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CONSONANTES LIQUIDAS

LATERALES

1. El segmento fonológico /l/


En el español general, /l/ es una consonante alveolar fricativa lateral sonora, que
puede asimilarse a la consonante siguiente. En pronunciación relajada, vulgar o familiar
puede debilitarse (la punta de la lengua sólo roza ligeramente los alvéolos); esta /l/ relajada
se confunde fácilmente con [r] relajada en el habla popular de ciertas regiones. Final ante
pausa puede quedar ensordecida (Navarro Tomás 1974: 113-114). A juicio del autor, debe
evitarse la variante ensordecida cuando forma parte de secuencias tautosilábicas con
oclusivas sordas (pliego).
En los dialectos se han señalado diversas variantes, aunque la mayoría de los datos
se ha centrado en la neutralización de -l/ -r implosivas (si bien conviene tratar por separado
las realizaciones vibrantes de /l/ y las laterales de -/r/). Existen, no obstante, otras
realizaciones, como relajadas, elididas, continuas (aproximantes), vocalizadas, etc.
i) -/l/ > [r]
En el español de América la confusión -r/ -l es tardía y de origen andaluz. No llegó
con los conquistadores, por lo que no se produce en los lugares inaccesibles de principios
de la conquista (Moreno de Alba 1988: 140). Canfield (1981/ 1988) la documenta en
Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela (excepto los Andes), costas de Colombia,
Ecuador, Panamá rural, centro de Chile, oeste de Cuba (esporádico). Para Fontanella de
Weinberg (1992: 138) la neutralización se recoge en toda América, aunque ha avanzado
más en El Caribe (lo mismo que otras soluciones, como las elididas, asimiladas). Se
trataría de rasgos que comparte el español de América con Andalucía y Canarias.
En Puerto Rico la neutralización se escucha incluso en hablantes cultos de la
capital (Navarro Tomás 1948/ 1966: 80-81). En Ecuador, en la Sierra se mantiene la
distinción, pero la costa confunde y asimila (Toscano Mateus 1953: 91-92). En Colombia
se produce sobre todo en el habla rústica y vulgar de prácticamente todo el país (Flórez
1951: 222-225).
En el andaluz, [r] por /l/ es un rasgo característico del dialecto (Zamora Vicente
1974: 313-314).
En el español canario, los datos de Catalán (1960, 1964) hablan de la existencia de
dos tendencias: una característica de las hablas arcaizantes y conservadoras, donde se

1
mantiene la distinción (sólo se producen disimilaciones como en arcalde, cormillo), y otra
innovadora, que parte de las ciudades, que neutraliza, con predominio de -r > -l fin de
palabra en Tenerife y de -l > -r en Las Palmas. Los hablantes cultos (influidos por la grafía)
suelen distinguir, excepto en el habla familiar y descuidada, donde neutralizan. La
influencia de Las Palmas se ha producido sobre la zona norte de la isla; en Santa Cruz, el
norte suele ser conservador, pero no el sur.
Alvar registra la neutralización en Tenerife (1959: 37-39), La Graciosa (1965),
Fuerteventura, Gran Canaria (donde los hablantes cultos de la capital no neutralizan, por lo
que la neutralización se puede considerar fenómeno vulgar), esporádica en Lanzarote
(1966, 1968, 1972: 113-114).
C. Alvar la recoge en Playa de Santiago (La Gomera) (1975: 36-37), Lorenzo
Ramos en Los Silos, si bien las explica como disimilación o asimilación: arbañil, alcor
‘alcohol’, personar ‘personal’ (1976: 72), Almeida en el habla rural grancanaria (1989a:
62-63). En Masca no se neutraliza (Trujillo 1980: 65).
Los datos de Almeida (1989b: 76-80, 1990: 96-97) indican que el fenómeno no es
especialmente frecuente en las zonas urbanas canarias (es más frecuente en el habla rural
grancanaria que en la capital). Los datos de Almeida y Díaz Alayón (1989: 66) dan cuenta
de un 7% de -/l/ > [r] en el habla rural de las islas vs. el 3% en cada una de las capitales
canarias1. En general, el fenómeno afecta más a los individuos de nivel educacional más
bajo, aunque en las islas de la provincia oriental pueden llegar a oírse en el discurso de
individuos de nivel medio.
ii) Asimilación (alta> atta)
Es un fenómeno que no parece especialmente extendido en el mundo hispánico. En
el español de América ha sido registrado en Puerto Rico (Navarro Tomás 1948/ 1966: 86)
y en Cuba (Canfield 1981/ 1988: 51, Costa Sánchez 1984).
iii) Elisión
La pérdida completa de -/l/ se produce sobre todo si aparece en posición implosiva.
En el español de América la elisión ha sido documentada en el Caribe, bien en posición
final, como en Puerto Rico (Navarro Tomás 1948/ 1966: 81-82), o la República
Dominicana (como en Santiago de los Caballeros; véase Alba 1990: 137-154, que aporta
un 13% de variantes elididas), bien en cualquier posición, como en Cuba (aunque en este
caso, cuando la consonante es intervocálica se elide sólo cuando lo es por fonética

1
Estos valores varían dependiendo del tipo de investigación. Por ejemplo, Samper Padilla (1990: 190-
206) registra casi un 11% de realizaciones vibrantes de -/l/ en Las Palmas de Gran Canaria.

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sintáctica) (Isbăşescu 1968: 56). También en Ecuador se elide -/l/ implosiva (Toscano
Mateus 1953: 91-92). En Colombia la elisión es esporádica en el habla inculta de la costa
(Flórez 1951: 231-232, 1963). Fontanella de Weinberg (1992: 138) la ha documentado
también en Chile.
En el español canario la información disponible nos permite extraer las siguientes
conclusiones generales:
a) la elisión de -/l/ se produce más en las islas de la provincia de Las Palmas que en
las de Tenerife. Alvar (1959: 37) se refiere a la pérdida como un fenómeno extraño en la
isla de Tenerife. Trujillo (1980a: 65) no lo observó en Masca, pero sí Lorenzo Ramos
(1976: 72) en Los Silos (a final de palabra llana); Samper Padilla (1990: 191) registra casi
un 12% en la capital grancanaria;
b) parece existir un cierto polimorfismo en lo que respecta a los contextos que
promueven/inhiben la elisión, aunque el fenómeno parece ser más frecuente en posición
final de palabra (Almeida 1989b: 76-81, Lorenzo Ramos, íbid., Samper Padilla 1990: 194);
y
c) la elisión aumenta según se desciende en la escala social (Almeida y Díaz
Alayón 1989: 68, Samper Padilla 1990: 202).
d) Vocalización (Vid. /r/)

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2. El segmento fonológico /λ/
En el castellano descrito por Navarro Tomás (1974: 133 y ss.), [λ] es una
consonante palatal lateral sonora, que también existe en lenguas como el catalán, italiano,
portugués, regiones de Francia, etc. Los alemanes o ingleses, que no la tienen, la imitan
sustituyéndola por el grupo l + y. Con frecuencia, y sobre todo en determinadas regiones
españolas (como Extremadura, Murcia, Andalucía y Canarias) se produce la confusión λ/y
(yeísmo).
La pérdida de la oposición λ/y, uno de los cambios que con más éxito se ha
producido en la historia de la lengua española, puede estar motivada tanto por su escaso
rendimiento funcional como, sobre todo, por el carácter aislado de la oposición
(argumentos que han sido reproducidos hasta la actualidad, por ejemplo por Alarcos 1976:
279, Calero Fernández 1993: 150-151, Martínez Martín 1983: 77). No obstante, no resulta
convincente ni lo uno ni lo otro, ya que, a mi juicio, hay oposiciones con un rendimiento
funcional mayor (oclusivas sordas tensas/sonoras flojas) que se pierden (además,
recuérdese la prudencia con que Martinet toma la cuestión del rendimiento funcional). Por
otro lado, si la oposición se establece sobre los rasgos lateral/central, efectivamente es una
oposición aislada; pero si la interpretamos como tensa/laxa (floja), no.
Sobre las fechas de inicio de la confusión, los datos son muy variados. La fecha
más antigua hasta ahora ha sido fijada por Guitarte (1971) en el siglo XVI para España, de
donde habría pasado a América.
El yeísmo es un fenómeno que, habitualmente, ha ido asociado con determinadas
características sociogeográficas: con los núcleos urbanos (el mantenimiento de la lateral
sería propio de zonas rurales o donde hay escasa movilidad espacial y de los individuos
más viejos, también conservadores).
En el español de América lo normal es la confusión con /y/. Se mantiene [λ] con
plena vigencia en todo Paraguay (donde, recuérdese, /y/ se realiza con frecuencia como
africada)2. Además, persiste en las tierras altas de Colombia, sur de la sierra ecuatoriana,
parte de las tierras altas y costa sur de Perú, gran parte de Bolivia, puntos del sur de Chile,
Argentina (zonas montañosas de San Juan y La Rioja y en la región guaranítica), zonas
2
Granda (1979). Para este autor, la conservación actual de / / en Paraguay puede estar relacionada con los
conflictos que afectaron al país en el siglo XIX y que condujeron a un proceso de autoafirmación colectiva
frente al resto del Río de la Plata, principalmente frente a Buenos Aires. A comienzos del siglo XIX se
produce el fracaso de una invasión de Paraguay por parte de las fuerzas porteñas, pero en la segunda mitad del
siglo tiene éxito una nueva invasión provocada por la alianza de tres países: Argentina, Brasil y Uruguay.
Esto provocó que las tierras y los recursos del país acabaran pasando a manos de empresarios y capitalistas
argentinos, lo que pudo haber desencadenado el resentimiento de los paraguayos hacia sus vecinos.

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altas de Ecuador (de dos formas distintas, explica Canfield) (Canfield 1981/ 1988: 18,
Fontanella de Weinberg 1992: 134-135; Resnick 1975 confirma, en general, los datos de
una investigación de 1962 de Canfield). En algunas de las citadas regiones, explican los
autores, se halla en franco retroceso, como en Bogotá o en la región guaranítica argentina.
En Bogotá, por ejemplo, basándose en muestras de 1969 y 1983, Montes Giraldo (1985)
concluye que, en el curso de veinte o treinta años (a comienzos del siglo XXI), [λ] habrá
desaparecido totalmente del habla de la capital.
En Andalucía, los datos del ALEA revelan que el yeísmo es casi general en la
región, aunque todavía quedan áreas distinguidoras en amplias zonas de Sevilla, Huelva,
Cádiz, Málaga y Granada. De modo aislado, el yeísmo ha avanzado en otras zonas (como
Jaén, según Becerra Hiraldo y Vargas Labella 1986: 17-18). Es probable que en la
actualidad el yeísmo haya progresado, lo mismo que han progresado otros fenómenos que
apenas eran incipientes cuando se confeccionó el ALEA (véase Moya Corral y García
Wiedemann 1995). Zamora Vicente (1974: 311-312), que aporta diversos testimonios,
explica que, en contra de la idea de una Andalucía totalmente yeísta, hay zonas de
distinción en Huelva, Granada, Sevilla (Castillo de las Guardas; en Olivares y Sanlúcar la
Mayor es general la distinción), zona S. E. de Granada (en Cúllar-Baza o Puebla de D.
Fadrique la usan las mujeres), algunos lugares de la Alpujarra, zonas de Cádiz y Málaga.
Almeida constata que en el habla rural grancanaria el yeísmo es frecuente, dada la
gran influencia de la capital (zona focal), sobre todo en los jóvenes; la confusión es
especialmente grande en Guía (1989a: 49-50). En Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife
prácticamente no se conserva la distinción (unos pocos casos en hablantes viejos de nivel
cultural bajo) (1990: 62 y 1989b: 82).
Almeida y Díaz Alayón (1989: 68-71) exponen que, excepto en la isla de El Hierro
(la zona más conservadora lingüísticamente hablando del Archipiélago), el yeísmo ha ido
ganando terreno en todas partes. No obstante, en dicha isla el yeísmo, de implantación
reciente, va penetrando en la isla a través del habla de los jóvenes y de los hablantes más
cultos. Además de ahí, la conservación se mantiene (con alternancia) en La Oliva,
Betancuria y Gran Tarajal (Fuerteventura); San Bartolomé, Yaiza y Teguise (Lanzarote);
Agaete, Teror, Valsequillo, San Bartolomé, Mogán, Aldea de San Nicolás, Agüimes y
Guía (Gran Canaria); Puerto de la Cruz, Granadilla, Candelaria y La Laguna (Tenerife);
Tijarafe (La Palma), etc. En general, se trata de un fenómeno que se mantiene de forma
precaria para el conjunto del Archipiélago (aunque a veces se escucha [λ] no sólo en los
viejos, sino también en hablantes más jóvenes; también llega a escucharse en hablantes

5
cultos oriundos de zonas distinguidoras)3. Estos datos contrastan con la información
proporcionada por otros investigadores entre los años 60-70 (véase nota 3).
En Canarias la alternancia λ/y ha conducido, en determinados lugares, al desarrollo
de actitudes hacia una u otra (o ambas) variante. Dorta (1986) explica que en el norte de
Tenerife, ciertos jóvenes distinguidores, conscientes del prestigio que ha adquirido el
yeísmo, cambian a [y] en presencia de personas yeístas o de más prestigio social o cultural.
Paralelamente, los mayores sienten como afectada la pronunciación yeísta.

En el mundo hispánico se producen otras realizaciones de /λ/. En los casos en que


se ha confundido con /y/, sigue la misma evolución que ésta: vocalización, pérdida (vid.
/y/). Por ejemplo, en algunas zonas de Sudamérica /λ/ > [ž], como ocurre en la Sierra
ecuatoriana y Santiago del Estero (Argentina) (Canfield 1981/1988: 24, Fontanella de
Weinberg 1992: 134-135).

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Se aportan datos más antiguos sobre el español canario por su interés. Para Catalán (1960) la mayor parte
de Canarias es distinguidora, aunque los hablantes confundidores son mayoría. El yeísmo va ligado a las
ciudades portuarias. En Las Palmas se ha perdido totalmente /λ/. El norte de Gran Canaria es yeísta. También
Arrecife.
Los datos de M. Alvar (1959: 40-42, 1968a, 1972: 124) para Tenerife dan cuenta de que la distinción
es absoluta en lugares como Puerto de la Cruz y Alcalá y mayoritaria (85%) en La Laguna. En Taganana se
mantiene la distinción en la mitad de los casos, mientras que en lugares como La Esperanza y Punta del
Hidalgo no pasa del 20%. Distinguen también las personas cultas de La Orotava, Arico, Arico el Viejo, El
Porís, etc. En Los Silos apenas hay yeísmo (Lorenzo Ramos 1976: 73). No lo hay en Masca (1980: 64). Para
Catalán (1960), en Tenerife sólo sería yeísta la capital.
En La Gomera, según M. Alvar, habría distinción.
Para Alvar y Catalán, Arrecife es yeísta, mientras que para Alvar en el interior de la isla la
distribución es desigual (distinción/neutralización). Algo semejante ocurre en Fuerteventura, pero en este caso
la distinción alcanza también a la capital.
En La Graciosa, de los dos informantes de Alvar, la mujer distingue siempre, mientras que el
hombre neutraliza de forma esporádica.
En Gran Canaria confundirían la capital, Guía y Teror; mientras que distinguen Artenara y Mogán;
el resto alterna.

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VIBRANTES

1. El segmento fónico /r/


En el español estándar, /r/ se articula como vibrante simple; en el lenguaje familiar
puede resultar relajada y fricativa, tanto intervocálica como implosiva (Navarro Tomás
1974: 116-119). No obstante en las variedades dialectales hispanas se han registrado toda
una serie de variantes diferentes: ensordecidas, laterales, asimiladas, vocalizadas, etc.

i) -/r/ > [l]


No es fácil trazar un gráfico claro sobre los países y regiones de estos países donde
se produce este tipo de cambio, ya que normalmente los investigadores tratan la igualación
de /l/ y /r/ sin distinguir los casos de -/l/ > [r] de los de -/r/ > [l]. Así y todo, se intentará una
aproximación dialectal.
En el español de América este cambio está muy arraigado en Puerto Rico, y de ello
da idea el 41% de casos que registra Navarro Tomás (1948/1966: 80-82). Una idea de este
arraigo la da el hecho de que, como comenta Navarro Tomás, la neutralización se produce
incluso en hablantes cultos [una tendencia que puede percibirse con facilidad en la
actualidad]. También, el hecho de que en la capital (San Juan) -/r/ > [l] llegue al 35%
(López Morales 1983: 81, 92-93). En otras regiones del Caribe, como Cuba (Haden y
Matluck 1973), el fenómeno es más esporádico. Canfield (1981/1988: 50) señala que en
este país el fenómeno se escucha sobre todo en La Habana. En la República Dominicana la
lateralización es característica de Santo Domingo y alrededores; con cierta vitalidad
aparece en áreas urbanas del S. W. y este del país; se produce, de modo esporádico, en
diversos contextos. En general, el grupo social más encumbrado revela un mayor apego a
la norma (distingue más) que los otros grupos sociales; en estos la confusión va en
aumento según se pasa de los grupos más letrados a los más iletrados, en los que prevalece
una cultura de carácter oral (Núñez Cedeño 1980 apud. Jiménez Sabater 1986).
En el resto del continente, la neutralización se observa (sobre todo en los grupos
sociales más bajos) en el centro de Chile, Venezuela (excepto los Andes), parte occidental
de Ecuador (Canfield 1981/1988: 53). Se ha registrado en la región occidental de Ecuador
y Colombia (zonas costeras del Pacífico y del Caribe y, en general, en el habla rústica del
país) (Canfield 1981/1988: 53, 57, 65)
En España, Alonso (1959c) cita como zonas confundidoras de [l]-[r] a Aragón,
Navarra, Rioja, Murcia (la Huerta), Andalucía, habla popular de Extremadura, Sierra de

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Gata (entre Cáceres y Salamanca), límite septentrional de la zona de igualación, donde,
además, se tiende más a la solución [l].
En el español canario la lateralización de -/r/ no parece ser un fenómeno
especialmente destacado. Almeida y Díaz Alayón (1989: 72) registran porcentajes del 2%
para las hablas rurales de las islas y para Santa Cruz de Tenerife y del 4% en la capital
grancanaria. En el norte de Tenerife es un fenómeno muy raro (1%, o 12 casos, en La
Perdoma) (Dorta 1989). Lorenzo Ramos (1976: 72) también se ha referido al carácter
esporádico del fenómeno en Los Silos (casi siempre por influencia de otra líquida en el
entorno próximo: al senal ‘al cenar’).

ii) Debilitamiento y elisión de -/r/


Como todas las consonantes en la distensión silábica, /r/ llega a resultar
extremadamente debilitada y elidida. Estos dos procesos pueden estar más acusados aquí
que en otras consonantes debido a que [r] es uno de los sonidos más breves del español. En
lo que sigue, me referiré exclusivamente a la pérdida.
En el español de América la elisión de -/r/ está muy extendida. En el Caribe es un
fenómeno descrito en Cuba (Isbăşescu 1968: 53), Puerto Rico (Navarro Tomás 1948/1966:
81-82), incluida la capital (López Morales 1983: 77-103), y la República Dominicana
(González 1984). El arraigo es tan grande en este último país que en la capital la elisión de
-/r/ aumenta en los grupos de edad más jóvenes (como en la República Dominicana
(González 1984).
Otros países donde el fenómeno ha sido registrado son los siguientes: Ecuador
(Toscano Mateus 1953: párr 50-51), México (García Fajardo 1984: 71 la recoge en
Valladolid, Yucatán, Garza Cuarón 1987: 48 la describe para Oaxaca), Colombia (la
elisión de -/r/ en Bogotá es frecuente en todos los individuos, según Flórez 1951: 200).
Se ha observado también que la elisión afecta más a unas palabras que a otras. Por
ejemplo, en porque [posiblemente por su frecuencia], o en los infinitivos (donde /r/ es
tónica), especialmente si llevan algún pronombre enclítico (llevarme, llevarlo, etc.). Así se
ha observado en México, Colombia, Argentina, Paraguay, etc. (Cárdenas 1967: 40,
Moreno de Alba 1988: 160, Flórez 1951, Fontanella de Weinberg 1992: 139).
En el español canario, los datos proporcionados por Almeida y Díaz Alayón (1989:
72) dan cuenta de que la elisión se produce sobre todo en las zonas urbanas de las islas, y,
de estas, en Las Palmas de Gran Canaria mucho más que en Santa Cruz de Tenerife: 3% en
zonas rurales, 10% en Santa Cruz de Tenerife y 23% en la capital grancanaria. No se

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observan diferencias destacadas entre los canarios ni en función de la edad ni del género,
pero sí del nivel sociocultural: 23% de elisiones en personas de nivel bajo vs. 7-9% en los
dos grupos socioculturales más altos (9% en el nivel medio y 7% en el alto) (Almeida y
Díaz Alayón 1989: 73).
En algunas localidades la elisión tiene unas restricciones muy grandes. Por
ejemplo, en Los Silos se produce sobre todo en final de palabras llanas (Lorenzo Ramos
1976: 72)
Para Catalán (1964) la elisión de -/r/ infinitiva en el grupo /rl/ es un fenómeno
rural, una idea que comparto.

iii) Vocalización (desconsonantización)


En el español de América la vocalización de -/r/ (porque> poique) y de -/l/ (alto >
aito) no es un fenómeno muy extendido. En Puerto Rico es esporádico (Navarro Tomás
1948/ 1966: 84-85), lo mismo que en Colombia (donde no solo se vocaliza -/r/, sino
también -/l/; el fenómeno es raro en la franja litoral) (Flórez 1951: 202, 227-228). En
Ecuador se produce en la costa (Toscano Mateus 1953: párr. 50-51).
Es fenómeno conocido en la República Dominicana (no solo afecta a -/r/, sino
también a -/l/), donde caracteriza al español hablado en El Cibao y en el norte del país; más
esporádicamente se ha desplazado hacia las regiones del Este. Se ha observado también
que es un fenómeno estigmatizado, ya que i) se escucha sobre todo en hablantes con menor
instrucción, ii) los hablantes de otras zonas parodian a los cibaeños con ese rasgo, y iii)
muchos hablantes ultracorrigen y dicen acelte por aceite.
Existe la idea de que la vocalización es un fenómeno general en la República
Dominicana, al menos que es propio de los habitantes de zonas rurales. Esta idea viene
apoyada porque algunas investigaciones han documentado hasta un 94% de vocalizaciones
en estas áreas (Golibart 1976: 28). Investigadores como Rojas o Alba han registrado
porcentajes más modestos (30% en el primer caso y entre el 30-45% en el segundo,
correspondiendo el valor más alto a individuos más viejos).
Los investigadores no se ponen de acuerdo acerca de si se trata de un fenómeno en
expansión (a pesar de su estigmatización) o no (retroceso). A favor de esta segunda idea se
encuentran investigadores como Alba o Rojas (que, como se acaba de ver, registran
porcentajes mucho más modestos que los de Golibart). Alba, por ejemplo, argumenta que
la vocalización se hallaría en retroceso, dado el alto grado de estigmatización que pesa
sobre él. Al contrario que él, Jiménez Sabater (1986) defiende la idea contraria, y observa

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que los porcentajes de Rojas y Alba o no especifican las características de la entrevista
(Rojas) o se trata de entrevistas grabadas (Alba), donde se pierde espontaneidad. Por tanto,
no puede hablarse de que el fenómeno esté en regresión. En esta misma línea, Pérez
Guerra, que se refiere a la vocalización como un caso de prestigio encubierto, explica
que, efectivamente, la vocalización cibaeña es un fenómeno estigmatizado pero, a pesar
de ello, no deja de propagarse. La vocalización puede simbolizar masculinidad, rudeza,
energía, fuerza o solidaridad intragrupal entre los hombres. Lo curioso en este caso es que
el fenómeno, que caracteriza fundamentalmente a los individuos de clase trabajadora,
afecta también a grupos que se sitúan más alto en la escala social.
Se ha discutido mucho acerca del origen del fenómeno. De Granda (1994a) ha
tratado de ofrecer nuevos datos sobre la vocalización cibaeña y esclarecer algunos aspectos
sobre su génesis y desarrollo. Se trata de un rasgo que comparte el español de Santo
Domingo con el de Cuba y Puerto Rico, aunque la vitalidad en los tres territorios es muy
distinta. Los primeros testimonios sobre el fenómeno son más o menos próximos: 1820
para Puerto Rico, 1821 para Santo Domingo y 1836 para Cuba, lo que invita a pensar que
la vocalización debió ser más o menos simultánea en los tres países en el siglo XVIII. En
los tres países el fenómeno pervive con más o menos vitalidad todavía en el siglo XIX (al
menos por los textos escritos, aunque es probable que ya por entonces la vitalidad no fuera
la misma en las tres zonas). Pero hay diferencias en la organización sociolingüística del
fenómeno en las tres áreas. En Cuba, la desconsonantización de -/l/ y -/r/ va asociada en el
siglo XIX al modo de hablar de los negros curros, un grupo social marginal (dedicado a la
delincuencia) constituido por negros criollos libres de los barrios costeros de la bahía de La
Habana, de Matanzas y de Cárdenas, y que se diferenciaba de los otros afroamericanos por
sus usos, costumbres y atavíos característicos. En Puerto el fenómeno fue asociado a la
población jíbara de los campos de la isla (sobre todo de las zonas central y occidental). En
Santo Domingo ha sido un rasgo popular general en el Cibao (áreas norteñas del país, mal
y escasamente comunicadas con la capital y su zona de influencia).
En Cuba y Puerto Rico el fenómeno comenzó a batirse en retirada en las últimas
décadas del siglo XIX y primeras décadas del XX (por ejemplo, en Puerto Rico Navarro
Tomás apenas observó algunos casos en áreas montañosas, aisladas y marginales entre
1927-1928). En Cuba el fenómeno se mantuvo vigente (aunque de forma minoritaria) en
un área más amplia, ya que aún hoy se conservan algunos restos en zonas rurales del
país, especialmente en la antigua provincia de Oriente). En Santo Domingo mantiene
una gran vitalidad.

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Según de Granda, se han aportado diversas teorías sobre su génesis: influencia
andaluza, del canario, de las lenguas negro-africanas o del taíno. Estas hipótesis han
sido descartadas por de Granda. Por ejemplo, se rechaza la hipótesis andaluza porque no
se trata un rasgo que existe en andaluz actual ni existía en el momento de la conquista.
La hipótesis canaria se rechaza (a pesar de que el autor aporta el testimonio de Catalán
1960 de que en las islas se han oído casos de desconsonantización de estas consonantes
en viejos pescadores de Punta del Hidalgo y Puerto de la Cruz, aparte de que se
conservan también casos en el dialecto canario hablado en Louisiana) por varias
razones: a) en el caso de Cuba, no se ha demostrado que el habla de los negros curros se
haya construido sobre una influencia del modo de hablar de los canarios que llegaron en
los siglos XVII-XVIII; b) en el caso dominicano, las poblaciones donde fueron a vivir
los canarios emigrantes (el suroeste del país) no registran el fenómeno; aparte de eso, la
tesis defendida por algunos de que el prestigio social de los canarios haría que su modo
de hablar sirviera de modelo a imitar por el resto de la población tampoco se sustenta,
ya que los documentos hallados más bien lo que vienen a decir es que los canarios eran
un grupo social compuesto fundamentalmente por individuos labradores, pobres y, en
general, ignorantes. Rechaza también la influencia de las lenguas africanas porque a) las
zonas en donde ha sido documentado el fenómeno en Puerto Rico (zona montañosa
central) y Cuba (oeste y centro) había poca población negra que pudiera tener ese rasgo,
y b) porque las lenguas africanas del oeste y noroeste (las del grupo Níger-Kordofan)
no tienen secuencias fónicas constituidas por vocal media o baja + semivocal.
La explicación alternativa que proporciona de Granda es que el fenómeno es
consecuencia del debilitamiento de las líquidas en posición implosiva (donde en español
los sonidos tienden a debilitarse) por grupos sociales periféricos o marginales. Su mayor
pervivencia en el español dominicano se debe a que el área geográfica donde más se ha
retenido la vocalización es una zona alejada de los centros de influencia desde donde se
difunden las normas prestigiosas de habla.

iv) Aspiración
En los grupos consonánticos /rn/ y /rl/ la consonante vibrante puede aspirarse:
cahne, mihlo.
En el español de América la aspiración ha sido documentada en Puerto Rico
(Navarro Tomás 1948: 87). En la capital las realizaciones aspiradas son raras (0,12%)
(López Morales 1983: 79). También es fenómeno poco frecuente en Cuba (Isbăşescu

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1968: 54, López Morales 1971: 132-133). En la República Dominicana es fenómeno
extendido en todo el país, sobre todo en áreas campesinas (en estos contextos, /rn, rl/, se va
extendiendo la elisión a costa de la aspirada). Jiménez Sabater (1986) no la recoge en la
capital como uno de los tres alófonos básicos (vibrante / fricativa, lateral y elisión)
(Jiménez Sabater 1986).
En Colombia se oye la aspirada en el litoral del Pacífico (Chocó); también se han
recogido testimonios de otros puntos aislados, pero siempre con /r, n/ (Flórez 1951: 202,
204).
En el español peninsular es fenómeno general en Andalucía (Catalán 1960).
En el español canario, según la opinión de Catalán (1964), la aspirada es una
solución innovadora, urbana (Las Palmas y Santa Cruz, aunque se oye también en zonas
arcaizantes de Lanzarote y La Gomera), frente a la conservación. En el norte de Tenerife
los hablantes cultos mantienen la vibrante; el pueblo asimila y aspira. Ahora bien, aunque
es cierto que la aspirada puede escucharse en las dos capitales canarias, en Santa Cruz de
Tenerife es raro escuchar la aspirada en hablantes de nivel cultural medio/clase media o
alta, mientras que en Las Palmas de Gran Canaria (igual que en Arrecife; posiblemente
pase lo mismo en todas las islas de la provincia oriental) no es raro escuchar cahne, ohno a
hablantes de clase/nivel medio.
En Tenerife, en Los Silos se aspira la consonante en el habla popular ante lateral
(Lorenzo Ramos 1976: 72). Trujillo no documenta la aspirada en Masca (1980). Dorta
(1989) sólo registró un caso en La Perdoma.

v) Asimilación
En el español de América la asimilación de -/r/ a una consonante oclusiva siguiente
se produce sobre todo en el área del Caribe (Canfield 1981/1988: 18). Por ejemplo, en la
República Dominicana gordo> goddo, puerco > puekko (fenómeno limitado al E. del país,
una parte del Distrito Nacional y de la provincia de San Cristóbal, al oeste de la capital)
(Jiménez Sabater 1986). Este tipo de asimilación también ha sido documentado en Cuba y
Puerto Rico.
Existen otros tipos de asimilación de -/r/, como la que se produce en los grupos /rn,
rl/ (carne > canne, levarlo > leval-lo) y que parece tener una distribución más amplia en el
español americano: Puerto Rico (Navarro Tomás 1948/1966: 86), Ecuador (en la costa, lo
que lo diferencia de la sierra) (Toscano Mateus 1953: párr. 50-51), Colombia (en el litoral
del Pacífico, donde la asimilación ocurre con frecuencia en el habla rústica y vulgar no

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sólo ante /r, n/, sino también ante otras consonantes) (Flórez 1951: 202-204), etc.
En otras áreas el fenómeno está más limitado. Por ejemplo, en Jalisco puede
asimilarse a la [l] del pronombre (Cárdenas 1967: 40); en Oaxaca la asimilación está muy
extendida en el grupo /rl/ (39%), siendo un fenómeno característico de los hombres,
individuos de baja escolaridad y ancianos (Ávila 1990:67-70).
En el español canario la asimilación en los grupos /rn, rl/ es característica de los
individuos de menos nivel educativo. En general, el fenómeno se produce más en las zonas
rurales que en las zonas urbanas. De hecho, en Las Palmas de Gran Canaria es muy rara (a
pesar de que M. Alvar 1972: 117 habla de su existencia en la capital grancanaria en
personas sin instrucción en el caso de /rn/; Almeida 1990: 98, en cambio, defiende que en
la ciudad la asimilación es rara en los grupos sociales medio y bajo). En Santa Cruz de
Tenerife no se ha recogido en /rn/, y es muy rara en el grupo /rl/ (Almeida 1989b: 86).
Estos datos contradicen la afirmación de Catalán (1960) de que en el norte de Tenerife se
asimila en entre los hablantes no cultos, mientras que en Santa Cruz la asimilación es
normal en la gente culta (Catalán 1960).
Por lo que respecta a las zonas rurales canarias, en Los Silos la asimilación a /l/ es
más frecuente en el nivel medio; también se da en el bajo, pero aquí es más frecuente la
pérdida (Lorenzo Ramos 1976: 72).

vi) Asibilación
/r/ se asibila en posición preconsonántica o final, lo mismo que en el grupo /tr/
(Canfield 1981/ 1988: 19). No obstante, en la distribución geográfica de los fenómenos
sólo se refiere a la asibilación de /rr/ o de /r/ en el grupo /tr/. Resnick (1976) no se refiere a
la asibilación de /r/.
La asibilación de /r/ implosiva (sobre todo ante pausa) es frecuente en Nuevo
México, Costa Rica, Guatemala, Colombia, sierra ecuatoriana, Paraguay, Chile, Argentina
y México (Moreno de Alba 1988: 153-154). También incluye El Salvador (1988: 161). En
México D. F. es fenómeno de implantación reciente, y es más frecuente ente los jóvenes,
en las clases media y alta y en las mujeres (Perissinotto 1972), lo que sugiere que se trata
de un fenómeno prestigioso. En el resto del país es menos frecuente que en la capital, y
predomina en hablantes semicultos, en la generación intermedia y en las mujeres (Moreno
de Alba 1972). En algunas zonas el fenómeno se ve sometido a determinadas restricciones.
Así, en Jalisco se asibila la [-r] infinitiva seguida de [s], y también cuando aparece en
posición final absoluta (Cárdenas 967: 40-41).

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El fenómeno ha sido registrado en Bogotá en el habla semiculta; en el discurso
familiar rápido se produce la asibilación ante [s] (Flórez 1951: 200-201);

vii) Asibilación en el grupo /tr/


Este fenómeno ha sido registrado en Nuevo México, esporádicamente en México,
Guatemala, Costa Rica, cordillera oriental de Colombia (se halla en retroceso en Bogotá,
según Montes Giraldo 1983), parte montañosa de Ecuador y Bolivia (en el este del país),
sur de Perú, Paraguay, interior (centro, norte y oeste) de Argentina, Chile (Canfield
1981/1988: 25, Alonso 1976, Cárdenas 1958, ambos citados en Fontanella de Weinberg
1992: 141), Costa Rica, Guatemala, parte de las tierras altas colombianas, sur de Perú,
Chile, centro, norte y oeste de Argentina,.
En la Península se documenta en La Rioja, Navarra y País Vasco (Fontanella de
Weinberg 1992: 140)

viii) [rr]
En México el fenómeno ha sido registrado en Oaxaca, donde se produce en
posición implosiva, alternando con la vibrante y la fricativa; también se escucha en
conversación enfática (Garza Cuarón 1987: 48);

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2. El segmento fónico /rr/
En el castellano estándar presenta una realización alveolar vibrante múltiple, que
puede oscilar normalmente entre dos y tres vibraciones, dependiendo del entorno fónico y
del énfasis de habla. En pronunciación rápida y relajada puede escucharse fricativa, sobre
todo tras [s] (donde puede perderse [s] y aumentar, hasta cinco o seis, las vibraciones de
[rr]). Esta variante fricativa no es normal en la lengua culta (Navarro Tomás 1974: 121-
124. En los dialectos del español se han documentado otros tipos de variante:

i) Fricativa
En el español de América la variante continua de /rr/ ha sido anotada en México.
En este país, prácticamente todos los testimonios refrendan que la variante más frecuente
es la alveolar, seguida por la fricativa. Ha sido documentada en Oaxaca (Garza Cuarón
1987: 47), Valladolid (donde es más frecuente en individuos de edad avanzada, lo que
indica que está sometida a un cambio que se hala en regresión; no hay diferencias
socioculturales o de sexo (García Fajardo 1984: 71-72) o Tamazunchale (Ávila 1990: 70).
En Puerto Rico (18%), una variante que se puede escuchar en todos los grupos
sociales (Navarro Tomás 1948/ 1966: 89-94). Frente a esta tesis, investigadores como
Matluck (1961) defienden que esta es la variante mayoritaria en la isla. Para de Granda
(1968: 186), la fricativa (y la alveolar) han ido perdiendo terreno ante la variante velar.
En Bogotá parece tratarse de un fenómeno que retrocede, ya que abunda más en
hablantes de más edad y menos en los jóvenes; aumenta también en el nivel bajo (Montes
Giraldo 1985).
En el español canario se ha registrado una variante continua (no vibrante) de /rr/
que no llega a ser fricativa (más bien sería aproximante). De hecho, se trata de una variante
bastante frecuente, tanto en zonas rurales como urbanas: 44% en las primeras, el mismo
porcentaje en Las Palmas y 58% en Santa Cruz de Tenerife (Almeida y Díaz Alayón 1989:
77-80, Almeida 1989a: 65, 1989b: 93-95, 1990: 99-101). Esta distribución, y el hecho de
que la variación social no siga un patrón constante en todas las comunidades estudiadas,
sugiere que se trata de un simple fenómeno articulatorio, sin implicaciones sociales
manifiestas ni, aparentemente, encubiertas.

ii) /rr/ asibilada


La asibilación de /rr/ puede considerarse un proceso más avanzado que la fricción
(Toscano Mateus 1953: párr. 52).

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En el español de América la asibilación es más corriente en regiones menos
accesibles, lo que indica que pudo tratarse de un rasgo del español de los siglos XVI y
XVII (Canfield 1981/ 1988: 19-20). En México D. F. el fenómeno es más persistente en
las mujeres y en individuos de clase media (Perissinotto 1972), unas características que
pueden trasladarse al resto del país (Moreno de Alba 1972, 1988: 154). Garza Cuarón
(1987: 48) observa que en Oaxaca sólo asibiló una mujer de nivel cultural alto, tal vez por
influencia de la norma culta de la capital, donde la asibilación es frecuente. También ha
sido registrada en Valladolid (aunque con frecuencias menores del 10%) (García Fajardo
1984: 73).
En Ecuador la asibilación ha sido documentada en Quito y La Sierra. A diferencia
de lo que parece ocurrir en México, el fenómeno no tiene prestigio social (Toscano Mateus
1953: párr. 52).
En Bogotá es un proceso frecuente, siendo más extraño en el resto del país (Flórez
1951: 232-234). Desde el punto de vista social, aparece más en el discurso de los hablantes
de más edad; en cambio, no aparece en jóvenes cultos. Posiblemente se trate de un
fenómeno en retirada (Montes Giraldo 1985).
El fenómeno es común en otras regiones, como Nuevo México, Guatemala, Costa
Rica, zonas montañosas de Ecuador y Bolivia, Chile, oeste y norte de Argentina y
Paraguay (Canfield 1981/ 1988: 19-20).

iii) /rr/ velar


En el español de América la velarización de /rr/ ha sido registrada en buena parte
de Puerto Rico, península oriental de la República Dominicana y, ocasionalmente, en la
costa norte de Colombia (Canfield 1981/ 1988: 25).
En Puerto Rico el fenómeno se registra en todos los grupos sociales, si bien es
tenido por gente de cultura inferior. Puede tratarse de un fenómeno que se produce por
influencia negra (Navarro Tomás 1948/ 1966: 89-94). López Morales (1983: 139-146)
aporta un 14% de velarizaciones en San Juan, e indica que el fenómeno es más frecuente
en los hombres y los dos grupos de edad más viejos (lo que indica que se trata de un
cambio en retirada). También abunda más en individuos de nivel sociocultural medio-bajo
(seguido del bajo). En la capital existe la creencia de que se trata de un fenómeno propio
de gente de nivel cultural bajo. Se trata, asimismo, de un fenómeno de origen rural.
En Colombia se considera que se trata de un fenómeno individual e inestable, más
bien raro (Flórez 1951: 233-234).

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
de Granda, Germán. 1979. Factores determinantes de la preservación del fonema /ll/ en el español del
Paraguay. Lingüística Española Actual I: 403-412.
De Granda, Germán. 1994a. Reexamen de un problema de la Dialectología del Caribe hispánico. El origen de
la «vocalización cibaeña» en su contexto antillano. En G. de Granda Español de América, español
de África y hablas criollas hispánicas. Cambios, contactos y contextos. Madrid: Gredos. 133-153.
Pérez Guerra, Irene. 1991. Un caso de ‘prestigio encubierto’ en el español dominicano: la vocalización
cibaeña. En C. Hernández, G. Granda, C. Hoyos, V. Fernández, D. Dietrick y Y. Carballera, eds., El
español de América. Valladolid: Junta de Castilla y León. 1185-1191.

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