Está en la página 1de 22

Tema 3. Nivel segmental. La variación de timbre en las vocales del español.

La tesis de
Navarro Tomás. Los estudios dialectales sobre el timbre vocálico: análisis articulatorios
y acústicos. Neutralización de vocales átonas. Debilitamiento del vocalismo átono: las
vocales caedizas. Encuentro de vocales. El carácter distintivo del timbre vocálico.

LA VARIACIÓN DE TIMBRE EN LAS VOCALES DEL ESPAÑOL

I. Descripción articulatoria
1. El timbre vocálico en la variedad estándar
El sistema vocálico del español se caracteriza por una gran simplicidad. Los rasgos
articulatorios que definen a las vocales del español son, fundamentalmente, la altura de la
lengua y su adelantamiento o retracción, actuando con carácter redundante el
redondeamiento labial. En la terminología estructural, según el grado de abertura las
vocales españolas se pueden clasificar en tres grupos: i) abertura máxima, abertura media y
abertura mínima (o vocales abiertas, medias y cerradas), que se corresponden,
respectivamente, con /a/, /e, o/ e /i, u/. Según su localización las vocales pueden ser
anteriores, medias y posteriores, localizaciones que corresponden a /i, e/, /a/ y /o, u/,
respectivamente. El redondeamiento labial que caracteriza a las vocales posteriores tiene
carácter fonético, no fonológico. De ese modo, cada vocal quedaría caracterizada por los
siguientes rasgos distintivos:

/a/: [abertura máxima] (o [central])


/e/: [anterior], [abertura media]
/i/: [anterior], [abertura mínima]
/o/: [posterior], [abertura media]
/u/: [posterior], [abertura mínima]

En este caso, no parece necesario poner ningún valor [+] o [-] a cada rasgo.
En la teoría generativa los rasgos que caracterizan a las vocales son los siguientes:

Tabla 1. Rasgos fonéticos de las vocales del español


VOCALES a e i o u
RASGOS
alto (-) - + - +
bajo + - - - -
posterior [+] - - + +
redondeado* - - - + +
* Rasgo redundante
En el caso de /a/, [-alto] se puede considerar redundante. El rasgo [+ posterior] es discutible.

1
Se observa que este sistema de representación es mucho más económico que el
propuesto por los estructuralistas, ya que con solo tres rasgos (‘alto’, ‘bajo’ y ‘posterior’)
podemos identificar a todas las vocales del español, mientras que en la propuesta
estructuralista se necesitaban cinco rasgos para llegar al mismo fin (‘abertura máxima’,
‘abertura media’, ‘abertura mínima’, ‘anterior’ y ‘posterior’). En este caso, el rasgo
[posterior] podría considerarse redundante para el caso de /a/ (incluso, es más que
discutible que /a/ pueda ser definido como [+ posterior]), mientras que el rasgo
[redondeado] sería redundante para todas las vocales. De ese modo, podemos establecer la
siguiente clasificación de las vocales solo a partir de los RD:

/a/: [+ bajo]
/e/: [- alto], [- posterior]
/i/: [+ alto], [- posterior]
/o/: [- alto], [+ posterior]
/u/: [+ alto], [+ posterior]

En la modalidad castellana descrita por Navarro Tomás (1974a: 41-63), las vocales
sufren variaciones de timbre regulares y más o menos constantes dependiendo de
determinados entornos fónicos. Estos contextos influyen de distinto modo para cada vocal
o grupo de vocales. De ese modo, /a/ llega a resultar palatalizada cuando va seguida de
consonante palatal o aparece en el diptongo /ai/. Resulta velar, en cambio, ante [x] y vocal
posterior o trabada por [l]; menos perceptible resulta la velarización ante [g] siguiente:
hago. Las restantes vocales resultan, en general, abiertas cuando van en contacto con [rr],
ante [x] y en sílaba trabada (con la excepción de /e/, que se cierra cuando va trabada por
[m, n, s, θ, d]). Las vocales medias también pueden llegar a ser abiertas en los diptongos
/ei, oi/, y /o/, además, en los casos en que es tónica y va precedida por [a] y seguida de [r, l]
(como en ahora).
/e/ puede resultar cerrada, además de en los casos mencionados, cuando va seguida
de consonante palatal, y /o/ cuando es tónica (con acento principal o secundario) o cuando
va en posición final de palabra seguida de [u].
Las vocales debilitadas se dividen en dos grandes grupos: /e, o/ tienden al cierre,
mientras que /i, u/ tienden a la abertura.
Sobre esta tesis de Navarro Tomás, ampliamente difundida en los manuales de
Fonética y Fonología del español, en clases de estas materias, etc., hay que hacer dos
precisiones. En primer lugar, hay que tener en cuenta que este investigador está
describiendo, como él mismo afirma, la pronunciación correcta del español. A este

2
respecto escribe lo siguiente: “Señálase como norma general de buena pronunciación, la
que se usa corrientemente en Castilla en la conversación de las personas ilustradas, por
ser la que más se aproxima a la escritura; su uso, sin embargo, no se reduce a esta sola
región, sino que, recomendada por las personas doctas, difundida por las escuelas y
cultivada artísticamente en la escena, en la tribuna y en la cátedra, se extiende más o
menos por las demás regiones de lengua española. Siendo fundamentalmente castellana,
la pronunciación correcta rechaza todo vulgarismo provinciano y toda forma local
madrileña, burgalesa, toledana, etc.; y siendo culta, rechaza asimismo los escrúpulos de
aquellas personas que, influidas por prejuicios etimológicos y ortográficas, se esfuerzan
en depurar su dicción con rectificaciones más o menos pedantes. Esta pronunciación,
pues, castellana sin vulgarismo y culta sin afectación, estudiada especialmente en el
ambiente universitario madrileño, es la que en el presente libro se pretende describir”
(Navarro Tomás 1974: 8). Por tanto, para Navarro Tomás, los hablantes cultos de
cualquier región del país tomarían como referencia la pronunciación castellana culta a la
hora de articular las vocales. Y es cierto que la modalidad castellana estándar posee un
prestigio ligado a determinados valores culturales (la literatura, por ejemplo), al ascenso
social, a la preparación intelectual, etc. La Sociolingüística y la Dialectología han
dejado abundantes testimonios sobre el efecto que la modalidad estándar tiene sobre los
hablantes de otras variedades regionales. Sin embargo, también es cierto que hablantes
cultos de las regiones no castellanas prefieran hablar en la modalidad culta regional y no
en el estándar culto por razones de identidad regional o local, o sencillamente porque no
quieren aparecer vinculados a la norma castellana estándar. Ya se comentará más
ampliamente esta cuestión en el capítulo de actitudes.
En segundo lugar, hay que advertir que la primera versión del Manual se publicó
en la primera mitad del siglo XX, y es probable que en el tiempo transcurrido desde
entonces se hayan producido algunos cambios en la norma vocálica descrita.
A pesar de estas dos objeciones, las observaciones de Navarro Tomás para el
castellano se han transformado en la referencia más próxima de los investigadores en el
estudio dialectal de las vocales. Este asunto se vuelve más problemático cuando se olvida
que Navarro Tomás se refería fundamentalmente a la pronunciación de hablantes cultos.
En los estudios de los dialectos hispánicos las variaciones de timbre que siguen el patrón
descrito por Navarro Tomás para la modalidad regional castellana se han observado en
hablantes de cualquier nivel social de cualquier dialecto, sea del español europeo, sea del
español americano. Salvador (1965) ha llamado la atención sobre este hecho, y ha escrito

3
al respecto que las observaciones de Navarro Tomás, de tan perfectas y modélicas, se han
transformado para los investigadores de las hablas vivas en una red en la que han quedado
aprisionados y de la que les resulta difícil salir.

2. El timbre vocálico en los dialectos


Cuando se analiza la variación de timbre vocálico en los dialectos hispánicos se
observa que el efecto de los factores descritos por Navarro Tomás para el castellano
estándar tiene más bien un carácter variable. Por un lado, muchos estudios han observado
que los factores que condicionan la variación de timbre en estos dialectos son más o menos
los mismos que los que se acaban de describir para el castellano. Pero también se han
observado otros comportamientos, como el hecho de que esta variación no sea sistemática,
sino libre, y la existencia de otros factores, aparte de los señalados por Navarro Tomás, que
pueden condicionar el timbre vocálico.
En efecto, tal y como ha sido descrito para la variedad estándar, en no pocos
dialectos se ha observado que algunos de los factores mencionados por Navarro Tomás
pueden provocar variaciones de timbre vocálico en la misma dirección que en el castellano
estándar. Así, por ejemplo, en las ciudades americanas de Guanajuato (México) o Bogotá
la /a/ puede realizarse palatal seguida de vocal palatal (Boyd-Bowman 1960: 31, Flórez
1951: 33-34), lo mismo que en Jaén (Moya Corral 1979: 25-26), mientras que en Oaxaca
(México) /a/ se palataliza cuando va seguida de consonante palatal (Garza Cuarón 1987:
34). En Canarias, se ha mencionado que la palatalización de /a/ se puede producir cuando
la consonante se halla en contacto con un sonido palatal, y así ha sido descrito en
localidades tinerfeñas como Los Silos o Masca (Lorenzo Ramos 1976: 32-34, Trujillo
1980: 47-48), y en zonas rurales y urbanas de Gran Canaria (Almeida 1989a: 25-26,
Almeida 1990: 18-20, Alvar 1972: 66-67). Por lo que respecta a la realización velar de /a/,
ha sido documentada, más o menos en los mismos contextos descritos por Navarro Tomás
para el castellano, en las ciudades mejicanas de Guanajuato (México) y Tamazunchale
(Boyd-Bowman 1960: 31, Ávila 1990: 44). En Valladolid (México) la velarización se
produce cuando la vocal se encuentra en contacto con una consonante velar (García
Fajardo 1984: 29); en Oaxaca, ante [x] y trabada por [l] (Garza Cuarón 1987: 34), etc. En
dialectos peninsulares, la velarización se produce o bien en los mismos contextos
señalados por Navarro Tomás (como describe Salvador 1957: 173-175 para Cúllar-Baza,
Granada), o bien en algunos, como en los casos en que la vocal va seguida de [x] o vocal
velar (como ocurre en Jaén; véase Moya Corral 1979: 26, Becerra Hidalgo y Vargas

4
Labella 1986: 14). En Canarias, la velarización de /a/ ha sido documentada en algunos de
los contextos descritos por Navarro Tomás en Gran Canaria (Almeida 1989a: 25-26,
Almeida 1990: 21), Tenerife (Almeida 1989b: 16, M. Alvar 1959: 15-16, Dorta y Herrera
1989: 21, Lorenzo Ramos 1976: 34, Trujillo 1980: 47), Playa de Santiago (La Gomera) (C.
Alvar 1975: 14), etc.
Observaciones semejantes pueden hacerse para el resto del vocalismo. Así, por lo
que respecta a /e, o/, en el español de América los factores que provocan su abertura son
más o menos los mismos que los señalados por Navarro Tomás. Por ejemplo, la [rr]
provoca la abertura de /e/ en Bogotá (Flórez 1950: 31, 36) y en las ciudades mejicanas de
Oaxaca, Jalisco, Tamazunchale y Valladolid (Garza Cuarón 1987: 33, Cárdenas 1967: 7-9,
Avila 1990: 43, García Fajardo 1984: 25-26). En estas ciudades mejicanas /e/ se abre
también trabada por [r] y otras consonantes. En Canarias, el contacto con [rr], el carácter
trabado de la vocal son dos contextos que pueden provocar la abertura de /e/ y el contexto
/ei/ en diferentes comunidades: Santa Cruz de Tenerife (Almeida 1989b: 18-19), Los Silos
(Lorenzo Ramos 1976: 35) y Masca (Trujillo 1980: 49-50) (Trujillo 1980: 49-50) en
Tenerife, Playa de Santiago (La Gomera) (C. Alvar 1975:15), zonas rurales de Gran
Canaria (Almeida 1989a: 28-30), etc.
También en el caso de las vocales cerradas /i, u/ se encuentran grandes semejanzas
entre la descripción dialectal y la del castellano. Por ejemplo, la abertura de /i, u/ se
produce prácticamente en los mismos contextos que los señalados para el castellano en el
español de América: Cuba (Isbăsescu 1968: 30, 46-47), en las ciudades mejicanas de
Guanajuato (Boyd-Bowman 1960: 32), Jalisco (Cárdenas 1967: 12-13) y Oaxaca (Garza
Cuarón 1987: 33), en Puerto Rico (Navarro Tomás 1966: 46-47), etc. En Canarias, en
cambio, el efecto de tales factores sobre la abertura de las vocales cerradas es más
irregular; véase, al respecto, Trujillo (1980: 52) para Masca, Almeida (1989a: 30) para el
habla rural grancanaria, o Almeida (1989b: 22 y 1990: 32) para las dos capitales canarias.
Junto a estos casos (y otros que se podrían mencionar) de modificación del timbre
vocálico en función de los mismos (en todo o en parte) factores identificados por Navarro
Tomás para el castellano estándar, los investigadores han comprobado que en estos
mismos contextos las vocales pueden articularse con timbre medio. Por ejemplo, Cárdenas
(1967: 10-12) observa que en Jalisco /o/ alterna entre variantes abiertas y medias en los
contextos fónicos en que en castellano estándar se producen variantes abiertas (la única
excepción está representada por [rr], que suele provocar el timbre abierto de la vocal).
Oroz (1966: 55-60) observa que en Chile /e/ tónica puede resultar abierta o cerrada cuando

5
va trabada por [r, l] o en contacto con [rr]. También en el español hablado en Canarias se
ha observado que en algunos de los contextos modificadores del timbre señalados por
Navarro Tomás el timbre de la vocal se percibe como medio o cerrado. Por ejemplo, en
zonas rurales de Canarias la terminación –es > -eh puede registrar realizaciones abiertas,
medias y cerradas de la vocal (Almeida (Almeida 1989a: 28-30).
En otros casos se han descrito factores diferentes de los observados por Navarro
Tomás. Por ejemplo, en Canarias se ha observado que el simple contacto con la aspirada
[h] (y no solo el hecho de estar trabada) puede provocar la abertura de la vocal media o
cerrada (Alvar 1959: 16-17 a propósito del español hablado en Tenerife), o que la posición
tónica final de palabra puede provocar la abertura de /e/ en Santa Cruz de Tenerife
(Almeida 1989b: 18-19).
Un fenómeno dialectal que parece provocar modificaciones del timbre vocálico y
que no ha sido mencionado por Navarro Tomás para la modalidad estándar es la metafonía
(o armonía vocálica), que intervendría fundamentalmente en el caso de la variación de
timbre de /a/. En este caso, la presencia de una vocal palatal tónica (/i, e/) puede provocar
la palatalización de /a/: [é, í] …. [ä], de modo que careta > [karetä], visita [bisitä], etc. En
el español canario el fenómeno ha sido descrito en varias comunidades, sobre todo cuando
/a/ queda final absoluta. M. Alvar la registra en La Graciosa (1965) y Las Palmas de Gran
Canaria (1972: 66-67), donde el fenómeno llega a afectar a la vocal de los plurales: /as/ >
[ä]. Lorenzo Ramos (1976: 32-34) lo documenta en Los Silos, Trujillo (1980: 47-48) en
Masca, Dorta y Herrera (1989: 18) en el S. W. de Tenerife, Almeida (1989a: 25-26) en
zonas rurales de Gran Canaria, aunque con distinta incidencia entre las diferentes
localidades estudiadas (por ejemplo, en Artenara, Guía y Mogán los fenómenos de
armonía fueron esporádicos). Las dos capitales canarias también registran este fenómeno
(Almeida 1989b: 14, 1990: 20). C. Alvar (1975: 14-15) lo ha documentado en Playa de
Santiago (La Gomera), donde su incidencia es baja.
Junto a estos casos de metafonía que afectan a la vocal más abierta, algunos
estudios han señalado otros menos frecuentes de metafonía. Me refiero fundamentalmente
a los casos de [í] … [e] > [í] … [ẹ], registrados en Los Silos (Lorenzo Ramos 1976: 35),
sobre todo en los niveles popular y medio, y en el S. W. de Tenerife (Dorta y Herrera
1989: 24).
Frente a estas situaciones descritas, algunos autores se han mostrado remisos a
hablar de variantes palatales o velares de /a/, o de variantes abiertas y cerradas de las
demás vocales, indicando que lo normal en algunas comunidades es el timbre medio de las

6
vocales. Cárdenas (1967: 15) hace esta observación para el español de Jalisco (México) y
para el de Chile, Argentina y Colombia. Y Almeida (1990), en un estudio articulatorio de
las vocales en el español canario, observa que las variaciones de timbre vocálico
constituyen la excepción más que la regla. Por ejemplo, las variantes palatales de /a/ solo
alcanzaron el 4,1% en Las Palmas de Gran Canaria, el 3,2% en Santa Cruz de Tenerife y el
1,7% en el resto de zonas rurales del Archipiélago, mientras que las variantes velares
representaron el 3,5%, 1,4% y 14%, respectivamente. Por lo que respecta a las variantes
abiertas de /e/, se sitúan en 4,9% en la capital grancanaria, el 3% en la capital tinerfeña y el
3,4% en zonas rurales, mientras que las variantes cerradas representan el 3,4%, 1,7% y
2,8%, respectivamente. Los únicos valores que destacan un poco sobre el resto son las
variantes cerradas de /o/: 9%, 7,5% y 8,7%, respectivamente, en cada una de las tres zonas
descritas (Almeida 1990: 80).
Como conclusión de todo lo dicho parece relevante aportar la tesis de Zamora
Munné y Guitart (1982: 132): “Es muy posible que el grado de abertura vocálica sea de
carácter variable y que en el mismo contexto se den variantes abiertas y cerradas”.

II. Descripción acústica


Desde el punto de vista acústico existe un patrón espectral que caracteriza a cada
una de las vocales. Así, el F1 se localiza a frecuencias más bajas en las vocales altas,
aumentando sus valores según desciende el cuerpo de la lengua. El F2, en cambio, es más
bajo en las vocales posteriores que en las anteriores.

1. El español estándar
Los análisis acústicos realizados en el español peninsular no verifican plenamente
las aserciones de Navarro Tomás. Los datos son, asimismo, no coincidentes del todo entre
unos investigadores y otros, debido tal vez al distinto procedimiento seguido en tales
análisis (contextos perfectamente delimitados o sin delimitar). Por ejemplo, Monroy Casas
(1980) observa que el acento es un factor poco relevante en la variación de timbre, pues los
patrones espectrales de tónicas y átonas son casi coincidentes. /i, u/ registran siempre una
articulación cerrada y /a/ una articulación media. Del mismo modo, /e, o/ no experimentan
ningún tipo de variación en los contextos descritos por Navarro Tomás.
Álvarez González (1981) señala al acento y la localización en la palabra, junto al
contexto fónico, como los factores determinantes de la variación vocálica. Con relación a
los dos primeros, las vocales tienden a la abertura si son tónicas y al cierre si son átonas.

7
Con respecto al contexto (sólo se aportan los datos del F1, responsable de la abertura), /i/
resulta más abierta en contacto con /rr/ y en los diptongos /ai, ei/. /e/ presenta las
realizaciones más abiertas seguida de [g, x] y las más cerradas seguida de [s, k]. /a/ es más
abierta precedida de [m, n, p, b] y seguida de [n, l, rr]; resulta, en cambio, más cerrada si le
precede [i]. /o/ es más abierta seguida por [n], mientras que /u/ es más cerrada si es
semiconsonante inicial de sílaba y más abierta si es semivocal.
El efecto de la estructura silábica (libre/ trabada) no fue determinante de la
variación de timbre.
Quilis y Esgueva (1983) analizan la influencia del acento en la variación de timbre
y encuentran que ésta es irrelevante.
Martínez Celdrán (1984: 294-301) ha planteado que la distinción entre vocales
abiertas y cerradas según contextos fijos le parece injustificada. Así comprueba que los
casos de /e/ abierta coincidentes con los de Navarro Tomás fue del 59% y en los casos de
/e/ cerrada del 70%. Para /o/, el margen de coincidencia para ambas variantes ha sido del
52-56%. Por lo que respecta al papel del acento, las vocales átonas resultaron, en general,
más abiertas y centralizadas que las tónicas. A su juicio, la variación de timbre en las
vocales españolas no depende tanto del contexto fónico como de las circunstancias de
habla.

2. El español dialectal

En otros dialectos se han llevado a cabo también estudios acústicos sobre el timbre
de las vocales. En el español de América Cárdenas (1960) analiza a dos informantes
sudamericanos (uno mejicano y otro colombiano) y comprueba que los factores descritos
por Navarro Tomás no se cumplen en las realizaciones vocálicas de aquéllos.
Guirao y Borzone de Manrique (1979), con muestras del español de Buenos Aires,
concluyen que en estructuras CV las desviaciones frecuenciales de los formantes son más
altas en el contexto dental y en las vocales cerradas. En estructuras silábicas CVC los
cambios fueron más pronunciados.
Cepeda et alii (1988: 101-110) analizan /e/ en Valdivia (Chile) y encuentran que el
cierre máximo se produce en posición final de sílaba libre tónica y en los casos en que va
precedida por consonante velar sorda.
Almeida (1990) comprueba que las vocales canarias no sufren modificaciones de
abertura bajo el efecto del acento o de la estructura silábica. Lo más digno de destacar es
que /a, e/ resultan más cerradas y adelantadas en contacto con palatal, /o/ es más

8
centralizada si aparece precedida de dental o seguida de alveolar (en este último caso
resulta también más abierta); /u/, en fin, resulta más cerrada seguida de velar.

9
MUTACIONES VOCÁLICAS

En el vocalismo átono existen casos extremos de cambios como los siguientes: /a/
> [e], /e/ > [i] y /o/ > [u]. En los tres casos se produce el cierre de la vocal. En otros casos
se produce el proceso contrario: la abertura de las vocales medias y cerradas, como en /e/ >
[a], /i/ > [e] y /u/ > [o]. Existen otros cambios vocálicos menos frecuentes: /a/ > [o], [i]; /o/
> [a], [e], etc.
Veamos algunos ejemplos de estos tipos de cambio.
1. Cierre de /a, e, i/
/a/ > /e/: resimo 'racimo', ehtilla 'astilla', entojo 'antojo', albeaca 'albahaca',
sentiguado 'santiguado', embolansia 'ambulancia'.
/e/ > [i]: loh tomatih 'los tomates', ponin 'ponen', nubih 'nubes' vesi vieni 'veces
viene', virí 'beril', diriva 'deriva', ihtierco 'estiércol', intirrumpe 'interrumpe'.
/o/ > [u]: tubiyo 'tobillo, curtiho 'cortijo', muru 'muro', meyisu 'mellizo', tubiyo
'tobillo'.
2. Procesos opuestos son los siguientes:
/e/ > /a/: maseta 'meseta', antonseh 'entonces'.
/i/ > [e]: má fásel 'más fácil', grateh 'gratis', case 'casi', dehtingue 'distingue',
dehcontinua 'discontinua', antecrihto 'anticristo', endividuoh 'individuos', emita 'imita'.
/u/ > [o]: Corpoh 'Corpus', Veno 'Venus', romea 'rumia', cortiva 'cultiva', hoventú
'juventud'.
3. Otro tipo de procesos
/a/ > [o]: ojolá 'ajolá'.
/a/ > [i]: imbolansia 'ambulancia'.
/o/ > [a]: valume 'volumen', aldeñando 'ordeñando'.
/o/ > [e]: ehcurita 'oscurita'.
(Fuentes: Almeida y Díaz Alayón, El español de Canarias, 1989: 29-30, Lorenzo
Ramos, El habla de Los Silos, 1976: 39-41).

Algunos de estos procesos se pueden explicar por distintas razones: asimilación


(Corpoh), disimilación (cortiva, ojolá), confusión de prefijos (antecrihto), confusión de
palabras (hoventú-joven), etc.

10
DEBILITAMIENTO Y ENSORDECIMIENTO DE VOCALES

Las vocales átonas pueden resultar debilitadas en cualquier modalidad del español,
sobre todo en el discurso coloquial. Un estadio final del proceso de debilitamiento es el
ensordecimiento y / o pérdida total de la vocal, que llega a dejar de percibirse y que en su
caída puede acarrear también la de la consonante silábica. El fenómeno puede producirse
en cualquier lugar de la palabra, pero afecta sobre todo a la posición final de significante,
principalmente en posición prepausal.
Para Lorenzo Ramos (1976: 38) el fenómeno se debe a que la concentración de la
energía articulatoria se lleva a cabo fundamentalmente en la sílaba tónica. Desde ahí y
hasta el final de la palabra se produciría un paulatino descenso de la intensidad, de modo
que al final de la misma los articuladores adoptarían la disposición del sonido que va a
emitirse, pero falta la suficiente energía en la corriente de aire a fin de que el sonido llegue
a ser percibido.
Para Malmberg (1971: 436- 437) la causa del ensordecimiento vocálico se debería
a que el elemento portador de información sería la consonante, no la vocal. No obstante,
hay que tener en cuenta que en español en los finales de palabra la vocal es altamente
informativa, ya que puede actuar como diferenciador de género o de modo y tiempo
verbales. Por otro lado, no conviene olvidar que ocasionalmente desaparece también la
consonante.
En otras lenguas, como el inglés, la pérdida de vocales (y también de consonantes)
puede estar relacionada con factores rítmicos (isocronía). No parece ser éste el caso del
español.
En muchos trabajos dialectales se ha dado cuenta del fenómeno de pérdida de
vocales átonas, si bien el caso que más ha llamado la atención ha sido el del español
mexicano. Para Lope Blanch (1963: 7-19) el debilitamiento y pérdida de vocales, que se
incrementa en posición final prepausal, no tiene que ver con el acento, sino con el entorno
consonántico. De ese modo, el debilitamiento y pérdida vienen propiciados por las
oclusivas sordas en combinación con [s], pero sobre todo por la combinación [s _ s]. Entre
las consonantes sonoras el fenómeno resulta favorecido por la consonante dental, seguido
por las nasales y, finalmente, [y] y [r]. La vocal que con más frecuencia desaparece es /e/,
mientras que /a/ es la más resistente. Para Lope Blanch el fenómeno no es exclusivo de la
altiplanicie mejicana, pues también se produce en Perú, Bolivia, El Salvador, El Ecuador,
Colombia y Argentina.

11
En México, el fenómeno de las vocales caídas se ha registrado en diferentes
lugares. En Guanajuato (Boyd-Bowman 1960: 35-36) se produce en el habla rápida, sobre
todo entre [s] y consonante sorda, ante [-s] implosiva, ante nasal o [l]. /a/ es más resistente.
En Jalisco (Cárdenas 1967: 17), ante vocal final precedida de consonante sorda. En
Valladolid (Yucatán) (García Fajardo 1984: 23-25) es poco frecuente (entre el 10-13%
como cifra más alta). Afecta más a /o/, seguida de /e/ y /a/; a las otras vocales afecta
menos. Se produce en los mismos contextos señalados para Jalisco (es muy rara en
posición no final). No se produce nunca en el nivel sociocultural alto, lo hace un 25% en el
bajo y un 16% en el medio. En Oaxaca (Garza Cuarón 1987: 36-38) afecta más a /e, o/,
menos a /a/ y casi nada al resto. El fenómeno se produce sobre todo en posición final de
palabra (prepausal o no) y en contacto con consonantes sordas y sonoras (sobre todo [d])
en combinación con [s]. También ha sido registrado este fenómeno en Tamazunchale
(Avila 1990: 44-48). El hecho de que se produzca en este lugar (a 150 ms. sobre el nivel
del mar) demuestra que no es fenómeno propio de la altiplanicie mejicana. Se registra
sobre todo cuando una vocal queda entre dos [s] o en la combinación oclusiva dental/ velar
sordas + V + [s]. El ensordecimiento afecta más a los dos grupos de menor escolaridad
(50-51%) y menos al de mayor escolaridad (31%). Los hombres ensordecen más que las
mujeres (48% vs. 40%), no registrándose diferencias de edad.
El fenómeno se ha documentado en otros países hispanoamericanos: Chile (Lenz
1940: 169); Colombia (Flórez 1951: 35-36, 1964), sobre todo en sílaba final ante pausa en
el habla culta informal; Cuba (Isbasescu 1968: 26, Haden y Matluck 1977), donde el
fenómeno se produce más en posición final absoluta y en el habla rápida y familiar; en
Puerto Rico (Navarro Tomás 1966: 50-52), donde el ensordecimiento, que puede afectar a
toda la sílaba final, viene favorecido por el tono bajo de la frase y por la presencia de
consonante sorda (sobre todo /ch/) ante la vocal.
En el español de Canarias el ensordecimiento de vocales átonas ha sido registrado
en el habla de Los Silos (Lorenzo Ramos 1976: 38). El fenómeno ha sido relacionado con
el alargamiento de la última tónica de grupo fónico y con el descenso rápido del tono.
Puede producirse tras consonante sorda o sonora (a diferencia de México y otras zonas,
actúan más factores prosódicos que de contexto consonántico) y afectar a toda la sílaba
final. Se ha observado también en el habla rural grancanaria (Almeida 1989a: 40-41),
sobre todo en Mogán, con las mismas características observadas para Los Silos. En Santa
Cruz de Tenerife (Almeida 1989b: 25-26) es un fenómeno extraño (0.6%), y se da sobre
todo en posición final absoluta y menos en posición interior. Tras consonante sonora se

12
produce más que tras consonante sorda, siendo más frecuente tras oclusiva dental y menos
tras /rr, f/. Siendo más laxas las consonantes sonoras que las sordas, es más esperable el
ensordecimiento en dichos contextos. Ensordecen más los individuos con estudios medios,
los jóvenes y los hombres. En Las Palmas de Gran Canaria (Almeida 1990: 36-39) el
ensordecimiento es muy raro (2.5%) y afecta más a la posición final de significante, pero
es menos frecuente en posición final absoluta que no absoluta, lo que no apoya la
interpretación de Lorenzo Ramos. Se produce en los mismos contextos señalados para
Santa Cruz de Tenerife (si bien a los contextos dentales habría que añadir [n]). Existen
diferencias en la aplicación de los contextos según las variables sociales (por ejemplo, los
jóvenes y los viejos ensordecen más en posición final absoluta y la generación intermedia
en posición final no absoluta. En el S. W. de Tenerife (Dorta y Herrera 1989: 60-63) el
ensordecimiento es más frecuente en posición final de palabra (70%), pero también inicial
(23%) e interior (4%). En posición final se da más tras consonante sonora que tras
consonante sorda, y es más frecuente en posición no prepausal.
La elisión es más frecuente en posición inicial de palabra, seguida de la final e
interior. En posición final, la elisión se produce sobre todo cuando sigue otra vocal: por
fonética sintáctica una desaparece. El ensordecimiento es más frecuente en la última
generación y la elisión en las dos primeras.

13
ENCUENTRO DE VOCALES
I. Diptongos
En los dialectos hispánicos se producen determinados fenómenos que afectan a los
diptongos. Estos son algunos de ellos.
1. Monoptongación
En los estilos más formales de habla se mantienen nítidamente los dos elementos
del diptongo. En el habla más coloquial puede debilitarse uno de ellos, hasta el punto de
que puede resultar una realización monoptongada: aunque > anque, propietario >
propietario. En los numerales no es extraño escuchar sesentidóh, cuarentisinco,
treintisiete, etc.
En palabras que empiezan por /eu/ con frecuencia se elide el primer elemento del
diptongo: eucalipto > ugalito, Eugenia > Ugenia, Eufemiano > Ufemiano, Eusebio >
Usebio.
En palabras que empiezan con el sufijo /die/ con frecuencia se escucha [di]:
disiseih 'dieciseis', disisiete, etc.
Existen algunos casos de monoptongación más extremos, ya que no se caracterizan
por la elisión de uno de los elementos del diptongo, sino por la reducción de este a una
vocal que no coincide con ninguna de las dos vocales que constituyen el diptongo: pues >
poh, luego > logo, puede > pode (es curioso que en estos tres casos /ue/ > [o]), etc.
En el español de América la monoptongación ha sido registrada en México, en
Valladolid (García Fajardo 1984: 32). En el español canario el fenómeno ha sido
documentado en todas las capas sociales, sobre todo en las más populares y en zonas
rurales. Lo ha registrado Lorenzo Ramos en Los Silos (1976: 41), Trujillo (1980: 17) en
Masca, Almeida (1989a: 37, 1990: 34) en el habla rural grancanaria y en la capital de la
isla. También en Santa Cruz de Tenerife (Almeida 1990: 26).
Almeida observa que en el habla rural grancanaria el elemento que suele perderse
es el más cerrado, /i, u/, tanto cuando constituye el primer elemento del diptongo como
cuando constituye el segundo.
2. /ei/ > [ai], /ai/ > [ei] (sais 'seis', asaite 'aceite'; sesenteisinco, cuarenteipico).
Zamora Vicente (1974: 379, 381) lo registra como rasgo general del habla vulgar del
español de América y de la Península. En Canarias se ha documentado en Gran Canaria y
su capital (Almeida 1989a: 37, 1990: 35). En Santa Cruz afecta al nivel educacional más
bajo (Almeida 1989b: 26). Seguramente en otras zonas hispanohablantes el fenómeno
queda limitado a los estratos poblacionales más bajos.

14
3. /ue/. El primer elemento puede aparecer labializado. Se ha registrado en Puerto
Rico (Navarro Tomás 1966: 54-55) y Nuevo Méjico (Espinosa 1930: 106-107). En el
español canario ha sido registrado en las dos capitales de provincia (Almeida 1989b: 26,
1990: 35).
4. /ui/. Para Navarro Tomás (1974: 65) el principal elemento es la segunda vocal,
aunque aclara que en el norte de España el acento recae en [u]. En Bogotá (y toda
Colombia) (Flórez 1951: 105) se mantiene la pronunciación del norte de España. En este
caso no creo que pueda hablarse de diptongo, ya que múi se pronuncia con dos golpes de
voz.
En el español canario Alvar (1972: 77) observa que en Las Palmas de Gran Canaria
el diptongo se pronuncia con una clara tensión de los dos elementos. Almeida, no obstante
(1990: 35) registra casos de pronunciación oscilante (acentuación de la primera o de la
segunda vocal, e incluso reducción de la primera o de la segunda: muy > mu, fui > fi). El
mismo fenómeno lo documenta en Santa Cruz de Tenerife (1989b: 26-27) En el S. W. de
Tenerife se prefiere la solución castellana (Dorta y Herrera 1989: 66). Es muy probable
que la monoptongación [mu] (mu bueno, mu malo) se produzca sobre todo en áreas donde
el acento recae en la primera sílaba, no en la segunda, ya que en este caso la /i/ difícilmente
caería porque es tónica. En cualquier caso, habrá que determinar en el futuro si en las
regiones (como Canarias) donde se produce acentuación en la primera o segunda vocal la
pronunciación con acento en la /u/ está relacionada con casos de clash silábico.

II. Vocales en contacto


Si dos vocales fuertes entran en contacto tenemos un hiato: pasear, aeroplano,
ahora, etc. Los hablantes, sin embargo, tienden a simplificar el hiato por distintos
procedimientos:
i) Por eliminación de uno de los dos elementos
Si dos vocales entran en contacto, tanto en la misma palabra como por fonética
sintáctica, se produce el mismo proceso descrito para los diptongos, es decir, la posibilidad
de elisión de una de ellas: ahora > ora, creo > cro. El fenómeno ha sido registrado en
México en Tumazanchale (Ávila 1990: 51-52), aunque no es extraño escucharlo en otros
lugares de Hispanoamérica. También se escucha en Canarias.
ii) En Sudamérica los hablantes tienden a pronunciar el hiato no en dos sílabas,
sino en una sola: peón, truhán. Esta es una de las diferencias que en el nivel vocálico
encontramos entre el español europeo y el americano. Esta es quizás la razón de que, de un

15
modo tal vez apresurado, la RAE haya considerado que estas palabras son monosílabos (y
por tanto no deben acentuarse): lo son en Hispanoamérica, no en España.
iii) A veces el hiato se transforma en diptongo debido al cierre de una de las
vocales: teatro > tiatro, albear > albiar, mocear > mosiar 'hablar con la novia'. Zamora
Vicente (1974: 379-380) lo da como general de América, aunque con menor o mayor
intensidad (véase también Flórez 1951: 118 y ss., Alonso 1930). En México ha sido
documentado en Valladolid (García Fajardo 1984: 30-31), Oaxaca (Garza Cuarón 1987:
38), en las clases media y baja; en la clase alta se cierra sólo un poco la vocal,
Tumazanchale (Ávila 1990: 52-53). Algunos diptongos se transforman en hiatos, quizás
por ultracorrección (cambia > cambea, rumia > romea (con el consiguiente
desplazamiento acentual). En Chile se ha escuchado el cambio /ea/ > [ia] incluso en
personas universitarias, lo que sugiere que el fenómeno no está estigmatizado (como sí lo
está en otras zonas hispanohablantes, como en Canarias).
En el español canario se ha registrado el cambio hiato > diptongo en el habla rural
grancanaria (Almeida 1989a: 39-40). Alvar lo registra en las clases populares de la capital
(1972: 77-78). Se ha documentado también en Masca (Trujillo 1980: 58) y Los Silos
(Lorenzo Ramos 1976: 1976: 41).
iv) Por desplazamiento acentual: caída > cáida, creído > creido.

16
LA VARIACIÓN DE TIMBRE CON CARÁCTER DISTINTIVO

En español estándar la variación de timbre de las vocales tiene únicamente valor


fonético. No obstante, en algunos dialectos se ha observado que las modificaciones de
timbre vocálico con respecto a las realizaciones medias pueden llegar a tener valor
fonológico. El caso más conocido es el del andaluz oriental, donde la aspiración y
pérdida de -/s/ final de palabra (y a veces interior) podría provocar determinadas
colisiones homonímicas entre el singular y el plural (casa vs. casas), entre la segunda y
la tercera personas del verbo (lleva vs. llevas) o entre significados léxicos (pecado vs.
pescado). Pero no solo eso; ocurre también que la abertura de la vocal final provoca un
fenómeno de metafonía, de modo que en el singular todas las vocales de la palabra se
cierran y en el plural todas las vocales se abren: poco [‘pọkọ] vs. pocos [‘pǫkǫ]. La
vocal tónica no solo modifica su timbre, sino que además experimenta un gran
alargamiento. En el caso de la /a/ de los plurales, esta adquiere un timbre palatal
(aunque autores como Navarro Tomás o Rodríguez Castellano y Palacio se han referido
al timbre velar de esta vocal): capa [‘kapa] vs. capas [‘kapä], donde /a/, además de tener
un timbre próximo a [e], es muy abierta. De este modo, la abertura de las vocales
vendría a suplir el papel distintivo que tiene /s/ en otros dialectos.
Para Zamora Vicente (1974: 290), este sería el rasgo fonético más importante del
andaluz (a pesar de que el fenómeno ha sido localizado fundamentalmente en el dialecto
oriental: Granada, zonas de Córdoba –sobre todo en el Sur–, enclaves de Almería y
Jaén, algún lugar de Málaga). La importancia de este fenómeno vendría representada
por su carácter radical en el español y por su sistematicidad, en el sentido de que todas
las vocales se verían afectadas por el mismo. El fenómeno, según Zamora Vicente
(1974: 294), afecta a todo tipo de hablantes, independientemente de su cultura, edad,
etc.
De ese modo, el sistema triangular del sistema fonológico del vocalismo
castellano se vería sustituido por uno de tipo cuadrangular:

i u
į ų
ẹ ọ
ę ǫ
a ä

17
De todos modos, como observa Zamora Vicente (1974: 292), el cambio
experimentado en el vocalismo no es tan evidente en el caso de las vocales cerradas. En
cualquier caso, se pasaría de un sistema de tres grados de abertura, representado por la
variedad estándar, a un sistema de cinco grados de abertura y dos puntos de localización
(anterior / posterior)1. El propio Zamora Vicente (1974: 294) precisa que tal vez sea
exagerado hablar de un sistema de cinco grados de abertura, y que más razonable sería
hablar de un desdoblamiento del sistema triangular, de modo que podemos hablar de
dos subsistemas de cantidad diferentes (si lo que se toma como referencia es la cantidad
vocálica) o de cavidad (si lo que se toma en cuenta es la abertura).
Aunque Zamora Vicente (y otros autores) se refiere fundamentalmente al hecho
de que lo que se produce en andaluz oriental es una reorganización del timbre de las
vocales, también apunta a la posibilidad de que estas variaciones de timbre vayan
acompañadas de diferencias de duración. Con el fin de verificar cuál de estos dos
factores, la abertura o la duración, eran más responsables en la reorganización semántica
del dialecto, Martínez Melgar (1986) realizó un estudio acústico del vocalismo andaluz
oriental. Sus conclusiones fueron las siguientes:
i) Se analizó la duración de las vocales inicial, tónica (interior) y final de palabra
para ver si se producía un incremento de duración en los plurales (en palabras como
tomate, lechuga, etc.). Los resultados mostraron que la vocal inicial es en general de
menor duración en plural; la vocal tónica fluctúa bastante: la e y la o crecen, sin
embargo, la a, la i y la u tienen menor duración en plural; en cuanto a la vocal final,
podemos ver que efectivamente crece en plural (excepto en el caso de la a).
ii) En los plurales, el movimiento de los formantes es hacia la abertura vocálica,
pero este desplazamiento es preferible interpretarlo en términos de tendencias, más que
de reglas sistemáticas.
iii) Existe metafonía: los movimientos de abertura y cierre de la vocal final
afectan a todas las vocales de la palabra, pero se trata, de nuevo, de un comportamiento
variable, que invita a hablar más bien de tendencias.
iv) Las vocales del singular no se cierran: se mantienen con su timbre normal.
En conclusión, sugiere la autora, el análisis revela que nos encontramos más
bien ante tendencias (abertura, metafonía), lo que sugiere que los procesos de abertura

1
Obsérvese que de este sistema quedan excluidas las realizaciones medias de /e, o/, por lo que a esos
cinco grados de abertura habría que añadir uno más.

18
vocálica en los plurales y de metafonía, si alguna vez existieron, se están debilitando en
la actualidad.
El carácter distintivo del timbre vocálico como recurso compensatorio cuado se
produce la pérdida de -/s/ ha sido observado también en otros dialectos del español de
América (el Caribe hispánico, Argentina, Uruguay, etc.). Hammond (1978) trató de
verificar esta hipótesis en un estudio acústico realizado con un grupo de cubanos
residentes en Miami. A través de un estudio acústico, donde se incluía un análisis de la
producción y otro de percepción, el autor observó que el timbre vocálico tenía un
comportamiento bastante inestable, mientras que el factor más determinante para
identificar la palabra fue la duración vocálica (véanse los resultados de las tablas 1 y 2).

Tabla 2. Valores formánticos de las vocales del español (expresados en Hz)


en dos informantes cubanos

Palabra Pronunciación Informante F1 F2 F3


busca ['buska] 1 600 1200 1850
buscas ['buskas] 1 800 1200 2200
buscas ['buska] 1 750 1020 2810

busca ['buska] 2 700 1290 2570


buscas ['buskas] 2 650 1490 2540
buscas ['buska] 2 710 1290 2500

casa ['kasa] 2 780 1290 2070


casas ['kasas] 2 650 1410 2080
casas [kása] 2 690 1280 2380

comprende [kom'prende] 2 650 2050 2790


comprendes [kom'prendes] 2 670 2000 2840
comprendes [kom'prende] 2 710 2025 2900

lo [lo] 2 300 810 2480


los [los] 2 320 790 2500
los [lo] 2 320 910 2420

su [su] 1 490 1190 2530


sus [sus] 1 490 1220 2610
sus [su] 1 560 1090 2490

taxi ['taksi] 2 520 2040 2710


taxis ['taksis] 2 520 1960 2510
taxis ['taksi] 2 410 1910 2725
Fuente: Robert M. Hammond. 1978. An experimental verification of the phonemic status
of open and closed vowels in Caribbean Spanish. En Corrientes actuales en la Dialectología
del Caribe hispánico, ed. por Humberto López Morales. Río Piedras: Editorial Universitaria,
pgs. 121-122.

19
Tabla 3. Duración de las vocales /a, e, u/ en dos tipos de contexto
fónico (informantes cubanos)
Palabra Contexto fónico Duración vocálica
patillas p[a]tilla 115,2
pastillas p[ah]tilla > p[aø]tilla 172,8

pecado p[e]cado 115,2


pescado p[eh]cado > p[eø]cado 192,0

buque b[u]que 172,8


busque b[uh]que > b[uø]que 268,8
Fuente: Robert M. Hammond. Íbid., pg. 118.

M. Alvar (1959: 19) y Catalán (1960) se han referido al posible carácter


distintivo del timbre vocálico en el español canario. Para Catalán (1960: 324), la pérdida
de -/s/ que funciona como morfema de plural nominal y de segunda persona verbal
“tiende a salvarse aquí, como en otras zonas del español meridional y atlántico, gracias
a la mayor abertura y alargamiento de la vocal final, que permiten distinguir las sílabas
antes trabadas por la –[h], de las originariamente libres”. Catalán se apresura, sin
embargo, a añadir que la oposición no es tan marcada como en la modalidad oriental del
andaluz. No obstante, se trata de una tesis que no ha tenido ninguna aceptación por otros
dialectólogos.
Frente a estas opiniones, que plantean el debate de la pérdida de -/s/ en términos
fonológicos, López Morales sugiere que posiblemente el problema de las vocales
andaluzas esté incorrectamente planteado desde esta perspectiva. Para demostrarlo,
llevó a cabo una investigación en cinco pueblos de La Alpujarra granadina a partir de
una muestra de 22 informantes. Se analizó la presencia de [s] o aspirada frente a su
ausencia. Los resultados fueron los siguientes. Del total de casos analizados (4,735), el
34% (1,619 casos) correspondieron a -/s/ no morfémicas (en palabras como antes, más,
menos, pues, fuimos, tenemos, etc.), que quedarían descartados del análisis porque aquí
la consonante no tiene valor funcional. En los casos en que -/s/ está cumpliendo
realmente una función gramatical, se mantiene como [s] o aspirada en el 40,1% de los
casos y se elide en el 58,8%. ¿En qué contextos se producen estas elisiones?
1) El SN
En estos casos, el SN puede estar formado por un solo elemento (SN unimembre),
por dos (bimembre) o por tres (trimembre). En estos dos últimos dos casos, si hubiera
más de una marca de plural solo una de ellas se consideraría funcional y las demás
redundantes. En las estructuras trimembres se pueden registrar dos tipos: aquellas donde

20
los modificadores van antepuestos al núcleo (“otroh do(s) año(s)”) o aquellas otras
donde hay un modificador antes del núcleo y otro pospuesto (“loh paloh puehto(h)”,
“la(s) habichuelah verde(s)”). En ambos casos, los hablantes tienden a retener la marca
de plural en el primer elemento y a eliminarla en los demás. Naturalmente que hay casos
de estructuras [h h ø], pero aquí, como ya se ha dicho, realmente la única marca de
plural funcional es la primera. En estructuras M1 M2 N se encuentran nueve casos
donde el resultado es [ø ø ø], un tipo de estructura ideal para verificar la tesis del
carácter funcional del desdoblamiento; sin embargo, un análisis de los ejemplos del
corpus revela que en todos ellos M1 es el artículo los, que, aunque pierda la -/s/ final, no
puede ser confundido con otro elemento del español (lo como pronombre quedaría
descartado de esta posición). Por tanto, la forma del artículo, [lo], evitaría confundirlo
con el singular, [el]. Hay otros 13 casos de elisión en estructuras M1 N M2, pero en
todos estos casos el N es la palabra hoyo, que los hablantes pronuncian siempre con
aspirada. Por tanto, en estos casos no queda claro si la aspiración que se oye es la del
plural del M1 o de la [h] inicial de palabra. En cualquier caso, la estructura del M1 (los
en muchos casos) evita que se produzca cualquier confusión con el singular.
Hay una serie de casos en los que M2 es de tipo preposicional: un convoy de
víveres, un grupo de personas. En estos casos, aunque se elida la marca fonológica de
plural no se producirá ninguna confusión en lo que respecta al carácter plural del
modificador, ya que normalmente se entiende que en este tipo de estructuras lo que
sigue a la preposición es un plural.
Observaciones semejantes se producen en estructuras bimembres. En muchos
casos, se conserva la aspirada (o [s]) en el primer elemento del SN, y en aquellos otros
en que la consonante se pierde en todos los elementos del SN (5,7% en estructuras M1
N y 6,6% en estructuras N M1) normalmente el M1 es los o bien el N es hoyo; en algún
otro caso (las once), el significado del núcleo deshace la posible ambigüedad. Hay, en
fin, otros casos donde el N elimina la marca de plural, pero donde el M1 es un numeral:
cien milla(s), treh día(s). En estos casos la pluralidad aparece marcada por el
significado del M1.
Los casos más idóneos para verificar la tesis del carácter funcional de la abertura
y el cierre vocálicos son los de los SN unimembres. En estas estructuras el núcleo puede
ser un N o un pronombre, tanto no clítico (“muchoh son así”, “estos comían chungo”)
como clítico (“los metieron en el comité”, “no leh pasa nada”). En el primer caso la
elisión alcanza el 57,3%, en el segundo, el 10,4%, mientras que en el tercero se sitúa en

21
el 9,7%. Con respecto a la elisión de la marca de plural en los N, la mayoría de estos
nombres tienen el plural en –es, por lo que no se produciría ninguna confusión con el
singular: camione(h), boquerone(h), etc. Los restantes casos corresponden a los
siguientes contextos: a) la pluralidad se entiende porque no hay ningún modificador:
“hay que abrir hoyo(h)”, “si quiere echa pimientillo(h)”; b) la marca de plural se
encuentra fuera del SN (por ejemplo, en el verbo): “y bajan piedra(h)”, “pa que no se
quearan helao(h)”; c) el SN copia un clítico antepuesto o viceversa: “loh que mandaban
eran ello(h)”, y d) la elisión afecta a un numeral con un elemento topicalizado:
“fracasoh… me han pasado mucho(h)”.
Cuando lo que se elide es un clítico, este suele ser ellos, que no se confundiría con
el singular él.
2) Los verbos
En estos casos, en un 15,5% las elisiones se producen cuando aparece el
pronombre tú, que evita cualquier ambigüedad con la tercera persona verbal. En el
34,4% de elisiones restante la posible ambigüedad queda eliminada porque: a) una parte
importante contiene en la estructura sintáctica un clítico de segunda persona: “no te
apure(h)”, “¿Qué te pasa? No llore(h)”; b) la palabra afectada es una muletilla, del tipo
¿sabes?, coges, etc.
En síntesis, según López Morales, en más del 97% de los casos analizados la
abertura vocálica sería una marca redundante, ya que hay otros procedimientos de
desambiguación de las estructuras lingüísticas que entrarían en juego.
Aparte de eso, no hay que olvidar que el desdoblamiento vocálico se produce no
solo en casos de pérdida de /s/ final de palabra, sino también de elisión de /r/ y /l/
finales.

22

También podría gustarte