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Hemorroides:

Se tratan de dilataciones varicosas del plexo venoso hemorroidal. Realmente son un hallazgo
inusual en niños y su presencia amerita una evaluación médica para descartar la presencia de una
hipertensión portal.

Se clasifican en externas, internas o mixtas y son la causa principal de rectorragia en el adulto.

Haciendo un repaso breve de anatomía, si ustedes recuerdan tenemos que:

Los vasos sanguíneos situados por encima de la línea dentada conforman el plexo hemorroidal
interno, mientras que los situados distales a la línea dentada conforman el plexo hemorroidal
externo.

El flujo sanguíneo de retorno del canal anal se realiza por la vía sistémica y portal, existiendo una
red anastomótica entre ambas a nivel de la línea dentada.

Cuando hablábamos acerca de los tipos de hemorroides y las clasificábamos en internas o externas
es de acuerdo a si son antes o después de la línea dentada.

El canal anal está dividido en dos mitades por la línea pectínea o dentada. Esta línea supone la
separación entre la zona cutánea hacia abajo (anodermo, con epitelio escamoso) y la mucosa
verdadera del canal anal por encima (con epitelio columnar). Esta línea, conformada por las criptas
anales y situada a unos 2-3 cms del margen anal, resulta fácilmente identificable en la anoscopia
por el cambio de la coloración blanquecina del anodermo, al color rojo-púrpura propio de la
mucosa rectal.

En cuanto a las manifestaciones clínicas tenemos:


Abultamiento violáceo alrededor del ano, dolor local, prolapso de la mucosa, prurito anal,
sangrado en relación con la defecación. El cómo lo detectan los padres depende principalmente de
la edad del niño, ya que si este es muy pequeño no lo comunicará, pero estará irritable y los
padres notaran el bulto violáceo y sospecharán de él al ver sangre en el pañal por ejemplo. Si el
niño ya es mayor, probablemente él mismo notificará a los padres acerca del problema.

En cuanto a las causas, estas son las mismas que en el adulto:

Estreñimiento: el cual es muy común en niños y es la principal causa de inflamación de las


hemorroides. Cuando el aporte de fibra y agua en la dieta no es suficiente, las heces se hacen más
duras y es más difícil expulsarlas.

Diarrea: Con ella, también se ejerce mucha presión sobre la zona anorrectal, por la repetición del
acto defecatorio, que junto con la irritación que las heces producen sobre el tejido anodermico,
puede causar inflamación de la hemorroides.

Otras enfermedades: como la enfermedad de Crohn, hipertensión portal o la enfermedad


inflamatoria intestinal.

La complicación más frecuente es la trombosis.

Grado I: Sobresalen únicamente a la luz del canal anal.

Grado II: Sobresalen durante la defecación por fuera del canal anal, pero reducen
espontáneamente.

Grado III: Sobresalen durante la defecación por fuera del canal anal, pero requieren de maniobras
manuales para su reducción.

Grado IV: Permanecen prolapsadas por fuera del canal anal y son irreductibles.

En cuanto al tratamiento lo que se busca es corregir la causa que las ocasionó. Suele emplearse
cremas con corticoides, pero se deben emplear con cuidado ya que estos pueden ocasionar
adelgazamiento de la mucosa del ano.

Pólipos rectales:

Un pólipo intestinal es cualquier masa de tejido que se origina en la pared intestinal y protruye
hacia la luz. La mayoría de ellos son asintomáticos, excepto por un sangrado menor, que suele ser
oculto. La principal preocupación es la transformación maligna; la mayoría de los cánceres de
colon se originan en un pólipo adenomatoso previamente benigno.

Son relativamente frecuentes en los niños, pudiendo ser únicos o múltiples, siendo el 80%
clasificados como pólipos juveniles. Aparecen con mayor frecuencia entre los 3 y 5 años.
Los pólipos pueden ser sésiles o pediculados, y su tamaño varía de manera considerable.

Los pólipos, a menudo múltiples, son más comunes en el recto y el sigmoides, y disminuyen de
frecuencia hacia el ciego. Los pólipos múltiples pueden representar poliposis adenomatosa
familiar. Alrededor del 25% de los pacientes con cáncer de intestino grueso también tienen pólipos
adenomatosos satélites.

Los pólipos adenomatosos (neoplásicos) son los que más preocupan. Estas lesiones se clasifican
histológicamente en adenomas tubulares, adenomas tubulovellosos (pólipos velloglandulares) o
adenomas vellosos. La probabilidad de hallar cáncer en un pólipo adenomatoso en el momento de
la detección se relaciona con el tamaño, el tipo histológico y el grado de displasia; el riesgo de
contener cáncer es del 2% en un adenoma tubular de 1,5 cm, frente al 35% en adenomas vellosos
de 3 cm.

Los pólipos no adenomatosos (no neoplásicos) son pólipos hiperplásicos, hamartomas (ver
Síndrome de Peutz-Jeghers), pólipos juveniles, seudopólipos, lipomas, y otros tumores más raros.
Los pólipos juveniles se observan en niños, en general superan con el crecimiento su irrigación
sanguínea y se autoamputan en algún momento de la pubertad o después de ésta. Sólo se
requiere tratamiento en caso de hemorragia incontrolable o invaginación. Los pólipos
inflamatorios y los seudopólipos aparecen en la colitis ulcerosa crónica y la enfermedad de Crohn
del colon.

Signos y síntomas

La mayoría de los pólipos son asintomáticos. La rectorragia, por lo general oculta y rara vez
masiva, es la manifestación más frecuente. Si la lesión es grande, puede provocar cólicos, dolor
abdominal u obstrucción. Los pólipos rectales pueden ser palpables por tacto. En ocasiones, un
pólipo con un pedículo largo puede prolapsarse a través del ano. Los adenomas vellosos grandes
rara vez pueden causar diarrea acuosa, que puede provocar hipocaliemia.

El diagnóstico es por colonoscopía en la cual, además se extirpan los pólipos observados y se


evalúan para identificar un posible cáncer.

Imperforación anal o atrasia anal.

La atresia anal en pocas palabras es un ano imperforado.

En la atresia anal, el tejido que cierra el ano puede ser de varios centímetros de espesor o
simplemente una membrana delgada de piel. A menudo, se observa una fístula que se extiende
desde la bolsa anal al periné o a la uretra en los varones y a la vagina, la horquilla o, rara vez, la
vejiga en las niñas.
Este trastorno se asocia con frecuencia con otras anomalías congénitas como VACTERL
(anomalías vertebrales, atresia anal, malformaciones cardíacas, fístula traqueoesofágica,
atresia esofágica, anomalías renales y aplasia radial y anomalías de los miembros [limb, en
inglés]). Siendo esta la razón por la que antes de la cirugía, los recién nacidos con atresia
anal deben ser evaluados en busca de otras anomalías congénitas.

La atresia anal es evidente en el examen físico sistemático del recién nacido, porque el ano no es
permeable. Si no se diagnostica la atresia anal y el recién nacido es alimentado, pronto aparecen
signos de obstrucción intestinal distal.

Debe filtrarse la orina y buscar si hay meconio, lo que indica la presencia de una fístula urinaria.

Por lo general, una fístula cutánea indica atresia baja. En estos casos, es posible la reparación
definitiva a través de un abordaje perineal. Si no hay ninguna fístula perineal, es probable que
haya una lesión alta.

Los recién nacidos con una fístula cutánea y una lesión baja pueden someterse a una reparación
primaria. Los neonatos con una lesión alta deben someterse a colostomía temporaria; la
reparación definitiva se pospone hasta que el lactante sea mayor y las estructuras por reparar
sean más grandes.

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