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M Todos CL Sicos en Trabajo Social2
M Todos CL Sicos en Trabajo Social2
TRABAJO SOCIAL
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Docente de la Asignatura Introducción al Trabajo Social, UNLu.
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En 1898 se dicta en Nueva York un curso de aprendizaje de aplicación científica de filantropía y
en 1899 se crea la primera Escuela de Filantropía Aplicada. En 1899 se funda en Ámsterdam,
Holanda, la primera escuela europea; en 1908 se crea en Berlín la primera escuela alemana, en el
mismo año en Inglaterra, en París se fundan dos Escuelas: una en 1911 de orientación católica y
otra en 1913 de orientación protestante. Según Martinelli, finalizada la II Guerra Mundial ya se
encontraban en funcionamiento cerca de doscientas escuelas distribuidas en Europa, Estados
Unidos y América Latina.
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de los agentes para que estuvieran dotados de las herramientas adecuadas para
estudiar, investigar y realizar procedimientos que tuvieran resultados favorables.
Los métodos clásicos – Caso Social Individual, Servicio Social de Grupo y
Organización y Desarrollo de la Comunidad –fueron impulsados por diferentes
referentes (profesionales o no del Trabajo Social) con la intencionalidad de dar
respuestas a las llamadas problemáticas sociales, para evitar su propagación y
expansión en la totalidad de la vida comunitaria en los distintos países en los que
tuvieron origen.
Es decir, aunque los métodos clásicos se originaron en diferentes años y
países, podemos señalar que todos ellos tienen como denominador común la
preocupación central por enfrentar las manifestaciones propias de la cuestión
social interpretadas como problemas sociales desde una matriz de pensamiento
conservadora; en un período histórico donde se tornaba indispensable tratar de
menguar los conflictos para que el sistema económico y social imperante
continuara su avance y expansión.
pobres. Pero para poder comprender la función social del Trabajo Social en sus
orígenes así como el surgimiento de este método, es necesario analizar el
contexto socio-económico de Estados Unidos, las ideas predominantes en el
orden social y la teoría social vigente en ese momento histórico, al mismo tiempo
que el papel jugado por las organizaciones filantrópicas.
A fines del siglo XIX, el proceso de industrialización norteamericano se
caracteriza por un significativo desarrollo, no sólo en lo referente a la inclusión de
los avances de la industria moderna, facilitado por la posesión de diversos
recursos sino también por la existencia de un mercado interno importante y la
posibilidad de expansión del libre comercio hacia otros países, generando un flujo
comercial de relevancia en este período histórico.
La afluencia de una corriente inmigratoria creciente y constante fue otro de
los aspectos que aportó para el crecimiento de la mano de obra indispensable
para la labor industrial, para el aumento del consumo y para la conformación de
una población heterogénea que buscaba el progreso y su inclusión como
ciudadanos, intereses que tenían vedados en sus países de orígenes.
El creciente desarrollo de la industria generó un considerable aumento en
las tasas de ganancias de los empresarios, fortalecidos por el proceso de
monopolización de las empresas, consolidándose un imperio económico-industrial
que regulaba en su beneficio “el libre” juego de oferta/demanda de la producción.
Hacia inicios del siglo XX, Estados Unidos comienza a perfilarse como
potencia mundial sustituyendo a los países europeos en la hegemonía económica
mundial, particularmente luego de la I Guerra Mundial, donde el país se constituyó
en el principal proveedor de productos a los países aliados que combatían en
Europa, ganando inclusive otros mercados en Asia y África, ante la imposibilidad
de hacerlo los países europeos por el estado de guerra en el que se encontraban.
Pero, el aumento de las ganancias de los empresarios norteamericanos no
significó un mejoramiento de la calidad de vida de la población, sino todo lo
contrario. Las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora eran
inversamente proporcionales. Desde las precarias instalaciones en las fábricas
hasta las largas jornadas de trabajo (llegaban a 72hs. semanales), la salud
fragilizada de los trabajadores –por la alimentación, por las condiciones de
trabajo- producían altos niveles de mortalidad entre los trabajadores y sus
familias.
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“Con relación a las formas de enfrentamiento de la cuestión social presentes en esta compleja
conexión histórica entre el desarrollo económico, político y social, como la visión de mundo de la
sociedad norteamericana (expresa en sus tendencias teórico-filosóficas), encontramos la
filantropía.” (Nery, 1996:114)
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“Este empleo reflexivo de la beneficencia no tenía nada de ingenuo. Iba a constituir un núcleo de
pericia del que podría surgir el trabajo social profesionalizado: evaluación de las necesidades,
control del empleo del socorro, intercambio personalizado con el cliente. La corriente de la
scientific charity, tan animada en los países anglosajones durante la segunda mitad el siglo XIX,
desarrollará a gran escala este enfoque de la asistencia. La tradición del case work se inscribe en
esta línea. Y cabe preguntarse si el imperio del modelo clínico en el trabajo social no se debe en
gran medida a la doble exigencia de la que el barón de Gérando fue el primer teórico: proceder a
una investigación “científica” de las necesidades del cliente, y establecer con él una relación
personalizada” (Castel, 1997:248)
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“En las oportunidades que tenía de mantener contacto con los trabajadores sociales (a través de
las clases o conferencias, inclusive artículos publicados en los periódicos), o valiéndose de su
autoridad en el ámbito administrativo, Mary Richmond defendía su propuesta de un trabajo social
metódico, donde el trabajador social se empeñase en recabar el mayor número posible de
informaciones acerca del individuo y su familia, a fin de que el proceso de ayuda se dé sin
dificultades”. (Nery, 1996:132)
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En 1930 Grace Coyle publica en Nueva York el libro “Proceso social en grupos organizados”.
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“Siempre decimos que un buen asistente social es como un mago. Tiene las técnicas en la galera,
sabe cuál sacar, cómo sacarla sin que el cliente o grupo o comunidad lo advierta, y en qué
momento oportuno” (1978:42)
Para concluir con el estudio de este método de intervención, debemos
incluir en el análisis las influencias teóricas que incidieron en la conformación del
saber de este método en particular.
Una de las preocupaciones centrales de los iniciadores de este método fue
la búsqueda y conformación de una teoría que justificara con bases científicas la
intervención profesional de los trabajadores sociales para, por un lado obtener
consenso al interior del colectivo profesional para su utilización como un nuevo
método de intervención –superador inclusive del CSI– y, por otra parte, establecer
determinados criterios, herramientas que regulen y posibiliten su uso.
De allí el interés en promover cursos específicos que tratara la temática en
un primer momento y, posteriormente, que sea incluido el método grupal como
materia en la formación de los profesionales en Estados Unidos.
La producción tanto de conferencias como de libros sobre Trabajo Social
de Grupo es otra de las formas que posibilitó viabilizar su aceptación e inclusión
por parte de los profesionales del área, para que sea incorporado como otro
método específico además del Caso Social Individual.
El desarrollo y consolidación teórica tanto de la sociología como de la
psicología norteamericana, desde fines del siglo XIX, sirvieron de apoyatura
científica para configurar un supuesto saber especializado sobre el Trabajo Social
de Grupo. Estableciendo así una vinculación subsidiaria con el sistema de saber
de estas disciplinas, es decir, buscaron y utilizaron producciones teóricas de otras
disciplinas para alcanzar el tan ansiado estatuto científico.
Ahora bien, ¿qué aportó la Sociología?. Las justificaciones para sostener la
importancia de la intervención grupal para alcanzar cambios en los individuos que
reportarían modificaciones sustanciales en la comunidad y así en el conjunto
social más amplio, es decir la sociedad. Para ello vasta observar como lo entiende
Kisnerman:
“La Sociología aportó al SSG una percepción más amplia de la estructura social y de la relación
del medio con el individuo, ya que estructuras sociales inadecuadas pueden producir en un
individuo o grupo, conductas desviadas que no pueden ser comprendidas fuera de su contexto.
Muchas de las fuerzas que el cliente o grupo-cliente debe encontrar para satisfacer sus
necesidades y solucionar sus problemas, deben ser halladas en su medio”. (1978:27)
Desde esta lógica, parten de entender que la sociedad presenta problemas
por la existencia de individuos que no lograron adaptarse y comprender el modo
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intervención profesional. Tanto Bonfiglio como Ander Egg consideran que, a partir
de un informe presentado en el Congreso Norteamericano de Trabajo Social en
1939, posibilitó que la Organización de la Comunidad fuera reconocida como
método.
Asimismo, Bonfiglio cita en su texto a Arthur Dunham quién 1940 define a
Organización de la Comunidad en Trabajo Social como: “el proceso de llevar a
cabo y mantener el ajuste entre los recursos de bienestar social y sus
necesidades, dentro de una zona geográfica o un campo especial de servicio”.
Para complementar esta definición consideramos oportuno citar, además,
los objetivos que debe alcanzar la Organización de la Comunidad según
Friedlander (1985): 1) ayudar a los ciudadanos a encontrar formas más
apropiadas para proporcionar servicios de sanidad y de asistencia social, para el
mejoramiento del medio ambiente social y para la prevención del sufrimiento; 2)
alentar los esfuerzos cooperativos cuyo propósito es el bienestar humano común,
3) construir para los individuos y para los grupos, las vías de comprensión mutua
en cuanto problemas de salud y asistencia y los medios de comunicación que son
esenciales para la acción común.
Desde esta perspectiva, la tarea asignada al trabajador social es la de
contribuir con sus conocimientos, destreza y experiencia profesional; por poseer
una clara percepción de las condiciones sociales, él puede compartir con otros el
reconocimiento de las necesidades, colaborar en su interpretación o facilitando la
suya al vecindario o grupos de la comunidad para estimular el estudio y la
investigación para establecer hechos y diseñar planes que mejoren las
condiciones.
La Organización de la Comunidad como método de intervención va a
continuar incentivando el estudio y el debate profesional norteamericano durante
varias décadas con los aportes de Wilbur Newsttetler, Edward Lindeman y Murray
G. Ross, hasta mediados de 1950 cuando los planteos teóricos y las
orientaciones van a confluir con el Desarrollo de la Comunidad.
4.2. ¿Desarrollo de la Comunidad o descolonización planificada?
Con este subtítulo queremos hacer referencia a los orígenes del Desarrollo
de la Comunidad como una estrategia de intervención, por parte de Inglaterra,
para promover la descolonización de sus colonias.
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“Aunque otras potencias coloniales recurrieron a políticas y técnicas similares, fueron los
ingleses quienes más las aplicaron y quienes difundieron el término, extendiendo también a este
campo u influencia y mayor poderío dentro del vasto y competitivo ordenamiento colonial de la
época” (Bonfiglio, 1982:15)
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“Movimiento para promover una vida mejor para toda la comunidad con su participación activa y,
de ser posible, su iniciativa; pero, si esta iniciativa no sobreviene, mediante el uso de la técnica
para levantarlo y estimularlo a fin de asegurar una respuesta activa y entusiasta respecto del
movimiento” (Bonfiglio, 1982)
Como puede observarse, la comunidad es entendida como un actor
partícipe para lograr el mejoramiento de sus condiciones de vida, y si la
comunidad no tiene la iniciativa en hacerlo se utilizarán diversas técnicas para
incentivar la asunción de la iniciativa. Es decir, que sí o sí la comunidad debe
trabajar para cambiar y mejorar sus condiciones, lo cual se relaciona con la
responsabilidad que debe asumir la comunidad en el Desarrollo de la Comunidad,
como método de intervención en el Trabajo Social, y la función designada al
profesional.
Cabe distinguir que los programas de desarrollo de la comunidad cobraron
relevancia en el periodo de descolonización en los continentes de Asia y África. A
modo de ejemplo podemos citar que en la década de 1930, en la India, se
implementaron programas orientados a la reconstrucción rural. En forma posterior
a la Segunda Guerra Mundial, y habiendo alcanzado la India la independencia del
Imperio Británico, estos programas se fueron perfeccionando en su técnica ante la
complejidad de las situaciones socio-económicas. En 1941 se inició el programa
constructivo bajo la inspiración de Gandhi y Rajenda Prasad, con los siguientes
objetivos:
mejoramiento de la producción agrícola e industrial con prioridad en el
incremento de la producción de alimentos;
Justicia social, distribución de tierras e ingreso adecuado;
Democracia.
Esta experiencia fue de tal envergadura que, fue considerada un caso de
estudio e investigación por organismos y técnicos para ser aplicada en otros
países. Luego de la descolonización, se intenta superar el paternalismo de los
programas, partiendo de las condiciones de independencia de los países y
respondiendo al ideario de lo nacional.
La implementación de políticas desarrollistas en el continente
latinoamericano tiene vinculación con los programas implementados en Asia o
África pero, con la intencionalidad de llevar adelante diversos programas
orientados a fomentar el crecimiento de los países considerados
subdesarrollados.
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posible por el escenario dado por la política desarrollista ideada por Estados
Unidos para los países latinoamericanos.
Esto significó, también, que pasaran a un segundo plano los otros métodos
(Caso y Grupo) ante la potencialidad que suponía el ejercicio del desarrollo
comunitario por posibilitar la vinculación con proyectos más generales de
desarrollo11.
Resulta interesante analizar como Ware estipula los principios básicos que
debe orientar el trabajo en comunidad:
“La organización de la comunidad es un proceso para suscitar grupos funcionales de ciudadanos
capaces de ser los agentes activos y responsables de su propio progreso, usando para ello como
medios: la investigación en común de los problemas locales; el planeamiento y la ejecución por el
pueblo de las soluciones que antes convinieron, la coordinación voluntaria con los demás grupos y
con las autoridades oficiales de modo que se obtenga el bienestar total de la comunidad. Por
medio de la organización de la comunidad, el dinamismo de la vida de la comunidad se hace
efectivo”.
De esta manera la autora señala la importancia que adquiere la comunidad,
pues la misma debe asumir la responsabilidad para resolver tanto sus problemas
como para encontrar las posibles soluciones. Todo ello con la intencionalidad de
alcanzar el bienestar a través del esfuerzo propio.
Los trabajadores sociales fueron integrados a los programas desarrollistas
al valorarse que su intervención era de gran utilidad. Tanto por tener cualidades
similares con los programas que se impulsaban como por su formación
profesional, orientada al trabajo con grupos, a la administración de servicios,
identificación de necesidades y recursos, y también tener experiencia de trabajo
con grupos y comunidades, lo cual se constituía en ventajas con relación a otras
profesiones.
Además, significó para la profesión la adquisición de una mayor
preponderancia y revalorización social con la asunción de nuevas
responsabilidades, frente a un proceso de modernización de las instituciones
públicas. La profesión incorporó rápidamente las formulaciones del desarrollismo,
nutriéndose del pensamiento que se producía y reproducía en los círculos
desarrollistas.
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“Con la hegemonía del desarrollismo en Trabajo Social, se revitalizaban también diversos
planteamientos de reforma social impulsados en los primeros años de la profesión por sectores
que propugnaban una “humanización” del capitalismo en sus más variadas facetas. A lo largo de
los años previos al desarrollo comunitario, estas propuestas palidecieron ante el auge de un
pragmatismo profesional que puso lo más importante de su atención y su práctica en el
tratamiento de casos y grupos”. (Marique Castro, 1982:155)
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Bibliografía
Bonfiglio Giovanni. Los orígenes del desarrollo de la comunidad, en:
Desarrollo de la comunidad y Trabajo Social. Lima, CELATS, 1982.
Richmond, Mary. Caso Social Individual. Bs. As., Editorial Humanitas, 1993.