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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La educación es un tema que convoca a todos los miembros de una sociedad, la


misma a sido revisada desde varios enfoques, todas ellas preocupadas en que exista una
calidad en el sistema educativo, ésta constante está aún más presente en nuestros tiempos,
y no solo en nuestro país, sino como un fenómeno a nivel global. Desde la LOEI (2011)
se menciona que la educación debe garantizar una calidad educativa y el cumplimiento
de estándares para su consecución, por lo que existe, claro está, una responsabilidad
fundamental en el rol desempeñado por el docente. Sin embargo, no todo lo que se
encuentra en la literatura que legisla la educación queda clara para el docente y ello
aunado a los cambios sociales y las exigencias que esta conlleva, hacen del docente una
presa fácil de un malestar.

El docente es quién sirve como “herramienta” mediante la cual se cumple o no


con la calidad educativa que propone el sistema, es decir, garantizar que “todos” los
estudiantes adquieran actitudes, destrezas, capacidades y conocimientos necesarios para
un buen desempeño. Pues el docente quién implementa el currículum establecido en las
instituciones educativas, por lo que es el facilitador que impulsa el desarrollo y la
formación del estudiante dentro del sistema educativo formal. Sin embargo, como ya se
mencionó, muchos docentes sienten que hay demasiadas exigencias y poca claridad en su
labor, y el malestar que es generado se amplia en su labor educativa dentro del salón de
clases, expresándose en dificultades para establecer un adecuado vínculo educativo con
sus estudiantes.

A estos requerimientos del sistema educativo, hay que añadir que los cambios
sociales, políticos, económicos, e incluso los de salud, como el caso del COVID-19, van
generando nuevas exigencias a la labor docente, retos para los cuales no se encontraban
preparados y que están demandando aún más de su quehacer docente. Puntualizando entre
algunas condicionantes del malestar docente se encuentran un salario precario en relación
a otras profesiones, caída del prestigio docente, exigencias institucionales, de estudiantes
y de padres de familia, la gestión administrativa, etc., que agudizan su malestar.
Esto va generando que el docente se “autoperciba falto de los recursos personales
necesarios para afrontar el ejercicio de la profesión de manera adecuada a los
requerimientos del contexto, lo cual puede derivar en cuadros de ansiedad,
desmotivación, confusión mental, indiferencia, apatía, etc.” (Álvarez, 2015 citado por
García, 2017, p.51) lo que influye decisivamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje,
por ende, en el vínculo educativo.

También se deben tener en cuenta otros factores más concretos centrados en el mismo
sistema educativo: (…) una excesiva burocratización o la utilización política del sistema
educativo que se constata, por ejemplo, en una avalancha de leyes educativas que
propician el desconcierto en toda la comunidad educativa. Por otra parte, hay una serie
de factores intrínsecos a la persona que pueden desencadenar el estrés; esto significa una
vida no suficientemente saludable (alimentación inadecuada, sedentarismo, etc.), a una
escasa capacidad emocional que impide enfatizar y entender los estudiantes, sus familias
y el resto de los docentes o profesionales de la educación, o una falta de motivación e
interés por la profesión. (García, 2017, p.26)

Por consiguiente, esta problemática busca ser abordada mediante un análisis de


cómo el malestar docente puede repercutir en el establecimiento del vínculo educativo en
el proceso de enseñanza aprendizaje, lo que a su vez incide en la calidad educativa y así
tener una mejor interpretación de esta realidad y saber qué se puede aportar desde esta
lectura a la problemática analizada.

OBJETIVOS

Objetivo General

Objetivos Específicos

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