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2011
Filosofía y Ciudadanía 2
1. ¿Qué es la filosofía?
Todo el mundo habla de filosofía. Todos parecen saber mucho de
filosofía y tener una filosofía. La palabra “filosofía” se ha mundanizado,
extendido y generalizado en su uso por parte de todo tipo de individuos y
colectivos sociales y profesionales para designar un conjunto determinado de
contenidos de conocimiento, actitudes, valores, proyectos, etc. Esto podría
muy bien interpretarse como el triunfo de la filosofía puesto que está en boca
de todos. Todo hombre es filósofo decía Gramsci. Determinados idiomas tales
como el español, el inglés, el alemán, el francés, el italiano, etc., debido a su
número de hablantes, a sus numerosas experiencias históricas acumuladas y a
la influencia grecolatina, se hallan capacitados para filosofar estrictamente y
con rigor. Todo hombre por hablar un idioma como el español es filósofo y
está utilizando continuamente conceptos filosóficos sin saberlo. Otras lenguas,
al ser minoritarias y al estar restringidas al ámbito local, sólo tendrán un
interés etnográfico y no servirán para filosofar.
2. Doxa y episteme.
La filosofía es una forma de saber, de conocimiento. Es conveniente
pues, dilucidar de qué tipo de conocimiento estamos hablando para poder
definir con exactitud la naturaleza del saber filosófico. Me voy a remitir a los
clásicos griegos de la Antigüedad, en particular, a Platón, el fundador de la
filosofía. Según su grado de profundidad y su relación con la verdad los
griegos distinguían entre doxa y episteme. La doxa u opinión era un
conocimiento superficial, parcial y limitado, vinculado a la percepción
sensorial, primaria e ingenua. Es un saber fenoménico, apariencial y, en
consecuencia, engañoso e incluso falso. Es un conocimiento inferior,
empírico, propio de la gente inculta. Actualmente, esta valoración negativa
sobrevive cuando se homologa la opinión al sentido común, o al conocimiento
ordinario que, por su carácter acrítico, asistemático y contradictorio, se opone
al conocimiento científico: explicativo, sistemático, metódico y crítico. Platón
afirma que el hombre vulgar se pasa toda la vida en estado de doxa. Dentro de
la doxa Platón diferenciaba dos niveles: eikasia y pistis. La eikasia o conjetura
es un grado ínfimo de conocimiento y se basa en analogías superficiales y
metáforas. La pistis o fe o creencia, es un grado superior, pero todavía
engañoso y superficial de conocimiento. Según Platón, la física constituía un
saber verosímil, una historia, esto es, una creencia. La episteme es el
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 3
conocimiento científico. Era un saber absolutamente necesario, porque
penetraba hasta las causas y fundamentos de las cosas; objetivo, porque
dependía de la naturaleza misma y no de nuestras construcciones artificiales,
sistemático, porque estaba organizado de acuerdo con parámetros lógicos y
racionales. Era un conocimiento universal, pleno, total, no fragmentario, ni
parcial, ya que versaba sobre la realidad misma, y comprendía sus conexiones
profundas, necesarias y últimas, de modo que era capaz de dar razón del por
qué íntimo de las cosas. La vieja aspiración hacia la verdad, de alcanzar un
conocimiento cierto, verdaderamente explicativo, bien fundado, organizado
sistemáticamente y, a ser posible, riguroso y exacto, sigue viva en las ciencias
y en la filosofía. Sólo el conocimiento verdadero es verdadero conocimiento,
como dice Platón en el Teeteto. Platón distinguió dos grados de conocimiento
dentro de la episteme: la dianoia o conocimiento discursivo que parte de
ciertas hipótesis o presupuestos y deduce lógicamente sus consecuencias, y la
noesis o conocimiento intuitivo, que considera las Ideas en sí mismas de las
que alcanza una visión directa e inmediata. La dianoia procede por
demostración y su prototipo se encuentra en las matemáticas; sólo está
limitada por las hipótesis que asume como punto de partida irrebasables, salvo
en caso de contradicción, por lo que su modo de proceder es como lo que hoy
llamamos ciencias. La Noesis, en cambio, accede directamente a la verdadera
realidad en sí, las Ideas, cuya transparencia estructural las hace evidentes.
Según Platón, el conocimiento noético o noetológico era un conocimiento
directo, por intuición intelectual inmediata de las Ideas. Parece pues, que la
filosofía en su tradición y en su autoconcepción tradicional aspira al rigor, a la
objetividad, a ser ciencia, no a ser precisamente una opinión vulgar. El
filósofo ama el saber, la sabiduría, no quiere ser filodoxo, ideólogo,
adoctrinador, predicador. Busca la objetividad de su saber, de los contenidos
de su reflexión filosófica, apela a la razón y a la argumentación.
3. Teoría y Praxis.
Según la utilidad distinguimos entre teoría/praxis pero esta distinción
proviene de Aristóteles. Aristóteles afirmaba que el conocimiento teórico
persigue la verdad desinteresadamente, es especulativo y utiliza el
razonamiento abstracto, instaura un saber general y universal y necesario. Las
virtudes del entendimiento son la sabiduría (la sophía, la sapientia), que
consiste en la comprensión intelectual de los primeros principios y la ciencia
(scientia) que se define por el hábito y la capacidad de extraer conclusiones de
acuerdo con las leyes de la lógica. El conocimiento práctico se ordena a la
acción y persigue el incremento del bienestar y de la felicidad, pretende influir
en las cosas y en las personas, instaura un saber concreto e inmediato de los
hechos y circunstancias empíricas y no se satisface más que con la plena
realización de los deseos y necesidades que lo originan. Según Aristóteles, se
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divide en un saber técnico o arte y en un saber práctico, prudencial. El primero
es un saber poiético, en el sentido del facere latino, aquí se trata de la
transformación de las cosas y en operar con ellas. El segundo, por otro lado es
un saber político, ético, prudencial o agere. Aquí se trata de operar con las
personas e influir en ellas. La virtud fundamental aquí es la prudencia, que
puede ser individual, familiar y política. La prudencia o phrónesis no es una
ciencia, es un arte o saber práctico porque se ocupa de casos o de situaciones
individuales y particulares y como resulta que sólo hay ciencia de lo universal
y no de lo particular, puesto que de lo individual, lo idiográfico o particular no
hay más que conocimiento empírico o familiar, doxa, podemos decir que la
prudencia se adquiere por la experiencia vital. Los jóvenes no pueden ser
prudentes. La prudencia es una cosa de viejos experimentados. Los saberes
prácticos para Aristóteles no son pues saberes científicos stricto sensu. La
prudencia es un arte, no una ciencia.
4. El saber filosófico.
Podemos pues, a estas alturas, intentar caracterizar ya esa cosa que es la
filosofía.
A) La Filosofía es un amor al saber, una tensión, un eros hacia el
conocimiento. Es una actividad, es una praxis. Es teoría y es praxis.
B) Esa praxis es crítica. Las ciencias son también críticas, pero no con
sus hipótesis últimas: hay ciertos supuestos y ciertas cuestiones que no se
discuten jamás desde la ciencia. En este sentido, la filosofía va más allá de la
ciencia, tanto en extensión como en profundidad, su crítica es más radical. La
tarea específica de la filosofía consiste en trabajar relacionalmente esas
hipótesis y supuestos, que las ciencias han aceptado sin explorar. El científico
es un especialista y no puede traspasar los márgenes de su categoría específica
sin extrapolar sus métodos a campos para los que no han sido construidos.
Cuando el especialista rebasa las fronteras acotadas, hace, consciente o
inconscientemente, filosofía. Tal extrapolación es legítima, pero no es
científica. La racionalidad particular de las ciencias por separado, y
conjuntamente, es perfectamente compatible con una irracionalidad en el
planteamiento de los problemas trascendentales.
C) La filosofía no es una ciencia. La filosofía es un saber sustantivo y su
objeto son las Ideas sobre las que trabaja la conciencia crítica, puliéndolas y
utilizándolas como criterios objetivos y materiales para determinar la
conexión entre éstas y las verdades categoriales que, en cada época
conocemos. La conexión entre categorías e Ideas es, así, pues, la tarea
fundamental de la filosofía. Esta conexión cobra siempre un aspecto circular,
recurrente: se apoya en el regressus, en las categorías cristalizadas en cada
época histórica para alcanzar las Ideas que las atraviesan y las cosen; pero será
en el progressus, una vez destiladas, cuando nos sirvan como cánones de
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medición crítica de las propias categorías. La filosofía es crítica porque posee
unos criterios ontológicos objetivos aptos para que su tarea pueda llevarse a
cabo en cada época histórica. La filosofía académica tiene como tarea
profesional la explotación de una symploké de Ideas que han ido decantándose
en el proceso histórico mismo de la producción, y que han sido producidas
durante tal proceso.
D) Es un saber crítico de segundo grado, supone la constitución
histórica de categorías previas. La filosofía es un producto histórico cultural
erigido sobre la base de múltiples saberes previos, sobre los cuales se ejerce la
actividad crítica. Es una reflexión crítica sobre el presente desde el presente.
E) La filosofía es dialéctica y ejerce su reflexión sobre contradicciones e
inconmensurabilidades fenoménicamente dadas en la realidad. La forma
canónica del problema filosófico tiene siempre la estructura de una
contradicción, que debe ser cancelada para regresar a las identidades que
oculta; identidades que se dan siempre en el plano esencial de las Ideas.
F) La filosofía académica es una institución histórico-cultural, que ha
cristalizado en forma de escuelas y ha mantenido su tensión crítica reflexiva
en una tradición ininterrumpida desde Platón hasta nuestros días. En realidad,
la verdadera institución de la filosofía como forma independiente del saber
sólo cabe atribuirla, a través de su crítica del saber científico, a Sócrates y a
Platón.
G) Como la filosofía es un saber polémico, ocurre que su unidad es
polémica también. No hay una filosofía, sino muchas en perpetua guerra entre
ellas. Esto tiene consecuencias. El partidismo filosófico es necesario e
ineludible. Hay que tomar partido entonces para enseñar filosofía. Negarse a
enseñar una filosofía es tanto como transformar a la filosofía en una actividad
estéril y sin resultado, que en dos milenios y medio, no ha podido producir
más que la ignorancia socrática de sus inicios. Sería como decir que la
filosofía no es nada y que es un no saber.
5. El método filosófico.
La filosofía académica es la filosofía de tradición platónica. El método
del filosofar platónico es el método dialéctico o geométrico a decir de
Spinoza. Se compone de dos momentos iniciales: 1. Regressus a las Ideas
desde los fenómenos. Aquí se produce una crítica y una trituración de las
apariencias. 2. Exposición del estado de la cuestión en el presente. 3.
Progressus desde las Ideas hasta los fenómenos reconstruyéndolos
sistemáticamente. Aquí se produce la determinación de las diversas
alternativas teóricas posibles (bien en forma de una taxonomía de teorías o en
una teoría de teorías pertinente) y su análisis crítico de todas ellas tomando
partido, si es posible, por alguna, bien sea atraídos por la evidencia intrínseca
de sus fundamentos positivos, bien huyendo de las deficiencias de los
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fundamentos de sus adversarias rechazadas, escogiendo así la menos mala. Por
lo tanto la demostración filosófica no es directa, sino indirecta, apagógica. Es
la demostración por reducción al absurdo de las tesis opuestas. Esto se opone a
la demostración directa axiomática de las propias tesis. El método apagógico
es aquel que procede por la demostración de la imposibilidad de la
proposición contradictoria.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 7
2. La inducción.
La inducción es el paso desde enunciados particulares observacionales a
enunciados universales. El inductivismo afirma que los enunciados científicos
universales se extraen de enunciados observacionales particulares merced a la
inferencia inductiva.
El problema de la inducción es: ¿cómo obtener enunciados universales a
partir de enunciados particulares?
Respuesta: suponiendo que se den ciertas condiciones, es lícito
generalizar, a partir de una lista finita de enunciados observacionales singulares,
una ley universal.
Hay tres condiciones que deben satisfacer las generalizaciones inductivas:
1. El número de enunciados observacionales que constituyan la base de
una generalización debe ser grande.
2. Las observaciones se deben repetir en una amplia variedad de
condiciones.
3. Ningún enunciado observacional debe entrar en contradicción con la
ley universal derivada.
Ahora podemos formular el principio de inducción: Si en una amplia
variedad de condiciones se observa una gran cantidad de A y si todos los A
observados poseen sin excepción la propiedad B, entonces todos los A tienen la
propiedad B.
La deducción es la extracción de conclusiones y consecuencias a partir de
premisas. La deducción no actúa por sí sola como fuente de enunciados acerca
del mundo.
La pregunta crucial es ¿Se puede justificar el principio de inducción?
1. Se puede intentar justificar el principio de inducción apelando a
criterios pragmatistas. Sin embargo, el principio de inducción no se puede
justificar apelando a la inducción. El criterio pragmatista debe rechazarse porque
al emplearlo estamos utilizando el mismo principio de la inducción.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 9
Efectivamente, podemos comprobar en una determinada cantidad de casos que
la inducción ha dado buenos resultados, pero nunca podremos comprobarlo en
todos los casos. Pasar a postular su bondad a partir precisamente de una
inducción incompleta es una petición de principio que en última instancia nos
llevaría a un regressus ad infinitum.
2. Se puede intentar justificar el principio de inducción desde un punto de
vista lógico apriorista afirmando que la inducción es el primer principio. Ocurre
que la solución apriorista debe rechazarse por acientífica, pues es totalmente
gratuito constituir la "inducción" en primer principio, dada su falta de evidencia.
3. Queda otra posibilidad que es la que intenta Reichenbach: la
probabilidad. Puede parecer intuitivamente plausible que, a medida que aumenta
el apoyo observacional que recibe una ley universal, aumente también la
probabilidad de que sea verdadera. Pero esta intuición no resiste un examen.
Cualquier evidencia observacional constará de un número finito de enunciados
observacionales, mientras que un enunciado universal observacional hace
observaciones acerca de un número infinito de posibles situaciones. La
probabilidad de que sea cierta la generalización universal, es, por tanto, un
número finito dividido por un número infinito, lo cual sigue siendo cero por
mucho que aumente el número finito de enunciados observacionales que
constituyen la evidencia.
Por lo tanto, el principio de inducción no es una tautología. No es un
juicio analítico. La inducción no tiene fundamento lógico.
1
Sir Karl R. Popper: La lógica de la investigación científica. Tecnos, Madrid, 1980, pp. 259, 261 y 262.
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El progreso de la ciencia tal y como lo ve el falsacionismo se podría
resumir de la siguiente manera. La ciencia comienza con problemas, que van
asociados con la explicación del comportamiento de algunos aspectos del
universo. Los científicos proponen hipótesis falsables como soluciones al
problema. Las hipótesis conjeturadas son entonces criticadas y comprobadas.
Algunas serán eliminadas rápidamente. Otras pueden tener más éxito. Estas
deben someterse a críticas y pruebas más rigurosas. Cuando finalmente se falsa
una hipótesis que ha superado con éxito una gran variedad de pruebas rigurosas,
surge un nuevo problema, afortunadamente muy alejado del problema original
resuelto. Este nuevo problema exige la invención de nuevas hipótesis, seguidas
de nuevas críticas y pruebas. Y así el proceso continúa indefinidamente. Nunca
se puede decir de una teoría que es verdadera, por muy bien que haya superado
pruebas rigurosas, pero afortunadamente se puede decir que una teoría actual es
superior a sus predecesoras en el sentido de que es capaz de superar pruebas que
falsaron a sus predecesoras.
2
Imre Lakatos: Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales, Tecnos, Madrid, 1974. p. 25.
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En términos generales, los méritos relativos de los programas de
investigación se tienen que juzgar por la medida en que dichos programas
progresan o degeneran.
Una dificultad inherente a este criterio de aceptación y rechazo de los
programas de investigación va unida al factor tiempo ¿cuánto tiempo debe pasar
hasta que se pueda decidir que un programa ha degenerado gravemente, que es
incapaz de llevar al descubrimiento de nuevos fenómenos?
No se puede decir nunca de un modo absoluto que un programa de
investigación es "mejor que otro rival". El propio Lakatos admite que sólo se
pueden decidir los méritos relativos de dos programas "retrospectivamente".
No se ofrece un criterio claro para rechazar un programa de investigación
coherente o para elegir entre programas rivales.
En definitiva, según la interpretación de Lakatos, la sustitución de una
teoría científica no vendrá determinada por la comprobación aislada de su mera
falsabilidad, sino por la existencia de otra que tenga una mayor capacidad
predictiva y explicativa y un contenido empírico superior.
3
Thomas S. Kuhn: La estructura de las revoluciones científicas, FCE, México, 1971, p. 33.
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Kuhn denomina paradigmas. En términos muy elementales Kuhn describirá los
paradigmas como “lo que los miembros de una comunidad científica
comparten”, al tiempo que recíprocamente señalará que “una comunidad
científica consiste en hombres que comparten un paradigma”4. El científico
perfecciona los paradigmas establecidos, acoplando los hechos mejor a la teoría,
articulando y desarrollando mejor la teoría. Al hacerlo experimentarán
inevitablemente dificultades y se encontrarán con aparentes falsaciones. Si las
dificultades de ese tipo se escapan de las manos, se desarrolla un estado de
crisis. Cuando en el marco de un paradigma empiezan a detectarse anomalías, la
comunidad científica comienza a dividirse, al tiempo que se inicia la difusión de
una cierta sensación de crisis. Cuando la profesión ya no puede pasar por alto las
anomalías que subvierten la tradición existente de prácticas científicas, se inician
las investigaciones extraordinarias que conducen por fin a la profesión a un
nuevo conjunto de compromisos, una base nueva para la práctica de la ciencia.
Los episodios extraordinarios en que tienen lugar esos cambios de compromisos
profesionales son los que se denominan revoluciones científicas. Las
revoluciones científicas suponen episodios de desarrollo no acumulativo por
medio de los que un nuevo paradigma es reemplazado, completamente o en
parte, por otro nuevo e incompatible. La crisis se resuelve cuando surge un
nuevo paradigma que se gana la adhesión de un número de científicos cada vez
mayor hasta que finalmente se abandona el paradigma original, acosado por
problemas. El cambio discontinuo constituye una revolución científica. Los
grandes cambios científicos se producen como rupturas totales con los
paradigmas establecidos. Ésta será precisamente la lógica de la evolución
científica. El nuevo paradigma, lleno de promesas y no abrumado por
dificultades en apariencia insuperables, guía entonces la nueva actividad
científica normal hasta que choca con serios problemas y aparece una nueva
crisis seguida de una nueva revolución.
Una ciencia madura o normal está regida por un solo paradigma. El
paradigma distingue a la ciencia de la no ciencia. El paradigma establece las
normas necesarias para legitimar el trabajo dentro de la ciencia que rige.
Coordina y dirige la actividad de "resolver problemas" que efectúan los
científicos normales que trabajan dentro de él.
La palabra "paradigma" tiene dos significados principales. 1º Sentido
general, es una matriz disciplinaria. 2º Stricto sensu, es un ejemplar.
El paradigma se compone de leyes científicas y supuestos teóricos
comparables al núcleo central de un programa de investigación lakatosiano. Los
paradigmas incluyen las maneras de aplicar las leyes fundamentales a los
diversos tipos de situaciones.
También comprende instrumental y técnicas instrumentales necesarias
4
Ibídem, p. 271.
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para hacer que las leyes del paradigma se refieran al mundo real. También hay
principios metafísicos. Por último, algunas prescripciones metodológicas muy
generales.
La ciencia normal conlleva intentos destacados de articular un paradigma,
de compaginarlo mejor con la naturaleza. Un paradigma siempre será lo
suficientemente impreciso y abierto como para permitir que se hagan este tipo
de cosas. Kuhn describe la ciencia normal como una actividad de resolver
problemas gobernados por las reglas de un paradigma. Los problemas serán
tanto de naturaleza teórica como experimental.
En una ciencia normal el paradigma es un conjunto de problemas bien
definidos con los métodos para resolverlos. Si un problema no se resuelve, ello
es un fracaso del científico más que una insuficiencia del paradigma. Los
problemas que se resisten a ser resueltos son considerados como anomalías, más
que como falsaciones.
Un científico normal no debe criticar el paradigma en el que trabaja. Sólo
de esta manera es capaz de concentrar sus esfuerzos en la detallada articulación
del paradigma y puede así efectuar el trabajo esotérico necesario para explorar la
naturaleza en profundidad.
Los fallos pueden incrementarse hasta precipitar la crisis del paradigma y
llevar a su sustitución por una alternativa incompatible.
La crisis se agrava al aparecer un paradigma rival. Este será incompatible
con aquél. En cierto sentido los defensores de paradigmas rivales "viven en
mundos distintos".
El cambio de paradigma es como una conversión religiosa. No hay
argumento lógico que demuestre la superioridad de un paradigma sobre otro y
que por tanto sirva al científico para cambiar de paradigma.
Los paradigmas rivales son inconmensurables. Una revolución científica
es el abandono de un paradigma y la adopción de otro.
5
Paul K. Feyerabend: Contra el método, Ariel, Barcelona, 1974, p. 15.
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cualquier regla. Todas las metodologías tienen sus límites y la única que queda
en pie es la de que anything goes, todo vale.
El análisis que Feyerabend realiza sobre el método científico le llevará a
la conclusión general y más de fondo, de que “la idea de que la ciencia puede y
debe regirse según unas reglas fijas y de que su racionalidad consiste en un
acuerdo con tales reglas no es realista y está viciada. No es realista —dirá—
puesto que tiene una visión demasiado simple del talento de los hombres y de las
circunstancias que animan, o causan, su desarrollo. Y está viciada, puesto que el
intento de fortalecer las reglas levantará indudablemente barreras a lo que los
hombres podrían haber sido, y reducirá nuestra humanidad incrementando
nuestras cualificaciones profesionales” 6.
Los significados e interpretaciones de los conceptos y los enunciados
observacionales que los empleen dependerán del contexto teórico en el que
surjan. En algunos casos, los principios fundamentales de dos teorías rivales
pueden ser tan radicalmente opuestos que no sea posible ni siquiera formular los
conceptos básicos de una teoría en los términos de la otra, con lo que las dos
teorías rivales no compartirán ningún enunciado observacional. En tales casos,
no es posible deducir lógicamente algunas de las consecuencias de una teoría
partiendo de los principios de su rival con fines comparativos. Las dos teorías
serán inconmensurables.
La elección entre criterios y, por consiguiente, la elección entre teorías
inconmensurables es en última instancia subjetiva.
1.- Observación.
Se trata de recoger datos empíricos de una parcela de la realidad.
También se trata de realizar experimentos. El método experimental es
sinónimo de la práctica de la investigación. Finalmente comprende las
6
Ibídem, p. 136.
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mediciones.
4.- La verificación.
En este sentido se trata de contrastar las deducciones con la experiencia.
Si la experiencia verifica las consecuencias, las hipótesis son válidas; en caso
contrario son inválidas. La verificación significa la justificación definitiva de
las leyes científicas. Stuart Mill entendió este proceso como un problema de
satisfacción de ciertos esquemas inductivos que actualmente llevan su nombre,
aunque constituyen un simple perfeccionamiento de los métodos de
investigación y validación experimental que son los siguientes:
a) Método de acuerdo: Si dos o más casos del fenómeno que se
investiga tienen sólo una circunstancia antecedente en común, esa
circunstancia es la causa del fenómeno en cuestión.
b) Método de la diferencia: Si un caso en el cual aparece el fenómeno
que se investiga, y otro caso en el cual no aparece tienen todas las
circunstancias antecedentes comunes, excepto una, presentándose solamente
ésta en el primero, la circunstancia única en la cual difieren ambos casos, es la
causa, o una parte indispensable de la causa de dicho fenómeno.
c) Método de las circunstancias concomitantes: Si un fenómeno
aumenta o disminuye de forma regular siempre que una circunstancia
antecedente varíe de la misma manera, esta circunstancia es una causa del
fenómeno o está conectada con él por algún hecho de causalidad.
d) Método de los residuos. Si de un fenómeno restamos la parte de la
cual se sabe, por inducciones anteriores, que es el efecto de determinados
antecedentes, el residuo del fenómeno es el efecto de los antecedentes
restantes.
1. Lenguaje natural.
Por lenguaje natural (o lenguaje ordinario) se entiende la lengua utilizada
normalmente en una comunidad de individuos para la comunicación de éstos
entre sí. Lenguajes naturales serían el español, el inglés, el francés, &c. Se
caracteriza por su gran capacidad y riqueza comunicativa, capaz de expresar
gran variedad de sentimientos, situaciones, deseos, &c. Es a su vez flexible,
capaz de jugar con los significados de las palabras, como en el lenguaje de la
lírica.
Sin embargo, frente a su plasticidad y riqueza expresiva, el lenguaje
natural adolece de ambigüedad, al ser sus palabras polisémicas, y sus oraciones
también son ambiguas. Por ejemplo, tomemos el siguiente caso:
Soy un mentiroso.
2. El lenguaje artificial.
Los problemas que plantea el lenguaje natural obligan a la construcción
de lenguas artificiales para cumplir ciertos propósitos, que permitan operar con
exactitud y eficacia. Con esta maniobra no se pretende suplantar por completo el
lenguaje natural, no sólo su función semántica sino también la pragmática
(apelaciones, ruegos, doble sentido, etc.). Tampoco se pretende la formación de
una lengua universal que sustituya a las lenguas naturales, sino valernos de un
lenguaje de carácter universal para resolver determinados problemas que los
razonamientos expresados en el lenguaje natural no permiten solventar.
3. El lenguaje formal.
La Lógica cuenta con un sistema de símbolos especialmente inventado y
diseñado para lograr la precisión y la operatividad. La Lógica se expresa en
consecuencia en un lenguaje artificial, que además es un lenguaje formal. Sus
características son las siguientes:
1) Un conjunto de símbolos que constituyen su vocabulario. A diferencia
del lenguaje natural, pese a estar compuestos ambos de símbolos, el lenguaje
formal dispone de un número muy reducido, lo que aumenta su operatividad,
que además carecen de significado. Son variables, que designaremos con letras
tales como p, q, r, s, t, etc.
2) Un conjunto de operadores. Toda lengua, ya sea natural o formal, no se
compone solamente de una lista de símbolos, sino que éstos han de combinarse
unos con otros de algún modo. Estos símbolos que enlazan al resto son los
operadores.
3) Reglas de formación de fórmulas. Además del vocabulario y los
operadores, todo lenguaje consta de un conjunto de reglas para enlazar los
símbolos con los operadores. A las frases bien construidas con el lenguaje
formal las denominaremos fórmulas.
4) Reglas de transformación de fórmulas. Junto a todo lo expuesto, es
necesario disponer además de unas reglas que permitan pasar de unas fórmulas a
otras, unas reglas de transformación que permitan la deducción de unas frases a
otras para obtener una conclusión.
En el caso que nos ocupa, el de la Lógica formal, éstos serían los
elementos que constituyen su lenguaje:
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1. Proposiciones.
Definimos como proposición el enunciado en modo indicativo,
susceptible de verdad o falsedad, y que posee un significado completo. Por
ejemplo, "Sócrates es un hombre" es una proposición, en tanto que puede
decirse que es verdadera o es falsa, y nos informa sobre alguna cualidad que
define a Sócrates. Las proposiciones serán los elementos variables de la lógica
de enunciados, y por lo tanto serán designadas generalmente por letras
consonantes que pueden ser sustituidas por diferentes proposiciones: p, q, r, s, t...
Dentro de la lógica proposicional distinguiremos las proposiciones
atómicas, como la del ejemplo anterior, que no pueden dividirse en otras
proposiciones más sencillas, pues no llevan ningún tipo de enlace con otra
proposición, y las proposiciones moleculares, que llevan algún término de
enlace entre las mismas. Por ejemplo, la proposición “Si Sócrates es un hombre,
entonces Sócrates es locuaz”. Las proposiciones moleculares son resultado de la
unión de dos o más proposiciones atómicas mediante los conectores que
denominamos functores.
2. Functores.
Un functor es un operador que realiza funciones de conexión y
transformación entre proposiciones atómicas. Si bien los enunciados son
elementos variables, que ejercen el papel de materia de los razonamientos, los
enlaces entre proposiciones son constantes formales, que han de ser
representadas por signos constantes. Los functores pueden ser a su vez de dos
tipos, singulares o monádicos, o diádicos. El ejemplo más inmediato de functor
monádico es el functor de la negación (por ejemplo, "Sócrates no es un
hombre"), que designaremos con el símbolo "¬", de tal manera que podemos
escribir una proposición negativa añadiéndolo a una afirmativa, ¬p. Los
functores poliádicos son los que nos permiten conectar dos o más proposiciones.
En este caso tenemos ejemplos variados: el conjuntor (designado por el símbolo
"^", para unir proposiciones como "Éramos siete y todos estábamos asustados"),
el disyuntor (designado por el símbolo "v", para unir proposiciones como "Te
regalo caramelos o cromos"), el condicional (designado por el símbolo "→",
para formar proposiciones como "Si La Luna es redonda, entonces es un
planeta"), o el bicondicional (designado por el símbolo "↔", formando
proposiciones como "Te regalaré una bicicleta si y sólo si apruebas el curso").
En consecuencia, habrá tantas clases de proposiciones moleculares como
functores o conectivas hemos distinguido. Recapitulemos ahora los distintos
símbolos usados para designar proposiciones y functores.
Proposiciones: Para designar las variables de proposición, se suelen
adoptar las siguientes letras: p, q, r, s, t...
Functores: Para designas las conectivas o functores se usan los siguientes
símbolos:
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p
V
F
Como es natural, una sola proposición puede adoptar los dos valores
indicados, verdad o falsedad. Sin embargo, existe una manera mecánica de
determinar los posibles valores de verdad que puede adoptar una proposición
molecular, con la fórmula matemática 2n, donde n es equivalente al número de
variables proposicionales de la fórmula dada. En el caso de una proposición
atómica la tabla de verdad sería de 21 = 2 filas, es decir, la tabla anteriormente
enunciada:
p
V
F
p q
V V
V F
F V
F F
Y así sucesivamente.
Sin embargo, nosotros no usaremos las variables sino conectadas por
medio de functores, por lo que habremos de relacionar cada valor de verdad de
cada variable con los valores de verdad que adoptan al unirse con los conectores.
Por ejemplo, en el caso de la conjunción entre p y q:
p q p^q
V V V
V F F
F V F
F F F
a)Tabla de la Negación
La negación tiene como símbolo ¬ en el lenguaje ordinario se traduce por
“no”. Cuando una fórmula es verdadera, su negación es falsa, y a la inversa.
p ¬p
V F
F V
b) Tabla de la Conjunción
p q p^q
V V V
V F F
F V F
F F F
c) Tabla de la Disyunción.
El símbolo v recibe el nombre de disyunción y se traduce al lenguaje
ordinario como o, o bien. Se le llama suma lógica. El significado de la
disyunción es el siguiente: la disyunción de dos proposiciones es verdadera
cuando una al menos de esas dos proposiciones es verdadera —y por supuesto
cuando ambas lo son—; es falsa, en cambio, sólo cuando ambas son falsas. La
disyunción es verdadera en todos los casos, salvo que ambos miembros sean
falsos.
p q pvq
V V V
V F V
F V V
F F F
d) Tabla de la implicación.
El símbolo → recibe el nombre de implicación o condicional y en el
lenguaje ordinario es “si….entonces…”. La expresión inicial es el antecedente y
la que le sucede es el consecuente o consiguiente. El sentido de la implicación es
el siguiente. Una implicación es verdadera siempre que no se dé el caso de que
el antecedente sea verdadero y el consecuente falso; y falsa cuando ese sea el
caso. Una proposición molecular condicional es verdadera en todos los casos,
salvo que el antecedente sea verdadero y el consecuente sea falso.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 31
p q p→ q
V V V
V F F
F V V
F F V
p q p↔q
V V V
V F F
F V F
F F V
Estas cinco tablas son las conectivas principales, que sin embargo pueden
a su vez ser reducidas a dos según los siguientes modos:
V V V V V V V V
V V F V V V V V
V F V F V V V V
V F F F V F F V
F V V V V V V V
F V F V F V V V
F F V V V V V V
F F F V F F V V
Solución: Tautología.
4. Deducción natural.
Además de las tablas de verdad como método de decisión sobre el valor
de verdad de las proposiciones, es decir, como método semántico, disponemos
de los métodos de decisión que estudian el proceso de inferencia, esto es, los
métodos con los que desde una serie de premisas se deduce una conclusión. El
método de inferencia más habitual en lógica simbólica es la denominada
deducción natural, aunque también estudiaremos en otro apartado el sistema
formal axiomático.
Tres son las categorías necesarias para todo lenguaje formal, e
imprescindibles para trabajar con la deducción natural:
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 33
p→(q→r)├ (p ^ q) →r
1 - p→(q→r)
2-p^q
3p Simpl. (Simplificación) 2
4q Simp2. (Simplificación) 2
5 q→r MP (Modus Ponens) 1,3
6r MP (Modus Ponens) 4,5
7 (p ^ q) →r II (Introducción del implicador) 2,6.
5. Reglas de inferencia.
Estas reglas básicas del cálculo de enunciados o de las inferencias fueron
enunciadas en 1934 por Gentzen.
A
.
.
.
B^¬B
———
¬A
¬¬A
———
A
A
B
——
A^B
Establecidas dos proposiciones distintas, puede también establecerse la
conjunción de ambas. Se puede designar como Introducción de la conjunción
(IC) o Producto (Prod).
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 35
2. Eliminación de la conjunción.
A^B A^B
—— ——
A B
1. Introducción de la disyunción.
A B
—— ——
AvB AvB
AvB
A
.
.
.
C
B
.
.
.
C
—
C
A
.
.
.
B
—
A→B
A→B
A
——
B
e) Reglas derivadas.
Aparte de las ocho leyes enunciadas existen otras reglas derivadas que
permiten acortar los razonamientos. Pueden deducirse todas de cada una de las
ocho.
A→B
¬B
———
¬A
A
———
¬ ¬A
¬ (A ^ ¬A)
A v ¬A
A ^ ¬A
———
B
Propiedad conmutativa
CC CD
A^B AvB
——— ———
B^A BvA
Filosofía y Ciudadanía 38
Propiedad asociativa
AC AD
(A ^ B) ^ C (A v B) v C
————— —————
(A ^ (B ^ C) A v (B v C)
Propiedad distributiva
DC DD
A ^ (B v C) A v (B ^ C)
————— —— ———————
(A v B) v (A ^ C) (A v B) ^ (A v C)
Propiedad de idempotencia
Id. C Id.D
A^A AvA
——— ———
A A
Regla de absorción
Abs. C Abs. D
A ^ (A v B) A v (A ^ B)
————— —————
A A
A → (B → C)
——————
A ^B→C
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 39
Regla de exportación (Exp)
A ^B→C
——————
A → (B → C)
AvB AvB
¬B ¬A
—— ——
A B
Dilemas (Dil)
AvB ¬A v ¬B AvB ¬A v ¬B
A→B C→A A→C C→A
B→C C→B B→D D→B
——— ——— ——— ———
C ¬C CvD ¬C v ¬D
A→B
B→C
———
A→C
Identidad (Id)
A
—
A
A → (B → C)
——————
B → (A → C)
Filosofía y Ciudadanía 40
Carga de premisa (CPr)
A
———
B→A
Reglas de coimplicación
A→B
B→A
———
A↔B
A↔B A↔B
——— ———
A→B B→A
A↔B A↔B
A B
——— ———
A A
Reflexividad
A↔A
Simetría
A↔B
———
B↔ A
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 41
Transitividad
A↔B
B↔ C
———
A↔C
Reglas de interdefinición
A→B A→B
——— ———
¬(A ^ ¬B) ¬A v B
A^B A^B
————— ————
¬( A →¬B) ¬(¬A v ¬B)
AvB AvB
——— ———
¬A → B ¬(¬A ^ ¬B)
Leyes de Morgan
De Morgan 1 (DM1)
¬(A ^ B)
————
¬A v ¬B
De Morgan 2 (DM2)
¬(A v B)
————
¬A ^ ¬B
Filosofía y Ciudadanía 42
Asimismo, los axiomas y reglas de inferencia deben poder dar origen sólo
a tautologías del cálculo, es decir, han de ser completos, y deben ser
consistentes, aparte que ningún axioma ha de poder derivarse de otro.
A1: (p v q) → p
A2: q → (p v q)
A3: (p v q) → (q v p)
A4: [p v (q v r)] → [q v (p v r)]
A5: (q →r) → [(p v q) → (p v r)]
x ^ y = ¬(¬x v ¬y)
x → y = ¬x v y
x ↔ y = ¬[¬ (¬x v y) v ¬(¬y v x)]
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 43
4) Reglas de transformación.
5) Axiomas.
a) (p v p) → p
b) p → (p v q)
c) (p v q) → (q v p)
Filosofía y Ciudadanía 44
d) p v (q v r) → q v (p v r)
6) Definiciones.
b) p → q = def ¬p v q
c) p ↔ q = def (p → q) ^ (q → p)
b) Los axiomas deben ser independientes. Lo son cuando ninguno de ellos puede
deducirse de los otros. Exigencia impuesta por la propia definición de axioma.
Todo P es M
Todo S es M
Todo S es P
FIGURAS SILOGÍSTICAS
M P P M M P P M
S M S M M S M S
S P S P S P S P
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 47
Primera Figura
Silogismo en Celarent
Segunda figura
Silogismo en Festino
Tercera Figura
Silogismo en Darii
Cuarta Figura
Silogismo en Bramantip
10) Ejercicios.
[(q ˄ r) ˄ (q→s)] →s
Solución: Tautología.
┐r →s, s →p ˄q, r→ t, ┐t ├q
1 ┐r →s
2 s →p ˄q
3 r→ t
4 ┐t
5 ┐r MT 3, 4
6 s MP 1, 5
7 p ˄q MP 2, 6
8 q EC2 7
Filosofía y Ciudadanía 52
1 ┐(p˅┐q)
2 r ↔q
3 s →┐r
4 ┐p˄q DM1
5 q EC1 4
6 q →r Bi 2
7 r MP 6, 5
8 ┐s
s →r, s ˅ t, ┐r ├t
1 s →r
2s˅t
3 ┐r
4 ┐s MT 1, 3
5t SD 2,4
6 s ˄ ┐s Prod 4,5
7t ECQ 6
p→(q→r)├ (p ^ q) →r
1 p→(q→r)
2p^q
3p Simpl. 2
4q Simpl. 2
5 q→r MP 1,3
6r MP 4,5
7 (p ^ q) →r Int. Imp. 2,6.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 53
7. La lingüística.
La lingüística europea comenzó en Grecia. Aristóteles dio el primer paso.
Dividió la oración en sujeto y predicado. Esta distinción sigue vigente como
parte fundamental del análisis de las oraciones. Dionisio Tracio (siglos II y I a.c.
) creó la primera gramática completa del griego. Tracio concluyó que los
términos griegos pertenecían a ocho clases, que denominamos partes del
discurso: Nombres, verbos, artículos, pronombres, preposiciones, conjunciones,
adverbios y participios. La descripción del griego de Tracio llegaría a ser la base
de toda descripción gramatical en Europa hasta bien entrado el siglo XX, si bien
sus ocho clases se modificarían más adelante. La tradición grecolatina acabó
sintetizándose en la obra del gramático romano más influyente, Prisciano, que
escribió en el siglo VI. La descripción que hizo Prisciano del latín la
encontramos aún hoy en la mayoría de los manuales escolares. Cuando los
europeos comenzaron por fin a interesarse por describir sus idiomas, en los
siglos XIV y XV, por lo general trataron de imponer a sus propias lenguas la
descripción del latín de Prisciano. Esta gramática grecorromana tradicional se
viene enseñando hasta nuestros días en las escuelas europeas. Wilhelm von
Humboldt (1767-1835) intentó desarrollar un enfoque universalista y filosófico
para el estudio de las lenguas. El rasgo fundamental del lenguaje es que los
hablantes pueden hacer un uso infinito de los recursos finitos que proporciona su
idioma. Aunque la capacidad lingüística es universal, la singularidad de cada
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 59
lengua es una propiedad de la gente que la habla. Cada idioma posee su innere
Sprachform, o estructura interna que determina su forma externa y que refleja la
mente de sus hablantes. La lengua y el pensamiento de un pueblo son, pues,
inseparables. Hacia finales del siglo XVIII, los lingüistas europeos comenzaron
a percatarse de que ciertas lenguas exhibían semejanzas sistemáticas tan
asombrosas que debían derivarse de un antepasado común, del cual habrían
divergido a través de una larga serie de cambios. Estudiosos como Bopp, Grimm
y Rask demostraron que casi todas las lenguas europeas y muchas lenguas
asiáticas se hallaban relacionadas así. Apareció así la lingüística histórica. Sólo
hacia finales del siglo XIX empezó a reafirmarse el estudio no histórico de la
estructura de la lengua. El personaje más influyente en el desarrollo de la
lingüística general fue Ferdinand de Saussure (1857-1913). Saussure sostiene
que un signo lingüístico no es la conexión entre una cosa y un nombre, sino
entre un concepto y una imagen acústica. La imagen acústica no es realmente un
sonido, pues un sonido es algo físico. Una imagen acústca es la impresión
psicológica que el oyente tiene de un sonido. Antes de Saussure, la mayoría de
los lingüistas habían adoptado un enfoque atomista de la estructura de la lengua.
Es decir, percibían una lengua ante todo como un conjunto de objetos, tales
como sonidos, palabras y terminaciones gramaticales. Saussure en cambio,
sostenía que hay que concebir a la lengua como un sistema estructurado de
elementos donde el lugar de cada elemento viene definido principalmente por su
relación con otros elementos. Esto se llama enfoque estructural. Otro aspecto de
la obra de Saussure es su énfasis en dos aproximaciones muy diferentes al
estudio de la lengua: un enfoque sincrónico, en el que nos centramos en la
estructura de una lengua en un momento concreto y un enfoque diacrónico, en el
que atendemos al desarrollo de una lengua a lo largo del tiempo. En la década
de 1950 Noam Chomsky elaboró una descripción y estudio de la lengua
denominado gramática generativa. Veamos. Una gramática generativa del
español es un intento de presentar de un modo totalmente explícito y mecánico
las reglas que gobiernan la construcción de las oraciones españolas. Es decir, las
reglas de la gramática deben decirnos con exactitud qué podemos considerar una
oración gramatical del español y excluir todo aquello que no sea una oración
española. La construcción de la gramática generativa requiere que formulemos
nuestras reglas con un grado de explicitación y precisión jamás alcanzado
anteriormente.
8. La doble articulación.
Toda lengua hablada contiene un pequeño número de unidades
fonológicas básicas o fonemas. Los fonemas aislados carecen de significado.
Así están configuradas todas las lenguas habladas. Un número reducido de
fonemas pueden combinarse en secuencias significativas como las palabras.
Esta estructuración la designamos como doble articulación, y esta dualidad es
Filosofía y Ciudadanía 60
exclusiva de los lenguajes humanos. Si no existiera la doble articulación, a cada
sonido diferente se le asociaría un significado. Pero no podemos proferir más de
cien sonidos diferentes. Así pues, sin la doble articulación, nuestras lenguas sólo
podrían disponer de un centenar de palabras significativas diferentes, claramente
insuficientes para nuestros propósitos. Las especies animales no humanas
operan con un sonido, un significado, por lo que sólo pueden producir unos
pocos significados distintos: normalmente de tres a seis, tal vez una veintena a lo
sumo. Ésta es la razón fundamental de que podamos decir un número ilimitado
de cosas diferentes, lo que resulta imposible para los demás seres.
1. El Idealismo y el Espiritualismo.
El término “idealismo” apareció en el siglo XVII, utilizado (p. ej. por
Leibniz) para designar la filosofía de Platón en cuanto basada en la tesis de que
la realidad verdadera consiste en las Ideas, en oposición a las cosas materiales y
empíricas, cuya realidad, cambiante y precaria, sería sólo aparente. Esta tesis
ontológica y epistemológica implica el espiritualismo y la creencia en la
existencia de Dios. El concepto de idealismo caracteriza unos determinados
sistemas filosóficos desde la perspectiva epistemológica o gnoseológica. El
idealismo considera que el concepto fundamental para interpretar la realidad que
se nos hace presente en la experiencia no es el de materia, sino el de “Idea”: la
realidad conocida es el contenido de la Idea. El espiritualismo es una tesis
ontológica. Sostiene el espiritualismo que existen entidades espirituales,
simples, sin partes, inmateriales, trascendentes, tales como el alma, los espíritus,
los demonios, Dios, etc.
Definiremos el espiritualismo como la doctrina que defiende la
existencia de seres vivientes incorpóreos. Desde un punto de vista ontológico
la distinción y oposición es entre espiritualismo/materialismo y desde un punto
de vista epistemológico-gnoseológico es entre idealismo/realismo. Tenemos
además que precisar que el espiritualismo puede decirse de dos maneras, a saber,
habría un espiritualismo asertivo, que reconoce la realidad de los cuerpos y
habría un espiritualismo negativo o absoluto, que considera el cuerpo como una
mera apariencia, un fenómeno subjetivo del espíritu. Ejemplo de espiritualismo
asertivo: Santo Tomás de Aquino. Según él, el cuerpo y el alma están ligados
entre sí, pero el alma sobrevive al cuerpo como una substancia incompleta
inmortal. Ejemplo de espiritualismo negativo o absoluto: Fichte.
El idealismo reduce todo lo que existe al pensamiento. Los sistemas
filosóficos idealistas reducen todo lo que existe, sea lo perceptible con los
sentidos o lo accesible sólo al pensamiento, a algo que existe de un modo
inmaterial y que, aunque no pueda verse, puede, sin embargo, ser comprendido.
También reduce el pensamiento a una representación objetiva independiente de
la subjetividad, a algo que existe de forma no corporal, invisible aunque
inteligible. También puede haber un idealismo subjetivo, que reduzca la realidad
a representaciones mentales subjetivas, psicológicas de un sujeto psicológico, ya
sea individual o social y colectivo. Aquí vamos a utilizar el término “idealismo”
como sinónimo de “espiritualismo” como sinónimo de espiritualismo en el
sentido negativo o absoluto.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 65
5. El materialismo.
El término “materialismo” aparece en la segunda mitad del siglo XVII
para designar aquellas filosofías que niegan la existencia de sustancias
espirituales y que, por lo tanto, sólo reconocen la existencia de substancias
corpóreas. Esta tesis, desde perspectivas espiritualistas, suele implicar el ateísmo
y la impiedad. Para decirlo con Fichte, mientras que el Idealismo deriva la
realidad de la Idea, de la conciencia, del Espíritu, el materialismo deriva la
conciencia, lo subjetivo, el Yo, el espíritu de la naturaleza, de la materia, de lo
objetivo.
Con la expresión materialismo se designa la doctrina ontológica según la
cual la materia es la realidad fundamental o verdadera y todo lo inmaterial no
existe en general, o puede reducirse de un modo o de otro, a la materia en cuanto
algo secundario o dependiente. Todo lo real es material. Si ya hemos definido
más arriba el idealismo o el espiritualismo, conviene definir el materialismo
como la negación del espiritualismo y el realismo epistemológico o
gnoseológico se opone al idealismo. El realismo sostiene que lo que conocemos
existe independientemente de nuestra conciencia y de nuestra voluntad. Lo que
conocemos es real y lo real es conocido por nosotros de forma objetiva. El
materialismo lo que sostiene, al contrario que el espiritualismo, es que no
existen seres vivientes incorpóreos. No existen entonces las sustancias
espirituales.
Filosofía y Ciudadanía 72
6. El materialismo antiguo.
Hay que reconocer la presencia ya en sus primeros pasos, de las versiones
monistas del materialismo. El materialismo comenzó como monismo
materialista. El monismo fue el cauce del ataque al espiritualismo. El
materialismo se abrió paso a través del monismo de la sustancia (barro, agua,
aire, fuego). Es este un materialismo monista que llega hasta las postrimerías del
siglo XX como materialismo emergentista mecanicista y materialismo dialéctico
soviético (Diamat).
Pero el materialismo en cuanto que es una negación de la sustancia
espiritual no tiene por qué constreñirse a los límites del monismo de la sustancia.
A partir de Empédocles, comienza a desarrollarse un materialismo pluralista con
su teoría de los cuatro elementos irreductibles.
Según Demócrito (460 – 370 a.c.). El pluralismo de la sustancia es
neutralizado por el monismo del orden en muchos filósofos presocráticos. El
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 73
atomismo combinó una forma peculiar de monismo de la sustancia (disimulado
por su visión discreta de esa sustancia homogénea, a saber, la del pluralismo de
los corpúsculos atómicos) con una decidida forma de pluralismo del orden
(mediante su concepción del azar). Sólo hay dos realidades: átomos y vacío.
Los átomos son partículas sólidas, duras, impenetrables, invariables,
ingenerables, incorruptibles, móviles (moviéndose en trayectorias rectas a
velocidad constante), indivisibles. Sólo tienen figura, orden y posición. Todas
las demás cualidades y realidades derivan de los átomos.
El vacío es un cierto no-ser necesario para posibilitar el movimiento
rectilíneo de los átomos.
Todo está compuesto de átomos. Lo demás es pura apariencia. Por lo
demás, el número de mundos es infinito y se están formando y destruyendo
constantemente en un espacio infinito. Los átomos se mueven por azar, sin
ninguna teleología. El materialismo de Demócrito es el primero completamente
consecuente y claro respecto a la teoría de la diferencia entre fenómenos y
realidad. La apariencia se explica recurriendo a los átomos y al vacío. Por lo
general se considera a Demócrito como fundador del materialismo.
9. El materialismo histórico.
Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) son los padres del
materialismo histórico. La esencia del hombre no es pensar, sino actuar y esta
actuación práctica, esta praxis es una praxis productiva, es trabajo. El hombre es
homo faber. El hombre hace cosas. Existe entre el hombre y el entorno que lo
rodea una relación de interacción. En su lucha contra el medio ambiente que lo
rodea, el hombre transforma esa relación y en este proceso de transformación de
la naturaleza a su vez se transforma el hombre a si mismo. La naturaleza humana
se hace en el proceso productivo, en el transcurso de la historia. El hombre es un
ser activo que se autocrea por el trabajo. Este trabajo es un trabajo social Los
hombres producen sus medios de subsistencia y su vida material.
Desde el momento en que los hombres producen sus medios de
subsistencia podemos distinguir dos relaciones: relaciones hombre-naturaleza y
relaciones entre los hombres mismos. A lo primero se le denomina fuerzas
productivas, que son todas las condiciones y elementos necesarios para que haya
producción Las fuerzas productivas son: herramientas y la manera de utilizarlas,
los inventos, todo lo que permita al hombre trabajar y los propios trabajadores.
A lo segundo relaciones de producción, las relaciones que los hombres
mantienen entre sí en el interior mismo del proceso productivo. El trabajo es
social, cooperativo. El desarrollo de las fuerzas productivas trae consigo la
división social del trabajo. A las diversas etapas históricas de esta división del
trabajo les corresponden diversas formas de relaciones de producción. Por lo
demás, la historia del hombre es la historia de la producción, del desarrollo de
las fuerzas productivas bajo determinadas relaciones de producción.
Recapitulando, el punto de partida de Marx es que la actividad del sujeto
no es pensamiento, sino la actividad material, es producción, trabajo tendente a
la satisfacción de sus necesidades (dominio de la naturaleza). El modo de
producción es la articulación entre relaciones de producción y fuerzas
productivas.
En el interior mismo de cada totalidad social hay una interrelación entre
los elementos que la constituyen. El movimiento histórico se explica por el
hecho de que, en el desarrollo de las fuerzas productivas, llega un momento en
el que las relaciones de producción existentes son un obstáculo para el
progreso de dichas fuerzas.
Filosofía y Ciudadanía 76
La tesis fundamental del materialismo histórico es que las producciones
llamadas “espirituales” de los hombres —incluidos el arte, la religión y la
filosofía— están determinadas en última instancia por la estructura económica
de las diversas formas sociales, es decir, son modos en que llegan a la
conciencia y se expresan las contradicciones entre las clases sociales, la lucha
de clases, que es el motor de la historia, junto con el desarrollo de las fuerzas
productivas. Esta tesis constituye una derivación del concepto de Espíritu
Objetivo hegeliano.
La superación de cada forma social se expresa asi: Unas determinadas
relaciones de producción han triunfado sobre otras anteriores porque liberaban y
favorecían el “desarrollo de las fuerzas productivas” para el cual la estructura
social precedente había llegado a ser una traba; a su vez, el nuevo sistema
conduce a un nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en el cual el
mismo se convierte en traba para ese desarrollo y ha de ser a su vez suprimido.
Que el sistema cree un desarrollo de las fuerzas productivas por encima del nivel
en el que el propio sistema se justifica y que cree una fuerza que ha de destruir
ese mismo sistema no son sino dos aspectos del mismo proceso.
9. El materialismo dialéctico.
Este materialismo procede y deriva del marxismo, pero ha sido
desarrollado por Engels, Lenin y sobre todo por los filósofos de la Unión
Soviética que le dieron su forma definitiva, canónica, escolástica. Se convirtió
en la filosofía oficial de los países sometidos al socialismo real.
El materialismo dialéctico sostiene que la materia es móvil y que
evoluciona hacia formas cualitativamente más elevadas de realidad. Todos los
elementos de la realidad se encuentran en una relación de acción recíproca
universal. El pensamiento se deriva de las leyes de la materia. El pensamiento es
material. Se va pasando de lo físico a niveles más complejos de materialidad por
emergencia de propiedades nuevas en cada nuevo nivel evolutivo ascendente.
El materialismo dialéctico sostiene la teoría del reflejo. La conciencia
consiste en reflejar o copiar las cosas independientes del pensamiento. La
conciencia es una propiedad emergente del sistema nervioso central.
El materialismo dialéctico o Diamat pretende que hay una lógica
dialéctica ontológica distinta de la formal. Esta lógica rige el movimiento de las
cosas, de la realidad. Es que la realidad es dialéctica.
La conciencia se rige también por las leyes de la dialéctica.
Tal dialéctica materialista es un instrumento de la praxis revolucionaria
que conducirá inevitablemente al socialismo y al comunismo al proletariado
internacional.
13. El ateísmo.
Se entiende por ateísmo la negación teórica y práctica de la existencia de
Dios o la existencia de cualquier realidad trascendente al hombre.
Sin embargo, esta definición convencional, como la del término «ateo»,
es usada habitualmente con gran irresponsabilidad y confusión, por lo que ha de
ser revisada desde las coordenadas del materialismo filosófico. Ni la fe ni el
ateísmo son términos unívocos, sino análogos, con acepciones muy diversas y
encontradas.
El ateísmo se refiere a las doctrinas que niegan la existencia de Dios. Pero
la religión no puede definirse en función del Dios ontológico y esto obliga a
distinguir de inmediato el ateísmo de la irreligiosidad o impiedad.
Hay que distinguir entre el ateísmo politeísta y el ateísmo monoteísta al
igual que distinguimos entre el teísmo politeísta y el teísmo monoteísta. La
definición del ateísmo dependerá en consecuencia de las distintas concepciones
posibles de Dios, ya que no puede ser lo mismo el ateísmo respecto al Dios
personal de la religión terciaria (ya sea el judaísmo, el cristianismo o el
islamismo) que respecto al Dios de los filósofos, en tanto que principio abstracto
y fundamento del mundo. Así, el deísmo, manifestado en personajes como
Voltaire, propugnaba la lucha contra la Iglesia Católica (“aplastar a la infame”),
pero no renegaba de Dios como Supremo Hacedor, Arquitecto del Universo. En
la actualidad, hablamos de ateísmo para referirnos al ateísmo monoteísta, al
ateísmo por referencia al Dios ontológico (ya sea puro, ya sea preambular).
El ateísmo es una situación a la que los hombres llegan después de haber
creído en Dios, por eso ocurre que hay diferencias importantes entre un ateo
católico, un ateo judío o un ateo musulmán. También cabe clasificar a los ateos
no sólo en función de la existencia de Dios, sino también en función de la
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 81
esencia o sistema de atributos en función de los cuales se define el ateísmo.
Además, no es lo mismo llamar ateo a un hombre que se mantiene por
educación, temperamento o cultura, enteramente al margen de Dios, que llamar
ateo a un hombre que se considera “privado” o mutilado por haber perdido la fe
religiosa que tuvo antes. En el primer caso, hablamos de ateísmo negativo, y en
el segundo, de ateísmo privativo.
El ateísmo esencial total. El ateísmo esencial total niega por de pronto
la existencia de Dios, porque al menos en la Teología natural tradicional la
esencia de Dios implica su existencia, y ésta es la clave del llamado
argumento ontológico de San Anselmo. El materialismo filosófico llega a la
inexistencia de Dios mediante la imposibilidad de su Idea, recorriendo el
argumento ontológico de Leibniz o Malcolm en sentido ateo: Dios, el Ser
necesario, por su propia esencia existe necesariamente sólo si es posible; pero
si Dios no es posible no puede existir. De este modo, el materialismo
filosófico, en rigor, lo que demuestra es la inexistencia de la Idea de Dios, su
imposibilidad como Idea contradictoria. Desde este reconocimiento de la
imposibilidad de su Idea, no puede ser recorrido, bajo ningún caso, el camino
hacia su existencia.
El ateísmo esencial total significa la negación de la misma Idea de Dios.
El ateísmo esencial total no niega propiamente a Dios, niega la idea misma de
Dios y con ello, por supuesto, niega el mismo argumento ontológico. Por
consiguiente y siguiendo la argumentación de San Anselmo, la propia esencia de
Dios implica su inexistencia.
El ateísmo esencial concluye que no tenemos una idea de Dios clara y
distinta, sino tan confusa que en el fondo, la idea de Dios es una pseudoidea o
una paraidea, a la manera como el llamado concepto de decaedro regular es un
pseudoconcepto o un paraconcepto, es decir, un término contrasentido.
Desde la perspectiva del ateísmo esencial las preguntas habituales ¿Existe
Dios o no existe?, o bien, ¿Cómo puede vd. demostrar que Dios no existe?,
quedan dinamitadas en su mismo planteamiento, y con ello su condición
capciosa. En efecto, cuando la pregunta se formula atendiendo a la existencia se
está muchas veces presuponiendo su esencia Y esto supuesto, es obvio que no es
posible la inexistencia de Dios, sobre todo teniendo en cuenta que su existencia
es su misma esencia; y dicho esto sin detenernos en sus consecuencias,
principalmente en ésta: que quien niega la esencia de Dios está negando también
su existencia, precisamente en virtud del mismo argumento ontológico que los
teístas utilizan.
Así pues, el ateísmo esencial sostiene que la idea de Dios es una
pseudoidea, o una paraidea, una idea compleja inconsistente, del estilo del
concepto de decaedro regular. Lo que el ateo esencial está negando no es la
existencia de Dios, sino la idea de Dios de la Teología natural.
Concretamente, el materialismo filosófico cifra la imposibilidad de la
Filosofía y Ciudadanía 82
Idea de Dios en múltiples puntos, entre los que cabe destacar:
Contradicción entre Dios como Ser infinito o Ipsum esse, y Ser
egoiforme, personal, en tanto la conciencia es siempre finita.
Contradicción de Dios como causa sui, en tanto límite
contradictorio de las relaciones de causalidad circular.
Contradicción de Dios como Ser simplicísimo, en tanto el Ser es
originariamente pluralista y el monismo, una concepción metafísica que se
abre camino a través de la vía del sustancialismo.
Contradicción de Dios como creador del Mundo, en tanto una causa
eficiente infinita anegaría al efecto por ella creado, destruyendo la propia
relación de causalidad, aparte de que la causalidad es inmanente al
mundo, en tanto supone cuerpos (totalidades jorismáticas) y las relaciones
de causalidad no sólo cuentan con una causa eficiente y un efecto, sino
también con un esquema material de identidad, que en el caso de la
creación tendría que ser necesariamente la Nada, algo absurdo.
Contradicción de Dios como ser omnisciente, en tanto el principio de
symploké y la existencia de la materia ontológico-general que desborda a la
“conciencia trascendental E” lo impiden.
Contradicción de la idea de omnipotencia.
Contradicción de la idea de eternidad atribuida a Dios
(fundamentalmente por Boecio).
14. La fe.
Fe significa un acto o una disposición personal subjetiva relacionada de
algún modo con la verdad de un contenido, denominado creencia, entendida
como la materia de la fe. Fe y creencia están relacionadas tan internamente entre
sí como puedan estarlo los términos sujeto y objeto. Es oportuno distinguir entre
Fe natural. Es la fe en las personas humanas y en lo que dicen. Y
Fe religiosa. Es la fe en las personas divinas y en lo que revelan o
comunican.
La fe religiosa es, por naturaleza, oscura, porque su materia no es visible.
San Pablo definió este tipo de fe: “Argumento [material] de las cosas que no se
ven.” Es la fórmula del padre Astete: “Fe es creer lo que no vimos”.
La fe natural tiene en principio una claridad mayor de la que tiene,
reconocidamente la fe religiosa, aunque tal claridad comparativa de la fe natural
no garantiza su verdad.
La fe natural tiene una esfera de aplicación de radio muy grande. La fe
natural es ubicua en el ámbito de la vida familiar, social, jurídica o política.
1. Filosofía antigua.
La teoría platónica del conocimiento, que es idealista, tiene mucho que
ver con su ontología espiritualista. Hay unos cuantos supuestos presentes en
Platón: a) el mundo empírico cambia constantemente; b) el saber (la episteme, a
diferencia de la doxa) sólo puede ser acerca de lo invariable; c) existe un mundo
con realidad eterna e invariable, que se diferencia de este mundo nuestro, mundo
de apariencias efímeras. Hay, por tanto, dos órdenes de realidades: uno, invisible
e invariable (mundo de las Ideas, eternas e inmutables), y otro, visible y variable
(el mundo apariencial de la experiencia). Este es el pensamiento fundamental de
toda la filosofía de Platón; se basa en la distinción de Parménides entre realidad
y apariencia. El que sabe algo, sabe de algo que existe; lo que no existe no es
nada. Pero el que sólo opina algo, posee también un tipo de saber; no un saber
verdadero y real, pero sí un saber sobre este mundo variable; saber que depende
de la experiencia. El mundo empírico es y no es al mismo tiempo, puesto que,
por una parte, las cosas particulares participan siempre de sus cualidades
opuestas (lo bello es también feo en un determinado aspecto, lo justo es injusto
desde algún punto de vista, etc.); y, por otra parte, el mundo está sujeto al
cambio y al devenir. De todo esto deduce Platón que la doxa sólo es un
conocimiento empírico, mientras que la episteme o ciencia se ocupa de lo
inteligible, de lo ideal, de lo invariable y eterno. A este respecto es conveniente
tener en cuenta dos tesis de Platón: a) el mundo eterno suprasensorial es el
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 87
nuestro y b) vivimos en el mundo empírico y sin embargo recordamos al mundo
ideal, sentimos nostalgia de nuestro verdadero mundo. Hemos pertenecido antes
al mundo ideal y nos vemos ahora arrojados al mundo empírico. Nuestra alma
tiene contenidos innatos procedentes del mundo eidético. Sabemos todo pero lo
hemos olvidado. Aprender es pues recordar. Saber es anámnesis, reminiscencia.
Aristóteles rechazó tanto la teoría de Platón sobre la anamnesia como su
teoría de las Ideas. Admitió que nosotros: a) poseemos saber; b) que nos hemos
apropiado de este saber en este mundo empírico en el que vivimos; c) que se
trata de un saber natural, esto es, de origen empírico; y d) que es un saber sobre
este mundo. Aristóteles sostuvo que en lugar de existir dos mundos: el empírico
y el ideal, admitió dos tipos de realidad en un único mundo. Y dos tipos de
facultades cognoscitivas. Según Aristóteles los sentidos transmiten un saber
cierto sobre la cosa individual; pero solamente de sus accidentes, es decir, de
aquellos aspectos individuales y que pueden cambiar. El objeto permanece igual.
Sin embargo, la razón, el entendimiento, nos permite conocer la naturaleza
universal del objeto en cuanto tal. Distingue así Aristóteles entre sustancia y
accidente y entre materia y forma. Los dos tipos de realidad materia/forma o
sustancia/accidente forman una alternativa así aceptable frente al radical
dualismo platónico.
La ciencia no lo es del individuo, sino de lo universal, de la forma, de la
esencia, de la substancia. Tiene que haber una conversión desde lo individual a
lo universal para que podamos conocer el mundo. El entendimiento agente
transforma lo individual en universal por abstracción, esto es, extrayendo los
aspectos formales, universales, inteligibles, racionales de los individuos. Si este
entendimiento tiene ante sí algo cognoscible es porque puede llegar, del mismo
modo que los sentidos, hasta el conocimiento del objeto en cuanto
entendimiento pasivo.
Del mismo modo que el entendimiento abstrae el concepto universal de lo
particular sensible, puede lograr también el principio universal a partir de
observaciones concretas de los sentidos. A este proceso lo llama επαγωγή
(inducción).
Tanto Platón como Aristóteles admitieron que el hombre tiene acceso a la
verdad. Para Aristóteles era particularmente una verdad sobre las cosas: una
cualidad objetiva por la que el entendimiento puede lograr el conocimiento. Esta
verdad se capta descubriendo lo universal en lo particular.
2. Filosofía medieval.
En la Edad Media formuló Santo Tomás de Aquino, entre otros, partiendo
de Aristóteles, una extensa y prolija teoría sobre la formación del concepto: todo
lo que es cognoscible. El conocimiento comienza con la percepción sensorial,
que es absolutamente cierta con respecto de su propio objeto. Pero en cuanto
juzgamos sobre esta experiencia podemos errar. Los sentidos nos suministran
Filosofía y Ciudadanía 88
sus datos y sobre ellos los sentidos internos —el poder de la imaginación, del
sentido común y de la memoria— construyen activamente a veces y en ciertas
circunstancias muy complejas, imágenes sensibles (phantasmata), de las que
luego abstraemos el concepto. Para este fin, en primer lugar, el entendimiento
agente despoja de la materia de su individualidad a los datos sensoriales, en
virtud de lo cual se hace visible lo universal, que luego es captado por el
entendimiento paciente. El entendimiento paciente conoce una vez que capta el
contenido extraído, haciéndolo universal en sentido estricto cuando se refiere a
él como afirmable de muchas cosas individuales.
3. Filosofía moderna.
En la época moderna la epistemología se convierte en el tema central de
la filosofía. Quiero decir que la teoría del conocimiento pasa a ocupar un lugar
central en la filosofía hasta nuestros días.
Descartes establece un idealismo subjetivo que sostiene la existencia de
ideas innatas que se captan por intuición intelectual. El sujeto sólo conoce sus
propias ideas. La afirmación de la existencia del mundo externo no deja de ser
un fenómeno bien fundado basado en la existencia de Dios, quien por su bondad
garantiza la ausencia de engaño por su parte al sujeto cognoscente humano. El
conocimiento científico es racional y a priori. Este idealismo subjetivo es a decir
de Kant, un idealismo problemático.
John Locke hizo una dura crítica a la teoría de Descartes sobre las ideas
innatas. Locke sigue sosteniendo expresamente que sólo conocemos nuestras
ideas, pero sostiene que tales ideas no son innatas de modo alguno, son copias
de los objetos reales, ahora bien, nosotros no podemos comprobar de manera
alguna tal correspondencia.
Para Locke todo nuestro conocimiento es empírico. Sólo tienen validez
aquellas ideas que puedan reducirse a la experiencia. El espíritu es
originalmente, un papel sin escribir (tabula rasa), sin ningún saber. Sólo
partiendo de la experiencia logra saber el espíritu. El empirismo es un idealismo
subjetivo pues.
George Berkeley construyó un idealismo material a decir de Kant. Como
yo sólo conozco mis contenidos de conciencia, el único mundo que puedo
conocer es el de las representaciones. Mi espíritu es un fundamento suficiente
para estas representaciones, sin que necesitemos siquiera creer en la existencia
de un mundo exterior a nuestra conciencia. No hay materia pues los objetos
dependen completamente de mi percepción. Esse est percipi.. Su ser es
precisamente el ser percibidos. Por lo demás, no existen las representaciones
abstractas o universales. La idea es el objeto que es presentado a los sentidos o
su representación como phantasmata. Si determinadas representaciones
aparecen siempre juntas, son entonces denominadas con un nombre común,
llamándoselas “cosa”.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 89
David Hume sacó las conclusiones lógicas de las afirmaciones de Locke y
de Berkeley. Elaboró una teoría del conocimiento consecuentemente empirista.
La teoría del conocimiento es una psicología empírica que describe los
contenidos de la conciencia individual. La conciencia es un conjunto de
percepciones, impresiones y representaciones. Estas se relevan unas a otras,
sucediéndose velozmente, como las escenas de una obra de teatro sobre un
escenario, sólo que aquí no hay ni escena ni teatro. Todas las percepciones son
de dos clases: impresiones e ideas. La diferencia entre ambas clases de
percepciones es de grado e intensidad. Las impresiones son más vivas y las ideas
más desvaídas y además se derivan de las impresiones, son como sus copias
debilitadas. El principio básico según Hume es de la copia. Todas las ideas se
derivan de las impresiones. Cualquier representación que no se derive de
impresiones es falsa. Así se rechazan conceptos como “alma”, “materia”,
“substancia”, “causalidad”, “yo”, “Dios”, etc. Esto conduce a un fenomenismo y
por tanto a un escepticismo.
4. Filosofía contemporánea.
Kant va a intentar seguir un camino intermedio entre el empirismo
(Hume) y el racionalismo (Leibniz). Tanto los racionalistas como los empiristas
habían distinguido dos tipos de proposiciones: juicios analíticos, cuya negación
conduce a una contradicción y juicios sintéticos, que descansan sobre la
experiencia. Los juicios analíticos son a priori, esto es, son lógicamente
independientes de la experiencia y son siempre verdaderos porque en ellos el
predicado está incluido en el sujeto. Por el contrario, en los juicios sintéticos el
predicado está fuera del concepto del sujeto, por tanto se consideraba que debían
ser forzosamente a posteriori, esto es, lógicamente derivados de la experiencia.
Por esto opinaban tanto Leibniz como Hume, que no sólo la lógica, sino también
las matemáticas, constaban únicamente de proposiciones del primer tipo.
Kant demostró que tanto las proposiciones de las matemáticas como las
de la física de Newton no podían probarse con la aplicación del principio de no
contradicción. Pero, por otra parte, no dudó ni lo más mínimo que las
matemáticas y la física clásica eran ciencias de validez universal y necesaria. A
partir de aquí, sostuvo Kant que, junto a las proposiciones analíticas o juicios
analíticos a priori cuya negación es contradictoria, y a los juicios sintéticos a
posteriori, fundados en la experiencia, puede también establecerse un tercer tipo
de proposiciones o juicios: los llamados juicios sintéticos a priori.
Para contestar a la pregunta de cómo son posibles los juicios sintéticos a
priori, consideró Kant necesario efectuar un giro copernicano en la teoría del
conocimiento. Los juicios sintéticos a priori sólo podían explicarse con la
aceptación de que correspondían a los objetos de nuestro conocimiento e
incluso que le estaban subordinados.
Filosofía y Ciudadanía 90
La teoría del conocimiento de Kant se puede esquematizar del siguiente
modo: sólo hay experiencia en relación con el sujeto del conocimiento, quien
determina la constitución de la experiencia. Por tanto es imposible hablar de un
conocimiento del mundo y de cómo es en sí independientemente del sujeto de
conocimiento. Ni siquiera se puede decidir si el mundo exterior es o no distinto
del mundo que construye nuestra conciencia. Sin embargo, esto no tiene mayor
importancia, puesto que para Kant todos los hombres conocen del mismo modo,
por lo que el conocimiento humano tiene el carácter de universalidad válida.
Esto abre un camino, más allá de la postura irracional de Hume, hacia la
afirmación del carácter de necesidad y universalidad del conocimiento científico
y del filosófico.
La filosofía crítica de Kant afirma que todo conocimiento procede de la
experiencia pero no se reduce a ella. Todo conocimiento es empírico a secas. El
conocimiento tiene una doble faz: por un lado es intuición y por otro es
concepto. Kant distingue entre la función receptiva, pasiva de la sensibilidad y la
función activa del entendimiento. La experiencia sin el concepto es ciega. El
concepto sin la experiencia es vacío.
No puede haber ningún conocimiento más allá de la experiencia. La
metafísica no puede ser ciencia porque trata de aplicar las categorías del
entendimiento a objetos o Ideas que no derivan de la experiencia sino de la
propia constitución de la razón.
Las tesis de la filosofía crítica de Kant son: si los juicios sintéticos sólo
fueran a posteriori, no habría entonces ningún problema, puesto que entonces su
validez se garantizaría exclusivamente con el criterio de la experiencia. Y si sólo
se les concediese probabilidad a las proposiciones universales, no habría
igualmente ninguna controversia. La paradoja del conocimiento consiste, a pesar
de esto, en que nosotros tenemos por verdaderos —y sin duda alguna, con plena
certeza— unos determinados juicios que son sintéticos y a priori.
El pragmatismo americano sostiene que la verdad procede de los hombres
y que el valor de verdad de cualquier proposición se mide igualmente por su
utilidad. Una proposición es verdadera si y en tanto se comprueba en la praxis;
y, si no se comprueba, tiene que rechazarse. La lógica y la metafísica del
conocimiento tienen que subordinarse a la psicología. Es fundamentalmente la
investigación de lo que los hombres piensan de hecho y cómo se comportan de
hecho. La conciencia se crea sus hechos. Entre los representantes más
destacados del pragmatismo están Pierce, W. James, J. Dewey, etc.
El neopositivismo lógico parte de que la única realidad que nos es
cognoscible es la material en sentido fisicalista y el único conocimiento posible
de esta realidad es el conocimiento empírico. Sólo las proposiciones sintéticas a
posteriori, las empíricas pueden ser significativas. Toda proposición en la que no
se pueda resolver el problema de su verdad, particularmente en relación con la
experiencia de los sentidos, no es ni verdadera ni falsa, sino sin sentido. Por esto
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 91
rechazan todas las proposiciones metafísicas. Esto es el principio de
verificación.
Filosofía y Ciudadanía 92
TEMA 7. LA METAFÍSICA.
b) Edad Media.
La duplicidad de sentido de la metafísica aristotélica persistirá en los
pensadores medievales, que se remitirán a Aristóteles aunque con diferencias
entre unos y otros en cuanto a la situación de la metafísica en el conjunto del
saber. Para Santo Tomás de Aquino, la metafísica está netamente subordinada a
la “sagrada doctrina”, es decir, a la teología revelada, ya que ésta es también una
ciencia propia y verdadera. En dependencia de Aristóteles, pero superándole,
distingue Santo Tomás de Aquino tres aspectos de la metafísica que
corresponden a las tres determinaciones conceptuales de Aristóteles, y a los que
se atribuyen los nombres de “teología”, “metafísica” y “filosofía primera”. Es
teología (como teoría filosófica acerca de Dios), en la medida en que considera a
Dios y a los seres suprasensibles; es metafísica, en tanto que investiga el ente y
todo lo que le es esencialmente propio, y es filosofía primera, porque debe hallar
el fundamento de las causas primeras de las cosas. Ahora bien, de este modo,
igual que en Aristóteles, se pone en tela de juicio la unidad de la metafísica,
debido a la multiplicidad de sus objetos. Sin embargo, Santo Tomás defiende
decididamente esta unidad y elabora más sutilmente que Aristóteles su
fundamento intrínseco. El objeto inmediato de la metafísica es el ente en cuanto
ente. Ahora bien, a una ciencia pertenece esencialmente la pregunta por los
fundamentos de su objeto. Esa pregunta se refiere no sólo a los principios
constitutivos internos, sino también a la última y suprema causa de todo ente, es
decir, a Dios. Para captar plenamente el ente como tal y comprenderlo en su ser,
la metafísica tiene que salir de sí misma y orientarse hacia el ser absoluto como
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 97
origen creador de todo ente finito. Metafísica es la doctrina universal del ser
(ontología) y saber de Dios al mismo tiempo, ya que cada uno de los elementos
exige y presupone al otro.
La delimitación de la metafísica elaborada por Santo Tomás de Aquino se
mantiene invariable en la escolástica.
Para Duns Escoto, que es nominalista y univocista, la metafísica vuelve a
ser la ciencia suprema porque, en su opinión, la teología revelada no es
propiamente una ciencia, ya que su objetivo no es ya teórico, sino práctico (la
salvación, por la vía del buen querer y el buen hacer). Además del problema de
los universales, se produjeron divergencias notables en cuanto a los contenidos,
sobre la extensión del conocimiento puramente racional de Dios por parte del
hombre. Para Duns Escoto y Ockham, también nominalista y univocista, en esto
más fieles a Aristóteles, el ser se predica de Dios y de las criaturas en sentido
“unívoco” (naturalmente, siempre y cuando nos limitemos a la consideración
metafísica, es decir, puramente racional). Sin embargo, con Ockham se asiste a
una crítica de los conceptos de la metafísica tradicional (substancia, causalidad,
finalidad) que anticipa la del empirismo inglés.
Suárez, como buen escotista, es el primero que se libera de las formas
tradicionales de la metafísica escolástica. Esta metafísica había sido desarrollada
en parte, dentro de una sistemática teológica y, en parte, en comentarios a la
Metafísica de Aristóteles. En las “Disputationes Metaphysicae” (1597), de
Francisco Suárez, adquiere, por primera vez una sistemática autónoma que se
convirtió en modélica hasta muy avanzada la Edad Moderna. Pero, con respecto
al concepto de metafísica, Suárez es fiel a la tradición de Aristóteles y de Santo
Tomás de Aquino.
c) Edad Moderna.
En el pensamiento moderno, hasta nuestros días, la noción de la
metafísica oscila todavía entre los dos polos de la definición aristotélica, en
cuanto señalada por su carácter de generalidad máxima y por el carácter
específico de sus objetos.
Para Descartes el objeto de la metafísica son las substancias espirituales,
cuya esencia es el pensamiento, es decir, Dios y las substancias humanas.
Francis Bacon asigna a la metafísica la determinación de las causas
formales y finales, en contra de la “física” que se limita a las causas materiales y
eficientes.
Una contraposición análoga se da también en Leibniz, para quien la
materia y el movimiento son meros fenómenos físicos, mientras que la
substancia y la fuerza pertenecen a la metafísica.
En el siglo XVII comienza a utilizarse en sustitución de la palabra
metafísica el término más neutro y aséptico de ontología. La ontología es la
disciplina filosófica dedicada a describir lo ente, el ser, la realidad, lo real. El
primero que usó la palabra “ontología” fue Rudolf Goclenius en su Lexicon
Filosofía y Ciudadanía 98
philosophicum quo tanquam clave philosophiae fores aperiuntur (1613),
definiendo ontología como philosophia de ente. Es Johannes Clauberg en sus
Elementa philosophiae sive ontosophia, scientia prima, de iis quae Deo
creaturisque seu modo communiter attribuntur (1647) quien destaca la
importancia de la ontología. Según Clauberg, la ontología es una scientia prima
que se refiere (por analogía y no unívocamente) tanto a Dios como a los entes
creados, Dios y las criaturas.
Este desarrollo llega a su desenlace sistemático con Christian Wolff
(1679-1754) quien populariza entre el público el término “ontología” y conduce
a la definitiva separación entre la doctrina del ser y la doctrina de Dios. En su
división de las ciencias filosóficas, Wolff identifica metafísica con filosofía
teorética (en contraste con la ética, como filosofía práctica), y distingue entre
una Metaphysica generalis y una Metaphysica specialis. La primera,
denominada también “ontología”, es la ciencia filosófica básica del ente en
cuanto tal. Pero cuando Wolff le atribuye la tarea de deducir, a partir de
conceptos bien definidos y de axiomas, las proporciones que son válidas para
todo objeto pensable, una tal metafísica ya no es una investigación temática
sobre el ser, sino únicamente una axiomática formal ontológica, o teoría de los
principios. La metafísica especial, por el contrario, se divide en tres ramas, que
Wolf denomina “cosmología”, “psicología” y “teología”. Estas tres disciplinas
teóricas son racionales (no son ni empíricas ni reveladas).
La división wolffiana aporta novedades en un doble aspecto: la
ampliación del concepto de metafísica, que ahora abarca también la cosmología
y la psicología, y la separación de la ontología y la teología, hasta entonces
unidas en la palabra metafísica. La Metaphysica generalis es ya solamente
doctrina universal del ser, que, sin embargo, es concebida como teoría
únicamente formal de los primeros conceptos y principios, a partir de los cuales
son deducibles todos los posibles contenidos de nuestro conocimiento.
En el siglo XVIII, algunos ilustrados tales como Condillac, D´Alembert y
los “ideólogos” utilizan el término “metafísica” entendiendo por tal la búsqueda
e investigación acerca del origen de las ideas, sentido opuesto a lo que ellos
llaman la “mala metafísica” tradicional. Sin embargo, en la Ilustración es ya
predominante el uso peyorativo del término “metafísica”, acusada de apriorismo
y verbalismo, uso que ocasionalmente había aparecido ya en el siglo XVII y que
persistirá hasta nuestros días en las corrientes empiristas.
Kant (1724-1804). Seguirá también el esquema wolffiano. Para él la
metafísica es el “conocimiento racional puro por conceptos”, distinto tanto del
conocimiento empírico como del conocimiento matemático. Kant se pregunta
cómo es posible la metafísica como ciencia. La tríada wolffiana reaparece en
Kant en las tres ideas de la razón pura: mundo, alma y Dios. Esto presupone una
Metafísica general, pero ya solamente en el sentido de una ciencia de los
principios primeros, universales y necesarios del conocimiento.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 99
La ciencia sólo es posible gracias a los juicios sintéticos a priori, es decir,
en aquellos que realizan, con necesidad apriórica, una síntesis del contenido
particular y contingente de la intuición con el concepto puro del entendimiento,
universal y necesario (categoría). Así se plantea la pregunta por la posibilidad
de los juicios sintéticos a priori. Se trata de concebir el conocimiento a partir de
las condiciones previas de su posibilidad. Esto exige un cambio en la perspectiva
clave del conocimiento, que cambia del objeto hacia el conocimiento de los
objetos en la medida en que éste debe ser posible a priori. La metafísica se
convierte en filosofía trascendental, que pretende concebir el objeto de la
experiencia a partir de la razón pura que la condiciona a priori. Los principios y
contenidos de la razón pura sólo son válidos en el ámbito de la experiencia
posible. Pero entonces, no podemos determinar cómo sean las cosas en sí
mismas con entera independencia de que y cómo las conozcamos. Sólo
conocemos fenómenos. Por ello, la metafísica ya no tiene función objetiva, sino
únicamente subjetiva.
Sin embargo, es inconfundible la intención de Kant de penetrar hasta las
regiones objetivas de la “metafísica especial”. Aunque para él la metafísica sea
imposible como ciencia, sin embargo, sigue existiendo como una disposición
natural que se expresa en las ideas de la razón pura. Estos contenidos
metafísicos (mundo, alma, Dios) sólo es posible pensarlos, pero no conocerlos,
ya que falta la correspondiente intuición empírica que debiera completar el
proyecto apriórico de la razón y convertirlo en conocimiento del objeto real; por
ello, las ideas tienen sólo una función regulativa y no constitutiva de nuestro
conocimiento. Sin embargo, el empeño de Kant de aferrarse a las ideas
trascendentales muestra su voluntad inquebrantable con respecto a la metafísica.
d) Edad Contemporánea.
A principios del siglo XX sin embargo, se produce una resurrección de la
metafísica de la mano de la fenomenología de Edumnd Husserl (1859-1938)
cuya “vuelta a las cosas mismas” dio lugar principalmente a un “regreso a la
ontología”. El mismo Husserl esboza la idea de las ontologías regionales, de
ámbitos objetivos particulares, y propone, además, una ontología universal,
aunque como ciencia puramente formal de las esencias y de sus estructuras más
generales. Por medio de la reducción fenomenológica, que se limita a los puros
contenidos esenciales, mientras que “pone entre paréntesis” el ser real, el
pensamiento de Husserl se convierte en una pura filosofía de la esencia (“ciencia
eidética”) y se encierra además en un idealismo subjetivo trascendental.
Por el contrario, Nicolai Hartmann (1882-1950) supera el idealismo
fenomenológico y elabora una filosofía con una teoría del conocimiento realista,
sobre la cual construye una ontología. Sin embargo, esta ontología es una
ontología fenomenológica descriptiva de las esencias particulares y de los
modos del ser desembocando en una teoría de las categorías, renunciando a la
Filosofía y Ciudadanía 100
metafísica. Los verdaderos problemas metafísicos son los problemas insolubles
más allá del saber. La metafísica como ciencia entonces es imposible.
Martin Heidegger (1889-1976) lanza contra toda la metafísica occidental
desde Platón hasta Nietzsche el reproche de haber sido concebida ónticamente y
no ontológicamente, es decir, el haber investigado el ente (ens) en su esencia,
olvidando al Ser (Dasein) como fundamento del ente. A esto lo llama Heidegger
Seinsvergessenheit, esto es, el olvido del Ser. La metafísica occidental se ha
limitado a los entes, con la intención de dominarlos cognoscitiva y
prácticamente mediante la ciencia y la técnica y ha trastornado la relación
original entre el Ser y la verdad. La verdad ha sido concebida desde Platón como
la corrección del conocimiento únicamente, pero no como αλήθεια esto es,
como epifanía o desvelamiento del ser. Un pensamiento tal se convierte en
metafísica de la subjetividad, sin referencia al ser, y es, fundamentalmente, un
nihilismo. Frente a ello, Heidegger plantea en toda su urgencia la pregunta por
el sentido del ser. Esta pregunta debe ser dirigida al hombre, porque posee el
privilegio de una comprensión del ser; es la iluminación del ser, el lugar de la
verdad del ser. Heidegger intenta poner en claro mediante una analítica
existencial, la constitución de la comprensión del ser en el fundamento de la
existencia humana. Para ello se sirve del método fenomenológico, pero no se
orienta, como Husserl, hacia la pura esencia, sino a la existencia concreta del
hombre, en tanto que allí se manifiesta el ser. Esto sucede en el tiempo, ya que la
“temporalidad” de la existencia proyecta el horizonte de la comprensión del ser,
y, por tanto, acaece esto en la historia, como el suceder, en el que el ser aparece
y se oculta (destino del ser). La comprensión histórica del ser se produce en el
lenguaje, que es la casa del ser. Mientras que el tema era una metafísica y una
ontología fundamental en los escritos primeros de Heidegger, más tarde habla
cada vez con más frecuencia, de una superación de la metafísica aunque no para
rechazar toda metafísica, sino para penetrar en una nueva manera de pensar el
ser, a la que se le plantean de un modo acuciante los problemas del lenguaje y de
la historia.
Fuera de la fenomenología, la ontología ha resurgido con las figuras
filosóficas de Lukács, Bunge y Gustavo Bueno. Éste último define a la
metafísica como toda construcción sistemática doctrinal, toda idea, etc., que,
partiendo, sin duda, de un fundamento empírico lo transforma en una dirección,
preferentemente sustancialista, tal que la unidad abstracta, sí obtenida queda
situada en lugares que están más allá de toda posibilidad de retorno racional al
mundo de los fenómenos.
Por otro lado, sin embargo, hay que destacar la crítica a la metafísica
llevada a cabo desde el neopositivismo lógico. Esta crítica se encontraba ya en
Hume. La formulación clásica se encuentra en Rudolf Carnap (1891-1970) y
sobre todo, en su ensayo “La superación de la metafísica mediante el análisis
lógico del lenguaje”. (1932) Para los neopositivistas, ejemplos típicos de
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 101
pseudoproposiciones son las afirmaciones de los idealistas alemanes o de
Heidegger. Un concepto o una proposición sólo tienen sentido, significado, si
son verificables, es decir, si son constatables intersubjetivamente en la
experiencia externa. Si no es este el caso, entonces el concepto o la proposición
“carecen semánticamente de sentido”. Según esto, la metafísica es
absolutamente imposible, dado que trabaja con pseudoconceptos y
pseudoproposiciones carentes de sentido.
Filosofía y Ciudadanía 102
1. La evolución humana.
a) Antepasados del Homo sapiens.
La evolución humana (u hominización) explica el proceso de evolución
biológica de la especie humana desde sus ancestros hasta el estado actual. El
estudio de dicho proceso requiere un análisis interdisciplinar en el que se aúnen
conocimientos procedentes de ciencias como la genética, la antropología física,
la paleontología, la estratigrafía, la geocronología, la arqueología y la lingüística.
b) Los pre-australopitécidos.
Los primeros posibles bípedos (homininos) son Sahelanthropus
tchadiensis (con una antigüedad de 6 ó 7 millones de años), Orrorin tugenensis
(unos 6 millones de años) y Ardipithecus (entre 5,5 y 4,5 millones de años). Los
fósiles de estos homínidos son escasos y fragmentarios y no hay acuerdo general
sobre si eran totalmente bípedos. No obstante, tras el descubrimiento del
esqueleto casi completo apodado Ardi, se han podido resolver algunas dudas al
respecto; así, la forma de la parte superior de la pelvis indica que era bípedo y
que caminaba con la espalda recta, pero la forma del pie, con el dedo gordo
dirigido hacia adentro (como en las manos) en vez de ser paralelo a los demás,
indica que debía caminar apoyándose sobre la parte externa de los pies y que no
podía recorrer grandes distancias.
c) Los australopitécidos.
Los primeros prehomínidos de los que se tiene la seguridad de que fueron
completamente bípedos son los miembros del género Australopithecus, de los
que se han conservado esqueletos muy completos (como el de la famosa Lucy).
Este tipo de hominino prosperó en las sabanas arboladas del este de
África entre 4 y 2,5 millones de años atrás con notable éxito ecológico, como lo
demuestra la radiación que experimentó, con al menos cinco especies diferentes
esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta Sudáfrica.
Su desaparición se ha atribuido a la crisis climática que se inició hace
unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la sabana con
la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos, esteparios. Como
resultado de esta presión evolutiva, algunos Australopithecus se especializaron
en la explotación de productos vegetales duros y de escaso valor nutritivo,
desarrollando un impresionante aparato masticador, originando al Paranthropus;
otros Australopithecus se hicieron paulatinamente más carnívoros, originando a
los primeros Homínidos.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 103
f) Homo sapiens.
Los parientes vivos más cercanos a nuestra especie son los grandes
simios: el gorila, el chimpancé, el bonobo y el orangután.
Demostración palmaria de este parentesco es que un mapeo del genoma humano
actual indica que Homo sapiens comparte casi el 99% de los genes con el
chimpancé y con el bonobo. Para mayor precisión, el genoma de cualquier
individuo de nuestra especie tiene una diferencia de sólo el 0,27% respecto al
genoma de Pan troglodytes (chimpancés) y de 0,65% respecto al genoma de los
gorilas.
Los fósiles más antiguos de Homo sapiens tienen una antigüedad de casi
200.000 años y proceden del sur de Etiopía (formación Kibish del río Omo),
considerada como la cuna de la humanidad (véase Hombres de Kibish). A estos
restos fósiles siguen en antigüedad los de Homo sapiens idaltu, con unos
160.000 años.
g) Biocronología de Homininos.
Algunos datos de genética molecular concordantes con hallazgos
paleontológicos, sostienen que todos los seres humanos descienden de una
misma Eva mitocondrial o E.M., esto quiere decir que, según los rastreos del
ADNmt —que sólo se transmite a través de las madres—, toda la humanidad
actual tiene una antecesora común que habría vivido en el noreste de África,
Filosofía y Ciudadanía 106
probablemente en Tanzania (dada la mayor diversidad genética allí) hace entre
150.000 y 230.000 años (ver haplogrupos de ADN mitocondrial humano).
Estudios de los haplogrupos del cromosoma Y humano, concluyen que
por línea paterna hay una ascendencia que llega hasta el Adán cromosómico, el
cual habría vivido en el África subsahariana entre hace 60.000 y 90.000 años.
Otros indicios derivados de muy recientes investigaciones sugieren que la
de por sí exigua población de Homo sapiens hace unos 74.000 años se redujo al
borde de la extinción al producirse el estallido del volcán Toba, según la Teoría
de la catástrofe de Toba, volcán ubicado en la isla de Sumatra, cuyo estallido ha
dejado como rastro el lago Toba. Tal erupción-estallido tuvo una fuerza 3.000
veces superior a la erupción del Monte Santa Helena en 1980. Esto significó que
gran parte del planeta se vio cubierto por nubes de ceniza volcánica que
afectaron negativamente a las poblaciones de diversas especies incluidas la
humana. Según esta hipótesis llamada entre la comunidad científica Catástrofe
de Toba, la población de Homo sapiens (entonces toda en África; la primera
migración fuera de África fue en torno al año 70.000 ac) se habría reducido a
sólo alrededor de 1000 individuos. Si esto es cierto, significaría que el 'pool'
genético de la especie se habría restringido de tal modo que se habría potenciado
la unidad genética de la especie humana.
No todos están de acuerdo con esa datación. Después de analizar el ADN
de personas de todas las regiones del mundo, el genetista Spencer Wells sostiene
que todos los humanos que viven hoy descienden de un solo individuo que vivió
en África hace unos 60.000 años.
Por todo lo antedicho queda demostrado el monogenismo de la especie
humana y, consecuentemente, descartado el poligenismo, que servía de
"argumento" a teorías racistas.
Junto a los hallazgos arqueológicos, los principales indicadores de la
expansión del ser humano por el planeta son el ADN mitocondrial y el
cromosoma Y, que son característicos de la descendencia por línea materna y
paterna respectivamente.
Los hombres ya habrían comenzado a salir de África unos 90.000 años
antes del presente; colonizando para esas fechas el levante (Estos restos fósiles
han sido atribuibles a tempranos Homo sapiens, pero su relación real con los
humanos modernos es muy discutible).
h) Bipedestación.
Los Homininos, primates bípedos, habrían surgido hace unos 6 ó 7
millones de años en África, cuando dicho continente se encontró afectado por
una progresiva desecación que redujo las áreas de bosques y selvas. Como
adaptación al bioma de sabana aparecieron primates capaces de caminar
fácilmente de modo bípedo y mantenerse erguidos. Más aún, en un medio cálido
y con fuerte radiación ultravioleta e infrarroja algunas de las mejores soluciones
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 107
adaptativas son la marcha bípeda y la progresiva reducción de la capa pilosa, lo
que evita el excesivo recalentamiento del cuerpo. Hace 150.000 años el norte de
África volvió a sufrir una intensa desertización lo cual significó otra gran
presión evolutiva como para que se fijaran los rasgos principales de la especie
Homo sapiens.
Para lograr la postura y marcha erecta han tenido que aparecer
importantes modificaciones:
•Cráneo. Para permitir la bipedestación, el foramen magnum (u orificio
occipital por el cual la médula espinal pasa del cráneo a la raquis) se ha
desplazado; mientras en los simios el foramen magnum se ubica en la parte
posterior del cráneo, en el Homo sapiens (y en sus ancestros directos) el foramen
magnun se ha "desplazado" casi hacia la base del mismo.
•Columna vertebral. La columna vertebral bastante rectilínea en los
simios, en el Homo sapiens y en sus ancestros bípedos ha adquirido curvaturas
que permiten soportar mejor el peso de la parte superior del cuerpo, tales
curvaturas tienen un efecto "resorte". Por lo demás la columna vertebral ha
podido erguirse casi 90º a la altura de la pelvis; si se compara con un chimpancé
se nota que al carecer este primate de la curva lumbar, su cuerpo resulta
empujado hacia adelante por el propio peso. En la raquis humana el centro de
gravedad se ha desplazado, de modo que el centro de gravedad de todo el cuerpo
se sitúa encima del soporte que constituyen los pies; al tener el Homo sapiens
una cabeza relativamente grande el centro de gravedad corporal es bastante
inestable (y hace que al intentar nadar, el humano tienda a hundirse "de
cabeza"). Otro detalle; las vértebras humanas son más circulares que las de los
simios, esto les permite soportar mejor el peso vertical.
•Pelvis. La pelvis se ha debido ensanchar, lo cual ha sido fundamental en
la evolución de nuestra especie. Los huesos ilíacos de la región pelviana en los
Homo sapiens (e inmediatos antecesores) "giran" hacia el interior de la pelvis,
esto le permite soportar mejor el peso de los órganos al estar en posición erecta.
La citada modificación de la pelvis implica una disminución importante en la
velocidad posible de la carrera por parte de los humanos. La bipedestación
implica una posición de la pelvis, que hace que las crías nazcan "prematuras": en
efecto, el parto humano es denominado ventral acodado ya que existe casi un
ángulo recto entre la cavidad abdominal y la vagina que en el pubis de la mujer
es casi frontal, si en todos los otros mamíferos el llamado canal de parto es muy
breve, en cambio en las hembras de Homo sapiens es muy prolongado y
sinuoso, esto hace dificultosos los alumbramientos. Como se verá más adelante,
esto ha sido fundamental en la evolución de nuestra especie.
•Piernas. También para la bipedestación ha habido otros cambios
morfológicos muy importantes y evidentes, particularmente en los miembros y
articulaciones. Los miembros inferiores se han robustecido, el fémur humano se
inclina hacia adentro, de modo que le posibilita la marcha sin necesidad de girar
Filosofía y Ciudadanía 108
casi todo el cuerpo; la articulación de la rodilla se ha vuelto casi omnidireccional
(esto es, puede moverse en diversas direcciones), aunque en los monos —por
ejemplo el chimpancé— existe una mayor flexibilidad de la articulación de la
rodilla, lo que facilita un mejor desplazamiento por las copas de los árboles, es
así que el humano a diferencia de sus parientes más próximos no marcha con las
rodillas dobladas.
•Pies. En los humanos los pies se han alargado, particularmente en el
talón, reduciéndose algo los dedos del pie y dejando de ser oponible el "pulgar"
del pie (el dedo mayor), en líneas generales el pie ha perdido casi totalmente la
capacidad de aprehensión. Se sabe, en efecto, que el pie humano ha dejado de
estar capacitado para aferrarse (cual si fuera una mano) a las ramas, pasando en
cambio a tener una función importante en el soporte de todo el cuerpo. El dedo
mayor del pie tiene una función vital para lograr el equilibrio de los homininos
durante la marcha y la postura erecta; en efecto, el pulgar del pie de un
chimpancé es transversal, lo que permite al simio aferrarse más fácilmente de las
ramas, en cambio el "pulgar" del pie humano, al estar alineado, facilita el
equilibrio y el impulso hacia adelante al marchar o correr. Los huesos de los
miembros inferiores son relativamente rectilíneos en comparación con los de
otros primates.
j) Especialización.
Pese al conjunto de modificaciones morfológicas antes reseñadas, desde
el punto de vista de la anatomía comparada, llama la atención una cuestión:
Homo sapiens es un animal relativamente poco especializado. En efecto, gran
parte de las especies animales ha logrado algún tipo de especialización
anatómica (por ejemplo los artiodáctilos poseen pezuñas que les permiten correr
en las llanuras despejadas), pero las especializaciones, si suelen ser una óptima
adaptación a un determinado bioma, conllevan el riesgo de la desaparición de la
especie especializada y asociada a tal bioma si éste se modifica.
La ausencia de tales especializaciones anatómicas ha facilitado a los
humanos una adaptabilidad inusitada entre las demás especies de vertebrados
para adecuarse a muy diversas condiciones ambientales.
Más aún, aunque parezca paradójico, Homo sapiens tiene características
neoténicas. En efecto, la estructura craneal de un Homo sapiens adulto se
aproxima más a la de la cría de un chimpancé que a la de un chimpancé adulto:
el rostro es achatado ("ortognato" o de "bajo índice facial") y es casi inexistente
el torus supraorbitario (en la humanidad actual apenas se encuentran vestigios de
torus en las poblaciones llamadas australoides). De otro modo se puede decir
que los arcos superciliares de Homo sapiens son "infantiles", delicados, el rostro
aplanado o ligeramente prognato.
El Homo sapiens es, por su anatomía, un animal muy vulnerable si se
encuentra en condiciones naturales.
Asociado al hecho por el cual morfológicamente el ser humano tenga
características que le aproximan a las de un chimpancé "niño" se encuentra el
'ortognatismo' y esto quiere decir, entre otras cuestiones, que los dientes de
Homo sapiens son relativamente pequeños y poco especializados, las
mandíbulas, por esto, se ha abreviado y hecho más delicadas, falta además el
diastema o espacio en donde encajan los colmillos. La debilidad de las
mandíbulas humanas las hace casi totalmente inútiles para la defensa a
mordiscos ante un predador y, asimismo, son muy deficientes para poder
consumir gran parte del alimento en su estado natural, lo que es uno de los
muchos déficits corporales que llevan al humano a vivir en una sociedad
organizada.
Filosofía y Ciudadanía 110
l) Cerebración.
La cerebración tanto como la corticalización son fenómenos biológicos
muy anteriores a la aparición de los homínidos, sin embargo en éstos, y en
especial en Homo sapiens, la cerebración y la corticalización adquieren un grado
superlativo (hasta el punto que Theilard de Chardin enunció una curiosa teoría,
la de la noósfera y noogénesis, esto es: teoría del pensar inteligente, que se basa
en la evolución del cerebro).
El cerebro de Homo sapiens, en relación a la masa corporal, es uno de los
más grandes. Más llamativo es el consumo de energía metabólica (por ejemplo,
la producida por la "combustión" de la glucosa) que requiere el cerebro: un 20%
de toda la energía corporal, y aun cuando la longitud de los intestinos humanos
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 111
evidencian los problemas que se le presentan.
En Homo sapiens el volumen oscila entre los 1.200 a 1.400 cm3, siendo
el promedio global actual de 1.350 cm3; sin embargo no basta un incremento del
volumen, sino cómo se dispone; esto es: cómo está dispuesta la "estructura" del
sistema nervioso central y del cerebro en particular. Por término medio, los
Homo neanderthalensis pudieron haber tenido un cerebro de mayor tamaño que
el de nuestra especie, pero la morfología de su cráneo demuestra que la
estructura cerebral era muy diferente: con escasa frente, los neandertalenses
tenían poco desarrollados los lóbulos frontales y, en especial, muy poco
desarrollada la corteza prefrontal. El cráneo de Homo sapiens no sólo tiene una
frente prominente sino que es también más alto en el occipucio (cráneo muy
abovedado), esto permite el desarrollo de los lóbulos frontales. De todos los
mamíferos, Homo sapiens es el único que tiene la faz ubicada bajo los lóbulos
frontales.
Por lo demás, el Homo sapiens mantiene características de estructura
craneal "primitivas" ya que recuerdan a las de un chimpancé infantil; en efecto,
tal morfología es la que permite tener la frente sobre el rostro y los lóbulos
frontales desarrollados.
La cabeza de Homo sapiens, para contener tal cerebro, es muy grande;
aún en el feto y en el neonato, razón principal por la cual los partos son difíciles,
sumada a la disposición de la pelvis.
Una solución parcial a esto es la heterocronía: el neonato humano está
muy incompletamente desarrollado en el momento del parto; puede decirse (con
algo de metáfora) que la gestación en el ser humano no se restringe a los ya de
por sí prolongados nueve meses intrauterinos, sino que se prolonga
extrauterinamente hasta, al menos, los cuatro primeros años; en efecto, el infante
está completamente desvalido durante años, tan es así que, que entre los 2 a 4
años es cuando tiene lo suficientemente desarrolladas las áreas visuales del
cerebro como para tener una percepción visual de su propio ser (Estadio del
espejo descubierto por Jacques Lacan en la década de 1930). Ahora bien, si
Homo sapiens tarda mucho en poder tener una percepción plena de su imagen
corporal es interesante saber que es uno de los pocos animales que se percibe al
ver su imagen reflejada (sólo se nota esta capacidad en bonobos, chimpancés, y
si acaso en gorilas, orangutanes, delfines y elefantes).
Tal es la prematuración del Homo sapiens, que mientras un chimpancé
neonato tiene una capacidad cerebral de un 65% de la de un chimpancé adulto, o
la capacidad de Australopithecus afarensis era en el parto de un 50% respecto a
la de su edad adulta, en Homo sapiens 'bebé' tal capacidad no supera al 25% de
la capacidad que tendrá a los 45 años (a los 45 años aproximadamente es cuando
se desarrolla totalmente el cerebro humano).
Filosofía y Ciudadanía 112
7
Las palabras y las cosas. Siglo XXI, Madrid 1968, p. 300.
8
Platón, Protágoras, 321a-322a.
Filosofía y Ciudadanía 114
la vida contemplativa, el "deseo de comprender" al que se refiere en su
Metafísica. Ni siquiera la aparición de la filosofía académica con Platón y
Aristóteles supone la aparición de un "período antropológico" frente a un
"período cósmico", sino que en ambos casos el hombre es visto como una
realidad más, vulnerable ante elementos exteriores tales como las fieras (para
las que nace la ciudad como defensa del hombre). "Asimismo, el período
crítico que lleva a la constitución de la filosofía en la época sofística no es
meramente un período antropológico (Protágoras, Sócrates) puesto que
inmediatamente de él resultan de nuevo concepciones cosmológicas
(Demócrito, Platón, Aristóteles)" 9.
Distinguiremos, ante esta situación, entre una Filosofía del Hombre y
una Antropología Filosófica para discriminar entre diferentes tipos de
concepciones sobre lo humano, las primeras en tanto que lo consideran de
modo secundario, y las segundas en tanto que lo sitúan en un lugar central.
El cristianismo y la Edad Media cambiarán la situación clásica, pues
Dios se ha hecho hombre en virtud del trinitarismo, por lo que el ser humano
toma carácter de dominador del mundo, de señor y dominador de la
naturaleza. Sin embargo, más que un humanismo cristiano nos encontramos
aquí con un sobrehumanismo, en la medida que el hombre es divinizado.
Santo Tomás afirma que la verdad es adecuación del entendimiento y la cosa
(veritas consistit in adaequatione intellectus et rei10), pero el entendimiento es
el divino, luego es adecuación entre el entendimiento humano y el divino. En
las épocas citadas, en definitiva, se habla de una Filosofía del Hombre, es
decir, una disciplina o tramos de un sistema filosófico que tratan el problema
del hombre de forma tangencial, dependiendo de otras entidades de mayor
peso ontológico.
Este sobrehumanismo medieval es el paso previo necesario para que en el
Renacimiento comience a considerarse al hombre como objeto de una
disciplina filosófica diferenciada, en tanto que ser comprendido entre los
animales y Dios, que diría Marsilio Ficino. El término Antropología es de
origen renacentista, tal y como comprobamos a raíz de diversas publicaciones:
tratados de anatomía como el de Magnus Hundt, Anthropologia, de hominis
dignitate, natura et proprietatibus, (1501), Andrés Vesalio, De humani
corporis fabrica (1543), Galeazzo Capella, Anthropologia (1533). Otto
Casmann, Psychologia anthtropologiae pars secunda, hoc est de fabrica
corporis humani methodice descripta (1594), y Rudolf Goclenius, distinguirán
dentro de esta nueva disciplina entre Somatologia, o tratado del cuerpo
(Antropología médica inclusa dentro de la Antropología biológica antes
citada) y una Psychologia, o tratado del alma, del que hablará Cristian Wolff
9
Gustavo Bueno, La Metafísica Presocrática. Pentalfa, Oviedo 1974, pp. 31-32.
10
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, I q. 21. 2. c.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 115
en su Psychologia rationalis (1734) como disciplina dedicada al estudio de las
facultades de la psique humana, distinta de la psique animal (que se incluiría
en la somatología).
De este dualismo se nutrirá la Antropología filosófica, expresión acuñada
en el siglo XX por Max Scheler, pero que podemos encontrar formulada
implícitamente mucho antes: tanto la tradición cristiana con la distinción
Alma/Cuerpo y Naturaleza/Gracia, como en el idealismo alemán Naturaleza y
Espíritu (Naturaleza y Conciencia en el contexto del materialismo histórico).
A la postre, estas concepciones de la Antropología Filosófica serán de carácter
predicativo, en tanto que se le añaden al hombre una serie de predicados o
características abstractas a un ser histórico que por lo tanto no está terminado
ni es perfecto, puesto que la Idea de Hombre es infecta. Suponer que el
hombre es el "Hijo de Dios", el "Pastor del Ser" (Heidegger), o un espíritu
puro en la línea del cartesianismo, o que el hombre exterioriza (aliena) su
esencia mediante el trabajo, como supondrá la tradición hegeliano-marxista, es
tanto como presuponer que el hombre es una realidad perfecta y acabada, lo
que entra en contradicción con las tesis historicistas de quienes lo sostienen.
Pero esta perspectiva dualista no es necesaria. De hecho, no sólo Cristian
Wolff hablaba de las Ideas de Alma, Mundo y Dios en la Ontología, sino que
el Canciller Francis Bacon, el primer autor que realizó un estudio filosófico de
la Antropología o Philosophia humanitatis, en su obra De augmentis
scientiarum (1620), distingue tres tratados: De Natura (Sobre la Naturaleza),
De Homine (Sobre el Hombre) y De Numine (Sobre los Númenes, en
referencia a Dios). Esta referencia del Canciller Bacon nos anima a presentar
una alternativa a las posiciones dualistas en Antropología Filosófica.
2. El positivismo moral.
Según el positivismo moral los comportamientos humanos no tienen en
ellos nada específicamente ético. Se niega así todo fundamento ético al
Filosofía y Ciudadanía 126
comportamiento humano.
3. El materialismo moral.
El fundamento de la ética reside en contenidos materiales. El
materialismo moral considera que la voluntad, la conducta y el juicio morales
pueden calificarse de buenos o malos, correctos o erróneos, no por sí mismos,
sino en función de su ajuste a los propios contenidos morales que proponen
como objetivos del buen obrar. Ciertos contenidos materiales ontológicos son
fuentes de eticidad y moralidad.
La amistad.
La amistad es necesaria para la felicidad. La amistad produce placer. Es
útil para ser feliz. La amistad procura tranquilidad. El amigo ayuda y evita los
males en un mundo hostil. La amistad proporciona el tener confianza y
seguridad en el futuro. Es necesaria para alcanzar la ataraxia. Se aprecia aquí la
amistad en el pequeño círculo de los vecinos y conocidos. La base de la amistad
es el placer y el interés propio. La amistad sólo se justifica egoístamente y en
cuanto exigencia psicológica. La amistad es gratuita y se justifica por el placer
que reporta. Quizá en este anarquismo consecuente de Epicuro resida la mayor
diferencia entre el hedonismo psicológico y el utilitarismo cívico.
El cinismo.
Gottfried Benn decía: “Ser tonto y tener trabajo, eso es la felicidad”.
“Cinismo” viene del griego kyon, can, perro. Los kynikoi son los perrunos.
Vivían los cínicos como los perros. El cinismo es una filosofía moral que se
expresa a través de chistes, gestos y anécdotas. Pretenden provocar la risa y el
sarcasmo. Reducen la vida a sus mínimos y proponen un ascetismo hacia lo
animal como camino hacia la virtud.
Antístenes (446 – 366 a.c.) Discípulo de Sócrates. De Sócrates tomó
Antístenes algunos rasgos de su ética. El anteponer a lo demás el cuidado del
alma, el menosprecio de los bienes de fortuna, el afán por el diálogo, la crítica a
los políticos y demagogos.
Proclama la autosuficiencia del sabio para la felicidad. Sólo depende el
sabio de su propio saber y de su virtud. La virtud es enseñable. La virtud está en
los hechos y no necesita de largos discursos ni de muchos conocimientos. El
sabio es autosuficiente, pues los bienes de los demás son todos suyos. La
impopularidad es un bien y vale el esfuerzo. El sabio vivirá no de acuerdo con
las leyes establecidas, sino de acuerdo con la virtud. Así comienza el cinismo. Es
un precursor o puente entre Sócrates y Diógenes el Cínico (400 - 320 a.c).
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 131
Diógenes el Perro es el Cínico propiamente dicho en sentido estricto. De
él sabemos historias, chistes, anécdotas.
El hombre es autosuficiente para la virtud si es sabio. Para vivir es
necesario muy poco.
El sabio es absolutamente libre de todo tipo de trabas y ataduras. Sólo
sigue a la naturaleza. Menosprecia la sociedad. Desprecia las convenciones. El
sabio es un grosero y un indecente. Es obsceno. Una vez Diógenes se
masturbaba en medio de una plaza y dijo: “Ojalá rascándose la barriga se quitase
también el hambre”. Hacía sus necesidades en público, dormía en un barril. Lo
natural es lo bueno. El modelo moral para el cinismo son los perros, los brutos.
Es el desprecio hacia las normas sociales y culturales y la postulación de un
retorno a la simplicidad de la naturaleza como esencia de la bondad. El hombre
salvaje, primitivo, más cercano a la naturaleza es el hombre bueno, no
corrompido por las normas culturales y sociales.
Se le preguntó cuál era el mejor vino y contestó: “El de los demás”. Un
día se encontró con un atleta que, en compañía de sus amigos y admiradores se
jactaba de ser el más veloz corredor de la Hélade. Dijo él: “Pero no eres más
veloz que un conejo o que un ciervo y éstos, que son los más rápidos de todos
los brutos, son también los más timoratos.”.
Vivía como un mendigo. El perro era para los griegos el animal impúdico
por excelencia. Era un insulto denominar “perro” a quienes por afán de provecho
o en un arrebato pasional conculcaban las normas del mutuo respeto, el decoro y
la decencia. Por eso Diógenes era llamado despectivamente “perro”. De ahí el
nombre de cinismo. Ya Antístenes se hacía llamar haplo kyon, perro auténtico.
El escepticismo de Pirrón.
En el escepticismo antiguo, la teoría se subordinaba a la praxis. Los
escépticos trataban de llegar a la paz mediante la desaprobación del saber, esto
es, por el escepticismo, lo contrario de la ciencia.
Pirrón de Elis (360 – 270 a.c.) fue el fundador del escepticismo. Apenas
Filosofía y Ciudadanía 132
se sabe nada de él. Nada escribió. Sus maestros fueron Bryson, un socrático o
acaso Euclides de Mégara; posteriormente Anaxarcos, que procedía de Abdera y
al cual acompañó en la campaña de Alejandro en Asia. Fue allí donde frecuentó
a los sabios indios, a quienes los griegos denominaban gimnosofistas, porque
iban totalmente desnudos. Un día que Anaxarcos se cayó en un pantano,
renunció a socorrerlo y su amigo le alabó por su insensibilidad.
Su doctrina consiste en afirmar que la razón humana no puede conocer la
esencia de las cosas. Sólo podemos conocer cómo las cosas se aparecen ante
nosotros. No nos es posible saber cuál es la opinión acertada. De nada podemos
estar ciertos y el sabio debe abstenerse de juzgar. En vez de decir “Esto es así”,
deberíamos decir “Esto me parece así” o “Puede que sea así”.
Aristocles formula su doctrina en estos términos:
“Timón, su discípulo, dice que quien quiere gozar de la felicidad debe
considerar los tres puntos siguientes: Primeramente, ¿Cuál es la verdadera
naturaleza de las cosas? En segundo lugar, ¿cuál debe ser la disposición de
nuestra alma con respecto a ellas? Finalmente, ¿qué resultado tendrán para
nosotros estas disposiciones? Afirma que si las cosas no manifiestan entre ellas
ninguna diferencia y escapan igualmente a la certidumbre y al juicio, las
opiniones que nos formemos con respecto a ellas no pueden por ello, revelarnos
ni lo verdadero ni lo falso. Por ello, no nos es preciso conceder ningún crédito a
las opiniones sino que debemos permanecer sin opiniones, sin inclinaciones y
sin dejarnos conmover, limitándonos a decir de cada cosa que no es más esto
que aquello, o más aún, que es al mismo tiempo que no es, o en definitiva, ni
que es ni que no es. A poco que conozcamos estas disposiciones, dice Timón,
conoceremos inicialmente la “afasia” (es decir, no afirmaremos nada) y luego la
“ataraxia” (es decir, la imperturbabilidad).
El fin principal es esencialmente moral. El mismo escepticismo y la
consiguiente suspensión del juicio se hacen extensivos a la esfera práctica. Nada
es de suyo feo o bonito, bueno o malo, o por lo menos no lo podemos asegurar,
no podemos cerciorarnos de ello: en nuestras vidas, todas las cosas exteriores
nos son indiferentes, y el sabio se preocupará nada más de mantener tranquilo su
espíritu a toda costa. Claro está que ni siquiera el sabio puede prescindir de
actuar y de tomar parte en la vida práctica, pero en las cuestiones prácticas se
atendrá a la opinión probable, a la costumbre y a la ley, sabiendo que la verdad
absoluta es inaccesible.
Quietud e impasibilidad definen el estado de ánimo que Pirrón se
propone. Pero, para conseguir la impasibilidad e imperturbabilidad, es preciso
plantear inicialmente la cuestión de saber qué son las cosas en sí mismas y por
naturaleza, lo que no da lugar a negar que tengan una naturaleza o que puedan
existir en sí, sino a reconocer que son siempre oscuras por naturaleza, y que
únicamente nos son conocidas las representaciones relativas a la situación que es
nuestra, es decir, son fenómenos que engendran conjuntamente el sentido y lo
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 133
sensible. Es preciso pues suspender el juicio acerca de la naturaleza efectiva de
los objetos. De ello nacen la quietud, la ausencia de afección, una situación de
equilibrio que describe el silencio de una imaginación que no sabe ya afirmar ni
negar respecto a la naturaleza del objeto. La afasia es el estado de nuestra alma
que nos empuja a no afirmar ni negar.
El silencio es el medio de evitar el error. El alma está tranquila en la
afasia. El discurso rompería la inmovilidad del alma y la desequilibraría.
El escéptico toma como guía de la vida la experiencia y la vida. Vuelta a
la experiencia y a la vida. Negación del dogmatismo.
7. El formalismo moral.
Una ética formalista es aquella que trata de fundamentar las conductas,
normas y juicios éticos no sobre contenidos axiológicos materiales, sino sobre la
forma o estructura misma de la acción moral.
Kant (1724-1804).
1. Las máximas de la acción y el imperativo categórico
Querer no es desear. Es decidirse en el transcurso de una acción. Según
Kant, tal decisión es moralmente buena solamente si se realiza por mor de
cumplir el deber de uno.
Según Kant, el valor moral de las acciones radica "en la máxima de
acuerdo con la que se han decidido". "Una máxima es el principio subjetivo
de la acción..." es decir, "el principio de acuerdo con el que él debe actuar".
Es posible, por supuesto, que la máxima del agente pueda conformarse con la
ley moral, así como también que su máxima o máximas sean incompatibles con
ella.
Una máxima es un principio subjetivo de la acción. es moral si concuerda
con la ley moral. La moralidad de una acción no radica en los deseos o intención
del agente o en sus consecuencias Una máxima es moral si concuerda con
la ley moral.
Las normas impuestas reciben el nombre de imperativos. Las máximas
son principios subjetivos. Los imperativos son objetivos.
Dentro de los imperativos hay que distinguir entre los hipotéticos y los
categóricos. Los hipotéticos tienen la forma de “si…..entonces…..” Son
condicionales. Los hay de dos tipos: técnicos o problemáticos (reglas de
habilidad) buscan la comodidad. Los imperativos de prudencia asertóricos
(reglas de sagacidad) que son útiles para buscar la felicidad. Los imperativos
hipotéticos son juicios analíticos a priori porque quien quiere el fin, quiere los
medios.
El imperativo categórico es apodíctico o moral. Es la ley moral. Obliga de
modo incondicional. El imperativo categórico es un juicio sintético a priori
apodíctico, universal y necesario.
Así pues, hay que distinguir entre máximas/imperativos. Los imperativos
se dividen en dos: Imperativos hipotéticos o preceptos/Imperativos categóricos o
Leyes morales.
El hombre, a diferencia de los seres santos, entenderá el principio formal
de moralidad como un imperativo. El imperativo del deber, lo que nos ordena
Filosofía y Ciudadanía 136
cumplir nuestro deber y cumplirlo por mor del deber, depende, como pronto
veremos, de una acción. No nos dice "cumple con tu deber si esto o aquello o a
menos que eso...". Es categórico.
2. El imperativo categórico.
El imperativo categórico es el principio formal de la moralidad. La ética
se funda en el imperativo categórico que manda de forma absoluta,
incondicional. La filosofía de Kant es un formalismo moral. El principio de la
ética es forma. Sólo se pueden admitir aquellas máximas que puedan erigirse en
principios y valer como leyes por criterios de racionalidad formal. Este
imperativo admite una diversidad de formulaciones. La primera es "actúa sólo
con la máxima que quieres que sea al mismo tiempo una ley universal".
También puede formularse de la siguiente manera: "actúa como si la máxima de
tu acción llegara a ser, mediante tu voluntad, una ley universal de la naturaleza".
La aplicación del imperativo categórico a las máximas nos permite trazar
una distinción absoluta entre las que son morales y las que no lo son. ¿Cómo se
justifica el imperativo categórico de Kant?
Exige Kant que debe probarse una conexión entre el concepto de "un ser
racional en general" y la adopción del imperativo categórico hecha por ese ser.
Exige, además, que debe probarse que esa conexión es sintética.
Debe probarse, además, que la conexión es a priori. Se trata de probar que
todo ser racional debe estar sometido al imperativo categórico.
Además, debemos probar que nuestra conexión sintética a priori es una
clase especial, la del principio sintético a priori práctico, es decir, una clase que
pueda determinar nuestra voluntad independientemente de nuestros deseos e
incluso en oposición a ellos.
Una voluntad sometida al imperativo categórico, obedézcalo o no, no es
necesariamente una voluntad racional humana. La voluntad de cualquier ser
racional está así sometida al imperativo categórico.
¿Cómo puede el imperativo categórico determinar la voluntad? Esta
dificultad, afirma Kant, puede superarse. "Suponiendo que exista algo cuya
existencia tenga en sí misma valor objetivo, es decir, algo que como un fin
en sí mismo pudiera ser la base de determinadas leyes, entonces en ese algo,
y sólo en él se hallaría la base de un imperativo categórico o, lo que es lo
mismo, de una ley práctica." En otras palabras, si puede mostrarse que existe
un fin en sí mismo o un fin independiente de cualquier tipo de deseo, entonces
debería ser obligatoria a toda voluntad racional la ley prescrita para la
consecución de este fin.
En este sentido introduce Kant un postulado: "El hombre como todo ser
racional existe como fin en sí mismo, no solamente como medio para el uso
arbitrario de esta o aquella voluntad, sino que debe considerarse en todas
sus acciones...al mismo tiempo como un fin." Una consecuencia del
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 137
imperativo categórico es que el hombre ha de ser considerado como un fin en sí
mismo porque es libre, no es una cosa. Es una persona. Esto es la dignidad de la
persona humana.
3. El deber.
La voluntad sólo puede querer un acosa: “ser buena”. La verdadera virtud
no consiste en obrar por interés, sino por deber. Una acción es ética cuando se
hace por mor del deber. Kant define el deber como la necesidad de una acción
por respeto a la ley moral. Si una máxima coincide con el imperativo categórico,
entonces la máxima es moral. Pero para que una acción sea moral, debe
ejecutarse por mor del deber, por el deber mismo. Es el deber por el deber. Una
acción se acredita como buena no por sí misma o por sus consecuencias, sino
exclusivamente por la buena voluntad que subyace en ella. El respeto hacia la
ley moral es el único y al mismo tiempo inmutable motor moral. El deber y la
obligación con la ley moral es la virtud, la buena voluntad, antes que sus
resultados concretos materiales.
No basta con que una máxima coincida con el imperativo categórico. Yo
debo obrar por mor del deber para que mi acción sea moral. Según esto, las
acciones pueden ser 1. Morales, coinciden externa e internamente con la ley
moral. Se ejecutan por mor del deber. 2. Amorales, coinciden sólo externamente
con la ley moral.. Se ejecutan por otras razones diferentes al mero respeto por la
ley moral. 3. Inmorales, están en abierta contradicción con la ley moral interna y
externamente.
El deber es la ratio cognoscendi de la libertad y la libertad es la ratio
essendi del deber.
4. La autonomía de la voluntad.
El imperativo categórico está edificado sobre la autonomía de la voluntad.
La autonomía de la voluntad significa que la razón es legisladora y súbdita de sí
misma. Todo ser racional se encuentra sometido al imperativo categórico. La
voluntad de todo ser racional está sometida al imperativo categórico.
Los seres racionales no sólo están sometidos al imperativo categórico,
sino que son también sus creadores. Todo ser racional no sólo está sometido a la
ley moral, sino que también es legislador. Llegamos así a la "idea de la voluntad
de todo ser racional como una voluntad universalmente legisladora". Ser
moralmente autónomo es ser libre. La libertad consiste en regirse uno a sí
mismo moralmente por el imperativo categórico. Sólo se es libre si se es
autónomo moralmente. La voluntad o razón práctica no sólo está sometida al
imperativo categórico, sino que es el fin mismo de la ley y por lo tanto es
legisladora universal del deber. El ser racional actúa determinado por las leyes
que su propia voluntad impone.
1. El derecho.
El derecho es un sistema o conjunto de normas reguladoras del
comportamiento humano en una determinada sociedad. Con la aparición del
Estado o de un poder público esas normas se fijan, se promulgan y se
respaldan con un sistema coercitivo.
2. Legalidad y legitimidad.
La existencia de un aparato coactivo organizado, que supone ya, como
es obvio, la previa constitución de un Estado o poder público diferenciado,
capaz de imponer sanciones al infractor de las mismas es la condición sine qua
non para que podamos hablar de derecho.
Podemos decir que hay legalidad cuando:
Existe una autoridad social capaz de sancionar legalmente las
costumbres establecidas por el grupo social y de establecer nuevas normas que
tengan rango de ley.
Se utilizan procedimientos judiciales estandarizados.
Se determina la jurisdicción o ámbito de aplicación de la ley.
Existe un aparato coactivo organizado.
Un poder político es legal cuando está establecido y constituido de
acuerdo con las leyes imperantes.
La legitimidad de las normas puede evaluarse en función del tipo de
legitimación que sostiene a la autoridad. El poder político busca legitimarse
ante los ciudadanos o súbditos. Un poder político es legítimo si obtiene la
obediencia sin necesidad del recurso a la fuerza, de una manera
institucionalizada.
Según Max Weber (1864-1920) todo tipo de legitimación lleva
aparejada una forma de organización jurídico-administrativa característica.
Tres tipos de organización jurídico-administrativa distingue Weber,
según la dominación, sea: carismática, tradicional o legal.
El ordenamiento carismático se funda en la dominación ejercida por un
personaje, elegido por la gracia de Dios. El dominus posee virtudes
excepcionales, una personalidad magnética, una fuerza sobrehumana, poderes
extraordinarios, etc. Los súbditos tienen fe en su persona y en virtud de la fe o
del sistema de creencias se legitima su autoridad para promulgar y sancionar
leyes. El ordenamiento jurídico en este caso, es inestable e indeterminado,
pues legisladores y jueces son personas allegadas al líder, que gozan de su
confianza y hacen de intermediarios con las masas. Aunque haya derecho, este
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 147
tipo de legitimidad no constituye un Estado de derecho, pues la
discrecionalidad no tiene otro límite que la voluntad del dominus.
El ordenamiento tradicional se legitima por herencia. El modo de
gobernar tradicional, el pasado eterno, gozan de crédito por los aciertos y la
idoneidad demostrada por los antepasados del líder. El dominus puede dictar
órdenes personales y arbitrarias, pero debe limitarse a las costumbres. La
lealtad de los súbditos actúa como soporte del sistema normativo.
El ordenamiento legal-racional se diferencia de todos los anteriores
porque el único principio legitimador es ahora la ley. No se obedece al
dominus, sino a las leyes que se consideran por dominadores y dominados. El
gobernante mismo no es fuente de derecho, pues él mismo ha debido
someterse a las leyes y ha obtenido su posición por procedimientos legales. La
organización judicial se ha burocratizado y los cargos se ocupan de forma
meritocrática.
4. La Idea de Justicia.
No es fácil perfilar los contornos de esta Idea nacida como tantas otras
en Grecia y trabajada y pulida en el taller filosófico de las Ideas durante 25
siglos. Para empezar podemos distinguir entre la justicia como virtud
individual y la justicia como virtud social o política.
Entre los primeros filósofos griegos, sin embargo, estos dos sentidos
derivaban de su concepto más global y cómico de justicia. Ya en
Anaximandro “las cosas se dan mutua satisfacción y reparación por su
injusticia, según el orden del tiempo”. El cosmos es un orden, una
organización, y no un caos, cuando las cosas están en su lugar y hay un lugar
para cada cosa. El ajustamiento, lo justo, se define por el ordenamiento natural
o armonía, al que debe someterse la propia vida social, cuyas leyes positivas
se conciben como un simple reflejo del orden cósmico.
El advenimiento de la democracia, como consecuencia de ajustes
socioeconómicos y luchas políticas, trajo como consecuencia la fractura de la
unidad del ideal de justicia cósmica y una preocupación por su plasmación
empírica en los sistemas legales. Los sofistas distinguieron entre nomos y
physis. La justicia o bien es algo relacionado con la physis y entonces se
reduce a la mera fuerza o bien es una mera convención y entonces carece de
poder para obligar realmente.
Para Platón la justicia es una virtud consistente en que cada parte del
alma ejerza la función que le es específica y su virtud propia. Eso no significa
que la justicia sea una virtud privada, individual. Tiene el alma una triple
dimensión cósmica (en el mundo de las Ideas), social y ética. Los tres sentidos
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 149
se armonizan a través de una correspondencia biunívoca. Al ser una Idea goza
de la misma necesidad que las entidades matemáticas y cabe proyectarla sobre
la ética y sobre la política.
La justicia en Platón pasa por la instauración de un sistema comunista
en el que la abolición de la propiedad privada de los elementos dirigentes
garantiza la isonomía. Como gobernantes y guerreros carecen de intereses
particulares, no pueden usar el poder que tiene la clase dominante de los
filósofos-reyes en provecho propio. La justicia consiste en que cada uno ocupe
el lugar que le corresponde por naturaleza. Cada una de las tres clases del
Estado (gobernantes, guerreros y productores) que se corresponden con las
tres partes del alma (inteligible, irascible y concupiscible) debe cumplir con su
cometido específico. Se distingue entre justicia aritmética y justicia
geométrica. Esta es una distinción presente en el pensamiento griego. La
justicia aritmética consiste en la distribución mera y simple de los bienes para
todos a iguales partes para cada individuo. La justicia geométrica tiene en
cuenta las proporciones. A los iguales, por igual, a los desiguales por desigual.
Aristóteles distingue tres tipos de justicia: La justicia es la adecuación a
las leyes y a la igualdad; su finalidad es la felicidad de la sociedad política, y
por ello debe regular las obligaciones de los ciudadanos con la sociedad y
mirar por el bien común. La justicia parcial se compone de justicia distributiva
y conmutativa. La justicia distributiva tiene como finalidad la distribución de
las ventajas y desventajas que puedan corresponder a los ciudadanos según sus
capacidades y necesidades, será administrada por el gobernante y el legislador.
Por último, la justicia conmutativa es la que regula los contratos entre los
miembros particulares de la sociedad, y, por tanto, son los ciudadanos los que
deciden los términos de esta justicia. Aristóteles define a la justicia como una
cierta igualdad, pero hay que tratar a los iguales como iguales y a los
desiguales como a desiguales.
El derecho romano consideraba justicia como el dar a cada uno lo suyo.
Santo Tomás bajo la virtud cardinal de la justicia acogió seis sentidos
diferentes a las que añadió otras 10 virtudes potenciales. La justicia legal,
entendida más tarde como social, corrige las disfunciones resultantes del
estricto cumplimiento de la justicia distributiva y de la conmutativa en su
concreción social.
Entre los autores contractualistas (Hobbes, Locke, Rousseau) se
distingue entre estado social y estado de naturaleza. La justicia consiste en
respetar los derechos individuales de los hombres.
El utilitarismo es la filosofía política según la cual el Estado debe elegir
la política que maximice la utilidad total de todos los miembros de la
sociedad. Los pensadores de esta corriente de pensamiento son Jeremy
Bentham y John Stuart Mill. Para los utilitaristas el Estado ha de elegir la
política económica y social que maximice la utilidad total de todos los
Filosofía y Ciudadanía 150
miembros de la sociedad. Para maximizar la utilidad total el Estado no trata de
conseguir la igualdad total en la sociedad. Sólo se trata de conseguir una
distribución más igualitaria de la renta. Esto es porque como hemos visto más
arriba los individuos responden a los incentivos.
John Rawls (1928-2002) sostiene que el Estado debe elegir la política
que se considere justa tal como la evaluaría un observador imparcial oculto
tras un velo de ignorancia.
Si nos dieran a elegir un tipo de sociedad determinado sin nosotros
saber qué posición social ocuparíamos, elegiríamos una sociedad tal en la que
si a nosotros nos tocara ocupar el escalafón social más bajo, a pesar de ello
viviéramos cómodamente.
Entonces, al formular la política pública deberíamos aspirar a mejorar el
bienestar de la persona que se encuentra en la peor situación dentro de la
sociedad. Es decir, en lugar de maximizar la suma de la utilidad total como
haría un utilitarista, Rawls maximizaría la utilidad mínima. La regla de Rawls
se llama criterio maximin. El criterio del maximin es el criterio según el cual
el Estado debe aspirar a maximizar el bienestar de la persona peor situada en
la sociedad.
Sin embargo, el criterio maximin no conduciría a una sociedad
totalmente igualitaria. Si el Estado prometiera igualar totalmente las rentas, los
individuos no tendrían ningún incentivo para trabajar mucho, la renta total de
la sociedad disminuiría considerablemente y el bienestar de la persona menos
afortunada empeoraría. Rawls se opone a un impuesto progresivo sobre la
renta y a una amplia redistribución de los ingresos del mercado debido a su
principio de diferencia. Si el reparto de la propiedad es satisfactorio, entonces
no es necesario repartir más bienestar. El principio de diferencia se justifica en
el principio de lo óptimo de Pareto. El óptimo de Pareto significa una
situación social tal que cualquier modificación la llevaría a una situación peor.
Sería peor para los pobres la igualdad que una cierta desigualdad que tanto les
favorece. Oponerse a tales desigualdades en nombre del igualitarismo, sería a
la postre dañoso para los intereses de los más débiles. Por lo tanto, el criterio
del maximin permite que haya disparidades de renta, ya que estas disparidades
pueden mejorar los incentivos y aumentar así la capacidad de la sociedad para
ayudar a los más pobres. No obstante, como la filosofía de Rawls sólo pone el
acento en los miembros menos afortunados de la sociedad, exige más
distribución de la renta que el utilitarismo.
El anarcocapitalismo o anarquismo liberal sostiene que el Estado es
superfluo y debería ser suprimido y sustituido por la iniciativa social privada
de los propietarios o por lo menos reducido a un tamaño mínimo. La sociedad
como tal no tiene renta. Sólo tienen renta los individuos. El Estado no debe
quitar nada a nadie para dar a otros con el fin de lograr una determinada
distribución de la renta. Según esta filosofía política el Estado debe castigar
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 151
los delitos y velar por el cumplimiento de los acuerdos voluntarios pero no
redistribuir la renta. Uno de los más destacados ultraliberales o liberales
auténticos es Robert Nozick. Si el proceso que determina la distribución de la
renta es justo, también lo será la distribución resultante independientemente de
lo desigual que sea.
Es más importante la igualdad de oportunidades que la igualdad de
renta. El Estado debe velar por el respeto a los derechos individuales para
garantizar a todo el mundo las mismas oportunidades de utilizar su talento y
de tener éxito. Una vez establecidas estas reglas del juego, el Estado no tiene
razón alguna para alterar la distribución resultante de la renta. Además, ¿Por
qué razón tendría que ser malo, indeseable o injusto que hubiera desigualdad
económica?
Según Ronald R. Dworkin no existe el derecho de la sociedad, los
llamados derechos sociales porque todo derecho es individual. Cualquier
violación de un derecho individual es injusto y ello aunque se haga en nombre
de lo que sea, aunque sea en nombre de la mayoría absoluta que lo desee y
ello pesa más que el coste adicional en política o en eficacia social que pueda
derivarse de ello.
Ahora bien, el problema sigue en pie ahí: ¿Qué hacer con los pobres?
Frente a este problema, Dworkin plantea una igualdad liberal. Recurre a la
subasta. Imaginemos que todos participan en una subasta con un igual poder
de compra y que están disponibles todos los bienes de la sociedad en tal
subasta. Si la subasta sale bien todo el mundo tendrá de todo y nadie sentirá
envidia de nadie. Si nadie siente envidia de nadie todo el mundo estará
contento y habrá justicia. Esto es el test de la envidia. Si nadie siente envidia
de nadie, entonces el sistema es justo. Los recursos de los individuos son
iguales en los costes de oportunidad de esos recursos. Nadie tiene que tener
minusvalías físicas o psíquicas. Hay que pagar antes de la subasta un seguro
para atender a los desfavorecidos. Entonces el procedimiento sería justo y el
resultado también y no habría envidia.
Philippe Van Parijs es el autor de la propuesta de crear una asignación
universal garantizada. Se llama salario universal garantizado o renta básica. Se
trataría de una renta incondicionalmente pagada a cada ciudadano (o residente
permanente), tenga empleo o no, desee o no tenerlo, cualquiera que sea su
status matrimonial y cualesquiera que sean sus rentas provenientes de otras
fuentes. Semejante institución permitiría a la renta mínima aumentar en
concordancia con el poder que confiere y sin afectar a la dignidad de las
personas. Como la asignación universal es asimilable a la distribución a cada
uno de una dotación material repartida a través de toda la vida, íntegra,
además de la dimensión riqueza que aparece en el principio de diferencia
como también el aspecto de las oportunidades de acceso a las diferentes
posiciones sociales vinculadas a la fortuna. Esto es casi una vía capitalista al
Filosofía y Ciudadanía 152
socialismo. Lo problemático es si resulta viable su realización hoy cuando el
socialismo ha caído en el más absoluto descrédito político, ético y moral.
Además, existen serias dudas razonables acerca de su viabilidad económica.
Para el marxismo la justicia consiste en la socialización de los bienes
por parte del Estado. La socialización de los medios de producción en el fondo
se convierte en la estatalización de la economía en un capitalismo de Estado
sometido a una rígida planificación que acaba con el mercado libre y con la
libre iniciativa económica individual. La propiedad privada se considera como
el origen de todas las alienaciones del hombre. En una primera etapa se
funcionará según el principio a cada cual según su trabajo, esto es, que quien
no trabaja no come y en una segunda etapa, la sobreabundancia de la
producción de bienes permite que la sociedad funcione según el principio a
cada cual según sus necesidades.
g) Generosidad.
Son los derechos ecológicos. Se trata de defender el medio ambiente y
los intereses de las generaciones futuras. Se trata de pensar en las necesidades
de las generaciones futuras y de obrar en consecuencia para proveerles unas
Filosofía y Ciudadanía 156
condiciones de vida dignas.
Serían estos derechos los siguientes: el derecho a la paz, el derecho de
los pueblos al desarrollo, el derecho al patrimonio común de la humanidad, y
el derecho a la calidad de vida y a un medio ambiente sano ecológicamente.
Estos derechos tienen contornos muy borrosos y no está claro cómo se pueden
materializar de alguna manera. Son meras declaraciones de intenciones.
Necesitan definirse empíricamente y no todo el mundo estará de acuerdo con
tales realizaciones empíricas. Sobre ellos parece que habrá controversia.
l) Recurso de amparo.
En la mayoría de los Estados democráticos la protección judicial de los
derechos humanos se lleva a cabo a través de los tribunales ordinarios y del
Tribunal Constitucional, un tribunal político y jurídico a la vez que nos ofrece
una serie de garantías específicas, como son: el recurso de amparo
Filosofía y Ciudadanía 158
constitucional, el control de la constitucionalidad de las leyes. Finalmente
tenemos que destacar la importancia de la actuación del defensor del pueblo.
Los tribunales ordinarios no se encargan de una materia específica, sino
que tienen competencias en materia civil, administrativa y penal. Son aquellos
tribunales a los que primero debe acudir una persona cuando considere que
alguno de sus derechos no ha sido respetado. La protección jurisdiccional de
los derechos humanos de la persona corre a cargo del poder judicial.
El Tribunal Constitucional ofrece la posibilidad de que se presente el
recurso de amparo. En líneas generales, el recurso de amparo constitucional
consiste en la posibilidad de recabar en materia de derechos fundamentales la
tutela del Tribunal Constitucional, cuando se ha agotado la vía de la
jurisdicción ordinaria.
En España puede presentar recurso de amparo cualquier persona, el
defensor del pueblo y el ministerio fiscal, siempre que se considere que
determinados actos legislativos, ejecutivos o judiciales, llevados a cabo por los
poderes públicos, funcionarios y, en general, agentes de las instituciones,
puedan significar una violación de los derechos fundamentales.
La ONU.
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que no tiene
fuerza obligatoria ni vinculante. Es una mera declaración de principios y de
buenas intenciones. El poder efectivo de la ONU, como hemos dicho antes, no
se nutre de fuentes distintas de las que manan de los Estados asociados.
El Consejo de Europa.
En 1949 se creó el Consejo de Europa. Gracias al Consejo de Europa se
creó la Convención Europea para la Protección de los Derechos del Hombre y
las Libertades Fundamentales.
Una Convención constituye un sistema de garantías más eficaz que el
ofrecido por una Declaración. Las Declaraciones son manifestaciones de
principios que no implican ninguna obligación jurídica para aquellos Estados
que las aceptan. Por el contrario, las Convenciones tienen mayor poder
vinculante, de manera que los gobiernos que las ratifican adquieren una serie
de compromisos, el primero de los cuales es introducir y garantizar en sus
respectivas legislaciones los derechos que allí se recogen.
Las Convenciones, además, incluyen mecanismos para garantizar su
cumplimiento. España ratificó la Convención Europea el 4 de octubre de
1979.
1. El concepto de ciudadanía.
El concepto de ciudadano, que ha evolucionado mucho a lo largo de la
historia, necesita ser revisado para adaptarse a los cambios que experimenta la
sociedad actual. Pero podemos afirmar que las características clásicas del
concepto de ciudadanía son:
- la pertenencia a una determinada comunidad política
- la participación en los asuntos públicos y
- el reconocimiento legal de determinados derechos y deberes.
1. El poder político.
Podemos definir el poder político o la soberanía como la capacidad de
imponer la obediencia. La convivencia pacífica de la sociedad política suele
implicar la existencia de una autoridad política que la garantice. La autoridad
y el poder son los elementos fundamentales de toda sociedad política y sin
ellos el orden social se destruiría en la anarquía de la desobediencia.
Autoridad es sinónima de poder. Es el poder que tiene alguien para
imponer la obediencia pero es un poder reconocido, legítimo, que se acepta de
buen grado.
Este poder político se ejerce dentro del Estado. Sólo podemos hablar de
política cuando hay Estado. Sólo hay poder político cuando hay Estado y sólo
hay Estado cuando hay poder político. El poder político es asimétrico. Unos
mandan y otros obedecen. El autogobierno de la sociedad política es utópico
por imposible. El fin del poder político es garantizar el bienestar del pueblo y
la paz pública.
2. La esencia de lo político.
Decía Aristóteles que el hombre era un zoon politikón, un animal
político, que alcanzaba su plenitud en la polis, en el Estado. El hombre es
evidentemente un animal social, como lo son también las hormigas y las
abejas. Puede haber perfectamente sociedades humanas sin Estado,
prepolíticas, naturales. Ocurre sin embargo, que las sociedades humanas
importantes, decisivas para entender el concepto del hombre y su historia son
las sociedades políticas. El hombre alcanza su plenitud en el Estado, la
libertad concreta a decir de Hegel. Lo político pues, sólo se da entre los
hombres.
Si tuviéramos que caracterizar la esencia de lo político, diríamos que lo
político tiene que ver con el Estado. Según Max Weber el carácter específico
del poder político consiste en tener el monopolio legítimo de la violencia
física. Según Carl Schmitt la esencia de lo político radica en la distinción entre
el amigo/ y el enemigo que realiza el Soberano a la hora de decidir establecer
el estado de excepción. Esta enemistad o amistad se entiende que es una
amistad o enemistad existencial, no particular, pública. El Soberano es quien
decide, quien manda en última instancia en el Estado. En toda constitución, en
todo Estado, siempre hay un Soberano que es quien en última instancia tiene
Filosofía y Ciudadanía 166
el poder decisor, el poder real. Por lo demás, lo político se caracteriza por
constituir un pluriverso de unidades políticas en estado de naturaleza y sin una
autoridad política por encima de ellas. Los Estados del mundo político están
de alguna manera en guerra entre sí y luchando por la hegemonía. Lo decisivo
para formar y pensar el concepto de Estado es su relación de alteridad con
otros Estados. Además, en el Estado siempre hay en su seno una diferencia
irreductible entre gobernantes y gobernados. Esto se produce en toda sociedad
política.
El Estado es un conjunto de instituciones que en un territorio y sobre
una población emplean el monopolio de la fuerza física legítima para resolver
el conflicto.
Según Julien Freund, la política es la dominación del hombre por el
hombre. Los presupuestos de lo político son tres: 1º el mando y la obediencia.
2º lo privado y lo público. 3º el amigo y el enemigo.
a) El mando y la obediencia.
El mando consiste en ordenar, dar órdenes a los individuos. Si bien
puede haber mando sin política, no puede haber política sin mando.
Formalmente, no hay política sino allí donde hay, por ejemplo, relación de
mando y obediencia, o bien allí donde existe un enemigo. Sean cuales fueren
las situaciones y circunstancias históricas, siempre que hay política hay la
presencia de un enemigo, así como la relación de mando y de obediencia.
Ya Platón fue uno de los primeros filósofos que pensó profundamente
sobre la correlación intrínseca entre mando y obediencia y la política, al
definir la política como una ciencia directiva o ciencia del mando.
El problema que siempre se ha planteado es el de justificar a la vez la
autoridad y la obediencia. El mando siempre está ahí en las constituciones y
aparece siempre en las situaciones extraordinarias.
La soberanía es la potencia absoluta y perpetua de una república. La
soberanía es un concepto extrajurídico, puramente político, que puede, a lo
sumo, tener un significado metajurídico, en el sentido de que cualquier
soberanía procura otorgarse una base jurídica con el propósito, muy
interesado, de fortalecer su poder.
En el momento en el que surgen las situaciones-límite o de excepción es
cuando la cuestión del mando y de la soberanía se plantea con mayor agudeza,
hasta el punto de que no es equivocado decir que las crisis propiamente
políticas son, ante todo, crisis de mando. La soberanía es inherente al ejercicio
del mando político.
Además, el mando político no puede prescindir de la razón de Estado.
El mando siempre es individual. Siempre manda uno. Es monocrático
esencialmente.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 167
En todos los casos el ejercicio del mando va acompañado por la
represión. La política es, inevitablemente, y siempre lo será, una dominación
del hombre por el hombre.
El mando tiene como propósito el de mantener la cohesión social, la
concordia y la paz en el interior de la sociedad política y proteger a los
ciudadanos de cualquier amenaza exterior.
La causa esencial del descrédito de las nociones de obediencia y mando
está en la ideología progresista pseudoética de la emancipación antiautoritaria
que se basa en la doctrina de la igualdad considerada como fuente de cualquier
progreso, mientras que la desigualdad sería el origen y la causa de todo mal.
La obediencia consiste en someterse en interés de una actividad común
determinada por la voluntad de otros para ejecutar sus órdenes. Cualquier
mando político busca la adhesión popular.
La obediencia no es total servilismo, sino respeto a una disciplina
necesaria, sin la cual no existiría la cohesión de la sociedad.
Un mando que chocase contra la hostilidad de la mayor parte de la
población no podría sobrevivir mucho tiempo.
La obediencia no exige ninguna ejemplaridad. Obedecer es algo muy
simple. Verdaderamente se precisan circunstancias excepcionales para que los
hombres se subleven contra el poder establecido.
No existe nunca obediencia total y absoluta. Tampoco existe
desobediencia total y absoluta.
En política hay siempre, por una parte, los que mandan, y por otra, los
que obedecen, pues de otro modo, la relación de mando y obediencia pierde
todo significado.
b) Lo privado y lo público.
Las funciones y los poderes del Estado no pueden ser una propiedad
privada.
Sólo hay libertad política en un sistema político que respeta la
distinción entre lo público y lo privado. El problema político exige un
equilibrio entre las libertades públicas y la racionalización del poder político.
3. El Estado.
La palabra “Estado” viene del latín “status”, condición, situación. A
partir del siglo XV se empieza a utilizar en italiano la palabra stato, lo stato
para designar a las sociedades políticas, a lo que anteriormente se llamaba
repúblicas. Maquiavelo habla precisamente de lo Stato-macchina, un aparato
impersonal que está situado por encima de la sociedad civil. Con la aparición
de la Idea moderna del Estado nace igualmente la palabra que le corresponde.
Así lo enseña de una manera evidente la frase con la que Maquiavelo
comienza “Il Principe”: “Tutti li stati, tutti e´domini che hanno avuto ed hanno
imperio sopra li uomini, sono stati e sono reppubliche o principati”. Puede
pues atribuirse con justicia a Maquiavelo el haber introducido en la literatura
científica la voz “Estado”.
El Estado según la teoría clásica es un ente constituido por tres factores
materiales. Son las condiciones básicas del Estado.
1) El gobierno. Es el conjunto de individuos o instituciones o de órganos
que rigen el Estado. El gobierno vincula y dirige coercitivamente las múltiples
voluntades sometidas.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 169
1. El Estado moderno.
En el siglo XIV, con las luchas entre los emperadores del Sacro Imperio
Romano Germánico y el Papado, comenzó a gestarse el Estado moderno. Este
Estado encontró su configuración definitiva en los Estados nacionales que se
constituyeron a lo largo de los siglos XV y XVI. El progreso económico, el
desarrollo de las ciudades y la aparición de la burguesía, debilitaron a la
nobleza e impulsaron el creciente poder de los reyes. En España esto ocurrió
con los Reyes Católicos (1469-1515), en Francia con Luis XI (1461-1483) y
en Inglaterra con Enrique VII (1485-1509).
El primero en utilizar el término Estado para referirse a esa
organización estable que, con sus cargos, oficios y burocracia, es el lugar
donde se realiza la actividad política, fue el filósofo italiano Nicolás
Maquiavelo.
b) El Estado liberal.
A lo largo del siglo XVIII los avances del capitalismo comercial
produjeron un gran desarrollo de la burguesía que pasó a ocupar los puestos
importantes en la administración del Estado. A ello hay que añadir las trabas
que suponían para la economía de los países la política de las monarquías, sus
cuantiosos gastos y su política de alianzas. Esta situación, junto con el auge
del individualismo racionalista y los ideales de los ilustrados, produjeron el
descrédito de las monarquías absolutas y promovieron el establecimiento de
Estados liberales.
El cambio se inició en Inglaterra, donde el absolutismo había estado
limitado por el derecho consuetudinario y por los derechos del Parlamento
desde la Edad Media. Contaba también esta nación con una vigorosa
burguesía comercial y una nobleza más ligada a la economía que la nobleza
del continente. Las pretensiones absolutistas de Carlos I condujeron a una
guerra civil y, tras la victoria de los parlamentarios dirigidos por Cromwell, a
la decapitación del monarca (1646) y al establecimiento de la república. En
1688 tuvo lugar la Gloriosa Revolución que provocó el cambio de dinastía y el
establecimiento de un Estado liberal. La Declaración de Derechos de 1689
sentó las bases del nuevo sistema político.
También supuso un fuerte impulso para el establecimiento de Estados liberales
la Revolución Americana que supuso el nacimiento de los Estados Unidos de
Norteamérica.
En el continente europeo, especialmente en Francia, donde la
monarquía absoluta estaba fuertemente arraigada, se intentaron solucionar los
graves problemas planteados mediante el Despotismo Ilustrado: “todo para el
pueblo, pero sin el pueblo”, pero su política de reformas no consiguió
solucionarlos y se produjo el estallido revolucionario de 1789. Con la
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 179
revolución, el poder soberano dejó de ser del rey y pasó a pertenecer a la
sociedad civil en su conjunto. Ésta quedó constituida como Estado mediante el
pacto social que se expresó en la Constitución, en la que también se estableció
el modo legítimo de ejercer el poder político. La labor revolucionaria se ocupó
también de la abolición del régimen feudal y sus privilegios, del
establecimiento de la igualdad jurídica de todos los ciudadanos y de la
creación de nuevas condiciones para el desarrollo de la actividad económica.
Estas conquistas fueron recogidas en la Proclamación de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789 y en la Constitución francesa de 1791.
d) El Estado socialista.
En el siglo XIX la revolución industrial produjo una transformación
muy profunda de la sociedad. Apareció un proletariado urbano, formado en
Filosofía y Ciudadanía 180
gran parte por campesinos que habían abandonado el campo atraídos por la
industria, y que vivían en unas condiciones intolerables. La situación resultaba
más grave por la desaparición de las instituciones que tutelaban a los
trabajadores en el Antiguo Régimen, como los gremios y las cofradías.
Para mejorar su situación, surgieron entre los obreros movimientos que
reivindicaban mejores condiciones laborales, sociales y salariales. Estos
movimientos se enfrentaron a una burguesía que estaba más interesada de
sacar provecho de la nueva situación económica que en defender las ideas
liberales, y que fue incapaz de dar respuesta a los problemas planteados.
También nació el pensamiento socialista que, frente a la defensa de la libertad
individual que hacía el liberalismo, defendía la igualdad material, la necesidad
de que existiesen unas condiciones económicas y sociales suficientes e iguales
para Todos los ciudadanos.
Para lograr tal igualdad, proponía que la propiedad de los medios de
producción, el control de la producción y la distribución de los bienes
económicos estuviera en manos de la colectividad y no de los individuos. La
función del Estado no sería ya la de garantizar la libertad individual, sino la de
crear las condiciones materiales para que todas las personas disfrutaran, en
condiciones de igualdad, de sus derechos económicos y sociales.
El socialismo, en una de sus versiones más realizada históricamente, la
versión marxista, pensaba, además, que el Estado, una vez que se hubiera
acabado con la propiedad privada de los medios de producción y éstos se
hubieran socializado, desaparecería, puesto que no había sido a lo largo de la
historia más que una institución al servicio de la clase dominante.
e) El Estado de bienestar.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, y como consecuencia de la
influencia del pensamiento socialista y de la lucha sindical, los Estados
liberales democráticos de derecho introdujeron en su quehacer una serie
creciente de servicios a la sociedad, dando origen a lo que se conoce con el
nombre de Estado de bienestar o Estado social y democrático de derecho.
En el Estado de bienestar, se asume como tarea propia del Estado la defensa
de los derechos sociales, económicos y culturales de todos los ciudadanos, los
llamados derechos de “segunda generación”, lo que le lleva a intervenir en el
orden económico y social para tratar de conseguir una igualdad real de
oportunidades, una situación de pleno empleo y un apoyo a los grupos sociales
más débiles y marginados. Los defensores del Estado de bienestar insisten en
que los derechos fundamentales no pueden quedar reducidos a derechos
meramente formales, sino que deben poder ser disfrutados realmente por todos
los ciudadanos. Para conseguir sus objetivos se valen, entre otros medios, de
una política fiscal y presupuestaria, un cierto control de la actividad
económica, y una participación directa en algunas actividades económicas.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 181
Nacen así la escuela pública gratuita, la asistencia médica universal y gratuita,
las pensiones de jubilación, el seguro de desempleo…, con lo que el concepto
de democracia se extiende más allá del ámbito político a otras esferas de la
vida social.
Como la satisfacción de esos derechos obliga a los Estados a un gasto
público elevado y, consecuentemente, a una política fiscal con un fuerte
carácter impositivo, en las últimas décadas del siglo XX se originan una serie
de críticas al Estado de bienestar, al que en sentido peyorativo se le denomina
Estado benefactor, en las que se le reprocha, entre otras cosas, el haber
aumentado innecesariamente la burocracia; el haber reducido la iniciativa
privada hasta el punto de convertir a los ciudadanos en sujetos pasivos que
esperan que les den los problemas solucionados; el haber gravado de
impuestos el capital de manera tal que le ha impedido crear riqueza, haciendo
que la sociedad sea cada vez más pobre. Sin embardo, hay que señalar que
muchos de los que critican tanto el estado de bienestar lo hacen en nombre de
una teoría del Estado mínimo de corte neoliberal y neocapitalista que tiende a
olvidar las enormes injusticias del modelo económico actual, presidido por la
globalización.
5. La democracia.
a) Introducción.
Vivimos en un Estado democrático pero no sabemos qué es la
democracia. Creemos que tal procedimiento, institución o conducta no son
democráticos o sí lo son. La democracia se ha convertido en un conjunto de
valores, en una forma de vida, en una ideología en suma. Debemos aprender a
deslindar el concepto de democracia de la ideología democrática que se ha
desarrollado en torno a tal concepto y que no deja ver qué es la democracia.
La democracia tiene un poder incontestable en la opinión pública y en la
ideología dominante. Conviene pues tener un concepto riguroso de
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 185
democracia y separar tal concepto de la ideología democrática.
“Democracia” viene etimológicamente del término griego
“demokratía”. Esta palabra compuesta se puede dividir en demos, pueblo y
kratía, poder, gobierno. Entonces, bien podríamos pensar que la democracia
es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo como dijo Lincoln.
Sin embargo, nada más alejado de la realidad. La democracia no es ni ha
podido ser nunca el gobierno del pueblo porque la esencia de la sociedad
política es su incapacidad para el autogobierno por la necesaria asimetría entre
gobernantes y gobernados. Por ello, podemos decir que la democracia es un
procedimiento técnico de generación de la clase política de una sociedad dada
mediante el sufragio universal y la regla de la mayoría.
b) La democracia antigua.
La democracia nació en Grecia hacia el siglo VI a.c. principalmente en
Atenas —donde la democracia alcanzó sus más altas cotas de eficacia política
y donde esta democracia se vio acompañada del desarrollo de las letras, las
ciencias y las artes que hoy llamamos espíritu griego o civilización helénica—
En el 510 a.c. Clístenes establece un sistema democrático pleno y sin
restricciones. Las reformas democráticas culminan hacia el 462 a.c. con las
reformas de Pericles y de Efialtes. Este sistema político durará hasta el 262
a.c. Todo lo que sabemos de la democracia antigua lo sabemos a través de su
ejemplo más sobresaliente, Atenas.
La democracia antigua era una democracia directa. Los ciudadanos se
representaban a sí mismos. La soberanía residía por partes iguales en el
conjunto del cuerpo cívico y cada cual estaba obligado a ejercitar esa
soberanía a través de la participación política en los asuntos públicos. Ser
ciudadano es ya una función. El que se abstenía de la política era el idiota, el
que iba a lo suyo, a lo particular. Los ciudadanos sin embargo, no
comprendían el total de la población. Había que contar junto a los ciudadanos
varones adultos a las mujeres y a los niños, sin derechos políticos. Hay que
añadir además a los extranjeros residentes o metecos y a los esclavos. La
democracia antigua es una democracia participativa. El Estado o polis lo
abarcaba todo. No existía la diferencia entre lo público y lo privado. En la
democracia antigua se produce la identidad entre el poder político y la
comunidad política expresada en la asamblea de ciudadanos. Había isonomía,
igualdad ante la ley, isocratía, igualdad en el poder e isegoría, igualdad en el
derecho de tomar la palabra. Por su parte, Aristóteles consideraba importante
para caracterizar la democracia la alternancia en el mando, el predominio del
sorteo sobre la elección para nombrar los cargos públicos y el que cada uno
puede vivir como quiera.
Los griegos no tenían el concepto de unos derechos subjetivos
inalienables que el Estado debe reconocer y proteger. El ciudadano estaba más
Filosofía y Ciudadanía 186
bien al servicio de la polis. El ciudadano se realizaba en su plenitud en la
participación política en las instituciones de la polis. El ciudadano debe
obedecer a la polis, someterse por completo a su autoridad. Sin la polis el
ciudadano no es nada. La democracia antigua presuponía un concepto de la
libertad bien diferente al moderno y contemporáneo. Libertad es obedecer a la
ley y no a ningún hombre. Sus bases sociales y económicas son también
reducidas. Es una democracia esclavista, puesto que la sociedad descansa
sobre la explotación del trabajo no libre, esclavo. Para Platón, la democracia
era un bazar de sistemas políticos, el gobierno de la demagogia, el gobierno de
la doxa, de la opinión. Aristóteles definía la democracia como un gobierno en
el que todos pueden ser súbditos y gobernantes sucesivamente así como una
forma de vida en la que cada uno podía vivir como quería. También la
identificaba con la libertad y con el gobierno de los pobres. Aquí para
Aristóteles la cuestión tenía que ver con el número. “Cuando los hombres
gobiernan en virtud de su riqueza, sean pocos o muchos, ahí hay oligarquía, y
donde los pobres gobiernan, ahí hay democracia”. De modo que la oligarquía
significaba un gobierno no simplemente de pocos, sino de pocos de los “ricos
y bien nacidos”; la democracia era el gobierno de los muchos pobres.
c) La democracia moderna.
La democracia moderna aparece con las revoluciones liberales o
burguesas en la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX.
Al principio aparece como concepto, como ideología democrática más que
como una institución política efectiva y real, puesto que los liberales no son
demócratas, son partidarios del parlamentarismo, pero no de la democracia.
No creen en el sufragio universal, base de la democracia moderna. Pero una
vez que se ha admitido que todos los hombres nacen libres y tienen los
mismos derechos humanos, así como que todos los ciudadanos tienen derecho
a la igualdad ante la ley, se habrá de admitir que todos los ciudadanos tienen
igual derecho a la participación política mediante el sufragio universal,
directo, igual y secreto y la regla de la mayoría. El movimiento democrático
obligará a la burguesía a partir de 1848 a ir concediendo el sufragio universal
y a transformar los regímenes liberales burgueses en democracias burguesas
caracterizadas por Lenin como la forma más perfecta de ejercer el dominio de
clase burgués sobre el proletariado sobre todo bajo la forma republicana. Es
una especie de monstruo o de centauro pues la democracia liberal
contemporánea, porque en ella conviven el principio liberal individualista,
garantista de las libertades privadas y políticas individuales y el principio
democrático de las decisiones populares mayoritarias, de los intereses sociales
y del pueblo.
La democracia moderna es una democracia indirecta y es una
democracia representativa. Es el sistema político de gobierno más universal
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 187
que existe hoy día en el siglo XXI. Podemos denominar a los Estados
democráticos contemporáneos como democracias burguesas, porque se fundan
en la propiedad privada, en el trabajo asalariado y en el individualismo liberal.
La igualdad democrática es una igualdad legal y como mucho, una igualdad
de oportunidades consistente en comenzar la competición iguales y terminar
siendo desiguales. Por lo demás, las democracias contemporáneas insisten en
los derechos y libertades individuales. Así, hoy día, hablar de democracia
significa hablar de derechos humanos y de libertades públicas y civiles, cosa
que la democracia antigua, directa, griega ignoraba de todo punto. La
democracia contemporánea insiste en la diferencia infranqueable entre Estado
y sociedad civil, entre la vida pública y la vida privada.
7. El individuo-persona.
Los Estados democráticos actuales son regímenes de libertad. Para los
antiguos libertad era participar así como no ser esclavo y que el Estado era
independiente. Para los griegos el hombre alcanzaba su plenitud en la política.
Filosofía y Ciudadanía 188
La política no era un aspecto de la vida.. Era la vida en su totalidad. El hombre
no político era el idiota, un ser incompleto. Era el ciudadano, el polites, el que
tenía que servir a la polis.
Para nosotros no es así. Sostenemos que es el Estado el que tiene que
estar al servicio del ciudadano. Dicho de modo breve, el mundo antiguo no
conocía al individuo-persona, sujeto de derechos y deberes. Para el mundo
antiguo, no había esfera privada de la persona individual como esfera moral y
jurídica “liberadora” y promotora de autonomía, de autorrealización.
Para los griegos no existía reconocida la libertad individual. En la polis
griega el individuo estaba indefenso y en poder de la colectividad. El
individuo no tenía derechos y no gozaba en ningún sentido de defensa
jurídica. Su libertad se resolvía totalmente en su participación en el poder y en
el ejercicio colectivo del poder.
9. La representación.
Afirmar que el pueblo es el titular de la soberanía es adoptar la idea
democrática. Sin embargo, tal soberanía es delegada, transferida a los
representantes, los cuales son los que la ejercen directamente en nombre del
pueblo. La representación es necesaria porque sólo así puede el pueblo
participar políticamente a través de las elecciones. Sobre la representación
podemos decir varios argumentos a su favor.
En Primer lugar, el pueblo no puede ejercer él la soberanía
directamente. El autogobierno de la sociedad política es utópico e imposible.
Siempre hay gobernantes y gobernados.
En Segundo lugar, el pueblo necesita que los profesionales y expertos
en la política realicen el trabajo político. El pueblo no puede ocuparse de los
asuntos políticos y administrativos en detalle. El pueblo elige a hombres que
por su sabiduría, su cultura o su experiencia puedan tratar los asuntos
políticos. El pueblo sólo elige a sus representantes. Éstos son capaces de
discutir los asuntos. La Nación sólo puede ejercer sus poderes por delegación.
Además, supuesto de la democracia representativa es que el pueblo no puede
equivocarse, que tiene capacidad política.
En Tercer lugar, el gobierno representativo, como veremos luego,
constituye un límite, un correctivo a la democracia. Esto impide que la nación
esté sometida a los arrebatos de la demagogia. La clase política democrática
no está sujeta a la demagogia y es más fría y sensata que el cuerpo electoral.
El mandato representativo busca dar a los representantes el derecho a
hablar en nombre de la nación. Se trata de tomar decisiones como si
procedieran de la nación, en nombre de la nación y en lugar de ella.
El mandato representativo es un mandato colectivo. Los representantes
lo son de la nación entera. Por ello no hay mandato imperativo. Al ser el único
titular de la soberanía, la nación es la única que puede delegar su ejercicio.
El representante es libre para adoptar las decisiones que estime
oportunas. El representante no tiene que dar cuentas a nadie de sus actos. Es
irresponsable. Si el elector no está de acuerdo con él, muy libre es de no
volverlo a votar.
El representante no recibe ningún mandato imperativo. El elegido
decide con absoluta independencia de la voluntad de sus electores.
Filosofía y Ciudadanía 190
Sin embargo, en los últimos años, los ciudadanos de las democracias
votan a un partido, votan a un programa, más que votar a un hombre. Por ello,
los partidos políticos establecen una rígida disciplina de voto para sus
diputados. Esto es restaurar el mandato imperativo. Por lo demás, los electores
se van haciendo más inteligentes cada vez. Conocen el funcionamiento del
sistema electoral y no tienen inconveniente en votar a uno o a otro partido
según sus intereses. La volatilidad del voto va conectada con la mayor
madurez del electorado.
11. La tolerancia.
En una democracia liberal el pluralismo político es necesario para que
se pueda escoger entre diversas opciones políticas. En cierta forma toda
ideología tiene que estar tolerada dentro del Estado democrático para que
tenga lugar el pluralismo político e ideológico. La tolerancia será pues un
valor fundamental dentro de la democracia: tolerancia religiosa, moral,
política, etc. La sociedad democrática es una sociedad en la que como dice
Aristóteles cada cual puede vivir según su gusto y conveniencia, como quiera.
Sin embargo, algunas veces resulta que no todo es tolerable y que la
tolerancia excesiva puede llevar al Estado a la destrucción. Esto no es nunca
deseable y se imponen entonces límites a la tolerancia en el Estado
democrático.
Uno de los límites de la tolerancia es la moral pública. Otro límite es el
orden público. Otro límite es la eutaxia política, la sobrevivencia del régimen
democrático. Otro límite es la sobrevivencia del propio Estado, de la Nación.
La democracia no tiene por qué tolerar que la gente hable de cualquier cosa y
como quiera. La tolerancia es una virtud aristocrática y no democrática.
Filosofía y Ciudadanía 192
Además, la democracia, como la dictadura, tiene sus arcana imperii, sus
secretos de Estado, que no conviene que sean sabidos de todos por los riesgos
políticos que corre el Estado, por el peligro que supone su conocimiento para
la eutaxia del Estado.
Un problema político importante y decisivo es el del lugar que
corresponde en un Estado democrático a los enemigos del Estado, a los
enemigos de la libertad, a los enemigos de la democracia, a los enemigos de la
Nación. ¿Pueden ser tolerados tales enemigos en un Estado democrático? No
digo ya en un Estado no democrático, donde tal problema no se plantea en
absoluto. Esta cuestión de la tolerancia política fue ya claramente planteada
durante la Revolución Francesa por Saint-Just. Es la cuestión de si la
democracia liberal debe amparar, con la garantía de los derechos y libertades a
los que tienen por objetivo político fundamental la liquidación de esos
derechos y libertades.
Sin embargo, la tolerancia no es una virtud que haya que practicar
solamente con los que coinciden con uno mismo porque entonces la tolerancia
desaparece y el pluralismo no puede quedar reducido a cuestiones
intrascendentes porque el pluralismo entonces desaparecería. Es que ocurre
que precisamente la tolerancia lo es del contrario. Aquí se plantea una
contradicción: Por un lado, la democracia liberal si es democracia liberal de
verdad, debe ser tolerante, por otro lado, no debe serlo con los enemigos de la
libertad si quiere sobrevivir. He aquí una de las contradicciones o dilemas de
la democracia.
Nosotros pensamos que una democracia no puede tolerar que se discuta
en su propio parlamento, no ya la idea de democracia en general (idea que se
discute en la doctrina), sino la idea de una democracia ya constituida, la
española. La libertad inherente a una democracia implica poder escribir libros
contra la democracia, pero no defender la secesión en forma pública
organizada. La democracia podrá a lo sumo tolerar que las ideas separatistas
se publiquen, a título particular, en libros o en artículos “científicos” o de
opinión, o en discursos de quien, al hablar, sólo se representa a sí mismo; pero
es ridículo permitir que a estas especulaciones se les dé beligerancia en el
mismo Parlamento contra cuya existencia están atentando.
a) El parlamentarismo.
- Los partidos son partidos de notables, de cuadros. No hay mandato
imperativo para el representante. Es libre de votar como crea conveniente. Se
vota a individuos, a personas.
- La libertad de prensa garantiza la libertad de la opinión pública.
- Juicio mediante la discusión racional publica en el Parlamento.
b) El Estado de Partidos.
El sufragio universal determina el surgimiento de los partidos de masas.
Ahora se comienza a votar al Partido. El burócrata del partido es el que manda
en el partido. Aparece el fenómeno de la estabilidad electoral. Los electores
cambian poco de partido. Las divisiones electorales reflejan divisiones de
clase. El parlamento representa la estructura social. Se vota a los partidos por
razones ideológicas, de pertenencia social y por razones de tradición familiar.
El partido importa más que el programa del partido.
El diputado no es libre. Tiene que respetar la disciplina del partido. Es
el partido quien asume el mandato representativo.
En el Estado de partidos la opinión pública la organizan los partidos. La
opinión pública sigue líneas de división partidistas. Los ciudadanos corrientes
no pueden hablar al margen de los partidos. La libertad de la opinión pública
adopta la forma de libertad de oposición.
El parlamento ya no es cámara de discusión, sino de manifestación. Se
manifiestan acuerdos o decisiones adoptadas fuera del parlamento por los jefes
de los partidos. El parlamento da forma ceremonial a tales acuerdos. En la
parlamento no se discute nada. La discusión es meramente ficticia, teatral,
ritual. Los diputados contrarios no cambian de opinión. Son inmunes a todo
razonamiento y a toda argumentación. Nadie va a convencer a nadie.
c) La democracia de audiencia.
En esta tercera fase se produce un aumento de la volatilidad del voto. Se
produce así una variación notable de los resultados electorales de unas
elecciones a otras.
Además las variaciones electorales dependen de la personalidad de los
candidatos. Ahora los votantes votan cada vez más a la persona en vez de al
partido o al programa. Donde se hace más perceptible la personalización
electoral es a nivel nacional, en la relación entre el ejecutivo y los electores.
En los Estados democráticos hay una tendencia a la personalización del poder
político.
Esto tiene lugar por dos causas: 1. La TV. Gracias a la TV los
ciudadanos pueden conocer a los candidatos. Los expertos en medios de
comunicación sustituyen a los burócratas del partido.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 197
2. La personalización es una respuesta a las necesidades del gobierno. No
se pueden hacer promesas electorales concretas porque luego hay que tener las
manos libres para hacer lo que haga falta. Los políticos necesitan una dosis
mayor de discrecionalidad. Por lo tanto en la campaña se insiste más en las
cualidades personales del candidato que en la ideología o en el programa.
El comportamiento electoral de los votantes varía dependiendo de las
elecciones de las que se trate. Depende de lo que los electores perciban qué
está en juego. Todo esto tiene mucho que ver con la TV.
Los medios de comunicación son neutrales, no partidistas. Las
encuestas de opinión reflejan a la opinión pública.
En el parlamento no se discute públicamente. Reina la disciplina de
voto como ocurría en el Estado de partidos. Sin embargo ahora ocurre que los
representantes se reúnen con corporaciones, asociaciones, grupos de interés y
de presión y consultan lo que hay que hacer. Las posiciones no están
rígidamente fijadas. Hay discusiones deliberativas
Se forma una nueva elite política caracterizada por su posición social,
modo de vida y educación y diferente del grueso de la población, de los
ciudadanos.
Filosofía y Ciudadanía 198
2. El problema de la guerra.
La guerra, sea cual sea su denominación, sus dimensiones reales y su
significado, ha sido tema de debate desde el comienzo de la actividad
filosófica en Atenas, hace más de dos mil años. Sin embargo, la inmensa
capacidad destructiva de los ejércitos actuales, el uso del armamento atómico
por parte de los países más poderosos, y el acceso a dicho armamento por
parte de los países menos poderosos, ha hecho que el problema adquiera en la
actualidad una dimensión más dramática. Sobre todo si se tiene en cuenta que,
en los últimos años, se ha complicado más el asunto con la aparición del
terrorismo internacional de signo islamista que amenaza la paz en muchos
países del mundo.
De ahí las preguntas inevitables: ¿Es legítimo el uso de la fuerza por
parte del Estado como medio para conseguir la paz en su propio país o fuera
de él? ¿Es legítimo el derecho de injerencia para hacer respetar los derechos
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 199
humanos?
5. Concepto de guerra.
Clausewitz es el mayor pensador de la guerra. Clausewitz decía que la
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 201
guerra es la prosecución de la política por otros medios y además un acto de
violencia destinado a obligar al adversario a hacer nuestra voluntad. Esta
aplicación de la fuerza no acepta ningún límite lógico.
La guerra en cuanto acto político, supone una pluralidad de voluntades
enfrentadas, encontradas, esto es, de sociedades políticas. La política
presupone la distinción entre amigo y enemigo. El soberano debe saber
distinguir entre el amigo y el enemigo. El mundo político es un pluriverso
político. En esta lucha cada Estado quiere vencer al otro. La guerra es así la
violencia, es decir, la violencia física (ya que no existe violencia moral fuera
de los conceptos de Estado y de Ley), es por lo tanto el medio y el fin es
imponer nuestra voluntad.
La guerra no tiene sentido si hay suicidio de los beligerantes. La guerra
es además el desenlace lógico de las relaciones internacionales. La conducta
estratégico-diplomática de los Estados gira en torno a la posibilidad del
conflicto armado. Por lo demás, toda guerra tiende a hacerse sucia. Los
beligerantes en la guerra quieren ganarla y si para ello hay que vulnerar las
convenciones internacionales o las leyes sobre la guerra, entonces se hará real
tal infracción. Además, en toda guerra hay daños humanos y materiales
colaterales como consecuencia de la propia guerra que no se buscaba producir
pero que es inevitable que se produzcan.
En contra de los pacifistas de buen corazón, Clausewitz declara que
“como es natural, las gentes de buen corazón piensan que hay algún medio
ingenioso de desarmar o derrotar al enemigo sin excesivo derramamiento de
sangre, y quizás imaginen que ésta es la verdadera finalidad del arte de la
guerra”. Entonces el humanitarismo progresista sólo multiplica las bajas, las
propias como las adversas. “La guerra es un asunto tan peligroso que los
errores debidos a la benevolencia son los peores de todos”. Así, pues,
“introducir el principio de moderación en la guerra siempre conduce al
absurdo lógico.” Según Clausewitz, contraponer paz y guerra como estados
excluyentes es un error. Más bien ocurre que la paz es un acto de guerra.
La sociedad política está condicionada y codeterminada por las demás
sociedades políticas que la envuelven. En particular, su proyecto pacifista está
desmentido constantemente por la efectividad de su poder militar, como se
hace explícito en el refran “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Por su
parte dice Platón que “lo que la mayoría de las gentes llaman paz no es más
que un nombre, y en realidad, hay por naturaleza una guerra perpetua y no
declarada de cada ciudad con todas las demás.”
Por lo demás, la guerra es una característica propia de la civilización.
6. Concepto de paz.
La paz es la suspensión más o menos duradera de las modalidades
violentas de la rivalidad entre unidades políticas. La paz depende de la fuerza
Filosofía y Ciudadanía 202
de los diversos Estados. Según las relaciones de fuerza entre los Estados
distinguimos tres tipos de paz:
1. Paz de equilibrio.
2. Paz de hegemonía.
3. Paz de Imperio.
1. Paz de equilibrio. Las fuerzas de las unidades políticas estatales se
encuentran en equilibrio.
2. Paz de hegemonía. Las fuerzas de las unidades políticas estatales están
dominadas por las de una de entre ellas.
3. Paz de imperio o imperial. Las fuerzas de las unidades políticas
estatales se ven sobrepasadas por las de una de ellas, hasta el punto de que
todas las unidades, salvo una, pierden su autonomía y tienden a desaparecer
como centros de decisiones políticas. El Estado imperial se reserva,
finalmente, el monopolio de la violencia política.
El progreso de las técnicas de producción y de destrucción masivas
introduce desde 1945 un tipo diferente de paz típico de la guerra fría (1945-
1991). Es la paz por el terror. La paz por el terror es la que reina o reinaría
entre unidades políticas, cada una de las cuales tiene o tendría la capacidad de
ocasionarle al otro daños mortales. Es la capacidad de destrucción mutua
asegurada.
La paz de equilibrio, la paz de hegemonía y la paz imperial son paces
dependientes del poder de los Estados. Ahora bien, la paz por el terror
derivada de la existencia de armas nucleares sería una paz por impotencia.
Entre la paz por el poder (equilibrio, hegemónica e imperial) y la paz por
impotencia (terror) existe un tercer término, la paz por satisfacción.
En el fondo, la paz es la victoria. La paz la imponen los vencedores. La paz es
lo que se busca durante la guerra. En la guerra todos los beligerantes quieren
la paz, pero quieren una paz que les convenga, de acuerdo con sus intereses.
b) La democracia electrónica.
El contexto de la comunicación social está cambiando a gran velocidad.
A partir del último tercio del siglo XX, la aparición de las tecnologías de la
información está modificando no solo los procesos productivos en la
economía, sino también la capacidad de los ciudadanos para acceder a una
información que hasta ahora sólo era accesible a los medios. Asimismo, las
nuevas tecnologías han ampliado la forma de entender la comunicación, ahora
cualquiera puede ser emisor y receptor, de esta forma el poder y la influencia
de los medios tradicionales disminuye. La expansión de las tecnologías de la
información electrónica han llegado a desbordar la llamada “democracia
mediática” a favor de la democracia electrónica, llamada también democracia
digital o ciberdemocracia.
Felipe Giménez Pérez – José Manuel Rodríguez Pardo 211
2. La ciudadanía global.
La globalización es la mundialización de la economía y la
intensificación de las interconexiones de las diversas partes del mundo.
La idea de una aldea global que incluye a todo el planeta es ya una
realidad por las telecomunicaciones, por la rapidez de los viajes y de los
mensajes, por la contracción del espacio terrestre convertido en una autopista
aérea en la que se transporta todo, personas, bienes, ideas y valores, de un
lugar a otro del mundo, y a gran velocidad. El fenómeno de la globalización
en todas sus formas y manifestaciones afecta cada vez más al modo de vivir,
de comunicarse y de pensar del hombre actual.
La globalización no significa, como algunos autores pretenden, que lo
local y lo nacional desaparezcan de inmediato en favor de lo “global”: los
vínculos tradicionales con el territorio, con el Estado nacional, y con la lengua
van a seguir existiendo posiblemente durante mucho tiempo. Supone la
creación de un nuevo espacio social en el que los ciudadanos de todo el
mundo se convierten en consumidores y usuarios de una teleeconomía, una
telepolítica y una telecultura globales.
Y la creación de este nuevo espacio social ha hecho patente con toda
crudeza la realidad de la injusticia estructural en la que se halla el mundo
actual. La nueva economía y el nuevo orden internacional que han traído las
nuevas tecnologías no han significado hasta ahora mayor igualdad y mayor
justicia en las relaciones económicas y políticas entre las naciones. Peor aún,
las diferencias crecientes entre los países más desarrollados y los
subdesarrollados indican que la sociedad globalizada está en manos de las
grandes empresas trasnacionales, radicadas en los países más ricos del mundo.
3. Concepto de globalización.
a) Mundialización y globalización.
Mundialización y globalización son dos términos de máxima actualidad
que en nuestros días están en boca de todos, tanto los favorables a la
globalización como los que acuden a las ciudades de Seattle, Davos,
Gotemburgo o Génova a las manifestaciones "anti-globalización".
Globalización y mundialización no son, pese a la opinión general, dos
conceptos idénticos que puedan sustituirse el uno por el otro. Ni siquiera
pueden distinguirse por su aplicación a distintos campos: la mundialización a
procesos de totalización social relacionados con los descubrimientos
geográficos modernos, y la globalización ligada a los procesos de totalización
vinculados a las nuevas tecnologías, como el teléfono, automóvil, el avión, la
televisión o internet. Tampoco podría decirse que la globalización se restringe
a las cuestiones económicas, a la extensión planetaria del modo de producción
capitalista, mientras que la mundialización se asocia a categorías políticas,
religiosas o tecnológicas. La globalización la entenderemos como una
Filosofía y Ciudadanía 212
operación o conjunto de operaciones, realizadas por un sujeto operatorio o por
un grupo cooperativo de sujetos que da lugar a una totalización cuyo resultado
es la construcción de un "globo", una esfera localizada. No es un concepto
unívoco, pues es compatible con una pluralidad de globos, de globalizaciones,
no siempre homogéneas ni armónicas entre sí. La globalización de las
religiones, por ejemplo, tales como el cristianismo o el islamismo, no son
pacíficas sino muchas veces polémicas, provocando choques. Lo mismo
cabría decir de la globalización en el sentido que la entienden en Estados
Unidos y Europa frente a la globalización "atrayente" de China en la
actualidad.
De hecho, la primera globalización efectiva habría tenido lugar en el
siglo XVI, cuando Juan Sebastián Elcano dio la vuelta al mundo. Una
globalización desarrollada no sólo en un terreno económico, sino también
político, cultural y religioso.
Por el contrario, la Idea de Mundo, tiene una estructura muy diferente.
Ante todo, el Mundo no es un todo, sino una pluralidad que propiamente, no
tiene contorno ni, por tanto, entorno. Y es uno solo, salvo bajo la condición de
que esos mundos no queden "englobados" en los demás, porque entonces se
reducirían a un único Mundo. El Universo Mundo de los clásicos es el mejor
ejemplo de esta idea de Mundo.
ÍNDICE
TEMA 7. LA METAFÍSICA 92