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INVESTIGANDO EL LÍMITE K-T

Antonio José Miralles Aranda

INTRODUCCIÓN
La Tierra, como el resto de astros del
Sistema Solar, ha recibido a lo largo de su
historia un elevado número de impactos de
meteoritos. La mayoría se produjeron en las
etapas iniciales de su formación y a ellos debemos agradecer que trajeran a la Tierra
prácticamente la totalidad del agua actual existente y, por ende, la vida en este planeta.
Paradójicamente, desde que la vida comenzó a desarrollarse, estos impactos, aunque
menos numerosos, han provocado grandes catástrofes e incluso notables extinciones.
Sin duda, uno de los más estudiados y de mayor interés se corresponde con el
acaecido en la Tierra hace 65 millones de años, en la transición del Cretácico superior al
Terciario inferior o Paleoceno, y que se señala hoy como la explicación más plausible
para explicar la gran extinción del Terciario, incluyendo la desaparición de los grandes
dinosaurios.

EXPLICACIÓN DEL LÍMITE K-T


Fue Walter Álvarez, geólogo de la Universidad de Berkeley (California) quien,
en 1980 y con la colaboración de su padre, Luis W. Álvarez (Premio Nobel de Física en
1978), dio cuerpo a esta teoría. Ambos estudiaron el contenido de Iridio (Ir, un elemento
extraño en la Tierra y frecuente en la composición de los meteoritos) en una muestra de
un delgado estrato de arcilla gris claro (extraída de los Apeninos italianos), material
datado en ese mismo período de transición (límite K-T) 1 , encontrando 30 veces más Ir
del esperado. Por su parte y dando respuesta a la localización del impacto, la compañía
estatal de petróleos mexicanos PEMEX descubrió en 1981, mediante sus perforaciones,
un nivel de rocas fracturadas que, sumado a estudios magnéticos, revelaron una
estructura circular enterrada y con idéntica fecha a la de la muestra antes citada.
El meteorito en cuestión fue llamado KT e impactó en la hoy conocida como
península del Yucatán (México), sobre la actual ciudad de Chicxulub, dejando un cráter
de 176 a 300 Km. de diámetro, hasta el día de hoy el mayor conocido en la Tierra. Su
edad aproximada es de 64’98 millones de años, con un
margen de ± 60.000 años, encajando fielmente con el
límite K-T establecido en 64’3 millones de años ± 1’2
millones aproximadamente. El asteroide, que tendría un
diámetro aproximado de unos 10 kilómetros, cruzó la
atmósfera a una velocidad de 25 kilómetros por
segundo e impactó con una fuerza equivalente a cinco
mil millones de bombas atómicas.
Los efectos derivados del impacto fueron numerosos. El choque creó nubes de
ácido sulfúrico y lanzó a la atmósfera grandes cantidades de partículas, afectando a una
superficie de 200.000 Km2. La sacudida directa y el calor del impacto pudieron

1
Vid. W. ÁLVAREZ, F. ASARO, H. V. MICHEL y L. W. ÁLVAREZ (1982): «Iridium anomaly
approximately synchronous with terminal Eocene extinctions», Science, 216, pp. 886-888. Etiam J. SMIT
y J. HERTOGEN (1980): «An extraterrestrial event at the Cretaceous-Tertiary boundary», Nature, 285,
pp. 198-200.

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aniquilar toda la vida en un radio de 1.600 Km. desde
el punto donde cayó, mientras los tsunamis y
terremotos devastarían todo lo que se encontrase a
nivel del mar en la cuenca Atlántica y más gravemente
en el Golfo de México. En efecto, se han encontrado
capas de escombros de más de un metro de grosor,
provocadas por las olas de los tsunamis por todo el
Caribe, y depósitos que se extienden hasta 700
kilómetros tierra adentro. Estos hechos han sido
corroborados por los resultados de estudios realizados en Cuba. Según Abel Hernández,
en esa zona se encontraron fósiles de ostreas (ostras), sifones (tubos de moluscos),
rudistas (moluscos bivalvos marinos) y una gran cantidad de erizos de mar, fauna
«guía» del Cretácico Superior y que compartieron con los dinosaurios la colosal
catástrofe que marcó el límite K-T.
De mayor interés para nosotros es el tránsito Cretácico-Terciario registrado en
España 2 . Existen importantes y relevantes estudios en la región pirenaica, como los de
Zumaya (País Vasco) y, sobre todo, en la costa levantina, en las localidades de Agost
(Alicante) y Caravaca (Murcia), pues formaron parte de la antigua cuenca del Mar del
Thetis. El estudio de los distintos indicadores cronológicos y paleoambientales
(microrrestos de invertebrados, vertebrados, plantas, isótopos de Sr87, C13 y O18), el
hallazgo de microesférulas de Si y Si-Al y la correlación de su situación en las
columnas estratigráficas, una vez establecida la sucesión de secuencias deposicionales
con las del límite KT, han venido a corroborar las teorías de W. Álvarez 3 .
El límite K-T se refleja a nivel global en una capa de
sedimentos que va de 1 a 2 mm. de grosor a unos pocos cm. (ver
foto) y que presenta inusuales cantidades de Ir, microtektitas de
vidrio y espinelas de níquel (testigos de la lluvia de restos,
procedentes de un gran impacto). No obstante, la prueba
definitiva parecen aportarla los fulerenos, unas moléculas de
carbono que adoptan una estructura esférica en condiciones de
metamorfismo por impacto y que son capaces de retener átomos
en su interior. El estudio de estos átomos nos permite distinguir
isótopos del H y He (gases nobles) diferentes a los terrestres, que debieron proceder del
espacio y que ya han sido encontrados a lo largo de todo el límite K-T 4 .

CAMBIOS A NIVEL PLANETARIO


Los materiales proyectados posiblemente cayeron formando en la atmósfera un
mar de lava, que originó incendios por doquier. El hollín y la nube polucionante de
sulfatos y aerosoles, procedente del meteorito, oscurecieron la atmósfera durante años y
absorbieron el 90% de la luz que llegaba del Sol, dejando que en la superficie reinaran
temperaturas inferiores a anteriores glaciaciones. Posteriormente la acumulación de
dichos gases, incluyendo el CO2, derivaría en un efecto invernadero que aumentó
posteriormente la temperatura media del planeta, hasta que el océano redujo sus niveles.

2
E. DÍAZ-MARTÍNEZ (2005): «Registro geológico de eventos de impacto meteorítico en España:
revisión del conocimiento actual y perspectivas de futuro», Journal of Iberian Geology, 31 (1), pp. 65-84.
3
R. COCCIONI y S. GALEOTTI (1994): «K-T boundary extinction: geologically instantaneous or
gradual event? Evidence from deep sea benthic foraminifera», Geology, 22, pp. 779-782.
4
T. ARINOBU, R. ISHIWATARI, K. KAIHO y M. A. LAMOLDA (1999): «Spike of pyrosynthetic
polycyclic hydrocarbons associated with an abrupt decrease in δ13C of a terrestrial biomarker at the
Cretaceous-Tertiary boundary at Caravaca, Spain», Geology, 27, pp. 723-726.

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Como prueba de ese súbito descenso de temperatura, se han encontrado en la
región de El-Kef, Túnez (antigua parte oriental del Thetis), dos nuevas especies de
foraminíferos bentónicos (criaturas microscópicas adaptadas al agua fría) que, justo
después del impacto, invadieron un mar que hasta entonces había sido cálido. Junto a
ello se encontró una diferencia curiosa en el gasterópodo Cibicidoides pseudoacutus,
cuyo caparazón puede enroscarse preferentemente hacia la derecha en aguas cálidas o
hacia la izquierda en aguas frías. En el caso que nos incumbe, se registró tras el límite
K-T un incremento proporcional con enroscamiento hacia la izquierda.
Parece claro que la extinción Cretácico-Terciaria fue de tipo selectivo, ya que
grupos enteros tales como los dinosaurios o los amonites fueron exterminados, mientras
que otros permanecieron prácticamente inalterados. Se cree que los primeros
organismos afectados pertenecerían al plancton marino y con ello, finalmente, se vio
notablemente influido todo el ecosistema marino. Entre los grupos de invertebrados más
castigados se encuentran los foraminíferos (fusulináceos, reducidos hasta en un 90%),
corales (de los tipos tabulados y rugosos), equinodermos (blastoideos), briozoos,
bivalvos, gasterópodos, anmonites y la desaparición de los últimos representantes de
trilobites 5 . También desaparecieron múltiples especies de vertebrados dentro de los
peces agnados, tiburones y anfibios. Por su parte, aunque las formas de vida animal
terrestres pudieron soportar mejor el fenómeno, los efectos de este último se dejaron
sentir de una forma notoria, llegándose a cifrar en, al menos, un 50 por ciento la
desaparición de dichas especies, entre ellas gran parte de los representantes que
ocupaban la cúspide de la cadena trófica (incapaces a su vez de regular eficazmente la
temperatura corporal), entre los que destacaban los grandes dinosaurios como
Inostrancevia (reptil terápsido teriodonto), Dinogorgon o Lycaenops (reptiles
mamiferoides terápsidos). En cuanto a las especies vegetales, éstas sufrieron también
importantes cambios, tales como la casi desaparición de los profusos bosques de
Glossopteris (gimnospermas pertenecientes a la clase de las pteridospermas), cordaítes
(gimnospermas de la clase de las pinópsidas) o calamites (helechos del orden
equisetales).

2
Cuadro donde se muestra la extinción de microforaminíferos en el límite KT .

Volviendo al mar, «cuna de la vida», se produjo una regresión marina que


condujo a la desaparición de parte de las plataformas continentales, las zonas más ricas

5
K. KAIHO y M. A. LAMOLDA (1999): «Catastrophic extinction of planktonic foraminifera at the
Cretaceous-Tertiary boundary evidenced by stable isotopes and foraminiferal abundance at Caravaca,
Spain». Geology, 27, pp. 355-358.

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biológicamente hablando. En concordancia con lo anterior, se acumularon amplios
depósitos de rocas sedimentarias salinas, que acarrearon cambios en los niveles de
salinidad marina. Asimismo, la formación de un único supercontienente, Pangea II,
favoreció la mayor presencia de climas del tipo continental en la superficie terrestre, con
la aparición de variaciones más extremas en las temperaturas, lo cual produjo un
aumento de la aridez continental. La emisión de cenizas, partículas y gases deberían
haber afectado a multitud de especies por anoxia en los océanos y los cambios en el CO2
atmosférico, sumados a los de la temperatura global, ocasionarían alteraciones en la
solubilidad marina del O2 y CO2.

CUESTIONANDO LA HIPÓTESIS
Sin embargo, algunos científicos muestran sus reticencias sobre esta teoría.
Markus Harting cuestiona la datación del impacto y lo sitúa 300.000 años antes de la
extinción de los dinosaurios, por muestras examinadas en México, Texas, Guatemala,
Belice y Haití. No obstante, sí consideró los efectos del cataclismo como los causantes
de la anterior desaparición de los amonites. Para el paleontólogo Peter Ward la mayoría
de las extinciones masivas fueron causadas de forma gradual, sólo por cambios
climáticos y no por colisiones de asteroides, lo que significaría que el planeta se
encuentra hoy en medio del sexto evento de este tipo. Gerta Keller y su equipo han
encontrado tektitas proyectadas del impacto de Chicxulub, pero éstas se hallarían
separadas del límite K-T por una capa caliza de unos treinta centímetros rica en
microfósiles y que presenta una estratificación. Estos indicios demuestran que, durante
unos 300.000 años, se produjo un fenómeno de sedimentación lenta y, por lo tanto, nos
dicen que la vida pudo continuar desarrollándose hasta la extinción masiva que acabó
con los dinosaurios.
Otro argumento que hace replantearse la hipótesis se encuentra en la región del
Deccan, en la India, donde se tienen datos de la existencia de una falla de 400 Km. que
dejó escapar lava en fusión durante varios meses. Hoy son conocidos como los «Trapps
del Deccan», capas de rocas volcánicas de hasta 1 Km. de grosor. Los estudios
demuestran que un vulcanismo con emisiones masivas de CO2 y de azufre es mucho
más propenso a modificar el clima mundial que un meteorito. Por otra parte, se han
podido asociar los «trapps» (indicios de un intenso vulcanismo) a cada una de las cinco
grandes extinciones masivas que se han producido desde la aparición de la vida en la
Tierra.

CONCLUSIÓN
A la vista de todas estas investigaciones, se puede concluir que es innegable que
ocurrió un impacto devastador para la vida en la Tierra hace 65 millones de años, pero
se nos antoja más difícil poder demostrar fehacientemente su grado de implicación en la
masiva extinción de especies, de la cuál fue seguro parte implicada, pero no única. En
cualquier caso, su estudio se prolongará por lo menos durante algunos años más.

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