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1. Introducción
Alteraciones del lenguaje de origen psiquiátrico. El primer rasgo característico de nuestro campo
de estudio es que las perturbaciones psiquiátricas del lenguaje no representan una alteración
especifica o exclusiva del sistema verbal no implican una falla concreta del aparato del lenguaje,
sino que son consecuencia de un trastorno global del psiquismo, de un déficit o perturbación de
las funciones cerebrales superiores o de una distorsión de la personalidad que de alguna manera,
afecta el proceso de adquisición del lenguaje o a su posterior funcionamiento como medio de
comunicación o expresión del pensamiento. A diferencia de lo que sucede con las alteraciones de
origen neurológico o auditivo, aquí el lenguaje se halla comprometido en la medida en que se
encuentra comprometida toda la vida psíquica o intelectual del niño. No puede enfocarse tales
alteraciones de forma aislada como fenómenos independientes, ni puede entenderse su
naturaleza o su producción sin tener en cuenta la dinámica general de la personalidad y el sentido
de integración que distingue la actividad del sistema nervioso en cualquiera de sus
manifestaciones.
El lenguaje, por su estrecha relación con el pensamiento y su papel de instrumento principal en las
relaciones sociales, resulta una de las funciones más afectadas ante cualquier desequilibrio de la
personalidad o desajuste de las relaciones con el medio y las anomalías lingüísticas por sí mismas
pueden ejercer una fuerte influencia perturbadora en el desequilibrio general o en alguna de las
restantes funciones.
Un segundo rasgo que en líneas generales distingue a los trastornos de origen psiquiátrico, cuando
son referidos a la infancia, es que por presentarse en organismos en permanente proceso
evolutivo y con fuerte relación de dependencia con el medio, sus manifestaciones son siempre
cambiantes, versátiles y muy sensibles a las influencias ambientales.
Pero estos rasgos comunes del psiquismo infantil y de sus perturbaciones no alcanzan para
individualizar o definir sus diversos cuadros, ya que existen entre ellos importantes diferencias con
respecto al origen y naturaleza de los agentes causales y al grado de intensidad con que cada uno
compromete a la personalidad del niño afectado, su capacidad intelectual, su aprendizaje y su
adaptación social. El conjunto de los trastornos psíquicos infantiles resulta tan variado y extenso.
La estrecha vinculación entre lengua y pensamiento, el papel “organizador” del primero sobre el
segundo, la fundamental influencia que el lenguaje ejerce sobre la estructuración y categorización
del pensamiento convierten al material lingüístico en una valiosa fuente de información sobre la
dinámica y el contenido de los procesos psíquicos superiores, sobre las diversas etapas por las que
atraviesa la formación intelectual infantil.
Por esa íntima vinculación entre los procesos cognitivos y la organización psíquica por un lado, y el
lenguaje por otro, el aprendizaje verbal en sus sucesivas etapas infantiles, cuando es interferido o
distorsionado en su desarrollo, puede llegar a alterar grandemente las funciones psíquicas, la
personalidad y la conducta.
Terminología:
3. DEFICIENCIA MENTAL:
Concepto: bajo esta denominación genérica se incluyen todos los cuadros que como denominador
común presentan básicamente insuficiencia o retraso en el desarrollo de las funciones
intelectuales.
Puede afectar total o parcialmente a todas las manifestaciones del psiquismo, se caracteriza por
una deficiencia o debilidad de las funciones cognoscitivas y la inteligencia que impiden o limitan la
adquisición de conocimientos y el desarrollo en plenitud del pensamiento y la conducta social del
afectado.
Por la intima y compleja relación entre lenguaje y pensamiento se puede comprender que la
deficiencia mental u oligofrenia se acompaña siempre de un déficit lingüístico proporcional o aun
mayor. El conjunto de las deficiencias mentales está integrado por un grupo heterogéneos y de
diferentes perspectivas en cuanto a sus posibilidades futuras.
División y grados
según la escala psicométrica que utiliza el llamado cociente intelectual o CI – relación entre la edad
mental del examinado y su edad cronológica – se consideran deficientes mentales las personas
cuyo promedio es inferior a dos desviaciones tipo a la medida establecida para la población de la
que forman parte. Tomando 100 como media normal y 15 como una desviación estándar, se
clasifica como deficientes a las personas cuyo CI queda por debajo de los 70.
Para la valoración psicológica no solo se considera el rendimiento intelectual sino que se estiman
las distintas cualidades de las funciones psicológicas y los aspectos no intelectuales de la
personalidad y la conducta, como la adecuación emocional y afectiva, la impulsividad y el carácter,
la habilidad manual y sus inclinaciones naturales, etc.
La división más útil es la división entre deficiencia leve y moderada y entre esta y la severa o
profunda. La deficiencia leve no se acompaña de una detención de la adquisición lingüística, cosa
que sucede en la moderada y es consustancial con la profunda. La escolaridad y la adquisición de
conocimientos prácticos es una opción para la deficiencia mental leve, que conlleva limitaciones
para la moderada pero que es inaccesible para la profunda. Estos niños requieren de protección y
tutela permanentes.
Etiología
Enfermedades orgánicas, cualquiera sea su origen, se trata siempre de una anomalía del tejido
cerebral. Suele distinguirse dos tipos, endógenos y exógenos. En el tipo endógeno la deficiencia
psíquica puede no acompañarse de síntomas neurológicos. Habitualmente se trata de una
debilidad congénita familiar. El tipo exógeno obedece a cuadros patológicos orgánicos que
perturban el desarrollo del sistema nervioso con lesiones o anomalías del tejido cerebral; se
acompañan de múltiples síntomas neurológicos como parálisis, sordera, etc. En ellos el
compromiso intelectual suele ser más severo o profundo.
Las causas más frecuentes: las enfermedades hereditarias, las dificultades y accidentes del parto,
las afecciones neuroinfeccionsas de la primera infancia, ciertas enfermedades de la madre durante
el embarazo y especiales anomalías de los genes y cromosomas. Se caracterizan por generar
cuadros bien definidos cuyo conjunto de síntomas es siempre idéntico y en los que la deficiencia
mental es constante. No existe una correlación estable entre causa y efecto. Por causas muy
diversas y un mismo agente causal puede ser capaz de dar múltiples efectos y combinaciones de
síntomas sin parentesco aparente.
Características psicológicas
En las deficiencias leves el desarrollo evolutivo alcanza la primera etapa operacional concreta
(entre los 5 y 7 años) y por lo tanto adquieren conocimientos escolares básicos. Entre los
rendimientos no verbales y aptitudes físicas pueden igualarse a los “normales”; suelen presentar
un mejor condicionamiento ambiental y una adaptación social que puede perdurar o
desequilibrarse con los años.
Deficiencia mental moderada: CI entre 49 y 25. Hay un franco retraso escolar o imposibilidad para
la adquisición de la escolaridad elemental, su evolución intelectual queda detenida en el primer
nivel lingüístico. Invalidez social permanente.
Deficiencia severa y profunda: no solo es deficiente la capacidad intelectual sino el conjunto de las
funciones mentales, y el impedimento es de tal magnitud que no permite el aprendizaje. La vida
de relación esta circunscripta a las manifestaciones para la subsistencia. En los casos menos graves
(imbecibilidad, CI entre 50 y 20) es posible la comunicación a través de un lenguaje mímico y
verbal rudimentario que permite la enseñanza de hábitos personales y sociales compatibles con
un discreto desplazamiento dentro de la convivencia familiar. Cuando el déficit es profundo (idiota
de CI debajo de 20) se convierten en seres desprovistos de intelecto y razón, que viven reducidos a
funciones vegetativas de necesidades corporales.
Lenguaje:
Hay una intima y permanente interacción entre lenguaje y pensamiento, por eso en la oligofrenia,
el lenguaje muestra un rasgo común y distintivo, independiente de las alteraciones formales y
expresivas que pueden matizarlo en cada caso: este rasgo es el déficit evolutivo del lenguaje es
consonancia con la más global hipoevolucion que caracteriza al retardo intelectual. El déficit
lingüístico variara según la magnitud de la insuficiencia psíquica global y según las lesiones
encefálicas y las perturbaciones de las funciones sensoriomotoras de la recepción y la expresión
verbal que acompañan a la deficiencia.
Ya en los primeros años de vida surgen hecho que harán sospechar: el retraso en la iniciación de la
actividad verbal y la lentitud i imperfección con que se opera la organización progresiva del
lenguaje y las funciones motoras generales. El atraso en el desarrollo y la organización del lenguaje
muestra tambien deficiencias en su contenido con pobreza conceptual y semántica.
Derman describe síndromes según el grado y tipo de la oligofrenia y las distintas combinaciones de
la patología lingüística:
Comienza ya en el primer nivel lingüístico, entre los 2 y 3 años los débiles mentales, y en los
fronterizos en la etapa de la transición preoperaconal y operacional, después de los 5 años. Estos
fallos residen en la dificultad para incorporar los significados de los elementos gramaticales más
complejos y los sintácticos modificadores del sentido en la integración semántica.
Los significados y el sentido gramatical reposan en los procesos neurofisiológicos, estereotipos
verbales.
Cuando las fallas analítico-sintéticas son más marcadas se perturban los fonemas y monosílabos, lo
que se manifiesta en la expresión espontanea o en la repetición por imitación o en ambas. Son
deformaciones, sustituciones u omisiones de fonemas o silabas en forma permanente, llamadas
dislalias sistematizadas.
Diagnostico. Las fallas sistematizadas en la comprensión verbal y escrita, concordantes con las
fallas de comprensión de situaciones no verbales de los retardos alálico, permiten diferenciarlos
de los retardos afásicos y audiógenos, que conserva buena comprensión de las situaciones no
verbales.
En las deficiencias mentales severas y profundas se presenta el síndrome alálico, que afecta
gravemente y por igual a la elocución y a todos los niveles de la comprensión.
Cuando ambos grados de deficiencia mental grave se hallan asociados a sordera moderada o
severa, el trastorno de la conducta general y del lenguaje es tan profundo y evidente que
enmascara a la sordomudez.
La situación sociofamiliar de los niños deficitarios ha sido siempre más compleja de lo que podría
derivarse de sus reales posibilidades, a causa de una serie de prejuicios y criterios erróneos que
son compartidos por la comunidad.
En primer lugar, los padres suelen advertir tardíamente las deficiencias de estos niños y se resisten
a los exámenes y estudios especializados por temor a una realidad que ignoran o tratan de evitar.
Cuando se advierte o se insinúa el verdadero problema, comienza una largar peregrinación por
consultorios médicos y el largo cortejo de análisis, “tónicos” cereales, etc., cuando no se recurren
a curanderos, videntes.
La permanencia de estos niños en grupos escolares normales los lleva insensiblemente a tomar
conciencia de sus dificultades, a sentirse diferentes de sus compañeros, privados de gratificaciones
estimulantes, y a soportar burlas, desprecios y castigos injustos. Así se modifica el carácter y la
personalidad del niño y aparecen reacciones neuróticas que hacen necesario un tratamiento
psicoterapéutico paralelo a la enseñanza diferencial específica.
Por estos y otros motivos similares el diagnostico no se realiza siempre en la edad temprana como
sería de desear.
Sinopsis:
-Retraso en la iniciación, el desarrollo y la integración del lenguaje. Correlación entre el déficit del
habla y el déficit global del pensamiento y la inteligencia.
-El retraso oscila entre la ausencia total de lenguaje (alalia idiotica) y simple retraso de desarrollo o
pobreza de contenido y praxis.
-Si existe retardo afásico o audiógeno agregado, el déficit de comprensión se agrava y los
progresos son menores.
-El aprendizaje verbal y no verbal es nulo en las deficiencias graves. La escolaridad es insuficiente o
muy limitada en las deficiencias leves o moderadas. La lectoescritura puede ser muy dificultosa si
hay fallas en los analizadores, secuela afásica, anartrica o hipoacusia que producen dislexia,
disgrafia y dislalias características.
-En los fronterizos la escolaridad puede ser normal e incluso superar el nivel primario de
enseñanza, pero sin alcanzar el nivel formal de pensamiento y la inteligencia reflexiva.
-En las deficiencias hay dislalias por retardo alálico que pueden persistir por mala discriminación
auditiva, fallas mnésica y defectos pedagógicos.
-La voz puede tener una sonoridad irregular o monótona por dificultades bucofaríngeas o auditivas
o por falta de destreza en la fonación. En los mongólicos la palabra es tartajeada, grave, gutural y
monótona.
4. EPILEPSIA
Cuatro fenómenos tipifican a la epilepsia: a) la descarga puede partir de cualquier zona cerebral
(foco primario) e irradiarse parcial o totalmente a las demás zonas; b) la descarga paroxística
(responsable de los síntomas) es generalmente brusca y breve; c) las descargas paroxísticas son
iterativas, se repiten con variada frecuencia y casi siempre son las mismas características; d) los
cuadros clínicos son similares, aunque los factores causales sean de distinto origen y naturaleza.
Los síntomas epilépticos pueden aparecer a cualquier edad, es mucho más frecuente en el niño
que en el adulto.
Frecuentemente las manifestaciones del paroxismo epiléptico son generalizadas, invaden todo el
territorio cerebral, provocando perdida de la conciencia y fenómenos motores, sensoriales y
viscerales. Clásicamente se describen tres formas o tipos de epilepsia generalizadas: gran mal,
convulsiones febriles, pequeño mal.
Se trata de descargas neuronales que no se irradian a otras zonas de la corteza sino que se derivan
por vías o circuitos específicos, provocándose los síntomas que corresponden solamente al sector
afectado. Se trata de crisis breves y con conservación de la conciencia, en los casos que la descarga
se haga hacia el cuerpo. Las más comunes son las crisis motoras, con contracciones irregulares que
toman un sector del cuerpo o con las llamadas crisis versivas, que consisten en una lenta
desviación conjugada de los ojos y la cabeza hacia un lado.
Otra modalidad de las crisis parciales consiste en descargas de larga duración que afectan a
funciones psíquicas como la percepción, la memoria, la conciencia.
La mayoría de los epilépticos no muestra rasgos típicos en su personalidad. En los casos que
presentan un comportamiento peculiar, esto se debe a la enfermedad misma. El niño epiléptico
debe afrontar innumerables problemas: la actitud de la familia y del grupo escolar, la sensación de
ser “diferente” y la propia aceptación de los ataques. Sus crisis y su comportamiento anómalo
producen reacciones en el medio que generan ansiedad y sentimiento de culpa.
Respecto del nivel intelectual de los niños epilépticos, Kanner distingue cuatro tipos:
Las crisis del lenguaje hablado pertenecen a las llamadas epilepsias parciales, cuando la
enfermedad produce un déficit intelectual permanente. En ellos las alteraciones del lenguaje son
propias de la deficiencia mental.
Entre las crisis verbales paroxísticas parciales o psicomotoras pueden encontrarse los siguientes
trastornos:
-Se trata de una enfermedad cerebral que puede afatar en cualquier edad, mas frecuenta en la
infancia.
-Produce descargas paroxísticas, generalmente breves, que pueden afectar a cualquier función o
sector corporal o psíquico.
-Las crisis tienen diversa frecuencia. Pueden ser muy frecuentes o en estado de mal. Siempre
presentan los mismos síntomas.
-Puede o no afectar el lenguaje. En el intervalo de los ataques la mayoría de los epilépticos actúan
con completa normalidad.
5. NEUROSIS
Los fenómenos neuróticos se caracterizan por ser de naturaleza funcional y reactiva, por no
originarse en agentes físicos u orgánicos. Son fenómenos reversibles pasibles de ser corregidos o
modificados y superados satisfactoriamente y sin secuelas.
Activa participación de los factores emocionales en sus orígenes y entre sus síntomas más
destacados el compromiso emocional es constante como expresión del estado conflictual o sus
equivalentes. Por eso es frecuente decir que el neurótico es una que sufre interiormente.
Neurosis infantiles:
Los cuadros neuróticos son agrupados en síndromes o conjuntos según sea la fijeza y prevalencia
de los síntomas o la vía de descarga por donde se exterioriza el conflicto.
Cuadros persistentes cuyos síntomas son muy similares de un enfermo a otro, se hallan
organizados en correspondencia con la personalidad de fondo, siempre inmadura, y que pueden
asentarse en una predisposición hereditaria o en perturbaciones de las relaciones familiares ya
presentes en la primera infancia.
Neurosis fóbica: se considera fisiológico o habitual que el niño padezca temores o miedos a ciertos
objetos o situaciones que experimenta como extraños o que pueden ser inducidos por los padres
o por la educación recibida. Pero cuando estos temores injustificados lo dominan y se hacen
permanentes, aunque reconozca lo ilógico y absurdo de tales reaccione, se establece
insensiblemente el estado fóbico: un temor que produce ansiedad e inhibición en la acción y la
conducta del paciente. Los objetos que producen fobia son muy variados.
Este temor patológico o fóbico no guarda relación con los peligros reales; es persistente o
constante y produce una ansiedad con manifestaciones neurovegetativas o histéricas perdurables,
toda vez que se repite la situación fobigena y a veces ante la simple mención del objeto o el
motivo de la fobia.
En ciertos casos se produce una recuperación espontanea a favor del desarrollo mismo del niño, el
enriquecimiento de sus experiencias vitales o modificaciones favorables del ambiente
sociofamiliar. Si el estado fóbico asienta sobre cierta predisposición de la personalidad y se
consolidan o complican los síntomas, la fobia puede evolucionar hacia una neurosis obsesiva o ser
el comienzo de una psicosis infantil. Requiere psicoterapia.
Neurosis obsesiva: la obsesión neurótica consiste en ideas o pensamientos “parásitos” que se
imponen al conjunto, involuntaria e innecesariamente, interfiriendo el curso normal del
pensamiento y forzándolo compulsivamente a la realización de determinados actos o maniobras.
Si esta compulsión no se concreta o se difiere va aumentando la carga ansiosa que atormenta al
obsesivo.
Las ideas obsesivas pueden consistir en temores indefinidos, dudas permanentes y contradictorias
sobre la vida y la muerta, pensamientos religiosos o metafísicos sobre el bien o el mal, etc. Cuando
la obsesión es impulsiva se padece el temor a cometer actos obscenos.
A pesar de la conciencia de morbosidad y de las racionalizaciones con que intentan justificarlas, las
ideas obsesivas son dominantes y prevalecen en el conjunto de la actividad psíquica y la conducta
de los pacientes, aunque sin empobrecer su lucidez y su comprensión. Al ser un mecanismo que se
va estructurando a partir de cierto grado de intelectualización, su aparición es infrecuente antes
de la pubertad; en los últimos años de la infancia suelen esbozarse algunas ideas o rituales
obsesivos que pueden ser transitorios u obedecer a mecanismos de defensa inducidos por padres
ansiosos y perfeccionistas. La sintomatología obsesiva infantil no necesariamente se estructura
como neurosis en el adulto anquen puede llegar a hacerlo, o ser un preanuncio de una conducta
psicótica en el adolescente.
Su carga de ansiedad y su repercusión psicología es mayor que en las fobias y las posibilidades
curativas menos favorables. El enfoque terapéutico es similar al de los cuadros fóbicos pero
deberá ser más intenso, prolongado y abarcar a todo el contexto familiar.
Puede manifestarse con síntomas físicos persistentes o exteriorizarse en forma de crisis aisladas. El
primer caso afecta preferentemente las funciones motoras y sensitivo-sensoriales en forma de
parálisis de uno o más miembros, trastornos del equilibrio o la marcha, movimientos ticosos o
temblores anestésicos, etc.
Toda esta patología somática, pese a su similitud con las enfermedades orgánicas
correspondientes, difieren de estas en ciertas características clínicas que permiten su
diferenciación, en la distinta naturaleza de su origen y en su volición mucha más benigna y curable
cuando se trata de cuadros histéricos.
Respecto de la personalidad del niño histérico, si bien no existe un modelo definido, hay algunos
rasgos predominantes. Poseen cierta fragilidad e inmadurez en su comportamiento; son
sugestionables, imaginativos, sensibles emocionalmente y con predilección por las
manifestaciones teatrales y extravagantes. Muestran intolerancia ante la insatisfacción inmediata
de sus deseos. Son caprichosos, superficiales en sus afectos o preferencias y con dificultad para
establecer relaciones estables.
Manifestaciones psicosomáticas
Las tensiones psíquicas o emocionales a que puede encontrarse expuesto el niño desde la misma
lactancia producen modificaciones en la actividad de los centros corticovasculares, y a través de
las distintas vías de descarga puede afectar el funcionamiento de los órganos y sistemas
somáticos, dando lugar a verdaderas enfermedades somáticas.
Antes de los 6 meses el niño reacciona a las tensiones con su medio con anorexia, diarreas o
vómitos. Posteriormente, la reacción somática se va haciendo más diferenciada y puede
expresarse por asma infantil, trastornos digestivos, etc.
En la aparición de una afección psicosomática puede hallarse la expresión de una regresión infantil
a etapas madurativas anteriores o la presencia de un estado conflictivo con el medio que
representa la génesis del trastorno y es hacia donde deben dirigirse las medidas terapéuticas de
fondo.
Las alteraciones del lenguaje de los niños neuróticos poseen las características generales
descriptas para el grupo de las neurosis y su aparición está sujeta a motivaciones propias del
conjunto y generadas por iguales mecanismos. Se trata de modificaciones funcionales, sin base
orgánica o anatómica, que por ocurrir en niños con normal nivel intelectual y satisfactoria
capacidad adquisitiva no comprometen la comprensión verbal ni la elaboración interna del
lenguaje y el pensamiento, por lo cual no se hallan impedidos la comunicación y el aprendizaje,
aunque estas actividades pueden verse interferidas por las dificultades expresivas de muchos
niños neuróticos, situación que a su vez contribuye a crear ansiedad y aumentar su inseguridad.
Por ser fuertemente sensible a la inhibición emocional es la elocución la función verbal
mayormente afectada. Las perturbaciones de la voz y del habla son con frecuencia testimonios
vivos de la inestabilidad emocional y de las relaciones conflictivas del niño en su medio.
-Las neurosis son trastornos adquiridos, resultantes de conflictos infantiles e influencia del medio
sociofamiliar.
-En general de buen pronostico. Conservan buen nivel intelectual pero puede afectarse el
rendimiento escolar.
-Puede haber retraso en la iniciación y el desarrollo del lenguaje. Pérdida transitoria o mutismo
psicógeno emocional y buena recuperación.
-Dislalias neuróticas por retraso en el desarrollo del lenguaje o regresión a una etapa anterior.
6. LA TARTAMUDEZ
Puede presentarse como síntoma único o asociado a otros trastornos del lenguaje de no menor
importancia. Tales trastornos suelen darse especialmente en niños con retraso madurativo del
lenguaje y modalidades neuróticas de la personalidad.
Hay diferencias entre tartamudeo, farfulleo o tartajeo y habla entrecortada. El pensamiento del
farfullador se expresa correctamente mediante la palabra, solo que con excesiva rapidez y falta de
fluidez, y con ello hace entrechocarse las palabras haciéndolas difícil de captar o irreconocibles. En
el “habla entrecortada” las frase son imperfectas, incompletas e incoherentes en su sintaxis por
ruptura en su construcción, aunque sin defectos articulatorios, presente en retardos mentales.
Características y modalidades
Junto al tartamudeo pueden presentarse movimientos de los labios, los parpados o el cuello, como
si el espasmo se irradiara a las zona vecinas. Estas contracturas y movimientos mímico-faciales
denotan el esfuerzo y la atención del paciente por superar su dificultad; se diferencian de los tics
nerviosos cuando solo se presentan en el momento de hablar, aunque hay casos en que ambos
trastornos se presentan asociados.
Otro recurso para superar la interrupción es intercalar en la frase sonidos o palabras breves que
no tienen significación o no corresponden a la oración, pero que sirven de apoyo o punto de
arranca, se denomina embolalia.
Si persiste mas allá de los 5-6 años el defecto comienza a hacerse patológico. Se distinguen tres
etapas:
1) El tartamudeo pasivo, que es la fase más simple y benigna, en la que el niño no trata de
oponerse a su dificultad.
2) El tartamudeo reprimido, fase en que comienza la resistencia con una serie de
movimientos que van ampliando y consolidando el problema.
3) El tartamudeo complicado, con todas las implicancias motoras y psicológicas que se
describirán más adelante.
Según Lennon la segunda y la tercera no son consecuencias directa de la primera, sino provocadas
en gran parte por la reacción del paciente ante su propio problema y frente a la reacción de los
demás.
Un buen número de tartamudos están mal lateralizados. De todos modos, la llamada zurdería
“contrariada” ha sido descartada como cause de esta alteración del ritmo de la palabra.
Frecuencia y distribución
La tartamudez es el trastorno del habla de naturaleza funcional más complejo y extendido. Las
cifras oscilan entre el 0,5 y el 3 por mil de la población general. Se la encuentra en todos los
pueblos, razas y continentes. Puede observarse en cualquier época de la vida, más frecuente en la
infancia. La tartamudez es más frecuente en varones en una relación aproximada de 10 a 1, no se
han establecido causas.
Etiología
Las investigaciones psicológicas de los niños tartamudos los muestran con personalidad inmadura
proclive a la ansiedad y las reacciones neuróticas, pero tambien revelan que muchos de esos
síntomas se deben a influencias que convergen sobre el habla y surgen como efectos secundarios.
Cuando el niño es consciente de su desventaja, el temor al ridículo lo llevan a evitar las amistades
y las oportunidades que lo expongan a nuevas situaciones traumatizantes.
Las teorías psicológicas que destacan el papel de los factores afectivos y relaciones no resultan
suficientes para explicar la compleja causalidad del trastorno. Se valorizan excesivamente la
influencia del medio y la educación y se toman por originarias, reacciones que son secundarias a la
aparición del problema. A pesar de la naturaleza funcional de la tartamudez no se puede rechazar
alguna disposición orgánica sobre la que asiente el síntoma y su cortejo de componentes
neuróticos.
Sinopsis:
Alteración del ritmo de la palabra por contracción tónico-clónica de los músculos de la fonación.
Trastorno funcional rebelde, más frecuente en los niños y varones. Se acompaña de otras
dificultades del lenguaje propiamente dicho y de la codificación lingüística del pensamiento.
Aparece en niño inmaduros con disposición para el defecto verbal y sensibilidad hacia los factores
frustrantes y ansiógenos del medio.
7. PSICOSIS INFANTILES
Concepto: se incluyen aquí de forma genérica todos los cuadros mentales capaces de perturbar
intensamente las actividades psíquicas, provocando una ruptura o desvinculación del niño con su
medio. Implican una interrupción o deformación de las relaciones sujeto-ambiente, un estado de
incomunicación motivada por la imposibilidad del niño de manejar el pensamiento lógico, de
elaborar asociaciones y respuestas adecuadas, y de utilizar el lenguaje como vehículo de
comunicación e integración social.
Si la agresión psicótica ocurre en los tres primeros años de vida, antes del comienzo de
organización del lenguaje y el pensamiento, la deficiente estructuración neuropsicología da lugar a
un retraso madurativo y a una insuficiencia intelectual similar al déficit oligofrénico, del cual puede
resultar muy difícil y poco practica su diferenciación. Si la aparición es más tardía, cuando está
estructurado el lenguaje exterior e interior, el cuadro clínico varía y la sintomatología se
enriquece, convirtiéndose el lenguaje en la mayor fuente de información del proceso
psicopatológico, además de hacer posible el aprendizaje y la psicoterapia.
Características clínicas
Son poco frecuentes en la infancia y esta insuficiencia unida al desconocimiento de ciertos factores
causales ha contribuido a la disparidad de criterios con que se estudian, clasifican y designan estos
cuadros. Existen cuadros agudos reactivos o sintomáticos que se manifiestan por perdida de la
lucidez o embotamiento de la conciencia, alucinaciones y desorientación; suelen ser transitorios y
remitir sin dejar rastros.
Los verdaderos estados psicóticos son de larga evolución y compleja sintomatología, de mucho
interés en relación con el lenguaje. Este grupo está formado por una serie de estadios que difieren
entre sí por el grado de compromiso de la personalidad y la participación de diversos factores
causales, peri que poseen rasgos en común y cuya nota distintiva es la quiebra de la ligazón de las
relaciones personales dentro del contexto sociofamiliar. Esta pérdida del contacto con la realidad
es vivida por el niño como una situación catastrófica y angustiantante que perturba su
comportamiento y so convivencia. Las funciones mentales pueden hallarse bloqueadas o
distorsionadas; aisladamente pueden conservar una actividad aceptable pero pierden eficacia y
finalidad por no actuar coordinadamente y con un dinamismo armónico, como si la personalidad
se hubiera fraccionado y sus partes funcionaran desordenadamente.
Estados prepsicoticos
La importancia del contar con la existencia del estado o la conducta prepsicotica consiste en la
posibilidad de advertir su presencia y alertar a los padres para una solución a tiempo.
El niño psicótico no usa el lenguaje para trasmitir un mensaje, sino que lo trata como un objeto
que puede manipular y del que se sirve para apropiarse de la realidad, es decir que el lenguaje
cumple en él una función pragmática que posee en los normales, con la diferencia de que aquí se
trata de “su” realidad personal, de un mundo subjetivo distorsionado por la alienación.
El nivel alcanzado por el desarrollo del lenguaje cuando se inicia el proceso posee valor
pronósticos. En un 50% de los niños autistas que habían adquirido el lenguaje se obtiene un
recuperación y adaptación directa, mientras que en lo que no lo habían adquirido la recuperación
es escasa o nula.
En algunos casos el estado psicótico no es permanente o continuo sino que evoluciona por brotes
sucesivos alternados por periodos de remisión o normalización que pueden ser prolongados,
aunque esto no descarta la aparición de nuevos brotes que van disminuyendo la recuperación. Las
posibilidades terapéuticas con mayores en estos casos de evolución discontinua.
Sinopsis:
-Estados de alienación con pérdida de contacto con el medio, distorsión de la realidad y severas
alteraciones de conducta.