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 SENTENCIA SC12907-2017 DE 25 DE AGOSTO DE 2017

 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

 CONTENIDO:RELACIÓN BIOLÓGICA NO ES LA ÚNICA FUENTE DE FILIACIÓN.


AUNQUE LA RELACIÓN SEXUAL ENTRE LOS PADRES ES LA PRINCIPAL FUENTE DE
LA FILIACIÓN NO PUEDE CONSIDERARSE COMO LA ÚNICA, YA QUE EL
CONSENTIMIENTO O LA VOLUNTAD TAMBIÉN PUEDEN LLEVAR A UNA RELACIÓN
FILIAL QUE NO PUEDE DESCONOCERSE. LO QUE SIGNIFICA QUE AUN CONOCIENDO
LA VERACIDAD DE UNA PRUEBA CIENTÍFICA, SE DA PRIORIDAD AL STATU QUO CIVIL
EN LA FORMA EN QUE LO HA SUSTENTADO DURANTE LA VIDA, IMPIDIENDO QUE
RAZONES AJENAS A INTERESES PURAMENTE FAMILIARES PERMITAN DESPOJAR LA
FILIACIÓN QUE HA DETENTADO CON LA AQUIESCENCIA DE QUIEN TRATA SIEMPRE
COMO PADRE. SON CASOS EN QUE UNA CERTEZA JURÍDICA O SOCIAL DEBE
PRIMAR SOBRE LA VERDAD BIOLÓGICA. POR ESO, NO SIEMPRE COINCIDEN LA
FILIACIÓN BIOLÓGICA O CONSANGUÍNEA CON LA FILIACIÓN JURÍDICA O RELACIÓN
JURÍDICA DE FILIACIÓN. ES DECIR, AUNQUE EXISTA EN OCASIONES LA PRUEBA
BIOLÓGICA O POR ADN, EXISTEN CASOS EN LOS QUE SE POTENCIA EL ROL O
FUNCIONALIDAD DE LA RELACIÓN PATERNO FILIAL, DESVALORIZANDO LA
REALIDAD BIOLÓGICA Y ESTABLECIENDO UNOS ESQUEMAS DE DETERMINACIÓN
DE LA FILIACIÓN BASADOS EN LA VOLUNTAD UNILATERAL O EN DETERMINADAS
PRESUNCIONES, Y VEDANDO LA POSIBILIDAD DE IMPUGNACIÓN O INVESTIGACIÓN
FILIAL, POR FUERA DE ESQUEMAS LEGALES PREVISTOS.

 TEMAS ESPECÍFICOS:ACCIÓN DE FILIACIÓN, FILIACIÓN, PRUEBA DE LA


FILIACIÓN, DEMANDA DE FILIACIÓN EXTRAMATRIMONIAL, ELEMENTOS DE LA
FILIACIÓN, IMPUGNACIÓN DE LA FILIACIÓN, RECLAMACIÓN DE LA
FILIACIÓN, PRUEBA DE ADN, PADRES, CLASES DE FILIACIÓN, FILIACIÓN
EXTRAMATRIMONIAL, FILIACIÓN NATURAL, DERECHO A LA FILIACIÓN, PROCESO DE
FILIACIÓN, CLASES DE PRESUNCIÓN DE LA FILIACIÓN, RECONOCIMIENTO DE LA
FILIACIÓN EXTRAMATRIMONIAL, LEGITIMACIÓN DE LA FILIACIÓN
EXTRAMATRIMONIAL, EFECTOS DE LA FILIACIÓN, EFECTOS PATRIMONIALES DE LA
FILIACIÓN
 SALA:CIVIL
 PONENTE:GARCÍA RESTREPO, ÁLVARO FERNANDO
 REVISTA JURISPRUDENCIA Y DOCTRINA N°:551 DE NOVIEMBRE DE 2017,
PÁG.1914
 
Sentencia SC12907-2017/2011-00216 de agosto 25 de 2017

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN CIVIL
SC12907-2017
Rad.: 05615-31-84-002-2011-00216-01
Magistrado Ponente:
Dr. Álvaro Fernando García Restrepo

(Aprobado en sesión de veintiuno de septiembre de 2016)


Bogotá, D. C., veinticinco de agosto de dos mil diecisiete.
Decide la Corte el recurso extraordinario de casación que la
demandada, Letty Alejandra Quiroz Giraldo, interpuso frente a la
sentencia proferida el 6 de febrero de 2013 por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Antioquia, Sala Civil - Familia, en el proceso
adelantado en su contra por Rubén Antonio Quiroz Ruiz, al que fue
citada Luz Elena Giraldo Giraldo.
Antecedentes

1. En el escrito con el que se dio inicio al proceso, que milita en los


folios 9 a 11 del cuaderno Nº 1, el gestor del mismo solicitó, en
síntesis, que se declarara que la accionada “[n]o es hija del [s]eñor
Jhon Jairo Quiroz Herre[r]a”; y que se comunicara tal determinación al
notario y al cura párroco respectivos, a fin de que tomen nota de ella.
2. En sustento de dichos pedimentos, se esgrimieron los
fundamentos fácticos que pasan a compendiarse:
2.1. El actor es el padre de Jhon Jairo Quiroz Herrera, ya fallecido,
quien siempre residió en la casa de aquél, “jamás convivió con mujer
alguna por espacio de más de un año y mucho menos con la [s]eñora
Luz Elena Giraldo Giraldo”, ni “procreó hijo alguno con esta última”,
pues “solo sostenía relaciones con ella de vez en cuando, pero sin que
convivieran bajo el mismo techo”, ni compartieran el mismo “lecho”.
2.2. Únicamente hasta el mes de abril de 2011, el accionante y su
familia se enteraron que “el finado Jhon Jairo Quiroz Herrera había
tenido o procreado una hija de nombre Letty Alejandra Quiroz Giraldo
con la señora Luz Elena Giraldo Giraldo”, habida cuenta que “Acción
Social”, mediante Resolución 6691 del 24 de agosto de 2010, les
reconoció a ellas “la reparación individual por vía administrativa” con
ocasión de la muerte del citado causante y ordenó en su favor el pago
de unas sumas de dinero.
2.3. Ante la misma entidad atrás mencionada, el demandante,
desde “[s]eptiembre de 2008”, había elevado petición en similar
sentido, sin que, para la fecha en la que se formuló la demanda,
hubiere sido resuelta la misma. En “febrero de 2011[,] reiteró la
solicitud para que le informaran el estado de su reclamación”.
2.4. De lo anterior se desprende “que hace apenas 1 mes”, el actor
“se enteró (…) que su fallecido hijo había procreado” a Letty Alejandra.
3. Previa obtención del registro civil de nacimiento de la
demandada, el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Rionegro,
Antioquia, admitió el libelo introductorio con auto del 9 de junio del
2011, en el que ordenó la citación de la progenitora de aquélla, señora
Luz Elena Giraldo Girado, proveído que notificó personalmente a las
dos, en diligencia verificada el 5 de julio siguiente (fl. 25, cd. 1).
4. Por intermedio de un mismo apoderado judicial, pero en escritos
separados, la accionada y la citada al pleito, respondieron
oportunamente la demanda, en desarrollo de lo cual se opusieron a
sus pretensiones, se pronunciaron de distinta forma en relación con
cada uno de los hechos en ella invocados y propusieron la excepción
meritoria de “prescripción de la acción”, sustentadas en que la misma
se promovió por fuera del término de los 60 días siguientes al
“nacimiento de la persona” (fls. 32 a 35 y 40 a 44, cd. 1).
5. Surtida la primera instancia, el citado juzgado le puso fin con
sentencia del 27 de junio de 2012, en la que declaró “probada la
excepción de caducidad de la acción (…)” e impuso el pago de las
costas al promotor del litigio (fls. 66 a 76, cd. 1).
6. En virtud de la apelación que contra dicho proveído interpuso
Quiroz Ruiz, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Antioquia,
Sala Civil - Familia, mediante sentencia del 6 de febrero de 2013, lo
revocó y, en defecto del mismo, desestimó la referida excepción,
declaró que “Lety Alejandra Quiroz Giraldo, (…), no es hija del señor
Jhon Jairo Quiroz Herrera, fallecido, y en consecuencia se DEJA SIN
VALOR LEGAL el reconocimiento efectuado por el último en la
Alcaldía Municipal de Guarne, Antioquia”; ordenó la modificación del
registro civil de nacimiento de la accionada; y condenó tanto a ésta
como a la citada, al pago de las costas, pero sólo en primera instancia
(fls. 7 a 20 vuelto, cd. 4).
La sentencia del ad quem

Tras afirmar la satisfacción de los presupuestos procesales;


referirse al caso sometido a su conocimiento, con precisión de lo
perseguido por el demandante con el recurso de apelación; y
concretar que los “problemas jurídicos” que se desprenden de dicho
recurso, consisten en determinar el momento a partir del cual debe
contarse “el término legal de caducidad de la acción de impugnación a
la paternidad” y en establecer, con base en tal definición, si la aquí
intentada se extinguió de esa manera, dicho juzgador, a efecto de
arribar a las comentadas decisiones que aquí emitió, expuso los
planteamientos que enseguida se resumen:
1. Comenzó por aludir a la acción de impugnación de la paternidad,
de la que destacó el régimen legal aplicable, las personas legitimadas
para intentarla y el término de que disponen para ello.
2. A continuación, centró su atención en el “reconocimiento filial”,
temática respecto de la cual apuntó los medios cómo puede verificarse
y resaltó que la “irrevocabilidad” prevista en el artículo 1º de la Ley 75
de 1968, no impide que la paternidad y la maternidad extramatrimonial
puedan impugnarse en la forma y términos de los artículos 248 y 335
del Código Civil, respectivamente, conforme el expreso mandato del
artículo 5º de la citada ley, preceptos de los cuales reprodujo el
segundo y último invocados.
Coligió que, por consiguiente, "el reconocimiento de la paternidad
puede ser impugnado no sólo por el padre, sino por quien demuestre
un interés actual en ello" y que "puede tenerse como tal un interés
patrimonial, como lo es por ejemplo el de los herederos frente a sus
derechos sucesorales o el del cónyuge supérstite a reclamar sus
gananciales o la pensión de sobreviviente, o bien el de los padres a
reclamar una indemnización o reparación administrativa por la muerte
de su descendiente".
3. Soportado en el contenido y diferencias de los artículos 219 y 248
del Código Civil, conforme a las modificaciones que a ellos les
introdujo la Ley 1060 de 2006, el ad quem aseveró que “en el evento
que concita la atención de la Sala la norma jurídica a aplicar” es la
segunda, que “señala especialmente que el reconocimiento puede ser
impugnado en los demás casos por: (…) 1. Los ascendientes legítimos
del padre o de la madre que reconoce. 2. Toda persona que pruebe
tener interés actual en ello. (…). En ese orden de ideas, como el
actual artículo 219 del Código Civil no exigió calidad alguna, frente a la
impugnación de la paternidad cuando es instaurada por herederos,
debe concordarse el artículo 248 ídem con éste, para concluir que la
acción de impugnación de la paternidad para los herederos cesa,
cuando el causante reconoció al hijo como suyo en un testamento o
en cualquiera otro instrumento público”.
4. Advirtió que “si el reconocimiento voluntario no concuerda con la
verdad biológica, por más que sea un auténtico acto de amor, es
inicialmente, violatorio de la Convención Internacional de los Derechos
del Niño, por cuanto puede traer aparejad[o]s posibles perjuicios al hijo
mismo porque emplaza a un individuo en un estado de familia que no
le es propio y porque al mismo tiempo le impide en un principio, al
verdadero progenitor su reconocimiento, pues de tal manera se
entraría a sustituir o suplantar al padre biológico. Si un niño no es hijo
biológico del reconociente, esta circunstancia patentiza virtualidad
suficiente para desplazar un estado jurídico que no se condice con la
realidad biológica que es su razón de ser. De tal manera que el
reconocimiento simple no concordante con la verdadera filiación[,]
conlleva a la privación del derecho a la identidad en referencia a la
realidad biológica, a los caracteres físicos de la persona y a su
realidad existencial, por lo que resulta indiscutible que el
reconocimiento no puede realizarse en forma superficial o a sabiendas
de que no es el hijo”.
5. Luego de insistir en que la irrevocabilidad que caracteriza el
reconocimiento voluntario del hijo extramatrimonial, no obstaculiza la
acción de impugnación del mismo, aserto que sustentó con
reproducción parcial de un fallo de esta corporación, el tribunal se
ocupó del “cómputo del término de caducidad (…) establecido en el
artículo 248 del Código Civil”, cuestión sobre la que, con apoyo en la
jurisprudencia patria, apuntó:
5.1. El momento en el que surge “el interés actual, debe
establecerse en cada caso concreto”, sin que esté ligado a cuándo se
efectuó el reconocimiento, pues “puede aflorar con posterioridad frente
a cualquier circunstancia que provoque en los demandantes la
necesidad de impugnar la filiación”.
5.2. Dicho interés “debe entenderse como un motivo serio para
demandar, bien sea de carácter moral o pecuniario, que se evidencia
a través de la demanda promovida dentro de los términos legales, y
que puede provenir de los ascendientes del padre o de un tercero, con
el fin de que se declare que el hijo no puede tener por padre al que lo
reconoció”.
6. Con apoyo en esas premisas; en que la ley aplicable en el caso
sub lite es la 1060 de 2006, “por cuanto la demanda se presentó con
posterioridad a su expedición (26 de julio de 2006)”; en que el término
a que alude su artículo 11, reformatorio del 248 del Código Civil, “hace
referencia a días hábiles judiciales, toda vez que es en estos días
cuando el interesado puede acudir a la administración de justicia a
través de la correspondiente acción a presentar la demanda”, aspecto
en relación con el cual también reprodujo un segmento de otro
pronunciamiento de la Corte; y en las pruebas allegadas al proceso y
recaudadas en el curso del mismo, que el tribunal relacionó una a una,
esa autoridad descendió al caso concreto sometido a su conocimiento
y coligió:
6.1. Pese a que el demandante, desde el nacimiento de la
accionada, tuvo dudas sobre que el padre de ella fuese Jhon Jairo
Quiroz Herrera, es lo cierto que el “interés para impugnar” dicha
paternidad surgió en aquél “a partir del momento en que se enteró del
contenido de la Resolución 6691 del 24 de agosto de 2010, y no a
partir de la fecha de su expedición como erradamente lo interpretó el
juez de instancia, y de la que claramente advirtió el actor en el
numeral 8º de los fundamentos fácticos se enteró un mes antes de la
presentación de la demanda, que lo fue el 23 de mayo de 2011, tal
como se aprecia en el sello de recibido por el Centro de Servicios
Administrativos de Rionegro a folio 11 del cuaderno principal,
afirmación esta no desvirtuada por la parte demandada” y corroborada
con el testimonio de Ricardo Nicolás Ríos Zapata, que comentó.
6.2. Fue “el conocimiento que tuvo el demandante sobre el pago de
la mencionada reparación administrativa a las demandadas, lo que
afloró en él, interés para impugnar la paternidad, viéndose en la
necesidad de incoar esta demanda y es a partir de este hecho que se
debe computar el término de caducidad previsto en el art. 248 del
C.C., y no antes, pues las meras dudas frente a la certeza de la
paternidad que pudieron darse desde el nacimiento de la otrora menor
Letty Alejandra, no pueden tenerse en cuenta respecto del
demandante, habida consideración que para esa época carecía de
legitimación para promover la acción, que recaía únicamente en el
padre reconociente de la susodicha paternidad, esto es sobre Jhon
Jairo Quiroz, quien era hijo del impugnante”.
6.3. La sola muerte del prenombrado padre, no otorgó al actor
interés para impugnar la filiación de que se trata, circunstancia que
como ya se señaló, surgió únicamente “cuando fue enterado del
contenido de la resolución referida (…), en donde se señaló a la
mencionada resistente como hija del fallecido Jhon Jairo en el reglón
correspondiente al parentesco, siendo precisamente dicho acto
administrativo en que el actor además tuvo conocimiento cierto de que
Letty Alejandra figuraba como hija de su vástago Jhon Jairo,
enmarcándose tal instante dentro de la preceptiva del inciso final del
artículo 248 C.C.”.
6.4. Como “en el campo del derecho el conocimiento implica
‘certeza’”, es del caso admitir que el promotor de la presente
controversia no tuvo “un conocimiento cierto de la paternidad que
tenía su hijo sobre la citada coaccionada por el solo hecho de haber
asistido al bautismo de la misma o por saber de su existencia”, al
punto que reclamó ante “Acción Social”, en su condición de único
heredero de Jhon Jairo, la “reparación administrativa” por su muerte,
descubriendo luego con sorpresa, que la indemnización le había sido
pagada a la aquí accionada, determinación que fue la que le brindó
convicción sobre el hecho de que su hijo fallecido fungía como padre
de ella.
6.5. En definitiva, se establece que “fue cuando el accionante se vio
afectado económicamente, dada la reparación administrativa que se le
reconoció a las demandadas, el momento en que el señor Rubén
Antonio Quiroz Ruiz se vio avocado a impugnar dicha paternidad,
circunstancia que constituye un ‘motivo serio’, como lo exige nuestra
máxima corporación, para deprecar la declaración que nos convoca”.
6.6. Como el conocimiento, por parte del demandante, del pago a la
demandada de la “reparación individual por vía administrativa”,
derivada del fallecimiento del señor Jhon Jairo Quiroz Herrera, se
produjo “con posterioridad al 22 de febrero de 2011, fecha en que
presentó el requerimiento ante Acción Social, para que le diera
respuesta a la solicitud de reparación individual vía administrativa” o,
“atendiendo lo manifestado en la demanda, (…) en abril siguiente, un
mes antes de la presentación de la demanda”, se tiene que así se
parta de la primera fecha, no se configuró la caducidad de la acción,
pues el escrito con el que se promovió la misma se presentó el 23 de
mayo de 2011, esto es, que “solo alcanzaron a transcurrir cincuenta
(50) días hábiles, que están muy lejos de los ciento cuarenta (140)
días previstos en el art. 248 de la codificación civil”.
7. Definido lo anterior, siguió el tribunal al estudio de la acción, en
relación con la cual acotó que “en el plenario se demostró
fehacientemente” que la demandada “no es hija del señor Jhon Jairo
Quiroz Herrera, de acuerdo a la prueba genética obrante a folios 53 a
55 del cuaderno principal”, en tanto que ella arrojó como resultado la
exclusión de la paternidad controvertida, dictamen que no fue objetado
y que es merecedor de “total credibilidad, dada la seriedad de la
metodología utilizada, del análisis y de sus conclusiones”.
Observó que la filiación, como atributo de la personalidad jurídica,
está ligada al estado civil, de donde su reconocimiento debe
corresponder a la realidad, a fin de que no se vulneren derechos
fundamentales, como lo declaró la Corte Constitucional, en el fallo de
tutela que reprodujo.
Así las cosas, dedujo la prosperidad de la acción, como quiera que
con la prueba de ADN quedó satisfecha la carga probatoria asignada
por el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil al actor.
8. Respecto de la excepción “de prescripción alegada por las
demandadas”, infirió su fracaso, debido a que la acción versó sobre el
estado civil, el cual no puede consolidarse por el simple transcurso del
tiempo. Entendida la defensa como caducidad, tampoco resulta
atendible, por las razones ya expuestas.
La demanda de casación
Contiene dos cargos, que la Corte estudiará en orden inverso al de
su proposición, toda vez que en el segundo se denunció la
incongruencia del fallo combatido, esto es, un error in
procedendo, mientras que en el inicial, se reprochó la comisión de un
yerro in judicando.
Cargo segundo
Como atrás se consignó, mediante él se acusó la sentencia del ad
quem de ser disonante, por “no estar en concordancia (…) con los
hechos [y] con las pretensiones de la demanda”.
En desarrollo de la acusación, su proponente, en síntesis, expuso:
1. El Tribunal “no tuvo en cuenta las declaraciones del señor Rubén
Antonio Quiroz Ruiz, cuando reconoc[ió] dentro del interrogatorio de
parte, que conocía de la existencia de (…) Letty Alejandra, como su
nieta”, toda vez que tales manifestaciones comprueban que aquél faltó
a la verdad en los hechos cuarto a sexto y octavo de la demanda, “por
cuanto en los mismos afirm[ó] que no conocía” dicha circunstancia,
amén que en la señalada probanza, además, relató que “istaur[ó] la
demanda porque desde un principio ha negado que la codemandada
Letty Alejandra Quiroz Giraldo, sea su nieta, ya que cuando nació la
gente comentaba que no era hija de su descendiente Jhon Jairo” y,
por otra parte, reconoció que “aparece en la foto que obra a folio 37
del [c]uaderno principal, con una niña que dice era Letty Alejandra,
que se la dieron a cargar pero que no la reconoció nunca como su
nieta”.
2. El sentenciador de segunda instancia no se percató de la
comentada declaración de parte y, como consecuencia de ello, no se
dio cuenta de que el demandante “estaba faltando a la verdad, al
afirmar que no conocía de la existencia de su nieta hasta un mes
antes de la presentación de la demanda”, actitud que provocaba el
fracaso de la acción.
3. El referido yerro es trascendente, pues de no haberlo cometido, el
ad quem habría confirmado la sentencia de primera instancia e
impuesto el pago de las costas en segunda, al gestor del litigio.
Consideraciones

1. Por mandato del artículo 305 del Código de Procedimiento Civil,


“[l]a sentencia deberá estar en consonancia con los hechos y las
pretensiones aducidos en la demanda y en las demás oportunidades
que este Código contempla, y con las excepciones que aparezcan
probadas y hubieren sido alegadas si así lo exige la ley. (…). No podrá
condenarse al demandado por cantidad superior o por objeto distinto
del pretendido en la demanda, ni por causa diferente a la invocada en
ésta. (…). Si lo pedido por el demandante excede lo probado, se le
reconocerá solamente lo último. (…)”.
2. Como se aprecia, el legislador, en el anterior precepto, fijó las
reglas que, en cuanto hace a la dimensión de las sentencias, deben
atender los juzgadores de instancia al proferirlas, de modo que en
ningún caso pueden dejar sin resolver alguno de los extremos del
litigio (mínima petita), o pronunciarse sobre cuestiones ajenas a la
controversia y que no podían contemplarse de oficio (extra petita), o ir
más allá de los límites que a ella le fijaron las partes o que establece
la ley (ultra petita).
3. La congruencia de los fallos judiciales es, por lo tanto, una regla
de procedimiento, en tanto que versa sobre el comportamiento que
deben asumir los operadores judiciales al momento de definir las
controversias sometidas a su composición y, por lo mismo, no puede
confundírsela con la labor de juzgamiento, propiamente dicha, que
ellos al igual realizan, expresada en la decisión que adoptan, en sí
misma considerada, y en los fundamentos fácticos y/o jurídicos que
esgrimen en su respaldo.
De suyo que una cosa es, resolver un proceso sin desatar, o
excediendo, lo que en él se debate; y otra, completamente diferente,
es pronunciarse sobre

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