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Parroquia Santa Rita de Casia

Centro de Estudio Teológico para Laicos - CETAL


Introducción a la Filosofía

Unidad I: Quehacer y Fundamentos de la Filosofía


Tema 3: Concepto de filosofía

Objetivo: Indicar y analizar los diferentes elementos que componen el término


“Filosofía” y su contexto histórico.

Contenido:
1. Problema
2. Etimología de la Filosofía
3. Origen de la Filosofía
4. Objeto de la Filosofía
5. Función de la Filosofía
6. Características de la Filosofía
7. Las Preguntas Radicales
8. Filosofar
9. Campo de Acción
10. Problemas de la Filosofía
11. Elementos de la Filosofía
12. Hacer Filosofía

1. Problema

¿Qué es la filosofía? ¿Qué función cumple, o ha cumplido, o puede cumplir aún, o


ya no puede cumplir de ningún modo? ¿Es un discurso nostálgico que añora un pasado
glorioso y presenta un futuro desgraciado? ¿Un discurso arrogante que encubre su
vaciedad con un uso hábil de la retórica y de la gesticulación? ¿O es una actividad
modesta, analítica, que investiga la estructura de las ciencias?
2. Etimología de la Filosofía

Filosofía (del griego, “phylosophía”, amor al saber, derivado de “phylo” amar y


“sophia", saber, sabiduría) Etimológicamente, en una traducción excesivamente
convencional, «amor a la sabiduría», donde la palabra sophía, en lugar de ser traducida
como «sabiduría», término con connotaciones grandilocuentes, debe traducirse como
«saber teórico», o, en palabras de Aristóteles, como «entendimiento y ciencia»; de igual
manera, philos, el «amigo» o el «amante» de este saber intelectual puede entenderse,
a la manera de Platón, como aplicado a aquel que desea o está ávido de saber.
La Filosofía, tanto por su nombre como por su contenido y problemas, es una
investigación de los griegos.
¿En qué consistirá este amor especial que se llama, desde tiempo de los griegos,
amor por la sabiduría?
Conviene dejar bien claro, para siempre, que la filosofía no es simple conocimiento;
no es únicamente sabiduría, sino además amor; formando amor y sabiduría un todo
especial, una unidad extraña, difícil de explicar, pues, como vamos a ver, a lo largo de

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los siglos ha habido muchos y grandes filósofos, o amantes de la sabiduría un aspecto
especial, predilecto.
Es bien sabido que el mismo término de “amor a la sabiduría dura poco tiempo en
la historia de la filosofía. Debemos entender esta acepción primaria, como una
“aspiración al saber”; en consecuencia “filósofo” era quien se dedicaba a la búsqueda
del saber quién sabiéndose ignorante, aspiraba al saber total. Sin embargo,
inmediatamente después pasa a tener otro significado: ya no es la búsqueda de la
sabiduría, sino “la sabiduría misma” Pero, ¿a qué clase de saber se refiere el saber
filosófico? ¿Al saber que está en cada uno de nosotros sin haberlo buscado y que se
manifiesta como “mera opinión” o al saber racional que sólo viene a nosotros cuando lo
buscamos?
Con esta distinción entre el saber que logramos en forma espontánea (opinión) y el
saber buscado intencionalmente (racional), se abre la primera gran brecha en el saber
filosófico y es Platón quien inicia esta dualidad con su filosofía. Platón, llama “doxa” a la
opinión para diferenciarlo del saber racional o intencional, al que llama “episteme”. Como
vemos, la filosofía no significa ahora “amor a la sabiduría” ni significa “el saber en
general”. Como vemos, es ahora ese saber especial que adquirimos “racionalmente”,
siguiendo un método que él llama “dialéctica”.
Según García Morentes, “La dialéctica consiste en suponer que lo que queremos
averiguar es tal cosa u otra cosa”, es anticipar el saber que buscamos y en una discusión
con uno mismo (autodiscusión) depurarlo de todo error.
La dialéctica es una especie de diálogo con uno mismo para llegar al “episteme”.
Cuando llegamos a un conocimiento que resiste todas las discusiones dialogadas o
dialécticas, entonces hemos alcanzado el saber filosófico, la sabiduría auténtica, hemos
llegado al “episteme”.
Con Platón la filosofía adquiere definitivamente el sentido de saber racional, de
saber reflexivo, saber adquirido mediante el método dialéctico.
Este mismo sentido va a tener la palabra filosofía para Aristóteles, sólo que con él,
crece considerablemente el total de conocimientos adquiridos reflexivamente: El hombre
conoce las cosas después de haberlas estudiado e investigado, en consecuencia no
sólo conocerá las cosas sino también los resultados de los conocimientos de esas
cosas. A todo este conjunto de conocimiento humano es lo que designa Aristóteles por
filosofía.
Para la época aristotélica, se distingue en la filosofía tres partes:
La Lógica, que estudiaba los medios para adquirir conocimiento, los medios para
conocer el pensamiento humano.
La física, que abarcaba todo el saber acerca de las cosas, fueran éstas lo que fueren
(incluyendo el alma).
La Ética, que reunía todos los conocimientos sobre las actividades del hombre: lo
que el hombre es y lo que el hombre produce y que no forma parte de la física, por
ejemplo, el hombre hace la guerra, el Estado, la familia, es músico, pintor…
A principios de la edad Media, sigue manteniéndose invariable el sentido de la
palabra filosofía, pero comenzamos a observar que todos los conocimientos y
pensamientos acerca de Dios, comienzan a separarse de la filosofía hasta aglutinarse
en una disciplina aparte. Sucede entonces que durante la Edad Media el saber humano
se dividió en dos grandes sectores:
a) La teología. Que aglutinaba todos los conocimientos humanos acerca de Dios.

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b) La filosofía que comprendía todo el saber humano “acerca de las cosas de la
naturaleza”, concepto que perduró hasta el siglo XVII, cuando Isaac Newton exponía su
ley de gravitación universal.
Y es justamente a partir del siglo XVII cuando ese gran mundo de la filosofía
comienza a desgajarse. Comienzan a salirse del seno de la filosofía, las ciencias
particulares que han constituido su objeto propio, tienen sus propios métodos, sus
seguidores se han especializado y han alcanzado sus propios progresos.
De tal suerte que para el siglo XVIII, no queda un ser humano capaz de almacenar
en su cerebro la gran cantidad de conocimientos por la humanidad. Imposible que la
filosofía ahora designe la totalidad del saber.
¿Y qué queda entonces? Si a todo el saber humano se le quitan las matemáticas,
la física, la química, la biología, astronomía, la sociología y la psicología lo que queda
es la filosofía. Apartadas todas estas parcelas que hacen sus estudios individualmente,
diremos ahora que “la filosofía será el estudio de todo aquello que es objeto de
conocimiento universal y totalitario”.
Concepto de Filosofía: Es una búsqueda constante de aquello que es el fundamento
y la razón de la realidad, así como de la estructura más íntima y del orden del ser en su
totalidad, del lugar que el hombre ocupa en él, y de la función que está llamado a
desarrollar.
3. Origen de la Filosofía
Históricamente, la invención -hecha por los griegos de las colonias jonias de Asia
Menor, hacia el s. VI a.C.,- surge ante la necesidad de hacer frente con la reflexión
racional a los problemas que les presentaba la naturaleza. La invención consistió -es la
tesis de Karl R. Popper- en un cambio de actitud ante las afirmaciones tradicionales
acerca del mundo y el lugar que ocupa el hombre en el mundo, sobre todo acerca de
los orígenes de ambos, debido a profundas transformaciones sociales. De una actitud
tradicional, conservadora y acrítica, basada en el mito, se pasa a una actitud nueva,
innovadora y crítica, que se expresa mediante teorías sobre el mundo, al comienzo
rudimentario. Esta actitud llega a convertirse en la tradición de criticar teorías, de modo
que la filosofía, primero, y luego la ciencia, que irá naciendo de aquélla, no son más que
la actitud crítica del hombre ante las cosas -la naturaleza, el universo y él mismo-, tal
como se ha desarrollado a lo largo de la historia.
4. Objeto de la Filosofía

El objeto de la filosofía es la búsqueda, y no la posesión, de la verdad última de las


cosas.

5. Función de la Filosofía

Descartes establece la nueva función de la filosofía: asegurar la certeza del


conocimiento humano; la misión de la filosofía es poner en claro en qué fundamenta el
sujeto humano su confianza en saber. Racionalismo y empirismo son dos maneras de
responder a lo mismo: la certeza la da la razón o la experiencia. Hay acuerdo en admitir
la existencia de un conocimiento objetivo y común; el desacuerdo está en el método de
conseguirlo y en la medida en que es posible conseguirlo.
Kant invierte sustancialmente la perspectiva y la actitud crítica se dirige al mismo
sujeto que la ejerce; se investiga su capacidad estructural de conocer y, como resultado
del «giro copernicano», establece que el conocimiento es, de algún modo, constituido
por el mismo sujeto humano -por la naturaleza humana-, no sólo en sus límites sino
también en su mismo contenido, y este conocimiento es universal y el mismo para todos
porque la naturaleza humana es la misma en todos. En la historia posterior a Kant, la

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creencia en una naturaleza humana y en un solo tipo de racionalidad ha sido puesta en
cuestión. Además de naturaleza, hay historia y evolución y, además de razón, valores,
estructuras económicas, inconsciente y vida. No puede darse ya por supuesto que existe
una cosa tal como racionalidad y naturaleza humana, igual como no hay una cosa
objetiva que pueda llamarse «verdad»; más bien hay que preguntarse por cuáles son
las condiciones que hacen posible que haya racionalidad, naturaleza y verdad.
El desarrollo de las mismas ciencias empíricas durante los dos últimos siglos, y
sobre todo el de su metodología, ha llevado a la conclusión de que la investigación
científica no apunta simplemente a la verdad y a la certeza. El valor de la ciencia es
incuestionable y sus procedimientos son modelos de racionalidad, pero lo son
precisamente porque cree que debe cuestionarse a sí misma constantemente. La
filosofía posee la misma estructura que el semáforo. Es vista como un semáforo del
saber que daría «paso libre» o «luz verde» a ciertos discursos; prepara el despegue de
ciertos discursos al compartimiento salvífico del saber (amarillo anterior al verde; detiene
la marcha de ciertos «pseudosaberes», preparándoles el ingreso en el compartimiento
del no-saber (amarillo anterior al rojo); y finalmente detiene con luz roja los discursos
decididamente «no marcados». La filosofía, semáforo del saber, permite la circulación
de éste y detiene a todo candidato que no presenta como credencial la marca estipulada
de la sabiduría.
6. Características de la Filosofía

Partiendo de la reflexión del hombre común, podemos llegar a conocer los


elementos característicos de la filosofía.
El hombre ordinario tiene:
→ Conocimiento de un mundo material exterior, donde se encuentra.
→ Conocimiento de un determinado número de hombres –sus semejantes- con los
que vive en sociedad. Los recuerda en el pasado y prevé lo que pueden ser en el futuro
→ Conciencia de sí mismo, de sus ideas, tendencias y sentimientos.
La naturaleza cambia, lo mismo que el hombre. Pero estas transformaciones
ofrecen cierta regularidad, lo cual permite que los acontecimientos no nos tomen
desprevenidos.
Una atención cada vez más aplicada enriquece la experiencia al advertir, en cada
detalle, el orden que preside la evolución de los fenómenos y de los acontecimientos. El
espíritu de observación constituye la condición primera de la actividad del homo faber.
El hombre es curioso por naturaleza; experimenta la necesidad de saber. Conocer,
sin más, le proporciona una satisfacción, un placer natural.
Pero no se limita a consignar los hechos, sino que pide una explicación de ellos.
Posee el don de admirarse ante lo imprevisto.
El más insignificante suceso puede convertírsele en problema. Y piensa que debe
existir una razón explicativa de todo ser, de todo acto, de toda situación, e igualmente
del conjunto del universo.
El hombre siente ansias de verdad. El examinar concienzudamente y el juzgar con
imparcialidad son cosas que están a su alcance. El homo sapiens sabe dar pruebas con
espíritu crítico
El conjunto de los datos empíricos y su explicación ilustran al hombre sobre el valor
de los seres y de sí mismo. Tal conocimiento debe proporcionar una regla de vida.
Desde el momento en que el hombre se sabe libre le es necesaria una sabiduría,
un saber supremo que le guíe de manera absoluta en la apreciación de los valores y en

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la determinación de su conducta, a fin de que pueda caminar como es debido, cumplir
su deber y alcanzar su fin.
En esta materia sobre todo, el individuo, exactamente igual que la sociedad,
reconoce su impotencia, y se considera feliz al encontrar en la religión positiva una
ayuda eficaz. La fe religiosa soluciona los problemas esenciales, y el hombre,
naturalmente religioso, se siente impulsado a adherirse a ella.
¿Qué implica el saber humano? Por una parte, los hechos y su orden visible; por
otra, las explicaciones acerca de la razón de ser de las cosas y de los hombres.
7. Las Preguntas Radicales

La filosofía se hace las preguntas radicales, aquellas que necesitamos responder


para estar en claro, para saber a qué atenernos, para orientarnos sobre el sentido del
mundo y de nuestra vida, para saber quiénes somos y qué tenemos que hacer y qué
podemos esperar, qué será de nosotros. Entre muchas certezas y conocimientos,
necesitamos una certidumbre radical, tenemos que buscarla, si queremos vivir como
hombres lúcidamente, y no a ciegas o como sonámbulos.
Las ciencias son diferentes. Un problema científico que no tiene solución no es un
problema. En filosofía, no. En primer lugar, porque no se sabe si acaso pueda tener
solución con otro método, planteado de otra manera mejor; en segundo lugar, porque la
filosofía no necesita tener éxito: tiene que enfrentarse con sus problemas, no puede
contenerse con eliminarlos. Es la condición de la vida humana; el hombre no necesita
tener éxito, le basta con intentar hacer, lo mejor posible, lo que debe hacer. La filosofía
no puede renunciar a sus problemas fundamentales, porque entonces renuncia a sí
misma, deja de ser filosofía (es lo que le pasa a gran parte de lo que hoy se llama
filosofía).
8. Filosofar

El que lee filosóficamente a un filósofo, o lo escucha, repiensa su filosofía, se la


apropia, la hace suya. Repite dentro de sí mismo el movimiento mental que llevó al
filósofo a preguntarse algunas cosas, que lo condujo con un método riguroso de
evidencia en evidencia, a ciertas visiones: soluciones o un nuevo planteamiento más
adecuado del problema.
El filósofo es un hombre audaz, que se atreve a enfrentarse con la realidad,
interrogarla, levantar el velo que la cubre y tratar de ponerla de manifiesto, hacerla
patente. Por eso, la tentación del filósofo es soberbia. Pero si es verdadero filósofo,
tendrá que llegar a una profunda humildad: primero, porque tendrá conciencia de que la
realidad es problemática, que ninguna verdad la agota que cuando dice "A es B", no
quiere decir "A es B y nada más", sino que su propia visión se podrá y deberá integrar
con otras, que no se excluyen forzosamente; segundo, porque lo que hace no es dictar
a la realidad cómo es o debe ser, sino al contrario. Ver cómo es, reconocer que es así,
aceptarlo. La filosofía requiere el valor de enfrentarse con la realidad –toda realidad, sin
amputaciones ni exclusiones, en todo su problematismo-, pero significa la aceptación
de la realidad, el sometimiento a una verdad que el filósofo no produce ni impone, sino
descubre.
Por otra parte, la filosofía no empieza nunca en cero. No sólo parte de innumerables
noticias, experiencias, conocimientos, sino que:
Descansa sobre un subsuelo de creencias,
Se inicia en una situación social, histórica, personal que condiciona el horizonte de
los intereses, las curiosidades, las inquietudes; que hace que un filósofo mire en una u
otra dirección, que eche de menos, claridad sobre unas cosas y no sobre otras. La

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filosofía tiene siempre, para emplear una expresión de Ortega, una "prefilosofía" que
normalmente olvida y deja a su espalda.
Tiene que contar con todo eso que es su punto de partida que la condiciona, pero
tiene que dar razón de ello, es decir, justificar filosóficamente.
En este sentido, toda filosofía es histórica, esta "a la altura del tiempo", es la propia
de cada época. Y no puede olvidar que lleva dentro todas las demás del pasado, que
ha llegado a ese nivel, es un proceso sin el cual se la podría entender. La filosofía no es
separable de su historia, pero ésta remite al presente: nos obliga a hacer filosofía,
porque todas las demás, de pretérito, no nos sirve, no son suficientes, porque están
pensadas en situaciones distintas de la nuestra, porque no se enfrentan, al menos de
manera adecuada, con nuestros problemas, aquellos que nos obligan a filosofar. La
filosofía del pasado no queda arrumbada o rechazada: queda absorbida, incorporada
en la actual; el filósofo filosofa con todos los demás que lo han precedido, y no puede
reducirse a ninguno.
La filosofía es el descubrimiento de un horizonte de preguntas ineludibles. Volverse
de espaldas a ellas es renunciar a ver, aceptar una ceguera parcial, contentarse con lo
penúltimo. Significa, pues, la filosofía un incalculable enriquecimiento del mundo. Es
además una disciplina moral: la exigencia de no engañarse, de no aceptar como
evidente lo que no lo es. (Sin que esto quiera decir que hay que rechazar lo que no es
evidente, porque muy pocas cosas lo son.) Es sobre todo, una llamada a la lucidez, a
ese "señorío de la luz sobre las cosas y sobre nosotros mismos", de que hablaba Ortega.
Y con ello, una llamada a la autenticidad, a la verdad de la vida, a ser cada uno quien
verdaderamente pretende ser.
El último fruto de la filosofía es la aceptación del destino libremente elegido, eso que
se llama vocación.
9. Campo de Acción

Tomando en cuenta los rasgos generales que ha conservado a través de la historia,


la definiremos como la sabiduría humana que investiga los principios, las divisiones y
las propiedades de los objetos (cosas y acciones) según el modo propio de sus distintas
clases. Esto quiere decir que entendemos la filosofía como en la tradición tomista, según
la cual de hecho abarcaba todas las ramas del saber distintas de las teológicas. Sólo se
distinguía de la teología.
Así, la filosofía es una sabiduría que se dirige:
A las cosas sensibles (física),
A las cosas cuantificables (matemática),
Al bien y al mal de los hombres (ética y política),
Al ente real (metafísica)
Y al ente de razón (lógica), y todo esto constituye su objeto material, que funge como
género; además, todo esto lo hace respetando el modo propio de ser que tiene cada
uno de estos objetos, en lo cual consiste su objeto formal, que funge a manera de
diferencia específica; es, por tanto, una sabiduría sobre lo verdadero y lo bueno,
procurada con la única ayuda de la luz natural de la razón (es decir, con ello se distingue
de la teología, en la que intervienen cosas tomadas de la revelación de Dios).
Claro que poco a poco se ha reconocido como filosofía únicamente lo que se acerca
a esas causas supremas o principios más altos (metafísicos o casi) y desde allí ve los
fenómenos concretos. Por ejemplo, las ciencias formales han dejado para la filosofía
sólo lo que correspondería a la filosofía de las matemáticas; las ciencias naturales han
dejado esas especulaciones muy teóricas y abstractas que corren con el nombre de

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filosofía de la naturaleza, o filosofía natural, o cosmología; las ciencias sociales,
independizadas del tronco de la filosofía, han dejado para ella la filosofía de las ciencias
sociales, la filosofía social, la filosofía política, la filosofía moral o ética. Así, cuesta
trabajo diferenciar las ciencias de las filosofías que las acompañan, y sólo cabe hacerlo
porque las primeras profundizan más en el aspecto empírico y las segundas en el
aspecto abstracto y de principios.
10. Problemas de la Filosofía:

Como la filosofía es conocimiento, uno de sus problemas principales es el


conocimiento mismo, y se puede tomar de dos modos: (a) en cuanto a su corrección y
validez, y tenemos el objeto de estudio de la lógica, o (b) en cuanto a su verdad o
falsedad, y tenemos el objeto de estudio de la crítica o teoría del conocimiento.
El Problema del Conocimiento puede enunciarse así: ¿son verdaderos los
conocimientos que obtenemos sobre la realidad?, ¿cuál es el criterio de su verdad?,
¿cómo funcionan y qué grado de certidumbre o confiabilidad alcanzan los actos (y las
virtudes) de nuestro entendimiento?
El Problema de la Lógica puede enunciarse así: ¿cuáles son los productos
mentales o entes de razón?, ¿a qué reglas de proceder debemos ajustar nuestro trabajo
con ellos para que nos conduzca a la verdad?
El problema del Lenguaje. La filosofía del lenguaje está conectada con la lógica,
como su parte preparatoria o inicial. Es el estudio del signo lingüístico en cuanto a sus
principios y causas constitutivas, por ejemplo, ¿cómo una notación o unos sonidos se
vuelven significativos?, y ¿cuáles son sus reglas de transformación?
Otro de los problemas es el de la acción humana, que se puede tomar de dos
maneras: (a) en cuanto hace algo que se plasma en el exterior, y tenemos el objeto de
estudio de la filosofía del arte, o (b) en cuanto obrar que repercute en el interior del
hombre, y tenemos el objeto de estudio de la ética.
El Problema de da Filosofía del Arte puede enunciarse así: ¿qué es lo que guía
mi producción humana, sea técnica, sea estética?, ¿cuál es el proceso de ambas
producciones?, ¿cuál es su estructura? En cuanto a la obra que conlleva la belleza,
¿qué es? y ¿cómo puede mi obra ajustarse a ella de modo que la contenga?
El Problema de la Ética puede enunciarse así: ¿cuál es el valor moral o finalidad
última del actuar humano? De acuerdo con este o aquel valor, ¿qué normas surgen a
las cuales quedo obligado a sujetarme para realizar en mi conducta ese valor moral?,
¿con qué dispositivos o virtudes cuento para lograrlo?
En cuanto ética social y política, trata esos problemas a nivel de colectividades. Y
se añade la filosofía del derecho, porque el derecho es lo que da forma a la sociedad, y
depende de una concepción de la moral, para confeccionar un estado determinado, La
filosofía del derecho es el estudio de la ley para ver su conexión con la ética, a través
del derecho natural, que rige al derecho positivo.
El Problema de la Realidad. Otro de los problemas es el de la realidad misma, en
la que podemos distinguir (a) el estudio del ser natural móvil tal como se encuentra en
la materia (física o cosmología, incluyendo la biología y la psicología, en cuanto que los
seres que estudian están dotados de movimiento), (b) el estudio del ser natural en su
aspecto cuantificable (matemática) y (c) el estudio de las características más generales
de la realidad: el ser natural en cuanto ser, que es también el estudio de sus causas,
entre las cuales se cuenta la causa suprema: Dios (metafísica y teología natural).
El Problema de la Física Filosófica o Cosmología puede enunciarse así: ¿cuáles
son los principios, divisiones y propiedades de los entes sujetos al movimiento, tales

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como los cuerpos inorgánicos, los cuerpos dotados de vida y los cuerpos dotados de
pensamiento?
El Problema de la Matemática Filosófica (o filosofía de las matemáticas) puede
enunciarse así: ¿cuáles son los principios, divisiones y propiedades del ente
cuantificable?, ¿qué realidad le compete y como accedemos a su conocimiento?
El Problema de la Metafísica puede enunciarse así: ¿cuáles son los principios, las
divisiones y las propiedades de todo ente, esto es, del ente en cuanto tal? El problema
de las propiedades de todo ente nos lleva al estudio de las condiciones de existencia y
atributos del ente en cuanto tal, esto es, de todo ente; el problema de sus divisiones nos
lleva al estudio de las categorías en que se divide la realidad; todo esto que se asigna
al ente en cuanto tal debe entenderse del ente natural creado, pero el problema de sus
principios y causas nos conduce al de su Creador Sobrenatural: su existencia y sus
atributos, así como la posibilidad de conocer y demostrar ambas cosas.
11. Elementos de la Filosofía

Según la viva expresión de Aristóteles, la filosofía nace del maravillarse, es decir del
estupor que el hombre siente cuando se detiene a observar el mundo que le rodea y
reflexiona sobre él.
El mundo real como punto de referencia inmediato. Su belleza, su misterio, su
complejidad, su ser, impactan continuamente al filósofo.
Los problemas de la condición humana. Nuestros filósofos griegos se debatían entre
el reto de conocer la realidad y conocerse a sí mismo y encontrar un significado y un
proyecto de existencia.
12. Hacer Filosofía

El punto de partida de la filosofía, para nosotros, no puede ser otro que la realidad
latinoamericana: en su estilo de vida, sus costumbres, en las actitudes, en los índices
de satisfacción de las necesidades básicas, en las luchas incesantes por mejorar las
condiciones de vida y generar procesos de liberación, en la educación, en la cultura y
las culturas que se van entrelazando.
Hacer filosofía desde esta situación no es aprender de memoria ni repetir fórmulas
o esquemas. Si estas fórmulas o esquemas no engranan con lo concreto de la vida
pierden todo su sentido.
El primer momento del filosofar consiste en la captación de los problemas. La vida
misma es problemática; convivir es un surtidor de problemas.
Hacer filosofía no es importar acríticamente. Copiar ingenuamente el modo de
pensar ajeno es una manera de desubicarse de la propia realidad, es como enrollarse
con el papel de los otros.
Hacer filosofía es desideologizar. La filosofía en su tarea crítica de desideologizar
es, como dice Ortega y Gasset, una indecencia, porque desnuda la realidad. Desvela
las personas, la sociedad, la política, la historia; despoja de caretas simuladoras, de
apariencias, de ídolos y tabúes. Devela la realidad, bella o fea, que la ideología cubre o
vela.
La filosofía, como saber crítico, no acepta las cosas ingenuamente. Todo filósofo
toma en consideración los otros modos de hacer filosofía, pero los juzga antes
críticamente.
Hacer filosofía es interpretar (hermenéutica). La tarea crítica se perdería en puras
anécdotas si de los hechos no se asciende a la definición, para retomarlos y

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comprenderlos. Todo conocer es interpretar la realidad. La realidad que conocemos
imprevisivamente antes que locuentemente (Cfr. Zubiri) requiere ser reinterpretada.
Para la comprensión de la realidad latinoamericana es muy importante el modelo
histórico.
Hacer filosofía es proyectar. Hacer filosofía es imaginar lo que va a llegar a ser el
individuo, la sociedad, los pueblos. No hay cultura sin metafísica, es decir, sin saber lo
que se quiere llegar a ser para saber cómo cultivarse. Si el hombre vive en proceso de
liberación, la metafísica intenta señalar los puntos últimos en referencia a los cuales se
comprende la liberación del hombre en su situación.
El filósofo logra una síntesis del saber cuándo ha recorrido el camino de lo concreto.

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