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Ensayo

"LA NATURALEZA DE LA LIBERTAD EN LA PERSONA HUMANA"

I.- Características y etapas del acto voluntario

El individuo como persona, resulta muy complejo, ya que existen en él,


muchas facultades que al potenciarlas obtenemos como resultado, a seres únicos
entre nuestra especie. Entre esas facultades que poseemos, existen aquellas que
como resultado obtenemos el llamado apetito; que es lo que nos hace desear una
cosa sobre otras, ya sea que nos despierte la necesidad de crear nuevas
sensaciones, nuevas emociones, nuevas experiencias día a día o potenciar las
que ya experimentamos y que es lo que nos mueve cada mañana a despertar o
que nos emocione dormirnos, pues al día siguiente sabemos que tendremos una
nueva oportunidad de conseguirlas.

        Dado que poseemos una parte sensitiva y también una parte intelectiva
y sumadas ellas, o sea sumada nuestra parte sensorial con el conocimiento, es
que nos nace el apetito, no debemos entender el apetito como ese simple deseo
por comer un trozo de torta, si no también, ese apetito por alcanzar ciertos logros
académicos, laborales, intelectuales, pues todo alcance, todo nuevo logro, nos
lleva a experimentar nuevas sensaciones, como así también el mantener un ritmo
de vida puede ser motivado por ese apetito, pero también se debe entender que
se refiere a que ese apetito lleva envuelto un elemento racional, por medio del cual
lo que vamos deseando todo aquello que nuestro intelecto va percibiendo como
bueno para nosotros y he aquí donde nace la voluntad.

        Nada nuevo, es decir, que la voluntad humana nunca se ve satisfecha


en su totalidad, pues siempre la podemos ver en movimiento, el solo hecho que
nos levantemos cada día y vayamos al trabajo o quien no trabaja, que cada día se
levante con un itinerario casi listo antes de entrar a la ducha, es demostración
innegable que cada día nos levantamos con un propósito que tiene como finalidad,
satisfacer ese deseo, ese apetito de cosas, que puede ser de lo más complejo a lo
más simple de la vida, en el texto leído, decía que si nuestra voluntad eligiera bien
en sí, de manera absoluta y perfecta, nuestra voluntad alcanzaría la felicidad, pues
encontraría la paz y alegría, si bien creo que siempre debemos encontrar en
nuestro vivir, un equilibrio que nos permita paz y alegría, es bueno que no nos
encontremos en un cien por ciento satisfechos, pues el tener cierta cuota de
insatisfacción, o sea no tener del todo saciado nuestro apetito, es lo que nos
mueve día a día, a ser mejores en nuestro trabajo, en nuestros estudios en
nuestras casas, como amigos, etc., sin propósitos firmes no hay motivo del día a
día.

        La felicidad o el deseo de ella, es algo intrínseco a la voluntad del ser


humano, no es algo que aprendamos en el colegio, en nuestra casa; es algo que
quizás ahí obtenemos, pero no es algo que sea aprendido, pues cada vez que
nuestra voluntad nos mueve a realizar algo, entiendo que esa voluntad no esté
coaccionada, se tratará de que andamos en búsqueda u obteniendo nuestra
propia felicidad.

        Como se dijo, la voluntad humana, tiene un elemento cognitivo, y es en


el desarrollo de este que en nuestra voluntad germina la necesidad de algo, y he
aquí la importancia de que el conocimiento sea el correcto, ya que si tenemos un
mal concepto de una realidad determinada, de una situación determinada,
podemos caer en que nuestra voluntad se encuentre viciada y por ende el deseo,
ese apetito que se despierta no sea el idóneo para nosotros y por ende podemos
caer en cosas que no nos complementan, que no nos hacen pleno y podemos
pasar la vida en búsqueda  de una eterna felicidad que nunca llegará y no porque
no esté ahí, si no que por nuestro mal concepto, por nuestro mal uso del
razonamiento, elegimos mal.

Entonces, para poder en tender el acto voluntario, debemos definir lo que


esto implica:
¿Qué es voluntad? - La voluntad viene a ser el proceso psíquico que va, a
regular la actividad o conducta de la persona, este proceso psíquico actúa de
forma consciente y libre.

¿Qué es acto voluntario? - El acto voluntario viene a ser la conducta ejercida por
la persona en la cual la decisión la forma el propio "YO", de una forma que usa la
conciencia, la libertad y la autonomía dándonos cuenta de los fines que se
persigue. El acto voluntario presenta una serie de etapas que nos permitirán
orientamos para vencer las dificultades que se nos presentan.

Las etapas del acto voluntario son:

a) Motivación: Es la etapa en la que nos representamos previamente el acto,


antes de que este ha ocurrido, así como también representar en nuestro cerebro
los resultados que traerá realizar esta acción. Todo acto voluntario comienza con
la representación mental que da motivos a lo que se hará o dejara de hacer.

Por ejemplo: A María la invitan a una fiesta,' pero es un día antes de su examen
de admisión, entonces María empieza a formar una serie de situaciones y
consecuencias que traerá la decisión que vaya a tomar.

b) Deliberación: En esta segunda etapa lo que hacemos es examinar las


razones, evaluamos cognitivamente la situación y nos damos cuenta de los
factores afectivos que nos mueven a realizar una acción de una manera u otra,
podemos encontramos en una situación conflictiva por valorar más los factores
afectivos o las razones intelectivas.

Por ejemplo: María ahora piensa que si no va a ver al chico que le gusta se va a
sentir triste, pero a la vez no se trasnochará y estará dispuesta con todas sus
capacidades a enfrentar el examen del día siguiente, piensa también que ha
estudiado mucho y no puede dejar que una fiesta arruil1e todos los meses de
arduo estudio.
c) Decisión: Esta es la etapa propiamente voluntaria. Es donde nos decidimos por
realizar una acción determinada, la voluntad a través de nuestro "YO" se
manifiesta de una manera imperativa y a ello se le denomina autonomía funcional.
Por ejemplo: María ha decidido quedarse descansando en casa y se dice a sí
misma: "tengo que quedarme descansando para dar mi examen mañana",
decisión realizada con total autonomía sin la influencia de otras personas.

d) Ejecución: En esta última realizamos o llevamos a la acción, lo decidido, es


necesaria esta acción pues es llevar el acto voluntario a una concreción, si no se
realiza esta última fase el acto voluntario queda trunco.

Por ejemplo: Ahora María se queda en su casa estudiando, realiza lo que ha


decidido.

II.- Fortalecimiento de la voluntad

La integridad de la persona no es suma o yuxtaposición de diferentes


aspectos, sino la de la unidad armónica de todos estos; a decir, la educación de la
voluntad puede resumirse en la promoción de disposiciones estables (hábitos) que
le permitan obrar bien. Hábito significa cualidad estable, difícil de remover, en
virtud de la cual el hombre realiza determinado tipo de actos con facilidad,
perfección y complacencia. La educación debe promover los hábitos que tienen
sentido positivo en la existencia de cada persona, que la perfeccionan, es decir,
las virtudes.

Los valores morales -las virtudes-, como la sinceridad, la honradez, el


criterio propio, etc., afectan a la vida entera del hombre. Sirven para obrar bien en
todas las manifestaciones de la existencia humana: la posesión de estos hábitos
permite hablar de “personas buenas”.
Es posible identificar una serie de valores fundamentales que constituyen
puntos de referencia para toda la actividad implicada en la formación de las
personas.

Este planteamiento tiene en cuenta la unidad de la persona y el principio de


armonía de las virtudes: el esfuerzo del hombre por mejorar en una virtud le hace
mejorar como persona, es decir, también en las demás. Al estudiar las virtudes
nucleares se caerá en la cuenta de que es muy difícil agrupar las virtudes, ya que
unas virtudes llevan a otras y todas ellas se implican mutuamente, y caben
muchos modos de hacerlo, todos ellos igualmente válidos.

En primer lugar, podemos pensar en la tendencia fundamental del hombre a


la complacencia en la participación del bien, es decir, a buscar la satisfacción o la
alegría en cualquier acto que realiza. Esta tendencia universal, propia de toda
actividad humana, puede ser considerada como el motor interior de la actuación
en la que se manifiesta la persona.

En efecto, la alegría -gozo en la conciencia del bien adquirido o esperado-


es el fin de cualquier actividad humana. Es la síntesis de las aspiraciones del
hombre. Además de la alegría, que es fruto de la vida buena, virtuosa, se
consideran en esta propuesta cuatro núcleos de virtud, cada uno de los cuales son
representativos de un tipo de disposición humana para enfrentarse con la vida y
de obrar en el mundo: orden, trabajo, generosidad, responsabilidad.

a.- El orden, no es sólo la capacidad para organizar los objetos materiales; es,
sobre todo, armonía interior de conocimientos y tendencias. Una expresión del
orden es la presencia y el decoro personal externo. El orden interior es a la vez
dominio de sí mismo y fuerza para abrirse al mundo exterior de cosas y personas,
situando en el espacio y tiempo adecuados los elementos materiales y espirituales
de la vida.

b.- El trabajo, es la proyección exterior de la persona que usa las cosas y las
perfecciona según sus necesidades, participando en la obra creadora de Dios. La
exigencia de trabajar bien, "conditio síne qua non" para que un trabajo sea
educativo, lleva aparejado el esfuerzo, el ejercicio de la fortaleza.

c.- La generosidad, es la culminación de las relaciones humanas. Si la justicia es


la virtud principal de las relaciones sociales, en las que “se da a cada uno lo suyo”,
la generosidad va más allá: es dar y darse sin la estricta medida de la justicia.

d.- La responsabilidad, es un reflejo de la madurez de la persona que es capaz de


vivir su libertad, que compromete su vida con la verdad y el bien, con todas sus
consecuencias.

III.- La relación entre la libertad y el bien moral en las acciones

El bien es el fin de todas las acciones del hombre. Todas las artes, todas
las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros actos y
todas nuestras determinaciones morales, tienen al parecer siempre por mira algún
bien que deseamos conseguir; y por esta razón ha sido exactamente definido el
bien, cuando se ha dicho, que es el objeto de todas nuestras aspiraciones.

El fin supremo del hombre es la felicidad. Vivir bien, obrar bien es sinónimo
de ser dichoso. El bien moral coincide con el bien completo de la persona en la
medida exacta en que ese bien está en juego en la conducta humana y ha de ser
realizado a través de ella. El bien de la persona es fin moral de la acción libre, y su
bien pleno o completo tiene carácter de fin moral último de la conducta, llamado
también felicidad.

La moralidad de los actos está definida por la relación de la libertad del


hombre con el bien auténtico. El obrar es moralmente bueno cuando las
elecciones de la libertad están conformes con el verdadero bien del hombre y
expresan así la ordenación voluntaria de la persona hacia su fin último. El obrar es
moralmente bueno cuando testimonia y expresa la ordenación voluntaria de la
persona al fin último y la conformidad de la acción concreta con el bien humano tal
y como es reconocido en su verdad por la razón.

La perspectiva del bien de la persona como fin aparece necesariamente


ligada a la esencia de la acción libre: querer es abrirse intencionalmente a un fin
alcanzable o realizable y ese abrirse es auto referencial. La noción de fin último o
felicidad así obtenida es el motivo o la razón formal universal a la que natural y
necesariamente responde en último término todo querer deliberado. En ese
sentido se dice que la felicidad o vida feliz es el fin último querido natural y
necesariamente por todos y cada uno de los hombres.

La felicidad como razón formal última y natural del querer no es un bien


concreto, de naturaleza material, o ideal, que la persona se propone libremente
como fin de sus actos, sino el término último que corresponde, por naturaleza y no
en virtud de una decisión libre, a la intencionalidad básica y fundamental de todo el
dinamismo voluntario.

Es el horizonte natural de la voluntad, al que queda necesariamente referido


todo lo que queremos y decidimos. Al desear algo, al dar un determinado rumbo a
nuestra vida, estamos necesariamente proyectando y dando un contenido
concreto a nuestra felicidad; nunca elegiríamos algo porque destruye o hace
imposible la vida feliz. La universalidad e indeterminación de la razón formal de
felicidad, a la vez que hace posible la libertad de elección ante los bienes
concretos, plantea la tarea de convertir ese ideal indeterminado en un proyecto
concreto de vida.

Concepto del bien

En cierto sentido podemos definir bien como el objeto que es bueno y que
produce un estado de gratificación. El bien es simplemente el bien, irreducible e
indefinible. El bien se define como placer, calidad de deseable, evolución, vida
conforme a la naturaleza, y otros conceptos similares.
Aristóteles empieza su Ética con la declaración: "el bien es aquello que
todas las cosas persiguen". Esto no debe tomarse como una definición del bien,
sino solamente como un reconocimiento de la relación entre el bien y el fin. Dice
que el fin es "aquello por amor de lo cual una cosa es hecha"

El hombre tiene también una naturaleza, el origen del dinamismo interno de


su ser, que hace que sea natural para el hombre buscar el bien como su fin.
Algunos seres tienen una naturaleza libre, están construidos para actuar
libremente y es natural para ellos dirigirse ellos mismos a su fin por elección libre.
Otros, en cambio, carecen de libertad y siguen automáticamente las pistas que su
naturaleza les ha trazado.

Todo fin es un bien y todo bien es un fin. Un fin no se perseguiría a menos


que fuera algo bueno para el que lo persigue, y el bien, al ser perseguido, es el fin
o propósito del afán de quien lo busca. El bien como fin, como perfeccionante,
como bien para, posee varios significados, de entre los cuales debemos aislar el
bien moral. Todo ser posee cierta cantidad de bondad física, que consiste en una
integridad de sus partes y en una competencia de actividad.

Debido a que no todo es bueno para todo, corresponde al juicio humano


decidir cuáles cosas son buenas para él. Los juicios humanos están sujetos al
error y, por consiguiente, el individuo podrá tomar el bien aparente por el bien
verdadero. El bien moral ha de ser siempre el verdadero bien.

El bien moral, además de poder ser también útil y placentero, es siempre y


necesariamente el bien apropiado. La ordenación racional del acto humano hacia
el bien en toda su verdad y la búsqueda voluntaria de ese bien, conocido por la
razón, constituyen la moralidad.

Este análisis del bien muestra que la conducta humana ha de estar dirigida
siempre en algún sentido hacia el bien, pero que éste no siempre es el bien moral.
El hacerlo bien moral, tal es el propósito de la vida y tal nuestra responsabilidad.

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