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1.- Una afirmación que pudiera hacerse en sentido tradicional y contemporáneo "toda
cultura establece formas simbólicas y a través de ellas, organiza la llamada economía del
sentido de la existencia de signos", no parece complicada al entendimiento. Más la atención
al problema específico de las formas simbólicas y lo que se ha denominado "sustantividad"
del mundo simbólico (TRIAS, 1997) parece complicar el terreno en el cual se inscribe
ésta y otras posibles afirmaciones, si tomamos como objeto de partida las propuestas
contemporáneas del arte.
Hoy se dice sin temor, por ejemplo, que las obras del presente son muestra de la miseria del
símbolo, es decir, que nos encontramos ante la reducción de las formas simbólicas en el arte
y, por tanto, que el Arte ha dejado de concebirse como forma simbólica. Todo parece girar
en torno a un problema de valores no resuelto, que las obras plantean esta irresolución y
muestran como característica esencial la ausencia de símbolos. Se quiere limitar o eliminar
con esto, el acceso al espacio de lo sagrado considerándose su inexistencia y sin estimar
que, categorías, nociones y espacios como éstos sufren en la actualidad un proceso de
revisión tanto en el ámbito de la teoría, como en el ámbito de nuestra experiencia. Ámbitos
en los que con seguridad, afloran de modo continuo re-ediciones mejoradas,
profundizadas, corregidas de lo sagrado y por tanto de las creencias.
La idea que promueve experimentar el ocaso del símbolo es una crítica directa al apartado
de la ciencia de los símbolos, y/o hermenéutica del símbolo, pero no por esto, deja de ser
interesante. Resulta interesante, pues de hecho, trata de aspectos que competen a la
sustantividad del universo simbólico, aunque en el contexto del simbolismo, esta expresión
ejemplifique lo que Guenon ha llamado "discurso profano" y, no estemos seguros de que
su origen no sea una interpretación simbólica del símbolo, o de un no querer acceder al símbolo desde un
discurso que no sea el analítico.
Llama también nuestra atención, que en el espacio de reflexión se intente entonces vaciar
programas completos que nos incitan a verificar la transformación del sentido que se infiere de
lo tratado por el artista: de los objetos, y acciones, de temas y conceptos específicos, de
tendencias generales del pensamiento o de la mente como quieran llamárseles, y, de este
modo, se intente el dibujo de un posible sentido; si acaso éste sentido no se encontrara en
el arte y en el artista, entonces es el discurso que nos aproxima al arte el que de alguna
manera lo funda.
2.-La revisión de los recursos que se plantean en el seno de la historiografía del arte, nos
señala que la historia -desacreditada para algunos- avala la relación arte y símbolo a partir
1
Ponencia presentada en el II Seminario Nacional de Estética.1998.Publicada en Estética Nº 3. 1999, 2001. Este simposio tenía el
propósito de aclarar y ordenar los conceptos centrales que movilizan la dinámica de los discursos del arte actual y la estética contemporánea; por otra parte, en la
necesidad de dibujar una posible proyección topográfica de los espacios conceptuales y formales que las vías propias del acontecer artístico y del pensamiento estético
han abierto en los tiempos recientes; por último en tratar de comprender, desde nuestra ubicación, el impacto cultural que la situación actual de estos ámbitos
produce en la fragmentaria estructura del orden virtualmente descentrado del mundo. Se reproduce la versión de esta ponencia como material de difusión en página
Web de la Profesora Ondina Rodríguez: www.webdelprofesor/humanidades/rodriguez.ondina
ARTE Y SÍMBOLO. (1998). Ondina Rodríguez Briceño
de los lazos entablados entre éste y la religión, lazos en los cuales figuran lo sagrado, el rito,
el mito en sus dimensiones más diversas; que en ocasiones son considerados como los
medios más apropiados de manifestación de aquél. Al tomar estos lazos, la llamada
hermenéutica del símbolo -el trabajo con el símbolo y en el símbolo (actos de
interpretación, teorías sobre el símbolo etc.,)- ha arrojado buenos resultados, al tender
interpretaciones históricas-artísticas y estéticas para el arte tradicional, enfatizándose
entonces aquella relación entre lo simbólico y lo religioso en el arte.
Este hecho quizá pueda estar vinculado a la opinión expresa de que la respuesta religiosa
ha sido por mucho tiempo, la forma más frecuente de satisfacer la necesidad imperante en
el hombre de superar y hallar significado a las experiencias que, amenazan con el caos y el
sin sentido. Esta, según parece ha sido incluso la única respuesta que ha podido hallar el
hombre sobre su propio enigma (Del Riesgo, 1994).
Estas preguntas dejan abierta la posibilidad de que dentro de la llamada "desfiguración del
mundo", se pueda encontrar la reedificación del hombre "religioso", al lado de otro tipo de
hombre que promueve el pensar contemporáneo, a saber, un hombre irreligioso, de
indeferentismo, o un hombre "postreligioso". Este otro, caracterizado por "la falta de
experiencia en lo sagrado, un sujeto de su autoridad, fortalecido por un proceso de razón
que le origina el desencanto de un mundo cimentado en fuerzas superiores, absolutas,
abstractas". Un sujeto que al enfrentar la crisis de tradiciones religiosas se conjuga -como
nos dice del Riesgo- en el consumismo de una religión a la carta.
Las formas simbólicas, los valores simbólicos no pueden ser vistas como objetos y formas
pétreas. La ambivalencia característica del símbolo, su movilidad en las esferas psíquicas, no
deben olvidarse ante los rastros que deja el símbolo en el mundo del aparecer. Hay
símbolos de esta desfiguración del mundo, de esto que se cree anamorfo, y mera realidad
significante. Símbolos que se instalan en la cotidianidad, como acontecimientos, ritos,
gestos y que a fin de cuentas, nos permiten hallar en lo cotidiano nuestro sentido religioso
del mundo, en sus distintos grados de sacralidad.
Para decir esto en otros términos, abriré aquí un apartado que resume algunas ideas de
Eugenio Trias, las cuales considero enriquecedoras pues forman parte de todo un sistema
centrado en la religión y el símbolo. (Estás ideas cierran el segundo aspecto tratado).
ARTE Y SÍMBOLO. (1998). Ondina Rodríguez Briceño
Cerco de lo
Cerco del aparecer
sagrado
Simbolización
manifiesta, permite
revelar lo sagrado
en el cerco del
aparecer
Existir en la frontera significa, entonces, experimentar ese lugar de cita como un lugar de
espacio, un lugar de hora.
2 VÉASE. Greimas A.J. y J. Courtes. Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Madrid: Gredos. 1982. Voz:
BIBLIOGRAFIA:
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