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Chamanismo Magia Enteogenos y Religion e
Chamanismo Magia Enteogenos y Religion e
Carlos G. Wagner.
1 1976, p. 100.
También se puede comprobar como la magia y la hechicería practicada durante la
Antigüedad clásica utilizaba un amplio abanico de recursos vegetales para alterar el
funcionamiento de la mente, hasta el punto de que el empleo de plantas y drogas
obtenidas de dichas plantas parece ser, a todas luces, uno de los componentes esenciales
de la magia antigua. Esto es lo que encontramos cuando Ovidio (Met., VII, 405) nos habla
del origen fabuloso del acónito, nacido de los dientes de Equidna e introducido en
Grecia por Medea desde las riberas de Escitia. La gran hechicera, paradigma de todas
sus congéneres, es presentada por el poeta como mujer muy familiarizada con un amplio
repertorio botánico del que extrae parte importante de sus poderes mágicos (VII, 224 ss),
lo que, de acuerdo a Apuleyo (Apol., 27-28) constituye un lugar común de la hechicería y
magia antigua. Virgilio (Eneid., IV, 484 ss) por su parte asocia la adormidera a los
hechizos de la guardiana del templo de las Hespérides, y sabemos por el testimonio de
otros autores, como Plinio (NH, XXV, 5) o Dioscórides (IV, 141) de la utilización de
plantas con propiedades psicotrópicas, como el eléboro o la mandrágora, por magos y
hechiceros del mundo clásico.
Así mismo, la dormidera, el opio y un incienso de indudable psicoactividad
denominado kiphy , que se utilizaba en ritos y ceremonias, son mencionados, entre otras
diversas plantas de virtudes mágicas, en papiros helenísticos, y parece una suposición
fiable que los magos de la época emplearan estos narcóticos, mezclados con resinas o
especies, para adquirir un estado de conciencia que facilitaba el trance y la comunicación
con los espíritus.
2 1988, p. 81.
Así, un tema tan generalizado en el mito y la religión del Antiguo Oriente, presente una
y otra vez en el arte y la literatura, como es el del Árbol de la Vida, está muy
estrechamente asociado con un elemento que ocupa un papel central en la cosmología
del chamanismo: el Árbol del Mundo o el Árbol Cósmico, vinculado con buena parte de
los poderes que posee el chamán; pero, como afirma Mircea Eliade3 , "importa recordar
desde ahora que en un sin número de tradiciones arcaicas, el Árbol Cósmico, expresando
el propio carácter sagrado del mundo, su fecundidad y su perennidad, se halla
estrechamente relacionado con las ideas de reacción, de fertilidad y de iniciación y, en
última instancia, con la idea de la realidad absoluta y de la inmortalidad. El Árbol del
Mundo se convierte así en el Árbol de la Vida y de la Inmortalidad". Y, tal y como
observa García Cordero4 , "en realidad no es difícil establecer una relación conceptual
entre el Árbol de la Vida que debía conferir la inmortalidad y la Planta de la Vida que
otorga el rejuvenecimiento, en busca del cual había ido Gilgamesh a la desembocadura
de los ríos".
Tampoco faltan autores que hayan señalado la existencia de un estadio de
chamanismo en la antigua Grecia. A los trabajos de Rohde y Meuli, que vio indicios de
chamanismo en la épica griega, siguieron los de Dodds, que encuentra una gran
influencia del chamanismo escita en la evolución de la espiritualidad helénica, y del
mismo Eliade, que destaca la presencia en el mito de Orfeo de muchos elementos que se
pueden comparar con la ideología y la técnica chamánicas. Igualmente señala la
existencia de algunos personajes relacionados con Apolo, como el legendario Abaris y
Aristeas de Proconeso, así como otros casos y leyendas -Hermotimo de Clazomenes,
Epiménides de Creta- entre las que destaca el trance extático de Er narrado por Platón,
que manifiestan un contenido típicamente chamánico. Más reciente Butterworth ha
estudiado la existencia de un chamanismo pre-olímpico propio de los clanes y jefes que
dieron lugar a los reinos micénicos. Este viejo estadio chamanístico, cuyo origen, según
el autor, podría encontrarse en las prácticas similares de Siberia y el Asia Central, se
situaba en la base de algunos de los cultos de clanes que existían en Grecia durante los
siglos XIV y XIII a.C.; y fue igualmente el punto de partida de algunas posteriores
divinidades del panteón olímpico, como Poseidón o Hermes, mientras que el mito
recuerda la existencia de antiguos chamanes como Tántalo, Perseo, Pélope y
Belerofontes.
8 Apolodoro, I, 2, 4.
9 Eurípides, Fen., 110.
10 “The Topography and Interpretation of the Lupercalia”, TAPhA, 84, 1953, p. 49.
su origen habría que buscarlo entre los viejos chamanes que combatían con
procedimientos mágicos la amenaza que los lobos constituían para la comunidad
pastoril originaria. Al igual que los espíritus protectores de los antepasados y otros
espíritus auxiliares y benéficos, de los que el chamán adquiere buena parte de su poder,
son representados por determinados animales como el caballo, el reno, el venado o
diversas clases de aves en la ideología chamánica, la materialización de los espíritus
adversos o maléficos suele caracterizarse en grandes reptiles o peligrosos depredadores.
Los Lupercos parecen haber sido en un principio un grupo de hechiceros-chamanes
caracterizados como hombres-lobo que, cubiertos con la piel de este animal, adquirían
sus mismas mágicas cualidades. Es así como, convertidos en lobo, podían combatir más
eficazmente, en la dimensión mágica poblada por los espíritus, al demonio responsable
de la amenaza que pesaba sobre ellos, ya que el lobo era, al igual que otros depredadores
en otros contextos culturales, encarnación de espíritus y fuerzas malignas que se cernían
acechantes sobre el bienestar de la comunidad, y devorador de sus rebaños. Tal debió ser
el carácter primitivo de los Lupercos a los que el paso del tiempo, junto con la
simultánea evolución de la religión romana terminó por convertir en sacerdotes
especializados de un rito de fertilidad en el que la fecundidad del rebaño había sido
finalmente sustituida por la fecundidad de la comunidad humana. En defensa de este
carácter originario de las Lupercalias me atrevería a aventurar todavía una
interpretación que puede parecer ciertamente arriesgada; pero, personalmente, la
imagen de la gruta Lupercal a la sombra de un árbol sagrado, como es la Higuera
Ruminal, y la fuente que de ella brotaba, no puede sino evocarme con fuerza la entrada
al Mundo Subterráneo junto al Árbol Cósmico y el Agua de la Vida, temas todos ellos
comunes en el repertorio simbólico de la cosmología chamánica.
Al norte de Roma, sobre el monte Soracte, en territorio falisco, recibió en un
tiempo veneración Sorano, divinidad subterránea que posteriormente llegó a
identificarse con Diis Pater. Curiosamente su culto corría a cargo de los Hirpi Sorani que
constituían un colegio de sacerdotes-lobo cuyo ritual se caracterizaba por una danza que
ejecutaban descalzos sobre un lecho de carbones incandescentes11 . Una vez más, el lobo
aparece asociado al Infierno, al submundo, y algunos elementos, como la insensibilidad
de los danzantes, evoca la insensibilidad al dolor, sobre todo a] producido por el fuego,
característica de muchos trances chamánicos.
12 Plinio, His. Nat., XIII, 81; Varrón en S. Agustín, De Civ. Dei, XVIII, 17.
recordemos que el culto de Zeus Lykeios había sustituido a otro más antiguo relativo a
una divinidad-lobo. Según el mito con el que este culto se relaciona, Licaón había
ofrecido a Zeus los restos de un niño que en ocasiones, según quién trasmita el mito, es
su hijo Nictimo o su nieto Arcade. Hay un episodio similar en el mito de Tántalo que,
como es sabido, había querido asimismo poner a prueba a los dioses ofreciéndoles como
alimento los restos cocinados de su hijo Pélope, y que ha sido identificado claramente
como el rito iniciático de un chamán. Parece, por consiguiente, que el mito de Licaón
evoca una iniciación de este carácter, por lo que muy probablemente los sacrificios
ofrecidos a Zeus Lykeios, en lo que se decía que se devoraban niños, no fueran sino
representaciones simbólicas de ritos semejantes de una gran antigüedad. Ello encaja bien
con la evidencia arqueológica que no ha podido corroborar la existencia de restos
humanos en el santuario del Monte Liqueo. En realidad tales sacrificios no debían ser
sino el reflejo de antiguos ritos de iniciación chamánica distorsionado por el paso del
tiempo y los ulteriores cambios culturales. Por eso circulaba la leyenda de que aquellos
que los probaran quedarían convertidos en lobos, esto es: adquirirían los poderes
propios de los espíritus del submundo. El plazo de nueve años necesario para recuperar
la primitiva forma humana recuerda una vez más los nueve estadios de la iniciación
subterránea y el precepto acerca de la prohibición de ingerir alimento humano durante
todo este tiempo, que figura también en la leyenda relativa al estaque, formaba parte sin
duda del proceso iniciático originario, simbolizando quizá el ayuno ritual propio de
aquella iniciación mística. Por otra parte, el santuario de Zeus Lykeios se encontraba en la
cumbre de Monte Liqueo, en cuya cima se hallaba también un manantial sagrado, el
Hagno, cuyas aguas, que fluían eternamente, tocaba con una rama de roble el sacerdote
a fin de provocar la lluvia Todo ello evoca nuevamente un paisaje familiar en la
cosmología chamánica: la Montaña Cósmica o Centro del Mundo junto con el Árbol y el
Agua de la Vida.
La Arcadia, culturalmente atrasada y de difícil acceso por la propia configuración
topográfica, al permanecer al margen de una más rápida e intensa circulación de
hombres e ideas, actuó a la manera de «reserva» donde tales supersticiones y creencias
se mantuvieron durante mucho tiempo. Ello significa que tras tales pervivencias se
escondía la existencia de viejas prácticas propias de una comunidad pastoril en las que la
magia desempeñaba un papel fundamental para ahuyentar al más temido depredador
de los rebaños: el lobo. En efecto, la divinidad-lobo Lukawn que habitaba en la cima del
Monte Liqueo, en donde posteriormente se habría de ubicar el santuario arcadio a Zeus
Lykeios, no es más que la personificación de la montaña habitada por los lobos. La
instalación de Zeus en la cima del Liqueo, de donde tomará su epíteto, es, por tanto,
posterior a aquella de Licaón, personificación sobrenatural de los lobos que habitan el
monte; Zeus tomó, por consiguiente, el lugar de éste que quedó reducido al rango de
héroe
Un contenido similar encierran las Lupercalias latinas cuyo carácter rústico de
ceremonias pastoriles se había conservado mejor en Italia que en Grecia. Ya en la
Antigüedad las analogías con los ritos arcadios habían sido observadas13 . Así, el
equivalente del Monte Liqueo es el Lupercal, la gruta-santuario de Fauno, genio
benefactor y fecundo, protector de los ganados que se opone a la voracidad de Caco
como en la Arcadia, Pan Lykeios se opone a Licaón. Estas fiestas celebradas en Roma el 15
de febrero, mes de los espíritus, tenían originariamente el sentido de ceremonias mágicas
destinadas a proteger los rebaños contra la amenaza de los lobos, En un momento aún
temprano hubo una fusión del rito de las Lupercalias con la leyenda de Rómulo, y
finalmente la ceremonia se transformó con el paso del tiempo en un rito de fertilidad que
atañía a toda la comunidad romana.
13 Virgilio, Eneida, VIII, 343; Dionisio de Halicarnaso, I, 32; Justinio, XLIII, 16.
conocen datos sobre algunas semillas en el Calcolítico de Buraco da Pala. Estudios más
recientes en niveles del Neolítico confirman su presencia con un gran número de
semillas en Cueva del Toro en Antequera (Málaga), en Cueva de los Murciélagos de
Zuheros (Córdoba) y en el Bronce de Peñalosa. En Francia se la encuentra en contextos
lacustres del Neolítico final y del Bronce final del norte del país. De igual modo, en los
palafitos de Suiza e Italia han sido encontradas cápsulas de adormidera en grandes
cantidades y de una variedad, al parecer, cultivada, lo que presupone un conocimiento
específico y unos fines concretos. Lejos en el tiempo y la geografía, pero aún en un
contexto prehistórico, en Balfarg, Fife (Escocia), los arqueologos han encontrado semillas
y concentraciones de polen de beleño negro adheridos afragmentos de un recipiente
cerámico procedente de una cultura neolítica local que ha sido fechada entre el 3700 y el
2610 a. C.. Ya que esta planta no es muy propia de estas latitudes ha tenido que ser
traída deliberadamente, aunque su posible utilización ritual, dado lo pequeño de la
muestra disponible, ha suscitado el debate y una crítica muy adversa. Semillas
carbonizadas de cannabis en recipientes rituales al parecer destinados para fumar se han
encontrado en Centroeuropa en un contexto cronológico del tercer milenio a. C.. Restos
de semillas de cáñamo han sido encontrados en una tumba helada de la Edad del Hierro
en Siberia. Las excavaciones de las tumbas escitas del Asia Central, que datan del 500 al
300 a. C. han sacado a la luz trípodes, odres, braseros y carbón con restos de frutos y
hojas de cannabis, corroborando de esta forma la información de Herodoto. Varios
objetos que han sido encontrados en las excavaciones del túmulo 2 del enterramiento
fechado hacia el 300 a. C. de un jefe en Pazyryk, en los Altai occidentales, se hallan
también relacionados con el cáñamo. Una vasija de amplias asas contenía restos de los
frutos, mientras que un inciensario de cobre con pies y mango se usaba para quemar la
planta.
Las investigaciones de R.S. Merrillees sobre una serie muy característica de vasos
chipriotas -pequeñas jarritas con forma de cápsula de adormidera- han llamado la
atención sobre la existencia en el Bronce Final de un comercio chipriota de exportación
de opio a Egipto y el Levante, incluida Palestina. El análisis de los residuos de algunos
de estos recipientes ha confirmado que, efectivamente, contenían opio. Pipas rituales
para fumar opio han sido halladas en Kitión (Chipre) y en Gazi (Creta) en un contexto
del Bronce Final, posiblemente conectadas a ritos de fertilidad. En Egipto, y procedente
de la necrópolis de Dehir el Medina se halló una cápsula de adormidera sin cortar,
supuestamenta datada en época de Tutmosis III, y en la tumba del arquitecto Kha en
Deir el-Medina, que murió durante el reinado de Amenhotep III, su estatua de culto
lleva sobre los hombros un collar realizado enteramente con cápsulas de adormidera. En
este enterramiento los investigadores han encontrado, procedentes de algunos
recipientes, restos de alcaloides, como la morfina y la hiosciamina, que sugieren que
alguna vez estuvieron en contacto con substancias derivadas de la adormidera y de
alguna solanécea, tal vez la mandrágora, planta que, por cierto, interviene entre los
motivos que decoran el respaldo de la silla encontrada en la misma tumba. No es un
hecho aislado. La mandrágora, el loto y la adormidera están presente en un escena
grabada en el trono de Tutankamón. El ritual funerario, incluyendo los ornamentos y los
enseres con que se dotaban las tumbas de las Dinastías del Imperio Nuevo, muestra la
presencia frecuente de mandrágoras y amapolas rojas de gran tamaño. En el anexo de la
tumba de Tutankhamon se hallaron diversos cestos llenos de bayas de mandrágora que
habrían sido destinadas a satisfacer las necesidades del rey durante su vida en el Más
Allá. También en una tumba de la XVIII Dinastía perteneciente a un alto oficial de
Menfis, llamado Maya, se ha encontrado una jarra que según la inscripción que portaba
contenía dos litros de una poción aceitosa, uno de cuyos ingredientes era la mandrágora.
Mucho antes, en la tumba del faraón Siptah y de la reina Tausrit de la VIII Dinastría se
han encontrado pendientes que representan capsulas de adormideras. También en El
Amarna algunos colgantes muestran la parte superiore de la capsula de la adormidera y
un collar lleva perlas con la forma de estas cápsulas. En el Museo del Louvre, se
conserva un pequeño vaso de pasta azul esmaltada, procedente también de El Amarna,
cuya forma es similar a tales cápsulas.
También se ha detectado la presencia de cannabonoides en cadáveres egipcios de
diferentes tumbas procedentes del Primer Periodo Intermedio y de la época Ptolemaica y
romana. Recientemente se ha encontrado cannabis en la tumba de Amenofis IV en El
Amarna y su polen ha sido identificado en la monia de Ramses II.
5. Religión y psicotrópicos.
Todo lo dicho hasta ahora nos lleva a plantear directamente, a la luz de los
diversos tipos de testimonios convergentes, la relación que existe entre la ingestión de
plantas psicotrópicas y determinados rituales religiosos en la Antigüedad. El uso de
potentes psicoactivos de origen vegetal en el contexto de celebraciones rituales, no era
algo exclusivo de las ceremonias de carácter más o menos chamanístico propias de
culturas no urbanas, como la de los escitas o los massagetas, en las que las creencias
religiosas giraban fundamentalmente en torno a un chamanismo extático que implica la
existencia de estados de trance. La embriaguez ritual provocada por las emanaciones del
cáñamo no era desconocida para los asirios, que utilizaban el quunabu como incienso e
inductor de tales estados. Tampoco era desconocida para los antiguos iranios, en cuya
religión debió ocupar en algún momento un lugar destacado. En este sentido, como
afirma Eliade14 , “la importancia de la embriaguez que se busca en el cáñamo aparece
confirmada, además, por la enorme difusión del término iranio por el Asia central. La
palabra irania que sirve para designar el cáñamo es bangha, y ha venido a significar, en
muchas lenguas ugrias, tanto la seta chamánica por excelencia, Agaricus muscarius (que
se utiliza precisamente como medio de intoxicación antes de la sesión o durante ella),
como la embriaguez; cf., por ejemplo, el vocablo vogul pankh, «seta» (agaricus muscarius),
las palabras mordvin panga, pango y el término cheremís pongo, «seta» también. En el
vogul septentrional, pankh significa asimismo «embriaguez borrachera». Los himnos a
las divinidades aluden también al éxtasis provocado por la intoxicación con setas... Estas
pruebas demuestran que el prestigio mágico-religioso de la intoxicación con fines
extáticos es de origen iranio”.
No son éstos, por supuesto, los únicos ejemplos. Kriticos15 ha mostrado cómo
durante el Minoico Tardío III el opio era consumido por los participantes en
determinadas ceremonias religiosas, ya que provocaba estados de éxtasis durante el
desarrollo del ritual. La existencia de prácticas similares en Chipre durante el mismo
período ha sido, asimismo, señalada por Karageorghis, quien las relaciona, al igual que
en el caso anterior, con el culto a alguna divinidad de la fertilidad semejante a la "Diosa
de las adormideras" de Gazi. Aunque la evidencia es en este caso menos clara, Merrilles
apunta que un uso similar del opio en relación con contextos de carácter ritual se podía
haber producido en Egipto. En cualquier caso la liturgia egipcia no era del todo extraña
a prácticas semejantes, como se desprende, por ejemplo, del uso de bebidas fuertemente
embriagantes durante la fiesta de Hathor, diosa protectora de la alegría extática y festiva
que sigue a la embriaguez. El mundo micénico también parece haber conocido la
utilización ritual del opio en relación con algún tipo de culto a la fertilidad. En un bien
conocido sello de un anillo de oro procedente de Micenas la adormidera aparece
14 1960, p. 313.
15 “Der Mohn, das Opium und ihr Gebrauch im Spätminoicum III. Bermerkungen zum
dem gefundenem Idol der minoischen Gottheit des Mohns”, Praktika tes Akademias
Athenon, 35, 1, 1960, p. 71.
asociada a una divinidad femenina vinculada con alguna forma de culto al árbol. Como
es sabido, la adormidera es una maleza típica de los cultivos de gramíneas, lo que viene
a explicar su relación con las divinidades de la fertilidad, ya que este último aspecto es
también un rasgo generalizado de las divinidades agrícolas. No es de extrañar, por
tanto, el uso frecuente de esta droga en los santuarios de Astarté-Afrodita en el
Mediterráneo Oriental, en los que el uso del opio parece que contribuía en los sacrificios
en su honor excitando el deseo sexual, ni que divinidades agrícolas como Démeter
aparezcan desde un principio claramente relacionadas con la adormidera. Esta conexión
entre las divinidades agrícolas y de la fertilidad y la adormidera aparece también con
claridad en las fuentes literarias: por no citar más que dos ejemplos, baste recordar que
Pausanias refiere como en las proximidades del santuario de Asclépios en Sicyón -que en
un principio se llamaba Mecone (adormidera)- se levantaba una estatua de Afrodita que
sostenía una adormidera en la mano. No son raras tampoco las alusiones a la
“adormidera de Ceres”.
El uso ritual de psicoactivos vegetales tampoco escapó a la posterior cultura
grecorromana de la Edad del Hierro. Como dice Nilsson16 , "hay en todo hombre, por
humilde que sea su condición, un anhelo latente de comunión con lo divino, de sentirse
elevado de lo temporal a lo espiritual. Esta forma de éxtasis encontró su heraldo en el
dios que, junto con Apolo, se había grabado con mayor fuerza en el sentido religioso de
la época: Dionisos". Precisamente existen una serie de testimonios que muestran la
relación existente entre esta divinidad y algunas plantas psicotrópicas. Conservamos,
por ejemplo, representaciones de vasos griegos en los que Dionisos aparece atendido por
las ménades y coronado de cápsulas de adormidera. Nuestras propias fuentes afirman
que la hiedra que las ménades recogían en sus thyrsoi, especie de cañas huecas que los
recolectores de hierbas usaban para mantenerlas frescas17, poseía propiedades
psicoactivas. De igual forma, existe la presunción respecto al vino utilizado como
inductor de los trances extáticos en las ceremonias dionisiacas. Así, las representaciones
de los vasos utilizados para la ceremonia de las Leneas muestran cómo se agregan
hierbas al vino sagrado durante la mixtura, en presencia de la efigie de Dionisos. De
hecho, estos vasos muestran a las devotas del dios en estados de éxtasis o locura,
mientras mezclan el vino en una krátera, o “vasija para mezclas”, en una mesa tras de la
cual se yergue el pedestal enmarcado del dios. Encima de la mesa o pendiendo de ella
19 1980, p. 229.
iniciación en Eleusis, aparece también en ocasiones asociado a la adormidera. Todo ello,
creemos que representa, en realidad, la pervivencia de una antigua tradición que muy
probablemente arranca de la utilización ritual de la adormidera y el opio en los cultos
relacionados con divinidades agrícolas y de la fertilidad en el Mediterráneo Oriental
durante el período prehelénico. En su relación con Démeter-Perséfone esta vieja
tendencia de carácter también ctónico tuvo uno de sus escenarios adecuados en la
celebración de los llamados misterios menores en Agrai. En ellos se recordaba el rapto -
es decir, la muerte- de Perséfone; no es preciso insistir sobre la asociación de este hecho
con el narcótico narkissos, pero cabe recordar que la adormidera “quema los campos”,
por lo que representa la muerte del cereal y del grano. Tampoco hay que olvidar que
Dionisos -que en ocasiones aparece asociado a la adormidera- es el “Zeus de Nisa”, el
lugar en que ocurrió el rapto de Perséfone, por lo cual estaba también presente en Agrai
y que las connotaciones de esta divinidad son fundamentalmente extáticas. Tal vez, todo
ello tenga que ver con el vocablo utilizado para denominar a esta primera iniciación -
miesis- que significa «cerrar»; «cerrado sobre sí mismo como una flor», el iniciado
reexperimentaba, mediante un acto interno, la pasividad de Perséfone, la prístina llegada
de la muerte.
Vemos como en Eleusis las viejas tradiciones ctónicas de iniciación que
proporcionaban su profundo sentido a los Misterios se reconcilian con el universo
olímpico, al igual que Démeter se reconcilió finalmente con Zeus, tras recuperar a su
hija. Es por ello que el antiquísimo brebaje ritual indoeuropeo ocupaba allí un lugar
destacado. Pero lo que el kykeon enseñaba en Eleusis, según Rhode20 “no es que las
almas viven cuando se separan del cuerpo, sino cómo será ese vivir”, Esta enseñanza que
no podía ser encerrada en palabras ni, por tanto, ser trasmitida con ellas, esta «inefable
visión» era, en realidad, una resurrección dentro del individuo, un nacer a sí mismo que
abría los ojos a la auténtica vida del espíritu; una conmoción espiritual tan fuerte que a
partir de entonces hacía considerar de otra manera las cosas de este mundo y adquirir la
certeza de una verdadera y luminosa existencia espiritual “después de la muerte,
cuando descienda a la oscuridad tenebrosa21 ”. Es de esta forma que el kykeon presenta
precisas equivalencias con la antigua bebida sagrada indoirania (Soma-Haoma) en tanto
que, como aquélla, proporciona una existencia más serena y próspera en esta vida y una
20 1973, p. 279.
21 Himno homérico a Démeter, 460 ss.
dichosa inmortalidad en la otra: «hemos bebido el Soma, hemos llegado a ser inmortales,
hemos llegado a la luz, hemos alcanzado a los dioses».
Con el tiempo, los misterios de Eleusis, sin perder su importancia, encontrarían la
competencia de otros cultos mistéricos, de entre los cuales los isíacos habrían de adquirir
una especial relevancia. Una vez más, uno de los atributos de Isis y de sus sacerdotes es
la adormidera. Igualmente la sucinta descripción de los misterios isíacos que nos es
proporcionada por Apuleyo (Met., XI, 23, 7) evoca mucho de lo que sabemos acerca de
los misterios de Eleusis: «Llegué a las fronteras de la muerte, pisé el umbral de
Proserpina y a su regreso crucé todos los elementos; en plena noche vi el Sol que brillaba
en todo su esplendor; me acerqué a las diosas del infierno y del cielo; las contemplé cara
a cara y las adoré de cerca».
Hacía mucho tiempo, por lo demás, que en Egipto Isis había asimilado los rasgos
específicos de Hathor -ambas se representan, por ejemplo, coronadas con los cuernos
liriformes que encierran un disco solar-, diosa del amor y de la fertilidad en cuyas
ceremonias, ya vimos, se producían rituales extáticos mediante bebidas embriagantes.
Identificada también con la Astarté-Afrodita oriental, en Grecia algunos rasgos del culto
de Isis fueron introducidos en Eleusis de la mano de Démeter; a la inversa, allí donde la
diosa egipcia había sido adorada desde siempre los griegos la consideraban la «Sagrada
Madre de Eleusis» y según Heródoto (II, 59) «llegaron incluso a igualar a las dos diosas».
Se produce, por tanto, en el culto de la Isis grecorromana la convergencia de dos
antiguas tradiciones vinculadas con ritos de carácter extático asociados a la ingestión o
consumo de psicoactivos vegetales: la propia de esta divinidad nilótica, estrechamente
relacionada con tradiciones y ritos semejantes del Mediterráneo Oriental y aquella otra
que caracterizaba la «inefable visión» en la Sagrada Noche de Eleusis.
LLegados a este punto, creo que es suficientemente evidente que el impulso
místico-religioso, común a todos los pueblos y a todas las culturas, fue en ocasiones
satisfecho durante la Antigüedad mediante la utilización de plantas psicotrópicas
capaces de provocar estados de trance, de inducir al éxtasis. En este sentido el mundo
antiguo no hace sino participar en una tendencia universalmente expresada, como había
sido ya observado por Rohde22 : «El afán por llegar a encontrar la unión con el dios, por
sumirse por entero en la divinidad, forma la base sobre la que se estructura toda la
mística de los pueblos civilizados, así como el culto entusiástico de los pueblos
22 1973, p. 320.
primitivos. Esta mística no siempre puede prescindir de los medios exteriores que
provocan las excitación y el entusiasmo. Dichos medios suelen ser siempre los mismos,
como muy bien sabemos por las orgías religiosas de estos pueblos: música, danza
frenética y estimulantes narcóticos"
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