Está en la página 1de 81

1

2
CRÉDITOS

TRADUCCIÓN

Kath

REVISIÓN FINAL

Mona

DISEÑO
orwzayn

3
ÍNDICE

CRÉDITOS ............................................................................................................................. 3
SINOPSIS ............................................................................................................................... 5
PRÓLOGO ............................................................................................................................. 6
BOMBONES “Corre, es un idiota” ........................................................................................ 8
GALLETAS DE ALMENDRA “Sácame de aquí” Espolvoreadas con azúcar. .................. 14
CUPCAKES “Doble Problema” De Vainilla ....................................................................... 21
TARTA DE QUESO “No Juegues Juegos” ......................................................................... 26
TARTA “Por Favor Estrangula A Este Bastardo Engreído” ................................................ 28
PASTEL DE MIGAS “No Se Permiten Segundas Oportunidades”..................................... 38
TARTA DE “Venganza” Y Mantequilla De Maní ............................................................... 42
STREUSEL DE CANELA “Sedúceme” .............................................................................. 49
CRÈME BRULEE “Díme Lo Que Quieres” ........................................................................ 59
TARTA DE QUESO “Quédate Esta Noche” ....................................................................... 68
CARAMELO “No Puedo Confiar En Ti” De Almendra Y Cereza ..................................... 71
GALLETAS DE ALMENDRA “Eres Mi Sueño” ............................................................... 73
EPÍLOGO ............................................................................................................................. 78
ACERCA DE LA AUTORA................................................................................................ 80

4
SINOPSIS

La receta oficial para Nathan Benson:

2 tazas de arrogancia
1 boca que es mucho más sexy cuando está cerrada
1 gran ego que no cabe en el maldito mezclador
1 GRANDE Y DURA po… Bueno, te haces una idea…

Como repostera, puedo decir exactamente de qué está hecho un hombre en el


momento en que camina por las puertas de vidrio esmerilado de mi tienda.
Entonces, en el momento en que Nathan Benson se presentó más de media
hora tarde a nuestra cita a ciegas (sin ninguna explicación), captó la mirada de cada
mujer en el restaurante con su sonrisa baja bragas y dijo: “Personalmente no creo
que debería perder m{s de nuestro tiempo sentado aquí hablando”, después de
solo cinco minutos de conversación, supe que era una de las preparaciones más
groseras que se hayan creado. También sabía que no había manera en el infierno
de volver a verlo.
O eso pensé.
Días después que lo abandoné en nuestra primera cita, me rastreó de una
manera increíble con el fin de lograr que aceptara una segunda. (Y una tercera, y
una cuarta). Lo juro, si no fuera por el hecho que me estaba chantajeando el
hombre más sexy que he conocido, lo habría denunciado a las autoridades hace
mucho tiempo.
Por otra parte, esperar por algunos besos a altas horas de la noche (y quizás
un poco más) de su boca perfecta puede no ser una receta completa para el
desastre, después de todo…

5
PRÓLOGO

CHRISTINA

M
ensaje de Michael: Felices fiestas, sexy. He estado pensando en tu
cuerpo últimamente. ¿Quieres venir a ver Netflix y relajarte?
(Incluso podemos hornear si quieres)
Mensaje de Austin: Felices fiestas, Kelly. Solo recordando lo mucho que
disfruté follando contigo bajo el muérdago la Navidad pasada y creo que
deberíamos hacer eso otra vez…
Mensaje de Austin: Mierda, quise decir “Christina”. Ya sabes cómo es la
autocorrección. Realmente no te estaba engañando la Navidad pasada.
Mensaje del Número Bloqueado: Felices Fiestas, Nena. Te extraño tanto.
Para que sepas, estoy dispuesto a hacer esa “cosa” que siempre quisiste en la cama
si me recibes de vuelta (y eliminas la orden de restricción) esta temporada… quiero
decir, todavía no creo que hombres de verdad deban poner sus caras cerca de la
vagina de una mujer, pero estoy dispuesto a poner mi cara en la tuya.
¡Argh!
Tiré mi teléfono a través de la habitación y contuve un grito.
No estaba segura de por qué el inicio de cada temporada navideña
desencadenaba una serie de mensajes de ex novios, viejos romances y chicos que
apenas recordaba, pero hoy era el cuarto día consecutivo en que me había
despertado con el tipo de mensajes que odiaba recibir.
Me dirigí a la cocina y saqué la única cosa que siempre me hacía recordar
exactamente por qué cada ex siempre sería un ex.
El libro de cocina de mi difunta abuela.
Dentro de las páginas perfectamente conservadas, me había dejado una
receta para todo, dejando de lado los típicos “bollos de canela dulces y pegajosos” y
las “galletas de chispas de chocolate de la abuela”. (Esas eran tonterías) En cambio,
tenía cosas como “Pastel para cuando los hijos de puta te decepcionan” (no te
atrevas a compartir una sola rebanada), “Cannoli del peor sexo de mi vida” (usa
solo diez centímetros de masa), y mi favorito personal, “Croissants infieles de

6
canela” (hornea dos docenas y deja su culo).
Pasé a la p{gina con las Trufas Caramelo “Corta con ellos” y saqué mi sartén.
Había seguido esta receta docenas de veces, al igual que seguía todas las
demás. Solo había una receta en su colección de trescientas golosinas que nunca
tuve una razón para hacer, una receta que preferí dejar sin hacer para siempre.
Era una preparación llamada “Tarta por favor, estrangula a este bastardo
engreído”.
A pesar que todavía salía con mi parte justa de mentirosos, tramposos e
imbéciles, estaba agradecida de no haber salido con un hombre que me impulsara
a hornear esa preparación en particular.
De hecho, juré que nunca la haría a menos que conociera a un hombre que
estuviera tan convencido de sí mismo que no pudiera ver más allá de su propio
maldito ego. Un hombre que fuera capaz de enojarme y encenderme al mismo
tiempo, todo mientras mantenía una sonrisa sexy en su rostro perfectamente
cincelado y actuara como si pudiera escapar con cualquier cosa.
Encendí mi horno y esperaba como el infierno que esta temporada de
vacaciones no trajera un hombre como ese cerca de mí.

7
BOMBONES “Corre, es un idiota”

4 tazas de azúcar de repostería


3 tazas de chips de chocolate semidulce
2 cucharadas de manteca
1 taza de nueces o nueces molidas
½ taza más 2 cucharadas de leche condensada azucarada
¼ taza de mantequilla, ablandada

CHRISTINA

—ASÍ QUE, ¿CUÁN GRANDE crees que se te puede abrir la boca? —El
hombre medio afeitado que estaba sentado frente a mí sonrió y se lamió los
labios—. Tengo algo realmente grueso que mostrarte una vez que esto termine. Si
est{s interesada en probarlo, eso…
¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!
—¡Muy bien, es hora de cambiar! —El entrenador de citas rápidas apagó la
alarma justo a tiempo, salvándome de mi noveno incidente de la noche.
Inmediatamente me moví de mi lugar, sin molestarme en responder la
pregunta de ese idiota. Me dirigí a la mesa que estaba junto a la chimenea, frente a
un hombre que había estado mirando desde que comenzó este evento.
Era el único hombre en la habitación que no llevaba uno de los infames y feos
suéteres rojos para las fiestas de Cedar Falls. Llevaba un traje negro y gris, y había
traído un ramo de rosas rojas, una para cada una de las mujeres que estaban aquí
esta noche.
Con su cabello negro de corte bajo, sus ojos color almendra y su sonrisa
contagiosa, le había lanzado miradas durante todas mis citas en el momento en que
se pusieron extraños.
Parece tan malditamente perfecto…
—¡Cinco segundos antes que reinicie el tiempo, chicos! —El entrenador dijo
justo cuando me senté—. ¡Ahora!
—Buenas noches —dijo el señor Perfecto, ofreciéndome una rosa—. Soy

8
Kevin.
—Christina. —Me sonrojé cuando sus dedos rozaron los míos—. ¿Eres nuevo
en Cedar Falls?
—Puede decirse. Solo he estado aquí durante unos cinco meses. Vivo en el
lado sur turístico. ¿Y tú?
—Nací y crecí aquí. —Me di cuenta que la rosa era falsa, hecha de papel
barato—. Me fui a la universidad y a la escuela culinaria, pero luego volví para
abrir mi propio negocio.
—¿Eres dueña de un negocio? ¿Qué tipo de negocio?
Sonreí, recordándome en silencio que debía ser simple, ya que podía
ponerme poética sobre mi repostería todo el día. —Bueno, se llama Sifted
Perfection, y es una…
—Me gusta una mujer independiente —dijo, cortándome—. Una mujer que
puede pagar sus propias cuentas, manejar las cosas a su manera. Eso es muy
impresionante.
—Gracias… —No estaba segura de si retomar el asunto donde lo dejé o no.
Una camarera puso dos tazas de chocolate caliente entre nosotros, y después
que ambos tomamos unos sorbos, el señor Perfecto me indicó que continuara.
—Bueno, como decía, se llama Sifted Perfection y lo he estado manejando
durante un par de años.
—Eso es muy impresionante, Christina. ¿Vives sola?
—¿Qué?
—¿Tienes casa propia? —dijo, dándome su sonrisa perfecta que parecía
mucho más espeluznante de repente.
—Mmm, sí. ¿Qué tiene eso que ver con esto?
—De repente siento una conexión real entre nosotros en este momento. —Se
inclinó sobre la mesa y me tomó la mano—. Una hermosa conexión de una vez en
la vida.
Parpadeé.
—Creo que eres hermosa como el infierno, eres una gran conversadora y si
estás haciendo lo suficiente para vivir en Cedar Falls por tu cuenta y dirigir un
negocio, creo que eres la indicada para mí.
—He dicho menos de diez oraciones desde que te conocí, hace cuatro
minutos.

9
—Ese es el punto. —Sonrió ampliamente, acariciando mis nudillos—. Con
algunas personas, solo toma unos segundos saber si eres compatible. Somos el uno
para el otro…
—Mmm…
—Creo que necesito mudarme contigo lo antes posible —dijo—. No soy un
fan de la cosa de las citas. Estoy listo, ahora mismo. También te ves bastante fértil,
así que creo que deberíamos discutir la cantidad de bebés que queremos tener
juntos.
Qué demonios.
—Apenas te conozco.
—Pero pronto lo harás. —Se inclinó más cerca, bajando la voz—. Tengo todas
mis cosas en el auto afuera, y si sientes lo que siento, déjame quedarme contigo. —
Hizo una pausa—. Solo quedan dos rondas más de citas, y no creo que te gusten
los muchachos que quedan.
Miré por encima del hombro, a los únicos chicos con los que no había hablado
todavía. Uno era un hombre de cabello canoso que había sido grosero con los
camareros toda la noche. El otro era un mago.
—No estoy buscando nada serio en este momento. —Alejé mi mano de él—.
Solo estoy aquí para hacer nuevos amigos.
—Eso no es lo que dice tu botón. —Señaló el botón rojo de “Cita r{pida” en
mi abrigo. Rojo significa “busco amor”, azul significa “solo probando las aguas” y
amarillo significa “solo busco nuevos amigos”.
Miré la manga de su chaqueta y noté que había clavado diez rojas.
—¿Ves? —dijo—. Te conozco mejor de lo que te conoces. —Miró por la
ventana—. Me temo que necesitaré una respuesta inmediata en cuanto a si sientes
lo mismo que yo o no. Si no, tendré que esconder mi auto antes que la compañía de
préstamos lo recupere nuevamente.
—¿Otra vez?
—Sí —gimió—. ¿Puedes creer que mi ex novia dejó de pagar mis cuentas una
vez que terminamos? Perra egoísta.
¡Bip!, ¡Bip!, ¡Bip!

10
SALÍ DEL LUGAR con las manos vacías y molesta al final de la noche,
molesta por haber desperdiciado otros doscientos dólares y otras dos horas de mi
tiempo. Lo único productivo que salió de esta noche fue mi compra de baterías de
larga duración para mi vibrador.
Desde que me mudé a mi hogar en Cedar Falls, me había dado cuenta de lo
diferente que era la escena de citas en Seattle. La ciudad siempre estaba formada
por medio turistas, medio residentes, pero los hombres visitantes que valían la
pena conocer casi nunca eran solteros. ¿Y los que lo eran? Solo estaban interesados
en tener relaciones sexuales con la mayor cantidad de mujeres posible antes de
regresar a sus lugares de origen.
Las citas en línea quedaron fuera de discusión desde que conocí a un hombre
que me dijo que tenía un fetiche por “simular” un asesinato, y justo antes que el
hombre que me dijo que quería “chupar la suciedad de mis dedos”.
Con mi trigésimo cumpleaños acercándose, tenía la tentación de tirar la toalla
de encontrar a alguien pronto.
Esto no puede ser la vida real…
Subiéndome al tranvía, me senté cerca de la parte de atrás y le envié un
mensaje a mi hermana menor.
Yo: Buenooo, La sesión de citas rápidas # 100 ha terminado…
Su respuesta fue inmediata.
Amy: ¿Qué? ¿Encontraste a alguien follable? (¿Alguien que finalmente sepa
usar su boca en el único lugar que cuenta? **guiño, guiño**)
Yo: ¡Argh! ¿Por qué todo es siempre SEXO contigo?
Amy: ¿Sí o no? **cara sonriente** (Scott Johnson me hizo sexo oral dos veces
hoy, por cierto. ¡DOS VECES! Durante más de una hora cada vez. #noseascelosa)
Yo: No. (Está desempleado y todavía vive en el sótano de sus padres.
#nuncamedancelos)
Su nombre cruzó mi pantalla a través de una llamada telefónica, y bajé el
volumen antes de responder.
—Estoy en el tranvía, Amy —le dije—. Por favor, no digas nada loco en este
momento.
—¿Crees que debería dejar que Scott me haga sexo oral por tercera vez? —Se
rió—. Me acaba de preguntar otra vez.
—Está bien, estoy colgando ahora.
—¡Estoy bromeando! ¡Estoy bromeando! —Su risa era aún más fuerte—.
11
Llamo porque tengo una idea brillante sobre tu problema de citas.
—Estoy escuchando. —Me preparé para una dosis de su loca lógica. La
última vez que tuvo una “idea brillante”, terminé en una cita con un hombre que
“se olvidó” de decirme que tenía tres hijos. Y una esposa.
—Creo que deberías dejar de buscar a un chico serio y divertirte durante el
resto del invierno —dijo—. Como, enfocarte en lo físico y dejar que el resto caiga
en su lugar, si está destinado a ser.
—Quieres decir que, ¿debería ser más como tú?
—¡Ja! —Soltó una risa—. No, eres demasiado cautelosa para ser como yo.
Quiero decir, deberías salir con un chico atractivo, coquetear y tener sexo caliente
sin la expectativa de todo ese romance.
—Ya no tengo veinticuatro, Amy.
—Tampoco tienes ochenta y cuatro, pero seguro que actúas así a veces —se
burló—. Un par de rondas de sexo son exactamente lo que tu cuerpo necesita en
este momento.
—¿Alguno de tus amigos sabe que hablas así?
—Todos hablamos así. —Se rio—. De todos modos, creo que es hora de poner
fin a las citas rápidas por un tiempo e intentar algo diferente.
—Tinder y OkCupid no están sucediendo.
—No estaba hablando de eso. —Comenzó a tocar el teclado—. Déjame ver si
puedo encontrar esta cosa local de la que Hannah me estaba hablando antes.
—No me interesa salir con ninguno de los amigos de tus amigos —le dije,
bajándome en mi parada.
—Los ex de mis amigos nunca saldrían contigo. —Se rio—. Créeme.
Comencé a dirigirme hacia donde había estacionado mi auto, pero no pude
resistir detenerme en mi repostería. Mientras los dedos de Amy continuaban
chasqueando contra el teclado en mi oído, subí los escalones blancos y rosados que
conducían a Sifted Perfection.
Todos los mostradores de la cocina estaban listos para mañana por la
mañana: cada taza medidora, utensilio y tazón colocados perfectamente frente a las
recetas asignadas a los miembros del personal.
—Por favor, no me digas que vas a pasar el resto de esta noche horneando. —
Amy gimió cuando encendí el horno—. Puedo escuchar el chasquido de la estufa.
—Por supuesto que no. —Mentí—. Me detuve para asegurarme que el
personal guardara todo correctamente.
12
—Ajá. De todos modos, después que vayamos a The Wish Tree el próximo fin
de semana, te llevaré al servicio de citas de The Blind Eye. Está en el centro de la
ciudad y tanto Hannah como Alice consiguieron chicos sexys después de su
primera asistencia. Hicieron un buen trabajo emparejando personalidades,
también.
—Suena increíble. —Puse los ojos en blanco. Todos los eventos de citas
rápidas a los que asistí prometían exactamente lo mismo, y al parecer todos mis
mejores partidos eran imbéciles.
—Tienen una sección en el formulario de personalidad sobre la frecuencia
con la que te gustaría recibir orales en una escala de uno a diez —dijo—. Voy a
escribir veinte para asegurarme que tengas la mejor oportunidad de finalmente
experimentar eso.
—¿Qué?
—Esto va a ser mucho más divertido de lo que pensé —dijo—. Te lo
completaré el próximo fin de semana, ya que no confío en que lo hagas sola. ¡Que
tengas una buena noche cocinando! —Colgó antes que pudiera decirle que era más
que capaz de llenar mi propio formulario.
Suspirando, abrí el gabinete que tenía el libro de recetas de mi abuela.
Pasé por las paginas, y vi la receta de “Bombones, Corre, es un idiota”.
Otro m{s que muerde el polvo…

13
GALLETAS DE ALMENDRA “Sácame de aquí” Espolvoreadas con

azúcar.

1 taza de pasta de almendra


2 claras de huevo grandes, ligeramente batidas
1 taza de azúcar
1 cucharadita de extracto de almendra
¼ cucharadita de sal
Azúcar de repostería, para espolvorear.

NATHAN

C
EDAR FALLS, COLORADO, era un ejemplo perfecto de lo que
sucedía cuando un grupo de idiotas adinerados decidían construir
una ciudad con temática de vacaciones. Un cruce entre Park City y
Aspen, era el hogar de una industria turística multimillonaria y la tradición
navideña más dominante que jamás haya presenciado.
Para los residentes, el “invierno” no era solo una temporada, y un día festivo
no era solo un día festivo. Era algo que necesitaba ser adorado y hablado durante
horas y horas.
En esta ciudad, los días entre noviembre y marzo debían ser atesorados con
un sinfín de cacao caliente y dulces frente a las cabañas excesivamente caras, las
compras de ropa de invierno que costaban miles de miles de dólares y llamadas a
mi oficina sobre tonterías.
“Oficial Benson, ¿cree que podría ser un juez de reparto en el concurso de disfraces de
mis hijos esta noche? Es una emergencia”. “Oficial Benson, ¿qué piensa de ese nuevo
restaurante en la plaza? ¿Cree que todavía estar{ abierto la próxima Navidad?” “Hola,
Oficial Benson, sé que dijo que dejara de llamarlo, si no era una verdadera emergencia, pero
solo quería decir que es bueno tener a alguien como usted a cargo. ¿Le importaría ser mi
invitado en el juego de invierno de mi hijo?”
La Navidad se celebraba dos veces al año, una vez en el día real de Navidad y
otra vez en julio. En los días en que no se celebraba, la primera página del

14
periódico de la ciudad abría un espacio especial para una sección de “Lo que
estamos deseando que llegue la próxima Navidad” para garantizar que la
temporada navideña esté siempre en la mente de los residentes.
Solo había estado aquí seis meses, y en mi tiempo aquí me había dado cuenta
que la palabra “crimen” tenía un significado completamente diferente al que tenía
en mis ciudades anteriores de Seattle, Chicago y Nueva York. Al principio, las
noches tranquilas fueron un gran cambio de ritmo, un descanso muy necesario de
los delincuentes peligrosos en los que una vez perdí semanas de sueño. También
fue agradable no tener que lidiar con los fiscales demasiado entusiastas y los
reporteros chupadores de sangre que cruzaban las líneas éticas para obtener sus
historias.
Sin embargo, después de meses de turnos silenciosos y noches sin sexo, me di
cuenta que extrañaba la adrenalina que venía de investigar casos difíciles, el
aumento de las emociones de satisfacción que se producía al atrapar a un criminal
en una red de mentiras retorcidas.
No había nada de eso en esta ciudad, y la mierda finalmente estaba
empezando a afectarme.
—Un 10-37 en el puente de Main Street, 10-4. —La novata que estaba
entrenando habló por la radio mientras avanzábamos en mi auto patrulla—. 10-4…
¿10-4?
—La oyeron, oficial Harlow —le dije—. No tiene que seguir diciéndolo.
—Entendido. —Se aclaró la garganta—. ¿Hay alguna razón por la que no
vayas más rápido?
—Un 10-37 es el código para un automóvil estacionado sospechoso. No
necesitas apresurarte.
—¿Qué pasa si los pasajeros en ese sospechoso auto estacionado están en
medio de un negocio de drogas? —preguntó, sonando genuinamente
preocupada—. Y, ¿qué pasa si solo están sentados allí esperando que llegue el otro
automóvil y lo perdemos? No me gustaría perder a mi primer criminal.
Puse los ojos en blanco y puse el acelerador a ciento veinte kilómetros por
hora. La nieve arremetió contra mi parabrisas mientras recorría las carreteras, y la
novata se aferraba a su asiento con cada giro rápido.
Una vez que llegamos al puente, reduje la velocidad y entré en el carril de
emergencia, justo detrás de una camioneta roja y negra.
—¿Ves? —dijo, señalando que las luces en el interior parpadeaban—. Eso es
una señal de algún tipo. Están esperando que alguien les traiga dinero para las

15
drogas. Vi esto en Law & Order: SVU antes.
Le di una mirada en blanco.
—No es un negocio de drogas.
—¿Cómo lo sabes con seguridad?
Porque vivimos en el puto Cedar Falls. Abrí mi puerta y salí.
—Quédate aquí a menos que te lo indique.
—¿Quieres que pida refuerzos?
—Eres mi refuerzo.
—Correcto, correcto… —Miró al frente, ligeramente temblorosa, y en ese
momento supe que esta era la única ciudad en la que ella podría calificar para ser
policía.
Cerré la puerta y me acerqué a la camioneta. La ventana trasera estaba
empañada y huellas de manos estaban impresas en su parte inferior.
Cuando me acerqué a la ventanilla del conductor, la camioneta comenzó a
mecerse hacia adelante y hacia atrás. El sonido de gemidos suaves vino desde
adentro. Luego, gruñidos ásperos y bajos que sonaban más parecidos a un cerdo
que a un humano.
—Eres mi jodido animal —dijo una voz profunda—. Actúa como si fueras mi
animal, nena.
—Ahhh… —respondió la mujer—. ¡Oink! ¡Oink! ¡Oink!"
—Eso es… —susurró—. Sigue gruñendo mientras lleno tu coño con este gran
palo de tocino.
Jesucristo.
Toqué la ventanilla del lado del conductor, fuerte como el infierno, para no
tener que escuchar más de esto.
Fue inútil.
El auto se meció m{s fuerte. El “palo de tocino” recibió otra ronda de sonidos
cuestionables. Una mano golpeó y manchó la ventana empañada.
—Joder… —dijo el chico—. No puedo esperar para presionar mis bolas
contra tu hocico.
Golpeé la ventana lo suficientemente fuerte como para casi romper el vidrio,
y la camioneta finalmente dejó de temblar.
—Necesito que el conductor baje la ventanilla —le ordené.

16
—¡Oh, mierda! —dijo la mujer—. ¡Creo que es un policía!
—Maldición… bueno, si nos sentamos aquí y no hacemos ningún ruido por
un tiempo, estoy seguro de que se irá.
Negué.
—Baje la ventana ahora.
Hubo unos segundos de ruidos y “Oh, Dios mío” murmurados, y luego la
ventana se deslizó a paso de caracol, revelando lo que parecían dos estudiantes
universitarios. Dos estudiantes universitarios desnudos.
—Mmm. Ho-ho-hola —tartamudeo el chico—. ¿Cómo le va esta noche,
oficial?
—Licencia y registro, por favor.
—¿Estamos en problemas, señor? Puedo explicarlo.
—Licencia y registro, por favor —repetí, iluminando con mi linterna el auto—
. Y ponte tus malditos pantalones.
Con el rostro enrojecido, se inclinó sobre el asiento y abrió la guantera. Sacó
una pequeña carpeta y me la entregó.
—Para que lo sepa, normalmente no hago cosas como esta.
—Necesito que te pongas los pantalones antes que comiences a hablarme. —
Lo miré—. Hazlo ahora.
Tragó saliva y luchó por ponerse los vaqueros sobre las piernas. La mujer que
estaba en el asiento se puso una gran sudadera sobre el pecho, sus mejillas se
volvieron más rojas con cada segundo que pasaba.
Revisé su licencia y el papeleo, negándome a pasar la información a través
del sistema en mi patrulla.
—Señor. Morin, Su licencia dice que la dirección de Su casa es 758 Red Fern
Lane —le dije—. ¿Eso está actualizado?
—Sí, señor.
—Eso significa que su casa está literalmente subiendo por la calle. —Lo
miré—. ¿Su camioneta se quedó sin gasolina?
—No, acabo de pedirle matrimonio durante la cena. —Sonrió—. Ella dijo que
sí.
—Literalmente puedo ver su casa desde aquí. —La señalé—. ¿Por qué no
pudo conducir hasta casa?
—Queríamos tener sexo en el puente… —dijo su novia en voz baja—. Tiene

17
vista directa a la granja de cerdos, por lo que pensamos que mejoraría nuestro
sexo.
No dije nada, no estoy seguro de cómo responder a eso. Debatí si debía o no
darles una multa, si esto era digno de papeleo o no.
—Voy a dejarles ir con una advertencia esta noche —les dije—. Pero si resulta
que cualquiera de ustedes es detenido en los próximos seis meses por algo tan
insignificante como ir un kilómetro por encima del límite de velocidad, me
aseguraré de que pasen en la cárcel todo un fin de semana. ¿Lo entienden?
—Sí, señor —dijeron al unísono.
—Bien. —Retrocedí—. Salgan de aquí.
Comenzó a subir la ventana, pero luego se detuvo y volvió a bajarla.
—Tengo una pregunta rápida, oficial. —Se tocó la barbilla—. ¿Su advertencia
significa que podemos continuar donde lo dejamos ahora, y la próxima vez iremos
a la cárcel, o tenemos que irnos en este momento?
—Tienes treinta segundos para alejarte de mi vista o los voy arrestar a los
dos.
Se subió al asiento y se ajustó el cinturón de seguridad, arrancando el motor y
tirando hacia el carril principal.
Lo observé mientras conducía durante treinta segundos y se detuvo en un
camino por la calle.
Regresé al auto y tomé un largo sorbo de mi café, preguntándome cuánto
tiempo tomaría olvidar cada “oink” que había escuchado.
—Vaya. —La oficial Harlow me dio una rosquilla—. Dos intensas llamadas
una tras otra en una noche. Esto es como estar nuevamente en esas grandes
ciudades para ti, ¿eh?
—Cedar Falls no se parece en nada a ninguna de esas ciudades.
—Porque es diez veces mejor, ¿verdad?
No contesté eso.
—Revisemos algunas cosas para tu examen final el próximo mes.
Arranqué el motor y salí a la calle. Antes que pudiera pedirle que me dijera el
protocolo adecuado para descargar un arma, una regla que estaba seguro que
nunca usaría en esta ciudad, llegó una llamada desde el despacho.
—¿Oficial Benson? —dijo una voz suave—. ¿Ha terminado con esa llamada
de socorro en la Séptima Avenida?

18
—Todos ustedes no tienen idea de lo que significa “llamada de socorro”
—¿Qué dijo, señor?
—Sí —dije—. He terminado con la llamada de socorro…
—Bueno. Tenemos un 10-5 en 71 Maple Avenue. Tres años, varón.
—Un 10-5, 10-4. —La oficial Harlow me lanzó una mirada—. Un niño
perdido…
—Estamos preparando una alerta ámbar —dijo la voz—. Otros oficiales están
en ruta.
Avancé hacia el centro de la ciudad, pasando entras las filas de autos de
turistas. Cuando finalmente llegué a la escena, las sirenas de otras patrullas
sonaban a todo volumen, y algunos de mis compañeros oficiales rodeaban a una
mujer que lloraba con una bata rosa.
Tenía el cabello revuelto y caminaba por la acera.
—Señora —dije, sacando mi libreta—. Entiendo lo difícil que es esto para
usted, pero necesito hacerle algunas preguntas. ¿Bueno?
Asintió, con lágrimas cayendo por su cara.
—¿Cuándo vio a su hijo por última vez? —le dije—. ¿Puede decirnos lo que
llevaba puesto?
—Tengo fotos —dijo, sacando su teléfono de su bolsillo. Me lo mostró y me
mostró imágenes de un husky siberiano gris y blanco.
¿Qué demonios?
—¿Dijo al despacho que su perro era un niño perdido?
—¡Es mi hijo! —Sus ojos se agrandaron—. ¡Se fue hace dos horas y estoy
segura que no ha comido!
—Señora… —Estaba a segundos de perder mi mierda—. Esto es exactamente
por lo que tenemos un equipo de rescate de mascotas altamente calificado y aparte.
Entiendo lo que es perder una mascota, pero al decirle que…
—¡No es una mascota! ¡Él no es una puta mascota! —Sus ojos casi salieron de
su cráneo—. ¡Es de la familia!
Está bien, al diablo con eso.
—¿Tienes idea de cuántos recursos caros estamos desperdiciando en este
momento? —Señalé hacia el helicóptero que ahora estaba vagando por encima de
la ciudad—. ¿Alguna idea de cuántos oficiales innecesarios están a punto de venir
por esto?

19
—¡Ninguno! —gritó—. No estás desperdiciando nada, y necesito toda la
ayuda que pueda obtener.
—Estoy de acuerdo con esta última afirmación al cien por cien.
—Bueno, entonces. —Entrecerró los ojos hacia mí—. Si así es como se siente,
me gustaría que deje de hablarme, si no se toma en serio el ayudarme a encontrar a
mi bebé.
Cerré mi bloc de notas y retrocedí.
—He terminado por el día, damas y caballeros. Oficial Harlow, vuelva a la
estación con uno de sus asociados.
—Espera —me llamó—. ¿No quieres ayudarnos a encontrar al perro?
—No, quiero encontrar mis documentos de solicitud de reubicación…

20
CUPCAKES “Doble Problema” De Vainilla

1 1/2 palos de mantequilla sin sal


1 ½ tazas de azúcar
1 ¼ tazas de leche
¼ cucharadita de sal
2 huevos
2 ½ cucharaditas de polvo de hornear
2 cucharaditas de extracto de vainilla
2 ½ tazas de harina

NATHAN

D
ÍAS DESPUÉS QUE TERMINÉ mi último turno, y horas después de
ser obligado a firmar una nueva política de “Las mascotas de Cedar
Falls son parte de nuestra familia”, observé un formulario
actualizado de reubicación. No importa cuántas veces lo llené, hubo dos preguntas
que me impidieron entregarlo.

1. ¿Alguna vez ha sufrido lesiones graves durante su carrera en el ejercicio de la ley?


(Por favor proporcione detalles)

2. ¿Terminó de completar las evaluaciones psicológicas requeridas (más allá del


mínimo obligatorio)?

Mis respuestas eran: 1. Sí, dos veces. Disparo en mi pecho durante un robo a
mano armada la primera vez. Disparo nuevamente seis meses después en mi
estómago durante una emboscada de “recuperación”. 2. Demonios no.
Sabía todas esas respuestas, pero garantizaba una estadía prolongada en
Cedar Falls, y en el fondo, una parte de mí creía que eso era lo mejor. Una parte
muy pequeña, insignificante.

21
—Entonces, ¿planeas decirme algo? —La morena que estaba sentada frente a
mí se sonrojó, sacándome de mis pensamientos. Su intrusión me recordó que
estábamos sentados en medio de un restaurante, cortesía de una cita a ciegas.
—Quiero decir, estoy totalmente bien mirándote por el resto de esta noche, ya
que eres sexy como el infierno —dijo, sonrojándose—. Pero debe haber algo en tu
mente, ¿algo de lo que podamos hablar los dos?
Giró su lengua alrededor de la gruesa pajilla en el batido de leche un par de
veces y me guiñó un ojo.
—¿Cualquier cosa?
Mmmm…
Sonreí y miré mi reloj. 9:08.
Como de costumbre, mi teléfono zumbó en mi bolsillo y fingí responder,
diciendo las mismas líneas falsas que había dicho en estas citas muy a menudo.
—Bueno, ¿puedes hacerlo rápido? —Siempre me esforzaba por mantener la
cara seria mientras hablaba—. Te dije que tenía una cita con alguien realmente
especial esta noche y ya he pasado la primera parte de mi cita preguntándome si me
llamarías con estos detalles.
La mujer se extasió por esta bien montada actuación, como de costumbre, y
luego terminé la llamada.
—Dame unos minutos —le dije, poniéndome de pie—. Necesito salir para
finalizar esta llamada, pero te garantizo que cuando regrese seré mucho más
hablador.
—Eso espero. —Bajó la voz—. Después que nos conozcamos, me encantaría
mostrarte mi forma favorita de usar mi boca.
La miré fijamente, contemplaba si quería quedarme o no, pero esta cita no era
mía. Pertenecía a otra persona.
—Volveré enseguida —dije, dejando la mesa y dirigiéndome a la salida
lateral. Caminé hacia el callejón, y allí, como de costumbre, estaba mi hermano
gemelo, Tristan.
—¿Y? —preguntó—. ¿Cuál es la evaluación?
—Morena con ojos verdes, curvas en todos los lugares correctos, y quiere
mostrarte algunas cosas que puede hacer con la boca.
—Suena absolutamente perfecta. —Sonrió—. Gracias por evaluar otra para
mí.
—Siempre puedes evaluarlas tú mismo y acortar la cita si no te atraen.
22
—Podría, pero entonces no tendrías una vida social. Hago esto por ti.
—Cierto… —Puse los ojos en blanco cuando nos cambiamos de abrigo—.
Sabes que no podrás salirte con la tuya por mucho tiempo, ¿no?
—¿Por qué no?
—Dos razones. Una, finalmente seré presentado como el nuevo comandante a
través del periódico local en unas pocas semanas. En mi entrevista,
específicamente digo que tengo un hermano gemelo que vive aquí. Dos, esta es la
última vez que hago esta mierda por ti. —Mi hermano era la única razón por la
que había aceptado un trabajo en esta ciudad en primer lugar, y él era el único de
nosotros que estaba feliz por eso.
—Me parece bien. —Se rio—. ¿Cómo estuvo tu turno hoy?
—Emocionante. No tengo idea de cómo voy a dormir bien aquí. Quiero decir,
entre toda la nada que hay por hacer, estoy bastante agotado.
—Entonces, ¿preferirías que te disparen?
—Eso no es lo que quiero decir.
—Eso es lo que parece. —Me hizo un gesto para que intercambiara los relojes
con él—. Sé por qué no estás disfrutando de este lugar tanto como las otras
ciudades. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo? ¿Hace seis años?
—Hace seis meses.
—Lo mismo. —Negó—. Un par de rondas de sexo al azar con una extraña es
todo lo que necesitas para que veas que Cedar Falls es realmente el mejor lugar
para estar, y entonces apreciarás tu carga de trabajo fácil. Hay tantos nuevos
turistas de una semana a otra, que es prácticamente un buffet de sexo fácil. ¿Sabes
qué más?
Me apoyé contra la pared e ignoré sus palabras. A veces tenía que recordarme
que solo era mayor por veinte segundos y no veinte años. En mis ciudades
anteriores, había sido tan imprudente como él, saltando de una noche a otra,
centrándome solo en el sexo y el trabajo. Y aunque eso seguía siendo atractivo
como el infierno, la mayoría de las mujeres que había conocido en esta ciudad
hasta ahora estaban tomadas. Tampoco pensé que tomarían muy en serio a su
comandante follando a tantas mujeres como fuera posible.
Creo que puedo necesitar algo diferente esta vez…
—¿Me estás escuchando, Nathan? —dijo Tristan.
—De ningún modo.
—Toma. —Se rio mientras me entregaba una tarjeta de visita—. Ve allí

23
mañana y diles que estás interesado en probar sus servicios de citas a ciegas.
Le di la vuelta a la tarjeta y parpadeé confundido.

Servicio de citas The Blind Eye


Parejas personalizadas y serias ¡Garantizadas!

—NO TE PREOCUPES —dijo—. La mayoría de las mujeres que he conocido


no quieren realmente nada serio, especialmente porque me aseguré de responder
todas esas preguntas molestas de la encuesta con honestidad.
—Noventa y cinco por ciento de las veces, hablamos por unos minutos con
una bebida o dos, tenemos relaciones sexuales y nos separamos.
—Entendido. —Revisé la hora—. ¿Algo más?
—De hecho, sí. Necesito que me hagas un último favor. Sacó un sobre rojo
pequeño y sellado del bolsillo de su abrigo—. El Wish Tree está en el edificio
contiguo a la agencia, ¿así que puedes entregarme esto cuando vayas?
—Lo siento, ¿el qué?
—El Wish Tree. —De repente se veía tímido—. No me juzgues.
—Demasiado tarde. ¿Qué demonios es el Wish Tree?
—Es una cosa de Cedar Falls. —Trató de parecer indiferente, pero estaba
fallando miserablemente. Parecía que era un niño de doce años otra vez—. Es una
tradición de vacaciones para todos los residentes —dijo—. Todos sellan diez
deseos dentro de un ornamento de vidrio, y luego lo cuelgan donde quieren en el
gran árbol. Justo antes de Navidad, los herederos multimillonarios que
construyeron la ciudad eligen diez ganadores de diez mil dólares que también
obtienen una semana gratis en el mejor resort aquí. Todos los demás reciben un
premio menor por participar, y también podemos guardar cualquier adorno de
vidrio en el que colocamos el deseo, ya que solo vale cien dólares. He oído cosas
buenas sobre eso.
Crucé mis brazos.
—Eres un multimillonario y ya eres dueño de uno de los mejores resorts aquí.
¿Por qué necesitas participar en algo como esto?

24
—Porque se trata de ganar y la jodida alegría navideña —dijo—. Demonios,
deberías hacerlo y desear que el palo sea retirado de tu culo.
Me reí.
—Pasaré, pero colgaré el tuyo.
—Lo aprecio. —Se movió hacia la puerta lateral—. Gracias de nuevo por
intervenir por mí.
—No fue un gusto.
A través de las ventanas, lo vi regresar a su cita “a ciegas”, los vi hablar
durante tres minutos y, de repente, ambos se pusieron de pie y se dirigieron a la
puerta.
Interesante…

25
TARTA DE QUESO “No Juegues Juegos”

2 ½ tazas de mezcla de pastel amarillo


½ taza de margarina
4 huevos medianos
1 cucharadita de vainilla
8 onzas de queso crema
2 tazas de azúcar de confitería

NATHAN

ASUNTO: Respuestas insuficientes en la encuesta


Estimado señor Benson,
Le escribimos para informarle que hemos recibido los resultados de su
encuesta inicial para nuestro servicio de citas The Blind Eye. Desafortunadamente,
no podemos vincularlo con ninguna coincidencia potencial hasta que responda las
trescientas preguntas de personalidad con respuestas bien pensadas.
Aunque apreciamos que envíe una foto suya con su solicitud, no es necesario,
ya que se trata de citas a ciegas.
Para su referencia, adjuntamos un archivo de una página con un ejemplo de
cómo algunos de nuestros clientes anteriores respondieron sus preguntas. También
estamos copiando y pegando algunas de sus respuestas enviadas anteriormente a
continuación, para que pueda saber que no serán aceptadas.
¡Mis mejores deseos y gracias por usar Citas The Blind Eye!

**SUS RESPUESTAS A NUESTRAS preguntas que no aceptaremos**

1. ¿Por qué crees que una mujer se sentiría atraída por ti?
Su respuesta: Mira mi foto.

26
2. ¿Alguna vez te rechazaron después de pedirle a una mujer una cita en
persona? (Por favor dinos por qué)
Su respuesta: No. Mira mi foto.
3. Si tuvieras que resumir tus mejores cualidades en cuatro palabras, ¿qué
dirías?
Su respuesta: Mira mi foto.

27
TARTA “Por Favor Estrangula A Este Bastardo Engreído”

4 tazas de ruibarbo picado


1 1/3 tazas de azúcar blanco
6 cucharaditas de harina multipropósito
1 cucharada de mantequilla
1 tarta de doble costra

CHRISTINA

ASUNTO: Su pareja & ubicación de la cita a ciegas


Querida Christina,
Nos complace informarle que usted y su próximo partido son el primer par
perfecto en la historia del servicio de citas The Blind Eye. Siempre que haya
respondido nuestro cuestionario de personalidad con total honestidad, usted y su
pareja tienen un 99,9% de probabilidad de generar una gran amistad y/o relación
romántica.
Por su disponibilidad enviada, su tiempo y ubicación de reunión se
encuentran a continuación.

Starry Nights Café


Domingo a las 7:30 p.m.

Por favor traiga un libro y una rosa para colocar en la mesa para que su
pareja, NATHAN, pueda verla fácilmente. Le hemos enviado el mismo mensaje y
lo alentamos a usar una bufanda roja.
¡Mis mejores deseos y gracias por usar Citas The Blind Eye!

VUELVO A LEER EL MENSAJE por enésima vez, dejando que los mismos

28
dos pensamientos pasen por un bucle en mi mente. 1) ¿Cómo diablos podrían dos
personas ser un “par perfecto” basados en un cuestionario de quince páginas? 2) Si
fuéramos una pareja perfecta, ¿por qué ya llevaba veinte minutos de retraso?
(Especialmente cuando una de las preguntas fue: “¿Qué tan importante es llegar “a
tiempo” para usted?” Mi respuesta fue: “Extremadamente. Nunca llego tarde”).
Casi todas las mesas en la cafetería estaban llenas: ocupadas por parejas que
mostraban demasiado afecto en público, mujeres que cotilleaban sobre los últimos
eventos en la ciudad y adolescentes que estaban ocupadas compilando sus listas de
“Wish Tree” de último minuto.
Pedí una segunda taza de café y volví a mirar mi atuendo. Según la
sugerencia de Amy, llevaba un vestido negro de encaje con lencería a juego debajo.
Mi cabello castaño oscuro estaba peinado a la perfección en largos rizos en cascada
que caían sobre mi hombro izquierdo, y llevaba unos tacones de aguja rojos que
complementaban mis pendientes.
Pasé la mayor parte de mi fin de semana preparándome para esto. Además
de maquillarme por uno de los mejores artistas de Cedar Falls, dejé mi repostería a
primera hora de la mañana de ayer y permití que el personal subalterno lo hiciera
por su cuenta, para que un profesional pueda rizarlo y peinarlo. Incluso utilicé
algunos de mis deseos del Wish Tree en esto, con la esperanza de experimentar
una página directamente de un libro de romance.
El chico conoce a la chica, el chico encanta a la chica, el chico le da a la chica
orgasmos que rompen la tierra y se enamoran.
La campana de la puerta sonó repentinamente, y levanté la vista para ver a
un hombre con un abrigo azul marino y una bufanda roja. Un tipo atractivo con el
cabello rubio arena, miró alrededor de la habitación y luego saludó a un grupo de
chicos cerca de la barra.
Argh
Observé la puerta durante varios minutos más, mirando el reloj cuando la
hora llegó a las ocho y quince.
¿Cuarenta y cinco minutos?
No vendría, y ya estaba harta de esperar. Señalé a la camarera para que me
trajera la cuenta.
Cuando me puse de pie, sonó el timbre de la puerta, y un coro de susurros y
jadeos con “Oh, Dios mío” llenaron la habitación.
Miré al chico que estaba entrando, a la bufanda roja oscura que cubría su
abrigo gris. Miró alrededor de la habitación, sus profundos hoyuelos en exhibición

29
completa mientras sonreía con un conjunto perfecto de dientes blancos nacarados.
Sus hermosos ojos azules se encontraron con los míos, y sus labios se
separaron lentamente mientras miraba mi vestido. Volvió su mirada hacia la rosa y
el libro sobre mi mesa, y luego dio un paso atrás.
—¿No lo hemos visto en la ciudad antes? —La mujer en la mesa frente a mí le
susurró a su amiga.
—No es que pueda recordar, pero me aseguraré de solucionarlo si está aquí
solo.
Sus ojos se encontraron con los míos otra vez, y cada célula cerebral en mi
mente me dijo que me levantara y me alejara inmediatamente. Desde donde estaba
sentada, ya podía decir que era el tipo de hombre que era capaz de desempeñar el
papel principal en todas mis fantasías futuras, el tipo de hombre que podría salirse
con la suya diciendo: “Quiero follarte ahora mismo”, y conseguir que cualquier
mujer se fuera a casa con él.
Intenté obligar a mis pies a moverse hacia la puerta, pero todo lo que pude
hacer fue volver a tomar mi asiento.
Mientras avanzaba, los susurros de las mesas circundantes continuaron,
culminando en “perra afortunada”, una vez que se detuvo frente a mí.
Como si llegara a tiempo, se sentó y me dio una vista más cercana de su
sonrisa.
Maldita sea…
—Hola —dijo—. Soy Nathan. Tu nombre es Christina, ¿correcto?
No dije una palabra.
—Mmm, hola. —La camarera se paró frente a nuestra mesa, y sus mejillas se
sonrojaron—. ¿Puedo traerle algo de beber, señor?
—Tomaré la bebida que esté tomando mi cita —dijo.
—¿Cuál te gustaría? —le pregunté—. ¿La que ordené a las siete treinta, siete
cuarenta y cinco u ocho en punto?
Sus labios se curvaron en una sonrisa.
—La que ordenó a las siete y media.
—¿Le gustaría algo de comer para acompañar eso? —preguntó la camarera.
—No gracias.
—¿Quieres mi número de teléfono, entonces? —dijo suavemente,
garabateando su número en una servilleta antes de alejarse.

30
Nathan se quitó el abrigo, revelando una camisa blanca con botones que se
aferraba a los músculos de su pecho en todos los lugares correctos. Se levantó
brevemente, para ajustarse el cinturón, y pude ver un paquete de seis apenas
oculto.
Las otras mujeres en la cafetería todavía lo miraban fijamente, y podía decir
que él estaba disfrutando cada segundo de su atención.
Tomó su café de la camarera y tomó un sorbo lento, manteniendo sus ojos en
los míos.
—Tu nombre es Christina, ¿correcto? —preguntó—. Todavía tienes que
responder a esa pregunta.
—Probablemente porque estaba esperando que te disculparas por llegar tarde
o que me pidieras que te diera la oportunidad de terminar esta cita.
—Hubo una situación importante —dijo—. Y claramente quieres darme una
oportunidad, ya que te sentaste aquí esperando cuarenta y cinco minutos.
Strike uno. No hay manera en el infierno que tengamos un 99.9 por ciento de
compatibilidad.
Llevé mi café a mis labios y tomé un largo sorbo.
—¿Qué haces para vivir? —preguntó, finalmente.
—Tengo un… —Hice una pausa. No estaba tratando durar esta cita por más
tiempo de lo que tenía que ser—. Tengo un pequeño negocio, ¿y tú?
—Sinceramente, ya no estoy seguro.
Strike dos. ¡Está desempleado!
Me miró fijamente, sin decir nada, excitándome en contra de mi voluntad.
—¿Son esas todas tus preguntas? —pregunté—. ¿Nada más que quieras
decir?
—Quiero decir que eres jodidamente sexy —dijo, con voz baja—. Y
personalmente no creo que debamos dedicar más tiempo a estar aquí hablando.
Me quedé boquiabierta.
—¿En serio acabas de decir eso?
—Lo hice. —Sonrió—. ¿Quieres que lo repita?
Parpadeé.
—Puedo hacerte algunas preguntas más si lo deseas —dijo—. Pero viendo
que supuestamente somos una coincidencia del 99.9%, creo que ambos sabemos
que no hay necesidad de eso.

31
—¿Es así como operas normalmente en las citas a ciegas?
—Este es mi primera.
—Qué apropiado —dije en voz baja—. Creo que esta es mi última.
—¿Qué dijiste?
Me aclaré la garganta.
—¿Sabes qué? Tienes toda la razón acerca de que no necesitamos pasar más
tiempo hablando.
—¿Tu casa o la mía?
—Déjame pensar en eso —dije, forzando mi mejor sonrisa—. ¿Cuidas mi
abrigo mientras voy al baño? Tendré una respuesta para ti una vez que regrese.
—Me parece justo. —Me dio otra sonrisa baja bragas, y por una fracción de
segundo, en realidad consideré rendirme a mis ovarios en explosión en lugar de mi
cerebro.
—Si fuera tú, no planearía ir a trabajar mañana —dijo, mirándome de arriba
abajo—. Probablemente no podrás caminar cuando termine contigo.
Nop. El cerebro definitivamente está ganando esta ronda.
Me dirigí al pasillo, caminando por los baños y por la salida del personal
privado.
Corriendo hacia el estacionamiento, ignoré el dolor de mis tacones de aguja y
llegué a mi auto. Arranqué el motor y salí a toda velocidad de la cafetería, a la
derecha por el camino sinuoso que llevaba a mi lado de Cedar Falls.
Al segundo que crucé el puente principal, llamé a mi hermana a través del
altavoz.
—¡No te preocupes! —respondió en el primer timbre—. Sabía que olvidarías
los condones, así que metí algunos en el compartimiento inferior de tu bolso. Dos
de ellos son incluso con sabor a menta.
—No hay absolutamente ninguna posibilidad que alguna vez ocurra sexo
entre ese imbécil y yo, Amy. —Pisé el acelerador con más fuerza—. Me niego a
creer que él y yo tenemos una compatibilidad del diez por ciento, y mucho menos
un noventa y nueve por ciento. También te debo un abrigo nuevo, ya que dejé el
tuyo en el café.
—¿Espera, qué? Para un momento. ¿Estuviste allí durante una hora y no
hubo chispas?
—Solo estuvo allí durante cinco de esos minutos, Amy —le dije—. ¡Se retrasó

32
cuarenta y cinco minutos, y ni siquiera se disculpó!
—Estás bromeando.
—En lo más mínimo. Incluso tuvo la audacia de decir que deberíamos irnos y
tener relaciones sexuales.
—Entonces, ¿era arrogante?
—Arrogante ni siquiera es la palabra. —Una imagen de su sonrisa sexy cruzó
por mi mente, y mi cuerpo me traicionó con un sonrojo.
—Bueno, ¿era al menos atractivo?
—Sí. —No podría mentir sobre eso si lo intentara—. Definitivamente era
atractivo. Más allá de eso, incluso.
—¿Pero no es lo suficientemente atractivo para que tengas una ronda de sexo
sin sentido? Podría haber sido súper caliente.
—Nunca. Si no lo vuelvo a ver, lo considero una victoria. Como una cuestión
de hecho…
El resto de mi oración se detuvo en mis labios cuando el sonido de una sirena
de policía vino desde atrás.
Miré por el espejo retrovisor y vi luces azules y blancas intermitentes.
Mierda.
—Amy, creo que me están deteniendo. Tendré que devolverte la llamada.
—¡Será mejor que lo hagas!
Terminé la llamada y reduje la velocidad, dirigiendo mi auto hacia el carril de
emergencia.
Suspirando, encendí las estacionarias y saqué mis papeles para ahorrar
tiempo. Hice clic en el botón “Última velocidad registrada” en mi tablero digital y
parpadeé varias veces para asegurarme que vi los números correctamente.
Solo iba a noventa kilómetros por hora.
Oí un suave golpeteo contra mi ventana y la bajé.
—Oficial, no estoy segura de por qué... —Mi mandíbula cayó cuando me
encontré cara a cara con el señor Bastardo Engreído de antes. Me estaba frunciendo
el ceño, mirando como si estuviera dividido entre arrestarme y follarme en el acto.
¿Es un oficial de policía?
—¿No te diste cuenta del hecho que hay un baño dentro de la maldita
cafetería? —Entrecerró los ojos—. No me gustaría suponer que me estás

33
abandonando en nuestra cita.
—No hay necesidad de suponer, oficial —le dije—. Eso es exactamente lo que
está pasando.
Levantó una ceja, y luego una lenta y sexy sonrisa se extendió por su rostro.
—Licencia y registro, por favor.
—¿Para qué? Dejar una cita no es un delito.
—Conducir por encima del límite de velocidad lo es.
—Solo iba a noventa.
—El límite de velocidad es de ochenta y ocho. —Extendió la mano—. Y si
tengo que pedirle su licencia y registro nuevamente, tendré que arrestarla por
desobedecer una orden de un oficial de policía.
Pensé en alejarme rápidamente, pero la forma en que me miraba me hizo
perder el pensamiento. Me rendí y de mala gana le entregué mis papeles.
—Mmmm. —Puso una linterna sobre mi licencia—. Bueno, al menos ahora sé
que tu nombre es Christina y que no estabas usando un alias.
Mientras miraba mi registro, sostuve mi teléfono y me conecté a Facebook
Live, esperando que uno de mis quince amigos de las redes sociales fuera testigo
de su idiotez.
—Oficial, ¿podría recordarme amablemente por qué me ha detenido esta
noche?
Luciendo divertido, miró directamente a la cámara.
—Iba a ochenta y ocho kilómetros por hora, y recibí varias llamadas sobre su
imprudente conducción por los cantantes de villancicos en la Quinta Avenida. —Se
rio y tomó suavemente el teléfono de mis manos, apagándolo antes de
devolvérmelo.
—Déjame saber qué sucede después que le muestres eso a quienquiera que
planeaste mostrárselo —dijo—. Estoy seguro que haremos una conversación
interesante de eso.
—No planeo volver a verte de nuevo, por lo que una “conversación
interesante” ser{ bastante imposible.
—En realidad, me verás de nuevo —dijo, sus hoyuelos profundizándose—.
Creo que me debes una cita, una real.
—Lo único que te debo es una bofetada en la cara —espeté, sin saber por qué
mi corazón latía repentinamente a un ritmo nuevo y desconocido, por qué este

34
hombre me estaba excitando tanto—. En cuanto me escribas esa multa innecesaria,
presentaré una queja.
—¿Acabas de amenazar con agredir a un oficial de policía?
—Fue una metáfora.
—Deberías haber elegido una mejor. Sal del auto.
—¿Qué?
—Necesito que salgas del auto. —Abrió mi puerta—. Después de una
amenaza como esa, necesito asegurarme que no hay necesidad de refuerzos.
Me quedé quieta por varios segundos, seguro que tenía que estar bromeando,
pero repitió su orden perversa.
Lentamente saliendo del auto, me apoyé en él y me estremecí.
—¿Te sientes amenazado, oficial?
—En absoluto. —Sonrió y se quitó el abrigo, cubriéndome los hombros—.
Espera aquí. —Caminó hacia su auto y sacó el abrigo de mi hermana de la parte de
atrás. Lo arrojó a mi asiento del pasajero antes de devolver su atención a mí—.
Como dije antes —dijo, acercándose—, me debes una cita.
—Con el debido respeto, no creo que sepa lo que significa la palabra “cita”.
Pista: Por lo general, duran al menos una hora.
—Siempre he durado más de una hora.
Ignoré ese comentario, sintiendo mis mejillas calentándose.
—También me niego a creer que completaste el formulario de personalidad
con respuestas reales porque no hay manera de que seas tan bueno para mí. Dejé
más que claro que me interesa el tipo romántico.
—¿Qué te hace pensar que no soy del tipo romántico?
—Porque ni siquiera lo intentaste —le dije—. No trajiste flores.
—No estaba seguro de si eres alérgica a las flores.
—¿Estabas seguro que era alérgica a que llegaras a tiempo?
Se rio y se acercó aún más.
—Tuve que responder a un incidente.
—Eso todavía no te exime de querer cortar nuestra conversación y saltar
directamente al sexo. No deberías haber estado pensando en el sexo.
—Si no quisieras que pensara en sexo, deberías haber usado un vestido
diferente. —Me miró de arriba abajo por enésima vez, obligando a las mariposas a

35
revolotear alrededor de mi estómago—. Personalmente creo que merezco una
segunda oportunidad.
—No.
—¿Qué te parece el próximo viernes?
—Estoy trabajando.
—¿Sábado?
—Estoy viendo Netflix.
—¿Domingo?
—Estoy libre, y lo consideraré.
Esa sonrisa sexy cruzó sus labios de nuevo.
—¿Mismo lugar y hora?
—Bien. Por cierto, no soy alérgica a las flores para la próxima vez.
—Llegaré temprano la próxima vez.
—Todavía tengo que terminar de considerar esto.
—Solo si quieres hacer las cosas más difíciles. —Parecía como si quisiera decir
mucho más, pero se contuvo—. Te veré el domingo.
—Tal vez —le dije—. ¿Soy libre de irme ahora, o debo esperar la multa?
—No hay multa. —Me indicó que regresara al auto—. Aunque te mereces
una por la luz trasera rota. Te sugiero que la arregles la próxima vez que te vea.
Me metí en el auto y me quité el abrigo, entregándoselo a él.
—Que tengas una buena noche. —Cerró mi puerta—. Nos vemos en unos
días.
Lo miré por última vez y puse mi motor en marcha, saliendo la carretera para
contemplar qué demonios había pasado. No podía negar que era el hombre más
sexy que había conocido en mi vida, o que la tensión entre nosotros era diez veces
más gruesa que la que sentí entre yo y cualquiera de los otros hombres con los que
salí. Demonios, la sola idea de sentir sus labios contra los míos fue suficiente para
debilitar mis rodillas.
Dicho esto, no iba a darle una segunda oportunidad. Si llegó cuarenta y cinco
minutos tarde y fue lo suficientemente audaz como para sugerirme sexo después
de cinco minutos; probablemente esperaría una mamada en el lugar si fuera
temprano.
No necesitaba perder mi tiempo con su arrogancia, y tampoco iba a dejar que

36
me hiciera querer cancelar mis opciones de citas a ciegas restantes para esta
semana. Al segundo que llegué a mi repostería, iba a encontrar la receta perfecta
para asegurarme que no cambiaba de opinión.

37
PASTEL DE MIGAS “No Se Permiten Segundas Oportunidades”

4 tazas de azúcar de repostería


3 tazas (18 onzas) de chips de chocolate semidulce
2 cucharadas de manteca
1 taza de nueces o nueces molidas
1/2 taza más 2 cucharadas de leche condensada azucarada
1/4 taza de mantequilla, ablandada

NATHAN

*El próximo domingo*

—¿D ÓNDE PUEDES COMPRAR LAS mejores qué? —Mi


hermano se rio en la línea—. Por favor, repítelo porque
estoy seguro de que te he oído mal.
—Definitivamente me escuchaste la primera vez, Tristan —gemí—. ¿Dónde
puedo comprar las mejores flores frescas? —Miré las rosas que había comprado en
una florería del lado de la calle, seguro de que no iban a cortarlas. Ya estaban
derramando sus pétalos.
Mi hermano todavía se estaba riendo.
—Estoy terminando esta llamada ahora —le dije—. Gracias por tu ayuda.
—¡No, espera! —Se aclaró la garganta—. La mejor tienda de flores está en la
calle Folsom. Se llama Sterling Stems, y es cara como el infierno.
—Gracias.
—¿Supongo que tu primera cita a ciegas fue bien después de todo? —
preguntó—. No hubo sexo, ¿pero flores una semana después?
—Te dije que es una cita de compensación ya que llegué tarde.
—Interesante. ¿Cuál es su nombre?
—Christina Ryan.
—¿Christina Ryan de Sifted Perfection Bakery?

38
—Ni idea. Nunca llegamos tan lejos.
—Bueno, si es esa Christina, nunca la he visto en persona, pero su foto
siempre aparece en las revistas de turismo de su repostería. Te concederé. Es
definitivamente sexy. Bueno, no como para flores de cien dólares —dijo, riendo—.
Pero, de nuevo, ninguna mujer realmente lo es, ¿verdad?
Terminé la llamada y me dirigí hacia Sterling Stems.
En lo que a mí respecta, Christina era sexy como para flores de un millón de
dólares, y en el momento en que la vi sentada en ese puesto en el Starry Nights
Café, supe que estaba obligado a pasar por mi mente durante mucho tiempo.
También sabía que estaba cancelando las otras tres citas que la agencia programó
para esta semana.
De hecho, una vez que los ojos color avellana de Christina se encontraron con
los míos y sus labios cubiertos de cereza comenzaron a moverse con un sentido
similar de sarcasmo y humor, supe que era un trato cerrado. Desde entonces, había
repetido mentalmente cada palabra que salía de su lengua, y tenía hasta cuatro
duchas frías por día.
No podía dejar de pensar en la forma en que su vestido negro de encaje se
aferraba a sus curvas, cómo su pequeño y sexy ceño fruncido me hizo olvidar que
llegué tan tarde. (Todo gracias a un hombre que se encerró en su silo de grano y no
pudo recordar ningún número de teléfono que no fuera el 9-1-1).
No obstante, considerando que solo habíamos compartido un encuentro, mis
pensamientos sobre ella estaban fuera de control. Repetí imágenes de sus muslos
enganchados alrededor de mi cintura mientras la follaba contra su auto, sus dedos
arañaban mi cuello mientras exigía el control total. Gritaba mi nombre mientras
devoraba su coño.
Contrariamente a lo que dijo, había completado la encuesta con honestidad y
estaba decidido a hacer que esta segunda cita fuera mucho más memorable que la
primera.

Unas pocas horas después…

MIRÉ EL RELOJ mientras me sentaba en Starry Nights Café. Eran las ocho en
punto, y Christina aún no se había presentado.

39
Golpeando mis dedos contra la mesa, pensé que se estaba vengando y
haciéndome esperar el mismo tiempo que me esperó.
Quince minutos más pasaron. Entonces veinte. Luego treinta.
¿Me está plantando?
—¿Señor? —Una camarera se paró frente a mí—. Para que lo sepa, estamos
cerrando un poco antes por las fiestas.
—¿Que fiesta?
—Día del Wish Tree. —Sonrió—. El último día para firmar y sellar tus
adornos antes de la elección de Nochebuena.
—Gracias por hacerme lamentar esa pregunta. —Bebí el resto de mi café—.
¿Me puede traer la cuenta?
—Ya me adelanté. —La colocó sobre la mesa y luego estrechó mi mano,
bajando la voz—. Vi la forma en que tu cita te dejó la semana pasada. Fue tan
triste. —Acarició mi muñeca—. Ahora estás siendo plantado por alguien más. Para
que conste, nunca te haría eso. Estaré a tu lado todo el tiempo.
—Estás usando un anillo de bodas en este momento.
—Mi esposo no tiene que saber de nosotros. —Me miró a los ojos—. Puede
ser nuestro pequeño secreto. ¿Qué dices?
Silencio.
Alejé mi mano y puse un billete de veinte dólares sobre la mesa.
—Gracias por el café. —Me puse de pie y caminé hacia la salida antes que ella
pudiera decir algo más.
Me puse detrás del volante de mi auto, medio enojado, medio excitado, y
pensé largo y tendido acerca de cuál sería mi próximo movimiento con Christina.
Pasé toda la semana leyendo novelas románticas para tener una mejor idea de
qué hacer después que termináramos nuestro café en la cafetería. Había leído
cientos de p{ginas de “miembros palpitantes” y “pollas duras y húmedas” para
encontrar una manera de crear una noche perfecta.
No tiene sentido mantener esas reservas ahora.
Apreté la mandíbula y llamé a otros dos restaurantes, una bodega y una
compañía privada de automóviles para cancelar todo.
Pensé en Christina diciendo que “consideraría” venir. Cómo el rubor en sus
mejillas seguía apareciendo cada pocos segundos, cómo definitivamente notó que
mi polla se endurecía en mis pantalones cuando estábamos parados frente a su

40
auto.
No tenía sentido que negara que se sentía tan atraída por mí, como yo por
ella, y definitivamente iba a vengarme por esta mierda.
Inmediatamente llamé a mi hermano.
—Solo te estoy hablando si has recobrado el sentido —respondió él en el
primer timbre.
—Quiero que me cuentes todo lo que hayas oído o escuchado sobre Christina
Ryan y Sifted Perfection —le dije—. También necesito tu ayuda con algo ilegal esta
noche.
—En una escala del uno al diez, siendo diez el más alto, ¿qué tan preocupado
debería estar por lo que has planeado?
—Cero —le dije sonriendo—. Solo hay una persona que necesita estar
preocupada.

41
TARTA DE “Venganza” Y Mantequilla De Maní

½ taza de azúcar de repostería


16 onzas (descongeladas) de cubierta batida
16 tazas de mantequilla de maní cubiertas de chocolate
½ taza de mantequilla de maní
8 onzas de queso crema ablandado
1 corteza de galletas Graham

CHRISTINA

S
I ALGUNA VEZ HUBO UN MOMENTO exacto en mi vida que me
diera ganas de apuñalar mis ojos, estaba segura que ahora estaba más
que calificado.
—¿Seguro que no quieres tocarlo y ver por ti misma? —Mi última cita a
ciegas de la semana, Carlton, se pasó la mano por el cabello—. Es la naturaleza
trabajando, y puedes experimentarla de primera mano.
—Estoy segura —le dije, estremeciéndome—. No quiero tocar tus conejitos.
—Miré fijamente a los conejos pobres y sucios que había traído en una caja de
vidrio. Habían pasado los últimos quince minutos follando entre ellos, haciendo
que todos los clientes del bar lanzaran miradas de vergüenza en mi dirección.
—Estoy seguro que finalmente les tomarás cariño —dijo—. Ahora que has
visto a mi loro, serpientes y jerbos, supongo que devolveré a estos tipos a mi
apartamento arriba. Volveré en unos segundos. —Se llevó el vaso lejos de la mesa,
y me tomé un muy necesario vaso de ginebra y tónica.
Cómo diablos había pasado nuestra prometedora cita de él regalándome
flores frescas, y una gran conversación sobre cómo también le gustaba hornear, a
traerme a la cafetería en su condominio y presumir de sus jodidos animales (no es
un chiste) estaba más allá de mí.
Como si esas cosas no fueran lo suficientemente incómodas, no parecía
entender mi sarcasmo, y se las arregló para hacer todos los temas sobre su ex
novia, a quien había “total y cien por ciento superado”. También tenía una forma
extraña de insertar insinuaciones raras cada vez que nos encontramos con unos

42
segundos de silencio. (“Te prometo que no soy tan callado en la cama; mi ex novia puede
atestiguarlo”, “¿Puedes oír eso? Es el sonido de nuestros cuerpos alineados en silencio para
lo que vendr{ después”, y “La única razón por la no estamos hablando en este momento es
porque estoy seguro que los dos estamos pensando en todas las cosas que queremos hacer
m{s tarde. Apuesto a que hay muchas cosas”).
No quería admitirlo, pero me arrepentí de haber plantado a Nathan la otra
noche. Las imágenes de su rostro perfectamente cincelado invadieron mis
pensamientos durante toda la semana, y no importa cu{ntos pasteles de miga “no
se permiten segundas oportunidades” hice, no podía dejar de fantasear con él
enterrando su cabeza entre mis muslos. No podía dejar de presionar mi vibrador
contra mi clítoris en medio de la noche cuando lo imaginé tomando mi cuerpo con
su polla.
—¿Por qué estás sonriendo? —Carlton regresó a la mesa—. ¿Ya me extrañas?
—Mmm… —Sacudí la idea de Nathan doblándome sobre un mostrador de la
cocina—. Estaba pensando en el trabajo.
—Claro, por supuesto. —Me guiñó un ojo—. De todos modos, lo siento si me
tomé demasiado tiempo para presumir a mis amigos. Pensé que debía ser sincero
acerca de mi amor por los animales. Vamos a hablar de lo que es realmente
importante ahora. Tú.
—Claro. —Me prometí levantarme e irme dentro de la siguiente media
hora—. ¿Qué quieres saber?
—¿Por qué sigues soltera? Pareces demasiado buena para ser verdad, así que
no puedo creer que no te haya encontrado antes.
—Pasé la mayor parte de mis veinte años tratando de sacar mi repostería del
suelo, y cuando finalmente lo hice…
—Mi ex novia quería abrir una repostería una vez —interrumpió—. Dijo que
quería que fuera para los dos. Queríamos llamarlo Dos Corazones Tostados. ¿Qué
tan creativo es eso?
Le di una mirada en blanco.
—¿Me miras así porque estás lista para que te invite a mi casa? —preguntó—.
Después que hablemos durante diez minutos más, con gusto te mostraré
exactamente donde mis conejos aprendieron todos sus movimientos.
—¿Disculpa, qué?
—Espera aquí. —Se levantó de la mesa y se acercó al barista.
Saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Amy.

43
Yo: Ll{mame con una “emergencia” tan pronto como veas esto.
Yo: ¿Amy?
Yo: ¡¡¡AMYYYYYYYY!!!
Sin respuesta.
Carlton regresó a la mesa con dos nuevas bebidas, papel y un bolígrafo.
—Vamos a jugar un pequeño juego —dijo—. Diré algo que me gusta en la
cama y lo escribirás.
—¿Cómo es eso un juego?
—Shhh —dijo—. Los dos ganaremos en esto al final.
Mientras se tocaba la barbilla, una bocanada de aire frío entró por las puertas
abiertas del café.
Miré y vi a Nathan entrar, haciendo que la primera mujer en su línea de
visión se sonrojara por completo. Echó un vistazo a la habitación, deteniéndose
cuando me vio. Levantando una ceja, miró entre Carlton y yo.
Desabotonando su abrigo, fijó su mirada azul en la mía, y no pude evitar
pensar que la manera lenta y deliberada de desnudarse fue intencional. Con todo
su uniforme azul marino, se veía aún más sexy que la última vez que nos
conocimos.
—Tus mejillas están rojas —dijo Carlton—. ¿Ya te estoy excitando?
No respondí. Seguí mirando a Nathan mientras pedía una taza de café,
mientras apretaba la mandíbula en el momento en que Carlton me frotaba el brazo.
En el momento en que recibió su bebida, caminó hacia nosotros.
—Mis disculpas por interrumpir su tarde —dijo—. Soy el Oficial Benson. ¿Les
puedo hacer algunas preguntas a ustedes dos?
—Por supuesto, adelante, oficial. —Carlton asintió—. ¿Qué está pasando?
—Hubo un robo anoche.
—¿Qué? ¿Dónde?
—La plaza turística —dijo—. Un par de hombres irrumpieron en The Wish
Tree y robaron algunas cosas, pero logré recuperar todo esta mañana.
—Impresionante. —Carlton sonrió—. Pero si ya lo ha recuperado todo, ¿con
qué necesita nuestra ayuda?
—Bueno, uno de los adornos con deseos estaba demasiado dañado para que
supiera a quién pertenecía, y odiaría que esta persona se pierda la oportunidad de

44
ganar diez mil dólares. Me imaginé que otros residentes podrían ayudar antes de
publicarlo en el periódico.
—Bueno, aquí hay un verdadero juego para ti, Christina. —Carlton se recostó
en su asiento—. Conozco a muchas personas en Cedar Falls, así que
probablemente podré adivinar a quién pertenece. El detective Carlton Lewis y la
detective Christina Ryan están a su servicio.
—Es bueno saberlo. —Sacó un sobre rojo brillante de su bolsillo, y contuve un
suspiro mientras inhalaba el olor de su colonia adictiva.
—Deseo número uno —dijo, mirando la tarjeta—. Finalmente quiero conocer
a un hombre que sea digno de mi maldito tiempo, uno que no me mire como loca
cuando le diga lo que quiero en la cama. Y para que quede constancia, lo que
quiero es que devore mi vagina durante horas (a veces sin que yo lo pida), controle
mi cuerpo con las caricias de su lengua y me ruegue que me corra en su boca.
Oh. Mi. ¡DIOS!
Sentí que todo mi cuerpo se calentaba, sentí cada nervio volviéndose salvaje.
Levántate y vete ahora mismo. Ahora mismo.
—¿Por qué alguien escribiría un deseo así? —Carlton negó con la cabeza—.
Eso es… Eso es absolutamente sucio, y lo digo como el rey de las palabras sucias.
No creo que conozca a nadie que pueda escribir un deseo así, oficial.
—¿Qué hay de usted, señorita Ryan? —Me miró, sus labios se curvaron en
una sonrisa—. ¿Conoces a alguien que pueda haber escrito un deseo como este?
Hijo de puta…
—No, y no estoy segura de por qué alguien entraría en el The Wish Tree y
robaría algunos adornos, y mucho menos los rompería solo para leer los
pensamientos privados de la gente. Un verdadero criminal seguramente entraría
en una de las tiendas de verdad en su lugar.
—Sí. —Carlton se rascó la cabeza—. ¿No hay vigilancia las veinticuatro horas
en toda la plaza?
—Los criminales hicieron su debida diligencia de antemano. —Sonrió
mientras sacaba una silla y se sentaba entre nosotros—. Es por eso que estoy
enfocando toda mi atención en este elemento mucho más importante de la
investigación. —Miró la tarjeta—. Deseo dos. Por una vez, me gustaría ser follada
hasta quedar loca, tan imprudente y apasionadamente, que me tome un tiempo
recuperarme. También quiero que suceda en un lugar que no sea una cama, y
quiero que se grabe, para poder verlo una y otra vez. Quiero el romance antes que
todo esto suceda, por supuesto.

45
—¡Ja! —Carlton se burló—. Esta persona no quiere romance en absoluto,
oficial. Creo que tenemos una aspirante a estrella porno entre nosotros.
Nathan sonrió y me miró.
—¿Qué piensa, señorita Ryan?
—Creo que hay muchas otras investigaciones en las que podría estar pasando
su tiempo ahora.
—Realmente no hay —dijo, bajando la voz—. Creo que debería ser mi misión
satisfacer esto en particular hasta el final.
—¿Qué pasó con las personas que piden cosas simples y dulces? —preguntó
Carlton—. ¿Hay algo de eso ahí?
—La persona pidió algunas de esas cosas. —Nathan miró por encima de la
tarjeta—. Una nueva batidora de pie, nueva pijama y pantuflas, la oportunidad de
ver a Cedar Falls a través de los ojos de un turista, y por último, besos nocturnos
allá abajo. —Miró hacia arriba—. Sabes, estoy empezando a ver un patrón no tan
sutil para lo que esta persona realmente quiere para Navidad.
—Yo también —dijo Carlton—. ¿Estás pensando que los besos nocturnos
“all{ abajo” pueden ser una alusión a un fetiche de pies?
Nathan le dio una mirada en blanco.
—No creo que ninguno de nosotros sea de ninguna ayuda para usted durante
su investigación, oficial Benson. —Me aclaré la garganta—. Me aseguraré de
preguntar a algunos de mis amigos sobre esto más tarde hoy.
—No hay necesidad de eso, señorita Ryan. —Tomó un sorbo de su café—.
Voy a colocar la lista completa en la sección de “Perdidos y encontrados” del
periódico local mañana por la mañana. Sé lo importante que es la tradición de The
Wish Tree para todos los presentes, por lo que siempre que sepamos a quién
pertenece la lista, me aseguraré de publicar una actualización con la foto de la
persona en la página principal, para que todos sepan que toda esta situación
desafortunada fue solucionada.
Mi boca se abrió.
—Espere. —Carlton se puso de pie—. Después de pensarlo, tengo la
sensación que algunos estudiantes de secundaria pueden estar detrás de esto, así
que déjame hacer una llamada telefónica. Todo esto puede ser su gran broma para
el año. —Se dirigió hacia la puerta sin decir una palabra más, y sacudí la cabeza
hacia Nathan.
—Sabes —dijo, devolviendo el sobre a su bolsillo—. Creo que estoy mucho

46
más ofendido por el hecho que estás saliendo con un tipo así que por el hecho que
me plantaste.
—Te planté porque te lo merecías. —No podía creer esta mierda—. También
me pusiste una multa para una luz trasera rota ayer.
—Te dije que tenías una semana para arreglarlo. —Sonrió—. Una vez más,
puedo hacer que eso desaparezca fácilmente si aceptas darme las citas que
merezco.
—Citas, ¿en plural?
—Creo que se me deben al menos cuatro en este momento. —Hizo una
pausa—. A menos que quieras que publique tu lista en el periódico de mañana.
—No te atreverías…
—Me pregunto cómo se sentirían los clientes de Sifted Perfection sabiendo
que la dueña quiere que la follen en los mismos mostradores de la cocina donde
hace todos sus pasteles —dijo—. También me pregunto si las guarderías y las
escuelas que tienes bajo contrato estarían bien sabiendo que su repostera favorito
pasa más tiempo pensando en que le hagan sexo oral que en elaborar nuevas
recetas.
—Esa última parte es solo tu suposición.
—Estoy dispuesto a apostar que no lo es.
—¿Honestamente crees que puedes chantajearme para que salga contigo? —
Crucé los brazos—. No puedes, y para que lo sepas, lo que hiciste al robar el árbol
tradicional es imperdonable en esta ciudad. Para ser honesta, estoy bastante
tentada de sacar mi teléfono y llamar…
—¿A la policía? —Sonrió—. Esperaré.
Me quedé en silencio, mis mejillas estaban más rojas de lo que nunca habían
estado.
—No deberías tener que chantajear a alguien para que salga contigo.
—¿Es realmente un chantaje, si la persona sabe muy bien que está interesada
en salir conmigo?
No dije nada mientras movía su silla un poco más cerca de la mía, mientras
me inclinaba aún más cerca de él.
Los dos nos miramos el uno al otro durante varios segundos, hasta que
finalmente rompí el silencio.
—No estoy segura de cómo sentirme acerca de que el policía encargado de la
ciudad es un cerebro criminal.
47
—Si estás tratando de cambiar de tema, no está funcionando —dijo
sonriendo—. No estoy bromeando acerca de publicar esto en el periódico, y ya que
acabo de salvarte de una gran cita desastre, creo que deberías estar mucho más
dispuesta a acordar las citas conmigo.
—Esta cita fue increíble hasta que apareciste.
—¿Es verdad? —Sus labios rozaron los míos, y mis pezones se
endurecieron—. Se honesta.
No podía pensar con claridad tan cerca de él, y una parte de mí quería que
me besara aquí y ahora.
—Eso pensé —dijo, mirando hacia la ventana donde Carlton estaba ahora
caminando por la acera mientras hablaba por teléfono—. Por el aspecto de las
cosas, dudo que sea capaz de darte cualquiera de las cosas que has escrito en tu
lista de deseos. Volvió su mirada hacia mí, mirando mis labios.
—Te recogeré a las ocho de la noche.
—Tengo un evento de catering hasta las nueve.
—Entonces te recogeré a las diez.
—A las diez y media —le dije—. Deberías pedir mi dirección.
—La rodeaste con un círculo cuando enviaste las palabras “JÓDETE” en tu
multa de luz trasera esta mañana. —Sonrió—. Hablando de eso, ¿exactamente
cómo te gustaría que hiciera eso?
—No querría. —Me mordí el labio—. No estaba destinado a tomarse
literalmente.
—Dime que no has pensado ni una vez en que te folle desde nuestra primera
cita y lo creeré.
No pude mentir.
—Eso es lo que pensé. —Sonrió y se puso de pie—. Te veré mañana a las diez
y media.

48
STREUSEL DE CANELA “Sedúceme”

2 cucharadas de mantequilla o margarina


2 cucharadas de azúcar moreno
¼ taza de harina integral
¼ cucharadita de canela molida

CHRISTINA

**El día siguiente**

L
AS DOS MEJORES PARTES de ser una chef de repostería siempre eran
las mismas para mí año tras año. Número uno: tener una vista en
primera fila y una mano en la creación de una preparación de
principio a fin. Número dos: ver la sonrisa en el rostro del cliente una vez que la
devoraban y pedían más.
Desafortunadamente, la clienta para quien estaba horneando esta noche me
estaba frunciendo el ceño más que sonriendo, y estaba haciendo que mi personal
reducido se sintiera como si estuvieran caminando sobre cáscaras de huevo.
No podía esperar para salir de la cocina de este hotel, y estaba segura que una
noche con Nathan me haría olvidarme de todo.
—¿Puedes hacer estas tartas de frambuesa un poco más dulces? —La clienta,
mi ex-mejor amiga de la escuela secundaria, frunció los labios—. Quiero decir, son
buenos, pero no tan buenos como los de Tinsel Bakery.
Me mordí la lengua Tinsel Bakery no hacía tartas de frambuesa, y sus
habilidades para hornear no se acercaban a la liga de Sifted Perfection.
—Tampoco estoy segura de cómo me siento con respecto a estas torres de
postres —dijo, caminando hacia la exhibición de seis pisos de cupcakes inspirados
en muérdago. Estaban en la formación exacta que ella había solicitado, una réplica
de la Torre Eiffel donde su actual novio (mi primer novio serio el cual robó) la llevó
cuando se le declaro el verano pasado.
—Estoy segura que saben increíbles, pero… —Frunció el ceño—. ¿Puedes

49
agregar algunas de esas bonitas capas de miga marrón sobre ellas? ¿Cómo se
llaman?
—Streusel. —Sentí mi sangre hirviendo—. Si los agrego, entonces los
cupcakes no estarán libres de gluten, que es específicamente lo que pediste.
También tendré que hacer nuevos cupcakes ya que el streusel tiene que ser
horneado directamente sobre ellos. He hecho muchos otros dulces con un streusel
que estoy segura que tus invitados disfrutarán.
—Bueno, ¿no existe el streusel sin gluten? —Apareció su sonrisa de “voy a
hacer de esta noche un infierno”—. ¿No puedes simplemente batir un poco? Estás
parada en una cocina con la última tecnología, después de todo.
—Solo trajimos harina normal para las cosas en su factura original.
—Bueno, te sugiero que vayas a buscar algo más de tu pequeña panadería,
¿eh? —Tomó una magdalena y le dio un bocado—. El cliente siempre tiene la
razón, después de todo.
Me quedé inmóvil, mirándola con furia, resistiendo el impulso de tomar algo
afilado. Había reservado este trabajo con un nombre diferente, sabiendo muy bien
que me hubiera negado a hacer algo para ella y mi infiel ex novio. Si no fuera por
el hecho de que había invitado a la mayor parte de la élite de Cedar Falls y algunos
de mis mejores clientes a su fiesta navideña extravagante, habría renunciado hace
unas horas.
—Mi novio también quiere agregar dos docenas de soufflés de fresas, ya que
planeamos quedarnos en una bonita suite para el resto de la semana. —Extendió
su llamativo anillo de diamantes y lo miró—. Puedes tener eso hecho a las diez,
¿verdad?
No dije nada.
—Tomaré eso como un sí —dijo, dando un paso atrás—. Por cierto, muchas
gracias a ti y a tu personal por eliminar los tontos uniformes de chef y por cumplir
con los vestidos negros y las faldas como pedí. Creo que hace que todos se vean
más elegantes.
Esperé a que saliera de la cocina y miré el reloj.
Nueve…
No había manera de que pudiera hacer todos esos ajustes a tiempo para salir
con Nathan a las diez y media. Ordené a uno de los chefs junior que se pusiera a
trabajar en la orden de soufflé adicional, envié a mi último empleado para obtener
la harina sin gluten, luego me quité el delantal y salí.
Apoyándome contra los ladrillos, suspiré cuando los copos de nieve cayeron

50
sobre mí. Saqué mi teléfono y me acerqué al nombre de Nathan, agradecida
porque hubiera insistido en que intercambiáramos números.
Dejo escapar un suspiro y presiono llamar.
Sonó una vez. Sonó dos veces.
—¿Hola? —respondió él, con voz profunda—. ¿Hola?
Dudé antes de responder, y me tomó con la guardia baja lo sexy que era su
voz.
—Hola.
Dejó escapar una risa baja.
—Hola. ¿Se acabó tu evento o algo?
—No, mmm… —Dejé que mis palabras salieran precipitadamente—.
Necesito reprogramar nuestra cita. Sé que vas a pensar que lo haré a propósito,
pero te prometo que no es así. Estoy muy estresada por mi evento actual en The
Cedar Lodge; estoy más estresada de lo que normalmente estoy por estas cosas, y
no hay forma de terminar a tiempo para salir contigo, así que gracias por tu
comprensión—. Terminé la llamada y apagué mi teléfono, para que no pudiera
devolver la llamada.
Regresando a la cocina, preparé los mostradores para el lote de cupcakes por
los que era más conocida, cupcakes que eran completamente indignos de este
evento de mierda.
Cupcakes “mejores amigos” de doble bizcocho de dulce de miel.
—¿Sarah? ¿Lori? —grité una vez que terminé de mezclar la masa—. ¿Pueden
ustedes dos arreglar esto por mí? Necesito estar sola unos minutos.
—Por supuesto, señorita Ryan.
—Absolutamente.
Caminé al otro lado de la cocina, directamente a la despensa de gran tamaño
y cerré la puerta.
Le envié a mi hermana una larga serie de mensajes de texto “WTF”, sabiendo
que no los vería hasta más tarde esta noche, pero eso no me calmó lo más mínimo.
Puedes terminar este evento, Christina. Puedes terminar esto.
—Varios minutos después, la puerta de la despensa se abrió y contuve un
gemido.
—Denme unos minutos más, muchachos —dije—. Revisaré todo en quince.
La puerta se abrió un poco más y Nathan entró.

51
—No me diste la oportunidad de responder a lo que dijiste por teléfono. —
Cerró la puerta.
—No pensé que tuvieras nada que decir.
—Lamento discrepar. —Se acercó, luciendo más sexy que nunca con una
camiseta blanca y jeans oscuros—. ¿Por qué estás estresada exactamente?
—Un cierto oficial de policía me acosa.
—Estaba en la calle —dijo, pareciendo genuino—. Estaba planeando hacer
una pregunta por teléfono, pero me colgaste en la cara. —Se inclinó hacia delante y
metió un mechón de cabello detrás de mi oreja, poniendo al instante todos mis
nervios en llamas—. Entre que haces eso, me abandonas en la primera cita, me
plantas para la segunda, y ahora, reprogramas, empiezo a pensar que esta
atracción es unilateral.
—Eso puede ser cierto.
—Lo dudo. —Levantó mi barbilla con los dedos—. Dime por qué estás
estresada.
—Este evento es para mi ex-mejor amiga y ex novio que ahora están juntos
—dije—. Lo reservaron con un nombre de empresa diferente e hicieron todas sus
solicitudes por correo electrónico, por lo que no lo supe hasta el momento que
llegué. —Hice una pausa, sin saber por qué latía mi corazón como si estuviera a
punto de saltar de mi pecho—. Han sido groseros conmigo desde que comenzó
esto, y sé que lo están haciendo a propósito. Solo la mitad de mi personal está aquí
hoy, ya que el resto está de vacaciones, y tengo una hora completa de retraso con el
horario de servicio. Nunca estoy atrasada.
—¿Eso es todo?
—No. —Suspiré.
—¿Qué más?
—Tengo otra fiesta mañana por la noche, el Festival de Cedar Falls, y mi
personal será aún menos. —Negué—. Sin mencionar el hecho que tendré que
preparar algunas cosas aquí para esa fiesta si quiero compensar la hora perdida.
—¿Eso es todo?
—Sí. —Estreché mis ojos hacia él—. Eso es todo. ¿Estás a punto de decirme
que respire, y que todo va a estar bien?
—No. —Sonrió—. No iba a decir nada. Apretó sus labios contra los míos,
atrapándome con la guardia baja con un largo y apasionado beso. Un beso que me
hizo olvidar cada beso que tuve antes.

52
Ya no podía concentrarme en nada relacionado con el trabajo, solo la
sensación de su lengua deslizándose lentamente contra la mía. La sensación de sus
manos subiendo y bajando por mis costados.
Cerré los ojos y gemí cuando me sujetó contra la pared con sus caderas,
mientras mordía suavemente mi labio inferior.
—Shhh… —Deslizó su mano debajo de mi vestido, deteniéndose cuando
sintió mis medias. Dejó escapar una risa grave contra mi boca, y luego escuché el
sonido de estas rasgándose. Antes que pudiera reaccionar, deslizó su mano por
debajo de la delgada banda de mis bragas de encaje y las arrancó.
Abrí los ojos cuando sus labios abandonaron brevemente los míos, y pude
verlo metiendo las bragas en su bolsillo trasero.
Sin aliento, traté de hablar, pero cubrió mi boca con la suya otra vez,
besándome aún más fuerte que antes y haciéndome perder mi tren de
pensamientos.
Susurrando palabras que no pude entender, presionó su mano contra mi
estómago y lentamente la deslizó hacia abajo.
—Ahhhh… —gemí cuando su pulgar presionó contra mi clítoris empapado,
mientras comenzaba a frotarlo en un ritmo lento y tortuoso—. Mierda…
Me hizo callar con otro mordisco en mi labio inferior, y lo miré a los ojos
mientras deslizaba un dedo profundamente dentro de mí.
—Espera… —dije—. Espera…
—¿Para? —preguntó, agregando un segundo dedo, haciéndome gritar de
placer—. ¿Esperar para qué?
No podría responder si lo intentara.
Manteniendo sus ojos fijos en los míos, movió sus dedos dentro y fuera de mí,
acercándome cada vez más al borde.
—¿Quieres que me detenga? —preguntó, usando su otra mano para acariciar
mis senos.
—No… —Respiré, sintiendo su polla endurecerse contra mi muslo—. No…
—Bien. —Continuó besándome, dominando mi lengua con la suya, evitando
que interrumpiera nuestro beso con palabras otra vez.
Solo podía gemir de placer, solo podía aceptar todo lo que me estaba dando
sin cuestionarlo.
Mis piernas comenzaron a temblar cuando presionó más contra mi clítoris,
mientras sus dedos trabajaban hábilmente más dentro de mí.
53
Antes que pudiera decirle que estaba a punto de venirme, grité,
amortiguando mis gritos en su hombro.
Me mantuvo firme por lo que sentí como una eternidad, no dejándome ir
hasta que mi respiración volvió a la normalidad.
Cuando estuvo seguro, dio un paso atrás y miró el agujero que había rasgado
en mis medias. En lugar de disculparse, las arrancó de mi cuerpo y sonrió.
Luego alzó mi barbilla y me miró a los ojos.
—¿Todavía estás pensando en tu ex-mejor amiga, tu ex novio, y el retraso de
una hora?
—No…
—Bien. —Sonrió y presionó otro beso en mis labios—. Llámame si necesitas
que venga y te ayude a olvidar todo de nuevo.

A LAS DOCE Y MEDIA DE LA MADRUGADA, le entregué a mi ex mejor


amiga el recibo final por los servicios prestados sin una sola palabra, envié un
correo electrónico de “¡Muchas gracias a todos!” a mi personal y empaqué mis
suministros.
En el momento en que coloqué la última caja en el asiento del pasajero y me
deslicé detrás del volante, sentí que mis párpados se caían.
Decidida a llegar a casa, logré conducir tres cuadras antes de estacionar en el
lado de la carretera.
Saqué mi teléfono y llamé a Amy.
Sin respuesta. Me envió dos mensajes de texto en su lugar.
Amy: Lo siento ¡Trabajando hasta tarde esta noche! ¡Espero que me cuentes
toda la historia del desayuno mañana! (¿Puedes hacerme unos panqueques de
chocolate “Amo a mi hermana”?)
Amy: Espera… ¿tuviste sexo con el oficial cuando saliste esta noche? ¿¿¿Te
dio sexo oral??? (DIMEEEEE)
Estaba demasiado cansada para reírme. Bajé hasta el nombre de mi mejor
empleada y sacudí la cabeza. Ella ya había trabajado veinte horas extraordinarias
esta semana y pedirle que me ayudara a llegar a casa podría resultar en su
renuncia.
Descendí hasta el nombre de Nathan, mirándolo durante unos segundos

54
antes de llamar.
—¿Sí? —respondió en el primer timbre—. ¿Te sientes estresada de nuevo?
—No, la fiesta acaba de terminar.
—¿Come te fue?
—Salió bien.
—Tan habladora como eres, seguramente puedes elaborar un poco mejor que
eso.
Sonreí y me apoyé en mi ventana, contándole todo lo que había hecho y cómo
respondieron los invitados. Estaba explicando mis tartas de canela cuando me di
cuenta que estaba hablando con él como si fuera uno de mis amigos más cercanos.
Me hizo algunas preguntas más, sonando como si estuviera intrigado, y casi
olvidé por qué lo llamé en primer lugar.
—¿Te diriges a casa ahora? —preguntó.
—No, yo mmm… —Suspiré—. Sé que esto puede ser mucho pedir, pero
estaba llamando para ver si podías llevarme a casa. No creo que pueda conducir
treinta minutos sin quedarme dormida al volante, y preferiría dejar mi auto aquí
toda la noche que arriesgarme.
—Mmm.
—Si no, entiendo. Solo pensé que lo pediría antes de tomar un taxi o tomar
algunos tranvías.
—¿Dónde estás?
—En la esquina de Main y Sixth.
—Estaré allí en unos minutos.
—Gracias. —Terminé la llamada y encendí el calor, haciendo mi mejor
esfuerzo para mantener mis ojos abiertos.
Minutos después, escuché un ligero golpeteo contra mi ventana. Cuando
miré, vi que no era Nathan parado afuera. Era una mujer policía.
Confundida, bajé la ventanilla.
—¿Sí, oficial?
—Soy la oficial Harlow. —Sonrió—. Se supone que debo conducir su auto a la
dirección de su casa, así que deje las llaves en el encendido y salga, por favor.
Demasiado cansada para hacer cualquier pregunta, me desabroché el
cinturón de seguridad y salí. Miré detrás de mi auto y vi a Nathan caminando

55
hacia mí.
—Gracias, oficial Harlow —le dijo, deslizando su brazo alrededor de mi
cintura. Murmuró algo que sonaba como “Sexy como el infierno”, y mis rodillas se
debilitaron al pensar que me besaría de nuevo.
Me condujo a su auto, abriendo la puerta del pasajero.
—Espera —le dije—. Quiero advertirte que mi sarcasmo no funciona tan bien
cuando estoy cansada. También quería darte las gracias de nuevo.
—De nada. Sube al auto.
—También quiero que sepas que no te invitaré a entrar a mi casa solo porque
me llevas. No quiero que te hagas ilusiones.
Sonrió.
—Lo digo en serio —le dije—. Quiero decir, estoy seguro de que el sexo
contigo es fenomenal, pero…
Me levantó a media frase y me colocó en el asiento del pasajero. Luego me
abrochó el cinturón.
Cuando regresó a su lado y encendió el motor, me di cuenta que no
estábamos en su patrulla. Estábamos en un Audi R8 adornado con asientos
personalizados en blanco y rojo.
—Deben pagar a la policía mucho dinero en Cedar Falls —dije en voz baja.
—Es el triple de lo que hice en cualquiera de las ciudades metropolitanas —
dijo sonriendo—. Lo cual es bastante irónico ya que hago tres veces menos trabajo.
También tengo el veinte por ciento de las acciones en la empresa de turismo de mi
hermano, así que eso ayuda. —Se inclinó hacia el asiento trasero, recogiendo un
ramo de tulipanes blancos y rojos, mis favoritos—. Compré estos cinco minutos
antes que me llamaras para cancelar.
—Gracias. —Me sonrojé mientras presionaba mis dedos contra los pétalos.
No dije nada mientras conducía por los carriles cubiertos de nieve, manteniendo
mi mirada hacia adelante, a pesar que podía sentirlo mirándome cada vez que nos
acercábamos a un semáforo.
La tensión sexual entre nosotros era más densa que nunca, y no estaba segura
de cómo abordarla.
No fue hasta que estábamos a pocos minutos de mi casa que pensé en algo
que decir.
—¿Todavía te debo cuatro citas?
—Ahora debes cinco. —Me miró—. Al ritmo que vas, llegarás a los veinte
56
para el final de la semana.
—Bueno, ya que la fiesta que estoy preparando mañana no requiere que me
quede todo el tiempo, creo que puedo salir contigo alrededor de las siete. Desde
que me estás obligando a salir contigo.
Se rio.
—Vamos dejarlo a las ocho, por si acaso.
—Bien. Ya que tengo que verte varias veces, ¿puedes admitir que inventaste
la mayoría de las respuestas en tu prueba de personalidad? Podríamos decir la
verdad en este punto.
—¿No crees que tengamos algo en común?
—Además de vivir en Cedar Falls y amar el sarcasmo, no —dije—.
Normalmente no voy por tipos como tú.
—Probablemente es por eso que todavía estás soltera.
Puse los ojos en blanco cuando se volvió hacia mi calle.
—Para una de mis respuestas, escribí que me encantaba leer libros.
—Como yo puse.
—Leo sobre todo libros de romance.
—¿Y? —Sonrió—. He leído un montón de esos. Ocho en la semana pasada.
—¿Los leíste en busca de ayuda en el departamento sexual?
—Nunca he necesitado ayuda con eso —dijo—. Para que conste, me gustan
todos los libros, y un verdadero lector puede apreciar cualquier género.
—Escribí que mi sábado ideal era quedarme en la cama mientras miraba
Netflix y tomaba té.
—Mi sábado ideal es no ser molestado, por lo que es lo mismo. ¿Algo más?
—Imprimiré mis respuestas y te mostraré más mañana.
—Preferiría que no lo hicieras. —Se estacionó en mi camino de entrada y me
miró—. Me siento extremadamente atraído por ti y viceversa. Quieres que alguien
te haga venir mientras te hacen sexo oral, y voy a disfrutar cada segundo de eso. Al
igual que disfrutaré haciéndote gritar mi nombre mientras te estoy jodiendo contra
algo que no sea una cama. —Presionó un dedo contra mis labios—. Antes que
digas que estas cosas no cuentan, dime el nombre de cualquier otro tipo que esté
dispuesto a perseguirte para una segunda oportunidad.
—Quieres decir, chantajearme para una segunda oportunidad —susurré.

57
—Lo mismo. —Levantó una ceja—. Nombra un chico.
No pude
—Eso pensé —dijo, dando un paso fuera. Abrió mi puerta y presionó su
mano contra la parte baja de mi espalda mientras me acompañaba a los escalones
que conducían a la puerta de mi casa.
Dio un paso atrás en el rellano del porche, dejando claro que no esperaba una
invitación.
Busqué a tientas la llave, empujándola en la cerradura.
—Hay una razón por la que no puedo invitarte —dije en voz baja, deseando
hacer exactamente lo contrario—. Como compañero lector de romance, debes saber
que la pareja tiene que salir al menos una cita antes del sexo.
—Lo sé. —Parecía divertido—. Pero solo para que quede claro, tocar a la
heroína en su trabajo y hacerle saber que no podrá caminar después que termine
de poseer su coño con mi boca, está bien. ¿Correcto?
Mis mejillas se enrojecieron, y luché por decir una sola palabra. Solo pude
asentir.
—Bueno, considerando que solo has leído sobre estas cosas en el mundo
ficticio en lugar de experimentarlas en el mundo real, no creo que debamos
apresurarnos, pero tampoco creo que debamos usar los libros de romance como
una pauta.
No me dio la oportunidad de responder a eso. Se acercó y cubrió mi boca con
la suya, besándome como nunca antes me habían besado. No se apartó hasta que
estuve casi sin aliento hasta que estuve a pocos segundos de rogarle que entrara de
todos modos.
—Al héroe se le permite hacer eso en este punto, ¿verdad? —susurró.
Asentí, todavía luchando por recuperar el aliento.
—Bien. —Plantó un último beso con los dedos alrededor de mis labios—. Te
veré mañana a las ocho.

58
CRÈME BRULEE “Díme Lo Que Quieres”

6 yemas de huevo
6 cucharadas de azúcar blanco
½ cucharadita de extracto de vainilla
2 ½ tazas de crema espesa
2 cucharadas de azúcar moreno

CHRISTINA

R
ODÉ SOBRE MI COLCHÓN a la mañana siguiente, tomándome unos
segundos más para deleitarme con los pensamientos de Nathan
besándome la noche anterior.
“El héroe tiene permitido hacer eso en este punto, ¿verdad?”
Cuando finalmente abrí los ojos, pude ver mi reloj despertador y grité.
La "mañana" se había ido hace mucho, y ya eran las tres de la tarde. Ocho
horas después de la hora en que se suponía que debía sonar mi alarma, y seis horas
después de la hora en que se suponía que me estaba preparando para el Festival
Anual de Cedar Falls.
En pánico, salí de la cama y me di una ducha rápida. Me vestí con un suéter
holgado y leggins, sin importarme que no combinaran.
Tomando mi bolso, saqué mi teléfono y vi docenas de mensajes de texto de
mi panadera jefe.
Lori (Panadera jefe): La panadería está cerrada. ¿Dónde estás?
Lori (Panadera jefe): ¿Estás en camino?
Lori (Panadera jefe): El alcalde acaba de llamar para preguntar sobre algunos
cambios. ¿Puedes contestar tu teléfono?
Lori (Panadera jefe): ¡¡¡¿¿¿DÓNDE ESTÁS???!!!!!
Mierda. Mierda. ¡MIERDA!
Corrí escaleras abajo para encontrar las llaves de mi auto y vi a Amy sentada
en la mesa de mi cocina. Luciendo tan despreocupada como siempre, estaba

59
metiendo un bocado de panqueque en su boca.
—Podría haber jurado que teníamos un trato —le dije—. Cada vez que vienes
y pasas la noche en la víspera de mis eventos importantes, se supone que debes
asegurarte que estoy despierta a tiempo. Sé que trabajaste hasta tarde anoche, pero
aun así prometiste despertarme a las siete.
Parpadeó
—Ya sabes lo importante que es el evento de hoy para mí —dije, forzando a
mis pies a ponerse las botas.
—Oh, lo sé. —Sonrió—. Ya coloqué condones, mentas y un cambio de ropa en
tu auto. Estoy deseando escuchar todo sobre tu noche con el oficial. Apuesto a que
te hará venir más de una vez. ¿Qué piensas?
No tenía la energía para preguntarle de qué estaba hablando. Tomé mi abrigo
y las llaves del estante y salí al porche.
Me tomó dos segundos darme cuenta que mi auto no estaba aquí.
¿Qué demonios?
—Pensé que habías dicho que pusiste cosas en mi auto. —Entré de nuevo en
la casa—. ¿Dónde está?
—Ya está en el festival. —Puso sus manos sobre mis hombros—. No hay
necesidad de entrar en pánico, Christina. Te tengo cubierta.
Le di una mirada en blanco. Cada vez que ella decía: “Te tengo cubierta”, eso
significaba que la mierda estaba a segundos de salirse de control. Agarré las llaves
de su auto del estante y salté a su Honda, acelerando todo el camino hacia el
centro.
Estacioné mi auto en la zona de carga, justo debajo de una serie de luces
parpadeantes, y corrí hacia el patio donde se estaba llevando a cabo el evento.
Me preparé para el caos y la confusión, para las miradas furiosas y las
palabras ásperas de mi personal, pero cuando abrí las puertas, las vi riéndose
alrededor de una fuente de chocolate colosal.
Las hombres de pan de jengibre de gran tamaño ya estaban escarchadas y
montaban guardia en las mesas adornadas de dulces, las luces color caramelo
estaban colgadas en lo alto de las torres de postres terminadas de diez pisos, y la
barra de bebidas personalizada que habíamos diseñado hacía meses estaba repleta
de rones festivos, chocolates calientes e infinitas mezclas de café.
Cuando mi personal se turnó para sumergir las fresas en el chocolate, un
pequeño grupo de policías llevó pasteles a la mesa central.

60
—Bien pensado, señorita Ryan. —Mi panadera me dio unas palmaditas en la
espalda—. Lamento mucho todos los mensajes de texto que envié. No sabía que ya
habías pedido a algunos de los policías que nos ayudaran con esto.
No lo hice…
—¿Qué queda por hacer?
—Cubrir de chocolate los dulces de bienvenida, pero siempre insistes en que
hagamos eso aproximadamente una hora antes que comience el evento, así que…
Se tocó la barbilla. —Nada me imagino. Ah, y aquí tienes. —Me entregó las
llaves de mi auto—. Solo conseguimos los suministros que necesitábamos, así que
no te preocupes.
—Gracias. ¿A qué hora empezaron a llegar los policías?
—Justo después que te envié algunos mensajes de texto. —Bajó la voz—. El
nuevo comandante, el oficial Benson, creo, se hizo cargo y me dejó dirigir todo lo
que necesitábamos para hacer. Aquí entre nosotras, es el primer hombre que me
mojó las bragas a primera vista.
Me reí.
—¿Todavía está aquí?
—No, pero está cerca. —Señaló las puertas de salida laterales—. Está al otro
lado de la calle en la ferretería. ¿Sabes si está viendo a alguien por casualidad? ¿Si
está disponible?
—No, está saliendo con alguien en este momento —le dije, dirigiéndome
hacia la salida—. Envíame un mensaje de texto si necesitas algo más.
Crucé la calle y entré en la única ferretería de la ciudad. Caminé a través de
hileras de llaves antes de ver a Nathan parado frente al gerente de cabello canoso.
—¿Sabe para qué sirve el 9-1-1, señor Clarkson? —preguntó—. ¿Tiene alguna
idea de lo que significa llamar a ese número?
—Significa que un porcentaje de mi dinero paga los salarios de los policías y
puedo llamarlos tantas veces como quiera.
Nathan puso los ojos en blanco y le entregó al hombre unas gafas de lectura.
—Me alegra poder ayudarlo a encontrarlos y evitarle la posible “emergencia”
de cometer un error en la caja registradora.
—Aprecio su heroísmo, oficial.
—¿Hay alguna otra emergencia? —preguntó—. ¿Su baño está obstruido?
—Sí, lo está. ¿Quiere ayudarme a arreglar eso también?

61
Nathan negó y apartó la vista de él. Luego sonrió cuando sus ojos se
encontraron con los míos.
—Por favor, no dude en llamar si pierde sus lentes de nuevo —le dijo al dueño
de la tienda antes de acercarse a mí—. ¿Pasó algo?
—No, en absoluto. —Nunca antes había querido follar a alguien en el acto
tanto—. ¿Uno de mis empleados junior te llamó para que ayudaras con la
organización?
—No, tu hermana lo hizo. —Deslizó su brazo alrededor de mi cintura y me
llevó afuera—. Llamó por una emergencia cuando no te despertabas.
—¿Qué?
—Tu hermana dijo que la matarías si te perdías la organización, y aunque
intentamos despertarte, no pudimos. Así que decidí ayudar. —Se detuvo, riendo—
. Fue lo m{s parecido a una verdadera “llamada de emergencia” que he recibido
desde que empecé a trabajar aquí.
—¿Estás bromeando, verdad?
Me lanzó una mirada que me hizo saber que no lo estaba.
—Bueno, gracias por todo —le dije, dándome cuenta que no me estaba
llevando de regreso al festival sino a la acera—. Si hay alguna manera en que
pueda pagarte por esto, házmelo saber.
—La hay. —Sonrió, deteniéndose frente a su patrulla—. Ya que la
organización está lista y no es necesario que estés aquí cuando comience el evento,
puedes comenzar a pagarme las quince citas que me debes.
—¿Estamos en quince citas ahora?
—Si peleas conmigo por esto, estaremos en veinticinco.
—¿No debería ponerme algo de ropa decente primero?
—No. —Pasó sus dedos por mi cabello—. No necesitar{s ropa en absoluto…

TRES HORAS DESPUÉS, Nathan estacionó su patrulla cerca de la cima de


Cedar Mountain, justo al lado de una de las estaciones de esquí de lujo que
dominaban la ciudad. Apagó los faros cuando una nieve constante cayó sobre los
edificios, mientras las luces de Navidad centelleaban en la distancia.
Desde aquí, la ciudad parecía una postal perfecta y pintoresca, y por primera
vez, entendí por qué alguien gastaría dos mil dólares por noche para verla en

62
persona.
—Por lo tanto, según tu lista de deseos inapropiados —dijo Nathan, sacando
mi tarjeta roja de su bolsillo—. Esto es lo primero que la mayoría de los turistas ven
cuando vienen a Cedar Falls.
—¿Me trajiste aquí para intentar convencerme que te follara esta noche? —
dije—. Debo admitir que todos los pequeños toques románticos que has hecho
hasta ahora casi me hacen considerarlo.
—Primero que nada —dijo, mirándome—, definitivamente voy a follarte esta
noche. Traerte aquí no tiene nada que ver con eso. En segundo lugar, para alguien
que dice que todavía necesita considerarlo, ¿por qué tu mano ha estado frotando mi
polla en mis pantalones durante la última media hora?
Riendo, me sonrojé mientras alejaba mi mano. Recogí el nuevo conjunto de
flores que me había comprado de su tablero.
Durante las tres horas de viaje, se detuvo en varios de los principales sitios
turísticos de Cedar Falls y caminó a través de ellos conmigo. Admiramos el árbol
de Navidad de veinte metros que rivalizaba con el de Rockefeller Plaza en Nueva
York, dimos un rápido paseo por Christmas Tree Lane y, para su disgusto,
cenamos en Christmas Every Day, el restaurante número uno en las afueras de la
ciudad. (Bueno, no se molestó hasta que los residentes comenzaron a caminar
hacia él y preguntaron sobre algo de “Las mascotas son parte de nuestra familia”).
Incluso nos detuvimos en unas pocas tiendas de lujo donde compró la
batidora de pie de cuatrocientos dólares que estaba en mi lista de deseos, junto con
seis conjuntos de pijamas de diseñador, ropa interior nueva y pantuflas, y se negó
a que le devolviera el dinero.
Mientras más luces de la ciudad brillaban debajo, me desabroché el cinturón
de seguridad y salí del auto, acercándome a los rieles rojos que rodeaban el borde
de la montaña.
—¿Puedes tomarme una foto con la ciudad de fondo? —Extendí mi teléfono
cuando Nathan salió del auto.
—Por supuesto. —Dio un paso atrás y tomó cuatro.
—¿Quieren que les tome una foto? —Un transeúnte se colocó detrás de
Nathan.
—No lo publicaré en mi página personal de Facebook —dije en voz baja—.
No te preocupes.
—No importaría si lo publicaras. —Sonrió—. Sólo tienes quince seguidores.

63
Me reí, y el extraño tomó la foto en ese momento.
—Muchas gracias —le dije mientras me devolvía el teléfono. Volví a la foto y
sonreí por la última: Nathan parecía como si estuviera a punto de besarme en
medio de la risa.
—¿Alguna otra foto que quieras tomar? —preguntó Nathan una vez que el
extraño se alejó.
—No, esto fue todo.
—Bien. —Sonrió—. Ve y ponte en el asiento trasero de mi auto.
—¿Qué?
—Me escuchaste. —Deslizó su dedo contra mi labio inferior—. Ahora.
Me quedé quieta mirándolo, sin hacer ningún movimiento.
Una lenta sonrisa se extendió por su rostro, y se echó a reír mientras me
levantaba y me lanzaba sobre su hombro. Me llevó al auto y abrió la puerta trasera,
colocándome en el asiento.
Moviéndose a mi lado, cerró la puerta y besó mis labios, quedándome
completamente sin palabras.
—Quítate la ropa —susurró, alejándose de mi boca.
Me quité un pendiente, todavía sin pensar con claridad, y el sonido de su risa
baja y sexy llenó el auto.
Deslizándose más cerca, agarró el dobladillo de mi sudadera y lo pasó sobre
mi cabeza, tirándolo al suelo. Trazó las líneas de encaje en mi sujetador rojo antes
de desabrocharlo, luego se inclinó hacia adelante y me chupó el pezón derecho en
su boca, acariciando el otro con la otra mano.
Besando su camino hasta mi cuello, me susurró al oído.
—¿También necesito ayudarte a quitarte los pantalones?
—No… —gemí mientras tiraba de la cuerda en mis leggings, cerrando los
ojos mientras me pedía que me los quitara de nuevo.
Como si supiera que todavía estaba demasiado aturdida para funcionar, me
colocó en el asiento, mi espalda apoyada contra el cuero, y lentamente empujó los
pantalones a mis tobillos.
Me quitó las bragas con un movimiento suave, metiéndolas en su bolsillo
trasero como antes.
Manteniendo sus ojos en los míos, se desabotonó la camisa y la tiró al suelo.
Deslizó sus manos contra mis muslos y colocó mi pierna izquierda sobre su

64
hombro.
—Entonces —dijo, presionando un suave beso contra mi muslo interno—.
Dime el primer punto que estaba en tu lista de deseos otra vez.
—Creo que había una batidora de pie y un par de pantuflas nuevas.
—Deja de joder conmigo.
—También había lencería allí.
—Sabes de lo que estoy hablando. —Sopló un beso contra mi clítoris—. Dilo.
—Quiero que alguien…
—No. —Presionó otro beso contra mi muslo—. Dilo como si estuvieras
hablando conmigo.
Dejé escapar un suspiro cuando me dio una mirada de “No me jodas”.
—Quiero que devores mi coño por horas…
—Sin que lo pidas… —Terminó la frase de mi primer deseo—. ¿Y qué más?
—Controlar mi cuerpo con las caricias de tu lengua. —Hice una pausa—. Y
rogarme que me venga en tu boca.
—Buena chica. —Puso mi otra pierna sobre su hombro, y me miró por última
vez—. Por favor, córrete en mi boca… —Enterró su cabeza contra mi coño sin una
palabra más, chupando mi clítoris entre sus labios, haciendo que mi espalda se
arqueara del asiento.
Intenté retroceder, pero apretó su agarre en mis piernas mientras me retorcía
impotente contra su boca.
—Oh, Dios mío… —gemí mientras besaba mi coño como si estuviera besando
mi boca, deslizando su lengua todo lo que podía y saboreando todo de mí.
Gimió cuando intenté sentarme y agarrar su cabello. Luego me abofeteó el
culo con fuerza, haciéndome rendirme.
Agarré el asiento mientras mi cuerpo continuaba retorciéndose contra su
boca, gritando su nombre cada vez que me acercaba más y más al orgasmo.
Sentí que aumentaban los temblores intensos y le rogué que disminuyera la
velocidad, pero seguía besándome con su ritmo perfecto e imprudente.
—Nathan… —Apreté mis piernas alrededor de él—. Nathan…
Me respondió con más de su boca, y perdí el poco control que me quedaba.
Gritando su nombre, cerré los ojos mientras mi cuerpo entero temblaba, mientras
experimentaba el orgasmo más intenso que jamás había sentido en mi vida.

65
Mantuve mis ojos cerrados mientras mi cuerpo seguía temblando, mientras
Nathan soltaba mis piernas de su agarre. Cuando finalmente me recuperé y volví a
abrir los ojos, me estaba sonriendo.
Presionando algunos besos contra mis pechos, deslizó su mano debajo de mi
cuerpo y me ayudó a sentarme.
Cuando lo miré, me di cuenta que se había quitado los pantalones. Como si
supiera que me di cuenta, tiró de la banda de su ropa interior hacia adelante.
—Sácalo —me ordenó.
Lo complací, y metí la mano en su bóxer, liberando lentamente su polla. Mis
mejillas se calentaron y sentí que mis ojos se ensanchaban cuando vi lo enorme que
era.
Besando mi frente, sacó un condón y se tomó su tiempo para enrollarlo sobre
su polla.
Esperé a que se moviera para poder recostarme en el asiento, pero tenía otros
planes. Me puso en su regazo y me levantó ligeramente, colocando mi ranura
húmeda y goteante justo sobre la punta de su polla.
Nunca rompió la mirada conmigo, me bajó sobre él centímetro a centímetro,
sin soltar mis caderas hasta que estuvo completamente dentro de mí, hasta que
estuvo seguro que me había adaptado a su longitud.
—Móntame —dijo, moviendo sus manos para ahuecar mi trasero.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y me moví arriba y abajo de su
polla, gritando por lo bien que se sentía dentro de mí.
—Oh, Dios… —Lo monté con un temerario abandono, sin querer parar nunca.
Me moví más rápido, acercándome más y más a otro orgasmo, pero de repente
agarró mis caderas y me apartó de él.
Dándome la vuelta para no estar frente a él, me dio una palmada en el culo.
—Pon tus manos en la ventana —dijo.
Presioné mis manos contra el vidrio empañado, y en segundos, se deslizó
dentro de mí desde atrás. Sin previo aviso, pasó sus dedos por mi cabello y me jaló
hacia atrás, follándome como si nunca antes hubiera sido follada.
—Ohhh, mierda… —Ya no pude controlar mis gemidos—. Mierda…
—Christina… —Su profunda voz estaba en mi oído mientras golpeaba en
mí—. Te sientes tan jodidamente bien…
Cerré los ojos mientras me follaba más fuerte, mientras continuaba
susurrando mi nombre contra mi cuello.
66
—Oh, Dios mío —grité mientras alternaba entre abofetearme el culo y
llenarme profundamente—. Voy a… voy a…
No pude decir otra palabra. Todo lo que pude hacer fue gritar con absoluto
placer.
Mis piernas se sacudieron de nuevo, y un orgasmo mucho más intenso que el
que había tenido hace unos minutos recorrió mi cuerpo. Nathan apretó su agarre
sobre mí cuando llegó a su propia liberación segundos después.
Cuando ambos bajamos de nuestras alturas, salió de mí y me empujó en el
asiento. Nos sentamos quietos por varios minutos, sudando y completamente sin
palabras.
—Oye. —Apartó mechones de cabello de mi rostro—. ¿Qué estás pensando?
—Me pregunto si esto es algo de una sola vez.
—¿El sexo?
—Las citas.
—Hmmm. —Levantó mi barbilla con los dedos—. Me debes catorce citas
después de esto, pero preferiría no limitar el número, especialmente si puedes
aceptar no plantarme de nuevo.
—No lo haré —le dije—. En cuanto al sexo…
—¿Qué pasa con eso?
—¿Alguna posibilidad de que podamos entrar en este resort y ver si podemos
conseguir una habitación para la segunda ronda?
—No. —Sonrió—. Pero solo porque ya hice la reserva.

67
TARTA DE QUESO “Quédate Esta Noche”

16 onzas de queso crema reblandecido


2/3 taza de azúcar
1 taza de crema agria
5 huevos grandes
1 cucharada de extracto de vainilla
½ taza de crema espesa

NATHAN

—JODER, CHRISTINA —Me pasé los dedos por el cabello mientras tomaba
mi polla en su boca.
Bajando por su garganta, una y otra vez, giró su lengua contra mí de una
manera que me hizo rogarle que no se detuviera.
Mantuvo sus ojos en los míos mientras me daba placer, y gemí cada vez que
su boca me dejaba por más de un segundo.
Cuando tomó el ritmo y me chupó más fuerte, los músculos de mis piernas se
tensaron.
—Espera. —Respire—. Creo que necesitas moverte…
—¿Por qué? —Movió su cabeza hacia atrás, todavía provocando la punta de
mi polla con su lengua—. ¿Estás a punto de venirte?
—Sí. —Esperaba que se alejara y se sentara, pero me volvió a meter en su
boca, meneando la cabeza arriba y abajo hasta que me vine en su boca.
Entonces tragó. Hasta la última gota.
De acuerdo, nunca te voy a dejar salir de esta habitación…
Completamente aturdido por su actuación, me recosté contra las almohadas y
cerré brevemente los ojos.
Hoy fue el quinto día consecutivo que pasamos encerrados en un resort de
lujo. También fue la primera vez que usé voluntariamente mis “días de

68
incapacidad” en toda mi carrera de una década, y la primera vez que ella permitió
que su personal manejara la repostería sin ella durante más de unos pocos días
seguidos.
Aunque nuestras escapadas sexuales se sintieron incesantes desde el
momento en que nos registramos en la habitación, nos las arreglamos para pasar
horas hablando en el balcón, pedir el servicio de habitaciones gourmet para cada
comida y compartir tiempo en el jacuzzi privado de la suite.
No quería admitirlo, pero sentía como si la hubiera conocido por años, no
días. Tampoco quería que nuestro tiempo juntos terminara, ya que cada segundo
parecía perfecto. Nunca hubo un silencio incómodo, nunca un momento de
discusión que no terminara en risas o su boca en la mía.
—¿Tienes planes para esta Navidad? —preguntó, apoyando su cabeza contra
mi pecho.
—Nada, excepto estar de guardia para emergencias. —Abrí los ojos—. ¿Tú?
—Mi hermana y yo tendremos a nuestros padres de visita por unos días.
Vamos a ir a patinar sobre hielo, a pasar una noche caminando por Christmas Tree
Lane y a tener una gran cena festiva en mi casa. —Me miró—. Eres más que
bienvenido a unirte a nosotros cualquier día. Tu hermano también puede venir.
—¿No crees que es demasiado pronto para conocer a tus padres?
—Bueno, no, yo… —Se sonrojó—. No quise decirlo de esa manera, quise
decir si no tuvieras ningún plan… y te presentaría a ellos como mi amigo.
—Mmmm. Lo consideraré. —Froté las manos contra su espalda desnuda—.
Ya que trabajaré durante las fiestas, mi hermano y yo nos vamos de vacaciones a
Nueva York para ver a algunos viejos amigos durante unos días este fin de
semana. —La miré a los ojos—. Eres más que bienvenida a venir.
—¿No crees que es demasiado pronto para que conozca a las personas en tu
vida? —Se burló de mí.
—No. —Sonreí—. Prefiero presentarte como mi novia, pero como ya me has
llamado tu “amigo”, creo que podemos tener nuestro primer problema…
—Me encantaría ir —dijo—. ¿Qué necesito llevar?
—Nada de lo que no podamos hablar más tarde. —Me incorporé lentamente
y me levanté de la cama, agarrando su mano—. Es hora de continuar donde lo
dejamos.
La llevé a la sala de estar que daba a las ventanas panorámicas. Empujándola
contra el cristal, me agaché, le bajé las bragas de lazo rojo y las dejé caer al suelo.

69
—¿Quieres que empiece ahora o más tarde? —le pregunté, besando sus
labios.
—¿Comenzar qué?
—A grabar —le dije, señalando dónde estaba su teléfono apoyado en la
esquina—. Creo que el deseo de alguien era querer que grabaran algo del sexo,
para que pudiera verlo una y otra vez.
Su rostro se puso rojo brillante, y se quedó sin habla.
—Entonces —le dije, golpeando suavemente su culo—. Estoy a punto de
follarte contra estas ventanas. Luego me sentaré en esa silla y te diré que te sientes
en mi cara, para poder darle a tu coño otra ronda de besos nocturnos—. La miré a
los ojos—. ¿Qué parte quieres grabar?
—Todo.

70
CARAMELO “No Puedo Confiar En Ti” De Almendra Y Cereza

2 tazas de chips de chocolate semidulce


1 lata de leche condensada endulzada
½ taza de almendras picadas
½ taza de cerezas rojas confitadas, picadas
1 cucharadita de extracto de almendra

NATHAN

E
L SIGUIENTE FIN DE SEMANA, me paré cerca de las ventanas del
aeropuerto privado de Cedar Falls y esperé a que Christina llegara.
Desde que nos fuimos del hotel, pasamos el último par de noches
hablando por teléfono hasta el amanecer. Aunque inicialmente aceptó venir a este
viaje conmigo, dijo que no sabría con seguridad si podría venir hasta el día de hoy,
ya que había recibido una serie de pedidos de último minuto.
Sin embargo, sentí que algo estaba mal. No había respondido a una de mis
llamadas o mensajes de texto hoy.
—El embarque comienza en veinte minutos. —Mi hermano se paró frente a
mí y pulsó su reloj—. Y todavía tenemos que pasar por seguridad.
—Estamos usando tu jet privado.
—Lo sé. —Se rio—. Era una broma.
—No fue gracioso —le dije—. ¿Debería pasar por su repostería y ver qué está
pasando?
—Oh, sí. Ve y conduce esa hora y media en automóvil y haznos perder este
viaje que hemos estado planeando durante meses.
—Los aviones privados no tienen horarios.
—No, pero tienen que volar cuando hace buen tiempo. —Miró al cielo—. Se
espera que llegue una tormenta en las próximas dos horas, así que mientras más
rápido podamos volar, mejor. —Puso sus manos en mis hombros—. Si te hace
sentir mejor, cuando pasé por su repostería hoy, la fila rodeada la manzana.
También te dijo anoche que tal vez no pudiera venir. Creo que todo está bien.

71
Mi hermano diciendo: “Todo est{ bien”, confirmaba que no lo estaba. La fila
rodeaba la manzana el día anterior y todavía me había enviado un mensaje de
texto. Incluso me pidió que me uniera a ella en su hora de almuerzo.
Mmmm
—Acabas de conocer a esta mujer. —Mi hermano dio un paso atrás—. Sé que
crees que ella es todo tipo de cosas maravillosas, pero tal vez, ¿tal vez solo estabas
moviéndote demasiado rápido? Tal vez está tratando de frenar un poco las cosas,
¿o tal vez el sexo no fue tan bueno como pensabas? —Se encogió de hombros,
riendo—. Nos pasa a los mejores de nosotros.
—¿Por qué sigues hablando?
—Solo digo; está claro que no puede venir con nosotros este fin de semana. —
Hizo un gesto a uno de los tripulantes para que nos llevara las maletas—.
Probablemente podrá venir la próxima vez. O eso, o ella te está ignorando.
—No. —Puse los ojos en blanco—. Estoy seguro de que surgió algo.
Saqué mi teléfono y la llamé. Sin respuesta.
Le envié un mensaje de texto.
Pasaron varios minutos, y no hubo respuesta.
Tampoco hubo respuestas o llamadas perdidas cuando llegué a Nueva York
horas más tarde.
No me contestó por el resto del fin de semana.

72
GALLETAS DE ALMENDRA “Eres Mi Sueño”

1 taza de mantequilla de avellana


2/3 taza de harina para todo uso
1 huevo grande
½ taza de avellana picada

CHRISTINA

—¡D OS DÍAS HASTA NAVIDAD! —gritó mi papá desde la


ventana del auto—. ¡Dos días!
La gente en la acera aplaudió y bailó ante sus palabras.
Uno de ellos incluso sacó una pistola de confeti y la disparó al aire.
—Jesús… —Sacudió la cabeza, subiendo la ventanilla—. La gente en esta
ciudad realmente está jodidamente loca.
Mi madre le dio una palmada juguetonamente en la nuca.
—Lo has hecho seis veces desde que aterrizamos, George. Creo que es
suficiente.
Vi el rostro de mi padre en el espejo retrovisor, sabiendo que lo haría al
menos dos veces más antes que llegáramos a mi casa.
Desde el momento en que los encontramos con Amy en el aeropuerto, puse
mi mejor sonrisa falsa y decidí ocultar mi dolor por el resto de las fiestas.
Sabía que era una tontería creer que lo que tenía con Nathan era “algo” o que
hablar con él durante horas sin perder el ritmo era lo que lo convertía en una
pareja perfecta. Sabía eso, y aún me dejo pensar que esta era mi oportunidad de
convertirme finalmente en una heroína que obtendría un “feliz para siempre”
como las chicas de los libros de romance.
Lo había arruinado oficialmente, y nunca volvería a hablar con él.
Debería haber sabido que estaba lleno de mierda cuando actuó como si leyera
romance…
—Estoy emocionada de ver a mis niñas. —Mi madre alardeó desde el asiento
trasero—. ¡Ustedes dos me hacen sentir muy orgullosa! También me emociona ver

73
a la nueva persona que tienes en tu vida, Chrissie. ¿Podremos conocerlo?
—¿Quién?
—Nathan, el chico del que Amy nos habló. —Sonrió—. Dice que es
prácticamente tu alma gemela.
—No necesariamente dije alma gemela. —Amy me lanzó una rápida mirada
de “Lo siento” antes de conducir el auto por Main Street—. Pero dije que se
suponía que debías actuar como si no supieras nada de él hasta que ella lo
mencionara.
—Oh, silencio. —Mi madre se rió—. Bueno, esperaré hasta que él venga a
cenar y lo evaluaré por mí misma. Mientras tanto, ¿crees que él es el indicado,
cariño?
Bajé la ventanilla mientras nos acercábamos a un grupo de personas que
estaban junto a una señal de alto.
—¡Dos días hasta Navidad! ¡Dos días!
Gritaron como si acabaran de ganar la lotería, y el tema en el auto se cambió
de inmediato a todas las cosas que hicieron que la gente de Cedar Falls se “volviera
loca”.
—¿Puedes dejarme en mi repostería? —le pregunté a Amy—. Necesito
archivar algunas cosas antes de cerrar por las vacaciones.
—Absolutamente.
Mantuve una sonrisa en mi rostro hasta que llegamos a Sifted Perfection,
prometiendo no trabajar hasta tarde después que saliera del auto. Pero en el
momento en que entré en la repostería, casi enloquecí.
Puedes sacar a Nathan de tu vida, como todos los dem{s, Christina… puedes
hacerlo…
Reteniendo las lágrimas, saqué el recetario de mi difunta abuela y fui
directamente a la sección “Cuando los hijos de puta rompen tu corazón”.
Mientras miraba mis opciones, la última persona que quería ver atravesó por
las puertas. Luciendo tan sexy como siempre con su uniforme, caminó hacia mí.
—No estoy recibiendo clientes en este momento, señor. —Le entrecerré los
ojos—. Tendrás que esperar en fila con todos los demás.
—No estoy aquí como uno de tus clientes.
—Entonces no tienes razón para estar aquí. —Odiaba que mi cuerpo
estuviera reaccionando a él—. No quiero saber de ti, verte o tratar contigo.
También eliminé la grabación que hicimos, por lo que no podrás chantajearme
74
para que vuelva contigo esta vez.
Me miró como si hubiera perdido la cabeza.
—La puerta para salir está detrás de usted, oficial Benson. —Crucé los
brazos—. Feliz Navidad.
—La Navidad es dentro de dos días.
—¡No es maravilloso! —Un cliente entró justo cuando dijo esas palabras,
sacudiendo las campanas alrededor de su cuello—. ¡No puedo esperar a que
llegue!
Ambos le miramos en blanco, y uno de mis asociados se movió para tomar su
orden.
—Necesito que me expliques qué demonios ha pasado desde la última vez
que te vi y este momento —dijo—. Y no me iré hasta que lo hagas.
—Entonces, después que te diga, ¿te irás?
—Depende de lo bueno que sea tu razonamiento.
—Bien.
Me siguió a mi cocina privada y cerró la puerta.
—¿Qué pasó con la invitación a Nueva York? ¿Y tú invitación a pasar tiempo
con tu familia cuando llegaron?
—No voy a dejar que te encuentres con ellos nunca.
—¿Por qué?
—Porque solo eres otro imbécil, y odio que ya haya dormido contigo. —Abrí
un cajón y saqué un sobre rojo brillante, y se lo tiré—. Después que nos fuéramos
del resort y creyera toda tu mierda sobre gustarte…
—Me gustas —interrumpió.
—Sí, lo que sea. —Negué—. Decidí que quería intentar devolverte el dinero
por algunas de las cosas bonitas que has hecho por mí, decidí intentar ser una
buena amiga.
—Novia.
Lo ignoré.
—Así que, hace unos días, bajé a The Wish Tree y robé tu adorno justo
cuando estaban cerrando. Pensé que podría obtener algunas cosas para ti, pero ya
has conseguido todo lo que querías. Así que, vete a la mierda, y feliz Navidad.
Levantó una ceja, confundido. Cuando abrió el sobre, sacudí la cabeza ante

75
las palabras que ya había leído varias veces.

1. Deseo uno. Joder a una mujer al azar en Cedar Falls. Seis meses ha sido demasiado
tiempo sin follar…
2. Deseo dos. Si el sexo es bueno, follar a la misma mujer unas cuantas veces más,
pero no más que unas pocas. (Esta mierda no puede durar más de un mes).
3. Deseo tres. Joder a una mujer al azar diferente en Cedar Falls. Enjuagar, lavar.
Repetir.

Miró la lista durante los cinco segundos antes de arrugarla y tirarla a la


basura. Luego tuvo la audacia de sonreír.
—Sabes —dijo—. Este es un ejemplo perfecto del problema número uno que
tengo con ciertas heroínas en los libros románticos.
—No querer ser el tapete para el héroe no es un problema.
—No comunicarse con él lo es. —Sonrió—. ¿No podrías haberme enviado un
mensaje de texto y preguntarme sobre esto? ¿Aceptar una de mis llamadas
telefónicas y decirme que esto te estaba molestando?
—¿En serio me estás culpando por las palabras que escribiste?
—Nunca escribí ninguna de esas palabras —dijo, acercándose—. Y sé que
solo nos conocemos por un corto tiempo, pero ¿honestamente parezco el tipo de
persona que participaría en la maldita tradición de un árbol de deseos?
—Sí.
—No. —Apartó un mechón de cabello de mi rostro—. Recuerdo
específicamente que discutimos cómo no participé cuando viaj{bamos al resort…
—Tal vez estabas mintiendo. —Me encogí de hombros—. Todo tipo de
personas quieren ganar diez mil dólares y una semana en un resort de lujo.
—Acabo de pasar una semana en un resort de lujo contigo —dijo—. Y si
quisiera ganar tanto, encontraría la forma de hacer trampa la noche que entré en la
Plaza y te robé el adorno con tus deseos. ¿No te parece?
Lo miré fijamente.
—Mi hermano estaba conmigo cuando entré esa noche. —Hizo una pausa—.
Llenó uno a mi nombre y lo selló sin mostrármelo. No pensé nada de eso.
—Incluso si quisiera creerte…
—Me crees. —Sonrió—. Sin embargo, me disculpo por dejarlo sin leerlo

76
primero. —Me apretó las manos—. Pero realmente desearía que me hubieras
hablado de esto en lugar de simplemente ignorarme. Podríamos haber tenido
muchas más citas por ahora.
—Est{s diciendo “citas”, cuando realmente te refieres al sexo.
—Sí. —Pasó sus dedos por mi cabello—. Realmente me gustas, y creo que
estamos muy cerca del cien por ciento de compatibilidad.
—¿Muy cerca?
—Seremos una pareja perfecta después que pases unos años aprendiendo a
comunicarte mejor que las heroínas románticas.
—¿Qué te hace pensar que duraremos más de un año?
—No verme dejándote ir —dijo, presionando su frente contra la mía—.
Honestamente no puedo. —Apretó sus labios contra los míos, besándome
lentamente y sin sentido, haciéndome olvidar por qué estaba molesta.
Cuando me soltó, lo miré a los ojos.
—Lamento no haber preguntado primero sobre la lista.
—No te preocupes. ¿Todavía puedo reunirme con tu familia para cenar?
—Tal vez.
—¿Por qué es un tal vez?
—Depende de lo bien que vaya el sexo de reconciliación. —Sonreí y me
empujó contra la pared.
—Puedo lidiar con eso —dijo, besándome de nuevo—. ¿Realmente borraste
esa grabación?
—Absolutamente no.
—¿Te gustaría hacer otra?
—Sí…
—¿Ahora o después de navidad?
—Ahora.

77
EPÍLOGO

Navidad

(No, no esta Navidad. La de julio.)

CHRISTINA

—DAME UNA RAZÓN por la que no me he ido de esta ciudad todavía —


dijo Nathan, recostándose en su asiento—. Una buena razón.
—Te puedo dar tres.
—Mientras una de ellas no sea lo que está sucediendo actualmente frente a
nosotros, te creeré.
Me reí y miré hacia adelante. Estábamos sentados en su patrulla, viendo a un
grupo de residentes prepararse para la fiesta anual “Winter Wonderland”. El
fundador de la ciudad había donado cinco millones de dólares para dar vida a la
celebración de este año, y por cualquier razón, eso significaba hacer explotar a más
de quinientos muñecos de nieve de seis pies.
—Razón número uno —le dije, entregándole una taza de café—. Amas a una
mujer llamada Christina Ryan.
—Ella cree que la amo.
—Se lo dijiste hace veinte minutos y lo dijiste anoche, repetidamente.
—¿Razón número dos?
—En el fondo, te gustan todos los beneficios que recibes por ser un oficial
aquí.
—El único beneficio es el cheque. —Sonrió—. ¿Número tres?
Dudé, tratando de pensar en uno, y una llamada llegó desde su radio.
—Tenemos un 10-5 en el distrito de Maple, 10-4 —dijo la voz.
—10-5 en el distrito de Maple —respondió Nathan—. Estoy en camino, 10-4.
—¿No es 10-5 una persona desaparecida? –pregunté—. Puedo salir del auto,
si esto es serio.

78
—Nunca es serio —dijo, riendo—. Puedo garantizar que ya sé a quién
pertenece esta persona “desaparecida”. —Me hizo un gesto para que me pusiera el
cinturón de seguridad, y luego encendió las sirenas y aceleró hacia el carril
principal.
—Número tres —le dije, encontrando otra buena razón—. La mujer que amas
te acompaña en tus llamadas de “emergencia” de vez en cuando para mantenerte
cuerdo.
Me miró y me sonrió.
—La próxima vez, comience con esa razón primero.
—Entonces, ¿debería mantener la lista de razones en tres y no mencionar que
esperar un hijo esta próxima Nochebuena es otra buena razón para quedarse?
—¿Disculpa? —Presionó su pie contra el freno—. ¿Que acabas de decir?
—Nada. —Sonreí—. Solo bromeo…
No estoy bromeando.

FIN

79
ACERCA DE LA AUTORA

Whitney G. (1988, Tennessee, Estados Unidos) es una optimista de la vida


obsesionada con los viajes, el té y el buen café. Es autora de varias novelas best
seller incluidas en las listas de The New York Times y de USA Today, y cofundadora de
The Indie Tea, página que sirve de inspiración para autoras de indie romántico. Cuando no
se encuentra hablando con sus lectores a través de su página de Facebook, la podremos
encontrar en su web, en su instagram, en twitter… Pero si no la vemos en las redes, es
porque está encerrada trabajando en una nueva y loca historia… Carter y Arizona es la
tercera novela de Whitney que publica Phoebe, después del éxito de Una noche y nada
más (2017) y Turbulencias (2017).

80
81

También podría gustarte