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INTRODUCCION AL

TRABAJO SOCIAL

MENDOZA, Mariela (2006)


Aproximaciones al análisis de los
Métodos Clásicos en Trabajo Social.
Mimeo.
1

Aproximaciones al análisis de los


Métodos Clásicos en Trabajo Social

Mag. Mariela Mendoza1


1.– Introducción
Con la intencionalidad de dar continuidad al abordaje histórico-social del
Trabajo Social se avanzará en el tratamiento de los métodos clásicos de
intervención profesional, considerando que los mismos respondieron al proceso
de profesionalización del Trabajo Social.
A fines del siglo XIX e inicios del siglo XX encontramos el proceso de
institucionalización del Trabajo Social, tanto en Estados Unidos como en Europa.
En términos generales se pueden identificar dos aspectos que generaron la
necesidad de pautar y normatizar la intervención profesional dando origen a la
instauración de métodos específicos de intervención.
Por un lado podemos considerar la preocupación por capacitar a los
agentes que participaban activamente en la Sociedad de Organización de la
Caridad –tanto en la europea como en la norteamericana-. En este período
histórico fue importante el crecimiento numérico de agentes voluntarios para la
implementación de actividades destinadas a la asistencia de las familias más
pauperizadas de la clase trabajadora. La relevancia que adquirió el desempeño
de estas organizaciones filantrópicas para enfrentar las demandas propias de la
cuestión social propició e impulsó un proceso de expansión de Escuelas de
formación2.
Se evidencia un interés desde la Sociedad de Organización de la Caridad
por racionalizar y tecnificar a la asistencia desde una perspectiva científica en
oposición a la ayuda voluntaria y caritativa, tendencia que se vio fortalecida por la
influencia del desarrollo de las ciencias sociales. Así, se procuraba la formación

1
Docente de la Asignatura Introducción al Trabajo Social, UNLu.
2
En 1898 se dicta en Nueva York un curso de aprendizaje de aplicación científica de filantropía y
en 1899 se crea la primera Escuela de Filantropía Aplicada. En 1899 se funda en Ámsterdam,
Holanda, la primera escuela europea; en 1908 se crea en Berlín la primera escuela alemana, en el
mismo año en Inglaterra, en París se fundan dos Escuelas: una en 1911 de orientación católica y
otra en 1913 de orientación protestante. Según Martinelli, finalizada la II Guerra Mundial ya se
encontraban en funcionamiento cerca de doscientas escuelas distribuidas en Europa, Estados
Unidos y América Latina.
2

de los agentes para que estuvieran dotados de las herramientas adecuadas para
estudiar, investigar y realizar procedimientos que tuvieran resultados favorables.
Los métodos clásicos – Caso Social Individual, Servicio Social de Grupo y
Organización y Desarrollo de la Comunidad –fueron impulsados por diferentes
referentes (profesionales o no del Trabajo Social) con la intencionalidad de dar
respuestas a las llamadas problemáticas sociales, para evitar su propagación y
expansión en la totalidad de la vida comunitaria en los distintos países en los que
tuvieron origen.
Es decir, aunque los métodos clásicos se originaron en diferentes años y
países, podemos señalar que todos ellos tienen como denominador común la
preocupación central por enfrentar las manifestaciones propias de la cuestión
social interpretadas como problemas sociales desde una matriz de pensamiento
conservadora; en un período histórico donde se tornaba indispensable tratar de
menguar los conflictos para que el sistema económico y social imperante
continuara su avance y expansión.

2.- Método de Caso Social Individual

Mary Richmond3 (1861-1928), es la primera en sistematizar un método de


intervención en la profesión: el Caso Social Individual. Su preocupación se
encontraba dirigida a diseñar un modelo que aportara en el ordenamiento de la
intervención de los trabajadores sociales, profesión recientemente
institucionalizada.
Dado que sus experiencias profesionales se desarrollaron junto a médicos
psiquiatras, se evidencia la apropiación que realiza del modelo de atención de los
médicos, lo cual instaura como modalidad de intervención del Trabajo Social en el
abordaje de los casos. Así establece las siguientes etapas del método: estudio,
diagnóstico y tratamiento.
El origen y la utilización del caso social individual fue pensado para
colaborar en el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores sociales
3
Mary Richmond se desempeñó como tesorera asistente en la Charity Organization Society (COS)
entidad civil filantrópica, a partir de 1889. En 1897, como Secretaria General de la misma entidad,
plantea en un discurso la importancia de crear una escuela para trabajadores sociales. La COS
crea la Escuela de Filantropía Aplicada de Nueva York un año después y ella participa como
docente, en 1918 pasa a denominarse Escuela de Trabajo Social. El estudio y la investigación
desarrollada a lo largo de 17 años le posibilita escribir la primera propuesta teórico-metodológica
en Trabajo Social: “Social Diagnosis” (Diagnóstico Social) y “What´s case work?” (Qué es el
trabajo social de casos?, este último traducido en español como El caso social individual.
3

pobres. Pero para poder comprender la función social del Trabajo Social en sus
orígenes así como el surgimiento de este método, es necesario analizar el
contexto socio-económico de Estados Unidos, las ideas predominantes en el
orden social y la teoría social vigente en ese momento histórico, al mismo tiempo
que el papel jugado por las organizaciones filantrópicas.
A fines del siglo XIX, el proceso de industrialización norteamericano se
caracteriza por un significativo desarrollo, no sólo en lo referente a la inclusión de
los avances de la industria moderna, facilitado por la posesión de diversos
recursos sino también por la existencia de un mercado interno importante y la
posibilidad de expansión del libre comercio hacia otros países, generando un flujo
comercial de relevancia en este período histórico.
La afluencia de una corriente inmigratoria creciente y constante fue otro de
los aspectos que aportó para el crecimiento de la mano de obra indispensable
para la labor industrial, para el aumento del consumo y para la conformación de
una población heterogénea que buscaba el progreso y su inclusión como
ciudadanos, intereses que tenían vedados en sus países de orígenes.
El creciente desarrollo de la industria generó un considerable aumento en
las tasas de ganancias de los empresarios, fortalecidos por el proceso de
monopolización de las empresas, consolidándose un imperio económico-industrial
que regulaba en su beneficio “el libre” juego de oferta/demanda de la producción.
Hacia inicios del siglo XX, Estados Unidos comienza a perfilarse como
potencia mundial sustituyendo a los países europeos en la hegemonía económica
mundial, particularmente luego de la I Guerra Mundial, donde el país se constituyó
en el principal proveedor de productos a los países aliados que combatían en
Europa, ganando inclusive otros mercados en Asia y África, ante la imposibilidad
de hacerlo los países europeos por el estado de guerra en el que se encontraban.
Pero, el aumento de las ganancias de los empresarios norteamericanos no
significó un mejoramiento de la calidad de vida de la población, sino todo lo
contrario. Las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora eran
inversamente proporcionales. Desde las precarias instalaciones en las fábricas
hasta las largas jornadas de trabajo (llegaban a 72hs. semanales), la salud
fragilizada de los trabajadores –por la alimentación, por las condiciones de
trabajo- producían altos niveles de mortalidad entre los trabajadores y sus
familias.
4

En los grandes centros urbanos la clase trabajadora se encontraba en


situaciones de vida insalubres: por las condiciones de higiene de las viviendas, la
inexistencia de infraestructura básica que asegurara servicios elementales como
agua, abastecimiento de luz, ventilación, etc. Además debemos tener en cuenta
que, contradictoriamente, los niveles de crecimiento de las industrias no
garantizaban a todos el ingreso al mercado laboral y, en consecuencia, el
desempleo era una constante4.
Frente a las manifestaciones de la cuestión social en Estados Unidos, Nery
(1996) señala el surgimiento de diversos movimientos que buscaban una solución
a las diversas situaciones que generó la industrialización, abarcando aspectos
económicos, políticos y sociales. El conjunto de movimientos que originaron
diversos programas de acción recibió la denominación de Movimiento Reformista
o Progresista.
En sus orígenes el movimiento reformista estuvo vinculado a las
organizaciones o grupos rurales (arrendatarios y trabajadores), que buscaban
defender sus intereses ante la imposibilidad de constituirse en propietarios de
tierras, defendiendo sus ideales democráticos y nacionalistas. Durante las últimas
décadas del siglo XIX se constituyeron diversas organizaciones, las cuáles en
términos generales luchaban por defender sus intereses políticos ante el avance y
consolidación de grupos con intereses económicos vinculados al sector industrial.
Si bien las clases medias también se constituyeron en uno de los pilares
que sustentaron el movimiento reformista, sus intereses eran otros. Nery señala
que no se identifica en la historia norteamericana una alianza política entre las
clases medias y proletarias:
“Estos segmentos sociales en mejor situación comparados a la masa trabajadora, tenían
conciencia acerca de los problemas que tenían los trabajadores y sus familias y también
vislumbraban la necesidad de reformas sociales, por ello, se posicionaban contrarios a
mecanismos de acción colectiva, los que juzgaban como revolucionarios. Consideraban que los
trabajadores podrían solucionar los problemas socio-familiares limitando, por ejemplo, la ingestión
de bebidas alcohólicas, o sea, creían en soluciones que afectasen individualmente a los
trabajadores y los integrantes de su familia” (Nery, 1996:58)
Es decir, la participación de las clases medias en el movimiento reformista
se encontraba orientada -además de sostener una preocupación por el
establecimiento de una regulación social ante la situación de pobreza que
4
Nery (1996) sostiene que la situación de miseria y penuria en la que se encontraban los
trabajadores norteamericanos llegó a niveles que ya no se podían obviar, señalando que en 1904
de 10 a 20 millones de personas se encontraban sin ningún tipo de asistencia, lo cual implicó que
los americanos identificaran que la pobreza había sobrevivido en medio de la abundancia.
5

padecían los trabajadores-, a enriquecer su status social, frente al enriquecimiento


de una minoría representada por los grandes hombres de negocios. Los
profesionales, el clero e intelectuales propugnaban por alcanzar el mismo status
social que los grandes empresarios o representantes de compañías millonarias,
buscando obtener las mismas oportunidades de progreso.
Con respecto a las demandas obreras Nery afirma:
“Mezcladas al movimiento reformista, vislumbramos al movimiento de la clase trabajadora en
cuanto una de las formas específicas de enfrentamiento a la cuestión social visible en la sociedad
norteamericana en esta época. En cuanto movimiento reformista como un todo, la clase
trabajadora a fines del siglo XIX e inicio del siglo XX provocaron repuestas del Estado en la forma
de dispositivos legales a favor de los obreros”. (1996:114)
En términos generales se puede inferir que, durante las últimas décadas
del siglo XIX y las primeras del siguiente, Estados Unidos se caracterizó por
constituirse en una sociedad que sostenía el progreso como principio, aliado no
solamente al desarrollo económico sino también a los ideales de libertad e
igualdad, los cuales se fueron cristalizando en los límites que el propio sistema
capitalista imponía.
En este escenario socio-político el Estado norteamericano se consolidó
como liberal-democrático, defendiendo el ideal de la libertad, acompañando de
esta manera los presupuestos indispensables para el desarrollo de la economía
de mercado capitalista. Asimismo, las corrientes filosóficas predominantes en la
época: el evolucionismo seguido del pragmatismo, dieron mayor fuerza al
pensamiento liberal consolidando así la economía de mercado capitalista 5.
El Estado, respondiendo a las funciones de garantizar la producción de la
acumulación capitalista, en su fase monopólica, comienza a involucrarse en la
implementación de medidas y asunción de funciones participando tanto en la
administración de las crisis cíclicas de la economía capitalista, cumpliendo
funciones empresariales y asumiendo a priori el control de las masas trabajadoras
a través de la ampliación de los derechos políticos y sociales. Desde esta
perspectiva, el Estado se interesa e incentiva la asistencia filantrópica como un
modo de sustentar la producción de la riqueza capitalista y como forma de
responder a las demandas de la clase trabajadora.
De este modo, frente a las manifestaciones de la cuestión social, se
consolida la creencia en la reforma del sistema, llevado adelante por el
5
“El surgimiento del Pragmatismo en cuanto filosofía típicamente norteamericana refleja la
dinámica de una nación confiada en el desarrollo capitalista y dispuesta a emprender reformas en
el sentido de adaptar la sociedad a esta lógica de desarrollo que se imponía”. (Nery, 1996:141)
6

movimiento reformista y adquiriendo una amplia expresión durante ese período


histórico6.
Así, a fines del siglo XIX, es posible identificar dos importantes instituciones
privadas de la red filantrópica que sostuvieron una fuerte influencia en el auxilio a
los pobres en los Estados Unidos, conjuntamente con la Conferencia Nacional de
Caridad y Correcciones, los establecimientos sociales (Settlement Movement) y
las Sociedades de Organización de la Caridad.
De esta manera, la filantropía se fue imponiendo paulatinamente,
conformando una red entre las diversas organizaciones, con el objetivo de brindar
ayuda a los pobres y actuando paralelamente con las organizaciones estatales de
acuerdo a las particularidades de cada comunidad.
Los establecimientos sociales (Settlement Movement) fueron creados por
integrantes del clero protestante con la intencionalidad de difundir el evangelio
social en la población inmigrante en los centros urbanos, con la participación
activa de voluntarios (profesionales, comerciantes y mujeres universitarias),
desarrollando un trabajo filantrópico hacia la población trabajadora más pobre.
Nery afirma que estos establecimientos desarrollaban actividades
orientadas a la educación y recreación sobre todo de los niños, llegando a través
de ellos a las familias. La reforma social era uno de los objetivos más importantes
para que la población trabajadora alcanzara una mejoría en sus condiciones de
educación, salud y trabajo.
La autora también señala que los Establecimientos asumían una postura
crítica con relación a la efectividad de las políticas públicas, reclamando por una
mayor intervención social por parte Estado ante la situación de pobreza que vivía
la población trabajadora, aunque –es necesario aclararlo- no abogaba por la
supresión del sistema capitalista.
Siguiendo con el estudio de la autora antes mencionada, encontramos
también a las Sociedades de Organización de la Caridad (COS) las cuales
comienzan a funcionar en la red filantrópica de Estados Unidos en 1870,
sosteniendo una propuesta vinculada a la filantropía científica y a la caridad
organizada. Desde esta lógica es que consideraban de suma relevancia la

6
“Con relación a las formas de enfrentamiento de la cuestión social presentes en esta compleja
conexión histórica entre el desarrollo económico, político y social, como la visión de mundo de la
sociedad norteamericana (expresa en sus tendencias teórico-filosóficas), encontramos la
filantropía.” (Nery, 1996:114)
7

evaluación estricta de la situación del necesitado antes de poner en marcha la


ayuda material, así se evitaba el uso indiscriminado de recursos para personas
que no evidenciaban intención de modificar su particular situación.
Desde allí es que el conocimiento científico se constituyó para los
filántropos de la COS en una herramienta para explicar los fenómenos sociales. Al
mismo tiempo que, los principios del liberalismo aportaron en la conducción de
sus acciones hacia los pobres, sin dejar de lado el espíritu de la caridad y los
valores morales, pues se complementaban7.
Es justamente en esta tradición de la Sociedad de Organización de la
Caridad que, Mary Ellen Richmond –integrante de la COS- desarrolla la primera
sistematización de una forma de abordaje particular para los trabajadores sociales
respondiendo, de este modo, a la perspectiva de pensamiento de la organización
filantrópica8.
Así, el método de caso social individual articulaba un meticuloso estudio de
la situación del individuo y su familia, al mismo tiempo que se garantizaba una
correcta y eficiente utilización y articulación de los recursos materiales destinados
a la ayuda de los pobres. De esta manera, con la implementación de un método
específico se procuraba alcanzar una resolución exitosa de las problemáticas que
las personas presentaban ante los trabajadores sociales.
Es decir, el interés por organizar y sistematizar un método fue el emergente
de la preocupación de Richmond al observar que la labor desarrollada por los
trabajadores sociales difería entre sí y, además, eran generalmente realizadas en
forma intuitiva, situación que atentaba en el nivel de éxito de los casos atendidos.

7
“Este empleo reflexivo de la beneficencia no tenía nada de ingenuo. Iba a constituir un núcleo de
pericia del que podría surgir el trabajo social profesionalizado: evaluación de las necesidades,
control del empleo del socorro, intercambio personalizado con el cliente. La corriente de la
scientific charity, tan animada en los países anglosajones durante la segunda mitad el siglo XIX,
desarrollará a gran escala este enfoque de la asistencia. La tradición del case work se inscribe en
esta línea. Y cabe preguntarse si el imperio del modelo clínico en el trabajo social no se debe en
gran medida a la doble exigencia de la que el barón de Gérando fue el primer teórico: proceder a
una investigación “científica” de las necesidades del cliente, y establecer con él una relación
personalizada” (Castel, 1997:248)
8
“En las oportunidades que tenía de mantener contacto con los trabajadores sociales (a través de
las clases o conferencias, inclusive artículos publicados en los periódicos), o valiéndose de su
autoridad en el ámbito administrativo, Mary Richmond defendía su propuesta de un trabajo social
metódico, donde el trabajador social se empeñase en recabar el mayor número posible de
informaciones acerca del individuo y su familia, a fin de que el proceso de ayuda se dé sin
dificultades”. (Nery, 1996:132)
8

La inclusión de una perspectiva científica fue identificada como una


necesidad por parte de Richmond, al considerar que ello facilitaría establecer un
diagnóstico claro y certero respecto de la situación problemática.
Al mismo tiempo, se responde a la perspectiva teórica que se sustentaba
desde la COS, la cual consideraba que el auxilio público dado a los pobres no era
eficaz; pues cada caso individual exigía de la “rehabilitación”, a fin de que tanto la
persona como su familia pudieran sostenerse por sí misma.
Así, este método se propone organizar las diferentes actividades que
desarrollan los trabajadores sociales para el tratamiento de la problemática que
presenta un individuo. Esta organización le permite, por un lado proceder
sistemáticamente cumpliendo con los pasos necesarios y, por otra parte, le facilita
alcanzar cada una de las metas estipuladas, orientadas a la “resolución” de las
problemáticas de una persona, como objetivo final.
Ezequiel Ander-Egg afirma que el método fue elaborado siguiendo los
pasos o las etapas de intervención de la Medicina, es decir, siguiendo los
lineamientos del modelo clínico-terapéutico. Esta traspolación que realiza
Richmond del esquema de intervención de la Medicina al Trabajo Social, se debe
a la estrecha labor que la autora mantuvo con profesionales de esa área durante
sus años de indagación y estudio sobre esta temática.
Antes de analizar las etapas del método del Caso Social Individual,
consideramos importante presentar la definición que la autora realiza sobre el
mismo:
“El Servicio Social de casos individuales es el conjunto de métodos que desarrollan la
personalidad, reajustando consciente e individualmente al hombre a su medio social” (1993:67)
De este modo, Richmond va a centrar el accionar de la labor del trabajador
social en dirección a modificar la personalidad del individuo, porque partía del
supuesto de que la persona se encontraba en una situación difícil o en
condiciones precarias por una falla en su conducta.
Desde esta base moral de su enfoque, se trabaja directamente con
cuestiones referentes al “desarrollo de la personalidad”, buscando la comprensión
del individuo pero, estableciendo una relación con su medio ambiente. Y esto
porque, considera que es en la interacción individuo/medio social donde se
conforma la personalidad, siendo posible su modificación para su re-adaptación a
la sociedad.
9

Desde esta lógica va establecer cuatro aspectos básicos para el abordaje


del caso social individual:
a) comprensión de la individualidad y de las características personales;
b) comprensión de los recursos, de los peligros y de las influencias del medio
social;
c) acción directa de la mentalidad de la asistente social sobre la de su cliente;
d) acción indirecta ejercida por el medio social.
¿Pero, a través de qué mecanismos operacionales se llevan adelante estos
aspectos?
Para ello se establece: la entrevista inicial al individuo, la investigación
social de su hogar y de su medio ambiente, la elaboración de un diagnóstico
social con la información recabada y, a partir de esto, un plan de tratamiento o de
rehabilitación del individuo y su familia.
La adaptación y el ajuste de los individuos a la sociedad será la premisa
que guiará el accionar de los trabajadores sociales. Para lo cual se apelará a la
instauración de pautas y normativas de conducta, tendientes al desarrollo de la
personalidad:
“Es cierto que el servicio social de casos individuales se ha ocupado y seguirá ocupándose de las
cuestiones relativas a la restauración de la independencia económica individual, a la salud y a la
higiene personal, así como a los problemas complejos de la higiene mental, todos terrenos que
tienen una relación directa con la personalidad” (Richmond; 1993:66)
La autora señala la importancia que el trabajador social entable una
relación positiva con el individuo, pues ello le facilitará colaborar en la
identificación por parte del individuo de su problemática particular e incentivarlo y
motivarlo en sus deseos de cambio.
También resulta relevante incluir para el abordaje del caso los factores
sociales, económicos, psicológicos y culturales; al considerar que influyen en
cada individuo y claramente se estipula que el interés no debe centrarse solo en
el individuo sino también, debe prestarse atención en su relación con la familia y
la comunidad.
El logro en el cambio de las actitudes personales, el establecimiento de
buenas relaciones entre el trabajador social de casos y el individuo y la familia,
entre la familia y su comunidad, eran premisas que orientaban la intervención de
los trabajadores sociales para facilitar y optimizar la integración y adaptación a la
vida social.
10

La labor asignada a las trabajadoras sociales estaban dirigidas a la


atención de aquellas problemáticas que eran consideradas de su incumbencia,
como por ejemplo: enseñar a las madres a cuidar a sus niños, economía
doméstica, hábitos de higiene, inculcar valores saludables como así también,
controlar las acciones y conductas de las personas.
Desde esta lógica se entienden a las condiciones de vida de los pobres que
asisten, como factores externos posibles de modificar a partir de la voluntad de
cambio y del aprendizaje de las normas y valores sociales. La visita domiciliaria
se constituía en una instancia privilegiada de la disciplina, ya que es en el ámbito
del hogar donde se puede observar y evaluar el desempeño de las personas.
Este modo de entender y comprender las problemáticas sociales excluía la
incorporación de la cuestión social como categoría analítica del proceso de
intervención profesional, pues no se cuestionaba lo fundante de las situaciones
conflictivas.
Es decir, se hacía hincapié en el individuo y en el entorno familiar a partir
de sus conductas y se abordaban en términos de deficiencia para la adaptación.
Por ello la necesidad de recurrir a la psicología y a la medicina, para explicar
desde allí los problemas de conducta, los malos hábitos, las dificultades en el
aprendizaje, etc.
De este modo, para entender la conformación de este método de
intervención, su organización y objetivos debemos plantear, sintéticamente,
cuales fueron las diferentes teorías de las que se sirvieron Mary Richmond,
Virgina Robinson, Gordon Hamilton –por mencionar algunas de las referentes
más importantes en el estudio del CSI-.
11

El método y sus aplicaciones prácticas fueron influenciados por los


avances en el conocimiento de la medicina y, en particular, por la psiquiatría.
Walter Friedlander considera que ello significó que, se otorgara mayor importancia
a los problemas psicológicos y emocionales en lugar de conceder primordial
atención a los problemas económicos y sociológicos.
Los descubrimientos de Freud, el psicoanálisis y la psicología dinámica
fueron factores que incidieron para que se incorporaran estos conocimientos en la
disciplina. Vasconcelos (2000) afirma que el Trabajo Social de Casos sufrió la
influencia de la versión más conservadora del movimiento psicoanalítico: la
psicología del yo, con énfasis en la adaptación y ajuste de los individuos,
apoyados desde las ciencias sociales por disciplinas como la sociología y la
antropología en su vertiente funcionalista para la comprensión de los individuos y
la sociedad.

3.- Método de Grupo – Trabajo Social Grupal

Diversos autores (Ander Egg, Dupont, Kisnerman) coinciden en considerar


que el Servicio Social de Grupo se incluye como método de intervención dentro
de la profesión en el año 1936, en el marco del desarrollo de la Conferencia
Nacional de Trabajo Social en Montreal.
Sin embargo, sus antecedentes históricos se pueden encontrar en las
acciones de trabajo grupal realizadas en Inglaterra. Desde mediados del siglo XIX
la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA), el movimiento de settlement (centro
social comunitario, creado por Samuel Barnett) y los Boys Scouts (fundados 1905
por Baden Powell) promovían prácticas de trabajo, que se idearon con la
intencionalidad de ayudar, a través de actividades recreativas y grupales a
jóvenes pobres que presentaban vinculación con la delincuencia y/o provenían de
familias desorganizadas o sin vinculación con ella.
“...los primeros realizadores del servicio social de grupo fueron simpatizantes que brindaban
generosamente su tiempo a la obra que les era cara. Poseían determinadas aptitudes naturales,
ascendiente personal, talento y devoción por la causa. Con tal que los niños fuesen sacados de
las calles, que los pobres se reunieran para distraerse después del trabajo, que los inmigrantes se
iniciaran en el idioma y las costumbres de su nueva patria en las settlement houses, no se pedía
nada más” (Simone Paré, 1966:11)
Estas organizaciones se proponían, desde una perspectiva humanista y en
algunos casos religiosa, mejorar el nivel de vida de los pobres, mediante la
12

implementación de acciones que les posibilitara a los jóvenes asumir el


compromiso de tareas constructivas para ellos y la comunidad (Kisnerman, 1978).
Estos modos de acción grupal están influenciados por el fuerte espíritu
reformista de la época pero, es recién avanzando en las primeras décadas del
siglo XX en los Estados Unidos, que se comenzará a incorporar la dimensión
educativa con mayor claridad, como un aspecto central en su abordaje. De esta
manera, a las actividades recreativas, de esparcimiento y entretenimiento que se
venían desarrollando (sobre todo en Inglaterra), se le incluirá lo educativo, a partir
de las nuevas ideas de la educación progresiva.
Estos cambios se vinculan al contexto socio-histórico que vivía Estados
Unidos, pues los propósitos del trabajo con grupos estuvieron orientados a brindar
actividades recreativas en el tiempo libre de los asalariados y de los niños pobres,
brindar servicios a los inmigrantes, prevenir la delincuencia juvenil con la
realización de actividades de educación cívica y recreativas, todo ello con el fin de
mejorar a las personas y de este modo alcanzar un desarrollo social que posibilite
la inclusión de los extranjeros (Dupont, 1967).
Es decir, las preocupaciones sociales y políticas en los primeros años del
siglo XX en Estados Unidos estuvieron centradas en enfrentar las problemáticas
propias del proceso inmigratorio, del desarrollo industrial como así también, de las
consecuencias de su participación en la 1era. Guerra Mundial.
Aunque es necesario aclarar que, durante este período, los asistentes
sociales se encontraban más abocados a intervenir desde el caso social individual
y, por lo tanto, quiénes intervenían desde el trabajo grupal no eran profesionales o
se les consideraba con objetivos diferentes (Dupont, 1977).
Grace Coyle9 es una de las primeras profesionales del área que dicta el
primer curso de trabajo con grupos en la Escuela de Ciencias Sociales Aplicadas
de la Universidad Western Reserve de Cleveland y recién en 1925 se comienza a
implementar su enseñanza en algunas Escuelas de Servicio Social,
incorporándose posteriormente como actividad en las instituciones. Simón Paré
también nos informa que, en 1933, el curso comienza denominarse Servicio
Social de Grupo con la intencionalidad de establecer un paralelo con el nombre de
Servicio Social Individual.

9
En 1930 Grace Coyle publica en Nueva York el libro “Proceso social en grupos organizados”.
13

Wilbur Newstetter ha sido uno de los profesionales norteamericanos que


impulsó en la década de 1930, el reconocimiento del trabajo con grupos como
método de intervención en el Trabajo Social. El mismo define al Servicio Social de
Grupo de la siguiente manera:
“sería el proceso socio-educativo que tiene por finalidad el desarrollo de la personalidad y la
adaptación social de los individuos a través de asociaciones voluntarias y el uso de las mismas
para otros fines socialmente deseables”. (Apud Dupont, 1977)
Por su parte Simone Paré, en el año 1949 publicó un breve estudio sobre el
método del Servicio Social de Grupo y en 1966 amplió una obra sobre el tema. La
autora parte de considerar en primer lugar qué es el Servicio Social para luego
articularlo a sus objetivos y, en particular, a los objetivos del Servicio Social de
Grupo.
“El Servicio Social se define como el arte de adaptar al hombre a la sociedad y la sociedad al
hombre...cuya misión consiste en ayudar al hombre a procurarse sus necesidades, pero que
debido a imperfecciones graves o leves de sus miembros o de su estructura, pueden presentar o
encontrar problemas”.(Paré, 1966:9)
Desde esta lógica considera que el Trabajo Social de Grupo tiene como
objetivo mejorar las relaciones humanas y cumple con su cometido mediante las
relaciones entre el cliente y el profesional, a través de la formación y actividad de
grupos en virtud de la amistad y la concordancia de intereses. En esos grupos el
ser humano intenta adaptarse a sí mismo y a los demás.
Asimismo, Gisela Konopka es otra profesional norteamericana que incursiona en
el estudio de lo grupal y desarrolla una definición específica para el abordaje
desde el Servicio Social:
“es un método del servicio social que ayuda a los individuos a mejorarse en su funcionamiento
social a través de intencionadas experiencias de grupos y a manejarse más eficazmente con sus
problemas personales, de su grupo y de su comunidad” (en Kisnerman, 1978:35)
Estas definiciones, a pesar de ser elaboradas por diferentes profesionales,
parten de comprender que las personas (niños, obreros, desocupados,
adolescentes, etc.) deben adaptarse al medio social. Consideran que la
sociedad es una, es esa, y para sostener relaciones sociales humanas en
armonía y perfeccionar o mejorar su funcionamiento en pos de dar continuidad al
desarrollo de esa sociedad, resulta indispensable que las personas que no logran
su inclusión/adaptación deben aprender a hacerlo y/o a superar sus dificultades.
Pero ¿qué dificultades presentan estas personas? No por casualidad se las
agrupa de acuerdo a diferentes tipologías. Se puede observar que las
preocupaciones que sustentan el accionar pasible de ser abordado desde la
14

instancia de trabajo grupal se centran básicamente en emergentes propios de las


condiciones de pobreza y de subalternidad socio-económica, propio del sistema
de producción capitalista.
Sin embargo, la interpretación que realizaron estos autores respecto de la
delincuencia juvenil, el alcoholismo, el desempleo, etc.; fue asociado directamente
a incapacidades individuales para involucrarse activamente en el modo de vida
social imperante en la época. De allí que el Trabajo Social de Grupo se propusiera
como objetivos:
 Restauración: se considera que las acciones de trabajo grupal deben estar
orientadas a la cura y/o rehabilitación de las personas que presentan, como
decíamos antes, problemas como consecuencia de sus condiciones de
pobreza material y espiritual, con la intencionalidad de mejorar el
funcionamiento de las relaciones sociales.
 Provisión: se intenta a través del abordaje grupal que los individuos movilicen
sus capacidades latentes para mejorar su funcionamiento al interior del grupo
y, de este modo, promoverlos para que superen sus dificultades, adaptándose
positivamente en su comunidad. También en este punto se considera
indispensable la reorganización los recursos sociales existentes para su mejor
aprovechamiento por parte de los individuos, tendiendo a una interacción
social más saludable.
 Prevención de los problemas vinculados a la interacción social. Se pretende
identificar y eliminar todos aquellos factores que inciden en generar y/o
agudizar problemas sociales.
Desde esta perspectiva, la función asignada al trabajador social en el
marco del trabajo de grupo está orientada a tener un conocimiento pormenorizado
de cada uno de sus miembros (conductas, su procedencia, el núcleo familiar,
dificultades, etc.); ello le posibilita observar y orientar los cambios individuales en
el proceso de trabajo grupal.
Todos los autores antes mencionados sostienen la importancia que el
trabajador social sea diestro en el manejo de técnicas, tanto educativas como
recreativas, para aportar en la integración y conformación del grupo, cumpliendo
funciones de educador, orientador y coordinador.
Natalio Kisnerman va un poco más allá con su idea respecto del trabajador
social, desdibujando inclusive lo que se entiende por lo profesional, al sostener:
15

“Siempre decimos que un buen asistente social es como un mago. Tiene las técnicas en la galera,
sabe cuál sacar, cómo sacarla sin que el cliente o grupo o comunidad lo advierta, y en qué
momento oportuno” (1978:42)
Para concluir con el estudio de este método de intervención, debemos
incluir en el análisis las influencias teóricas que incidieron en la conformación del
saber de este método en particular.
Una de las preocupaciones centrales de los iniciadores de este método fue
la búsqueda y conformación de una teoría que justificara con bases científicas la
intervención profesional de los trabajadores sociales para, por un lado obtener
consenso al interior del colectivo profesional para su utilización como un nuevo
método de intervención –superador inclusive del CSI– y, por otra parte, establecer
determinados criterios, herramientas que regulen y posibiliten su uso.
De allí el interés en promover cursos específicos que tratara la temática en
un primer momento y, posteriormente, que sea incluido el método grupal como
materia en la formación de los profesionales en Estados Unidos.
La producción tanto de conferencias como de libros sobre Trabajo Social
de Grupo es otra de las formas que posibilitó viabilizar su aceptación e inclusión
por parte de los profesionales del área, para que sea incorporado como otro
método específico además del Caso Social Individual.
El desarrollo y consolidación teórica tanto de la sociología como de la
psicología norteamericana, desde fines del siglo XIX, sirvieron de apoyatura
científica para configurar un supuesto saber especializado sobre el Trabajo Social
de Grupo. Estableciendo así una vinculación subsidiaria con el sistema de saber
de estas disciplinas, es decir, buscaron y utilizaron producciones teóricas de otras
disciplinas para alcanzar el tan ansiado estatuto científico.
Ahora bien, ¿qué aportó la Sociología?. Las justificaciones para sostener la
importancia de la intervención grupal para alcanzar cambios en los individuos que
reportarían modificaciones sustanciales en la comunidad y así en el conjunto
social más amplio, es decir la sociedad. Para ello vasta observar como lo entiende
Kisnerman:
“La Sociología aportó al SSG una percepción más amplia de la estructura social y de la relación
del medio con el individuo, ya que estructuras sociales inadecuadas pueden producir en un
individuo o grupo, conductas desviadas que no pueden ser comprendidas fuera de su contexto.
Muchas de las fuerzas que el cliente o grupo-cliente debe encontrar para satisfacer sus
necesidades y solucionar sus problemas, deben ser halladas en su medio”. (1978:27)
Desde esta lógica, parten de entender que la sociedad presenta problemas
por la existencia de individuos que no lograron adaptarse y comprender el modo
16

de vida social imperante y su desarrollo, generando relaciones sociales


patológicas que sumergen a los individuos en estados de marginalidad
(delincuencia, alcoholismo, pauperismo, etc.) re-produciendo a su vez más
individuos inadaptados, como si fuera un círculo vicioso.
Por ello la relevancia de la Psicología como otra de las disciplinas que
incidió en la justificación del abordaje grupal, al permitir estudiar la conducta
humana y los modos para su tratamiento. Pero, a su vez, debemos tener en
cuenta a qué corriente interna de la psicología adscribieron estos primeros
trabajadores sociales de grupo, porque no podemos reducir este vasto y complejo
campo disciplinar a la llamada psicología del yo.
Si bien es cierto que el creador del psicoanálisis, Sigmund Freud, posibilitó
avanzar en el estudio y la investigación de producciones teóricas dentro de la
psicología, su incorporación en Estados Unidos sufrió serias mutaciones
determinando la consolidación de la psicología dinámica y la conductista.
Estas corrientes basan su teoría en la necesidad de integración del
individuo a la sociedad como si ello fuera un problema del mismo. Esto es, una
falta de armonía a restituir, de allí la implementación de técnicas que traten los
problemas de conducta y de comportamiento como fallas de integración entre las
instancias (Yo, Super Yo y Ello).
“De esta forma la psicología del yo se imbrica con una teoría del equilibrio social, la psiquiatría se
engrana con una teoría de los microsistemas sociales, el psicoanálisis se articula con la dinámica
de los pequeños grupos, la teoría funcionalista del cambio social se sintoniza con los esquemas
dualistas en economía, etc.” (Netto, 1997:151)
La Psicología Social y la Pedagogía son otras de las disciplinas que van a
proporcionar instrumentos y técnicas de trabajo a fin de alcanzar los objetivos
propuestos por el Trabajo Social Grupal, aportando más específicamente al
manejo de lo grupal.

4.- Método de Organización y Desarrollo de la Comunidad

Este método de intervención es el resultado de la confluencia de dos


formas de intervención diferenciadas tanto por sus orígenes como por sus
características particulares: surgen en medios sociales distintos y responden a
objetivos y orientaciones diferentes.
Es en la década de 1950, y gracias al impulso de los organismos
internacionales, que crece el interés por implementar estas formas de
17

intervención. La Organización de los Estados Americanos (OEA) promueve la


Organización de la Comunidad con un claro predominio del Trabajo Social
norteamericano y, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) empieza a
investigar y estudiar experiencias de Desarrollo de la Comunidad (sobre todo a
partir del caso de la India).
Con la intencionalidad de comprender este proceso de confluencia entre
Organización y Desarrollo de la Comunidad presentaremos, en primer lugar, las
características generales de cada uno de ellos y, posteriormente, abordaremos
más específicamente la derivación de Desarrollo de la Comunidad como método
de intervención dentro del Trabajo Social.
4.1. Organización de la Comunidad
La Organización de la Comunidad surge como un método específico dentro
del Trabajo Social norteamericano. El mismo es concebido como una forma de
afrontar las diversas problemáticas sociales, consecuentes del contradictorio
proceso de consolidación del capitalismo monopólico que había traído aparejada
la agudización de la desigualdad social durante las primeras décadas del siglo XX
en Estados Unidos.
El ideal norteamericano de alcanzar la integración nacional y el orden
social motivaron el surgimiento, en 1920, de los Consejos de Planeamiento de la
Comunidad o Consejos Locales para organizar y lograr el bienestar de la
comunidad.
El aumento de la demanda social comienza a plantear la necesidad de una
mayor intervención de técnicos y profesionales que planifiquen, organicen los
recursos y desarrollen programas, desplazando de este modo a los funcionarios,
representantes de diversas instituciones o dirigentes de asociaciones
benefactoras, quienes hasta ese momento participaban activamente en la
implementación de los programas locales.
Bonfiglio señala que la crisis de 1929, y sus consecuencias sociales,
posibilita que cobre auge la Organización de la Comunidad, creciendo la
injerencia de los trabajadores sociales en los Consejos Comunales.
La Organización de la Comunidad, como método específico de intervención
en el Trabajo Social, comienza a plantear un debate al interior del colectivo
profesional norteamericano, lo que provoca también la publicación de distintos
artículos y libros orientados en instituirlo como otro de los métodos de
18

intervención profesional. Tanto Bonfiglio como Ander Egg consideran que, a partir
de un informe presentado en el Congreso Norteamericano de Trabajo Social en
1939, posibilitó que la Organización de la Comunidad fuera reconocida como
método.
Asimismo, Bonfiglio cita en su texto a Arthur Dunham quién 1940 define a
Organización de la Comunidad en Trabajo Social como: “el proceso de llevar a
cabo y mantener el ajuste entre los recursos de bienestar social y sus
necesidades, dentro de una zona geográfica o un campo especial de servicio”.
Para complementar esta definición consideramos oportuno citar, además,
los objetivos que debe alcanzar la Organización de la Comunidad según
Friedlander (1985): 1) ayudar a los ciudadanos a encontrar formas más
apropiadas para proporcionar servicios de sanidad y de asistencia social, para el
mejoramiento del medio ambiente social y para la prevención del sufrimiento; 2)
alentar los esfuerzos cooperativos cuyo propósito es el bienestar humano común,
3) construir para los individuos y para los grupos, las vías de comprensión mutua
en cuanto problemas de salud y asistencia y los medios de comunicación que son
esenciales para la acción común.
Desde esta perspectiva, la tarea asignada al trabajador social es la de
contribuir con sus conocimientos, destreza y experiencia profesional; por poseer
una clara percepción de las condiciones sociales, él puede compartir con otros el
reconocimiento de las necesidades, colaborar en su interpretación o facilitando la
suya al vecindario o grupos de la comunidad para estimular el estudio y la
investigación para establecer hechos y diseñar planes que mejoren las
condiciones.
La Organización de la Comunidad como método de intervención va a
continuar incentivando el estudio y el debate profesional norteamericano durante
varias décadas con los aportes de Wilbur Newsttetler, Edward Lindeman y Murray
G. Ross, hasta mediados de 1950 cuando los planteos teóricos y las
orientaciones van a confluir con el Desarrollo de la Comunidad.
4.2. ¿Desarrollo de la Comunidad o descolonización planificada?
Con este subtítulo queremos hacer referencia a los orígenes del Desarrollo
de la Comunidad como una estrategia de intervención, por parte de Inglaterra,
para promover la descolonización de sus colonias.
19

Durante la década de 1920 la Oficina Colonial Británica impulsó la


implementación de diferentes programas, con la intencionalidad de organizar y
controlar el desarrollo de las poblaciones colonizadas por el imperio 10.
De ese modo se diseñaron una diversidad de programas, con la provisión
de recursos económicos, para fomentar el desarrollo de comunidades/colonias en
aspectos esenciales como: salud, educación, vivienda e infraestructura
(fundamentalmente para facilitar la comunicación). Así, el imperio lograba no sólo
establecer una hegemonía cultural y política sino que, también, posibilitaba la
formación de la fuerza de trabajo necesaria para la continuidad de expansión y
desarrollo del capitalismo monopólico.
Bonfiglio señala otro aspecto importante por el cual se tornaba
indispensable la implementación de estos programas:
“La Revolución bolchevique y la primera guerra mundial, entre otras dimensiones, abrieron
esencialmente el período durante el cual se agudizó y extendió la heroica lucha a través de la cual
un número creciente de pueblos pugnaban por sacudirse del dominio colonial, y por afirmar su
independencia y soberanía nacionales, organizando su beligerancia con grados variados de
aproximación a las fuerzas nucleares que recusaban no sólo al colonialismo sino al propio
capitalismo, ya en su fase imperialista y monopólica” (1982:16)
Es decir, Inglaterra identificó la necesidad de renovar sus estrategias de
dominación (además de las armas) con la implementación de políticas
económicas y sociales que permitieran neutralizar o posponer movimientos
independentistas que atentaban contra sus intereses; de esa manera los procesos
de descolonización podían ser controlados.
Desde esta perspectiva, entonces, el Desarrollo de la Comunidad debe ser
entendido como estrategia de dominación y control estatal de las contradicciones
sociales (los intentos emancipatorios en las colonias) y, a su vez, perfeccionaban
y renovaban las relaciones coloniales (cuando la sujeción militar dejó de ser
suficiente). Por lo tanto, se puede afirmar que los orígenes del Desarrollo de la
Comunidad, como conjunto de técnicas de intervención, tiene una estrecha
vinculación con la crisis del sistema colonial del siglo XX (Bonfiglio, 1982).
En este sentido, resulta interesante la definición dada a Desarrollo de la
Comunidad durante una conferencia de administradores coloniales ingleses en
1943:

10
“Aunque otras potencias coloniales recurrieron a políticas y técnicas similares, fueron los
ingleses quienes más las aplicaron y quienes difundieron el término, extendiendo también a este
campo u influencia y mayor poderío dentro del vasto y competitivo ordenamiento colonial de la
época” (Bonfiglio, 1982:15)
20

“Movimiento para promover una vida mejor para toda la comunidad con su participación activa y,
de ser posible, su iniciativa; pero, si esta iniciativa no sobreviene, mediante el uso de la técnica
para levantarlo y estimularlo a fin de asegurar una respuesta activa y entusiasta respecto del
movimiento” (Bonfiglio, 1982)
Como puede observarse, la comunidad es entendida como un actor
partícipe para lograr el mejoramiento de sus condiciones de vida, y si la
comunidad no tiene la iniciativa en hacerlo se utilizarán diversas técnicas para
incentivar la asunción de la iniciativa. Es decir, que sí o sí la comunidad debe
trabajar para cambiar y mejorar sus condiciones, lo cual se relaciona con la
responsabilidad que debe asumir la comunidad en el Desarrollo de la Comunidad,
como método de intervención en el Trabajo Social, y la función designada al
profesional.
Cabe distinguir que los programas de desarrollo de la comunidad cobraron
relevancia en el periodo de descolonización en los continentes de Asia y África. A
modo de ejemplo podemos citar que en la década de 1930, en la India, se
implementaron programas orientados a la reconstrucción rural. En forma posterior
a la Segunda Guerra Mundial, y habiendo alcanzado la India la independencia del
Imperio Británico, estos programas se fueron perfeccionando en su técnica ante la
complejidad de las situaciones socio-económicas. En 1941 se inició el programa
constructivo bajo la inspiración de Gandhi y Rajenda Prasad, con los siguientes
objetivos:
 mejoramiento de la producción agrícola e industrial con prioridad en el
incremento de la producción de alimentos;
 Justicia social, distribución de tierras e ingreso adecuado;
 Democracia.
Esta experiencia fue de tal envergadura que, fue considerada un caso de
estudio e investigación por organismos y técnicos para ser aplicada en otros
países. Luego de la descolonización, se intenta superar el paternalismo de los
programas, partiendo de las condiciones de independencia de los países y
respondiendo al ideario de lo nacional.
La implementación de políticas desarrollistas en el continente
latinoamericano tiene vinculación con los programas implementados en Asia o
África pero, con la intencionalidad de llevar adelante diversos programas
orientados a fomentar el crecimiento de los países considerados
subdesarrollados.
21

Manrique Castro (1982) realiza una serie de consideraciones que permite


clarificar la incorporación de desarrollo de la comunidad como método de
intervención en el Trabajo Social latinoamericano.
En este sentido señala que, la realidad latinoamericana era
sustancialmente diferente a la de Estados Unidos por lo cual, tanto los objetivos
como los procedimientos de Organización de la Comunidad –recordemos, de
origen norteamericano-, no podían brindar respuestas acordes a nuestro
continente, presentándose inclusive como obstáculos para labor que
desarrollaban los trabajadores sociales, centrándose esencialmente en la
combinación de necesidades identificadas con recursos disponibles.
4.3. El Desarrollo de la Comunidad como método de intervención
profesional
Como señalamos anteriormente, diversos autores norteamericanos (Robert
Lane, Murray Ross, Arleen Johnson) trataron de demostrar que la Organización
de la Comunidad era un proceso del Trabajo Social comparable al Trabajo Social
de Casos o de Grupo, basándose en que la comunidad también podía
considerarse como un cliente en sentido amplio.
Pero es la trabajadora social norteamericana Caroline Ware, en la década
de 1950, quién logra sintetizar y hacer confluir Organización y Desarrollo de la
Comunidad como método de intervención. Su primer libro es de 1952 y se titula
“Estudio de la comunidad”; el segundo es de 1954: “Organización de la
Comunidad para el bienestar social”. Este último es el resultado del dictado de
cursos organizado por la Unión Panamericana en países latinoamericanos y es
publicado en forma conjunta por las Naciones Unidas, la Organización de los
Estados Americanos y la UNESCO. Lo cual evidencia como los organismos
internacionales participaron activamente en la organización y difusión de estas
estrategias de intervención a nivel continental.
La Organización y Desarrollo de la Comunidad se presentaba como una
modalidad de intervención posible de ser incorporada como método profesional,
favorecido e incentivado por las políticas desarrollistas que se implementaban en
los países latinoamericanos. Con ello queremos decir que, el impacto que el
Desarrollo de la Comunidad tuvo sobre el Trabajo Social en el continente fue
22

posible por el escenario dado por la política desarrollista ideada por Estados
Unidos para los países latinoamericanos.
Esto significó, también, que pasaran a un segundo plano los otros métodos
(Caso y Grupo) ante la potencialidad que suponía el ejercicio del desarrollo
comunitario por posibilitar la vinculación con proyectos más generales de
desarrollo11.
Resulta interesante analizar como Ware estipula los principios básicos que
debe orientar el trabajo en comunidad:
“La organización de la comunidad es un proceso para suscitar grupos funcionales de ciudadanos
capaces de ser los agentes activos y responsables de su propio progreso, usando para ello como
medios: la investigación en común de los problemas locales; el planeamiento y la ejecución por el
pueblo de las soluciones que antes convinieron, la coordinación voluntaria con los demás grupos y
con las autoridades oficiales de modo que se obtenga el bienestar total de la comunidad. Por
medio de la organización de la comunidad, el dinamismo de la vida de la comunidad se hace
efectivo”.
De esta manera la autora señala la importancia que adquiere la comunidad,
pues la misma debe asumir la responsabilidad para resolver tanto sus problemas
como para encontrar las posibles soluciones. Todo ello con la intencionalidad de
alcanzar el bienestar a través del esfuerzo propio.
Los trabajadores sociales fueron integrados a los programas desarrollistas
al valorarse que su intervención era de gran utilidad. Tanto por tener cualidades
similares con los programas que se impulsaban como por su formación
profesional, orientada al trabajo con grupos, a la administración de servicios,
identificación de necesidades y recursos, y también tener experiencia de trabajo
con grupos y comunidades, lo cual se constituía en ventajas con relación a otras
profesiones.
Además, significó para la profesión la adquisición de una mayor
preponderancia y revalorización social con la asunción de nuevas
responsabilidades, frente a un proceso de modernización de las instituciones
públicas. La profesión incorporó rápidamente las formulaciones del desarrollismo,
nutriéndose del pensamiento que se producía y reproducía en los círculos
desarrollistas.

11
“Con la hegemonía del desarrollismo en Trabajo Social, se revitalizaban también diversos
planteamientos de reforma social impulsados en los primeros años de la profesión por sectores
que propugnaban una “humanización” del capitalismo en sus más variadas facetas. A lo largo de
los años previos al desarrollo comunitario, estas propuestas palidecieron ante el auge de un
pragmatismo profesional que puso lo más importante de su atención y su práctica en el
tratamiento de casos y grupos”. (Marique Castro, 1982:155)
23

Desde la lógica de este método se identifica a la comunidad como unidad


de intervención, al partir de considerarla como núcleos constitutivos de la
sociedad y desde donde los problemas sociales pueden ser abordados.
Desde una concepción liberal se basa en la iniciativa privada, donde el
Estado cumple la función de promover el desarrollo y dar asistencia a las
comunidades menos desarrolladas, a fin de que ellas con su propio trabajo y con
un mínimo de ayuda estatal, puedan promover su autodesarrollo.
Así, la autoayuda o el trabajo comunitario (construcción de viviendas,
instauración o extensión de red de agua potable, etc) se tornan necesarios porque
los Estados parten de considerar que la participación e involucramiento de la
población en estos programas garantizaría que se sintieran parte de ellos. De ese
modo se valorarían los alcances de los objetivos, como el ansiado desarrollo de la
comunidad, presentado como una forma de disminuir las desigualdades sociales.
Para su operacionalización, este método de intervención se vale de la
utilización de una variedad de técnicas, derivadas del auge de diferentes
disciplinas de las ciencias sociales que se producen en esos años; nos referimos
a técnicas de la antropología aplicada, de estadísticas, demográficas, de la
psicología social, de la dinámica de grupos, educativas y de alfabetización. Estas
técnicas eran utilizadas para el estudio y la investigación, así como para la
programación de actividades que incentivaran la participación y discusión en
grupos.
Ware considera que el Trabajo Social, por su naturaleza profesional:
“...está dedicado a los principios de la organización de la comunidad y capacitado
para efectuarlos. Además, está situado en uno o varios puestos que le
constituyen en un elemento estratégico para la iniciación o facilitación de
esfuerzos de mejoramiento comunal. Tiene la responsabilidad de contribuir a
dichos esfuerzos con toda su capacidad”. (1954:151).
De esta manera el trabajador social orientaba su labor en gestar
actividades, incentivar el interés por parte de la comunidad en participar, en
despertar deseos de realizaciones prácticas, fomentar reuniones cívicas,
culturales y recreativas. En síntesis, sostiene la autora: “...orientar y dar consejo
cuando sea necesario y oportuno, procurando no ser indispensables; sería
necesario estudiar la psicología del grupo para saber la clase de ayuda que se le
puede prestar y la forma en que esta se debe dar”. (1954:189).
24

5. Métodos clásicos y pensamiento conservador


Como señalamos al comienzo, el desarrollo de los métodos clásicos en el Trabajo
Social responde a las demandas de intervención de la época, donde se puede
identificar la existencia, al interior de la profesión, de una preocupación por
tecnificar la asistencia con la intencionalidad, por un lado, de mejorar los
resultados de la intervención profesional y, por otra parte, para respaldar el hacer
profesional desde las producciones y los avances científicos imperante en esos
momentos históricos.
Los fundamentos teóricos y los objetivos que los métodos clásicos se proponen
se sostienen de una matriz de pensamiento conservadora que se articula con el
desarrollo de las ciencias sociales, donde el positivismo se constituye en la
corriente de pensamiento predominante en la sociología moderna que justifica la
desigualdad social en el carácter organicista de la sociedad, la cual está regida
por leyes naturales.
Emile Durkheim es el cientista social que desarrolló sus investigaciones y
producciones científicas en esta perspectiva de pensamiento, logró establecer un
método de investigación que equipara a los hechos sociales como hechos de la
naturaleza, es decir, logra asimilar el método de estudio de las ciencias naturales
a las ciencias sociales.
Uno de los aspectos centrales de su producción es que considera que la sociedad
le precede al individuo, con ello indica que la sociedad ya tiene su organización y
es el individuo el que debe adaptarse y asimilar las leyes que regulan a esa
sociedad.
“Tratar los hechos sociales como elementos de la naturaleza y sujetos a leyes, se
convierte en reducir la acción humana a una legalidad externa a sí misma, y que
por lo tanto da lugar a distinguir entre lo normal y lo patológico (como desvío de
las leyes sociales).” (Parra, 1999:66)
Considerar los hechos sociales como cosas plantea cierta naturalización que
indica la imposibilidad de modificación por voluntad de los individuos, justifica el
orden social imperante y naturaliza su dinámica.
Desde esta perspectiva, la existencia de fallas o de problemas derivados de las
relaciones propias de la dinámica social da lugar al desarrollo e intervención
instituciones que tengan como función la cohesión social para evitar el estado de
25

anomia, es decir, la no asimilación o internalización de las normas sociales que


regulan el funcionamiento de la sociedad.

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