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¿El aprendizaje que promueve incluye conceptos, habilidades, actitudes bajo contextos
determinados y con base a la toma de decisiones?
Las competencias son acciones que se demuestran, por lo tanto el instructor posee la
responsabilidad de delimitarlas y evidenciarlas de acuerdo a lo establecido en la intención
educativa del curso. De acuerdo con Tobón[1], la redacción de una competencia está
conformada de la siguiente manera:
· Minimizar las oportunidades hacia un enfoque superficial, considerando con ello tan solo el
aprendizaje memorístico, como la concentración de una serie de datos o información que
quizá se llega a relacionar con información que previamente ya se poseia.
De tal manera que, lo bien o rápido que aprendan los participantes radica, en gran medida, en
elegir las actividades apropiadas para cada competencia que se pretende logren o consoliden.
Estas actividades obedecen a ciertas características:
· Con instrucciones claras y precisas, y con tiempos definidos para el desarrollo de las
diferentes acciones que implica realicen los participantes.
· Evaluación
Durante el proceso de evaluación el participante evaluado debe tomar conciencia de sus
propios aciertos y "fracasos", y con ello encaminarse hacia la autorregulación y a la vez asumir
la responsabilidad de su propio aprendizaje a lo largo de su desempeño, considerando las
posibilidades de corrección y mejora de sus propios conocimientos, habilidades y actitudes de
manera permanente.
La evaluación entonces, permite concentrar los diferentes productos que resultan de las
actividades desarrolladas a lo largo del curso (dramatizaciones, ensayos, prácticas, análisis de
textos, procedimientos, reflexiones, simulaciones, etc.) e incluso algunos instrumentos o
técnicas evaluativas (cuestionarios, mapas conceptuales, representaciones etc.), los cuales,
además se pueden concentrar digitalmente en un portafolio de evidencias[4].