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Gonzalo Morales,
Edit. Copy Right. 2005
¿De dónde provienen la Ética y la Moral?, ¿Existen tomalmente los Valores?, ¿Tiene sentido
hablar hoy de Etica", "Valores" y "Moral"? La respuesta a estas reguntas no es fácil; prueba
de ello son las diversas escuelas éticas y morales, así como las distintas corrientes axiológicas
que durante siglos han contado construir un discurso coherente y válido en diferentes
culturas. En la actualidad, muchos estudiosos de lá Ética, la Axiología y la Moral comparten
la observación según la cual la Ética, los valores y la Moral provienen de tres fuentes
principales: Natural, Cultural, Trascendental. De estas fuentes atribuyen especial
importancia a la segunda (la cultural), apoyándose en el hecho de que el ser humano es el
creador de la cultura. Creemos sin embargo, que el factor cultural no debe ser desligado del
natural y trascendental, a fin de no caer en un relativismo extremo que, a la postre, terminaría
en un escepticismo paralizante de la razón y de la vida.
Desde el punto de vista biológico es claro el hecho de que, por ejemplo, una mariposa que se
posa en un guijarro es "más valiosa" en la escala evolutiva que el guijarro en sí, porque su
organismo es más complejo (posee mayor información) que el de un simple fragmento de
roca.
A nivel natural, los Valores y la Ética se fundan pues en las leyes físicas, que se
estructuran a partir de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza (nuclear
fuerte, nuclear débil, gravitacional y electromagnética), y que reunidas generan lo que
podríamos denominar el "código cuántico" de la materia. Los Valores emergen de este
ordenamiento primordial y originario, que, ai convertirse en la base estructural de la materia,
crean un "deber ser" para todo fenómeno físico, resultando de allí una especie de "ética
material".
En efecto, "en la esfera química existen ciertos fenómenos que se hallan en la base de lo que
aparece como valor en ei nivel de los seres vívientes.
Hablamos, y no por casualidad, de "valencias químicas": de la capacidad mayor o menor de
los átomos para unirse, ordenarse, reaccionar o interactuar constituyendo moléculas. El
concepto de "valencìa" supone la apertura hacía la conjugacíón de; moléculas y la
organización de sistemas emergentes de nivel superior, como los biológicos. Aunque el
entorno tienda al desorden o entropía positiva, los sistemas permanecen en régimen de
equilibrio dinámico, e incluso crecen y se autoorganízan, lo que cabe considerar como
tendencia hacia una meta que comparten todos los seres naturales y que se muestra en la
historia de la evolución" (Rafael Rodríguez).
Sin embargo, la Ética y los Valores no sólo se han configurado evolutivamente por
medio de ciertos "códigos" (cuántico, genético y ético), sino que , también se han
jerarquizado en torno al mundo personal. En efecto, "todo lo que no es persona está
ordenado a la persona" (Rosmini), porque hasta; cierto punto "el hombre es la medida de
todas las, cosas" (Protágoras). Este hecho lo han puesto de relieve las culturas orientales al
describir con lenguaje mítico al ser humano como aquel que le pone nombre a los animales y
a las cosas.
Sin embargo, esta indiscutible "superioridad" o "metanaturalidad" de los humanos sobre los
demás seres de la naturaleza no debe entenderse como arrogancia, apropiación y dominación,
sino más bien como capacidad de unir, integrar y administrar con sensatez los inmensos
recursos naturales renovables y no renovables.
De modo que el ser humano es, en definitiva, la principal fuente natural de la Ética y los
Valores (y también de los antivalores y la antiética), porque es el único ser que le puede
conferir significado y dirección (positiva o negativa) al complejo sistema de relaciones
observable en el mundo que conocemos (principio antrópico).
La cultura es, por tanto, la matriz principal en la que se gestan los valores que tos miembros
de una comunidad aprenden mediante el proceso de socialización (endoculturación).
De dicha matriz cultural proceden a su vez los distintos "códigos éticos y morales" que
regulan el comportamiento de los individuos en las sociedades. Estos códigos se establecen
culturalmente con una doble finalidad: en primer lugar, para promover la; "transformación
personal" de los miembros del grupo, entendida ésta como una liberación de los deseos
egoístas o tendencias individualistas que puedan atentar contra la armonía comunitaria o los ''
valores compartidos por todos; y, en segundo lugar, para garantizar la "transformación
social", es decir, la, búsqueda conjunta dei bien común y el libre, desarrollo de los
individuos.
No cabe duda que el ser humano ha experimentado a lo largo de los siglos un impulso
interior que lo ha movido a salir de sí, a abandonar un territorio, a buscar repuestas a
preguntas vitales, a abrir nuevas perspectivas, a vislumbrar nuevos horizontes y a defender
ciertas cosas, que ha considerado tundamentales para su supervivencia y el desarrollo
individual y colectivo. Pues bien, este "impulso interior" o dinamismo existencial se ha
manifestado y continúa manifestándose en la humanidad de dos formas diferentes, pero
complementarias:
Como impulso ideativo, que motiva a un individuo a "darse a algo que es mayor que él
mismo, a ideas que son más grandes que su vida individual, ideal de su país, de la
humanidad, de Dios" (R. Tagore).
Como impulso valorativo, por el cual una persona tiende a encarnar en su vida ciertos
valores que llenan de sentido sus acciones cotídianas y enriquecen su existencias, ya que
"la riqueza de una vida personal es proporcional a la amplítud e intensidad de su cuadro de
valores" (G. Marquínez); o como dijo un escritor anónimo: "EI tamaño de un hombre se
mide por aquello que se atreve a hacer".
Ahora bien, este "impulso interior" con sus dos manifestaciones mencionadas provienen en
definitiva de (a estructura profunda dei ser humano, que es un ser abierto, insatisfecho,
expectante y religioso. En efecto, como "ser abierto", tiende al infinito, tanto en su
expresión física (océano infinito de energia o vacío cuántico) como psicológica (sentimiento
oceánico: "asombro extasiado ante la armonía de las leyes naturales": A. Einstein) y espiritual
(deseo de inmortalidad), buscando la verdad de las cosas y la vida.
Como "ser expectante", corre tras utopías, es decir, tras ideales que le ayudan a criticar
lo que es y a buscar lo que todavia no es, pero que puede llegar a ser: "cuando pones la
proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud ínasíble, afanoso de
perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un ideal... Sólo
vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real" " (José Ingeníeros).
Como "ser religioso", tiene sed de algo o alguien absoluto que sustente su cuadro de valores
concreto y le aclare el misterìo de su existencia: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro
corazón estará inquieto hasta que descanse en ti" (San Agustin)."Es una muerte absoluta irse
de la existencia sin haberse compenetrado con la Verdad eterna de las cosas y de la vida" (R.
Tagore).