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MINISTRO DEL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

Dos tradiciones: Oriente y Occidente

1290 En los primeros siglos la Confirmación constituye generalmente una única


celebración con el Bautismo, y forma con éste, según la expresión de san
Cipriano (cf Epistula 73, 21), un "sacramento doble". Entre otras razones, la
multiplicación de los bautismos de niños, durante todo el tiempo del año, y la
multiplicación de las parroquias (rurales), que agrandaron las diócesis, ya no
permite la presencia del obispo en todas las celebraciones bautismales. En
Occidente, por el deseo de reservar al obispo el acto de conferir la plenitud al
Bautismo, se establece la separación temporal de ambos sacramentos. El Oriente
ha conservado unidos los dos sacramentos, de modo que la Confirmación es
dada por el presbítero que bautiza. Este, sin embargo, sólo puede hacerlo con el
"myron" consagrado por un obispo (cf CCEO, can. 695,1; 696,1).

1291 Una costumbre de la Iglesia de Roma facilitó el desarrollo de la práctica


occidental; había una doble unción con el santo crisma después del Bautismo:
realizada ya una por el presbítero al neófito al salir del baño bautismal, es
completada por una segunda unción hecha por el obispo en la frente de cada
uno de los recién bautizados (cf San Hipólito Romano, Traditio apostolica, 21). La
primera unción con el santo crisma, la que daba el sacerdote, quedó unida al
rito bautismal; significa la participación del bautizado en las funciones
profética, sacerdotal y real de Cristo. Si el Bautismo es conferido a un adulto,
sólo hay una unción postbautismal: la de la Confirmación.

1292 La práctica de las Iglesias de Oriente destaca más la unidad de la iniciación


cristiana. La de la Iglesia latina expresa más netamente la comunión del nuevo
cristiano con su obispo, garante y servidor de la unidad de su Iglesia, de su
catolicidad y su apostolicidad, y por ello, el vínculo con los orígenes apostólicos
de la Iglesia de Cristo.

Note:

 Oriente —> unidad de los 2 sacramentos (cuando se bautizó también se recibe la


plenitud del Espíritu Santo, es decir confirmación —> confirmas con el myron,
es aceite que se bendice por el obispo) por eso el ministro es el sacerdote
 Occidente —> recalcan la dimensión eclesial (se une profundamente en la
Iglesia local) y apostólica por eso el ministro es el obispo. Pero la consecuencia es
la separación de bautismo y confirmación

CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO

1
CAPÍTULO II DEL MINISTRO DE LA CONFIRMACIÓN

882 El ministro ordinario de la confirmación es el Obispo; también administra


válidamente este sacramento el presbítero dotado de facultad por el derecho
universal o por concesión peculiar de la autoridad competente.

883 Gozan ipso iure de la facultad de confirmar:

1 dentro de los límites de su jurisdicción, quienes en el derecho se equiparan al


Obispo diocesano;

2 respecto a la persona de que se trata, el presbítero que, por razón de su oficio


o por mandato del Obispo diocesano, bautiza a quien ha sobrepasado la
infancia, o admite a uno ya bautizado en la comunión plena de la Iglesia
católica;

3 para los que se encuentran en peligro de muerte, el párroco, e incluso


cualquier presbítero.

884

§ 1. El Obispo diocesano debe administrar por sí mismo la confirmación, o


cuidar de que la administre otro Obispo; pero si la necesidad lo requiere, puede
conceder facultad a uno o varios presbíteros determinados, para que
administren este sacramento.

§ 2. Por causa grave, el Obispo, y asimismo el presbítero dotado de facultad de


confirmar por el derecho o por concesión de la autoridad competente, pueden,
en casos particulares, asociarse otros presbíteros, que administren también el
sacramento.

885

§ 1. El Obispo diocesano tiene la obligación de procurar que se administre el


sacramento de la confirmación a sus súbditos que lo pidan debida y
razonablemente.

§ 2. El presbítero que goza de esta facultad, debe utilizarla para con aquellos en
cuyo favor se le ha concedido la facultad.

2
886

§ 1. Dentro de su diócesis, el Obispo administra legítimamente el sacramento de


la confirmación también a aquellos fieles que no son súbditos suyos, a no ser
que obste una prohibición expresa de su Ordinario propio.

§ 2. Para administrar lícitamente la confirmación en una diócesis ajena, un


Obispo necesita licencia del Obispo diocesano, al menos razonablemente
presunta, a no ser que se trate de sus propios súbditos.

887 Dentro del territorio que se le ha señalado, el presbítero que goza de la


facultad de confirmar puede administrar lícitamente este sacramento también a
los extraños, a no ser que obste una prohibición de su Ordinario propio; pero,
quedando a salvo lo que prescribe el c. 883, 3, no puede administrarlo a nadie
válidamente en territorio ajeno.

888 Dentro del territorio en el cual están facultados para confirmar, los
ministros pueden administrar este sacramento también en los lugares exentos.

LA CONFIRMACIÓN SACRAMENTO DEL DON DEL ESPÍRITU SANTO

La Tradición ha expresado con singular insistencia la convicción de que merced


a los ritos posbautismales, en el proceso de iniciación cristiana, se da una nueva
comunicación del Espíritu Santo.

El mismo simbolismo de dos de esos ritos -la imposición de manos y la unción-


orientaba ya en esa dirección.

En los testimonios de algunos autores antiguos como Cipriano, Orígenes y


Tertuliano se ve cómo explican que la imposición de manos otorgará el don del
Espíritu Santo. A su vez, la oración que en la Traditio Apostolica se intercala
entre la imposición de manos y la unción habla de ese don del Espíritu Santo
unido a la imposición de manos.

Conforme la confirmación se separa del Bautismo se estudiará con más


detenimiento cuál es el significado específico de los ritos que configuran este
sacramento. La tendencia mayoritaria será atribuirles la comunicación del
Espíritu Santo (Hilario de Poitiers, Jerónimo, Ambrosio, Agustín, Inocencia I y
Fausto de Rietz. En el ámbito oriental: Cirilo de Jerusalén, Teodoro de

3
Mopsuestia, Cirilo de Alejandría, Ps. Dioinisio Areopagita y Severo de
Antioquía).

Los ritos que acompañan la unción o la imposición de manos son auténticas


epíclesis. Algunas fórmulas de la unción crismal afirman enfáticamente el don
del Espíritu Santo. La idea aparece también en las fórmulas de consagración del
myron.

La tradición oriental y occidental en sus primeros siglos relaciona la unción


crismal con la unción de Jesús por el Espíritu después del bautismo del Jordan.
Sin embargo otras corrientes vinculan la confirmación con Pentecostés. Esta
segunda opción es actualmente la mayoritaria. Oración final de la oración de los
fieles destaca esta idea.

Lo específico del don del Espíritu en la Confirmación

En realidad, podemos hablar de una nueva comunicación del Espíritu Santo. Se


trataría de una efusión del Espíritu en la confirmación que no se da en el
Bautismo. Podemos hablar de una plenitud del Espíritu Santo.

Los verbos derramar y llenar que se emplean para hablar de esa efusión del
Espíritu Santo, tienden a resaltar esa plenitud.

A esto se une, en la tradición occidental, la idea de la concesión de los siete


dones del Espíritu Santo. La idea la encontramos en una carta del Papa Siricio
(año 385). Otros testimonios posteriores los encontramos en Ambrosio, Eusebio
de Vercelli y Agustín.

En la liturgia se abrió paso esta idea (concesión de los siete dones del Espíritu
Santo) en el OR XI y ha llegado hasta nuestros días en el Ritual de confirmación:
oración sobre los confirmandos antes de la crismación.

La idea se inspira en Is 11 1-2. En el texto hebreo son seis los dones del Espíritu.
La traducción de los LXX (y la Vulgata) añaden un don más, la piedad,
resultando así el número místico de siete dones.

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