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APELLIDOS Y NOMBRES: MACEDO CUYO SHARON ARLETH

1. La neuropsicología en la actualidad

El panorama actual de la neuropsicología se presenta como un amplio


abanico donde coexisten diferentes orientaciones que mutuamente se
enriquecen. Junto a los modelos de la neuropsicología clínica clásica y los de la
neuropsicología cognitiva, se han ido consolidando nuevos enfoques inspirados en las
aportaciones de la medicina nuclear y la neuroimagen, que están aportando avances
inimaginables hace tan sólo unas décadas. Estos hechos además han impulsado el estudio
de la conciencia y de la actividad emocional, incluyéndolos como elementos básicos en el
corpus de estudio de la neuropsicología (Damasio, 1999). El modelo funcional de la
neuroimagen está permitiendo realizar una interpretación de la cognición capaz de conciliar
localizacionismo y holismo, a diferencia de los modelos lesionales utilizados por la
neuropsicología tradicional.

Se puede afirmar que la neuropsicología está de


plena actualidad dentro del ámbito de la
psicología, la medicina y las neurociencias, ya
que ha experimentado un fructífero desarrollo,
especialmente en las dos últimas décadas. La
popularidad que ha adquirido la neuropsicología
se debe a diversas razones.

En primer término, se puede afirmar que el


cerebro está de moda, gracias al amplio
desarrollo experimentado por las neurociencias
y por la propia neuropsicología

En segundo término, el aumento en la longevidad de la población está generando un


incremento en el número de personas con deterioro cognitivo y demencias seniles, lo que
exige rehabilitación neuropsicológica. Cada vez es mayor el número de personas que
sobreviven después de haber presentado patologías neurológicas, gracias a la mejora de la
calidad asistencial. Como contrapartida, también se produce un aumento creciente en el
número de sujetos con secuelas discapacitantes en el plano físico, sensoriomotriz, cognitivo
y emocional.

Por último, el amplio desarrollo experimentado por las modernas tecnologías está
contribuyendo a la creciente expansión de la neuropsicología, que cada vez muestra un
territorio más amplio y abierto. El espectacular avance de las técnicas de neuroimagen
estructural y funcional, así como el de otras disciplinas como la biología molecular y otras
cibertecnologías aplicadas al estudio de las relaciones conducta-cerebro, sitúan
actualmente a la neuropsicología como un referente imprescindible dentro del ámbito de las
neurociencias.

2. La neuropsicología en el futuro:

Resulta una incógnita descifrar cuál va a ser el rumbo real de la neuropsicología en el


futuro, aunque el crecimiento experimentado en los últimos años permite augurar que se
puede convertir en una eficaz herramienta de utilización generalizada dentro de los
servicios médicos, sociales y educativos. Es probable que nos estemos aproximando a la
edad de oro de la neuropsicología, gracias a las aportaciones de la neuroimagen, la
neurociencia cognitiva y la propia neuropsicología clínica. Los avances en el conocimiento
de las relaciones cerebro-conducta se extenderán tanto al diagnóstico como a la
rehabilitación y la investigación neuropsicológica, con especial atención a la
neuropsicología infantil y la neuropsicología geriátrica. Por último, es imprescindible que la
figura del neuropsicólogo se asiente en los servicios sanitarios, sociales y educativos,
consolidándose definitivamente su reconocimiento por las instituciones.

2.1. Evaluación

En el ámbito del diagnóstico y la evaluación neuropsicológica, la utilización creciente de


técnicas como la medicina nuclear, la neurorradiología o la neuroimagen funcional y la
inteligencia artificial pueden propiciar un desarrollo exponencial en el conocimiento de las
relaciones cerebro-conducta. La mejor definición de imágenes del cerebro nos permitirá
profundizar más en el conocimiento de la estructura y el funcionamiento del sistema
nervioso mediante la descripción de la actividad eléctrica, la densidad celular o la actividad
química.

Las nuevas cibertecnologías permitirán realizar diagnósticos clínicos de gran precisión, sin
efectos invasivos, identificando los puntos fuertes y débiles del perfil cognitivo en cada
persona más allá de las metodologías tradicionales. Sin embargo, la nueva cultura
neuroimaginológica aplicada a la neuropsicología y la ciencia cognitiva no pueden acaparar
en exclusiva el conocimiento de las relaciones cerebro-conducta ni el futuro de la
neuropsicología. Siendo técnicas fiables y de gran utilidad, no dejan de ser de uso limitado
porque muchas de ellas siguen teniendo un coste muy elevado, no asumible por los
servicios sanitarios de muchos países. Por otra parte, la excesiva artificiosidad tecnológica
de muchas técnicas de neuroimagen también es un factor que limita su utilización
generalizada. La excesiva deificación de las modernas técnicas de neuroimagen funcional
puede desembocar en una "nueva frenología" que nos lleve a una visión fragmentada del
funcionamiento cerebral. Al fin y al cabo, la neuroimagen funcional no deja de ser una
fotografía más o menos precisa de los procesos metabólicos que subyacen bajo un
determinado proceso cognitivo, pero en ningún caso la neuroimagen funcional debe ser
considerada como sinónimo de proceso cognitivo. En coincidencia con otros autores,
pensamos que en el futuro va a seguir siendo necesaria la evaluación neuropsicológica
tradicional, ya que existen numerosas diferencias interindividuales, y por tanto resulta
difícil de predecir qué zona particular del cerebro cumple cierta función en una persona
determinada (Lezak, 1995; Kolb & Whishaw, 2006).

Una derivación de la evaluación neuropsicológica "a la medida" debe ser la predictibilidad,


indicando cuál será la evolución cognitiva que experimentará cada sujeto con lesión
cerebral, en función de los datos obtenidos en dicha evaluación. La mayor precisión de la
evaluación neuropsicológica también va a permitir definir mejor cuál será la evolución de
numerosas patologías: un mismo trastorno neuropsiquiátrico puede tener un pronóstico
diferente, dependiendo de cuál haya sido el rendimiento alcanzado en los tests
neuropsicológicos. Por ejemplo: la evolución que tendrá un esquizofrénico dependerá de la
eficiencia obtenida en pruebas neuropsicológicas y su pronóstico se agravará si ha obtenido
un rendimiento neuropsicológico peor, independientemente de cuáles sean los síntomas
clínicos presentados. Por esta razón, cuanto más precisas sean las pruebas de evaluación
neuropsicológica, mayor será su capacidad para predecir la evolución del sujeto.

2.2. Rehabilitación cognitiva


La mejora en los programas  
de rehabilitación de las
funciones cognitivas y
emocionales afectadas
como consecuencia del
daño cerebral adquirido
sigue siendo un reto de la
neuropsicología, que debe
seguir su expansión en los
próximos años.

Un ámbito de expansión de la neuropsicología en el ámbito de la rehabilitación se refiere a


patologías clínicas que se van a beneficiar de los programas de intervención.
Tradicionalmente sólo se utilizaban técnicas de rehabilitación neuropsicológica en sujetos
que habían sufrido algún tipo de daño cerebral de etiología traumática, vascular, tumoral o
infecciosa. Sin embargo, se están aplicando cada vez más los programas de rehabilitación
neuropsicológica en otras patologías psiquiátricas, neurológicas o educativas, como:
esquizofrenia, demencia o dificultades de aprendizaje. Es previsible que en los próximos
años se generalice el uso de la rehabilitación neuropsicológica más allá del DCA (Arango,
2006).

Conclusiones

Sin lugar a dudas, la neuropsicología es una de las disciplinas que más se ha beneficiado de
los avances que han tenido lugar en el campo de las Neurociencias y las Ciencias
Cognitivas en los últimos veinticinco años. Los estudios con neuroimágenes, los aportes del
procesamiento distribuido en paralelo, la comprensión del funcionamiento cerebral en
términos de módulos y redes neuronales, entre otros, han permitido confirmar muchos de
los supuestos básicos de la neuropsicología y, a su vez, han promovido la reformulación de
algunas ideas “clásicas” relacionadas con la forma en que están organizadas las funciones
cognitivas en el cerebro.

Si bien el conjunto de avances ha dado respuesta a muchos interrogantes sobre la relación


cerebro-conducta, es de esperar que dichas respuestas generen nuevas inquietudes y
enigmas que animen el desarrollo científico en el futuro y que hablen del saludable
momento por el que pasan las ciencias del cerebro.

Un eje central del quehacer de la neuropsicología está orientado a contribuir con sus
aportes a la comprensión de la relación cerebro y conducta, haciendo especial énfasis en
desentrañar el modo de aplicar los avances científicos a la práctica clínica. En otras
palabras, la reflexión de la neuropsicología en el panorama actual gira, en buena medida, en
torno al aprovechamiento de dichos avances en el desarrollo de novedosas estrategias para
evaluar y rehabilitar a pacientes con diversas alteraciones en su funcionamiento cerebral.

La neuropsicología debe conseguir definitivamente la integración conceptual de las distintas


orientaciones actualmente existentes, manifestándose cada vez más como una ciencia
abierta, transversal y holística que sirva como interlocutora de otras disciplinas, no sólo
neurocientíficas, sino derivadas de la ciencia cognitiva, la bioingeniería o la inteligencia
artificial. Como ha señalado un prestigioso neurocientífico contemporáneo, Steven Rose,
todavía existen demasiadas lecturas divergentes de los procesos cognitivos, lo que hace
que distintos neurocientíficos de orientación neurobiológica o cognitiva empleen lenguajes
diferentes no siempre conciliables entre sí (Rose, 2008).
Por último, hay que reivindicar el carácter humanista de la neuropsicología, entendiendo el
humanismo como una concepción poliédrica del conocimiento humano, evitando que los
neuropsicólogos se conviertan en cibertecnólogos que apliquen metodologías de evaluación
o rehabilitación de un modo reduccionista, mecánico e impersonal. Parafraseando el título
de la novela de Graham Greene, finalmente en la neuropsicología el elemento más
importante es y debe seguir siendo el factor humano.

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