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SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN.

El sacramento de la confirmación es instituido por Jesús porque él mismo es quien confirmo la fe de


sus apóstoles por medio del Espíritu Santo el cual descendió sobre ellos cincuenta días después de
la Pascua el día de Pentecostés.

El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana, y como


la misma palabra lo dice, Confirmación significa afirmar o consolidar (CIC 1285). En este sacramento
se fortalece y se completa la obra del Bautismo, se logra un arraigo más profundo a la filiación
divina, pues nos une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de Jesucristo,
de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la Confirmación
nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más perfecta, más
activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace capaces de ser testigos de Cristo.

A su vez el sacramento de la confirmación es el sacramento donde recibimos el don del Espíritu


Santo, en la cual el ser humano opta libremente por una vida cristiana reconociéndose como hijo
de Dios.

No por menos decimos que el Sacramento de la Confirmación es “nuestro Pentecostés


personal”, pues el Espíritu Santo desciende sobre nosotros, nos fortalece, nos llena, nos prepara
para salir al mundo a dar testimonio de nuestra Fe, a dar testimonio de vida.

Los confirmados deberían tomar conciencia de la importancia y la responsabilidad que tiene este
sacramento porque en la cual está confirmando la fe que Cristo nos dio y en la cual nos lleva a ser
testigos de la fuerza tan grande de la venida del Espíritu sobre cada uno de nosotros, a su vez
también nos lleva a salir de nosotros y pensar en los más necesitados.

El confirmado da testimonio de la presencia de Cristo en su vida, porque ya su manera de obrar y


actuar va ser muy distinta, porque ya va a ver una trascendencia distinta porque están habitados
por el Espíritu de Dios, quien lo está llamando a la colaboración de la construcción del Reino de Dios
en todos los hombres

¿Quién puede administrar el sacramento de la confirmación?


La primera persona que normalmente puede realizar este sacramento es el ministro ordinario como
lo es el obispo, pero en caso que el obispo no pueda el delega a un sacerdote para que pueda
administrar el sacramento de la confirmación.

Porque normalmente los Obispos son lo que deben administrar este sacramento ya que ellos son
los sucesores de los apóstoles.

Símbolos que se utilizan en este sacramento

La imposición de manos:

Las primeras imposiciones de manos se pueden encontrar en el antiguo testamento y se puede


comprobar con el libro de los números 27:38 en la cual Moisés impuso sus manos sobre Josué que
estaba lleno del Espíritu.

También así lo realizaron los apóstoles que imponían las manos a las personas que eran bautizados
Así también el obispo impone sus manos, primero sobre la comunidad reunida y luego sobre la
cabeza de cada uno de los confirmandos.

Así como también lo realiza el obispo impone las manos como invocación del Espíritu Santo primero
en la comunidad, luego lo hace con cada uno de los confirmando.

La unción con el crisma:

¿Qué es el crisma?

El crisma es un óleo hecho con una mezcla de aceite de oliva y resina balsámica, que en la cual el
día Jueves Santo el obispo es quien lo consagra, para sea utilizado o empelado para los sacramentos
del Bautismo, la Confirmación y la ordenación de los sacerdotes.

En el antiguo testamento hacen mención a la unción con el crisma o aceite perfumado cuando se
iba a consagrar a una persona como rey o profeta.

Señal o sello de la cruz:


Con la imposición de las manos y la unción se une en la confirmación la señal o sello de la cruz

Eso también lo hace el obispo unge la frente con la señal de la cruz en cada uno de los jóvenes que
se van a confirmar con el crisma palabra griega que quiere decir aceite, u oleo perfumado. También
en este sacramento se necesita un padrino, y en la cual aquí el joven debe ser ya más responsable,
más comprometido y el padrino hace como representación de la comunidad porque en la cual acoge
con cariño al integrante de la Iglesia.

Este sacramento, como otros más solo se puede realizar una sola vez.

El Sacramento de la Confirmación en los Padres de la Iglesia

San Cipriano de Cartago fue muy claro a distinguir un “doble Sacramento”, ya que el bautismo
confiere vida espiritual, la Confirmación confiere dones para afrontar esa nueva vida. Y así mismo lo
explica: “Esto ocurre hoy también entre nosotros. A aquellos que han sido bautizados en la Iglesia
se les conduce a los prepósitos de la Iglesia (obispos), y por nuestra oración y nuestra imposición de
manos reciben el Espíritu Santo y son consumados por el sello del Señor” (Ep. 73, 9) ; cf. Ep. 74, 5 y
7.

Tertuliano, considera el bautismo como preparación para recibir el Espíritu Santo: “No es que
hayamos recibido en el agua al Espíritu Santo, sino que en el agua... nos purificamos y disponemos
para recibirlo” (De bapt. 6). También nos dice: “Después se imponen las manos, llamando e invitando
al Espíritu Santo por medio de una bendición” («dehinc manus imponitur per benedictionem
advocans et invitans Spiritum sanctum»; c. 8)

Y así mismo existen homilías, catequesis y sermones de este Sacramento en personajes como San
Cirilo de Jerusalén, San Ambrosio, San Hipólito de Roma, San Jerónimo y San Agustín.

Y es una constante en la enseñanza de los Santos Padres la similitud y analogía entre el desarrollo
corporal y el desarrollo espiritual del fiel a través de la vida Sacramental. El hombre nace por medio
del bautismo, se alimenta del Pan de Vida y logra la madurez en la Confirmación.

Un siglo después, el papa San Inocencio I, en su carta #25 “Si instituta eclesiástica” a
Decencio, obispo de Gobbio, con fecha 19 de marzo de 416 confirma lo ya enseñado por
los apóstoles:

Acerca de la confirmación de los niños, es evidente que no puede hacerse por otro que por el obispo.
Porque los presbíteros, aunque ocupan el segundo lugar en el sacerdocio, no alcanzan, sin embargo,
la cúspide del pontificado. Que este poder pontifical, es decir, el de confirmar y comunicar el Espíritu
Paráclito, se debe a solos los obispos, no sólo lo demuestra la costumbre eclesiástica, sino también
aquel pasaje de los Hechos de los Apóstoles, que nos asegura cómo Pedro y Juan se dirigieron para
dar el Espíritu Santo a los que ya habían sido bautizados [cf. Act. 8, 14-17]. Porque a los presbíteros
que bautizan, ora en ausencia, ora en presencia del obispo, les es lícito ungir a los bautizados con el
crisma, pero sólo si éste ha sido consagrado por el obispo; sin embargo, no les es lícito signar la
frente con el mismo óleo, lo cual corresponde exclusivamente a los obispos, cuando comunican el
Espíritu Paráclito. Las palabras, empero, no puedo decirlas, no sea que parezca más bien que hago
traición que no que respondo a la consulta.

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