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La interpretación como una modalidad
particular de intervención
8 de junio de 2011
Martha Vega
A raíz de este comentario el paciente le dice que no son nuevos sino lavados y
planchados por él para no trasmitir bacterias contaminando a quien se los da.
Gran sorpresa de Freud que siguiendo su premisa que toda conducta remite a la vida
sexual le pregunta por ella y el paciente le dice que era muy buena porque acompañaba
señoritas de viaje y así surge que las masturbaba. Cuando Freud le pregunta entonces si
no temía contagiar a esas niñas con sus manos sucias es que el paciente enojado lo
contradice y ya no vuelve al tratamiento.
Las significaciones referidas a la sexualidad infantil a partir de la amnesia infantil han
otorgado al sujeto los primeros niveles de inscripción significante a través de sus
investiduras libidinosas.
A partir de ellas el retorno de lo reprimido permite colegir y comunicar los elementos
asociativos cortados por la defensa represiva para evitar el displacer al Yo. Los términos
del conflicto son placer-displacer entre dos instancias.
Ha visto al analista seguramente como perseguidor que además lo quita del aparente
altruismo y se siente arrojado a lo no valioso desde su grandiosidad cuidadosa inicial.
Más allá del cuestionamiento que podemos hacer a esta intervención, un poco salvaje en
realidad, reconozcamos que fue el comentario que enunció el terapeuta lo que develó
este material oculto del paciente
Otro tipo de intervención es aquel que señala algo en la realidad externa referido a una
persona o una cosa Es el caso del señalamiento que hace Freud al Hombre de las Ratas
a partir de un momento de transferencia psicótica y confusional en que el paciente se
levanta del diván y mira a Freud a la vez con temor y gozo mientras comenta la tortura
de las ratas que el capitán les había relatado durante las maniobras militares.
Dice Freud en los abstracts del tratamiento y en la 2º sesión: “Me ahorro reflejar estos
detalles de los cuales recogeremos pronto lo esencial y sólo puntualizo que en el final de
esta segunda sesión se comportó atolondrado y confundido dándome repetidas veces el
trato de „señor capitán‟”.
Es entonces cuando le dice taxativamente: “Yo no soy el capitán cruel” restituyendo
el como si de la transferencia neurótica.
Vemos en estos dos ejemplos de intervención como a través de las mismas se restituye
en el 2º caso el como si de la cura y en el 1º por una pregunta y un comentario de algo
que llama su atención la comprensión de una conducta derivada de acciones de la
sexualidad del paciente que él ocultaba.
Me interesaba mostrar con estas dos viñetas que todos compartimos de la obra
freudiana, al analista trabajando y comunicándose vincularmente con el paciente a través
de preguntas, explicaciones, comentarios, etc. que generan respuestas esclarecedoras
para ambos sobre la comprensión de los conflictos que llevaron a la represión, que debe
energía ligada, la fusión y defusión instintivas lo que está en juego y hacia allí apunta la
intervención analítica, tratando de conformar o reconstruir un aparato fallido en su
constitución.
Para Winnicott, en cambio, lo central de una interpretación va más allá del valor de
certeza, jerarquiza la capacidad lúdica de paciente y analista como espacio transicional
del cual la interpretación no debería salir, para no generar resistencia y permite que sea
el paciente el que genere la interpretación en ese contexto y dice: ”es mejor adherir al
principio de reflejar el material presentado en vez de pasarse al otro extremo, el
de las interpretaciones „inteligentes‟ que por más que sean exactas pueden
llevar al paciente más allá de lo que permite la confianza transferencial de modo
que se conviertan en una amenaza al tocar un estadio del desarrollo emocional
que el paciente aún no ha alcanzado por lo menos como personalidad total”.
Cierto parecido tiene con Freud cuando dice formular la interpretación cuando el paciente
esté a punto de llegar a ella o en catáfilas de cebolla.
La interpretación entonces puede ligarse tanto con el conflicto pasado o con el actual o
conflictos antiguos trans-generacionales y puede ser transferencial o no.
En las psicoterapias más superficiales no se interpreta la transferencia sino que ella sirve
de guía al analista para la comprensión del material
Vamos ahora a otro tipo de pacientes.
Las investigaciones sobre el Narcisismo a la vez pusieron el eje en la estructuración del
Yo y en la permanencia de estructuras narcisistas previas a lo edípico que configuran la
patología de los Ideales y la permanencia del sujeto funcionando con los yoes de placer
predominando por sobre el yo de realidad.
Estos pacientes funcionan con una binariedad totalizante dependiendo su autoestima del
Ideal del Yo tiránico que exige la perfección
Nosotros hemos llamado en algunos trabajos (publicados en la Revista de Psicoanálisis)
a estos pacientes Neurosis Narcisísticas aclarando que no son ni neurosis ni psicosis sino
estadios intermedios del .desarrollo del yo desde el narcisismo hacia la realidad
La confrontación con la realidad, otro instrumento interpretativo, deshace la
desmentida a la que apela el paciente para conservar la autoestima y es por eso que se
debe hacer con todo cuidado.
Se trata de Estructuras binarias del todo o nada y, por lo tanto, la temática de quién
tiene la completud Yo o El otro es lo que está en juego y demanda desestimar la
realidad solamente en los aspectos que cuestionan el portar la completud que el ideal les
exige.
La realidad es siempre desconfirmatoria de la omnipotencia narcisista que nadie puede
tener y que una vez perteneció a Su Majestad el bebe. El Ideal del Yo es la sede de los
valores dentro del aparato y desde allí exige el “deber ser” y es también por esto, la
condición para la represión.
Cuando esta instancia no ha sido suficientemente flexibilizada por el contexto triangular
del Edipo persiste la binariedad inicial.
“Será un gran hombre o un gran criminal” dice el padre del Hombre de las Ratas o
“Serás lo que debas ser o no serás nada” dice San Martín en Máximas para mi hija.
Desaparecen los términos medios posibles y los dos únicos polos del eje son lo valioso y
lo denigrado.
Este sube y baja se despliega también en la transferencia ya que el Ideal se externaliza
nuevamente, por fallas en su identificación y es un otro afuera, como lo fueron en un
comienzo los padres y maestros y ahora el líder en la masa o el analista a quien se busca
para que sancione algo y de ello depende la autoestima del sujeto.
La rápida alternancia del pasaje de un polo a otro en la sesión muestra la reversibilidad
de la lógica del narcisismo y del proceso primario, que no se admite en la lógica formal o
de proceso secundario.
Tampoco la interpretación en estos casos es igual a la de las neurosis de transferencia ni
a las de las psicosis y fue necesario entonces modificar la técnica para el tratamiento
específico de las patologías del narcisismo y aceptar que la transferencia, lejos de no
existir, adquiere en ellas una modalidad diferente de las anteriores.
Justamente esta falta de progresión en el armado del aparato marca la necesidad de un
objeto externo, esta vez el analista, que de fe de su valía como el Hombre de los Lobos
dependía de la opinión del maestro hasta que, finalmente, se entera que iba por su
hermana en realidad y cae en una gran depresión... Dice Freud: su palabra podía ponerlo
feliz o desgraciado según el juicio que emitiera sobre él.
Desde este lugar de transferencia binaria es que el analista juega para el paciente los
lugares de un juez sobre quién tiene la verdad.
El lugar del ideal con quien el paciente se identifica, como un testigo de su grandiosidad
o como el auxiliar o el rival perseguidor pero no el rival edípico sino dentro de la
binariedad narcisista de totalidad y omnipotencia y del orden del ser: Soy Yo o El Otro.
Por su intensa necesidad de que el analista convalide esta grandiosidad es que la
interpretación requiere un aditamento previo, una meta-comunicación, que advierta al
paciente cómo creemos que va a escuchar lo que el analista tiene para decirle ya que con
facilidad pueden caer en colapsos narcisistas del orden de la depresión o la paranoia al
distorsionar la comprensión y sentirse o bien denigrados o perseguidos.
El despliegue transferencial balancea los dos polos: entre analista y paciente encarnando
cada uno el valor o disvalor y su alternancia será nuestra guía para la comprensión del
material y por ende para interpretarle el lugar en que nos ha colocado y el que reserva
para él.
En las Neurosis Narcisísticas la interpretación opera sobre la modalidad del conflicto
regulador de la autoestima que se da entre el Yo y sus Ideales. Describe entonces esta
situación incluyendo la realidad externa como factor decisivo en el disbalance narcisista
en tanto no confirma la anhelada unión entre el yo y su ideal.
Incide sobre las desmentidas que consisten en aceptar formalmente la realidad pero
vaciándola del significado pertinente si pone en peligro la grandiosidad del sujeto. Usa
para eso las defensas pre-represión: transformación en lo contrario y vuelta sobre sí
mismo (reversibilidad del narcisismo).
La interpretación discrimina, cuestionando la lógica simétrica del pensar narcisista y
promoviendo proceso secundario donde no habrá binariedad sino parcialidades.
El trabajo de Liberman sobre la interpretación en los pacientes con trastornos
pragmáticos de la comunicación es ilustrativo también del tema.
Recuerdo que Isidoro Berenstein en una supervisión que yo hacia con él de una pareja no
neurótica, decía que debía anteponer a toda interpretación esta fórmula: “Yo, fulano de
tal, analista de pareja de ustedes, les digo que…” para salir de la indiscriminación
narcisística psicótica y rescatarme como un otro diferente de ellos.
Dos palabras sobre La construcción: es también un elemento instrumental del analista
que implica una reconstrucción hipotética del pasado del paciente y que tiene el valor de
dar contexto a una situación ya vivenciada.
El cometido del analista es reconstruir los años olvidados de la infancia y lo distintivo
para eso es la construcción más que la interpretación.
Es verdad que una apunta más a la historia mientras que otra al conflicto pero ambas
suelen combinarse en el curso de la cura.
El eje transferencia-contratransferencia es lo que guía hacia la hipótesis del pasado
desde la conducta actual del paciente con él analista como el arqueólogo.
En Construcciones en Psicoanálisis dice: “Colegir lo olvidado desde los indicios” y da el
ejemplo de “usted hasta su año x, se consideró el único poseedor de su madre hasta que
nació otro hijo y tuvo una seria desilusión sus sentimientos devinieron ambivalentes y el
padre cobró nuevo significado para usted...” Lo que es indudable es que es imposible la
total reconstrucción de lo vivenciado por lo que el paciente sonríe y dice “pero eso no es
todo”.
La historia que nos trae el paciente de su pasado es la novela familiar del neurótico o el
cómo procesó sus hechos importantes, se trata de su teoría ya que la verdad material es
inasible.
En el curso del análisis y con el vínculo terapéutico irá reformulándola de un modo más
flexible y con otra mirada sobre sus deseos, sus defensas y sus recuerdos liberados de la
represión.