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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La conducta agresiva infantil como un problema dado en la educación primaria, la cual

acontece a diversos factores que se dan en el desarrollo del infante como la familia y la

escuela, ya que estos son ambientes de primer contacto, donde se absorbe no solo el

conocimiento básico, sino también los modos de interactuar y relacionarse con los demás de

la manera que se crea adecuada para el niño.

La conducta agresiva es un comportamiento básico y primario en la actividad de los seres

vivos, es un fenómeno multidimensional, en el que se implican factores de carácter polimorfo,

manifestándose en cada nivel que integra al individuo: físico, emocional, cognitivo y social.

(Huntingford y Turner, 1987). Por otro lado agresión procede del latín “agredi”, que connota

“ir en contra de alguien con la intensión de producirle un daño”.

La agresión no suele aparecer como entidad única, sino como un constructo múltiple, donde

hay diferentes tipos de comportamiento agresivo, debido a su naturaleza multidimensional,

por la cual diferentes procesos fisiológicos y mentales se combinan para crear distintas formas

de agresión. (Liu, 2004)

Las interacciones con profesores y compañeros son vitales para el desarrollo académico y

social del niño, pues las opiniones que recibe de cada uno de ellos le condicionaran de manera

positiva o negativa sobre su valía personal, lo que será reflejado, en su motivación y

rendimiento académico (García & Doménech, 1997)

Si bien la conducta agresiva en los niños se manifiesta a través de diferentes actitudes y

conductas que les permiten interactuar con el medio, es así que en la Esc. Primaria “Jorge

Washington” de acuerdo con los reportes de las maestras a cargo de los terceros años (A y B)

donde el estándar de edad en los niños oscila entre los 7 y 8 años, señalan que por lo menos en

cada salón existe un niño quien empieza a agredir a los demás sin importar la razón, seguido
de otros que le hacen compañía a este primer actor de conducta agresiva lo cual ha generado

preocupación por las actitudes de los niños; además de que estas actitudes les impide avanzar

en los procesos de aprendizaje del grupo en general por tratar de calmar las situaciones de

conducta agresiva dentro del salón de clases, por su parte las maestras han intentado buscar

alternativas para mejorar su conducta, dentro de sus alternativas se busca la colaboración de

los padres de familia y del directivo para constatar la influencia de dicha conducta dentro del

salón de clases, alertando a los padres de familia sobre la actitud del niño en el aula, para que

implementen reglas y nuevos hábitos con el fin de disminuir la aparición de conductas

agresivas en clase y puedan relacionarse de mejor manera. Sin embargo la respuesta de los

padres es variada, pues muchos están en desacuerdo con la conducta que se le presenta de su

hijo, otros aseguran que no es cuestión de ellos como padres; sino más bien de los propios

niños, otros firman acuerdos pero nunca los llevan a cabo y otros nunca atienden a los

llamados por parte de la maestra. La situación actual en la escuela primaria es alarmante ya

que no solo el concepto de conducta agresiva abarca a los terceros años; sino a otros grados

pero en diferente magnitud sin dejar a un lado las repercusiones que se tienen a causa del

comportamiento de estos niños ya que además de afectar a sus compañeros también se afectan

a sí mismos generando, que los traten diferente e incluso excluirlos de las actividades en el

grupo.

En base a lo anterior se puede apreciar una discrepancia en cuanto a las tomas de decisión de

los padres hacia sus hijos optando por alternativas que lejos de ayudar, solo evitan solucionar

el problema. A raíz de esta situación existe la preocupación por el desarrollo de los niños con

conducta agresiva dentro del ámbito escolar. Por lo que se han generado las siguientes

preguntas de investigación: ¿Cuál es el estilo de crianza que predomina en las familias para

que se genere una conducta agresiva en los hijos?, ¿Cómo se maneja la conducta agresiva
desde casa?, ¿Qué factores potencializan esta conducta en los niños?, ¿Cómo involucrar a la

familia en el mejoramiento de la conducta del niño?

JUSTIFICACION

Esta investigación abarcara la problemática actual entre los niños con conducta agresiva de

los terceros años grupo (A y B) de la escuela primaria “Jorge Washington”, ya que a su corta

edad en su mayoría hombres inician bromas pesadas entre sus compañeros como: esconder los

materiales de trabajo, insultos verbales, golpes, discusiones, acusaciones, incumplimiento de

reglas internas del salón de clase, entre otras, así como se mencionó anteriormente las

actitudes negativas de algunos niños hacen que la dinámica de aprendizaje se vea

interrumpida por atender el problema, que resulta de ofender a un compañero por ejemplo, al

igual que la convivencia y participación entre los alumnos se dificulta por la incomodidad de

las conductas agresivas de sus compañeros, y las respuestas no son favorables pues la tensión

que genera una agresividad repercute no solo en la dinámica del grupo; si no también en la

actitud del docente en aplicar ciertas técnicas que pudieran parecer un poco anticuadas y

ambiguas pues no contribuyen a una mejora (como regañar y castigar o pasarlo por

desapercibido pues “solo juegan pesado” por ejemplo), resultan maximizar esta conducta de

los niños, pues no se establecen medidas adecuadas a seguir que mejoren la convivencia y la

conducta de los niños, además de la etiqueta que reciben de los compañeros: “él siempre nos

pega”, “el siempre hace lo quiere”, “el nunca hace caso”, etc. los hace más susceptibles a

sentirse con dominio sobre el resto del grupo y protegidos de cierta manera ante los demás,

teniendo la misma actitud cuando le resulte útil y conveniente, pues ante una figura que para

él, asocie con respeto y autoridad dejara de actuar como comúnmente lo aria.

Con el fin de brindarles herramientas a ellos y a su contexto (maestras y padres de familia)

para saber cómo actuar e intervenir ante la mala conducta desde edades tempranas como lo
son los terceros años, impulsando un desarrollo interpersonal y social que les permita conocer

y experimentar mejores relaciones con su entorno; en especial con sus pares y personas de

autoridad, en cualquier contexto.

Haciendo énfasis en el ámbito familiar, pues es necesario conocer su dinámica familiar, en

especial la interacción y relación entre los miembros de la familia con el niño(s) y delimitar si

existe o no un origen de conductas agresivas desde la familia, que perjudiquen la interacción

de los hijos con sus pares y si la conducta negativa se da dentro de un entorno en específico o

se da por igual en cualquier entorno donde se encuentre el niño.

Así como los roles, responsabilidades, límites y deberes de los miembros teniendo un

panorama más amplio de la intervención dado el caso, favoreciendo no solo al niño y su

conducta; sino también a la misma familia proporcionando un nuevo panorama en su

estructura familiar que también les permita desenvolverse de manera armoniosa y adecuada

dentro y fuera de la familia.

Buscando una mejora en las dinámicas familiares (estilos de crianza y comunicación) en base

a lo ya propuesto en esta investigación; y con el antecedente del servicio social dentro de esta

institución educativa, servirá de respaldo en el conocimiento del ambiente familiar, pues no

siempre se considera adecuado para un desarrollo integral del niño, pues lejos de beneficiarlo

o corregirlo, así como en el salón de clases, solo incrementaban más la conducta agresiva.

Por otro lado esta investigación será para muchos encontrar soluciones que permitan trabajar

en conjunto (padres de familia, maestras, directivos y alumnos) al tratar este tipo de conducta,

como un factor que impide un buen desarrollo del niño que, si es corregido a tiempo puede

generarse a su inversa, equilibrando la interacción y actitud del niño con su entorno y de las

personas a cargo del niño.


OBJETIVOS

1. Comparar los resultados obtenidos de encuestas para determinar el estilo de crianza

que prevalece en las familias, que generan la conducta agresiva.

2. Identificar los tipos de crianza o parentales, así como el tipo de comunicación que se

genera en el núcleo familiar, por medio de una escala de Likert.

3. Abordar las características de comportamiento y conducta de los niños dentro del

salón de clases por medio de un cuestionario.

4. Emplear las bases teóricas de autores sobre el manejo de conducta agresiva, así como

el empleo de talleres dirigidos a los padres para abordar la participación de la familia

como agente de cambio en el niño.


HIPOTESIS

De acuerdo con la pregunta propuesta en el planteamiento del problema, ¿Cuáles son los roles

que lleva a cabo un niño con conducta agresiva dentro de su entorno?, como pregunta

principal se deriva la siguiente hipótesis (Hi):

Es en la familia donde se establecen todo tipo de conductas, roles, comunicación, interacción,

y participación de los miembros hacia los demás y a su entorno, pero también se adquieren

habilidades dadas de los cuidadores hacia los hijos, de ahí que los estilos de crianza

permitirán o no un buen desarrollo del niño, impidiendo la dinámica entre los miembros y su

entorno como consecuencia, siendo los hijos, los cuales adquirirán estrategias desfavorables

para su interacción con los demás, en especial adoptando por conductas agresivas que les

impida desenvolverse de manera armoniosa. Por consecuencia el mal implemento de límites o

la falta de, hace más vulnerable el respeto entre los miembros, así como su participación

activa dentro de cualquier área, no solo la familiar, lo que se ve muy reflejado en la

indisciplina escolar. Si bien dentro del ámbito escolar los niños siempre manifestaran sus

carencias y represiones de familia, por lo que ser agresivos puede ser sinónimo de atención,

admiración y respeto hacia ellos mismos como un modo de compensación a lo que sucede en

su núcleo familiar. Por último la familia siempre será un agente de cambio para cualquier

miembro, por lo que su participación y disposición en el mejoramiento de una conducta

beneficiara no solo a quien la carece, sino a todo el ambiente para obtener un mejor beneficio

a nivel personal y familiar.


Variable Definición Operacionalizaciòn
Dimensión Categoría Indicadores
Desarrollo de Generar una Expresión y
la colaboración representación de
comunicación entre padres de emociones “caras y
asertiva entre familia y gestos”, “disco
padres e hijos alumnos, para rayado”, aclaración,
de los terceros reforzar roles y Escolar Padres e hijos auto aserción, entre
años A y B de el manejo de la otras técnicas de
la escuela conducta del asertividad entre
primaria niño agresivo padres e hijos.
“Jorge desde el hogar.
Washington”

Incremento de Mejorar el La implementación


una mejor rendimiento de un taller didáctico
relación académico, así “inteligencia
afectiva y como las emocional” con la
social entre relaciones utilización de
padres e hijos interpersonales Escolar Alumnos enunciados, tarjetas,
generando de los niños material audiovisual
nuevas dentro y fuera (videos) y ejemplos
relaciones del aula de para detectar las
interpersonales tercer grado. conductas agresivas
en los niños dentro y fuera de la
de tercer grado familia.
LIMITACIONES

Si bien uno de los factores que puedan interrumpir el desarrollo de este trabajo de

investigación, se encuentra inmerso en los padres de familia, en cuanto al tiempo y la

disponibilidad de participación, debido a factores como el trabajo, la falta de interés o el

propio desconocimiento acerca de este tema de investigación. A su vez dentro de la misma

institución se realizan distintas actividades para los niños dentro de su formación educativa tal

como exámenes, clubs de lectura, olimpiadas de conocimiento y deportivas, consejos

técnicos, practicas extracurriculares (viajes o suspensiones) que les impida participar en las

actividades diseñadas, propuestas en la Operacionalizaciòn de variables ya descrita

anteriormente. Además de la accesibilidad de la institución para proporcionar un espacio

adecuado que no interrumpa a sus actividades diarias con otros grupos y que permita tanto a

padres como alumnos poder realizar dichas actividades, ya que dicha institución cuenta con

un espacio limitado debido a que es pequeña y cuenta con lo básico para la estancia de los

niños. Por otro lado lejos de la interacción con las actividades, está el hecho de que el tipo de

información para este trabajo reside en autores del siglo pasado, por lo que encontrar alguna

teoría o fundamento actual impediría el avance del tema propuesto, pues se carece de este tipo

de información ya que solo se cuenta con lo antes ya mencionado (autores como Virginia

Satir, Baldwin, Bowlby, entre otros)

Una solución que beneficie a ambas partes (proyecto e institución) será a partir de una junta

previa con padres de familia para informarles acerca de lo que se pretende trabajar y lograr

con ellos y sus hijos; así como establecer fechas y horarios flexibles para los mismos que no

impidan con sus demás actividades tanto para los alumnos como para padres de familia,

informar acerca de los materiales que pudieran ser de utilidad dentro de las mismas
actividades que no interfieran en su gasto familiar ni el de la misma escuela delimitando así

un espacio adecuado y cómodo para la realización de este trabajo de investigación.

ANTECEDENTES

El termino de familia no se usaba en el tiempo de la Grecia Clásica (entre el año 499 a. C., al

término de la época arcaica, del reinado de Alejandro Magno en el 323 a. C), pero si había

una idea de hospitalidad, entendida como un parentesco entre el anfitrión y el huésped, que se

transmitía a su descendencia. De ahí surgió la necesidad de tener un objeto que demostrara la

mutua pertenecía entre anfitrión y huésped.

Apareció entonces el símbolo, presentado como la vértebra de un animal partido en dos

partes, el símbolo era la pieza que garantizaba la unidad con el pasado, que mantenía el

recuerdo en la distancia y aseguraba el reconocimiento en el futuro. No se trataba de un

consenso o un pacto entre las partes sino de una profunda implicación afectiva y efectiva.

(Páez, 2013, p.59)

La familia es un sistema vivo que tiene sus propios modos de ser y propios mecanismos para

preservarlos., no es una entidad estática, está en proceso de cambio continuo, lo mismo que

sus contextos sociales. De continuo está sometida a las demandas del cambio desde dentro y

desde fuera, “el cambio es la norma y observación prolongada de cualquier familia, revelando

flexibilidad, fluctuación constante y desequilibrio”. (Minuchin y Fishman 1987).

El planteamiento sistémico concibe a la familia como un sistema, una entidad teórica acerca

de la funcionalidad de un todo construido a partir de la interacción de elementos; así el

comportamiento familiar depende de la interacción entre sus miembros y del intercambio con

otros sistemas, y se construye a partir de la interacción de propiedades emergentes, que


trascienden la suma de los miembros de la familia. Familia, escuela y desarrollo humano,

(2016)

La familia tiene sus particulares propiedades, afecta y es afectada por subsistemas que la

componen, los microsistemas de los que hace parte y el medio en el que interactúa; dentro de

lo sistémico se enfatiza en el observador del sistema de interacción familiar y en la interacción

de ese observador con la familia, que en la familia misma (Rosas y Sebastián, 2001).

El sistema familiar desempeña sus funciones a través de sus subsistemas (individuos), las

diadas como marido-mujer, madre-hijo son subsistemas, y pueden ser formados por

generación (hermanos), sexo (abuelo, padre, hijo) o función (función parental). Los límites de

un sistema están constituidos por las reglas que definen quienes participan y de qué manera.

Vygotsky (2000) señalo que el desarrollo humano no puede entenderse bajo el margen del

contexto ni de la cultura en los que se produce. Las interacciones que promueven el desarrollo

se construyen de modo significativo en los contextos donde las personas crecen y viven, de

ahí que a familia y escuela, formadas por sistemas múltiples sean ambientes transcendentales

para la formación humana. (Solé, 1996).

Se establece un modelo normativo de familia en buen funcionamiento (familia normal:

cibernética de primer orden), la cual debe aportar a la individuación de los distintos

subsistemas, entre los que se encuentran el marital, paternal, entre hermanos y el de la familia

nuclear, con lo que se desconocería la multiplicidad de familias posibles, que no

necesariamente sean problemáticas en diferentes contextos y momentos históricos. Familia,

escuela y desarrollo humano, (2016)

La familia es concebida como un sistema de relaciones afectivas, presentes en todas las

culturas y como un sistema cibernético gobernado por reglas, donde los miembros tienden a

comportarse de forma organizada y repetitiva, (Nardoneet al., 2003, pp.38-39) enfatizan en


que la familia es el primer ambiente de interacción social del que el individuo depende

completamente y donde confluyen relaciones intergeneracional es ejerciendo un poder

modelado e interacciones que generan interdependencia, la cual se expresa en implicación y

en otros casos por rechazo, así mismo también se habla de que la unidad familiar es

mantenida por la organización adoptada por el sistema familiar.

Por otro lado Morin busco concebir al sistema como un macroconcepto generador de nuevas

formas de relación (familias complejas: cibernética de segundo orden).

En la cibernética de segundo orden se hace referencia al sistema observado, al incluir al

observador en aquello que observa, por lo que la objetividad se vuelve una terea imposible,

donde el observador realiza su tarea a partir de su cultura, lengua y familia; haciendo que el

observador y lo observado pasan a ser parte de una circularidad mayor en la que no es posible

que una parte controle a otra, ni que las partes se separen (Boscolo, Cecchin, Hoffman y Penn,

1978).

El constructivismo aporta conocimientos para la comprensión de la vida familiar, su

investigación implica la cognición del mundo del investigador, en medida en que el mundo es

resultado de quien conoce y la adquisición de conocimiento implica la construcción activa de

un sujeto (Rosas y Sebastián, 2001).

(Rosas y Sebastián, 2001) mencionan planteamientos diferenciales en el constructivismo de

acuerdo a dos autores, el constructivismo en Piaget haciendo referencia al sujeto racional

según el nivel, estructuralmente distinto del desarrollo cognitivo, donde el sujeto construye

estructuras y esquemas generales de conocimiento científico por medio de la abstracción

reflexiva dada a partir de esquemas y estructuras preexistentes frente a una tarea de

adaptación (proceso de equilibrio).


Por otra parte Vygotsky hace referencia a un sujeto cultural e histórico mediado

semióticamente y agente de la cultura, siendo la mediación como la construcción de

significado que se transforma en la internalización y deviene en construcciones culturales de

sentido; la construcción de sentido y las funciones psicológicas superiores, la actividad social,

permiten la construcción de sistemas de herramientas conceptuales que transforman al sujeto

en mediador activo entre el mundo interno y el externo.

MARCO HISTORICO CONCEPTUAL

Crianza:

La crianza es el proceso mediante el cual los padres esculpen el cuerpo y el espíritu de los

niños, en ella se construye parte su identidad así como un ser social. Los primeros años son

decisivos para la estructuración de la personalidad, al igual que para el aprendizaje de la

configuración de emociones de acuerdo con el contexto. (Carmen, Escallon, 1999, p.3)

La crianza es el proceso de educar y orientar a niños y jóvenes en la aventura de la vida, para

que tengan un avance armonioso en su crecimiento y desarrollo. Se trata de un

acompañamiento inteligente y afectuoso por parte de los padres y los adultos que forman

parte de la vida del niño fundamentado en el cariño, la tradición cultural, el sentido común y

algunos conocimientos científicos. (ICBF, 2006)

Estilo:

...un estilo aparece en un momento y un lugar determinado como expresión de una situación

ideológica que se pone de manifiesto en un juego de formas y contenidos que representan los

rendimientos individuales de la actividad creadora, nacida de una actitud determinada frente a

la transmisión artística. Más tarde, el estilo puede ganar influencia sobre otros círculos, puede

ser transmitido, pero en cuanto traspase los límites de su ambiente, de su país o de su tiempo,

pierde su contenido de ideas y sólo puede ser "norma", "moda" o "modelo". Por ello nuestros
conceptos estilísticos no son más que generalizaciones. (Jan Bialostocki, 1973, p. 43) Estilo e

iconografía. Contribución a una ciencia de las arles, Barcelona, Barral Editores, 1973, p. 43.

Estilo de crianza:

El estilo de crianza parental puede ser entendido como una constelación de actitudes acerca

del niño, que le son comunicadas y que crean un clima emocional en el que se ponen de

manifiesto los comportamientos de los padres. Estos comportamientos incluyen tanto las

conductas con las que desarrollan sus propios deberes de paternidad (prácticas parentales),

como cualquier otro tipo de comportamientos: gestos, cambios en el tono de voz, expresiones

espontáneas de afecto, etc. (Darling y Steinberg, 1993).

Crianza en la familia.

Solís-Camara et al. (2007) definieron la crianza como las actitudes y comportamientos de los

padres. Las estructuras familiares (predicción y estabilidad de las relaciones sociales), son

proclives a fomentar las condiciones que garanticen una buena crianza si es coherente en la

aplicación de normas, apoyo a los miembros y se implica en la labor de crianza de los hijos

(Del Barrio, 1998).

Comunicación:

La palabra Comunicación proviene del latín “comunicare” que quiere decir poner o puesto en

común. (Flores de Gortari, 1998, p. 24). La comunicación es un proceso dondeuna persona se

pone en contacto con otra a travez del mensaje, en espera de una respuesta, opinión, actividad

o conducta; la comunicación es una manera de establecer contacto con los demás a través de

ideas, hechos, pensamientos y conductas, la intención de quien comunica es cambiar o

reforzar el comportamiento de quien recibe la comunicación. (Martines de Velazco A. y

Nosnik A. 1998, p. 11).


La comunicación desde el enfoque sistémico:

Una de las principales características del modelo sistémico es su énfasis en la comunicación.

Centrarse en la comunicación permite estudiar la interacción, lo que ocurre entre las

personas, en lugar de lo que ocurre dentro de ellas. En efecto, a diferencia del concepto de

conducta, que habitualmente se refiere a un individuo, la comunicación, ya por su naturaleza,

necesita dos o más interactuantes. El modelo sistémico en la intervención familiar, (2016)

Según Watzlawick, Beavin y Jackson (1985) citados por López (1999), la comunicación

cobra importancia porque su sentido aparece dentro de un contexto y el estudio de las

relaciones de las personas en ese contexto particular cumple una función simbólica (mensaje,

información), que es percibida y donde tiene sentido y significado. Esta es muy importante

para la familia, por ser un proceso de interacción donde se construyen relaciones horizontales

y verticales, se intercambian mensajes, informaciones, afectos y comportamientos.

Conducta:

La palabra conducta (behavior) en su origen histórico ha tenido un significado mecanicista.

Este es el sentido que le ha dado Watson, el fundador del conductismo, y un grupo de fieles

seguidores hasta el modelo conductista radical de Skinner. Pero otros conductistas, como

Tolman, han introducido cierto número de variables entre el estímulo y la respuesta de

naturaleza propositiva y cognitiva, rompiendo los límites estrictos del mecanicismo. Hoy ya

nadie habla de la conducta en términos estrictamente mecanicistas como lo había hecho el

fundador del conductismo en la década de 1910. Es más, podemos decir que predomina

actualmente un paradigma mixto conductista-cognitivo-emocional.

En palabras de Watson, conducta es “lo que el organismo hace o dice”. Acto seguido, aclara

que “hablar es hacer, esto es, comportarse. Algo tan objetivo como jugar al béisbol” (Watson,

1961, p. 23). Watson aclara esto para evitar cualquier interpretación cognitiva de la conducta.
Según la interpretación conductista, la conducta no es otra cosa que una actividad puramente

refleja.

Desde la década de 1950, y hasta nuestros días, se introduce un nuevo agente en la conducta:

la capacidad mental de procesar información. En la última década, a esto se añade la

dimensión afectivo/emocional, objeto de recientes investigaciones en el modelo de

inteligencia emocional. “Conducta y conciencia” (2005).

Agresividad:

Winnicott considera a la agresión desde una perspectiva diferente a como se la definía en las

grandes teorías psicoanalíticas de su época. Para Freud (1979 [1920]) a partir de su última

teoría de las pulsiones, la agresión se vincula a la pulsión de muerte, innata, dirigida al

exterior y al otro o contra sí mismo como autoagresión. Winnicott no acepta que exista el

instinto de muerte innato ni lo equipara al sadismo como un impulso con finalidad destructiva.

Postula en cambio a la agresión como una fuerza que es manifestación de vitalidad y la

desvincula del concepto de frustración; aclara además que no debe confundirse con el enojo,

al que considera agresión reactiva y que se origina a causa de una respuesta adversa del

ambiente; una intrusión que reprime tempranamente la agresividad-motilidad del niño. “La

teoría de la agresividad en Donald W. Winnicott” (2012)

Conducta agresiva:

La conducta agresiva es un comportamiento básico y primario en la actividad de los seres

vivos, que está presente en la totalidad del reino animal. Se trata de un fenómeno

multidimensional (Huntingford y Turner, 1987), en el que están implicados un gran número

de factores, de carácter polimorfo (varias formas), que puede manifestarse en cada uno de los

niveles que integran al individuo: físico, emocional, cognitivo y social.

Dinámica familiar:
Según Viveros & Arias (2006) y Viveros (2008), la dinámica interna de la familia se entiende

como aquellas condiciones en las que emergen mecanismos de regulación interna en el grupo

familiar; es el clima, el ambiente, el funcionamiento, la particular forma de interacción que

tiene la familia para relacionarse y cumplir con las funciones y roles que socialmente se le ha

asignado. A partir de la dinámica interna, plantea Villegas (2005) se dan los procesos

familiares de enculturación, socialización, humanización, subjetivación y de identificación.

En este sentido, esta singular forma de ser que tiene la familia contribuye en la formación de

la cosmovisión que cada sujeto construye de su vida y de la sociedad; además, permite hacer

conciencia de las tareas que se han de cumplir cuando se hace parte de un determinado

estatus. La dinámica familiar, de acuerdo con Viveros & Arias (2006) tiene principalmente

siete dimensiones: los roles, la autoridad, las normas, los límites, las relaciones afectivas, la

comunicación y el uso del tiempo libre.


MARCO CONTEXTUAL

Previamente se describieron algunos conceptos importantes para la redacción y comprensión

de este tema, como fin de introducirnos en lo que posteriormente se desglosara más a detalle

en base a teorías que amplíen el panorama del mismo, por ahora nos introduciremos al

contexto donde se desarrollan estos factores: estilos de crianza y comunicación, como

principales protagonistas de esta investigación.

Si bien los estilos de crianza tienen relación, a los factores culturales, donde el estilo de

crianza de un padre, incluyendo la probabilidad de usar el castigo corporal, este

comportamiento será determinado por las creencias parentales, las expectativas y los fines

que se manejan en su cultura, en relación con lo que debe o no ser la relación padre-niño

(Peisner, 1989; Greenfield & Suzuki, 1998, citados por Gershoff, 2002)

Crianza en Latinoamérica

En Latinoamérica se observa que los padres tienden a responder violentamente a la

desobediencia de sus hijos, sin embargo, su nivel educativo parece ser una variable que

interviene en el uso del castigo físico, siendo los padres más educados quienes acuden con

menor frecuencia a esta práctica (Aronson, 2002).


Un ejemplo de la manera en como las condiciones culturales favorecen el uso del castigo

físico, lo encontramos en Jamaica, en donde las creencias culturales han dado origen a un

estilo parental autoritario, que se caracteriza como muy represivo, severo y abusivo, y en el

que la disciplina se expresa en forma inconsistente e inapropiada (Arnold, 1982; Leo-Rhynie,

1997; Sharpe, 1997; Sloley, 1999, citados por Smith & Mosby, 2003).

En el resto de Latinoamérica, tal como en la familia jamaiquina, es muy frecuente el uso del

castigo corporal y otros métodos violentos de disciplina, como una forma de educar y formar

el carácter del niño. Afirmaciones de tipo: “en una mano llevo el amor y en otra el rejo”

(Aguirre, 2000), muestran que el empleo del castigo corporal está asociado al correcto

encauzamientos de la conducta de los niños.

Si bien es importante conocer que existen organizaciones en pro a cuidar el bienestar de las

personas; y en este caso de los niños que pudieran vivir bajo condiciones perjudiciales, tal

organización es UNICEF Argentina que promueve la crianza sin violencia fomentando el

diálogo para resolver conflictos, poner límites sin el uso de golpes, gritos e insultos

desnaturalizando el concepto de violencia física, emocional, psicológica y simbólica como

medio de crianza, promoviendo talleres y el uso de manuales para los padres. Crianza sin

violencia, (2016)

En relación con culturas diferentes a la latinoamericana, existen estudios que sugieren

diferencias respecto al uso de métodos disciplinarios por parte de los padres, en los cuales se

ha encontrado, en general, que los padres afroamericanos usan con más frecuencia métodos

físicos de disciplina que los padres euroamericanos (Bradley, 1998). En estos estudios

realizados en E.E.U.U, en poblaciones blancas de clase media, afrodescendientes e

inmigrantes asiáticos, se ha encontrado que los niños blancos se ven más afectados

negativamente por el uso del castigo que los pertenecientes a otros grupos étnicos. En el caso
de la población afrodescendiente, que generalmente vive en barrios pobres, el castigo se

manifiesta más como un factor protector que previene comportamientos delincuenciales y de

consumo de sustancias psicoactivas, dado que es una forma que tienen los padres para

competir por control de las acciones de sus hijos, frente al que se da desde el grupo de pares u

otros adultos comprometidos en actividades delincuenciales. Respecto a los niños asiáticos,

que dentro de su contexto cultural el castigo se ve de forma “natural” y como un medio

esperado para criar a los niños, éste tiene repercusiones positivas tanto en lo referente al

comportamiento social y como al éxito académico de éstos. En este grupo no solo es esperado

que los padres ejerzan su control sobre los niños a través del castigo físico, sino que es

sancionado socialmente si no lo hacen. (Rohner & Pettengill, 1985; Lin & Fu, 1990; Deater-

Deckard, Dodge, Bates & Pettit, 1996; Pinderhughes, Bates, Dodge, Pettit & Zelli, 2000;

Pittman & Chase-Lansdale, 2001).

Estilos de crianza en México

De acuerdo a González G. (1997), Ramírez S. (1990) y Paz O. (1989) citados por Solís

(2004), se presenta una breve semblanza de la familia mexicana en diferentes épocas, para

facilitar el reconocimiento de lo que ha cambiado y lo que permanece a través del tiempo.

Época prehispánica

Los códices o manuscritos que tratan acerca de esta época, permiten conocer algunas

características de la vida familiar en tiempos anteriores a la conquista, por esos testimonios

sabemos que la autoridad recaía exclusivamente en el jefe o padre, a quien por tener más edad

que los demás miembros de la familia, se le atribuía también mayor sabiduría.

A pesar de ello, la esposa conservaba sus propios bienes, podía hacer negocios confiando sus

mercancías a los negociantes ambulantes o ejercer algunas profesiones, como la de

sacerdotisa, partera o curandera. Como esposa y madre, por lo menos en las clases medias y
baja, su vida transcurría entre el cuidado de los hijos, la cocina, el tejido, el campo y tareas del

hogar.

La educación que los padres proporcionaban a sus hijos se limitaba a los consejos y la

enseñanza de actividades domésticas menores. Según el nivel social, la familia azteca tenía

dos posibilidades de educar a sus miembros: el calmecac y el telpochcalli. En el calmecac se

preparaba los hijos e hijas de los dignatarios y comerciantes para el sacerdocio o las funciones

del estado, en el telpochcalli se formaban los ciudadanos de tipo medio y su educación era

menos rigurosa.

Época de la conquista

La conquista española significó el enfrentamiento de dos culturas diferentes en muchos

aspectos, entre los que también estuvo el concepto de familia, el cual enfatizaba una

estructura de parentesco muy extensa, en la cual la identificación con tíos, primos y sobrinos

no era menos importante que la existente entre padres y hermanos.

Ramírez (1997), distingue tres tendencias básicas que caracterizan a la familia mexicana

durante la época de la conquista: una intensa relación madre e hijo durante el primer año de

vida, que explica la mayor parte de los valores positivos en nuestra cultura; una escasa

relación padre- hijo; y una ruptura de la relación madre-hijo, ante el nacimiento del hermano

menor. La organización familiar giraba económica y emocionalmente alrededor de la madre,

quien se olvidaba del contacto emocional con el hijo y se centraba en una maternidad

prolífica.

Época de la revolución mexica

Durante la época de la revolución mexicana, se luchaba contra el padre “abandonador”, el

mexicano se vinculaba a la mujer, por primera vez en la historia de México, otorgándole una

jerarquía de compañera. La actitud de la mujer en la cultura mexicana es el resultado de


muchos elementos: la desvalorización que el padre hace de ella; el rechazo que recibe del

mundo social, un mundo de hombres, lo cual la llevó a abandonar su rol de madre sumisa,

sufrida y abnegada (Paz, 1986 y Ramírez, 1990) resultado de la desvalorización que el padre

hace de ella y del rechazo que recibe del mundo social-mundo de hombres.

Ramírez (1997), es de la opinión que la familia del mexicano se caracteriza por la ausencia

del padre, exceso de madre y la limitación sistemática de la sexualidad entre los progenitores.

Por tanto el hombre mexicano carece de un padre que le brinde estructura emocional, lo cual

lo lleva a buscar otros modelos en el exterior, que cubran sus carencias familiares.

La familia mexicana en el siglo XX

Durante este siglo se dieron cambios importantes, Macías (1981), distingue entre familia

conyugal o nuclear y familia consanguínea o extensa; entre familia de origen, que es aquella

en la que se nace y se crece, y la familia de procreación, que es la que se funda al unirse con

la pareja conyugal. Asimismo existen diversos tipos de familias, en función de su estructura,

número de hijos, sus edades, predominio de los sexos, nivel educativo, grado de

modernización, etc.

Leñero (1994), clasifica a las familias rurales, por su ubicación social, en rurales en zonas

intermedias y urbanas en áreas metropolitanas. Según su nivel económico las clasifica en

familias de nivel de subsistencia, con nivel pobre, medio y acomodado. Leñero (1994),

presenta el modelo de familia nuclear-conyugal como el prototipo de la familia del siglo XX,

considerada como una unidad domestica formada exclusivamente por padre, madre e hijos

solteros, quienes permanecerán en el hogar hasta su juventud inicial únicamente, porque

considera natural que los viejos vivan solos o con algún hermano soltero, separado o viudo de

su pareja. La familia extensa integrada por abuelos tíos, primos etc., se basa en el principio

del respeto a la lealtad y al lazo consanguíneo.


La familia mexicana en el siglo XXI.

La familia en este siglo no tiende a desaparecer, solo cambia su composición, dinámica y sus

redes de apoyo. Predomina la familia nuclear integrada por padres e hijos, con una dinámica

caracterizada por mayor complementariedad entre los cónyuges y mayor participación del

padre en la crianza (Solís, 2004). Como consecuencia, algunas relaciones entre las personas

han variado, en las familias donde la autoridad del padre es menos rígida que en el pasado, se

le presenta la oportunidad de relacionarse con sus hijos y con su mujer de otro modo: a través

del diálogo, el acuerdo y la tolerancia.

La incorporación de la mujer a un trabajo en la industria, en el comercio o en cualquier otra

área de la producción, ha forzado cambios en la familia; la mayor participación de los hijos en

los trabajos del hogar ha puesto en tela de juicio los tradicionales roles asignados a hombres y

mujeres, así como las actitudes de sumisión y dominio.

A pesar de los innegables cambios en favor de relaciones familiares más abiertas y con mayor

libertad de expresión, también se ha incrementado la separación de las parejas; existe

violencia dentro de la familia y abuso del menor, así como un mayor abandono y olvido de los

familiares ancianos, que en muchos casos son considerados una carga para la familia.

Crianza positiva y dialogo en México

La familia es quien brinda las herramientas para afrontar la vida, siendo que el aprendizaje en

casa se da a través de los cuidadores hacia los hijos donde se brinda seguridad, tolerancia y

comprensión permitiendo un desarrollo físico, emocional y social; el dialogo entre los

miembros de la familia es indispensable porque crea relaciones de confianza y respeto, la

crianza positiva permite el desarrollo de valores, fortalezas, actitudes y capacidades para vivir

armónicamente y de manera saludable, además los miembros aprenden a escuchar y ser


escuchados, respetar reglas y límites, disminuir riesgos y solucionar problemas sin violencia.

Crianza positiva (2018)

MARCO TEORICO

Para abordar la influencia de los estilos de crianza y comunicación en la conducta agresiva en

niños de 8 años; entendamos que la dinámica familiar es el conjunto de relaciones de

cooperación, intercambio, poder y conflicto que, tanto entre hombres como mujeres, y entre

generaciones, se establecen en el interior de las familias, alrededor de la división del trabajo y

de los procesos de toma de decisiones. Oliveira, Eternod y López (en García, 1999, p. 33)

Partiendo de ello es importante centrarnos en cómo se generan y se desarrollan estos 2

aspectos, dentro de la dinámica familiar; que si bien no son los únicos pero para esta

investigación serán la base para determinar la conducta agresiva en los niños de edad escolar

ya que como se ha venido introduciendo, la familia es el principal contacto de interacción y

desarrollo personal entre los individuos que nos ayudan a relacionarnos con el ambiente bajo

ciertas condiciones.

Por otro lado la familia no sólo debe garantizar a los niños condiciones económicas que

hagan posible su desempeño escolar, sino que también debe prepararlos desde su nacimiento
para que puedan participar y aprender activamente en comunidad, dicha preparación demanda

una gran variedad de recursos por parte de la familia; éstos son económicos, disponibilidad de

tiempo, valores, consumos culturales, capacidad de dar afecto, estabilidad, entre otros.

Influencia de la familia en el ámbito educativo de los menores del barrio costa azul de

Sincelejo (2009, p. 86)

Es así como los estilos de crianza preparan al infante a como interactuar en su contexto,

además de la casa, la escuela es otro contexto donde el niño se ve inmerso a tratar con otros,

estableciendo recursos y habilidades que le permitan relacionarse con sus pares de acuerdo a

su personalidad y edad.

Tipos de estilos de crianza.

Diana Baumrind (1967, 1971) propuso tres estilos parentales: autoritario, democrático y

permisivo. Los padres autoritarios imponen muchas reglas sin explicar el porqué de las

mismas, esperando su cumplimiento estricto. Los hijos de padres autoritarios tienden a

retrasarse y no tomar iniciativas sociales a la vez que carecen de espontaneidad. Los padres

democráticos son más sensibles a los puntos de vista de sus hijos, buscan la participación de

sus hijos a la hora de tomar decisiones familiares. Los niños bajo este estilo suelen ser más

competentes y responsables desde el punto de vista social, este estilo parental fomenta un

comportamiento más maduro del niño. Por último los padres permisivos rara vez ejercen un

control firme sobre el comportamiento de sus hijos, exigiéndoles relativamente poco, estos

padres aplican pequeños castigos evitando imponer su autoridad. Los hijos de padres

permisivos suelen carecer de responsabilidad social e independencia. Patterson comenta que

la permisividad es un factor que contribuye a la manifestación de agresividad. Este tipo de

padres cree que la agresividad hacia ellos es “normal” y no debe ser corregida, ya que las

emociones no deben ser reprimidas. Posteriormente, Maccoby y Martin (1983) añadieron a

esta clasificación un cuarto estilo parental, el no implicado. Los padres no implicados son
aquellos que abrumados por sus tensiones psicológicas y problemas no tienen tiempo para

ofrecer a sus hijos, ni energía para educarlos. Una posible consecuencia de este estilo parental

es que el niño corre el riesgo a orientarse a conductas conflictivas que le impidan un

desarrollo integral en su vida.

Rich, (2012) menciona que los padres no tienen un estilo educativo fijo, y que ellos

confeccionan su estilo educativo a medida de cada niño. De ahí que la crianza de cada hijo

puede ser diferente, pero con la intención de fomentarles herramientas y una educación en pro

a sus características personales y de su desarrollo cronológico, pues en ocasiones habrá que

optar por otros “métodos” para seguir siendo parte de su desarrollo personal.

Si bien la autora proporciona estilos de crianza específicos, además de las diferencias que

existen en cada uno, sus características y cómo influye en la construcción de identidad y

conducta del infante, dejando en claro, que dependiendo del estilo es como se puede

beneficiar o perjudicar la personalidad del niño.

La Crianza natural o "Attachment parenting" es un término acuñado por el Dr. William

Sears, (2000) donde describe la manera de relación entre padres a hijos, la cual debe ser una

educación respetuosa y empática que crea bases para una comunicación; a su vez la crianza

natural se fundamenta en la satisfacción de las necesidades del recién nacido como cargarlo

en brazos, amamantarlo, destetar al ritmo que el niño crea necesario y la mutua empatía,

promoviendo la educación instintiva del niño. El contacto inicial con el recién nacido

permite una relación de confianza en la toma de decisiones de los padres, siendo la

dedicación y compromiso una característica de este aspecto.

Este estilo de crianza tiene cierta similitud con el que mencionaba Diana Baumrind (1967,

1971), “el permisivo” pues más que una permisividad existe una satisfacción de las

necesidades que presente el niño a medida de su desarrollo, que no se vea afectado en el


proceso, sino más bien se busca su comodidad impidiendo su independencia y la habilidad de

hacer por sí mismo, con el fin de mantener una unión significativa que le genere confianza en

la interacción padre-hijo.

Desarrollo de los estilos de crianza.

Existen diversos factores biopsicosociales relacionados con la salud mental de los padres y

cuidadores que generan estrés, depresión, agresividad u otras alteraciones que a su vez afectan

los estilos de crianza y las relaciones con los hijos. Oliva, Parra & Arranz (2008) proponen

estilos parentales relacionales asociados con el clima y caracterizados por el apoyo, el afecto,

la comunicación y la promoción de la autonomía desde una perspectiva más

multidimensional, no sólo de afecto y control en las pautas de crianza.

Los estilos de crianza inadecuados de los padres durante la infancia se relacionan como

factores de riesgo de problemáticas cognoscitivas o socio-afectivas y sobre los cuales se

deben orientar estrategias de prevención en la familia y generar espacios para desarrollar

habilidades sociales y conductas adecuadas en otros contextos.

Ramírez (2002) plantea que las prácticas de crianza que utilizan los padres se relacionan con

los problemas de conducta de los hijos; como prácticas de crianza inadecuadas: afecto

negativo, castigos no físicos, control autoritario y énfasis en el logro, los hijos tienen mayor

probabilidad de presentar problemas de conducta tanto externos como internos.

Con respecto a estilos de crianza autoritarios Mulsow (2008) propone que la familia es un

agente que afecta los aspectos socio-emocionales al ofrecer modelos que sean compatibles

con la realidad vital, y da oportunidades para desarrollarse emocionalmente. Los estilos

autoritarios y castigadores generan un desarrollo emocional disfuncional y deficitario en

estrategias y competencias emocionales para la adaptación en distintos contextos a lo largo de

la vida.
Por otro lado, la familia y las pautas de crianza adecuadas facilitan el desarrollo de

habilidades sociales y de conductas prosociales en la infancia, por lo cual es importante

brindar sensibilización y orientación. Mestre et al. (1999) destacan que el tipo de normas que

una familia establece, los recursos y procedimientos que utilizan para hacer cumplir dichas

normas, junto con el grado de afectividad, comunicación y apoyo entre padres e hijos, son

fundamentales para el crecimiento personal, la interiorización de valores, las habilidades

sociales y la toma de decisiones para resolver conflictos.

Las familias con estilos democráticos o asertivos promueven un adecuado desarrollo

socioafectivo. Richard de Minzi (2005) encontró que las familias democráticas promueven

afrontamientos adaptativos y protectores ante la depresión y la soledad, mientras que las

familias autoritarias generan inseguridad, evitación de los problemas, afrontamientos

desadaptativos, depresión, además, la soledad está asociada al rechazo y al desinterés de los

padres.

La relación entre padres e hijos, es algo significativo que crea las bases del desarrollo del niño

y en medida de ello, la postura que se tiene al momento de educar o criar es independiente de

cualquier estilo, pues es más la influencia de la estabilidad de los cuidadores ante las

circunstancias que pudiera presentar en su entorno como el trabajo, estilo de vida, nivel social,

nivel económico, educación, zona geográfica, religión, cultura, etc… lo que termina por

delimitar un camino para la estabilidad familiar.

Teoría de la agresividad en Donald W. Winnicott

Donald Woods Winnicott nació en Plymouth, Inglaterra, el 7 de abril de 1896 y falleció el 25

de enero de 1971. En su momento fue el único psicoanalista de niños que también era médico

pediatra, profesión que continuó ejerciendo durante toda su vida. Ocupó importantes puestos

en la Sociedad Británica de Psicoanálisis y fue su presidente durante dos periodos. Su extensa


obra aportó ideas originales sobre el desarrollo temprano, principalmente sobre la

vulnerabilidad del niño y la importancia de su dependencia de la madre.

Winnicott considera a la agresión desde una perspectiva diferente a como se la definía en las

grandes teorías psicoanalíticas de su época. Para Freud (1979 [1920]) a partir de su última

teoría de las pulsiones, la agresión se vincula a la pulsión de muerte, innata, dirigida al

exterior y al otro o contra sí mismo como autoagresión. Winnicott no acepta que exista el

instinto de muerte innato ni lo equipara al sadismo como un impulso con finalidad destructiva.

Postula en cambio a la agresión como una fuerza que es manifestación de vitalidad y la

desvincula del concepto de frustración; aclara además que no debe confundirse con el enojo,

al que considera agresión reactiva y que se origina a causa de una respuesta adversa del

ambiente; una intrusión que reprime tempranamente la agresividad-motilidad del niño.

Para Winnicott el odio no es una emoción inicial en el bebé, sino que aparece muy

tardíamente e implica poder reconocer al enemigo como otro. El odio se puede considerar

como tal cuando hay un yo lo suficientemente integrado como para responsabilizarse de la

intención agresiva, lo que se pone en evidencia en las patologías que incluyen problemas de

autoestima, en las que se hace manifiesta la dificultad de sentir odio a pesar de la dimensión

del daño recibido.

La agresividad, para Winnicott, constituye una fuerza vital, un potencial que trae el niño al

nacer y que podrá expresarse si el entorno lo facilita, sosteniéndolo adecuadamente. Cuando

esto no sucede el niño reaccionará con sumisión, teniendo dificultad para defenderse, o con

una agresividad destructiva y antisocial.

Relacionando el apetito con el desarrollo emocional, Winnicott plantea que la avidez es la

forma primitiva del amor asociada con la agresión, es decir que inicialmente existe una sola
pulsión de amor-lucha, en la que el amor temprano contiene esta agresión-motilidad

(Winnicott, 1986 [1939]).

En la consulta pediátrica Winnicott (1981 [1941]) se dedicó a observar la actitud de los bebés

de cinco a trece meses de edad frente a un baja lenguas que él tenía sobre el escritorio.

Concluyó que la vacilación para apoderarse del objeto indicaba el grado de autorización o

inhibición de la avidez que le había permitido su madre, es decir, hasta qué punto ella pudo

aceptar o rechazar los impulsos agresivos del niño. Esta agresividad primaria adquiere

diversos nombres para el autor: "avidez", "amor o apetito primario", "amor oral" y en todos

los casos se refiere a un concepto ligado a la motilidad, a la actividad y no a la intención de

daño.

En el inicio el bebé no se diferencia de la madre, es el periodo de dependencia absoluta donde

el encuentro con el objeto está signado por la omnipotencia que le hace creer que él ha creado

al objeto; esto configura lo que para Winnicott es el área de ilusión, y al objeto así constituido

lo llama objeto subjetivo. Progresivamente se presentan momentos en que esta ilusión vacila

dando lugar a los fenómenos transicionales, en los que el niño no forma parte de la madre

pero aún no está separado de ella.

El bebé de pocas semanas de vida se prende al pecho violentamente, pero sin intención de

daño; esta conducta puede ser mal interpretada por la madre como un ataque y dependiendo

de la forma como ella reaccione, será el destino que tomará la agresión. Cuando el ambiente

reprime esta primitiva agresividad puede dar lugar a serios problemas en el desarrollo del

sujeto.

Winnicott considera que el primer conflicto importante que debe enfrentar el infante se da

entre tener una experiencia de expresar la propia movilidad o agresión primaria, o tener que
utilizar ésta para reaccionar a irrupciones, choques o ataques del ambiente al punto de quedar

privado de sentir sus experiencias como propias. A esta última agresividad Winnicott la

llama agresividad por reacción o reactiva, para diferenciarla de la agresión primaria no

intencional.

En la siguiente fase de integración, o fase de inquietud, el pequeño siente angustia por el

temor de perder a su madre a causa de haberla dañado, pero esa angustia se contiene con la

confianza en que podrá repararla y se convierte en el sentimiento de culpa. La presencia

confiable de la madre, por el hecho de seguir viva y accesible, permite que la culpa

permanezca en estado potencial y adquiera la forma de "preocupación por el otro", lo que

implica asumir la responsabilidad por sus impulsos instintivos.

Para que el objeto pueda ser aceptado como independiente del niño y adquiera la cualidad de

externo debe sobrevivir a su agresión. Al respecto Winnicott (2009 [1968]) considera que los

intentos fallidos del niño por destruir al objeto son los que le permiten acceder a la realidad.

Es decir que la agresividad, aunque suene paradójico, tiene como metas positivas llevar al

reconocimiento del otro como tal, aceptando su diferencia, y favorecer el sentimiento de

responsabilidad, amor y cuidado por el otro, así como permitir el desarrollo de la creatividad.

Cuando la madre no es lo suficientemente confiable porque toma distancia del bebé en esta

fase de inquietud, él sentirá que la destruyó, lo que disminuirá las posibilidades de repararla.

Al respecto Winnicott afirma que: "Si la destrucción es excesiva e inmanejable, es posible

lograr muy poca reparación... Todo lo que le queda al niño por hacer es negar la paternidad de

las fantasías malas o bien dramatizarlas" (Winnicott, 1986 [1939]: 177).

En este sentido Winnicott se refiere a que el niño inhiba su agresividad aún en la fantasía, o

bien que la lleve a la acción agrediendo al otro. La supervivencia del objeto implica la certeza
de que su amor será constante, lo que permite al niño tolerar la ambivalencia, conocer el

potencial de su propia agresión y contenerla en la fantasía; esto determinará la posibilidad de

desarrollar su potencial creativo libremente.

La postura de Winnicott respecto al origen de los impulsos agresivos y sus destinos se opone

a lo que sostenían otras corrientes del campo psicoanalítico, para las que el problema que

planteaba la agresión era cómo controlarla, canalizarla o sublimarla. Incluso Freud (1979

[1930]) sostenía que uno de los sufrimientos del ser humano consistía en aceptar los límites

que la cultura le imponía en relación a las pulsiones del Ello.

Para Winnicott, el verdadero problema no es la expresión de la agresividad, sino su temprana

represión, que transforma el positivo impulso agresivo primario, necesario para el ulterior

reconocimiento del otro, en agresión reactiva. El autor dice: "...si la sociedad está en peligro

no es a causa de la agresividad del hombre, sino de la represión de la agresividad individual"

(Winnicott, 1981 [1950-1955]: 281)

Cuando el ambiente promueve una represión prematura de la motilidad agresiva, o lo que es

lo mismo, del impulso amor-lucha, el resultado puede ser la depresión grave, en la que

también la intensidad del amor resultará disminuida.

En los primeros momentos de fusión con el ambiente, en el que el bebé crea

omnipotentemente al objeto, es importante que la madre se preste a la fusión; si en cambio la

interrumpe reiteradamente dará lugar a que se produzca una agresividad reactiva como

defensa. Este prematuro choque del ambiente puede afectar en el niño la capacidad de

explorar en el ámbito del conocimiento y traer como consecuencia problemas de aprendizaje.

Esto significa que la agresión primaria, que está al servicio de la vida, el conocimiento y la

creatividad se ve impedida, obturándose así la relación con el objeto de conocimiento, lo que


dificulta su aprehensión. La energía que tiene que implementar el niño para acceder al

aprendizaje se agota al ser utilizada en la agresión reactiva.

Actualmente podemos pensar la hiperactividad de algunos niños como resultado de que su

ambiente no facilitó el desarrollo de su motilidad primitiva, que se expresa entonces como una

descarga de ansiedad que no lleva en sí misma una intención de daño, pero que puede

implicarlo como consecuencia de cierta torpeza motora que ocasiona perjuicio en el otro.

A partir de nuestra experiencia hemos observado que cuando los padres tratan de satisfacer

todos los deseos de sus hijos impiden que se exprese esa motilidad-agresividad tan necesaria

para su desarrollo. De hecho sabemos que la famosa edad de los berrinches, entre los dos y

tres años, sirve para que el niño exprese, con su oposicionismo, su incipiente identidad,

diferenciándose de los demás. Del mismo modo, la rebeldía del adolescente puede estar al

servicio de la reafirmación de su nueva identidad.

Es la escuela, el primer lugar de socialización fuera del hogar, donde se evidencia la agresión

inmotivada y compulsiva de algunos infantes que responden violentamente aunque no medie

ningún estímulo real para ello, como producto de vivenciar al mundo como un peligroso

agresor. El origen de esta conducta puede radicar también en la mala relación entre los padres,

de modo que el niño incorpora este modelo de violencia y luego lo actúa por identificación

con ellos.

Winnicott considera que la agresión reactiva también puede manifestarse de maneras menos

evidentes. La relación de maltrato entre padres que se agreden con frecuencia puede llevar a

que el hijo incorpore este modelo de vínculo y emplee toda su energía psíquica en tratar de

controlar esta experiencia en su interior, lo que trae como consecuencia una serie de síntomas
que pueden oscilar entre el cansancio, la falta de energía, la depresión e incluso malestares

somáticos (Winnicott, 1981 [1950-1955]).

Winnicott agrega que cuando se interrumpe la expresión de la agresión en el niño, el medio se

vuelve persecutorio para él y puede formarse un patrón reactivo de adaptación con violencia

encubierta y vuelta contra sí mismo, llevando a conductas autoagresivas que pueden variar en

una escala que va desde los accidentes reiterados hasta los intentos suicidas, como un esfuerzo

por controlar o eliminar lo que se vive como malo en su interior.

Los sucesos violentos en ambientes escolares en la actualidad nos han hecho reflexionar que

esta agresión encubierta y silenciada a la que se refiere Winnicott puede tener otro destino y

llegar a un momento en que no puede contenerse, expresándose en estallidos homicidas.

Si bien las manifestaciones exacerbadas de violencia resultan impactantes, es necesario

reflexionar sobre aquellas interacciones cotidianas de los infantes en las que se confunde el

juego con la violencia, porque responden a dos formas diferentes de interactuar con el otro

que dejarán su huella en los vínculos futuros; estas interacciones podrán estar marcadas por la

construcción creativa o por el sometimiento, la devaluación y el daño.

Una de las características de la actividad lúdica es que proporciona placer al niño, sin

embargo, cuando la ansiedad entra en juego deja de ser una actividad placentera. Juego y

creatividad están indisolublemente unidos: incluso en la adultez podemos rastrear en el

trabajo placentero o la obra de arte, la marca que dejó un juego logrado. Por eso mismo no

podemos hablar de juego cuando la intención es el daño al otro considerado como objeto a

eliminar; en estos casos se trata de una puesta en acto de la agresión reactiva, que no pudo

limitarse a la fantasía y que incluso bloqueó la capacidad de simbolización.


En la teoría de Winnicott son ponderadas las funciones que desempeña la madre, sin embargo,

en un texto dedicado a las relaciones entre el niño y la familia destaca la importancia del

padre (Winnicott, 1989 [1957]). Allí menciona la necesidad del padre de apoyar a la madre

para que ella se sienta cómoda en el desempeño de su rol, y destaca que el padre es quien

pone límites a la agresividad del niño hacia su madre.

Tipos de comunicación.

Virginia Satir ha planteado que existen cinco modelos de comunicación, de los cuales cuatro

son maneras negativas de comunicación, denominándolos: tipo aplacador (minusválido), de

tipo culpador (agresivo), tipo superrazonable y de tipo irrelevante o distractor, estas formas de

comunicación son los medios que aprendimos durante nuestro crecimiento para sobrevivir

física y emocionalmente. (Satir, V 1987)

1. Tipo aplacador (minusválido): la persona siente que debe mantener contento a todo el

mundo para que así lo quieran, siempre habla a manera de congraciarse, tratando de

complacer, de disculparse, nunca está en desacuerdo, siempre necesita la aprobación

de otros. Siente que le debe gratitud a todo el mundo y responsable de los errores

ajenos. La actitud de aplacar corresponde a una posición del cuerpo suplicante.

2. Tipo culpador (agresivo): a este tipo también le es llamado acusador; siempre

encuentra fallas, es un dictador, el que manda, un tirano que rebaja a todos.

Internamente siente que no vale gran cosa, si logra que alguien lo obedezca, empieza a

sentir que es tomado en cuenta y la posición de su cuerpo es señaladora y acusativa.

3. Tipo superrazonable: es exageradamente correcto y razonable, y no demuestra ningún

sentimiento. es calmado, frio, imperturbable; podría compararse con una computadora,

estas personas se rigen por una norma “Di las palabras adecuadas; no demuestres

sentimientos ni reacciones”.
4. Tipo irrelevante: dirá o hará cosas que tengan poca relación con lo que digan los

demás, ignora las preguntas de la gente y responde con otra pregunta que aluda a

cualquier tema diferente al que se está tratando; es como un trompo que gira sin

ningún sentido o rumbo fijo.

Y la quinta respuesta, que Virginia Satir llama fluida, abierta o congruente, en la que la

reacción de todos los elementos del mensaje van en la misma dirección, la voz dice palabras

que concuerdan con la expresión facial, la posición del cuerpo y el tono de voz, el mensaje es

claro, sencillo y directo de acuerdo al estado de ánimo en que comunica el mensaje, siendo

este tipo de comunicación el menos frecuente.

La comunicación además de ser un medio que provee la interacción, también pone en juego la

interpretación y reacción del otro (emisor), así como en estos tipos de comunicación se

distinguen pautas significativas que recaen en la propiciación de conductas dentro de los

miembros de la familia como respuesta a tal comunicación y que son perceptibles dentro de

los contextos de interacción de la familia.

Gómez-Nashiki (2013) menciona que los escolares de los últimos años de primaria,

identificados como acosadores, ejercen conductas agresivas hacia sus pares motivados por la

atención del grupo que lograrán a través de la transgresión de reglas. Estas conductas son

reforzadas por su entorno y forman parte de su imagen ante el grupo. Es por esto que al joven

acosador le cuesta trabajo renunciar a las dinámicas agresivas, ya que eso representa una

pérdida de poder y un estancamiento en su imagen. Con respecto al ejercicio de conductas

agresivas en mujeres, específicamente las agresiones físicas, son valoradas de modo positivo

por el resto de sus compañeros.

Por consiguiente, es posible señalar que lo que se busca obtener a través del ejercicio de

conductas agresivas es algo simbólico relacionado con el reconocimiento de los otros, que a
su vez refuerzan lo que les gustaría ser (García & Madriaza, 2005). La conducta agresiva es

un problema a nivel mundial que debe ser identificado y tratado a edades tempranas, un

estudio realizado en España sobre la agresividad entre escolares demostró que la agresión

verbal es la más frecuente, las amenazas e intimidaciones ocupan el 8%, la agresión física el

5%, el acoso sexual no supera el 2% y las amenazas con algún tipo de arma ocupa el 1%

(Ordoñez, A et al. 2012).

Haciendo mención a la conducta agresiva en el ambiente escolar, existen dos partes inmersas

en este factor, por un lado la aportación familiar que pueda o no genera cambios significativos

en la conducta, y por otro lado la parte docente que exige una conducta favorable dentro del

aula para el rendimiento propio y de los niños sin poner en practica estrategias que

intervengan con este factor (agresividad).

La comunicación en la familia.

Las variables del funcionamiento familiar en el modelo circumplejo se encuentran agrupadas

en tres dimensiones centrales: cohesión, adaptabilidad y comunicación. La cohesión familiar

se define como “el vínculo emocional que tienen los miembros de la familia entre sí” (Olson,

Sprenkle y Russell, 1979; p. 9). La adaptabilidad familiar se define como “la cantidad de

cambio en el liderazgo, en las relaciones de roles y en las reglas dentro de las relaciones de un

sistema marital o familiar” (Olson y Gorall, 2003, p. 519).

La comunicación es considerada como facilitadora del cambio en las otras dos dimensiones.

Las habilidades de comunicación positivas (empatía, escucha reflexiva, frases de apoyo,

mensajes claros y congruentes y habilidades efectivas de resolución de problemas) permiten a

las familias compartir entre ellos sus necesidades en relación con la cohesión y la

adaptabilidad.
El modelo de los Patrones de Comunicación Familiar describe las tendencias de las familias a

desarrollar modos de comunicación estables y predecibles (Koerner y Fitzpatrick, 2004). Se

definen según la orientación a la conversación y la orientación a la conformidad (Koerner y

Fitzpatrick, 2002b), que son centrales en el funcionamiento familiar. La orientación a la

conversación es el grado en que las familias crean un clima que anima a la participación con

libertad en las interacciones.

Provee de herramientas necesarias para enfrentar los eventos estresantes de la vida. La

orientación a la conformidad se refiere al grado en el que la comunicación familiar propicia la

homogeneidad en actitudes, valores y creencias; no implica más cohesión, sino que tiene

claras características coercitivas en la mayoría de las familias.

Otro aspecto importante es que ciertos factores familiares y escolares se estén relacionando

entre sí para contribuir conjuntamente, a la conducta violenta del hijo. En este sentido, es

posible que los problemas de comunicación con el padre y la madre como principales figuras

de autoridad informal influyan en el desarrollo de una actitud negativa hacia otras figuras de

autoridad formal como la policía y los profesores, y que esta actitud incida a su vez en la

conducta violenta del hijo (Emler, Ohana, y Dickinson, 1990).

En esta ocasión la comunicación es una herramienta que debe ser promovida desde la familia

por ejemplo la comunicación positiva, la cual brinda más que herramientas, sino también las

bases de relación interpersonal del individuo, y por consecuencia una postura diferente ante

los sucesos del ambiente para responder ante estas mismas.

MARCO METODOLOGICO

Enfoque de la investigación
Mixto: parte de la recolección de datos está en la observación de la conducta de los niños

dentro del salón de clase; así como la aplicación de datos numéricos obtenidos de encuestas

aplicadas a los padres sobre los estilos de crianza y de comunicación en su entorno familiar.

Tipo de investigación

Aplicada: ya que a través de los resultados obtenidos en las encuestas, los resultados serán

necesarios para detectar aspectos que necesiten mayor énfasis para la intervención de un taller

y dar herramientas a este tipo de fenómeno. (Conducta agresiva) lo cual será de manera cuasi-

experimental.

Alcance de la investigación

Correlacional: persigue medir el grado de relación existente entre dos o más conceptos o

variables, la relación entre los estilos de crianza y la comunicación como detonantes de la

conducta agresiva.

Explicativo: tiene el fin de determinar las causas y consecuencias de un fenómeno concreto.

Para ello la implementación del taller será un reforzador de los conceptos de estilos de crianza

y comunicación para abordar estos aspectos y dar herramientas para afrontarlo.

Método, técnicas e instrumentos de investigación

Método: investigación participativa; búsqueda de cambios en la comunidad escolar y familiar

del estado de puebla para mejorar sus condiciones de vida. La disminución de la conducta

agresiva en el ámbito escolar bajo el apoyo de la familia.

Técnica: encuesta bajo la estructura de Likert y entrevista estructurada.

Instrumento de investigación: cuestionario y guía de entrevista con preguntas cerradas.

Confiabilidad y validez de los instrumentos de investigación


Método de confiabilidad: mitades partidas aplicando un solo instrumento, dividido en dos;

en este caso el instrumento (encuesta) será la misma a emplear para dos grupos tercero A y B

para después comparar los resultados entre las dos partes.

Método de validez: de contenido donde se explica o se reflejaran los resultados obtenidos a

través de la encuesta a los padres de familia

Unidad de análisis.

Universo: estilos de crianza y comunicación de padres con hijos con conducta agresiva.

Población: padres de familia de los terceros años en la escuela primaria “Jorge Washington”

Muestra: niños con conductas agresivas.

Igualmente, las emociones que los padres experimentan durante las interacciones con sus hijos

influyen en la forma como ellos evalúan y reaccionan al mal comportamiento de éstos, es decir, si

sienten una alteración emocional muy fuerte, los padres tienden a estar menos preparados para
regular su comportamiento y sus emociones. Así, cuando los padres están de mal humor, tienden a

hacer atribuciones negativas sobre el mal comportamiento de sus hijos y a escoger el castigo físico

como respuesta (Dix, Reinhold, & Zambarano, 1990; Pinderhughes, Dodge, Bates, Pettit & Zelli, 2000;

Gershoff, 2002). Por esta razón, es importante que los padres aprendan a reconocer su enojo y a

manejarlo de manera apropiada, para disminuir la probabilidad de que se vean involucrados en

incidentes de castigo físico (el por que de los padres crian a los hijos a travez del castigo)

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