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CONFIRMACIÓN

La confirmación es un sacramento que administra la Iglesia católica (también celebrado en otras

Iglesias cristianas). Está considerado entre los sacramentos de iniciación cristiana siendo recibido

en tercer lugar (tras el bautismo y la eucaristía), sacramento por el que las personas bautizadas se

integran de forma plena como miembros de la comunidad. En la Iglesia antigua, el rito se

administraba de forma sacramental e inmediata después del bautismo y ésta sigue siendo la

costumbre en la Iglesia ortodoxa. En la Iglesia católica a partir de 1600 hasta el siglo XX, la

confirmación se aplazó entre los dos y los 7 años del bautizo del niño. A partir del Concilio

Vaticano II se delega más allá, hasta la primera adolescencia. En efecto, por razones de índole

pastoral y como forma de preparar mejor a los confirmandos en el umbral de la adolescencia, la

Iglesia católica suele retrasar la administración de la confirmación a un momento tal que puede ser

precedido por la primera eucaristía.1 La Iglesia anglicana no señala una edad específica, pero el rito

es administrado de un modo general entre los 14 y los 16 años.

Por su parte, Martín Lutero manifestó no haber encontrado bases bíblicas suficientes que probaran

la institución de la confirmación como sacramento.2 En línea con lo anterior, los protestantes no

reconocen la sacra mentalidad de la confirmación como rito diferente del bautismo: según ellos, el

don del Espíritu Santo se confiere plenamente en el bautismo.1

En la Iglesia católica, la confirmación se efectúa mediante la imposición de manos sobre todos los

confirmandos, y la unción con óleos sagrados (crismación).3 En latín se denominó consignatio al

signo de la cruz realizado por el obispo sobre la frente del confirmando.4 Hasta el siglo V, la

consignatio era distinta de la crismación (unción con el óleo sagrado), luego se unificó en un rito

único. La ceremonia se realiza por un obispo o, en su caso, un sacerdote autorizado. Este

sacramento significa para el católico hacer su fe y continuar con ella, este incentiva a la formación
cristiana permanente y a la catequesis de adultos donde Dios los elige como sus hijos. A los

bautizados, el sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece

con una fortaleza especial del Espíritu Santo.

En la Iglesia anglicana solo los obispos administran el sacramento. En las iglesias luteranas y

ortodoxas, el rito lo realizan de forma habitual los pastores y los sacerdotes. En Oriente la

imposición de manos desapareció rápidamente y se considera la crismación como el elemento

esencial de la confirmación.

La imposición de manos es un rito ya consagrado en la Iglesia ortodoxa. Se denomina crismación,

es decir unción con el crismación.

DESARROLLO DEL RITO

Al inicio de la Iglesia católica, cuando se daban largos períodos de catecumenado (periodo de

prueba o de instrucción ofrecido a los candidatos del bautismo) los tres sacramentos de la iniciación

cristiana eran recibidos conjuntamente. Hay testimonios escritos desde Hipólito y su narración de la

liturgia hacia el 215 (en su tratado sobre la tradición apostólica) para la distinción de dos unciones,

una dependiente del bautismo y otra posterior tras la bendición y dentro de la Iglesia. Era conferida

por el obispo.

El rito católico actual consiste, dentro de la celebración de la misa, tras el sermón u homilía, en

primer lugar, en la renuncia al mal y al pecado y la profesión de fe, que renueva la renuncia y

profesión que hicieron sus padres en el bautismo. Es muy importante la profesión de la fe, pues en
esta fe se recibe el sacramento y fiel a esta se compromete ya con su madurez adquirida a vivir de

ahora en adelante, no como mandato de los padres, sino con propia aceptación y voluntad. Después

se impone a cada candidato las manos y luego, teniendo cerca de su padrino, se le unge con óleo

consagrado -llamado Crisma- en la frente mientras el ministro (habitualmente, el obispo o uno de

sus vicarios) le dice la frase ritual: "N., Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo", a lo que se

responde: "Amen". El rito de la Confirmación concluye con un saludo de paz al que ya es miembro

completo de la Iglesia; luego sigue la misa como de costumbre.

En las Iglesias orientales, tanto católicas como ortodoxas, suele administrarse la confirmación

inmediatamente después del bautismo, que viene a completar. En la Iglesia latina rige la misma

práctica cuando el bautizando ha alcanzado ya el uso de razón en el momento de recibir el

bautismo.

MATERIA

En tiempo de los apóstoles, al parecer, era la imposición de manos acompañada por una oración.

Pero la idea de la unción también se abrió paso en el Nuevo Testamento. Desde el siglo III tanto la

imposición de manos como la unción son parte del rito.

A la hora de explicar la relación entre la imposición de manos y la unción con el crisma, existen

variadas interpretaciones. Aunque Pablo VI fijó ambos ritos, se indica que solamente la unción es

necesaria para la validez del sacramento.

El crisma se prepara con aceite de oliva mezclado con perfume. No se admite aceite animal o

mineral.
Estas unciones con aceite, (con el que no es necesario hacer el signo de la cruz, aunque sea

costumbre) provienen ya de las unciones reales de Israel, por la cual, el elegido (por designio

divino) tomaba posesión del cargo de rey. El aceite era prenda de esa designación divina: el mismo

Jesús de Nazaret es llamado "Ungido" (con aceite), puesto que es esto lo que significa Mesías o

Cristo, en hebreo y griego. De ahí la pervivencia del rito de la unción que, simbólicamente, hace de

los confirmados imagen de Cristo y elegidos por Dios para una misión concreta. Por eso sin ese

sacramento no se puede recibir ni el orden sacerdotal ni el matrimonio, que son una concreción de

esa misión recibida por Dios.

EL MINISTRO

En la Iglesia latina el ministro ordinario de la confirmación es el Obispo; pero también administra

válidamente este sacramento el presbítero dotado de facultad por el derecho universal o por

concesión peculiar de la autoridad competente. El canon 883 indica cuáles son los presbíteros que

tienen esa facultad por el derecho universal.

En las Iglesias orientales, incluso en la católica de rito oriental, el ministro ordinario es el

presbítero, que usa óleo santo consagrado por el obispo o por el patriarca (cánones 693-694 del

Código de Cánones de las Iglesias Orientales).

EL SUJETO

En la Iglesia latina "el sacramento de la confirmación se ha de administrar a los fieles en torno a la

edad de la discreción, a no ser que la Conferencia Episcopal determine otra edad, o exista peligro de
muerte o, a juicio del ministro, una causa grave aconseje otra cosa". En la mayoría de las diócesis,

el sujeto recibe el sacramento a los 14 o 15 años.

EL PADRINO O MADRINA

Es conveniente que un padrino o una madrina acompañen a quién será confirmado. Se trata de una

costumbre antiquísima de la Iglesia, al igual que en el caso del bautismo. Cada confirmando no debe

tener más de un padrino/madrina.

Las condiciones que deben reunir el padrino o madrina son:

1. Que sea un creyente católico, maduro en la fe para que le ayude a vivir la misma en

profundidad. Para esto, resulta razonable que se trate de un miembro activo del cuerpo de la

Iglesia, que haya recibido los tres sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo,

Confirmación y Eucaristía) y que no esté impedido por el derecho canónico para ejercer tal

función.

2. Que sea mayor de 16 años y en uso de razón y, salvo que el ministro juzgue lo contrario,

que sea del mismo sexo que el confirmando para la licitud.

3. Que tenga intención de desempeñar el cargo.

4. Que no sea padre, madre o cónyuge del confirmando.

5. Que haya sido designado por el confirmando, o en su defecto por sus padres o tutores, o por

el ministro o párroco.

6. Que en el acto de la confirmación, se ubique detrás del confirmando y coloque su mano

derecha sobre el hombro del confirmando, significando que será su apoyo en la fe.
PREPARACIÓN

Para preparar este momento es necesaria una formación catequética que fija cada obispo en su

diócesis o cada conferencia episcopal para su país. Por eso, depende del lugar y de las

circunstancias, es un proceso variable. Durante esa preparación se suelen tratar temas diversos en

especial la fe católica en el Espíritu Santo y sus siete dones, pero también otros contenidos como la

Iglesia, María, los sacramentos (entre ellos, la Eucaristía, el perdón o reconciliación, etc.), la Biblia

con particular énfasis en los evangelios, la oración, la resurrección, etc. La Iglesia católica requiere,

si el confirmado ha alcanzado la discreción, que su formación incluya al menos el conocimiento del

Padre nuestro, el Ave María, el credo y los diez mandamientos (cita requerida). El confirmando

debe encontrarse en estado de gracia, es decir, sin pecado mortal. Si bien no es lícito recibirlo en

pecado, el sacramento es válido, aunque sus efectos sacramentales (los dones del Espíritu Santo) no

se disfrutan hasta que se confiere la absolución de los pecados en el sacramento de la reconciliación

SENTIDO DEL TÉRMINO CONFIRMACIÓN

La teología católica considera errónea la concepción según la cual la confirmación es la ocasión

para que el cristiano acepte voluntariamente formar parte de la Iglesia, una vez alcanzada la

madurez personal y tras un bautismo normalmente producido en los primeros días de vida. El

término no alude a que el confirmando confirme su adhesión a la fe, sino a que es confirmada su

admisión en el seno de la Iglesia por el obispo. La pertenencia a la Iglesia se firma irremisiblemente

en el momento del bautismo y solamente cesa por la excomunión, aunque ni siquiera ésta borra los

efectos del bautismo. Sin embargo, sí es el momento de la madurez espiritual y la asunción propia

(que otorga más la edad que el sacramento) de los compromisos ya asumidos al empezar a ser

cristiano. Por eso cuando se recibe el bautismo siendo adulto, se recibe en la misma ceremonia este
sacramento, puesto que ya se tiene madurez suficiente para asumir los compromisos de la fe

cristiana, renunciado al pecado para vivir plenamente como hijo de Dios.

NECESIDAD

La confirmación perfecciona la gracia recibida por el bautismo y el carácter sacramental que otorga

desarrolla el sacerdocio común al que pertenece el fiel.

Aunque el código de derecho canónico indica que los «fieles están obligados a recibir ese

sacramento en el tiempo oportuno, su no administración no condiciona la validez del bautismo

aunque sí la del orden sacerdotal y la del matrimonio, aunque este último se puede recibir antes sub

conditione, a la espera de recibir en breve la confirmación. No tendrían, como se ha explicado antes

sentido la recepción de estos sacramentos sin el primero.


BIBLIOGRAFÍA

 Grün, Anselm (2002). La confirmación, responsabilidad y fortaleza. 56 páginas. Madrid:

San Pablo. ISBN 978-84-285-2469-8. Consultado el 31 de octubre de 2013.

 Royo Marín, Antonio (1965). «Tratado II: La confirmación». Teología moral para seglares,

II: Los sacramentos (3ª edición). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. pp. 99-113.

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