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Introducción
Esta bienaventuranza no tiene ninguna relación con la justicia humana. La justicia
humana es errática y sujeta al capricho de quienes la imparten y por eso es
completamente imperfecta. En algunos casos logra sus fines, pero solo en casos muy
contados. La justicia de este texto no es humana. Es otra clase de justicia.
En 6: 1 para pedir discreción a la hora de vivir la fe del Señor en lugar de hacer alarde
con las practicas espirituales como la oración, la ofrenda y el ayuno. En todos estos
pasajes Jesús utiliza la palabra “justicia” y de ningún modo tiene relación con los
tribunales o juzgados donde se sentenciaba o se perdonaba conductas delictivas.
Para mejor entender esta expresión conviene revisar la expresión tzadik que el hebreo
utiliza para referirse a un justo. Antes de definir a un justo conviene saber que esta
palabra está relacionada con la voz hebrea “Tzedek” -Justicia-, y con “Tzedaká” -
Justicia social-, a veces también entendida como “caridad”.
Una definición sencilla de justo que los judíos hacen de un justo es esta: Es el hombre
que antepone el bien de su semejante a sus intereses personales, siendo su objetivo
conducir al mundo hacia el bien.
Entendidos estos dos conceptos, el hebreo y el griego, podemos afirmar que la justicia a
la que se refiere Dios es la piedad, la rectitud, la generosidad y la virtud.
En otras palabras Dios quiere que sus hijos sientan tanta necesidad como la que se
experimenta cuando se tiene hambre para que se sientan satisfechos hasta que la sacien
como cuando se tiene hambre o sed y hasta que uno come alimentos o toma agua,
entonces se siente pleno o dichoso.
Cristo apela aquí a la piedad como una necesidad vital en la vida de sus seguidores. Una
necesidad que de no tenerla el discípulo muere, como muere una persona que no come
nada o que no bebe alimentos.
Por eso el texto remata que esta clase de personas serán saciadas, es decir encontrarán
siempre en Dios el bien que ansía su alma.