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MODERADORAS
GIGI & MONA

TRADUCTORAS

Clau Mary_08 Valen Drtner


Kath Olivera pancrasia123
Vero Morrison Kane maridrewfer
lvic15 Rosaluce Maria_clio88 3
cjuli2516zc Gigi JandraNda
Mimi

CORRECCIÓN Y REVISIÓN
MONA

DISEÑO
Cecilia
Conocí a Bianca en un ascensor.
Ella iba de camino a entrevistarme cuando nos quedamos
atrapados.
La hermosa reportera de cabello negro asumió que yo era un
chico repartidor por la forma en que estaba vestido.
No tenía ni idea de que yo era realmente Dex Truitt, el rico y
exitoso hombre de negocios que ella había bautizado como "Señor
Ricachón ", su cita de la tarde.
Bianca me contó cuánto odiaba a los tipos como Dex, hombres
estirados, excesivamente educados y nacidos en cuna de oro que no
apreciaban las cosas simples de la vida.
Así que, después de que el ascensor finalmente comenzó a
moverse otra vez, cancelé la entrevista y le dejé creer que era alguien
que no era, un mensajero en moto llamado Jay. Me encantó la forma en 4
que ella miraba mi falso yo y no quería que eso acabara.
Comencé a salir con ella como "Jay" —todo el tiempo dejándola
entrevistar al verdadero yo por correo electrónico.
No esperaba que nuestra química en línea fuera tan caliente.
No esperaba el lío en el que me había metido.
No esperaba que Jay y Dex se enamoraran de ella.
Y ella se enamorara de dos hombres.
Sólo que los dos eran yo.
Y cuando ella lo descubriera, los dos la perderíamos.
Nada podría haberme preparado para ese día. Y seguramente no
estaba preparado para lo que vino después.
Todas las cosas buenas deben llegar a su fin, ¿verdad?
Excepto que nuestro final era uno que no vi venir
La verdad raramente es pura y
nunca sencilla.

5
-Oscar Wilde
Resulta que la compañía del cretino ocuparía todo el piso superior.
Presioné el botón del panel del ascensor y terminé de escribir una
lista de preguntas en mi teléfono. Sylvia, mi redactora, no iba a estar
feliz, sobre todo porque debía haberlas presentado hace dos días y
ahora no tendría tiempo de sugerir ningún cambio. Ella vivía para
sugerir cambios.
Ya iba cinco minutos tarde a mi cita, y el maldito elevador
avanzaba lentamente. Pinchando con mi dedo el número treinta y
cuatro unas cuantas veces, murmuré algo sobre tomar las escaleras la
próxima vez. Pero ¿estaba bromeando? ¿Con estos zapatos? ¿En una 6
falda ajustada? Había sido un milagro subir a la acera cuando el taxi
me dejó frente a la puerta.
Suspiré ruidosamente. ¿Nos estamos siquiera moviendo? En serio
este era el ascensor más lento que había tomado en mi vida. Frustrada
y tal vez un poco ansiosa por terminar la entrevista, presioné de nuevo
el panel de botones. Otra vez, pulsando el botón repetidas veces, gruñí:
—Vamos. Ya voy retrasada.
Exhalé un suspiro de alivio cuando la cabina finalmente pareció
adquirir velocidad. Pero luego, se sacudió en una parada abrupta y todo
se puso negro.
—Bueno ahora rompiste la maldita cosa —dijo una voz profunda
detrás de mí. Sorprendida, salté y busqué mi celular en la oscuridad, lo
cual provocó que terminara cayéndose. Por el sonido que hizo contra el
suelo, supe que se había roto.
—¡Mierda! Mira lo que me hiciste hacer. —Me incliné y tanteé el
suelo, pero no pude encontrarlo—. ¿Por lo menos puedes darme luz
para que pueda encontrar mi teléfono?
—Sería un placer.
—Gracias —susurré.
—Si tuviera conmigo un teléfono.
—¿Estás bromeando? ¿No tienes teléfono? ¿Quién anda por ahí
sin teléfono?
—Tal vez deberías intentarlo. Si no estuvieras tan obsesionada
con el tuyo, no estaríamos en este apuro.
Me puse de pie, y mis manos fueron a mis caderas. —¿Qué
quieres decir?
—Bueno, estabas tan ocupada escribiendo en tu teléfono, que ni
siquiera notaste que había otra persona en el ascensor contigo.
—¿Y?
—Si me hubieras visto, no habrías saltado al escuchar mi voz y
por consiguiente no habrías roto tu teléfono. Entonces habríamos
tenido luz y podrías ver ese panel de ascensor lo suficientemente bien
como para presionar ese botón otras veinte o treinta veces. Estoy seguro
de que eso habría sido de ayuda.
Sentí al hombre moviéndose detrás de mí.
—¿Qué estás haciendo?
Cuando contestó, su voz provenía de un lugar diferente. Estaba a
mi izquierda y debajo de mí. —Estoy en el piso buscando tu teléfono.
Realmente estaba oscuro. No podía ver nada, pero sentí que el 7
aire se movía y supe que debía haber retrocedido.
—Pon tu mano.
—Vas a poner mi teléfono en ella, ¿verdad?
—No, me bajé los pantalones y te voy a poner mi polla allí. Cristo,
en verdad eres una perra, ¿no es así?
Pensando que no podía verme, sonreí ante su sarcasmo y extendí
mi mano. —Sólo dame mi teléfono.
Una de sus manos rozó la mía y luego la sostuvo mientras la otra
me colocaba el teléfono en la palma y me cerraba los dedos a su
alrededor. —Tienes una bonita sonrisa. Deberías intentar usarla con
más frecuencia.
—Todo está oscuro aquí. ¿Cómo sabrías que mi sonrisa es bonita?
Puedo ver tus dientes.
Me soltó la mano e inmediatamente empecé a sentir un ataque de
pánico. Mierda. Aquí no. Ahora no.
Me estiré y agarré su mano antes de que pudiera alejarse
completamente. —Lo siento... yo... um... ¿puedes mantener tu mano
envuelta alrededor de la mía por un minuto?
Hizo lo que le pedí sin cuestionar. Curiosamente, el hombre se
quedó allí y me tomó de la mano, apretando unas cuantas veces como
si supiera que necesitaba tranquilidad. Finalmente, sentí que la onda
empezaba a pasar y solté mi agarre del extraño. —Ya puedes soltarme.
Lo siento. Tuve un pequeño ataque de pánico.
—¿Ya pasó?
—Van y vienen de esa manera a veces. Tengo la sensación de que
cuanto más tiempo estemos aquí, más oportunidades hay de que ocurra
de nuevo. Solo sigue hablándome. Eso me distraerá.
—Bueno, ¿cómo te llamas?
El deseo de soltar un grito fue abrumador. —
¡Aaaaaaaaaaaaaagh!!!!
—¿Qué mierda fue eso? —gruñó.
Dejé salir otro grito aún más fuerte.
—¿Por qué estás haciendo eso?
Sin contestarle la pregunta, simplemente le dije:
—Oh, eso se sintió bien.
—Me asustaste como la mierda.
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—Lo lamento. Es una técnica que uso para espantar el pánico.
Gritar a todo pulmón.
—¿Esa es tu mejor técnica?
—Tengo unas cuantas técnicas diferentes. También puedo
masajear mis bolas.
—¿Disculpa?
—Tengo bolas. Masajearlas realmente me ayuda.
—¿Tus… bolas? Luces como una mujer para mí, malditamente
bien formada por detrás, al menos.
—Son Bolas chinas. Bolas metálicas de meditación. Las masajeo
una contra otra en movimientos circulares en la palma de mi mano. Eso
me ayuda a calmarme. —Comencé a buscar frenéticamente en mi bolso.
—¿Qué es todo ese sonido? —preguntó.
—Trato de encontrarlas. Están en alguna parte de mi bolso. —Sin
luz, no podía localizarlas con facilidad—. Mierda. ¿Dónde están?
Se rió. —Tengo unas bolas que puedes masajear si estás urgida.
—Eres asqueroso. Mantén tus bolas y tu urgencia lejos de mí, por
favor.
—Vamos. No hablo en serio. Relájate. Fuiste tú quien trajo el
punto de masajear bolas. Estamos atrapados en un ascensor oscuro.
Estaba tratando de bromear, maldición.
Logrando por fin conseguir mis bolas chinas, dije:
—Está bien, aquí están. —Respiré profundamente y comencé a
rotarlas en mi mano, enfocándome en los sonidos del metal cuando se
rozaban entre sí.
—Suenan. Qué agradable —dijo de una forma aparentemente
sarcástica—. ¿Qué exactamente estás haciendo con ellas?
—Rotándolas.
—¿Eso en verdad hace algo por ti?
—Si. —Después de unos minutos, me giré hacia él—. Abre tu
mano. —Coloqué las bolas en su palma—. Mantenlas separadas usando
tu dedo índice. —Cuando pude sentirlo usando el dedo equivocado para
posicionar las bolas, dije—: No. Te dije el dedo índice, no el del medio.
—Ah. Bien. Mejor descanso mi dedo medio de todas formas.
Puede que necesite mostrarlo repetidas veces si este elevador no se
mueve en algún momento pronto.
—No te estás tomando esto en serio. Devuélvemelas. —Las tomé
de sus manos. 9
—Una vez fui a una cita con una mujer que se inclinó sobre la
mesa para decirme que tenía unas bolas de metal metidas en su hoo—
ha1.
—Bolas Ben Wa.
—Ah. ¿Las conoces?
—Si.
—Bueno, eres la experta en bolas. ¿Alguna vez has usado las
bolas Ben Wa?
—No. No necesito bolas para tener un orgasmo.
—¿En serio?
No pude verlo, pero lo sentí sonriéndome.
Sacudiendo mi cabeza, dije:
—Está bien, esta conversación se está poniendo incómoda.
—¿Justo ahora se está poniendo incómoda? Creo que este
encuentro comenzó a ponerse incómodo en el momento en que rompiste
mi tímpano.

1 Hoo-ha: Genitales femeninos. Vagina.


Toda esta situación era extremadamente ridícula. De pronto,
comencé a reír. Las bolas de metal se deslizaron de mi mano hacia el
piso del ascensor y rodaron lejos de mí.
—Dejaste caer tus bolas.
La manera en que lo dijo me hizo reír más fuerte. Se unió a mí y
ambos estábamos oficialmente riéndonos histéricamente. La situación
nos estaba haciendo delirar a ambos.
Finalmente, estuvimos sentados en el piso con nuestras espaldas
contra la pared. Pasaron unos segundos de silencio. Me sorprendió que
él olía condenadamente bien. Era como una mezcla de colonia y esencia
a hombre que era solo suya. Me pregunté si era atractivo. Tenía que
admitir que su voz por si sola era sexy como el infierno.
Finalmente, pregunté:
—¿Cómo eres?
—Lo descubrirás pronto.
—Solo estoy tratando de hacer conversación.
Pude sentir sus palabras vibrando contra mí cuando se inclinó
hacia adelante. —¿Cómo crees que luzco? —Su voz era realmente muy
excitante.
Aclaré mi garganta. —En verdad tienes una voz muy agradable,
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muy madura. Puedo imaginarte como un hombre mayor y distinguido.
Tal vez te pareces a James Brolin.
—Aceptaré eso.
—¿Qué hay de mí? —pregunté.
—Bueno, verás, yo te di un vistazo… desde atrás. Así que todo lo
que sé es que tienes un culo sorprendente y buenos dientes, dado que
prácticamente brillan en la oscuridad.
Mi respiración comenzó a volverse un poco trabajosa.
Debió sentir mis nervios apareciendo cuando dijo:
—Si estás a punto de gritar como una hiena de nuevo, ¿por qué
no gritas pidiendo ayuda? Dale a esa mierda un buen uso.
Me levanté súbitamente y comencé a golpear las puertas del
ascensor.
—¡Auxilio! ¡Auxilio!
Mis gritos de ayuda fueron en vano.
—Bueno, ya puedes parar.
Volviendo junto a él en el piso, sentí otra oleada de pánico
llegando. Era realmente difícil batallar con estos sentimientos sin
ninguna distracción visual. Nunca había tenido que lidiar con esto en la
oscuridad.
—¿Puedes sostener mi mano de nuevo?
—Seguro —dijo simplemente.
Envolvió su mano fuertemente en la mía. Sin ningún estímulo
visual, me enfoqué en los otros sentidos, particularmente el olfato y el
tacto. Deleitándome en la sensación de su mano grande y cálida y
respirando su esencia, cerré los ojos y traté de calmarme.
Él brincó de golpe y me soltó. —¡Luz!
Mis ojos parpadearon abriéndose para encontrar que las luces del
ascensor habían vuelto a encenderse.
—¡Luz! —grité.
Cuando instintivamente me giré hacia él, lo miré y mi corazón
prácticamente se saltó un latido. Lo miré por varios segundos. El tipo
era mucho más guapo de lo que pude haber imaginado, hasta el punto
de que ahora estaba dolorosamente avergonzada por todo lo que había
pasado en la oscuridad.
No se parecía para nada a James Brolin. Era más joven, más
atractivo, más rudo. Creo que estaba al principio de sus treintas.
Mi compañero de ascensor tenía cabello oscuro, largo alrededor
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de las orejas y cubierto por una gorra de béisbol volteada hacia atrás.
Sus ojos eran de un sorprendente azul acero, y tenía la cantidad exacta
de barbilla sobre su quijada bien definida.
Las palabras no me salían. Simplemente dije:
—Hola. —Como si fuera el primer momento en que nos
conocíamos.
Él dejó salir una sonrisa peligrosamente sexy y me guiñó un ojo.
—Hola.
Guau. Mi pequeña jugadora de pelotas estaba bastante buena.
Solo la había visto desde atrás antes de que se fuera la luz.
Ahora, estaba mirando sus hermosos y grandes ojos color café,
sintiendo como si este ascensor atascado no había sido tan malo
después de todo.
Ella se aclaró la garganta. —Las luces regresaron, pero seguimos
atorados.
Presioné alguno de los botones. —Así parece. Pero estamos un
paso más cerca en la dirección correcta. Apuesto a que esta cosa 12
comenzará a moverse en cualquier momento.
Y con esta cosa moviéndose, no quiero decir mi polla, a pesar de
que podría jurar que la sentí retorcerse cuando ella lamió sus hermosos
labios carnosos.
Hazlo de nuevo.
Joder
Es hermosa
Mis ojos recorren la longitud de su cuerpo y de nuevo hasta
arriba, amando como los pequeños botones de su blusa conservadora
formaban un camino hasta su delicado cuello. No me habría importado
chupar esa piel.
Tal vez podría convencerla para irse de pinta conmigo.
—¿Hacia dónde te diriges una vez que salgamos de aquí? —
pregunté.
—Piso treinta y cuatro —dijo.
¿Qué?
¿Qué va hacer allá en mi piso?
Sé que no trabaja para mí. Habría recordado ese rostro, esos ojos.
—¿Qué clase de negocios vas a hacer allá arriba?
—En realidad tendré el placer de entrevistar al propio Señor
Ricachón.
Mi estómago se retorció.
Ohhhh…
Ese no era un buen presagio para mí.
Tragué e incliné la cabeza hacia un lado, haciéndome el tonto. —
¿Quién?
—El evasivo Dexter Truitt. Es el Director Ejecutivo de Montague
Enterprises. Ocupa toda la última planta.
Tratando de aparentar que no estaba realmente a punto de perder
mi mierda, pregunte: —¿Por qué lo llamaste Señor Ricachón?
—Simplemente porque lo imagino como ese cretino rechoncho
hambriento de dinero, supongo. Suena como un nombre que le encaja.
En realidad no lo conozco.
—¿Entonces por qué piensas de él de esa manera?
—Tengo mis razones.
—Tal vez no deberías asumir lo peor de las personas hasta que 13
los conozcas. —Incluso cuando sé la respuesta, pregunto—: ¿Por qué
vas a entrevistarlo, de cualquier modo?
—Trabajo para una revista de negocios. Finance Times. Fui
asignada a cubrir una exclusiva. Es sobre Truitt. Siempre ha sido muy
reservado desde que tomó la empresa de su padre, no queriendo ser
fotografiado o entrevistado. Su habilidad para mantenerse en misterio
ha sido impecable. Cuando descubrí que podría estar dando su primera
entrevista, salté ante la oportunidad.
—¿Eso por qué? Quiero decir, si no te gusta el tipo…
—Creo que sería divertido interrogarlo sin piedad.
—No me pareces la clase de persona que se desquita haciendo
sudar la gota gorda a la gente, considerando tus problemas de pánico.
—Bueno, créeme cuando te digo que seré capaz de encargarme de
mi mierda para esto. No voy a dejar pasar esta oportunidad.
—Sabes que en verdad no deberías juzgar a un libro por su
portada. Ya has determinado que crees que el tipo es un cretino y ni
siquiera lo has visto ni una vez. Solo porque alguien es rico y poderoso
no significa que sea una mala persona.
—No es solo eso.
—Entonces, ¿Qué es?
—Digamos, que he hecho mi tarea para esta entrevista, y tengo
conocimiento de primera mano de que el tipo es un idiota. Son muchas
cosas en las que entrar.
Joder. Mi pulso comenzó a acelerarse. Necesitaba saber por qué
tenía tales ideas preconcebidas respecto a mí. Definitivamente no podía
sospechar que yo era Dexter Truitt, dada la vestimenta tan casual que
traía después del gimnasio. Lucía como un maldito mensajero en
bicicleta en lugar del director ejecutivo de un imperio multimillonario.
Mi oficina tenía su propia ducha y armario, y planeaba
cambiarme tan pronto como llegara arriba. Supongo que había llegado
tarde para la entrevista.
—¿Cuál es tu nombre?
—Bianca.
—¿Bianca qué?
—Bianca George
Ese era el nombre de la reportera con la que me iba a encontrar.
—Un placer conocerte, Bianca.
—¿Y tú eres?
¿Cuál era mi nombre? 14
¿Le digo que la entrevista con el Señor Ricachón en realidad
comenzó desde el momento en que entró en el ascensor, o le sigo el
juego pretendiendo ser el tipo con los pies en la tierra al que está
abierta? Lo segundo sonaba un infierno más divertido.
Mi nombre.
Mi nombre.
Miré la correspondencia que recogí después del gimnasio esta
mañana. Estaba en el piso del ascensor junto a sus bolas de metal.
Sobre.
Grupo de sobres
Correspondencia.
Reed.
Miré las puertas del ascensor.
The Doors.
Jim Morrison.
Jim.
James.
Jay.
Reed. Jay Reed.
—Jay Reed.
—Un placer, Jay.
—Lo mismo, Bianca.
Una voz llegó por el intercomunicador. —Soy Chuck Sansone de
mantenimiento del edificio. ¿Hay alguien allí?
—¡Sí! —contestó Bianca—. ¡Estamos aquí! ¡Estamos atascados!
—Queremos que sepan que los sacaremos de allí enseguida. No
están en peligro y tenemos a un equipo trabajando en ello.
Parecía extremadamente aliviada cuando dijo:
—Gracias, ¡muchísimas gracias! Por favor manténganos al tanto.
—Lo haremos.
Yo, por otra parte, no había nada que quisiera más que quedarme
aquí en este espacio limitado con ella. Necesitaba llegar al fondo de por
qué me odiaba, pero una parte de mí estaba realmente disfrutando
jugar a ser Jay, el chico cualquiera por el que ella no tenía ninguna
noción preconcebida. 15
—¿A qué te dedicas, Jay?
Fue en lo único en que pude pensar basado en mi atuendo. —
Tengo mi propia compañía de mensajeros en bicicleta. Voy al piso
veintiséis.
—Ah, eso explica el paquete.
—¿Porque estoy muy bien dotado?
Se sonrojó un poco. —No, al sobre allí. —Me complació que al fin
estuviera de acuerdo con mi sentido del humor.
—Lo sé. Solo jugaba con esa bonita cabeza de nuevo.
Bianca todavía estaba ruborizada. Las luces encendidas parecían
haber cambiado el juego para ella. Definitivamente se sentía atraída por
mí. Algunas veces simplemente lo sabes. Cuando me atrapó mirándola,
batió sus pestañas y miró al suelo.
Oh, sí. Definitivamente tenía efecto sobre ella.
—¿Cómo entraste en ese campo? ¿Entrevistar a hombres que
odias?
—Bueno, solía trabajar como corredora en Wall Street.
—¿Y cómo se pasa de allí a ser reportera?
—No se pasa. Llegas a un colapso nervioso, el cual, en
consecuencia te lleva a ser reportera. Supongo que al menos todavía
estoy relacionada con mi carrera profesional de alguna manera,
trabajando para una revista de negocios.
—¿Cuánto tiempo crees que te tome la entrevista?
—Bueno, ya estoy retrasada. Así que quién sabe si aún podré
llevarla a cabo.
—Estoy seguro de que él comprenderá, dadas las circunstancias.
—Por lo que sé, él sabía que estaba subiendo y pudo haber
manipulado este aparato mecánico. Tal vez se le quitaron las ganas de
dar su primera entrevista.
—Creo que eso es un poco exagerado. Te habría llamado para
cancelar en lugar de manipular los cables del ascensor. Creo que estás
un poco paranoica, Georgy Girl2. Pero por suerte para ti, creo que tengo
la cura para eso.
—¿Involucra tu paquete?
Incliné la cabeza hacia atrás y me reí. —No involucra ni mi
paquete ni tus bolas.
—¿Cuál es la cura para mi paranoia?
—Cronuts.
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—¿Las nueces de quién?
—Cronuts. —Me reí—. Son esas cosas mitad donut, mitad
croissant.
—Oh. Creo que las vi en las noticias, ¿de la pastelería de la calle
Spring?
—Si. Son demasiado buenas. ¿Quieres ir a desayunar algunas
después de tu entrevista?
Bianca asintió. —Me gustaría.
Joder, sí.
Agregó: —Si alguna vez salimos de aquí.
Casi en el momento en que lo dijo, el piso se sacudió un poco
antes de que el personal de mantenimiento del edificio llegara por el
intercomunicador para dejarnos saber que el ascensor ya estaba
arreglado.
Presioné los botones de nuestros respectivos pisos y comenzamos
a movernos. Era una sensación agridulce.
2 Georgy Girl: Una chica convencida de ser indeseable que vive la vida con la
convicción de que nadie se dignaría ni siquiera tener una relación casual con ella.
Esta creencia se contradice con su real apariencia.
Cuando llegamos a mi falso destino, me detuve entre las puertas
para mantenerlas abiertas. —¿Cómo me comunico contigo cuando
termines?
Bianca entrecerró los ojos. —¿Por qué no cargas contigo un
teléfono?
—Larga historia. Tal vez cuando me dejes saber tu suciedad con
el Señor Ricachón, te dejaré saber por qué no tengo uno.
La verdad era, que estúpidamente había dejado mi celular en casa
de Caroline anoche. No pensaba decirle a Bianca que mi teléfono estaba
en el apartamento de mi follada casual desde hace un tiempo.
—Te encuentro frente a la puerta —dije.
—¿Cómo sabrás cuando haya terminado?
—Simplemente te esperaré.
—¿Seguro?
—Si. Puedo buscar algunas revistas en el quiosco allá afuera. Tal
vez vea qué tiene que decir Bianca George en el último fascículo de
Finance Times. —Guiñé.
—Está bien. —Sonrió—. Te veo pronto.
Cuando el elevador se cerró, mi corazón estaba bombeando, 17
inmediatamente me dirigí al escritorio de esta compañía al azar y
coqueteé con la recepcionista para que me prestara su teléfono.
Lo utilicé para llamar a mi secretaria.
—Hola, Josephine. Como sabes, Allí está Bianca George de
Finance Times para hacerme una entrevista. Necesito que la hagas
esperar unos cuarenta y cinco minutos. Cuando termine el tiempo, y
justo en ese entonces, por favor infórmale que no voy a poder darle la
entrevista el día de hoy, hazle saber que la contactaré por correo para
reprogramar.
—¿Por qué tengo que hacerla esperar? No entiendo.
—No necesitas entenderlo, ¿está bien? Tienes que hacerlo.
—Sí, señor.
A pesar del hecho de que había dejado mi teléfono personal donde
Caroline, tenía un celular de trabajo que mantenía en mi oficina.
—¿También podrías hacer que alguien me traiga mi teléfono al
piso veintiséis de inmediato? Estaré esperando fuera del ascensor. Se
está cargando en mi escritorio.
—Me encargaré de eso.
Necesitando sacarle el máximo provecho a esos cuarenta y cinco
minutos, lo primero era conseguirme una maldita bicicleta. ¿Qué haría
un mensajero en bicicleta sin una?
—Una cosa más, Josephine. ¿Por favor podrías buscar en Google
la tienda de bicicletas más cercana a nuestro edificio?
Me dio el nombre de un lugar a unos quince minutos de
distancia. Mi chofer no estaba cerca, así que cuando me entregaron el
teléfono, fui en taxi y compré la bicicleta que el vendedor me juró que
sería apropiada para un mensajero, excepto que dudaba que un
mensajero necesitara la versión doble que compré. Ya me las arreglaría
para explicarle eso a ella en su momento.
Colocándome el casco recién comprado, esperé ansiosamente
fuera de mi edificio. Cuando la vi salir, lucía completamente molesta.
—¿Qué pasó?
—El cretino me plantó.
—¿Te dio alguna razón?
—No. Me hizo esperar solo para decirme que cancelaba. Se
supone que va a reprogramarla, pero no me lo compro.
Pasándole el segundo casco que había comprado, le dije:
—¿Sabes qué? Que se joda.
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Y lo decía tanto literal como figurativamente.
—Tienes razón. Que se joda.
—¿Tienes que regresar al trabajo?
—No. Tengo libre el resto del día después de esta mierda —dijo.
Sacudí mi cabeza. —Súbete atrás.
Examinó la bicicleta. —¿Por qué manejas una de asientos dobles?
—Tengo varias bicicletas. Esta es para cuando necesito un
ayudante. Por suerte la tenía dado que a mi bicicleta regular se le
desinfló una llanta, por lo que la estaba usando. Parece cosa del
destino. Dado que eres mi ayudante, Bianca George. Ahora, ponte el
casco.
Se posicionó en la parte trasera, y comenzamos a pedalear al
unísono.
Hablé sobre mi hombro. —Primera parada, Cronuts.
Habló a través del viento. —¿Cuál es la segunda parada?
—Donde nos lleve el día, Chica Georgy.
—¿Viste eso?
—¿Qué? —Estaba teniendo dificultades para concentrarme en
cualquier cosa excepto los pezones erguidos asomándose por su delgada
camiseta, para ser honesto.
—Esos dos tipos —Bianca señaló a dos tipos en traje sentados en
una banca del parque a los lados del sendero, como a unos veinte
metros de donde estábamos sentados en la grama. Era la primera vez
que ponía un pie en el Great Lawn en Central Park desde que era niño.
A pesar de que tenía una vista espectacular desde mi apartamento, la 19
mayor parte del tiempo no conseguía tiempo ni para mirarlo.
—¿Qué pasa con ellos?
Levantó su barbilla en dirección hacia una señora mayor a cierta
distancia de los dos hombres. —La señora casi se tropieza y se cae de
cara.
—¿Y es culpa de ellos?
—El hombre de la izquierda tenía sus piernas tan extendidas, que
casi no dejaba espacio para pasar. Ese sendero apenas tiene metro y
medio de ancho y sus piernas abarcan como dos tercios de eso.
—Es alto. Dudo que tuviera la intención de hacer caer a la
señora.
—Tal vez no. Pero ese es el problema con esa clase de gente. No
tienen la más mínima cortesía por la gente a su alrededor. Solo son
conscientes de las cosas que tienen impacto directo sobre ellos. Apuesto
a que si una mujer con pantalones de yoga ajustados y un buen par de
pechos caminara por ahí, habría movido sus piernas porque habría
estado interesado en el paisaje.
—Creo que puedes estar siendo un poco pesimista respecto a toda
la población que usa trajes.
—No. —Bianca destapó su almuerzo mientras hablaba. Habíamos
recogido hamburguesas y papas en un deli por el que había pasado
millones de veces y jamás me había detenido, hasta hoy—. Hay una
correlación directa entre el valor comercial de un hombre y sus
modales. A mayor tasa de impuestos, peor etiqueta.
—Creo que estás exagerando. ¿Dónde está la investigación que
soporta dicha sólida conclusión, Srta. Finance Times?
Se estiró hacia su caja de papas fritas dentro de una pequeña
bolsa blanca y sacó una. Ondeándola hacia mí, dijo:
—Te mostraré mi investigación. ¿Quieres apostar?
—¿Eso depende de qué puedo perder?
Tomó un bocado de su papa y sonrió. —¿Ya sabes que vas a
perder, ah?
—No dije eso. Pero me gusta conocer todos los hechos antes de
lanzarme sobre algo.
—Seguro que sí, gallina.
Me reí. —¿Cuál es la apuesta, sabelotodo?
—Apuesto a que puedo hacer que el tipo recoja sus piernas sin
siquiera pedírselo. 20
—¿Y cómo se supone que harás eso?
—¿Es una apuesta?
Estaba intrigado. —Dime el precio.
Lo pensó por un momento. —Si gano, tendrás que llevarme de
regreso a mi apartamento en la parte trasera de tu bicicleta doble con
los pies en alto.
—¿Y qué pasa si pierdes?
—Yo pedaleo y tú puedes sentarte en la parte de atrás y relajarte.
Yo medía un metro ochenta y cinco y pesaba ochenta y siete kilos.
No podría llevarme sin quedar completamente sudada. No había
manera de que dejara que esta mujer me llevara pedaleando por la
ciudad. —Te diré qué. Si ganas, te llevaré a donde quieras con los pies
arriba. Pero si pierdes, cenarás conmigo. Y te voy a llevar a un bonito
restaurante lleno de hombres con trajes caros.
Pareció que le gustaba la apuesta. Extendiendo su mano, dijo:
—Estoy dentro. Prepárate para un buen ejercicio esta tarde.
Quería ponerla a hacer un buen ejercicio, pero no tenía nada que
ver con la maldita bicicleta.
Se levantó y sacudió el polvo de la hierba de sus manos. —¿Me
prestas tu sudadera?
Yo llevaba una sudadera cuando fui al gimnasio. Dado que era un
hermoso día afuera, la metí en una de las dos bolsas de la parte trasera
de mi bicicleta de mensajero. Su cartera y sus tacones estaban en la
otra bolsa. Cambió sus sandalias sexis por un par de sandalias planas
que llevaba en el bolso antes de subirse a la bicicleta.
Bianca sacó de su bolso una coleta y sujetó su cabello en un
moño. Luego procedió a colocarse la sudadera y subir la cremallera
hasta arriba antes de ponerse la capucha.
—¿Qué haces?
—Voy a pasar frente a ellos y demostrarte que ni siquiera notarán
que casi me caigo.
—¿Y para eso necesitas ir de incógnito?
Haló la sudadera para cubrir todo su trasero, y la cosa le llegó
casi hasta las rodillas.
—Estoy cubriendo mis activos.
—Tienes unos activos bastante distractores.
Con una sudadera oscura cuatro tallas más grande cubriendo su 21
cuerpo y una capucha ajustada sobre su cabeza para ocultar su
hermoso rostro, se alejó, retrocediendo un poco y luego entrando al
sendero de concreto. Cuando llegó hasta los dos trajeados, pretendió
tropezar. Uno de los tipos levantó la vista un segundo y luego siguió
conversando. Maldición si no estaban haciéndonos quedar mal al resto
de nosotros.
Sonriendo como si ya hubiese ganado, Bianca volvió a donde
estábamos sentados. Inmediatamente comenzó a quitarse la sudadera
mientras hablaba.
—Ves. Son groseros. Sin educación. El que ni siquiera miró,
probablemente tiene una gran vista del parque desde su sala de estar.
Probablemente no era momento de mencionar que yo vivía en
Central Park Oeste y que tenía vista al parque desde mi sala de estar y
mi habitación. Lo cual me recordó, ¿a dónde demonios la llevaría si
quería ir a casa conmigo luego? Jay, el mensajero en bicicleta no podría
costear ni el armario de mi apartamento.
Una vez que se quitó mi sudadera, comenzó a abrirse algunos
botones de su propia blusa. Hace un rato me había imaginado qué
había detrás de la camisa de seda, pero ahora ella estaba ostentando
una piel perfectamente bronceada y una sana cantidad de escote. Me
pregunté si estaba usando un sujetador de realce o si sus tetas eran
perfectamente redondas.
—Esto es ponerse un poco en contra, ¿no crees?
Sacó su cabello fuera del moño y lo atizó, luego buscó en su bolso
y se aplicó labial rojo brillante. —No debería importar quién camina por
allí.
Cuando estuvo lista, se quitó las sandalias y sacó sus sensuales
tacones del bolso, poniéndoselos. Luego se giró hacia mí. —¿Listo?
Me recosté en mis codos y disfruté el espectáculo. Realmente no
le daba ni mierda a lo que los dos tipos hicieran, pero estaba babeando
al ver a Bianca acomodar mucho sus cosas. —Adelante, ve por ellos.
Igual que antes, caminó un poco hacia atrás en la grama antes de
entrar al sendero de concreto. Sus caderas se balancearon de un lado a
otro mientras colocaba un pie delante del otro. Justo antes de llegar a
los tipos, dejó caer al suelo la banda elástica que había tenido en el
cabello. Se giró, doblándose dramáticamente por la cintura, dándole a
los dos tipos una vista perfecta de su muy buen trasero. El de las
piernas estiradas definitivamente la notó. Bianca se levantó, se giró a
mirarme con una sonrisa en su rostro, y dio un par de pasos más. Unos
segundos antes de llegar al banco, el trajeado recogió sus piernas para
que ella pudiera pasar.
Incluso siguió mirando su trasero el resto del camino mientras
ella volvía a donde estábamos sentados. 22
—Lindo. Muy lindo.
—Creo que necesito hacer un par de paradas en el camino a casa
para recoger algunas cosas —se regodeó.
—Déjame adivinar. ¿Ladrillos?
Se rió. Me encantó que se quitó los zapatos y se sentó en la grama
sin importarle una mierda la posibilidad de ensuciarse. Estaba bastante
seguro de que la última vez que los pies de Caroline tocaron la grama,
había sido para una sesión de fotos, y probablemente había hecho que
el camarógrafo la cargara.
Mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo había estado haciendo todo el
tiempo que rodamos por la ciudad y compramos el almuerzo, pero
Bianca no lo había notado desde la parte trasera de mi bicicleta doble
con el sonido de la ciudad rodeándonos.
—¿Es tu teléfono?
—Aparentemente.
—¿Creí que habías dicho que no llevabas teléfono contigo? ¿Esa
fue la razón por la que no pudiste iluminarme para que encontrara el
mío cuando se cayó?
Mierda.
—No lo tenía conmigo porque lo había dejado en el bolso de
mensajero en la bicicleta cuando subí a hacer la entrega.
—Ah.
Mi teléfono vibró de nuevo.
—¿No tienes que contestarlo?
—Puede esperar.
—¿Eres el único mensajero? ¿O es una compañía grande?
—Somos varios. —Toma la pala, cava tu tumba más profundo,
estúpido Jay.
Entrecerró los ojos. —Estás siendo vago. La mayoría de los
hombres no pierden oportunidad de hablar de sus éxitos.
—Tal vez mi compañía es extremadamente exitosa y no quiero
asustarte pensando que soy uno de esos ricachones que parecen
disgustarte tanto.
—No me desagradan las personas porque tengan dinero. Me
desagradan por lo que les hace tener dinero. Parece causarles una
deformación en sus prioridades y hacerlos pensar que el mundo gira a
su alrededor.
—¿Entonces no necesariamente eliminarías a un hombre 23
extremadamente pudiente de tu lista de potenciales pretendientes solo
por su riqueza?
—¿Potenciales pretendientes? —Se carcajeó—. Ahora suenas
como los cretinos con los que fui a la escuela en Wharton.
—¿Fuiste a Wharton?
—Si. No suenes tan sorprendido. Las chicas con cerebro usan
palabras obscenas y sus cuerpos para ganar apuestas, sabes. ¿Y tú
qué? ¿Fuiste a la universidad?
Tampoco podría decirle que fui a Harvard, así que añadí otra
mentira al montón creciente. —Fui a la universidad del estado. Era lo
que mis padres podían costear. —No era una completa mentira. Mis
padres podían costear la universidad del estado, o comprar… los
terrenos, los profesores, la universidad entera, para lo que cuenta.
Nos sentamos en la grama por otra hora comiendo nuestro
almuerzo y hablando tonterías. Esa mujer me intrigaba en tantos
niveles, que quería conocer más de lo que la hacía ser quien era. —
¿Entonces qué haces en tu tiempo libre, además de timar a los hombres
con apuestas en el Great Lawn?
—Bueno, trabajo mucho. Ya sabes que escribo para Finance
Times, pero también escribo de manera independiente para otras
revistas de negocios. Además, algunos fines de semana viajo por
asignaciones. Cuando estoy en casa, usualmente salgo. Soy una
gourmet. Me gusta probar diferentes sitios étnicos para comer con mi
amiga, Phoebe. Hemos estado en una racha vietnamita últimamente. El
último lugar al que fuimos, no teníamos ni idea de qué comimos porque
éramos las únicas dos no asiáticas en el lugar, y nadie hablaba español.
Además de eso, soy voluntaria para Forever Grey la mayoría de los
domingos en la mañana. Es una asociación sin fines de lucro que
rescata perros galgos jubilados que han sido desechados por sus
dueños obsesionados con las carreras cuando ya no pueden correr lo
suficientemente rápido. Los perros son hermosos e inteligentes y
necesitan ejercicio, por lo que llevo a dos a correr cada vez que puedo.
—Eso es muy amable de tu parte.
Se encogió de hombros. —Es una buena terapia tanto para los
perros como para mí.
—¿Tienes perros propios?
—Me gustaría, pero mi edificio no permite perros de más de cinco
kilos. Y realmente no soy de la clase de persona de perros pequeños.
Además, con todos mis viajes, no sería justo con el animal estar
encerrado en mi pequeño apartamento. Desde que dejé el mercado de
las acciones, mi estilo de vida ha bajado, comenzando por una
reducción de mi superficie. Mi antiguo apartamento tenía un armario
más grande que el lugar donde vivo ahora. ¿Qué hay de ti? ¿Qué haces 24
para divertirte?
Mi vida por los últimos seis meses había consistido básicamente
en trabajar ochenta horas a la semana, ir a compromisos sociales
mundanos requeridos por mi trabajo, y ocasionalmente follar con
Caroline cuando estaba en la ciudad. Todo lo cual, el extraordinario
mensajero Jay, no podría revelarle a Bianca. Así que cavé todavía más.
—Mi negocio me mantiene bastante ocupado. Tengo algunos
empleados pero la compañía apenas tiene un par de años, así que
todavía estamos en la etapa de construcción. Trato de ir al gimnasio
cinco días a la semana y… —necesitaba salir con algo que sonara como
que tenía algunos intereses. Desafortunadamente, cuando busqué en
mi repertorio de mentiras decentes, no encontré nada, por lo que salí
con lo primero que me vino a la mente—. También tallo.
—¿Tallas?
—Si. Tallo. Sabes, la antigua forma de trabajar la madera. Hago
esculturas con madera.
¿Qué carajos? ¿No podría habérseme ocurrido antes hacer
senderismo o destilación? No sabía nada de madera. Bueno, al menos
no ese tipo de madera.
Bianca pareció sorprendida. —Eso no es algo que escuche decir
con demasiada frecuencia. Tallado. ¿Qué clase de cosas haces?
—Ah. No puedo contarte eso en la primera cita. —Guiñé—.
Confórmate con saber que soy bueno con las manos y estarás ansiosa
por ver un impresionante trabajo en madera cuando salgamos de
nuevo.
—¿Cuándo salgamos, no si salimos de nuevo? —preguntó con
una ceja levantada—. Eres bastante seguro de ti mismo ¿no es así?
—Me gusta más pensar en mí como persistente. Puede que sea un
simple mensajero, pero eso no significa que deje que algo se interponga
en mi camino cuando sé lo que quiero.

La tarde voló, y odiaba tener que terminar las cosas, pero mi cita
de las cuatro en punto había viajado desde Londres ayer. No podría
simplemente abandonarlo mientras terminaba mi tarde completamente
alejado de mis responsabilidades. Sin mencionar que mi secretaria
había estado reventando mi teléfono con una serie de mensajes
urgentes por más de una hora.
De mala gana, llevé a Bianca de regreso a su apartamento. Siendo
una mujer de palabra, no colaboró ni con una onza de esfuerzo para
trasladar su trasero por media ciudad. A pesar de que estaba en plena 25
forma, estaba sudando y jadeando para el momento en que llegamos a
su departamento.
Sequé mi frente con mi sudadera después de estacionar la
bicicleta. —Realmente no me diste una mano en todo ese recorrido.
Sonrió. —No. Una apuesta es una apuesta, y tú perdiste.
Estaba empezando a pensar que había perdido mi maldita
cordura. —¿Cuándo puedo verte otra vez?
—¿Me vas a recoger en bicicleta?
—¿Eso importa?
—No. Solo quería saber qué tipo de ropa usar.
—Usa algo sexy. —Di un paso más cerca en su espacio personal,
tanteando el terreno. No retrocedió.
—¿A dónde iremos?
—A donde quieras. —Había estado muriéndome por tocarla todo
el día, pero atacarla en el parque o detenerme en el tráfico para tomar
su boca no era exactamente la clase de vibra que tenía la tarde. Pero
ahora estábamos de pie frente a su edificio y solo estábamos nosotros,
no podía resistirme. Su cabello estaba alborotado por el viento durante
el paseo, así que lo alisé y dejé que mi palma permaneciera en su
mandíbula para que mi pulgar pudiera acariciar su mejilla—. Escoge.
Me apunto a lo que sea.
—¿Qué te parece comida de Etiopía?
—Hecho. —Me acerqué—. ¿Deseas algo más?
Sus ojos cayeron a mi boca.
Respuesta correcta.
Justo cuando estuve a punto de que mi boca finalmente se
encontrara con la suya, algo captó su atención detrás de mí. Me giré y
miré a una mujer mayor intentando salir de un taxi.
—Esa es la señora Axinger —dijo Bianca—. Vive al otro lado de mi
pasillo.
Quería ignorar a la señora saliendo del auto y volver a lo que
estaba a punto de hacer, pero no pude. Parecía como si podía caerse y
el maldito taxista no estaba dispuesto a ayudarla. Gruñí, pero me
acerqué a ayudar a la mujer. Bianca me siguió de cerca.
—Hola Sra. A. Le presento a mi amigo Jay,
Tomé el brazo de la señora y la ayudé a salir del auto y subir a la
acera. Una vez que estuvo estable, saqué su bolsa de compras del
asiento y la llevé mientras ella y Bianca caminaban hacia la puerta. 26
—Bianca, querida, ¿crees que puedas ayudarme a bajar una caja
de la parte de arriba de mi armario? Me da miedo subirme a una silla y
necesito enviarle algunas fotos a mi hijo en California.
—Seguro, por supuesto. Le he dicho que me toque cada vez que
necesite algo. La ayudaré a guardar esos víveres y con lo que sea que
necesite bajar.
Después de que abrí la puerta y estuvimos en el lobby, Bianca me
dio una mirada de disculpa. —¿Me llamas? —preguntó.
A regañadientes, saqué mi teléfono del bolsillo y se lo di para que
guardara allí su número. Cuando terminó, intercambiamos el teléfono
por la bolsa de víveres que estaba cargando.
—Espero con ansias.
Esperé hasta que las puertas del ascensor se cerraron antes de
dirigirme a la bicicleta. Mientras caminaba, miré el número de teléfono
que había escrito. Incluso me había dejado un mensaje.
Bianca: tállame algo pequeño y conseguirás ese beso que se
arruinó la próxima vez.
Genial. Jodidamente genial. Después de montar mi bicicleta de
vuelta a mi compañía multimillonaria, tendría que aprender a tallar.
Me acomodé en la cama esa noche de un humor particularmente
bueno pensando en Jay. Pero mi humor fue empañado cuando revisé
mi correo electrónico y me encontré uno del hombre que me había
tratado tan mal; el Señor Ricachón.
Querida señorita George,
Por favor acepte mis disculpas por cancelar nuestra reunión
con tan poca antelación. Me temo que fue una emergencia
personal que no pude evitar. 27
Saludos,
Dexter Truitt
¿En serio? “¿Saludos?” ¿Ni siquiera iba a proponer posponerlo?
¿Siquiera tenía idea de lo mucho que su “emergencia” me complicaba?
Tenía una fecha límite, y mi revista estaba hasta el momento sin una
historia principal. Aunque si me sorprendió que alguien como él
siquiera se molestara en ofrecer una disculpa, esto no estaba bien.
Decidí responder.
Señor Truitt,
Me temo que su “emergencia personal” me ha puesto en una
posición muy difícil. Estamos con un plazo muy apretado. Si la entrevista
no se realiza pronto, vamos a tener que cancelar todo el reportaje.
¿Cuándo podrá reprogramar?
Una notificación sonó dentro de treinta segundos, indicando que
había recibido un nuevo correo. Dexter Truitt me había contestado.
Señorita George,
¿Qué tal ahora mismo?
¿Ahora? ¿Estaba loco? Tenía mucho coraje al esperar que me
reuniera con él a esta hora de la noche.
Señor Truitt,
Son las once de la noche. No puedo reunirme con usted tan tarde.
¿Cuándo tendrá disponibilidad durante horas laborales esta semana?
Rebotando mi rodilla ansiosa, esperé su respuesta.
Señorita George,
Estoy disponible ahora. Podemos hacer la entrevista por
correo electrónico. Preferiría tener documentada por escrito mis
respuestas en todo caso, así evito que mis palabras sean
malinterpretadas.
No podía hablar en serio. Escribí.
Señor Truitt,
Su acuerdo con la revista fue una entrevista en persona. Tenía la
impresión de que el único propósito de este reportaje era para que
pudiera “salir al público”. Una entrevista hecha por correo arruinaría el
propósito.
Mordiéndome las uñas, miré la pantalla.
Señorita George,
¿A qué acuerdo se refiere? Nunca firmé nada con su revista.
28
Por lo tanto, no hay una obligación contractual. Simplemente
expresé el interés en ser entrevistado. Desde entonces he pensado
mejor lo de hacerlo en persona. Si quiere tener la entrevista
conmigo por correo ahora, estoy más que feliz de ofrecerle la
oportunidad.
Las teclas de mi portátil repicaron con fuerza mientras digitaba
más rápido esta vez.
Señor Truitt,
¿Está diciendo que no hubo ninguna emergencia personal? ¿Mintió
y canceló nuestra entrevista porque decidió no mostrar su rostro después
de todo?
Dejando salir un suspiro de frustración, me reacomodé en mi
cama mientras esperaba su respuesta.
Señorita George,
Sí tuve una emergencia, pero no creo que tenga obligación
alguna de ofrecerle una explicación de mis asuntos personales.
En cuanto a mostrar mi rostro, bueno, si quiere la verdad, mi
inesperado cambio de planes me ofreció el tiempo de pensar bien
sobre tal decisión que podría cambiarme la vida. He decidido que
prefiero seguir manteniendo mi identidad en privado.
Genial. Ahora no hay historia.
Señor Truitt,
Habría sido bueno conocer esta información antes de haberlo
convertido en la noticia principal y gastar dinero en promoverla. Todo el
punto de la publicación era documentar su salida debajo de la roca en la
que se ha estado ocultando. No creo que tengamos una historia ahora.
Su respuesta vino más rápido esta vez.
Señorita George,
Estoy dándole la oportunidad de preguntarme lo que quiera.
Lo que sea. Creo que eso hace una historia jodidamente buena, de
hecho. Pero sí tengo dos condiciones. La primera es que no tengo
que ser fotografiado. Creo que es bastante justo considerando que
seré un libro abierto. Segundo, por cada pregunta personal que
me haga, puedo hacerle una similar. Y debe responderme. Ya que
parece creer que dejar al descubierto el alma al público es tarea
fácil, sería bueno que experimentara lo que es estar al otro lado
de la cerca. ¿Trato?
¿Qué estaba fumando este tipo? Tal vez simplemente debería
preguntarle, viendo que podía preguntarle “lo que sea”. Qué demonios.
Necesitaba esta historia. E incluso sin su cara, era mejor que cualquier
otra exclusiva que hubiéramos conseguido en mucho tiempo. 29
Señor Truitt,
Tenemos un trato. ¿Empezamos?
Señorita George,
Soy todo suyo. Empiece con las preguntas del negocio.
Sáquelas del medio. Puede que trabaje para Finance Times, pero
afrontémoslo, la gente no está realmente interesada en cuantas
acciones de mi compañía he vendido, tanto como con cuántas
mujeres estoy saliendo.
Habíamos cambiado al chat de Gmail y pasamos la mayor parte
de una hora hablando en cómo llegó con el tiempo a manejar la firma de
capital de riesgo de su padre.
En tan solo los últimos cinco años, Dex Jr. había sido elogiado
por diversificar el lugar de trabajo, contratando particularmente
mujeres y minorías. Era conocido por tomar riesgos de inversión incluso
mayores de lo que su padre lo hizo alguna vez.
Dex contó lo que era un día típico, ahogado con reuniones en su
mayoría por teléfono con emprendedores y compañías de cartera de
valores. Cada cliente y empleado firmaba un acuerdo de
confidencialidad por medio del cual no podían revelar información
personal de Dex ni fotografiarlo.
Dex dijo que con frecuencia no dormía durante días cuando
estaba cerca de cerrar un trato. Comía, dormía y respiraba su trabajo.
Cuando cubrimos el espectro de las preguntas sobre negocios,
comencé a lanzarle las personales. Excepto, que tuve que pensar
cuidadosamente mis preguntas, sabiendo que aparentemente iba a
hacerme las mismas.
Bianca: Cuénteme su infancia.
Dex: Fui hijo único de Dexter Truitt y Suzanne Montague—
Truitt. El padre de mi madre, Stuart Montague, de hecho fundó la
compañía. Es de ahí de donde viene el nombre de Montague
Enterprises. Stuart no tenía un hijo, así que le dejó la compañía a
mi padre con el acuerdo de que yo me encargaría de ella algún
día. Mi padre fue básicamente un padre ausente, sin embargo. Mi
infancia era lo que usted esperaría; privilegiada. Pero mis padres
no estaban mucho en casa.
Bianca: ¿Entonces, fue educado por niñeras?
Dex: Sí. Bueno, una en particular llamada Alice Sugarbaker.
La llamaba Sugie.
Una sonrisa se extendió en mi rostro. Pensaba que eso era un
poco dulce, este gran y poderoso hombre, recordando el nombre de la
mujer que prácticamente lo educó. 30
Bianca: ¿Dónde están sus padres ahora?
Dex: Papá está retirado, viviendo en Palm Beach con su
tercera esposa. Mi madre fue su segundo matrimonio. Mamá vive
aquí en la ciudad, nunca volvió a casarse. Soy más cercano a ella
que a mi padre. De todos modos, está adelantándose un poco. Es
mi turno. Cuéntame sobre tu niñez, Bianca.
¿En serio iba a seguir con este juego?
Bianca: ¿Por qué le importa?
Dex: ¿Por qué no? No es menos importante que yo. Así que,
cuéntame. ¿Dónde creciste?
Bianca: Staten Island. Dos padres trabajadores. Una hermana.
Dex: ¿Una buena infancia?
Bianca: Tuve una buena infancia hasta que mis padres se
divorciaron. Luego las cosas se pusieron feas.
Dex: Entiendo. Lo mismo por aquí con lo del divorcio, pero
lamento escucharlo.
Bianca: Gracias. Siguiente pregunta. ¿Cuando entró a Harvard,
decidió hacer la carrera en negocios porque era algo que de verdad le
interesaba o porque siempre supo que tendría que encargarse del negocio
familiar?
Dex: ¿Honestamente? No diferenciaba mi culo de mi codo en
ese entonces. Así que, sí, hice la carrera de negocios porque
parecía tener sentido, dada mi herencia y las expectativas que
había sobre mí. Dios, Bianca, estas preguntas son jodidamente
aburridas.
Me reí un poco. ¡Bueno, vete a la mierda, Dex!
Bianca: ¿Entonces, de qué sugiere que hablemos?
Dex: A la gente no le interesa esta mierda. Leen sus revistas
porque quieren saber cómo ser exitosos ellos mismos. Donde fui a
estudiar no importa. La verdad es, esta compañía me fue
entregada en una bandeja de plata. Prometí no desperdiciar esa
oportunidad cometiendo los mismos errores de mi padre. Él no era
honesto y les quitó dinero a muchas personas a lo largo de los
años. Puedo decirlo ahora porque es de conocimiento público.
Prometí hacer las cosas diferentes, y eso incluye mantenerme
fuera del ojo público.
Bianca: ¿Por qué no puede ser un hombre honesto y estar en el ojo
público a la vez?
Dex: Creo que he probado que no debes mostrar la cara para 31
ser exitoso. ¿Entonces, por qué lidiar con todos los medios y las
tonterías de los tabloides? No añaden ningún valor. No añaden
nada más que riesgo.
No podía discutir con eso.
Dex: Pregúntame algo interesante ahora. Algo que la gente
querría saber.
Bianca: Ya que parece ser una autoridad en lo que es una buena
pregunta para la entrevista, por qué no me dice USTED lo que la gente
quiere saber.
Hubo una pausa esta vez antes de que respondiera.
Dex: Quiero que sepan que soy más que un tipo renombrado
en un traje, que me despierto cada día prometiendo aprovechar al
máximo cada ahora y hacer una diferencia sea grande o pequeña.
Estoy seguro de que hay muchas nociones preconcebidas sobre mí.
La mayoría de estas no son ciertas. La gente asume que el
mantenerme fuera del ojo público es un truco para de alguna
forma mistificarme como una celebridad elusiva. La verdad es…
que sólo intento aferrarme a un poco de normalidad. Soy un tipo
normal que quiere paz en su vida, Bianca. No un gran lobo que se
mofa de cancelarle a hermosas chicas de ojos marrones de Staten
Island.
Esa última frase me tomó por sorpresa y mi piel se calentó.
Bianca: ¿Cómo sabe que tengo ojos marrones?
Dex: Estoy viendo tu biografía en el sitio web de Finance
Times.
Sintiéndome vulnerable de que inspeccionando mi apariencia,
intenté cambiar el tema.
Bianca: ¿Qué más cree que la gente quiere saber de usted?
Dex: No cambies el tema sobre ti. Eres hermosa, por cierto.
Hablemos de eso. Es más divertido que hablar de mí.
Bianca: No lo hagamos.
Dex: Es mi turno hacerte una pregunta. ¿Crees que me
olvidé?
Bianca: ¿Qué?
Dex: ¿Qué quieres que las personas sepan de ti, Bianca
George?
Bianca: Quiero ser tomada en serio por los millonarios que intento
entrevistar.
Dex: Estoy tomándote muy enserio. Y quiero saber más. 32
Ahora responde mi pregunta. ¿Qué quieres que la gente sepa sobre
ti?
Dios, estaba poniéndome en la mira. Pero por alguna extraña
razón, estaba suavizándome con este hombre. En realidad no quería
elaborar otra respuesta sarcástica cuando, de hecho, no había sido más
que genuino conmigo todo este tiempo. Era mucho menos agotador ser
honesto. Así que, simplemente respondí su pregunta con honestidad.
Bianca: Sólo soy una chica que quiere ser feliz. No necesito dinero
ni un trabajo prestigioso. Dejé Wall Street porque no podía soportarlo. Es
por eso que hago esto para vivir en cambio. No soy perfecta. Pero algunas
veces sí tengo nociones preconcebidas sobre las personas con poder. Eso
probablemente viene de ver a mis padres trabajadores ser arruinados por
tales personas durante años. Pero incluso en el poco tiempo que hemos
hablado esta noche, puedo ver que eres muy diferente de lo que pensaba.
Hice conjeturas sobre ti que eran incorrectas. Así que, una cosa que
definitivamente quiero que la gente sepa sobre mi es que no tengo miedo
de admitir cuando me equivoco.
Dex: Gracias.
Bianca: Bueno, has sido muy abierto conmigo. Así que, sentí que te
debía lo mismo.
Dex: Olvida la entrevista. ¿Qué quieres saber TÚ sobre mí?
Bianca: Si quieres la verdad, me produce más curiosidad saber
cómo luces en este momento. De verdad me muero por saber.
Dex: LOL. Bianca George, definitivamente no eres nada más
que honesta. Así que… qué es… ¿crees que no me dejo fotografiar
porque soy asquerosamente poco atractivo?
Bianca: No dije eso.
Dex: Pero estabas pensándolo.
No podía dejar de sonreír.
Dex: ¿Te gustaría verme?
Mi corazón empezó a golpear ante la idea de ver su apariencia.
¿Qué me pasaba? Pero sólo había una respuesta a su pregunta.
Bianca: Sí.
Unos segundos después, envío una imagen adjunta. Después de
darle clic, casi perdí el aliento.
Oh.
Era una foto de un hombro recostado en su cama. Su torso era
marcado… bronceado… casi como bronce. Parecía casi falso, porque era
jodidamente demasiado perfecto. Este era probablemente el pecho más
asombroso que había visto alguna vez. La foto se cortaba en la parte 33
inferior, sólo mostrando la parte superior de sus bóxer negros que
tenían las palabras Emporio Armani escritas en la banda blanca. Un
delgado camino de vello bajaba por el centro de su definida V
musculosa. Santa mierda.
No podía dejar de mirar.
Esto no era en absoluto lo que esperaba. Para nada. De hecho, no
podía creerlo. Tenía que ser falso.
Cuando finalmente pude apartar mis ojos de la cincelada estatua
de bronce masculina, digité.
Bianca: Ese NO eres tú.
Desearía poder haber visto su rostro.
Mierda. Desearía poder haber hecho más que eso. Este chat con
Bianca estaba matándome. De repente estaba duro como una roca,
sabiendo que estaba mirando mi foto.
Dex: Soy yo.
Bianca: No me lo creo. Admítelo. Te robaste la foto de Pinterest.
LOL.
Mi mandíbula dolía de sonreír. Después de agarrar un lapicero y 34
un papel de la mesa de noche, escribí HOLA, BIANCA GEORGE luego
tomé una foto con ésta cubriendo mi rostro, asegurándome de que mi
cuerpo estuviera de nuevo a plena vista. Decidí cortarla a la mitad ya
que si bajaba más, habría visto la erección dura como una roca que
tenía como resultado de nuestro pequeño intercambio.
Dex: ¿Ahora crees que soy yo?
Bianca: Bien, entonces eres atractivo.
Dex: Vaya, gracias. Pero todavía no has visto mi rostro. Me
temo que no lo harás esta noche.
Una extraña sensación de repente se apoderó de mí. Una que
podía decir honestamente jamás sentí antes. Eran celos. Pero no solo
unos celos cualesquiera. Celos de mí mismo. De repente, Jay quería
joder a Dex de la peor manera.
Bianca: ¿Todavía haremos la entrevista?
Dex: Tú dime.
Bianca: Creo que deberíamos seguir esto mañana.
Me reí. Supongo que de repente se quedó sin palabras. Todo esto
no era muy profesional de mi parte, pero como había pasado todo el día
con esta mujer, me sentía cómodo a su alrededor. No podía evitarlo.
También dejó muy en claro antes que se sentía atraída por mí, así que
no pude evitar sacarle el provecho a esa noche.
Dex: ¿Entonces, mañana en la noche? ¿A la misma hora?
¿Once?
Bianca: Bien. Suena bien.
Oh sí.
Dex: Muy bien. Dulces sueños.
“Dulces sueños”. Soné más como un adolescente que como un
magnate. Poco profesional, pero de verdad no me importaba ni una
mierda. Casi la llame Georgy Girl también. Ese era el apodo de Jay
para ella, idiota. Ese chupapollas, Jay. Riéndome para mí mismo, pensé
en lo loco que era esto. Dex odiaba a Jay porque pasaría tiempo con ella
mañana en persona. Y Jay detestaba al rico imbécil, Dex, por abusar de
su poder para conocerla mejor.
No había esperado otro mensaje de ella.
Bianca: Buenas noche, Dex.
¿Cuándo había dejado de llamarme señor Truitt? No me
importaba; estaba feliz de lo que hiciera.
Dex: Buenas noches, Bianca. 35
Georgy Girl.
Dormir no iba a suceder. Estaba inquieto. El mensaje de Bianca
para ese imbécil de Jay resonaba en mi mente: Talla algo pequeño para
mí, y la próxima conseguirás ese beso que arruinaron la próxima vez.
Que mejor momento para quedarme despierto viendo tutoriales de
madera tallada en YouTube.

—Necesito hacer una parada antes de ir a mi almuerzo de


negocios —mascullé a Sam, mi chofer, mientras me subía al asiento
trasero del Town Car negro. Había visto jodidos videos de YouTube
durante una hora anoche e hice una lista de las cosas que necesitaba.
Todavía no podía creer la mierda por la que iba a pasar por un beso de
esta chica. Caroline besaría mi polla si Sam se detenía para recoger
flores antes de llevarme a su casa. Bianca se me había metido bajo la
piel.
—¿A dónde, señor?
—Union Square. Al lado de la Calle 14th.
La tienda de suministros de arte era enorme. Mirando mi reloj,
noté que sólo tenía diez minutos antes de mi almuerzo de negocios, y
todavía debíamos cruzar la ciudad. Debía verme tan fuera de lugar
paseando alrededor buscando suministros como me sentía, porque una
mujer usando un overol azul se me acercó cuando me quedé de pie en
un lugar mirando.
—¿Puedo ayudarle, señor?
—Estoy buscando implementos para tallar. Algunas herramientas
para esculpir, bloques de madera de abeto, tal vez una guía para
principiantes.
Movió su mano sobre su hombro.
—Por aquí.
La seguí al segundo piso y hasta la esquina del extremo más
alejado de la tienda.
—Tenemos una selección de cuchillos para tallar. —Tomó un
paquete que contenía seis herramientas con mangos de madera—. Este
de aquí es un buen juego. Es un poco costoso, a un poco más de cien
dólares, pero son acero de primera calidad, pero tiene un cincel, un par
de formones, una partición en V.
¿Una partición en V? ¿Qué dices? Tengo una de esas. Tomé el 36
paquete de la mujer y también agarré dos bolsas de bloques de madera.
—Esto servirá. Gracias por su tiempo. Veo que conoce bien el
tema.
—Cuando quiera. Tuvimos una demostración hace unos días
aquí. El instructor dio unos buenos consejos. Si tiene problemas,
intente humedecer el tronco de madera.
Sí. Seguiré humedeciendo mi tronco en mi mente.

Como un reloj, Josephine entró a mi oficina a las 4:45 con una


taza hirviente de café medio descafeinado, y una taza de café
jamaiquino Blue Mountain suave. Hoy sin embargo, estaba muy
ocupado para mirar.
—¿Señor Truitt?
—¿Mmmm? —Usando el formón de 7mm, hice una muesca en la
madera y raspé una larga línea del costado en la que había estado
trabajando hace más de media hora.
—¿Quiere… una curita?
Olvidé por completo que había pegado con cinta un trozo de
servilleta a mi pulgar para detener el sangrado. La sangre había pasado
y había convertido la mayor parte del material blanco en un adorable
tono rojo. Parecía peor de lo que era.
—No, está bien.
—¿Puedo preguntar qué hace?
Las mangas de mi camisa estaban enrolladas hasta mis codos, la
corbata estaba suelta, y estaba inclinado sobre mi cubo de la basura,
tallando un bloque de madera de cinco por diez centímetros. Me detuve
y levanté la mirada.
—¿Qué parece que estoy haciendo?
—¿Tallando madera?
—Muy bien, Josephine. Sabía que te tenía aquí por una buena
razón.
Pensé que era el final de nuestra conversación, así que seguí
tallando. Pero Josephine sólo siguió ahí de pie mirándome. Suspiré y
alcé la mirada de nuevo.
—¿Necesitas algo más?
—¿Pero por qué? ¿Por qué está tallando? 37
Respondí con la verdad.
—No tengo ni puta idea.
Para las seis en punto, tenía dos curitas hechas de servilletas y
cinta y una basura llena de madera desperdiciada. Tal vez esos
protectores para pulgares que vi en YouTube después de todo no eran
para chicas.

Era raro que me tomara un trago estando solo. Pero me serví dos
dedos de whiskey Macallan doce años cuando llegué a casa, y me
encontré mirando por la ventana al parque. Los días de verano eran
largos, y el sol apenas empezaba a ocultarse incluso aunque eran
pasadas las ocho, pero la gente todavía estaba afuera disfrutando del
clima. Miré a la gente montar bicicleta juntos y me pregunté cuando fue
que dejé de apreciar cosas como el parque. Bajando la mirada desde la
ventana de mi pent-house, me sentí como si mirara desde la torre de
marfil en la que Bianca asumía que estaba montado.
Bianca. La mujer se había apoderado de mis pensamientos el
último día y medio; consumido sería un término más apropiado. Con
más de dos horas para la parte dos de nuestra entrevista en línea,
decidí pasar la insoportable espera dejando que Jay hablara con ella.
Incluso aunque detestaba escribirle mensajes de texto y preferiría tomar
el teléfono o escribir un correo apropiadamente redactado, un mensaje
se sentía más como lo que Jay haría.

Jay: ¿Cómo está tu nivel de estrés hoy? ¿Requirió acariciar


tus bolas en compañía de hombres extraños en lugares oscuros?
Me tomé el resto de mi whiskey y me dejé caer en el sofá,
estirando mis largas piernas frente a mí; no muy diferente que los dos
imbéciles en el parque de ayer. Sólo que no estaba por hacer zancadillas
a una anciana. Bianca se tomó más de media hora para responder, y
comencé a preguntarme si iba a ignorar a Jay. Pero luego los puntos
empezaron a saltar en la pantalla.
Bianca: Lo siento. Estaba en la ducha. Y hoy fue tranquilo,
de hecho. Trabajé en una historia, luego fui a visitar a mi madre.
No fue necesario acariciar ninguna bola.
Tal vez para ti. Pero ahora estaba pensando en Bianca en la
ducha, puede que haya algunas caricias en las bolas para mí después.
Probablemente debí haber parecido un pervertido, pero no pude
evitarlo. 38
Jay: ¿Ducha, eh?
Bianca: Ni siquiera lo pienses. Te falta recorrer un largo
camino para lavarme la espalda. Ni siquiera has conseguido tu
primer beso todavía.
Todavía. Algunas veces esa era una palabra que exponía la
jugada de mi competidor. Sonreí para mí mismo. Ese beso era una
conclusión inevitable en su cabeza; tal vez podría dejar de cortarme los
dedos entonces.
Aunque; hablé muy pronto. Me respondió antes de que tuviera la
oportunidad de responder de nuevo.
Bianca: Hablando de besos, ¿qué me estás tallando?
Jay: ¿Qué te gustaría?
Bianca: Mmm… ¿cuál es tu pieza insignia?
Soy jodidamente bueno convirtiendo bloques de madera en palos
desiguales.
Jay: ¿Qué tal un animal de alguna clase?
Había vistos algunos patrones en línea paso por paso con
instrucciones. Una vez que hubiera dominado el control de los cinceles,
¿qué tan difícil podría ser? Había un video donde un niño de diez años
tallaba un pez en menos de cinco minutos.
Bianca: Un animal suena bien.
Jay: ¿Entonces cuándo sucederá este pequeño intercambio?
Mi madera por un beso.
Bianca: LOL. Sé que sonreíste cuando escribiste esa última
frase… Mi madera por un beso.
Sonreí. De nuevo.
Jay: ¿Estás sugiriendo que soy un pervertido?
Bianca: Así es.
Jay: ¿Y qué piensas de los pervertidos?
Los pequeños puntos empezaron a saltar y luego se detuvieron
unos segundos. Estaba extremadamente curioso por cuál sería su
respuesta esta vez.
Bianca: De hecho, estoy dándome cuenta, que me gusta un
poco de malicia en mis hombres.
Aunque la idea de que le gustara un poco de malicia hizo que mi
polla se sacudiera con deleite, algo no me sonó bien con tres de sus
palabras. Estoy dándome cuenta. Me hizo preguntarme si estaba
refiriéndose a las acciones de Dex anoche; enviándole fotos medio
desnudo ciertamente caía en el ámbito de un comportamiento 39
malicioso. Me pregunté si me contaría sobre él… sobre mí.
Jay: ¿Algún plan para esta noche?
Se tomó un momento para responder.
Bianca: Sólo voy a trabajar hasta más tarde.
Mmm… técnicamente, estaba diciendo la verdad. Dex era trabajo.
Jay: ¿Qué tal si cenamos el jueves en la noche?
Bianca: No puedo. Ya tengo planes. ¿El viernes?
¿Planes? ¿Tenía una cita? No tenía derecho a molestarme, pero
eso no me detuvo de sentirme de esa forma. De hecho, yo mismo tenía
una cita el viernes en la noche; un mundano banquete al que estaba
agendado para llevar a Caroline.
Jay: Viernes ocupado. ¿Sábado?
Bianca: De hecho voy a salir de la ciudad el sábado en la
tarde por trabajo. Tal vez el próximo fin de semana se pueda.
De ninguna jodida manera iba a esperar toda una semana para
verla de nuevo. No dudé cuando tomé mi decisión.
Jay: Cancelaré mis planes para el viernes. ¿Te recojo a las
siete?
Bianca: Está bien. Claro.
Jay tenía una cita con Bianca dentro de dos noches, y Dex estaba
preparándose para su chat a las 11PM. ¿Qué me había hecho esta
mujer?

Puntualmente a las once la ventana del chat se abrió en mi


computador.
Bianca: Buenas noche, señor Truitt.
Dex: Sí, lo es, señorita George. ¿Está lista para el round
dos?
Bianca: Lo estoy. Pensé mucho en nuestra discusión de
anoche, y tenía razón.
Dex: Por lo general la tengo. Tendrá que ser más específica.
Bianca: Quiero decir, que creo que el articulo debería
enfocarse más en usted a nivel personal y menos en el ángulo de
los negocios. 40
Me gustaba como sonaba eso. Enfócate más en mí, Chica Georgy.
Dex: ¿Está diciéndome que nuestras preguntas van a ser
más íntimas esta noche? Porque nuestro trato sigue en pie;
pregunta por pregunta, señorita George.
Bianca: Puedo soportar cualquier cosa que diga. ¿Está listo?
Mi pene tironeó. Tranquilo amigo. Ella estaba hablando con el
señor Truitt.
Dex: Siempre estoy listo, señorita George.
Bianca: Primera pregunta, ¿está en una relación seria?
Dex: Tengo citas. Pero, no, no estoy en una relación
comprometida.
Era cierto. Probablemente debería estar comprometido después de
los últimos dos días, pero mi relación con Caroline era abierta.
Servíamos a un propósito el uno para el otro; asistiendo a eventos de
negocios y proveer gratificación sexual. No me malinterpreten; me
gustaba Caroline, y estaba bastante seguro de que yo le gustaba. Pero
ninguno de los dos quería más de lo que teníamos.
Bianca: ¿Le gustaría tener hijos algún día?
Dex: No tan rápido, señorita George. Creo que se saltó mi
turno. ¿Está usted en una relación seria?
Bianca: No. Estaba, pero terminó.
Dex: ¿Qué sucedió?
Bianca: Larga historia. Le daré la versión abreviada.
Corredor de bolsa. Compromiso. Mentiroso. Fin del compromiso.
Mierda. Necesitaba saber más. Esto no sonaba a que me
auguraba algo bueno para mí.
Dex: ¿Sobre qué mintió?
Bianca: Ya he contestado dos preguntas. Creo que ahora es
usted quién se salta los turnos.
Dex: Bien.
¿Cuál fue la última pregunta que me hizo? Oh, sí. Hijos. Caí en
cuenta que había visto a Caroline por gran parte del año y nunca me
preguntó sobre si mi visión del futuro incluía un montón de enanos.
Dex: Sí. Quiero hijos. Pero no quiero que sean educados por
una niñera. Amaba a Sugie, no me malinterprete, pero creo que
los niños deberían ser educados por sus padres, si es factible. Mi
turno. ¿Sobre qué mintió su prometido? 41
Bianca: Todo. Nada. Sólo menciónelo. Y el mintió.
Dex: ¿Te estaba siendo infiel entonces?
Bianca: No. No creo. Sólo mintió. A los clientes, a nuestro
jefe, lo que había en su balance bancario, no importaba en
realidad. Ahora que lo pienso, creo que se complació con eso de
alguna forma.
Dex: ¿Entonces esto es un factor para su disgusto por los
hombres ricos y poderosos?
Bianca: Tal vez. Nunca lo pensé. Pero no creo que mi
disgusto por los mentirosos esté relacionado solo con los hombres
ricos. Mi padre no era particularmente adinerado y mintió.
Simplemente prefiero las cosas simples en la vida… como la
verdad.
El agujero que había cavado para mí mismo acababa de tocar
fondo, y no tenía ni idea de qué iba a hacer para salir ileso. Lo más
inteligente habría sido dejar este juego ahora mismo, pero por supuesto
no lo hice. Continué durante más de una hora respondiendo y haciendo
preguntas personales. Mientras más preguntaba, más adicto me volvía.
Quería saber todo lo que había por saber sobre Bianca George. Cuando
estábamos terminando por la noche, su última pregunta me llevó a un
momento de verdad.
Bianca: Mi fecha límite es a final del mes. Me gustaría
terminar esta entrevista en persona. Continuaremos nuestros chat
a las 11PM por ahora, pero de verdad me gustaría reunirnos cara a
cara al menos una vez. Sin fotos, por supuesto.
Dudé antes de responder.
Dex: Bien. Sí. Podemos reunirnos al final.
Mierda.

42
Ni siquiera mojar mi madera funcionó.
Esta noche era mi cita con Bianca, y no había sido capaz de tallar
ni un jodido lápiz, mucho menos un animal. Clement, mi pequeño
némesis rubio como había llegado a pensar de él; el niño de diez años
del video de YouTube; tenía que ser muy bueno en lo que hacía. Porque
esta mierda no era fácil. Frustrado y renunciando, dejé la herramienta
para tallar y decidí que Bianca no conseguiría un pequeño animal en
madera. Yo, sin embargo, iba a conseguir ese beso de una forma u otra. 43
Más tarde, mi teléfono sonó, anunciando que un nuevo mensaje
había llegado. El nombre Bianca iluminó la pantalla. Inmediatamente lo
abrí.
Bianca: ¿A dónde iremos?
Jay: Hice reservaciones para un lugar etíope.
Bianca: Mmm. ¿Cuál? Lo buscaré. Quiero saber cómo
vestirme.
No importaba qué tan elegante fuera el lugar; podría haber sido
un remolque a un lado de la carretera, y mi respuesta habría sido la
misma.
Jay: Usa algo sexy.
Bianca: Puedo hacer eso. ;—)
Jay: Bien. No puedo esperar. Te veo en unas horas.
Bianca: Bien. No olvides mi escultura… estoy esperando con
ansias nuestro intercambio.
—A Dumbo, Sam. —Me subí al asiento trasero.
—¿Brooklyn? Claro, señor Truitt. ¿A dónde vamos?
Gruñí.
—Anchorage Place. Al mercadillo de Brooklyn.
Mi secretaria había impreso un mapa, pero no estaba sirviendo
mucho cuando llegamos. Tenía que haber al menos cien tiendas
instaladas mientras vagaba alrededor intentando encontrar el puesto
G45. Cuando le pedí a Joseline que localizara una tienda que vendiera
pequeños objetos tallados; tales como animales, estaba seguro de que
creyó que estaba presenciando las primeras señales de mi colapso
nervioso. Estaba comenzando a pensar que estaba metida en algo.
El mercado de pulgas de Brooklyn era aparentemente el hogar de
un número de artesanos únicos; uno de los cuales era un caballero
quien también vendía sus esculturas talladas en madera por internet,
Artesanías de Jelani Kenyan. Para mi suerte, Jelani también vendía sus
mercancías en el mercado de pulgas, el cual casualmente abría hoy en
lugar del domingo de la semana, ya que era el Festival de la Cultura de
Dumbo.
Viendo una larga mesa al final de un pasillo por el que acababa
de voltear, estuve aliviado de ver a un hombre alto de tez negra usando
un colorido sombrero africano y sosteniendo un bastón tallado en 44
madera. Mientras me acercaba, vi que su mesa estaba llena con
pequeños animales tallados a mano. Mentalmente, tomé nota de darle
un aumento a Josephine cuando regresara el lunes.
Examiné la selección de esculturas; admirando el hermoso
acabado. Hace una semana, habría pasado de largo sin tomarme el
tiempo de apreciar el trabajo que se había hecho en estas piezas; la
habilidad y paciencia que representaban. Pero ahora, estaba
impresionado por el trabajo de Jelani.
—Estas son hermosas.
—Gracias. ¿Busca un regalo?
—Así es. Para una mujer.
—Ah. —Jelani asintió como si entendiera. Eso nos hace sólo uno.
Alzó una pequeña morsa—. Tal vez pueda elegir basado en el espíritu
animal de la especial mujer. La morsa es la confidente de secretos. —La
dejó en la mesa y tomó otra. Era una cabra; con dos cuernos en la cima
de su cabeza que se curvaban hacia atrás y luego daban la vuelta hasta
el frente—. El tótem de la cabra representa el poder. Es independiente,
fuerte e inteligente. Son curiosos, pero meticulosos.
—Llevaré la cabra.
Jelani sonrió. Me cobró y deslizó mi compra en una pequeña
bolsa café. Entregándomela dijo:
—Cuidado con las cabras; sus cuernos son lo suficientemente
fuertes para empalarte si te las cruzas.
Genial. Jodidamente genial.

Caroline no estaba saltando de la dicha al haber cancelado


nuestra cita para el banquete. Le dije que no me sentía bien,
probablemente la primera vez que había llegado a usar la excusa de una
enfermedad en mi vida. Pero estar aquí con Bianca valió la pena.
Estaba usando un vestido marrón ajustado que exponía un
hombro. El color destacaba el caramelo de sus ojos y complementaba
su cabello negro azabache. Era una belleza morena.
Por supuesto; aunque Dex sabía la respuesta por la conversación
de antes, Jay debía preguntar.
—¿De qué nacionalidad eres?
—Cien por ciento griega. ¿Tú?
—Mi madre es italiana y francesa. Mi padre es inglés. 45
Era difícil no mirarla desde el otro lado de la mesa. No podía
siquiera concentrarme en el menú, el cual tenía un montón de cosas
que ni reconocía de todos modos.
Había recogido a Bianca en un auto que había rentado sólo para
Jay. Supuse que era un tipo de usar Jeep. También tuve que detenerme
a pensar qué usar. Dex, probablemente habría usado una camisa hecha
a la medida de Armani. Jay era más casual. Me había decantado por
una camiseta tipo polo negra y vaqueros oscuros.
Mirando alrededor de la mesa, dije:
—Creo que se olvidaron de nuestros cubiertos.
—No. La comida etíope se come con las manos.
—Oh, no me di cuenta.
—¿Nunca la probaste?
—Nunca.
—Bueno, a mí me encanta, sólo la he probado un par de veces.
Me gusta probar cosas nuevas.
—Me gusta lo aventurera que pareces ser.
—Cuando se trata de algunas cosas, sí. —Sonrió.
—No puedo esperar a descubrir más de esas cosas, Chica Georgy.
—Encerré mis pies alrededor de los suyos bajo la mesa—. Te dejaré
ordenar por ambos, ya que conoces esta comida. ¿En qué estás
pensando?
—Wot.
—¿Qué vamos a comer? —aclaré.
—No qué3. Wot. Esa es la respuesta para lo que vamos a comer.
Wot. Es una mezcla de carne, salsa y especias, como un cocido
aromático. Y también hay este pan llamado injera que usas para
recoger la comida con él. Te encantará. ¿Te gusta la comida picante?
—Sí.
Después de que ordenamos, me puse ansioso por estar cerca de
ella. Así que, me moví al otro lado de la mesa.
Su tono era juguetón.
—¿Qué haces?
—Preferiría sentarme a tu lado. ¿Está bien?
—Sí. Está más que bien.
Cuando puse mi mano alrededor de su muñeca, bajó la mirada a
mi Rolex. 46
Sus ojos se abrieron como platos.
—Ese es un reloj de diez mil dólares. ¿Tu servicio de mensajería
por bicicleta va tan bien?
Era de veinte mil en realidad.
Mierda.
—Tenemos meses buenos. Me recompenso a veces.
—No tiene nada de malo. La gente que no vive con excesos puede
de verdad despilfarrar y apreciar las cosas buenas de vez en cuando.
Claro.
Continuó.
—Hablando de cosas buenas… no vi que trajeras algo que tallaras
para mí.
—No te preocupes. Está en el compartimento de mi auto. No
quería presionar mi suerte mostrándotelo de inmediato.
—No puedo esperar para ver qué hiciste.

3Wot: en inglés se usa como una forma de decir “What?”, también es un platillo de la
cocina etíope.
Froté mi pulgar sobre su mano.
—No puedo esperar para lo que sigue después.
Nuestros ojos se enfocaron. Dios, era hermosa, y tomó todo en mí
no inclinarme y probar esos labios llenos.
La mesera vino e interrumpió nuestro momento, dejando un gran
plato ovalado en medio de la mesa. Era una selección de salsas
marrones y naranjas con carnes y vegetales. Pedazos de pan delgado
estaban enrollados alrededor de los bordes del plato.
—Vas a tener que mostrarme cómo comer esto.
—Bueno, básicamente usas el pan como una cuchara. He leído
que es costumbre en la cultura etíope alimentar al otro, de hecho.
Arqueé una ceja.
—¿Vas a alimentarme?
—Si quieres.
Me gustaba la idea de esto.
Aliméntame ahora.
Te comeré después.
—Nada me gustaría más. 47
Desenrolló el pan con sus delicados dedos antes de tomar un
poco de la mezcla. Luego lo enrolló y suavemente lo llevó a mi boca. Me
aseguré de tocar con mi lengua su mano cuando lo hizo.
Me alimentó repetidamente, y ansiosamente esperé cada bocado.
Era sensual e íntimo, y no había nada más en el mundo que prefiriera
estar haciendo.
—Tu turno de alimentarme —dijo.
Mientras intentaba repetir el perfecto proceso para alimentar de
Bianca, logré salpicar algo de la picante salsa en las pequeñas heridas
en mis dedos.
—Auch —gruñí.
—¿Estás bien?
No pude evitar reírme de mi mismo.
—Sí. Tengo un par de cortes en la mano. Las especies pican. No
esperaba eso.
—Lo siento. ¿Cómo te cortaste?
Bueno, esta era una oportunidad para decir la verdad.
—Tallando.
—No me di cuenta de que fuera peligroso.
—Sí. Es algo serio.
Intenté de nuevo, tomando un poco del wot en el pan y luego
enrollándolo. Luego lo puse en su boca, dejé que mis dedos se quedaran
sobre su labio inferior mientras masticaba.
—Mmm —dijo—. Esto es muy bueno. ¿Verdad?
—Muy, muy bueno —murmuré, mirando el movimiento de sus
labios y ansiando lamer el resto de la salsa en ellos—. ¿Qué otras
culturas no usan tenedor?
—No sé de ninguna otra. ¿Por qué?
—Porque estoy pensando que esto podría ser lo nuestro.
—¿Sí? ¿Ya tenemos algo? ¿Tan pronto?
—¿Por qué no?
La próxima vez que la alimenté, hice un horrible trabajo. Un poco
de la salsa se derramó en su mentón.
—Este no parece ser tú fuerte, Jay Reed.
No pude contenerme cuando dije:
—Limpiar si lo es. —Me incliné y lo lamí lentamente de su 48
barbilla. Cuando cerró sus ojos y dejó escapar un suspiro, lo tomé como
una señal de que quería más.
Al diablo la cabra.
Me di cuenta de que no se suponía que sucediera así. Se suponía
que debía esperar hasta obtener mi premio por la escultura, pero no
pude evitarlo. Colocando mi boca sobre la de ella, la bese de lleno.
Mi mano estaba envuelta alrededor de su cuello cuando gimió
contra mi boca mientras la devoraba con fuerza, moviendo mi lengua
alrededor del interior de su boca, desesperado por probarla nada más
que ella.
Cuando un mesero vino a dejar agua en nuestros vasos,
retrocedió. Su rostro estaba rojo, y parecía avergonzada. A mí, por otro
lado, no podría haberme importado menos quien presenciara nuestra
demostración de afecto en público.
Duro como una roca y completamente jodido, de ninguna forma
estaba listo para perder a esta chica pronto. Una cosa era innegable: la
química sexual entre Jay y Bianca se salía de los rankings. Y no estaba
listo para dejar que Dex lo arruinara hasta que tuviera un mejor control
de cuál podría ser su reacción si le dijera la verdad. Este tiempo con ella
probablemente sería todo lo que conseguiría. Jay necesitaba existir un
poco más.
Ella se aclaró la garganta y dijo:
—Bueno, no esperaba eso.
—Tampoco yo, pero me estás volviendo un poco loco, Bianca.
Caí en cuenta de que no había hecho mucho esfuerzo por
conocerla mejor esta noche, no había hecho preguntas personales
durante la cena. Eso era en parte porque no estaba preparado para
hablar de mí como Jay. Dex había pasado mucho tiempo conociéndola
íntimamente que Jay sentía que sabía todo lo que necesitaba.
Habría parecido como que no estaba interesado si no preguntara
un poco sobre su vida personal. Así que, pasé los próximos minutos
preguntándole por su infancia, su última relación, su carrera… cosas
que ya sabía.
Hice mi mejor esfuerzo por responder las preguntas que me hacía,
pero mientras más hablábamos, más me sentía extremadamente
culpable por dejar que esta farsa siguiera.
Bianca tenía una mirada hambrienta en sus ojos. Definitivamente
se sentía atraída por mí, y estaba seguro de que no necesitaría muchas
esculturas de madera para meterme en sus pantalones. Eso era jodido.
Dex estaba enojado con Jay por siquiera pensar en cogérsela. Y Jay
estaba molesto con Dex por juzgarlo por pensamientos que llegaban de
forma natural. Tal vez, Dex y Jay deberían haber llamado por 49
adelantando para reservarse un lugar en el sanatorio mental.
De la comida al beso, la cena fue fenomenal.
Una vez que regresamos al Jeep, se giró y me sonrió.
—Es hora. Quiero mi regalo ahora.
—Supongo que hice las cosas un poco al revés esta noche, ¿eh?
—Estirando al compartimento, de hecho me sentí nervioso.
Entregándole la figura de madera, dije—: Esto… es para ti.
Bianca se cubrió la boca.
—¡Oh, Dios mío! ¿Es una cabra?
—Sí, un caprino.
Se maravilló ante este.
—Mira todo el detalle. No puedo creer que lo hicieras.
Tampoco yo.
—¡Mira los cachos! —Se rió.
—Bueno, soy un tipo un poco cachondo.
Puso los ojos en blanco.
Le guiñé un ojo.
—¿Te gusta?
—¡Sí! De verdad me gustaría verte en acción en algún momento.
Mirarte esculpir.
Argh.
—Sí, tal vez. Es algo que hago por mi cuenta para aliviar el estrés.
Nunca lo he hecho con audiencia. Tendré que trabajar en eso.
—Bueno, claramente, basado en el estado de tus dedos, no es
fácil.
—Sí. Es más difícil de lo que crees.
—Eso hace lo que tallaste para mi más especial. Gracias.
La culpa estuvo consumiéndome repentinamente.
—De nada, Bianca.
Miré por la ventana un rato, intentando apartarme de esta
sensación de mierda.
—¿A dónde quieres ir ahora?
—De hecho, debo estar en casa a las diez y cuarenta.
—¿Oh?
50
—Sí. Tengo trabajo que hacer.
—¿Trabajo?
—En realidad es mi entrevista en proceso con Dexter Truitt. Es
por chat.
Apreté la mandíbula.
—El señor ricachón.
—Sí. En lugar de una entrevista formal, me ha agendado en las
noches. A las once de cada noche, de lunes a viernes. Supongo que esa
hora es mejor para él.
—¿Entonces, debes ceder para acomodarte a su horario?
Dos cosas estaban mal con esa pregunta. Uno: estaba haciendo
que Dex se viera mal. Dos: Estaba poniéndome duro pensando en ella
acomodándose con las piernas abiertas para Dex. De nuevo… jodido.
—De hecho, ha salido bastante bien tener un horario planeado en
la noche. Su día está muy lleno. No será para siempre. Mi fecha límite
es para el final del mes.
Qué curioso que lo digas. La mía también.
—Muy bien, bueno, al menos tenemos una hora hasta que deba
dejarte en tu casa. ¿Qué te gustaría hacer?
—¿Honestamente? Me gustaría ver dónde vives, si no queda muy
lejos de SoHo. Tal vez tomar una taza de café.
—¿En serio?
—Espero que pedirte ir a tu apartamento no suene muy
presuntuoso.
—No. Para nada.
La realidad de lo lejos que había llevado esta mentira de Jay me
golpeó en ese momento. Sabiendo que mi alter ego iba a necesitar un
lugar al que llevar a Bianca, había rentado un apartamento amueblado
a través de una agencia con un acuerdo de periodicidad mensual.
¿Cómo había llegado hasta aquí? Si lo que había hecho alguna vez se
sabía, iba a sonar sucio; como una especie de apartamento para tener
sexo en alguna parte. Cuando la verdad del asunto era que, estaba
inexplicablemente loco por esta mujer y seguía hundiéndome más
hondo en un intento de comprar más tiempo con ella. Todo el asunto no
tenía sentido para mí, cómo haría que entendiera que en el fondo había
hecho todo esto con la mejor de las intenciones.
Me sonrió con esos grandes ojos marrones, y de alguna forma
justifiqué mis acciones… otra vez.
—¿En qué parte de la ciudad vives?
Debía pensar. ¿Dónde vivía? No había tenido oportunidad de
51
visitar el lugar todavía, incluso aunque Josephine me había conseguido
la llave. Esto sería un riesgo, pero no sabía cómo salirme de esto. Revisé
mi teléfono, pretendiendo mirar la hora y en cambio discretamente
busqué en mi correo la dirección de mi “casa”.
—Vivo en NoHo.
—Es perfecto entonces. —Sonrió.
Sí. Perfecto.

Un anciano quién aparentemente vivía a mi lado nos miró con


malacara cuando estábamos de pie frente a mi puerta. Luego,
desapareció en su apartamento.
—¿Por lo general no saludas a tus vecinos?
No cuando no sabe quién diablos soy, no.
—No le caigo bien a ese tipo. Siempre está quejándose cuando
pongo música.
En cuanto abrí la puerta y al echar un vistazo a lo que estaba
entrando, estuve listo para matar a alguien.
Esto no se parecía en nada al apartamento amoblado que vi en
internet. La decoración era de mal gusto y ostentosa con mucho blanco,
morado y apliques dorados. Estaba completamente sin habla. ¿Cómo
demonios iba a explicar esto?
Las cosas tomaron un giro aún más extraño cuando vio un
horripilante retrato de Elvis colgado de la pared. Y, en la otra esquina
había una estatua de tamaño real de Liza Minnelli.
La boca de Bianca colgó abierta.
—Esto es…
—La casa de mi tía —dije rápidamente—. Ella… murió. Y me dejó
el apartamento. No he tenido el corazón para cambiar su estilo.
—Eso es muy dulce de tu parte. ¿Hace cuánto murió?
—Hace como un año. Con el tiempo, redecoraré, pero parece muy
pronto.
Frotó mi hombro.
—Puedo entenderlo.
Dios, estaba hartándome de esto. Sólo quería tomarla en mis 52
brazos y decirle todo. ¿Por qué no podía?
Básicamente respondió mi pregunta cuando de repente agarró la
tela de mi camisa y me acercó para un beso.
Era por eso.
Iba a perder esto.
No. No iba a decirle nada, porque había una buena posibilidad de
que nunca sentiría esto de nuevo. A ella no le gustan los mentirosos, y
tú, Dexter Truitt… Jay Reed… quien sea que seas… eres un mentiroso.
Una frialdad reemplazó el calor de su cuerpo mientras daba un
paso atrás.
—¿Puedo usar el baño?
—Claro, esta… de hecho…
¿Dónde demonios está?
Déjame ver y asegurarme de que está presentable. Puede que
haya dejado un poco de ropa para lavar en el suelo esta mañana, no
esperaba que vinieras aquí. Ya vuelvo.
Mi corazón estaba latiendo mientras bajaba por el pasillo,
abriendo cada puerta hasta que encontré el baño.
Gracias a Dios revisé. Había una gran pila de revistas porno al
lado del sanitario. Sin pensarlo, abrí la ventana del baño y las arrojé,
rezando para que no golpearan a nadie en la cabeza en la calle abajo.
Gotas de sudor estaban formándose en mi frente ante la idea de tener
que explicarle eso a ella.
—Todo está decente —dije, regresando a la sala—. La última
puerta directo por el pasillo.
Con cada segundo que estaba en el baño, me puse más y más
paranoico sobre este lugar, sobre qué más podría encontrar. Recordé
que mencionó el café. Considerando que las alacenas estaban
probablemente vacías, tomé la decisión de sacarnos de aquí. Habíamos
pasado un Starbucks bordeando la esquina de camino aquí. Le
sugeriría que fuéramos allí.
Cuando salió, dije:
—Acabo de recordar que me quedé sin café. ¿Qué tal si salimos a
algún lugar antes de que deba llevarte a la casa?
—Bien… eso estaría bien. Por cierto, ¿por qué huele a bolas de
alcanfor en este lugar?
Esa es una gran pregunta, Bianca George.
—Tuve que usarlas. Un problema grande de polillas. 53
Odiaba esto. No habría querido nada más que pasar tiempo con
ella en mi verdadero apartamento. La próxima vez que la trajera a este
lugar, me aseguraría de que fuera inspeccionando de arriba abajo,
fumigado y abastecido con sus cosas favoritas.
Una vez en la cafetería, nos acomodamos en un sofá en un rincón
y tomamos nuestros capuchinos. Ella estaba en medio de una
conversación y la interrumpía comiéndome sus palabras con un beso.
Cada vez que lo hice, dejaba salir un sonido. Me encantaba la sensación
de sus gemidos vibrando en mi garganta.
Cuando las diez y media llegaron, miró su teléfono.
—De verdad debo irme.
—¿Puedes llegar un poco tarde para tu reunión con el Señor
Ricachón?
—No. Es poco profesional.
Para ser honesto, me molestaba un poco que eligiera no
cancelarle a Dex, de hecho debía recordarme a mí mismo que
estábamos apostando por Dex. Y por estábamos. Me refiero a Jay y Dex.
Yo. En el fondo. Nosotros ambos apostábamos por Dex. Entonces, ¿por
qué estaba Jay enojado?
A regañadientes la dejé en su apartamento antes de acelerar a mi
apartamento de verdad.
Una vez en casa, necesite calmarme antes de transformarme de
nuevo en mí mismo. Noté que estaba en línea y le envié un mensaje.
Dex: Vengo un poco tarde. Dame diez minutos.
Sin esperar respuesta, fui a la ducha y me limpié todos los
recuerdos de ella gimiendo en mi boca, imaginando que estábamos
haciendo mucho más que besarnos.

54
Mi liberación me había traído un momento de claridad.
Dex necesita ganar a Bianca por encima de Jay.
Por más jodido que eso sonara, si a ella le gustaba más mi
verdadero yo que mi yo falso, me daría una mejor oportunidad de que
aceptara que mi verdadero yo valía la pena pasar por alto todas las
mentiras que le había dicho. Tal vez era un jodido delirante, además de
ser recientemente esquizofrénico. Pero, en este momento, era el único
plan que tenía. Necesitaba al menos empezar a tantearla.
Dex: Hola, Bianca. Ya estoy aquí. Lamento la demora. ¿Cómo 55
ha estado tu noche?
Bianca: Estuvo muy bien, gracias.
Dex: ¿Qué hiciste?
Bianca: De hecho, tuve una cita.
Dex: ¿Una cita que terminó antes de las once? No podría
haber sido muy buena.
Bianca: Mi trabajo tiene prioridad.
Dex: Sigo sosteniendo que podría haber sido mejor si
hubieras elegido no hacerme caso.
Bianca: En realidad, fue increíble.
Fue increíble. Todavía podía saborearla en mi lengua. Y aún había
tantos lugares más en los que quería probarla.
Bianca: ¿Estás ahí?
Dex: Sí. Háblame de tu cita. ¿Qué fue tan increíble?
Bianca: Bueno, ¿has notado que con la mayoría de la gente,
pasas un poco de tiempo con ellos y las piezas del rompecabezas
caen en su lugar? ¿De algún modo obtienes la imagen completa
después de que unes algunas de las piezas con formas raras?
Dex: Supongo.
Bianca: Siento que este chico es un rompecabezas de diez
mil piezas y va a llevar mucho tiempo ver la imagen.
Dex: ¿Y eso es algo bueno?
Bianca: Lo es. Significa que tiene muchas capas.
No estaba seguro de estar de acuerdo con ella. Lo que más le
gustaba de Jay eran sus capas, pero la mayoría de ellas eran vendajes
para cubrir mentiras.
Dex: ¿Dime qué más te gustó de él?
Bianca: ¿Quieres la verdad?
Dex: Por supuesto.
Bianca: La forma en que me besó. Podía sentir que estaba
tratando de contenerse, pero en algún momento perdió la batalla.
Me gustó que su atracción por mí parecía incontrolable. Me hizo
sentir sexy.
Tenía que reírme de mí mismo. Pensé que estaba haciendo un
gran trabajo escondiendo lo que me hacía el estar alrededor de ella.
Supongo que era más transparente de lo que pensaba.
Bianca: Por cierto, creo que tenemos nuestros roles 56
invertidos esta noche. Soy la que se supone debe entrevistarte.
Dex: Oír sobre ti me resulta mucho más interesante que
hablarte sobre mí.
Se quedó en silencio por un minuto o dos después de eso. Sabía
que no debería estar presionando, pero qué demonios, ya estaba metido
en esto.
Dex: Tú y ese rompecabezas, ¿están saliendo
exclusivamente?
Bianca: No. Todavía no hemos llegado a eso. No tengo
ninguna cita con otros hombres planeada, pero eso no es
intencional.
Dex: Entonces, si te dijera que un hombre guapo, joven y
rico, con un paquete de seis, fuera a pedirte salir en una cita,
¿estarías abierta a la invitación?
Bianca: ¿Te refieres a ti?
Dex: Tal vez...
Esperé ansiosamente su respuesta. Cuando llegó, mi estómago se
hundió.
Bianca: Entonces, no.
Mi estado de ánimo se jodió después de esa respuesta. Estaba
enojado y sólo quería terminar con el resto de nuestra charla. Ella no
tenía ningún interés en mi verdadero yo y preferiría pasar el tiempo
conociendo a un hombre que vivía en el apartamento de su tía muerta y
tallaba.
Dex: ¿Por qué no empezamos con tu entrevista?
Durante los siguientes treinta minutos, Bianca me hizo
preguntas. Dado que me sentía de mal humor, mis respuestas fueron
menos sinceras de lo que habían sido las dos últimas veces que
habíamos conversado. Hacia el final, ella mencionó que iba a estar en
un viaje de negocios y que planeaba usar el tiempo para revisar sus
notas y redactar un borrador de su historia. Había sugerido que
habláramos por chat la próxima semana para que pudiera llenar los
huecos de su historia, y acepté.
Dex: ¿Qué tal el próximo martes a nuestra hora habitual?
Bianca: Eso sería genial.
Dex: Que tengas buen viaje, Bianca.
Bianca: Gracias.
Sintiéndome completamente desanimado, estaba a punto de
cerrar mi portátil cuando apareció de repente otro mensaje de ella. 57
Bianca: ¿Dex? ¿Sigues ahí?
Dex: Sí.
Bianca: Para que conste, tengo una regla firme de que no
salgo con hombres con los que tengo una relación de negocios.
Dex: ¿Esa regla se aplica después de que tus negocios con
ese hombre concluyen?
Le tomó un poco más de tiempo responder esta vez.
Bianca: No. No creo que esa regla se aplique una vez que mis
negocios hayan concluido.
Vete a la mierda, Jay. El juego vuelve a empezar.
Dex: Es bueno saberlo. Dulces sueños, Bianca.

A la tarde siguiente, el tráfico estaba incluso más pesado que de


costumbre. La reunión que había programado para una hora se había
convertido en una pérdida de tiempo improductivo de tres horas. Miré
mi reloj cuando la luz cambió a rojo de nuevo; no habíamos avanzado
más que la distancia de cuatro autos en dos jodidas luces verdes. Había
una pila de documentos en espera de revisión en mi escritorio, y mi
secretaria se habría ido para cuando lográramos cruzar la ciudad. Le
envié un correo electrónico a Josephine y le pedí que me ordenara algo
para cenar en la oficina antes de que se fuera y sacara los archivos que
sabía que necesitaría para terminar de hacer mi trabajo esta noche, si
alguna vez llegaba.
Frustrado, apoyé la cabeza en el asiento de cuero y miré por la
ventana pensando en Bianca. Anoche me había hecho creer que estaría
dispuesta a salir conmigo —Dex— al final de nuestra charla. Lo que
tenía que significar que sentía algún tipo de conexión con mi verdadero
yo. Simplemente no podía imaginar cómo iba a salir del desastre en el
que me había metido. Si había algo que había aprendido en los
negocios, era que cualquier cosa era posible si lo deseabas mucho. Tal
vez esa era la clave, necesitaba ver mi situación con Bianca como un
problema de negocios. Había dejado que mis propias emociones se
interpongan.
¿Qué haría si Bianca fuera un negocio que quería obtener, aunque
el dueño no estaba interesado en venderme? Eso era fácil… conseguiría
conocer mejor ese negocio —predilecciones y aversiones del
propietario— Qué lo hacía motivar. Luego usaría eso para mostrarle por
qué yo era una buena opción para hacerme cargo de su compañía de
una manera que fuera significativa para él. 58
Cerré los ojos por un momento.
¿Qué te emociona, Georgy Girl? ¿Qué te gusta y no te gusta y por
qué?
Me devané los sesos por algunos minutos y todavía no encontré
nada en que podría pensar que me ayudaría a ganar una ventaja.
Desalentado, abrí los ojos cuando nos detuvimos en otra luz roja y volví
a mirar por la ventana. Para mi sorpresa, la respuesta estaba allí en
grandes letras en negrita. Estaba buscando una señal y encontré una
literal en la esquina de la calle West 21 y la 7th Avenida. El gran letrero
de la tienda estaba iluminado en letras plateadas.
Forever Gray

—¿Estará aquí para la clase de las seis, señor?


—Umm. —Miré alrededor de la habitación y capté un cartel
pegado a la puerta anunciando que esta noche era la clase de
entrenamiento para nuevos voluntarios—. Sí. Supongo que estaré aquí
para la clase. — ¿Alguna posibilidad de que también tengas una sesión
de psicoterapia después de eso? Era totalmente normal hacer una
parada para convertirme en un paseador de perros galgos cuando tenía
un día completo de trabajo por delante de mí esta noche, ¿verdad?
Incluso la mujer en el mostrador pensó que había perdido la cordura.
Me miró de arriba abajo.
—Umm. Es un traje muy bonito. Te das cuenta de estos perros
tienden a babear mucho, ¿verdad?
—Sí. Estaba planeando cambiarme antes de que comenzáramos.
—¿Mi mente, tal vez?
Suzette, como indicaba su credencial, opinaba que era una buena
idea. Ya que teníamos diez minutos antes de que comenzara la clase,
llené el formulario de inscripción y regresé a mi chofer. —Voy a
quedarme un rato, Sam.
Estaba legítimamente confundido. Básicamente le había gritado
para que se detuviera y luego entrara en lo que parecía desde fuera ser
una instalación para mascotas, incluso él sabía que yo no tenía
mascotas. —¿Está todo bien, señor?
No.
—Sí. Olvidé que me había registrado para ser voluntario en el
rescate de galgos esta noche. Es parte de alguna cosa de caridad que
Caroline de alguna manera me metió. 59
Este asunto de mentir realmente comenzaba a venir naturalmente
ahora. No era diferente al comportamiento criminal, que comienza con
delitos menores, un día estás golpeando el costado de una máquina de
chicles para llenar un envase plástico de chupetes de caramelo, y antes
de que lo sepas, estás robando un banco a punta de pistola.
—¿Por qué no te vas? Tomaré un taxi de vuelta a la oficina
cuando haya terminado aquí.
Después de que Sam se fuera, me quedé afuera de Forever Gray y
miré arriba y abajo de la calle para ver si había algún lugar para elegir
un cambio de ropa.
Encontrando una tienda de Modell's Sporting Goods, me dirigí
hacia allí y agarré algunas sudaderas, una camiseta y zapatos de
deporte. Irónicamente, era casi el mismo atuendo que Jay tenía cuando
se encontró con Bianca en ese ascensor. Eso realmente parecía
apropiado por alguna razón.
A diez minutos de la clase, me di cuenta de que caminar con
perros era más complicado de lo que pensaba. Larga correa, caminando
delante del canino en lugar de detrás de él para demostrar cuál de
nosotros era el líder de la manada, recompensar el comportamiento
positivo, socializar al perro... y yo siempre pensé que conectabas con
una correa, y que el resto se resolvía solo.
Mi galgo era un perro de tres años llamado Bandido. Suzette me
informó que Bandido se había roto el ligamento cruzado durante una
carrera y, aunque estaba perfectamente bien como una mascota, ya no
era un competidor cuando se trataba de carreras de perros. Por ello, su
dueño iba a sacrificarlo, de ahí cómo llegó a estar en Forever Grey.
Después de completar mi entrenamiento de una hora, Bandido y
yo dimos un paseo por nuestra cuenta. Había un pequeño parque local
a dos cuadras de distancia que permitía perros, entonces partimos yo
delante de mi compañero canino. Cuando llegamos, aunque el sol ya se
estaba poniendo, todavía estaba caliente y húmedo. Bandido parecía
que necesitaba un descanso así que tomé asiento en un banco del
parque. Mi fiel compañero tomó asiento también, solo se enfrentó en mi
dirección y me miró directamente.
—¿Qué te pasa, amigo? Ya no tengo más premios para ti.
El perro levantó su cabeza y siguió mirándome fijamente.
Me incliné hacia delante y rasqué su cabeza. —¿Quieres que te
acaricie?
Cuando se acercó más a mí e hizo un sonido que sonaba como un
ronroneo, lo tomé como que estaba haciendo lo correcto. Usando ambas
manos, hundí mis dedos detrás de sus orejas y lo rasqué. Mientras se
sentaba, una de sus piernas traseras comenzó a moverse en armonía
con el ritmo de mi rascado. —Te gusta eso, ¿eh? —Disfrutaba ver su
60
pierna lenta con la velocidad de mí rascado, luego aceleró de nuevo
cuando lo hice. En un momento, de repente se sacudió y empezó a
lamerme la cara.
—Supongo que esto es lo mejor que hay. Eres un perro
inteligente, ¿sabes?
Bandido me lamió la cara de nuevo como si me dijera que estaba
de acuerdo con mi evaluación.
—Dime, si eres tan inteligente, ¿qué emociona a Bianca? Porque
no puedo ir por la vida sin responder esa pregunta. ¿Quizás la has
conocido? Piernas largas, ojos color caramelo, viene los domingos.
Huele malditamente increíble. Te fijarías en ella, amigo. Créeme.
Estaba actuando bastante chiflado últimamente, aunque en
verdad no esperaba una respuesta. Pero una vino; Sólo que no era
Bandido quien hablaba.
—¿Te has metido en un lío, huh? —Una anciana se sentó en el
banco a mi lado. Tenía la cabeza llena de ruleros cubiertos por una
brillante bufanda multicolor y llevaba un traje de color rosado. En su
mano había una bolsa llena de alpiste, lo que me dio precaución.
—No va a alimentar a las aves en este momento, ¿verdad?
—Esperaré hasta que no queden más perros en el parque. —
Levantó su barbilla hacia Bandido—. De la conversación que estabas
teniendo con él, suena como si ya estuvieras en problemas. No necesito
llamar a las palomas para que tu perro intente perseguirlas.
Asentí. —Gracias.
—¿Entonces qué hiciste, de todos modos?
—¿Perdón?
—No camino tan rápido como solía hacerlo. Pero te escuché
decirle al perro que no puedes descifrar a alguien llamado Bianca.
Suspiré. —Es una larga historia.
—No puedo ofrecer mucho en estos días, excepto mi tiempo.
Inténtalo.
En general, no hablaba con extraños. Seguramente, no les
contaba problemas con mi vida amorosa. Pero, oye... ¿por qué no? De
todos modos, estaba muy loco estos días. Esto era parte del proceso.
—Te daré la versión corta. Conocí a una mujer, le mentí. Una
mentira se convirtió en dos, lo que ahora parece haberse salido de
control.
La mujer sacudió su cabeza. —Puesto que parece que te importa 61
que ella lo descubra, ¿entiendo que te gusta esa dama?
—Así es.
—Sea lo que sea, necesitas confesarte. Mejor ser abofeteado con
la verdad, que besado con una mentira.
Mis hombros se desplomaron. Eso es exactamente lo que había
hecho. La besé con una mentira, tanto en sentido literal como
figurativo.
—Lo divertido es que mentí porque pensé que tenía que mentir
para que ella me diera una oportunidad. Pero al final, ella estaba
conociendo al verdadero yo y ahora una mentira va a hacer que ella
cuestione todas las verdades.
La anciana señaló a Bandido. —¿Ella es una amante de los perros
como tú?
Yo estaba demasiado avergonzado de decirle que incluso mi
trabajo de pasear perros era parte de mi mentira. —Ella lo es.
—Eso es bueno. Tengo seis perros y dos gatos. Los dejo en casa
cuando vengo a alimentar a las palomas cada noche. Los amantes de
los animales como nosotros somos una clase diferente. Siempre digo,
mira cómo una persona trata a un animal para saber qué hay en su
corazón. Si es amante de los animales, ella ya sabe cómo amar
incondicionalmente. Es probable que tenga un buen espíritu y que
tenga en ella el perdón para un viejo perro como tú por cometer un
error.
—¿Lo cree?
—Estuve casada por cuarenta y tres años. Pero cuando conocí a
mi Walter, que Dios lo tenga en su Santa gloria, él bebió mucho una
noche y besó a una bonita camarera del bar.
—¿Y lo perdonaste?
—Demonios no. Le pateé el trasero. Lo hice arrastrarse por un
buen mes, salí a una cita con un tipo que sabía que a él no le gustaba y
me aseguré de que lo supiera. Pero al final, odiaba el pecado, pero
realmente extrañaba al pecador.
Me reí. —Gracias por el consejo. Creo.
Ya que había mantenido a Bandido fuera el tiempo suficiente, nos
despedimos de la anciana y regresamos a Forever Gray. Suzette estaba
esperando en el vestíbulo.
—Te vi subiendo por la calle. Ustedes dos parecían haber
congeniado.
—Lo hicimos, ¿verdad? —Me incliné y le di al perro una última
caricia.
—¿Podrás venir a donar algo de tiempo para pasear perros cada
62
semana? Podemos intentar ponerte con Bandido si se llevan bien.
Tenía cero tiempo disponible, pero... —Seguro. Mi calendario está
lleno durante los días laborables, pero quizás podamos agregar algo.
—¿Qué tal los domingos?
—No —dije abruptamente... quizás demasiado rápido—. Quiero
decir… es difícil para mí salir los domingos, pero debería ser capaz de
encontrar un tiempo durante la semana. ¿Tienes una tarjeta? Puedo
llamarte una vez que lo resuelva.
Ella llegó detrás del mostrador y sacó una tarjeta, me la entregó a
cambio de la correa de Bandido.
—Gracias. Estaré en contacto pronto. —Antes de que regrese mi
cordura.
Estaba empezando a sentir como si me estuviera siendo dejada.
Después de regresar a casa de mi viaje de negocios, le envié un mensaje
a Jay para hacerle saber que estaba de vuelta, y aunque habíamos
intercambiado mensajes por un tiempo, no intentó concretar una fecha
para nuestra próxima cita. Tal vez estaba ocupado en el trabajo, y yo le
estaba dando demasiada importancia a las cosas.
Mientras que estaba un poco decepcionada al respecto ya que
pensé que la química que tuvimos en nuestra cita fue fuera de serie,
había una parte de mí que también se sintió un poco en conflicto acerca 63
de mis conversaciones con Dex. El Señor Ricachón estaba empezando a
gustarme. Y a menos que estuviera leyendo mal las cosas, él también
estaba interesado en mí. Mi viaje fuera de la ciudad me dio la
oportunidad de reunir mi historia sobre el escurridizo Dexter Truitt, y
también había hecho una investigación más profunda. Esta noche,
tenía algunas preguntas sobre su padre que pensé que podrían ser
difíciles, pero definitivamente arrojarían más luz sobre el misterioso
hombre.
Puntualmente a las once, la ventana del chat en mi portátil
apareció. Mi corazón comenzó a acelerarse patéticamente al ver que Dex
ya estaba escribiéndome.
Dex: Hola, Bianca.
Era raro que le escuchase decir mi nombre en una voz profunda y
atractiva. Hola, Bianca.
Bianca: Hola, Sr. Truitt.
Dex: pensé que ya habíamos pasado las formalidades.
Había escrito nerviosamente sin pensar. Tenía razón, ya no
éramos el Sr. Truitt y la Srta. George.
Bianca: Lo siento. Hábito.
Dex: ¿Cómo fue tu semana? ¿Me extrañaste?
Sí.
Bianca: Pensé mucho en ti
Dex: Cuéntame más sobre eso.
Bianca: Bueno, estaba escribiendo tu historia y me hacía
pensar en ti.
Dejé fuera el hecho de que me había guardado la foto indiscreta
que me había enviado durante nuestra primera charla y estuve mirando
sus abdominales mientras escribía su historia todo el fin de semana.
Eso podría haber tenido algo que ver con por qué era tan difícil sacarle
de mi cabeza esta semana.
Dex: Parece que, dado que no estoy escribiendo una historia
sobre ti, no tengo excusa para pensar en ti. No una excusa
profesional, quiero decir.
Sonreí a la pantalla.
Bianca: ¿Quieres decir que tus pensamientos sobre mí no son
profesionales?
Me mordí las uñas viendo la pantalla mientras Dex tecleaba.
Dex: Mis pensamientos definitivamente eran más de carácter
personal. 64
Bianca: Interesante.
Dex: Ciertamente lo eran...
Genial, iba a ponerme toda caliente y mojada al inicio de la
entrevista. De repente, no tenía ni idea de qué responder. Resultó que
eso estuvo bien.
Dex: Entonces, ¿cómo está saliendo mi historia?
Me sentí aliviada de que nos trajo de vuelta en torno a una
conversación de trabajo.
Bianca: Creo que la gente disfrutará de ella. Sólo tengo un
par de preguntas más.
Dex: Dispara.
No había realmente manera de suavizar lo que tenía que
averiguar, así que fue con el enfoque directo.
Bianca: ¿Qué pasó entre tu padre y tú?
Se quedó en silencio durante un minuto.
Sabía por experiencia personal cuán horrible era el padre de
Dexter. Elegí específicamente no decirle eso a Dex. Al final, ya no
importaba. Mi necesidad de vengarme de Dexter Truitt Senior parecía
menos importante cuanto más llegaba a conocer a su hijo. Ellos
simplemente no estaban cortados por el mismo patrón.
Dex: Como dije antes, mi padre fue un mentiroso y un
tramposo durante la mayor parte de su vida. Engañó a mi madre
durante la mayor parte de su matrimonio y les quitó dinero a
socios de negocios. Cuando era niño, no comprendía muy bien qué
tipo de persona era mi padre. Lo idolatraba, de hecho, a pesar de
que mi tiempo con él siempre había sido limitado. Para cuando fui
un adolescente, él estaba en todas las noticias por su supuesta
participación en algunos acuerdos retorcidos. A pesar de que de
alguna manera siempre fue absuelto de cualquier cosa
técnicamente ilegal, no había nada que pudiera hacer para
ocultar la verdad sobre sí mismo a mí. Por lo tanto, nuestra
relación fue tensa durante muchos años porque no quería ser
asociado con su mal comportamiento. Como ya he dicho antes, mi
decisión de permanecer fuera de la vista del público tiene mucho
que ver con no querer repetir los errores de mi padre. Yo mismo
me alejé de él durante mucho tiempo, lo que fue prudente desde
un punto de vista empresarial.
Bianca: ¿Y desde un punto de vista personal?
Dex: Bueno, el tipo sigue siendo mi padre. No es fácil tener
una mala relación con la persona que te dio la vida. Hemos
estado trabajando en nuestra relación más durante los últimos
65
años. Se ha unido a una iglesia en Florida —cree haber
encontrado a Jesús. También tuvo un susto con cáncer de piel.
Creo que está empezando a darse cuenta de que la vida es
demasiado corta para vivirla como un pedazo de mierda.
Bianca: Así que estás aprendiendo lentamente a perdonarle.
Dex: Estoy tratando, sí. Se trata más de aceptar las cosas
que no puedo cambiar y seguir adelante. No puedo cambiar el
hecho de que él no fue un muy buen padre para mí de niño. Pero
quiere participar más en mi vida adulta ahora, de modo que es
una oportunidad que puedo optar por tomar o dejar. No quiero
tener nada que lamentar, y sé que no va a estar ahí para siempre.
Bianca: Creo que la capacidad de perdonar es un rasgo
admirable.
Se tomó un tiempo particularmente largo para responder esta vez.
Dex: ¿Qué consideras digno de perdón?
Bianca: ¿Qué quieres decir?
Dex: Dijiste una vez que no te gustaban los mentirosos.
¿Perdonarías a alguien que te ha mentido?
Bianca: Depende de la razón de la mentira.
Dex: Dame un ejemplo.
Bianca: Si alguien miente para proteger a otra persona,
entonces me parece perdonable. Como mi madre. Ella me mintió
para protegerme. Mi padre tenía aventuras y ella tenía que
inventarse historias para hacer que se viera bien. Al final, resultó
que sus indiscreciones fueron lo que puso fin a su matrimonio. Así
que, a pesar de que no condeno la mentira, en el caso de mi
madre, soy capaz de perdonarla porque ella mintió para evitar
que fuera herida por lo que mi padre había hecho.
Una vez más, su respuesta fue retrasada.
Dex: ¿Hay otras situaciones en las que puedes perdonar a
alguien por mentir?
Tenía que pensar en eso. En general, no había realmente ninguna
excusa para mentir, a mi modo de ver. Pero no podía decir que no había
contado algunas mentiras blancas en mi vida.
Bianca: No lo sé. Supongo que dependería de la situación
individual.
Dex: ¿No crees que es blanco y negro? Bastante justo.
Bianca: ¿Cómo el centro de atención se ha vuelto sobre mí de
nuevo? 66
Dex: Creo que estamos más allá del punto donde hay reglas
en este proceso, Bianca.
Bianca: Eso es cierto. Ahora que lo pienso, he roto casi todas
las reglas de ética periodísticas durante toda esta experiencia.
Dex: No se lo diré a nadie si tú tampoco. El producto
publicado será el mismo al final. Sólo tendremos más diversión en
el proceso que la mayoría de la gente.
Bianca: Tienes razón. Realmente no parece trabajo en
absoluto.
Dex: Incluso me atrevería a decir que voy a extrañar estos
chats a las 11PM cuando hayamos terminado.
“Extrañar" no era el término adecuado para describir lo que
sentía que el proceso de la entrevista esté por terminar. Había
desarrollado una adicción por hablar con Dex. Una obsesión. Era como
si todo mi día girara alrededor de llegar a las once.
Bianca: Igual yo.
Habíamos interrumpido la conversación. Era obvio que nuestra
entrevista realmente había seguido su curso. Tenía tanta información
sobre este hombre que no sabía qué hacer; no podría caber en un
artículo de cuatro páginas. Realmente no había necesidad de seguir
comunicándonos. Pero me resultaba fascinante y continuaría nuestros
chats por el tiempo que pudiera. Él no necesitaba saber que estaba
prácticamente terminado el artículo.
Su mensaje siguiente me sorprende infinitamente.
Dex: ¿Qué le pasó a ese tipo con el que salías?
Buena pregunta. No sabía qué había pasado con Jay.
Bianca: No hemos hecho planes en un tiempo.
Dex: ¿Por qué no?
Bianca: Creo que ha estado ocupado. Hemos estado en
contacto, pero simplemente no hemos planificado nada para salir.
Dex: No suenas demasiado devastada.
Bianca: Honestamente, entre mi viaje y trabajar en la
entrevista, no he tenido mucho tiempo para pensar mucho en ello.
Dex: Has estado demasiado concentrada en mí.
Bianca: Puedes mirarlo de esa manera, sí.
Dex: Me gusta de esa manera, ;—)
Bianca: ¿Y tú? ¿Cuál es tu excusa? ¿Por qué nunca me has
cancelado? Debes tener un grupo de mujeres esperando su
oportunidad. 67
Dex: Un grupo no, pero sí, no tengo que mendigar por citas.
Bianca: Qué sorpresa…
Dex: ¿Quieres saber la verdad?
Bianca: Siempre.
Dex: Últimamente, no he querido hablar con nadie más que
contigo.
Procesé sus palabras. Una oleada de calor penetró mi cuerpo.
¿Cómo era posible estar tan atraída por alguien que jamás conocí?
Realmente quería verlo, más de lo que alguna vez quise algo. Escribí
impulsivamente.
Bianca: ¿Qué tal ahora? Quiero verte esta noche.
Cerré los ojos y me avergoncé ante mi firmeza. Mi corazón
palpitaba mientras esperaba una respuesta. Le tomó un tiempo
responder.
Dex: No esta noche. Acordamos reunirnos al final,
¿recuerdas?
Mi estado emocional pasó de caliente a frío muy rápido. Había
implicado antes que quería salir en una cita conmigo, sin embargo,
sigue evitando realmente conocerme. Tenía que aclararle eso.
Bianca: Tengo la sensación que siempre habrá una excusa.
Los espacios de tiempo entre sus respuestas eran cada vez más
largos.
Dex: Sólo necesito estar preparado.
¿Preparado para qué?
Bianca: ¿Preparado?
Dex: Sí. Esta vez, contigo, ha sido diferente de todo lo que he
experimentado. Sabes más sobre mí que la mayoría de la gente. Y
probablemente sé más sobre ti que cualquiera de las mujeres con
las que he salido, y, sin embargo, parece que no tengo suficiente.
Me he expuesto a ti, en más de una forma, prácticamente. Esto es
nuevo para mí. Conocernos en persona será intenso. Y luego existe
el riesgo de decepcionarte. Creo que esa es mi mayor aprehensión.
Bianca: ¿Cómo puedes decepcionarme si sé casi todo sobre
ti?
Dex: Puede que no te guste lo que veas.
Bianca: Entonces, déjame al menos escuchar tu voz.
Dex: Aún no.
Bianca: ¿Por qué no? 68
Dex: Me escucharás pronto.
Bianca: ¿Suenas como Mickey Mouse o algo así?
Dex: No, te aseguro que no. Mis niveles de testosterona son
buenos. En realidad, sospecho que te gustará mi voz. LOL. No
puedo creer que me hayas preguntado eso.
Bianca: Tengo que explorar todas las razones posibles por
las que te escondes. Y sinceramente, en este momento, me estás
poniendo algo alerta, señor Truitt.
Dex: ¿Regresamos a las formalidades ahora? No me llames
así. Ya pasamos eso. Y dime por qué estás alerta cuando no tienes
absolutamente ninguna razón para estarlo.
Porque estaba empezando a pensar que su aprehensión en
realidad era por mí.
Bianca: Hay varias razones. A veces me preocupa que, a
pesar de nuestra química en línea, realmente no tienes ninguna
intención que nos conozcamos en absoluto. También me preocupa
que nuestros chats se hayan convertido en un juego para ti. Y a
veces, esta es la peor, me preocupa que me has estado engañando,
que tal vez no he estado realmente hablando con Dexter Truitt en
absoluto.
Dex: Lo juro por Dios, soy yo. NUNCA te haría eso, Bianca.
Soy yo.
Le creí. Era algo bajo de mi parte afirmar eso. Esa idea rara vez
había pasado por mi mente, pero en el fondo, en realidad, no lo creía.
Bianca: De acuerdo. Te creo. Lo siento. Estoy
exagerando. Siento que me pasado un poco de los límites cuando
no debería. Todo esto es tan poco profesional.
Dex: ¡A la mierda lo profesional! Entiende algo: también me
interesa conocerte, pero NADA de eso tiene que ver con un
problema CONTIGO. TODO tiene que ver con la impresión que
tendré en TI.
Bianca: ¿Crees que soy superficial? ¿Tienes miedo que vea
tu rostro?
Dex: No. Sé que no eres superficial y tiene un poco que ver
con mi rostro, sí.
Bueno, ahora estaba totalmente confundida. ¿Piensa que es feo?
Honestamente, con un cuerpo como ese, estoy bastante segura que
podría pasarlo por alto. Más que eso, lo quería a él, ante todo, no su
cuerpo ni su rostro.
Bianca: Lo siento. Nunca debería haber mencionado vernos. 69
Ya accediste a reunirte conmigo. Supongo que solo necesito
confiar en eso y ser paciente.
Dex: Prometo que nos encontraremos, Bianca. Nunca te
arrepientas de pedir lo que quieres.
Necesitaba terminar la charla antes que dijera cualquier otra cosa
que lamentaría.
Bianca: Voy ir a la cama, si no te importa.
Dex: Estás molesta.
Bianca: No. Estoy bien. Creo que simplemente necesito
descansar.
Dex: De acuerdo.
Cuando no respondí, envió otro mensaje.
Dex: Mañana por la noche. ¿Misma hora?
Bianca: Sí. Buenas noches, Dex.
Dex: Dulces sueños, Bianca.
Cerré el portátil, y cerré los ojos. Sintiéndome completamente
derrotada, revisé en mi celular por algún mensaje de Jay. No había
ninguno.
Pero veinte minutos más tarde, alguien llamó a la puerta.

70
Bianca abrió mucho los ojos cuando me vio allí.
Esto fue un error.
Pero necesitaba verla.
Sus ojos parecían cansados, como si hubiera estado llorando.
Mierda.
Yo la había lastimado.
Por eso vine; Necesitaba saber que ella estaba bien. 71
—¿Jay qué estás haciendo aquí?
En lugar de responderle, envolví mis palmas alrededor de sus
mejillas y la atraje en un profundo beso, desesperadamente dejando
salir toda la dolorosa frustración que se había acumulado dentro de mí
después de nuestra conversación anterior.
Era la boca de Jay la que pensaba que estaba gimiendo, pero
cada parte de mí la estaba besando como Dex.
Lo siento tanto, Chica Georgy.
Mi polla estaba dura como una roca mientras la probaba
fervientemente. Ella jadeó en mi boca cuando mi erección presionó en
su abdomen. Ella sabía a pasta de dientes. Sin sujetador sus flexibles
senos se apretaban contra mi pecho. Podría haberla tomado fácilmente
allí, justo en medio de su sala de estar.
El corazón de Bianca palpitaba tan fuerte contra el mío, y tomé
eso como mi señal para besarla más fuerte. Ella me agarró la nuca y me
acercó. De repente sentí el impulso de levantarla. Así que lo hice. Ella
envolvió sus piernas alrededor de mí mientras yo continuaba besándola
más fuerte de lo que probablemente jamás había besado a nadie.
La adrenalina corría a través de mí. Estaba mezclada con un poco
de rabia debido al hecho de que ella había permitido tan fácilmente a
"Jay" aprovecharse de ella. Después de nuestra conversación de esta
noche, yo estaba más seguro que nunca de que su corazón me
pertenecía, a Dex. Sin embargo, ella todavía se las arregló para
dejarme, a Jay, hacer esto. ¿Ella era tan débil? Esto me enojó.
Ansiaba follarla, de expresar físicamente todas las emociones que
me habían visto obligado a reprimir esta noche.
Finalmente, retrocediendo y bajándola lentamente al suelo, le
dije:
—Esa fue probablemente la mejor bienvenida que he recibido.
Ella mantuvo sus brazos alrededor de mi cuello. —No estaba
segura de si volvería a verte, para ser sincera.
Estaba encontrando cada vez más difícil mirarla a los ojos como
Jay. Mirando hacia abajo en el suelo, dije: —Tengo que disculparme por
no reunir mi mierda últimamente. No tiene nada que ver con la falta de
deseo de verte. Las cosas han estado locas en el trabajo, y no he podido
venir hasta ahora.
Mentiroso de mierda.
—Necesitaba este chequeo de cordura esta noche —dijo.
—¿Por qué? —Tragué—. ¿Qué pasó?
—Nada. Es demasiado para entrar en detalles. Estoy bastante 72
segura de que casi perdí mi cordura antes. Es... realmente bueno verte.
No. No. No.
No perdiste la cordura.
Estás en la pista correcta.
Jay tiene que irse, él solo necesitaba tocarte una última vez.
—¿Todo bien ahora?
—Ahora que estás aquí, sí. —Ella sonrió.
—No estaba seguro de que estuvieses levantada.
—No creo que hubiera podido dormir esta noche de todos modos.
Yo tampoco.
—¿Qué sucedió exactamente que te molestó?
—Realmente no quiero hablar de eso, si eso está bien. Tiene que
ver con el trabajo.
Joder que lo es. Hablando de esas mentiras blancas de las que
hablamos antes...
Froté mis manos a lo largo de la parte superior de sus brazos,
dije: —Mira, realmente no puedo quedarme. Yo solo…
Necesitaba asegurarme de que estabas bien.
Necesitaba verte.
Necesitaba tocarte.
Continué: —Sólo quería decirte hola, para hacerte saber que
estaba pensando en ti.
Y decir adiós.
Ella lucía aterrada. —¿Cuándo te volveré a ver?
—No estoy seguro. El trabajo ha sido una locura.
Y Jay tiene que morir.
Bianca vaciló un momento antes de que finalmente dijera:
—Realmente no quiero estar sola esta noche. ¿Quieres acostarte
conmigo? —Cuando no respondí, se inclinó y me besó suavemente,
luego dijo—: ¿Por favor?
No había nada en el mundo que quisiera más.
Incapaz de encontrar una razón legítima para rechazarla, asentí.
—Sí. Por supuesto.
Bianca me llevó a su dormitorio. Se sentía surrealista. Una libreta
de notas amarilla estaba encima de la mesita de noche. Sospeché que 73
era el lado de la cama donde ella se recostaba cada vez que estaba
charlando con Dex. Me tuve que contener para no inclinarme para
tratar de ver lo que estaba escrito. Supuse que podría haber habido
algunas obscenidades de esta noche.
Bianca se metió en la cama, y me metí detrás de ella. Varios
minutos pasaron mientras nos quedábamos juntos. Mi boca estaba
contra su espalda, y dejé que el sonido de su respiración me
tranquilizara. Era como si pudiera sentir sus pensamientos a través de
cada respiración. Sabía en mi corazón que a pesar de que estaba
disfrutando del calor del cuerpo de Jay, estaba pensando en el
verdadero yo, en Dex.
Todo parecía inocente hasta que ella apoyó su suave culo en mi
polla. Ella intencionalmente se frotó contra mí, provocando una
enfurecida erección. Después de unas cuantas veces más, me di cuenta
de que ella me estaba incitando. Joder, estaba funcionando. Seguí
haciéndola rodar lentamente contra mí. Había una palabra para esto en
la secundaria: sexo con ropa. Debería haber sabido que no había
manera de que pudiera dormir inocentemente junto a esta mujer.
Listo para explotar en mis vaqueros, le dije: —Detente.
Se dio la vuelta y susurró sobre mis labios: —¿No me quieres?
Mi cuerpo estaba alborotado. Ella quería follarme. Y yo quería
estar dentro de ella más que nada. Pero no podía. Nunca podría pensar
en acostarme con ella hasta que supiera la verdad.
Me levanté y pasé la mano por mi cabello. —Necesito irme.
Ella saltó de la cama. —Lo siento. Me dejé llevar. Ha pasado
mucho tiempo. Pensé que lo querías, creí que por eso habías venido tan
tarde. Así que, quería hacerte saber que estaría bien... si quisieras. Pero
está bien.
Mi voz era más fuerte de lo que pretendía. —Quiero hacerlo...
Dios, si lo hago. Pero tienes que tener cuidado, Bianca. Ni siquiera me
conoces.
Ella soltó una risa amarga. —¿Me estás advirtiendo contra ti?
—No.
Joder sí, lo estoy.
Continué:
—Simplemente no quiero moverme demasiado rápido contigo. Y
creo que… deberíamos conocernos mejor primero.
A pesar de que sé casi todo lo que hay que saber sobre ti.
Dejando escapar una profunda respiración, continué: 74
—Pero como realmente no puedo resistirte, creo que lo mejor que
puedo hacer es irme a casa esta noche y luego invitarte a salir de nuevo
correctamente. Tú no eres para mí una llamada para un polvo seguro,
Bianca.
Ella puso sus manos sobre su rostro y habló. —Tienes razón. Solo
estaba... sintiendo que lo necesitaba esta noche.
Lo sé.
Por mí causa.
Me dolía el pecho. Necesitaba salir de aquí antes de que lo
admitiera todo. Ella no estaba en el estado de ánimo correcto para la
verdad esta noche.
Besándola suavemente en la frente, le dije:
—Te llamaré pronto, ¿de acuerdo?
Ella simplemente asintió antes de caminar hacia la puerta.
Intenta recortar tu camino fuera de este, imbécil.
Sintiéndome como un absoluto idiota, conduje a casa en mi Jeep
jurando que después de esta noche, Jay estaba muerto.
A la mañana siguiente en la oficina, estaba distraído, por decir lo
menos. Cancelando todas mis reuniones para el día, hice algo que casi
nunca hacía. Me fui a casa y no hice nada.
Sentándome en el sofá, miré el reloj, ansioso por mi conversación
con Bianca más tarde. Sólo faltaban nueve horas más. El miedo me
invadió.
¿Debería decírselo esta noche?
Recogí el teléfono y decidí llamar a la única persona que sabía que
podía entender por lo que estaba pasando en este momento.
Él contestó.
—Hola, hijo.
—¿Cómo estás?
—No tan mal. Acabo de llegar de un paseo. A punto de
prepararme un sándwich de atún.
—¿Cómo está el tiempo por ahí?
—Es Florida. Caluroso con probabilidades de lluvia casi todo el 75
tiempo.
—Sí, eso es verdad.
—¿A qué se debe esta llamada?
—En realidad, necesito tu consejo.
—Eso no es algo que busques a menudo.
—Bueno, esta es una circunstancia en la que creo que puedes ser
de alguna ayuda. Implica mentir. Me he metido en serios problemas.
—Ah. Ahora, esto tiene sentido.
—Sé que no le has ocultado muy bien tus aventuras a mamá.
Pero básicamente, siempre parecías ser capaz de volver a congraciarte
con ella...
Él me interrumpió:
—¿Estás teniendo una aventura con alguien?
—No, no soy infiel, papá. Pero mentí sobre mi identidad. La mujer
con la que estoy saliendo cree que soy otra persona.
—¿Estás avergonzado de ti mismo o algo así?
—Es una larga historia. Pensé que ella tenía algunas ideas
preconcebidas sobre los hombres ricos y poderosos. Cometí un error de
juicio. Básicamente, voy a decirle la verdad pronto y asumiré la
responsabilidad de mi error. Sólo me preguntaba si había un truco para
admitir una mentira de una manera que causara la menor cantidad de
daño.
Él se rio.
—Tu madre fue demasiado buena conmigo, demasiado
indulgente. No debió haberlo sido. No hay trucos, Dex. Si tienes suerte,
esta mujer verá quién eres realmente y te perdonará. Si no tienes
suerte, me temo que no hay nada que puedas hacer para convencer a
alguien que has lastimado de que debería darte una segunda
oportunidad. Ese es el precio que pagamos por la deshonestidad. Si ella
tiene en su mente que eres de poca confianza, es posible que no haya
vuelta atrás de eso. Lo he descubierto de la manera más difícil.
Mi pecho se contrajo.
—Está bien.
Añadió:
—He perdido buenas personas en mi vida que tuvieron razón en
su decisión de no confiar en mí.
—Bueno, esperaba que esta conversación me hiciera sentir mejor,
pero en realidad ahora me siento peor. 76
—Lo siento, hijo. Sólo estoy tratando de ser honesto.
—Oh, la ironía.
Ambos nos reímos de eso. Se sentía raro estar riendo con Dexter
senior, compartiendo nuestras indiscreciones mutuas.
—Sí. —Suspiró.
—Te dejaré volver a tu almuerzo, viejo.
—Mantente en contacto.
—Lo haré.
Estaba a punto de colgar cuando dijo:
—¿Dex?
—¿Sí?
—Estoy orgulloso de ti por tratar de ser un hombre mejor que yo.
Espero que salgas de este lío, espero que consigas a la chica.
—No es exactamente la lengua que quiero probar. —Usando el
dorso de mi mano, me limpié la baba de Bandido de la boca. Era el
tercer día seguido que había venido a llevar a mi nuevo amigo a dar un
paseo. Jay estaba oficialmente muerto, y Dex era demasiado cobarde
para decirle la verdad a Bianca, así que la única conexión que tenía con
la Georgy Girl era una máquina de cagar de cuarenta y cinco kilos cuyo
aliento olía a trasero. Tristemente, él era el mejor amigo que tenía en
este momento.
—¿Qué vamos a hacer, amigo? —Estaba sentado en el banco del
parque de nuevo y Bandido se sentó frente a mí. Tal vez estaba
perdiendo la cordura, pero cuando él levantó una oreja, podría haber
jurado que estaba escuchando; quería ayudarme a resolver mis
problemas con una mujer—. ¿Alguna vez has perdido tu mierda por una
mujer? ¿Hecho algo realmente estúpido que no sabías cómo arreglar?
No sé... tal vez, ¿tomar el hueso de una perra y enterrarlo cuando ella
no estaba mirando?
Bandido levantó la pata y me dio un golpe en la rodilla. Lo tomé
como un sí. Bandido era un ladrón de huesos.
—Lo hiciste, ¿eh? ¿Le dijiste la verdad y te ganaste su corazón al
final?
Bandido abrió la boca y soltó un gran bostezo, luego apoyó su
larga cara en mi regazo. 77
—Incluso estoy aburriendo a un perro con mi vida. —Le rasqué la
cabeza y suspiré—. Simplemente no sé qué hacer. ¿Cómo puedo
explicar por qué seguí con la farsa durante tanto tiempo? ¿Admitir que
tenía miedo de que no le gustara si era quien realmente soy? ¿O admitir
que realmente soy el imbécil que ella pensaba que era y que,
probablemente, no le habría gustado mucho si nos hubiéramos
conocido bajo otras circunstancias? —La verdad era que, a lo que
realmente le tenía miedo era que una vez que llegara a conocer a mi
verdadero yo, se las arreglaría y se encontrara ella misma un mensajero
en bicicleta honesto.
Eran casi las ocho, y ya era una hora más tarde de la que debería
haber llegado a la oficina, así que llevé a mi nuevo mejor amigo de
vuelta al refugio. Suzette no estaba cuando había llegado hace una
hora, pero ahora se encontraba trabajando en el mostrador.
—Señor Truitt. Me alegro de haberlo encontrado. Quería hacerle
saber que Bandido va a ser trasladado a nuestra granja en el norte del
estado a finales de esta semana.
—¿A una granja?
Me dio una sonrisa poco convincente.
—Sólo podemos mantener a los perros en el refugio aquí en la
ciudad por un tiempo, después de tres meses van al norte del estado si
no son adoptados.
—¿Al norte del estado? ¿Una granja? ¿Estás diciendo lo que creo
que estás diciendo? —Había tenido un perro que fue a la supuesta
granja una vez cuando era niño. Recuerdo el día en que le había dicho a
mi amigo que Buster se había ido para tener una vida mejor en una
granja. Él me había aclarado lo que la granja realmente significaba.
La sonrisa de Suzette era real.
—Dios, no. No se trata de eso. Nuestra granja es un buen lugar.
Una mujer llamada Allison la dirige; ella realmente es increíble. El único
inconveniente es que los animales no tienen tanta interacción con la
gente como lo hacen aquí en la ciudad donde tenemos muchos
voluntarios. Pero es una linda granja, y los perros tienen espacio para
correr durante el día.
Cuando miré a Bandido, él me miraba fijamente. No me mires con
esos ojos tristes. Es una granja de verdad. No es la famosa granja que
los padres usaban para hacer sentir mejor a los niños inocentes. ¿No
escuchaste a la mujer? Me arrodillé y le froté la parte superior de la
cabeza.
—Cuídate. ¿De acuerdo, amigo? —Por alguna razón, me sentía
como si me estuviera despidiendo de la última parte de Bianca a la que
78
me estaba aferrando. Después de unos minutos, me puse de pie y le
ofrecí la correa a Suzette.
Cuando la tomó, Bandido se negó a moverse de mi lado.
Suzette hizo sonidos de besos.
—Vamos, Bandido. Es hora de que el señor Truitt se vaya.
El jodido perro no se movió, ni siquiera cuando Suzette le dio un
ligero tirón al collar.
—Lo siento. Se encariñan muy rápido. Déjeme ir a buscar su
juguete favorito.
Ella desapareció y volvió unos minutos después haciendo sonar
un hueso de juguete. Eso le llamó la atención.
—Vamos, Bandido. —Chillido. Chillido—. Dile adiós al señor
Truitt.
Miré a mi amigo fiel, mi guardián de secretos, para decirle adiós.
Pero, en su lugar, no fue eso lo que dije en absoluto. Ni siquiera estaba
seguro de quién puso en mi boca las malditas palabras que solté. Todo
lo que sé es que no estaba listo para dejar ir la última parte de Bianca
todavía. Y... había perdido lo que quedaba de mi mente.
—Me gustaría adoptar a Bandido.
—¿Qué dem…?
Mi cerebro realmente estaba jugando conmigo. Mientras
caminaba por la calle 21, perdida en mis pensamientos acerca de
Dexter Truitt, la culpa que había estado sintiendo por pensar en él
mientras estaba besando a Jay la otra noche realmente debe haberme
confundido. Parpadeé intentando concentrarme, mirando desde la
distancia mientras un hombre alto, oscuro, guapo que se veía mucho
como Jay Reed estaba entrando en la parte trasera de un auto de lujo.
A una cuadra de distancia, el hombre se parecía mucho a Jay, sólo que
llevaba un traje de tres piezas y ayudaba a un galgo a saltar a un auto, 79
en lugar de andar en bicicleta. Me reí de mí misma por lo loca que podía
ser mi imaginación a veces y observó el auto oscuro alejarse de la acera
mientras camino hacia Forever Grey.
En el interior, Suzette me saludó.
—Hola, Bianca. ¿Dormí durante un día o ya es lunes?
Me reí. Sólo iba al refugio los domingos por la mañana.
—No. Es lunes, bien. Vine ayer, también. —Dudé para continuar
lo que iba a decir al llegar, porque podría sonar un poco loco, pero luego
recordé si alguien podría entender sería una persona amante de los
perros—. Ayer paseé con un perro al que nunca saque a pasear… y…
bueno, he estado teniendo problemas con algunas cosas y sacarlo me
hizo sentir mucho mejor. —Decidí dejar de lado la mejor parte que pasé
una buena hora contándole al pobre perro mis problemas.
Suzie sonrió.
—Los mejores terapeutas tienen cuatro patas y una cola, si me lo
preguntas. ¿Qué perro es? Lo traeré por ti.
—Su nombre es Bandido.
Suzie pareció sorprendida.
—Bandido parece ser muy popular últimamente. De hecho, lo
perdiste. En realidad, fue adoptado por un voluntario. —Señaló la
puerta—. Salió hace menos de cinco minutos.
Llamémosle intuición, pero mi estómago dio un vuelco… una
sensación de inquietud se apoderó de mí, y no estaba segura por qué.
—¿Quién… quién lo adoptó?
Suzie miró a su alrededor y luego se inclinó hacia delante.
—No se supone que debo dar información de adopción o
voluntarios… pero… Bandido ganó en grande. Fue adoptado por un
hombre que vive en Central Park West. Algún empresario que posee su
propia compañía.
—¿Su nombre era… Jay Reed, por casualidad?
Negó.
—No, ese no es su nombre.
Sintiendo alivio, dejé escapar un suspiro.
—Bien. Acabo de ver a un tipo en la calle con un galgo justo antes
de entrar. Me recordó a alguien, y pensé que era él.
—Definitivamente no se llama Jay. Pero si Jay se parece al nuevo
dueño de Bandido, es bienvenido a ser voluntario. 80
Me reí.
—Atractivo, ¿huh?
—Sí. —Suzette recogió algunos papeles en un archivo y lo cerró
en la parte superior del mostrador de recepción—. ¿Qué tal si traigo a
Marla por ti? No ha salido hoy, y la has sacado a pasear antes, ¿no?
—Marla sería genial. Es muy dulce.
Suzette desapareció en la parte de atrás donde guardaban los
perros, y esperé en el escritorio. Después de revisar mi teléfono y ver
que aún no tenía ningún mensaje nuevo de Jay, lo guardé en mi bolsillo
y miré a mí alrededor. La carpeta en la que Suzette había guardado los
papeles decía adopciones. Era curiosa por naturaleza, pero no suelo ser
entrometida. Echando un vistazo alrededor de la habitación, no
encontré a nadie prestando atención, así que usé mi dedo índice para
abrir suavemente la carpeta de papel manila, lo suficiente como para
echar un vistazo.
Vi la dirección de la casa en la segunda línea: 1281 Central Park
West. Suzette no estaba bromeando; Bandido se mudaría al centro.
Entonces mi mirada fue a la primera línea del formulario. Parpadeando
unas cuantas veces, estaba segura si mi cerebro estaba jugando de
nuevo conmigo. No había manera que fuera posible. No tenía sentido.
Me importaba una mierda si me atrapaban en ese punto, abrí la carpeta
y saqué la primera página de adentro. Mirando fijamente, no podía creer
lo que estaba escrito, claro como el día en la primera línea.
Dexter Truitt.

Mi estómago se sentía nauseabundo mientras estaba de pie al


otro lado de la calle en el parque, esperando. Había cancelado la
entrevista que debía hacer esta tarde para acosar como una loca.
Nada tenía sentido.
Durante las últimas horas, había conectado las piezas del
rompecabezas he imaginado lo que Dex—barra—Jay me había hecho.
Simplemente no entendía por qué.
¿Era un juego que a los idiotas ricos les gustaba jugar? ¿Jugar
con las mujeres trabajadoras y ver si pueden follarlas si fueran pobres?
Esa era la pieza del rompecabezas que no encajaba. Porque la otra
noche Jay podría haberme follado, me froté contra él, prácticamente le
rogué. Dios, fui tan jodidamente patética. Pero si ese era su juego, ¿por
qué no tomó el premio que estaba tan dispuesta a dar? Odiaba que lo 81
único que pudiera pensar era que ni siquiera me quería físicamente.
Básicamente, yo era un juego mental para él y ni siquiera mi culo
contra su polla le hizo quererme.
Cuando el gran auto oscuro finalmente se detuvo frente a su
elegante edificio, observé del otro lado de la calle cuando salió. Me mató
que mi corazón se aceleró cuando lo vi salir del auto. Dexter Truitt—
barra—Jay Reed era sin duda un idiota, pero un hermoso idiota. Casi
salté de detrás del árbol en el que estaba oculta, pero cuando Dex se
inclinó y ayudó a Bandido salir del auto, estaba demasiado confundida
e hipnotizada para acercarme.
¿Qué está haciendo con el perro?
Los dos caminaron a una pequeña área cubierta de hierba por un
minuto. Dex acarició al perro y le dijo algo después de ponerse de pie,
luego se dirigieron a la puerta principal del edificio. Justo antes de
entrar, Dex se detuvo bruscamente, se volvió y miró alrededor de la
calle. Ocultándome detrás a la seguridad del árbol, mi corazón estaba
tronando en mi pecho mientras que me preguntaba si pudo sentir que
lo estaba observando.
Luego, de la nada, ya no estaba.
Permanecí allí durante casi una hora, sintiendo todo tipo de
emociones. Estaba enojada porque no había un Jay, que me había
arrojado a un hombre que claramente no conocía en absoluto. Estaba
enojada por haberme enamorado de la mierda que Dexter Truitt me
había alimentado. El hombre no era mejor que su padre. Y estaba
enojada porque, por encima de todo lo demás, estaba triste que el
hombre al que había empezado amar realmente no existiera.
Finalmente, decidí no acercarme a Dex—barra—Jay y me dirigí a
casa para revolcarme en autocompasión con una copa de vino barato.
Tomé un baño, y me encontré pensando que la agitación emocional en
la que estaba se parecía mucho a las etapas de dolor. De una manera
retorcida, había perdido a alguien hoy; Jay, que nunca realmente
existió.
La primera etapa había sido shock. Incluso al ver las palabras, no
podía creer que Jay y Dex fueran la misma persona. En realidad, había
hecho que la pobre Suzette confirmara que el hombre que acababa de
irse era de hecho Dexter Truitt.
La segunda etapa fue negación. Lo había visto en blanco y negro
en papel, lo vi cuando el hombre se subió a su maldito auto justo
delante de mis ojos y verifiqué todo con exactitud con Suzette, pero
necesitaba sentarme frente a su apartamento para confirmar lo que él
había hecho.
La tercera etapa me abrumó justo después que terminé mi
segunda copa de vino. Y me golpeó en la cara con represalia; la ira.
Estaba enojada. Lo que me llevó a hacer mi propia etapa de curación. 82
Paso 3B, decidí llamarlo. Era mi favorito, y no podía esperar a empezar.
Venganza.
Bandido había comenzado a rascar en la puerta cinco minutos
antes de las once, por lo que estaba tarde para llegar a mi portátil.
Había estado ansioso después de la mierda que había tirado al aparecer
como Jay en su puerta después de la última sesión. Cuando regresé de
un paseo rápido con el perro, me sentí aliviado de encontrar que la
ventana del chat ya está abierta y un mensaje me esperaba.
Bianca: Hola, Dex.
Dex: Hola, Bianca. ¿Cómo estás hoy?
Bianca: Un poco ansiosa, supongo. 83
Tú y yo, los dos.
Dex: ¿Ansiosa? ¿Por qué? ¿Está todo bien?
Tomó unos minutos para que ella responda. Pero estuve intrigado
como el infierno cuando finalmente lo hizo.
Bianca: Hay algo que he querido preguntarte. Pero no estaba
segura de cómo te sentirías acerca de discutir el tema.
Ya había ventilado gran parte de mis problemas. Tenía curiosidad
por lo que ella posiblemente podría sentir que estaba fuera de los
límites en este punto.
Dex: He sido un libro abierto para ti, Bianca. ¿De que
querías hablar?
La respuesta llegó rápido.
Bianca: Sexo. Quiero hablar de sexo.
Esta vez fui yo el que tuve que calmarme para responder.
Dex: ¿Esta discusión es para el artículo, o lo que estás
pidiendo es más de carácter personal?
Bianca: Es personal.
Dios, mi pene se hinchó sólo de pensar en hablar de sexo con ella.
Pero seguro estaba en el juego si ella lo estaba.
Dex: Pregunta lo que quiera. Asumo que nuestras reglas
siguen en pie, y podré hacer una pregunta por cada una que tú
hagas.
Bianca. Por supuesto.
Me había servido una bebida antes, y ahora estaba contento de
haberlo hecho. Los puntos estaban saltando mientras me tragaba la
mitad del vaso de un trago.
Bianca: ¿Qué tan abierto de mente eres?
¿A Bianca le gustaban las cosas pervertidas? Nunca había
profundizado demasiado lejos en ese terreno, pero supongo que no me
opondría a ello con la compañera adecuada. La idea de atarla a la cama,
darle algunas palmadas y algo de juego anal solamente lo hacía mucho
más atractivo para mí.
Dex: ¿Me estás haciendo una proposición, señorita George?
Me tragué la otra mitad de mi bebida. No hizo nada para suavizar
el acero en mis pantalones.
Bianca: Sí.
Dex: Una mujer que sabe lo que quiere. Me parece
84
increíblemente atractivo. ¿Qué tenías en mente?
Fueron los sesenta segundos más largos de mi vida en espera a
su siguiente respuesta.
Bianca: Un trío conmigo y mi amiga4.
Levanté los dedos del teclado para escribir una respuesta tres
veces, pero no pude. Me quedé sin palabras... sin poder decir nada.
¿Qué chico no quería un trío con una hermosa mujer y su amiga? Sin
embargo, por alguna razón, el hecho de que ella lo había sugerido me
hizo enojar en algún nivel. Me gustaba ella —suponía que yo no era tan
abierto de mente como me gustaba pensar. Para mí, compartir era follar
con muchas, no con alguien con quien realmente estuviera interesado.
No estaba seguro de cómo responder. Después de pasar un buen rato,
Bianca escribió de nuevo.
Bianca: ¿Estás ahí?
Dex: Sí.
Bianca: ¿Te he ofendido?

4
Friend: En inglés puede significar amigo y amiga, en este caso Bianca se refiere a
amigo, pero Dex piensa que ella habla de una amiga. Hasta que Dex no se da cuenta
de que en realidad está hablando de un amigo, está traducido como amiga.
De hecho, lo hizo. Pero a riesgo de sonar necesitado, tenía que
explicar el por qué.
DEX: Estoy interesado en ti, Bianca. Si bien la idea de estar
contigo en cualquier nivel es muy atractiva, no estoy seguro de
que un trío sea la mejor manera de comenzar las cosas.
Bianca: Eso es muy malo. Creo que los tres seriamos
perfectos juntos.
Dex: Tal vez podemos tratar dos y después ir hacia tres.
Dada la oportunidad, estaba seguro de que podría complacerla
para que no sintiera la necesidad de invitar a su amiga.
Bianca: No estoy segura de que sea buena idea...
Dex: ¿Has hecho este tipo de cosas antes?
Ignoró mi pregunta.
Bianca: El viernes a las 7. Piénsalo. Estaré en el vestíbulo
del Hotel The Library si decides unirte a nosotras.
Dex: ¿Y si no me uno a ustedes?
Bianca: He terminado el artículo. Enviaré una copia en una
semana para su aprobación final. Creo que nuestras sesiones de
entrevistas han llegado a su fin. Si decides no participar, que 85
tengas una vida agradable, señor Truitt.

Debería haber estado trabajando. O durmiendo, para el caso,


teniendo en cuenta que no había dormido mucho la última noche
después de la pequeña charla que había tenido con Bianca. Pero en
cambio, estaba sentado en mi escritorio mirando una foto de ella en el
sitio web de su empresa.
Bianca George es una graduada Summa Cum Laude de la Escuela
de Negocios de Wharton que pasó los primeros cinco años de su carrera
como gestora de derivados. Se unió al Finance Times en el 2015 como
una experta independiente en la industria, donde escribe artículos desde
el punto de vista de un experto.
En ninguna parte de su biografía mencionaba que tenía una
inclinación por los tríos. Lancé mi bolígrafo a través de la habitación.
¿Por qué diablos me molestaba? ¿Qué clase de hombre rechazaba
un trío con una mujer por la que se sentía atraído? Sin duda, una
mujer que no era territorial con un hombre con el que planeaba dormir,
sería capaz de pasar por alto el simple hecho de que pretendía ser dos
personas. Curiosamente, estaba menos preocupado por su aceptación
de mi disculpa ahora que me había dicho donde estaba su cabeza. Sin
embargo, estaba decepcionado.
Decepcionado por una oferta de un trío. Tienes que examinarte la
cabeza, Truitt.
Había algo que pensaba que podría ser especial con esta chica. Y
no del tipo especial que implica estar de acuerdo conmigo metiendo mi
polla en ella y su amiga todo en una noche.
Cerrando la página, me sumergí en mi trabajo. Siempre era la
única cosa en la que podía perderme. De alguna manera, me las había
arreglado para concentrarme lo suficiente para estudiar las previsiones
financieras de una empresa que estaba considerando comprar. Ya era
tarde para el momento en que me tomé un descanso muy necesario.
Josephine me había dejado un club sándwich de pavo en mi escritorio
hacía unas horas, y no quería correr el riesgo de salir a tomar aire y
distraerme con pensamientos de Bianca otra vez.
Si decides no participar, que tengas una vida agradable, señor
Truitt.
Sus palabras de despedida se reproducían una y otra vez en mi
cabeza. Mordí mi sándwich y me deslicé por los mensajes en mi teléfono
mientras comía. El primero era de Caroline. 86
Caroline: ¿Cena el sábado por la noche? Tengo un banquete
de caridad al que asistir.
Había estado dejándola de lado por unas semanas ahora, y sin
duda, mi cabeza no estaba lista para tener una conversación con ella
todavía. No respondiendo, me desplacé al siguiente. Era de mi padre
preguntándome cómo estaba. Escribí una respuesta rápida, suave y
volví a los mensajes restantes mientras acababa mi club sándwich.
Enterrado bajo una docena de otros mensajes había uno de
Bianca. Sólo que se suponía que estaba enviando mensajes a Jay, no a
Dex. Al principio, cuando lo abrí, estuve confundido.
Bianca: Hola. ¿Tienes planes para la noche del viernes?
Jay inmediatamente respondió.
Jay: No. ¿Qué tienes en mente?
Bianca: ¿Quieres encontrarnos a una amiga y a mí para
algo de diversión en el Hotel The Library a las 7?
¿Qué mierda?
No me había dado cuenta hasta ese momento. Agarrando mi
portátil, abrí la ventana de chat de la noche anterior y frenéticamente
me desplacé por toda nuestra conversación. Cuando había sugerido un
trío con su amigo, había asumido que la tercera era una mujer.
Pero no había ninguna mujer.
Bianca estaba jodidamente invitando a Jay a un trío con ella y
con Dex.

Cuando la noche del viernes llegó, no estaba más preparado de lo


que estaba en el momento en que ella en primer lugar dejó caer esa
bomba.
Afeitándome frente al espejo de mi baño, me lamenté con mi perro
como un loco.
—Tu amiga es una rarita, Bandido. ¿Sabes? ¡Una rarita total! —
Hice una pausa, agitando el agua de mi navaja. Haciendo un gesto
hacia él con ella, le dije—: El tema es, que todo el asunto de la
propuesta parece tan fuera de lo común para ella. Pero supongo que
demuestra que nunca acabas de conocer bien a alguien. Puedes tener
docenas de conversaciones íntimas con una mujer que crees que es
sensata, y luego es una pervertida.
¡Guau! 87
—La cosa retorcida es que —y sólo te lo admitiré a ti, a nadie
más— como que me excita al mismo tiempo. Desearía poder ser ambos
hombres y follarla al mismo tiempo. Enfermo, ¿verdad?
¡Guau!
—Sí. ¿Has escuchado hablar del término, la curiosidad mató al
gato? Eso está a punto de pasarme esta noche. Estoy tan jodidamente
curioso sobre lo que pensaba hacerme que no puedo no aparecer.
Porque soy un perro, Bandido. Igual que tú. Todos los hombres lo
somos. Pero a diferencia de ti, no puedo lamer mis propias bolas. Por lo
tanto, tomo decisiones jodidamente locas como aparecer para un trío en
el que se supone que soy las dos terceras partes de la fiesta. —Eché un
poco de loción de afeitar en la cara.
—¿Sabes qué otra parte es jodida? —Riéndome de mí mismo en el
espejo, digo—: Todavía no sé si iré como Dex o Jay.
Bandido aulló y se acostó.
—Lo sé. Patético. Apuesto a que desearías estar retozando justo al
norte del estado ahora, ¿eh? En cambio, aterrizaste la granja
equivocada, la granja loca.
Bandido me siguió hasta el vestidor fuera de mi dormitorio. Me
quedé mirando la línea de camisas de vestir de diseñadores
perfectamente almidonadas y organizadas por color, de claro a oscuro.
Mis ojos se posaron en una línea más pequeña de ropa en la esquina —
el armario de Jay, que consistía de pantalones vaqueros, camisas
casuales, y algunas sudaderas. Dado que todavía no estaba seguro de lo
que iba a decir o hacer cuando llegase allí, tenía que vestirme en algún
punto intermedio. Elegí un suéter de color camello y me puse una
camisa de cuello debajo. Pantalones oscuros remataron la vestimenta.
Me rocié de colonia y me puse mi reloj.
—Sé bueno, Bandido. No seas como tu amo, dejando que su polla
arruine tu vida.
¡Guau!
Me arrodillé y le rascó entre las orejas. —Deséame suerte. Si no
regreso por la mañana, será porque Bianca George me dio una patada
en las pelotas con tanta fuerza que tuve que ser hospitalizado.
En el exterior, mi chofer estaba apoyado en el Town Car negro,
esperándome. —¿A dónde, señor Truitt?
—Al Hotel The Library, Sam.
Desde el auto, miré hacia arriba hacia las luces de mi
apartamento, preguntando cómo serían las cosas para mí la próxima
vez que regresara a casa.
Cuando Sam me dejó en el raro hotel de temática de libros que 88
Bianca había elegido en el centro, me decidí a mantener un perfil bajo y
tratar de observar antes de que ella me viera.
No nos habíamos enviado mensajes desde mi única respuesta a
su mensaje, cuando Jay accedió a reunirse con ella a la hora decidida.
Estaba tratando de minimizar la comunicación con ella como Jay
porque, bueno, se suponía que él estaba muerto.
Escondido tras un pilar, por fin la vi. Mi corazón casi se detuvo.
Bianca estaba sentada en una silla en el vestíbulo con las piernas
cruzadas, con un vestido sin tirantes negro que empujaba sus pechos
en dos montículos de carne cremosa que quería devorar. La sombra
más brillante de color rojo recubriendo sus magníficos labios. Se había
puesto un broche de flor de seda roja que combinaba en un lado de su
cabello oscuro. Se veía absolutamente impresionante, más bella de lo
que nunca la había visto.
Otra cosa me llamó la atención. Para alguien que descaradamente
había pedido que dos hombres diferentes se encontrasen con ella en
este hotel por sexo, Bianca se veía muy tensa. Parecía respirar dentro y
fuera pesadamente y miraba el reloj cada diez segundos. Algo no iba
bien.
No tenía palabras, ni idea de lo que iba a decir o hacer. El único
curso de acción era improvisar y luego encontrar la manera de manejar
el resto minuto a minuto. ¿Iba a ser Jay o iba a presentarme a ella
como Dex? ¿Quién coño lo sabía?
Caminando lentamente hacia ella con las manos en mis bolsillos,
recé para que esto no resultase tan feo como estaba totalmente
convencido de que acabaría.
Cuando me vio, se puso de pie, sacudiéndose el vestido. —Hola.
—Hola, Bianca.
Ella asintió. —Jay.
Tragué el nudo en mi garganta. El nombre había salido de su
lengua casi con amargura. Su lenguaje corporal no invitaba, y así que
opté por no inclinarme por un beso.
Aclarando mi garganta, dije: —Tengo que admitirlo. Estuve muy
sorprendido por tu invitación.
—Bueno, es hora de que sepas todo sobre mí, Jay.
Pensé que ya lo sabía.
Mirando sus labios voluptuosos, de repente me sentí posesivo,
enfadado. —¿Un jodido trío, Bianca? ¿Cómo llegamos aquí? ¿Explícame
por qué sientes que necesitas más de un hombre para satisfacer tus
exigencias a la vez? Un hombre de verdad debe ser capaz de hacer todo
eso el sólo.
—¿Quieres saber la verdad? 89
Irónicamente, sí. —Sí.
—Cada uno de ustedes tiene cualidades distintas que me atraen.
—Explícate
—Verás... él tiene el más asombroso cerebro. Es inteligente,
ambicioso y de poderoso. Y, sin embargo, hay un lado suave que es
humano, hasta el punto en que me hace querer ser una mejor persona.
También expresa su interés en mí, no sólo físicamente, sino en toda yo.
Tragué. —¿Y yo?
—Tú eres misterioso. Y estoy muy atraída físicamente hacia ti.
Pero últimamente, pienso en él cuando estoy contigo. Así que pensé...
¿qué mejor manera de satisfacer todas mis necesidades que invitarlos a
los dos aquí esta noche?
Mi pulso se aceleró. —No puedo creer que quieras abaratar lo que
tenemos trayendo a alguien más en la ecuación. Como si pudiera
sentarme y observar pasivamente como la polla de otro hombre se
mueve dentro y fuera de ti.
—¿Has venido aquí para interrogarme... para juzgarme?
—Como que quiero saber qué demonios estás pensando, sí. Pensé
que te tenía, y esto realmente me ha sacado de la historia. ¿Cómo
podría alguna vez creer que estaría dispuesto a compartirte?
Ella dio dos pasos adelante y me habló a la cara. —Si las mejores
partes de los dos estuvieran en un solo hombre, no tendríamos este
problema.
Jódeme.
No podía aguantar un segundo más. Era el momento.
—Bianca, hay algo que necesitas sa…
—Deja que te pregunte algo, Jay. ¿Cómo supiste que el amigo con
el que me encontraría contigo aquí era un hombre de todas formas?
—Tu mensaje.
—No. Nunca mencioné el sexo de mi amigo. Nunca. —Sus ojos
tenían dagas en ellos.
Mierda. Aunque me lo imaginé basado en su mensaje a Jay, ella
nunca había dicho que el tercero era un hombre. Había estado tan
enfadado por esto que me había olvidado que nunca lo especificó en
realidad.
Finalmente había sucedido. La había jodido.
—Te equivocaste, Dex.
¿Dex?
90
¿Acababa de decir mi nombre, o finalmente había perdido la
cabeza lo suficiente como para empezar a escuchar cosas?
—¿Cómo me llamaste?
—Dex... como Dexter Truitt.
¿Ella lo sabe?
Ella lo sabe.
Era una trampa.
Mi corazón estaba latiendo fuera de control. —¿Hace cuánto
tiempo sabes que era yo?
Sus ojos brillaban. —¿Importa?
—Necesito saber cuánto tiempo has estado…
—¿Engañándote? —gritó—. ¿Cómo se siente, Dexter? —gritó aún
más fuerte—. ¿Cómo se siente ser manipulado?
De repente, me di cuenta de todas las miradas en el vestíbulo
mirándonos.
—¡Oh, tenemos una audiencia, Dex! —Extendiendo su mano,
gritó—. ¡El famoso en todo el mundo Dexter Truitt! El multimillonario
CEO de Montague Enterprises. Acaba de aparecer para un trío conmigo
y otro hombre. Siéntanse libres de tomar fotos. Les reportará un buen
dinero.
Afortunadamente, a nadie parecía importarle una mierda.
—Para, Bianca.
—¿Quieres que me detenga? ¿Tienes miedo que todo el mundo
sepa lo mentiroso que eres?
Sintiendo que no tenía otra opción, la tomé de la cintura y la
levanté por encima de mi hombro.
Ella movió sus piernas. —¿Qué estás haciendo?
—No estás dejándome decir una sola palabra. Tenemos que ir a
alguna parte y hablar en privado.
—¡Bájame!
—¿De verdad reservaste una habitación? —pregunté.
—No, no he reservado habitación. No soy realmente una puta, a
diferencia de ti que accediste a un trío con mi “amigo”.
—No te equivoques, no tenía ninguna intención de compartirte,
Bianca. No con una mujer. No con un hombre. No con nadie.
Todavía sujetándola por encima de mi hombro, llegué a la 91
recepción. —Necesitamos una habitación, por favor.
—¡Oh, no, no lo hacemos!
La recepcionista me preguntó torpemente. —¿Dos camas o una?
—Una por favor.
—¿Perdón? —preguntó Bianca.
—No la usaremos, Bianca. Sólo necesitamos un lugar para
hablar.
—No iré a tu habitación.
—Irás, o no habrá artículo.
—Demasiado tarde. La entrevista ha terminado.
—Renegaré de mi permiso para publicarla. Demandaré a la
revista. Mejor aún, compraré la revista. —Cuando la mujer de recepción
me dio la tarjeta, asentí—. Gracias.
La llevé hasta el ascensor y la bajé sólo después de que las
puertas se cerraron. Inmovilizándola contra la pared, le dije:
—No voy a dejarte ir esta noche hasta que me escuches. ¿Necesito
llevarte en brazos fuera de aquí, o caminarás conmigo?
La puerta de la habitación cerrada. Con mi espalda contra ella,
crucé mis brazos protectoramente sobre mi pecho. Podrías haber oído
un alfiler caer.
Dex se sentó en el borde de la cama con la cabeza entre sus
manos, luego se pasó los dedos por el cabello. Incluso mientras estaba
allí llena de ira, deseé que fuera yo pasando mis dedos por su melena.
Cuando me miró, no había ni una pizca de diversión en sus penetrantes
ojos azules. Mostraban una seriedad que nunca había visto antes.
Bueno, de Jay.
—¿Cómo lo averiguaste? —preguntó finalmente. 92
—No necesito revelarte eso.
Dex dejó escapar un profundo suspiro. —Tienes que saber que
siempre planeé decírtelo, Bianca. Siempre.
—Entonces, ¿por qué mentirme en primer lugar? —Mi voz se
quebró—. He tratado de entenderlo pero no puedo. No podría haber sido
para acostarte conmigo, porque lo rechazaste. ¿Entonces por qué?
¿Para joder mi cabeza?
—¡No! —Su tez se convirtió en una furiosa sombra de rojo—.
Mierda... no, Bianca.
—¿Entonces por qué?
—Era tan simple como solo querer experimentar conocerte sin las
nociones preconcebidas que tenías sobre mí. Dejaste muy claro lo que
pensabas del 'Señor Ricachón' en ese ascensor. Fue una decisión de
una fracción de segundo que realmente lamento. Una mentira estúpida.
—¿Una mentira estúpida? Fingiste ser otra persona, Dex.
Realmente no hay mentira más grande en este mundo que falsificar
quién eres.
—Cada segundo de nuestra entrevista, estabas con el verdadero
yo.
—Y yo te prefería, Dex. Preferí esos momentos íntimos charlando
con el verdadero tú más que nada. Arruinaste lo que podría haber sido
algo bueno al traer a este alter ego.
—No tenía manera de saber que tú y yo nos conectaríamos tan
bien. Parecías de mente muy cerrada en ese ascensor. En ese momento,
no vi cómo podría romper eso.
—Bueno, yo no sabía que estaba hablando mierda en tu cara.
Podría no haber sido tan brusca.
—Y por eso todo fue muy revelador. Esos eran tus verdaderos
sentimientos... en ese momento. —Dex se puso de pie y se acercó a mí—
. Mira... no hay ninguna excusa para justificar lo que hice. Ni siquiera
espero perdón. Cúlpame siempre por ello. Pero hazlo en mi cara.
Quédate conmigo. Grita conmigo. Grítame. Enójate conmigo... pero
hazlo conmigo.
Con su rostro cerca del mío, puedo sentir que mis piernas se
debilitan y mis pezones se endurecen. Siempre me había sentido atraído
por él, pero sabiendo que ese rostro y ese cuerpo pertenecían a la
persona que también había poseído mi mente y mi corazón durante
tanto tiempo era casi demasiado para soportar. Odiaba lo mal que
todavía lo quería.
Tenía los ojos penetrantes. Tuve que apartar la vista. 93
—¿Cómo puedes pensar que alguna vez podría confiar en ti para
no mentirme otra vez? —le pregunté.
—Es un riesgo que estarías tomando. No importa cuántas veces te
lo prometa, sé que no creerás en mí ahora mismo. Tengo que ganar tu
confianza, y eso sólo viene con el tiempo. Tienes que decidir si quieres
explorar cosas conmigo lo suficiente para correr el riesgo.
Su teléfono zumbó, y eligió ignorarlo.
—¿Quién es?
—No me importa —dijo con desdén.
—Si no tienes nada que ocultar, muéstrame.
Sin dudarlo, me pasó el teléfono.
Enormes celos se apoderaron de mí cuando vislumbré cuatro
mensajes de la misma persona.
Caroline: ¿Por qué no has respondido a mis textos?
Caroline: Estoy empezando a tener un complejo.
Caroline: Extraño tu hermosa polla dentro de mí.
Caroline: Llámame o voy para allá esta noche.
Furiosa, se lo devolví. —Caroline. ¿Esa es tu amiga con derechos?
—Creo que ya te he divulgado en nuestras conversaciones que he
tenido relaciones ocasionales con mujeres.
—¿Por qué no la has estado llamando?
Dex se inclinó y habló sobre mis labios. —¿No es obvio?
Tan enojada como estaba con él, no podía soportar el
pensamiento de que iba a estar con otra mujer esta noche. Por primera
vez, me moví de mi lugar, dirigiéndome hacia la ventana.
Él me siguió. —Bianca, no he estado con nadie desde el día que
me pediste que masajeara tus bolas en ese ascensor. Me has consumido
por completo, y estoy asustado de que voy a perderte debido a una
estúpida decisión que tomé antes de conocerte verdaderamente.
—Fue una mala decisión muy importante, Dex. No lo sé. Necesito
algo de tiempo para absorber esto. —Sintiéndome de repente emocional,
le dije—: ¿Entiendes que me importó la otra persona que representaste?
Él era una parte de mi vida, y él simplemente... desapareció. Nunca
volveré a ver a Jay. Es una sensación extraña, y es casi como si todavía
creyera que realmente existe.
—Entiendo. Me encantó la forma en que lo mirabas. Ser Jay era
la única manera que podía experimentar eso. Daría mi brazo derecho
para recuperar una onza de eso ahora mismo.
Mis pensamientos se volvieron hacia el dulce galgo que le había
94
visto llevar a casa. —¿Por qué adoptaste al perro? ¿Esa también era una
parte enferma de la broma?
Sus ojos se ensancharon. —¿Cómo lo supiste?
—Así fue como me enteré de ti. Te vi salir con él. Fui al refugio y
verifiqué el nombre de la persona que lo adoptó.
Dex se rascó la barbilla y asintió comprensivamente. —No había
pensado en eso.
—Así que... ¿también lo estás usando?
—Empecé a trabajar como voluntario allí con la esperanza de
aprender más sobre lo que amas. Sabía que una vez que fuera honesto
contigo, iba a necesitar toda la ayuda que pudiera obtener. Pero poco
después, en realidad me encariñé con Bandido. Me hizo sentir más
cerca de ti, pero honestamente, me enamoré de él bastante fuerte. La
adopción ocurrió porque iban a enviarlo a alguna granja del norte. Me
preocupaba por su seguridad, a pesar de sus garantías. Decidí llevarlo a
casa.
—Así que, él está viviendo contigo ahora...
—Sí. Es mío. Es mi perro.
—Bueno, eso fue muy bueno de tu parte.
—El placer ha sido mío, en realidad, aparte de su aliento. Tengo
que hacer algo al respecto.
No pude evitar esbozar una sonrisa. Cerré los ojos por un
momento, y dije: —He encontrado estos dulces especiales. Ellos
ayudan. Te enviaré el nombre.
Dex sonrió, y fue un recordatorio de que realmente necesitaba
distanciarme esta noche antes de caer en la trampa de su encanto.
—Necesito ir a casa. Esto ha sido demasiado para una noche.
—Vuelve conmigo, Bianca. Te prometo que lo haré bien.
—No puedo hacer eso.
—Por lo menos déjame llevarte a casa, entonces.
Vacilé y dije:
—De acuerdo. Pero llévame directamente allí. No hay desvíos.
Montar en el lujoso auto de Dex se sintió extraño. Era un
recordatorio de cuán diferente era la vida de este hombre comparada
con la de su difunto alter ego. Podías prácticamente oler el dinero
mezclado adentro con el olor del cuero. Dex no apartaba su mirada de
mí, pero mantuvo su distancia. El peso de su mirada solo hizo que mi
cuerpo entero hormigueara. Ansiaba ser tocada a pesar de mi ira. 95
Rompí el hielo. —Entonces, ¿cuáles son tus planes después de
esto? ¿Ir con Caroline para darle su 'hermosa polla'?
Él sonrió maliciosamente ante mi pregunta. —¿Te molestaría eso?
—No tengo nada que decir en lo que haces.
—Eso no es lo que pregunté. Te pregunté si te molestaría.
—¿Qué piensas?
—Creo que el hecho de que tu rostro esté enrojecido ahora
demuestra que el pensamiento de mí follando a otra mujer te molesta,
sin importar si lo admites o no —Él extendió su mano y la colocó en mi
rodilla. El firme toque hizo que los músculos entre mis piernas
palpitaran—. No voy a ver a Caroline esta noche, Bianca. Volveré a mi
casa y me acurrucaré debajo de las sábanas con una bestia de cuatro
patas que parece pensar que mi cama es suya. Estaré orando a Dios
para que lo encuentres en tu corazón para perdonarme. Y despertaré
mañana por la mañana, aprovechando el nuevo día y tratando como el
infierno de conseguir que me des una segunda oportunidad.
Cuando llegamos a mi casa, Dex vino a ayudarme a salir. Él
acarició suavemente mi mejilla mientras yo me quedaba allí. Cerré los
ojos e intenté dejar que todo se hundiera.
Maldita sea, Dex. No sé si puedo confiar en ti.
Aunque quería decir tanto, la noche había agotado mi energía.
Simplemente dije:
—Dame un poco de tiempo.
—De acuerdo —susurró.
Mientras me dirigía hacia mi puerta, se me ocurrió una idea, que
me impulsó a darme la vuelta.
—¿Acaso siquiera tallas?
Miró brevemente a sus pies y luego hacia mí. —Lo intenté. Esos
cortes eran reales.
Sacudí la cabeza.

Dos horas más tarde, mi teléfono señaló que había recibido un


nuevo mensaje. Esta noche había estado tan llena de acontecimientos,
que casi había olvidado lo temprano que todavía era. El reloj mostró las
11pm en punto.
Dex: Sé que nuestras reuniones se supone que han 96
terminado, pero necesito asegurarme de que estés bien.
Después de unos minutos de debatir si debería responder, me
trasladé a mi computadora portátil y escribí.
Bianca: Estoy bien.
Dex: No lo estás. Pero no espero que lo estés. Sólo estoy
aliviado de que me respondas.
Bianca: ¿Llamaste a Caroline? Su texto decía que si no la
llamabas, ella vendría.
Dex: No la llamé, pero ella pasó por aquí.
Con cólera, hice clic en las teclas.
Bianca: ¿Le diste tu "hermosa polla"?
Dex: No. Le dije que ya no podía verla.
Bianca: No deberías haberte deshecho de tu plan de
respaldo.
Dex: Nunca fue un plan a largo plazo. No tengo sentimientos
por ella como los tengo por ti.
Bianca: ¿Cómo lo tomó?
Dex: Ella estaba enojada. Pero no puedo concentrarme en
eso ahora mismo. Mi prioridad eres tú.
Bianca: Apuesto a que es hermosa.
Dex: Estoy más atraído por ti... en todos los sentidos.
Bianca: Eso es lamentable.
Dex: ¿Porque no voy a tenerte?
Bianca: No puedo responder a eso.
Dex: Entonces, pasaré mis noches imaginándolo, como lo
hago todas las noches desde que nos conocimos. Me siento más
excitado pensando en ti que estando con alguien más. ¿Te
gustaría ver?
Unos segundos después, Dex envió una foto. Mostraba el enorme
bulto en su bóxer gris. Los músculos entre mis piernas comenzaron a
contraerse. Parecía que él escondía una maldita serpiente allí. Me quedé
boquiabierta. Ni siquiera sabía qué decir.
Dex: Esto es lo que me haces, Bianca. Estoy tan duro que es
doloroso.
Bianca: La próxima vez que me envíes una foto de tu seudo
polla, puede que quieras asegurarte de que la pata de Bandido no 97
está en la toma. Arruina el efecto.
Dex: Deberías ir a dormir. Tienes que descansar para
mañana.
Bianca: ¿Qué hay mañana?
Dex: Me encontrarás en mi oficina. He contratado a un
fotógrafo para tomar tantas fotos como desee tu corazón para el
artículo. Lo que originalmente había prometido. Me presentaré en
sociedad.
Josephine entró en mi oficina. —El señor Aster ha llegado.
Mirando mi reloj por décima vez en tantos minutos, solté un
suspiro frustrado. Con la esperanza de tener unos minutos a solas con
ella, le dije a Bianca que la sesión fotográfica estaba programada para
las 9:30, aunque Josephine había programado que el fotógrafo llegara a
las 10am. El Sr. Aster tenía quince minutos de anticipación, y la
señorita George tenía quince minutos de retraso. Estaba empezando a
perder la esperanza de que Bianca llegara a venir en absoluto.
—Dile que estaré con él en unos minutos, Josephine. 98
—Sí, señor Truitt.
Giré los pulgares en mi escritorio durante otros diez minutos y
luego cedí y le envié un texto a Bianca. —Puesto que parece que no
vienes, ¿hay alguna postura específica que te gustaría para el artículo?
Después de otros cinco minutos y sin respuesta, de mala gana fui
a encontrarme con el Señor Aster. Estaba flanqueado por una mujer a
cada lado.
—Señor Truitt. Joel Aster. Es un honor conocerlo. Estaba tan
emocionado cuando recibí la llamada telefónica de su oficina ayer.
Le estreché la mano. —Algo ha surgido, y voy a tener que
terminar esto rápidamente. Espero que no te moleste.
—Por supuesto no. Sé que es un hombre ocupado. —Miró a la
mujer a su izquierda y asintió—. Cheri puede conseguir que la cámara
esté lista con un poco de maquillaje mientras Breena pone en marcha la
iluminación.
Después de mostrarles mi oficina, los tres saltaron a la acción.
Joel y Breena comenzaron a reorganizar los muebles de oficina y
encender luces, mientras Cheri metió un babero de papel blanco en mi
cuello. —Le voy a poner un poco de crema hidratante y luego un poco
de base mate —dijo—. Realmente no necesita ningún trabajo en
absoluto. Su estructura ósea es increíble, y a la cámara le va a
encantar.
Cuando Cheri fue a trabajar, pasó mucho tiempo de pie frente a
mí con sus tetas justo al nivel de mis ojos. Era difícil no tener un
vistazo de su blusa de corte bajo.
—¿Su esposa se unirá a nosotros para la sesión?
—No estoy casado.
Se inclinó para borrar algo de mierda en mi barbilla y sonrió.
Tomando su rostro por primera vez, me di cuenta de que era muy
atractiva. Una melena de cabello salvaje, rubio y rizado enmarcaba su
pequeña cara. Cheri me dijo que mirara hacia abajo para poder frotar la
mierda que no reflejaría la luz en mis párpados, y estaba bastante
seguro de que ella se colocó para tener una gran vista bajo su camisa.
Aunque era tentador, cerré los ojos.
Todavía estaban cerrados después de unos minutos mientras iba
al centro con polvo en mi rostro, así que traté en vano de usar los
momentos para relajarme. Joel y Breena estaban haciendo mucho ruido
moviendo cosas, así que no había escuchado entrar a Josephine hasta
que estaba de pie al otro lado de mi escritorio.
—Señor Truitt. La señorita George ha llegado. ¿Quiere que la deje
entrar? 99
Sorprendí a la pobre Cheri, arrancando el babero blanco de
maquillaje de mi rostro y poniéndome de pie. —Necesito hablar con ella
primero. ¿Está en la recepción?
—Ella esta.
Mi oficina estaba en la esquina sureste del trigésimo tercer piso, y
eran dos largos pasillos para llegar a la recepción. Había una puerta de
cristal transparente que conducía desde el área de la oficina trasera a la
recepción. Mi corazón martilleó dentro de mi pecho cuando doblé la
esquina y vi a Bianca sentada en un sofá en el área de espera. Ella
estaba mirando hacia abajo a su teléfono, así que ella no me vio hasta
que estaba casi en frente de ella.
—Bianca. Me alegro de que hayas decidido unirte a nosotros.
Ella se levantó. Supe de inmediato que algo estaba mal por la
mirada en sus ojos.
—¿Qué pasó?
—Mi taxi tuvo un accidente. Un idiota nos golpeó por detrás, y
cuando el loco conductor salió y empezó a gritarle, el tipo retrocedió y
se estrelló en nuestro auto por segunda vez.
Comencé a revisarla, sin saber qué demonios esperaba encontrar.
¿Agujeros en algún lugar, tal vez? —¿Estás bien?
Ella rió. —Estoy bien. Pero llego muy tarde.
—¿A quién le importa una mierda? ¿Seguro que estás bien? ¿Te
duele algo?
—Mi cuello está un poco tieso. Pero no es nada. Probablemente
sólo el tirón del impacto.
—Deberíamos llevarte al hospital para que te echen un vistazo.
—Estoy bien. Estoy bien. De Verdad.
Le tomé el rostro y la miré a los ojos. —¿Estás segura?
—Sí estoy segura.
Sin pensarlo, empujé a Bianca contra mí, envolviéndola en mis
brazos apretada e inhalando profundamente, permitiendo que un
aliento fresco de calma para finalmente exhalar. Había estado tratando
de relajarme toda la mañana y esto... esto... era lo que necesitaba para
que eso sucediera. Le besé la parte superior de la cabeza. —Me alegra
que estés bien.
No había jodidamente manera de que estuviera listo para dejarla
ir. Pero parecía incómoda y susurró: —Dex. Tu recepcionista nos está
mirando.
—Deja que ella mire. 100
—No, en serio. Estoy bien. Deberíamos... deberíamos ponernos a
trabajar.
Sentí que su cuerpo se endurecía en mis brazos y la solté a
regañadientes. Me aclaré la garganta y dije:
—El fotógrafo y su equipo están en mi oficina. Ven. Te mostraré
los alrededores rápidamente antes de llevarte a mi oficina.
Mi padre era un fanfarrón natural. Tendía a sentirme incómodo
mostrando mi riqueza, pero estaba desesperado cuando se trataba de
Bianca. Haría lo que fuera necesario para impresionarla. Antes de
dirigirme a mi oficina, la paseé por el piso y le mostré todos los
departamentos, presentándola a la gente mientras caminaba. Si yo
estaba siendo honesto, mi presencia probablemente sobresaltó a más de
alguno. Había pasado al menos un año desde que me había detenido en
algunas de las áreas. La mayoría de los días, estaba enterrado bajo
pilas de prospectos en mi oficina o fuera en alguna reunión.
—Es mucho más grande de lo que pensé que sería —dijo Bianca
mientras salíamos del área de los analistas.
Arqueé una ceja. —Espero que te refieras a Montague y no a la
foto que te envié anoche.
Su hermosa piel se sonrojó. —Me gustaría mantener esto
profesional, señor Truitt.
Me detuve a unas pocas puertas de mi despacho. Bianca se
detuvo a pocos pasos de mí cuando se dio cuenta de que ya no me
movía. —¿Señor Truitt? —pregunté.
—Estoy tratando de mantenerlo profesional.
Cerré la brecha de dos pies entre nosotros y me incliné para
susurrar en su oído.
—Puede que quieras intentar llamarme de otra manera. Porque
oírte llamarme señor Truitt me pone duro como una roca. He
desarrollado un catálogo de juegos de rol bastante grande durante las
semanas que hemos pasado, Señorita George. Y escuchar Señor Truitt
de tus labios es una de mis escenas favoritas.
Cuando retiré mi rostro hacia atrás para mirar el suyo, sus ojos
estaban dilatados, y vi como su garganta trabajaba para tragar. Estaba
seguro de que todavía tenía un efecto en Bianca George físicamente ese
no era nuestro tema. Era su confianza lo que yo necesitaba recuperar.
—Vamos, te presentaré a Joel Aster.
Le permití a Joel y a su equipo hacer lo que quisieran durante la
mayor parte de una hora. Bianca se quedó en segundo plano, y en un
momento la vi charlando con Cheri, Señorita senos grandes. Traté de
distinguir lo que decían las dos mientras posé para una foto tras otra,
pero era casi imposible. Aunque, podría haber jurado que había tensión 101
en la mandíbula de Bianca que no había estado allí antes. Finalmente,
pedí un descanso.
Apartando a Bianca a un lado, le dije. —¿Te sientes bien?
—Sólo estupenda.
Eso no suena bien. —¿Qué pasa?
Se encogió de hombros. —Nada. Estaba pensando en irme ahora.
La sesión parece estar casi terminado, y Cheri está más que feliz de
cuidar de cualquier cosa que puedas necesitar.
Fui con mi intuición. —En realidad, te necesito. Casi hemos
terminado aquí, pero pensé que la revista probablemente tendría una
mirada exclusiva de donde vivo.
—¿Dónde vives?
Me volví hacia el fotógrafo que estaba ajustando la lente de su
cámara. —Joel. ¿Te gustaría tomar algunas fotos de mi apartamento en
Central Park West?
Casi salivó. —Eso sería genial. Creo que tenemos suficientes
buenas fotos aquí en la oficina. Algunas tomas de dónde vives
realmente darían a la gente una idea del verdadero Dexter Truitt.
Eso es exactamente lo que estoy esperando.
—Estupendo. Llamaré a mi chofer. Hay mucha luz natural en mi
apartamento. Creo que es seguro que no necesitaremos los servicios de
una artista de maquillaje o iluminación. —Me volví para mirar a
Bianca—. Señorita George puede hacernos saber lo que le gustaría ver
dentro de mi apartamento.

—Perro inteligente —murmuré en voz baja. Bandido se había


encontrado con nosotros en la puerta, vino a mí para una palmada
rápida, y fue derecho a Bianca. Ella se inclinó y él enterró la cabeza en
su pecho, casi golpeándola. No es de extrañar que nos llevemos tan bien.
Eres mi nuevo compañero, Bandido. Caliéntala, pero guárdame algo de
eso, ¿quieres, amigo?
—Bandido. Deja que Bianca al menos entre.
—A tu perro realmente parece gustarle. Apenas se dio cuenta de
que estábamos aquí —dijo Joel.
—¿Lo culpas?
En el interior, le di a Joel un rápido recorrido por la cocina y la 102
sala de estar. Mientras estaba contemplando la vista de Central Park,
volví a la puerta principal donde Bandido seguía atacando a Bianca.
Tomando su cuello, le di un ligero tirón. —Vamos, amigo. Te sobornaré
con una golosina.
Eso compró a mi compañero cuando tomó la galleta y trotó a mi
dormitorio en la parte posterior. Parecía haber tomado ese espacio como
su lugar para esconder sus preciadas posesiones.
Bianca estaba limpiando los pelos diminutos y canosos de su
falda negra, y noté que su blusa de color verde oscuro tenía un círculo
mojado sobre el pecho izquierdo.
—Mi perro parece haber dejado su marca en ti. —Mi turno.
Ella miró hacia abajo y se rió. —Es un baboso.
—Cuéntame sobre eso. No puedo hacer que duerma en ningún
otro lugar que no sea en mi cama. Algunas mañanas, me preocupa que
mi ama de llaves vaya a pensar que he desarrollado un problema
mojando la cama.
—Creo que es muy dulce que le permitas que duerma en la cama
contigo. Pero es un hábito difícil de romper, y los perros pueden llegar a
ser territorial cuando... ya sabes... tienes compañía.
—Quizá necesite acostumbrarse de inmediato. ¿Estás disponible
para quedarte esta noche?
Bianca puso los ojos en blanco. —¿Me estás dando un tour, o
qué?
Joel estaba ocupado tomando tomas de prueba de diferentes
lugares en la sala de estar para probar la luz natural que entraba por
las ventanas, así que puse mi mano en la espalda de Bianca. —Por
supuesto. ¿Qué te parece que te enseñe la habitación primero?
—¿Qué escándalo sugerirías?
Le di a Bianca la gran gira; parecía curiosa mientras
caminábamos. Aunque me di cuenta de que se quedó en la puerta de mi
habitación. Ella estaba tratando de mantener su distancia, y por mucho
que yo entendiera eso, mi necesidad de empujar más cerca era tan
fuerte como la suya era empujarme lejos. Tengo la sensación de que
nuestro estancamiento podría ser una prueba de resistencia. Lo que ella
no se dio cuenta fue que habíamos tenido nuestra primera batalla, y
debido a mi propia estupidez, perdí esa. Pero se trataba de una guerra
que planeaba ganar.
Cuando llegamos a mi oficina, abrí la puerta y luego la cerré
rápidamente. Llegar a mi apartamento no era algo que había planeado
originalmente, y había olvidado el desastre que había dejado en mi
escritorio.
—Es un desastre —le ofrecí, y comencé a caminar hacia la puerta
de al lado. Pero Bianca no se movió.
103
—¿Qué estás escondiendo ahí?
—Nada.
Ella entrecerró los ojos. —¿Más secretos?
—No es así.
—Entonces enséñame la habitación. ¿Qué me estás escondiendo
ahora, Dex? ¿O debería llamarte Jay cuando mientes? —Cruzó los
brazos sobre su pecho.
No había manera de salir de esta indemne. Respiré
profundamente. —Bien.
No sabía qué decir. Simplemente me quedé de pie y miré
fijamente. El enorme escritorio era un desorden. Había montones de
virutas de madera, varios bloques de madera tallados y descartados, un
libro de instrucciones abierto a un lado de un teléfono de escritorio y
todo tipo de herramientas de madera esparcidas por el largo escritorio.
Pero eso no fue lo que me impactó. Fue el botiquín de primeros auxilios
abierto, junto con un surtido de toallas de papel arrugadas y
ensangrentadas, y por lo menos media docena de envolturas de curitas.
Dex estaba detrás de mí. Ninguno había dicho una palabra desde
que había encendido la luz. Me volví para mirarlo. 104
—¿Por qué? —pregunté.
—¿Por que qué?
—¿Por qué me dijiste que tallabas?
—¿Quieres la verdad?
—Por supuesto que sí.
Pasó una mano por su cabello oscuro.
—No tengo ni puta idea. Supongo que quería sonar como un tipo
normal.
Mi labio se retorció.
—No tienes idea de lo que hacen los chicos normales como
pasatiempo, ¿verdad?
—Me crie privilegiado, Bianca. Si te dijera que competía en un
campo cercado en la secundaria y pasaba mis fines de semana en las
regatas de vela, ¿qué habrías pensado?
Tenía razón. Una mentira puede fácilmente hacerse una bola de
nieve de mentiras.
—Para que conste, he salido con chicos en su mayoría normales y
ninguno tallaba, Dex.
—Eso percibí.
—Estoy muy segura que la mayoría de ellos no dicen cosas como
“eso percibí” tampoco.
Sonrió de mala gana. Podía ver que se sentía mal por lo que había
hecho. De hecho, estaba segura de que se había estado castigando de
manera habitual, incluso mientras me mentía diariamente. Me detuve
en la puerta cuando Dex apagó la luz.
—Te daré esto. Te has comprometido con el personaje.
Gruñó.
—O debería estar comprometido.
Después de terminar mi recorrido, Joel estaba listo para tomar
fotos. Hizo unas cuantas de Dex de pie en su ventana con la vista de
Central Park, seguida por algunos de él de pie frente a la enorme
chimenea que estaba en el centro de la sala de estar. Pero fueron los
que tomó de Dex sentado en el sofá las que más gustaron.
Joel acababa de dejar de fotografiar cuando sonó el celular de
Dex. Se excusó y fue a sentarse en el sofá para hablar con lo que asumí,
por la parte de la conversación que escuché, era su secretaria. Mientras
Dex hablaba, Bandido se subió al sofá y se acostó junto a él, apoyando
su largo hocico en el regazo de su amo. Acarició la cabeza del perro sin 105
pensarlo mientras hablaba con Josephine. Desde el otro lado de la
habitación, Joel levantó su cámara y comenzó a tomar fotos de lo que
ambos veíamos. Sólo podía imaginar lo íntimas que iban a quedar las
fotos.
Para el momento que Dex colgó, Joel estaba empezando a
empacar el equipo de cámara.
—¿Ya terminaron? —preguntó Dex.
—Creo que tengo más que suficiente. Estarás muy contento con
los resultados.
Dex asintió, luego me miró.
—¿Me haces un favor, Joel? Toma una más. Quisiera una foto
con la señorita George.
—Por supuesto.
Dex extendió su mano hacia mí, y me sentí tonta armando un
alboroto por una ridícula foto, así que fui a su lado. Envolvió su brazo
alrededor de mi cintura y me acercó. Joel tomo algunas fotos y luego
Bandido decidió entrar en acción. Saltó entre nosotros, con una pata
aterrizando en el pecho de Dexter y yo. Nos reímos mientras Joel tomó
unas cuantas más.
Había incomodidad cuando Joel terminó de recoger sus cosas y
empacar su cámara. Bueno, al menos, lo sentí. Joel extendió la mano.
—Fue un placer conocerlo, señor Truitt. Tendrá estas fotos en su
oficina dentro de dos semanas.
Dex asintió.
—Gracias.
—¿Vas al sur? —Joel se volvió hacia mí—. ¿Tal vez podemos
compartir un taxi?
Antes que pudiera contestar, Dex interrumpió.
—Necesito repasar algunas cosas de última hora sobre el artículo,
Bianca. ¿Crees que puedes quedarte unos minutos?
No era inteligente de mi parte estar a solas con él.
—Me encantaría, pero tengo una cita a la que necesito llegar.
Dex no iba a hacerlo fácil.
—Dos minutos. Haré que mi chofer te lleve donde quiera que
necesites ir después que hayamos terminado para que no tengas que
perder el tiempo tomando un taxi.
Acompañó a Joel hasta la puerta antes que pudiera contestar.
Cuando regresó a la sala de estar, estaba sentada en el sofá frotando mi
cuello. Realmente estaba empezando a doler.
106
—¿Tu cuello te sigue molestando?
Asentí.
—Es muscular. Nada que un baño caliente o una almohadilla
térmica no calme.
—Hazte a un lado.
—¿Qué?
Dex hizo un gesto para que me sentara en el borde del cojín del
sofá.
—Estos dedos no pueden tallar una mierda, pero pueden frotar
un masaje increíble. Déjame por lo menos ayudarte con eso.
De nuevo, no esperó mi respuesta. En cambio, se quitó los
zapatos, se sentó en el sofá y colocó cada pierna a mis lados. Luego, se
ubicó detrás de mí, envolviéndome entre sus muslos entreabiertos.
Estaba a punto de objetar, cuando sus dedos presionaron mi
cuello. Dios, eso se siente bien. Dos minutos no lastimarán a nadie.
Dex no estaba mintiendo; sin duda podría dar un masaje. Sus
pulgares se frotaban a ambos lados de mi espina dorsal, y aplicaba una
presión firme, amasando un movimiento circular para aliviar la tensión
en mis músculos. Aflojándome, mi cabeza cayó hasta que mi barbilla
estaba prácticamente apoyada en mi pecho. Perdí la noción del tiempo
mientras él tranquilamente frotaba y presionaba en todos los lugares
correctos. En un momento, movió mi cabeza hacia el lado izquierdo y se
centró en un área a la derecha en la parte superior de mi omóplato. Un
pequeño gruñido escapó de mis labios antes que pudiera evitarlo.
Después de eso, a pesar que tenía el cuello relajado, empecé a sentir
otras cosas tensarse. Dex se estaba excitando, y ya que estaba sentada
entre sus piernas, podía literalmente sentir su erección hinchándose
contra mi culo. Dios se siente tan bien.
Una gran parte de mí quería disfrutar de eso, para disfrutar de la
sensación de sus dedos presionando mis músculos doloridos del cuello
y su polla firme empujando mi culo a medida que crecía. Pero entonces,
recordé la otra vez que sentí a Dex contra mi culo. Sólo que no era
Dex… era Jay. La noche en que se había presentado en mi casa sin
previo aviso, y prácticamente me tiré encima de él. Había pasado una
hora en línea conmigo como Dex y luego debió haber corrido a mi
apartamento para pasar la siguiente media hora como Jay. Ni siquiera
necesitó un descanso entre sus mentiras. Pensar en eso era como ser
bañada con un cubo de agua fría.
Abruptamente me levanté.
—Debería irme.
Dex se puso de pie conmigo.
—Lo siento. No te vayas. Lo intenté todo. Incluso pensando en el
107
momento en que sorprendí a mi abuela teniendo sexo con mi abuelo,
pero ni siquiera esa calamidad pudo detener mi cuerpo de reaccionar al
tenerte cerca de mí. No te pedí que te quedaras para acercarme. No iba
a tratar de seducirte.
Curiosamente, le creí.
—¿Por qué me pediste que me quedara, Dex?
—Quería asegurarme que te sintieras bien por el accidente de esta
mañana. Pero también quería ver si podía convencerte de ir a una cita
conmigo. ¿Podemos empezar de nuevo? Sé que realmente lo jodí, solo
dame la oportunidad de mostrarte que soy un hombre en quien puedes
confiar.
Esa era la mitad del problema. La confianza era un problema para
empezar. Sabía que tenía algunos problemas con su padre que estaban
en la raíz de muchas de mis dudas. Pero también sabía que era casi
imposible estar cerca de Dex sin que algo físico ocurriera entre
nosotros. Y estar físicamente con él antes que pudiera perdonarlo y
confiar de nuevo, sería un gran error.
—Necesito tiempo, Dex.
—¿Cuánto tiempo?
—No lo sé.
Parecía asustado.
—¿Podemos por lo menos seguir hablando por la noche?
—Esa no es una buena idea.
—Bianca… ¿qué puedo hacer?
En realidad, me sentí mal por él. Levantando la mano, le toqué la
mejilla.
—Dame tiempo. Al menos unas semanas.
Me miró a los ojos. Notando que lo decía en serio, sus hombros
cayeron.
—Bien.
Me puse de puntitas y le di un beso en la mejilla.
—Cuídate, Dex.

108
―Maldito seas, Clement.
Algunas veces cuando estoy frustrado por la situación con
Bianca, paso el tiempo mirando videos de YouTube de mi némesis
tallador. El niño podía tallar con precisión cualquier cosa sin hacerse ni
un rasguño en sus manos. Me hizo enojar, aunque a la vez me
animaba.
Hazlo mejor, Dex.
Necesitaba avanzar en mi jugada.
109
―Bonito corte de cabello ―le dije a la pantalla del ordenador,
refiriéndome a su cabello liso rubio que tenía la misma longitud por
todos lados como si se lo hubieran cortado con un tazón.
No debería estar torturándome así, pero últimamente, parecía
más y más difícil ocupar mi tiempo sanamente fuera del trabajo. Bianca
no quiso continuar con nuestras charlas nocturnas o verme para nada
durante unas cuantas semanas. Eso significaba básicamente varios
días de Dexter volviéndose lentamente loco y casi ciego masturbándose.
Decidí utilizar estos días ampliamente. Solo porque ella no
quisiera verme, no significaba que no pudiera hacerle saber que yo
estaba pensando en ella. Me gustaba referirme a este periodo de tiempo
como Operación Recuperar a Bianca.
Paso uno: aprender a tallar de verdad para poder hacerle
románticas tallados de madera. ¡Todas las cosas de madera! Apuesto a
que si me lo propongo, podría tallar una cabra que podría ser la mitad
de buena que la que compré en el mercadillo callejero de Brooklyn.
Me giré hacia Bandido el cual estaba sentado a mi lado mirando a
Clement tallar. ―Es genial, ¿verdad? Enseñarle que me estoy
esforzando. Le tocará el corazón y a la vez es original.
―Guau!
Escribí: cómo tallar una cabra.
Desafortunadamente, no habían demasiados videos que
coincidieran con mis especificaciones. Le di al primero que salió en mi
búsqueda.
Era un tipo con acento australiano sosteniendo una bebé
rechoncha en sus brazos. De hecho había una cabra sentada junto a
ellos.
―Venga, Bree, di papá.
Cada vez que el hombre decía la palabra, „Papá,‟ la cabra dejaría
salir un largo „Baa.‟
La bebé dejaba escapar una carcajada que le hacía mover la
barriga cada vez que la cabra daba un balido.
―Di papá.
La cabra respondía: ―Baa.
Carcajada.
―Di papá… papá ― repetía el hombre.
―Baa.
Carcajada. Carcajada.
¿Pero se puede saber que cojones estaba mirando? 110
El hombre se giró hacia la cabra. ―Compañero, ¿puedes parar un
rato? Ella no lo dirá si sigues haciéndola reír.
―¡Baa!
Carcajada. Carcajada. Carcajada.
El video terminó. Y yo inmediatamente le di a repetir. Era
adictivo, y debo decir, que me dolía la cara de reírme.
Girándome hacia Bandido, dije:
―¿Te imaginas eso? ¿Hablarle a una mascota como si fuera un
humano y esperar que lo entienda?
―¡Guau!
El título del video era „Pixy y Bree dicen papá.‟
―Esto es tan ridículo ―dije yo, marcando discretamente el video.
Este tipo, Chance Bateman, tenía un canal propio en YouTube
mostrando varios videos de sus dos hijos y la cabra. Podrían venir bien
por si algún día decidía demostrar al mundo que yo no era el único
jodido loco como una cabra. A la mierda. Me suscribí al canal.
Aunque había decidido no llamar a Bianca, eso no significaba que
no pudiera usar unos cuantos trucos para que a ella le resultara
imposible no contactarme a mí. Cuando el teléfono sonó, sospeché que
podría ser ella.
Descolgué. ―Bianca… yo
―Estás completamente loco ―bufó ella. Estaba o riéndose o
llorando. Se estaba riendo.
―Bueno, aun así te estás riendo.
―Dex Truitt… quizás tenga que editar el artículo para incluir una
nota al final avisando de que has perdido completamente las neuronas.
―Sí, pero sigues riéndote.
―¿Se puede saber cómo has conseguido meterte en mi
apartamento?
―Digamos tan solo que el tipo de mantenimiento va a pasar unas
fantásticas Navidades este año.
―Me dio un susto de muerte. Pensé que era una persona de
verdad, que alguien se había metido en mi apartamento y estaba listo
para asesinarme.
―¡Y aun así, tú sigues riendo! ―repetí de nuevo.
―Lo hago ―confirmó ella―. Estás completamente loco.
111
Había comprado la estatua de Liza Minnelli al dueño del
apartamento falso de Jay y decidí trasladarla al de Bianca. Le pedí que
la colocara de manera que ella la viera en el momento en el que entrara
en casa. Hacer una broma con las locas antigüedades de Jay era
definitivamente arriesgado, pero lo hice con la esperanza de que
finalmente ella pudiera mirar atrás y recordar ese momento con humor.
—Bueno, ahora tienes que encontrar una manera de librar mi
apartamento del olor a la naftalina de ese maldito lugar.
Había estado riéndome antes, pero ahora me reía aún más fuerte.
—Enviaré a alguien a buscarla mañana.
—Adiós, Dexter.
—Adiós, Bianca.
Después de colgar, miré a Bandido y sonreí victoriosamente. —Le
ha gustado.

El domingo, me encontré en el Mercadillo de Brooklyn. Algunas


personas tenían un distribuidor de drogas; yo tenía un distribuidor de
madera. Al llegar a la tienda con el letrero que decía Jelani‟s Kenyan
Krafts, me acerqué al vendedor familiar.
—Hola, te compré una cabra de madera hace algún tiempo. No
estoy seguro si lo recuerdas.
Todavía llevando el sombrero de brillantes colores de la última
vez, el viejo me miró de arriba abajo. —Sí. Sí te recuerdo —dijo él con
un fuerte acento africano—. ¿Estás interesado en algo más?
—En realidad, necesito pedirte un extraño favor.
—Está bien.
—He probado todo en línea y nada parece estar funcionando.
Necesito aprender a tallar y me pregunto si podría pagarte para que me
enseñes.
Inclinó la cabeza hacia atrás por las carcajadas. —Me costó años
aprender cómo hacer esto, ha estado perfeccionando mi arte desde que
era un niño creciendo en Kenia.
—Puedo imaginar que hacerlo tan bien como lo haces tardaría
años, pero realmente solo estoy buscando ser capaz de tallar algo ni
siquiera la mitad de bueno sin rebanarme los dedos. Aunque parezca
patético, siempre y cuando sea reconocible, valdrá.
—Muchacho, ¿por qué demonios querrías molestarte? —Me miró 112
con los ojos entrecerrados—. ¿Es sobre esta mujer?
—Eres un hombre inteligente, Jelani.
—Ah. Eso tiene más sentido.
—Mira, sé que suena una locura. Cuando te compré esa cabra, le
dije que la había hecho yo mismo. Pero finalmente descubrió la verdad.
Lamento haberle mentido y estaba esperando demostrar cuánto lo
siento mostrando un verdadero esfuerzo por hacerle algo similar.
Básicamente, estoy desesperado, muy cerca de perder a la única mujer
por la que he tenido sentimientos verdaderos. Haría o pagaría lo que
fuera por tu experiencia.
Soltó un profundo suspiro antes de anotar una dirección. —Ven a
verme a las 2 de la tarde aquí.
No tenía suficiente tiempo para cruzar el puente a Manhattan y
regresar antes de eso, así que pasé un rato en Brooklyn, tomé un café y
caminé sin rumbo hasta que llegó el momento de dirigirme a la
dirección en Williamsburg.
A las 2 pm en punto, llamé a la puerta y esperé.
El anciano abrió y no dijo nada mientras dejaba el paso libre para
que pudiera entrar. Tenía la cabeza completamente calva, lo cual me di
cuenta solo ahora porque normalmente llevaba ese sombrero de
temática africana. Me llevó a un taller de madera ubicado en un sótano
deslucido.
—No sé por qué, pero te imaginé con una cabeza llena de cabello
bajo ese sombrero —dije tratando de mantener una conversación. No
pareció divertido. Fue un comienzo un poco incómodo mientras miraba
a mí alrededor. —Así que aquí es donde ocurre la magia, ¿eh? ¿Cómo
empezaste en la talla de madera?
—Mi abuelo me enseñó. Solíamos venderlos a turistas en Nairobi.
Había puesto algunas herramientas sobre una mesa e hizo un
gesto para que me sentara a su lado.
—Las tres cosas principales que hay que recordar son: ir siempre
despacio, tener un cuchillo muy afilado y mantener las manos
protegidas. —Me pasó unos guantes resistentes a los cortes. —No voy a
decirte qué hacer. Voy a mostrarte. Mira y haz lo que yo hago.
Jelani ya había dibujado con lápiz un animal sobre dos piezas de
madera. En silencio, seguí cada movimiento que hizo. Prácticamente no
dijimos nada todo el tiempo. Tardó casi dos horas porque eso era lo
despacio que estábamos cortando la madera.
Hacia el final, Jelani se volvió hacia mí. —No tengo cabello debido
a la quimio. Estoy en medio del tratamiento. Cáncer de colon.
Oh no.
113
—Lo siento. No lo sabía.
—Está bien.
—¿Cómo te sientes?
—Hay días buenos y días muy malos. Hoy es un buen día.
—Me alegra oír esto.
Pensé en el hecho de que nunca se sabe las cruces que llevan los
demás. Mis problemas con Bianca parecían banales, en comparación.
Al final, terminé con una cabra medio decente, aunque era
patética en comparación con la de Jelani. Pero, aun así, era mía, y
podía con orgullo atribuirme todo el crédito por ello.
—No puedo agradecerte lo suficiente por tomarte el tiempo para
hacer esto. —Poniendo la mano en el bolsillo, saqué un montón de
dinero.
Extendiendo la mano dijo:
—No.
—Por favor…
Jelani apartó mi mano.
—Tengo que darte algo —insistí.
—Entonces, vuelve una vez a la semana.
¿Acaba de decir lo que creía?
—¿Quieres que vuelva y hacer esto otra vez?
—Sí. Aprecio la compañía. Ayuda a sacarme cosas de la cabeza.
Cuando vives solo, piensas demasiado. Esto fue como una terapia para
mí.
Su petición me deja sin palabras, pero solo había una respuesta.
Puedo hacer eso.

114
Saliendo de mi apartamento de camino al trabajo, me di cuenta
de un auto negro con chofer, estacionado en el frente. Mi corazón saltó.
Dex había roto su promesa de no verme, y no podía decir que estaba
decepcionada.
El conductor salió y se acercó.
Él asintió. —Srta. George.
Esperé a que la ventana bajara o que Dex emergiera, pero
tampoco sucedió.
—¿Dónde está Dex? 115
—El Sr. Truitt me dijo que estuviera a su disposición esta
semana.
—¿Él no está aquí?
—No. Quiere que yo la acompañe de forma segura a su destino.
—Oh. Um… está bien. Gracias.
Abrió la puerta de atrás y me dejó entrar. Después de darle la
dirección del edificio, inmediatamente tomé el teléfono.
Dex contestó:
—Bianca.
El sonido de su voz profunda y tranquilizadora me dio escalofríos.
—¿Qué estás haciendo?
—Es más cómodo que la parte de atrás de mi bicicleta doble, ¿no?
—La bicicleta de Jay, sí. —Sacudí la cabeza—. Sólo puedo
imaginar lo rápido que tuviste que trabajar para hacer que la cosa de la
bicicleta ocurriera aquel día, por cierto.
—Digamos que estaba sumamente motivado.
—¿Qué pasa con el servicio de chofer?
—Pensé que te gustaría descansar de los taxis peligrosos. Y
estaba buscando un cambio agradable. He estado yendo en taxi al
trabajo. Sam está a tu antera disposición toda la semana.
—Realmente no es necesario.
—Sé eso. Pero si no puedo estar contigo, al menos sé que estás
sana y salva en buenas manos.
—No puedo usarlo esta noche —dije.
¿Cómo exactamente se suponía que tenía que decirle que había
aceptado una cita con un compañero de trabajo?
Uno de los editores en el trabajo, Eamon Carpenter, me invitó a
salir. La palabra "no" había estado en la punta de mi lengua hasta que
me di cuenta de que podría beneficiarme salir con alguien que no sea
Dex. Estaría rompiendo mi propia regla auto impuesta de no
involucrarme con hombres con los que trabajaba, pero sería una
prueba de cuán profundo estaba realmente Dex en mi corazón. No
éramos exclusivos, así que fui capaz de justificarlo. Yo sabía que no iba
a dejar que las cosas llegasen a un nivel físico con Eamon, en cualquier
caso. Así que me convencí de que no había problema .
Me sentí obligada a ser honesta con él.
—Voy a ir a una cita esta noche. No me siento bien usando tu 116
auto.
No había nada más que silencio muerto en el otro extremo de la
línea. Juré que había colgado.
»¿Estás ahí?
—Sí. —Él empezó a tropezar con las palabras—. Estoy un poco
aturdido, para ser honesto. No he estado... Quiero decir, yo...
—¿No has estado qué?
—No he estado viendo a nadie. Sólo asumí...
Estaba teniendo problemas para decirlo.
—¿Asumiste que no saldría con nadie durante esta separación?
—Supongo que sólo estaba esperanzado. —Más silencio antes de
preguntar—: ¿Dónde te lleva?
—Bistro Nine. —Suspiré—. No es nada grave, Dex. No pienso
dejarlo... hacer nada.
Su respiración se hizo más pesada.
»¿Estás bien?
—Tengo que irme —dijo abruptamente.
—Está bien, yo... —Había colgado antes de que tuviera la
oportunidad de decir algo más.
Más tarde, cuando llegué a la oficina, había un paquete colocado
en mi escritorio. Al abrirlo, me di cuenta de que contenía las fotos de la
sesión de Joel en la casa de Dex. Dex, como se suponía, había elegido
sus favoritos para usarlos en el artículo. De los que él aprobó, yo
elegiría tres o cuatro imágenes.
Las primeras tomas eran de Dex frente a la ventana que daba al
parque. Me maravillé de su belleza: su cabello negro y lustroso, su alta
estatura, su ropa impecable, sus manos grandes y masculinas. En una
de las fotos, me recordó una versión más hermosa de James Bond
interpretada por Pierce Brosnan, pero con más vello facial.
Había dos tomas más con él delante de su chimenea. El siguiente
par de fotos eran de las que había hecho de él y Bandido en el sofá.
Mi corazón se apretó en un puño. La última estaba enmarcada y
tenía una nota en ella. El Sr. Truitt quería que tuvieras esto. No es para
el artículo.
Era la foto de Dex, mía y de Bandido, una donde el perro tenía
una pata sobre cada uno de nosotros. Me ponía emocional. Había
enviado claramente esto antes de nuestra conversación esta mañana.
La culpabilidad se instaló. 117
Maldito seas, Dex.
La realidad era que no quería ir a esa cita con Eamon. Me estaba
obligando a hacerlo para demostrar que todavía tenía la capacidad de
conectar con alguien más en el caso que mi corazón fuera a ser
destruido por el señor Ricachón. Era un mecanismo de auto protección.
En el fondo, lo sabía... pero Dex no.

Estaba segura de que Eamon sabía que estaba preocupada. Seguí


revisando mi teléfono para ver si Dex había enviado mensajes de texto.
No había dicho ni una palabra desde la revelación de mi cita esta
mañana, y me hizo preguntarme si había jodido a lo grande las cosas.
Me regañé mentalmente por obsesionarme con Dex mientras
estaba en una cita con otro hombre.
Tratando de hacer una conversación para mover mi mente a un
lugar diferente, dije:
—¿Qué hay de nuevo en tu zona en la revista? ¿Cuál es el
próximo proyecto?
—Estoy preparando una entrevista con Harry Angelini de Markel
Corporation la próxima semana. Pero honestamente, tu exclusiva con
Truitt es todo de lo que parecen estar hablando.
Genial. Hasta ahí llegó lo de sacarlo de mi mente.
—Sí. Nos fue muy bien.
—No he tenido la oportunidad de leer el primer borrador, pero la
gente sigue diciendo lo exhaustivo que es, como si hubieras pasado
meses con él.
—Fue... un formato continuo. —Me aclaré la garganta—. Me
pareció que era mejor que apresurarlo.
—Creo que podrías tener algo allí.
El camarero vino con un pequeño plato. —Algo de postre para
ustedes.
—No pedimos postre.
—Sí. Bueno, en realidad, fue cortesía de alguien que llamó y
quería que lo tuvieran.
Cuando miré hacia abajo al plato, casi jadeé. Ubicado encima de
una llovizna de caramelo estaban dos gigantescas bolas de chocolate.
—¿Qué es esto? 118
—Es tartufo. Bolas de helado.
Bolas.
Mi cara se sentía ruborizada. Dexter. Tuvo que ser él.
—Bueno. Gracias.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Eamon.
—No estoy segura —mentí—. ¿Me disculpas? Tengo que usar el
baño. Por favor comienza con el postre sin mí.
Una vez en el urinario, le envié un mensaje.
Bianca: ¿Las bolas de helado son de parte tuya?
Tres puntos aparecieron inmediatamente en la pantalla.
Dex: Sí. Disfrútalos.
Bianca: Realmente no deberías haberlo hecho.
Dex: Bueno, sé que te gustan las bolas. Y quería disculparme
por mi extraño comportamiento esta mañana. Tienes todo el
derecho de ver a quien quieras.
Bianca: Gracias, pero no hay necesidad de disculparse. Tu
reacción fue comprensible.
Dex: He instruido a Sam a esperar fuera del restaurante en
caso de que necesites un aventón. Si no está estacionado, estará
dando vueltas alrededor de la cuadra. No lo usaré esta noche de
todos modos. Si decides no aprovechar el aventón, está bien. Pero
está ahí si lo necesitas.
Bianca: Es muy amable de tu parte. Gracias. ¿Qué haces
esta noche que no necesitas un auto?
Dex: He decidido quedarme.
Bianca: De acuerdo. Bueno, que tengas una buena noche.
Dex: Tú también.
Su repentino cambio de actitud parecía extraño. Casi me
pregunté si estaba practicando la psicología inversa, aunque nunca lo
sabría con certeza.
Cuando volví a la mesa, Eamon había devorado su bola y pagado
la cuenta.
—¿Estuvo bueno? —pregunté.
Se lamió los labios. —Estuvo estupendo.
Unos minutos después, miré la hora y dije: —Esto ha sido muy
divertido. Pero tengo que levantarme temprano por la mañana, así que 119
creo que voy a ir a casa si está bien.
—¿Podemos compartir un taxi?
—En realidad, tengo que parar en algún lugar en el camino de
vuelta, así que voy a salir sola.
—Bien, seguro.
Pareció muy decepcionado, pero en verdad, era mejor no darle
esperanzas. Realmente no debería haber ido a la cita en primer lugar si
mi corazón no estaba en ello.
Le dije a Eamon que necesitaba parar en el baño al salir, para que
saliera primero del restaurante.
Una vez fuera, efectivamente, noté la Town Car estacionada al
otro lado de la calle.
Saludé. —Hola Sam.
—Buenas noches, Srta. George —dijo mientras me abría la
puerta.
Casi tuve un infarto al ver quién estaba en el asiento trasero.
Al principio pensé que era Dex. Pero no. Era la estatua de Liza
Minnelli. Hundiéndome de nuevo en el asiento de cuero, comencé a reír
histéricamente.
—Lo siento por eso, señorita. Me hizo hacerlo —oí decir a Sam—.
¿A dónde?
¿A dónde iba?
Sólo había un lugar al que quería ir esta noche.
—La casa del Sr. Truitt, por favor.

120
Bandido estaba ladrando como loco. Giré el grifo de la ducha para
cerrar el agua y poder escuchar lo que le estaba volviendo loco.
Normalmente no era de ladrar. Entre sus ladridos, el débil sonido del
timbre zumbando hizo eco bajo la puerta del baño.
Mierda.
Al salir, agarré una toalla, la envolví alrededor de mi cintura, y fui
a la puerta principal. Cuando miré por la mirilla, no había nadie al otro
lado. Pero Bandido todavía estaba volviéndose loco, así que abrí la
puerta y asomé la cabeza al pasillo. Mi corazón empezó a golpear 121
cuando encontré a Bianca de pie delante de las puertas del ascensor
mirando hacia abajo.
—¿Bianca?
Ella miró hacia arriba. —Dex. No respondías. Pensé que no
estabas.
—Estaba en la ducha. —Las puertas del ascensor donde ella
estaba de pie se abrió, y se volvió hacia ellas, y luego me volvió a mirar,
y luego de vuelta al ascensor esperando. Ella estaba considerando
claramente irse. Después de unos instantes, tomó una decisión—.
Debería irme. Fue un error venir aquí. Lo siento.
—¡Bianca! ¡Espera!
Se quedó helada con un pie dentro de la cabina del ascensor. Me
importaba un carajo que estuviera todavía completamente mojado y
sólo llevase una toalla, corrí por el pasillo detrás de ella. —No te vayas.
Por favor. —La agarré del codo y esperé mientras ella deliberaba
nuevamente. Cuando por fin asintió, dejé escapar un profundo suspiro.
No había manera de que le estuviera dando algo de tiempo para que
cambiara de opinión otra vez, así que rápidamente la llevé lejos de todo
tipo de escape disponible y la hice entrar en mi apartamento.
A pesar de que había logrado llevarla a mi casa y cerrar la puerta
tras ella, se quedó apenas en el interior y miró hacia abajo a sus pies.
—Bueno, esto es una sorpresa agradable —dije.
—No debería estar aquí.
—Creo que estás equivocada. Esto es exactamente dónde debes
estar. Donde no deberías haber estado anoche, fue en esa cita.
Bandido se había quedado de pie cerca de mí y eligió ese
momento para caminar hacia Bianca. Se sentó directamente sobre sus
pies y empujó su cabeza en su entrepierna. Ella sonrió y le rascó la
parte superior de su cabeza. Buen chico. Recuérdame comprarte un
hueso. De elefante.
—Nuestro perro parece estar de acuerdo conmigo.
Su cabeza se elevó rápidamente. —¿Nuestro perro?
—Sí. Siento que nos pertenece a los dos ya que él nos ayudó a
reunirnos.
—Si no me equivoco, en realidad nos ayudó a separarnos. Te vi en
el refugio. Así es como descubrí quién eras en realidad, ¿recuerdas?
Di un paso más cerca. —No lo veo de esa manera.
Ella se burló. —Entonces necesita gafas, Truitt. 122
Otro paso. —No necesito gafas para saber cuán bella luces en este
momento. —Su cabello estaba suelto y tenía ondas de apariencia
despeinada por el viento. Se veía absolutamente impresionante con un
vestido negro y simple sin tirantes. Tenía sus labios pintados de rojo
sangre y cuando su lengua salió para mojarlos, era incapaz de dejar de
mirarla.
—Dex... —Su voz era baja, pero había un tono de advertencia en
ella. Debía de saber cuánto estaba afectando mirarla.
—Bianca... —La imité y di un paso vacilante más cerca. Cuando
ella no se fue corriendo, no que tuviera algún lugar donde correr con su
espalda contra la puerta principal, lo que tomé como una señal para
seguir moviéndome. Miró hacia abajo, y me dio la sensación que ella
estaba tratando de mantener su control. Lástima que no quería nada
más que hacer que lo perdiera—. Tu cita terminó temprano. ¿Eamon no
lo hizo para ti, de la misma manera que yo?
Ella entrecerró sus ojos. —¿Cómo sabías que se llamaba Eamon?
Mierda. —No importa. Terminó antes de tiempo. Lo que importa
es que ahora estás aquí y no con ese idiota.
—No es un idiota, y sí importa. ¿Cómo sabes su nombre?
—Mi chofer pagó al maître para obtener el nombre de quien hizo
tu reserva.
—¿Por qué?
—Porque tenía que saber quién era mi competencia ante la
posibilidad de que te gustara lo suficiente como para salir con él por
razones distintas a intentar olvidar.
Sus ojos se abrieron. —Eres tan egocéntrico. ¿Piensas que mi cita
tenía algo que ver contigo? Noticias de última hora, Dexter Truitt, el
mundo no gira a tu alrededor.
—¿En serio? Es una pena. Especialmente ya que el mío parece
girar en torno a ti últimamente.
Nos miramos el uno al otro. Hubo evidentemente un millón de
pensamientos que pasaron por su cabeza mientras sus ojos iban hacia
atrás y adelante. Por desgracia, se decidió por la que yo esperaba que ya
se hubiese librado. —Debería irme —susurró.
Me sentía desesperado. Cerré el pequeño hueco que quedaba
entre nosotros. El calor irradiaba de nuestros cuerpos, y el olor de su
perfume envolvió mis sentidos. Cuando miré hacia abajo, me di cuenta
de que su pecho subía y bajaba tan rápido como el mío. No podía
dejarla ir. Simplemente no podía. —No te vayas.
—Tengo que hacerlo.
Reconociendo que me estaba quedando sin tiempo y ella estaba a 123
punto de salir corriendo, utilicé lo único que sabía era su debilidad, su
atracción por mí. Tomando su rostro entre mis manos, ahuequé ambas
mejillas, y planté mis labios sobre los de ella. —Quédate. No te vayas.
—Entonces devoré su boca. Ella la abrió sin dudar, y mi lengua se
sumergió directamente en búsqueda de la suya. Sintiendo como se
rendía físicamente tan fácilmente a mí me encendió por completo.
Presioné mi cuerpo contra el de ella, sujetándola entre la puerta y mi
pecho desnudo. Sus senos empujados hacia arriba, haciendo señas
para ser liberados de su vestido sin tirantes, y la sensación de su piel
desnuda contra la mía era malditamente increíble. Quería levantarla y
acunarla en mis brazos mientras la llevaba de vuelta a mi dormitorio.
Estaba a punto de hacerlo, también, cuando Bianca me dio un
codazo en el pecho. Su voz estaba sin aliento, y no parecía que en
realidad quisiera decir ni una palabra. —Dex. Tenemos que reducir la
velocidad.
Apoyé mi frente contra la de ella. —He estado tratando de reducir
la velocidad desde el día en que te conocí. Sólo que parezco tener una
sola velocidad cuando se trata de ti, Georgy Girl.
Su labio se torció. —¿Georgy Girl? ¿No es lo que Jay solía
llamarme?
—Sí. Pero así te he llamado en mi cabeza desde el primer día que
te conocí.
Ella lo consideró por un momento. —Me gusta. Es dulce.
—Es la primera vez. No estoy seguro de que una mujer alguna vez
me haya llamado dulce antes.
—Esa es la cosa contigo, Dex. En el exterior, pareces ser algo muy
diferente a lo que sigo vislumbrando en el interior.
Su atractivo lápiz labial rojo estaba manchado. Lo froté de su cara
con el pulgar —¿Oh sí? ¿Eso es algo bueno o algo malo?
—Es algo bueno. Esto significa que muy en el fondo no eres el
idiota que muestras a la gente en el exterior. El que miente a mujeres
en los ascensores.
Un destello de lo que vi cuando las luces del ascensor se
encendieron ese día vino a mi cabeza. —Pensé que eras impresionante
la primera vez que te vi.
—No pensé que tú estuvieras mal tampoco.
—Estoy tan increíblemente atraído por ti. Durante semanas no he
podido pensar en ti sin evitar una erección.
Bianca se sonrojó. —Creo que siento esa atracción clavándose en
mi cadera en este momento.
Sonreí, pero no hice un intento de moverme. —Lo siento. 124
—No, no lo sientas. —Ella empujó mi pecho—. Ves a ponerte algo
de ropa. Tenemos que sentarnos y hablar. Y no puedes estar en una
toalla.
—Podría quitármela.
Ella agitó su mano en la dirección de mi muy visible erección y
luego negó y señaló al final del pasillo a mi habitación. —Esa cosa es
una distracción. Ve. Y no vuelvas hasta que esté menos… abultado.

Necesité unos diez minutos para conseguir calmar mi cabeza. Por


no hablar de controlar mi furiosa erección. Bianca estaba aquí en vez de
en su cita. Era un comienzo. Si podía mantener mi polla fuera de mi
cabeza, tal vez tuviera una oportunidad después de todo.
Me vestí con un par de tejanos y una camiseta simple y oscura
antes de ponerme algo de colonia y peinar mi cabello mojado. Entonces
comprobé de nuevo que mi bulto estaba adecuadamente deshinchado y
me fui de nuevo a la sala de estar. Bianca estaba mirando por la
ventana.
—¿Puedo traerte algo de beber? —pregunté.
—¿Tomarás algo?
—Iba a abrir una botella de vino. ¿Te gusta tinto?
—Sí.
Me tomó el doble de tiempo abrir la maldita botella dado que la
mesa de mi cocina enfrentaba a la sala, donde Bianca tenía la mirada
perdida. No podía dejar de mirarla. Ella era preciosa —un hombre
tendría que estar ciego para no ver eso. Pero era más que eso. Sentí una
atracción hacia ella estaba allí la primera vez que la conocí, incluso
antes de que las luces se encendieran en ese ascensor oscuro.
Estábamos conectados de alguna manera; estaba seguro de ello. Sólo
tenía que mostrarle que era más que físico.
—Aquí tienes. —Le di una copa.
—Gracias. —Se volvió hacia la ventana.
—Te ves pensando muy profundamente.
Ella tomó un sorbo de vino. —Supongo que lo estoy.
—Bueno, ya no tengo el bulto y soy todo oídos.
Bianca bajó su mirada y suspiró. —Es una pena haberlo
desperdiciado. 125
Intentando lo más que pude comportarme, me mordí la lengua. —
¿Por qué no vamos a sentarnos, para poder hablar?
Después de sentarnos, esperé a que hablara primero. La clave
para conseguir que Bianca me perdonara sería la paciencia, así que
pensé que me gustaría empezar a practicar con las cosas fáciles. Ella
trazó el borde de su copa unas cuantas veces con su dedo y luego dijo:
—Mi cita era un buen tipo.
Cerré mis ojos brevemente y luego los abrí. —Supongo que, si
estás saliendo con alguien que no sea yo, me gustaría que al menos
fuera un buen tipo, por tu bien.
—Gracias.
No pude evitarlo. —Para aclararlo, sólo porque él pudiera ser un
buen tipo, no quiere decir que no me gustaría golpearlo hasta dejarlo
sin sentido en este momento.
Ella negó, pero sonrió. —No tienes de que preocuparte. No saldré
con él de nuevo.
Tomé un sorbo de mi vino, mirándola por encima del borde de la
copa. —Puede ser que acabe de perder un poco de mi impulso de
golpearle hasta dejarle sin sentido.
Estábamos sentados en el sofá uno junto al otro, y Bianca
retorció su cuerpo para poder estar justo frente a mí. —Quería que me
gustara. Quería tener el hormigueo mientras hablaba durante la cena, y
quería querer ir a casa con él después de comer, tener un sexo increíble.
Sé que probablemente merecía que ella se sintiera así después de
la mierda que yo había hecho, pero escuchárselo decir realmente dolía.
—Bueno eso sólo nos hace uno.
—No quiero querer estar contigo.
—Sí, lo estoy escuchado fuerte y claro.
Dejó la copa sobre la mesa de café y luego me miró a los ojos.
—Pero por mucho que no quiero sentirme de cierta manera, lo hago. He
tratado de obligarme a dejar de pensar en ti, y he tratado de distraerme
con otro hombre. Sin embargo, aquí estoy después de mi cita de esta
noche.
Puse mi bebida al lado de la suya. —Escúchame, Bianca. La
cagué. Sé que lo hice. Me he disculpado, y voy a seguir pidiéndote
disculpas una y otra vez. Pero no puedes negar que hay algo pasando
aquí que merece una oportunidad. —Le acaricié la mejilla—. Dame una
oportunidad, Georgy Girl. Arriésgate.

126
Finalmente admití que estaba más asustada de no tomar una
oportunidad que de ser herida de nuevo. A veces, la recompensa merece
el riesgo.
Miré a los ojos de Dex.
—¿Siempre serás honesto conmigo?
—Lo juro.
Me mordí el labio inferior. La verdad era que no podía imaginar no
volver a ver nunca a este hombre. Tenía razón. Había algo entre
nosotros. Algo que nunca antes había experimentado. Nuestra conexión 127
era fuerte; era imposible seguir adelante.
—De acuerdo.
El rostro de Dex se iluminó, como si yo acabara de encender las
luces la mañana de Navidad y él hubiera encontrado una habitación
llena de regalos. Era realmente adorable.
—¿De acuerdo? ¿Eso significa que me das otra oportunidad?
Necesitaba ser seria, pero no pude evitar sonreír ante lo feliz que
parecía.
—Sí. Pero… necesitamos ir despacio. Quiero empezar de nuevo.
—Puedo hacer eso.
—Empezar de nuevo significa salir. Conocernos. Quiero conocer al
verdadero Dexter Truitt.
Se acercó más a mí en el sofá.
—Soy un libro abierto.
—Bueno. Probablemente deberíamos empezar con una cita.
—Me gustaría eso. —Se acercó más de nuevo, así que nuestras
rodillas se tocaban ahora. Llevaba una falda y cuando su mano fue a mi
rodilla desnuda, lo sentí por todas partes. Su pulgar gentilmente frotó
mi piel.
Piel de gallina se levantó por su toque, sin embargo me las arreglé
para decir:
—No tengo sexo en la primera cita.
Se inclinó.
—¿Qué haces en la primera cita?
Mi mente podía haber querido desacelerar las cosas, pero mi
cuerpo tenía otras ideas cuando empezó a envolver mi largo cabello en
su mano.
—No mucho.
Habló sobre mis labios.
—Qué hay de los besos. ¿Besas en la primera cita?
No había nada que quisiera más que besarlo de nuevo. Bueno, tal
vez había otras cosas que quería incluso más, pero definitivamente eso
iba a tener que esperar también. Me levanté abruptamente.
—Tengo que irme.
Dex se puso de pie. 128
—¿Porque no confías en ti para quedarte aquí en mi apartamento
conmigo?
—No lo hago y lo sabes. Sabes que estoy atraída físicamente por ti
y puedo ver que vas a ponérmelo muy difícil si me quedo. Así que voy a
apartarme de esta situación. Porque vamos a ir despacio.
No escondió su decepción.
—¿Cuándo te veré de nuevo?
—El viernes por la noche. Puedes llevarme a una cita apropiada
como Dexter Truitt. Creo que un lugar público es más seguro por ahora.
La sonrisa de Dex fue hambrienta.
—Si crees que estar en público conmigo evitará que te ataque,
entonces supongo que necesitas esta cita para conocerme mejor.
Puse los ojos en blanco, a pesar de que secretamente amaba que
admitiera que tampoco podía controlarse a mi alrededor.
—Buenas noches, Dex.
—Buenas noches, Georgy Girl.
Tenía los peores nervios de primera cita que jamás había tenido…
lo cual podía haber tenido algo que ver con el hecho de que no era
realmente nuestra primera cita. Acababa de descartar el tercer vestido
que me había probado y ahora estaba sentada en la cama en sujetador
y bragas tomándome un minuto de relax. Con los ojos cerrados, tomé
varias respiraciones liberadoras y empecé a centrarme en el sonido de
mis bolas de meditación zumbando mientras las masajeaba en la palma
de mi mano. Rodé mi cuello un par de veces, aflojando mi postura, y
justo cuando empezaba a encontrar mi calma, el timbre de la puerta
sonó.
Mierda. Agarré mi teléfono y me sorprendió darme cuenta de que
ya quedaban diez minutos para las siete. Debí haber malgastado casi
una hora probándome ropa e intentando meditar, cuando había
pensado que eran más como cinco minutos.
Mierda. Mierda. Mierda.
Cubriéndome con un albornoz, fui a la puerta y presioné el botón
del intercomunicador.
—¿Dex?
—El mismo y único.
Le abrí. No había tiempo para que me vistiera, pero rápidamente
corrí al espejo del baño para arreglarme. A pesar de que había peinado 129
mi cabello antes, cambiarme de vestidos lo había alborotado.
Cuando acabé, desbloqueé la puerta y esperé. Dex salió del
ascensor y miré mientras caminaba por el largo pasillo hacia la puerta
de mi apartamento. Dios, era muy guapo. Llevaba una chaqueta
deportiva oscura con oscuros pantalones de vestir y una camisa gris de
vestir, sin corbata. Pero era la manera en que avanzaba hacia mi puerta
lleno de arrogancia y confianza lo que hizo que mi pulso se acelerara.
En realidad había un pequeño aleteo en mi estómago mientras se
acercaba a mi puerta.
Dex tomó mi rostro en una mano y me dio un casto beso.
Después habló sobre mis labios:
—¿Pensé que querías ir despacio?
—Lo hago.
—Responder a la puerta en esa bata y mirarme así, no es
exactamente la manera de ir despacio.
Negué, esperando despertar a mi cerebro.
—Lo siento. Perdí la noción del tiempo. Entra. Sólo necesito unos
minutos. —Abrí la puerta y entré en mi apartamento, pero me volví para
encontrar que Dex no me había seguido. Estaba de pie en mi puerta
abierta.
—Creo que debería esperar aquí.
—¿Qué? No seas ridículo. Entra.
Sus ojos cayeron para apuntar a mis pechos. Estaba
completamente cubierta, pero mi bata de seda no hacía una maldita
cosa para ocultar mis vivaces pezones. Se estaban clavando en el encaje
de mi sujetador y fina cubierta, pareciendo tan ansiosos y excitados
como me sentía. Doblé mis brazos sobre mi pecho.
—Eso es tu culpa.
—¿Mi culpa?
—Sí. Si no fueras todo… —Hice un gesto con mi mano de arriba
abajo—…oscuro y sexy, no estarían saludándote. Y me besaste. ¿Qué
esperas?
Sonrió.
—¿Oscuro y sexy?
Puse los ojos en blanco.
—Sólo entra y siéntate.
—Bien. Pero no puedo garantizar que no seré todo sexy.
Desaparecí en mi dormitorio y dejé a Dex sentado en la cocina. 130
Después de otra mirada a mi armario, finalmente escogí un vestido rojo
que me encantaba. Era uno de esos colores que giraba cabezas, y la
única vez que me lo había puesto fue cuando salí a un bar con mis
amigas del trabajo. Había atraído más atención que nunca esa noche. A
tal punto que nunca me lo puse de nuevo. Pero, esta noche, me estaba
sintiendo codiciosa y quería que Dex fuera incapaz de apartar sus ojos
de mí de la misma manera que yo parecía ser incapaz de apartar mis
ojos de él.
La mirada en el rostro de Dex me dijo que había tomado la
decisión correcta cuando entré en la cocina. Estaba mirando algunas
fotos de mis sobrinos que había colgado del refrigerador y se volvió
cuando me vio.
—Te ves… —Su voz se desvaneció. Luego hizo una mueca—. ¿Tal
vez deberías cambiarte?
Fruncí el ceño.
—¿No te gusta mi vestido?
—Jodidamente amo el vestido.
—No entiendo.
Dex caminó hacia mí.
—Te ves hermosa. El rojo es definitivamente tu color. Pero ese
vestido… Voy a meterme en problemas esta noche y lo sé.

Dex me había llevado a uno de los lugares más exclusivos en el


Upper West Side. The Chapel era una antigua iglesia convertida en un
lujoso restaurante. Contando con las vidrieras originales, era popular
no sólo por el ambiente, sino por su ecléctica cocina de fusión. Tomaba
semanas, si no meses, entrar en este lugar.
Desdoblando mi servilleta, dije:
—Te preguntaría cómo te las arreglaste para conseguir reserva,
pero asumo que casi puedes conseguir lo que quieras en esta ciudad.
—Bueno, si esa no es la declaración más irónica del año.
Ciertamente no puedo conseguir lo que sea que quiera. Si eso fuera
verdad, estaría debajo de esta mesa ahora mismo con mi cabeza entre
tus piernas.
Apreté mis músculos.
—Eres un bastardo cachondo. 131
Jugueteó con su reloj.
—Nunca he intentado esconder ese hecho de ti. Y tu rostro se
está poniendo más rojo que ese hermoso vestido. Sabes que amas la
idea de mi cabeza enterrada bajo tu falda, mi boca haciendo que te
corras. Admítelo.
Lo hacía.
—Es una idea placentera, sí.
—Has aprendido del curso de nuestras charlas que soy
malditamente bueno en lo que hago para vivir, pero no te has dado
cuenta aún de cuán malditamente bueno soy con mi lengua. Eso no es
algo que pudiera describir en una entrevista, por supuesto. Es sólo algo
que tendré que mostrarte cuando sea el momento correcto.
Dex tenía una increíble habilidad para parecer muy sereno
cuando estaba hablando sucio en lugares públicos. Apostaría que
cualquiera mirándolo de lejos podría fácilmente haber asumido que
estábamos hablando de negocios. Yo, por otro lado, estaba
retorciéndome en mi asiento.
Meneó sus cejas.
—Por cierto, te traje algo.
—¿Oh? —Sonreí.
Lo sacó de su bolsillo. Parecía ser otro pequeño animal de
madera. A diferencia del último que me había dado —que Jay me había
dado—, este estaba lejos de estar perfectamente tallado.
—Lo hice para ti —dijo con orgullo.
—¿Qué es?
—Es una cabra. ¿No lo ves?
—Oh, sí —mentí. No podía decir qué era—. ¿Está todo hecho a
mano por ti?
—Sí. He estado tomando lecciones de un maestro tallista. Para el
momento en que haya terminado conmigo, planeo tallarte el mundo,
nena.
—Eso en realidad no es necesario. ¿Por qué sientes la necesidad
de continuar esa parte de tu farsa?
—No es eso… en absoluto. Creo que accidentalmente desarrollé
respeto por un arte del que originalmente me había mofado. Y ahora,
verdaderamente disfruto probando a hacerlo. Además, estoy en una
muy perturbadora competición unilateral con un YouTuber de diez
años. —Sonrió—. ¿Es eso raro?
—Sí. —Me reí—. Pero eres un poco excéntrico y raro de por sí… de
132
una buena manera. Así que encaja. —Miré a mi apenas reconocible
cabra—. Esto es precioso, sin embargo. Lo adoraré incluso más que el
primero, porque de verdad es tuyo.
—Bien. —Guiñó.
Después de terminar de cenar, mi atención fue a una pareja que
acababa de llegar. Estaban sentados en diagonal a nosotros. La mujer
era alta y hermosa y mucho más joven que el hombre. Su cabello rubio
tenía la raya al lado y estaba recogido en un bajo moño. Un fino hilo de
perlas yacía por encima de su camiseta sin mangas de satén de color
champán. Un brillante bolso rojo de Birkin que sabía que debía haber
costado diez mil, se asentaba en el suelo al lado de su asiento.
Cuando la cita de la mujer se levantó de la mesa, sus ojos se
fijaron en los míos antes de que ella empezara a teclear algo.
El teléfono de Dex vibró de repente, causando que bajara la
mirada y lo revisara. Luego se volvió y miró directamente a la rubia. Ella
ahora nos sonreía.
¿Qué diablos?
—Mierda —susurró por lo bajo.
—¿Esa mujer acaba de mandarte un mensaje?
Él rechinó sus dientes.
—Esa es Caroline.
Caroline.
Mi estómago se hundió. De repente, la mujer que había parecido
atractiva hace segundos, se volvió diez veces más hermosa en mi
mente… más amenazante. Me di cuenta de que la boca que estaba
curvada en una sonrisa, era la misma que había estado habitualmente
envuelta alrededor de su “hermosa polla”.
Llena de celos, pregunté:
—¿Qué mensaje acaba de mandarte?
Dex sabía que no sería capaz de salirse con la suya
escondiéndolo, así que simplemente me entregó el teléfono.
Caroline: Así que esta es la razón por la que no me follarás
ya…
Se lo devolví.
Caroline notó que él me había enseñado el mensaje y empezó a
teclear de nuevo.
Cuando su teléfono vibró, pregunté:
—¿Qué dice?
133
De mala gana volvió la pantalla hacia mí.
Caroline: Asegúrate de decirle que te gusta el juego anal.
Una ráfaga de adrenalina me golpeó.
—Oh, ¿en serio? —resoplé—. Es bueno saberlo.
Dex parecía estar enojándose.
—Está jodiendo contigo, Bianca, porque te ve mirar mi teléfono.
Cuando la cita de Caroline regresó a la mesa, los mensajes
pararon y su atención regresó al hombre mayor que cenaba con ella.
—Lo siento —dijo Dex.
—Está bien. No podemos cambiar nada de lo que pasó antes de
conocernos.
Claramente podía ver que yo no estaba realmente bien cuando
dijo:
—Salgamos de aquí.
—No. Entonces sabrá que me molesta. No quiero darle esa
satisfacción.
—Sí, bueno, la alternativa… quedarnos… te hace miserable. No
voy a aceptar eso. —Dex puso un fajo de billetes sobre la mesa para
pagar nuestra cuenta y me hizo un gesto para que lo siguiera.
Forcé mis ojos a alejarse de Caroline mientras pasábamos junto a
su mesa y salíamos del restaurante.
Fuimos a la limusina y Dex instruyó a Sam para que sólo
condujera por ahí por un tiempo hasta que supiéramos dónde
queríamos ir después.
Dex tomó mi mano en la suya.
—Lamento mucho eso.
—No necesitas disculparte de nuevo.
—Me alegre que al menos comiéramos antes de que ella
apareciera.
Miré por la ventana por un instante antes de decir:
—Nunca he sido una persona celosa. Ojalá no me molestara
tanto. —Era duro admitir cómo me sentía, pero verla, especialmente
cuán hermosa era, realmente me había atrapado fuera de guardia. De
una manera rara, me hace quererlo más porque de repente me sentía
insegura y posesiva.
—Creo que es adorable que estés celosa. Y también es un poco un
134
alivio, porque me demuestra que te importo en un momento en que
realmente necesito ese consuelo.
—Soy la que se siente cohibida ahora mismo. Ella era
absolutamente impresionante.
—Es físicamente hermosa. Pero también muchas mujeres. Toma
más que un lindo rostro para llevarme al punto de la obsesión. Ahí es
donde estoy contigo, Bianca. No sólo eres la única mujer con la que me
importa estar físicamente ahora, sino que caí por tu mente tiempo antes
de que mi polla se volviera imposible de controlar. —Apretó mi mano—.
¿Y quieres hablar de celos? ¿Tienes alguna idea de la ruina que era
cada simple segundo que estabas en una cita? Pero es bueno ser
abierto sobre este tipo de cosa. Deberíamos ser honestos sobre nuestros
sentimientos, especialmente cuando nos ayuda a determinar dónde
estamos el uno con el otro.
Hablando de honestidad, algo había estado realmente
carcomiéndome por algún tiempo. Era el secreto que había ocultado
desde un principio. Le había dado problemas sobre su engaño cuando
yo había estado ocultando algo. Se sentía como el momento correcto
para confesar lo que me llevó a él en primer lugar.
Mis palmas se sentían sudorosas.
—Tengo que decirte algo.
Pareciendo preocupado por mi tono, aflojó su agarre en mi mano.
—De acuerdo…
Aquí va.
—Te he criticado por tu deshonestidad. Pero no he sido
completamente sincera contigo sobre algo. Hay un pedazo de
información que te he ocultado desde el día que nos conocimos.
—Dime que no tiene nada que ver con otro hombre.
—No.
—Gracias, joder.
—Bueno… no de la manera que podrías pensar.
—¿De qué hablas?
—Había una razón por la que me ofrecí voluntaria para
entrevistarte. No era sólo por el bien de la curiosidad.
—De acuerdo… ¿Qué fue, entonces?
—Tu padre fue la razón.
—Mi padre…
—Sí. 135
—¿Qué pasa con mi padre?
—Mi madre solía trabajar para él.
—Tu madre… ¿trabajaba para mi padre? ¿Qué hacía en
Montague?
—Fue su secretaria por un tiempo.
—Estás bromeando.
—No.
—Dios, tuvo tantas secretarias. ¿Cuánto tiempo trabajó para él?
—No estoy segura. Varios años.
—Bien, eso es ciertamente más tiempo que la mayoría.
—Lo sé. Tu padre la despidió, sin embargo, y eso dio lugar a
algunos problemas serios de dinero para mi familia porque
dependíamos de ese sueldo. Dexter Senior aparentemente pagaba muy
bien. Nos acostumbramos a tener esa seguridad.
—¿Qué pasó después de eso?
—Bueno, era demasiado joven para recordar, pero de lo que mi
madre me contó, la compañía de mi padre hizo recortes al mismo
tiempo y perdió una buena porción de su sueldo. Ese fue más o menos
el punto en que los problemas matrimoniales de mis padres empezaron
realmente. Mi padre tuvo una aventura por ese tiempo. Así que mi
madre perdiendo su trabajo fue realmente el principio del final.
—Y asocias que todas esas cosas malas sucedieran con lo que
hizo mi padre. Eso fue una especie de catalizador.
—Sí. Me doy cuenta de que no fue directamente su culpa, pero me
hizo de alguna manera querer vengarme de él haciendo la entrevista
contigo. Originalmente, había planeado hacerlo difícil para ti. Pero eso
nunca sucedió, por supuesto, porque pronto comprendí que no tenías
nada que ver con tu padre.
—No puedo creer que me ocultaras esto.
—Bueno, creo que puedes entender la necesidad de esconder una
incómoda verdad.
Asintió.
—Ciertamente puedo, y no te culpo por no querer admitir tus
intenciones originales. Sólo desearía que te hubieras abierto a mí sobre
eso antes. No te lo habría reprochado. No me conocías entonces y,
honestamente, mi padre fue un ser humano de mierda, así que tenías
toda la razón al querer castigo.
—Nunca querría hacer nada para herirte ahora, Dex. Por favor, 136
cree eso. Me siento tan tonta por pensarlo en ese momento.
—¿Sabes qué creo?
—¿Qué?
—Ambos hemos cometido errores… especialmente yo. Creo que
nos hemos mentido lo bastante y disculpado lo bastante. Por qué no
dejamos de obsesionarnos con el pasado. Dejemos de permitir que otras
personas se metan en el camino de nuestra felicidad también, ya sea si
es el ficticio Jay, Caroline o mi padre. Simplemente avancemos. —Besó
mi frente—. ¿A menos que tengas algo más que confesar?
—No. —Sonreí—. Gracias por entender. Y tienes razón. No más
enfocarnos en el pasado.
—Podrías haberme dicho algo mucho peor y, honestamente, a
este punto, Bianca, lo habría dejado porque te quiero malditamente
demasiado. No puedo volver atrás. Podrías haberme contado que
asesinaste a alguien y la siguiente cosa que sabría, es que estaría
refugiando a una fugitiva.
—Estás loco, Dex.
—Sé que tienes problemas de confianza y sé que he contribuido a
ellos. Pero realmente quiero ayudar a deshacer algo del daño.
—Va mucho más allá de lo que sucedió con nosotros. La aventura
de mi padre, que nos dejara cuando era tan joven, realmente me
convirtió en una persona desconfiada, en general. No hay hombre en el
que una chica se supone que confíe más que en su padre. Su traición a
mi madre cuando los tiempos se pusieron difíciles, me condicionó para
siempre esperar lo malo. No te dejaré tomar toda la culpa por mi
vacilación contigo. Va más allá de ti o… Jay.
—Bien, entonces hemos establecido que ambos tenemos el mismo
miedo.
—¿El mismo?
—Sí. Tu miedo es que resultaré como nuestros padres, y ese es
exactamente mi propio miedo. Me preocupa que a pesar de distinguir lo
correcto de lo incorrecto, de alguna manera esté genéticamente
predispuesto a ser una mala persona. Honestamente, la farsa de Jay me
lo hizo preguntarme más que nunca. El hecho de que fuera capaz de
llevarlo a cabo, de engañarte, sirvió como evidencia en mi propia mente
de que mi miedo es justificado. ¿Cuánto control tengo realmente sobre
mis acciones si fui capaz de tomar una decisión como esa en una
fracción de segundo? Así que, me preocupo también. Pero en algún
punto tenemos que dejarlo ir y ver qué sucede.
Tenía razón.
Bajé la mirada en ese momento y noté que se veía como si
guardara una serpiente en sus pantalones. 137
—Oh, Dios mío. ¿Estás duro?
—Sí.
—¿Cómo puedes tener una erección cuando estábamos en medio
de una conversación seria?
—¿De verdad tienes que preguntar eso? ¿Cuándo no estoy duro a
tu alrededor? —Apuntó a su cráneo—. He estado hablando contigo con
esta cabeza. La otra de abajo tiene mente propia.
—Demasiado malo que no seas de verdad Jay —bromeé.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, si esta relación fuera real, habríamos estado saliendo
por un tiempo para ahora. Probablemente estaríamos en casa
participando en todas las cosas que estás imaginando en el momento —
me burlé.
—Eso es cruel. Ya odio a ese tipo lo suficiente como es. —Puso su
mano en la parte de atrás de mi cabeza y llevó mi rostro al suyo,
hablando sobre mi boca—. Déjame preguntarte esto. ¿Con qué puedo
salirme con la mía esta noche?
—Bueno, no confío en mí misma para estar a solas con tu
“hermosa polla”, así que no vamos a ir a tu casa o la mía.
—De acuerdo… Entonces, ¿dónde puedo tener mi limitado
camino contigo?
—Honestamente, el único lugar en el que posiblemente confiaría
en mí para dejar que me toques es un cine abarrotado. Al menos, allí
sabría que podría sólo llegar hasta cierto punto con otras personas
cerca.
Sin vacilar, llamó al conductor.
—Sam, dirígete al Lincoln Square Loews Cinema.

138
Perfecto. Toda la fila de atrás estaba vacía. Habíamos llegado tan
tarde que todas las buenas películas estaban agotadas, pero no
importaba. No estaba aquí por la función.
Cuando las luces se apagaron, puse mi mano sobre la rodilla de
Bianca. Al menos tratamos de ver el principio de la película: una
comedia de un robo a un banco.
Unos minutos después, volteó la cabeza hacia mí. Bianca me
estaba mirando cuando debería haber estado viendo la película, y supe
que era mi señal; me estaba dando un silencioso permiso para 139
comenzar lo que ella sabía que había venido a hacer aquí.
Me sentía como un adolescente, tan entusiasmado con la
perspectiva de sentirla por primera vez. Girando mi cuerpo hacia ella en
mi asiento, le sostuve la parte de atrás de su cabeza mientras llevaba
sus labios a los míos y gruñía en su boca cuando comencé a besarla
con hambre. Había algo erótico en probar los límites en un teatro lleno
de gente. Tener la fila del fondo para nosotros era lo mejor de ambos
mundos; nadie estaba buscando, pero aun así sientes la emoción de
hacer algo travieso en un lugar público.
Con cada lamida de mi lengua contra la suya, quería más. Mi
mano se deslizó por su muslo y bajo su vestido hasta que aterrizó en el
elástico de su ropa interior. Sus caderas se agitaron bajo mi mano
mientras deslizaba mi dedo por debajo. Sus bragas estaban
empapadas; Ella estaba tan excitada, y me hizo preguntarme si había
estado así toda la noche.
Cerré los ojos con euforia mientras empujaba mis dedos índice y
medio dentro y fuera de su coño mojado. Era demasiado fácil imaginar
lo que se sentiría envuelto alrededor de mi polla dolorosamente
dura. Sabía sin lugar a dudas que no podía seguir mucho tiempo sin
saber cómo se sentía.
Moría por chuparle los pechos, pero su vestido no me permitía
acceder sin desabrocharlo por la espalda. En cambio, bajé mi boca para
devorarlos a través de la tela antes de besar mi camino de vuelta a su
boca de nuevo.
Le susurré al oído: —No puedo esperar a follarte.
—Te dejaría si no estuviéramos aquí. Es por eso
que estamos aquí.
—Lo sé.
Ella pasó sus dedos por mi cabello mientras me besaba más
fuerte. Seguí follándola con el dedo mientras masajeaba su clítoris con
mi pulgar. Cuando ella se apretó repetidamente contra mi mano, supe
que se iba a venir. No había tomado mucho.
No había nada más sexy que verla gritar en silencio mientras ella
culminaba. No podía esperar a escuchar cómo sonaba cuando ella se
vino conmigo dentro de ella en la intimidad de mi dormitorio.
Cuando dejó de moverse, saqué mi dedo y lo llevé a mi boca,
saboreando cada poco de su gusto.
Colocó su mano sobre mi erección y me susurró al oído:
—Si tuviéramos algo para cubrirnos, te devolvería el favor.
Ese fue el momento en que supe que una prenda de vestir estaba
a punto de ser sacrificada. Me quité la chaqueta y me cubrí. Su mano 140
se deslizó por debajo y trabajó para desabrochar mis pantalones. Mi
hinchada polla salió libre y Bianca comenzó a jalarla
lentamente. Descansando mi cabeza hacia atrás, me preguntaba cómo
diablos iba a manejar esto en silencio cuando se sentía mejor que
cualquier cosa que pudiera recordar aparte de lo que acababa de hacer
con ella momentos atrás.
Estuve a punto de volverme loco cuando ella lamió su palma
antes de reposicionarla alrededor de mi polla. Ella bombeó más fuerte y
en cuestión de segundos, me vine en su mano hasta que mi cuerpo laxo
se derrumbó hacia atrás en el asiento. Su mano húmeda fue totalmente
mi perdición.
Bianca sonrió traviesamente mientras usaba mi chaqueta de
diseño para limpiar discretamente mi carga. No había sacado esta
mierda desde los primeros años de la escuela secundaria.
—No voy a llevar esto a la tintorería.
—Espero que no sea tu chaqueta favorita.
—Sólo cuesta dos mil dólares. Pero ese trabajo de mano valía
más.
—No me di cuenta de que fuera tan cara. Debería haber usado mi
boca.
—Eres malvada, Georgy Girl —dije antes de aplastar mis labios
contra los suyos.

—¿Cuándo te veré de nuevo? —Estábamos en la parte trasera de


mi Town Car y casi en su edificio. No me importó que sonara
desesperado, y le había hecho la misma pregunta exactamente el otro
día. La pelota estaba en su cancha, ¿por qué fingir que no?
—Bueno, mañana por la noche tengo trabajo. No estaré en casa
hasta muy tarde.
—Ese asunto de trabajo no es Eamon, ¿verdad?
Ella sonrió. —No. Pero si lo fuera, sería trabajo, no una cita. Yo
no disfrazaría una cita como algo de trabajo.
Nuestros dedos estaban entrelazados mientras nos sentábamos
uno al lado del otro. —Espero que quieras decir que no disfrazarías una
cita porque no planeas tener ninguna. Fuera de mí, eso es.
Ella golpeó su hombro con el mío. —¿Esa es tu manera de
pedirme que sea exclusiva contigo? 141
—Espero que si no te estoy follando, nadie más estará dentro de ti
tampoco.
Eres tan grosero.
Me encogí de hombros. —Tal vez. ¿Pero realmente puedes decirme
que el pensamiento de mi polla en otra mujer está bien contigo?
—No. Definitivamente no.
—Entonces está resuelto. Mi polla continuará su relación solo con
mi mano hasta el momento en que tu coño decida sacarlo de su
miseria.
Ella rió. —Eres muy romántico.
Nos detuvimos en la acera fuera de su edificio, y no hice ningún
intento de abrir la puerta. —No te dejaré salir de este auto hasta que
me digas cuándo te veré de nuevo.
—¿Qué tal pasado mañana? jueves.
—Tengo una cena en Boston.
—Bueno, el viernes tengo planes de cenar con mi mamá en su
casa. Ella está viendo a mis dos sobrinas durante la noche ya que mi
hermana y su marido tendrán una salida nocturna y a la casa de ellos
después. Pero eres más que bienvenido a venir, si quieres.
—Es una cita —dije inmediatamente.
Ella se rió de mi impaciencia. —Tal vez antes de que aceptes venir
conmigo, debo advertirte que los hijos de mi hermana son unos
pequeños demonios.
No se me escapó que una vez Caroline me había pedido que fuera
a una función familiar. Una excusa rodó de mi lengua antes de que la
invitación estuviera totalmente fuera de su boca. Sin embargo, con
Bianca, no dudé en absoluto. Incluso más jodido que eso, era que
mientras ella pintaba un cuadro de algo de lo que yo normalmente
huiría de cualquier forma, me encontré pensando que tal vez verla en
acción con los hijos de su hermana podría ser una vislumbre de mi
propio futuro.
Llevé nuestras manos entrelazadas a mi boca y besé la parte
superior de las suyas. —No me asusto fácilmente.
—Di eso después de conocer a las gemelas del demonio y te
sientes en la hora punta del tráfico de Staten Island.
Me volví para mirarla y tomé sus mejillas en mis manos. —
¿Dijiste tráfico en hora punta? Puedo pensar en algunas maneras en
que podemos pasar el tiempo de regreso aquí en el camino a Staten
Island el viernes por la noche. Traeré una chaqueta barata esta vez.
142
Habíamos tenido un cambio de planes para el viernes por la
noche. Mi entrevista por la tarde terminó siendo en Nueva Jersey, así
que le había dicho a Dex que nos encontráramos en casa de mi madre,
en lugar de volver de State Island a Manhattan a la hora punta sólo
para dar la vuelta y regresar. Además, después de que pensé en la
posibilidad de que mamá conociera a Dexter Truitt, decidí que sería
mejor decirle a solas quién era el padre de Dex. Habían pasado muchos
años desde que mamá perdió su trabajo y mis padres se divorciaron,
pero si yo inicialmente estaba guardando rencor contra Dex por las
acciones de su padre, había una posibilidad de que mi mamá pudiera
sentir los mismo. O peor. 143
—Hola, Cosa uno. —Entré a casa de mi madre y una de las hijas
de mi hermana, Faith, corrió a saludarme a la puerta. Se metió en mis
piernas y levanté el peso liviano de cuatro años en el aire. Tenía el
rostro cubierto de chocolate y llevaba una diadema con pequeños
cuernos rojos, del tipo que venía con el traje de diablo—. Los cuernos
finalmente salieron, ¿eh? Sabía que estaban allí en alguna parte y sólo
era cuestión de tiempo. —La puse en mi cadera y fui a buscar al otro
monstruito. Estaba en silencio; esperaba que no tuvieran a mi madre
atada en alguna parte ya.
—¿Mamá?
—¡Aquí, cariño! —gritó la voz de mamá desde la cocina.
Entré para encontrar a Hope, la gemela de Faith, de pie en una
silla moviendo algo en la mesa mientras usaba alas blancas de ángel.
Mamá estaba tomando el tazón grande mezclador del KitchenAid Mixer.
Sonrió cálidamente. —Tengo dos asistentes hoy.
Besando a Faith en la frente, dije:
—Veo eso. Y una de ellas está disfrazada.
—¡Soy un ángel, tía Bee!
—Todo lo contrario. Pero tus alas son bonitas. ¿La abuela las llevo
de compras a la tienda de disfraces hoy?
Faith asintió rápidamente. —También dijo que tú harías nuestro
maquillaje más tarde.
—Oh, ¿verdad?
Mi madre me besó en la mejilla. —En realidad, no les dije eso.
Nunca hablamos de maquillaje hoy. —Se volvió hacia mi sobrina—.
Faith, ¿qué te dijo mami sobre mentir?
Faith cubrió su nariz con ambas manos. —No estoy mintiendo.
Mamá y yo reímos. Luego Faith derramó lo que fuera que
estuviera removiendo por toda la mesa y el piso, seguida por Hope
consiguiendo la mitad de su cabello en la cuchara mezcladora que
mamá le había dado para ocupar su boca mientras limpiábamos el
desastre que su hermana había hecho. Después de que finalmente
termináramos de limpiar la cocina y a los dos terrores, saqué una DVD
de Full House y serví una copa de vino para mamá y para mí.
Nos sentamos en la isla de cocina donde todavía podíamos vigilar
a las chicas viendo televisión en la sala de estar. —Entonces. Háblame
de ese hombre que estás viendo que viene en camino.
Tomé un buen trago de mi copa antes de contestar. —Bueno… es
guapo, inteligente y exitoso.
—Suena perfecto hasta ahora. 144
—Definitivamente no es perfecto. De hecho, tuvimos un comienzo
bastante difícil, pero nos las arreglamos para superarlo. Creo que eso es
lo que más me gusta de él. No pretende ser perfecto. Cuando cometió
un error, no trató de inventar excusas. Reconoció su culpa.
La sonrisa de mamá era triste mientras bajaba la vista. —
Reconocer tus errores es importante en una relación.
Sabía que estaba hablando de papá. Incluso después de todos
estos años, lo que él había hecho todavía la entristecía. Cubrí su mano
con la mía. —Mamá, ¿puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—Si papá hubiera confesado lo que había hecho, reconocerlo,
¿crees que podrían haber seguido juntos? ¿Podrías haber confiado de
nuevo de nuevo una vez que hubiese rotó tu confianza?
—Cariño, no fue culpa de papá que no siguiéramos juntos.
Ni una vez en quince años desde la separación mamá había
confesado lo que papá le había hecho. Era el tipo de mamá que quería
protegernos a toda costa. Pero mi hermana y yo habíamos escuchado lo
suficiente sobre su aventura para saber la verdad.
Sonó el timbre de la puerta y miré el reloj del microondas. Debí
haber perdido la noción del tiempo. —Creo que es Dex. No me di cuenta
de que era tan tarde.
—¿Dex?
—Sí. Su nombre es Dexter, pero prefiere Dex. —Tendría que
decirle su apellido en otra ocasión. Tal vez era mejor así. Ella llegaría a
conocerlo independientemente de los sentimientos negativos que
pudiera albergar contra su padre. —Abriré la puerta.
—Sacaré los brownies del horno.
Respiré profundo antes de abrir la puerta principal. Sólo habían
pasado unos días desde que había visto a Dex, pero había pensado en él
sin parar desde nuestra noche en el fondo del teatro. De hecho, me
resultaba difícil concentrarme en cualquier cosa excepto Dexter Truitt
los últimos días. Mi ritmo cardiaco estaba fuera de control cuando abrí
la puerta y vi su hermoso rostro.
Dex sonrió, y juro que mis rodillas se debilitaron como una
adolescente. Tenía un gran ramo de flores coloridas en una mano y una
botella de vino en la otra. Inclinándose, me besó suavemente en los
labios y luego miró por encima de mi hombro dentro de la casa. Las
gemelas estaban pegadas a la televisión. —¿Están bien por un
momento? —susurró.
—Full House es mejor que cinta adhesiva y cuerda.
Dex envolvió abruptamente un brazo alrededor de mi cintura y
me empujó hacia el frente cerrando la puerta detrás de mí. Antes de que 145
pudiera darme cuenta de lo que estaba pasando, mi espalda estaba
presionada contra esta. Tomó mi boca en un serio beso. —Te extrañé —
gruñó cuando se terminó.
—También te extrañé.
Apoyó su frente contra la mía y luego sus ojos descendieron hasta
mi escote. Había escogido un vestido con un escote más bajo de lo que
normalmente usaba. —Mi boca tiene que probar esos mucho. Nos
saltamos la segunda base y fuimos a la tercera.
—No aquí.
—No. No aquí. Pero está noche.
Me aclaré la garganta. —Bueno.
—¿Bueno?
Asentí. —Segunda base después, pero no trates de deslizarte a
casa.
Cerró los ojos. —Estoy a punto de conocer a tu madre. ¿Podrías
por favor no usar palabras como deslizarse a casa? Ya estoy en
bastante desventaja siendo un Truitt, no necesito que ella piense que ni
siquiera puedo controlar mis propias erecciones.
Miré hacia abajo. —Sí… sobre eso…
Dex estaba actuando raro. No estaba segura si estaba enojado
porque decidí no decirle a mi madre quién era antes de que llegara o si
simplemente estar en casa de mi madre le hacía sentir incómodo, en
general. Pero su lenguaje corporal era rígido y podía ver la tensión en su
rostro. También estaba inusualmente callado. Cuando mi hermana
llamó para chequear a las chicas, mamá fue a la sala de estar para
ponerlas al teléfono y tomé la oportunidad para tantear a Dex mientras
ponía las flores que trajo para mamá en un jarrón con agua.
—¿Está todo bien?
—Bien.
Fruncí las cejas. —¿Por qué siento que estás enojado conmigo?
¿Estás molesto porque todavía no le dije a mi madre quién es tu padre?
Porque estaba planeando hacerlo… aun lo hago. Supongo que lo estaba
evadiendo y me quedé sin tiempo y luego pensé que realmente quería
que ella te conociera por ti y no quedara contaminada por algo que no
tiene nada que ver con la persona que eres.
Dex cerró los ojos. —No es eso. 146
—Entonces, ¿qué te molesta?
—¿Cuál es el nombre de tu madre?
—Eleni.
—La reconozco. No iba a la oficina de mi padre a menudo, pero
debo haberla conocido en un momento dado porque tan pronto como la
vi, supe que la había visto antes.
—Bueno, ella no pareció reconocerte. ¿Te hace sentir incómodo
saber quién es ella pero que ella realmente no sepa quién eres tú?
Porque se lo diré ahora mismo si quieres.
—¿Ves la ironía en esa pregunta?
No lo hice hasta que lo mencionó. —Sí, pero esta vez es mi culpa
que no seas sincero. Te puse en esta posición. No es lo mismo que
cuando no fuiste honesto conmigo.
—Se siente igual de mal hacerlo.
—Entonces, se lo diré. No quiero hacerte sentir incómodo.
—No, no lo hagas. No mientras esté aquí esta noche. Me siento
como mierda lo suficiente poniendo una cara a una de las muchas
personas que mi padre trató mal. Lamento que haya afectado a tu
familia, Bianca. De verdad lo hago.
Mi corazón se rompió un poco. Sabía lo que era crecer con un
padre de cuyas acciones no me sentía orgullosa. Y por lo que sabía, mi
padre sólo lastimó a mi madre. No podía imaginarme tener que vivir en
las sombras de un hombre que avergonzaba abiertamente a su esposa
con sus aventuras y despedía a trabajadores leales sin siquiera
pensarlo. —No eres tu padre. Dijimos que íbamos a poner el pasado
atrás. Por favor, no te sientas mal por algo con lo que no tienes nada
que ver. Al final, incluso mi propio resentimiento hacia tu padre fue
algo equivocado. Claro, mi familia luchó un poco cuando mi madre
perdió su trabajo. Pero muchas familias pasan por tiempos financieros
difíciles. Las acciones de mi padre hicieron que mi familia se
desmoronara. Creo que sólo quería culpar a alguien más. Es hora de
crecer y poner la culpa donde realmente pertenece.
Terminé de arreglar las flores y Dex extendió la mano y me acercó
a él. Acarició mi mejilla y luego se inclinó para besarme, pero el
momento fue interrumpido por un pequeño demonio. Sin miedo, corrió
hasta Dex. —¿Quién eres?
Había estado tan hipnotizada viendo la televisión, que ni siquiera
lo había visto caminando por la sala de estar y hacia la cocina conmigo.
Dex se levantó de su silla y se agachó para hablar con Faith al nivel de
sus ojos. —Soy Dex. Amigo de tu tía Bianca.
—¿Duermen en la misma cama?
147
Mis ojos se abrieron. —¡Faith! ¿Qué clase de pregunta es esa?
Me ignoró y continuó hablando con Dex. —Cuando voy a casa de
la tía Bee, ella me deja dormir en su cama. Cuando papá viaja por
trabajo, mami me deja dormir en su cama. Si vas a dormir en la cama
de tía Bee, entonces voy a tener que dormir en el suelo.
El labio de Dex se crispó, pero le respondió con sinceridad. —No
tendrás de dormir en el suelo.
—¿Vas a casarte con la tía Bee?
Dex respondió antes de que yo pudiera hacer. —Si tengo suerte,
tal vez algún día.
—¿Puedo ser la chica de las flores? Porque sólo hay una y mi
hermana se pica la nariz. Aquí que no la quieres.
Empecé a reír, hasta que me di cuenta que Hope hacía entrado y
había oído a su hermana. —¡Ya no me pico la nariz!
Faith se inclinó con una sonrisa diabólica y le susurró a Dex—:
Se detuvo ayer. —Estas chicas iban a ser problemas cuando fueran
adolescentes.
La cena fue un sin fin de derrames y discusiones entre el ángel y
el diablo. En el medio, mamá y Dex hablaron mucho. Definitivamente
era un encantador y fue interesante verlo en acción. Ella había puesto
un viejo CD de Duke Ellington para escuchar música de fondo durante
la cena y él rápidamente la había halagado por su afinidad por la
música jazz. Entonces él se la ganó cantando sus canciones favoritas de
artistas de jazz como Lester Young y Bill Evans, de los cuales yo nunca
había oído hablar. Para cuando terminó la cena, el apellido de Dex
podría haber sido Manson y no me habría preocupado. Había insistido
en que mamá y yo nos sentáramos mientras él y las chicas limpiaban.
Toda la escena era cómica de ver. Bebimos vino mientras él se turnaba
en levantar a las chicas para poner los platos en los gabinetes. Si no lo
conociera mejor, incluso había pensado que tenía la habilidad de
domesticar a las bestias de cuatro años.
—Me gusta. Parece genuino —dijo mamá.
Dex estaba inclinado para poner algo en el lavavajillas y mis ojos
estaban pegado a la forma en que sus vaqueros abrazaban su firme
culo. —También me gusta.
Estaba a mitad de un sorbo, todavía comiéndomelo con los ojos
cuando mamá suspiro. —¿Tiene un buen padre para tu querida mamá?
Me ahogué, tosiendo un poco de mi vino por la nariz. Quemó
como el infierno.
Mamá rió cuando finalmente terminé de escupir y recuperé el
aire. —¿Qué? Estoy vieja. No muerta. 148
En el camino de regreso a mi apartamento, dejé que Dex llegara a
segunda base. Nos reímos mientras él me acariciaba discretamente en
la parte trasera del Town Car. Incluso consiguió bajar la cabeza y tomar
la probada que quería mientras de alguna manera me protegía del
conductor y de los vehículos que pasaban. ¿Quién sabría cuántos usos
podría tener una chaqueta deportiva?
Cuando llegamos a mi apartamento, me di cuenta de que había
una protuberancia considerable en su pantalón. —¿Quieres… ir
adentro?
—Eso depende de a qué me estas invitando a ir adentro. ¿Me
estas pidiendo entrar y no poder tocarte o me estar pidiendo venirme
adentro?
Mi cuerpo quería lo último más de lo que podía explicar. Sin
embargo… no estaba lista para ir allí con Dex. No era que estuviera
reteniéndome porque ya no confiara en él, mi corazón parecía haber
superado la desconfianza que inicialmente me había hecho sentir. En
cambio… me estaba dando cuenta que tener sexo con Dex iba a
significar algo… posiblemente algo monumental en mi vida. Y tal vez
estaba un poco asustada. Me volví hacia él. —Te quiero más de lo que
alguna vez he deseado a alguien.
Dex me miró a los ojos. —Eso es bueno. Porque el sentimiento es
mutuo. Aunque siento que ese no fue el final de esa declaración. Que
hay un pero viniendo…
Sonreí. —Ojalá no lo hubiera. Es sólo que… —No tenía idea de
cómo poner lo que estaba sintiendo en palabras. Estaba confundida con
mis propias emociones, lo que hacía bastante difícil explicar las cosas.
Había bajado la mirada, tratando de reunir mis pensamientos en
frases coherentes y Dex puso dos dedos bajo mi barbilla y la levantó
hasta que nuestros ojos se encontraron. —Esperaré todo el tiempo que
sea necesario. No importa por qué no estás lista. Estaré aquí cuando lo
estés.
—Gracias.
Nos besamos por un rato, después Dex me acompañó hasta la
puerta, pero no hizo el intento de entrar. Cuando finalmente nos
despedimos, apoyé mi cabeza contra la puerta cerrada y escuché sus
pasos mientras se alejaba hasta que ya no pude. No había pensado en
ello en años, pero un destello de mi papá la noche en que se mudó
volvió a mí en ese momento. Estaba sentada en mi habitación llorando
mientras él hacía viajes de ida y vuelta llevando cajas a su auto. No
quería verlo, pero tampoco podía dejar de escucharlo. Recordé oír sus
pies contra el azulejo del piso del pasillo con cada viaje que hizo. La
última vez que salió de su auto, no me di cuenta de que sería su último 149
viaje. Había escuchado sus pasos mientras caminaba hacia la puerta, el
sonido cada vez más distante. Entonces esperé a que el sonido volviera
otra vez. Nunca lo hizo. Nunca volvió a entrar en nuestra casa. Él se
había ido.
Bianca estaba fuera de la ciudad los próximos tres días en un
viaje a la costa oeste para una entrevista. A pesar de que había sentido
que nuestra verdadera relación había comenzado a pasar más allá de la
basura que yo había le tirado, algo todavía no me cuadraba. Me había
devanado los sesos tratando de averiguar por qué la madre de Bianca
me parecía tan familiar, pero yo no era capaz de ver dónde nos
habíamos conocido. Y ella ciertamente parecía no reconocerme
tampoco, aunque habían pasado años y ya no era un adolescente.
A lo largo del día, estuve ocupado en la oficina. A pesar de que era
capaz de enfrascarme en mi trabajo, un sentimiento de inquietud se 150
ocultaba en el fondo. Al final del día había crecido y me hizo perder la
concentración. Incapaz de concentrarme, tome el teléfono y decidí
llamar a mi padre. En el segundo timbre, mi secretaria entró y colocó
una pila de papeles que acababa de terminar de fotocopiar en mi
escritorio. Colgué el teléfono, pensando mejor sobre llamarlo para
indagar detalles y en cambio hable con Josephine. —¿Antes de salir,
puedes hacer algunos arreglos de un viaje de última hora? Necesito
volar a primera hora de mañana. También voy a necesitar un auto de
alquiler cuando aterrice.
—Por supuesto. ¿Dónde necesita estar?
—West Palm Beach. Estoy dirigiéndome a ver a mi padre.

El Aeropuerto Internacional de Palm Beach era todo lo contrario


de JFK, eso era seguro. Todo parecía moverse a un ritmo más lento. Era
una cosa extraña sentirse relajado en un aeropuerto. El ambiente era
definitivamente diferente aquí.
Ya que no iba a quedarme más de una noche, no tenía el equipaje
registrado. Marqué el número de mi padre tan pronto como salí de las
puertas corredizas de cristal. El calor y la humedad fuera casi
derritieron mi cara al instante.
—Papá, ¿dónde estás ahora? Volé hacia acá, acabo de aterrizar en
el PBI.
—¿Me estoy muriendo y no lo sabía? —bromeó.
—¿Qué quieres decir?
—¿Por qué más estarías visitándome? Cuánto tiempo ha pasado
desde que te he tenido aquí.
—Bueno, tengo que hablar contigo de algo importante, y pensé en
matar dos pájaros de un tiro, al venir a verte personalmente. Ha pasado
mucho tiempo.
—Ciertamente lo ha sido.
—¿Estás en casa?
—No, en realidad. Estoy en el Breakers.
—Nos encontraremos allí. Solamente conseguiré mi auto de
alquiler, y me dirigiré directamente.
—Está bien, hijo. Nos vemos pronto.
Después de recoger el Mercedes, conduje por el puente que 151
conecta West Palm Beach con la exclusiva isla de Palm Beach. Pasando
por delante del famoso club Mar-a-Lago, con sus altos setos, recordé a
mis padres llevándome a una fiesta allí cuando era un niño y ver a
Donald Trump. Habíamos pasado muchos inviernos y días festivos en
esta elegante y privada comunidad.
Manejando por la carretera, a mi derecha estaba la vista del
océano de color aguamarina. A mi izquierda las mansiones algunas de
estilo español, otras con arquitectura más moderna con revestimientos
de cristal. Los turistas y residentes caminaban tranquilamente por las
aceras en ropa de playa, mirando como si no tuvieran ninguna
preocupación en el mundo; los envidiaba.
Finalmente llegué al The Breakers, un complejo de estilo
renacentista donde mi padre a menudo se reunía con otros directores
generales retirados para almorzar. Yo sabía que él también pasaba
mucho tiempo en el club de millonarios calle abajo de la Avenida Perú.
La brisa de las palmeras era un contraste agradable para la vida
urbana. No podía evitar desear que Bianca estuviera aquí para absorber
un poco de este aire fresco conmigo. Eso me recordó reservar unas
vacaciones para nosotros tan pronto como ella estuviera lista. Me
imaginaba lo increíble que hubiera sido retozar en la playa con ella
aquí. Yo solamente sabía que su delicioso culo se vería increíble en un
bikini.
Entrando en el hotel recordé por qué mi padre le gustaba este
lugar. Toda la isla acogía a los famosos. Él estaba totalmente en su
elemento. Era una espléndida explosión de pasteles y dinero.
Le envié un mensaje desde la estación del valet, y él me encontró
en el vestíbulo.
Mi padre me ofreció un rápido abrazo, dándome palmaditas en la
espalda. —Dex... es tan bueno verte, hijo.
—A ti también.
No estaba seguro de si era la iluminación o qué, pero mi padre
parecía mucho más viejo que la última vez que lo había visto. A pesar
de eso, él estaba en muy buena forma para su edad porque se esforzaba
por mantenerse activo todos los días.
—Estábamos almorzando en el balcón. Salmón ahumado y
alcaparras preparadas por el chef Jon. ¿Por qué no te unes a nosotros?
—¿Quiénes son nosotros?
—Myra y algunos amigos.
Myra era la más reciente esposa de mi padre. Se parecía a
muchas de las mujeres de aquí abajo: muy rubias, cubierta de Chanel y
retocada por un montón de cirugía plástica. No olvidemos el pequeño
perro peludo a su lado en todo momento. Estaba bastante seguro de 152
que Caroline se convertiría en una Myra algún día.
—En realidad estaba esperando que tú y yo pudiéramos hablar en
privado.
—¿Es algo malo?
—No. Sólo tengo algunas preguntas para ti.
—Está bien. Solo permíteme decirles que voy a regresar con ellos.
Podemos dar un paseo por la playa
—Eso suena bien.
Me había vestido para la ocasión hoy, usando pantalones de
color caqui y una camisa polo de color rosa. Cuando estás en Roma.
Después de que él regreso, nos aventuramos hacia el agua.
Enrollando mis pantalones y sosteniendo los zapatos en una mano,
caminé junto a mi padre en medio de las olas estrellándose mientras la
marea entraba. Conchas crujían bajo mis pies, y algunas gaviotas casi
rozaron mi cabeza mientras volaban.
—¿Entonces que paso con la situación por la que me llamaste?
¿La chica a la que le mentiste acerca de su identidad? —preguntó.
—Bueno, milagrosamente, ella decidió perdonarme. Estamos
trabajando en nuestra relación. No he ganado su confianza al cien por
cien todavía. Ella es en realidad la razón por la que vine a verte. Bueno,
más específicamente, su madre es la razón.
—¿Qué pasa con su madre?
—Solía trabajar para ti. Tú la despediste hace años.
Mi padre se rio. —Eso se reduce a unos pocos cientos de
personas, entonces.
—La conocí la otra noche y de inmediato la reconocí, lo cual fue
extraño. Ella debió haber trabajado para ti más tiempo que la mayoría,
porque no me acuerdo de muchas personas de esos días.
—¿Cuál es su nombre?
—Eleni George.
De repente se detuvo en seco y se volvió para mirarme a los ojos.
—Eleni Georgakopolous.
—No, Eleni George.
—Georgakopolous. Es Georgakopolous. —Se acercó a una roca—.
Ven y siéntate. Necesito un poco de descanso.
—¿Estás seguro de que su nombre era Georgakopolous?
—Sí. 153
—Espera. —Rápidamente le escribí un texto a Bianca.
Dex: Pensamiento al azar. Nunca te pregunte... George no
suena como un nombre griego. ¿Es esa la abreviatura de algo
más?
Ella respondió de inmediato.
Bianca: Sí. Lo acorté hace tiempo por motivos de trabajo.
Nadie parecía capaz de deletrear mi apellido. Mi nombre legal es
en realidad Georgakopolous.
Dex: Es bueno saberlo.
—¿Qué dijo ella? —preguntó mi padre.
—Dijo que su apellido es realmente Georgakopolous.
Él asintió. —Déjame adivinar... tu chica... ¿ella tiene ojos grandes
y café dorados, cabello moreno precioso, y curvas asesinas? "
—Sí.
—La manzana no cae lejos...
—Si tú fuiste tan aficionado de su madre, ¿por qué la despediste?
—¿Despedirla? —Mi padre se rio con incredulidad—. ¿Eso fue lo
que te dijo?
—Sí. Bianca dijo que echaste a Eleni y que eso devastó a su
familia económicamente. Eso puso en marcha una cadena de
acontecimientos de los que nunca se recuperaron.
—Déjame decirte algo sobre Eleni Georgakopolous. Y te diré esto
porque los dos somos hombres adultos, y también porque ya no estoy
más con tu madre.
—¿Qué?
—Esa mujer era como… napalm sexual. Nunca en mi vida he
experimentado a alguien como ella.
—¿Sexual qué? ¿Disculpa?
—Eleni era mi secretaria, sí. Y yo era su jefe. Pero también
éramos amantes, Dex. Estaba engañando a su marido conmigo.
—¿Qué?
—Se prolongó durante varios años. No era la única mujer durante
ese tiempo, por supuesto, conoces a tu querido y viejo papá; pero fue la
única que recuerdo.
Me enfermó pensar en mi padre y la madre de Bianca.
—Espera… tienes que retroceder.
—Bien. Te explicaré todo lo que necesites. 154
—¿Estaba engañando a su marido… contigo? ¿Y luego la
despediste además de eso?
Negó.
—No. Nunca la despedí. Su marido se enteró de la aventura y la
obligó a renunciar. Es posible que les hayan contado a sus hijos una
historia diferente. Nunca la hubiera despedido, porque no podía dejarla.
Nunca la habría dejado ir. Era demasiado adictiva.
—Dios, eso es jodido. ¿Esto duró años?
—Entre idas y venidas, sí.
—No puedo creerlo.
—¿Qué es tan difícil de creer? Si su hija es tan hermosa como
ella, ¿seguro lo entenderás?
—No. No puedo entender el engaño a tu esposa, mi madre, para
empezar. ¿Pero a sabiendas de romper otro matrimonio? Eso
definitivamente no lo puedo entender.
—Su marido nunca le dio lo que necesitaba.
—¿Ella te dijo eso?
—Sí. Había mucho más de ella de lo que él había visto. Quería
que sólo fuera una esposa complaciente. Pero ella era una pistola con
fuego dentro. El marido era, aparentemente, un hombre bueno y
trabajador, pero no la entendía, y no era… cariñoso.
—¿Y tú eras… cariñoso? Eso no suena a ti en absoluto.
—Quizás aventurero es un término mejor. Le di lo que necesitaba.
¿De verdad quieres que explique lo que significa?
—No. Explica. Por favor.
—Lo que teníamos era muy apasionado, a veces volátil. Al final,
decidió que quería salvar su matrimonio por el bien de sus hijos. Ahí
fue cuando las cosas terminaron entre nosotros. Pero aparentemente,
por lo que me estás diciendo, después de todo eso, no funcionó.
Supongo que cualquier confianza que se rompió no pudo ser reparada.
Lamento cualquier papel que jugué en alterar su estructura familiar,
pero no me arrepiento de nuestra aventura. Fue uno de los momentos
más memorables de mi vida. Todavía pienso en ella de vez en cuando, y
eso es raro para mí.
—Ni siquiera sé qué decir. Quiero estar enojado contigo, pero
supongo que no podrías haber sabido que algún día me encontraría y
me enamoraría de su hija.
—Ciertamente no lo sabía. 155
—Esto es tan malo. Bianca y yo nos prometimos que no habría
más secretos. ¿Cómo se supone que debo decirle que su madre no es
exactamente la santa que creía que era? ¿Cómo le dices a alguien que
toda su visión de su infancia está equivocada?
Mi padre pareció reflexionar sobre mi pregunta y luego dijo:
—De acuerdo, escucha. Ahora puede que no estés de acuerdo con
lo que voy a decir, pero lo voy a decir de todos modos.
—¿Qué?
—Creo que a veces en la vida hay excepciones a la regla de “la
honestidad es la mejor política”. En un caso como este, nadie puede
ganar nada si le dices lo que sabes. Piénsalo, Dex. ¿Qué sucede si le
dices y Eleni lo niega? ¿Entonces qué?
Le desafié.
—O, al contrario, cuando Eleni descubra quién soy… ¿y si le
confiesa todo a su hija?
—Entonces te haces el tonto. Nadie necesita saber que tuvimos
esta conversación. No voy a decírselo a nadie.
—No lo sé. Realmente no creo que pueda ocultarle esto.
—Una cosa es decir la verdad cuando es por el bien de alguien.
Pero nada bueno puede salir de esto. Todo lo que estoy diciendo es
pensar en ello. No te apresures en cualquier cosa. No hay razón lógica
para dejar caer este tipo de bomba ahora. Han pasado tantos años.
Déjalo. Esa es mi gran sugerencia. Si Eleni quiere salir a la luz, déjala.
Pero no es tu responsabilidad explicar.
Levantando la mirada a un avión volando en lo alto, dije:
—Voy a tener que pensar realmente en esto.
—Intenta no estresarte. La vida es demasiado corta. Estoy
aprendiendo eso cada vez más todos los días cuando veo amigos morir
de ataques cardíacos por aquí y por allá. —Se levantó de la roca y
sacudió la arena de sus pies—. Vamos. ¿Qué tal un juego de golf?

Tallar el cuello de la jirafa no fue fácil. Seguí tanto como pude


mientras Jelani demostraba los movimientos correctos del cuchillo
mientras estábamos sentados bajo la luz de la lámpara en su sótano. Mi
mente no estaba concentrada hoy.
156
Después de solo una noche en Florida, regresé justo a tiempo
para mi lección para aprender a tallar en su apartamento de Brooklyn.
Mientras que las lecciones de Jelani siempre fueron una experiencia
tranquila, meditativa, pasar tiempo aquí, también me hizo sentir como
que estaba contribuyendo a la sociedad por cuidar de él.
Jelani nunca se quejaba, pero sabía que sus tratamientos contra
el cáncer lo agotaban. En su mayoría se quedaba en casa, aparte de ir a
la tienda en el Brooklyn Flea los fines de semana. También tenía muy
pocos familiares de visita. Un sobrino lo llevaba a sus citas, pero a veces
tenía que cancelar. Insistí en que me llamara la próxima vez que
sucediera. Ya que no quiso aceptar ningún dinero de mi parte, estaba
preparado para pagar lo que necesitara si me lo permitía.
—¿Cómo te sientes? —pregunté.
—Tengo que seguir adelante. Si me permito detenerme, me sentiré
más enfermo. Es parte de por qué te pido que vengas aquí. Ver cómo
intentas tallar es una tortura, pero me distrae. La mente tiene un poder
increíble sobre el cuerpo. Hablando de eso, dime en qué tienes tu
mente.
—¿Puedes ver que hay algo en mi mente?
—Has tallado el cuello de la jirafa tan delgado, parece un lápiz.
Hoy no estás concentrado.
Me reí.
—Me tienes.
—Así que, dime. ¿Qué es? ¿Tiene que ver con la diosa griega?
—¿Cómo supiste?
—Suposición salvaje. Dime el problema.
Pasé los siguientes minutos resumiendo mi viaje a Florida,
explicando el descubrimiento sobre mi padre y Eleni.
—Así que, ahora mi padre me hace dudar si decirle a Bianca la
verdad sobre si esto es una buena idea o no. Tenía un punto. ¿Por qué
hacerla pasar por ese dolor si no hay nadie que gane algo?
Jelani negó.
—Tu padre está equivocado. He aquí la razón. —Me quitó la jirafa
y luego procedió a caminar hasta un banco de herramientas y tomó una
pequeña sierra—. Este eres tú ahora mismo —dijo, mostrando el animal
patético. Luego cortó el cuello lentamente hasta que la cabeza y el
cuello de la jirafa cayeron al suelo.
¿Qué demon…?
—¿Por qué has hecho eso?
157
—Lo estoy sacando de su miseria. Ni siquiera podías concentrarte
hoy porque este secreto que estás guardando ya ha comenzado a
carcomerte. Te está angustiando más rápido de lo que su cuello estaba
desapareciendo. Los secretos y las mentiras siempre lo harán
lentamente hasta que finalmente salgan a la luz.
—Como la cabeza cayendo —dije.
Asintió.
—Sí. Nunca hay una razón para ocultar la verdad sobre nada. La
verdad los liberará. ¿Escuchaste eso alguna vez?
—Sí.
—No puedes arriesgarte a que Bianca descubra que sabías esto.
Incluso si no le dices, tienes ojos muy honestos, Dex. Podrá leerte. Y
entonces ese será el fin de ustedes. Ya has mentido una vez. No hay
ninguna segunda oportunidad aquí. No vale la pena el riesgo. No
importa lo que dijo tu padre. Por lo que dices, es un mentiroso en serie.
Está en su naturaleza. Sólo dile la maldita verdad, y no vuelvas aquí a
tallar a menos que tu mente esté clara. —Me dio un trozo de madera
fresca para comenzar con una nueva jirafa—. Ahora, concéntrate.
Lo tomé.
—Sí, señor.
A veces, la verdad era difícil de oír, pero aprecié el duro golpe de
realidad más de lo que él podría saber.

Más tarde esa tarde, todavía no estaba completamente seguro


sobre qué hacer.
Bandido estaba extasiado al verme. Lo había recogido de la
guardería de perros de gama alta, y ambos íbamos a casa de Bianca.
Necesitaba hablar con el fin de tomar una decisión rápida, le froté
la cabeza mientras le hablaba en el asiento trasero del auto.
—De acuerdo, entonces, mi padre dice que estaría creando un
problema al traer el pasado ahora, pero Jelani piensa que sería un tonto
esconder algo de Bianca en este momento. Sabes, si pudieras hablar,
eso sería muy útil. Una tercera opinión de confianza sería muy
apreciada ahora mismo.
—¡Guau!
Sabía lo que quería hacer, lo que mi instinto me decía que hiciera.
158
—Si ladras una vez más, Bandido, juro… que voy a tener que
decirle la verdad.
—¡Guau!
—Bien. Si esto explota en mi cara, te culparé.
Me había decidido. Iba a decírselo esta noche.
Una pequeña jirafa de madera me estaba mirando a la cara
cuando abrí la puerta.
—Estás mejorando —dije, tomando la estatuilla.
—¿Lo crees?
—Voy a tener que limpiar un poco de espacio en el estante para
todos ellos. —Bandido se había escapado delante de mí en mi
apartamento. —Ni siquiera me dio la oportunidad de saludarlo —dije,
observando al perro correr hacia mi habitación.
—¿Está bien ir allí? 159
—Está bien. —Sonreí, mirando al magnífico hombre delante de mí
de arriba a abajo.
Dex estaba vestido casualmente con un par de pantalones caquis
y una camiseta blanca. La camiseta le quedaba como un guante. Era
muy difícil no meter mis manos debajo de la tela y frotarlas a lo largo de
sus músculos. Su reloj grueso completó el look casual millonario.
Tomando una respiración profunda de su colonia, realmente me
impactó cuánto lo había extrañado. Sólo podía imaginarme a aquellas
mujeres que se encontraban en Florida comiéndoselo con los ojos.
—Definitivamente pareces alguien que acaba de regresar de Palm
Beach.
—No tuve tiempo de cambiarme. Aterricé, me dirigí a Jelani's,
recogí a Bandido y luego vine aquí.
Fue realmente estupendo verlo, pero Dex parecía extraño; No
estaba segura de por qué. Definitivamente parecía preocupado por algo.
No pude evitar sentirme un poco tímida, porque ni siquiera me había
abrazado ni besado. Me dolía el cuerpo por tocarlo, pero mi orgullo me
impedía moverme.
—¿Está todo bien? —pregunté.
Rascándose la piel de su barbilla, dijo:
—Hay algo de lo que necesito hablarte.
Mi corazón se hundió.
Justo después de decirlo, sonó el timbre de la puerta.
—Mierda —dije.
—¿Esperas a alguien?
—Sí.
—¿Quien?
—Es mi padre.
Dex se asustó. —¿Tu padre?
—Sí. No sabía si ibas a venir. Está cenando aquí.
—No le has hablado de mí, ¿verdad?
—No.
—¿Qué hay de tu madre? ¿Ya le dijiste?
—No. Aún no lo he hecho. —Caminé hacia la puerta—. Será mejor
que lo deje entrar.
Cuando estaba a punto de abrirle a mi papá, Dex susurró detrás
de mí: 160
—Bianca, no le digas mi identidad, ¿de acuerdo?

—¿Así que es dueño de su propio negocio? ¿Es algo que con lo


que yo estaría familiarizado? —Papá estaba tratando de entablar una
conversación con Dex, que estaba siendo inusualmente callado. Todo lo
que venía a decirme pesaba claramente en su mente.
—Probablemente no. Es una firma financiera. Nada demasiado
llamativo.
Yo no había tenido la oportunidad de decirle a Dex todavía, pero
el artículo que había escrito tenía luz verde y había sido adelantado en
la agenda de la revista. Originalmente estaba programado para su
publicación en otoño, pero al editor en jefe le encantó tanto, que se
trasladó al mes que viene. Dex había dicho que no quería que mis
padres supieran quién era él cuando entró, pero el artículo se
encargaría de eso por nosotros más pronto que tarde. Tampoco quería
mentirle a mi padre. Mirando entre Dex y mi papá, pensé para mí
misma, las mentiras fueron como muchas cosas que arruinaron mi
relación temprana con ambos hombres.
—Dex está siendo modesto, papá. Dirige una empresa muy
exitosa. De hecho, así es como nos conocimos. Lo entrevisté para un
artículo en Finance Times. —Miré a Dex, que estaba con la mirada
perdida hasta que llame su atención—. En realidad, aprenderás todo
acerca de él en dos semanas. La revista se está publicando con mi
artículo como la historia de portada el próximo mes.
Los ojos de Dex se agrandaron. —¿El próximo mes? Pensé que
saldría en el otoño.
—Lo adelantaron. Aparentemente, mi editor cree que el mundo ha
esperado lo suficiente para conocerte. En esta fase en unas semanas,
todos tus secretos serán contados al mundo. —Le guiñé un ojo. Por
supuesto, estaba bromeando, pero parecía que la idea había hecho
palidecer a Dex.
—¿Puedes disculparme un momento? Necesito usar el baño.
Dex se había ido por unos minutos, así que después de que le
diera una cerveza a mi papá, fui a verlo. Llamé ligeramente a la puerta
del baño. —¿Dex? ¿Estás bien?
Él abrió la puerta. —En realidad no me siento muy bien.
Toque su frente. Su piel naturalmente bronceada era pálida y su
piel estaba un poco húmeda. —¿Crees que te está dando algo? Quizás
deberías ir a mi habitación. Recostarte un rato. 161
—Probablemente debería irme. No quiero que tu padre y tú se
enfermen. —Definitivamente estaba decepcionada, pero realmente
quería creer que tal vez el comportamiento extraño de Dex era el
resultado de que él no se sintiera bien. Aunque dentro, mi instinto me
estaba diciendo que su comportamiento era por algo completamente
distinto, algo que no era un buen presagio para nosotros a largo plazo.
Solo tenía esa mala sensación—. Bueno. Si crees que te sentirías mejor
en tu propia cama.
Los ojos de Dex buscaron los míos. Fui a dar la vuelta y caminar
de regreso a la sala de estar cuando Dex agarró mi codo y me empujó
hacia atrás. Agarró mis mejillas con ambas manos. —Estar en mi
propia cama nunca se sentiría mejor que estar en la tuya. La mía está
sola sin ti, aun cuando no hayas estado en ella todavía.
Sus palabras eran tan dulces, tan contradictorias para su triste
rostro. —Bueno, espero que te sientas mejor.
El asintió. Cuando regresamos juntos a la sala de estar,
encontramos a papá con Bandido. Las dos patas traseras del perro
estaban en el suelo, pero el resto de su cuerpo estaba tendido sobre el
regazo de mi padre en el sofá.
—Parece que has hecho un amigo.
Papá rascó detrás de las orejas de Bandido. —Siempre quise tener
un perro. ¿Es un perro de rescate, Dex?
—Sí. En realidad, lo es.
—¿No sabía que siempre habías querido un perro, papá? ¿Cómo
es que nunca tuvimos uno mientras crecíamos?
La voz de papá era baja, de la misma manera que hablaba cada
vez que nos veíamos forzados a hablar de mi madre. Definitivamente era
un tema que ambos evitábamos, aunque a veces era inevitable. —Tu
mamá nunca quiso uno.
Bandido se bajó del regazo de papá y se sentó al lado de Dex. Mi
padre se puso de pie. —¿Qué tal una cerveza, Dex?
Yo respondí:
—Dex se iba a ir. No se siente bien.
—Es una pena. Mi hija rara vez me permite conocer a alguien con
quien ella está pasando tiempo. Pensé que podría finalmente tener la
oportunidad de poner algunas de esas historias embarazosas de la
niñez a buen uso.
Dex levantó una ceja. —¿Historias embarazosas?
Mi padre caminó hacia la cocina mientras hablaba y agarró una 162
cerveza del refrigerador. —En la guardería, mi pequeña princesa estaba
enamorada del hijo mayor de nuestro vecino, Tommy Moretti.
Me volteé hacia Dex. —Probablemente deberías irte porque no te
sientes bien.
Sonriendo, papá retorció la tapa de la cerveza y la extendió a Dex.
Ambos hombres me ignoraron por completo mientras Dex tomaba la
botella de la mano de mi papá. —De todos modos, Tommy tenía unos
dieciocho o diecinueve años. Bianca tenía quizá siete años. Se hizo
amiga de la hermanita de Tommy, así que pasó mucho tiempo en la
casa de Moretti.
Dex se volvió hacia mí y susurró:
—Hombres mayores incluso en ese entonces, ¿eh?
Puse los ojos en blanco. Mi padre continuó:
—Por supuesto, Tommy estaba más interesado en chicas de su
edad que en niñas de siete años, pero eso no impidió que mi pequeña
princesa se rindiera. Unas cuantas veces encontramos algunas de las
cosas de Tommy en nuestra casa, y Bianca sólo actuaba sobre cómo
debía haberla traído a casa por accidente. Había un par de guantes,
algo de loción de afeitar una vez, un sombrero de béisbol. No fue hasta
que la madre de Bianca limpió su habitación un día que nos dimos
cuenta de que ella estaba ilusionada por ese chico.
—¿Qué encontró? —preguntó Dex.
Cerré los ojos, sabiendo lo que vendría después. Dios sabe que mi
hermana mayor me torturó durante años.
—Bianca aparentemente fue al baño después de que Tommy se
afeitó y recogió todas las pequeñas virutas de vello del fregadero. Tenía
una bolsa bajo el colchón con un año de barba. —Mi padre se rió y
tomó un trago de su cerveza. Después de eso, Dex dijo que se quedaría
un rato. Una cerveza se convirtió en cuatro, y cuando terminamos de
cenar, Dex tenía suficientes historias embarazosas sobre mí para toda
la vida. Podría haber querido matar a mi padre si no hubiera
encontrado extrañamente dulce cuántas cosas locas él recordaba.
Mientras guardaba las sobras en la cocina, vi a mi padre y Dex
uniéndose en la sala de estar. Los dos estaban realmente disfrutando de
la compañía del otro. Durante las últimas dos horas, descubrieron que
tenían bastantes cosas en común, aparte de su mutuo disfrute de las
historias embarazosas de Bianca. A ambos les gustaba pescar, algo que
no podía imaginar a Dex haciendo tan fácilmente. Y ambos estaban en
viejos autos Chevy. Mirándolos sentados juntos y riéndose en la sala de
estar, me llenó de alegría.
—Debo irme. —Mi padre miró su reloj—. Tengo que parar en la
farmacia y recoger la medicina antes de que cierre —dijo papá.
—¿Medicina? ¿Estás enfermo?
163
Papá caminó hacia mí. —No, princesa. La presión arterial está un
poco alta, así que me dieron medicamentos. Muy común a mi edad.
—Bueno.
Bandido estaba rasguñando la puerta principal. —¿Por qué no
salgo contigo? Parece que Bandido necesita una caminata —dijo Dex.
—Déjame tomar un suéter y yo iré contigo.
Caminé hasta mi dormitorio y me fui al armario. Antes de que
pudiera sacar un suéter de la pila en el estante superior, Dex estaba
cerrando la puerta del dormitorio detrás de él.
—Tu papá es un buen sujeto.
Me hubiera gustado no sentir la necesidad de derribarlo. ¿Por qué
un cumplido hacia él parecía que era un insulto a mi madre? —Él
puede serlo a veces, sí.
Dex se acercó a mí mientras me ponía el suéter y apretó mis
hombros. —Me gustaría salir con tu padre solo, si no te importa.
Me di la vuelta:
—Oh. Está bien. ¿Supongo?
Me besó la parte superior de la cabeza. —Gracias. ¿Tal vez solo
puedes mencionar que acabas de recordar una llamada de trabajo que
necesitas hacer o algo así?
—Bueno. Pero volverás después de que saques a pasear a
Bandido, ¿verdad?
Dex echó su cabeza hacia atrás, la cara relajada que había estado
usando las últimas dos horas de repente se fue otra vez. —Sí.
Necesitamos hablar.
Justo como Dex había pedido, fingí una llamada de trabajo
importante y me excusé de llevar al perro a dar un paseo. Después de
despedirme de mi padre, los dos hombres se fueron juntos. Lo último
que Dex dijo fue:
—Regresaré dentro de diez minutos.
Esperé los diez minutos. Pero diez se convirtieron en veinte y
veinte se convirtieron en cuarenta. Antes de que yo lo supiera, Dex se
había ido más de una hora. Finalmente, sintiéndome ansiosa, le envié
un texto.
Bianca: ¿Vas a volver?

164
—¿Qué es lo que te preocupa, hijo?
Había estado perdido en mi cabeza los últimos diez minutos, sin
saber cómo comenzar la conversación que quería tener. Le había pedido
al padre de Bianca que se uniese a mí al paseo de Bandido, luego
estuve casi en silencio todo el camino de cinco cuadras hacia el parque.
—Lo siento. Hay algo que me está molestando.
—¿Te gustaría hablar de ello?
—No sé por dónde empezar. 165
—¿Qué tal desde el principio? No tengo prisa. La farmacia puede
esperar hasta mañana, si es necesario.
Respiré profundamente.
—Está bien. —Había un banco de parque a la izquierda del
camino en el que estábamos. Lo señalé—. ¿Te gustaría que nos
sentáramos?
—Estoy bien. Podemos seguir caminando si lo deseas.
Sin saber de qué otro modo dar la noticia, solté:
—Usted conoce a mi padre. Mi nombre es Dexter Truitt.
El padre de Bianca, Taso, se detuvo en seco en el lugar. Me miró a
los ojos. Encontrando que iba totalmente en serio, dijo:
—Quizás, después de todo, deberíamos sentarnos.

—Ella iba a vivir con su madre. Puede que yo sea de la vieja


escuela, pero una chica debe quedarse con su madre de ser posible.
Nunca hubo una pelea por la custodia. No quería que tuviese
resentimiento contra la mujer a la que debería admirar. —Taso negó y
suspiró—. Eleni no quería mentirle. Fue todo idea mía. No luché con
ella por la custodia de las niñas accedí a apoyar lo que quería y prometí
que nunca me perdería una visita a mis hijas. A cambio, le pedí dos
cosas a cambio. Una, fue decir que fui yo quien tuvo la aventura. Eleni
no sería clara y lo diría, no les mentiría a las chicas si se lo pedía. Pero
prometió nunca contárselo directamente. La noche que me fui para
siempre, pedí perdón a las chicas por lo que había hecho para romper
nuestro matrimonio. Todos los años que siguieron, nunca preguntaron
nada más sobre mi supuesta aventura, y Eleni nunca les dijo nada
diferente.
—Bianca todavía alberga gran rencor contra ti.
Taso hundió los hombros. Se quitó los lentes y se frotó los ojos.
—Lo sé. Cuando organicé el plan hace tantos años, me imaginé
que eran niñas y lo superarían. Aunque Bianca, realmente nunca podía
perdonarme.
En ese momento me di cuenta de cuánta confianza estaba
poniendo Bianca en mí al darme una segunda oportunidad. Nunca le
había otorgado a su padre la misma oportunidad. Me giré hacia Taso y
lo miré directamente a los ojos.
—Tengo que contárselo. 166
Me miró por un largo momento.
—Lo entiendo. Ya no es una niña pequeña que necesita ser
protegida. Es una mujer adulta que merece la verdad de un hombre por
el que claramente se preocupa. Las mentiras fueron lo que terminaron
las cosas entre Eleni y yo. La amaba. Parte de mí todavía lo hace, si
estoy siendo honesto. Pero cuando averigüé lo que estaba sucediendo,
le di una segunda oportunidad. Pensé que quizás podíamos superarlo,
si trabajábamos lo suficientemente duro. Unos meses después, las
cosas habían comenzado a asentarse, cuando la atrapé en otra mentira.
Fui a su oficina y la encontré… bueno… lo siento… realmente no
necesitas conocer los detalles.
Después de eso, nos sentamos y hablamos un poco más. Cuando
vibró mi teléfono en el bolsillo, me di cuenta de que me había ido por
más de una hora. Taso me observó mirar el teléfono.
—¿Mi hija?
Asentí.
—Deberías ir. Sácate esto del pecho. Es una chica grande, ama a
su madre. Con el tiempo, entenderá que a veces cuando una persona
comete un error no siempre es solo falta de esa persona. Lo superará.
Simplemente asegúrate estar ahí para ella cuando necesite pasar por
ello.
Ambos nos levantamos. Tendí la mano a Taso.
—Gracias por entenderlo.
—Cuida a mi niña pequeña.

Saber que era lo correcto, no lo hacía más fácil. Permanecí fuera


de la puerta de Bianca unos minutos antes de finalmente tener agallas
y llamar. Respondió casi inmediatamente y se apartó para que yo
entrase. Bandido se apresuró y se perdió dentro.
—Estaba comenzando a pensar que no ibas a volver.
—Lo siento por eso. Estaba hablando con tu padre y simplemente
perdimos la noción del tiempo.
—Ambos parecen llevarse bien. Realmente no pensé en ello hasta
que los vi juntos, pero tú me recuerdas un poco a mi padre. —Arrugó la
nariz—. ¿Eso es extraño?
—Solo si es extraño para ti.
Sonrió. 167
—¿Te gustaría un vaso de vino?
—Tomaré algo más fuerte, si lo tienes.
Bianca fue a la cocina y trajo un vaso para cada uno. El mío
estaba lleno de un líquido ambarino. Cuando se sentó y me miró con
expectación, tragué la mitad sin ni siquiera olerlo.
Fue directamente al tema.
—Algo te ha estado molestando desde que llamaste a mi puerta
más temprano. ¿Qué está sucediendo?
Tomé una profunda bocanada de aire.
—Hay algo que necesito hablar contigo.
—Está bien…
—Es algo sobre lo que no vas a estar feliz.
Fue su turno para beber algo de líquido para armarse de valor.
Bebió la mitad de su copa de vino y luego me miró directamente a los
ojos.
—Prefiero la verdad, incluso si es algo que puede que no quiera
escuchar, Dex.
—Está bien. —No había un modo fácil de decirlo, así que
simplemente lo solté—. Mi padre tuvo una aventura con tu madre.

El suelo iba a desgastarse por su caminar. Bianca tenía sus bolas


plateadas contra el estrés rodando a un kilómetro por minuto mientras
ella caminaba hacia adelante y hacia atrás. Le había explicado lo que
sabía por la charla con mi padre y ahora estaba intentando darle
sentido a las mentiras. Había pasado por el estado de incredulidad y
pasó a la furia en los últimos quince minutos.
—¿Por qué mentiría él y me haría tenerle rencor durante la mayor
parte de veinte años?
—Estaba intentando protegerte.
Se congeló.
—¿Mintiéndome? Las mentiras no protegen a nadie más que al
mentiroso.
—Creo que hay dos tipos de mentiras. Una mentira para proteger
algo y una mentira para escapar de algo. Él no estaba intentando 168
escapar de nada.
—¿Así que crees que está bien que me dejase pensar todo este
tiempo que era un adúltero?
Me froté la nuca. Necesitaba tener cuidado aquí. Bianca solo
estaba comenzando a confiar en mí de nuevo, y probablemente no era
buena idea hacer que ella sospechase que me parecía bien mentir. Así
que en lugar de darle una opinión de que su padre hizo lo correcto al
mentir, decidí abstenerme de tener esa conversación. Había estado
dándole distancia, pero me sentía como si ella necesitase consuelo físico
casi tanto como yo necesitaba dárselo.
Interponiéndome en su camino, cubrí sus manos con las mías. El
bajo zumbido de sus bolas anti-estrés se acalló.
—Ven aquí. —Al principio dudó, pero luego me dejó envolverla
firmemente en mis brazos.
—Dios, Dex. Siento como si toda mi vida fuese una mentira.
Pensé que mi padre era el malo, y mi madre era la buena, pero en
realidad era al contrario.
—No creo que haya bueno y malo. Creo que una persona
simplemente cometió un error y la otra persona intentó hacer que ese
error no evitase que vieses toda la bondad en esa persona.
Estuvo callada por un largo momento. Cuando finalmente habló,
su voz era temblorosa:
—Mi madre es una adúltera.
—No dejes que eso la defina. La gente comete errores, Bianca.
Echó la cabeza hacia atrás.
—¿Ves a tu padre como un adúltero?
—Sí, pero eso es diferente. Mi padre no cometió un único error.
Toda su vida es una serie de aventuras, mentiras e infidelidades. No fue
un único error, fueron cientos de mentiras.
—¿Cómo sabes que mi madre no es de esa manera? Por todo lo
que sé, ella tuvo cientos de aventuras.
—Hablarás con ella. Ya no eres una niña. Te dirá la verdad.
Bianca tomó otra copa de vino y hablamos un poco más. Luego
me pidió que me quedase por la noche. Quería que la sostuviese y yo no
quería nada más que darle el consuelo que necesitaba. Me había
quitado la ropa pero me había dejado los calzoncillos antes de meterme
en la cama. Esta noche no iba sobre sexo, aunque estaría mintiendo si
dijese que su trasero no se sentía espectacular mientras moldeaba mi
cuerpo contra el suyo desde atrás. Le besé el hombro una vez mientras
hacíamos la cucharilla en la oscuridad. 169
—Consigue algo de descanso. Podemos hablar más por la
mañana, si quieres. ¿Está bien?
Suspiró.
—Está bien.
Después de unos minutos, su respiración se hizo más lenta y
pensé que se había quedado dormida. Su voz fue un susurro cuando
habló:
—¿Dex?
—¿Qué necesitas?
—Gracias por decirme la verdad esta noche. Sé que no pudo
haber sido fácil hacerlo.
—No lo fue. Odio el pensamiento de causarte algún daño y sabía
que esto sería muy difícil para ti escucharlo.
—Lo fue. Pero tenerte aquí realmente me ayudó a sobrellevarlo.
—Estoy contento.
—Lo digo en serio. Esa fue una verdad horrible a la que
enfrentarme y lo hiciste soportable.
Le besé de nuevo en el hombro.
—Lo entiendo ahora. Podemos pasar por cualquier cosa juntos
mientras seamos honestos el uno con el otro.
No tenía ni idea en ese momento, pero sobrepasar cualquier cosa
no siempre era posible.

170
Cuando la llama de la única vela apareció en mi vista, me volteé
hacia él.
—¿De nuevo? ¿En serio?
Dex resopló y luego ofreció una risa profunda y traviesa que sentí
atravesar mi corazón. Esto se estaba convirtiendo en algo. Todos los
días esta semana era una aparente celebración.
Alrededor de diez empleados del restaurante se aproximaron a
nuestra mesa y comenzaron a cantarme el feliz cumpleaños. Esto
podría haber parecido normal excepto por dos cosas. Número uno, no 171
era mi cumpleaños. Número dos, era la tercera vez esta semana que
Dex le había dicho eso al personal en diversos restaurantes para ganar
una porción de torta en celebración por cumplir un año más.
Dex Truitt tenía un sentido del humor bastante extraño, el cual
ya conocía. Pero realmente aprecié sus intentos de tratar de sacar de mi
mente la situación con mi madre. Sabía que estaba postergando la
confrontación sobre el asunto y la mentira.
Dex y yo decidimos disfrutar la semana sin preocuparnos por
nada más que por estar juntos. Después de todo, lo que hicieron en el
pasado estaba hecho. Aunque tenía que hablar con mi madre, no había
prisa porque el daño ya había sido infligido.
Asentí hacia el personal después que terminaran de cantar.
—Gracias. —Me volví hacia Dex—. ¿Por qué sigues haciendo esto
otra vez?
—¿El pastel de cumpleaños?
—Sí.
—Porque puedo escuchar esa misma risa hermosa y avergonzada,
una y otra vez. —Dex siempre decía lo mismo una vez que estábamos
completamente solos: "Pide un deseo y sopla". La forma en que decía
sopla siempre sonaba sugestiva.
A pesar de su mente sucia, continuó controlándose en
presionarme para tener sexo. Estaba siendo ultra cuidadoso, casi
demasiado, para no cometer errores conmigo. No habíamos dormido en
la misma cama desde la noche que Dex me habló de nuestros padres.
Incluso entonces, había sido cauteloso, intencionalmente
conteniéndose. La mayoría de las noches, él insistía en dormir en su
propia casa después de dejarme.
La voz de Dex me sacó de mis pensamientos.
—Sabes que no es sólo tu problema, Bianca. Es nuestro problema.
Implica a mi padre tanto como a tu madre. La culpa no la tiene nadie.
Comparte un poco la carga sobre tus hombros. Tomaría toda la carga,
si pudiera.
Fue el primer momento en mi vida que sentí como si tuviera un
cómplice. Empezaba a darme cuenta que quizá Dex había estado ahí
para quedarse.
—No irás a ninguna parte, ¿verdad?
—No podría si lo intentara, Bianca. ¿Por qué siquiera preguntas?
¿Esperabas que fuera a algún lugar?
—No lo sé. Tal vez en algún punto sí. Creo que simplemente me
sorprendió el hecho de tenerte, que no me vas a dejar.
—¿Finalmente te estás dando cuenta de eso?
172
—Creo que lo sí. —Sonreí.
Dex extendió las manos a través de la mesa y tomó mis manos en
las suyas
—Nunca me he sentido conectado a nadie como contigo. Se siente
casi químico. No nos conocemos desde hace tanto tiempo, pero en
algunos aspectos, parece que pasaron cien años, ¿no?
Estaba completamente de acuerdo.
—Es cierto.
—Y sé que esto va a sonar extraño, pero siento que esto estaba
destinado a suceder, incluso la cosa con nuestros padres. Tan sórdido
como puede haber sido en ese momento, tenían una conexión, igual que
nosotros. Y tal vez hay algo en eso. Tal vez hay predisposición hacia el
otro es genética o algo así. No lo sé. Todo lo que sé es que… —Respiró
profundamente y pareció detenerse.
—¿Qué?
Dex negó.
—Nada.
—Estabas a punto de decir algo y luego te detuviste.
—Sí. Estaba a punto de decir algo… pero es tan importante que
no siento que sea el momento adecuado. No quiero que esté
contaminado por tu estado de ansiedad.
Hmm.
—Bueno, mi ansiedad no va a pasar hasta que decida
enfrentarme a mi madre.
—Creo que debería estar allí cuando lo hagas.
—El cumpleaños de mi madre es este domingo. Alexandra quiere
que vayamos a celebrar. Mi hermana realmente quiere conocerte.
Le había contado a Alexandra toda la identidad de Dex, pero no
había tenido la oportunidad de darle la noticia del asunto de nuestra
madre.
—Bueno, entonces iré contigo a la fiesta —dijo.
—El problema es que no quiero hacer una escena en el
cumpleaños de mi madre, pero no estoy segura de poder soportarlo, ya
que será la primera vez que la vea desde que lo descubrí.
—¿Por qué no vamos de a poco y vemos cómo van las cosas?
—De acuerdo.
Pidiendo un deseo, finalmente soplé mi vela. 173

—Simplemente no puedo creer esto —dijo Alexandra. Podía oír


que estaba llorando.
—Lo sé. Realmente siento haber revelado esto esta noche, pero no
quería sorprenderte con la guardia baja el domingo, en caso que
perdiera los estribos con mamá.
Había decidido llamar a mi hermana y contarle la historia
completa de nuestra madre y Dexter Sr. Estaba tan sorprendida como
yo al saber la verdad sobre cómo realmente sucedió el deterioro del
matrimonio de nuestros padres.
—Honestamente, eso tiene mucho sentido —dijo.
—¿Cómo es eso?
—Por qué papá siempre lucía tan triste cuando supuestamente él
había tenido la aventura.
—Sabes, tienes razón. Eso nunca tuvo mucho sentido.
Alex resopló.
—Espero que haya valido la pena.
—¿La aventura?
—Sí. Le costó el matrimonio, nos costó todo.
—Aunque, de una manera extraña, me llevó a Dex. Si no fuera
porque pensaba que su padre le había hecho daño a mamá, quizá
nunca me hubiera ofrecido tan voluntariamente. Es como si el universo
me diera algo a cambio.
—Realmente te preocupas por él, ¿no?
—Hemos pasado por mucho, pero sí, estoy bastante segura que
me estoy enamorando de él. —Fue la primera vez que lo admitía en voz
alta, pero no había ninguna duda en mi mente de cómo me sentía sobre
el hombre—. De hecho, estoy segura de ello.
—Guao. Entonces, supongo que es definitivamente momento que
lo conozca.
—Sí… ya pasó tiempo. Lo amarás. Es extremadamente
carismático y realista. A mamá le encantó enseguida. Por supuesto, no
tenía ni idea de quién era su padre.
—Bueno, eso está a punto de cambiar. Cuanto antes se lo digas,
mejor.
—Está bien, el domingo entonces.
174

Dex estaba justo fuera de mi dormitorio con los brazos cruzados.


Con una mirada seductora, me observó atentamente mientras me
arreglaba el cabello.
Llevando un vestido negro, abotonado, pensarías que iba a un
velorio en lugar de la fiesta de cumpleaños de mi madre.
Definitivamente no estaba de humor de celebrar nada, y mis nervios
estaban al máximo porque sabía que una vez que terminara la
celebración, hablaría con ella sobre la aventura.
—Estás extremadamente tensa —dijo, acercándose lentamente a
mi lugar frente al espejo.
—Lo estoy.
Dex se acercó a mí y puso la mano en mi culo.
—No lo estés. Te cuido las espaldas.
Acerqué mi trasero a su mano.
—Esa no es mi espalda.
Me dio un apretón.
—Tienes el culo más asombroso, pero hablaba en serio.
Me volví hacia él y le rodeé el cuello con los brazos antes de darle
un beso en los labios.
—Lo sé.
Dex me miró a los ojos durante un rato antes de decir:
—Quiero ayudarte a relajarte antes que nos vayamos.
—¿Cómo harás eso?
—Es hora de que tu coño se familiarice con mi boca.

175
Comencé a probarla. Cuando ella se recostó en la cama con su
vestido negro levantado hasta su cintura, la besé arriba y abajo en sus
muslos y sobre su estómago. Su respiración era pesada, y era difícil
saber si eso era por anticipación o nervios.
Sólo había una forma de averiguarlo y eso era presionar mi
lengua contra su clítoris. El gemido que escapó de ella fue toda la
confirmación que necesitaba de que estaba más que bien con esto.
Con cada movimiento de mi lengua, quería que ella supiera lo
mucho que había querido esto, lo bien que se sentía al finalmente 176
probarla. Mi polla estaba más allá de lista para explotar mientras
sumergía mi boca en ella mientras movía sus caderas debajo de mí. Jalé
sus muslos hacia mí para acercar su cuerpo a mi cara, y la inhalé.
Se sentía tan bien darle placer que casi había olvidado que se
suponía que no se trataba de mí. Se trataba de hacer que ella se viniera
tan duro contra mi rostro que no tenía otra opción que estar relajada
esta noche. Sin embargo, yo era el que tenía la erección dura como una
roca y la necesidad insaciable de seguir devorándola, para prolongar
esto.
Siempre me encantó probar a las mujeres, pero honestamente
puedo decir que nunca antes había sentido que podía venirme con solo
el acto. Con Bianca, era diferente. Darle un intenso placer, ver sus
sensaciones corporales anular los pensamientos en su mente era
verdaderamente excitante y fascinante.
Aparte de un delgada parte, estaba en su mayoría afeitada. Sabía
que sentiría los efectos de mi rastrojo rozando contra ella mañana.
Llegué a respirar el tiempo suficiente para lamer mis dedos antes
de deslizarlos dentro de ella mientras yo seguía comiéndola. Me encantó
la sensación de sus manos agarrando mi cabello fuertemente. Si eso no
significaba que estaba disfrutando, no sabía qué lo hacía. Cuando sentí
que estaba cerca, ralenticé mi ritmo, sólo para que empujara mi cabeza
hacia ella. Al parecer, fui un tonto al pensar que yo era el que tenía el
control. Aplicando más presión, sentí su hermoso coño pulsando el
clímax contra mi lengua. Lo seguí inquebrantablemente hasta que sus
caderas dejaron de moverse.
El cuerpo de Bianca estaba flácido mientras se recostaba en la
cama.
—Vaya —exhaló ella—. Eso fue... guao.
—Vamos a llegar tarde —dije con una sonrisa burlona—. Después
de la fiesta, te llevaré a mi casa esta noche. Y cualquier cosa y todo lo
que me dejes hacer... Te lo voy a hacer. Vístete mientras voy al baño.
Con su sabor todavía en mi lengua, me aventuré en el cuarto de
baño y me masturbe, repitiendo los últimos minutos en mi cabeza,
sintiendo como si no hubiera vuelta atrás después de esta noche;
necesitaba estar dentro de ella más tarde.

La madre de Bianca nos saludó en la puerta de la casa de su


hermana. —Es muy bueno verte de nuevo, Dex.
—Feliz cumpleaños, Eleni. 177
Bianca miró a su alrededor. —¿Dónde está Alexandra?
—Ella solo fue a buscar algunas velas para el pastel. Le dije que
no se molestara, pero ya conoces a tu hermana. Ella quiere que todo
sea perfecto. Le dije que era mejor no quemar la casa con el número de
velas en mi pastel este año.
Bianca me miró tímidamente. —Qué te parece... un pastel de
cumpleaños esta semana que no es para mí.
Luciendo confundida, Eleni preguntó:
—¿Qué es eso?
—Dex ha estado diciendo al personal en cada restaurante al que
hemos ido esta semana que es mi cumpleaños. He tenido cuatro
pasteles y cuatro serenatas.
—Tengo que amar a un hombre con sentido del humor. ¿Tienes
un hermano mayor por casualidad, Dex? —bromeó Eleni.
Oh, la ironía.
Un tipo alto y rubio me salvó de la torpeza de ese comentario.
—¿Dex? —Él extendió la mano—. Brian... el marido de Alexandra.
Encantado de conocerte.
Le ofrecí un firme apretón de manos, y le dije:
—Bueno ponerle un rostro al nombre, Brian. Bianca me ha
hablado mucho de ti.
—¿Dónde están las chicas? —preguntó Bianca.
—Ellas se fueron con Alex a la tienda. —Señaló una plétora de
aperitivos que estaban dispuestos en la isla de granito—. Sírvanse algo
de comer. Tengo un mini bar en la esquina.
—Gracias, Bri. —Bianca sonrió, pero cuando su cuñado se alejó,
supe que estaba empezando a asustarse un poco. Estaba mirando hacia
el espacio, con la mirada fija en una chimenea eléctrica encajada en la
pared.
Froté su espalda y le pregunté:
—¿Estás bien?
Ella soltó una respiración temblorosa. —Sí. No voy a hablar con
ella hasta después de la fiesta. No quiero arruinarlo.
Hablé bajo:
—Bueno. Con lo que sea que estés cómoda. Déjame hacerte una
bebida. ¿Qué quieres?
—Un ron y Coca-Cola sería genial. 178
Después de preparar su bebida, noté un ingreso muy alborotado
en la puerta principal. La hermana de Bianca aparentemente había
regresado con sus hijas. Me quedé en la cocina, dejando que Bianca
tuviera tiempo con sus sobrinas.
El sonido de los tacones de una mujer acercándose a la cocina me
hizo enderezar mi postura. Sonreí mientras su hermana se acercaba a
mí. Mi sonrisa se desvaneció rápidamente cuando una incómoda
familiaridad se asentó.
La conocía.
Simplemente no podía entender por qué parecía conocerla.
Ni siquiera podía recordar lo que le había dicho durante nuestra
presentación. Todo estaba borroso porque estaba demasiado
concentrado en su rostro, tratando de descifrar el misterio.
Mi mente estaba corriendo, nuestra conversación moviéndose
dentro y fuera de mi cerebro como los autos de Fórmula Uno circulando
alrededor de un hipódromo.
Sonreír.
Asentir.
Hablar.
Repetir.
¿Por qué es tan familiar? Maldita sea, Dex. Piensa.
En algún momento durante la cena, mientras seguía mirando
furtivamente a Alexandra, la comprensión me golpeó como una tonelada
de ladrillos. Mi garganta parecía que se estaba cerrando.
Sin excusarme, me levanté en busca de una huida para que
Bianca no pudiera sentir mi súbito pánico. Dentro de los confines del
cuarto de baño, me miré en el espejo. Se formaban gotas de sudor en mi
frente. Mi corazón palpitaba tan rápido que se sentía capaz de romper.
El rostro de Alexandra era familiar porque se parecía al que había
mirado todos los días durante la mitad de mi vida.
Se parecía a mi padre.

Me tomó diez minutos recoger suficiente energía para volver al


comedor.
Bianca me miró y pareció confundida. —¿Estás bien, Dex? 179
—No... Creo que atrapé algún tipo de virus.
—¡Oh no!
—Sí. Um... Necesito irme. Lo siento mucho. Sé que estabas
contando conmigo estando aquí, pero realmente no quiero enfermar a
nadie.
Y ahí estaba yo, volviendo a mentir. Pero decir la verdad en este
caso —en este preciso instante— simplemente no era una opción.
Decirle a Bianca que sospechaba que su hermana podía ser la hija de
mi padre basándome en el parecido solo no era una opción. Pero más
que eso, lo impensable —que la paternidad de Bianca podría estar en
duda— no era una opción. No podía tampoco ir tan lejos hasta que
hiciera los cálculos y confrontará a mi padre. Ni siquiera podía
imaginarlo.
—¿Estás seguro? —La mirada de miedo en sus ojos parecía
coincidir con la mía, aunque estaba preocupada por una razón
totalmente diferente.
—Seguro. Lo siento mucho.
—Está bien. No lo hagas.
Mientras estaba saliendo por la puerta, todo en lo que podía
pensar era que me hubiera gustado decirle que me encantó esta
semana en el restaurante. Me había reprimido, pensando que era
demasiado pronto. Ahora, deseaba haberle dicho lo que sentía antes de
que todo cambiara en un instante.
Conmocionado, ni siquiera había llamado a mi conductor antes
de salir, así que estaba de pie afuera en el frío sin un viaje. Estaba
empezando a llover cuando empecé a caminar, zigzagueando a través de
la gente y el tráfico. Al levantar mi teléfono celular, llamé a mi padre.
Su mujer respondió:
—¿Hola?
—Myra, ¿está mi padre en casa?
—Sí. ¿Está todo bien?
—Por favor, ponlo al teléfono.
La voz de mi padre llegó unos segundos después. —¿Dex?
—Papá... necesito que pienses, ¿de acuerdo? —Las palabras
salían más rápido de lo que mi mente podía evocarlas—. Cuando tú y
Eleni Georgakopolous tuvieron el romance... ¿exactamente hace
cuántos años fue eso?
—Te dije que era recurrente...
—¿Veintisiete... hace veintiocho años? ¿Qué? ¡Piensa! 180
—Espera. —Hizo una pausa—. Comenzó hace unos veintinueve
años y duró unos seis años.
Mi estómago se estaba retorciendo.
—Cuando tuviste sexo con ella... ¿usaste protección?
Por favor di que sí.
Después de una pausa, dijo:
—No puedo recordar cada vez, hijo.
—¿Cómo no te acuerdas?
—Creo que dijo que estaba tomando la píldora, pero
honestamente... fue hace mucho tiempo.
Levanté la voz. —¿Nunca has usado un condón?
—No. Nunca.
—¿Cómo pudiste?
—Supongo que confié en ella. No era responsable. De todos
modos, ¿por qué me preguntas todo esto?
—Vi a la hermana de Bianca esta noche por primera vez.
—¿Y?
—Papá... —Tragué—. Ella se parece a ti.
Silencio.
—¿Crees que es mi hija?
La lluvia empezó a caer sobre mí.
—Creo que hay una posibilidad.
—¿Cómo puedes estar seguro de que no sólo estás buscando
similitudes por lo que te dije sobre el asunto? Podrías estar paranoico y
buscando problemas.
—No. Desearía que ese fuera el caso. El pensamiento jamás se me
pasó por la cabeza hasta que vi su rostro. Ella se parece demasiado a ti.
Pero, Dios, nunca podría haber imaginado que hubieras sido tan
irresponsable como para permitir esta posibilidad. ¿Cómo pudiste hacer
esto?
—Nada está confirmado. E incluso si lo que estás diciendo es
verdad... ¿por qué estás tan preocupado?
—¿No puedes estar preguntando eso? Me estás diciendo que
técnicamente podrías ser el padre de la hermana de mi novia, que
estabas durmiendo con su madre durante el período en que ambas
mujeres fueron concebidas. Sólo hay un par de años entre ellas. ¡Ahora
ni siquiera puedo estar seguro de si estoy enamorado de mi propia 181
hermana! ¿Cómo diablos no puedes saber por qué estoy preocupado?
La gente de la calle estaba mirando mientras yo gritaba en el
teléfono.
—Cálmate, Dex.
—No me digas que te tranquilices. ¡Lo único que me hará
calmarme es despertar de esta pesadilla!
Ni siquiera podía recordar colgar el teléfono. Lo siguiente que
supe fue que estaba en una tienda de licores y me fui con una gran
botella de Fireball en una bolsa de papel marrón.
Cuando Sam se detuvo afuera, sólo había un lugar donde podría
soportar ir.
—¿Dónde, señor Truitt?
Tomé un sorbo y disfruté el ardor del alcohol deslizándose por mi
garganta. —Brooklyn.
Esta mierda es repugnante.
No es que importara. Cuando llegué a Brooklyn, ya había notado
el repulsivo sabor de una botella de alcohol. Le había dicho a mi chofer
que no esperara, así que cuando Jelani no contestó al timbre, me quedé
en el porche de su casa y procedí a beber de la bolsa de papel marrón
como una persona sin hogar. Extrañamente, mientras estaba ahí
sentado por más de una hora en la oscuridad, empecé a preguntarme
si así se sentía una persona sin hogar. Por supuesto, no tenían un
hogar en un pent-house de varios millones de dólares con vista al
parque, pero me sentía sin hogar en este momento, como si no tuviera 182
un ancla, nadie a quien acudir. En los meses que había conocido a
Bianca, de alguna manera se había convertido en mi hogar en mi
corazón y tener un lugar real al cual recurrir había perdido sentido.
Tomé otro trago grande de la bolsa y saboreé la calidez que recorrió mi
cuerpo. Pude ver cómo la gente bebía para reemplazar el calor en sus
vidas frías.
Debo haber estado dormitando durante un tiempo, porque en un
minuto estaba contemplando el significado de la vida mientras bebía de
mi mejor amigo con sabor a canela, y al siguiente alguien pateó mis
pies.
—¿Tratando de ver cómo vive la otra mitad, mi amigo? —Jelani
estaba de pie sobre mí, sonriendo mientras me despertaba nuevamente.
Tropecé cuando me puse de pie, sintiendo el efecto total del alcohol en
mi equilibrio.
—No sabía a dónde ir.
Jelani asintió como si lo entendiera y me invitó a entrar. Habló
mientras desempacaba algunos comestibles de una mochila de lona que
estaba colgada sobre su pecho.
—¿Problemas de mujeres o familia?
¿No es eso irónico?
—Ambos.
—¿Qué tal un poco de café? —Señaló a la botella que seguía en
mi mano—. Creo que podría ser una mejor idea que cualquier cosa que
tengas en esa bolsa de papel.
Jelani molió algunos granos y puso una taza de café en un viejo
percolador de plata sobre su estufa de gas. Mientras estaba ocupado,
tomé asiento y eché un vistazo a las nuevas tallas que había alineado
en la mesa de la cocina. La primera era una morsa pequeña, el mismo
animal espiritual que Jelani había sugerido que comprara la primera
vez que nos conocimos.
—Compré la cabra, pero tenías razón al sugerir la maldita morsa.
—Ah. El guardián de los secretos. —Coloco dos tazas de café
negro sobre la mesa y deslizó una frente a mí—. ¿Tu amiga tiene
algunos esqueletos en su armario que te han llevado a preguntar si es
la mujer adecuada para ti?
—Podría decirse.
Jelani sorbió su café, contemplándome por encima del borde de la
taza.
—Tenemos un viejo refrán de donde vengo. Mares tranquilos no
hacen a un marinero experto. Como hombres, nos hacemos más fuertes 183
aprendiendo a montar las olas mientras mantenemos el barco en
curso.
—Sí… bueno… —resoplé—. Esto es más como un tsunami. ¿Has
logrado que muchos marineros sobrevivan a un tsunami?
—No hay un problema demasiado grande que Dios no pueda
resolver.
Tomé un sorbo de café amargo y negro, y decidí que necesitaba
algo si Dios entrara en esta conversación. Estaba muy molesto con el
tipo grande en el cielo a estas alturas. Sirviendo un poco de alcohol en
mi café, lo mezclé con mi dedo mientras Jelani miraba. Después de un
trago medicinal de la taza, lo puse sobre la mesa y miré a mi extraño
amigo.
—Me enamoré de una mujer.
Jelani sonrió.
—Y esta noche me enteré que ella y yo… es muy probable que
tengamos el mismo padre.
La sonrisa de Jelani desapareció. Luego deslizó su taza a mi lado
y me hizo un gesto para que le sirviera un poco de alcohol.
—¿Quieres saber algo jodido? —Acababa de explicarle todo el
drama sórdido de mi padre a Jelani.
Arqueó las cejas.
—¿Hay algo más jodido que eso? ¿Cuánto más queda se ese
desagradable líquido en la bolsa?
Ambos reímos.
—No estoy seguro que me importe que sea mi hermana. Incluso
borracho y pensando que podríamos compartir el ADN, no me hace
quererla menos.
—Muchas familias reales mantienen sus líneas de sangre intactas
al casarse dentro de la familia. La monarquía de Monomotapa en
Zimbabwe practicaba el incesto a base regular. El rey se casaba con
frecuencia con sus hijas o hermanas para tener hijos de sangre pura.
Cleopatra se casó con sus dos hermanos
—¿Tienes algo más reciente? ¿Más o menos en el siglo veintiuno?
Jelani forzó una sonrisa. Fue entonces cuando me di cuenta de lo
mucho que los huesos de sus mejillas se habían pronunciado. Había 184
estado tan atrapado en revolcarme en mi último drama, que ni siquiera
había notado que había perdido más peso.
—No estás comiendo. ¿Tu tratamiento te hace sentir peor?
Como de costumbre, actuó de manera casual.
—Tiene sus días malos y buenos.
—¿Cuándo fue la última vez que comiste una verdadera comida?
—No hace mucho. La sopa es mi amiga estos días.
Lo miré fijamente.
—Mañana por la noche. Te llevaré a cenar a mi restaurante
favorito.
—Sospecho que posiblemente tú seas el que se sienta
nauseabundo después de beber esa cosa.
Los dos estuvimos callados por un minuto. Finalmente fue Jelani
quien habló.
—Tienes que decírselo.
—Lo sé.
—Todo saldrá como esté destinado.
Seguro como la mierda esperaba que tuviera razón. Porque hoy,
más que nunca, me di cuenta de lo que estaba destinado para mí y
Bianca.

El café me había despertado, pero no completamente, lo cual, en


lo que a mí respecta, era una cosa muy buena. El taxi me dejó frente al
edificio de Bianca, y permanecí inmóvil durante veinte minutos mirando
su ventana. Podía ver desde la calle que la luz de su dormitorio estaba
encendida, pero no estaba seguro si ella la había dejado así cuando nos
fuimos antes en la noche. Necesitaba algunas malditas pelotas, para
realmente entrar en el maldito edificio y comprobar si estaba en casa; y
de repente la luz se apagó y recibí mi respuesta. Está en casa. Respiré
profundamente y fui hacia ella antes de cambiar de opinión.
—¿Dex? —Bianca abrió la puerta justo cuando levanté mi mano
para llamar por segunda vez. Me dio una mirada y se preocupó
inmediatamente—. ¿Estás bien? ¿Has empeorado o algo así?
—¿Puedo entrar?
—Por supuesto. Por supuesto. —Se hizo a un lado. 185
Bianca cerró la puerta detrás de mí.
—Te ves terrible. Deberías estar en cama. —Extendió la mano
para tocar mi frente. Dios, estoy tan jodidamente enamorado de ti—. No
estás caliente. Al menos no hay fiebre.
No pude detenerme. La envolví en mis brazos y me aferré a ella,
dándole el abrazo más grande y apretado que jamás le he dado a nadie.
Podría haber estado aplastándola un poco, pero no podía dejarla ir.
Después de un largo rato así, finalmente intentó retroceder un poco.
Nuestras narices estaban apenas a unos centímetros de distancia
cuando me miró.
—No estás enfermo. ¿O sí?
Negué.
—¿Que está pasando? ¿Tiene algo que ver con mi madre? ¿Te
asustó que fueras a verla sabiendo lo que había hecho? Tenía la
sensación de que iba a molestarte más de lo que pensabas.
Asentí. De repente, era un jodido mudo, aunque tenía tanto que
necesitaba decirle.
Sus hermosos ojos se volvieron tristes.
—Ve a sentarte. Te serviré un poco de vino y podremos hablar.
Se liberó de mis brazos y se dirigió a la cocina. Justo antes que
estuviera fuera de mi alcance, repentinamente tomé su mano,
acercando su espalda contra mí. Ella sonrió, pensando que estaba
jugando, pero iba muy en serio. Si este iba a ser nuestro último
momento de nuestra relación, si todo en nuestra jodida vida estaba a
punto de cambiar, quería un último beso.
Tomando su bello rostro en mis manos, la besé hasta que no
había duda de que significaba todo para mí. Después, parpadeó unas
cuantas veces como si tuviera que esforzarse para volver a la realidad.
—Me estás asustando, Dex —susurró—. Ese beso me pareció una
despedida.
Si este era el principio del fin, no era la forma que quería que
recordara nuestro último beso. Le acaricié el rostro.
—Te amo, Bianca. Te amo mucho, cariño.
Lucía sorprendida por mi declaración. Demonios, me sorprendió
como la mierda también, que las palabras salieran de mi boca. Pero
incluso después de haberlas dicho, me alegré. Necesitaba saber la
verdad. Toda la verdad. Bianca se puso de puntitas y me besó
suavemente, luego se alejó para mirarme a los ojos.
—También te amo, Dex.
Deseaba poder congelar el tiempo y permanecer en este momento
186
para siempre. Pero muy pronto, Bianca se preparó para nuestra charla.
—Anda. Ve a sentarte, y te serviré ese vino para que podamos
hablar.
Me sonrió desde la cocina. ¿Era un idiota total por decirle que
estaba enamorado de ella unos minutos antes que le dijera lo que tenía
en mente? Estaba radiante mientras servía dos copas de vino. Parecía
que mi afirmación había calmado la preocupación que había tenido al
verme, y aquí estaba a punto de destrozarla. Dios, esperaba no hacer
las cosas más difíciles, porque era un bastardo egoísta y quería un
último beso si las cosas no salían bien.
Bianca colocó las copas de vino tinto en la mesa de café y se
acomodó en el sofá frente a la silla donde estaba. No había notado lo
que llevaba hasta ese momento. Más bien, lo que no llevaba. Es decir,
poca ropa. Llevaba unos pantaloncillos ajustados negros y una
camiseta de tirantes de color rosa claro que se aferraba a su hermosa
piel naturalmente bronceada. Cuando levantó su copa para sorber su
vino, vi que no llevaba sujetador debajo de la camiseta y sus pezones
estaban completamente erectos y apuntando hacia mí.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Mi boca se hizo agua al verlos. Fue una agonía obligarme a cerrar
los ojos y recordarme: Podría ser tu hermana. Podría ser tu jodida
hermana. Cuando volví a abrir los ojos, podría haber jurado que sus
exuberantes pezones habían duplicado su tamaño. Me pasé las manos
por la cara.
—¿Crees que podrías ponerte una bata o algo?
Bianca bajó la mirada y notó lo que estaba viendo.
—¿No te gustan mis pezones?
—Me gustan mucho. Jodidamente demasiado. No puedo
concentrarme mientras me provocan.
Se rio como si pensara que estaba bromeando, pero luego fue a
tomar su albornoz. Bebí mi copa llena de vino en los dos minutos que
desapareció. Cuando regresó con una bata sexy de seda roja que estaba
abierta, levanté su copa y la terminé también.
Al ver las dos copas vacías, Bianca sujetó su bata y se sentó.
—Háblame.
No sabía por dónde empezar. Respiré profundamente, seguido por
un recuerdo mental de ella, como si fuera la última vez que la vería, y
luego abrí la boca.
—Tu hermana es la viva imagen de mi padre.
187
—¿Cómo es eso posible?
Dex se pasó los dedos por el cabello.
—Llamé a mi padre después de irme. Confirmó que el tiempo
podría ser el mismo. Y que nunca usó protección.
—Debes estar imaginándolo. Alexandra se parece tanto a mi
padre. ¡Tienen los mismos gestos, el mismo sentido del humor, incluso
sujetan el tenedor de la misma manera extraña!
—Esas cosas son aprendidas. No es genético.
188
—Ambos tienen cejas espesas.
—Ese es un rasgo bastante común. Me atrevería a decir que
incluye a la mitad de la población de Grecia.
—Te equivocas. Tienes que estar equivocado.
Dex sacó el teléfono de su bolsillo y presionó unos botones, luego
bajó el pulgar hasta encontrar lo que sea que buscaba. Girándolo para
que la pantalla esté hacia mí, levantó la palma. Pude ver que había
entrado a Facebook.
—Es la página de mi padre. Mira algunas de sus fotos.
Dudé, pero finalmente la curiosidad ganó. La primera foto que vi
casi detuvo mi corazón. Era como si estuviera mirando una imagen
generada por computadora de mi hermana en versión hombre. Tenía
que ser una coincidencia. Pasé a la siguiente.
Los ojos de mi hermana.
Siguiente.
La barbilla de Alexandra.
Siguiente.
Su sonrisa. La hermosa sonrisa de Alexandra. Las lágrimas
brotaron en mis ojos.
Dex extendió la mano e intentó cubrir el teléfono para impedir
que mirara más. Lo aparté, necesitando ver más. Pasé y pasé…
buscando alguna pista de esperanza que todas las fotos anteriores
fueran sólo un mal ángulo o algo así. Pero para el momento en que
frenéticamente llegué al final de las imágenes, las lágrimas estaban
cayendo.
Dex se puso de rodillas, y quedó frente a mí.
—Lo siento. Lo siento mucho.
Trató de abrazarme, me ofreció consuelo, pero no podía
convencerme todavía. Necesitaba saber más.
—¿Tu padre sabía?
—Afirma que no tenía ni idea.
—¿Mi madre sabe la verdad?
—No lo sé.
—Ella comenzó a trabajar allí un año antes que Alexandra
naciera. ¿Qué diablos hizo? ¿Saltó a la cama del jefe a la primera
oportunidad que tuvo? —No estaba realmente haciéndole una pregunta
a Dex, a pesar que tenía muchas.
—No sé lo que realmente sucedió. Mi padre fue vago en todos los 189
detalles. Lamentablemente, tuve la impresión que no era porque estaba
siendo intencionadamente ambiguo, sino porque era un asunto
frecuente para él durante su matrimonio, y no puede recordar todo en
su mente.
—Simplemente no entiendo, Dex. ¿Cómo tienes una niña que
claramente se parece a otro hombre y seguir adelante? Acababan de
terminar con la aventura después de quedarse embarazada, ¿ninguno
se molestó en cuestionar la paternidad? ¿Todo el mundo simplemente
siguió con sus vidas?
Dex me apretó las manos.
—La aventura no terminó, Bianca. Mi padre dijo que duró cerca
de seis años.
No estoy seguro si fue el mecanismo protector de mi cerebro, o si
era realmente tan ingenua. Pero todavía no había tenido mi momento de
epifanía.
—¿Seis años? Alexandra y yo estamos separadas sólo por cuatro
años.
Dex me miró, mirándome profundamente a los ojos esperando el
clic.
5
4
3
2
1
—¡Oh, Dios mío! —Me levanté antes de correr al baño—. Creo que
voy a vomitar.

Sentí que alguien había muerto. Había un hueco en mi pecho,


una especie de vacío doloroso, pero ese vacío pesaba tanto. Después de
dos horas de hablar, llorar y beber botellas de vino, Dex me había
preguntado si quería que se fuera. Quería justo lo contrario: que se
quedara para siempre y me dijera mañana por la mañana que esta
noche era sólo un mal sueño. Sin embargo, ahora que estábamos
tumbados en mi cama en la oscuridad, la locura que él podría ser mi
hermano estaba realmente pesando cada vez más.
Ninguno dijo una palabra durante mucho tiempo. Estaba de
espaldas a él, y su mano descansaba suavemente sobre mi cadera hasta
que me dio un apretón y rompió nuestro silencio. 190
—¿Has oído hablar de la monarquía Monomotapa de Zimbabwe?
Me reí. ¿De qué diablos estaba hablando?
—No.
—¿Sabes algo de Cleopatra?
Ahhh. ¿Ahí es donde estaba su mente? Me volví para enfrentarlo.
Estaba oscuro, pero mis ojos se habían ajustado lo suficiente para ver
los suyos.
—De hecho, sí. Sabes, no era realmente egipcia. Las raíces de su
familia se remontan a la Grecia Macedonia. —Sabía que no era eso a lo
que se refería, pero pensé que bromearía con él un poco.
Funcionó. Escuché la sonrisa en su voz.
—Ah, ¿sí? Imaginé que lo sabrías, Georgakopolous. ¿Algo más que
hayas aprendido en la clase de historia?
—Tenía algo por el excesivo maquillaje de ojos.
—Sabelotodo. Sabes exactamente a qué me refiero.
Suspiré.
—¿Estás diciendo que no te importa si soy tu hermanastra o no?
La ligereza se desvaneció de su voz.
—No sé lo que estoy diciendo. Lo único de lo que estoy seguro es
que estoy enamorado de ti. Y no hay manera que esté listo para dejarte
ir. Sin importar qué.
—Dices eso ahora. Pero los hombres ven a sus hermanas de una
manera muy diferente a como las mujeres ven a sus hermanos. No hay
manera en el infierno que puedas pensar en mí sexualmente, si
realmente hay una posibilidad que estemos relacionados, Dex.
Vi la parte blanca de sus ojos ir y venir mientras miraban los
míos. Finalmente, tomó mi mano.
—No juzgues. —Luego la bajó por su cuerpo hasta que mi mano
cubrió su polla. Su polla dura, totalmente erecta.
Jadeé mientras envolvía mis dedos alrededor demostrando que él
era, sin duda, capaz de pensar en mí de esa manera todavía.
—¿Eso responde a tu pregunta?
—Supongo que sí.
Dex rió en voz baja mientras llevaba mi mano a sus labios y
besaba la parte superior. Luego se inclinó hacia delante y me besó la
frente.
—Duerme un poco. Pensaremos adónde ir de aquí a mañana.
—Bueno. —Me di la vuelta, y Dex me empujó contra él, mi
191
espalda frente a él, envolviéndome en un abrazo apretado. A pesar que
podía sentir claramente su erección, el abrazo no se sentía sexual. Se
sentía… protector.
Con su calor envuelto alrededor de mí como una manta, no tomó
mucho tiempo sucumbir al sueño.
—Buenas noches, Dex —susurré.
—Buenas noches, mi Georgy Girl.

Al día siguiente, Dex llamó desde su despacho a media tarde para


ver cómo estaba. En realidad, fue una de las varias veces que se había
contactado para asegurarse que estaba bien. Odiaba el pensamiento
enfermizo que pasó de repente por mi cabeza.
Sólo está haciendo la cosa de hermano protector.
¡Cállate!
A veces odiaba mi cerebro.
Dex sonaba cansado.
—¿Cómo te sientes?
—¿Realmente quieres saber?
—Por supuesto.
—Creo que estuve en estado de shock la mayor parte de ayer,
pero ahora estoy empezando a procesarlo. Y la realidad me asusta.
—No estás sola, Bianca. Yo también tengo miedo. De hecho, no
puedo recordar nada de lo que alguna vez me haya asustado tanto en
toda mi vida.
La tristeza se deslizó. Anhelaba el tiempo antes de que esto
saliera a la luz. —Te extraño.
—Todavía estoy aquí —susurró—. No he ido a ninguna parte. —
Después de un silencio, el continuó—: Tenemos que saber. Esto me está
matando. ¿Estás lista para descubrirlo? No voy a presionarte a menos
que estés lista.
Nunca termine de tener la conversación con mi madre la noche
que Dex salió con lo de mi hermana. Ahora, esta conversación iba a ser
algo completamente distinta porque no solamente le diría sobre la
identidad de Dex, sino que también la enfrentaría sobre si el Sr. Dexter
podría haber engendrado a Alexandra o a mí. Qué desastre. 192
—¿Por dónde empiezo? Me siento tan impotente —dije.
—Tengo que trabajar en convencer a mi padre para que esté de
acuerdo con una prueba de ADN. Creo que es necesario que tengas la
conversación con tu madre y hermana, tan pronto como sea posible. No
podemos posponerlo más, especialmente ahora.
—Está bien —accedí—. Voy a llamar a una reunión de emergencia
esta noche en casa de mi hermana. Tenemos que conseguir que
Alexandra este de acuerdo con una prueba también.
—¿Quieres que esté allí cuando les digas?
—De hecho, estoy pensando que podría ser mejor si lo manejo
sola. Va a ser mucho que asimilar para mi hermana. Creo que ella
estaría más cómoda si fuera solo yo.
—Me parece bien. Lo que tú creas que es mejor. Sólo quería estar
allí para apoyarte si sientes que me necesitas. No quiero que tengas que
manejar las cosas difíciles por tu cuenta.
Odiaba lo que yo estaba pensando en este momento.
Al parecer, pudo sentir algo en mi silencio. —Dime lo que está en
tu cabeza en este momento.
—Tú has dicho que no quieres que me ocupe de ello sola, y eso
me hizo dar cuenta de que podría tener que acostumbrarse a una vida
lejos de ti. Tal vez mientras más pronto descubra como hacerlo, mejor.
Dex sonaba casi enojado. —No diga eso, Bianca. Ni siquiera lo
pienses.
Mi tono cambió de tranquilo a insistente. —Es cierto, Dex. Creo
que necesitamos seriamente prepararnos para lo peor. Nos resistimos a
aceptarlo.
—¿Crees que voy a desaparecer de tu vida sólo porque las cosas
no salen a nuestro favor?
—Bueno, ciertamente no podemos seguir siendo... cercanos. Eso
sería demasiado doloroso, ¿no te parece?
—En realidad, creo que lo contrario sería mucho más doloroso. No
me puedo imaginar mi vida sin ti. Si resulta que... —dudó—, Dios, no
puedo ni siquiera decirlo. Ni siquiera puedo jodidamente decirlo.
Hablé por él. —Si ocurre lo peor...
Él reunió su compostura y dijo:
—Si ocurre lo peor, siempre voy querer estar en tu vida. Tan loco
como suene, me importas demasiado como para dejarte ir.
Estaba confundida sobre a qué se refería. —Así que... seriamos...
193
¿qué... como amigos?
—No creo que realmente podría ponerle una etiqueta pero…
—¿Vas querer verme con otros hombres?
Silencio sepulcral.
—Mierda. No... Ni siquiera puedo imaginar eso. Pero tendría que
aguantar de alguna manera, porque voy a querer protegerte, incluso si
eso me mata. No quiero que jamás desaparezcas de mi vida.
Podía sentir mis ojos poniéndose húmedos. —Dices eso ahora...
pero será demasiado difícil, Dex. No creo que pueda manejar verte con
otras mujeres, ver que te casas, tengas hijos algún día. Dios... esos
niños... serian mis…
—¡Por favor, Bianca! No hagas eso. Te estoy pidiendo que no
pienses en ello en este momento, ¿de acuerdo? Sólo vamos a tener estos
días de negación. Es la única cosa buena acerca de este tiempo de
espera. ¿Está bien? No estoy diciendo que finjas que no está
sucediendo, pero trata de no pensar en ello. ¿De acuerdo? ¿Puedes
hacer eso por mí, bebé?
Cerré mis ojos con fuerza para detener las lágrimas. —Tú no
deberías llamarme 'bebé'... hasta que sepamos.
—Al diablo con eso. —Podía sentir que estaba apretando sus
dientes cuando dijo—: Tú eres mi bebé y mi Georgy Girl. Y voy a
llamarte como jodidamente quiera. No voy a ocultar mis sentimientos
hasta el día... el segundo... que sea absolutamente necesario.
Me sorbí mis lágrimas. —Espero que ese segundo nunca llegue.

Sentadas una al lado de la otra en el sofá de mi hermana, las dos


estaban completamente sin palabras. Alexandra parecía que iba a
desmayarse. Odiaba todo lo relacionado con esto, pero tenía que
hacerlo. Y me alegré de que finalmente saliera, porque guardarlo me
había estado matando.
Me había pasado la última media hora siendo honesta con ellas
acerca de lo que sabía y lo que sospechaba. Dex me había dado algunas
fotos de su padre como un hombre más joven para que pudiera
mostrarle mi hermana el parecido. Ella no discutió; ya que no podía.
Mi madre estaba, por supuesto, en shock por saber acerca de la
identidad de Dex en primer lugar, pero una vez que fue revelada, no 194
parecía tan sorprendida por mis sospechas con respecto a la paternidad
de Alexandra.
Por fin habló:
—Realmente no pensé que...
—¿Qué? —grité—. ¿Qué nosotras descubriríamos esto? ¿Nunca te
diste cuenta de lo mucho que se parece a él?
—Me di cuenta. Pero no fue evidente hasta que fue un poco
mayor. En ese momento, ya era demasiado tarde. Tu padre es tú padre
de todas las maneras que importan. Él las ama a los dos más que a su
vida. El carácter técnico de si realmente lo era no iba a hacer una
diferencia.
—¿Pero tú admites que es posible... que Dexter Truitt no solo
habría engendrado a Alex sino que podría ser mi padre también?
—No puedo descartarlo. Cometí un gran error que nos sitúo en
esta situación. Pero yo era joven e imprudente. Me sentí atrapada con el
tiempo, y Dexter era mi manera de salir de ello. Yo no estaba pensando
en las repercusiones a largo plazo, y desde luego nunca podría predecir
que una de mis hijas terminaría enamorada de su hijo años más tarde.
Daría cualquier cosa para cambiar mis decisiones, pero ya no puedo
hacer eso.
Mi madre estaba llorando, y mi hermana, que había estado
callada, de repente se levantó y se aventuró a la otra habitación.
La seguí.
—Lo siento tanto, Alex.
La habitación estaba a oscuras. Se sentó en la cama y se tapó la
cara. —No es tu culpa. Sólo necesito un poco de tiempo para procesar
esto.
—Toma todo el tiempo que necesites.
De pronto se volvió hacia mí. —¿Por qué ella no luce más
afectada? ¿Tiene alguna idea de lo mucho que esto va a impactar en la
vida de todos? No sólo la mía... sino que especialmente en la tuya.
—Creo que está en estado de shock. Parece que ella sólo ha
estado en negación todos estos años. Nunca pensó que lo
averiguaríamos.
—¿Papá incluso sospecho algo?
—Tiene que haber sospechado —dije—. ¿A menos que él en
realidad nunca haya visto a Dexter Truitt? Honestamente, aun sabiendo
que lo sabía, yo no habría pensado que esto fuera posible hasta que vi
el parecido.
—Te pareces a mamá —dijo—. Yo no me parezco a ninguno de
195
nuestros padres. Pero aun así tampoco sospeche nada.
—Lo sé. Yo tampoco.
Alex se puso de pie en pánico. —Tenemos que conseguir esta
prueba pronto. Tengo que saber.
—Dex está trabajando en conseguir que su padre esté de acuerdo.
Él va a manejar toda la logística una vez que obtengamos el
consentimiento de su padre.
—¿Y si no está de acuerdo?
—Entonces, supongo que podemos hacernos la prueba con papá
—dije.
—Todo esto es un desastre. Por favor, dime que no te has
acostado con Dex.
—Hemos estado cerca... pero nunca dimos ese paso.
Alex dejó escapar un suspiro de alivio. —Gracias a Dios, Bianca.
¿Te imaginas?
Esa era la cosa. Me lo podía imaginar. Y la fantasía no se sentía
diferente de la que tenía antes de esta pesadilla. No podía admitirle
exactamente eso a ella en este momento. Mis sentimientos románticos
por Dex no habían flaqueado, y eso tenía que quedarse entre él y yo.
No creo que nadie más podría entenderlo.

196
Mientras desabotonaba mi camisa, mire abajo hacia Bandido que
estaba poniendo atención y escuchando todo lo que decía.
—Puede que te hayas follado a tu hermana, sabes. ¿Los perros no
son parientes de todos modos?
—¡Guau!
—Aunque está bien, ¿sabes? No es el fin del mundo. Nadie juzga a
los perros. ¿Por qué deberían juzgarme?
Se me quedo viendo, jadeando con la lengua fuera. 197
—Parece un poco jodido. ¿No debería de sentirme diferente sobre
ella Bandido? ¿Sabiendo lo que sé? Pero no lo hago. La quiero. De
alguna forma, ni siquiera quiero saber la verdad. Y ciertamente no
puedo quedarme atrás y ver cómo se va de mi vida. La quiero conmigo.
—Me coloco algo de colonia, mirándolo—. ¿Qué te parece mudarnos a
Europa? Escuché que el incesto no es tan mal visto ahí. Podemos ser
todos felices: tú y tu endogámico5 trasero, Bianca yo y nuestro bebé de
dos cabezas. ¿Qué dices?
—¡Guau!
Cuando me di cuenta de que estaría llegando significativamente
tarde para mi cena con Jelani, rápidamente me puse el reloj.
—Se un buen chico —dije antes de dirigirme hacia la puerta.

Puesto que no se estaba sintiendo muy bien, opté por llevar a


Jelani a un restaurante en Brooklyn, para que pudiera estar cerca de
casa, si sentía la necesidad de regresar.

5 Endogámico: Por lo general son niños que tienen anormalidades físicas o mentales.
Después de que ordené cuatro platillos diferentes, tamaño
familiar en el restaurante italiano, mi amigo de aspecto demacrado dijo:
—No me di cuenta de que esperábamos a un ejército.
El mesero colocó las grandes porciones de pollo y berenjena con
parmesano, ravioles de langosta y lasaña vegetariana.
—Necesitas algo que se pegue a tus huesos. Y te llevarás las
sobras a casa también.
Dejé que Jelani hiciera la mayoría de la plática. Mi mente estaba
en otro lado mientras me contaba historias de Kenia y si renovaba o no
su puesto en el mercado de pulgas para el año entrante.
Llegó al punto en que levantó la voz e interrumpió mis
pensamientos.
—Dex, he estado hablando por media hora, y te has quedado
mirando a la nada la mitad del tiempo.
Moviendo la cabeza rápidamente dije:
—Lo siento. Solo me estoy sintiendo ansioso esta noche
—Sobre la prueba…
—Sí. Mi padre finalmente estuvo de acuerdo con hacerla pero solo
después de que vuelva de sus vacaciones en Turquía. 198
—Bueno, al menos él estuvo de acuerdo con cooperar. Esa fue la
mitad de la batalla, ¿no es así?
Suspiré.
—Si. Así que, va a suceder en una semana.
Jugueteando con mis pulgares y moviendo las rodillas de arriba
abajo, miré alrededor del restaurante.
Jelani sentado frente a mí con los brazos cruzados, y detuve mis
movimientos el tiempo suficiente para darme cuenta de que me
observaba cautelosamente.
—Dex…
—¿Sí?
—Ve con ella.
—¿Qué?
—Tu cabeza no está aquí. Deja de perder el tiempo en este
restaurante tratando de hacerme comer. Ve con ella y pasa el resto de
la noche con ella. Si existe una cosa que he aprendido desde que me
enfermé, es que cada día es precioso. Si las cosas no terminan a tu
favor, por lo menos tendrás estos días. No los desperdicies. Vive en la
felicidad de la ignorancia por un poco más.
Realmente no existía otra cosa en este momento que quisiera
más, que ir con Bianca.
—¿Estás seguro de que no te importa?
—Por supuesto que no. La vida es buena. Hemos estado aquí lo
suficiente, y tengo comida para la semana entera.
—Más te vale que la comas.
Jelani se rió.
—Gracias por cuidar de mi Dex. Eres un buen hombre.
Era noche de luna llena. Después que lo dejé de regreso en su
casa, pedí a Sam llevarme directamente a casa de Bianca. No había
pensado en llamarle o enviarle un mensaje primero, así que me
decepcioné cuando descubrí que no estaba en casa. Aun así, pensé en
buscarla. Quizás estaría con su hermana, todavía lidiando con las
consecuencias de la caída de esa bomba.
En lugar de enviarle un mensaje y preguntarle dónde estaba,
decidí regresar a casa y cambiarme de ropa.
Ya en casa, me acababa de quitar los pantalones cuando alguien
llamó a la puerta. Bandido comenzó a ladrar como loco. La única
persona que tenía permitido pasar al portero era Bianca. Mi pulso se
aceleró. 199
Cuando abrí la puerta, mi respiración se detuvo. Se veía
increíblemente hermosa, vestida casualmente en vaqueros y una
ajustada chaqueta de cuero. Su cabello estaba mojado por la llovizna de
afuera. Sus ojos se movieron de un lado a otro, mientras me miraba,
pareciendo que había estado buscando algo y finalmente lo encontró.
Entonces, prácticamente cayó en mis brazos. La abracé
fuertemente el mayor tiempo que pude, adorando la sensación de su
corazón latiendo contra el mío. Era la confirmación de que sus
sentimientos hacia mí se mantenían iguales.
Susurrando contra su cabello, dije:
—Fui a tu casa. No estabas ahí.
—Estaba con Alex. Brian cuidó a las niñas para que pudiéramos
ir a cenar y hablar.
La aparte un momento para mirar su rostro.
—¿Y viniste directamente después aquí?
—Sí. Mi hermana podía notar que mi cabeza estaba en otra parte.
Me dijo que viniera a verte.
—Es gracioso Jelani hizo la misma cosa conmigo, me dijo que
fuera a verte. Supongo que ambos somos muy transparentes, ¿eh?
Los ojos de Bianca recorrieron todo mi cuerpo. Fue entonces que
me di cuenta de que no tenía camisa, y solo llevaba puesta mi ropa
interior. Deseo se acumuló en sus ojos, mientras continuaba
observando mi cuerpo semidesnudo. Sabiendo exactamente lo que
estaba pensando, mis abdominales se afirmaron y mi polla se
endureció.
Mis palabras salieron en un ronco susurro.
—Está bien si me deseas. —Acariciando su mejilla continúe—.
Dios sabe que te quiero demasiado.
—Estoy aprendiendo que tú realmente no puedes luchar contra lo
que llega naturalmente. Y eso me molesta, porque ¿qué, si las noticias
no son a nuestro favor, y todavía no puedo quitármelo de encima? ¿Qué
pasa entonces?
—Entonces, nos mudamos a Europa —dije sin dudar.
—¿Qué?
Coloque mi mano en su mejilla.
—Estoy bromeando. —Casi—. Mira —continúe—. Las personas
pueden decirnos cómo pensar, pero no pueden decirnos cómo sentir.
Nada me había probado ese hecho como esta situación. Tú me quieres
tanto como yo te quiero, y eso me está matando. 200
Como era usual estando cerca de Bianca, mi cuerpo comenzaba a
traicionarme. Mi erección se volvió más dura con cada segundo que sus
ojos permanecían fijos en mi cuerpo. Y no estaba seguro de si podría
detenerme si Bianca me decía que no le importaban las repercusiones.
Si me decía que la follara, honestamente no sabía cómo reaccionaría.
Así de desesperado me sentía.
La conduje al sillón. Mientras la recostaba, reaccionó, y
dudosamente colocó su mano sobre mis abdominales. Aunque parecía
dudosa, era claro que se moría por hacerlo.
—Está bien. Tócame. No necesitamos llegar más lejos. Solo
tócame.
Pasó su mano por cada centímetro de mi pecho, mientras yo
cerraba los ojos, saboreando su toque. Luego bajó la cabeza y la colocó
sobre mi pesado pecho. Estaba seguro de que podía sentir mi corazón
latiendo.
—No quiero dejarte —susurró contra mi piel.
Deslizando mis dedos por su hermoso cabello oscuro, dije:
—¿Puedo decirte un secreto?
Su voz apenas era audible.
—Si.
—Tengo que decirte esto ahora porque del modo en que lo veo…
todo lo que diga ahora puede estar bien puesto que no sabemos la
verdad todavía.
Levantó la cabeza y se sentó para mirarme. Me alegraba que lo
hiciera porque era importante.
Tomé la oportunidad de regresar esa atención mientras miraba
fijamente hacia sus ojos.
—Nunca seré capaz de dejar de amarte. Incluso si resulta que, si
estamos relacionados, todavía te amaré. Quizás no seré capaz de
admitírtelo más, y quizás no seré capaz de demostrártelo físicamente,
pero no dejaré de amarte. Necesito que sepas esto. Finalmente seguirás
con tu vida. Conocerás a alguien nuevo, pero aun así nunca dejaré de
amarte. Quizás conozca a alguien y termine casándome, pero cuando
ella este caminando hacia el altar, no te confundas, voy a estar
pensando en ti y deseando que las cosas fueran diferentes. Porque
nunca dejaré de amarte. Y sin importar que seas mi hermana o mi
amante… tú siempre serás la mujer más increíble que conoceré. Sin
importar qué suceda Bianca, tú eres el amor de mi vida. Nadie podrá
remplazarte.
Su rostro estaba cubierto de lágrimas.
—Te amo tanto Dex. 201
La necesidad de sentir sus labios contra los míos era
insoportable.
—Realmente necesito besarte ahora.
—Bésame. Por favor… bésame.
Y lo hice. Con la misma intensidad con la que me había
suplicado, la besé fuertemente, y con más pasión de lo que lo había
hecho antes. Si estaba mal, no quería tener razón. Como dijo Jelani, la
ignorancia era una bendición. Estaba comprometido a que no dormiría
con ella, pero iba a besarla. Quizás hubiera parecido menos indecente,
si no lo hubiéramos hecho incontables veces antes. Pero se sentía tan
natural, tan familiar. Como respirar. Si iría al infierno por continuar
haciendo lo que se sentía natural, entonces así sería.
De hecho, me entregaría.

Odiaba que Bianca se tuviera que ir.


La tarde siguiente, había volado a un trabajo en Virginia. Había
sugerido que cambiara la entrevista, pero Bianca dijo que necesitaba
trabajar para hacer pasar el tiempo o se volvería loca. Podía entender
eso, pero odiaba que estaría en un hotel a miles de kilómetros por dos
noches, pensando en que lo peor podía pasar. Sin mencionar que dos
noches lejos de ella parecían una eternidad. Y aunque hablábamos por
teléfono cada mañana y tarde, sentía como se volvía a alejar de mí. La
distancia física la hacía pensar demasiado las cosas. Su voz era más
triste cuando la llamé esa tarde.
—¿Cómo te fue en la entrevista? ¿Obtuviste todo lo que
necesitabas? —pregunté.
—Creo que sí. —Suspiró—. Para ser honesta, no tengo idea. Por
suerte tomé mi grabadora el último minuto antes de salir, algo que casi
nunca uso, porque estoy bastante segura de que todo lo que dijo entro
por un oído y salió por el otro.
—Es de esperarse. Estás pasando por mucho estrés.
—¿Quieres saber que es lo divertido?
—Algo divertido me vendría bien, así que sí. —Me apoyé en mi
silla de la oficina.
—Me desperté a mitad de la noche con un mini ataque de pánico.
No podía volver a dormir, así que tomé mis bolas anti estrés mientras
mi mente pasaba rápidamente por todo lo que sucedió la semana
pasada. 202
—Puede que me recostara en la cama anoche con mis propias
bolas anti estrés pensando en ti también. Déjame preguntarte, ¿Haz
intentado introducírtelas y moverte? Creo que eso podría ayudar a
reducir tu estrés.
Escuché una pequeña risa.
—Eres un pervertido. Y todavía no terminaba con mi historia,
para tú información.
—Continua. Estoy curioso por saber si tus sesiones con tus bolas
terminaron tan bien como la mía.
—De cualquier modo —continuó—, seguí jugando con las bolas
por un rato y todavía no podía dormir, así que decidí encender la
televisión. ¿Adivina qué estaba dando a las tres de la mañana?
—¿Qué?
—Cleopatra.
Tan loca como sonara la situación, me alegraba que aún
pudiéramos reírnos de nosotros mismos. Aunque la voz de Bianca se
volvió más sería cuando continuó hablando.
—Mi hermana fue al laboratorio al que nos mandaste hoy.
—¿En serio? ¿Cómo le fue? —Había hecho que mi padre fuera a la
misma cadena de laboratorios en Florida él día que regresó de sus
vacaciones. Bianca y su hermana solo tenían que dar el número del
caso para que les tomaran una muestra rápida. No quería que ninguna
de las dos tuviera que explicar todo en el laboratorio.
—Brian fue con ella, y mi mamá cuidó a los niños para que
pudieran tener una noche a solas.
—Es bueno —dije.
—Es lo último que mi madre puede hacer.
—¿Ya hiciste la cita?
—Mañana en la tarde. Tres de la tarde. —Escuché el miedo en su
voz.
Había estado pensando decir algo que había estado en mi mente
por los últimos dos días, ahora que su cita era mañana, no teníamos
mucho tiempo…
—¿A qué hora aterriza tu vuelo esta noche?
—Unos minutos después de las ocho, creo.
—Iré por ti al aeropuerto.
—¿Estás seguro? Puedo tomar un Uber. 203
—Estoy seguro. Te extraño. Y quiero hablar contigo antes de
mañana de todos modos.
—Oh Dios. Las últimas veces que tuviste algo que hablar
conmigo, admitiste que eras Jay, me dijiste que mi madre fue infiel,
luego que podíamos ser hermanos. No estoy segura de querer más
charlas contigo. —Ella estaba bromeando. Bueno un poco.
—No tengo más malas noticias. Lo prometo.
—¿Entonces por qué sonaste tan serio?
—Solo pienso que deberíamos de hablar. En persona. Esta noche.
—Dexter. Truitt. Me sacarán del avión por gritar a todo pulmón y
hacer sonar mis bolas, si no me dices que está ocurriendo en tu cabeza
en este momento. No puedo regresar a casa preguntándome que va a
pasar después.
Mierda. Debí de haberle dicho que la extrañaba y dejarlo así.
—Solo quería hablarte de tu prueba de ADN.
—¿Qué sucede con mi prueba?
Ella no se detendría hasta que le dijera que ocurría en mi cabeza.
Solo haría que su cabeza se preguntará, le dijera o no.
—Había estado pensando…. ¿y si no te haces la prueba?
—¿Mañana? Puedo ir otro día si necesitas algo.
—No. Quiero decir… ¿Qué si nunca lo averiguamos?

204
Dex estaba esperando en la recogida de equipaje cuando bajé de
las escaleras. Conectamos nuestras miradas por un minuto, mi pie dio
un paso a las escaleras, y mi estómago hizo toda clase de giros y vueltas
mientras bajaba. Dios, estoy tan loca por este hombre.
Estaba vestido casualmente, en un par de vaqueros, una
camiseta oscura y zapatillas de lona. Y aun así no había nada casual en
la forma en que lucía. Dex tenía intensidad en su rostro que hacía mi
piel cosquilleara. No se movió, excepto por sus ojos que me seguían a
todos lados. Cuando llegué al final y caminé hacia él, pude sentir mi 205
pulso acelerarse.
—¿Le darías a esta chica un aventón? —Coqueteé.
Refunfuño algo que creo pudo haber sido.
—No tienes ni jodida idea de la montada que quiero darte. —
Luego colocó un brazo alrededor de mi cintura, me jaló hacia él y me
besó con una pasión que se sentía casi desesperada. Tenía la certeza de
que tomaría la prueba mañana y estaría lejos de él hasta que
tuviéramos los resultados, ese pensamiento se fue de mi cabeza más
rápido que el jet que tomé a casa.
—Quítate esa idea de la cabeza. —Dex dijo contra mis labios
cuando terminamos de besarnos.
Estaba sin aliento.
—¿Qué idea?
Arqueó una ceja.
—Una donde cuestionas si esto es una buena idea. Si deberíamos
de estar juntos de este modo.
¿Cómo lo sabía?
—Yo no estaba…
Movió la cabeza con una sonrisa que demostraba que tenía razón
y tomó mi bolso de mis manos.
—¿Tienes más equipaje?
—No, solo esto.
—Entonces vámonos de aquí.
Durante el corto trayecto a mi casa, platicamos un poco, como
había estado mi vuelo, cual sería mi próxima asignación, incluso una
plática agradable de cómo estuvo el mercado el día de hoy. De cualquier
cosa menos del elefante en la habitación. Pero esa burbuja se rompió
tan pronto llegamos a mi departamento. Desempaqué rápidamente
mientras Dex servía algo de vino y luego el momento incomodo llego.
Dex estaba en el sillón frente a mí y se inclinó hacia adelante,
poniendo ambas manos en mis rodillas.
—No quiero arriesgarme a perderte, al hacer la prueba mañana.
—Dex… no creo que pueda funcionar sin saber.
—Finalmente lo superaremos. Si tomamos la decisión de nunca
averiguarlo, creo que después de un tiempo, estaremos bien.
—¿Qué si… permaneciéramos juntos?
—Quieres decir si, ¿quisiéramos niños algún día? 206
Asentí.
—Podríamos decidir adoptar. Estaré bien con eso. Existen
muchos niños que necesitan buenos hogares. —Aparté la mirada, Dex
apretó mi mano para recuperar mi atención—. Mira que bien lo hicimos
al adoptar a Bandido.
Bufé.
—No creo que decidir no tener niños de manera natural, tenga
que estar basado en cómo han ido las cosas con Bandido.
Me tomó mis mejillas.
—Quizás no. Pero si la opción es posiblemente perderte o adoptar
en lugar de tener un hijo biológico, no existe elección.
Lo miré fijamente a los ojos.
—¿No te preguntarías siempre?
—Lo superaré.
—Dex…
Se inclinó para besarme los labios.
—Piensa en ello. Solo piénsalo un poco más.
—Está bien. Lo haré.
Nos acurrucamos en el sillón por un rato, y luego bostecé. Viajar
siempre me mataba, además no había estado durmiendo bien
últimamente. Mi espalda estaba apoyada contra el pecho de Dex y quitó
algunos mechones de mi rostro después de que bostecé.
—Estás cansada. Deberías ir a dormir.
—Estoy cansada. Esa copa de vino fue como una píldora de
dormir, sobre mí ya adormilada cabeza. Además, mi cuello me duele por
el estrés y estar recostada siempre ayuda. Creo que es hora de ir a la
cama.
—Te dejaré descansar entonces.
Giré para verlo con el ceño fruncido.
—¿No te quedarás?
—¿Quieres que me quede?
—Por supuesto que quiero.
Dex dejó escapar un suspiro de alivio.
—Me alegra. He estado en el infierno sin ti estas últimas noches.
Ya en mi habitación, me cambié a mi camisa usual y pantalón 207
corto y Dex se quitó la ropa hasta quedar en bóxer. Mientras el entraba
a la cama, yo me senté a la orilla y tomé algo de crema de mi mesa de
noche para colocármelas en los brazos. Después de frotarme la loción
en un brazo, Dex se sentó y la quitó de mis manos.
—Permíteme.
La habitación estaba en silencio y la intimidad crecía mientras me
masajeaba la loción en la piel de mis brazos. Mientras yo había estado
aplicando lo suficiente para que entrara a mi piel, Dex me estaba dando
un masaje. Cuando sus fuertes dedos llegaron hasta mi hombro, cerré
los ojos y dejé que alejara el estrés.
—Dios, eso se siente tan bien.
—Estás muy tensa, y te duele el cuello. Porque no uso la loción y
masajeo tus hombros por un momento.
—Me encantaría.
Dex se sentó con su espalda dando a la cabecera y me colocó
entre sus piernas. Luego gentilmente movió mi cabeza hacia adelante e
hizo mi cabello hacia un lado. Luego sus manos desaparecieron por un
momento, segundos después una porción de fría crema tocó mi piel.
—Eso es frío.
—Podría proveerte algo de crema caliente, ¿si así lo prefieres? —El
tono de Dex era juguetón, pero al mismo tiempo era ronco, y luego
escuché la necesidad en su voz.
—Eres un cerdo.
Él rió y luego masajeo mi cuello.
—Dado que estoy siendo un cerdo, quizás tenga que admitir que
he tenido una fantasía recurrente de frotar cierta crema caliente en esta
hermosa piel.
Sus dedos trabajaron en quitar un nudo entre mi hombro y
cuello. Aflojándolo, mi cabeza bajó un poco más.
—¿Oh sí? ¿Y exactamente donde frotarías esta crema?
Los dedos de Dex fueron más despacio.
—¿Realmente quieres que te diga?
—Por supuesto.
Sus dedos se detuvieron por completo, y su voz fue bajando hasta
ser casi un susurró. Su aliento cálido hizo cosquillas a mi cuello.
—Algunas veces, cuando estoy en la ducha, me imagino
viniéndome sobre tus pechos y frotándolo.
208
Cuando no respondí inmediatamente, Dex debió de haber tomado
eso como una señal de que lo que me dijo me había hecho sentir
incomoda. Que lo hacía, pero no la clase de incomodidad que él
pensaba. Mi incomodidad provenida de la creciente necesidad que latía
entre mis piernas.
—¿Debí de habérmelo guardado? —preguntó.
Tragué y susurré.
—No. En realidad. Dime más.
—¿Quieres escuchar más sobre cómo fantaseo contigo?
—Si quiero.
Dex estuvo callado por un momento y luego sus dedos
comenzaron a masajearme una vez más.
—Te imagino recostada en tu espalda, tus manos apretando esas
hermosas tetas mientras me inclino sobre ti y deslizo mi polla entre
ellas.
Me moví entre sus piernas y sentí su erección en mi trasero.
—¿Quieres saber qué pienso cuando fantaseo contigo?
—Vaciaría mi cuenta bancaria y vendería mi pent-house para
escuchar tus fantasías en este momento.
Me reí.
—Bueno comienza contigo abriendo… —Mi pervertida aventura
ficticia se vio interrumpida cuando el celular de Dex comenzó a sonar.
—Ignóralo —dijo—, continua.
—Pero… es algo tarde. Casi las diez. ¿Ni siquiera quieres ver
quién es?
Su respuesta fue tan rápida que me hizo reír.
—No. —Después de que sonara por un poco más, el celular se
detuvo. Dex me animó a continuar—. Así que… ¿Dónde estabas? ¿Qué
estoy abriendo? ¿La puerta? ¿Mi pantalón? ¿Tu pantalón? ¿Una bolsa?
¿Esposas? No me dejes así.
Me reí.
—Está bien. Bueno, tengo esta clase de sueños donde tú abres…
—Como si fuera una señal, el teléfono de Dex vuelve a sonar. La
estúpida cosa estaba vibrando y saltando por la mesita de noche.
—Quizás deberías de responder.
—No.
—Al menos ver quién es.
209
A regañadientes, Dex tomó su teléfono. Se quedó mirando la
pantalla por otro momento antes de hablar.
—Es la esposa de mi padre, Myra.
—¿No están en el Caribe? ¿Por qué está llamando? ¿Y tan tarde?
Dex acepto la llamada y se llevó el teléfono al oído molesto. Solo
escuché su parte de la conversación. Su cuerpo de inmediato se tensó.
—¿Qué pasó?
—¿Cuándo?
—¿Dónde está?
Mi corazón de detuvo esperando por descubrir los detalles, pero
era claro que lo que fuera no era bueno. Después de que colgó, Dex
inmediatamente salió de la cama y comenzó a caminar de un lado a
otro. Tenía casi miedo de preguntar.
—¿Qué pasó?
—Mi padre. Tuvo un ataque al corazón.
—Dios mío. Él esta…
—Está en cuidados intensivos. Está vivo, pero todavía no ha
despertado.
—¿En el Cairo?
—Sucedió en un avión. Aparentemente, él no se estaba sintiendo
bien, y decidieron regresar a casa antes para que pudiera ver a su
doctor. Sucedió unos minutos antes de que aterrizaran en Florida.
—Lo siento.
Dex pasó los dedos por su cabello.
—No, necesito ir. En el primer vuelo de mañana.
—Iré contigo.
Me miró.
—¿Estas segura?
—Quiero estar ahí contigo.
Después de un momento, asintió. Luego tomó el teléfono y llamó a
la aerolínea. Mientras gritaba al teléfono, guardé la crema con la que me
estaba masajeando antes de ir a la cocina a tomar agua.
Estando en la cocina, finalmente todo cayó sobre mi… estaba a
punto de conocer a mi padre biológico.
Posible.
Necesitaba vino en su lugar. 210
Dex estuvo callado durante todo el vuelo a Florida. Había hablado
con Myra temprano en la mañana mientras nos dirigíamos al
aeropuerto y descubrió que su padre necesitaría un triple bypass, junto
con un cambio de válvula. Su corazón estaba débil después del ataque
al corazón, pero ellos no podían perder tiempo debido al noventa y
nueve por ciento de bloqueo. La cirugía estaba programada para esta
tarde.
Cuando llegamos al Centro Médico Good Samaritan, Dex ya sabía
el número de la habitación, así que pasamos con facilidad por delante
de la línea en el mostrador de información de pacientes y seguimos las 211
señales hacia el elevador. No fue hasta que las puertas se cerraron que
no pensé en lo que mi presencia podría significar para el señor Dex.
Hasta ese momento, solo me había preocupado en ser el apoyo de Dex.
—Quizás deba de esperar en el pasillo cuando entres a verlo.
Dex normalmente siempre estaba presente, atento de todo
alrededor de él; era extraño verlo perdido.
—Lo siento. ¿Dijiste algo?
—Dije que tal vez sea mejor que no entre a verlo contigo. Puedo
sentarme y esperar en el pasillo.
—¿Es lo que quieres o lo que piensas es mejor para él?
—No quiero ser una molestia.
Dex tomó mi mano y asintió mientras las puertas del elevador se
abrían.
—Vas a entrar conmigo.
La esposa del señor Dex estaba en el pasillo fuera de Cuidados
Cardiacos Intensivos hablando con un doctor. Cuando nos acercamos,
ellos giraron a vernos. Myra forzó una sonrisa.
—Hola Dex. Gracias por venir.
—Por supuesto.
—Dr. Sharma, este es el hijo de Dex, Dex junior.
El doctor asintió. Luego Myra me miró. Extendí mi brazo.
—Bianca George. Son una… amiga… de Dex. Lamento el estado
de salud de su esposo.
El doctor miró a su reloj.
—Estaba a punto de visitar a tu padre. Eres bienvenido de unirte
mientras reviso sus monitoreos de la mañana.
Dex asintió.
El Dr. Sharma giró a verme.
—Lo siento. Pero Cuidados Cardiacos Intensivos está limitado a
miembros de la familia, así que tendrá que esperar aquí.
Vi el rostro de Dex y me preparé. Me acercó a su lado.
—Bianca es mi novia. Pero también existe una alta posibilidad de 212
que sea su hija. Así que vendrá con nosotros.
Sin saber cómo responder a eso, el doctor nos hizo una seña para
que lo siguiéramos.

A pesar de que se veía más pálido de lo que yo imaginaba que


normalmente era, y a pesar de estar monitoreado y con tubos
intravenosos por todos lados, hubiera reconocido al señor Dex en
cualquier lado. Se parecía a mi hermana, incluso más en persona que
en las fotos.
Sus ojos encontraron a Dex primero. Hubo un momento de
sorpresa al verlo, y pensé que sería felicidad. Pero la luz en sus ojos
rápidamente se extinguió cuando me miró de pie junto a él, un oscuro y
real recordatorio del pasado que siempre llega a la luz. La mayor parte
de las veces, en los peores momentos.
—Papá —dijo Dex.
Su padre hizo un intento de quitarse la máscara de oxígeno, pero
el doctor lo detuvo.
—Tiene que dejarla señor Truitt. —El Dr. Sharma fue a examinar
la gráfica e inmediatamente comenzó a hablar sobre los riesgos del
procedimiento que le harían al padre de Dex. Pensé que todos
estábamos escuchando, hasta que sentí que el señor Dex me miraba.
Mientras giraba para encontrarme con sus ojos, me regaló una suave
sonrisa. Luego miró al hombre parado junto a mí, que me di cuenta ya
no le prestaba atención al doctor, tampoco, pero que estaba mirando la
interacción entre nosotros. Cuando el señor Dex levantó su débil mano
en mi dirección para que la tomara, no supe que hacer. Mis ojos se
movieron de un lado a otro entre los dos hombres, esperando a que
alguno me diera una respuesta. No habíamos hablado de esto desde
anoche, pero fue en ese momento en el que supe. Tomando su mano
con la mía, que necesitaba saber si este hombre era mi padre.

Permanecimos en el hospital todo el tiempo que el señor Dex


estuvo en cirugía.
Cuando el Doctor Sharma finalmente salió para decirnos que el
procedimiento había sido un éxito, Dex y yo dejamos escapar un
suspiro de alivio. Dex planto un beso aliviado contra mis labios, el 213
doctor nos miró confundido; creo que se había rendido en tratar de
descubrir nuestra relación.
—¿Podemos verlo? —Dex preguntó.
—Su esposa está ahí ahora. Diría que esperaran un poco, puesto
que todavía está despertando. Denle media hora.
Myra salió más tarde y nos hizo saber que estaba bien que
entráramos y que su esposo en realidad había pedido que entráramos.
Mi corazón se estaba acelerando mientras entrábamos a la
habitación de recuperación.
—¿Cómo te sientes papá?
Tragó, como si su boca estuviera seca.
—He estado mejor.
—Bueno, la operación salió bien. Me alegra escucharlo.
El señor Dex giró hacia mí.
—No puedo superarlo. Antes de que entrara a la operación, pensé
que eras ella. Te pareces a tú madre.
—Si. Muchas personas me dicen eso.
Su voz era aturdida, pero continuó forzando las palabras.
—Realmente me importaba ella. Existieron muchas mujeres que
pasaron por mi vida. Muchas de ellas fáciles de olvidar. Pero nunca
olvidaré a Eleni. —Miró a Dex por un momento y dijo—: Mi hijo tiene la
misma mirada en sus ojos ahora, la que tenía siempre que estaba con
ella. Excepto, que contigo parece ser incluso más fuerte.
—Papá, no hables mucho. Gastarás tu energía.
—No, tengo que decir esto.
Dex suspiró.
—Está bien.
Su padre buscó mi mano mientras nos hablaba a los dos.
—Lamento demasiado esta situación. Haré todo lo que necesiten
que haga. Casi morir puso demasiado en perspectiva. Realmente me
gustaría saber la verdad. Mayormente por ustedes, pero también por
mí.
Dex habló rápidamente.
—Bueno, necesitas tiempo para recuperarte antes de que lidiemos
con eso.
—Tonterías. Todo lo que tienen que hacer es sacar una muestra
de mi mejilla. Trae al tipo hoy aquí, y háganlo mientras estén aquí. No 214
tienen necesidad de alargarlo.
Parecía preocupado por la insistencia de su padre.
—No nos hemos decidido al cien por ciento por la prueba.
Todavía sosteniendo la mano de su padre, me aseguré de mirar a
Dex directamente a los ojos cuando dije:
—Sí, lo hemos hecho.
—¿Lo hicimos?
—Sí Dex. Necesitamos hacerlo.
Él solo se limitó a asentir y parpadear, dándose cuenta de que
había perdido la batalla.
—Está bien.
Una hora más tarde, alguien del laboratorio vino a tomar
nuestras muestras. Todo el tiempo en que el isotopo estuvo en mi
mejilla, miré fijamente a los ojos penetrantes de Dex, mientras
silenciosamente oraba por un resultado favorable.
Dex luego llamó al laboratorio principal donde la muestra de mi
hermana había sido enviada, y le informaron que tomaría alrededor de
dos días saber los resultados. Sabía que serían los dos días más largos
de mi vida.
Decidimos quedarnos en Palm Beach hasta que los resultados
llegarán. De ese modo, en el caso que el señor Dex resultara ser mi
padre biológico, él y yo podríamos tener un momento para asimilar las
noticias juntos. Mi hermana decidió quedarse en Nueva York, puesto
que su esposo no podía tomar vacaciones; ella sentía que necesitaba su
apoyo más que nada.
Después de que llamé al lugar donde estaban cuidando a Bandido
para hacerles saber que extenderíamos su estadía con ellos, pasé una
buena parte de la tarde al teléfono con mi padre mientras me aseguraba
que, sin importar los resultados nada cambiaría entre nosotros, que
siempre sería su pequeña y el amor de su vida. Cuando finalmente tuve
el valor de tener la conversación con mi papá, me admitió que siempre
cuestionó la paternidad de Alexandra, especialmente al pasar los años,
pero que al final no dijo nada porque sentía que no hubiera cambiado
nada en su mente o corazón.
Dex y yo terminamos pasando la noche en la casa de huéspedes
de su padre, que estaba a un costado de la propiedad de los Truitt. Tan
agotados por el largo día en el hospital, me relajé en los brazos de Dex.
El humor era sombrío mientras nos quedábamos dormidos en la cama
tamaño King escuchando el sonido de las olas golpeando justo afuera
de las puertas francesas.
La mañana siguiente, él se colocó detrás de mi mientras miraba el
océano desde el patio.
215
Me pasó una taza de café recién hecho.
—¿Cómo te sientes?
—Un poco entumecida.
—Sé a lo que te refieres. Se siente como un golpe. Pasé de
prepararme para nunca saberlo… a afrontar la inevitable realidad
mañana.
—Nosotros no podríamos haber vivido así. Siempre nos
habríamos preguntado.
—Creo que en el fondo sabía eso, pero todavía no quería creerlo.
—Dex de pronto parecía estar en pánico—. No podemos desperdiciar
estas últimas horas Bianca. Siento que no tenemos que dejar pasar
ningún minuto.
—¿Qué quieres hacer?
—Tenemos un gran día por delante.
—¿Lo tenemos?
—Claro que sí. Ellos dijeron que los resultados pueden estar
posiblemente mañana… eso significa que hoy puede ser nuestro último
día de vivir en la maravillosa ignorancia. Siento que necesito darte toda
una vida hoy.
—¿Qué significa eso?
—Significa que existen algunas cosas que quiero ver y hacer
mientras eres todavía mi Bianca, en caso de que nunca podamos
experimentarlas. Aunque, la única cosa que realmente necesito hacer,
no puedo.
—¿Qué vamos a hacer?
—Quiero llevarte a diferentes lugares.

216
Había hecho algunas llamadas de teléfono al área de negocios
mientras Bianca se duchaba y se preparaba. El nombre Truitt era bien
conocido en la isla, así que no había tenido problema en conseguir que
la gente cooperase con mis planes.
Nuestra primera parada fue en la Avenida Worth, que era la
versión de Palm Beach de Rodeo Drive. Bianca no era muy materialista,
pero eso no me detenía de querer bañarla con lo mejor que el dinero
podía comprar.
Una vida. 217
Hoy tenía que darle una vida… solo por si acaso.
Habíamos estacionado y estábamos paseando por la acera,
mirando los escaparates de las tiendas de lujo. Su rostro se volvió rojo
cuando intencionalmente me detuve frente a Tiffany‟s.
Pareciendo leer mi expresión culpable, preguntó:
—¿Qué estás tramando, Dex Truitt?
—Espera justo aquí, ¿está bien?
Una vez dentro, corrí hacia la primera persona que vi.
—¿Puedo ayudarle?
—Sí, estoy buscando a Julia. Ella y yo hablamos por teléfono.
Momentos después, una mujer mayor rubia se acercó.
—Hola, señor Truitt. Lo tengo justo aquí. Si por alguna razón no
sirve, solo tráigala hoy de vuelta y podemos cambiar el tamaño.
—Perfecto, gracias.
Con la pequeña bolsa azul de regalo en la mano, volví a salir, para
encontrar a Bianca esperando por mí, luciendo perpleja.
—¿Qué hay en la bolsa, Dex?
No perdí tiempo en llegar al tema.
—Está bien, primero, quiero que sepas que esto no es una
propuesta de matrimonio. Estoy esperando que si las cosas salen bien,
pueda hacer lo correcto algún día. Realmente quiero apreciar ese
momento sin esta sospecha sobre nosotros. Pero quería darte algo
ahora por lo que siempre me recordarás.
Saqué la pequeña caja y la abrí, mostrando el anillo de diamantes
de casi tres quilates. La brillante luz del sol centelleando sobre los
diamantes, haciendo que realmente brillen.
»Hoy no voy a arrodillarme, porque quiero mantener esa opción
abierta para más adelante. Sin importar lo que resulte mañana, vas a
ser una Truitt. Quiero que lleves esto y siempre me recuerdes, que
recuerdes el tiempo que hemos pasado juntos. Sea que pueda completar
esto un día con otro anillo, o se quede solo como un símbolo de lo que
nunca pudo ser, este anillo eternidad, representa mi amor eterno y
respeto por ti, Bianca. —Lo coloqué en su dedo. Encajaba
perfectamente. Mi estimación anterior de su talla de anillo dio justo en
el clavo, eso fue pura suerte, igual que toda esta experiencia.
Bajó la mirada a las gemas brillantes, viéndose sorprendida
mientras yo continuaba:
»Hoy no es el día de nuestra boda, pero es nuestro día, y vamos a
celebrar lo que tenemos, hoy. Va a haber una tarta y un hermoso
218
vestido blanco y algunos juegos en la playa. Y vamos a pasar todos los
momentos juntos.
Superada por la emoción, extendió los brazos y me abrazó
apretadamente.
—Ni siquiera sé qué decir que le hará justicia a este gesto,
excepto que llevaré esto con orgullo para siempre.
Tomando su mano enjoyada en la mía, lo besé con fuerza.
—Ahora, vayamos a tener algo de diversión.

Llegamos justo a tiempo para la cita que había hecho en la lujosa


tienda de moda. La dueña se llevó a Bianca al piso de arriba para ver su
selección de ropa. Le había dicho a la mujer que tomase todos los
vestidos blancos antes de que Bianca llegase. Ya que no era una boda
de verdad —solo una celebración— sugerí que sacase más vestidos
casuales en vez de largos vestidos formales. Pero la elección era de
Bianca. Mi única condición era que quería verla de blanco. Ya sabes…
solo en caso de que esto fuese todo lo que pudiésemos tener.
Para mi gran consternación, no me permitirían subir a toda la
zona de vestidores femeninos. Esperé en el primer piso, pasando las
páginas sin prestar atención de una revista de novias y hablando con
las fotografías dentro.
—Bianca es mucho más bonita.
Siguiente página.
—Amigo, ¿todavía te casarías con ella si hubiese una oportunidad
de que pudiese ser tu hermana? No es una decisión fácil, ¿no?
Siguiente página.
—Oh, ¿qué es esto? ¿Un tratamiento facial en una forma genial de
relajarte en la mañana de tu boda? Bueno, no podría estar más de
acuerdo.
Cerré la revista de forma repentina cuando mis ojos atraparon a
Bianca bajando lentamente la escalera de caracol. La vista de ella en el
vestido que había elegido me quitó la respiración. Pero lo que hizo que
mi corazón ardiese incluso más fue la enorme sonrisa plasmada en todo
su rostro. Era llena de esperanza y optimismo, hermosa y arrebatadora
al mismo tiempo.
Buena idea, Dex. Esta fue una buena forma de ayudar a quitarle
las cosas de la mente. 219
Recé para que nada pudiese suceder para quitarle esa sonrisa.
—Te ves deslumbrante.
Con una expresión humilde, se miró a sí misma.
—Es simple. No quería exagerar. Este simplemente se sintió bien.
El vestido que Bianca había elegido era sin tirantes, ajustado en
el pecho y aflojándose progresivamente hasta el fondo, justo por encima
de las rodillas.
—Es perfecto.
—Adivina qué… —Sonrió—. ¿Sabes cuál es el nombre de este
diseño?
—¿Los vestidos tienen nombres?
—Sí. —Se rio—. Este se llama La Bandida.
Una gran sonrisa se expandió en mi rostro.
—Bandido Boy está aquí en espíritu. Me gusta eso.
—Gracias por esta experiencia. Fue muy Pretty Woman.
—Nunca podría pagarte por lo que me has dado. —Me incliné
hacia delante y le di un suave beso en los labios.
Estiró los brazos.
—Así que, estoy completamente arreglada. ¿Qué es lo siguiente?
—Tendrás que esperar a averiguarlo. —Guiñé el ojo.
Yéndonos en nuestro auto descapotable de alquiler me sentí lleno
de vida. El cabello de Bianca flotando en el cálido aire. Nuestras manos
estaban entrelazadas.
Deteniéndome frente a nuestro destino, tuve que estacionar en
paralelo. Si el auto realmente cabía en el espacio era cuestionable, pero
lo encajé a la perfección.
—Tienes unas locas habilidades de estacionamiento, Truitt.
—Era estrecho, pero logré meterlo. Por la gracia de Dios,
averiguarás más en lo que a eso respecta muy pronto. —Le guiñé un
ojo.
—Siempre la mente sucia. —Se rio en voz baja—. Y para que
conste, ciertamente espero que tengas razón. —Bianca finalmente se dio
cuenta de que habíamos estacionado frente a una pastelería—. ¿Es aquí
donde conseguiremos la tarta?
—Sí. Pero no solo una tarta. Vamos a probar muchas clases
diferentes.
—¿Organizaste una prueba de tartas?
220
—Claro, ¿por qué no?
—¿No tienes que comprometerte a encargar una para hacer eso?
—Probablemente. Así que encargaré una y haré que se la envíen a
mi padre.
—Eso sería realmente bueno para su corazón —comentó ella con
sarcasmo.
—Está bien, ¿qué tal esto? Dejaré un depósito, y encargaremos
una para que se haga dentro de un año. Si todo va bien, volveremos y
recogeremos nuestra tarta.
Alcanzó mi mano.
—Eso suena como un plan.
Ganache Patisserie olía como una explosión de azúcar con un
toque de amaretto. Tartas de varios pisos de diversos colores pastel
estaban expuestas en varias vitrinas.
Una mujer nos recibió y nos llevó a Bianca y a mí a la habitación
trasera. Nos sirvió un poco de té y dejó varios trozos de tarta sobre la
mesa.
—Pueden probarlos en cualquier orden. Hay un cuaderno y un
bolígrafo que pueden usar para calificar cada sabor. Todos están
etiquetados. Con suerte, podrán llegar a una decisión unánime al final.
—¿De verdad las parejas discuten sobre cuál sabor elegir? —
preguntó Bianca.
—Oh, sí. Se sorprendería de cuánta negociación implica esto.
Aunque tienen la opción de elegir diferentes sabores para cada piso.
Hay tres típicos. Así que siempre pueden transigir.
Bianca y yo comenzamos a probar las muestras. Nos estábamos
divirtiendo alimentándonos el uno al otro, y trajo de vuelta recuerdos de
mi primera cita con ella como Jay en el sitio etíope. Yo había hundido el
dedo en la cobertura, luego lo froté por su nariz. Creo que pusimos
incómoda a la mujer. Solo podía imaginar lo extraña que se habría
sentido si también supiese la verdad sobre lo que realmente estaba
sucediendo entre nosotros. Finalmente se levantó y nos dio un poco de
privacidad.
Cuando Bianca lamió algo de cobertura de sus labios, mi polla
saltó.
—Mi madre solía preparar tartas para los cumpleaños de los
amigos en su tiempo libre —mencionó—. Solía disfrutar ayudándola.
Por supuesto, la mejor parte era lamer la cuchara. 221
—Apuesto a que eres fantástica lamiendo la cuchara. ¿Era una
cuchara de madera, por casualidad?
—En realidad, lo era. Un gran trozo de madera.
Tomé la cuchara que había usado para remover mi té.
—Muéstrame cómo la lamías.
La mujer regresó.
—¿Qué les parece la tarta de zanahoria?
Bianca me miró.
—Está muy… húmeda.
—Apuesto a que lo está —murmuré.
—¿Se están acercando a reducir la lista? —preguntó la mujer.
—Bueno, es… un poco difícil —contesté.
Bianca tomó mi rodilla bajo la mesa. Cuando la mujer volvió a
salir, ambos estallamos en carcajadas antes de prometer intentar tomar
este proceso un poco más en serio.
Aproximadamente unos quince minutos después, la mujer
regresó.
—¿Cómo vamos?
Bianca sonrió.
—Hemos decidido la tarta de vainilla glaseada con crema de
mantequilla para el piso inferior. Para el piso de en medio, vamos a ir
con la de limón… también con crema de mantequilla. Y para la parte
superior, nos gustaría de vainilla con mermelada de fresa… y siempre
crema de mantequilla.
Besando la oreja de Bianca, dije:
—Sé que te encanta la crema.
La señora se aclaró la garganta.
—Déjenme tomar el libro. Elegiremos un diseño y tomaré la
orden.
Cuando volvió con un catálogo de diseños de tartas, Bianca
señaló una en particular.
—Oh… mira… bolas. Justo como nuestro primer encuentro. —Se
giró hacia la mujer—. ¿Qué tal una con las pelotas?
—¿Le gusta este diseño? Este es uno de los que hacemos donde
realmente decoramos alrededor de la tarta con cake pops.
Estratégicamente clavamos las pops en varias partes de la tarta. Y la 222
mejor parte es… que todo es comestible.
Sonreí.
—Todo lo que escuché fue clavar algo estratégicamente en varias
partes y comestible… Me parece bien.
—Ambos son una gran pareja, definitivamente están hechos el
uno para el otro —comentó la mujer.
Apretando el muslo de Bianca, sonreí con orgullo.
—Vaya, gracias.
Sacó su bolígrafo.
—Bien… así que, ¿cuándo es la fecha de la boda?
Hubo un silencio mortal durante varios segundos hasta que
respondí:
—En realidad, dentro de un año a partir de hoy.
—Oh, perfecto. Solo necesitaremos el cincuenta por ciento del
total ahora, y luego el resto será saldado en la entrega.
Después de que entregase mi tarjeta de crédito, nos quedamos
solos por un tiempo, y noté que Bianca de repente parecía sombría.
—¿Qué sucede?
—Se siente real. Deseo que lo fuese.
Mierda. Esto estaba fracasando.
—Quizás llevé esto demasiado lejos.
—No. No, solo me puse un poco emocional cuando anotó la fecha.
Antes de que pudiésemos decir nada más, la mujer regresó con mi
tarjeta y el recibo.
—Todo preparado, señor Truitt. Puede llamarnos en cualquier
momento con la localización del lugar, así podremos arreglar para que
la entrega sea temprano por la mañana.
Bianca permaneció callada mientras salíamos de la tienda. No
podía soportarlo más. La llevé a un abrazo apretado en la acera y le
susurré al oído:
—Tenemos que permanecer optimistas.
—Es duro no querer prepararme para la desilusión. Simplemente
parece demasiado para ser verdad que podamos librarnos de esto.
—Tengo que creer. Eso es todo lo que hace que supere este día.
Tengo que creer que en este día dentro de un año… voy a tener mi tarta
y a comerte a ti también. —Me reí, porque lo gracioso era que ni
siquiera había querido decirlo de ese modo. Comerte a ti también. 223
Simplemente lo hice. Debería haber sido subliminal.
Me golpeó en el brazo juguetonamente.
—Me alegra de que todavía encuentres diversión en todo esto.
—Tengo que reírme así no lloro, hermosa.
Lo decía en serio.

Pasamos el resto de la tarde en el tramo de la playa privada de la


casa de invitados.
Mientras el sol se ponía, se sentía como si la cortina se estuviese
cerrando lentamente en nuestro tiempo juntos. Bianca todavía estaba
llevando su vestido blanco, que ahora estaba cubierto de tierra, agua y
arena. Quería grabar a fuego esa imagen en mi memoria.
—No quiero dormir esta noche —mencionó ella—. Me siento como
si solo quisiese permanecer en pie toda la noche.
—¿Quién necesita dormir? —Tomé su mano—. ¿Puedo tener este
baile?
La música no era requerida mientras nos balanceábamos
lentamente con el sonido de la playa. Nos balanceábamos de un lado a
otro hasta que el sol se puso completamente luego permanecimos de pie
y hablamos, jurando no rendirnos al sueño.
Finalmente el sueño ganó, sin embargo, cuando más tarde
chocamos en los brazos del otro en la arena.
El sonido de las olas nos despertó a la mañana siguiente.
Pareciendo como si hubiésemos sido arrastrados hasta la orilla,
sorprendentemente nos habíamos dormido hasta tarde, debíamos haber
estado exhaustos por obligarnos a permanecer despiertos.
Mientras nos sentábamos en la arena, desde atrás rodeé su
cuerpo con los brazos.
—Así que, nunca terminaste tu frase.
—¿Qué?
—Ya sabes, antes de que volásemos hasta aquí. Comenzaste a
decirme algo sobre tu fantasía sexual. Dijiste que comenzaba conmigo
abriendo algo. Necesito saber el resto.
—Debería haber sabido que no olvidarías nada de eso.
—De ningún modo. Tengo que vivir indirectamente a través de la
versión fantasiosa de mí mismo en este momento. En cambio mis celos 224
por el Dex de fantasía son peor de lo que fueron por ese cretino, Jay.
—Está bien. Así que, de todos modos… comienza contigo
abriendo…
Mi teléfono sonó, interrumpiéndola.
—¿Me estás jodiendo? —mascullé.
—Pienso que estás destinado a no descubrirlo, Truitt.
—Será mejor que atienda esto… en caso… ya sabes.
Se sentó repentinamente.
—Contesta.
Respondí:
—Drex Truitt…
—Hola, señor Truitt. Soy Erika Raymond de los Laboratorios
Leominster.
El corazón comenzó a palpitarme.
—De acuerdo… ¿sí?
—Ya están sus resultados.
Pensaba que podría vomitar. O desmayarme. Quizás incluso una
cosa después de la otra. Oh Dios. ¿Y si primero me desmayaba y luego
vomitaba mientras estaba inconsciente? Me levanté y comencé a
pasearme por la arena. Mi piel estaba pegajosa, y por la apariencia del
rostro de Dex, debo haber palidecido. Habló en el teléfono:
—¿Puede, por favor, esperar un minuto? —Cubriendo el receptor,
preguntó—: ¿Estás bien? Deberías sentarte. No me gusta cómo te ves
ahora mismo.
—Tampoco me gusta cómo me siento.
225
Dex volvió a la llamada:
—¿Erika? ¿Dijiste que tu nombre era Erika?
Escuché el sí aunque el teléfono estaba presionado contra su
oreja.
—Escucha. Necesito ir a un sitio más privado. ¿Sería posible que
te llamase en, digamos, cinco minutos?
Estuvo callado por un momento, luego comentó:
—Está bien, sí. El número que apareció en mi identificador de
llamadas. Preguntaré por la extensión dos ocho tres. Solo serán unos
minutos, y apreciaría si pudieses esperar por mi llamada.
Silencio de nuevo, luego finalmente:
—Está bien. Muchas gracias.
Después de que terminase la llamada, Dex puso una mano en la
parte baja de mi espalda.
—Venga. Vayamos dentro. Pienso que deberíamos hablar unos
minutos antes de hacer esto.
Ofuscada, dejé que Dex me llevase dentro a nuestra habitación.
Había estado tan segura de mí misma, tan ansiosa por conocer la
verdad, y ahora que estaba al alcance, repentinamente quería correr en
otra dirección. Necesito más tiempo.
Dex me guio a la cama y me sentó en el borde. Había escuchado
el término entumecida antes, pero realmente nunca lo había
experimentado. En mi vida, el estrés significaba palpitaciones, jugar con
mis pelotas y gritar a todo pulmón. Pero este estrés era completamente
diferente. No podía sentir los dedos de mis pies. Realmente bajé la
mirada y los moví para asegurarme de que todavía podía hacerlo.
Dex se arrodilló frente a mí y tomó mi rostro entre sus manos.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto?
—No estoy segura de nada justo en este momento. —Dejé salir un
suspiro audible—. Mi nombre es Bianca, ¿cierto?
Dex sonrió.
—Eso es correcto. Y el mío es Jay.
De algún modo su cometario estúpido pareció traerme de vuelta a
la realidad. Le devolví la sonrisa y miré a Dex a los ojos por un largo
momento. Lo que me estaba devolviendo la mirada era absolutamente
hermoso. No el hombre en sí mismo, sino lo que observaba en sus ojos,
vi amor en su forma más pura. Era honesto, abierto y deseando darme
cualquier cosa que yo desease. Por mucho que me quitase la 226
respiración, también me recordó lo que necesitaba saber. Quería ese
amor incondicionalmente, y no saberlo siempre tendría esa pregunta
marcada.
Ni siquiera había sentido las lágrimas caer hasta que Dex uso los
pulgares para limpiarlas. Él cerró los ojos y aceptó la decisión que yo
había tomado sin tener que decirlo en voz alta.
—Dime cómo quieres hacer esto. ¿Quieres saber primero sobre ti
o tu hermana?
Lo consideré por un minuto.
—Es sábado y Alexa y las niñas probablemente están en el ballet.
Por qué no conocemos primero mis resultados y luego nos tomamos un
tiempo para asimilarlo antes de averiguar sobre Alex. No creo que
pueda manejar ambas cosas al mismo tiempo.
—Está bien, entonces eso es lo que haremos. —Apretó mi mano—.
¿Seguro que estás bien? ¿No vas a desmayarte encima de mí, no?
—Creo que estoy bien. —Tomé una profunda bocanada de aire,
luego asentí—. Adelante, estoy preparada para que hagas la llamada.
—Lo haré. En un minuto. Hay algo que necesito hacer primero.
—¿El qué?
—Esto. —Juntó su boca con la mía. Me besó con tanta pasión, un
sentimiento tan intenso que cuando finalmente se rompió, estaba
llorando de nuevo. Dios, soy un desastre.
Riéndome de mis lágrimas mientras la secaba, dije:
—Lo siento. Son lágrimas de felicidad.
—No te ves muy feliz en este momento.
Apoyé la frente sobre la de Dex.
—Extrañamente, lo estoy. Te amo, Dexter Truitt.
—Yo también te amo, Bianca. Más de lo que incluso puedo
entender.
No pregunté qué iba a hacer Dex durante el siguiente minuto,
sino que cerré los ojos y recé. Cuando abrí los míos, todavía tenía los
suyos cerrados y sus labios se estaban moviendo un poco. Estaba
bastante segura de que estábamos haciendo la misma petición al gran
tipo en el cielo. Con el tiempo, apretó mi mano una vez más y luego
levantó su teléfono.
Tomé una bocanada de aire y la contuve mientras él llamaba.
—¿Puede ponerme con la extensión dos ocho tres, por favor?
Escuché a una mujer a través del receptor pero, esta vez, no pude 227
entender qué estaba diciendo al otro lado de la línea.
—Sí, ¿Erika? Somos Dexter Truitt y Bianca Georgakopolous. Nos
gustaría llamar por los resultados entre Alexandra Fiore y Dexter Truitt
un poco más tarde.
Me levanté de la cama y comencé a pasear.
Dex leyó el código de seguridad que nos había dado el técnico y de
nuevo confirmó que solo escucharía un resultado esta vez. Cuando
terminó, Dex levantó la mirada hacia mí mientras hablaba en el
teléfono:
—Sí, estoy preparado.
Después de lo que pareció una eternidad pero probablemente solo
fueron treinta segundos de silencio, Dex cerró los ojos. Se aclaró la
garganta.
—¿Y cuál es la exactitud de esos resultados?
—Ya veo. Muchas gracias. Pronto llamaremos por el otro
resultado.
El corazón se apretó en mi pecho cuando vi la mirada en el rostro
de Dex. Fue su turno para perder el control. Las lágrimas estaban
deslizándose por su rostro mientras caminaba hacia mí.
—Dilo —susurré—. Simplemente dilo.
Lo siguiente que supe, fui alzada en el aire y siendo acunada en
los brazos de Dex.
—Las probabilidades de que seas mi hermana son exactamente el
0‟00%.
—¿Qué? —¿Acaba de decir lo que creo que dijo?
—Me escuchaste correctamente. No estamos emparentados,
Bianca.
—¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! —Me llevé la mano al pecho. Mi
pobre corazón estaba latiendo tan rápido que sentía como si pudiese
explotar—. ¿Lo dices en serio? ¿Estás seguro?
—Nunca he sido más serio en mi vida. Y diría que una
probabilidad del 0‟00% es jodidamente seguro. ¡Gracias Cristo!
Inclinándome, presioné mis labios sobre los de Dex.
—No estamos emparentados. Realmente no estamos
emparentados. —Seguí repitiéndolo una y otra vez como algún tipo de
mantra, pero en realidad necesitaba seguir escuchándolo para
permitirme asimilar la enormidad de eso. El rostro de Dex estaba
húmedo por las lágrimas cuando me dejó sobre la cama.
Mientras yo estaba completamente abrumada por el alivio, de
228
repente, Dex parecía tener el sentimiento contrario. Una intensa mirada
de necesidad y determinación atravesó su rostro. Comenzó a quitarse la
ropa con urgencia. Cuando iba a por su bóxer, lo detuve.
—Espera.
—No creo que sea capaz de esperar más. Necesito estar dentro de
ti, Bianca. Llámame imbécil si quieres, pero tengo la urgencia de
marcarte. Clavar los dientes en tu piel para marcarte como mía y luego
correrme con tanta fuerza dentro de ti que parte de mí nunca volverá a
encontrar su camino de salida.
Tragué saliva.
—Jesús, Dex.
—¿Demasiado sincero?
—Para nada, es la cosa más sexy que he escuchado jamás en mi
vida. Es solo que… quiero hacer algo por ti.
—¿Puede esperar hasta que yo haga algo por ti? —Me había
colocado en medio de la cama, pero alcanzó mis piernas y tiró de mí al
borde donde él estaba de pie—. Muchas veces. ¿Puedes esperar hasta
que yo haga algo por ti, muchas veces?
Me reí en voz baja. Pero salí de la cama.
—Siéntate. Dexter, mi no hermano, Truitt. Siéntate.
Hizo un puchero pero accedió. Sentándose en el borde de la
cama, su gran erección estaba sobresaliendo a través de su bóxer.
Comencé a desabotonar mi blusa lentamente.
—No hemos hablado antes de ello, pero estoy tomando la píldora.
—Gracias, joder. Porque necesito sentirte piel con piel, y nunca
seré capaz de sacarla una vez que me hunda en ti. Podemos estar
durmiendo con mi polla todavía dentro de ti esta noche.
Después de que me quitase la blusa, me saqué el pantalón y
permanecí frente a Dex, dejando que se tomase su tiempo mirándome.
Su paciencia estaba disminuyendo cuando estiró la mano hacia mí y di
un paso atrás.
—Aún no.
Masculló con frustración, pero sujetó los lados de la cama.
Llegué a mi espalda y abrí el sujetador. Unas cuantas sacudidas
de hombros y cayó al suelo.
Dex tragó. Su pecho estaba subiendo y bajando con respiraciones
profundas.
—Eres jodidamente hermosa. 229
—Gracias.
Me dejé las bragas puestas y me acerqué a él antes de
arrodillarme.
—Bianca… no puedo. Quiero decir… no puedes. No duraré ni diez
segundos con tu boca en mí.
—Bien. Porque no iba a usar mi boca en ti.
Con una sonrisa malvada, junté mis pechos, dándole un indicio
de cuáles eran mis planes.
—Quítese es calzoncillo, señor Truitt.
—Tampoco duraré así, Bianca. He estado soñando con deslizar mi
polla entre esas preciosas tetas demasiado tiempo. Quiero correrme
sobre ellas, pero la próxima vez que me corra va a ser dentro de ti.
Con un movimiento fluido, de algún modo Dex me levantó, me
giró y me tumbó en la cama, y él estaba cerniéndose sobre mí.
—Gracias por querer darme mi fantasía. Significa mucho para mí
que me ofrecieses eso antes incluso de encontrar tu propia liberación.
—No quiero nada más que realizar toda fantasía pervertida que
tengas en mente. Planeo pasar mucho tiempo explorando las
profundidades de su perversión, señor Truitt.
Dex logró quitarse la ropa interior sin romper el contacto, y su
polla rígida estaba cálida contra mi piel. Realmente podía sentirla
pulsar contra mi estómago. Habíamos estado esperando mucho tiempo,
no podía soportarlo otro segundo. Estirando las piernas debajo de él, se
colocó en posición y luego mantuvo mi mirada mientras lentamente se
empujaba dentro de mí. Cada centímetro de que él avanzaba, mi
corazón se abría ampliamente. Esto era. Se sentía tan
impresionantemente increíble finalmente tener la última parte de él
dentro de mí. Él había estado en mi corazón desde la primera vez que lo
conocí, ahora era la conexión física. Me di cuenta de que esto era cómo
realmente se sentía consumar una relación.
Dex se movió dentro y fuera suavemente, tomándose su tiempo
para estirar mi cuerpo para que aceptase su contorno. Era hermoso y
dulce, pero podía decir que se estaba conteniendo. Animándolo a que se
soltase, lo rodeé con los brazos y clavé las uñas en su trasero.
Sus pupilas se dilataron.
—Joder.
Eso lo logró. Bajó la cabeza y me mordió directamente en el pecho
derecho con fuerza mientras aceleraba su ritmo. Definitivamente iba a
dejar marca, y yo quería eso… ser marcada por él en todos los sentidos.
—Joder. Joder —susurró mientras movía la boca a mi cuello
donde chupó y mordió mientras enrollaba puñados de mi cabello en sus
230
manos. Gemí cuando tiró de él.
Todo lo demás en el fondo se desvaneció, excepto el sonido de
nuestra respiración entrecortada y nuestros cuerpos húmedos
chocando mientras se hundía más y más hondo en mi interior.
—Voy a llenar este coño apretado, Bianca. —Echó la cabeza hacia
atrás para mirarme y eso fue todo lo que tomó. Mi cuerpo ya había
estado hirviendo, pero mi orgasmo me impactó. Grité su nombre una y
otra vez mientras mis músculos pulsaban alrededor de su gruesa polla.
Justo cuando pensé que mi placer había descendido, Dex golpeó en mí
más rápido y más profundo, dejando salir un sexy gemido mientras se
liberaba dentro de mí, lo que a cambio, mandó a mi cuerpo montar una
nueva ola de pulsaciones mientras nos corríamos juntos a la vez.
Recuperando la respiración, Dex me besó suavemente en los
labios. Todavía estaba semi-erecto dentro de mí mientras se deslizaba
lentamente dentro y fuera de mí.
—Te amo, Bianca.
—Yo también te amo.
—Nos llevó un loco camino llegar aquí, pero eso me hizo darme
cuenta de cuánto haría para mantenerte en mi vida. Para que conste,
no tenía planeado dejarte marchar aunque resultase que eras mi
hermana.
—Oh, ¿de verdad? ¿Y, exactamente, qué ibas a hacer para que me
quedase?
—Digamos, que he estado investigando.
Entrecerré los ojos.
—¿De qué estás hablando?
—Los verdaderos hermanos comparten el cincuenta por ciento de
su ADN. Los medio hermanos solo comparten un porcentaje del
veinticinco por ciento de su ADN. Técnicamente no es incesto, se llama
incesto por linaje.
—¿Ibas a venderme los aspectos científicos de dormir con mi
hermano?
—Por supuesto que no.
—Oh.
—Planeé una cita con un genetista para hacer eso.
—¿Estás bromeando?
—Y quizás también un sicólogo. —Se rio, pero sabía que estaba
diciendo la verdad.
—Estás loco. 231
—Loco de amor por ti, Georgy Girl. Loco de amor por ti.
—Todo salió como se esperaba, ¿no? Y ni siquiera tenemos que
mudarnos a Europa.
Mi chofer gritó:
—¿Ha dicho algo, señor Truitt?
—Uh… no, Sam. Estoy hablando con Bandido.
Acaricié detrás de las orejas de mi perro.
—Así que, de todos modos… como estaba diciendo… todo salió
bien. No terminaste en esa granja del norte. Ninguno está acostándose 232
con nuestra hermana, aunque lo que pasó contigo en el pasado está en
el pasado, ¿eh? Tus secretos están a salvo conmigo.
—¡Guau!
—Y ahora… hay mucho más que esperar.
Finalmente llegamos a nuestro destino. Sabía que era un poco
extraño llevar a un perro a una ceremonia de inauguración, pero él era
una parte importante de la familia; no habría aceptado dejarlo.
Sujetando la correa de Bandido, respiré el aire no tan fresco de
Brooklyn y levanté la mirada al letrero que decía: Jelani Okiro Arte y
Centro Cultural.
Lleno de orgullo, no podía esperar a mostrarle a Bianca lo que
habíamos hecho con este lugar.
Bandido y yo tomamos el ascensor hasta el segundo piso para
encontrar a Alexandra de pie en el vestíbulo. Sostenía un portapapeles y
nos sonreía.
—¿Cómo está mi hermana de mismo padre? —Sonreí.
—Genial, hermano de otra madre. Por cierto, nadie de la prensa
ha llegado todavía.
—Bien. —Di un aplauso—. Eso nos da un tiempo extra para
asegurarnos de que todo esté en su lugar.
—Sí. Necesitamos aprovechar todo el tiempo que podamos.
Después de dejar a Bandido con un poco de agua en una de las
habitaciones extra, regresé al lugar donde mi hermana estaba de pie y
podía sentir que estaba tensa.
—¿Estás bien?
—Estoy un poco nerviosa al verlo de nuevo.
Asentí con simpatía.
—Lo sé.
Alex vería a nuestro padre hoy. Él y Myra estaban en la ciudad y
planeaban pasar por el centro. A pesar que habían pasado unos
cuantos años desde que descubrimos los resultados de la prueba, Alex
sólo había pasado una cantidad mínima de tiempo con Dexter Sr.
Nunca fue cómodo ni fácil para ella. Y en todos los aspectos que
importaban, todavía consideraba a Taso su verdadero padre.
Hace un año contraté a Alex como gerente de proyectos especiales
en Montague. Una de sus asignaciones más recientes había sido
supervisar el desarrollo del centro de arte que fue construido en honor a
Jelani. Había fallecido unos seis meses después que Bianca y yo 233
regresamos de aquel fatídico viaje a Palm Beach. Su cáncer de colon
había hecho metástasis a pesar de todos sus tratamientos. Cuando las
cosas empeoraron, Bianca y yo lo visitábamos todos los días. Creo que
mi amigo incluso tuvo un pequeño flechazo por mi diosa griega, no es
que pudiera culparlo.
Poco antes de morir, le había contado mis planes de continuar su
legado. Aunque se resistía a la atención, me había permitido traer un
fotógrafo para documentar nuestras sesiones finales de talla. Grandes y
enmarcadas imágenes en blanco y negro de las manos de Jelani en
acción ahora estaban ubicadas en varios puntos alrededor del centro
junto con obras de arte con temática de Kenia.
Jelani me dejó todas las esculturas de madera que había hecho.
Estaban de muestra en vitrinas en todo el lugar. El centro ofrecía una
tienda de madera para tallar, además de otras salas de arte y música.
La organización sin fines de lucro daría la bienvenida a niños y
adolescentes de todo el condado. Todo el personal sería financiado y
empleado por Montague Enterprises, mientras que algunos suministros
y otros gastos serían financiados a través de patrocinadores caritativos.
Alex golpeó su lápiz contra el portapapeles.
—Oh, olvidé decírtelo. Tengo a ese chico Clement para venir un
fin de semana y hacer un taller de tallado como lo pediste.
—¿De verdad? Voy a conocer a mi pequeño enemigo de YouTube
en persona. Aunque ya no es tan pequeño. Finalmente, pasando por la
pubertad. Hace que sea un poco más apropiado estar en competencia
con él ahora.
Ella rió.
—¿Dónde está Bianca?
—Sam regresó a buscarlos. Llegaba tarde.
—Comprensible.
Alex y yo pasamos los próximos quince minutos asegurándonos
que todas las habitaciones estén impecables.
De vuelta en el vestíbulo, pregunté:
—¿Hope y Faith vendrán?
—Sí, Brian las trae.
—Bien. Les encantará el lugar.
Ella miró más allá de mis hombros.
—Ahí está Bianca.
Fue increíble lo que la mera mención del nombre de mi esposa me
causaba. El segundo en que la palabra "Bianca" salió de la boca de 234
Alex, el momento se iluminó para mí. Ese sentimiento resumía mi vida
entera ahora.
Me di la vuelta para encontrar a mi hermosa mujer toda
arreglada. No lucía para nada como alguien que había estado la noche
pasada con una niña enferma de dos años. Me arrodillé, incitando a mi
hija a venir a mí. Mi corazón se derretía cada vez que ella corría
ansiosamente hacia mí con emoción en sus ojos como si no hubiera
nada más que necesitara en el mundo que estar en los brazos de su
papá.
Levantándola, le besé la mejilla y le susurré al oído:
—No estaba seguro que vendrías, Georgina Bina.
—El medicamento está haciendo efecto. —Bianca sonrió—. No
quería que se perdiera esto. Sé que vendrá el fotógrafo.
—Me alegro de que esté aquí.
—¿Papá y mamá vendrán? —preguntó Alex.
Bianca negó.
—No. Dex y yo los invitamos, pero ninguno se sentía cómodo
frente a Dexter Sr.
A pesar de que la relación de los padres de Bianca se tensó a lo
largo de los años, en los últimos meses, habían estado en mejores
condiciones. De hecho, los habíamos llevado a casa para desayunar el
fin de semana pasado. Aunque lidiar con mi padre era otra historia,
estaba feliz que las cosas con Taso y Eleni fueran ahora cordiales,
especialmente por el bien de nuestra hija.
Me volví hacia Alex.
—¿Te molesta cuidar a Georgina durante unos minutos para
poder mostrarle a Bianca antes que llegue la gente?
—Por supuesto, no me importa.
Entregué mi hija a su tía. Georgina se parecía a su madre, y no
podría haber estado más feliz con eso. Había sido concebida un tiempo
antes de que Bianca y yo nos casáramos. Habíamos tenido una
ceremonia lujosa en la ciudad hace un par de años. En ese momento,
no sabíamos que Bianca ya estaba embarazada.
El fin de semana después de nuestra boda, habíamos volado a
Palm Beach para recoger nuestro pastel de bodas a un año del día que
lo habíamos pedido para la prueba de pasteles. La panadería lo envió a
nuestro lugar privado en la playa. Tomamos fotos, nos alimentamos el
uno al otro un par de rebanadas, luego transportamos el resto a un
centro para ancianos por el camino. 235
Tomando la mano de Bianca, la conduje por el pasillo hasta la
sala de música.
Saltó el segundo que lo vio.
—¿Es en serio?
—Perfecto, ¿verdad?
La estatua de Liza Minnelli finalmente tenía un hogar
permanente, al igual que la pintura de Elvis del apartamento de Jay.
Había recogido otros recuerdos similares de la cultura pop para
terminar el espacio. Un piano de media cola estaba ubicado en la
esquina junto con otros instrumentos musicales.
—Finalmente, un lugar que tiene sentido para ella. —Bianca rió.
—Sí, ¿verdad? Es como si durante todo este tiempo ha estado
vagando por ahí, buscando un lugar más significativo para escabullirse
de ti por última vez. —Le señalé la pintura gigante en la pared—. Elvis
también está aquí. ¿Lo notaste?
—Es increíble lo que has hecho con este lugar entero.
Acercándola, hablé sobre sus labios:
—Me alegro de poder seguir impresionándola, señora Truitt. —Di
un paso atrás para echarle un vistazo. Sus pezones se notaban bajo el
negro material de su vestido—. Dios, tus tetas se ven increíbles en este
momento. Siento que tengo que chuparlas.
—Elogias mis tetas todos los días. ¿Qué hay de diferente hoy?
—Me están saludando especialmente bien. Por no mencionar, que
estamos en este tiempo intermedio cuando no estás amamantando. Las
tengo para mí mismo por un tiempo. —Me incliné para besar
suavemente su pezón y hablé a su pecho—. ¿He dicho que amo tu
cuerpo de embarazada?
—Unas cuantas veces por hora, sí.
—¿Podemos seguir teniendo bebés para siempre?
—¿Quién va a dar a luz a estos niños?
—Bueno, esperaba que lo hicieras, mi diosa griega.
Se frotó la barriga embarazada de cuatro meses.
—Creo que he terminado después de este. Dos está bien.
Pasé mis manos alrededor de su culo y le di un apretón.
—Dijiste que la primera era la última.
—Lo sé… después de no estar embarazada y la acidez
desapareció, cambié de opinión. 236
—Bueno, entonces, seguiré esperando que cambies de parecer
diez veces.
Ella abrió los ojos.
—¿Diez?
—¿La verdad? Si me dejas… sí. Diez.
—Estás loco, pero honestamente no confío en mí misma de
impedir que eso suceda. Hay dos cosas principales que están en mi
contra. Una, tan pronto en cuanto dejó la píldora, simplemente me
miras y me quedo embarazada. Dos, no puedo resistirme. Tienes esos
ojos azules en mí, y todo lo que quiero hacer es hacerte feliz.
—¿Y el problema con esto es? —bromeé, acariciándole el cuello.
Tenía que detenerme antes que terminé con una furiosa erección frente
a los medios de comunicación de Nueva York.
Hablando de medios de comunicación, Bianca todavía trabajaba
independientemente a tiempo parcial en Finance Time, pero sólo tomaba
asignaciones locales ahora. Entre Georgina y mi jodido ser necesitado,
ella no tenía tiempo para mucho más. Sabía que la apoyaba plenamente
a que regresara a trabajar a tiempo completo si eso era lo que realmente
quería. Pero lo que parecía estar haciéndola más feliz últimamente, era
ser esposa y madre. Ciertamente no podía quejarme de tenerla allí
cuando llegaba a casa del trabajo. Ahora raramente trabajaba tarde,
estaba demasiado ansioso por llegar a casa con mis chicas.
A regañadientes, le di un último beso.
—Deberíamos regresar. La gente llegará pronto.
Salimos para encontrar a Alex siguiendo de cerca a nuestra hija,
que estaba corriendo alrededor.
—¿Con qué está jugando Georgina? —preguntó Bianca.
—Pensé que habíamos puesto todas las figuras de madera en las
vitrinas —dijo Alex—. Pero parece que encontró una.
Bianca se corrió rápidamente hacia ella.
—Esos no son juguetes. Lo está poniendo en la boca.
—Está bien. A Tío Jelani no le importaría —dije. Cuando tomé la
estatuilla cubierta de baba de mi hija, sonreí al darme cuenta que era la
jirafa. Cuanto más pensaba en ello, más desconcertante era que incluso
ella la tuviera. Sin duda pusimos todas las piezas de Jelani en las
vitrinas. Yo mismo había supervisado ese proceso. Levanté la mirada a
las luces empotradas en el techo por un momento. Hmm. Lo dejaría
como un misterio insoluble, aunque, en el fondo, realmente quería creer
que él estaba aquí, dándome su bendición.
Los periodistas locales estaban llegando. Finalmente tomé mi
237
lugar fuera, sonriendo para las cámaras junto a mi familia mientras
cortamos la cinta, marcando la gran apertura.
De nuevo dentro, mi padre y Myra acababan de llegar, y noté que
hablaban con Alexandra, que parecía que quería estar en cualquier
parte del mundo menos allí. Iba a ir y romper el hielo, hasta que me
llevaron para algunas entrevistas.
La luz de la cámara me escoció los ojos mientras se reflejaba en
mi rostro. Tres reporteros empujaron sus micrófonos frente a mí.
Escuché a uno preguntar:
—Díganos por qué decidió abrir el centro, señor Truitt.
Aclaré mi garganta y hablé desde el corazón.
—Quería devolver a la comunidad algo de lo que Jelani me había
dado: un lugar seguro para visitar y desahogar mis frustraciones, y
donde también podría descubrir mi potencial creativo. Cuando llegué
por primera vez a pedirle ayuda, fue por razones equivocadas. Estaba
tratando de utilizar la idea de perfeccionar una habilidad poco conocida
y artística con el fin de atraer a una mujer. —Me reí—. Con el tiempo,
me di cuenta de que el arte en ello era mucho más importante de lo que
jamás noté. Me estaba salvando, me salvaba de mi propia mente y me
permitía expresar mis sentimientos de otras maneras, además que con
palabras. Fue, en cierto sentido, una experiencia espiritual. Tallar
madera había empezado como una broma, pero era la vida entera de
Jelani, y estaba empezando a ver por qué. Algunas personas expresan
el amor a través de las palabras. Otros… a través de acciones. Y
algunos otros… lo expresamos a través del arte. En esencia, el arte es
amor. Quería compartir parte del amor que mi amigo me había dado,
porque he sido bendecido con una abundancia de amor en mi vida
ahora. —Sonreí—. Y me he vuelto un jodido buen tallador, si me
permiten decirlo. Digamos que uno o dos de los animales exhibidos
podrían ser míos.
Un flash de la cámara casi me cegó.
—¿Se quedó con la chica al final, señor Truitt?
Les guiñé.
—Sí.
Después de que mis obligaciones de prensa estaban terminadas,
tomé a Bandido para buscar a mis chicas. Al notar que Bianca se había
sentado en un rincón con Georgina, me tomé un momento para
mirarlas.
—Míralas, Bandido. Mira qué hermosas. ¿Puedes creer que nos
pertenecen?
No podría amarlas más. 238
Si había una palabra para describir cómo me sentía acerca de mi
vida ahora, era gratitud. Tenía una buena maldita suerte de tener esta
hermosa familia. Y sabía, sin ninguna duda, que nunca lo daría por
sentado. El susto sólo nos fortaleció. No había nada que te hiciera
apreciar más a alguien que casi perderlos.
Bianca lucía agotada, y Georgina, cuyas mejillas parecían estar
ardiendo, estaba tosiendo con su nariz moqueando. Necesitaba llevarlas
a casa. Si estaba siendo honesto, no había nada que quisiera más que
salir de aquí y pasar un sábado perezoso descansando en el sofá con mi
familia.
Tomé a Georgina de los brazos de Bianca.
—Vamos a casa.
Bandido aprovechó la oportunidad para poner su cabeza en el
regazo de Bianca. Entre los tres, ella tenía las manos llenas.
—No puedes simplemente irte, ¿verdad?
—Soy dueño del lugar. Puedo hacer lo que quiera. Las cosas ya
van a terminar de todos modos.
Después de despedirnos de mi padre y Myra, silenciosamente los
cuatro nos escapamos y nos aventuramos por el pasillo.
Cuando entramos en el ascensor, Georgina empezó a llorar. Su
medicina ya no tenía efecto, y ya estaba cansada, muy lista para una
siesta. Bandido ladraba como solía hacerlo cada vez que ella lloraba, lo
cual demostraba claramente por qué no dormíamos mucho
últimamente.
Justo después que las puertas del ascensor se cerraron, ocurrió
algo inusual. Las luces se apagaron durante unos tres segundos y luego
volvieron a encenderse de nuevo, antes que finalmente comenzáramos a
descender.
Bianca se rió en voz baja.
—Bueno, eso no habría sido bueno.
—No, no lo hubiese sido. Por mucho que aprecio el recuerdo de
cómo nos conocimos, no estoy seguro de poder lidiar con dos bebés
gritando a la vez a todo pulmón.
Me dio una palmada juguetona.
—Amaste mis bolas y gritos ese día.
—Sí. Amé tus bolas desde el momento en que te conocí, y
especialmente amé…
—Ten cuidado. Ella entiende más de lo que piensas.
—¡Guau!
239
—Al igual que él —añadió.
Todos subimos a la limusina. Después de que Bianca aseguró a
Georgina en su asiento, nuestra hija se estaba quedando dormida.
A mitad de camino a casa, realmente estaba silencioso. Se me
ocurrió una idea cuando me volví hacia Bianca.
—Nunca me dijiste lo que estaba abriendo.
—¿Qué?
—Esa fantasía de años atrás. Siempre te interrumpías cada vez
que ibas a contármela. —Me froté el muslo—. ¿Qué era?
—Mi fantasía en este momento estaría más en la línea de que
abrieras una caja de cartón de helado y me alimentaras en la cama
mientras me frotas los pies. Eso suena divino.
Eché la cabeza hacia atrás entre risas.
—Podemos hacerlo.
Ella pasó sus dedos por mi cabello.
—De acuerdo, ¿realmente quieres saber qué era?
Me incliné y gruñí:
—Mierda, sí.
—Bien, empezó contigo abriendo mi… ¡mierda!
La limusina se detuvo bruscamente. Mi brazo instintivamente fue
sobre el pecho de Bianca para protegerla.
—Lo siento, amigos. Un chico pasó delante de mí, así que tuve
que pisar los frenos —dijo Sam.
Y ese fue el fin de nuestro tranquilo tiempo de paz.
Georgina se despertó y comenzó a llorar histéricamente.
Me incliné para besarle la cabeza.
—Shh… está bien. —Al sacar mi teléfono, accedí rápidamente a
YouTube y abrí el canal Chance Bateman. Fui hasta el video de su niña
riéndose histéricamente de los ruidos de la cabra, esperando que
ayudaría a calmar a Georgina.
Ella tomó mi teléfono en su mano diminuta, pero no ayudó.
Empezó a llorar aún más.
—¡Guau!
Bianca se rió.
—Eso salió mal. Ahora, tenemos un perro ladrando, una cabra 240
diciendo "baa", un bebé riendo, y un bebé llorando.
La verdad era que no podía imaginar mi vida sin caos. No podía
imaginar mi vida sin ella, sin ellos; sin esto.
—Estos son los sonidos de la vida, Bianca. —Sonreí—. Música
para mis oídos, chicas Georgy.

Fin
Vi Keeland Autora súper ventas del New York Times. Con más
de un millón de libros vendidos, sus títulos han aparecido en más de
cincuenta listas de Bestseller y actualmente están traducidos en doce
idiomas. Vive en Nueva York con su esposo y sus tres hijos, donde
disfruta de su propio felices para siempre con el niño que conoció a los
seis años.
Es un ratón de biblioteca y se la puede ver leyendo su Kindle en
los semáforos, mientras le cortan el cabello, pasando la aspiradora,
caminando, durante los eventos deportivos, y con frecuencia mientras
pretende trabajar.
Es una aburrida abogada de día, y una emocionante autora de
bestsellers, por la noche.

241
Penélope Ward es una autora de superventas 'USA Today.'
Creció en Boston con cinco hermanos mayores. Pasó la mayor parte de
sus veinte años como presentadora de noticias de televisión, antes de
cambiar a una carrera más familiar.
Penélope vive para la lectura de libros (género adulto), el café y
salir con sus amigos y familiares los fines de semana.
Es la orgullosa madre de una hermosa niña de 10 años de edad
con autismo (la inspiración para el personaje de Callie en Géminis) y un
niño de 8 años de edad: ambos son la luz de su vida. Residen en Rhode
Island.
242

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