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nutricional
En diversas situaciones
clínicas
Valoración del estado
nutricional
En diversas situaciones
clínicas
Marisa Canicoba | Saby Mauricio
[ Editoras ]
Valoración del estado nutricional en diversas situaciones clínicas
© Marisa Canicoba y Saby Mauricio (editoras), 2017
De esta edición:
© Universidad Privada del Norte S. A. C., 2017
Avenida Alfredo Mendiola 6062, Los Olivos, Lima
Teléfono: +51 (01) 614 3311
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en parte, ni registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en
ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético,
electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.
Capítulo 1 37
Proceso de atención nutricional
Marisa Canicoba, Néstor Feldman
Capítulo 2 57
Documentación sobre información nutricional en la historia clínica
Saby Mauricio
Capítulo 3 69
Principios para la valoración del estado nutricional
Paula Guastavino, Lucía Llames
Capítulo 4 139
Tamizaje nutricional: herramientas para su aplicación
Lucía Llames, Paula Guastavino
Capítulo 5 171
Anamnesis, cálculo de la ingesta
Alicia Calleja fernández, Alfonso Vidal casariego,
María Ballesteros pomar
Capítulo 6
Bioquímica en los estudios de nutrición 183
Nora Slobodianik
Capítulo 7 317
Valoración del estado nutricional en el paciente crítico adulto
Romina Barritta, Verónica de la Peña gil, Gabriela Merr,
Julia Rodríguez Bugueiro
Capítulo 8 333
Valoración del estado nutricional en el paciente con infección por el virus
de inmunodeficiencia humana (VIH)
Marcela Stambullian, Betiana leticia Peralta,
María de la Luz Pérez ávila, Georgina maría Zayas torriente
Capítulo 9 349
Valoración del estado nutricional en el paciente neumológico
Gladys Panduro Vásquez, María Llacsahuanga Campos,
Isabel Acevedo Rique, Ursula Riveros GÁlvez,
Mónica Zeballos Alcalde
Capítulo 10 359
Valoración del estado nutricional en el paciente neurológico
Martha B. Pérez Santana, Mabel Cillero Romo,
Ligia M. Marcos Plasencia
Capítulo 11 391
Valoración del estado nutricional en el paciente quemado grave adulto
Serrana Tihista
Capítulo 12 407
Valoración del estado nutricional en el paciente perioperatorio
Hegoi Segurola Gurrutxaga, Guillermo Cárdenas Lagranja,
Ana Sancho Gómez
Capítulo 13 421
Valoración del estado nutricional en el paciente oncológico
Lorena Arribas HORTIGÜELA, Laura Hurtós, Laura Joy,
Gertrudis a. De Baptista, Heysell Murillo
Capítulo 14 447
Valoración del estado nutricional en el individuo obeso
Alejandra Parri Bonet, Antonieta Espinosa Pulecio,
Luciana Zuolo Coppini
Capítulo 15 459
Valoración del estado nutricional en el paciente diabético
Leticia Fuganti Campos, Denise P. Joseph van Aanholt,
Luciana Zuolo Coppini, Luisa Alzuru de Risi
Capítulo 16 473
Valoración del estado nutricional en el paciente renal
Gabriela Pomiglio
Capítulo 17 491
Valoración del estado nutricional en el paciente con hepatopatía crónica
Marisa Canicoba, Nora Domínguez, Silvia C. Gutiérrez
Capítulo 18 503
Valoración del estado nutricional en el paciente adulto con fibrosis quística
Claudia Angarita
Capítulo 19 515
Valoración del estado nutricional en la embarazada
Laura Beatriz López, Elvira Beatriz Calvo
Capítulo 20 529
Valoración del estado nutricional en el adulto mayor
Ana MarÍa Salazar maulén
Capítulo 21 561
Valoración del estado nutricional en el paciente pediátrico
Graciela Visconti, Inés Bertero
índice de tablas
Capítulo 1
Tabla 1.1. Problemas relacionados con la nutrición 43
Tabla 1.2. Estrategias de intervención nutricional 46
Tabla 1.3. Evaluación nutricional 49
Tabla 1.4. Diagnóstico nutricional 50
Tabla 1.5. Cálculo de requerimientos 50
Tabla 1.6. Intervención nutricional 50
Tabla 1.7. Monitoreo 51
Tabla 1.8. Evaluación prealta 51
Tabla 1.9. Condiciones sociales 51
Capítulo 2
Tabla 2.1. Modelo orientativo de cuestionario. Puntos a considerar en la historia 60
del paciente/cliente
Tabla 2.2. Puntos a considerar para la elaboración de la HC 61
Capítulo 3
Tabla 3.1. Condiciones que predisponen al riesgo de malnutrición 75
y algunos ejemplos de las situaciones clínicas o factores involucrados
Tabla 3.2. VEN en el ámbito clínico 76
Tabla 3.3. Requisitos de buen indicador 77
Tabla 3.4. Fuente de información para VEN 78
Tabla 3.5. Antropometría 85
Tabla 3.6. Fórmula para el cálculo según medición de altura de la rodilla (AR) 88
Tabla 3.7. Estructura corporal por circunferencia muñeca 89
Tabla 3.8a. Estructura corporal por ancho del codo. Nhanes III. 90
Varones mayores de 20 años
Tabla 3.8b. Estructura corporal por ancho del codo. Nhanes III. 91
Mujeres mayores de 20 años
Tabla 3.8c. Estructura corporal por ancho del codo. Nhanes III. 92
Personas de 3 a 19 años
Tabla 3.9. Fórmulas para determinar el peso ideal 94
Tabla 3.10. Amputaciones 95
Tabla 3.11. Indicadores de peso en adultos 97
Tabla 3.12. Clasificación por IMC recomendado por el Centro 99
para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos
Tabla 3.13. Clasificación Internacional IMC para adultos (OMS, 2004) 99
Tabla 3.14a. Valores referencia NHANES III. Circunferencia media 101
del brazo (hombres)
Tabla 3.14b. Valores referencia NHANeS III. Circunferencia media 102
del brazo (mujeres)
Tabla 3.15a. Puntos de corte recomendados combinando IMC y circunferencia 104
de la cintura para sobrepeso y obesidad y su asociación con riesgo de enfermedad
Tabla 3.15b. Puntos de corte para circunferencia de la cintura OMS 104
Tabla 3.15c. Circunferencia de la cintura: puntos de corte de la Federación 105
Internacional de Diabetes
Tabla 3.16. Estimación a partir del pliegue tricipital y circunferencia 110
media del brazo
Tabla 3.17. Porcentaje de grasa corporal según sumatoria de cuatro pliegues 111
(bicipital, tricipital, subescapular y suprailíaco)
Tabla 3.18a. Signos en el rostro 113
Tabla 3.18b. Signos en la piel en general y uñas 115
Tabla 3.18c. Aparato musculoesquéletico 116
Tabla 3.18d. Signos y síntomas del sistema nervioso 117
Tabla 3.19. Niveles de organización de la composición corporal 121
Tabla 3.20. Composición corporal nivel molecular 123
Tabla 3.21. Composición corporal 126
Tabla 3.22a. Métodos para el estudio de la composición corporal 127
Tabla 3.22b. Métodos para el estudio de la composición corporal 127
Capítulo 4
Tabla 4.1. Características para los métodos de tamizaje 142
Tabla 4.2. Valoración global subjetiva (VGS) 148
Tabla 4.3. Screening de riesgo nutricional 2002 (NRS 2002), segunda parte 152
Tabla 4.4. Herramienta de screening de desnutrición: 153
Malnutrition Screening Tool (MST)
Tabla 4.5. Cuestionario de evaluación nutricional (EN) corto (SNAQ) 155
para pacientes hospitalizados
Tabla 4.6. Cuestionario de EN corto para la comunidad en mayores de 65 años 156
(SNAQ 65+)
Tabla 4.7. Mini-Nutritional Assessment (MNA) 158
Tabla 4.8. Mini-Nutritional Assessment Short Form (MNA-SF) 160
Tabla 4.9. Índices pronósticos 161
Tabla 4.10. Pasos de la herramienta de cribado nutricional STAMP© 163
Tabla 4.11. STRONGkids. Score de riesgo nutricional y recomendaciones 165
para la intervención nutricional
Capítulo 5
Tabla 5.1. Cuestionario de adherencia a la dieta mediterránea 177
Tabla 5.2. Healthy Diet Index 2010 178
Capítulo 6
Tabla 6.1. Efecto de la administración de una leche fermentada probiótica 273
y de su sobrenadante libre de bacterias sobre células inmunes de intestino
Tabla 6.2. Resumen de marcadores del sistema inmune en el estudio del 293
estado nutricional
Tabla 6.3a. Criterios diagnóstico para AN: manual diagnóstico y estadístico 299
de los trastornos mentales V (DSM V)
Tabla 6.3b. Criterios diagnósticos para BN: manual diagnóstico y estadístico 300
de los trastornos mentales V (DSM V)
Capítulo 7
Tabla 7.1. Clasificación del porcentaje de pérdida de peso 320
Tabla 7.2. Grado de catabolismo según nitrógeno total urinario 322
Tabla 7.3. Nutric Score 326
Tabla 7.4. Ventajas y desventajas de los métodos de valoración del estado 328
nutricional en el paciente crítico
Capítulo 8
Tabla 8.1. Signosfísicos a observar según tejido en personas con VIH 337
Tabla 8.2. Características y nutrientes a indagar en la entrevista con el 338
paciente y/o familiar
Tabla 8.3. VGS revisada para personas infectadas con VIH 344
Capítulo 9
Tabla 9.1. Valores normales de dinamometría según sexo 351
Capítulo 11
Tabla 11.1. Interpretación de prealbúmina junto a cambios en niveles 398
de proteína C reactiva
Tabla 11.2. Variables para monitorear el estado nutricional 397
Capítulo 12
Tabla 12.1. Herramientas de tamizaje nutricional 411
Tabla 12.2. Índice de riesgo nutricional 416
Capítulo 14
Tabla 14.1. Clasificación del índice de masa corporal según SEEDO, 2007 449
Tabla 14.2. Deficiencias de vitaminas y minerales en el preoperatorio 454
del paciente obeso según Flancbaum
Tabla 14.3. Deficiencias de vitaminas y minerales en el preoperatorio 455
del paciente obeso según Lefebvre
Capítulo 15
Tabla 15.1. IMC, circunferencia de cintura y riesgo de enfermedades 463
Capítulo 16
Tabla 16.1. Clasificación de IRC K-DIGO 2012 475
Tabla 16.2. Score de malnutrición e inflamación (MIS) 486
Capítulo 17
Tabla 17.1.Causas de malnutrición en cirrosis 494
Tabla 17.2. Herramientaspara la evaluación nutricional de pacientes con 499
hepatopatía crónica
Capítulo 18
Tabla 18.1. Deficiencias
de vitaminas liposolubles 506
Tabla 18.2. Algoritmo para identificar pérdida de peso o pobre ganancia de peso 507
Tabla 18.3. Consenso Europeo: intervención nutricional según IMC 510
Capítulo 19
Tabla 19.1. Rangos de ganancia de peso propuestos por el Instituto de Medicina 516
de Estados Unidos según el índice de masa corporal al inicio del embarazo
Tabla 19.2. Velocidad de ganancia de peso y de IMC según edad gestacional 518
Tabla 19.3. Valores de la CMB al inicio del embarazo (semana 16) y en las 519
semanas 28 y 36 de gestación según el peso del recién nacido (promedio e inter-
valo de confianza del 95 por ciento) y puntos de corte propuestos para screening
Tabla 19.4. Valores de los pliegues cutáneos al inicio del embarazo (semana 16) 521
y a las semanas 28 y 36 de gestación según el peso del recién nacido (promedio
e intervalo de confianza del 95 por ciento)
Tabla 19.5. Puntos de corte habitualmente empleados para la evaluación 523
bioquímica del estado nutricional durante el embarazo
Tabla 19.6. Recomendaciones dietéticas en relación a los nutrientes críticos 523
en embarazadas
Capítulo 20
Tabla 20.1. Ecuación descrita por Chumlea para estimar el peso en adultos 531
mayores (1988)
Tabla 20.2. Ecuación descrita por Chumlea para estimar el peso en adultos 531
mayores (1988)
Tabla 20.3. Clasificación del estado nutricional según el PPI y PPH 532
Tabla 20.4. Significancia clínica de la pérdida de peso 533
Tabla 20.5. Estimación del peso seco según grado de edema 534
Tabla 20.6. Fórmula para calcular el peso ideal según contextura e IMC 534
de adulto mayor
Tabla 20.7. Ecuaciones para estimar la talla (estatura) a partir de la altura 536
de la rodilla en grupos de adultos mayores
Tabla 20.8. Ecuación para la estimación de la talla en adultos 536
Tabla 20.9. Estimación de la talla a partir de la longitud de antebrazo (cúbito) 537
Tabla 20.10. Estimación de la talla a partir de la distancia rodilla-talón 539
Tabla 20.11. Estimación de la talla a partir de la extensión del arco del brazo 540
(demi-span)
Tabla 20.12. Estimación de la talla a partir de la extensión del arco del brazo 541
con aplicación de la fórmula estándar (demi-span)
Tabla 20.13. Índice de masa corporal (IMC) 542
Tabla 20.14. Valores normales de IMC, según sexo y edad (de acuerdo con lo 543
establecido en el tercer estudio para el examen de la salud y nutrición, Nhanes III)
Tabla 20.15. Percentiles de perímetros braquial en la población adulta mayor 547
Tabla 20.16. Percentiles de pliegue cutáneo tricipital en la población adulta mayor 548
Tabla 20.17. Contextura o complexión 549
Tabla 20.18. Percentiles de fuerza muscular medido por dinamometría 552
en adultos mayores sobre 65 años de edad
Tabla 20.19. Puntos de corte de medición del músculo abductor del pulgar 554
(TAPM)
Tabla 20.20. Evaluación clínica de la sarcopenia 554
Capítulo 21
Tabla 21.1. Sermet-Gudelus, «score pediátrico de riesgo nutricional» 562
Tabla 21.2a. Grado de estrés 562
Tabla 21.2b. Grado de estrés 563
Tabla 21.3. STAMP (Screening Tool for the Assessment of Malnutrition 565
in Pediatrics)
Tabla 21.4. STRONG kids. Score de riesgo nutricional y recomendaciones 566
para la intervención nutricional
Tabla 21.5. Clasificación nutricional antropométrica según peso/edad y talla/edad 573
Tabla 21.6. Clasificación nutricional antropométrica según peso/talla 573
Tabla 21.7. Interpretación de algunas mediciones bioquímicas del estado 575
nutricional
Índice de autores
Marisa Canicoba
Licenciada en Nutrición. Directora de la especialidad de Nutrición Clínica, sede
Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas. Facultad de Medicina, Universidad
de Buenos Aires (Argentina). Certificada como experta en soporte nutricional,
acreditación otorgada por la Asociación Argentina de Nutrición Enteral y Paren-
teral (Aanep). Integrante del Comité de Redacción de la revista Nutrición Clínica
en Medicina. Asesora del Comité de Nutrición de la Federación Latinoamericana
de Terapia Nutricional, Nutrición Clínica y Metabolismo (Felanpe).
Gertrudis A. de Baptista
Licenciada en Nutrición y Dietética. Especialista en nutrición clínica y soporte
nutricional. Máster en Ciencias de la Nutrición. Profesora titular de la Facultad de
Medicina de la Universidad Central de Venezuela. Coordinadora de la Unidad de
Soporte Nutricional del Hospital Universitario de Caracas (Venezuela). Miembro
titular de la Sociedad Venezolana de Nutrición Parenteral y Enteral. Coordinadora
internacional de Felanpe. Asesora nutricional del Programa de Cáncer del Minis-
terio del Poder Popular para la Salud. Miembro del Consejo Directivo del Curso
Interdiciplinario de Nutrición Clínica (CINC) de Felanpe.
Paula Guastavino
Licenciada en Nutrición. Magíster en Educación para Profesionales de la Salud.
Certificada como experta en soporte nutricional, acreditación otorgada por la Aso-
ciación Argentina de Nutrición Enteral y Parenteral (Aanep). Profesora titular
asociada en la cátedra de Evaluación Nutricional en la Universidad del Salvador,
Buenos Aires (Argentina).
Nora Slobodianik
Licenciada en Ciencias Químicas. Doctora en Ciencias Químicas por la Facultad
de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Profesora con-
sulta titular de la cátedra de Nutrición en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de
la Universidad de Buenos Aires (Argentina).
Romina Barritta
Licenciada en Nutrición, Nutrición Clínica, Hospital Universitario, Centro de
Educación Médica e Investigaciones Clínicas (Cemic), Buenos Aires (Argenti-
na). Certificada como experta en soporte nutricional, acreditación otorgada por la
Asociación Argentina de Nutrición Enteral y Parenteral (Aanep). Representante
argentina en la Academy of Nutrition and Dietetics.
Serrana Tihista
Licenciada en Nutrición. Jefa del Departamento de Nutrición del Centro Na-
cional de Quemados, Montevideo (Uruguay). Docente en el Departamento de
Nutrición Clínica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de la
República.
Gabriela M. Pomiglio
Licenciada en Nutrición a cargo del Servicio de Metabolismo y Nutrición Renal
del Aterym-Hospital Militar de Córdoba (Argentina). Nutricionista de Fresenius
Medical Care de Córdoba.
Graciela Visconti
Licenciada en Nutrición. Experta en soporte nutricional. Jefa del Servicio de Nu-
trición del Hospital de Niños de Córdoba (Argentina). Profesora titular de la ca-
rrera de Licenciatura en Nutrición en la Universidad Católica de Córdoba. Vice-
presidenta de Aanep (2013-2015). Subdirectora del Comité de Nutricionistas de
Felanpe.
Lucía Llames
Licenciada en Nutrición. Profesora adjunta de Evaluación Nutricional en la Uni-
versidad del Salvador de Buenos Aires (Argentina). Nutricionista del Hospital
Italiano de Buenos Aires.
Paula Perris
Bioquímica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Bue-
nos Aires (Argentina). Ayudante de primera con dedicación semiexclusiva de la
cátedra de Nutrición en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad
de Buenos Aires. Doctorando de la Facultad de Farmacia y Bioquímica por la Uni-
versidad de Buenos Aires.
Gabriela Perdigón
Doctora en Bioquímica. Profesora titular de la cátedra de Inmunología de la Facul-
tad de Bioquímica, Química y Farmacia de la Universidad Nacional de Tucumán.
(Argentina). Profesora emérita de la Universidad Nacional de Tucumán. Investi-
gadora superior de Conicet. Editora de libros. Participa en la formación de recursos
humanos y en la dirección de proyectos de investigación.
Sonia Gómez-Martínez
Doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (España). Ha
desarrollado su actividad científica dentro del área de la inmunonutrición. Su pro-
ducción científica se refleja en más de 70 publicaciones registradas en el Science
Citation Index (SCI) y 60 capítulos de libros. Trabaja activamente en la divul-
gación de la ciencia y colabora con diversas universidades en la coordinación de
congresos y cursos de posgrado.
Laura Hurtós
Dietista-nutricionista clínica. Unidad Funcional de Nutrición Clínica del Institut
Català d’ Oncología de L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona (España).
Silvia C. Gutiérrez
Médica especialista en gastroenterología. Jefa del Servicio de Gastroenterología
en el Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas de Buenos Aires. Profesora
adjunta en la Especialización en Gastroenterología de la Universidad del Salvador
(Argentina). Directora asociada de la carrera especialista en Gastroenterología de
la Sociedad Argentina de Gastroenterología y de la Universidad de Buenos Aires
(SAGE-UBA, Argentina). Expresidenta del Club del Páncreas de la República
Argentina. Exsecretaria de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE).
Inés Bertero
Licenciada en Nutrición. Integrante del grupo de Soporte Nutricional del Servicio
de Nutrición del Hospital de Niños de Córdoba (Argentina).
Sigla Significado
ACC American College of Cardiology / Colegio Americano de Cardiología
ADA American Dietetic Association/Asociación Americana de Dietética
AESAN Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición
AHA American Heart Association / Asociación Americana del Corazón
Aluba Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia
AND Academy of Nutrition and Dietetics / Academia de Nutrición y Dietética
Aspen American Society for Parenteral and Enteral Nutrition
Sociedad Americana de Nutrición Enteral y Parenteral
Bapen British Association of Parenteral and Enteral Nutrition
Asociación Británica de Nutrición Parenteral y Enteral
CDC Centers for Disease Control and Prevention
Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos
ELAN Estudio Latinoamericano de Nutrición
Espen Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo
FAO Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
Felanpe Federación Latinoamericana de Terapia Nutricional, Nutrición Clínica y
Metabolismo
Fesnad Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética
ICDA International Confederation of Dietetics Associations
IDF International Diabetes Federation/ Federación Internacional de Diabetes
IENVA Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición Clínica de Vallolodid
ISRMN Society of Renal Metabolism and Nutrition
JCAHO Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations
K-DIGO Kidney Disease Improving Global Outcomes
NIH/NHI National Institutes of Health/Instituto Nacional de Salud
OMS Organización Mundial de Salud
SEH Sociedad Española de Hipertensión
Senpe Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral
SEOM Sociedad Española de Oncología Médica
SEOR Sociedad Española de Oncología Radioterápica
Las editoras
Marisa Canicoba y Saby Mauricio
1. Introducción
Desde la publicación de Charles Butterworth1 hace cuatro dé-
cadas, ha habido un continuo interés en comprender la malnutrición (MN) en
los pacientes hospitalizados. La mayoría de los autores definen la MN como un
desequilibrio nutricional, ya sea por déficit (desnutrición) o por exceso (sobrepeso
u obesidad). Es importante agregar que, para los fines de este capítulo, el término
MN se utilizará como sinónimo de desnutrición.
Esta situación nutricional, presente en muchos casos ya desde el ingreso a la ins-
titución, no siempre es identificada como tal, lo cual conduce a su agravamiento,
con el consiguiente aumento de la duración de la estadía hospitalaria, el tiempo de
rehabilitación, los costos hospitalarios y la disminución de la calidad de vida; todo
ello implica costos adicionales para el sistema de salud2, 3.
El paciente hospitalizado sufre cambios en el metabolismo asociados a la propia
enfermedad y a los procedimientos terapéuticos que demanda, como cirugías, ra-
dioterapia, quimioterapia, trasplantes, etc., situación que puede implicar una reduc-
ción de la ingesta de los alimentos4.
La prevalencia de MN asociada a enfermedades es elevada: entre 19 a 80 por cien-
to. Las diferencias en las poblaciones de pacientes, los métodos de determinación,
definiciones, complejidades de los establecimientos de salud y otros factores pue-
den explicar algo de esta heterogeneidad2, 4. Esta cifra no se ha modificado sustan-
cialmente en los últimos años, a pesar del avance tecnológico y de las mejoras en el
tratamiento observado en algunas enfermedades, con un importante impacto sobre
el estado nutricional (EN) (por ejemplo: sida)5.
En 2003, la Federación Latinoamericana de Terapia Nutricional, Nutrición Clí-
nica y Metabolismo (Felanpe) organizó el Estudio Latinoamericano de Nutrición
(ELAN), realizado en 13 países de América Latina: en 9348 pacientes hospitaliza-
dos se encontró un 50,2 por ciento de MN6.
38 | Marisa Canicoba
2. Definiciones
n Proceso
Se define el proceso como una concatenación de las decisiones, actividades y tareas
llevadas a cabo por diferentes profesionales en un orden lógico y secuencial para
producir un resultado previsible y satisfactorio13.
n Proceso asistencial
Conjunto de actividades de los proveedores de la atención sanitaria (estrategias
preventivas, pruebas diagnósticas y actividades terapéuticas).
n Finalidad
Incrementar, a través de la mejora de la atención, la prevención y la rehabilitación,
el nivel de salud y el grado de satisfacción de la población que recibe los servicios.
40 | Marisa Canicoba
Figura 1.1. Representación gráfica del PAN17
nowledge Skil
Dietetics K ls &
Com
pete
ncie
s
Nutrition Assestment Nutrition Diagnosis
n Obtain/collect timely and n Identify and label problem
ics
Eth
n Document n Document
Relationship
between patient/client/
Nutrition Intervention
group & dieteties
n Plan nutrition intervention
Nutrition Monitoring Professional
n Formulate goals and determine
and Evaluation
n Monitor progress
a plan of action
n Implement nutrition intervention
n Measure outcome indicators
n Care is delivered and actions are
n Evaluate outcomes
carried out
Cri
n Document
tica
n Document
lT
hin
kin
n g
atio
unic m Collab
Com n
oratio
Social Systems
n Identify and analize causes of less than optimal performance and outcomes
42 | Marisa Canicoba
ser aplicada por un profesional debidamente entrenado, debido a que incorpora
medidas antropométricas y de laboratorio.
El nutricionista es quien garantiza que se lleve a cabo la VEN de todos los pacien-
tes. Asimismo, determina la recolección de datos adecuados, la necesidad de in-
formación adicional, y selecciona las herramientas y procedimientos de evaluación
adecuados, a través de herramientas válidadas. Por otro lado, debe documentar en
la historia clínica (HC), de forma estandarizada, cada una de las etapas del proceso
aplicado al paciente, para permitir la comunicación con el equipo de salud. Varios
estudios han demostrado que el nutricionista permite una mayor seguridad de que
ocurra una IN oportuna y mejoren los resultados nutricionales hasta alcanzar la
meta calórica rápidamente17, 27, 28.
6. Diagnóstico nutricional
El siguiente paso es la determinación del diagnóstico nutricional. La finalidad de
este paso es identificar y describir un problema nutricional específico, que pueda ser
resuelto o mejorado a través de una IN, que debe ser tratada en forma individual.
Esto revela un diagnóstico nutricional específico, el cual no debe confundirse con
el diagnóstico médico.
Un idioma estandarizado de nutrición ha sido desarrollado para describir los pro-
blemas relacionados con la nutrición, que deben establecerse en tres categorías:
(P) Problema: describe las alteraciones del estado nutricional del individuo.
44 | Marisa Canicoba
La IN posee dos componentes relacionados17:
Administración de
Educación Asesoramiento Coordinación de
alimentos y/o soporte
en nutrición nutricional atención nutricional
nutricional
Proceso formal para Proceso de apoyo carac-
enseñar o entrenar a terizado por una relación
Enfoque individualizado Consulta referida a
un paciente en una ha- nutricionista-paciente,
para la indicación de otros profesionales de
bilidad o para impartir en donde se establecen
alimentos, incluyendo salud o instituciones
conocimientos que le prioridades, metas y pla-
comidas y colaciones, que puedan ayudar en
permitan modificar la nes de acción individua-
alimentación enteral, el tratamiento de pro-
elección de alimentos lizados que fomenten la
parenteral y suplemen- blemas relacionados
y hábitos alimenticios responsabilidad y el au-
tos alimenticios. con la nutrición.
para mantener o mejo- tocuidado para promover
rar su salud. la salud.
46 | Marisa Canicoba
atención nutricional. Es algo más que «observar» lo que sucede; se requiere un
compromiso activo con la medición y registro de los resultados (indicadores) perti-
nentes a las estrategias de diagnóstico e IN. Los datos de este paso se utilizan para
crear un sistema de gestión de resultados.
Una vez determinado el plan de manejo nutricional, será necesario llevarlo a cabo y
evaluarlo por medio de la documentación diaria de la ingesta de alimentos y regis-
tro del peso corporal (tres veces por semana, cuando sea posible)31.
Los resultados de la IN deberán incorporarse en la HC para que permita la comu-
nicación con el equipo de salud (capítulo 2).
Este monitoreo se llevará a cabo durante la estadía del paciente y hasta el alta hos-
pitalaria.
El nutricionista realiza tres acciones como parte del monitoreo de la VEN para
determinar el progreso del paciente17:
9. Beneficios de la Implementación
del Proceso
Sin
riesgo
* Tamizaje Evaluación Diagnóstico Intervención Monitoreo
nutricional nutricional nutricional y evaluación
Todos los de los
Admisión pacientes Objetiva Realizado por Planificación resultados
del Con
riesgo un profesional Implementación
paciente entrenado
Elaboración propia
10. Conclusiones
Las instituciones deben implementar procesos de atención, iniciando con el proceso
de VEN dentro de las primeras 24 a 48 horas a todos los pacientes ingresados. El
rápido reconocimiento de la MN, al ingreso, requiere de la educación en el personal
de salud, la implementación de herramientas de detección validadas y la creación
de un sistema de comunicación fiable entre todos para garantizar el cuidado de la
48 | Marisa Canicoba
nutrición del paciente. Un enfoque de equipo interdisciplinario es importante para
promover un apropiado manejo y tratamiento de la MN.
Anexo
Actividades Características
Quién Nutricionista.
Elaboración propia
Actividades Características
Quién Nutricionista
Elaboración propia
Actividades Características
Quién Nutricionista
Elaboración propia
Actividades Características
Quién Nutricionista
Cuándo Cuando se ha diagnosticado el estado nutricional del paciente
Dónde En el ámbito correspondiente
Cómo El plan de tratamiento se realizará siguiendo guías de práctica clínica
Elaboración propia
50 | Marisa Canicoba
Cuarta etapa: monitoreo y evaluación de los resultados
Actividades: seguimiento del paciente
Actividades Características
Quién Nutricionista
Cuándo Con una periodicidad establecida
Dónde En el ámbito correspondiente
Cómo Mediante guías de práctica clínica
Elaboración propia
Actividades Características
Quién Nutricionista
Cuándo Antes del alta
Dónde En el ámbito correspondiente
Valoración del estado nutricional prealta
Cómo Educación alimentaria saludable
Valoración de las condiciones sociales del entorno familiar y domiciliario
Elaboración propia
Actividades Características
Quién Trabajadora social
Cuándo Antes del alta
Dónde En el ámbito correspondiente
Cómo A través de la encuesta social
Elaboración propia
52 | Marisa Canicoba
10. Ray S, Laur C, Golubic R. Malnutrition in healthcare institutions: a review of
the prevalence of under-nutrition in hospitals and care homes since 1994 in
England. Clin Nutr. 2014;33(5):829-35.
11. Kirkland LL, Kashiwagi DT, Brantley S, Scheurer D, Varkey P. Nutrition in the
hospitalized patient. J Hosp Med. 2013;8(1):52-8.
12. Dietitians of Canada. An inter-professional approach to malnutrition in hospi-
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of Canada; 2014 [citado 28 de noviembre de 2016]. Disponible en: http://
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trition-in-Hosp.aspx
13. Arcelay S A. Gestión de procesos. Rev Calidad Asistencial. 1999;14(4):245-6.
14. Mueller C, Compher C, Ellen DM, American Society for Parenteral and En-
teral Nutrition (A.S.P.E.N.) Board of Directors. A.S.P.E.N. clinical guidelines:
nutrition screening, assessment, and intervention in adults. JPEN J Parenter
Enteral Nutr. 2011;35(1):16-24.
15. Hamilton C, Boyce VJ. Addressing malnutrition in hospitalized adults. JPEN
J Parenter Enteral Nutr. 2013;37(6):808-15.
16. Hammond MI, Myers EF, Trostler N. Nutrition care process and model: an
academic and practice odyssey. J Acad Nutr Diet. 2014;114(12):1879-94.
17. Lacey K, Pritchett E. Nutrition Care Process and Model: ADA adopts road
map to quality care and outcomes management. J Am Diet Assoc. 2003;103(8):
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18. Trombley LE, Driscoll E, Rodrigues LM. Effectiveness of nutrition interven-
tion in meeting outcome goals in clients with HIV/AIDS. J Am Diet Assoc.
2008;108(9):A9.
19. Harrington B, Bowling E, DiChello S. Clinical dietitian perception of the nu-
trition care process. Future Dimensions in Clinical Nutrition Management.
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20. Escott-Stump S. The Academy of Nutrition and Dietetics International Fo-
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Report United States. 2010 [citado 29 de noviembre de 2016]. Disponible
en: http://www.internationaldietetics.org/Newsletter/Vol21Issue2/NDA-Re-
port-United-States.aspx
54 | Marisa Canicoba
31. Kondrup J. Can food intake in hospitals be improved? Clin Nutr. 2000;20(1):
153-60.
1. Introducción
El ejercicio de un profesional de la salud se basa en la relación
empática con el paciente, de la que se derivan derechos y deberes recíprocos. La
HC es el documento que refleja la práctica y el cumplimiento de los profesionales
de salud respecto al paciente, lo cual la convierte en una herramienta que permite el
nivel de calidad asistencial1. Por lo tanto, es imprescindible para que el profesional
de la salud preste la mejor atención posible en cada momento.
La HC tiene como finalidad primordial recoger datos del estado de salud del pa-
ciente con el objeto de facilitar la asistencia sanitaria. Las características de la HC
se resumen en confidencialidad, seguridad, disponibilidad, unicidad y legibilidad2.
Toda información obtenida con motivo de una consulta clínico-nutricional es total-
mente confidencial y los datos pueden ser utilizados para motivo de estudio, siempre
y cuando sea de manera anónima, según los criterios éticos del acuerdo de Helsinki3.
A pesar de que la finalidad de la HC es esencialmente asistencial, su contenido
puede tener otros fines, como puede ser la docencia, la evaluación de la calidad
asistencial, y la investigación clínica, epidemiológica y judicial4.
Es extensa la documentación de los indicadores nutricionales que se deben com-
pletar para el diseño del tratamiento nutricional. A fin de lograr un registro uni-
forme de los datos, se necesita un documento recolector que haga las veces de una
historia clínico-nutricional5.
Reportar información nutricional obtenida en la consulta nutricional requiere siste-
matización estandarizada, con orden y terminología adecuada, para obtener un aná-
lisis que permita no solo realizar un diagnóstico nutricional correcto y elegir la mejor
intervención, sino que asegure el registro de dicha información con el propósito de
realizar el seguimiento, el monitoreo y la evaluación de la situación nutricional en
cuestión. Para ello, es importante utilizar herramientas basadas en evidencia que a
su vez orienten los cambios que ameriten el éxito o fracaso de dicha intervención6.
2. componentes nutricionales de la Hc
El componente nutricional de la HC se desarrolla basado en el Nutrition Care
Process, que implica examen y diagnóstico, plan y monitoreo nutricional8.
58 | Saby Mauricio
Los procedimientos de diagnóstico y tratamiento de todo paciente determinan el
rol de la historia alimentaria en el origen de su enfermedad y, a su vez, facilitan el
éxito de la terapéutica e incluso, en ocasiones, en los ajustes nutricionales.
Subjetivo
Plan Objetivo
Evaluación
Datos generales del individuo n Identidad (nombre, edad, sexo, grupo étnico, país de origen, religión)
n Expectativas del paciente en relación con la prescripción; expecta-
tivas de la nutricionista
Motivo de la consulta/ n Grado y tipo de motivación para seguir el tratamiento dietético
procedencia n Identificación de la autoimagen
Anamnesis o historia familiar, n Antecedentes patológicos propios y de familiares (enfermedades o
personal y social trastornos que ha sufrido o padece)
n Antecedentes personales no patológicos (hábitos tóxicos, alcohol,
tabaco, etc.)
n Estilo de vida (horario y tipo de trabajo)
Historia de la situación o n Descripción de la situación o patología
enfermedad actual n Fecha de inicio
n Factores desencadenantes
n Tratamientos realizados hasta el momento
n Trastornos o patologías asociadas
Datos antropométricos y n Peso (actual, evolución, peso deseado y teórico)
bioquímicos n Talla
n Índice de masa corporal (IMC)
n Pliegues subcutáneos y circunferencia braquial
n Circunferencia de la cintura y de la cadera
n Presión arterial
n Parámetros bioquímicos
Comportamiento/hábitos n Número de comidas que acostumbra a realizar
alimentarios n Lugar y entorno social de las comidas (dónde y con quién)
n Horarios
n Hábito de picar alimentos entre comidas
n Responsable de preparar las comidas
n Responsable de la compra de los alimentos
n Preferencias y aversiones alimentarias
n Sensación de apetito
n Momento del día de mayor saciedad del apetito
n ¿Come muy rápido, sin masticar mucho o de forma compulsiva?
n Seguimiento anterior de tratamientos dietéticos
n ¿Cuántas veces y qué tipos de tratamientos?
n Tipos de cocción utilizados con mayor frecuencia
60 | Saby Mauricio
Conocimientos y actitudes Conocimientos previos sobre alimentación saludable (los
n
alimentos que más engordan y los que menos, los alimentos más
saludables...) o sobre dieta/diabetes/hipertensión...
Conocimientos culinarios del paciente (recursos y posibilidades)
n
Duración
n
Frecuencia
n
Otra propuesta a considerar es la desarrollada por el doctor Ángel Gil15, que incluye
como documentación en la HC (tabla 2.2).
Anamnesis
n Antecedentes familiares
n Antecedentes personales
n Perfil de desarrollo o curva de crecimiento
Exploración clínica
n Formas clínicas de desnutrición
n Signos clínicos de obesidad
Antropometría
n Medidas antropométricas básicas
Exploraciones complementarias
n Determinaciones bioquímicas
n Bioimpedancia eléctrica (BIA)
n Densitometría
n Maduración esquelética
n Pruebas para el diagnóstico específico de la enfermedad
n Utilizar bolígrafo de color azul o negro facilita obtener fotocopias claras en caso
de que se soliciten.
n Cuando se transcriben comentarios del paciente, escribirlos entre comillas tex-
tualmente.
n Escribir principalmente hechos en la HC. Si lo que se comenta es una impre-
sión diagnóstica nutricional, aclararlo.
n No dejar espacios en blanco entre frases o palabras.
n Usar solamente abreviaturas convencionales. En el caso de JCAHO, describe
abreviaturas prohibidas debido a que han producido errores en el pasado.
n Utilizar estilo objetivo en la redacción, evitando las subjetividades («para mí»,
«yo», «nosotros», etc.). Evitar el «recomiendo»; en todo caso, será «las necesida-
des calóricas están aumentadas por...».
n Expresar las ideas de forma clara no implica una redacción gramatical estricta o
frases completas, mientras lo expresado se entienda.
n Fechar todas las entradas de la HC; si es posible con la hora, hacerlo también.
n Firmar e incluir los datos personales: nombre y apellido, número de matrícu-
la profesional), puede ser en forma manuscrita con letra imprenta o con sello,
cuando termina la nota.
n No borrar o tachar de forma ilegible ninguna parte de la HC. En caso de
error, trazar solamente una línea atravesando la entrada incorrecta y aclarar:
«ERROR». Evitar hacer ilegible lo tachado.
n Documentar las indicaciones de procedimientos y terapias que pudieran tener
efectos colaterales o complicaciones.
62 | Saby Mauricio
n Cuando se cita al paciente nuevamente, aclarar expresamente la fecha evi-
tando decir próxima consulta en 15 días, sino el día primero de agosto, por
ejemplo.
n Nunca agregar palabras o entradas sobre anotaciones ya existentes. En caso de
tener que agregar algo, se debe realizar abajo, aclarando que lo mismo sucedió
en una fecha anterior.
n Documentar todas las consultas a las que el paciente no asiste, así como toda
otra falta de cumplimiento del tratamiento. Documentar también si se le advir-
tió sobre las consecuencias de la falta de cumplimiento del plan.
n No transcribir comentarios personales sobre el paciente o sobre sus familiares.
n No incluir lo que no forme parte de la terapia.
n No utilizar la HC para criticar tratamientos anteriores, anotaciones incompletas
o ausencia de las mismas por parte de otros miembros del equipo.
n Ser muy completo y sintético, es decir, registrar lo esencial. Escribir en forma
legible, ser informativo y concreto. Las anotaciones desorganizadas, superficiales
o ilegibles desacreditan al profesional.
4. Conclusiones
La HC es el documento que refleja la práctica y el cumplimiento de los profesiona-
les de salud respecto al paciente, lo que la convierte en una herramienta que permite
el nivel de calidad asistencial.
La finalidad primordial es recoger los datos del estado de salud del paciente, es
decir, esencialmente asistencial. Su contenido puede ser requerido para la docencia,
la evaluación de la calidad asistencial y la investigación.
Se requiere una sistematización estandarizada y terminología adecuada para obte-
ner un diagnóstico nutricional y elegir la mejor intervención, además de asegurar el
seguimiento, monitoreo y evaluación de la situación nutricional.
El componente nutricional de la HC se desarrolla basado en el Nutrition Care
Process.
64 | Saby Mauricio
10. Goig G. Ética de la relación médico paciente. Cuaderno del Programa Regio-
nal de Bioética. Rev Med Chile. 1990.
11. Mason JB, Rosenberg IH. Desnutrición energético-proteica. En: Isselbacher
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Humanismo y Medicina. Madrid: Brismar; 1999. p. 3,11,12,26-28.
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dietética. Herramientas útiles para la recogida de datos. Rev Med UniNavarra.
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15. Gil A. Tratado de nutrición. 2a ed. Madrid: Médica Panamericana; 2010.
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Cánepa G, Canicoba M. Documentación sobre información nutricional
en la historia clínica [Internet]. AANEP; 2011 [citado 25 de noviembre de
2016]. Disponible en: http://www.aanep.org.ar/docs/profesionales/MARI-
SA-HC-FINAL-GT-EVALUACION-NUTRICIONAL-2.pdf
1. Introducción
La nutrición es un proceso basado en la interacción de múl-
tiples factores; por tanto, la interpretación de su desempeño es complejo desde
lo etiológico y su resultado puede provocar diferentes repercusiones en la salud.
Comprender cómo se producen desbalances, sea por déficit o por exceso, es una
parte sustancial para contribuir a corregirlos y, más importante aún, para poder
prevenirlos. La capacidad de anticiparlos hace que la prevención sea posible.
La VEN se basa en una comparación y juicio sobre la interacción que se produce
entre el alimento, el individuo, el medio ambiente y su impacto en la salud. Se
puede definir como la interpretación de información que surge de estudios ali-
mentarios, antropométricos, clínicos y/o bioquímicos que permiten determinar el
estado nutricional de individuos o poblaciones, incluyendo no solo la influencia de
la incorporación de nutrientes sino también su utilización. Una gran variedad de
información puede dar luz sobre los riesgos de malnutrición en un individuo, una
comunidad, región o en un país.
Para poder realizar la VEN, es importante tener presentes algunos conceptos cla-
ves sobre la nutrición.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la VEN puede definirse como la «interpretación de la
información obtenida de estudios bioquímicos antropométricos, bioquímicos y/o clínicos, y que se utiliza para
determinar la situación nutricional de individuos o poblaciones en forma de encuestas, vigilancia o pesquisa»1.
2. Conceptos Clave
De acuerdo con los procesos celulares en el organismo, se puede definir a la nutrición
«como la resultante del conjunto de funciones armónicas y solidarias entre sí que tie-
nen por objeto mantener la integridad normal de la materia y asegurar la vida». Según
Elaboración propia
Biológica
Nutrición
Ambiental Social
Utilización
Ingreso Egreso
Requerimientos
Elaboración propia
Elaboración propia
Elaboración propia
Elaboración propia
n Recordatorio 24 horas
n Frecuencia de consumo
n Registro de ingesta
n Sobrantes / fracción consumida
Elaboración propia
PDA
Celulares PC y web
Recordatorio 24 h
Frecuencia de consumo
Registro de ingesta
Escáner Cámaras
y sensores y video
Ventajas Limitaciones
Relativo bajo costo No generan puntos de corte universales (variaciones genéticas)
Rápidas Requieren capacitación, experiencia y control de calidad
Permiten generar patrones de referencia Equipamiento no siempre portátil
Susceptibles a expresión numérica
absoluta o en escalas continuas
No invasivas
Adaptado
La prevalencia de la enfermedad
Los objetivos del programa
De los recursos disponibles
4.2.1. Talla
La talla —al igual que el peso— es una de las dimensiones corporales más usadas,
debido a la sencillez y facilidad de su registro. La talla se expresa en centímetros y es
el registro entre el vértex y el plano de apoyo del paciente. Para realizar esta medida
en personas mayores de dos años, se tendrá en cuenta la siguiente técnica:
Elaboración propia
Existen muchas condiciones en las que la estatura no se puede medir con precisión
(por ejemplo, parálisis, fracturas, amputaciones, escoliosis, dolor, etc.). Para aquellos
casos en los que no es posible la medición de la talla con el paciente de pie, se han
propuesto métodos alternativos:
Tabla 3.6. Fórmula para el cálculo según medición de altura de la rodilla (AR)21
Talla: hemienvergadura × 2
También puede estimarse a través de la medición del ancho o diámetro del codo
(en cm). La persona debe estar erguida, con el brazo derecho extendido y el ante-
brazo en un ángulo de 90º. Los dedos deben estar apuntando hacia arriba, con la
parte interna de la muñeca hacia el paciente.
Se mide la distancia entre los epicóndilos medial y lateral. El tamaño esquelético
se correlaciona con la edad. Esta medición está asociada con una mejor correlación
que la anterior25, 26 (tabla 3.8a).
Valoración del estado nutricional | 89
Tabla
Page 58 [ Series 11, 3.8a. Estructura
No. 249 corporal por ancho del codo. Nhanes III. Varones mayores de 20 años26
90 |
Table 54. Biacromial breadth in centimeters for males aged 20 years and older and number of examined persons, mean, standard error of
the mean, and selected percentiles, by race and ethnicity and age: United States, 1988–1994
Non-Hispanic white
Non-Hispanic black
20 years and older . . . . . . . . . . . . 1,994 41.8 0.10 38.1 38.9 39.4 40.2 41.6 43.3 44.2 44.8 45.8
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 475 42.0 0.13 38.4 39.1 39.6 40.3 41.9 43.5 44.4 45.1 46.3
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 480 42.2 0.13 38.5 39.6 40.0 40.6 42.1 43.6 44.5 45.1 46.2
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 342 41.8 0.13 38.3 39.1 39.5 40.3 41.8 43.3 44.2 44.8 45.3
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 205 41.6 0.19 37.9 38.6 39.4 39.9 41.4 43.0 44.2 44.6 45.4
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 279 41.1 0.18 37.4 38.0 38.7 39.3 40.8 42.5 43.7 44.3 45.3
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 167 40.3 0.21 * 37.0 38.2 38.9 40.4 41.9 42.7 43.1 *
80 years and older . . . . . . . . . . . 46 39.9 0.34 * * * 38.6 40.0 41.5 * * *
Mexican American
20 years and older . . . . . . . . . . . . 2,160 41.0 0.07 37.6 38.3 38.8 39.5 40.9 42.4 43.2 43.7 44.4
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 655 41.0 0.10 37.8 38.4 38.9 39.5 41.0 42.4 43.1 43.7 44.3
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 456 41.1 0.13 37.4 38.5 38.9 39.7 41.1 42.6 43.3 44.1 44.7
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 371 41.1 0.14 37.9 38.6 39.2 39.8 41.0 42.4 43.3 43.7 44.4
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 169 41.1 0.20 * 38.6 39.0 39.6 41.2 42.5 43.4 43.8 *
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 321 40.4 0.15 36.9 37.6 38.4 39.1 40.4 41.9 42.2 42.8 43.6
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 137 39.3 0.24 * 36.6 36.7 37.7 39.5 40.6 41.5 42.2 *
80 years and older . . . . . . . . . . . 51 38.6 0.32 * * * 37.6 38.9 40.2 * * *
Table 55. Biacromial breadth in centimeters for females aged 20 years and older and number of examined persons, mean, standard error of
the mean, and selected percentiles, by race and ethnicity and age: United States, 1988–1994
1
All race and ethnicity groups
20 years and older . . . . . . . . . . . . 8,411 36.7 0.05 33.4 34.2 34.6 35.3 36.6 38.1 38.8 39.4 40.3
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 1,805 36.9 0.09 33.7 34.5 34.9 35.6 36.7 38.1 38.9 39.4 40.3
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 1,795 37.0 0.09 33.8 34.5 35.0 35.7 36.9 38.3 38.9 39.7 40.7
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 1,305 36.9 0.11 33.9 34.4 34.9 35.6 36.9 38.2 38.9 39.6 40.4
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 966 36.9 0.13 33.7 34.4 34.8 35.4 36.8 38.3 39.2 39.7 40.5
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 1,091 36.4 0.12 32.9 33.9 34.4 35.1 36.4 37.6 38.5 38.9 39.8
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 866 35.7 0.13 32.3 33.3 33.7 34.5 35.7 37.0 37.6 38.2 38.8
80 years and older . . . . . . . . . . . 583 34.8 0.15 31.5 32.3 32.8 33.5 34.9 36.0 36.8 37.3 37.9
Non-Hispanic white
20 years and older . . . . . . . . . . . . 3,489 36.6 0.08 33.3 34.2 34.6 35.3 36.6 37.9 38.6 39.2 40.1
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 484 36.8 0.10 33.8 34.5 34.9 35.6 36.7 38.1 38.8 39.3 40.3
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 581 36.9 0.10 33.7 34.5 35.0 35.7 36.8 38.2 38.8 39.4 40.4
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 458 36.8 0.11 33.7 34.4 34.9 35.5 36.7 38.2 38.8 39.4 40.3
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 471 36.9 0.11 33.8 34.5 34.8 35.5 36.8 38.2 39.1 39.6 40.5
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 468 36.3 0.11 32.8 34.0 34.4 35.1 36.4 37.6 38.4 38.8 39.4
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 570 35.6 0.09 32.3 33.1 33.6 34.5 35.7 36.9 37.5 37.8 38.5
80 years and older . . . . . . . . . . . 457 34.7 0.10 31.5 32.3 32.7 33.4 34.8 36.0 36.8 37.2 37.9
Non-Hispanic black
20 years and older . . . . . . . . . . . . 2,411 37.7 0.09 34.2 35.0 35.5 36.2 37.6 39.2 40.0 40.6 41.7
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 604 37.4 0.11 34.2 34.8 35.4 36.2 37.3 38.6 39.5 40.1 41.2
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 625 37.8 0.12 34.2 35.1 35.6 36.2 37.7 39.3 40.3 40.9 41.8
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 429 38.2 0.14 35.1 35.5 36.1 36.8 38.1 39.5 40.2 40.9 42.0
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 258 38.1 0.18 34.8 35.2 35.8 36.5 38.2 39.5 40.3 40.7 41.6
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 272 37.8 0.20 34.0 34.7 35.6 36.4 37.8 39.2 39.9 40.6 42.1
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 155 37.1 0.23 * 34.3 34.6 35.5 37.0 38.9 39.4 39.9 *
80 years and older . . . . . . . . . . . 68 35.9 0.29 * * * 34.6 35.8 37.1 * * *
Mexican American
20 years and older . . . . . . . . . . . . 2,150 36.8 0.07 33.6 34.2 34.6 35.4 36.7 38.0 38.8 39.4 40.2
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 638 36.7 0.10 33.4 34.2 34.6 35.3 36.6 38.0 38.7 39.4 40.1
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 515 37.0 0.12 33.7 34.3 34.8 35.5 36.9 38.2 39.0 39.5 41.0
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 351 37.2 0.13 34.3 34.7 35.4 36.1 37.0 38.3 39.2 39.6 40.4
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 185 36.7 0.17 * 34.2 34.6 35.5 36.6 37.9 38.4 39.2 *
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 303 36.5 0.14 33.7 34.2 34.6 35.3 36.4 37.4 38.4 38.9 39.9
| 91
1
Includes all other race and ethnicity groups not listed separately.
26 No. 249 [ Page 57
Tabla 3.8c. Estructura corporal por ancho del codo. Nhanes III. Personas de 3 a 19Series
años11,
92 |
Table 53. Biacromial breadth in centimeters for persons aged 3 to 19 years and number of examined persons, mean, standard error of the
mean, and selected percentiles, by sex and age: United States, 1988–1994l
Male
3 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 452 22.4 0.12 * 20.5 21.1 21.5 22.3 23.2 23.6 24.0 *
4 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 542 23.7 0.12 21.3 21.9 22.2 22.8 23.7 24.5 25.2 25.4 26.0
5 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 492 25.0 0.14 22.4 23.2 23.4 23.8 25.1 26.0 26.5 26.8 27.3
6 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279 26.3 0.21 * 24.3 24.4 25.0 26.2 27.4 28.1 28.8 *
7 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268 27.6 0.19 * 25.6 25.9 26.5 27.3 28.8 29.2 29.8 *
8 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262 29.0 0.25 * 26.9 27.0 27.3 28.9 29.9 30.9 31.7 *
9 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274 30.5 0.23 * 28.2 28.6 29.3 30.4 31.8 32.4 33.2 *
10 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292 31.2 0.21 * 28.8 29.5 30.1 31.1 32.2 33.1 33.4 *
11 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281 32.6 0.21 * 30.5 30.9 31.6 32.7 33.6 34.3 35.2 *
Female
3 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 529 22.2 0.12 * 20.4 20.8 21.3 22.1 23.1 23.4 23.8 *
4 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 526 23.8 0.18 * 21.9 22.1 22.7 23.6 24.6 25.2 25.9 *
5 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 556 24.9 0.14 * 22.9 23.1 23.7 24.8 26.0 26.5 27.3 *
6 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274 26.1 0.19 * * 24.8 25.2 26.0 26.9 27.7 * *
7 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271 27.2 0.24 * * 25.5 26.2 27.2 28.5 29.3 * *
8 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245 28.8 0.25 * * 26.5 27.3 28.8 30.2 30.5 * *
9 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274 30.2 0.24 * * 28.4 28.7 30.0 31.4 32.1 * *
10 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255 31.1 0.21 * * 29.6 30.1 30.7 32.2 32.9 * *
11 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269 33.0 0.26 * * 30.6 31.6 33.0 34.5 35.1 * *
12 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233 34.1 0.26 * * 31.9 32.8 34.2 35.5 36.2 * *
13 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218 35.5 0.31 * * 33.1 33.9 35.0 36.9 38.1 * *
14 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219 36.0 0.26 * * 34.2 34.5 35.9 37.4 37.8 * *
15 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195 36.3 0.30 * * 34.0 34.6 36.3 37.8 38.8 * *
16 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211 36.7 0.24 * * 34.7 35.3 36.8 38.2 38.5 * *
17 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212 36.7 0.24 * * 34.8 35.8 36.6 37.9 38.6 * *
18 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 36.6 0.28 * * * 35.1 36.7 37.7 * * *
19 years . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186 36.4 0.26 * * * 35.2 36.4 37.7 * * *
Interpretación:
> 200 por ciento Obesidad mórbida
> 130 por ciento Obesidad
110 a 120 por ciento Sobrepeso
80 a 90 por ciento Desnutrición leve
70 a 79 por ciento Desnutrición moderada
< 69 por ciento Desnutrición severa
Interpretación:
85 a 90 por ciento Desnutrición leve
75 a 84 por ciento Desnutrición moderada
< 74 por ciento Desnutrición severa
Interpretación:
Pérdida de peso Significativa Severa
1 semana 1-2 por ciento > a 2 por ciento
1 mes 5 por ciento > 5 por ciento
3 meses 7,5 por ciento > 7,5 por ciento
6 meses 10 por ciento > 10 por ciento
Significado de las mediciones de peso: Blackburn, 197731
Elaboración propia
Tabla 3.12. Clasificación por IMC recomendado por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades
(CDC) de Estados Unidos36
IMC Clasificación
Debajo de 18,5 Bajo peso
18,5-24,9 Normal
25,0-29,9 Sobrepeso
30 o mayor Obeso
Table 42. Mid-upper arm circumference in centimeters for males aged 20 years and older and number of examined persons, mean, standard
error of the mean, and selected percentiles, by race and ethnicity and age: United States, 1988–1994
1
All race and ethnicity groups
20 years and older . . . . . . . . . . . . 7,622 33.0 0.09 27.3 28.5 29.2 30.4 32.8 35.3 36.7 37.6 39.5
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 1,585 32.4 0.14 27.0 27.9 28.7 29.6 32.3 34.6 36.2 37.4 38.9
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 1,435 33.4 0.15 27.9 29.0 29.7 31.0 33.3 35.6 37.0 38.2 39.9
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 1,178 33.7 0.15 28.3 29.5 30.2 31.2 33.3 35.7 37.5 38.4 40.8
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 824 33.7 0.18 27.9 29.2 30.0 31.1 33.7 35.6 37.2 37.9 39.3
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 1,126 32.8 0.15 26.8 28.4 29.2 30.6 32.7 35.2 36.2 37.0 37.8
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 832 31.5 0.17 26.5 27.5 28.2 29.3 31.3 33.4 35.1 36.1 37.3
80 years and older . . . . . . . . . . . 642 29.5 0.19 23.5 25.5 26.2 27.3 29.5 31.5 32.6 33.3 35.3
Non-Hispanic white
20 years and older . . . . . . . . . . . . 3,159 33.1 0.11 27.5 28.6 29.4 30.6 33.0 35.3 36.7 37.6 39.3
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 386 32.5 0.20 27.2 28.2 28.8 29.7 32.6 34.6 36.1 37.1 38.7
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 444 33.6 0.19 27.9 29.1 29.9 31.2 33.5 35.7 37.1 38.2 39.9
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 417 33.9 0.19 29.0 29.8 30.5 31.4 33.3 35.7 37.5 38.2 41.1
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 406 33.7 0.19 27.9 29.4 30.1 31.1 33.7 35.8 37.2 38.0 39.3
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 487 32.9 0.16 27.1 28.6 29.4 30.9 33.0 35.2 36.2 37.0 37.8
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 502 31.6 0.16 26.5 27.5 28.3 29.4 31.3 33.5 35.2 36.1 37.2
80 years and older . . . . . . . . . . . 517 29.5 0.16 23.6 25.5 26.3 27.3 29.5 31.5 32.6 33.2 35.1
Non-Hispanic black
20 years and older . . . . . . . . . . . . 2,008 33.6 0.12 26.9 28.5 29.4 30.6 33.2 36.2 37.9 39.2 41.5
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 473 33.7 0.23 27.5 28.4 29.4 30.4 33.0 36.5 38.3 39.8 41.9
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 480 33.9 0.21 27.9 29.1 29.8 30.8 33.3 36.4 38.1 39.9 42.0
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 344 33.9 0.23 27.2 29.1 30.0 31.2 33.8 36.2 37.6 39.2 40.9
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 207 33.9 0.35 26.5 28.0 29.2 31.0 33.8 36.4 38.0 39.2 41.3
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 282 32.9 0.28 25.9 26.7 28.6 30.2 32.8 35.8 37.8 38.6 39.9
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 172 31.9 0.33 * 26.8 27.9 29.3 31.6 34.2 36.0 36.8 *
80 years and older . . . . . . . . . . . 50 30.0 0.65 * * * 27.6 30.0 32.2 * * *
Mexican American
20 years and older . . . . . . . . . . . . 2,180 32.5 0.12 27.0 28.1 29.0 30.2 32.3 34.6 36.1 37.1 38.5
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 655 31.7 0.16 26.7 27.5 28.3 29.4 31.4 33.7 35.1 36.2 38.0
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 457 33.0 0.20 27.3 28.6 29.5 30.6 33.1 35.1 36.5 37.5 39.4
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 371 33.7 0.21 28.7 29.9 30.4 31.3 33.5 36.1 37.1 37.8 39.2
50–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 169 33.5 0.30 * 29.9 30.0 31.2 33.3 35.1 36.6 37.4 *
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 325 31.9 0.21 27.4 27.7 28.4 29.4 31.9 34.0 35.4 36.4 37.2
| 101
Includes all other race and ethnicity groups not listed separately.
26
Tabla 3.14b. Valores referencia NHANeS III. Circunferencia media del brazo (mujeres)
Series 11, No. 249 [ Page 47
102 |
Table 43. Mid-upper arm circumference in centimeters for females aged 20 years and older and number of examined persons, mean,
standard error of the mean, and selected percentiles, by race and ethnicity and age: United States, 1988–1994
Non-Hispanic white
20 years and older . . . . . . . . . . . . 3,595 30.4 0.13 24.0 25.0 25.7 27.0 29.6 33.3 35.4 37.0 39.5
Non-Hispanic black
20 years and older . . . . . . . . . . . . 2,347 32.5 0.14 24.4 25.6 26.7 28.2 31.8 35.8 38.4 40.1 42.6
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 548 30.3 0.24 23.4 24.5 25.2 26.8 29.5 33.1 35.2 37.3 39.8
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 593 32.4 0.26 24.7 25.8 26.7 28.2 31.6 35.8 38.4 40.1 42.2
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 426 34.0 0.33 26.0 27.1 27.9 29.8 33.1 37.5 39.6 42.1 44.4
60–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 261 34.1 0.41 25.2 26.3 27.8 30.1 34.2 37.9 40.0 41.1 44.3
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 280 34.0 0.39 25.4 27.5 28.7 30.1 33.6 37.1 39.5 41.0 42.9
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 161 32.8 0.51 * 26.3 27.5 29.4 32.1 36.2 37.8 40.7 *
80 years and older . . . . . . . . . . . 78 28.9 0.63 * * 23.5 24.9 29.1 32.9 34.1 * *
Mexican American
20 years and older . . . . . . . . . . . . 2,048 31.5 0.17 24.3 25.8 26.6 28.0 31.0 34.4 36.2 37.8 40.5
20–29 years . . . . . . . . . . . . . . . 559 29.7 0.24 23.6 24.3 25.2 26.5 29.0 32.4 34.7 35.8 37.9
30–39 years . . . . . . . . . . . . . . . 481 31.9 0.27 25.2 26.3 26.9 28.5 31.2 35.1 36.8 38.5 41.4
40–49 years . . . . . . . . . . . . . . . 348 33.1 0.29 27.0 27.9 28.9 29.9 32.9 35.5 37.2 38.8 41.3
60–59 years . . . . . . . . . . . . . . . 185 32.9 0.41 * 28.0 28.5 30.0 32.5 35.5 36.7 38.3 *
60–69 years . . . . . . . . . . . . . . . 309 32.8 0.34 26.2 27.8 28.1 29.4 32.3 35.4 37.0 38.6 43.4
70–79 years . . . . . . . . . . . . . . . 115 30.5 0.62 * * 25.5 26.2 29.9 33.4 37.2 * *
80 years and older . . . . . . . . . . . 51 27.2 0.75 * * * 23.1 27.2 30.1 * * *
H: hombres. M: mujeres
Hombres Mujeres
Caucásicos > 94 cm > 80 cm
Asiáticos del sur, chinos y japoneses > 90 cm > 80 cm
4.2.6. Pliegues
La medición de los pliegues cutáneos se utiliza cuando se desea conocer con mayor
exactitud la composición corporal, más específicamente la grasa corporal. Esta
técnica se basa en el hecho de que existe una proporción constante entre la grasa
corporal total y la grasa subcutánea.
Los pliegues cutáneos se utilizan para estimar la reserva calórica. Son indicadores
de masa grasa. Existen diferencias en la distribución de grasa según el género,
la edad o la raza, y por ello resulta más representativo tomar los pliegues en va-
rios sitios. Para la toma de pliegues se utiliza el cáliper, calibre o plicómetro. La
edición no es válida en pacientes con anasarca o con edemas en los miembros
superiores.
¡ Los brazos deben estar colgando relajados a ambos lados del cuerpo.
¡ Medir la distancia entre el acromión de la escápula (en la parte de atrás del
hombro) y el olécranon del cúbito (la punta del codo). Determinar el punto
medio entre estos dos puntos y marcarlo (figura 3.11).
¡ Aproximadamente a un centímetro arriba de la marca del punto medio, presionar
entre sus dedos verticalmente y pellizcar la piel y el tejido celular subcutáneo.
Tenga seguridad de estar tomando solo piel y grasa, no músculo. Si tiene dudas,
ordene a la persona contraer los músculos del brazo. Si incluyó músculo en su
Punto de medición
Punto de medición
Punto de medición
Punto de medición
Punto de medición
Cresta ilíaca
Área grasa del brazo a partir de circunferencia media del brazo (CMB) y pliegue tricipital (PT):
AGB (cm²) = CMB × PT − 3,14 × (PT)
2 4
Interpretación de las mediciones de pliegues:
a. Comparación con un valor estándar donde se establece el porcentaje de la medición realizada con
respecto al estándar.
Porcentaje del estándar = Medición obtenida × 100
Estándar
n Los porcentajes menores al estándar deben ser interpretados como un déficit:
Déficit leve (> 90 por ciento), moderado (60 a 90 por ciento) o severo (< 60 por ciento)
n Valores del 120 por ciento son considerados obesidad.
b. Comparación con percentilos (P)
n Valores por debajo del P5 indican depleción.
n Valores entre el P5 y P15 indican riesgo de desnutrición.
n Valores por arriba del P85 indican riesgo de obesidad.
Circunferencia muscular media del brazo (CMMB) = CMB (cm) − 3,14 × PT (cm)
Área muscular del brazo: AMB
AMB (cm) = [ CMB(cm) − 3,14 PT(cm) ]² π = 3,14
4 × 3,14
Área muscular del brazo (AMB) (sin hueso):
n Mujeres (cm²):
AMB (cm²) = [ CMB(cm) − 3,14 PCT(cm) ]² − 6,5 cm²
4π
n Hombres (cm²):
AMB (cm²) = [ CMB(cm) − 3,14 PCT(cm) ]² − 10 cm²
4 π
Interpretación de estas mediciones: se calcula el porcentaje con respecto a un estándar
Medición obtenida
Porcentaje del estándar = × 100
estándar
Un porcentaje menor al estándar se interpreta como depleción leve, moderada o severa; leve > 90 por
ciento, moderada 60 a 90 por ciento y severa < 60 por ciento (ver tabla)
Varones Mujeres
EDAD 17-29 30-39 40-49 50+ 16-29 30-39 40-49 50+
Pliegue (mm)
20 8,1 12,2 12,2 12,6 14,1 17,0 19,8 21,4
30 12,9 16,2 17,7 18,6 19,5 21,8 24,5 26,6
40 16,4 19,2 21,4 22,9 23,4 25,5 8,2 30,3
50 19,0 21,5 24,6 26,5 26,5 28,2 31,0 33,4
60 21,2 23,5 27,1 29,2 29,1 30,6 33,2 35,7
70 23,1 25,1 29,3 31,6 31,2 32,5 35,0 37,7
80 24,8 26,6 31,2 33,8 35,1 34,3 36,7 39,6
90 26,2 27,8 33,0 35,8 34,8 35,8 38,3 41,2
100 27,6 29,0 34,4 37,4 36,4 37,2 39,7 42,6
110 28,8 30,1 35,8 39,0 37,8 38,6 41,0 42,9
120 30,0 31,1 37,0 40,4 39,0 39,6 42,0 45,1
130 31,0 31,9 38,2 41,8 40,2 40,6 43,0 46,2
140 32,0 32,7 39,2 43,0 41,3 41,6 44,0 47,2
150 32,9 33,5 40,2 44,1 42,3 42,6 45,0 48,0
160 33,7 34,3 41,2 45,1 43,3 43,6 45,8 49,2
170 34,5 34,8 42,0 46,1 44,1 44,4 46,6 50,0
Signos en la lengua
Atrofia de papilas La lengua está lisa, pálida y resbalosa, las Descartar anemia no nutricio-
papilas gustativas están atrofiadas nal. Considerar déficit de fola-
tos, riboflavina, hierro y vitami-
na B12
Lengua magenta La lengua se vuelve carnosa y color púrpura Déficit de riboflavina
Lengua escarlata Déficit de ácido nicotínico
Fisuras Hendiduras en la superficie lingual, falta de Deficiencia de niacina
papilas gustativas en los bordes y fondo de las
hendiduras. Indican una rotura definitiva del
epitelio
Signos en el cabello
Fino, debilitado, Deficiencia de proteína, biotina,
quebradizo zinc. Exceso de vitamina A
Signo de bandera, El brillo del cabello es alternante, en bandas Deficiencia de proteínas y
despigmentación cobre
transversa
Alopecia Deficiencia de biotina
Exceso vitamina A
Elaboración propia
Elaboración propia
Elaboración propia
Elaboración propia
MMAE (kg) = 0,107 (peso en kg) + 0,251 (altura rodilla en cm) + 0,197 (circunferencia pantorrilla en cm
+ 0,047 (dinamometría en kg) − 0,034 (circunferencia cadera en cm) + 3,417 (sexo hombre) − 0,020
(edad en años) − 7,646
Cada uno de estos factores confundidores debe evaluarse en cada prueba; en algu-
nos casos, al conocerlos es posible controlarlos.
Atómico o
Molecular Celular Tisular Global
elemental
H Agua Músculo esquelético
Líquidos extracelulares Masa grasa
C Proteínas Órganos y sistemas celulares
Glucógeno Residual
O Sólidos extracelulares
Minerales Esqueleto Masa libre
de grasas
Cl/Na/P
Lípidos Células Tejido adiposo
Ca/N/K
Masa corporal (kg) = grasa + agua + proteínas + glucógeno + minerales óseos + minerales no óseos
Estas características permitirán, entre otras cosas, generar bases de datos mundiales
en un mismo lenguaje metodológico, hecho de gran utilidad para la propagación
de información confiable.
La composición de los compartimentos corporales estándar se detalla en la tabla
3.21.
Los métodos de evaluación de la composición corporal disponibles en la práctica
clínica son (tabla 3.22a y 3.22b):
Hombre Mujer
Componente
Kg Porcentaje Kg Porcentaje
Peso 70 100 58 100
Agua corporal total 42 60,00 29 50,00
Agua extracelular 18,2 26,00 11,6 20,00
Agua intracelular 23,8 34,00 17,4 30,00
Masa magra 56,5 80,71 42 72,41
Masa muscular 26,2 37,43 19 32,76
Tejido conectivo 5,05 7,21 4,1 7,07
Hueso 10 14,29 7,7 13,28
Cartílago 2,5 3,57 2 3,45
Tendones y fascias 0,85 1,21 0,7 1,21
Piel 2,6 3,71 1,79 3,09
Masa grasa 13,5 19,29 16 27,59
Grasa no esencial 12 17,14 15 25,86
Grasa esencial 1,5 2,14 1 1,72
Tejido adiposo subcutáneo 7,5 10,71 13 22,41
Tejido adiposo intersticial 1 1,43 0,7 1,21
Adaptación
Adaptación
DEXA* TAC**
Ventajas Método de referencia en la práctica
n n Evaluación de MLG y MG regional
clínica n Integración en el estudio rutina du-
Reproducible
n rante el seguimiento en pacientes
No invasivo
n con cáncer
Adaptación
MLG: masa libre de grasa no ósea. MG: masa grasa.
* DEXA: Absorciometría de rayos X con doble energía. ** TAC: Tomografía axial computarizada.
4.5.3.1. Técnica
Paciente en decúbito supino sobre una superficie no conductora, sin zapatos ni
medias.
Los electrodos se colocan luego de preparar la piel con alcohol. Los estimuladores
se ubican en posición medial de las superficies dorsales de las manos y de los pies,
próximas a las articulaciones metacarpo y metatarsofalángicas.
Condiciones ideales para realizar el estudio:
6. Conclusiones
La valoración nutricional debe constituirse en la herramienta principal del nutricio-
nista en la práctica clínica para desarrollar intervenciones adecuadas, optimizando los
recursos disponibles. La metodología de evaluación más adecuada depende de:
Predecir evolución
Elaboración propia
7. Bibliografía
1. Latham MC. Evaluación, análisis y seguimiento de la nutrición. En: Nutrición
humana en el mundo en desarrollo. Roma: FAO; 2002. p. 323-44. (Alimenta-
ción y nutrición; vol. 29).
2. Escudero P. Leyes de la alimentación. Buenos Aires: Instituto Nacional de Nutri-
ción; 1938. (Trabajos y publicaciones del Instituto Nacional de Nutrición; vol. 2).
3. Macias MA, Quintero SL, Camacho RE, Sánchez SJ. La tridimensionalidad
del concepto de nutrición: su relación con la educación para la salud. Rev Chil
Nutr. 2009;36(4):1129-35.
4. Cánepa G, Canicoba M. Documentación sobre información nutricional en la
historia clínica [Internet]. AANEP; 2011 [citado 25 de noviembre de 2016].
Disponible en: http://www.aanep.org.ar/docs/profesionales/MARISA-HC-
FINAL-GT-EVALUACION-NUTRICIONAL-2.pdf
5. Gibson RS. Principles of nutritional assessment. 2da ed. New York: Oxford
University Press; 2005. 928 p.
25. Novascone MA, Smith EP. Frame size estimation: a comparative analysis of
methods based on height, wrist circumference, and elbow breadth. J Am Diet
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26. McDowell MA, Fryar CD, Ogden CL. Anthropometric reference data for
children and adults: United States, 1988-1994. Vital Health Stat 11. 2009;
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27. Robinson JD, Lupkiewicz SM, Palenik L, Lopez LM, Ariet M. Determina-
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1983;40(6):1016-9.
28. Shah B, Sucher K, Hollenbeck CB. Comparison of ideal body weight equa-
tions and published height-weight tables with body mass index tables for heal-
thy adults in the United States. Nutr Clin Pract. 2006;21(3):312-9.
1. Introducción
La desnutrición es una situación provocada por consumo insuficiente
de nutrientes, aumento de las pérdidas y/o de los requerimientos. Se asocia con
peor evolución y retraso en la curación con un aumento de la morbimortalidad y
con un incremento en la duración de la estadía hospitalaria y en los costos en salud1.
Las causas del deterioro nutricional en el hospital son múltiples. Algunos autores2, 3
consideran que la pérdida de peso, junto con niveles bajos de albúmina sérica, son
predictores de mayor riesgo o de mayores dificultades durante la evolución. Otros
factores —como la edad, la presencia de una enfermedad de base, el tratamiento
con determinados fármacos y la disminución en la ingesta dietética— son compo-
nentes que sin duda deben ser valorados. Otro elemento causal es la propia estadía
hospitalaria.
Por otro lado, existe por lo general insuficiente conocimiento e interés del personal
sanitario sobre el EN de los enfermos. Todo esto, sumado a la falta de consenso
y/o carencia de una herramienta de tamizaje nutricional universalmente aceptada,
explica que la prevalencia de desnutrición intrahospitalaria sea hoy equiparable a la
detectada hace más de 50 años4, 5.
En la práctica clínica, para identificar a los pacientes desnutridos y/o con mayor
riesgo de sufrir complicaciones de su enfermedad o de su tratamiento, se debe rea-
lizar una VEN precoz.
Esto permite no solo diagnosticar diferentes grados de desnutrición, sino también
distinguir entre pacientes que necesitan terapia nutricional y aquellos que no la
precisan. Podemos encuadrar al tamizaje nutricional como una estrategia de prio-
rización que busque determinar la importancia y/o la urgencia de la intervención
nutricional.
3. Tamizaje nutricional
El significado de tamizaje es «examinar con el fin de hacer una separación entre
diferentes grupos». Aspen9 lo define como «un proceso para identificar individuos
desnutridos o que están en riesgo de desnutrición para determinar si está indicada
una VEN más exahustiva».
En Estados Unidos, la Junta de Acreditación en Salud ( Joint Comission) indica la
realización del tamizaje nutricional dentro de 24 horas de la admisión hospitalaria.
Tiene el objetivo de identificar a los pacientes que presentan características asocia-
das a complicaciones relacionadas con la nutrición.
Esto nos permite identificar a los pacientes malnutridos o en riesgo de estarlo, a los
que se le deberá realizar una VEN más completa que permita establecer mejor el
riesgo del paciente y la necesidad de algún tipo de tratamiento nutricional.
Para planificar una estrategia, en primer término se deben identificar los factores
de riesgo de malnutrición (MN), que son aquellas situaciones o características del
individuo que pueden predisponer al deterioro nutricional. Pueden incluirse enfer-
medades agudas o crónicas, inadecuada ingesta de alimentos, pobreza, dependen-
cia, discapacidad, uso de medicación crónica, inadecuada utilización de nutrientes,
alteraciones metabólicas, etc.
El propósito es predecir la probabilidad de una mejor o peor evolución (en tér-
minos de estado físico, tiempo de convalecencia, número y severidad de complica-
ciones y gastos sanitarios) debida a factores nutricionales y la posibilidad de que el
tratamiento nutricional correcto pueda mejorarla.
Se han desarrollado muchas herramientas para tratar de identificar a los pacientes
en riesgo nutricional y permitir un tratamiento precoz. Aún se sigue trabajando en
n Muy sensibles
n Específicos
n Prácticos (fáciles de comprender y aplicar incluso por personas sin experiencia y aceptables para
los pacientes)
n Seguros
n Bajo costo de aplicación
n Reproducibles
n Basados en la evidencia
Las herramientas deben estar validadas para detectar pacientes desnutridos, pero
sobre todo para detectar aquellos con mayor probabilidad de presentar complica-
ciones relacionadas con la MN y que se beneficiarían de un tratamiento nutricional.
No obstante, muchas de estas herramientas se han desarrollado sin criterios meto-
dológicos claros y con una inadecuada valoración de su efectividad y pocos estudios
muestran que los pacientes identificados por estos métodos son realmente los que
pueden beneficiarse del tratamiento nutricional12.
Según Kondrup (2002)10, el tamizaje debe estar siempre unido a un plan de acción
según los resultados obtenidos, que nos permita disminuir el riesgo detectado.
Las herramientas suelen utilizar un formato de cuestionario para examinar fac-
tores conocidos que dan lugar o están asociados con la MN. Estas tienen que ser
aceptadas, es decir, ser simples de administrar por el personal y tolerables para
los pacientes. Asimismo, deben cumplir los criterios de fiabilidad, validez, sen-
sibilidad y especificidad antes de la administración generalizada para poder ser
recomendadas.
En la revisión publicada por Jones (2002)12 se realiza la valoración crítica de 44
herramientas de tamizaje y VEN en relación con los detalles de su aplicación, de-
sarrollo y evaluación. Con respecto a la aplicación, las herramientas deben publi-
carse con información suficiente para permitir el uso correcto: población objetivo,
variables de resultado, el momento de realización y quien debe administrarla. El
«Si una herramienta va a ser utilizada, debería haber alguna evidencia de sus pruebas de validez
y confiabilidad».
La elección del instrumento depende de las razones para su uso y del grupo de pa-
cientes a evaluar. Cuando se elige una herramienta para su uso en la práctica clínica,
las cuestiones de validez, confiabilidad, especificidad, sensibilidad y aceptación
se deben considerar cuidadosamente.
Según Felanpe16, una herramienta eficiente debe tener las siguientes características:
1. Cambios del peso corporal: es la pérdida de peso en los seis meses previos,
expresados tanto en kilogramos como en pérdida proporcional. Consideran:
Los pacientes que han tenido una pérdida de peso importante, pero que han tenido
una reciente estabilización o aumento de peso se consideran bien nutridos.
2. Cambios en los hábitos alimentarios: evalúa la ingesta alimentaria en
relación con el patrón habitual del paciente. Los pacientes se clasifican primero
como con ingesta normal o anormal. Luego se observa la duración y el grado
de consumo anormal (ayuno, líquidos hipocalóricos, la dieta líquida completa,
dieta sólida subóptima).
3. Síntomas gastrointestinales: considera la presencia de importantes sínto-
mas gastrointestinales (anorexia, náuseas, vómitos, diarrea). Se considera signi-
ficativo si estos síntomas persisten prácticamente a diario durante un periodo
¡ VGS (A): Normal: incluye a pacientes con menos del 5 por ciento de pérdida
de peso o más del 5 por ciento pero con reciente ganancia y mejoría del apetito.
¡ VGS (B): Sospecha de desnutrición o desnutrición moderada: si hay
al menos una pérdida de peso del 5 por ciento en las últimas semanas antes de la
admisión sin ganancia o estabilización de peso, reducción definitiva en la ingesta
alimentaria y pérdida leve del tejido subcutáneo.
Si el paciente tiene un reciente aumento de peso que no se deba a la retención
de líquido, debe asignarse una clasificación A, incluso si la pérdida neta fue de
A. Historia:
1. Cambios en el peso:
Pérdida en los últimos 6 meses ......................... kg - porcentaje de la pérdida ............
Cambios en la última semana ......................... Aumentó
......................... Sin cambio
......................... Disminuyó
2. Cambios en la ingesta dietética (rela- Sin cambios: ......................
cionadas con el consumo normal) Cambió: .............................. Duración: ......... semanas
Tipo Dieta licuada:....................... Dieta líquida: ..................
Líquidos hipocalóricos: .................. Ayuno: ..................
3. Síntomas gastrointestinales (que Ninguno: ....................... Náuseas: .......................
perduren más de dos semanas) Vómitos: ........................ Diarrea: .........................
Anorexia: ......................
4. Capacidad funcional Sin disfunción (capacidad completa): ......................
Disfunción: ............ Duración: .............. semanas
Tipo: Trabajo limitado: ...............
Ambulatorio: ............................
En cama: .................................
5. Enfermedad y su relación con los Diagnóstico primario (especifico): .......................................
requerimientos nutricionales Demandas metabólicas (estrés):
n Sin estrés: ........................
n Bajo estrés: ......................
n Estrés moderado: ..............
n Estrés alto: .........................
B. Examen físico:
Pérdida de grasa subcutánea:...... (tríceps, tórax)
0: normal
Pérdida de masa muscular: ......... (cuadriceps, deltoides)
1: leve
Edema maleolar:...........................
2: moderado
Edema sacro:..................................
3: severo
Ascitis:............................................
C. Clasificación:
...... A: Normal
...... B: Moderadamente desnutrido o sospecha de desnutrición
...... C: Severamente desnutrido
Su gran utilidad se debe a que además incluye estrategias que permiten la elabora-
ción de un plan de acción nutricional según los resultados obtenidos.
Si bien fue desarrollado inicialmente para su uso en la comunidad, puede utilizarse
también en el hospital y en pacientes institucionalizados; por lo tanto, puede ser
aplicado a todos los pacientes adultos en cualquier nivel de asistencia. Ha sido va-
lidado frente a otras herramientas en hospitales. Puede ser aplicado por cualquier
profesional involucrado en el tratamiento de los enfermos. En la comunidad, este
índice predice la frecuencia de admisión en el hospital, las visitas al médico general
y pone de manifiesto el beneficio de la intervención nutricional en la evolución de
los pacientes (figura 4.1)24.
¡ NRS 2002
Completar sí o no: toda respuesta afirmativa es considerada como paciente en
riesgo:
Gravedad de la enfermedad
Estado nutricional
(incrementa los requerimientos)
Normal Normal Ausente Requerimientos nutricionales
Puntaje 0 Puntaje 0 normales
Desnutrición Pérdida de peso > 5 por ciento en los Leve Fractura de cadera, pacien-
leve últimos tres meses o ingesta inferior a Puntaje 1 tes crónicos, complicaciones
Puntaje 1 50 a 75 por ciento en la última semana agudas de cirrosis, EPOC, he-
modiálisis, diabetes, enfermos
oncológicos
Desnutrición Pérdida de peso > 5 por ciento en los Moderada Cirugía mayor abdominal, ac-
moderada últimos dos meses o IMC 18,5-20,5 Puntaje 2 cidente cerebrovascular (ACV),
Puntaje 2 más estado general deteriorado o in- neumonía grave y tumores he-
gesta entre 25 y 60 por ciento de los matológicos
requerimientos en la última semana
Desnutrición Pérdida de peso mayor del 5 por ciento Grave Traumatismo craneoencefálico,
grave en un mes (> 15 por ciento en 3 meses) Puntaje 3 trasplante medular,
Puntaje 3 o IMC < 18,5 más estado general dete- Pacientes en cuidados intensi-
riorado o ingesta de 0 a 25 por ciento vos (APACHE > 10)
de los requerimientos normales la se-
mana previa
Puntaje + Puntaje = Puntaje total
Edad: si el paciente es > 70 años, sumar 1 al puntaje obtenido = puntaje ajustado por la edad.
Si el puntaje es > 3, el paciente está en riesgo de malnutrición y es necesario iniciar soporte nutricional.
Si el puntaje es < 3, es necesario revaluar semanalmente. Si el paciente va a ser sometido a cirugía mayor,
iniciar soporte nutricional perioperatorio.
Nota: Prototipos para clasificar la gravedad de la enfermedad:
Puntaje 1: paciente con enfermedad crónica ingresado en el hospital debido a complicaciones. El paciente
está débil pero no en cama. Los requerimientos proteicos están incrementados, pero pueden ser cubiertos
mediante la dieta oral o suplementos.
Puntaje 2: paciente en cama debido a la enfermedad, por ejemplo, cirugía mayor abdominal. Los
requerimientos proteicos están incrementados notablemente pero pueden ser cubiertos, aunque la
nutrición artificial se requiere en muchos casos.
Puntaje 3: paciente en cuidados intensivos, con ventilación mecánica, etc. Los requerimientos proteicos
están incrementados y no pueden ser cubiertos a pesar del uso de nutrición artificial. El catabolismo
proteico y las pérdidas de nitrógeno pueden ser atenuados en forma significativa.
El criterio para el desarrollo de esta herramienta fue que tenía que ser útil para una
población heterogénea de pacientes adultos. Cuando se compara con la VGS, tiene
una fuerte predicción del estado de nutrición. El MST se comparó con parámetros
nutricionales objetivos (el IMC, circunferencia muscular del brazo, la fuerza de
Tabla 4.5. Cuestionario de evaluación nutricional (EN) corto (SNAQ) para pacientes hospitalizados29
Tabla 4.6. Cuestionario de EN corto para la comunidad en mayores de 65 años (SNAQ 65+)34
4.7. MNA-SF
La correlación entre el MNA y su forma abreviada (MNA-SF) es alta (r = 969).
Se utilizó una puntuación de 10 o menos (de un total de 14) en el MNA-SF para
indicar posible desnutrición y un puntaje de 11 o más para indicar «buen estado
nutricional». En la muestra original, todas las personas identificadas por el MNA
como «desnutridos» (puntuación MNA <17) y todas menos dos personas «en ries-
go» (puntuación MNA de 17-23) se han detectado en el MNA-SF como «desnu-
tridas» (sensibilidad = 97,9 por ciento; la especificidad = 100 por ciento; precisión
diagnóstica = 98,7 por ciento).
De esta manera, se ha acortado el tiempo del MNA y preservado su exactitud. El
MNA-SF tiene seis preguntas en lugar de 18, elimina los elementos subjetivos,
y puede administrarse en aproximadamente tres minutos. Aunque la altura y el
peso implican tiempo y entrenamiento, especialmente en los pacientes en cama
o amputados, son medidas relativamente fáciles de obtener y están generalmente
disponibles en los registros de los pacientes (tabla 4.8).
Los datos presentados sugieren que el tamizaje nutricional se puede realizar de ma-
nera eficiente y eficaz utilizando el MNA-SF en un proceso de selección realizado
en dos fases: la primera consiste en completar la forma corta y, si se detecta riesgo
de desnutrición (puntuación ≤ 11), se completa todo el cuestionario.
5. Índices pronósticos
Se han desarrollado ecuaciones mediante el uso de mediciones objetivas del EN, con
el propósito de mejorar los parámetros individuales de sensibilidad y especificidad.
Generalmente, los índices pronósticos son utilizados a nivel hospitalario. Son ecua-
ciones matemáticas que relacionan diferentes parámetros nutricionales, bioquímicos
o funcionales, que establecen niveles de riesgo o pronóstico de MN. Fueron desa-
rrollados para valorar el riesgo quirúrgico de presentar complicaciones (tabla 4.9).
Paso 1: diagnóstico
¿Tiene el niño un diagnóstico con consecuencias nutricionales? Puntuación
Sin duda alguna 3
Posiblemente 2
No 0
Paso 2: aporte nutricional
¿Cuál es el aporte nutricional del niño? Puntuación
Ninguno 3
Ha disminuído recientemente o es deficiente 2
Sin cambios recientes y adecuado 0
Paso 3: peso y talla
Consultar tablas de crecimiento o tablas de consulta rápida de percentiles* Puntuación
> 3 percentiles / ≥ 3 columnas de diferencia (o peso < percentil 2) 3
> 2 percentiles / 2 columnas de diferencia 1
0-1 percentiles / 0-1 columnas 0
Paso 4: riesgo global de desnutrición
Suma de las puntuaciones de los pasos 1 a 3 Puntuación
Riesgo elevado ≥4
Riesgo intermedio 2-3
Riesgo bajo 0-1
Paso 5: plan asistencial
Riesgo elevado n Adopción de medidas
n Derivación a personal especializado en nutrición
n Control según el tipo de plan asistencial
Riesgo intermedio n Control del aporte nutricional durante tres días
n Repetición del STAMP a los tres días
n Modificación del plan asistencial según proceda
Riesgo bajo n Continuar asistencia habitual
n Repetición del STAMP semanalmente durante el ingreso
n Modificación del plan asistencial según proceda
* Como en España no utilizan las tablas UK 90 validaron la herramienta teniendo en cuenta datos de población
española de referencia considerando los siguientes percentilos:
Percentil peso/talla < 3: 3 puntos | Percentil peso/talla 3-25: 1 punto | Percentil peso/talla > 25: 0 puntos
7. Conclusiones
¡ La aplicación de procesos sistemáticos de detección de riesgo nutricional es
esencial para poder realizar una intervención oportuna, tanto desde el punto de
vista clínico como de gestión.
¡ Una herramienta de tamizaje se deberá seleccionar considerando su confiabili-
dad y valorando su aplicabilidad, lo que significa que se pueda reproducir según
cómo fue diseñada y según la población para la cual fue validada. Es necesario
entrenar adecuadamente a quienes aplicarán la herramienta y trazar las rutas de
acción a partir de los resultados obtenidos.
¡ La clasificación por riesgo a toda la población asistida no debe faltar en la prác-
tica profesional responsable.
8. Bibliografía
1. Correia MITD, Waitzberg DL. The impact of malnutrition on morbidity,
mortality, length of hospital stay and costs evaluated through a multivariate
model analysis. Clin Nutr. 2003;22(3):235-9.
2. Kondrup J, Johansen N, Plum LM, Bak L, Larsen IH, Martinsen A, et al. Inci-
dence of nutritional risk and causes of inadequate nutritional care in hospitals.
Clin Nutr. 2002;21(6):461-8.
1. Introducción
El control de la ingesta dietética implica disponer de herramientas
que permitan determinar con la mayor precisión posible sus características cuan-
titativas y cualitativas. La valoración de la ingesta de energía y nutrientes permite
establecer asociaciones entre la dieta y variables como edad, sexo, marcadores bio-
químicos, estado de salud o presencia de enfermedad. Forma parte obligada de la
valoración del estado nutricional1.
El patrón oro para la determinación de las características nutricionales de la ingesta
es el análisis químico directo, aunque se trata de una metodología reservada a técnicas
de investigación por su elevado costo y el tiempo prolongado que conlleva su reali-
zación. Por este motivo, se han desarrollado las tablas de composición de alimentos,
que permiten estimar la ingesta de nutrientes en un ámbito geográfico determinado
de una forma más rápida, económica y sencilla. La valoración del consumo individual
o colectivo se realiza a través de encuestas alimentarias que, tras su análisis con tablas
de composición de alimentos, nos permiten estimar la ingesta de nutrientes.
Figura 5.1. Modelo de valoración de la ingesta del programa Nutrition Day (Espen)6
Hoja del paciente 3b Paciente número5 ¨¨ Iniciales4 ¨¨¨¨ Unidad3 ¨¨¨¨ Fecha1 __/__/____
Por favor, marque un círculo para indicar cuánto de la comida ha comido y bebido (fíjese en el ejemplo).
!
No puedo comer sin ayuda.
Tenía una prueba diagnóstica o tenía que
ir al quirófano y me quedé sin comer.
2 1 He pedido una porción más pequeña.
Por favor, indique una comida29 No comí todo porque (por favor, señale la res-
Número puesta correcta):
Todo ½ ¼ Nada
(bebidas No tenía apetito.
en la comida
Tenía náuseas o vómitos.
seleccionada)
No puedo comer sin ayuda.
Tenía una prueba diagnóstica o tenía que
ir al quirófano y me quedé sin comer.
Bebidas He pedido una porción más pequeña.
Estaba cansado.
Suplementos Esta comida fue Almuerzo Cena Normalmente como menos.
30
No me gustaba el sabor.
¿Qué tipo
¿Su apetito está normal hoy? Sí No
de bebidas
consume En caso la respuesta sea no8:
usted?10 No tengo hambre. Tengo problemas con la masticación y la deglución.
Tengo náuseas. Otros (por favor, describa).
Agua
Leche ¿Come usted otros alimentos aparte de la comida del hospital? Sí No
Zumos o En caso la respuesta sea sí, ¿qué cosas come usted?
jugos Galletas Fruta Bocadillos Productos lácteos
Té o café Su plato preferido Dulces Zumos/jugos Otros (por favor, describa)
Refrescos
Hiesmayr/Schlinder (ESPENAKE Austria) Nutrition Day Worldwide - a cross sectional multinational audit_v_20
Cada exponente corresponde a los números de las explicaciones.
¡ Por pesada: el individuo realiza el registro de la ingesta tras pesar todos los
alimentos que constituyen su plato y los deperdicios tras finalizar esta, para ob-
tener realmente la cantidad de alimento consumido en cada comida. [Peso ra-
ción servida (g) - peso desbarasado (g)]. La valoración nutricional de la ingesta
se realizará con tablas de composición de alimentos o con análisis químico.
¡ Por estimación: las ingestas se anotan con medidas preestablecidas (vaso
grande, pequeño, plato hondo, plato llano, cucharada, cucharadita, etc.). Se pue-
den emplear álbumes fotográficos en el entrenamiento del individuo para que
este pueda especificar de forma más adecuada el tamaño de ración de alimen-
to ingerido. Ofrece una información cualitativa y cuantitativa más profunda
que las anteriores. Recoge adecuadamente la variabilidad intrapersonal, pero
implica un sesgo de intervención por observación. Este sistema que está vali-
dado frente al registro por pesada (diferencias entre 2-5 por ciento) es mucho
más sencillo desde el punto de vista técnico y con menor costo de realización.
También puede iniciarse con un recordatorio de 24 horas previas al registro
prospectivo. La valoración de nutrición de la ingesta se realizará con tablas de
composición de alimentos.
¡ Mixto: método en el que se combina la estimación de las cantidades con la
pesada directa de algunos alimentos
Pregunta Valoración
1. ¿Usa el aceite de oliva como principal grasa para cocinar? Sí = 1 punto
2. ¿Cuánto aceite de oliva consume en total al día? 2 o más cucharadas = 1
(Incluyendo el usado para freír, comidas fuera de casa, ensaladas, etc.) punto
3. ¿Cuántas raciones de verduras u hortalizas consume al día? 2 o más (al menos 1
(1 ración = 200 g. Las guarniciones o acompañamientos = ½ ración) de ellas en ensalada
o crudas) = 1 punto
4. ¿Cuántas piezas de fruta (incluyendo zumo natural) consume al día? 3 o más = 1 punto
5. ¿Cuántas raciones de carnes rojas, hamburguesas, salchichas o Menos de 1 = 1 punto
embutidos consume al día ? (1 ración = 100-150 g)
6. ¿Cuántas raciones de mantequilla, margarina o nata consume al Menos de 1 = 1 punto
día? (porción individual = 12 g)
7. ¿Cuántas bebidas carbonatadas y/o azucaradas consume al día? Menos de 1 = 1 punto
(refrescos, colas, tónicas, bíter)
8. ¿Bebe vino? ¿Cuánto consume a la semana? 3 o más vasos = 1 punto
9. ¿Cuántas raciones de legumbres consume a la semana ? 3 o más = 1 punto
(1 plato o ración = 150 g)
10. ¿Cuántas raciones de pescado/mariscos consume a la semana ? 3 o más = 1 punto
(1 plato, pieza o ración = 100-150 g de pescado o 4-5 piezas o 200
g. de marisco)
11. ¿Cuántas veces consume repostería comercial a la semana? Menos de 3 = 1 punto
(no casera, como: galletas, flanes, dulces, bollería, pasteles)
12. ¿Cuántas veces consume frutos secos a la semana (1 ración = 30 g)? 1 o más = 1 punto
13. ¿Consume preferentemente carne de pollo, pavo o conejo en vez de Sí = 1 punto
ternera, cerdo, hamburguesas o salchichas ?
(carne de pollo, pavo o conejo: 1 pieza o ración de 100-150 g)
14. ¿Cuántas veces a la semana consume los vegetales cocinados, la 2 o más = 1 punto
pasta, arroz u otros platos aderezados con salsa de tomate, ajo,
cebolla o puerro elaborada a fuego lento con aceite de oliva? (sofrito)
PUFA: ácidos grasos poliinsaturados; MUFA: ácidos grasos monoinsaturados; SFA: ácidos grasos saturados
El Foro Actúa, una iniciativa desarrollada por profesionales sanitarios con el fin de
promover hábitos nutricionales adecuados y prevenir el desarrollo de la obesidad,
ha creado un cuestionario de hábitos de vida que está disponible on line. A diferen-
cia de los anteriores, además de aspectos referidos a la alimentación también evalúa
la actividad física y aspectos anímicos (http://www.foroactua.com/index.php/cues-
tionario-de-habitos.html?view=encuesta). Otros cuestionarios on line permiten
al usuario conocer si su consumo de fibra (http://www.nutritionquest.com/well-
ness/free-assessment-tools-for-individuals/fruit-vegetable-fiber-screener) o grasa
(http://www.nutritionquest.com/wellness/free-assessment-tools-for-individuals/
fat-intake-screener) es adecuado.
7. Conclusiones
La evaluación de la ingesta dietética es fundamental en la VEN integral. El empleo
de herramientas validadas para su evaluación y su análisis posterior, empleando
una tabla de composición de alimentos del área geográfica del individuo evaluado,
permite estimar la ingesta del individuo evaluado.
8. Bibliografía
1. Planas M, Pérez-Portabella C, Martínez C. Valoración del estado nutricional
en el adulto y en el niño. En: Gil A, editor. Tratado de nutrición. 2a ed. Madrid:
Médica Panamericana; 2010. p. 240-5.
2. Kimberly AE, Roberts MG. A method for the direct determination of or-
ganic nitrogen by the Kjeldahl Process. Public Health Pap Rep. 1905;31(Pt
2):109-22.
1. Introducción
En los estudios de nutrición, los métodos bioquímicos se utilizaron
inicialmente para la detección de deficiencias subclínicas; éstas, teóricamente, pue-
den ser identificadas a través de pruebas bioquímicas estáticas que se basan en la
determinación:
2. Indicadores de desequilibrios
globales y específicos
En la actualidad se cuenta con métodos objetivos que permiten detectar temprana-
mente desequilibrios (deficiencias o excesos) globales o específicos, a fin de poder
establecer una terapia coherente basada en un diagnóstico adecuado. Las deficien-
cias calórico-proteicas y/o proteicas conducen a los llamados déficits globales, de-
nominados así debido a que en el primer caso existe un bajo consumo general de
alimentos, y en el segundo, están prácticamente ausentes grupos de alimentos, que,
además de ser los aportadores fundamentales de proteínas, lo son de otra impor-
tante cantidad de nutrientes; por tal motivo, estas deficiencias llevan a la aparición
de otras deficiencias nutricionales. Se habla de déficits específicos cuando se trata
de un nutriente en particular.
Se considera que el ICT entre el 60 y 80 por ciento del estándar (1,0) representa
una deficiencia moderada de la masa muscular, y valores inferiores al 60 por ciento
indican deficiencia severa. Se utiliza como indicador de alta de recuperación nutri-
cional, ya que es uno de los últimos parámetros que se recupera4, 10.
4. Conclusiones
No existe el indicador bioquímico ideal
$
Perfil bioquímico nutricional
n Establecer diagnóstico precoz de EN
n Apreciar la severidad de la malnutrición
n Detectar pacientes en alto riesgo
$
Permitir el seguimiento y evaluación de la terapia de realimentación implementada
5. Bibliografía
1. Collins JA. Clinical judgment versus the laboratory. N Engl J Med.
1982;306(16):987-8.
2. Gibson R. Laboratory assessment. En: Principles of Nutritional Assessment.
New York: Oxford University Press; 1990. p. 285-306.
3. Slobodianik N, Zago L, Pallaro A, Feliu M. La bioquímica en los estudios de
nutrición. Acta bioquím clín latinoam. 1999;33(4):415-27.
4. Slobodianik N. Metabolismo proteico. En: Girolami D, editor. Fundamentos
de valoración nutricional y composición corporal. Buenos Aires: El Ateneo;
2003.
5. Gibson R. Metabolic changes: indices of protein status. En: Principles of nu-
tritional assessment. New York: Oxford University Press; 1990. p. 322-37.
1. Introducción
El aumento de la prevalencia de las enfermedades no transmisibles
(ENT), como las cardiovasculares, las cerebrovasculares, la diabetes tipo II y la
obesidad, es consecuencia principalmente de los cambios en la dieta y en el estilo
de vida. En virtud de que la carga de estas enfermedades era cada vez mayor, los Es-
tados miembros de la Organización Mundial de Salud (OMS) elaboraron una es-
trategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud abordando dos
de los principales factores de riesgo de las ENT1. Las cifras de la FAO demuestran
que la disponibilidad de energía y grasa en los países desarrollados y en los entornos
urbanos de aquellos que están atravesando el proceso de transición epidemiológica
ha ido en aumento en las últimas décadas2. Paralelamente, se ha ido incrementando
el sedentarismo, lo que ha conducido a alarmantes cifras de sobrepeso y obesidad,
tanto en adultos como en niños. Según la OMS, cada año fallecen por lo menos
2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad.
Además, el 44 por ciento de la carga de diabetes, el 23 por ciento de la carga de car-
diopatías isquémicas y entre el 7 por ciento y el 41 por ciento de la carga de algunos
cánceres son atribuibles al sobrepeso y la obesidad. Algunas estimaciones mun-
diales de la OMS correspondientes a 2008 indican que 1400 millones de adultos
de 20 y más años tenían sobrepeso; de esta cifra, más de 200 millones de hombres
y cerca de 300 millones de mujeres eran obesos y en general, más de una de cada
10 personas de la población adulta mundial eran obesas. En 2010, alrededor de 40
millones de niños menores de cinco años de edad tenían sobrepeso. La obesidad
infantil se asocia con una mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y
discapacidad en la edad adulta. Pero además de estos mayores riesgos futuros, los
niños obesos sufren dificultad respiratoria, mayor riesgo de fracturas e hipertensión,
y presentan marcadores tempranos de enfermedad cardiovascular, resistencia a la
insulina y efectos psicológicos3.
5. Conclusiones
La utilización de la dilución isotópica con deuterio permite el diagnóstico y la eva-
luación del sobrepeso y la obesidad a través del estudio del exceso de grasa en niños
y adultos, así como el conocimiento de la ingesta de leche materna y su influencia
en la composición corporal tanto del niño como de la madre.
A nivel clínico, contribuye con el conocimiento del depósito de grasa total del
paciente. A nivel epidemiológico, contribuye con el conocimiento del estado de
nutrición y salud de la población como consecuencia del desequilibrio en la dieta
y la baja actividad física y, sobre todo, es una metodología de referencia para la
validación de herramientas sencillas como las ecuaciones locales de predicción de
masa grasa obtenidas por antropometría y de cuestionarios de ingesta de leche ma-
terna y alimentación complementaria, ambos de gran aplicabilidad en programas
de nutrición.
6. Bibliografía
1. Organización Mundial de la Salud. Estrategia mundial sobre régimen alimen-
tario, actividad física y salud. [Ginebra]: WHO; 2004. 24 p.
2. Food and Agriculture Organization of the United Nations. Disponibilidad ali-
mentaria [Internet]. FAO. 2016 [citado 9 de diciembre de 2016]. Disponible
en: http://www.fao.org/faostat/en/#data
3. World Health Organization. Obesidad y sobrepeso. Nota descriptiva N° 311
[Internet]. World Health Organization; 2012 [citado 1 de diciembre de 2016].
Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs311/es/
4. World Health Organization. Global Strategy for Infant and Young Child Fee-
ding: The Optimal Duration of Exclusive Breast-Feeding, [Internet]. Geneva:
1. Macronutrientes
Los primeros trabajos relacionados con la interacción entre nutrición e inmuni-
dad se llevaron a cabo en niños con malnutrición calórico-proteica; se han obser-
vado cambios anatómicos en tejidos linfoides, disminución del tamaño y peso
del timo con pérdida en la diferenciación corticomedular, corpúsculos de Hassal
2. Minerales y vitaminas
La función de muchas células del sistema inmune depende de pasos metabólicos que
necesitan varios nutrientes —minerales y vitaminas— como cofactores críticos18.
¡ Zinc
Su participación directa en la actividad relacionada con la inmunidad incluyen: a)
función en el mantenimiento de la actividad biológica de la timulina, b) importan-
cia en la DNA y RNA polimerasa, que sugiere su potencial acción en la regulación
de la expresión del genoma para la diferenciación y proliferación celular de factores
mediadores y reguladores del sistema inmune, c) necesidad para asegurar la activi-
dad de muchas metaloenzimas que participan en reacciones que contribuyen a la
eficiente respuesta inmune. Su deficiencia provoca atrofia linfoidea, baja actividad
de la hormona tímica, depresión de la respuesta inmune celular, aumento del nú-
mero de linfocitos T inmaduros, disminución en el número de placas formadoras
de anticuerpos en bazo. Últimamente se ha centralizado la atención en la actividad
de los macrófagos; la deficiencia de zinc conduce a una disminución en la ingestión
linfocitaria18-20.
¡ Hierro
Es necesario para la óptima función de las células natural killer, neutrófilos y linfo-
citos; en casos de deficiencia, la capacidad bactericida y la proliferación de linfocitos
¡ Cobre
La deficiencia de este mineral puede producirse en asociación con malnutrición
calórico-proteica. Es necesario para la diferenciación, maduración y activación de
las diferentes células inmunocompetentes, así como para la secreción de distintas
citoquinas; se ha observado, en animales, que su deficiencia provoca aumento en la
susceptibilidad a las infecciones, con consecuencias desfavorables en la inmunidad
innata y adquirida. La función del sistema retículo-endotelial está deprimido y la
actividad microbicida de los fagocitos está disminuida; esto se atribuye al papel
del cobre en diferentes sistemas enzimáticos (superóxido dismutasa y citocromo c
oxidasa)18, 21, 22.
¡ Selenio
Es un cofactor de la glutatión peroxidasa, enzima que participa en los procesos
de protección celular. Su deficiencia produce la depresión de la respuesta inmune
humoral y celular; se comprueba que los suplementos tienen efecto inmunoestimu-
lante. Este hecho podría deberse a la conservación de la función de la enzima y la
consiguiente protección de la integridad de las membranas celulares. Un aspecto
a tener en cuenta es su elevada toxicidad, por lo que es desaconsejado el aumento
indiscriminado de su aporte diario18, 23.
¡ Magnesio
Tiene, además de sus funciones conocidas (participación en diversos procesos ana-
bólicos y catabólicos), un importante papel en el desarrollo y actividad de las células
inmunes; la deficiencia provoca depresión en la respuesta humoral y celular, y el
sistema del complemento (vía alternativa). Se ha demostrado su relación con el
desarrollo de cáncer; en algunos casos puede actuar como anticarcinogénico y en
otros, como causante del crecimiento tumoral. Su deficiencia podría estar asociada
a las alteraciones en la población linfocitaria T; esta reducción llevaría a una dismi-
nución en el reconocimiento y eliminación de células neoplásicas por las células T
¡ Vitamina A
Participa en la diferenciación celular, síntesis de proteínas, integridad de los epite-
lios, síntesis de glucoproteínas, ciclo visual, liberación del hierro del hígado, regula-
ción de los canales de comunicación intercelular. Su deficiencia provoca entre otros
efectos: disminución en el peso del timo, disminución en la proliferación celular y
de anticuerpos antígeno específico. Estudios epidemiológicos demuestran que su
deficiencia se asocia con el predominio de enfermedades infecciosas con aumento
en la morbilidad y mortalidad, y alteraciones inmunes específicas, consecuencia de
su importancia en la proliferación y diferenciación de las células T y B. Se ha repor-
tado un efecto antitumoral, por acción en el epitelio: aparato respiratorio, glándula
mamaria, vejiga, piel; estos cambios en el epitelio impiden el progreso de células
premalignas, y se observa una correlación negativa con el cáncer de mama. Los su-
plementos de esta vitamina exacerban la inmunidad; no obstante la ingesta excesiva
de vitamina A, puede deprimir el sistema inmune18.
¡ Carotenos
Se ha reportado incremento de la proliferación celular de linfocitos T y B y au-
mento de células CD4+ después de la administración de β carotenos; también se
ha observado una correlación inversa entre la cantidad de los β carotenos dietarios
y la incidencia de cáncer epitelial. Probablemente esto se deba a su potente acción
antioxidante18, 24, 26.
¡ Vitamina D
Se han encontrado receptores de esta vitamina en diferentes tipos de células, desde
células del músculo esquelético hasta células inmunocompetentes. Los metabolitos
de la vitamina pueden suprimir la producción de inmunoglobulinas. También se
ven afectados los linfocitos T18, 27.
¡ Vitamina C
Se ha observado que su deficiencia afecta algunos parámetros del sistema inmune,
entre ellos la disminución en la capacidad bactericida, induciendo un aumento en
la susceptibilidad a las infecciones, en especial de las vías respiratorias superiores;
también se observa el retardo en la locomoción de neutrófilos y macrófagos, mas no
se afecta la producción de anticuerpos18, 25.
¡ Vitamina B6
La deficiencia provoca deterioro de la inmunidad humoral y celular, y está afectada
tanto la diferenciación como la maduración linfocitaria, la respuesta de hipersen-
sibilidad retardada y la producción de anticuerpos. Una adecuada suplementación
revierte estos efectos, pero la administración de megadosis no produce efectos
beneficiosos18.
3. Obesidad
De acuerdo con datos epidemiológicos, la obesidad está asociada con alteraciones
del sistema inmune, alteraciones que pueden quedar enmascaradas por la coexisten-
cia de hiperglucemia y dislipidemia. El mecanismo no está totalmente dilucidado,
4. Conclusiones
Es importante remarcar que toda consideración relacionada con los efectos de los
desequilibrios nutricionales sobre el sistema inmune se fundamenta sobre la base
de la complejidad y heterogeneidad de las células inmunocompetentes, sus subpo-
blaciones y productos como interleuquinas e interferón y otros sistemas inductores
y/o reguladores.
5. Bibliografía
1. De la Fuente M. Funcionamiento del sistema inmunitario. En: Marcos A, edi-
tor Inmunonutrición: en la salud y la enfermedad. Madrid: Médica Panameri-
cana; 2011. p. 2–25.
2. Slobodianik N. Nutrientes e inmunidad. En: Zavala Adolfo et al. Temas de
nutrición y diabetes. La Prensa Médica Argentina; 2005. p. 111-20.
dATP dGTP
dAMP dAMP
quinasa 5’Nucleotidasa quinasa 5’Nucleotidasa
adenosina desoxiadenosina desoxiguanosina guanosina
PNP PNP
hipoxantina guanina deaminasa
xantina oxidasa
xantina
ácido úrico
3. Conclusiones
El análisis integral de todo lo expuesto sugiere la importancia de incorporar la
determinación de la actividad de la adenosina deaminasa sérica en la evaluación
bioquímica del EN, como un indicador funcional relacionado con los mecanismos
de defensa.
4. Bibliografía
1. Aldrich MB, Blackburn MR, Kellems RE. The importance of adenosine dea-
minase for lymphocyte development and function. Biochem Biophys Res
Commun. 2000;272(2):311-5.
2. Apasov SG, Blackburn MR, Kellems RE, Smith PT, Sitkovsky MV. Adenosi-
ne deaminase deficiency increases thymic apoptosis and causes defective T cell
receptor signaling. J Clin Invest. 2001;108(1):131-41.
3. Barton RW, Goldschneider I. Nucleotide-metabolizing enzymes and lympho-
cyte differentiation. Mol Cell Biochem. 1979;28(1-3):135-47.
4. Hirshhorn R, Canotti F. Immunodeficiency due to defects of purine metabo-
lism. En: Ochs H, Smith C, Puck J, editores. Primary immunodeficiency di-
seases: a molecular and genetic approach. 2a ed. New York: Oxford University
Press; 2007. p. 169-96.
5. Hershfield M, Mitchell B. Immunodeficiency diseases caused by adenosine
deaminase deficiency and purine nucleoside phosphorylase deficiency. En:
Scriver C, Beaudet A, Sly W, Valle D, editores. The metabolic and molecular
bases of inherited disease. 7a ed. New York: McGraw-Hill; 1995. p. 1725-68.
6. Pallaro A, Fernández I, Feliu M, Slobodianik N, Kumar Chandra R (ed). Nutri-
tion and immunology in the 21st Century. Ontario: Tsar Health; 2004. 179-189 p.
1. Introducción
Las vitaminas son nutrientes orgánicos necesarios en pe-
queñas cantidades para el normal crecimiento, desarrollo y mantenimiento de la
homeostasis de los animales que no son capaces de sintetizarlas; por ello, deben ser
provistas por los alimentos aunque, en algunos casos, sus requerimientos pueden
ser parcialmente cubiertos, si existe posterior absorción, a través de su síntesis por
la microflora intestinal1. Se las clasifica de acuerdo con su solubilidad, de la cual
dependen muchas de sus características.
Las vitaminas liposolubles intervienen en procesos relacionados con la formación
y el mantenimiento de estructuras. Se acumulan en el organismo aun cuando este
haya superado su capacidad, y se metabolizan formando compuestos que no se
eliminan por orina sino en pequeñísimas cantidades.
Las vitaminas hidrosolubles, en cambio, intervienen en procesos relacionados con
el metabolismo energético y proteico. No se acumulan en el organismo, los excesos
se eliminan por orina inalterados o en forma de metabolitos conocidos, y varias de
ellas actúan como coenzimas en reacciones metabólicas bien estudiadas.
3. Vitaminas liposolubles
¡ Vitamina A
Olson proporcionó el marco fundamental para determinar todo el espectro del es-
tado de la vitamina A en el hombre: deficiente, marginal, adecuado, excesivo, tóxico.
Su estudio diagnóstico se aplica al contexto clínico y al de la salud pública. El pri-
mero requiere una evaluación individual, mientras que el último se basa en el riesgo
relativo de un grupo o población con déficit o con exceso endémico de vitamina A3.
La determinación sérica o plasmática de la vitamina A es el indicador bioquímico
más utilizado en la evaluación del EN; refleja las reservas totales de la vitamina en
el organismo cuando las reservas en el hígado se encuentran deplecionadas o son
excesivas, pero no cuando las concentraciones están dentro de esos límites. Algunos
factores afectan los niveles y por eso limitan su especificidad y sensibilidad como
indicador.
En general, valores ≥ 30 μg/dl (> 1,05 μmol/l) son indicativos de adecuación; por
el contrario concentraciones < 10 μg/dl son indicativas de reservas hepáticas de-
pletadas con evidentes signos clínicos de deficiencia. Sin embargo, la concentración
sérica/plasmática no constituye un buen indicador en el intervalo comprendido
entre adecuado e hipervitaminosis, debido a que el organismo regula la vitamina A;
por lo tanto, se necesita una medida de los depósitos hepáticos.
Para evaluar indirectamente el depósito de vitamina hepática en los individuos con
déficit, se han desarrollado las pruebas de dosis relativa y dosis relativa modificada.
Se considera que estas pruebas son más confiables que el retinol sérico/plasmático
solo para evaluar los valores discriminatorios del estado de deficiencia. El método
de mayor certeza para estudiar estado de las reservas totales de esta vitamina es la
espectrometría de masa con dilución isotópica. La técnica fue introducida por Furr
et al.4: se administra por vía oral una dosis conocida de acetato de retinilo marcado
con deuterio, y luego de 18 a 25 días se extrae la muestra de sangre, y se determina
el retinol plasmático por la cromatografía líquida de alta eficacia (HPLC, por las
siglas de high performance liquid chromatography); la cantidad del isótopo estable en
el retinol plasmático se mide por espectrometría de masa.
¡ Vitamina D
El término vitamina D es usado en forma general para identificar a todos los es-
teroides que poseen cualitativamente la actividad biológica del colecalciferol1, 2. La
evaluación del EN puede incluir las siguientes determinaciones en suero: calcio
total e ionizado; fosfato inorgánico; fosfatasa alcalina; 25-hidroxivitamina D3
{25-(OH)-vitamina D3}; 1,25 dihidroxivitamina D3 {1,25-(OH)2-vitamina D3};
hormona paratiroidea; osteocalcina2, 4. Los individuos con deficiencia de vitamina
D generalmente presentan bajos niveles séricos de fosfato, 25-hidroxivitamina D3
y 1,25 dihidroxivitamina D3, en tanto que los niveles de la fosfatasa alcalina y la
hormona paratiroidea están elevados; la concentración de calcio puede estar baja
¡ Vitamina E
La vitamina E es el antioxidante liposoluble más importante y basurero (scavenger)
de radicales libres en el organismo; el término vitamina E se emplea para identifi-
car a todos los tocoferoles (α, β, γ, λ) y tocotrienoles que poseen cualitativamente la
actividad biológica del tocoferolel1, 2, 5.
Se han utilizado diversas pruebas para evaluar el estado nutricional; entre ellas
podemos mencionar: 1) grado de hemólisis de los eritrocitos; 2) concentración de
tocoferol en suero y plasma; el uso de este como indicador de reservas tisulares o
ingesta dietaria es dudoso, excepto en cuadros de deficiencia. La concentración
de tocoferol varía con la edad, estado fisiológico, método de análisis y el nivel de
lípidos séricos totales. Algunos investigadores prefieren utilizar la relación de to-
coferoles séricos totales/lípidos séricos totales como índice del estado nutricional;
¡ Vitamina K
Los métodos tradicionales para la evaluación del estado nutricional tales como el
tiempo de la protrombina (Quick) y tiempo parcial de tromboplastina (PTT) no
son sensibles para detectar deficiencia subclínica. De todos modos el tiempo de
protrombina es el método de laboratorio utilizado para detectar problemas de coa-
gulación y monitorear la terapia anticoagulante2, 4.
La concentración plasmática de filoquinona parece reflejar la ingesta dietaria de la
vitamina; debido a la diversidad de técnicas analíticas utilizadas para su determi-
nación, los valores pueden diferir: 0,17-0,68 ng/mL (método utilizando detección
electroquímica); 0,2-2,7 ng/mL (utilizando detección fluorométrica). La edad, el
sexo y la hiperlipidemia severa pueden ejercer efectos variables sobre la concentra-
ción de la filoquinona. La relación de la epoxi filoquinona/filoquinona, determina-
das en suero, ha sido utilizado como indicador de estado nutricional2, 5.
De acuerdo con nuevos conocimientos relacionados con otras funciones de la vi-
tamina se han desarrollado otros indicadores funcionales sensibles para evaluar el
estado nutricional; con el hallazgo del ácido γ-carboxiglutámico se ha reconside-
rado la importancia nutricional de este nutriente; esto ha sido consolidado por la
presencia de carboxilasas dependientes de vitamina K en diversos tejidos2, 3, 6, 7.
Otros procedimientos de evaluación incluyen la cuantificación de osteocalcina sé-
rica, osteocalcina carboxilada y la determinación de la excreción urinaria de ácido
γ-carboxiglutámico.
¡ Vitamina C
La vitamina C (ácido ascórbico) está implicada en una variedad de procesos bio-
lógicos, aunque en muchos casos el mecanismo exacto aún no se conoce; su defi-
ciencia produce escorbuto, y su exceso puede ocasionar efectos desfavorables in-
cluyendo cálculos renales1, 2, 8. Los índices estáticos tales como la concentración de
ácido ascórbico en suero y leucocitos son los más utilizados para evaluar el estado
nutricional; los primeros reflejan la ingesta diaria reciente más que las reservas ti-
sulares, excepto en aquellos individuos que reciben en forma habitual bajas ingestas
de la misma. La determinación se realiza con el individuo en ayunas; los niveles
séricos aumentan en forma lineal con la ingesta diaria pero solo hasta 1,4 mg/dl
(79,5 μmol/L), por lo cual este indicador no es útil para detectar ingestas excesivas
de la vitamina. Además, muchos factores no nutricionales afectan la concentración
sérica de ácido ascórbico, hecho que reduce su especificidad y sensibilidad. Los
puntos de corte, indicativos de riesgo moderado de deficiencia están en discusión
y se utiliza como rango compatible con ingesta adecuada valores entre 0,20 y 0,39
μg/dl (11 a 22 μmol/L). La determinación de la concentración en sangre entera o
glóbulos rojos no es más útil que las anteriores y además la determinación en estas
muestras es mucho más compleja. Los niveles de ácido ascórbico en leucocitos
(expresados como mg/dl o μg/108 células) son indicadores de reserva de la vitami-
na; responden menos a pequeñas variaciones en las ingestas de vitamina C que los
niveles en suero pero su determinación es dificultosa y precisa cantidades mayores
de sangre. La excreción urinaria también está influenciada por la ingesta reciente; la
sensibilidad y especificidad de este índice es baja y son necesarias muestras de orina
de 24 horas la prueba de sobrecarga se utiliza, a veces, en trabajos de investigación
como un indicador alternativo; se administra en forma oral ácido ascórbico (0,5 g
a 2,0 g / día) en dosis divididas durante cuatro días seguidos y se determina la can-
tidad excretada; la recuperación, en la orina, de la dosis de prueba oscila entre el 60
y el 80 por ciento en individuos con adecuadas reservas tisulares de la vitamina. La
excreción urinaria de ascorbitol podría ser un índice de utilidad, ya que la excreción
de este metabolito (más estable que el ácido ascórbico) parece ser proporcional al
pool corporal de vitamina C, pero hasta la fecha no se conocen valores de referen-
cia. Los métodos más confiables para evaluar el estado nutricional son los basados
en la técnicas de dilución isotópica, que determinan el tamaño del pool corporal a
través de la administración de una dosis oral de ácido ascórbico marcado con C14 y
¡ Vitamina B1
Los estudios de Brin et al.9 introdujeron el uso de la medición de la actividad de
la transcetolasa eritrocitaria (enzima que necesita la TPP) para determinar el es-
tado nutricional con respecto a esta vitamina; es el indicador más útil. La relación
expresada como coeficiente de actividad (CA) o porcentaje de estimulación (CA ×
100 − 100) refleja en mejor medida las reservas tisulares que los indicadores estáti-
cos, como son los niveles en sangre entera, suero, eritrocitos y orina. Por otra parte,
los primeros son indicadores poco sensibles y no se recomienda su uso. Baines y
Davies10, 11 encontraron que la concentración eritrocitaria del difosfato de tiamina
correlaciona con la determinación de la actividad de la transcetolasa. La determina-
ción de TPP en eritrocitos se postula como indicador para un futuro. En el pasado,
la excreción urinaria de tiamina fue el procedimiento más comúnmente utilizado
para evaluar el estado nutricional4; la excreción puede ser determinada en muestras
de 24 horas o casuales y refleja la ingesta reciente. Estas determinaciones presen-
tan limitaciones principalmente cuando es aplicada a individuos, pero ha sido de
mucha utilidad en estudios poblacionales. Eventualmente, cuando los pacientes
presentan signos o síntomas de deficiencia, se ha aplicado test de sobrecarga. Se
administra 5 mg de tiamina y se determina la excreción urinaria después de cuatro
horas. Los individuos deplecionados excretan menos de 20 μg en ese periodo; este
puede ser un indicador de bajas ingestas o déficits tisulares.
¡ Vitamina B2
La vitamina B2 (riboflavina) es componente de dos coenzimas: flavin adenina di-
nucléotido (FAD) y flavin mononucléotido (FMN), que son esenciales para un
importante número de sistemas enzimáticos e involucran transporte de electro-
nes. También interviene en el metabolismo de la vitamina B6 y el ácido fólico. La
sintomatología clásica de deficiencia de esta vitamina se asocia en general con la
deficiencia de otros nutrientes. La medición de la actividad de la enzima glutation
reductasa eritrocitaria, sin el agregado del grupo prostético FAD y con este, es el
mejor método para la evaluación del estado nutricional y permite también detectar
¡ Niacina
La niacina (ácido nicotínico y nicotinamida) forma parte de dos coenzimas: la ni-
cotinamida dinucleótido (NAD) y la nicotinamida dinucleótido-fosfato (NADP),
que actúan en los procesos de óxido reducción como aceptores de hidrógeno; por
ello, participan, entre otros, en los procesos de glicólisis, ciclo del ácido cítrico,
fosforilación oxidativa, lipogénesis, vía de las pentosas1, 13. No existen pruebas bio-
químicas funcionales para evaluar el estado nutricional con respecto a esta vitami-
na; sin embargo, los metabolitos de la niacina presentes en orina y suero han sido
útiles como indicadores indirectos del estado nutricional. Hasta la fecha, el mejor
indicador es la medición de la relación entre la excreción urinaria de la N-metil
2 piridona-5-carboxilamida (2-piridona) y la N-metilnicotinamida, que son los
principales productos finales de su metabolismo en el humano. El rango normal
¡ Vitamina B6
La vitamina B6 (piridoxina) participa fundamentalmente en el metabolismo de los
aminoácidos y desempeña un papel importante en el funcionamiento del sistema
nervioso central. La forma biológicamente activa (coenzima) es el 5’ fosfato de pi-
ridoxal (PLP) y, en menor grado, el fosfato de piridoxamina1, 2, 14.
Hay diversos indicadores bioquímicos de evaluación del estado nutricional. La se-
lección del apropiado depende de los objetivos y de las características del grupo en
estudio5. La concentración sérica o plasmática del PLP provee una medida directa
¡ Ácido fólico
El ácido fólico desempeña un papel fundamental en la síntesis de los ácidos nu-
cleicos, proceso en el que se interrelaciona con la vitamina B12; las coenzimas
están relacionadas con las reacciones bioquímicas de transferencia y utilización de
5. Conclusiones
Como ya se comentó, los métodos generales para la evaluación bioquímica del
estado nutricional con respecto a estos nutrientes se basan en la determinación de
la vitamina en suero, plasma o sangre entera; su eliminación urinaria; los cambios
en los niveles plasmáticos y/o urinarios, luego de administrar una dosis conocida
de la vitamina (pruebas de sobrecarga); la eliminación urinaria de metabolitos de
la vitamina o los de metabolitos de las reacciones en que interviene la vitamina; los
cambios en la eliminación urinaria de algún metabolito luego de administrar una
dosis del sustrato de alguna reacción en que interviene la vitamina (pruebas de so-
brecarga); actividad de enzimas específicas; otras. La elección del método a utilizar,
más apropiado, dependerá del objetivo específico planteado.
6. Bibliografía
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provitamin A carotenoids in humans. Public Health Nutr. 2005;8(6):596-607.
1. Generalidades
Los elementos minerales actúan en el organismo de diversas
formas; entre ellas, proporcionan el medio iónico adecuado para las reacciones enzi-
máticas como el sodio, potasio, cloruro y calcio; participan en la catálisis enzimática
uniéndose al sustrato y activando el complejo enzima-sustrato o formando comple-
jos de coordinación con la enzima como el zinc, selenio y cobre; son componentes
de compuestos orgánicos esenciales como el hierro o yodo; intervienen en procesos
de transporte, reacciones rédox, potencial de membrana y conducción nerviosa;
son estabilizantes de la estructura secundaria, terciaria y cuaternaria de proteínas
y ácidos nucleicos y ejercen el control de la expresión genética sobre la síntesis de
proteínas relacionadas con su propio transporte, almacenamiento y función1-4.
Se considera que un elemento mineral es esencial cuando su deficiencia conduce
a una sintomatología reproducible que es prevenida o revertida por la administra-
ción del elemento en estudio. Desde el punto de vista cuantitativo, los minerales
esenciales pueden clasificarse en macroelementos, microelementos y elementos
ultrataza. Los macroelementos se encuentran en el organismo en el orden del gra-
mo y/o su requerimiento es superior a los 100 mg (sodio, potasio, cloro, carbono,
oxigeno, hidrógeno, calcio, magnesio, fósforo, azufre, nitrógeno), los microelemen-
tos, oligoelementos o elementos traza se encuentran en el organismo en cantidades
del orden del mg y su requerimiento es inferior a los 100 mg o se desconoce (hierro,
zinc, cobre, cromo, molibdeno, manganeso, fluor, iodo, selenio) y finalmente los
elementos ultratraza se encuentran en el organismo en cantidades del orden del mg
o ng, participan de alguna reacción biológica pero no se ha establecido sus necesi-
dades (estaño, cobalto, silicio, níquel, vanadio)1, 2, 4.
Los problemas nutricionales más comunes relacionados con los minerales se de-
ben a una deficiencia específica de un mineral o bien se producen por interacción
entre el mineral y otros nutrientes o componentes de la dieta. Entre las causas más
2. Macronutrientes
¡ Sodio y potasio
Estos minerales se encuentran ampliamente distribuidos en los organismos, contri-
buyen a proporcionar el medio iónico adecuado para diversas reacciones enzimáti-
cas, regulan el potencial de membrana e intervienen en la conducción del impulso
nervioso y contracción muscular. El fluido intracelular contiene altas concentra-
ciones de potasio y fosfato, y el medio extracelular, altos niveles de sodio y cloruro.
Las membranas celulares, junto con el riñón, regulan la transferencia de electrolitos
desde y hacia el plasma3, 4.
¡ Calcio
El organismo humano contiene 850-1500 g (1,7 por ciento del peso corporal); 99
por ciento localizado en el tejido óseo y 1 por ciento en fluidos y tejidos.
El calcio del hueso se encuentra en equilibrio dinámico con el plasmático mediante
un proceso continuo de formación y resorción ósea.
La deficiencia de calcio conduce al deterioro en la resistencia de los huesos, os-
teoporosis y aumento del riesgo de fracturas.
Aproximadamente el 1 por ciento del calcio corporal está presente en las estructu-
ras intracelulares, membranas celulares y fluidos extracelulares. Cuando se ingiere o
absorbe una cantidad inadecuada del mismo, los niveles del mineral en esos tejidos
y fluidos se mantienen pues el calcio es removido de los huesos, por lo cual los ni-
veles en sangre se mantienen dentro de rangos constantes.
La hipocalcemia compatible con concentraciones de calcio inferiores a 87 mg/L
rara vez es provocada por la deficiencia dietaria de calcio; es común observarla en
casos de trastornos del metabolismo del calcio y frecuentemente asociada con hi-
poparatiroidismo; esto se revierte cono la administración de calcio y vitamina D. La
hipocalcemia también puede presentarse en niños lactantes que NO se expongan a
la luz solar ni reciban suplementos de vitamina D y en enfermos renales en quienes
la síntesis de 1,25 dehidroxi vitamina D está disminuida.
El hiperparatiroidismo es la causa más común de hipercalcemia con niveles de Ca
superiores a 105 mg/L.
¡ Fósforo
Alrededor del 80 al 88 por ciento del fósforo corporal se encuentra en huesos y
dientes, principalmente como hidroxiapatita con fines estructurales. El fósforo res-
tante está localizado en tejidos blandos y fluídos extracelulares; una pequeña parte
del fósforo —fosfato inorgánico (Pi)— participa en la formación de enlaces ricos
en energía (ATP). Debido a la amplia distribución del fósforo en los alimentos,
su deficiencia no es habitual y un estado nutricional inadecuado está asociado con
problemas metabólicos, defectos genéticos y tumores.
¡ Magnesio
El organismo adulto contiene 20 a 30 g de magnesio, de los cuales la mitad está
presente en los huesos en combinación con bicarbonato y fosfato; el resto está pre-
sente en el espacio celular de los tejidos blandos, principalmente en el músculo; solo
120 mg se encuentra en suero.
Tiene un importante papel en los procesos anabólicos y catabólicos (metabolismo
energético, síntesis de proteínas y en la transmisión y actividad neuromuscular),
formando parte de más de 300 enzimas.
¡ Hierro
Se encuentra en todas las células del organismo humano. Presenta dos comparti-
mientos: funcional (70 al 95 por ciento del total corporal) y de reserva (entre el 5 y
30 por ciento del total corporal).
Su deficiencia produce anemia microcítica hipocrómica.
Las pruebas de laboratorio son imprescindibles para evaluar el estado nutricional
con respecto a hierro; podemos mencionar: hemoglobina, hematocrito, hierro sé-
rico, porcentaje de saturación de transferrina, ferritina sérica, protoporfirinas libres
en glóbulo rojo y receptores de transferrina. La determinación de la transferrina
sérica o plasmática no es de utilidad, ya que esta fracción proteica se ve afectada
por algunos factores que podrían inducir cambios secundarios en el transporte de
este mineral.
En la selección de parámetros bioquímicos, debemos recordar las fases de la defi-
ciencia de hierro. En la primera hay una disminución de las reservas del mineral,
que se refleja en la disminución de la concentración de la ferritina sérica/plasmáti-
ca. En la segunda fase, con anormalidad en la eritropoyesis, se caracteriza por una
disminución en el hierro sérico/plasmático (< 60 μg/dl) y un aumento en la capaci-
dad total de fijación (TIBC) que conduce a una caída en el porcentaje de saturación
de la transferrina (< 15 por ciento); al mismo tiempo, aumenta la concentración de
las protoporfirinas libres en glóbulo rojo (FEP) (> 100 μg/dl), debido a la imposi-
bilidad de síntesis del grupo hemo por la deficiencia del hierro. La concentración
de hemoglobina aún permanece dentro del rango normal de acuerdo con la edad
y el sexo. En la tercera fase se manifiesta la anemia microcítica, hipocrómica con
disminución del hematocrito y hemoglobina. Los puntos de corte para los niveles
de ferritina están bien establecidos y valores < 12 μg/L se presentan solo en casos
de depósitos depletados.
Es importante señalar que valores elevados de ferritina sérica se observan en pro-
cesos inflamatorios crónicos, daño tisular, enfermedad neoplásica y en caso de so-
brecarga de hierro.
Las protoporfirinas libres en glóbulos rojos pueden ser utilizadas para diferenciar
deficiencia de hierro y talasemia, pero no permite distinguir entre anemia por de-
ficiencia de este mineral y aquella asociada a enfermedades inflamatorias crónicas.
¡ Yodo
El yodo interviene exclusivamente como componente de las hormonas tiroideas
T4 y T3 que son necesarias para el crecimiento, desarrollo y mantenimiento del
metabolismo. La determinación de la excreción urinaria es el método más utilizado
para determinar el estado nutricional y refleja la ingesta. Puede determinarse en
muestras de orina de 24 horas (μg/día) o en muestras casuales y expresarla en re-
lación a la excreción de creatinina (μg/g creatinina). Un nivel bajo de excreción ha
sido considerado < a 50 μg/g creatinina, mientras que valores inferiores a 25 μg/g
creatinina corresponden a ingestas deficientes.
Pang et al.10 refieren que la determinación de la concentración urinaria es el in-
dicador más útil en estudios epidemiológicos y que el tamaño de la tiroides y los
niveles séricos de las hormonas son los mejores marcadores para la evaluación de
los efectos crónicos3,4.
¡ Zinc
Constituyente de alrededor de 200 metalo-enzimas, es esencial para diversas fun-
ciones: crecimiento y desarrollo, normal reproducción, función inmune y sensorial,
¡ Selenio
Constituyente de la glutation peroxidasa, protege a las membranas celulares del
daño oxidativo; también tiene un importante papel en el metabolismo de ciertas
drogas y agentes químicos y posiblemente en el sistema inmune.
Para evaluación del estado nutricional, se recomienda la combinación de una serie
de indicadores que incluyen la concentración de selenio y a veces la determinación
de la actividad de la glutation peroxidasa, en sangre entera y/o sus componentes.
Los niveles séricos reflejan la ingesta dietaria en grupo de individuos con ingestas
constantes; como norma general puede considerarse que concentraciones plasmá-
ticas o séricas iguales o mayores a 100 µg/L representan adecuación nutricional.
La concentración en sangre entera y eritrocitos refleja el estado a largo plazo, son
utilizadas para detectar deficiencia crónica o excesos.
¡ Manganeso
La esencialidad de este mineral ha sido demostrada para diferentes especies anima-
les, pero no para el hombre. Ninguna determinación en sangre, suero u otros fluidos
permitió asegurar la deficiencia de este mineral.
Las enzimas dependientes de este mineral están involucradas en muchas áreas del
metabolismo; entre ellas podemos mencionar: superóxido dismutasa dependiente
de manganeso, piruvato carboxilasa, arginasa, glicosil sintetasa, glicosiltransferasas
y galactosa tranferasa. A pesar de su participación en numerosos sistemas enzimáti-
cos, la determinación no ha sido de utilidad como base para la evaluación funcional
del estado nutricional.
Los análisis del manganeso implican reconocer los problemas de la contaminación
y la necesidad de equipamiento analítico adecuado y standards de referencia. Hasta
la fecha, no hay métodos para evaluar el estado nutricional de este mineral en el
humano3, 4.
¡ Cromo
Es un micronutriente esencial; en el hombre, su deficiencia puede llevar a un au-
mento de los niveles plasmáticos de LDL-colesterol, utilización disminuida de la
glucosa y aminoácidos y neuropatía periférica.
¡ Molibdeno
Es un nutriente esencial para los animales, pero su importancia en la salud humana
es incierta, ya que su deficiencia ha sido advertida en escasas ocasiones.
No hay un método determinado para la evaluación del estado nutricional pero
existen varias posibilidades para trabajos de investigación.
La información relacionada con los niveles en suero y otras muestras biológicas, es
muy restringida. Este elemento mineral se conserva a bajas ingestas; si la ingesta es
alta, se excreta rápidamente por vía urinaria.
Los niveles urinarios podrían servir como un indicador tanto a bajas como a altas
ingestas3, 4.
4. Conclusiones
Como ya se comentó, para la evaluación nutricional de minerales, existen métodos
generales directos que determinan el elemento mineral en la dieta por encuesta die-
tética o en plasma o suero, orina, eritrocitos, pelo, uñas u otros tejidos y también por
método de balance. La elección del método a utilizar, más apropiado, dependerá del
objetivo específico planteado.
5. Bibliografía
1. Pita M. Elementos minerales. Introducción y generalidades. En: Vitaminas y
minerales en nutrición. Buenos Aires: López Libreros Editores; 1993. p. 71-4.
1. Inmunidad de mucosa
Al nivel de las mucosas existe un contacto íntimo entre organismo y medio am-
biente, es por ello que estas superficies son altamente vulnerables a la penetración,
colonización e invasión de microorganismos particularmente patógenos.
La inmunidad de mucosas hace referencia fundamentalmente, a toda inmunidad
generada en las superficies que están en contacto directo con el ambiente; como
son la mucosa nasal, respiratoria, bronquial, tracto gastrointestinal y tracto uroge-
nital. Por lo tanto es considerada un arma importante del sistema inmune ya que
este opera en tejidos cuya función inmunológica como mecanismo de defensa bio-
lógica es eliminar microorganismos patógenos invasores, además de actuar como
mecanismo para la conservación de la homeostasis. El tejido linfoide asociado a las
mucosas (MALT) forma parte del sistema inmune aunque, con cierta independen-
cia del sistema sistémico que agrupa al GALT en intestino, BALT en bronquios y
NALT en tejido nasal. La inmunidad de mucosas presenta algunas características
muy importantes respecto a la inmunidad sistémica, tanto en sus elementos estruc-
turales como funcionales, que le permite a partir de una estimulación antigénica
local, inducir tanto una respuesta local como general1, 2.
El tejido linfoide de mucosas se distribuye de forma estratégica en las siguientes
zonas:
¡ Zonas de procesamiento e inicio de la respuesta inmune, que son los sitios in-
ductores.
¡ Zonas de respuesta (humoral y celular) que son los sitios efectores.
2. Mucosa gastrointestinal
Las mucosas del tracto intestinal humano consisten en una superficie de 400 m2
cubierta por una fina capa de células que conforman el epitelio absortivo intestinal,
estructurado entre criptas y vellosidades. Las vellosidades son evaginaciones de la
mucosa, compuestas por un núcleo de tejido conectivo laxo llamado lámina propia
y recubiertas por epitelio en su superficie. El epitelio de la mucosa intestinal cons-
tituye la interfase entre los ambientes internos y externos del tracto gastrointestinal
y por esta razón está expuesto a multitud de bacterias y antígenos alimentarios.
Esta área es el sitio para la digestión y absorción de los nutrientes esenciales y ade-
más constituye la primera barrera fisiológica frente a enteropatógenos4. El epitelio
intestinal de la mucosa está formado por diferentes células: las células absortivas
o enterocitos, especializadas para la digestión de los nutrientes debido a su densa
cubierta con microvellosidades absortivas en su porción apical. Estas células están
fuertemente unidas entre sí por uniones estrechas que restringen el paso de molé-
culas por encima de 2 kDa5.
Las células epiteliales están cubiertas por un mucus compuesto predominantemen-
te de glicoproteínas, que es sintetizado por las células caliciformes o Goblet cells, las
El tejido linfoide asociado a intestino (GALT) se divide en dos áreas: tejido linfoi-
de organizado (sitios inductores) y tejido linfoide difuso (sitios efectores).
4. Sitios inductores
Los sitios inductores primarios son agregados linfoides organizados presentes en
la pared del intestino delgado y grueso que facilitan la captación, procesamiento y
presentación del antígeno para la inducción de la respuesta inmune de mucosa. En
el intestino delgado esos agregados se denominan Placas de Peyer (PP) y consisten
en múltiples folículos linfoides. En las PP el epitelio forma una unidad llamada
FAE (follicle-associated epithelium), el cual se caracteriza por la presencia de células
especializadas, denominadas células M. La superficie apical de las células M difiere
del resto de las células intestinales en que no tiene el borde en cepillo característico
de los enterocitos de las vellosidades, los cuales son reemplazados por prolonga-
ciones más cortas e irregulares que consisten en microdobleces (de allí el nombre
de célula M) los cuales son más accesibles a los antígeno luminales. Estas células
M tienen un «bolsillo» intraepitelial donde llegan las partículas endocitadas. Este
bolsillo contiene linfocitos y unos pocos macrófagos que interactúan con las partí-
culas transportadas. Así, el transporte de antígenos solubles y particulados por las
células M es un paso muy importante en iniciar la respuesta inmune de mucosa8.
Las células M utilizan un transporte vesicular transepitelial para transportar los an-
tígenos a las células presentadoras de antígeno (CPA) en el tejido linfoide asociado
a intestino subyacente Estudios recientes han demostrado la presencia de células M
en el epitelio de las vellosidades intestinales9. La región subepitelial, Domo o SED
(subepithelial dome) se encuentra entre el FAE y el folículo de células B. En esta
región se encuentran linfocitos, células dendríticas y algunos macrófagos. Por su
parte, en el folículo de células B se encuentran predominantemente células B IgM+/
IgD+, asociadas a una red de células dendríticas foliculares10. En contraste, las regio-
nes interfoliculares (IFRs) se caracterizan por la presencia de LT, células dendríticas
maduras, macrófagos y escasos LB. La mayoría de LT son CD4+ con un TCR α/β y
responden a antígenos presentados por medio del CMH clase II. Los LT CD8+ con
TCR α/β se encuentran en la zona medular de esta región. Además, están las zonas
con las áreas de células B, lo cual favorece la interacción T-B. Agregados linfoides
5. Sitios efectores
El principal sitio efector de la respuesta inmune intestinal es la lámina propia, a
donde las células B y T maduras migran luego de su inducción en PP o folículos
linfoides del intestino grueso. En la lámina propia se encuentran numerosas células,
predominando las células plasmáticas secretoras de IgA y los linfocitos T de me-
moria. En esta región, las células T son principalmente CD4+ (60-70 por ciento), el
30 al 40 por ciento de las células T de lámina propia son CD8+; esta población está
formada por células efectoras citolíticas y supresoras. Las células NK se encuentran
en lámina propia de humanos en escaso número. Las células B de lámina propia
se encuentran ampliamente diferenciadas en células plasmáticas; en intestino del-
gado casi el 80 por ciento son IgA+. Citoquinas de la población Th-2 controlan la
diferenciación en las células plasmáticas secretoras de IgA. Las células dendríticas
se encuentran abajo y entre las células epiteliales. Poseen prolongaciones que se
organizan como una red entre las células epiteliales Las células epiteliales juegan
un importante papel como células accesorias para las funciones inmunes de los
linfocitos B y T de mucosa intestinal. Producen citoquinas como IL-6; IL-8 y el
componente secretorio. Su rol con respecto a los LB es la participación en el trans-
porte de la IgA-secretoria de lámina propia al lumen intestinal; transporte mediado
por el receptor llamado componente secretorio. Además existe evidencia de que
participa en el transporte de complejos IgA-antígeno y en la neutralización de virus
cuando los mismos son transportados a través de la célula epitelial. Los linfocitos
intraepiteliales (LIE) se encuentran localizados, como su nombre lo indica, entre
las células epiteliales. Los mismos son fenotípica y funcionalmente diferentes a las
células T de lámina propia y además podrían tener un origen diferente. Los mismos
expresan la integrina Eb7, cuyo ligando es la molécula de adhesión llamada E-cad-
herina la cual es expresada en las membranas basolaterales de las células epiteliales.
Una característica de los LIE es que proliferan pobremente frente a una variedad
de estímulos. Una vez estimulados producen diferentes citoquinas incluyendo IL-
2, IL-5, IFNγ, TGFβ, TNFα y TNFβ.
7. Conclusiones
El sistema inmune cuenta con distintos tipos de células y proteínas. Cada compo-
nente tiene una función particular; sin embargo, todas ellas tienen como objetivo
final reconocer a los antígenos o materiales extraños y/o reaccionar en contra de
ellos.
El sistema inmunológico tiene acceso a todas las partes del cuerpo y, en especial,
en aquellos sitios donde existe una mayor exposición a agentes externos, como es a
nivel de mucosa. La mucosa intestinal está particularmente expuesta a una serie de
agentes externos, muchos de los cuales ingresan a través de los alimentos. En estos
sitios mucosos el sistema inmune cuenta con una batería de células especializadas y
ordenadas, listas para desempeñar su función de protección.
8. Bibliografía
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2. Probióticos en malnutrición
proteica-energética leve
En un modelo experimental de desnutrición proteica-energética leve llevado a
cabo en ratones, determinamos la importancia de la suplementación de la dieta
con leches fermentadas que contienen bacterias probióticas (LFP), tanto en la re-
cuperación intestinal como también de la inmunidad local y sistémica. Al mismo
tiempo se realizaron comparaciones con otros suplementos dietarios como la leche
entera y el sobrenadante libre de bacterias (SLB) obtenido a partir de la LFP.
En los animales desnutridos alimentos con la LFP, el aumento de peso estuvo
acompañado por cambios en la microbiota intestinal, principalmente en la pobla-
ción de bifidobacterias, donde se vio un incremento significativo en comparación
con los ratones desnutridos, no mostrando diferencias significativas en otras de las
poblaciones estudiadas (lactobacilos, anaerobios totales y enterobacterias). Estos
resultados son importantes, ya que se ha descrito que la población de bifidobacte-
rias podría ejercer un efecto benéfico sobre la microbiota intestinal32.
A nivel histológico, la malnutrición produjo disminución en el número y longitud de
las vellosidades intestinales, efecto que fue revertido con la administración de la LFP.
Estos cambios no solo significaron una recuperación a nivel histológico, sino tam-
bién en la funcionalidad de las células inmunes asociadas a intestino, donde se
observó que el número de células productoras de inmunoglobulina A (IgA) en la
lámina propia de intestino delgado incrementó significativamente en los animales
Elaboración propia
Después del periodo de desnutrición (pérdida del peso corporal de 25 por cien-
to con respecto al grupo CN), los ratones fueron renutridos con leche, LFP o su
SLB durante cinco días. Las muestras obtenidas fueron: basal, antes del periodo de
re-nutrición, y la muestra de cinco días tras la renutrición con los diferentes suple-
mentos. Las células inmunes se analizaron por inmunofluorescencia directa sobre
cortes de tejidos de intestino delgado. Los resultados se expresaron como número
de células positivas contados cada 10 campos de visión a 1000X de magnificación.
Las letras (a, b) indican las diferencias significativas con un (p <0,05) entre los
diferentes grupos, a diferentes letras mayor diferencia significativa entre los grupos
(modificado de Maldonado Galdeano et al., 201131).
Con respecto a la producción de citoquinas por las células inmunes presentes en la
lámina propia de intestino delgado, se observó que las células productoras de IL-2
e IL-12 disminuyeron en los animales malnutridos en comparación con el grupo
bien nutrido. Solo los animales alimentados con leche o LFP aumentaron signi-
ficativamente el número de estas células, mientras que la administración del SLB
solo indujo aumentos de las células productoras de IL-2. La importancia de esta
citoquina radica en que la misma actúa como factor de crecimiento de la población
4. Efecto de la administración de
la bacteria probiótica Lactobacillus
casei CRL 431 y una leche fermentada
por esta bacteria en ratones con
obesidad inducida por la dieta
En un modelo de obesidad inducido por una dieta alta en grasas se determinó el
efecto de la administración de una bacteria probiótica, Lactobacillus casei CRL 431
(L. casei), y de una leche fermentada (LF), con dicha bacteria, comparativamente
con animales que recibieron solo leche descremada reconstituida al 10 por ciento.
Uno de los primeros párametros estudiados en el modelo de obesidad fue la de-
terminación del peso corporal, el cual estuvo significativamente aumentado en los
ratones obesos. Los animales obesos que recibieron LF o la suspensión de la bac-
teria probiótica en el agua de bebida, como suplemento dietario, mostraron una
disminución significativa del peso corporal en comparación con el grupo de ratones
obesos.
Estos resultados nos llevaron a realizar un análisis más profundo de los parámetros
bioquímicos (glucosa, triglicéridos, colesterol total y HDL colesterol) en suero, que
normalmente se encuentran alterados en individuos obesos.
Efectivamente, la concentración de glucosa también se incrementó significativa-
mente en los ratones obesos, siendo la suplementación con la LF la que logró dis-
minuir estos niveles sin llegar a los valores del control no obeso.
El análisis del perfil lipídico mostró valores significativamente altos de triglicéridos
(TG) en los ratones obesos en comparación con el grupo control no obeso. La
administración de LF o de L. casei en suspensión como suplemento de la dieta alta
en grasas disminuyó la concentración de TG, pero sin llegar a los valores obtenidos
en el control no obeso.
En cuanto a las concentraciones de colesterol total, LDL-colesterol y HDL-coles-
terol mostraron incrementos significativos en el suero de los ratones obesos.
En ambos grupos obesos, los que recibieron suplemento probiótico o con la LF,
disminuyeron significativamente la concentración de colesterol total comparados a
5. Conclusiones
Los resultados obtenidos tanto en el modelo de desnutrición como en el modelo de
obesidad, muestran la importancia de la microbiota y como la manipulación de la
misma, puede contribuir a mantener la homeostasis intestinal y mejorar la inmuni-
dad tanto local como la sistémica.
En este sentido la intervención de los probióticos o de las leches fermentadas que
los contienen resultan ser una atractiva posibilidad para mejorar el estado general
en individuos malnutridos.
Anticuerpos
Inflamación IL-2, IL-4
IL-5
Célula infectada por mi- IL-10, IL-13
IFN-γ Células plasmáticas
croorganismo intracelular -
+ Polarización de las
(virus, bacteria)
MHCI - Péptido T CD4 respuestas TH1/Th2
antigénico Th1
Macrófago IFN-γ
T CD8 Expansión clonal IL-2
TNF-α
T CD4 memoria Inflamación
Citólisis de la
célula infectada
2.1.1. Moléculas
2.2.1. Vacunas
El estudio controlado de reacciones ante vacunas es ampliamente utilizado. Se
inoculan microorganismos muertos o atenuados y se obtiene información de la
2.3.1.3. Destrucción
Elaboración propia
3. Genética
En la actualidad, se está trabajando en el estudio de la influencia de la variación
genética sobre la ingesta alimentaria, la elección de alimentos, el metabolismo de
los nutrientes, así como sobre la alteración de la biodisponibilidad, la absorción,
transporte, biotransformación, y la excreción de nutrientes o componentes de la
dieta. Probablemente la variabilidad genética y su interacción con la dieta pueden
producir cambios en el metabolismo de los nutrientes27. Como consecuencia de lo
anteriormente dicho han surgido nuevas ciencias como la nutrigenómica (estudio
de la influencia de la dieta en la transcripción de genes, expresión de la proteína y
el metabolismo) y nutrigenética (estudio del efecto de la disposición genética sobre
la respuesta a la dieta y sus componentes)28, 29.
4. Conclusiones
Es de destacar que no existe marcador inmunológico único que informe sobre el
estado nutricional del individuo. Sin embargo, hay una gama de análisis in vivo, ex
vivo y determinaciones en sangre que sí pueden ser utilizados como imagen del
5. Bibliografía
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1. Introducción
Desde la aparición del hombre sobre la Tierra, el tipo de alimentos que
ha consumido para su sustento ha ido variando según las posibilidades que le ro-
deaban. No obstante, es realmente a partir de Hipócrates cuando la alimentación se
relaciona con la salud y se convierte en un centro de atención para todas las cultu-
ras. En la actualidad está ampliamente aceptado que un buen estado nutricional es
indicativo de una buena salud. Por lo tanto, no es extraño que uno de los objetivos
de la Salud Pública sea conseguir la adecuada situación nutricional de la población.
Desde los orígenes del concepto de inmunonutrición, se han realizado estudios para
observar cuáles son las consecuencias del déficit de nutrientes y energía sobre el
sistema inmunitario. Sin embargo, el devenir de los años y el avance en la investi-
gación ha permitido comprobar que no solo una dieta hipocalórica y la deficiente
ingesta de determinados macronutrientes podrían ocasionar una depleción del sis-
tema inmunitario, sino que, además, el exceso de estos, unido en muchas ocasiones
a un desequilibrio en la ingesta de ciertos micronutrientes, podría causar una alte-
ración en el metabolismo de nuestro sistema de defensa. Teniendo en cuenta esta
primera aproximación, se tratarán a continuación los marcadores inmunológicos en
distintos casos de malnutrición ocasionados por diferente origen.
a. Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal, considerando la
edad y la talla (por ejemplo, pérdida de peso que da lugar a un peso inferior al 85 por ciento del es-
perable o fracaso en conseguir el aumento de peso normal durante el periodo de crecimiento, lo que
da como resultado un peso corporal inferior al 85 por ciento del peso esperable).
b. Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso si está por debajo del peso normal.
c. Alteración de la percepción del peso o de la silueta corporal, exageración de su importancia en la
autoevaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal.
Especificar el tipo:
n Tipo restrictivo: durante el episodio de AN, el individuo no recurre regularmente a atracones o a pur-
gas (por ejemplo, vómito autoinducido, abuso de laxantes, uso de diuréticos o enemas).
n Tipo compulsivo/purgativo: durante el episodio de AN, el individuo recurre regularmente a atracones
o a purgas (por ejemplo, vómito autoinducido, abuso de laxantes y uso de diuréticos o enemas).
Especificar el tipo:
n Tipo purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa, el paciente se provoca regularmente el vómito
o usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.
n Tipo no purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa, el individuo emplea otras conductas com-
pensatorias inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente a pro-
vocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.
En el caso de los TCA, los estudios que se han realizado sobre las consecuencias
que este tipo concreto de malnutrición ocasiona en el sistema inmunitario han
ofrecido resultados dispares. Así, aunque algunos de los hallazgos inmunológicos
observados en pacientes con AN son similares a los de la malnutrición clásica, se
presentan de forma más leve y con menos frecuencia. Por tanto, la función inmu-
nitaria en estos pacientes parece estar más protegida de lo que cabría esperar dado
su estado nutricional tan deficitario1. Otro aspecto de gran interés es la aparente
inexistencia de complicaciones infecciosas en pacientes con AN, a pesar de la se-
ria desnutrición que padecen. Durante largos periodos de su enfermedad, estos
pacientes parecen estar protegidos frente a las infecciones virales más comunes, al
menos hasta que alcanzan estados muy avanzados de debilidad y desgaste4.
Se ha demostrado en diversos estudios sobre el estado inmunológico de pacien-
tes que sufren AN o BN que este tipo de malnutrición, al igual que ocurre en
las malnutriciones más típicas, afecta en primer lugar a la inmunidad celular y
4.1. Gestación
La gestación es un estado fisiológico particular en el que es imprescindible vigilar
la alimentación de la madre para que durante este periodo su sistema inmunitario
funcione adecuadamente y, así, consiga una mayor protección para evitar posibles
infecciones o procesos inflamatorios. Durante la gestación existe una alteración
importante del sistema endocrino, lo que repercute en el sistema inmunitario.
Además, la salud y el bienestar del recién nacido están influenciados por el esta-
do nutricional de la madre, su peso durante el embarazo y la ganancia ponderal
durante la gestación. Algunos estudios han observado que los niños nacidos de
mujeres gestantes expuestas a condiciones de hambruna tienen una mayor proba-
bilidad de desarrollar diabetes de tipo 2, obesidad, hipertensión y enfermedades
cardiovasculares16. La programación nutricional de la mujer gestante ha adquirido
recientemente un gran interés para promover la salud del neonato a corto y largo
plazo17-19, ya que la situación nutricional de la madre guarda una relación directa
con el desarrollo de los órganos linfoides en el feto, así como en el desarrollo de su
respuesta inmunitaria20.
Ma
lnu rés
tric Est
E ión
S Sistema
S
T inmune
U
I Sistema P
M inmune R
U
E
L
S
A
I
C
I
Ó
N
Ejercicio
moderado
Elaboración propia
Ejercicio
intenso
Ó
N
En la actualidad son muy pocos los estudios que examinan la asociación entre la ac-
tividad física y el estado inflamatorio en niños o adolescentes32-34. Desde finales de
los 90 hasta muy recientemente no se habían encontrado pruebas de que un estilo
de vida activo pudiera tener un efecto antiinflamatorio en los jóvenes35.
Se ha observado asociaciones entre la actividad física y los indicadores de inflamación,
como la grasa corporal, la condición cardiovascular y la resistencia a la insulina14,
15, 32, 35, 36
. Principalmente, la obesidad ha mostrado una fuerte asociación con la infla-
mación de bajo grado, hasta el punto de considerarse que el tejido adiposo puede
ejercer una acción inflamatoria en adolescentes sanos14. Sin embargo, se ha sugerido
un rol indirecto de la actividad física sobre la inflamación de bajo grado mediante
la mejora en la composición corporal a través de su efecto sobre la masa corporal.
El grupo de la doctora Marcos ha demostrado que la actividad física ejerce un efecto
sobre la obesidad, la condición física, algunos indicadores de riesgo cardiovascular,
adipocitoquinas o adipoquinas y, aunque de forma indirecta, sobre la inflamación en
niños y adolescentes36-40. Asimismo, se ha observado que las conductas sedentarias
pueden tener una negativa influencia sobre los indicadores cardiovasculares41. Estos
resultados ponen de manifiesto la importancia de la actividad física y la influencia de
los hábitos sedentarios en el desarrollo de patologías crónicas desde edades tempranas.
Figura 6.5. Modelo propuesto para la asociación entre nivel de actividad física y el riesgo de infección33
Riesgo de infección
Nivel adecuado
de condición física
6. Conclusiones
Como se desprende de todo lo visto en este capítulo, el sistema inmunitario varía
con la edad y resulta influenciado por los hábitos alimentarios del individuo, por
todo lo que le rodea y por su estilo de vida.
7. Bibliografía
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1. Introducción
La desnutrición hospitalaria es un problema conocido, pero
aún así sigue siendo la principal causa de morbimortalidad en los pacientes hospi-
talizados. Los pacientes en estado crítico son quienes sufren un impacto mayor y
más rápido de la enfermedad sobre su estado nutricional, ya que a la incapacidad
de ingesta se le agrega el catabolismo aumentado y las alteraciones metabólicas
propias de la respuesta inflamatoria sistémica1, 2. Durante el estrés metabólico se ac-
tivan una serie de mediadores tanto del sistema neuroendocrino como del sistema
modulador microendocrino. Entre los primeros se encuentran hormonas como el
cortisol, las catecolaminas, el glucagon y la hormona del crecimiento. La activación
del sistema microendocrino determina la liberación o puesta en juego de diversas
citoquinas, tales como el factor de necrosis tumoral (TNF) e interleucinas 1 y 2
(IL-1 e lL-2), entre otras. Estos mediadores a su vez son capaces de inducir altera-
ciones fisiológicas y metabólicas en los distintos órganos y sistemas.
El principal objetivo de la respuesta metabólica es incrementar el aporte de oxígeno
a los tejidos, en un contexto de aumento de la demanda, y producir la energía que
permita sostener las funciones vitales, la respuesta inflamatoria, la función inmu-
nológica y la reparación tisular. Para esto es necesaria la movilización de sustratos
hacia áreas con elevadas demandas metabólicas como el hígado, las heridas y las
células mononucleares. El nitrógeno corporal proveniente del músculo esquelético,
tejido conectivo e intestino constituye la principal fuente de sustratos. La respuesta
metabólica, que inicialmente constituye un mecanismo de defensa ante el trauma
(dependiendo de su severidad y duración), puede llegar a convertirse en un factor
deletéreo, ya que en situaciones extremas puede conducir a una depleción proteica
muy importante y con riesgo vital3.
2. Valoración antropométrica
Esta es una medida que se debe determinar cuando el paciente ingresa a la UCI,
siempre y cuando sea factible obtener el peso habitual de la HC o por referencia
de un familiar. Aun con las limitaciones mencionadas y si no es posible obtener
3. Variables bioquímicas
Al igual que la antropometría, los marcadores bioquímicos se encuentran afectados
por los procesos de síntesis y degradación que intervienen en la respuesta aguda del
paciente crítico ante la injuria, las modificaciones rápidas de los fluidos corporales
y por los tratamientos que el paciente recibe. Por ello, su interpretación es limitada.
5. Pruebas funcionales
Las pruebas de medición o estimación de la fuerza muscular (como la dinamome-
tría) han sido utilizadas como indicador del estado nutricional con buenos resul-
tados en algunos grupos de pacientes, especialmente para predecir complicaciones
quirúrgicas. Sin embargo, en los pacientes críticos estas pueden estar alteradas por
la existencia de polineuropatías propias de estos pacientes o bien por el uso de
sedoanalgesia8.
7. Balance calórico
El balance calórico o energético es la diferencia entre las calorías administradas y
las prescritas o requeridas. Es frecuente en terapias intensivas que, por múltiples
razones (por ejemplo, ayunos por procedimientos o estudios, intolerancias diges-
tivas, olvidos, etcétera), la cantidad de nutrición enteral realmente administrada
sea menor a la prescrita. También puede expresarse como porcentaje de calorías
administradas versus prescritas o requeridas (porcentaje de adecuación). El balance
8. Puntaje NUTRIC
El sistema de puntuación Nutrition Risk in the Critically Ill (Nutric) es un método
novedoso, recientemente validado para identificar a aquellos pacientes que podrían
beneficiarse de un soporte nutricional agresivo. No mide directamente el estado
de nutrición; su objetivo es cuantificar el riesgo de eventos adversos en el paciente
crítico que podrían ser modificadas por el SN. Ejemplos de este tipo de SN serían
las estrategias para optimizar la administración de calorías y proteínas vía nutrición
enteral (proquinéticos, sonda postpilórica, etcétera) o, en su defecto, nutrición pa-
renteral complementaria. Aquellos pacientes con puntaje más alto podrían tener
una peor evolución clínica (con una mayor mortalidad y más días de ventilación
mecánica entre los sobrevivientes). En la tabla 7.3 se detallan las seis variables
necesarias para calcular el puntaje (1 a 10) y su interpretación. Se necesitan más
estudios para validar el Nutric u otra herramienta como método de valoración de
«riesgo nutricional» en el paciente crítico. Es posible que con futuros estudios esta
herramienta sea mejorada20.
Elaboración propia
9. Conclusiones
¡ La VEN debe realizarse en todo paciente crítico y tiene como objetivo principal
determinar su estado nutricional durante el ingreso a la UCI, para establecer el
nivel de terapia nutricional requerido y evitar complicaciones.
¡ Los métodos tradicionales de VEN deben ser interpretados con cautela, ya
que su especificidad se encuentra alterada en la enfermedad crítica. Aun así,
10. Bibliografía
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mentación. Nutr Hosp. 2010;25(6):1045-8.
1. Introducción
Los primeros casos de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) fue-
ron reportados en la década de 1980. A partir de ese momento, su incidencia fue
incrementándose año a año, aunque se calculó para 2014 que las nuevas infecciones
por VIH han descendido en un 35 por ciento desde el año 2000. Actualmente en el
mundo viven 36,7 millones de niños y adultos infectados con VIH1.
La mayor concentración de personas infectadas se encuentra en el África subsaha-
riana, con una prevalencia en adultos de 4,7 por ciento. Le siguen el Sur y Sudeste
Asiático con una prevalencia de 0,3 por ciento y América Latina con 0,4 por ciento
de prevalencia.
La introducción de los tratamientos antirretrovirales de gran actividad (Targa o
conocidos por su sigla en inglés Haart) ha modificado la historia natural de la en-
fermedad, perpetuando la infección crónica y disminuyendo los estadíos avanzados.
En este sentido, los países que disponen de antirretrovirales y que han implemen-
tado políticas de salud con cobertura universal han reducido el número de casos
de sida y la tasa de mortalidad asociada a esta enfermedad. Este contexto de la
patología repercute sobre el estado nutricional de las personas que viven con VIH,
caracterizado por personas con un estado nutricional óptimo, posiblemente afec-
tado por complicaciones asociadas a los antirretrovirales, como las enfermedades
metabólicas (dislipemia, diabetes, síndrome metabólico), la lipodistrofia (distribu-
ción anormal de la masa grasa tanto atrofia como hipertrofia), afecciones renales y
óseas. La mejora del estado de salud, entre otras causas, ha producido en los últimos
años un incremento de los casos de sobrepeso y obesidad semejantes a las tasas de
prevalencia sobre la población general.
2. Tamizaje nutricional
En la actualidad son muy pocas las herramientas de tamizaje nutricional validadas
para las personas infectadas con VIH. Bowers M.B5 ha desarrollado una versión
adaptada de la VGS6 de Detsky para VIH/sida, en la que encontró una concor-
dancia entre la información relevada por este método y la evaluación nutricional
en profundidad. En el modelo de VGS adaptado se agrega, al examen físico, la
estimación de pérdida de tejido adiposo y de tejido muscular, se suman algunos
síntomas gastrointestinales específicos de la patología que pueden influir sobre el
estado nutricional y se indaga en mayor profundidad la capacidad funcional (ver
anexo). También se pudo observar que el recuento de células CD4 era menor a
medida que empeoraba el estado nutricional medido por la VGS (grupo A, media
de 457,9 ± 354,6 cel. CD4/µL; grupo B, media 201,5 ± 202,3 cel. CD4/µL; grupo
C, 87,1 ± 189,3 cel. CD4/µL).
3. Evaluación clínica
Los indicadores clínicos muestran los cambios físicos que responden a una mala
nutrición y permiten identificar síntomas y signos de las deficiencias o exceso de
nutrientes o aquellos relacionados con una enfermedad. Es necesario realizar una
adecuada HC que incluya datos de la entrevista con el paciente y datos del examen
físico10.
En la entrevista se deberían obtener, al menos, los siguientes datos:
Examen físico: Se evalúan los signos físicos que evidencian deficiencia o exceso
nutricional. Los más utilizados en las personas con VIH se detallan en la tabla
8.1.
Tejido/órgano Signo
Piel Presencia de dermatitis seborreica, sarcoma de Kaposi, foliculitis, infecciones mi-
cóticas, psoriasis y prúrigo
Orofaringe Presencia de candidiasis, leucoplasia oral, sarcoma de Kaposi, aftas orales, enfer-
medad periodontal
Periné Presencia de lesiones de condiloma, úlceras, herpes
Neurológico Alteraciones de la función cognitiva, motora y sensorial
Sistema Presencia de linfadenopatías, esplenomegalia, hepatomegalia
hemolinfopoyético
Tejido graso Pérdida de grasa en piernas, brazos, glúteos y cara (lipoatrofia)
Acumulación de grasa en región abdominal, parte inferior de la nuca (joroba de
búfalo) y mamas (lipohipertrofia)
Elaboración propia
La pérdida de peso severa produce cambios en la piel y el cabello que solo son mani-
festados por la persona cuando se indaga al respecto. Puede presentar sequedad de la
piel y un cabello quebradizo que se corta fácilmente. Estos mismos signos revierten
rápidamente ante la recuperación nutricional, quizás antes que otros parámetros
como el tan deseado aumento de peso. Es importante ponerlo en manifiesto para
que el paciente reconozca los éxitos de las terapias implementadas sobre él.
También es necesario conocer los efectos adversos que producen muchos de los
medicamentos utilizados tanto para el VIH como para las enfermedades oportu-
nistas o las profilaxis, ya que algunos de ellos pueden producir cambios en el cabe-
llo, la piel o cualquier otro signo clínico11.
4. Evaluación de ingesta
La evaluación dietética en los pacientes es fundamental para iniciar el tratamien-
to nutricional. Si bien todavía existe discusión acerca de los requerimientos nu-
tricionales necesarios en personas que viven con VIH, parecería que en la etapa
sintomática o sida origina una mayor demanda, marcada por el aumento de los
requerimientos de nutrientes. Los síntomas que pueden presentar las personas en
esta etapa no ayudan a satisfacer tal demanda y producen deficiencias nutricionales
y deterioro del estado nutricional. Para ello, en la tabla 8.2 se presentan los ítems
Tabla 8.2. Características y nutrientes a indagar en la entrevista con el paciente y/o familiar
Entrevista nutricional
Elaboración propia
6. Evaluación antropométrica
Los cambios en el peso corporal y su incidencia en el pronóstico de la enfermedad
han sido investigados a lo largo del tiempo. El índice de masa corporal (IMC) es un
parámetro simple y de fácil aplicación para la práctica clínica. Este índice, calculado
al inicio del tratamiento de los pacientes con VIH/sida, fue asociado fuertemente
con riesgo de mortalidad18. Se ha observado, a los seis meses de iniciado el Targa, que
un IMC inicial en valor de bajo peso, junto a un incremento menor de 100 cel/µl de
linfocitos CD4, tiene un efecto negativo en la supervivencia de los pacientes19. Se-
gún Sudfeld et al.20, la pérdida de peso en el primer mes de iniciado el tratamiento
¡ Son métodos caros, exponen a los personas a radiación y precisan personal en-
trenado para la realización del estudio y la interpretación de los resultados.
Idealmente sería útil realizar un estudio de composición corporal al inicio del tra-
tamiento antirretroviral, antes de que el paciente desarrolle una lipodistrofia, para
conocer la estructura del paciente y que sirva de patrón para estudios posteriores.
8. Conclusiones
¡ Si bien varias herramientas de tamizaje nutricional pueden utilizarse en perso-
nas con VIH, aún no se ha validado ninguna de ellas para la práctica clínica.
¡ La evaluación nutricional a través de indicadores clínicos, bioquímicos, antro-
pométricos, de ingesta alimentaria y de composición corporal debería realizarse
con la mayor proximidad posible al momento del diagnóstico de VIH, para una
intervención nutricional oportuna y para una interpretación adecuada del mo-
nitoreo nutricional luego de iniciado el tratamiento antirretroviral.
¡ Si bien el tratamiento antirretroviral produce complicaciones nutricionales, ya
sea de la composición corporal o de distintas fracciones bioquímicas y micronu-
trientes, no existen valores de referencia específicos para personas con VIH y se
utilizan los mismos que para la población general.
9. Bibliografía
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1. Introducción
La pérdida de peso y la desnutrición están relacionadas, fundamen-
talmente, con la pérdida de la masa magra. Pueden aparecer en estadios avanzados
de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y constituyen un expo-
nente claro de su heterogeneidad fenotípica. Su presencia está asociada a un peor
pronóstico, independientemente del volumen espiratorio forzado (VEF) durante
el primer segundo.
No obstante, con la evidencia actual, en los pacientes con caquexia, parece razo-
nable iniciar un tratamiento nutricional individualizado en combinación con pro-
gramas de rehabilitación pulmonar (ejercicio). Son necesarios nuevos estudios que
permitan avanzar en el conocimiento de la fisiopatología y sobre el papel que pue-
den desempeñar otras opciones terapéuticas (hormonas, antiinflamatorios) en la
desnutrición de los pacientes con EPOC1, 2.
Tradicionalmente, la pérdida de peso se consideraba como una progresión terminal
irreversible e inevitable del proceso patológico. Se pensaba que el soporte nutri-
cional (SN) podía incluso tener una influencia negativa sobre la enfermedad, por
inducir a un estrés metabólico y ventilatorio adicional en el sistema respiratorio.
Sin embargo, los estudios acerca de la alteración del balance energético durante la
pérdida de peso en la EPOC modificaron este enfoque. Además, el concepto de la
EPOC como una alteración sistémica proporcionó nuevas perspectivas del papel
que ocupa la nutrición en esta patología. La desnutrición conlleva discapacidades
(disnea, capacidad de ejercicio) y minusvalía (estado de salud), independientemente
de la alteración de la función pulmonar3. En la mayoría de los pacientes, estas con-
secuencias desfavorables de pérdida de peso y, en particular, de disfunción muscular
son (parcialmente) tratables con suplementos proteico-energéticos. Sin embargo,
2. Tamizaje nutricional
Consta de la VGS y la minievaluación nutricional del adulto mayor (MNA), que
se aplican como evaluaciones simples realizables y reproducibles, lo que resulta
de gran utilidad en estos pacientes para la detección de la presencia o inicio de
desnutrición. Pero hay sintomatología específica para estos pacientes que podrían
considerarse como factores de riesgo de depleción del estado nutricional, como son
disnea, dolor torácico, tos y fiebre5.
¡ Índice de masa corporal (IMC): los pacientes con EPOC pueden presentar
malnutrición, la cual puede determinarse según el IMC con los parámetros ya
mencionados en el capítulo 3.
¡ Pliegues cutáneos: los pliegues cutáneos del bíceps, tríceps, subescapular y
suprailíaco son empleados para estimar el porcentaje de grasa corporal, con la
1s
PEF
FEV1
FVC
Volumen
Flujo
a
b
FVC
Tiempo Volumen
FEF25.7,5 = a/b
¡ Capacidad vital forzada (FVC): es el máximo aire que puede ser espirado
de forma forzada tras una inspiración máxima.
4. Evaluación clínica
En enfermedades como la EPOC, donde la ingesta alimentaria se reduce sustan-
cialmente por la fatiga permanente que dificulta la acción de comer, o en el distress
respiratorio que cursa con hipermetabolismo intenso, las proteínas musculares de
tipo II se convierten en uno de los principales sustratos gluconeogénicos, lo que
puede acabar con hasta el 70 por ciento de la masa diafragmática, generando mayor
debilidad e incrementando el trabajo respiratorio debido a la pobre contracción del
diafragma a consecuencia de la reducción de su volumen16.
Los aportes de magnesio, fosfato, calcio y potasio son importantes para restable-
cer el funcionalismo de la musculatura respiratoria. Se observa que los niveles de
hierro y zinc están comprometidos. Los niveles de cobre pueden aumentar por la
estimulación de las citoquinas. El selenio es cofactor esencial como antioxidante
de la glutatión peroxidasa y aumenta la posibilidad de lesión pulmonar cuando el
paciente es sometido a altas concentraciones de oxígeno, si existe déficit de selenio.
Los pacientes con patología pulmonar parecen ser sensibles a la hipofosfatemia. Se
ha demostrado una disminución del fósforo muscular en pacientes con broncopatía
crónica y se puede constatar su mejoría tras la suplementación16.
No hay un déficit especial de vitaminas en quien padece insuficiencia respiratoria
crónica. No obstante, y dado el ya comentado estado de hipermetabolismo que puede
ocurrir en estos pacientes en su fase de descompensación, se origina una alteración
en la fosforilacion oxidativa, con lo cual determinadas vitaminas son útiles y necesa-
rias por su acción antioxidante. Las vitaminas antioxidantes A, C y E parecen tener
5. Indicadores dietéticos
6. Conclusiones
7. Bibliografía
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1. Introducción
La evaluación del crecimiento y desarrollo físico es un sensible indi-
cador de salud en los individuos y poblaciones. Aunque los procesos de crecimien-
to y desarrollo tienen características comunes en una misma especie, sus patrones
presentan variaciones entre las distintas etnias e incluso por individuos, lo cual está
determinado por la interacción entre los factores genéticos y los ambientales1.
Los factores genéticos desempeñan un importante papel en el desarrollo físico y su
potencial está decidido en el momento de la concepción, pero la expresividad de un
gen depende de la influencia del medio externo.
La influencia ambiental incluye diversos factores del entorno físico y psicosocial,
y la nutrición es particularmente importante, pues está considerada como el factor
más relevante dentro de este grupo2. El crecimiento y desarrollo físico como indi-
cadores de salud del individuo implican las funciones de órganos y sistemas de ór-
ganos, por lo que las determinantes que afectan a aquellas influyen de igual manera
en las anomalías y disfunciones de cualquiera de estos.
Las enfermedades con expresión neurológica de curso crónico constituyen un gru-
po inmensurable de estados donde inciden diferentes factores etiológicos que apa-
recen de forma escalonada durante la existencia y que van desde la carga genética
presente en el sustrato vital hasta los múltiples fenómenos del entorno que actúan
como favorecedores o mediadores en la expresión de estas enfermedades3, 4.
Hasta hoy, la carga genética es un elemento casi infranqueable en la mayor parte
de las enfermedades con expresión neurológica de curso crónico, si se pretende una
modificación de la información genética, pues la terapia génica es un área de desa-
rrollo científico aún inconcluso5. No obstante la terapia molecular ha logrado algu-
nos avances cuando de tratamientos sustitutivos de proteínas enzimáticas se trata,
3. Protocolo de intervención
alimentaria-nutrimental en las
enfermedades neurológicas
Las patologías neurológicas son múltiples y muy variadas, ya sean centrales o pe-
riféricas y todas son susceptibles de atención por nutrición clínica15,16, tanto en
régimen hospitalario como ambulatorio.
La valoración nutricional (VN) es un ejercicio clínico cuyo recurso es la medición
o exploración de indicadores alimentarios-nutrimentales-metabólicos relacionados
con el estado de salud, para identificar la posible ocurrencia, naturaleza y extensión
de las alteraciones del estado nutricional (EN), las cuales pueden ir de la deficiencia
o carencia hasta los excesos o toxicidad17.
Según los indicadores empleados y los objetivos que se persigan, la evaluación nutri-
cional puede tener diferentes propósitos en el amplio grupo de enfermedades neuro-
lógicas18, 19 y en el resto de los problemas de salud del ser humano. Los objetivos son:
Los indicadores del EN dependen de los fines que se persigan; es decir, si son para
conocer el EN de poblaciones o de individuos en particular. Se clasifican en:
Para satisfacer las exigencias de este capítulo se hace referencia a los indicadores de
tipo directos, los que son útiles en la práctica de la nutrición clínica.
La vigilancia del EN y de la alimentación adecuada son de gran importancia para
la prevención, tratamiento y rehabilitación de todo proceso mórbido y de no to-
marlos en cuenta entorpece su evolución. De todo esto se infiere que el abordaje
nutricional, tanto a nivel evaluativo como a nivel de procedimientos, constituye
una arista en la optimización del tratamiento de los pacientes portadores de estas
enfermedades.
Para cumplir con todas estas exigencias es necesario el cumplimiento de una meto-
dología que agrupe las acciones a emprender en pacientes con patologías neuroló-
gicas, que permita realizar las intervenciones conocidas y que han sido estudiadas,
analizadas y aprobadas por expertos20, 21. La metodología a emplear se presenta aquí
como un protocolo de intervención con los objetivos siguientes:
Otros exámenes
Antropométrica Clínica Bioquímica Dietética
según proceda
Mediciones Capacidad
Examen físico Evaluación Historia
corporales Anamnesis antioxidante
observacional de metabolitos alimentaria
total del
en líquidos y
organismo
tejidos
Historia de Signos físicos corporales
Por métodos Alimentación
enfermedades de trastornos actual
directos
pasadas nutricionales
Pruebas
metabólicas
Bioempedancia
Elaboración propia
Debido a que las patologías neurológicas son muy variadas y con manifestaciones
clínicas diferentes, y por el hecho de abarcar desde edades pediátricas hasta adultos
mayores, se propone aquí un modelo de HC nutricional (anexos 1, 2 y 3) diseñado
para la VEN de los pacientes asistidos por la especialidad, conformado con carac-
terísticas particulares según la expresión clínica de la enfermedad neurológica, con
un formato aplicable desde el inicio de la VEN hasta posteriores evaluaciones que
miden la intervención nutricional prescrita22.
¡ Hemograma
¡ Lipidograma
¡ Glucemia
¡ Ácido úrico
¡ Creatinina
¡ Urea
¡ Transaminasas
El resto de los indicadores bioquímicos se seleccionan según la patología de
base. Estos se describen a continuación:
4. Conclusiones
En esta propuesta de intervención:
IX. APP:
X. APF:
Madre Padre Abuela m Abuela m Abuela P Abuelo P
Otros familiares
Merienda:
Almuerzo:
Merienda:
Comida:
Cena:
X. APP:
XI. APF:
Madre Padre Abuela m Abuela m Abuela P Abuelo P
Otros familiares
Merienda:
Almuerzo:
Merienda:
Comida:
Cena:
REPÚBLICA DE CUBA
GRUPO DE APOYO NUTRICIONAL
PARA LA ENFERMEDAD DE PARKINSON
Centro Internacional de Restauración Neurológica
Historia clínica nutricional pediátrica
Otros familiares:
XI. H. tóxicos:
XII. Hábito intestinal antes de enfermarse:
Merienda:
Almuerzo:
Merienda:
Comida:
Cena:
XXII. Recomendaciones:
XXIII. Indicaciones:
1. Introducción
En las últimas décadas la mortalidad de los pacientes quemados ha dis-
minuido gracias a cambios en la resucitación con fluidos, control de las infecciones,
escisión precoz de la quemadura y el soporte de los cambios metabólicos y sus
repercusiones a través de una adecuada terapia nutricional.
El soporte nutricional (SN) se ha vuelto una parte fundamental de la terapéutica, al
igual que la evaluación del estado nutricional del paciente, como punto de partida
del tratamiento y para monitorear sus resultados.
En el paciente quemado se producen profundos cambios fisiopatológicos que es
necesario conocer y comprender y que lo transforman en un verdadero desafío para
todo el equipo de salud. Estos serán tratados en el presente capítulo, pues afectan
el estado nutricional.
¡ Peso corporal
Los cambios en el peso corporal permiten evaluar el estado nutricional, al relacio-
narlo con la talla al cuadrado (índice de masa corporal), y pueden ser un indicador
de la eficacia del tratamiento nutricional. Sin embargo, es necesario interpretar los
datos a la luz de los cambios que se operan durante la evolución del paciente.
En la fase temprana de la quemadura, de más del 15 por ciento de superficie cor-
poral quemada (SCQ), existe un aumento de la permeabilidad capilar con pasaje
de líquido del espacio intra al extravascular, con importante formación de edema
que se extiende entre las 24 y 48 horas posquemadura. Lentamente se corrige este
cambio en la permeabilidad, con un retorno al estado normal luego de las 72 horas4.
En algunos pacientes, el edema puede persistir hasta la segunda o tercera semana5,
lo que enmascara el estado nutricional.
El tratamiento inicial del paciente quemado requiere rápida y enérgica reanimación
con líquidos para mantener la diuresis, la presión arterial y la perfusión a todos los
tejidos. Dura entre las 24 y 36 horas iniciales. En una segunda etapa, de manteni-
miento, la reposición en cuanto a cantidad y duración es más debatida. General-
mente se extiende hasta el cuarto día4.
Las fórmulas de reposición hídrica toman en cuenta el peso corporal y la superficie
quemada, por lo cual es importante conocer el peso del paciente en el momento
del ingreso, antes de que se instale el edema (peso seco). Se debe realizar balance
¡ Proteínas séricas
La determinación de las concentraciones plasmáticas de ciertas proteínas sinteti-
zadas por el hígado, tales como albúmina, transferrina, prealbúmina y la proteína
ligadora del retinol, han sido usadas como marcadores nutricionales desde hace
muchos años. La proteína de elección para esta evaluación debe tener una vida
media biológica corta, con concentración plasmática baja, mostrar una rápida pero
moderada tasa de síntesis y una tasa catabólica constante, que reaccione solo a la
restricción proteica o energética y que dicha restricción pueda ser detectada por una
disminución de su concentración en el plasma.
Como ya se mencionó, estas proteínas de fase aguda son modificadas por factores
no nutricionales como la inflamación y el tratamiento.
¡ Albúmina
La albúmina es un buen indicador del estado general de las proteínas, pero no es de
ayuda para monitorear los cambios dinámicos debido a que tiene una vida media
de 20 días; es movilizada del líquido extravascular cuando los niveles en el suero
disminuyen y proporcionan un amortiguador.
396 | Serrana Tihista
Se ha visto que en los días siguientes a la quemadura desciende su valor, incluso con
valor normal al ingreso. Se mantiene por debajo de lo normal, independientemente
del soporte realizado. Esto se debe a cambios en la distribución, por el edema, y
cambios por la inflamación con menor síntesis hepática y pasaje de la albúmina
al intersticio, así como al efecto dilucional operado posreanimación. Todo ello se
une a la larga vida media de esta proteína sérica5. En algunos centros se administra
albúmina como parte del tratamiento.
Todo lo mencionado hace a la albúmina insensible a cambios en el estado nutricio-
nal, sobretodo en el paciente grave.
¡ Transferrina
La transferrina es más útil como marcador de MN, en relación a la albúmina, por
tener una vida media más corta (ocho días). Sin embargo, está afectada por los mis-
mos factores que la albúmina y, además, se pierde plasma a través de la herida, por
lo cual se ve la misma caída posingreso.
Además, se ve afectada por factores no dietéticos, como cambios en el metabolismo
del hierro, uso de antibióticos, entre otros. Puede aumentar en la anemia, pérdida
de sangre y deshidratación.
Por estas razones no se recomienda como marcador nutricional.
¡ Prealbúmina o transtiretina
La prealbúmina o transtiretina es una glicoproteína sintetizada por el hígado. Has-
ta hoy solo se le atribuía función transportadora, en especial de la hormona tiroidea
activa, de la que es responsable de aproximadamente un tercio de su transporte.
Es más sensible a los cambios por tener un pool pequeño cien veces menor que la
albúmina y una vida media de dos días. Sin embargo, sus cambios no son específi-
cos de modificaciones en el estado nutricional. El rango de normalidad es de 17 a
42 mg/dl.
¡ Gasto energético
El estado nutricional es el resultante del balance entre la ingesta calórica y el gasto,
por lo cual se debe conocer ambos parámetros y relacionarlos.
El gasto energético elevado del paciente quemado es un factor de riesgo para el
deterioro del estado nutricional.
- 4343 + (10,5 × SCQ) + (0,23 × IC) + (0,84 × GEB) + (114 × T) − (4,5 × DPI)
SCQ = porcentaje de superficie quemada, IC = ingreso calórico del día anterior, GEB = gasto energé-
tico basal por Harris y Benedict, T = temperatura corporal, DPI = días posinjuria
La superficie corporal total se obtiene con el peso y la talla del paciente, a través de
fórmula de Dubois19.
Las limitaciones prácticas para su aplicabilidad quedan resueltas con el uso del
nomograma elaborado a partir de esa compleja fórmula matemática.
El BN se calcula restándole al aporte de nitrógeno vía oral, enteral o parenteral las
pérdidas urinarias mediante la fórmula citada más arriba y el resultado del cálculo
de las pérdidas por superficie quemada según alguno de los métodos existentes.
Si se usara el método de Waxman18 la cantidad obtenida (proteínas) se debe con-
vertir a nitrógeno dividiendo por un factor de 6,25.
¡ Dinamometría de la mano
No es de utilidad en el paciente crítico en general y el quemado en particular, pues
requiere que el paciente esté lúcido y con manos libres de curaciones, situaciones
poco frecuentes en el quemado grave.
Podría usarse en etapa de rehabilitación.
¡ Función respiratoria
Valen las mismas consideraciones que para la dinamometría; se requiere un pacien-
te lúcido y respirando espontáneamente.
4. Conclusiones
La nutrición se ha vuelto una parte fundamental de la terapéutica del paciente
quemado y debe ser encarada como tal.
La comprensión de los cambios metabólicos posinjuria ayudará a encarar la terapia
y la evaluación del estado nutricional como primera etapa del PAN.
La VEN, aunque con limitaciones, así como los balances calóricos y proteicos,
orientan en las necesidades de energía y nutrientes y el resultado de la terapia.
La existencia de guías clínicas y protocolos de trabajo benefician al paciente que-
mado. Sin embargo, su elaboración debe basarse en evidencia científica y a nuestro
juicio su implementación requiere un equipo humano interdisciplinario.
5. Bibliografía
1. Mueller C, Compher C, Ellen DM, American Society for Parenteral and En-
teral Nutrition (A.S.P.E.N.) Board of Directors. A.S.P.E.N. clinical guidelines:
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Enteral Nutr. 2011;35(1):16-24.
2. White JV, Guenter P, Jensen G, Malone A, Schofield M, Academy Malnu-
trition Work Group, et al. Consensus statement: Academy of Nutrition and
Dietetics and American Society for Parenteral and Enteral Nutrition: cha-
racteristics recommended for the identification and documentation of adult
malnutrition (undernutrition). JPEN J Parenter Enteral Nutr. 2012;36(3):
275-83.
1. Introducción
La prevalencia de la desnutrición en el paciente quirúrgico es eleva-
da y es bien conocido que la pérdida de peso preoperatoria se relaciona con un ín-
dice elevado de mortalidad posoperatoria. Numerosas publicaciones han aportado
pruebas adicionales de la asociación existente entre desnutrición y malos resultados
de la intervención quirúrgica1.
Debido a la relación entre desnutrición, complicaciones posoperatorias y morta-
lidad, la valoración del estado nutricional (VEN) perioperatoria se considera un
aspecto vital en el tratamiento integral del paciente candidato a cirugía. La detec-
ción e identificación precoz de la desnutrición o del riesgo de desnutrición permite
instaurar un soporte nutricional (SN) adecuado y reducir las complicaciones po-
soperatorias, el tiempo de recuperación del paciente tras la agresión y la estancia
hospitalaria. Todo ello podría contribuir en la disminución de los costes sanitarios
y de la mortalidad2.
La Aspen3 define la VEN como un método integral que intenta definir el estado
nutricional de una persona mediante el uso de los antecedentes clínicos, nutri-
cionales, farmacológicos, la exploración física, la medición de las variables antro-
pométricas y las pruebas de laboratorio. Asimismo, la Aspen define la malnutrición
(MN) como cualquier trastorno del estado nutricional que incluya los derivados
de deficiencias en la ingesta de nutrientes y de trastornos del metabolismo y del
aporte nutricional excesivo3. Es necesario destacar que la MN, causada por defecto
o exceso de nutrientes, y la MN asociada a una enfermedad o la relacionada a trau-
matismos, ya que la cirugía formará parte del tratamiento de esta última.
Los objetivos nutricionales respecto al paciente sometido a cirugía han cambiado
en los últimos años y hoy en día los focos de atención se centran en:
4. Tamizaje nutricional
El tamizaje nutricional es una herramienta que nos permite identificar si existe
desnutrición o riesgo de desnutrición de una forma sencilla, rápida y discriminante
y que facilitará una intervención nutricional precoz cuando esta sea necesaria.
La Comisión Conjunta de Acreditación de Organizaciones de Salud ( JCAHO,
por sus siglas en inglés)4, el Council of Europe-Committee of Ministers 20035,
la Declaración de Praga 2009 y la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y
Enteral (Senpe)6 —en sus recomendaciones del grupo de trabajo desnutrición: Nu-
trición Hospitalaria— recomiendan que todos los hospitales realicen un tamizaje
nutricional durante las primeras 24 horas del ingreso.
Incluye datos subjetivos y objetivos (peso, talla, cambios en el peso corporal, cam-
bios en la ingesta, comorbilidades, capacidad funcional). Toda esta información
contribuirá a la determinación del estado nutricional del paciente y a detectar el
riesgo nutricional durante la hospitalización. En la literatura se pueden encontrar
varias herramientas para el tamizaje nutricional (capítulo 4). Es necesario conocer
que dichas herramientas presentan algunas limitaciones; en algunos de los casos,
no se ha establecido su sensibilidad, especificidad, validez, fiabilidad y/o elevado
costo. El tamizaje nutricional puede depender, en numerosas ocasiones, del juicio
individual del clínico, puesto que presenta un alto grado de subjetividad.
El tamizaje nutricional previo al ingreso permite una detección más eficaz de los
pacientes que precisan soporte nutricional en el periodo preoperatorio. Ferguson
et al.7 refieren que la anorexia y la pérdida de peso son los indicadores que más
Elaboración propia
Intervención
quirúrgica
Gestora de
casos /
Primera visita
Visita
equipo cirugía
prequirúrgica
Información y
Valoración
Unidad educación sanitaria
nutricional inicial
de soporte prequirúrgica
Indicaciones
nutricional adaptada al
dietéticas
protocolo fast track
IRN = [1,519 × nivel sérico de albúmina (g/L)] + [0,417 × (peso actual/peso habitual)] × 100
Valores entre 97,5 y 100: riesgo de desnutrición leve
Valores entre 83,5 y 97,5: desnutrición moderada
Valores menores a 83,5: desnutrición grave
6. Indicaciones perioperatorias
Siguiendo las recomendaciones de la Espen, publicadas en 200614, debe utilizarse
SN en los pacientes con riesgo de desnutrición grave durante 10 a 14 días antes de
la cirugía mayor, que debe retrasarse si es preciso y continuarse en el posoperatorio
hasta la reanudación satisfactoria de la ingesta oral (grado A). En el preoperatorio,
hay que administrar nutrición enteral preferiblemente antes del ingreso hospitala-
rio (grado C).
7. Conclusiones
Consideramos que la VEN en el paciente quirúrgico debe ser iniciada precozmen-
te, desde el momento de incluirlo en programa de cirugía, y requiere seguimiento y
monitorización nutricional antes, durante y después de la cirugía. El nutricionista
clínico tiene un papel imprescindible en la detección y corrección de los desajustes
nutricionales del paciente sometido a cirugía.
Horario Alimentos y cantidad aproximada Fin de semana Grupo alimento Raciones día/semana
Desayuno Lácteos:
( h) Leche
Quesos
Yogur
Media mañana Frutas:
( h) Crudas
Zumo
Comida Cárnicos:
( h) Carne magra
Carne grasa
Pescado blanco
Pescado azul
Huevos
Embutidos
Merienda Grasas:
( h) Aceites
Otros
Cena Farináceos:
( h) Pan
Patatas
Arroz, pasta
Legumbres
Galletas
Resopón Verduras:
( h) Cocidas
Crudas
Preferencias 1. 2. Total diario aproximado Kcal y proteínas (sobre necesidades teóricas) Bebidas
Alcohol g/día
3. 4. Porcentaje > 100 100-75 75-50 50-25 < 25 Miscelánea
Aversiones 1. 2. Kcal Bollería
3. 4. Proteína Helados
Refrescos
Snacks
Cocción Horno-plancha Conducta alimentaria: Necesidades teóricas Ingesta Suple- Cantidad pautada:
Inapetente: ____ real mento: Ingesta real: ___
Frito-rebozado Gran comedor: ____ Kcal Kcal Nombre Aporte en Kcal: ___
Hervido-vapor Irregular: ____ Proteínas Proteínas Aporte g/prot.: ___
Otros: ____
Elaboración propia
13. The Veterans Affairs Total Parenteral Nutrition Cooperative Study Group. Pe-
rioperative total parenteral nutrition in surgical patients. N Engl J Med. 1991;
325(8):525-32.
14. Arends J, Bodoky G, Bozzetti F, Fearon K, Muscaritoli M, Selga G, et al. ES-
PEN Guidelines on Enteral Nutrition: Non-surgical oncology. Clin Nutr. 2006;
25(2):245-59.
15. Unidad de Soporte Nutricional. Encuesta dietética. Hospital Vall D’Hebrón;
2014.
1. Introducción
El deterioro del estado nutricional es uno de los efectos adversos
más importantes del cáncer, que afecta el estado físico, funcional y psicológico del
paciente. Se asocia a una reducción de la función física, de la tolerancia al trata-
miento antineoplásico y de la supervivencia. Por ello, la detección precoz de la des-
nutrición o el riesgo de padecerla es el primer paso para la valoración nutricional.
2.2.2. Anorexia
Es de etiología múltiple, es muy frecuente y prácticamente constante en el cáncer
avanzado. Puede originarse por un síndrome ansioso-depresivo originado por el
diagnóstico, el dolor, alteraciones del gusto y del olfato, náuseas o vómitos causados
por la enfermedad o por el tratamiento, entre otros.
2.3.4. Otros
Todavía se desconoce el efecto que los nuevos tratamientos, tales como la terapia
génica, la terapia dirigida y otros tratamientos diana producirán sobre la situación
nutricional del enfermo oncológico. Es de suponer que al disminuir la toxicidad
comportará un menor impacto en los síntomas que afecten el EN aun cuando no
existen datos en la actualidad.
Todos los factores citados anteriormente, no solo contribuyen a disminuir la ingesta
de alimentos, sino que producen una disminución del aprovechamiento de los nu-
trientes y generan reacciones en cascada que deterioran rápidamente el EN.
3. Caquexia cancerosa5
La caquexia en cáncer se define como un síndrome multifactorial caracterizado por
una pérdida continuada de masa de músculo esquelético (con o sin pérdida de masa
adiposa) que no puede ser revertida por completo mediante un apoyo nutricional
convencional y que conduce a un deterioro funcional progresivo. Se caracteriza por
un balance proteico y energético negativo, como consecuencia de una combinación
variable de reducción del consumo alimentario y metabolismo anormal. Se asocia
a una reducción de la función física, una reducción de la tolerancia al tratamiento
anticanceroso y una disminución de la supervivencia.
En la caquexia cancerosa podemos distinguir tres estadios de trascendencia clínica
(figura 13.1), aunque no todos los pacientes pasarán por todo este espectro. El
riesgo de progresión varía y depende de factores como el tipo y estadio del cáncer,
la presencia de inflamación sistémica, el bajo consumo de alimento y la falta de
respuesta al tratamiento.
La precaquexia se caracteriza por una pérdida de peso involuntaria del 5 por ciento,
junto a signos clínicos y metabólicos iniciales como anorexia e intolerancia a la
glucosa.
Normal Muerte
n Anorexia y cambio metabólico n IMC < 20 y pérdida de peso > 2% o Enfermedad cancerosa procatabólica
n
5.1. Vitamina C
Es una vitamina hidrosoluble con gran capacidad antioxidante por su alto poder
de reducción. Es aún ampliamente estudiada, tanto in vivo como in vitro, por su
5.2. Vitamina E
Es una vitamina liposoluble, considerada como el principal antioxidante encon-
trado dentro de las membranas lipídicas del organismo, conserva los ácidos grasos
poliinsaturados de las membranas celulares de su oxidación mediante el bloqueo
de radicales libres. Respecto a su acción en casos de cáncer, la vitamina E juega
un rol importante relacionado con la disminución de los efectos neurotóxicos del
cisplastino. La suplementación con 400 mg/día de vitamina E logra disminuir la
incidencia y severidad de neurotoxicidad42.
Otros estudios43 señalan que a la vitamina E se le adjudica un papel importante
en la prevención del cáncer pancreático junto a la vitamina C, los carotenoides y
los folatos. Mientras que un estudio con alfatocoferol y betacaroteno del Cancer
Prevention Study Group44 reportó no haber encontrado reducción alguna en la
incidencia del cáncer de pulmón entre hombres fumadores, tras ocho años de su-
plementación dietética con alfatocoferol o betacaroteno. De hecho, estos ensayos
sacan a la luz la posibilidad de que estos suplementos pueden ocasionar más daños
que efectos beneficiosos, por lo que deben ser utilizados con cautela.
5.4. Vitamina D
Existen dos formas de vitamina D en el organismo: D2 ergocalciferol y D3 colecal-
ciferol. La vitamina D2 está presente en los vegetales y en formulaciones vitamíni-
cas; la D3 es sintetizada en el organismo por la exposición cutánea a rayos ultravio-
letas. Una evidencia sustancial soporta el papel anticancerígeno de la vitamina D3
contra cáncer de mama, próstata, piel y colon, tanto en modelos experimentales in
vivo como en in vitro, donde los más recientes estudios avalan que los metabolitos
de la vitamina D3 suprimen el crecimiento y estimulan la diferenciación de células
cancerosas en esófago in vitro. Sin embargo, la evidencia no demuestra claramente
la relación entre la vitamina D3 y el riesgo de cáncer de esófago.
En el estudio de Gui-Ling Huang45 se evidencia una asociación entre altas con-
centraciones séricas de vitamina D3 y betacaroteno con un riesgo bajo de cáncer de
esófago. Por otra parte, Vashi et al. (2010)47 destacan en su hipótesis que la admi-
nistración de quimioterapia en cáncer colorectal puede ocasionar modificaciones
en la dieta, tales como la eliminación o reducción de productos lácteos, como parte
del manejo de la quimioterapia, debido a la diarrea inducida. Además, se observó
que los pacientes bajo este tratamiento parecen no absorber la vitamina D por la
mucositis subclínica, razón por la cual pueden necesitar grandes cantidades de vita-
mina D por largos periodos, a fin de alcanzar niveles séricos adecuados de 25(OH)
D. También encontraron que una formulación oral de vitamina D de 8000 UI/día
durante ocho semanas es un régimen seguro para corregir la deficiencia de vitamina
D en los pacientes oncológicos. La respuesta a tal suplementación conlleva a rever-
tir niveles subóptimos hasta llegar a óptimos en pacientes con cáncer de próstata y
de pulmón (con niveles basales de 20-32 ng/ml), así como en pacientes con cáncer
colorrectal y pancreáticos, cuyos niveles basales suelen ser los más bajos (por debajo
de 20 ng/ml).
Se debe investigar el impacto de mejorar los niveles séricos de 25(OH)D en los
pacientes, la supervivencia y la calidad de vida. Otro hallazgo de Vashi et al.48 es la
5.5. Selenio
Es un elemento traza que funciona por intermedio de seleno-proteínas, algunas
de las cuales son enzimas, como la glutatión peroxidasa. Durante los estados de
hipercatabolismo se crea una deficiencia en el estado nutricional de selenio, que es
un reactante negativo de fase aguda. En la enfermedad crítica (caracterizada por
una condición inflamatoria con estrés oxidativo) los niveles séricos de selenio se
reducen precozmente, con una relación inversa entre estos eventos y la mortalidad.
Se ha planteado49 una suplementación con selenio de 450 ug/día durante 14 días
consecutivos mientras se desarrolla una respuesta inflamatoria sistémica. La opi-
nión científica acerca de la relación entre selenio y el riesgo de cáncer ha sido muy
variada. Epidemiológicamente la evidencia reporta que no hay efectos preventivos
relacionados con cáncer al incrementar la dosis de selenio en individuos sanos. Sin
embargo, la suplementación en forma de selenio orgánico o inorgánico puede dar
resultados dramáticamente diferentes de los efectos biológicos50. El selenio puede
ser efectivo en la prevención del cáncer de pulmón y más aun en individuos con
bajo estatus de este elemento; sin embargo, no debe usarse como una estrategia
general.
6. Conclusiones
¡ Existen numerosos factores que pueden condicionar el deterioro nutricional de
estos pacientes y que pueden afectar negativamente a la morbi-mortalidad, la
calidad de vida y la tolerancia a los tratamientos antineoplásicos.
¡ La caquexia cancerosa se ha clasificado en tres estadios: precaquexia, caquexia
y caquexia refractaria.La identificación de estadios iniciales del proceso puede
mejorar el abordaje multimodal de este complejo síndrome.
7. Bibliografía
1. Gandara L, Feliu J, Zamora P. La nutrición del paciente con cáncer. En: Gonzá-
lez M, et al, editores. Oncología clínica. Madrid: McGraw-Hill; 1999. p. 637-48.
2. Gupta R, Ihmaidat H. Nutritional effects of oesophageal, gastric and pancrea-
tic carcinoma. Eur J Surg Oncol. 2003;29(8):634-43.
3. Kokal WA. The impact of antitumor therapy on nutrition. Cancer. 1985;55(Su-
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4. Berteretche MV, Dalix AM, d’Ornano AMC, Bellisle F, Khayat D, Faurion
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5. Fearon K, Strasser F, Anker SD, Bosaeus I, Bruera E, Fainsinger RL, et al.
Definition and classification of cancer cachexia: an international consensus.
Lancet Oncol. 2011;12(5):489-95.
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7. Kondrup J, Allison SP, Elia M, Vellas B, Plauth M, Educational and Clinical
Practice Committee, European Society of Parenteral and Enteral Nutrition
(ESPEN). ESPEN guidelines for nutrition screening 2002. Clin Nutr. 2003;
22(4):415-21.
VALORACIÓN GLOBAL, teniendo en cuenta el formulario, señale lo que corresponda a cada dato clínico
para realizar la evaluación final:
DATO CLÍNICO A B C
Pérdida de peso <5% 5-10% >10%
Alimentación Normal deterioro leve-moderado deterioro grave
Impedimentos para ingesta NO leves-moderados graves
Deterioro de actividad NO leve-moderado grave
Edad 65 >65 >65
Úlceras por presión NO NO SÍ
Fiebre / corticoides NO leve / moderada elevada
Tto. antineoplásico bajo riesgo medio riesgo alto riesgo
Pérdida adiposa NO leve / moderada elevada
Pérdida muscular NO leve / moderada elevada
Edemas / ascitis NO leve / moderados importantes
Albúmina (previa al tto) >3,5 3’0-3,5 <3,0
Prealbúmina (tras tto) >18 15-18 <15
VALORACIÓN GLOBAL,
A: buen estado nutricional
B: malnutrición moderada o riesgo de malnutrición
C: malnutrición grave
llagas en la boca (2) sequedad de boca (1) sin ganas de hacer la mayoría de las cosas,
pero paso menos de la mitad del día en la cama o
los alimentos me saben raros
sentado/a (2)
o no me saben a nada (1)
capaz de realizar pequeñas actividades
problemas al tragar (2) los olores me
y paso la mayor parte del día en la cama
desagradan (1)
ó sentado/a (3)
me siento lleno/a enseguida (1)
encamado/a, raramente estoy fuera de la cama (3)
dolor; ¿dónde? (3) __________________________
(consignar como marcador
otros factores** (1) _________________________
final la condición de más alta puntuación)
** como: depresión, problemas dentales, económicos 4
(sumar las puntuaciones correspondientes a cada uno de los
síntomas indicados por el paciente)
Suma de las Puntuaciones: 1+2+3+4 = A
3
5. Enfermedad y su relación con los requerimientos nutricionales (ver Tabla 2 en la hoja de instrucciones)
6. Demanda Metabólica
Puntuación Numérica Tabla 2 = B
C
(ver Tabla 3 en las instrucciones) Puntuación Numérica Tabla 3 = C
sin estrés metabólico
Puntuación Numérica Tabla 4 = D
estrés metabólico leve
estrés metabólico moderado FD Ottery, 2000.
8. Evaluación Global (VGS A, B o C)
estrés metabólico elevado
farmacológica”. Bien nutrido
9 Indica una necesidad crítica de mejorar
Moderadamente el manejo demal
ó sospechosamente los nutrido
síntomas del paciente y/o inter
7. Evaluación física
el recuadro 3
D Severamente mal nutrido
Requiere intervención de un especialista en nutrición junto con su médico/oncólogo según los s
(ver Tabla 4 en las instrucciones) (ver Tabla 5 en la hoja
intervención farmacológica según los síntomas (recuadro 3) dey instrucciones)
la analítica del paciente.
2-3 Paciente y familiares requieren educación nutricional por parte de especialista en nutrició
No requiere intervención nutricional en este momento. Volver a valorar durante el tratamiento
Puntuación Numérica Total: A+B+C+D (ver recomendaciones abajo)
apropiado manejo de los síntomas del paciente.
intervención farmacológica, e intervención nutricional apropiada. Una apropiada intervención n
intervención nutricional incluyendo: educación nutricional del paciente y familiares, m
La valoración cuantitativa del estado nutricional del paciente sirve para definir en que
Recomendaciones Nutricionales
Recomendaciones Nutricionales
La valoración cuantitativa del estado nutricional del paciente sirve para definir en que casos se recomienda
intervención nutricional incluyendo: educación nutricional del paciente y familiares, manejo de síntomas,
intervención farmacológica, e intervención nutricional apropiada. Una apropiada intervención nutricional requiere un
FD Ottery, 2000.
apropiado manejo de los síntomas del paciente.
Puntuación Numérica Total: A+B+C+D
farmacológica”. (v
No requiere intervención nutricional en este momento. Volver a valorar durante el tratamiento.
9 Indica una necesidad crítica de mejorar
2-3 Paciente y familiares requieren educación nutricional por parte de especialista en nutrición ú otro clínico, con el manejo de los síntomas del pa
FD Ottery, 2000.
intervención farmacológica según los síntomas (recuadro 3)el yrecuadro 3 del paciente.
la analítica (ver Tabla 5
(ver Tabla 4 en las instrucciones)
Requiere intervención de un especialista en nutrición juntoRequiere
farmacológica”. intervención de un
con su médico/oncólogo segúnespecialista en nutrición
los síntomas
D
indicadosjunto
en con su médico/oncó
Severamente mal nutrido
el9recuadro 3 necesidad crítica de mejorar el manejo de intervención
Indica una los síntomas farmacológica
del paciente y/o según los síntomas
intervención (recuadro
nutricional / 3) y la analítica del pa
7. Evaluación2-3 física
Paciente y familiares requieren educación nutricional por
Moderadamente parte de especia
ó sospechosa
9 Indica
el recuadro 3 una necesidad crítica de mejorar el manejo de los síntomas del paciente y/o intervención nutricional /
farmacológica”.
Requiere No requiere
intervención de un especialista en nutrición junto con intervenciónsegún
su médico/oncólogo nutricional en esteindicados
los síntomas momento.
BienenVolver a valorar durante
nutrido
estrés metabólico elevado
intervención farmacológica según los síntomas (recuadro 3)apropiado
y la analíticamanejo de los síntomas del paciente.8. Evaluación Global (VGS A, B
del paciente.
FD Ottery, 2000. estrés metabólico
2-3 Paciente y familiares requieren educación nutricional por partemoderado
intervención farmacológica,
de especialista e intervención
en nutrición nutricional
ú otro apropiada. Una apropiada
clínico, con
No requiere intervención nutricional en este momento. intervención
estrés metabólico
Volver nutricional
leve durante
a valorar incluyendo: educación nutricional del paciente
el tratamiento.
La valoración cuantitativa del estado nutricional Puntuación Numérica
del paciente sirveTabla
para4d
apropiado manejo de los síntomas del paciente. sin estrés metabólico
Recomendaciones
intervención farmacológica, e intervención nutricional apropiada. Una apropiada Nutricionales
intervención nutricional requiere un Numérica Tabla 3
(ver Tabla 3 en las instrucciones) Puntuación
intervención nutricional incluyendo: educación nutricional del paciente y familiares, manejo C de síntomas,
La valoración cuantitativa del estado nutricional del paciente sirve para definir en que casos se recomienda Puntuación Numérica Tabla 2
6. Demanda Metabólica Valoración del estado nutricional | 443
Recomendaciones Nutricionales
Firma: –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– Fecha: ––––––––––––––––
Edad ––––––––––––––––B
Firma: –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––Estadio
––––––––– Fecha: –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
de la enfermedad (indicar el estadio si se conoce o el más próximo a él): I II III IV Ot
Anexo 2 303
La valoración numérica final de la VGS-GP proviene de las puntuaciones totales obtenidas en los apartados A, B, C y D
al dorso. Los recuadros 1-4 deben ser completados por el paciente. Las puntuaciones correspondientes a esos recuadros
vienen indicadas entre paréntesis. La siguiente hoja sirve como ayuda para valorar cuantitativamente las diversas seccio-
nes de que consta la encuesta.
5 – 9,9% 3 10 – 1 9,9%
3 – 4,9% 2 6 – 9,9%
2 –2,9%1 2– 5,9%
0 – 1,9% 0 0 – 1,9%
Puntuación Total Recuadro 1 = Subaguda + Aguda = 1
1
TABLA 5.—Valoración Global Subjetiva del Estado Nutricional del Paciente. Categorías
Estado A Estado B Estado C
Categoría Bien nutrido Moderadamente Severamente malnutrido
malnutrido o
sospechosamente malnutrido
Examen Físico Sin déficit o Evidencia de pérdida de leve a Signos evidentes de malnutrición (ej.:
Deficiencia crónica pero con moderada de masa grasa y/o pérdida severa de tejidos
reciente mejoría clínica masa muscular y/o tono graso, muscular, posible
muscular a la palpación edema)
” FD Ottery, 2000 Evaluación Global (A, B, o C) =
1. Introducción
La obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por un
aumento de la masa grasa y, en consecuencia, por un incremento del peso corporal.
Se produce como consecuencia final de un desequilibrio entre la ingesta calórica y
la actividad física. Su etiopatogenia no es del todo conocida aún y se le ha relacio-
nado a múltiples factores de tipo metabólico, hormonal, social, cultural y genético.
Es uno de los principales problemas de salud pública en los países desarrollados
y ha sido considerada por la OMS como una de las epidemias del siglo XXI, por
las dimensiones adquiridas en los últimos años, por su impacto sobre la calidad de
vida y las repercusiones sobre los costes sanitarios. La obesidad aumenta el riesgo
de sufrir enfermedades y aumenta la mortalidad. En varios estudios se ha corre-
lacionado directamente el aumento del índice de masa corporal con los riesgos de
sufrir enfermedades como las cardiovasculares, hipertensión, cáncer, ovario poli-
quístico, infertilidad, trombosis venosa profunda, problemas ortopédicos y artritis
degenerativa, hígado graso, dislipidemia, apnea obstructiva del sueño, depresión y
diabetes, entre otros, lo que la vuelve un motivo del deterioro de la calidad de vida
y del aumento de riesgo de mortalidad1, además de las importantes repercusiones
psicológicas, sociales y económicas en las personas que la padecen.
En 2013, la Sociedad de Obesidad (TOS), el Colegio Americano de Cardiología
(ACC) y la Asociación Americana del Corazón (AHA)2 establecieron las Guías
conjuntas de manejo de sobrepeso y obesidad, que abarcan las siguientes áreas de trata-
miento: primero, la identificación del paciente que requiere perder peso, utilizando
al menos el IMC y la circunferencia de la cintura; segundo, ajustar el tratamiento
al riesgo individual del paciente; tercero, prescripción de la dieta con restricción
calórica ajustada de acuerdo con los hábitos del paciente, enmarcado dentro de un
2. Etiopatogenia
La obesidad es una enfermedad de origen multifactorial, crónica y de carácter epi-
démico. Por estos motivos, su tratamiento debe tener un enfoque multidisciplinario
y trabajar áreas como el genotipo y los aspectos endocrino, metabólico, psicológico,
cultural y ambiental del paciente.
Hay evidencia de que la morbilidad se incrementa de forma proporcional al índice
de masa corporal y que la expectativa de vida se acorta entre cinco y veinte años3 en
los pacientes con obesidad. Asimismo, perder peso de forma controlada disminuye
estos riesgos, según el estudio Swedish Obese Subjects (SOS)4.
Las causas de la obesidad son múltiples y están en constante estudio. En los últimos
veinte años se ha avanzado notablemente en las diferentes áreas relacionadas, como
el sistema neuroendocrino, el tejido adiposo, metabólico y genético. Otros aspectos
como el desequilibrio calórico, los trastornos alimentarios, la microbiota intestinal,
las interacciones de algunos medicamentos y el sedentarismo también forman par-
te de las recientes investigaciones en obesidad.
Por lo mencionado anteriormente y dado que el origen de la obesidad puede ser
multicausal, su tratamiento debe ser siempre integral y multidisciplinario.
3.1. Antropometría
Tabla 14.1. Clasificación del índice de masa corporal según SEEDO, 20077
IMC
Peso insuficiente < 18,5
Normopeso 18,5-24,9
Sobrepeso grado I 25-26,9
Sobrepeso grado II 27-29,9
Obesidad grado I 30-34,9
Obesidad grado II 35-39,9
Obesidad de tipo III (extrema) 40-49,9
Obesidad de tipo IV («superobesidad») 50-59,9
Obesidad de tipo V («supersuperobesidad») > 60
¡ Fórmula de Deuremberg
El uso de fórmulas también se recomienda para estimar la grasa corporal por su
facilidad y economía.
Una de estas es la de Lean, Han y Deuremberg13, que relaciona la circunferencia
de cintura con la edad para determinar la grasa corporal (GC).
Existen otras fórmulas, como la de Livingston, que también parece más exacta
que Harris-Benedict. Se recomienda más para pacientes sanos que obesos y la
fórmula rápida de Carrasco.
¡ Ecuación de Livingston15
Hombre: 293 × peso actual 0,4330 – edad (5,92)
Mujer: 248 × peso actual 0,43356 − edad (5,09)
Siempre se recomienda utilizar factores de actividad física para el cálculo final, pero
aún no hay consenso en los valores de acuerdo con la fórmula. Se recomienda usar
los sugeridos por el autor.
Tabla 14.2. Deficiencias de vitaminas y minerales en el preoperatorio del paciente obeso según Flancbaum23
Nutriente Deficiencia
25-OH vitamina D 68,1 por ciento
Hierro 43,9 por ciento
Hemoglobina 22 por ciento
Tiamina 29 por ciento
Calcio 3,2 por ciento
Albúmina 1,1 por ciento
Otro autor muestra resultados similares y encuentran obesos con más de una defi-
ciencia y relaciones con otros marcadores (tabla 14.3).
Nutriente Deficiencia
25(OH) D 67,9 por ciento (-20 ng/ml)
Hierro 18,8 por ciento
Vitamina A 16,9 por ciento
Magnesio 35,4 por ciento
Fosfato 21,6 por ciento
Doble deficiencia 28,5 por ciento
Triple deficiencia 12,1 por ciento
Cuádruple deficiencia 6,3 por ciento
4. Conclusiones
La obesidad es la enfermedad metabólica más prevalente del mundo desarrollado
con un creciente aumento. De todos los factores implicados en su desarrollo des-
tacan dos por su posibilidad de ser modificados: la ingesta calórica y el estilo de
vida sedentario. Su importancia va más allá de connotaciones estéticas: la obesidad
es considerada por la OMS como un grave problema de salud pública por el alto
número de comorbilidades que conlleva. Debido a la complejidad de esta patología
es recomendable una correcta valoración nutricional del paciente, un enfoque y ma-
nejo multidisciplinario y un tratamiento a medida que promueva cambios hacia un
estilo de vida saludable y que incluya el uso de medicamentos o cirugía bariátrica
de acuerdo con los algoritmos en los protocolos de manejo aprobados por organi-
zaciones de salud, todo de acuerdo con la evidencia científica.
5. Bibliografía
1. National Institutes of Health, Consensus Development Conference State-
ment. Health implications of obesity. National Institutes of Health Consen-
sus Development Conference Statement. Ann Intern Med. 1985;103(6 Pt 2):
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2. American Heart Association, American College of Cardiology, Obesity Socie-
ty. 2013 AHA/ACC/TOS Guideline for the Management of Overweight and
Obesity in Adults. J Am Pharm Assoc (2003). 2014;54(1):e3.
1. Introducción
La prevalencia de la diabetes mellitus (DM) aumentó en todos los países
del mundo en el 2013 y se registra un total de 382 millones de diabéticos. En Lati-
noamérica la prevalencia es de 24 millones de diabéticos y la previsión para 2035 es
que el 60 por ciento de la población latinoamericana sea diabética1. El aumento de
la prevalencia de diabetes mellitus tipo 2 (DM2) puede ser explicado por el enve-
jecimiento de la población y el aumento de la prevalencia del sobrepeso y obesidad,
además de los hábitos alimentarios inadecuados y del sedentarismo cada vez más
frecuente.
¡ Mantener los niveles de glucemia más cerca de lo normal por medio del equili-
brio de la ingestión de alimentos.
¡ Prevenir o tratar las complicaciones crónicas.
¡ Proporcionar las cantidades adecuadas de calorías para alcanzar o mantener el
peso corporal ideal.
3.1. Anamnesis
La elaboración de la historia detallada del paciente debe incluir el origen étnico,
los antecedentes familiares, el histórico de ganancia o pérdida de peso (peso usual
del paciente o peso pregestacional en DM gestacional), histórico de crecimiento en
Eutrófico 18,5-24,9
4. Conclusiones
El EN influye en el desarrollo de la DM y también en el desarrollo de sus compli-
caciones crónicas. El exceso de peso y el riesgo nutricional son igualmente graves y
5. Bibliografía
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10. Rollinson D, Scott A, Shikora S. Obesity. The ASPEN Nutrition Support Core
Curriculum. 2007;35:695-721.
1. Introducción
La función de los riñones es eliminar productos tóxicos del metabolismo
y la conservación de sustancias esenciales para la vida. Por tal motivo, son órga-
nos que regulan y conservan el medio interno, manteniendo no solo la volemia,
sino también el estado ácido-base del organismo. También se ven involucrados
en la regulación del sistema renina-angiotensina II, prostaglandinas, y bradicinina.
Actúan en la maduración de eritrocitos en la médula, mediante la producción de
eritropoyetina, y en la regulación del balance calcio-fósforo y del metabolismo óseo
en general1.
La insuficiencia renal crónica (IRC) se define como la presencia de alteraciones
en la estructura o función renal durante al menos tres meses y con implicaciones
para la salud1. A medida que avanza el daño renal y desciende el filtrado glomerular
(FG) a menos de 60 ml/minuto, surgen las primeras evidencias de malnutrición
(MN), debido al cúmulo de sustancias nitrogenadas que causan anorexia, anemia,
insulinoresistencia, pérdida de peso involuntaria, sintomatología a la que se suma
la presencia de enfermedades intercurrentes agudas, que contribuyen al desmejora-
miento del estado nutricional2.
Se estima que la prevalencia de MN en IRC es del 50 al 70 por ciento, correla-
cionándose el riesgo de hospitalización y mortalidad con el estatus nutricional del
paciente3, 4. Algunos estudios3 han sugerido que la severidad de la sintomatología
urémica en los estadios finales de la enfermedad y en el inicio de la terapia renal
sustitutiva es un importante factor predictivo de morbilidad y mortalidad, indican-
do también que la inflamación y la desnutrición predisponen a un mal pronóstico
para estos pacientes 4-6.
Por lo general esta enfermedad progresa en forma silenciosa hasta requerir trata-
mientos sustitutivos, tales como la hemodiálisis, la diálisis peritoneal o el trasplante
renal.
Si se logra captar al paciente en los primeros estadios y lograr una buena adheren-
cia al tratamiento, donde se pueda tratar tanto los factores de progresión como de
iniciación, este paciente tiene más posibilidades de lograr una mejor sobrevida en
el tratamiento sustitutivo.
Diálisis asociado
Comorbilidad
catabolismo Infección
Toxinas urémicas
Disminución
de la ingesta P-E-W Enfermedad
de nutrientes Protein-energy-wasting cardiovascular
Fragilidad,
Inflamación
depresión
3.2. Músculoesquelético
Incremento en la degradación proteica, de aminoácidos ramificados, que condicio-
nan la síntesis de albúmina hepática, el aumento en la oxidación de ácidos grasos y
la disminución de la masa muscular (sarcopenia, disminución de la CMB)10.
Depósito de calcio
Hiperfosfatemia PTH
y fósforo
3.6. Anemia
Es un pilar fundamental en el tratamiento de la IRC, ya que su control se ma-
nifiesta no solo en la sobrevida, sino también en la calidad de vida del paciente,
disminuyendo las complicaciones cardiovasculares, las infecciosas y el número de
hospitalizaciones11, 12.
La principal causa es una falta de producción de eritropoyetina (EPO) renal, que
actúa sobre la diferenciación y maduración de precursores eritoblásticos, contribu-
yendo así a favorecer la anorexia. La corrección se realiza desde estadios tempranos,
con la corrección con ruhEPO8, 13. Si bien es un factor asociado independientemen-
te a la malnutrición en pacientes urémicos, en los últimos años se le ha dado una
alta relevancia a la resistencia de EPO asociada a la MN e inflamación. El déficit
de micronutrientes como el ácido fólico también es asociado a la resistencia de
EPO12, 13.
La anemia en la IRC es normocítica y normocrómica, asociada directamente a la
disminución de síntesis de EPO. La reposición de los depósitos de hierro vía oral es
ineficaz en estos pacientes por la disminución de la absorción intestinal13-15.
3.8. Leptinas
Existe una correlación directa entre leptina y grasa corporal. Esta hormona dis-
minuye la ingesta de alimentos y aumenta la termogénesis, con la consiguiente
reducción de peso corporal. Una parte de esta se elimina por el riñón, por lo tanto
en la IRC hay un menor clearence con hiperleptinemia17.
4. Parámetros nutricionales
La VEN en la IRC requiere de la utilización de varios marcadores, sin llegar a ser
ninguno de ellos el gold estándar.
Las guías clínicas NFK Doqui establecen que la monitorización del estado nutri-
cional debería realizarse periódicamente, cada 6 a 12 meses en el estadio 3 y cada
1 a 3 meses en el estadio 4 y 5, dependiendo del estado del paciente y sus comor-
bilidades18, 19.
4.1. Tamizaje
5.1. Peso
Es un parámetro primario inespecífico para la determinación de la masa corporal en
la IRC, ya que solo incluye el compartimiento óseo, graso y la masa magra. En estos
pacientes juega un rol fundamental la presencia de edemas, ascitis y la sobrehidrata-
ción. Sin embargo, es preferible considerar los cambios de peso respecto al tiempo,
porque la severidad de la MN también se refiere a la pérdida de peso en un periodo.
Peso teórico = Punto medio o variación del IMC a una media de 2320
5.7. IMC
Es el parámetro antropométrico más utilizado. Los resultados de un estudio de
cohorte de 10 000 pacientes en Estados Unidos y Europa muestran cómo la mor-
talidad descendía a medida que aumentaban los valores del IMC; esta relación fue
hallada en forma independiente a la dosis de diálisis. Este índice debe ser ajustado
en los pacientes amputados22.
5.10. Otros
6. Parámetros bioquímicos
7. Composición corporal
El análisis de composición corporal mediante el método no invasivo de BIA fue
utilizado por Hoffer en 196924. Si bien se emplea desde hace varias décadas, ha
tomado un importante rol para la determinación de la composición corporal, no
solo de la masa muscular o masa grasa, sino incorporando el concepto de sobrehi-
dratación como un factor determinante en la morbimortalidad en la IRC en todos
sus estadios.
Los pacientes en hemodiálisis o en diálisis peritoneal desarrollan cambios com-
plejos en su composición corporal que afectan a la hidratación, la nutrición y el
aumento de grasa y todos estos factores son de gran importancia en la calidad de
8. Conclusiones
La desnutrición es más común de lo que se sospecha en los pacientes con IRC. Tam-
bién es una variable independiente de morbimortalidad. Tiene origen multifactorial
y presenta complicaciones que pueden acentuar la progresión de la enfermedad renal.
Anexo
*MCC: (condiciones mórbidas principales) incluyen EPOC (moderado-severo), sida, secuelas neurológicas
importantes, metástasis, quimioterapia reciente.
1. Introducción
El hígado es un órgano muy complejo que realiza más de quinientas
funciones metabólicas, muchas de ellas vinculadas a la nutrición1. Es por ello que
las enfermedades hepáticas y la nutrición se encuentran estrechamente relaciona-
das. Los desórdenes nutricionales en pacientes con enfermedad hepática crónica
(EHC) se han convertido recientemente en una preocupación debido a que estos
trastornos influyen en la evolución de la enfermedad hepática2.
El hígado es el órgano responsable del metabolismo de los hidratos de carbono, de
las proteínas y de las grasas. Las EHC (cualquiera sea su etiología) comprometen la
capacidad de síntesis hepática y afectan el estado nutricional de los pacientes. Las
enfermedades virales y por consumo de alcohol son las principales causas de EHC,
pero en los últimos años la obesidad ha llevado a un aumento en la incidencia de
la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA o su equivalente en inglés
NAFLD). La EHGNA es considerada la manifestación hepática del síndrome
metabólico y puede manifestarse en su forma de esteatosis o de esteatohepatitis con
potencial evolución a la cirrosis1.
La obesidad no solo causa esteatosis hepática: también incrementa la morbilidad
y mortalidad de otras enfermedades hepáticas coexistentes, como hepatitis virales.
Ha quedado demostrado, además, que la pérdida de peso por sí misma mejora el
resultado del tratamiento en varias condiciones hepáticas3.
El impacto perjudicial de la obesidad en la EHC constituye, en la actualidad, un
problema de salud que debe ser considerado de manera agresiva con el fin de dis-
minuir las tasas de enfermedad hepática e incrementar el éxito en los tratamientos3.
Por lo tanto, es importante, para quienes trabajan con pacientes con enfermedades
hepáticas, considerar las complejas conexiones entre nutrición y hepatopatías para
brindarles los mejores cuidados nutricionales posibles1.
2. Patogenia
La patogénesis de la MN en la cirrosis es multifactorial. Los factores involucrados son11:
leptina " pérdida de tásicas del hígado les del glucógeno almacenamiento de
apetito Sobrecrecimiento
n n Resistencia a la insu- glucógeno
n Ascitis " alteración, bacteriano lina
distensión gástrica Enteropatía por
n n Utilización temprana
" saciedad precoz hipertensión portal de las proteínas mus-
n Encefalopatía he- culares como fuente
pática " alteración energética
estado conciencia,
disminución de in-
gesta vía oral
n Excesivo consumo de
alcohol reemplaza "
nutrición balanceada
Otros métodos menos comunes que han demostrado efectividad, sobre todo para
medir la composición corporal, son:
Abreviaturas:
VGS: valoración global subjetiva; IMC: índice de masa corporal; BIA: bioimpedancia eléctrica; CMB: circunfe-
rencia muscular del brazo; DEXA: Dual-Energy X-Ray Absorptiometry
5. Conclusiones
La malnutrición está presente, en porcentajes importantes, en pacientes con en-
fermedades hepáticas crónicas, y la sarcopenia es una de las manifestaciones más
frecuentes. La detección precoz de la malnutrición a través de la evaluación nu-
tricional debe realizarse desde la consulta inicial, con los objetivos de prevenir la
sarcopenia en las etapas tempranas de la EHC y de promover la síntesis muscular
cuando la degradación muscular se ha iniciado para mejorar el pronóstico de estos
pacientes.
6. Bibliografía
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Nutrition. 2005;21(2):113-7.
1. Introducción
Desde que se identificó la enfermedad en 1940, mantener el esta-
do nutricional de los pacientes en un nivel óptimo ha sido un reto. La malnutrición
(MN) es una complicación frecuente y se encuentra en el 20 por ciento de los pa-
cientes que tienen fibrosis quística (FQ)1, 2. Según el registro anual de reporte 2006
de pacientes de la Fundación de Fibrosis Quística, el 22 por ciento de los adultos
entre los 20 y 30 años presentaban un índice de masa corporal (IMC) menor de
18,5 kg/m2 3.
Observar permanentemente el estado nutricional y hacer un diagnóstico precoz de
la MN tiene una gran importancia, ya que a partir de esta evaluación se puede for-
mular una intervención nutricional integral y oportuna y aumentar la expectativa y
la calidad de vida de los pacientes. Al mantener una nutrición adecuada se posterga
o evita el deterioro progresivo de la función pulmonar en los pacientes con FQ4.
Existen múltiples factores que afectan el estado nutricional y que se deben tener en
cuenta cuando se realiza la valoración nutricional en este tipo de pacientes:
2. Tamizaje nutricional
En la actualidad, son muy pocas las herramientas de tamizaje nutricional que hayan
sido validadas para personas afectadas por FQ.
Suárez y col.5 publicaron un estudio en Medisan (2013), donde describen la eva-
luación nutricional en pacientes adultos con FQ (a partir de los 19 años), en la
que utilizaron la valoración global subjetiva (VGS) como método de evaluación
nutricional (EN) en estos pacientes, sin ninguna modificación a la descrita por
Detsky6.
Además de la VGS, se tuvieron en cuenta los antecedentes de riesgo nutricional,
como la presencia de diarreas (más de 500 ml por más de 2 días), vómitos (más de
2 por día) e ingestión reducida de alimentos (ingestión de menos de la mitad de sus
ingresos normales por más de 5 días) y el índice de riesgo nutricional (IRN: 1, 519
× albúmina g/dl + 0,4317 × peso real/peso habitual × 100). Teniendo en cuenta la
puntuación obtenida, los pacientes fueron clasificados con bajo, moderado o alto
riesgo nutricional. Los autores concluyen que este método de evaluación es muy
útil para medir el riesgo nutricional (capítulo 4).
En la actualidad no se cuenta con un método de tamizaje nutricional validado para
ser utilizado en pacientes con FQ.
Se debe tener en cuenta que existe un riesgo de MN mayor cuando hay afectación
pancreática y respiratoria, una ingesta energético-proteica deficitaria y un aumento
en la frecuencia de exacerbaciones respiratorias agudas (ERA)7.
3. Evaluación clínica
La evaluación clínica nutricional completa debe incluir los datos antropométricos,
el análisis de composición corporal, la evaluación bioquímica, los aspectos psicoso-
ciales de la conducta alimentaria y, fundamentalmente, la adherencia del paciente a
las recomendaciones nutricionales y a la ingesta de enzimas pancreáticas.
$ $
Sí No
¿Pobre adherencia al tratamiento terapéutico? Evaluar la ingesta calórica y de nutrientes y
compararla con los requerimientos nutricionales
$ $
¿La dosis de enzimas es baja o es inefectiva? Optimizar la ingesta calórica y de nutrientes mediante
educación nutricional y adecuación de terapia
nutricional. Suplementos nutricionales
$ $
¿Consume gran cantidad de jugos y bebidas Evaluar la necesidad de nutrición enteral
como té y gaseosas simultáneamente con las
enzimas?
$ $
¿Adiciona inhibidores de H2 o PPI (Inhibidores Evaluación psicológica y económica
de la bomba de protón) para mejorar la
efectividad de las enzimas? (Esp.: en dosis de
enzimas >12000 UI/kg/día)
$ $
Revisar en un mes. Si no hay mejoría, Revisar si hay diabetes por FQ
interconsulta a gastroenterología
$
Revisar otras patologías:
Deficiencia de hierro
Constipación
Reflujo gastroesofágico (RGE)
Sobrecrecimiento bacteriano
Alergias alimentarias
Más del 90 por ciento de los pacientes con FQ tienen deficiencia pancreática exo-
crina que resulta en una malabsorción. Esta malabsorción, en combinación con un
aumento de las necesidades calóricas y de nutrientes por la dificultad respiratoria e
infecciones recurrentes, tiene como resultado un estado de desnutrición14.
Valoración del estado nutricional | 507
4. Evaluación de ingesta
La realización de la evaluación de la ingesta es vital para el diseño del manejo nu-
tricional de los pacientes con FQ. Se sugiere hacerla con la siguiente frecuencia:
¡ Intolerancias alimentarias.
¡ Preferencias alimentarias.
¡ Número de comidas realizadas al día.
¡ Frecuencia de consumo por grupos de alimentos: lácteos, frutas, verduras, legu-
minosas, cereales, tubérculos, plátano, carnes, aves, pescados, huevo, mezclas ve-
getales, grasas y aceite, azúcar, bebidas gaseosas, bebidas alcohólicas, agua, otras
bebidas, adición de sal, condimentos, snacks, comida rápida.
¡ Preparación, ingredientes utilizados, cantidad consumida.
¡ Cantidad de enzimas utilizadas en cada momento de comida.
¡ Uso de suplementos nutricionales: número de tomas, volumen, forma de prepa-
ración, aceptación, tolerancia.
¡ Suplementación de vitaminas y minerales, tipo, marca, cantidad, momento de uso.
¡ Uso de suplementos herbales u homeopáticos.
6. Evaluación antropométrica
Se debe evaluar el peso actual, peso usual, peso ideal y porcentajes de pérdida de
peso relacionado con el tiempo de pérdida.
Los valores deben compararse con las tablas de normalidad en percentil 50, de
acuerdo con las tablas de Frisancho18. La medición de estos parámetros son de
gran utilidad, especialmente cuando se hace un seguimiento continuo del paciente.
También se pueden estimar los porcentajes de masa grasa y masa magra según las
fórmulas de Durnin y Siri5, 19, 20.
Se recomienda medir el índice de desnutrición de masa magra (IMM), expresado
en kilogramos de masa magra/talla (a menor valor, mayor desnutrición)20-22.
9. Bibliografía
1. Michel SH, Maqbool A, Hanna MD, Mascarenhas M. Nutrition management
of pediatric patients who have cystic fibrosis. Pediatr Clin North Am.
2009;56(5):1123-41.
2. Molina Arias M, Prieto Bozano G, Sarría Osés J, Polanco Allué I. [Cystic
fibrosis: nutritional considerations]. An Esp Pediatr. 2001;54(6):575-81.
3. Cystic Fibrosis Foundation. Patient Registry Annual Data Report 2005
[Internet]. CFF; 2006 [citado 6 de diciembre de 2016]. Disponible en: http://
www.muco-ucl.be/documents/pdf/E158.pdf
4. Fielbaum Ó. Avances en fibrosis quística. Revista Médica Clínica Las Condes.
2011;22(2):150-9.
1. Introducción
Una nutrición óptima durante el embarazo no solo condiciona el pleno desarrollo
del crecimiento fetal, sino que además evita el desarrollo de enfermedades crónicas
en la adultez. En la madre, una alimentación saludable y una ganancia de peso
apropiada a lo largo de la gestación favorecen la lactancia y permiten un satisfacto-
rio estado nutricional durante los intervalos intergenésicos. Es por ello que durante
el curso del embarazo cobra especial relevancia la evaluación nutricional, que debe
incluir indicadores antropométricos, bioquímicos y alimentarios y debiera asumirse
como un componente clave del control prenatal, puesto que no solo permite de-
tectar gestantes en riesgo de malnutrición, sino que indirectamente posibilita la
predicción del crecimiento fetal1, 2.
2. Evaluación antropométrica
45 45
Obesidad
40 40
35 35 Sobrepeso
30 30
Normal
IMC
25 25
20 20 Bajo peso
15 15
7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41
Tabla 19.3. Valores de la CMB al inicio del embarazo (semana 16) y en las semanas 28 y 36 de gestación
según el peso del recién nacido (promedio e intervalo de confianza del 95 por ciento) y puntos de corte
propuestos para screening20
Peso al nacer Peso al nacer Puntos
Edad gestacional Promedio
< 3000 g > 3000 g de corte
Menos de 16 semanas 25,7 (25,5-26,0) 24,5 ( 23,9-24,9) 26,3 (25,9-26,5) 24,5
28 semanas 26,9 (26,6-27,2) 25,5 (25,0-26,1) 27,4 (27,1-27,7) 25,5
36 semanas 27,5 (27,2-27,8) 26,4 (25,7-27,0) 28,0 (27,6-28,3) 26,5
40
97
35
90
30 75
cm
50
25
25
10
3
20
15
7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41
Tabla 19.4. Valores de los pliegues cutáneos al inicio del embarazo (semana 16) y a las semanas 28 y 36 de
gestación según el peso del recién nacido (promedio e intervalo de confianza del 95 por ciento)20
Edad gestacional Edad gestacional: Edad gestacional:
menor a 16 semanas 28 semanas 36 semanas
Pliegue bicipital promedio (mm) 10,1 (9,7-10,6) 11,7 (11,3-12,2) 12,8 (12,4-13,3)
Peso al nacer menor a 3000 g 8,3 (7,7-8,9) 10,1 (9,4-10,7) 11,3(10,6-11,9)
Peso al nacer mayor a 3000 g 11,0 (10,5-11,5) 12,5 (11,9-13,1) 13,5 (12,9-14,1)
Pliegue tricipital promedio (mm) 19,2 (18,5-19,8) 21,5 (20,8-22,1) 23,0 (22,3-23,7)
Peso al nacer menor a 3000 g 16,1 (15,0-17,3) 18,6 (17,5-19,8) 19,9 (18,8-20,9)
Peso al nacer mayor a 3000 g 20,6 (19,8-21,4) 22,8 (22,0-23,6) 24,4 (23,6-25,1)
Pliegue subscapular promedio (mm) 19,4 (18,8-20,1) 22,4 (21,7-23,1) 24,2 (23,5-24,9)
Peso al nacer menor a 3000 g 16,9 (15,8-17,9) 19,9 (18,8-21,0) 21,9 (20,9-22,9)
Peso al nacer mayor a 3000 g 20,7 (19,9-21,5) 23,6 (22,7-24,4) 25,2 (24,3-26,1)
40
97
35
90
30
75
25
50
20
mm
25
15 10
3
10
0
9 11 13 15 17 19 21 23 25 27 29 31 33 35 37 39
40
97
35
90
30
75
25
50
20
mm
25
15 10
3
10
0
7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40
Nutriente Recomendación
Energía Adicionar 340 kcal en el segundo trimestre y 450 kcal en el tercer trimestre a las
necesidades previas a la gestación teniendo en cuenta el nivel de actividad física
Hidratos de La alimentación diaria debe contener un aporte superior a los 175 g que provengan
carbono preferentemente de alimentos que contengan carbohidratos complejos, como los cereales
integrales, sus derivados y las legumbres.
Proteínas Adicionar 25 g a las necesidades previas al embarazo a partir del segundo trimestre de
gestación, estimulando el consumo diario de carnes, huevo, leches y sus derivados.
6. Bibliografía
1. López L, Calvo E. Nutrición durante el embarazo. En: Obstetricia. 6a ed. Bue-
nos Aires: El Ateneo; 2005.
2. Ramakrishnan U. Nutrition and low birth weight: from research to practice.
Am J Clin Nutr. 2004;79(1):17-21.
3. Kabiru W, Raynor BD. Obstetric outcomes associated with increase in BMI
category during pregnancy. Am J Obstet Gynecol. 2004;191(3):928-32.
4. Siega-Riz AM, Evenson KR, Dole N. Pregnancy-related weight gain —a link
to obesity? Nutr Rev. 2004;62(7 Pt 2):S105-111.
5. Erez-Weiss I, Erez O, Shoham-Vardi I, Holcberg G, Mazor M. The association
between maternal obesity, glucose intolerance and hypertensive disorders of
pregnancy in nondiabetic pregnant women. Hypertens Pregnancy. 2005;24(2):
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6. Gaudet L, Ferraro ZM, Wen SW, Walker M. Maternal obesity and occurrence
of fetal macrosomia: a systematic review and meta-analysis. Biomed Res Int.
2014;2014:640291.
7. Haugen M, Brantsæter AL, Winkvist A, Lissner L, Alexander J, Oftedal B,
et al. Associations of pre-pregnancy body mass index and gestational weight
1. Introducción
La evaluación nutricional en el adulto mayor es especialmente
difícil y muchos de los signos son comunes a la desnutrición y al envejecimiento. Es
tan frecuente la presencia de desnutrición en algún grado que se debe tener presen-
te esta condición en la atención de personas mayores con factores de riesgo (vivir
solos, deterioro cognitivo, pérdida de peso importante en corto tiempo y capacidad
económica limitada, entre otros), tanto de forma aislada como asociada a otras pa-
tologías (frecuentemente demencias leves).
Cuando se establece el diagnóstico de desnutrición se hace necesario completar
todo el proceso de valoración nutricional tomando en cuenta las características dis-
tintivas del adulto mayor. Es en esta fase donde cobra una especial importancia el
reconocimiento de los cambios de composición corporal, con un incremento de la
grasa de disposición visceral y una reducción de la masa libre de grasa. Este hecho
dificulta la interpretación de los clásicos parámetros antropométricos de modifi-
cación más tardía en favor de otras determinaciones que priorizan el análisis de la
composición corporal y la cuantificación de la fuerza muscular, datos fundamenta-
les en el concepto de sarcopenia, íntimamente ligada a la situación nutricional y a
la funcionalidad del sujeto de edad avanzada1.
La valoración nutricional en el adulto mayor, al igual que en otros individuos, tie-
ne habitualmente cuatro componentes: antecedentes nutricionales, exploración
física, pruebas de laboratorio y medidas antropométricas. Ninguno de los cuatro
componentes es definitivo. Un resultado sin el otro no nos entrega una completa
información de la situación nutricional de la persona.
Prevenir la desnutrición es una obligación sociosanitaria que debe iniciarse con el
cuidado de la alimentación, por su impacto en el ámbito biológico, psicológico y
social.
2.1. Peso
Es un indicador de la masa corporal total de un individuo y sirve para identificar
balances positivos o negativos de energía. No obstante, es un valor que, tomado ais-
ladamente, carece de utilidad, pues solo es un valor relativo. El peso se ve afectado
por el envejecimiento y generalmente disminuye a partir de los 65 a 70 años. La
presencia de cambios de peso, en especial los cambios recientes, indican cambios
nutricionales significativos.
530 | Ana MarÍa Salazar maulén
En los adultos mayores estos cambios en el peso, además de los cambios en la
composición corporal, ocurren aun en ausencia de enfermedad. La pérdida de peso
en adultos mayores cobra importancia como factor predictivo de discapacidad y
de morbimortalidad. Debe medirse en una báscula calibrada. Sin embargo, en el
caso de personas que no pueden mantenerse en bipedestación habrá que recurrir
a sillones, básculas o bien a la estimación a partir de fórmulas que utilizan otros
parámetros antropométricos, como las ecuaciones para estimar el peso en adultos
mayores, descritas por Chumlea, 19885, 6 (tablas 20.1 y 20. 2).
Tabla 20.1. Ecuación descrita por Chumlea para estimar el peso en adultos mayores (1988)5
Peso del hombre: (CB × 1,73) + (CP × 0,98) + (PSE × 0,37) + (TR × 1,16) - 81,96
Peso de la mujer: (CB × 0,98) + (CP × 1,27) + (PSE × 0,4) + (TR × 0,87) - 62,35
Tabla 20.2. Ecuación descrita por Chumlea para estimar el peso en adultos mayores (1988)5
Tabla 20.6. Fórmula para calcular el peso ideal según contextura e IMC de adulto mayor15
Contextura pequeña = talla (m2) × 23. Contextura mediana = talla (m2) × 26. Contextura grande = talla (m2) × 28
2.2. Talla
Los parámetros antropométricos son los que más se modifican con la edad, en
especial la altura. Se sabe que existe una reducción relacionada con la presencia
de cifosis, pérdida de altura del disco intervertebral o fracturas vertebrales en el
contexto de la osteoporosis. Con frecuencia el sujeto no puede mantener la bipe-
destación por diversos motivos: reposo prolongado en cama, debilidad muscular,
patología cerebrovascular o traumatológica1. Con el fin de superar estos incon-
venientes se han desarrollado métodos que permiten su estimación a partir de
la longitud de los huesos largos, ya que esta medida permanece prácticamente
estable a lo largo de la vida.
Fórmula Error
Autor Población (cm)
Hombres Mujeres estándar
Chumlea Blancos no 64,19 + (2,02 × AR) − (0,04 × E) 84,88 + (1,83 × AR) − (0,24 × E) 7,96
et al. hispanos
Chumlea, Blancos no 78,31 + (1,94 × AR) − (0,14 × E ) 82,21 + (1,85 × AR) − (0,21 × E) 3,74/3,98
et al. hispanos
Chumlea, Mexicanos 82,77 + (1,83 × AR) − (0,16 × E) 84,25 + (1,82 × AR) − (0,26 × E) 3,69/3,78
et al. americanos
Bennúdez Hispanos 69,11 + (1,86 × AR) − (0,03 × E) 72,08 + (1,84 × AR) − (0,131 × E) ND
et al. americanos
Chumlea Raza blanca 59,01 + (2,08 × AR) 75,0 + (1,91 × AR) − (0,17 × E) 7,84/8,82
et al. no hispana
Donde: AR: altura de la rodilla en centímetros, E: edad en años, ND: no determinado por el autor
Las tablas mostradas a continuación fueron traducidas por la autora de este capítulo.
Talla (m) Varón < 65 años 1,94 1,93 1,91 1,89 1,87 1,85 1,84 1,82 1,80 1,78 1,76 1,75 1,73 1,71
Varón ≥ 65 años 1,87 1,86 1,84 1,82 1,81 1,79 1,78 1,76 1,75 1,73 1,71 1,70 1,68 1,67
Longitud Antebrazo (cm) 32 31,5 31 30,5 30 29,5 29 28,5 28 27,5 27 26,5 26,0 25,5
Talla (m) Mujer < 65 años 1,84 1,83 1,81 1,80 1,79 1,77 1,76 1,75 1,73 1,72 1,70 1,69 1,68 1,66
Mujer ≥ 65 años 1,84 1,83 1,81 1,79 1,78 1,76 1,75 1,73 1,71 1,70 1,68 1,66 1,65 1,63
Talla (m) Varón < 65 años 1,69 1,67 1,66 1,64 1,62 1,60 1,58 1,57 1,55 1,53 1,51 1,49 1,48 1,46
Varón ≥ 65 años 1,65 1,63 1,62 1,60 1,59 1,57 1,56 1,54 1,52 1,51 1,49 1,48 1,46 1,45
Longitud Antebrazo (cm) 25,0 24,5 24,0 23,5 23,0 22,5 22,0 21,5 21,0 20,5 20,0 19,5 19,0 18,6
Talla (m) Mujer < 65 años 1,65 1,63 1,62 1,61 1,59 1,58 1,56 1,55 1,54 1,52 1,51 1,50 1,48 1,47
Mujer ≥ 65 años 1,61 1,60 1,58 1,56 1,55 1,53 1,52 1,50 1,48 1,47 1,45 1,44 1,42 1,40
Redondear la medida en 0,5 cm. Esta medición también puede realizarse a enfer-
mos encamados, con la pierna en ángulo de 90 grados.
Este valor se compara luego con una tabla de conversión altura estandarizada (ta-
bla 20.10).
Talla (m) Varón 18-59 años 1,94 1,93 1,92 1,91 1,90 1,89 1,88 1,87 1,865 1,86 1,85 1,84 1,83 1,82 1,81
Varón 60-90 años 1,94 1,93 1,92 1,91 1,90 1,89 1,88 1,87 1,86 1,85 1,84 1,83 1,82 1,81 1,80
Longitud Rodilla-talón (cm) 65,0 64,5 64,0 63,5 63,0 62,5 62,0 61,5 61,0 60,5 60,0 59,5 59,0 58,5 58,0
Talla (m) Mujer 18-59 años 1,89 1,88 1,875 1,87 1,86 1,85 1,84 1,83 1,82 1,81 1,80 1,79 1,78 1,77 1,76
Mujer 60-90 años 1,86 1,85 1,84 1,835 1,83 1,82 1,81 1,80 1,79 1,78 1,77 1,76 1,75 1,74 1,73
Talla (m) Varón 18-59 años 1,80 1,79 1,78 1,77 1,76 1,75 1,74 1,73 1,72 1,71 1,705 1,70 1,69 1,68 1,67
Varón 60-90 años 1,79 1,78 1,77 1,76 1,74 1,73 1,72 1,71 1,70 1,69 1,68 1,67 1,66 1,65 1,64
Longitud Rodilla-talón (cm) 57,5 57,0 56,5 56,0 55,5 55,0 54,5 54,0 53,5 53,0 52,5 52,0 51,5 51,0 50,5
Talla (m) Mujer 18-59 años 1,75 1,74 1,735 1,73 1,72 1,71 1,70 1,69 1,68 1,67 1,66 1,65 1,64 1,63 1,62
Mujer 60-90 años 1,72 1,71 1,70 1,69 1,68 1,67 1,66 1,65 1,64 1,63 1,625 1,62 1,61 1,60 1,59
Talla (m) Varón 18-59 años 1,66 1,65 1,64 1,63 1,62 1,61 1,60 1,59 1,58 1.57 1,56 1,555 1,55 1,54 1,53
Varón 60-90 años 1,63 1,62 1,61 1,60 1,59 1,58 1,57 1,56 1,55 1,54 1,53 1,52 1,51 1,49 1,48
Longitud Rodilla-talón (cm) 50,0 49,5 49,0 48,5 48,0 47,5 47,0 46,5 46,0 45,5 45,0 44,5 44,0 43,5 43,0
Talla (m) Mujer 18-59 años 1,61 1,60 1,59 1,585 1,58 1,57 1,56 1,55 1,54 1,53 1,52 1,51 1,50 1,49 1,48
Mujer 60-90 años 1,58 1,57 1,56 1,55 1,54 1,53 1,52 1,51 1,50 1,49 1,48 1,47 1,46 1,45 1,44
Figura 20.4. Estimación de la talla a partir de la extensión del arco del brazo (demi-span)25
Tabla 20.11. Estimación de la talla a partir de la extensión del arco del brazo (demi-span)25
Talla (m) Varón 16-54 años 1,97 1,95 1,94 1,93 1,92 1,90 1,89 1,88 1,86 1,85 1,84 1,82 1,81 1,80 1,78 1,77 1,76
Varón ≥ 55 años 1,90 1,89 1,87 1,86 1,85 1,84 1,83 1,81 1,80 1,79 1,78 1,77 1,75 1,74 1,73 1,72 1,71
Talla (m) Mujer 16-54 años 1,91 1,89 1,88 1,87 1,85 1,84 1,83 1,82 1,80 1,79 1,78 1,76 1,75 1,74 1,72 1,71 1,70
Mujer ≥ 55 años 1,86 1,85 1,83 1,82 1,81 1,80 1,79 1,77 1,76 1,75 1,74 1,73 1,71 1,70 1,69 168 1,67
Talla (m) Varón 16-54 años 1,75 1,73 1,72 1,71 1,69 1,68 1,67 1,65 1,64 1,63 1,62 1,60 1,59 1,58 1,56 1,55 1,54
Varón ≥ 55 años 1,69 1,68 1,67 1,66 1,65 1,64 1,62 1,61 1,60 1,59 1,57 1,56 1,55 1,54 1,53 1,51 1,50
Talla (m) Mujer 16-54 años 1,69 1,67 1,66 1,65 1,63 1,62 1,61 1,59 1,58 1,57 1,56 1,54 1,53 1,52 1,50 1,49 1,48
Mujer ≥ 55 años 1,65 1,64 1,63 1,62 1,61 1,59 1,58 1,57 1,56 1,55 1,54 1,52 1,42 1,50 1,49 1,47 1,46
Tabla 20.12. Estimación de la talla a partir de la extensión del arco del brazo con aplicación de la fórmula
estándar (demi-span)28
Mujeres: estatura (cm) = (1,35 × media envergadura del brazo en cm) + 60,1
Hombres: estatura (cm) = (1,40 × media envergadura del brazo en cm) + 57,8
El demi-span no puede ser usado en pacientes que presentan severa curvatura espi-
nal (cifosis o escoliosis). En aquellos pacientes que presentan estas discapacidades
se sugiere evaluar la estatura usando la longitud del antebrazo.
Peso(kg) kg
IMC = =
talla(m ) m2
2
Estudios transversales han mostrado que el peso corporal y el IMC aumentan con
la edad hasta aproximadamente los 50 o 60 años. Después de esa edad ambos dis-
minuyen. Un estudio prospectivo de dos años demostró que los hombres mayores
de 65 años de la comunidad tenían una pérdida promedio anual de su peso corporal
de 0,5 por ciento y un 13,1 por ciento del grupo tenía pérdida de peso de 4 por
ciento por año30, 31.
Peso (kg)
IMC = = (kg/m2)
Talla( m 2)
De esta forma podemos estimar cuál es la reserva de grasa y muscular del sujeto y
nos aproximaremos a la VEN.
AGB = AB − AMB =
Contextura o complexión
Pequeño Mediano Grande
Hombres
18-24 ≤ 6,6 > 6,6-< 7,7 ≥ 7,7
25-34 ≤ 6,7 > 6,7-< 7,9 ≥ 7,9
35-44 ≤ 6,7 > 6,7-< 8,0 ≥ 8,0
45-54 ≤ 6,7 > 6,7-< 8,1 ≥ 8,1
55-64 ≤ 6,7 > 6,7-< 8,1 ≥ 8,1
65-74 ≤ 6,7 > 6,7-< 8,1 ≥ 8,1
2.9.2. Dinamometría
La fuerza de empuñadura o agarre de la mano se correlaciona fuertemente con
la salud en general. Es una medición sencilla y no es cara. Sin embargo, es in-
fluenciable por el sexo y por la edad. Los hombres tienen un valor más alto que
las mujeres. Factores tales como el nivel de actividad física, salud general, uso de
sedantes, nutrición, IMC, niveles de hemoglobina y tasa de filtración glomerular
también impactan en esta medición. Además, hay diferencia a favor de la mano
dominante del orden de un 10 por ciento sobre la mano no dominante en indivi-
duos diestros51.
La fuerza de empuñadura puede evaluarse con un dinamómetro manual, instru-
mento que puede ajustarse al tamaño de la mano del paciente. Se pide a este que
con la mano del lado no dominante ejerza la fuerza de contracción máxima que le
sea posible por unos segundos. La prueba se debe realizar tres veces, con periodos
de reposo entre cada una de ellas de 30 segundos, y se calcula el valor medio (Innes,
1999)52, 53 (figura 20.7).
Es necesario tomar en cuenta que en las personas de mayor edad, la fuerza de con-
tracción es menor. Una menor fuerza de empuñadura se relaciona con trastornos
del estado nutricional y menor índice de masa corporal y fragilidad54. Además, se le
considera un predictor de morbilidad y mortalidad en adultos mayores y discapaci-
dad de población geriátrica. La medición se compara con la fuerza de empuñadura
estándar para varones y mujeres, y se reporta en percentiles. El percentil 25 es el
mínimo aceptable55 (tabla 20.18).
Tabla 20.18. Percentiles de fuerza muscular medido por dinamometría en adultos mayores
sobre 65 años de edad55
Percentil (kg)
Años 5.º 10.º 25.º 50.º 75.º 90-º 65.º
Hombres
65 21,67 24,26 28,60 33,41 38,22 42,55 45,14
70 20,36 22,80 26,87 31,39 35,91 39,98 42,41
75 19,05 21,33 25,14 29,37 33,60 37,41 39,68
80 17,74 19,86 23,41 27,35 31,29 34,83 36,95
85 16,43 18,39 21,68 25,33 28,98 32,26 34,22
Mujeres
65 12,10 13,75 16,51 19,58 22,65 25,41 27,06
70 11,17 12,69 15,24 18,07 20,90 23,45 24,48
75 10,23 11,62 13,69 16,55 19,14 21,48 22,88
80 9,28 10,55 12,67 15,02 17,38 19,49 20,76
85 8,34 9,48 11,38 13,50 15,61 17,51 18,65
Femenino Masculino
< 60 años ≥ 60 años < 60 años ≥ 60 años
TAPM (mm)
Mano dominante > 13,4 > 12,2 > 14,5 > 14,4
Mano no dominante > 12,6 > 11,8 > 13,3 > 13,1
Rango de referencia
Masa muscular
Antropometría (no recomendable Circunferencia de pantorrilla: menos de 31 cm
si es muy variable) Circunferencia media del brazo: hombre: menos de 32 cm; mujer:
menos de 18 cm
Bioimpedanciometría (BIA) Ecuación predictora de masa muscular esquelética (SM)
(SM/altura2; en base a 2 DS bajo el promedio de adultos jóvenes en
el estudio n = 200) Hombre: 8,87 kg/m2; mujer: 6,42 kg/m2
Índice muscular esquelético, usando masa muscular absoluta, no
masa apendicular [masa muscular absoluta/Altura2; basado en el
análisis estadístico de Nhanes III *datos en hombres y mujeres
adultos mayores ( ≥ 60 años) ]
*Nhanes III: Trird National Health and Nutrition Examination Survey. Adapted from: Cruz-Jentoft et al.
3. Conclusiones
Como hemos visto anteriormente, el diagnóstico nutricional no se basa en un único
dato, sino que, como cualquier otro juicio clínico, implica una síntesis racional de la
información obtenida a partir de diferentes pruebas. Para realizar la VEN de un indi-
viduo debemos tener en cuenta los instrumentos de screening, una cuidadosa revisión
de la HC, la ingesta dietaria, los datos antropométricos y bioquímicos, etc., que apor-
ten la información necesaria para que podamos establecer un diagnóstico nutricional.
4. Bibliografía
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and myopenia: update 2012. J Cachexia Sarcopenia Muscle. 2012;3(4):213-7.
1. Introducción
En el niño, el estado de nutrición está estrechamente relacionado con
su salud y es lo que permite la expresión de su potencial de crecimiento y desarrollo.
La enfermedad aguda grave y, sobre todo, los procesos crónicos condicionan, por
diversos mecanismos, un importante deterioro de la nutrición. Esta será mayor
cuanto más incida sobre periodos de crecimiento acelerado en los que la situación
del balance energético negativo esté más acentuado1, 2.
El estado nutricional de los niños a menudo se deteriora después de la admisión en
el hospital. La prevalencia de desnutrición hospitalaria en los estudios pediátricos
oscila entre 20 y el 50 por ciento, según las variables utilizadas para su análisis3. La
correcta identificación de los pacientes desnutridos y de aquellos en riesgo permi-
tirá iniciar una intervención adecuada con la mayor precocidad posible. Con este
fin se han diseñado algunas herramientas de tamizaje nutricional para pacientes
pediátricos.
Factor Score
Grado de estrés:
Leve 0
Moderado 1
Grave 3
Dolor: Sí/No 1/0
Ingesta < 50 por ciento: Sí/No 1/0
Adaptado
Adaptado
Adaptado
¡ Peso
¡ Talla/longitud
¡ Estatura/talla
¡ Circunferencia cefálica (en menores de 3 años)
¡ Circunferencia del brazo
¡ Pliegues cutáneos (tríceps, subescapular)
¡ Peso: se utiliza una balanza de palanca para lactantes, con graduaciones cada
10 gramos, y para niños mayores, con graduaciones cada 100 gramos. Debe pe-
sarse al niño sin ropa o descontarse posteriormente el peso de la prenda usada.
La lectura se efectuará hasta los 10 o 100 gramos completos (figura 21.1).
Imágenes propias
Una superficie horizontal dura, con una cinta métrica metálica graduada en
centímetros o milímetros.
Una superficie vertical, fija en un extremo de la mesa, en ángulo recto con el
plano horizontal.
Una superficie vertical móvil, en ángulo recto en el otro extremo de la mesa.
Imágenes propias
Imágenes propias
Imágenes propias
Imágenes propias
Puntuación Z = Dato antropométrico actual - Valor de referencia de la mediana / Desviación estándar del
valor promedio.
Peso/edad por debajo de -2 DS indica bajo peso y por debajo de -3 DS indica bajo
peso severo, en cuyo caso pueden observarse signos de desnutrición severa, como
marasmo y kwashiorkor7, 8
Grado de desnutrición
Indicador Normal
Leve Moderada Severa
Albúmina(g/100 ml) 3,6-5,0 2,8-3,5 2,1-2,7 <2,1
Transferrina (mg/100 ml) 200-400 150-200 100-150 <100
Prealbúmina (mg/100 ml) 20-36 10-15 5-10 <5
Linfocitos (mm3) >2000 1200-2000 800-1200 <800
5.2. Quemado18, 19
¡ Peso: es fundamental la evaluación del peso del individuo al momento del in-
greso hospitalario ya que es un dato esencial para el cálculo de los requerimien-
tos de nutrientes y de agua. El mantenimiento de este valor entre un 90 y 110
por ciento, indica una intervención nutricional óptima. Durante el seguimiento
del paciente debe tenerse en cuenta que es probable que una pérdida mayor del
10 por ciento en seis meses, o incluso del 5 por ciento en un mes, afecte la evo-
lución clínica del paciente y la respuesta al tratamiento.
¡ Albúmina sérica: la utilidad de esta es que permite identificar al paciente con
un riesgo mayor.
¡ BN: su correcta interpretación puede utilizarse para verificar que el tratamiento
nutricional resulta adecuado. La fórmula para el cálculo BN en quemados es la
siguiente:
BN = Ingesta de nitrógeno - (nitrógeno ureico en orina de 24 horas + pérdida de N por heces g/24 horas
+ pérdida de N por la herida g/24 horas)
Pérdida de N por heces: 4 g/día
Pérdida de N por la herida: < 10 por ciento de la herida abierta = 0,02 g N/kg/día
11-30 por ciento de la herida abierta = 0,05 g N/kg/día
> 31 por ciento de la herida abierta = 0,12 g N/kg/día
5.3. Crítico20-30
La VEN es una excelente herramienta, ya que es sensible, específica, reproduci-
ble, fácilmente aplicable y aceptable desde el punto de vista costo-beneficio. Es un
proceso dinámico que comienza con la evaluación basal inicial y continúa de una
manera constante a lo largo de toda la hospitalización del niño.
6. Bibliografía
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