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La sentencia establece que:
1) La relación biológica no es la única fuente de filiación y el consentimiento o voluntad también pueden llevar a una relación filial jurídica.
2) Aunque exista prueba biológica como ADN, en ocasiones se da prioridad al statu quo civil y a la relación paterno filial funcional sobre la verdad biológica.
3) La filiación jurídica no siempre coincide con la biológica y existen casos en los que se impide la impug
Descripción original:
Título original
SENTENCIA 12907 DE 2019 PUNTO 2.4.3 MONOGRAFIA DIANA
La sentencia establece que:
1) La relación biológica no es la única fuente de filiación y el consentimiento o voluntad también pueden llevar a una relación filial jurídica.
2) Aunque exista prueba biológica como ADN, en ocasiones se da prioridad al statu quo civil y a la relación paterno filial funcional sobre la verdad biológica.
3) La filiación jurídica no siempre coincide con la biológica y existen casos en los que se impide la impug
La sentencia establece que:
1) La relación biológica no es la única fuente de filiación y el consentimiento o voluntad también pueden llevar a una relación filial jurídica.
2) Aunque exista prueba biológica como ADN, en ocasiones se da prioridad al statu quo civil y a la relación paterno filial funcional sobre la verdad biológica.
3) La filiación jurídica no siempre coincide con la biológica y existen casos en los que se impide la impug
CONTENIDO:RELACIÓN BIOLÓGICA NO ES LA ÚNICA FUENTE DE FILIACIÓN.
AUNQUE LA RELACIÓN SEXUAL ENTRE LOS PADRES ES LA PRINCIPAL FUENTE DE LA FILIACIÓN NO PUEDE CONSIDERARSE COMO LA ÚNICA, YA QUE EL CONSENTIMIENTO O LA VOLUNTAD TAMBIÉN PUEDEN LLEVAR A UNA RELACIÓN FILIAL QUE NO PUEDE DESCONOCERSE. LO QUE SIGNIFICA QUE AUN CONOCIENDO LA VERACIDAD DE UNA PRUEBA CIENTÍFICA, SE DA PRIORIDAD AL STATU QUO CIVIL EN LA FORMA EN QUE LO HA SUSTENTADO DURANTE LA VIDA, IMPIDIENDO QUE RAZONES AJENAS A INTERESES PURAMENTE FAMILIARES PERMITAN DESPOJAR LA FILIACIÓN QUE HA DETENTADO CON LA AQUIESCENCIA DE QUIEN TRATA SIEMPRE COMO PADRE. SON CASOS EN QUE UNA CERTEZA JURÍDICA O SOCIAL DEBE PRIMAR SOBRE LA VERDAD BIOLÓGICA. POR ESO, NO SIEMPRE COINCIDEN LA FILIACIÓN BIOLÓGICA O CONSANGUÍNEA CON LA FILIACIÓN JURÍDICA O RELACIÓN JURÍDICA DE FILIACIÓN. ES DECIR, AUNQUE EXISTA EN OCASIONES LA PRUEBA BIOLÓGICA O POR ADN, EXISTEN CASOS EN LOS QUE SE POTENCIA EL ROL O FUNCIONALIDAD DE LA RELACIÓN PATERNO FILIAL, DESVALORIZANDO LA REALIDAD BIOLÓGICA Y ESTABLECIENDO UNOS ESQUEMAS DE DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN BASADOS EN LA VOLUNTAD UNILATERAL O EN DETERMINADAS PRESUNCIONES, Y VEDANDO LA POSIBILIDAD DE IMPUGNACIÓN O INVESTIGACIÓN FILIAL, POR FUERA DE ESQUEMAS LEGALES PREVISTOS.
TEMAS ESPECÍFICOS:ACCIÓN DE FILIACIÓN, FILIACIÓN, PRUEBA DE LA
FILIACIÓN, DEMANDA DE FILIACIÓN EXTRAMATRIMONIAL, ELEMENTOS DE LA FILIACIÓN, IMPUGNACIÓN DE LA FILIACIÓN, RECLAMACIÓN DE LA FILIACIÓN, PRUEBA DE ADN, PADRES, CLASES DE FILIACIÓN, FILIACIÓN EXTRAMATRIMONIAL, FILIACIÓN NATURAL, DERECHO A LA FILIACIÓN, PROCESO DE FILIACIÓN, CLASES DE PRESUNCIÓN DE LA FILIACIÓN, RECONOCIMIENTO DE LA FILIACIÓN EXTRAMATRIMONIAL, LEGITIMACIÓN DE LA FILIACIÓN EXTRAMATRIMONIAL, EFECTOS DE LA FILIACIÓN, EFECTOS PATRIMONIALES DE LA FILIACIÓN SALA:CIVIL PONENTE:GARCÍA RESTREPO, ÁLVARO FERNANDO REVISTA JURISPRUDENCIA Y DOCTRINA N°:551 DE NOVIEMBRE DE 2017, PÁG.1914
Sentencia SC12907-2017/2011-00216 de agosto 25 de 2017
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL SC12907-2017 Rad.: 05615-31-84-002-2011-00216-01 Magistrado Ponente: Dr. Álvaro Fernando García Restrepo
(Aprobado en sesión de veintiuno de septiembre de 2016)
Bogotá, D. C., veinticinco de agosto de dos mil diecisiete. Decide la Corte el recurso extraordinario de casación que la demandada, Letty Alejandra Quiroz Giraldo, interpuso frente a la sentencia proferida el 6 de febrero de 2013 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Antioquia, Sala Civil - Familia, en el proceso adelantado en su contra por Rubén Antonio Quiroz Ruiz, al que fue citada Luz Elena Giraldo Giraldo. Antecedentes
1. En el escrito con el que se dio inicio al proceso, que milita en los
folios 9 a 11 del cuaderno Nº 1, el gestor del mismo solicitó, en síntesis, que se declarara que la accionada “[n]o es hija del [s]eñor Jhon Jairo Quiroz Herre[r]a”; y que se comunicara tal determinación al notario y al cura párroco respectivos, a fin de que tomen nota de ella. 2. En sustento de dichos pedimentos, se esgrimieron los fundamentos fácticos que pasan a compendiarse: 2.1. El actor es el padre de Jhon Jairo Quiroz Herrera, ya fallecido, quien siempre residió en la casa de aquél, “jamás convivió con mujer alguna por espacio de más de un año y mucho menos con la [s]eñora Luz Elena Giraldo Giraldo”, ni “procreó hijo alguno con esta última”, pues “solo sostenía relaciones con ella de vez en cuando, pero sin que convivieran bajo el mismo techo”, ni compartieran el mismo “lecho”. 2.2. Únicamente hasta el mes de abril de 2011, el accionante y su familia se enteraron que “el finado Jhon Jairo Quiroz Herrera había tenido o procreado una hija de nombre Letty Alejandra Quiroz Giraldo con la señora Luz Elena Giraldo Giraldo”, habida cuenta que “Acción Social”, mediante Resolución 6691 del 24 de agosto de 2010, les reconoció a ellas “la reparación individual por vía administrativa” con ocasión de la muerte del citado causante y ordenó en su favor el pago de unas sumas de dinero. 2.3. Ante la misma entidad atrás mencionada, el demandante, desde “[s]eptiembre de 2008”, había elevado petición en similar sentido, sin que, para la fecha en la que se formuló la demanda, hubiere sido resuelta la misma. En “febrero de 2011[,] reiteró la solicitud para que le informaran el estado de su reclamación”. 2.4. De lo anterior se desprende “que hace apenas 1 mes”, el actor “se enteró (…) que su fallecido hijo había procreado” a Letty Alejandra. 3. Previa obtención del registro civil de nacimiento de la demandada, el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Rionegro, Antioquia, admitió el libelo introductorio con auto del 9 de junio del 2011, en el que ordenó la citación de la progenitora de aquélla, señora Luz Elena Giraldo Girado, proveído que notificó personalmente a las dos, en diligencia verificada el 5 de julio siguiente (fl. 25, cd. 1). 4. Por intermedio de un mismo apoderado judicial, pero en escritos separados, la accionada y la citada al pleito, respondieron oportunamente la demanda, en desarrollo de lo cual se opusieron a sus pretensiones, se pronunciaron de distinta forma en relación con cada uno de los hechos en ella invocados y propusieron la excepción meritoria de “prescripción de la acción”, sustentadas en que la misma se promovió por fuera del término de los 60 días siguientes al “nacimiento de la persona” (fls. 32 a 35 y 40 a 44, cd. 1). 5. Surtida la primera instancia, el citado juzgado le puso fin con sentencia del 27 de junio de 2012, en la que declaró “probada la excepción de caducidad de la acción (…)” e impuso el pago de las costas al promotor del litigio (fls. 66 a 76, cd. 1). 6. En virtud de la apelación que contra dicho proveído interpuso Quiroz Ruiz, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Antioquia, Sala Civil - Familia, mediante sentencia del 6 de febrero de 2013, lo revocó y, en defecto del mismo, desestimó la referida excepción, declaró que “Lety Alejandra Quiroz Giraldo, (…), no es hija del señor Jhon Jairo Quiroz Herrera, fallecido, y en consecuencia se DEJA SIN VALOR LEGAL el reconocimiento efectuado por el último en la Alcaldía Municipal de Guarne, Antioquia”; ordenó la modificación del registro civil de nacimiento de la accionada; y condenó tanto a ésta como a la citada, al pago de las costas, pero sólo en primera instancia (fls. 7 a 20 vuelto, cd. 4). La sentencia del ad quem
Tras afirmar la satisfacción de los presupuestos procesales;
referirse al caso sometido a su conocimiento, con precisión de lo perseguido por el demandante con el recurso de apelación; y concretar que los “problemas jurídicos” que se desprenden de dicho recurso, consisten en determinar el momento a partir del cual debe contarse “el término legal de caducidad de la acción de impugnación a la paternidad” y en establecer, con base en tal definición, si la aquí intentada se extinguió de esa manera, dicho juzgador, a efecto de arribar a las comentadas decisiones que aquí emitió, expuso los planteamientos que enseguida se resumen: 1. Comenzó por aludir a la acción de impugnación de la paternidad, de la que destacó el régimen legal aplicable, las personas legitimadas para intentarla y el término de que disponen para ello. 2. A continuación, centró su atención en el “reconocimiento filial”, temática respecto de la cual apuntó los medios cómo puede verificarse y resaltó que la “irrevocabilidad” prevista en el artículo 1º de la Ley 75 de 1968, no impide que la paternidad y la maternidad extramatrimonial puedan impugnarse en la forma y términos de los artículos 248 y 335 del Código Civil, respectivamente, conforme el expreso mandato del artículo 5º de la citada ley, preceptos de los cuales reprodujo el segundo y último invocados. Coligió que, por consiguiente, "el reconocimiento de la paternidad puede ser impugnado no sólo por el padre, sino por quien demuestre un interés actual en ello" y que "puede tenerse como tal un interés patrimonial, como lo es por ejemplo el de los herederos frente a sus derechos sucesorales o el del cónyuge supérstite a reclamar sus gananciales o la pensión de sobreviviente, o bien el de los padres a reclamar una indemnización o reparación administrativa por la muerte de su descendiente". 3. Soportado en el contenido y diferencias de los artículos 219 y 248 del Código Civil, conforme a las modificaciones que a ellos les introdujo la Ley 1060 de 2006, el ad quem aseveró que “en el evento que concita la atención de la Sala la norma jurídica a aplicar” es la segunda, que “señala especialmente que el reconocimiento puede ser impugnado en los demás casos por: (…) 1. Los ascendientes legítimos del padre o de la madre que reconoce. 2. Toda persona que pruebe tener interés actual en ello. (…). En ese orden de ideas, como el actual artículo 219 del Código Civil no exigió calidad alguna, frente a la impugnación de la paternidad cuando es instaurada por herederos, debe concordarse el artículo 248 ídem con éste, para concluir que la acción de impugnación de la paternidad para los herederos cesa, cuando el causante reconoció al hijo como suyo en un testamento o en cualquiera otro instrumento público”. 4. Advirtió que “si el reconocimiento voluntario no concuerda con la verdad biológica, por más que sea un auténtico acto de amor, es inicialmente, violatorio de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, por cuanto puede traer aparejad[o]s posibles perjuicios al hijo mismo porque emplaza a un individuo en un estado de familia que no le es propio y porque al mismo tiempo le impide en un principio, al verdadero progenitor su reconocimiento, pues de tal manera se entraría a sustituir o suplantar al padre biológico. Si un niño no es hijo biológico del reconociente, esta circunstancia patentiza virtualidad suficiente para desplazar un estado jurídico que no se condice con la realidad biológica que es su razón de ser. De tal manera que el reconocimiento simple no concordante con la verdadera filiación[,] conlleva a la privación del derecho a la identidad en referencia a la realidad biológica, a los caracteres físicos de la persona y a su realidad existencial, por lo que resulta indiscutible que el reconocimiento no puede realizarse en forma superficial o a sabiendas de que no es el hijo”. 5. Luego de insistir en que la irrevocabilidad que caracteriza el reconocimiento voluntario del hijo extramatrimonial, no obstaculiza la acción de impugnación del mismo, aserto que sustentó con reproducción parcial de un fallo de esta corporación, el tribunal se ocupó del “cómputo del término de caducidad (…) establecido en el artículo 248 del Código Civil”, cuestión sobre la que, con apoyo en la jurisprudencia patria, apuntó: 5.1. El momento en el que surge “el interés actual, debe establecerse en cada caso concreto”, sin que esté ligado a cuándo se efectuó el reconocimiento, pues “puede aflorar con posterioridad frente a cualquier circunstancia que provoque en los demandantes la necesidad de impugnar la filiación”. 5.2. Dicho interés “debe entenderse como un motivo serio para demandar, bien sea de carácter moral o pecuniario, que se evidencia a través de la demanda promovida dentro de los términos legales, y que puede provenir de los ascendientes del padre o de un tercero, con el fin de que se declare que el hijo no puede tener por padre al que lo reconoció”. 6. Con apoyo en esas premisas; en que la ley aplicable en el caso sub lite es la 1060 de 2006, “por cuanto la demanda se presentó con posterioridad a su expedición (26 de julio de 2006)”; en que el término a que alude su artículo 11, reformatorio del 248 del Código Civil, “hace referencia a días hábiles judiciales, toda vez que es en estos días cuando el interesado puede acudir a la administración de justicia a través de la correspondiente acción a presentar la demanda”, aspecto en relación con el cual también reprodujo un segmento de otro pronunciamiento de la Corte; y en las pruebas allegadas al proceso y recaudadas en el curso del mismo, que el tribunal relacionó una a una, esa autoridad descendió al caso concreto sometido a su conocimiento y coligió: 6.1. Pese a que el demandante, desde el nacimiento de la accionada, tuvo dudas sobre que el padre de ella fuese Jhon Jairo Quiroz Herrera, es lo cierto que el “interés para impugnar” dicha paternidad surgió en aquél “a partir del momento en que se enteró del contenido de la Resolución 6691 del 24 de agosto de 2010, y no a partir de la fecha de su expedición como erradamente lo interpretó el juez de instancia, y de la que claramente advirtió el actor en el numeral 8º de los fundamentos fácticos se enteró un mes antes de la presentación de la demanda, que lo fue el 23 de mayo de 2011, tal como se aprecia en el sello de recibido por el Centro de Servicios Administrativos de Rionegro a folio 11 del cuaderno principal, afirmación esta no desvirtuada por la parte demandada” y corroborada con el testimonio de Ricardo Nicolás Ríos Zapata, que comentó. 6.2. Fue “el conocimiento que tuvo el demandante sobre el pago de la mencionada reparación administrativa a las demandadas, lo que afloró en él, interés para impugnar la paternidad, viéndose en la necesidad de incoar esta demanda y es a partir de este hecho que se debe computar el término de caducidad previsto en el art. 248 del C.C., y no antes, pues las meras dudas frente a la certeza de la paternidad que pudieron darse desde el nacimiento de la otrora menor Letty Alejandra, no pueden tenerse en cuenta respecto del demandante, habida consideración que para esa época carecía de legitimación para promover la acción, que recaía únicamente en el padre reconociente de la susodicha paternidad, esto es sobre Jhon Jairo Quiroz, quien era hijo del impugnante”. 6.3. La sola muerte del prenombrado padre, no otorgó al actor interés para impugnar la filiación de que se trata, circunstancia que como ya se señaló, surgió únicamente “cuando fue enterado del contenido de la resolución referida (…), en donde se señaló a la mencionada resistente como hija del fallecido Jhon Jairo en el reglón correspondiente al parentesco, siendo precisamente dicho acto administrativo en que el actor además tuvo conocimiento cierto de que Letty Alejandra figuraba como hija de su vástago Jhon Jairo, enmarcándose tal instante dentro de la preceptiva del inciso final del artículo 248 C.C.”. 6.4. Como “en el campo del derecho el conocimiento implica ‘certeza’”, es del caso admitir que el promotor de la presente controversia no tuvo “un conocimiento cierto de la paternidad que tenía su hijo sobre la citada coaccionada por el solo hecho de haber asistido al bautismo de la misma o por saber de su existencia”, al punto que reclamó ante “Acción Social”, en su condición de único heredero de Jhon Jairo, la “reparación administrativa” por su muerte, descubriendo luego con sorpresa, que la indemnización le había sido pagada a la aquí accionada, determinación que fue la que le brindó convicción sobre el hecho de que su hijo fallecido fungía como padre de ella. 6.5. En definitiva, se establece que “fue cuando el accionante se vio afectado económicamente, dada la reparación administrativa que se le reconoció a las demandadas, el momento en que el señor Rubén Antonio Quiroz Ruiz se vio avocado a impugnar dicha paternidad, circunstancia que constituye un ‘motivo serio’, como lo exige nuestra máxima corporación, para deprecar la declaración que nos convoca”. 6.6. Como el conocimiento, por parte del demandante, del pago a la demandada de la “reparación individual por vía administrativa”, derivada del fallecimiento del señor Jhon Jairo Quiroz Herrera, se produjo “con posterioridad al 22 de febrero de 2011, fecha en que presentó el requerimiento ante Acción Social, para que le diera respuesta a la solicitud de reparación individual vía administrativa” o, “atendiendo lo manifestado en la demanda, (…) en abril siguiente, un mes antes de la presentación de la demanda”, se tiene que así se parta de la primera fecha, no se configuró la caducidad de la acción, pues el escrito con el que se promovió la misma se presentó el 23 de mayo de 2011, esto es, que “solo alcanzaron a transcurrir cincuenta (50) días hábiles, que están muy lejos de los ciento cuarenta (140) días previstos en el art. 248 de la codificación civil”. 7. Definido lo anterior, siguió el tribunal al estudio de la acción, en relación con la cual acotó que “en el plenario se demostró fehacientemente” que la demandada “no es hija del señor Jhon Jairo Quiroz Herrera, de acuerdo a la prueba genética obrante a folios 53 a 55 del cuaderno principal”, en tanto que ella arrojó como resultado la exclusión de la paternidad controvertida, dictamen que no fue objetado y que es merecedor de “total credibilidad, dada la seriedad de la metodología utilizada, del análisis y de sus conclusiones”. Observó que la filiación, como atributo de la personalidad jurídica, está ligada al estado civil, de donde su reconocimiento debe corresponder a la realidad, a fin de que no se vulneren derechos fundamentales, como lo declaró la Corte Constitucional, en el fallo de tutela que reprodujo. Así las cosas, dedujo la prosperidad de la acción, como quiera que con la prueba de ADN quedó satisfecha la carga probatoria asignada por el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil al actor. 8. Respecto de la excepción “de prescripción alegada por las demandadas”, infirió su fracaso, debido a que la acción versó sobre el estado civil, el cual no puede consolidarse por el simple transcurso del tiempo. Entendida la defensa como caducidad, tampoco resulta atendible, por las razones ya expuestas. La demanda de casación Contiene dos cargos, que la Corte estudiará en orden inverso al de su proposición, toda vez que en el segundo se denunció la incongruencia del fallo combatido, esto es, un error in procedendo, mientras que en el inicial, se reprochó la comisión de un yerro in judicando. Cargo segundo Como atrás se consignó, mediante él se acusó la sentencia del ad quem de ser disonante, por “no estar en concordancia (…) con los hechos [y] con las pretensiones de la demanda”. En desarrollo de la acusación, su proponente, en síntesis, expuso: 1. El Tribunal “no tuvo en cuenta las declaraciones del señor Rubén Antonio Quiroz Ruiz, cuando reconoc[ió] dentro del interrogatorio de parte, que conocía de la existencia de (…) Letty Alejandra, como su nieta”, toda vez que tales manifestaciones comprueban que aquél faltó a la verdad en los hechos cuarto a sexto y octavo de la demanda, “por cuanto en los mismos afirm[ó] que no conocía” dicha circunstancia, amén que en la señalada probanza, además, relató que “istaur[ó] la demanda porque desde un principio ha negado que la codemandada Letty Alejandra Quiroz Giraldo, sea su nieta, ya que cuando nació la gente comentaba que no era hija de su descendiente Jhon Jairo” y, por otra parte, reconoció que “aparece en la foto que obra a folio 37 del [c]uaderno principal, con una niña que dice era Letty Alejandra, que se la dieron a cargar pero que no la reconoció nunca como su nieta”. 2. El sentenciador de segunda instancia no se percató de la comentada declaración de parte y, como consecuencia de ello, no se dio cuenta de que el demandante “estaba faltando a la verdad, al afirmar que no conocía de la existencia de su nieta hasta un mes antes de la presentación de la demanda”, actitud que provocaba el fracaso de la acción. 3. El referido yerro es trascendente, pues de no haberlo cometido, el ad quem habría confirmado la sentencia de primera instancia e impuesto el pago de las costas en segunda, al gestor del litigio. Consideraciones
1. Por mandato del artículo 305 del Código de Procedimiento Civil,
“[l]a sentencia deberá estar en consonancia con los hechos y las pretensiones aducidos en la demanda y en las demás oportunidades que este Código contempla, y con las excepciones que aparezcan probadas y hubieren sido alegadas si así lo exige la ley. (…). No podrá condenarse al demandado por cantidad superior o por objeto distinto del pretendido en la demanda, ni por causa diferente a la invocada en ésta. (…). Si lo pedido por el demandante excede lo probado, se le reconocerá solamente lo último. (…)”. 2. Como se aprecia, el legislador, en el anterior precepto, fijó las reglas que, en cuanto hace a la dimensión de las sentencias, deben atender los juzgadores de instancia al proferirlas, de modo que en ningún caso pueden dejar sin resolver alguno de los extremos del litigio (mínima petita), o pronunciarse sobre cuestiones ajenas a la controversia y que no podían contemplarse de oficio (extra petita), o ir más allá de los límites que a ella le fijaron las partes o que establece la ley (ultra petita). 3. La congruencia de los fallos judiciales es, por lo tanto, una regla de procedimiento, en tanto que versa sobre el comportamiento que deben asumir los operadores judiciales al momento de definir las controversias sometidas a su composición y, por lo mismo, no puede confundírsela con la labor de juzgamiento, propiamente dicha, que ellos al igual realizan, expresada en la decisión que adoptan, en sí misma considerada, y en los fundamentos fácticos y/o jurídicos que esgrimen en su respaldo. De suyo que una cosa es, resolver un proceso sin desatar, o excediendo, lo que en él se debate; y otra, completamente diferente, es pronunciarse sobre