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PRESENTE Y FUTURO DE LA NEUROPSICOLOGÍA


// fecha de publicación 01/10/2009 6:00:00

Enviar Imprimir ISSN 1886-1385 © INFOCOP ONLINE 2007

En 1982 las Naciones Unidas aprobaron el primer Plan de Acción Internacional sobre
el Envejecimiento, y en 1992, con motivo del décimo aniversario de la aprobación
de ese plan, se proclamó el 1 de octubre como el Día Internacional de las
Personas Mayores.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), se calcula que para el año 2025
una tercera parte de la población europea tendrá más de 60 años, lo que subraya el
necesario y valioso esfuerzo que la comunidad científica y profesional debe realizar
por mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas mayores.

En el ámbito del envejecimiento, la Psicología juega un papel fundamental. Por ello


y con motivo de la celebración de este día, José Antonio Portellano Pérez,
Profesor Titular del Departamento de Psicobiología de la Universidad Complutense
de Madrid, nos muestra una visión del estado actual de la Neuropsicología,
entendida como la ciencia encargada del estudio de la organización normal y
anormal de los procesos cognoscitivos, y cuyo desarrollo ha aportado grandes
conocimientos al ámbito del envejecimiento.

Resumen de la conferencia dictada en el II Congreso Nacional de Psicología del Colegio de Psicólogos


Colombiano (COLPSIC) y I Congreso Internacional de Psicología de la Asociación Colombiana Psicología
(ASCOFAPSI). Medellín, Colombia, 20 de agosto de 2009

José Antonio Portellano Pérez


Universidad Complutense de Madrid

1. La neuropsicología en la actualidad

El panorama actual de la neuropsicología se presenta como un amplio abanico


donde coexisten diferentes orientaciones que mutuamente se enriquecen. Junto a
los modelos de la neuropsicología clínica clásica y los de la neuropsicología
cognitiva, se han ido consolidando nuevos enfoques inspirados en las aportaciones
de la medicina nuclear y la neuroimagen, que están aportando avances
inimaginables hace tan sólo unas décadas. Estos hechos además han impulsado el
estudio de la conciencia y de la actividad emocional, incluyéndolos como elementos
básicos en el corpus de estudio de la neuropsicología (Damasio, 1999). El modelo
funcional de la neuroimagen está permitiendo realizar una interpretación de la
cognición capaz de conciliar localizacionismo y holismo, a diferencia de los modelos
lesionales utilizados por la neuropsicología tradicional.

Se puede afirmar que la neuropsicología está


de plena actualidad dentro del ámbito de la
psicología, la medicina y las neurociencias, ya
que ha experimentado un fructífero desarrollo,
especialmente en las dos últimas décadas. La

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popularidad que ha adquirido la


neuropsicología se debe a diversas razones.

En primer término, se puede afirmar que el


cerebro está de moda, gracias al amplio
desarrollo experimentado por las neurociencias
y por la propia neuropsicología. La celebración
mundial de la Década del Cerebro ha
contribuido a divulgar en la comunidad
internacional la importancia que tiene el
cerebro como centro regulador de los procesos
mentales.

En segundo lugar, estamos asistiendo a un progresivo incremento en el número de


accidentes de tráfico, así como a una popularización en el uso de sustancias
adictivas, lo que constituye un aumento del riesgo de daño cerebral adquirido
(DCA). La creciente generalización del uso de vehículos a motor es un factor
determinante, ya que su mayor utilización conlleva un incremento en la
siniestralidad, con riesgo de presentar daño cerebral y secuelas cognitivas y
emocionales.

En tercer término, el aumento en la longevidad de la población está generando un


incremento en el número de personas con deterioro cognitivo y demencias seniles,
lo que exige rehabilitación neuropsicológica. Cada vez es mayor el número de
personas que sobreviven después de haber presentado patologías neurológicas,
gracias a la mejora de la calidad asistencial. Como contrapartida, también se
produce un aumento creciente en el número de sujetos con secuelas
discapacitantes en el plano físico, sensoriomotriz, cognitivo y emocional.

Por último, el amplio desarrollo experimentado por las modernas tecnologías está
contribuyendo a la creciente expansión de la neuropsicología, que cada vez muestra
un territorio más amplio y abierto. El espectacular avance de las técnicas de
neuroimagen estructural y funcional, así como el de otras disciplinas como la
biología molecular y otras cibertecnologías aplicadas al estudio de las relaciones
conducta-cerebro, sitúan actualmente a la neuropsicología como un referente
imprescindible dentro del ámbito de las neurociencias (Kandel, Schwartz & Jessell,
1997).

2. La neuropsicología en el futuro: ¿hacia dónde nos dirigimos?

Resulta una incógnita descifrar cuál va a ser el rumbo real de la neuropsicología en


el futuro, aunque el crecimiento experimentado en los últimos años permite augurar
que se puede convertir en una eficaz herramienta de utilización generalizada dentro
de los servicios médicos, sociales y educativos. Es probable que nos estemos
aproximando a la edad de oro de la neuropsicología, gracias a las aportaciones de la
neuroimagen, la neurociencia cognitiva y la propia neuropsicología clínica. Los
avances en el conocimiento de las relaciones cerebro-conducta se extenderán tanto
al diagnóstico como a la rehabilitación y la investigación neuropsicológica, con
especial atención a la neuropsicología infantil y la neuropsicología geriátrica. Por
último, es imprescindible que la figura del neuropsicólogo se asiente en los servicios
sanitarios, sociales y educativos, consolidándose definitivamente su reconocimiento
por las instituciones.

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2.1. Evaluación

En el ámbito del diagnóstico y la evaluación neuropsicológica, la utilización creciente


de técnicas como la medicina nuclear, la neurorradiología o la neuroimagen
funcional y la inteligencia artificial pueden propiciar un desarrollo exponencial en el
conocimiento de las relaciones cerebro-conducta. La mejor definición de imágenes
del cerebro nos permitirá profundizar más en el conocimiento de la estructura y el
funcionamiento del sistema nervioso mediante la descripción de la actividad
eléctrica, la densidad celular o la actividad química.

Las nuevas cibertecnologías permitirán realizar diagnósticos clínicos de gran


precisión, sin efectos invasivos, identificando los puntos fuertes y débiles del perfil
cognitivo en cada persona más allá de las metodologías tradicionales. Sin embargo,
la nueva cultura neuroimaginológica aplicada a la neuropsicología y la ciencia
cognitiva no pueden acaparar en exclusiva el conocimiento de las relaciones
cerebro-conducta ni el futuro de la neuropsicología. Siendo técnicas fiables y de
gran utilidad, no dejan de ser de uso limitado porque muchas de ellas siguen
teniendo un coste muy elevado, no asumible por los servicios sanitarios de muchos
países. Por otra parte, la excesiva artificiosidad tecnológica de muchas técnicas de
neuroimagen también es un factor que limita su utilización generalizada. La
excesiva deificación de las modernas técnicas de neuroimagen funcional puede
desembocar en una "nueva frenología" que nos lleve a una visión fragmentada del
funcionamiento cerebral. Al fin y al cabo, la neuroimagen funcional no deja de ser
una fotografía más o menos precisa de los procesos metabólicos que subyacen bajo
un determinado proceso cognitivo, pero en ningún caso la neuroimagen funcional
debe ser considerada como sinónimo de proceso cognitivo. En coincidencia con
otros autores, pensamos que en el futuro va a seguir siendo necesaria la evaluación
neuropsicológica tradicional, ya que existen numerosas diferencias interindividuales,
y por tanto resulta difícil de predecir qué zona particular del cerebro cumple cierta
función en una persona determinada (Lezak, 1995; Kolb & Whishaw, 2006).

Además, en el ámbito de la evaluación neuropsicológica queda aún mucho camino


por recorrer en el diseño de pruebas de "papel y lápiz", recogiendo las aportaciones
de la neuropsicología cognitiva, que postulan acertadamente que se deben diseñar
pruebas de evaluación en función de las características de cada persona que ha
sufrido daño cerebral. La aplicación del principio de validez ecológica debe propiciar
el diseño de pruebas cada vez más específicas que se adapten al tipo de DCA que
presenta cada sujeto.

Una derivación de la evaluación neuropsicológica "a la medida" debe ser la


predictibilidad, indicando cuál será la evolución cognitiva que experimentará cada
sujeto con lesión cerebral, en función de los datos obtenidos en dicha evaluación.
La mayor precisión de la evaluación neuropsicológica también va a permitir definir
mejor cuál será la evolución de numerosas patologías: un mismo trastorno
neuropsiquiátrico puede tener un pronóstico diferente, dependiendo de cuál haya
sido el rendimiento alcanzado en los tests neuropsicológicos. Por ejemplo: la
evolución que tendrá un esquizofrénico dependerá de la eficiencia obtenida en
pruebas neuropsicológicas y su pronóstico se agravará si ha obtenido un
rendimiento neuropsicológico peor, independientemente de cuáles sean los
síntomas clínicos presentados. Por esta razón, cuanto más precisas sean las
pruebas de evaluación neuropsicológica, mayor será su capacidad para predecir la
evolución del sujeto.

2.2. Rehabilitación cognitiva

La mejora en los programas de rehabilitación


de las funciones cognitivas y emocionales

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afectadas como consecuencia del daño


cerebral adquirido sigue siendo un reto de la
neuropsicología, que debe seguir su expansión
en los próximos años. Desde la aparición de la
primera revista dedicada a la rehabilitación
neuropsicológica, Neuropsychological
Rehabilitation, hace 30 años, han ido
apareciendo nuevas metodologías de
rehabilitación neuropsicológica cada vez más
eficaces. Las nuevas cibertecnologías también
van a propiciar el desarrollo de programas de
intervención cognitiva "a la carta", diseñados
en función de las peculiaridades
neurofuncionales específicas de cada sujeto.

Los programas asistidos por ordenador ya ofrecen fructíferos resultados en el


campo del diagnóstico y la rehabilitación neuropsicológica, por lo que no resulta
difícil comprender que en un futuro inmediato prosiga la eclosión de los recursos
informáticos adaptados a la rehabilitación cognitiva, diseñando programas a la
medida de las necesidades de cada paciente. Sin embargo, el panorama no es tan
idílico como a priori podría parecer, ya que el acceso a los recursos informáticos, al
igual que el de la neuroimagen funcional seguirá estando muy limitado en amplios
sectores de la población mundial. Además, la utilización de recursos informáticos en
el ámbito de la rehabilitación cognitiva puede presentar problemas, ya que no
siempre se va a producir una generalización de los resultados a la vida diaria del
paciente con daño cerebral (Wilson, 1999).

Otro ámbito de expansión de la neuropsicología en el ámbito de la rehabilitación se


refiere a patologías clínicas que se van a beneficiar de los programas de
intervención. Tradicionalmente sólo se utilizaban técnicas de rehabilitación
neuropsicológica en sujetos que habían sufrido algún tipo de daño cerebral de
etiología traumática, vascular, tumoral o infecciosa. Sin embargo, se están
aplicando cada vez más los programas de rehabilitación neuropsicológica en otras
patologías psiquiátricas, neurológicas o educativas, como: esquizofrenia, demencia
o dificultades de aprendizaje. Es previsible que en los próximos años se generalice
el uso de la rehabilitación neuropsicológica más allá del DCA (Arango, 2006).

La neuropsicología clínica inicialmente sólo prestaba atención al paciente con daño


cerebral, sin tener en cuenta sus circunstancias personales, familiares o laborales.
Más recientemente se ha incluido el entorno familiar y social como una variable
determinante en la evolución cognitiva y emocional del paciente con lesión cerebral.
La atención neuropsicológica resulta sesgada si no se tiene en cuenta la importancia
de cada familia como factor modulador. En un futuro a corto plazo hay que seguir
fomentando el asociacionismo de familiares de pacientes afectados por daño
cerebral, no sólo para salvaguardar los derechos del afectado, sino para facilitar la
eficacia de la rehabilitación cognitiva de un modo integral.

2.3. Desarrollo de la neuropsicología infantil y la neuropsicología geriátrica

La neuropsicología inició su andadura como una especialidad científica interesada


en el estudio de las relaciones cerebro-conducta en personas con daño cerebral.
Posteriormente, con la incorporación de las nuevas orientaciones procedentes de las
ciencias cognitivas, la neurobiología molecular y la neuroimagen, se fue
consolidando un conocimiento más sólido de las bases neurales subyacentes en las
funciones cognitivas. Sin embargo, dicha consolidación se produjo

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fundamentalmente con sujetos adultos, prestando una atención muy limitada a las
relaciones cerebro-conducta en niños y niñas. De hecho, ha existido un cierto
desinterés por la neuropsicología infantil hasta fechas relativamente recientes, y
como ejemplo, la primera publicación científica de esta especialidad, Developmental
Neuropsychology, no apareció hasta 1985, casi un cuarto de siglo más tarde que la
revista pionera de la especialidad: Neuropsychologia.

Como la neuropsicología infantil ha tenido un desarrollo más tardío, aún queda un


territorio muy amplio por investigar en neuropsicología pediátrica, neuropsicología
clínica infantil y neuropsicología educativa. La creciente preocupación por los
aspectos cognitivos de diversas patologías neuropediátricas como las dificultades de
aprendizaje, el déficit de atención o los niños con bajo peso al nacer exige que se
active la investigación de nuevas técnicas de evaluación y rehabilitación
neuropsicológica.

Se hace urgente profundizar y ampliar los recursos en evaluación neuropsicológica


infantil, desarrollando nuevas pruebas diagnósticas con un mayor grado de
sofisticación que las existentes en la actualidad. En los próximos años se deben
activar nuevas pruebas que definan de manera más eficaz los puntos fuertes y
débiles del perfil cognitivo, tanto en niños sanos como en los que presentan
dificultades de aprendizaje o patologías neuropediátricas (Portellano, 2007;
Portellano, Martínez y Zumárraga, 2009).

Igualmente en un futuro a corto plazo hay que mejorar los métodos de


rehabilitación de los déficit cognitivos en la infancia, especialmente inspirados en la
restauración de funciones favorecida por la mayor plasticidad del cerebro infantil
(Aylward, 1997; Berembaum, 1998; Portellano, 2007). Desde las formulaciones
iniciales de María Montessori, que justamente debe ser considerada como pionera
de la rehabilitación cognitiva en la infancia , se ha producido un desarrollo creciente
en la investigación de nuevas técnicas de rehabilitación neuropsicológica, pero con
frecuencia resultan demasiado inespecíficas.

En el extremo opuesto del ciclo vital, la neuropsicología geriátrica continúa siendo


otra asignatura pendiente de la neuropsicología. Es cierto que existe un creciente
conocimiento neurocientífico y neuropsicológico de las demencias clásicas que
mayoritariamente afectan a personas de edad más avanzada, pero tenemos que
reconocer que el conocimiento de las peculiaridades neuropsicológicas del
envejecimiento normal dista mucho de ser tan amplio como el que se tiene del
envejecimiento patológico. Conocemos proporcionalmente mejor los aspectos
neurocognitivos de los ancianos con deterioro que los de aquellos que no lo
presentan, a pesar de ser el colectivo más numeroso entre la población geriátrica.
En los próximos años, urge que la neuropsicología elimine esta laguna, ya que de
este modo se contribuirá a mejorar la calidad de vida de este segmento de
población.

2.4. Consolidación profesional del neuropsicólogo

Algunos países como Estados Unidos ya han


realizado un importante esfuerzo por
incorporar y definir la neuropsicología clínica
como una especialidad autónoma. Desde 1981
existe un reconocimiento profesional del
neuropsicólogo en aquel país, a partir de su
inclusión dentro de la División 40 en la
Asociación Americana de Psicología (Ryan &
López, 1998). Este hecho supuso el primer
reconocimiento de la neuropsicología clínica

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como especialidad dentro de la psicología.


Otros países han iniciado más tardíamente el
reconocimiento profesional del neuropsicólogo,
sin que en la mayoría de las ocasiones exista
un perfil profesional homologado. Si bien cada
vez se es más consciente de la necesidad de
incorporar neuropsicólogos a los servicios
asistenciales, sin embargo, no siempre existe
una consolidación del perfil técnico o
profesional.

Se hace necesario el reconocimiento pleno de la figura del neuropsicólogo, no sólo a


nivel académico y formativo, sino por parte de las instituciones médicas, sociales y
educativas de los distintos países. Esta consolidación debe producirse en los
próximos años aprovechando el fuerte auge de la neuropsicología. Las
Administraciones deben incluir definitivamente la neuropsicología como una
especialidad dentro de los servicios de salud, reconociéndola como un derecho del
paciente.

Además, el reconocimiento de la actividad profesional del neuropsicólogo supondrá


una mejora en la calidad de vida de los afectados con DCA, así como una forma de
optimizar los recursos sociosanitarios, ya que la rehabilitación del paciente puede
permitir su mejor reincorporación sociolaboral, con la correspondiente disminución
del gasto asistencial.

Por último, el neuropsicólogo tiene que participar cada vez de un modo más activo
en áreas que exceden a las que tradicionalmente ha venido desempeñando, como el
ámbito jurídico, militar, farmacológico, geriátrico o laboral.

3. Conclusiones

La neuropsicología debe conseguir definitivamente la integración conceptual de las


distintas orientaciones actualmente existentes, manifestándose cada vez más como
una ciencia abierta, transversal y holística que sirva como interlocutora de otras
disciplinas, no sólo neurocientíficas, sino derivadas de la ciencia cognitiva, la
bioingeniería o la inteligencia artificial. Como ha señalado un prestigioso
neurocientífico contemporáneo, Steven Rose, todavía existen demasiadas lecturas
divergentes de los procesos cognitivos, lo que hace que distintos neurocientíficos de
orientación neurobiológica o cognitiva empleen lenguajes diferentes no siempre
conciliables entre sí (Rose, 2008).

La neuropsicología debe seguir tendiendo puentes, sirviendo de tejido que una el


cerebro con los procesos mentales. Mientras que la psicopatología tiende muchas
veces al reduccionismo, transformando al homo sapiens en "homo sinapticus", en el
otro extremo, ciertas psicologías asumen una perspectiva demasiado macroscópica
de la actividad mental. Si se asume que la mente es el resultado de la actividad
cerebral, profundizar en el estudio de la mente exige hacerlo en el conocimiento del
funcionamiento cerebral, como pretende de modo prioritario la neuropsicología

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(Tirapu et al. 2008).

Pese a todos los avances experimentados, es poco probable que en el futuro la


neuropsicología se convierta en una disciplina inspirada únicamente en las
tecnologías informáticas y neurobiomédicas. Su propia esencia como área de
conocimiento transversal inspirado en el principio de validez ecológica, no puede
excluir los sistemas de diagnóstico y rehabilitación "tradicionales", ya que las
condiciones socioeconómicas de muchos países no siempre van a permitir la
utilización de técnicas que todavía son de coste muy elevado para sus servicios
sociosanitarios.

Por último, hay que reivindicar el carácter humanista de la neuropsicología,


entendiendo el humanismo como una concepción poliédrica del conocimiento
humano, evitando que los neuropsicólogos se conviertan en cibertecnólogos que
apliquen metodologías de evaluación o rehabilitación de un modo reduccionista,
mecánico e impersonal. Parafraseando el título de la novela de Graham Greene,
finalmente en la neuropsicología el elemento más importante es y debe seguir
siendo el factor humano.

Referencias

Sobre el autor:

José Antonio Portellano Pérez. Es Profesor Titular del Departamento de Psicobiología de la


Universidad Complutense de Madrid. Posee una dilatada experiencia docente, clínica e
investigadora como neuropsicólogo y como Psicólogo Especialista en Psicología Clínica y es autor
de varios libros sobre el tema.

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