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Russo-Sierra Georgina

Trabajo Adscripción Evaluación y Psicodiagnóstico

EVALUACIÓN PSICOLÓGICA Y PSICODIAGNÓSTICO

Al deconstruir etimológicamente la palabra psicodiagnóstico nos encontramos, según


Sendin (2000) con tres elementos: psiqué (mente), día (a través de) y gnosis
(conocimiento), lo que podría pensarse entonces como un modo de acceder al
conocimiento de la psiquis. En cambio, si nos remitimos al concepto de evaluación,
este se vincula, más que con el conocimiento, con la valoración de la estructura del
sujeto, asociándose asimismo al modelo médico del que proviene.
Al indagar sobre los comienzos de la evaluación psicológica autores como Verdugo-
Alonso (1994) plantean que ésta tuvo su mayor expansión entre las dos guerras
mundiales a través de una proliferación en la producción y uso de tests y técnicas
proyectivas para estudiar el estado mental de los sujetos. Dicho autor sostiene que la
evaluación psicológica está atravesada por diversas modalidades de planificación y
ejecución de acuerdo al enfoque desde el cual se la realice, con sus conceptualizaciones
y marcos de referencia teóricos específicos. Algunos de ellos son (ver figura n° 1):

Figura n° 1: Introducción a los modelos de evaluación (Verdugo Alonso M.A., 1994)


PSICOMÉTRICO MÉDICO DINÁMICO FENOMENOLÓGICO
Estudia la conducta Vinculado al enfoque Tiene como finalidad Examina la percepción
mediante distintas biologicista de la indagar sobre la singular y experiencia
técnicas para psiquiatría, busca las estructura de subjetiva.
identificar dimensiones causas orgánicas de personalidad de los
o rasgos individuales. trastornos mentales. sujetos para
Se caracteriza por ser comprender y
clasificatorio y explicar su modo de
objetivo. comportamiento.
Test de Terapia Técnicas proyectivas. Observación.
inteligencia/aptitudes y farmacológica.
cuestionarios de
personalidad.

Por su parte, Echeburúa, Muñoz & Loinaz (2011) sostienen que la evaluación
psicológica tiene como objetivo la valoración del estado mental del sujeto en miras de
establecer un diagnóstico y/o planificar una eventual intervención. Para dichos autores,

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las fuentes de información sobre la que se sostiene son, sobre todo, las entrevistas, tests,
observación, informes médicos/psicológicos e historial clínico.
En relación al Proceso Psicodiagnóstico, Ocampo y García Arzeno (1993) plantean de
que se trata de una categoría es relativamente nueva. Las autoras plantean que en sus
comienzos lxs psicólogxs trabajaban con el modelo médico construyendo informes
psicológicos en el que se enumeraban rasgos y resultados obtenidos de manera
desintegrada, buscando así mantener cierta distancia con el paciente, lo cual generaba
como consecuencia que no se pudiera alcanzar una mirada integral sobre la personalidad
de quien acudía a la evaluación.
Las autoras señalan un giro en esta modalidad de realizar la evaluación psicológica que
se relaciona, por un lado, con la distancia que se comenzó a tomar desde la psicología
con el modelo médico hegemónico, y por otro, con el cuestionamiento de algunos
profesionales sobre esta relación objetiva y distante entre evaluador y evaluado, así
como también, por la introducción progresiva del psicoanálisis en el campo del
psicodiagnóstico.
Asimismo, al hablar de Proceso Psicodiagnóstico, nos referimos a una situación en la
que se presentan dos roles diferenciados, uno de ellos ocupado por un sujeto que hace
un pedido y el otro por el psicólogo/a que busca darle una respuesta. El objetivo se
vincula con dar una descripción y comprensión lo más completa posible de la
personalidad de quien esté siendo evaluado, utilizando para ello diferentes técnicas
(entrevista, técnicas proyectivas, test psicométricos, etc.) y dentro de un proceso que
supone distintos momentos.
Es necesario que haya cierta implicancia del profesional en estas distintas instancias,
dentro de las cuales, se configurará un campo (Bleger, 1991) dónde se pondrán en juego
las características tanto del entrevistado como del entrevistador las cuales incluyen
ansiedades, transferencia, contratransferencia, defensas, comunicación, entre otras, que
influirán en el proceso. Es importante remarcar que el campo debe configurarse a partir
de las variables que dependen del entrevistado, y para que esto ocurra el proceso debe
contar con un encuadre, es decir, con constantes de tiempo, lugar, rol de lxs
participantes y objetivos, que no afecten en la relación psicólogx - entrevistadx.

En síntesis, es posible plantear la evaluación psicológica como un proceso que intenta


comprender un fenómeno en sus aspectos manifiestos y sus aspectos latentes,
situándose desde un modelo teórico particular que le servirá de marco. A través del uso

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de distintas técnicas como lo son las entrevistas, la observación, las técnicas proyectivas
y psicométricas; buscará alcanzar su objetivo de la manera más exhaustiva posible. El
psicodiagnóstico, por su parte, se puede pensar como un área específica dentro de la
amplitud que abarca la evaluación en el campo de la psicología y presenta sus propias
características para indagar la personalidad del sujeto. A su vez, el concepto de
evaluación es una categoría compartida con otras diciplinas, mientras que al hablar de
psicodiagnóstico nos referimos a un constructo propio del campo de la psicología -e
incumbencia exclusiva de lxs psicólogxs- donde la psiquis del sujeto es el objeto de
conocimiento.
Finalmente, el concepto de evaluación nos remite a valoración e históricamente este
constructo se asocia al modelo médico del que proviene. En sus comienzos, la
evaluación psicológica suponía un detalle enumerado de rasgos y resultados de manera
desintegrada sosteniendo distancia y objetividad entre quien evaluaba y el/la paciente
(Ocampo y García Arzeno,1993). En contraparte, el psicodiagnóstico surge como
resultado de la crítica hacia esta modalidad de evaluación y se sostiene sobre un campo
dónde no hay relación objetiva, sino interpersonal, en la que se van a poner en juego
fenómenos transferenciales y contratansferenciales.

Con el fin de establecer un diagnóstico psicológico, resulta necesario servirnos de


aquellos recursos que nos permitan recabar datos del sujeto referidos a su identidad,
historia vivencial, características manifiestas y latentes de su personalidad, entre otras.
Un modo de agrupar las herramientas para llevar a cabo esta labor puede ser (Ver figura
n°2):
. Técnicas objetivas:
- Test de personalidad, de rendimiento y de aptitudes: son técnicas cuyos
resultados alejarán o acercarán al sujeto a la media establecida por el constructo
y en relación a esto se hará la interpretación.
. Técnicas proyectivas gráficas, verbales o expresivas: exploran distintos rasgos de la
personalidad.
. Técnicas de inventario (inventarios o cuestionarios): miden rasgos de la personalidad.
. Técnicas sociométricas: miden interacciones sociales en grupos definidos a través de
matrices sociométricas, sociogramas o índices sociométricos.
. Técnicas de escala: miden constructos y suelen ser de autopercepción. Por ejemplo:
escala Likert, Thurstone, Guttman, etc.

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. Entrevista: implica el encuentro presencial. Puede ser abierta, cerrada o


semiestructurada.

FIGURA NÚMERO 2

ENTREVISTA Abierta, cerrada, semiestructurada

Desde la cátedra de “Evaluación y Psicodiagnóstico” se plantea que los recursos y


herramientas utilizados para realizar un diagnóstico psicológico se pueden agrupar en
técnicas proyectivas y test psicométricos.
Los test psicométricos son instrumentos elaborados para medir constructos que no
pueden observarse de manera directa, como pueden ser rasgos de la personalidad, de
rendimiento y/o aptitudes.
Se entiende por test psicométrico o estandarizado, todo instrumento de medida que se
ha construido según las siguientes etapas (Reparaz, 2017):
a. Determinación de la finalidad, utilidad, población y tipo de muestreo.
b. Aplicaciones necesarias y análisis preliminares con diferentes grupos de sujetos
antes de la selección de ítems definitivos que incluirá la técnica.
c. Establecimiento con rigor de las características técnicas: fiabilidad y validez.

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d. Pauta de instrucciones generales y específicas de aplicación y corrección para


garantizar que las diferencias sean producto de diferencias en el rasgo.
e. Elaboración de tablas para transformar las puntuaciones directas en
categorizaciones significativas del rendimiento o rasgo medido.
Es decir, baremos que transformen las puntuaciones directas en tipificadas. Este
paso es fundamental, en tanto que para interpretar los resultados del test es
preciso convertir las puntuaciones obtenidas por el sujeto en las puntuaciones
tipificadas dentro del baremo.
Dicha puntuación nos indicará cual es la posición relativa del sujeto dentro del
grupo normativo que el test usa como referencia.

Según Bersoff (2008) cada vez que un test psicométrico es seleccionado nos debemos
plantear: ¿Es el test válido para medir aquello que nos proponemos? La pregunta se
respondería indagando acerca de las propiedades psicométricas de la técnica, haciendo
hincapié en la validez del constructo. Ésta constituye uno de los criterios técnico
mínimos y responde a la pregunta: ¿Qué medimos? ¿Estamos midiendo lo que
queremos medir?
La validez se clasifica en distintos tipos (Reparaz, 2017):
. Validez predictiva: capacidad diagnóstica o predictiva.
. Validez de constructo: mide una variable constante vinculada a una teoría.
. Validez de contenido: supone el examen sistemático de contenido de prueba para
determinar si la técnica comprende una muestra suficiente y representativa de aquello
que se propone medir.
Otra de las normas técnicas a la que deben responder los test psicométricos es la
fiabilidad (o confiabilidad). Ésta se refiere a la consistencia interna, coherencia,
constancia o estabilidad de las puntuaciones obtenidas. En qué grado las medidas están
libres de error aleatorio, teniendo en cuenta que a > error aleatorio < fiabilidad.
La fiabilidad nos indica en una técnica, hasta qué punto se pueden atribuir errores de
medida a las diferencias en las puntuaciones y hasta qué punto a diferencias verdaderas
del rasgo. Hay distintos tipos (Reparaz, 2017):
. Fiabilidad relativa: dentro de ésta se encuentra la fiabilidad como estabilidad o de
repetición del test (refiere a la estabilidad en el tiempo); como equivalencia o forma
paralela (formas paralelas de medición con ítem distintos) y como consistencia interna

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(que los ítems sean coherentes al constructo que están midiendo y se encuentren
interrelacionados).
. Fiabilidad y longitud: a > longitud (número de ítems) mayor fiabilidad.
. Fiabilidad absoluta o error típico de medida: Cada técnica nos muestra su porcentaje
de error de medida, el cual es importante considerar cuando la puntuación obtenida por
el sujeto se encuentra al límite de un diagnóstico.
La fiabilidad es una condición necesaria, pero no suficiente. Con esto nos referimos a
que otras normas técnicas como la validez, resultan imprescindibles. Podría pensarse a
la validez, como la exactitud o la precisión con la que mide el instrumento, teniendo el
menor índice de error de medición. Esto permite que las puntuaciones sean constantes
en diferentes circunstancias (Bedini & Florentino, 2013).
Tanto la validez como la confiabilidad se pierden cambiando el contexto o a través del
tiempo.

En cuanto a las Técnicas Poryectivas, el término proyección proviene del latín


“proiectio” derivado de proiocere, que remite a lanzar hacia delante, arrojar (Díaz de
Dragotta M, 2016).
Freud toma este concepto para dar cuenta, en un primer momento, de un mecanismo
defensivo mediante el cual un sujeto puede atribuir a sus objetos cualidades, atributos,
sentimientos, etc., que desconoce o rechaza de sí mismo y le permitirían reducir la
ansiedad que le generan, pero luego lo significó como un mecanismo no patológico y
primitivo que no sólo se plantea como defensa sino también como un modo de darle
sentido al mundo externo.
La proyección considerada como un mecanismo de defensa, tiene como objetivo
mantener el equilibro del sujeto en el entorno en que se desarrolla. La dinámica de este
mecanismo implica la expulsión de pensamientos, sentimientos, deseos, etc.,
atribuyéndoselos a otros para luego reaccionar ante ellos. Se plantea así la posibilidad
ilusoria de liberarnos de aquello que nos afecta, volviéndose esto algo del otro y no del
sujeto, asimismo permite la aprehensión de la realidad de un modo subjetivo, la lectura
de la realidad de acuerdo a las propias características de la personalidad del sujeto
(Muller & López, 2015).
La denominación de “Técnicas proyectivas” surge para nombrar aquellas técnicas que
buscan captar la singularidad de cada sujeto a partir de supuesto de que, a través de su
producción verbal o gráfica, revelará aspectos de su personalidad. El objetivo de estas

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técnicas es evaluar dicha personalidad: su estructura, modos de vincularse, cómo se


encuentra en este momento y que posibilidad de modificaciones se plantean, etc.
Los modos de validación de estas técnicas (Bedini & Florentino, 2013) se vinculan a la
base teórica en la que se sostiene la técnica, las investigaciones que se realizan de modo
individual y grupal para probar el instrumento y su sensibilidad, el uso en la práctica
clínica y la contrastación que puede realizarse al inicio y una vez avanzado el
tratamiento con el sujeto para observar modificaciones, re-test, etc.

En síntesis, dentro de las posibilidades de uso de técnicas y herramientas para llevar


adelante la tarea diagnóstica, depende del posicionamiento teórico de quien ejerza la
evaluación o el proceso psicodiagnóstico, la elección de un mayor uso de instrumentos
estandarizados (incluyendo aquí los test, los inventarios, cuestionarios, etc.) o de
instrumentos proyectivos (ya sea gráficos, verbales o de láminas). Se plantean algunas
posturas frente a esto: una de ellas considera reduccionista el hecho de buscar que los
sujetos encajen entre índices y baremos, y otro posicionamiento plantea la importancia
de utilizar instrumentos basados en la evidencia científica que certifiquen su validez y
confiabilidad.
Se podría pensar, en tanto que ambas posturas son válidas, que, si el objetivo de la
evaluación psicológica o el psicodiagnóstico es recabar de una manera exhaustiva datos
sobre la historia, las características de la personalidad, los modos de vincularse… de un
sujeto, resulta sumamente importante conocer todas las técnicas disponibles para poder
seleccionar aquellas que resulten pertinentes en cada situación. Conocer qué es lo que se
necesita evaluar, cuáles son los instrumentos que nos permitirían o facilitarían la
indagación sobre estos aspectos, para así poder seleccionarlos y hacer uso de ellos.
Para finalizar, resulta imperativo señalar en relación a esto que, más allá de las formas
que la evaluación psicológica puede tomar, la implicación ética es un factor que aparece
de modo transversal. Según el Código de Ética de la Fe.P.R.A. (2013) se señala de
acuerdo al compromiso profesional y científico de los/as psicólogos/as que:“en su
trabajo, asumirán sus responsabilidades profesionales, a través de un constante
desarrollo personal, científico, técnico y ético. Lxs psicólogxs se mantendrán
actualizadxs en el conocimiento científico y profesional relacionado con su ejercicio,
reconociendo la necesidad de una formación continua y harán un uso apropiado de los
recursos científicos, profesionales, técnicos y administrativos”.

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Bedini M. & Florentino M. (2013). Introducción a los Test Psicométricos y a las


Técnicas Proyectivas. Rosario: Ficha cátedra.
Bersoff D. N. (2008) Ethical Conflicts in Psychology. USA: APA
Bekhit, N. S., Thomas, G. V, Lalonde, S., & Jolley, R. (2004) Psychological
Assessment in Clinical Practice in Britain. Clinical Psychology and
Psychotherapy, 9, 285–291.
Bleger, J. (1991). Temas de Psicología: Entrevista y grupos. Bs. As.: Nueva Edición.
Díaz de Dragotta M. (2016). Aplicaciones del test “Persona con arma”: habilitación de
licencias de conducir, portación y tenencia de armas. Evaluaciones
psicolaborales. Guaymallen: Inca editorial
Echeburúa E., Muñoz J. M. & Loinaz I. (2011). La evaluación psicológica forense
frente a la evaluación clínica: propuestas y retos de futuro. International Journal
of Clinical and Health Psychology Vol. 11, 141-159.
Federación de Psicólogos de la República Argentina (Fe.P.R.A.) (2013) Código de
Ética Nacional. Argentina: Fe.P.R.A.
Montero, I. y León, O.G. (2007). A guide for naming research studies in psychology.
International Journal of Clinical and Health Psychology, 7
Muller M. B. & López M. C. (2015). Los dibujos en el abuso sexual infantil. Bs As.:
Maipue
Ocampo M & Arzeno C. (1993). Las técnicas proyectivas y el proceso
psicodiagnóstico. Bs. As.
Ocampo M. L. S. & García Arzeno M. E. (1993). Las técnicas proyectivas y el proceso
psicodiagnóstico. Bs. As.: Ed. Nueva Visión.
Reparaz C. (2017) Investigación e innovación en orientación: evaluación
psicopedagógica. Navarra: Ficha de cátedra.
Sendin M. O. (2000). Diagnóstico psicológico: bases conceptuales y guía práctica en
los contextos clínicos y educativo. Madrid: Ed. Psimática.
Verdugo Alonso, Miguel Ángel (1994) Introducción a los modelos de evaluación.
Madrid: Siglo XXI editores.
Wade T. C & Baker T. B. (1977) Opinions and Use of Psychological Test: a survey of
clinical psychologists. The American Psychologist, 32(10), 874–882.

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