’ (Ley N°20248, 2008).
Esta ley, evidencia claramente la intención del mejoramiento de la calidad y equidad en contextos de
vulnerabilidad social y económica como objetivos centrales. A raíz de la investigación realizada, en este ensayo
defenderemos, que esta ley no cumple con estos propósitos, ya que el hecho de asociar sanciones e incentivos
a los establecimientos educativos de acuerdo a su productividad (Medida a través del SIMCE), crea lógicas de
competencia justamente en desmedro de la población objetivo del proyecto. Además, dentro de los
compromisos y obligaciones que establecen los establecimientos (adheridos a la ley) con el Ministerio de
educación, se fijan metas en función de los resultados que se obtengan en el SIMCE, por parte de los alumnos
prioritarios. Así, un aumento de puntaje en estas evaluaciones se entenderá como contribución a la calidad
educativa de los establecimientos que estén suscritos a la ley. A este respecto, la Ley General de Educación,
base estructural del sistema educacional chileno, define calidad de tal forma que “Todos los alumnos alcancen
los objetivos generales y estándares de aprendizaje que se definen en la forma que establece la Ley” (Ley N°
20370, 2009) y equidad tal que “El sistema propenderá a asegurar que todos los estudiantes tengan las mismas
oportunidades de recibir una educación de calidad, con especial atención en aquellas personas o grupos que
requieran atención especial” (Ley N° 20370, 2009).
En este sentido, considerando la forma que tiene la Ley SEP para poder medir indicadores de calidad
y equidad son a partir del SIMCE (Sistema de medición de la calidad en la educación), consideramos que no
es un instrumento adecuado en la medición de los verdaderos efectos y consecuencias que conlleva la
adherencia a la subvención escolar preferencial sobre la comunidad escolar. La mayor parte de la formación
integral de los alumnos no está siendo medida al momento de rendir una prueba estandarizada enfocada
solamente en las materias de Matemática y Lenguaje ya que además existen habilidades que no son plausibles
de ser medidas en un instrumento de prueba escrita. Por lo tanto, no es correcto concluir si se cumplen o no
los estándares nacionales de aprendizaje con solo analizar los resultados obtenidos en esta prueba, pues deja
fuera toda la educación formativa (valores y principios) y gran parte de la educación cognitiva (materias
escolares); ¿Teniendo presente que la prueba SIMCE sólo mide resultados obtenidos en un ámbito del proceso
escolar, no sería conveniente incorporar otros criterios de evaluación, para así dar cuenta de modo más integral
de la calidad de cada uno de los establecimientos? (OPECH, 2006). Cabe mencionar también que el contexto
social en el que están inmersos los estudiantes es ignorado al o a sus capacidades innatas. Debido a esto que
es complicado precisar el grado de responsabilidad de las escuelas en los resultados de aprendizaje, en teoría
sólo si los alumnos fueran distribuidos completamente al azar sería posible determinar las diferencias de
productividad entre las escuelas a partir de los resultados de los alumnos.
Otro factor que entorpece al momento de traducir todo proceso educativo como resultados de
aprendizaje, pues no atribuyen estos resultados al medio familiar del estudiante, a su capital social y cultural, a
sus motivaciones y dificultades objetivos principales de esta ley se relaciona con ciertas dinámicas
segregadoras implícitas en el proyecto. La entrega de esta subvención diferenciada está basada no sólo en un
grupo de alumnos considerados prioritarios, sino también en la cantidad de éstos con respecto a matrícula total
de la institución, es decir, mientras más alumnos prioritarios se eduquen en una institución, más recursos
recibirá. Esta lógica sólo nos conduce a construir ambientes más homogéneos, en donde los alumnos se
encuentran con compañeros que comparten sus mismas desventajas y con un clima escolar menos propicio
para un aprendizaje efectivo que solo contribuye a reforzar el estigma de fracaso escolar (Tenti, 2011). No nos
parece razonable pretender mejorar la educación de los más desventajados sin abordar los problemas
estructurales del sistema de administración municipal, en donde se educa la gran mayoría de la población,
objetivo de la subvención preferencial (Elacqua & Santos, 2013). Creemos que, para frenar las excesivas
brechas de desigualdad, aceptar a los alumnos sin considerar el rendimiento escolar pasado, no considerar el
ingreso socioeconómico de las familias, retener a los alumnos sin que el rendimiento escolar sea obstáculo y
tener derecho a repetir un curso por lo menos una vez, deberían ser compromisos con todos los estudiantes,
no sólo los considerados prioritarios. Además, sabemos que el problema educativo que una escuela y sus
docentes enfrentan es cualitativamente diferente cuando se trata de escuelas con alta concentración de
pobreza, en donde la realidad específica de éstas suma deficiencias producto de las limitaciones del entorno
social de sus alumnos. En síntesis, es contradictorio que, para acceder a más recursos que buscan superar la
situación histórica de desventaja de éstas instituciones, se ponga como requisito mostrar mayor efectividad al
interior de un sistema que justamente produce esas desventajas.
Otra crítica a la subvención preferencial, tiene que ver con los mecanismos para evaluar y clasificar a
los establecimientos. Uno de los aspectos distintivos de esta ley es categorizar a los establecimientos (de
acuerdo al rendimiento en el SIMCE) en autónomos, emergentes y en recuperación. Así se establece un sistema
de incentivos y castigos (monetarios y simbólicos), donde las escuelas mejor clasificadas son premiadas con
una mayor autonomía para el sostenedor y con mayor subvención por alumno.
Se determina incluso que los establecimientos categorizados como “en recuperación” que luego de tres años
con asesoría técnica externa obtuviesen resultados deficientes en el SIMCE o no alcancen los estándares
nacionales mínimos, no podrán seguir recibiendo la subvención y el Ministerio de Educación podrá incluso
revocar el reconocimiento oficial del establecimiento lo que concluiría con el cierre de este (OPECH, 2006).
Consideramos que tomar como sanción la revocación del reconocimiento o adjudicar otra categoría al centro
educativo, entregando una menor subvención cuando se vieron enfrentados a mayores dificultades es
paradójico y refuerza el carácter “no efectivo” de las escuelas de mayor vulnerabilidad.
En cuanto a los mecanismos de clasificación cabe destacar también que si la ley se centra en el
mejoramiento de la calidad de educación de los alumnos prioritarios, ¿por qué se evalúa y clasifica a partir de
los resultados que obtiene el conjunto de estudiantes del establecimiento?
En adición a estas incongruencias, se suma el uso deficiente de los recursos. Existen variados casos
en los que se evidencia que los recursos entregados no son correctamente utilizados en función del
mejoramiento de la calidad. Junto con un marco regulatorio ambiguo establecido por el Ministerio de Educación,
la existencia de la ley 20550, que destina un porcentaje de los recursos a objetivos que escapan de la ley,
validan un amplio margen para el lucro por parte del sostenedor. Ejemplos de ello son el informe que entregó
la Contraloría en 2011, donde se detectaron más de 25 mil millones faltantes en las cuentas corrientes (Ley
SEP: Contraloría revela masiva pérdida de recursos destinados a educación de los más pobres, 2012), además
de un elevado número de recursos gastados en ítems que la ley no autorizaba y la auto contratación o
contratación de familiares, de las ATE (Asistencia Técnica Educativa) (Rodríguez, Arcos, & Ramírez, 2014). Se
avanza así hacia una fuerte privatización del sistema, al dejar el apoyo técnico pedagógico en manos de
entidades privadas, las cuales tampoco generan mejores capacidades en las escuelas, ya que muchas veces
los establecimientos subvencionados carecen de herramientas mínimas para seguir sustentando los procesos
de mejoramiento una vez que han dejado ser foco de atención. El Registro ATE contabiliza la oferta de más de
5.500 servicios, arrojando menos de un 1% correspondiente a una “asesoría integral” a los establecimientos, lo
que implica que son muy pocas las asistencias técnicas que se orientan a generar capacidades institucionales
en las escuelas por medio de un apoyo de mediano o largo plazo (más de un año de duración) y trabajando
con más de un actor de la comunidad escolar.

Siguiendo por otra línea, podríamos decir que la ley SEP, efectivamente cumple sus objetivos, ya que,
al otorgar una subvención mayor por estudiante prioritario, los establecimientos tendrían mayores recursos para
poder plantear y generar acciones que contribuyan al mejoramiento de la calidad y la equidad. Sin embargo,
Pese a que el país acumula más de dos décadas de asignación de recursos mediante el sistema de subvención,
no existe ninguna evidencia empírica acerca de su efectividad para mejorar los aprendizajes. Todo indica que
la subvención escolar, que pudo tener efectos dinamizadores del sistema educativo (estimulando la expansión
y retención escolar), no ha aportado al mejoramiento de la calidad de la educación. Más aún, la Organización
para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y algunos académicos han señalado que sería
precisamente el sistema de subvención a la demanda el que estaría acrecentando las inequidades educativas
que esta ley pretende corregir. Sorprende que, en un contexto en que tan recurrentemente se exige la
evaluación de las políticas educativas, el país no cuente con una evaluación del impacto del sistema de
subvenciones. Sin esa evidencia, las esperanzas puestas en que reforzando el sistema de subvención escolar
individual se logrará mejorar la educación de los más pobres no parecen justificadas.
Por otra parte, podríamos decir que la ley SEP corresponde a una ayuda social y educativa a aquellas
familias más desventajadas, las cuales podría ser la única opción de poder acceder a establecimientos de
calidad, por lo que aquellas instituciones que estén bajo la Ley SEP, atraerían nuevos alumnos. No obstante,
la educación en Chile está basada en un sistema que obedece a lógicas de mercado, en donde se ha
implementado un sistema de subvención estatal y aporte particular, con las bases de que las escuelas de
calidad tendrán éxito y prosperarán mientras que las deficientes cerrarán por efectos del mercado (Friedman &
Friedman, 1980). Según lo anterior al agregar el incentivo adicional por la subvención preferencial la escuela
debiese de ser más atractiva para las familias ya que posee más recursos y así puede entregar una mejor
educación para los estudiantes, sin embargo el alumnado de dichos establecimiento se está reduciendo,
mientras que escuelas sin beneficio de la ley experimentan una leve tendencia al alza en la matrícula. Esto
demuestra que la ley SEP no es un beneficio a ojos de los padres para la educación de sus hijos, propiciando
la pérdida de alumnado en instituciones beneficiadas por la ley.

Fuente: MINEDUC

En síntesis, cuestionamos fuertemente la capacidad del proyecto para superar los problemas de
calidad y equidad de la educación chilena. Consideramos que tomar como único medidor una prueba
estandarizada no es suficiente para garantizar que los resultados de aprendizaje se den en un contexto de
calidad educativa, además, las lógicas homogeneizadoras y a favor del mercado, no contribuyen a que los
objetivos centrales de la ley puedan ser cumplidos y los vacíos legales que avalan el lucro y la desviación de
fondos para subsanar los deficientes presupuestos municipales por parte de los sostenedores, y que el conjunto
de estas situaciones solo terminan desgastando un proyecto que contemplaba las mejores intenciones para el
sistema educativo Chileno. Es por esto que se necesita con suma urgencia, revisar y replantear los medios que
utiliza la subvención preferencial para lograr sus objetivos.
Referencias Bibliográficas

Elacqua, G. y Santos, H. (2013). Preferencias reveladas de los proveedores de educación privada en Chile: El
caso de la ley de subvención escolar preferencial. Gestión y Política Pública

Friedman, M; Friedman, R. (1980). “¿Qué falla en nuestras escuelas?”. En: Libertad de elegir. Barcelona:
Grijalbo.

Ley N°20248, 2008. Diario Oficial de la República de Chile, Santiago, Chile.

Ley N° 20370, 2009. Diario Oficial de la República de Chile, Santiago, Chile.

Ley SEP: Contraloría revela masiva pérdida de recursos destinados a educación de los más pobres. (2012).
Ciperchile.cl, from http://ciperchile.cl/2012/05/10/ley-sep-contraloria-revela-masiva-perdida-de-recursos-
destinados-a-educacion-de-los-mas-pobres/

OPECH (2006). ‘’Sistema de medición de la calidad de la educación SIMCE: Balance crítico y proyecciones
imprescindibles’’. Documento de trabajo n°1. Santiago de Chile.

Rodriguez, P., Arcos, N., & Ramirez, P. (2014). Colegios subvencionados: así operan los siete grupos de
“megasostenedores” que lideran el negocio.. Ciperchile.cl, from http://ciperchile.cl/2014/06/06/colegios-
subvencionados-asi-operan-los-siete-grupos-de-megasostenedores-que-lideran-el-negocio/

Tenti, Emilio (2011). La escuela y la cuestión social. Ensayos sobre sociología de la educación. Buenos Aires:
Siglo XXI Editores.

Valenzuela, Juan Pablo, Cristián Bellei, Danae De los Rios (2010). “Segregación escolar en Chile”. En
Sergio Martinic y Gregory Elacqua (editores) ¿Fin de Ciclo? Cambios en la gobernanza del sistema Educativo.
Santiago: UNESCO, Universidad Católica.

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