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UNIDAD IZTAPALAPA
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Índice
Introducción 11
François Houtart
Centro Tricontinental, Lovaina La Nueva-Bélgica
1
Véase especialmente F. Ferré, Le language religieux a-t-il un sena!, París, du Cerf,
1970.
15
16 Concepto y problema de Dios
2
Ovide Bastien, Clrili-Le coiφ divin, Montreal, Ed. du Jour, 1974.
3
Ward Keith, The concept of God, Oxford, 1974.
4
Karen Armstrong, A History of God from Abraham till the present, Londres, W.
Heineman, 1995.
5
Peter Berger, The other side of God, a Polarity in World Religions, Nueva York,
Doubleday, 1961.
El concepto sobre Dios 17
cia, sino en función del sentido que tiene la cuestión para los indi-
viduos y para las sociedades. Es esto lo que probablemente expli-
ca el vigor de C. Marx en su crítica de la religión, que él sitúa en la
base de toda crítica.6
LA PROBLEMÁTICA SOCIOLÓGICA
7
Max Weber, Économie et Société, Plon, 1971 (capítulo V de la segunda parte).
El concepto sobre Dios 19
9
Max Weber, L'étlüque protestante et l'esprit du capitalisme, París, Plon, 1964.
10
Emile Durkheim, Les formes élémentaires de la vie religieiise, París, PUF, 1966.
111
PeterBergeryThomasLuckmann,The Sacred Canopy, Nueva York, Doubleday, 1967.
El concepto sobre Dios 23
12
Geneviëve Lemercinier sobre el Kerala, Josaphat Lebulu sobre los Pares en
Tanzania, Gastón Mweme Batende sobre el Kitawala en el Congo, etcétera.
El concepto sobre Dios 27
13
Dean Sheils, "An evolutíonary Explanatíon of Supportive Monotheism: A com-
parative study", en International Journal of Sociology, XV, 1-2, (1974), pp. 47 a 56; Ralph
Underhill, "Economic and Political Antecedent of Monotheism: A α•oss-cultural Study",
en American Journal of Sociology, vol. 80, núm. 4 (enero, 1975), pp. 841-869.
28 Concepto y problema de Dios
14
Véase en F. Houtart, Religion and Ideology in Sri Lanka, Colombo, Housa, 1974;
los capítulos sobre los reinos kandianos y sobre la colonización portuguesa.
15
Citado por Antón Bühler, "Production de sens et legitimación sociale-Karl Marx
et Max Weber", en Social Compass, XXIII, núm. 4 (1976).
El concepto sobre Dios 29
Éste es el segundo:
Nosotros nos sentimos en seguridad y en confianza delante del go-
bierno que actualmente nos dirige, porque tenemos delante de los ojos
su gloriosa tradición de patriotismo que hace uno solo con nuestra
historia. Sabemos también que él juró actuar en el nombre de Dios, de
la patria y de la justicia.18
17
Texto escrito por el Padre Alsina en septiembre de 1976, algunas horas antes de
su muerte, él fue hecho prisionero por su participación en las luchas populares (citado
por Ovide Bastien, op. cit., p. 154).
18
Mensaje televisado de Mons. Emilio Tagle, arzobispo de Valparaíso, con ocasión
de la apertura del mes de María (citado por Ovide Bastien, op. cit, p. 101).
32 Concepto y problema de Dios
Bruno Gelati
Departamento de Filosofía, Universidad Intercontinental
PREMISA
1
En L. Guissani, Mis Lecturas, Encuentro, Madrid, 1999, p. 154.
37
38 Concepto y problema de Dios
2
R. Caillois, J.C. Lambert, Trésor de la poésie unixxrselle, París, Gallimard/Unesco,
1958, p. 160.
40 Concepto y problema de Dios
Pues solamente Dios sabe bien cómo se pueden mezclar diversas co-
sas en un mismo todo, para en seguida disociar de nuevo sus elemen-
tos, y solamente él es asimismo capaz de hacerlo. Pero ningún hombre
es actualmente capaz de hacer ninguna de las dos cosas, ni lo será
jamás en el futuro, sin duda alguna.4
Da gracias a los dioses por haberte colocado por encima de todas esas
cosas que ellos ni siquiera han puesto bajo tu dependencia, y por el
hecho de que [te] hayan hecho responsable únicamente de las que de-
penden de ti (¡sic!). Si fuésemos inteligentes, ¿qué otra cosa deberíamos
hacer en público y en privado sino cantar a la divinidad, celebrarla,
enumerar todos sus beneficios?... ¿Y bien? Dado que la mayoría de vo-
sotros queréis estar ciegos, ¿no hace falta acaso alguno que en vuestro
lugar transmita en nombre de todos el himno de alabanza a Dios? Si
fuese un ruiseñor, cumpliría la obra del ruiseñor; si fuese un cisne, la del
cisne. Pero soy un ser razonable, debo cantar a Dios: he aquí mi obra.8
9
Mircea Eliade, Imágenes y Símbolos, Madrid, Taurus, 1955, p. 20.
44 Concepto y problema de Dios
LA EXIGENCIA DE LA REVELACIÓN
11
Esta labor hace referencia al pensamiento de L. Giussani expuesto en su obra:
Los orígenes de la pretensión cristiana, Madrid, Encuentro, 1989.
La teología inversa
de Walter Benjamín
Gustavo Leyva
Profesor Investigador, UAM-I
1971 (cfr., W. Hennis, "Ende der Politik? Zur Krisis der Politík in der Neuzeit" enPolitik
und Praktische Phibsophie. Schriflen zur politischen Theorie, Stuttgart, 1977, pp. 175-197.
5
Cfr. Irving Wohlfart, "Männer aus der Fronde": Walter Benjamín and the "German-
Jeurisch Parnassus" (Tr. Esp. Hombres del Extranjero. Walter Benjamín y el Parnaso
judeoalεmán, México, Taurus, 1999).
52 Concepto y problema de Dios
6
"Toda época sueña no sólo con la que le sigue, sino que, soñando, se aproxima a
un despertar. Lleva en sí su propio fin y lo va descubriendo, como Hegel lo reconoció,
con astucia. Con el desmoronamiento de la economía mercantil comenzamos a reco-
nocer como ruinas, antes de que sean demolidas, a los monumentos de la burguesía"
(ibid., p. 138). Preponderancia de imágenes en las que lo nuevo se confunde con lo
antiguo, surgimiento de la tendencia a eliminar lo anticuado, orientando la fantasía y
las imágenes hacia lo más antiguo (ibid., pp. 126-127). La prehistoria se encuentra
depositada en ia conciencia colectiva (París, ¿Capital del siglo XIX?).
La teología inversa de Walter Benjamín 53
7
Como se sabe, Theodor W. Adorno ha expresado la opinión de que estas tesis son
parte del complejo del Passagen-Werk.
8 Theodor W. Adorno, Über Walter Benjamin, Frankfurt a.M., 1970, p. 26.
9
Cfr. Briefe, Bd. II, p. 654. En forma análoga se expresará Benjamin en una carta del
31 de mayo de 1935 a Th. W. Adorno (ibid., p. 664).
10
Piénsese en la Tesis XTV, colocada bajo el epígrafe de Karl Kraus: "El origen
(Ursprung) es la Meta (Ziel)". Véanse también las Tesis XI y XIII. Cfr. Gérard Raulet, Le
caractere destructeur. Esthétique, théologie et politique chez Walter Benjamín, París, Aubier,
1977.
11
Cfr. Habermas, ]., "Walter Benjamin, Bewuβtmachende oder rettende Kritik" (1972)
en Habermas,)., Philosophisch-politische Profile, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1981.
54 Concepto y problema de Dios
12
De este modo anota en la Tesis 18, "cada segundo es una pequeña puerta por la
que podría aparecer el Mesías".
La teología inversa de Walter Benjamín 55
15
Cfr., Habermas, ]., "Walter Benjamín, Bewuβtmachende oder rettende Kritik"
(1972), en Habermas, J. Pliilosopliisch-politische Profile, loe. cit.
16
Adorno, T. W., "Charakteristik Walter Benkamins", en T.W. Adorno, Gesammelte
Schriften, 10.1, Kulturkritik una Gesellschaft l, Prismen-Ohne Leitbild, Frankfurt am Main,
Suhrkamp, 1977, p. 252.
17
Henrich, D., Hegel im Kontext, Frankfurt am Main, Suhrkamp,1975.
La teología inversa de Walter Benjamín 57
de los dioses griegos por ser un Dios ausente cuyo retorno está
próximo, un "dios extranjero" cuya ausencia precipita a Occiden-
te en una "noche ayuna de dioses" dejándole tan sólo los dones
del entusiasmo y el delirio, del pan y del vino, y cuyo retorno,
como Novalis, Schelling, Creuzer y, sobre todo, Hólderlin sugi-
rieran,25 permite establecer ciertos paralelismos con Cristo. Esta
identificación del delirante dios del vino con el dios redentor
muestra en forma clara cómo el "mesianismo romántico" de es-
tos poetas y filósofos buscaba no tanto la renuncia a Occidente
como su rejuvenecimiento:26 en sus excesos culturales, Dionisio su-
ministra un fondo de solidaridad social que el Occidente cristia-
no ha visto desvanecerse junto con las formas arcaicas de religio-
sidad.
Walter Benjamín, por su parte, como se ha visto anteriormente,
inscribe sus motivos y reflexiones teológicas en el horizonte de
una crítica radical a la orientación hacia el futuro que caracteriza
en general a la Modernidad, para convertirla en una orientación
aún más radical hacia el pasado. La apropiación de las experien-
cias del pasado con una orientación hacia el futuro permite consi-
derar a la actualidad como el lugar de continuación de la tradi-
ción y a la vez de su innovación, según decíamos anteriormente.
La tradición, el pasado, se muestran de este modo como un hori-
zonte de expectativas no satisfechas y la actualidad se plantea así
como primera tarea la de revivir en el recuerdo un pasado que en
cada caso se corresponda con ella. Es así que, recordábamos ci-
tando a Habermas, es posible hablar de esa "reparación anam-
nética" de una injusticia que ciertamente no se puede deshacer
pero que por lo menos puede reconciliarse mediante el recuerdo
enlazando al presente en un entramado de solidaridad histórica
universal con el pasado.
época era la de un centro unificador similar a aquel que para los antiguos constituyera
la mitología (cfr., M. Frank, Der kommende Gott. Vorleswtgen über die neue Mythologie,
Frankfurt, 1982).
25
Hölderlin, la elegía Brot una Wein y el comienzo del himnoPatmos. Cfr. P. Szondi,
Hölderlin-Studien, Frankfurt, 1970.
26
De este modo, Hölderlin relacionaría con el mito de Dionisos aquella interpreta-
ción de la historia que convierte a ésta en portadora de una esperanza mesiánica, idea
que se mantendría viva hasta Heidegger. El Occidente moderno se movería así en la
noche de la lejanía de los dioses o del olvido del Ser; solamente el Dios perdido podría
renovar las fuerzas perdidas del origen.
La teología inversa de Walter Benjamín 59
30
Cfr. Johann Baptist Metz, Die Rede von Gott angesichts der Leidensgeschichte der
Welt, Siimmen der Zeit, 5,1992, p. 24.
31
De acuerdo con Metz, es probable que sin este entrelazamiento entre ratio y
memoria no se habría podido formar aquel entramado de conceptos específicamente
modernos como los de libertad subjetiva, la exigencia del respeto frente al otro, el
concepto de autonomía, el de solidaridad o incluso el de emancipación, sea en el sen-
tido de liberación de relaciones indignas o como bosquejo utópico de una forma de
vida lograda.
32
Pienso en este punto especialmente en Norbert Bolz y en Willem van Reijen, de
quienes tomo la expresión de "teología inversa (inverse theologie)" (cfr. Bolz, N./van
Reijen, W. Water Benjamín, Frankfurt/Nueva York, 1991).
La teología inversa de Walter Benjamín 61
33
La reproductíbilidad técnica del arte ejerce también un influjo —de acuerdo con
Benjamín— sobre la relación entre el arte y la política. De esta manera, el fascismo se
caracteriza por una masiva "estetización de la vida política". Ésta culmina en la movi-
lización de todos los medios técnicos en la guerra que como acontecimiento estético
es la "consumación de l'árt pour l'art". Según Benjamín, el "comunismo" tiene que
responder a esta "estetización de la política" con una "politización del arte".
62 Concepto y problema de Dios
35
H.R. JauB ha señalado en este sentido que es gracias a W. Benjamín que no
consideramos a Las flores del mal en la perspectiva del art pour Vari, como una suerte de
repliegue de la poesía en sí misma. Gracias a W. Benjamín reconocemos en la poesía
de Baudelaire al producto de una experiencia histórica. No obstante, la interpretación
de Benjamín es, de acuerdo con Jauss, unilateral: interpreta Les/íores del mal exclusiva-
mente como un testimonio de la existencia desnaturalizada de las masas urbanas; sin
embargo, deja de lado la otra faz de la alienación, a saber, la energía productiva libe-
rada por esa suerte de repudio de la naturaleza de la que la poesía de Baudelaire
ofrece un testimonio no menos significativo. El spleen, una experiencia en la que las
cosas han perdido su aura, tiene su contraparte en una experiencia capaz de restaurar
a las cosas un aura nueva, aunque ya no natural (cfr. Jauβ, H.R., Literaturgeschichte ais
Provokation, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1970).
Modernidad, secularización
y silencio de Dios
Francisco Piñón G.
Profesor Investigador, UAM-I
65
66 Concepto y problema de Dios
2
Maurice Merleau-Ponty, Éloge de la Philosophie, París, 1953, p. 48.
3
Platón, Timeo, 30 d; Fedro, 229c-230b. Cfr. J. Pepin, De la Philosophie Ancienne á la
théologie patristique, Londres, 1986,131, F.M. Conford, De la religión a la filosofía, Barce-
lona, 1984, p. 279.
4
K. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos.
5
Platón, República, II, 379a.
Modernidad, secularización y silencio de Dios 67
8
Lewis Mumford, The City in History, Nueva York, Harcourt Brace, 1961, caps. 1 y 3.
Modernidad, secularización y silencio de Dios 69
9
Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, Nueva York, Scribner,
1948.
10
C. Manzantini, "Heidegger", en Diccionario de Filosofía, Madrid, 1986.
11
Heidegger, "Platons Lehere von der Wahrheit", en Wegmarken (GA), vol. IX, p.
202. Trad.
12
Aristóteles, Metafísica, Ea4,1027b, p. 25 y ss.
13 w. Weisehedel, Der Gott der Philosophen 1, Darmstadt, 1971,191, II, p. 60.
70 Concepto y problema de Dios
14
Cox, Harvey, La ciudad secular (Secularización y urbanización en una perspectiva
teológica), Península, Barcelona, 1968, p. 47. G. Vahania, "El ocaso de la época religio-
sa", en Concilium, núm. 16, 1966, Madrid.
15
Gen., 23,10-22. Ed., 4,1-17
Modernidad, secularización y silencio de Dios 71
22
Ockham, G., Comentario a las Sentencias, 3, 6g. 1 Sent. l l . s Quod-Libeta Septem 1,
11. Véase G. Fraile, Historia de la Filosofía.
Modernidad, secularización y silencio de Dios 77
23
Galileo, Dialogo dei massimi sistemi (Giornata Seconda), Opera I, 224.
24
Kepler, Harmonices mundi, Lib. I, Proem., Opera V, 81.
Modernidad, secularización y silencio de Dios 79
vismo.
Por otro lado, Leibniz asumía, todavía, la síntesis tomista, al
conferir un carácter metafísico a la explicación última para los
seres en conjunto. Es cierto. Pero, como Bacon, ya no pregunta
por las causas, sino por las razones.'25 La creación no es sino la crea-
ción autónoma del mundo. Contra Newton, Dios ya no es el Relo-
jero cuidador del mundo, sino, en todo caso, el Dios ocioso, del
que hablaba Voltaire, que ha dejado al mundo a sus propias leyes.
Es el deísmo moderno. Todavía se tiene la certidumbre de que
Dios está ahí, pero el hombre ya no cree necesitarlo como hipóte-
sis para la comprensión del mundo, tal como lo reconocería pos-
teriormente Laplace. Copérnico (1473-1543), Galileo (1564-1642),
Kepler (1751-1630) y Newton (1643-1727), colaborarán, también,
a cambiar los paradigmas de la cosmovisión griega y medieval,
que de organicista pasa a ser funcionalista-mecanicista, aunque
dentro, todavía, del teísmo cosmológico. Newton ya no finge hipó-
tesis y separa definitivamente, vs. Leibniz, la metafísica de la cien-
cia. Kepler desacraliza la Creación. Es, simplemente, la geometría
de Dios. Dios (plotinianamente) es la mente del mundo y la nue-
va ciencia matemática no es sino el medio hermenéutico de com-
prensión.26 Descartes, en correspondencia con la nueva ciencia, des-
cribirá al mundo por medio de figuras (geometría) y movimientos
(mecánica) y con el cogito, como piedra fundamental de la filoso-
fía, proporcionará a Hobbes y, posteriormente a Hume, las coor-
denadas para la fundación de una filosofía que, al pretender ser
solamente ciencia, debe tener como único objeto de conocimiento
lo verificable y lo sensible-empírico. La esencia es desplazada por el
concepto de extensión, de la misma manera que la lógica es fruto
de una razón que construye su mundo con relaciones matemáti-
cas y geométricas. Es, pues, el nacimiento de un racionalismo-
empirismo en donde ya no tendrán cabida los antiguos proble-
mas de la Ontología, del Finalismo y, en general, de la Metafísica
tradicional.27 Dios, por consiguiente, empezaba a eclipsarse. Esa
Filosofía-Ciencia inuguraba, en esa línea, el Silencio de Dios. O
25
G.W. Leibniz, Opera Omnia II, Lógica el Metcφhysica, Hirschberg, G. Olms y A.R.
Gaunter, 1989,35.
26
Cfr. B. Easlea, La liberación social y los objetivos de la ciencia, Madrid, 1977, p. 76.
27
J. Ladriére, "La perspectiva mécaniciste", en Revue Philosophique de Louvain, 86,
1988, p. 538.
80 Concepto y problema de Dios
28
Galileo, "Carta de Enero", 1641, Opere, VII, 355. // Sagiatore, Opere IV, 171.
29
W. Kern y W. Kaspeer, Ateísmo y ocultamiento de Dios, Madrid, 1982, p. 17.
Modernidad, secularización y silencio de Dios 81
Mauricio Beuchot
Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM
1
México, Colofón, 1992.
83
84 Concepto y problema de Dios
7
Cfr. M. Johnson, "Apophatic Theology's Cataphatic Dependencies", en The
Thomist, 62 (1998), pp. 519-531.
92 Concepto y problema de Dios
Armando Cíntora
Departamento de Filosofía, UAM-I
PREÁMBULOS
1
Por Laudan en su Science and Valúes.
93
94 Concepto y problema de Dios
II. ¿Por qué a pesar de ser una meta humanamente imposible, obscu-
ra e indecidible, el amor a Dios puede ser una aspiración racional?
P': Si quieres ser racional busca las estrategias que tengas buenas
razones para creer como las más eficaces para la consecución de, o aproxi-
mación a, lo que consideras tus metas valiosas.
2
Es decir, Larry Laudan.
3
Surgen dudas aun en este caso cuando se recuerda que los calvinistas aspiran a la
salvación a pesar de que la salvación es para algunos de entre ellos tanto una meta
imposible como una meta impromovible, pues se podría ser uno de los predestinados
a la condenación y esto independientemente del mérito moral, la fe y las obras perso-
nales. Una situación similar surge cuando se quiere ser racional en cuanto a nuestros
métodos epistémicos y, por ejemplo, se busca justificar la inducción y la deducción,
querencia de racionalidad que puede ser inlograble, e impromovible, digamos sin
circularidad, y sin embargo se anhela lograrla. Y a pesar de esta ausencia de justifica-
ción no-circular se hacen inducciones y deducciones, conscientes de la precariedad de
nuestra situación epistémica, y sólo con la esperanza de que a pesar de todo no haya
mayores contratiempos y que sigamos infiriendo exitosamente.
98 Concepto y problema de Dios
5
Cfr. Rawls, sección 67, A Theory of justice.
6
Cfr. Rawls, sección 67, A Theory of justice.
100 Concepto y problema de Dios
Se puede buscar una meta aun sin tener una idea clara o preci-
sa de la meta en cuestión. Por ejemplo, cuando se desea a alguien
frecuentemente no se sabe qué es lo que realmente se desea. Es
fácil confundir un deseo de amor, belleza, transcendencia, auto-
¿Es racional aspirar a amar a Dios? 101
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
9
Cfr. Cíntora, "Un pluralismo acotado".
Presencia y ausencia de Dios
mitir que tres personas son una, que el mundo fue creado de la
nada, que la lógica y la aritmética están sometidas a la voluntad
de un ser o que el Verbo puede ser una persona, por no mencio-
nar más que unas cuantas de las irracionales creencias que había
que adoptar. La gente simplemente no comprendía esa clase de
absurdos. Pero la respuesta ya estaba lista: Credo quia absurdum.
Eso, sin embargo, no era un argumento, sino una orden. Quería
decir: "no hay nada más de qué hablar. Tienes que aceptar estas
nuevas 'verdades' que te estamos enseñando y eso es todo". Y
entonces, en abierta oposición al paganismo (la adoración del sol,
de la sangre, de los fenómenos naturales en general), hombres
inteligentes, perseverantes, enérgicos y dedicados, como los Pa-
dres de la Iglesia, prosiguieron con el nuevo "programa" y lo hi-
cieron triunfar. Desde esta perspectiva, San Agustín es, sin duda
alguna, simplemente incomparable, inigualable. Todo el proceso,
desde las primeras conversiones hasta la toma del poder por par-
te de la Iglesia, fue bastante complejo y agitado y duró alrededor
de cuatro siglos. ¿Qué se ganó? Cosas muy importantes, porque
no hay que olvidar que estamos hablando de un periodo de deca-
dencia, de corrupción, de desintegración social. Empero, gracias
al novedoso concepto de Dios, la vida (tanto social como indivi-
dual) de alguna manera pudo de nuevo organizarse y de hecho
eso se logró para los siguientes diez siglos. Como ya dije, el cono-
cimiento, la política, las artes, las divisiones de clase, el sentido
de pertenencia a una comunidad particular, la vida del indivi-
duo, sus ideales y sentimientos, todo giraba alrededor de aquel
precioso concepto de Dios. Es quizá innecesario decir que en esa
época Dios (por incongruente que fuera) ciertamente estaba vivo.
No obstante, era imposible que este orden universal se mantu-
viera indefinidamente. Así, en el nombre de Dios, la Iglesia decla-
ró la guerra a la sociedad a fin de que se mantuviera el orden que
había demostrado ser tan efectivo durante tantos siglos. Esta gue-
rra fue precipitada por la rebelión conceptual y teórica dirigida
por los primeros hombres de ciencia y librepensadores. Indivi-
duos aislados, en la oscuridad de sus cuartos, llevaron a cabo pe-
queñas revoluciones intelectuales. Éstas consistieron primero en
descubrimientos factuales modestos y, sobre todo, privados. Muy
pronto, sin embargo, los descubridores sintieron la necesidad de
hacerlos públicos y actuaron en concordancia. El punto es sim-
Presencia y ausencia de Dios 113
Enrique Dussel
Profesor Investigador, UAM-I
el altar junto a los viejos ídolos de Europa y que un buen día los
echaría a todos a rodar de un empellón" (Ibid., cap. XXIV, 6).
Es demasiado sabido que los profetas de Israel lucharon contra
la idolatría. Lo que quizá no ha sido pensado es que dicha lucha
significa un cierto ateísmo: es negación de "los dioses"; es ateísmo
de ciertos dioses. Es interesante, por otra parte, recordar que los
mismos cristianos fueron acusados por los romanos de no adorar
a los dioses y, por ello, iban a los circos acusados de ateísmo. El
peor acto de infamia contra el pueblo romano era la negación de
adorar la divinidad del emperador. El emperador era dios, es de-
cir, el Imperio era sagrado y por sobre todos los dioses debía ren-
dirse culto al que significaba el poder unitivo del Imperio: el poder
imperial. Cuando los cristianos, ateos de los dioses romanos, no
adoraban al emperador, eran culpables de subversión contra el
orden cosmopolita y reos de sacrilega traición a las tradiciones
patrias. El mismo Taciano, que acepta las costumbres del Impe-
rio, no puede llegar a adorar a sus dioses: "El sol y la luna fue-
ron hechos por causa nuestra; luego, ¿cómo voy a adorar a los que
están a mi servicio? ¿Cómo voy a declarar por dioses a la leña y las
piedras?"1 Nadie, entonces, debe ni puede escandalizarse por-
que alguien afirme el ateísmo; la pregunta debe, en cambio, cen-
trarse de la manera siguiente: ¿Qué "Dios" se niega? ¿Por qué?
Es bien posible que alguien pretenda negar todos los "dioses",
pero puede que de hecho sólo niegue un tip< de divinidad, y,
por ello mismo, su negación podría ser la propedéutica afirmación
de otro Absoluto que no niega, y que podría negarlo porque sim-
plemente no concibe claramente. Tal es, opinamos, la situación de
Marx. En los Manuscritos del año 44 se lee: "El ateísmo, en cuanto
negación de la carencia de esencialidad, no tiene ya sentido, pues
el ateísmo es una negación de Dios y afirma, mediante esta ne-
gación, la existencia del ser humano".2 En esto Marx no hace sino
seguir la consigna de Feuerbach: "La tarea del tiempo nuevo es
la conversión y la resolución de la teología en la antropología".3
1
Discurso contra los griegos, parágrafo 4, Madrid, ed. Ruiz Bueno, BAC, 1954, p. 577.
2
"Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM" (Mss. del 44), III; en Kart
Mnrxfruelie Schriflen, Darmstadt, ed. Lieber-Furth, Wissenschaftliche Buchgesellschaft,
1971,1.1, p. 607.
3
Grundsätze der Pliilosoplüe der Zukunft, parágrafo 1, Frankfurt, R. Berlinger,
Klostermann, 1967, p. 35.
El momento negativo: el ateísmo de los profetas y de Marx 131
4
Véase mi obra El humanismo semita, Buenos Aires, EUDEBA, 1969, pp. 22 y sigs.
Sobre la categoría de "Totalidad" nada mejor que la obra de Emmanuel Levinas,Tofα/i'té
et Infinit, La Haya, Nijhoff, 1961. También puede verse mi obra Para una ética de la
liberación latinoamericana, Buenos Aires, Siglo XXI, t. 1-2,1973.
132 Concepto y problema de Dios
los profetas. Pablo indica cómo los gentiles "estaban sin espe-
ranza y eran ateos (átheoi) en este mundo" (Efesios 2:12).
El ateísmo del Dios alterativo en la justicia puede esque-
matizarse de la siguiente manera:
los destinará a sus carros de guerra o bien los hará correr delan-
te de su propio carro... Ese día se lamentarán del rey que han
elegido..." (I Samuel 8: 11-18). La posterior dialéctica entre pro-
feta-rey (Alteridad-Totalidad) muestra cómo el profeta ocupa
un ámbito escatológico de exterioridad que permite siempre
poder criticar al "sistema" (la carné). La contradicción entre
Samuel-Saúl se continuará después entre Natán-David, Ajías-
Jeroboam, Elías-Ajab, Miqueas-Josefat, Eliseo-Jehu, Isaías-
Ezequías, etc. La dialéctica Dominador-Dominado (el Señor-Es-
clavo en el sentido hegeliano, que nada tiene que ver con el
sentido profético de esa dialéctica) se juega dentro de la Totali-
dad (la carne) como falta ética. Y es justamente como Alteridad
que el profeta se enfrenta a la Totalidad idolatrizada para mos-
trar la injusticia de la dominación y la injusticia como el ateísmo
del Dios alterativo o la afirmación fetichista del sistema.
Se acusa a la Totalidad, al sistema, al rey (sea de Israel, de Judá,
de Egipto como Faraón respecto a Moisés, Babilonia o de todos los
pueblos u "órdenes" constituidos injustos) de la única falta ética
bipolar: la idolatría e injusticia, es decir, negación de la Alteridad y
afirmación de la Totalidad como única, absoluta, también político-
económicamente hablando: "Cuando Ajab (el rey) vio a Elias (el
profeta), le dijo: 'He aquí la plaga de Israel'. Contestó Elias: vNo soy
yo la plaga de Israel, sino tú y tu familia, que han abandonado los
mandamientos de Yahvé para servir a Baal'" (/ Reyes, 18: 17-18).
Como puede verse, la Totalidad no acepta la crítica alterativa
del profeta. El reverso, siempre presente en todos los profetas, no
se deja esperar: "Pobre de aquellos que dictan leyes injustas y
saben escribir para decretar la opresión. Para despojar a los po-
bres de sus derechos e impedir que se les haga justicia, para robar
a las viudas y despojar a los huérfanos" (Isaías 10:1-2).
Una vez que el "sistema" se ha divinizado es posible, en nombre
del derecho divino, oprimir al débil, a la mujer, al niño, al anciano.
Por ello la "lógica de Alteridad", el método de las "escuelas
proféticas", queda bien expresada en el siguiente discurso o cur-
so racional: "No tendrás otros dioses delante de mí... No mata-
rás... No robarás..." (Deuteronomio 5: 7-19). Poco o nada, en ver-
dad, se ha pensado sobre esta dialéctica negativa ético-metafísica.
El que se fetichiza instituyendo dioses intrasistemáticos (abso-
lutizando estructuras) niega al Dios alterativo; al negar la Alte-
El momento negativo: el ateísmo de los profetas y de Marx 135
6
Para una bibliografía clásica sobre la cuestión véase Johannes Kadenbanch, Das
Religionsverständnis von Kart Marx, Muenchen, Schoeningh, 1970, pp. XVIÜ-LXXIV.
138 Concepto y problema de Dios
7
DIE deutsche Ideologie, I, Feuerbach; Lieber-Furth, 1971, t. II, p. 12. Se trataba de la
"putrefacción del Espíritu absoluto" de Hegel (bid).
8
Grundsätze der Philosophie der Zukunft,, parágrafo 14; op. cit., pp. Sl-52.
9
lbid., pars. 32-62; pp. 87 y sigs.
El momentonegativo:
¡ el ateísmo de los profetas y de Marx 139
SITUACIÓN 1 (concluye)
Divinización 2. Momento positivo:
de la Cristiandad afirmación de la Totalidad
Imperial europea, europea como cristiandad,
y del capitalismo cristiana por esencia,
naciente con reyes "católicos",
"cristianos"...: (idolatría).
10
Archivo General de Indias, Charcas 313.
11
La noción de cristiandad (cultura bizantino-latina organizada desde el siglo rv) la
hemos expuesto en numerosas muestras.
140 Concepto y problema de Dios
las tiranías y opresiones, fuerza y agravios que padecen mis ovejas, los
indios naturales de todo aquel obispado de los españoles, en especial
de los excesivos tributos y vejaciones y en los servicios personales y en
cargarlos como a bestias noches y días, y en tener muchos hombres
y mujeres libres por esclavos...29
26 Ibid., p. 659.
27
Ibid., 6, p. 694.
28
El texto antes citado termina así: "Tras ellos, pisando sus huellas, viene la guerra
comercial de las naciones europeas, cuyo escenario fue el planeta entero. Rompe el
fuego el alzamiento de los Países Bajos, sacudiendo el yugo de la dominación españo-
la, cobra gigantescas proporciones en Inglaterra con la guerra antijacobina, sigue
ventilándose en China, en las guerras del opio, etc." (ibid). Y aún dice más adelante:
"El parlamento británico declaró que la caza de hombres y el escalper eran recursos
que Dios y la naturaleza habían puesto en sus manos" (ibid., p. 697).
29
"El obispo de Chispa D. Fray Bartolomé, representa a la Audiencia de los Confi-
nes...", en Brevísima relación, Buenos Aires, Eudeba, 1966, p. 166.
144 Concepto y problema de Dios
30
Atheismus im Christentum, Hamburgo, Rowohlt, 1970, p. 16.
Kant y el argumento ontológico
INTRODUCCIÓN
1
En un principio Kant no estaba convencido de la imposibilidad de demostrar la
existencia de Dios. Así, por ejemplo, hacia 1755, cuando escribe su Historia General
de la Naturaleza y Teoría del Cielo y todavía más tarde, hacia 1762, fecha de la que data
su obra Falsa Sutileza de las Cuatro Figuras del Silogismo, afirmó sin reservas la reali-
dad objetiva de Dios. El proceso de desobjetivación de Dios, iniciado en la década
de los setentas, alcanzó su punto culminante en 1781 con la edición de la Crítica de la
Razón Pura.
150 Concepto y problema de Dios
2
Cfr. KrV, B 651.
3
Cfr. Metafísica, Lib. XII, cap. 7,1072 a, 26-b 4.
4
Cfr. Carta a los Romanos, 1, 20, donde dice que lo invisible de Dios, desde la crea-
ción del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras.
5
Cfr. Summa theologiae, I, cuestón 2, art. 3 (también llamada "Quinta vía") y en la
Summa contra gentiles, libro I, cap. 113, 5, quinta demostración.
6
Cfr. Leyes, Libro x, cap. 2-9.
7
C//'. Metafísica, Lib. XII, caps. 6 y 7; véase también Física, libro VIH.
Kant y el argumento ortológico 151
8
Cfr. Meditación v, donde Descartes define a Dios como el ser perfectísimo, es de-
cir, el ser al que convienen todas las perfecciones o cualidades positivas o deseables en
grado supremo. Descartes considera la existencia como un elemento necesario de la
perfección y concluye de ahí, lógicamente, que a Dios le compete la existencia necesa-
riamente.
9
Cfr. Ética, parte I, teoremas 7 a 11.
10
Cfr. Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, Libro IV, cap. 10. y Monadologta,
secciones 44 y 45.
152 Concepto y problema de Dios
14
Cfr. Kr v, B XVI; B XXV; B XXXIV; B XLII; A VII-VIII; A X-XI.
15
Cfr. Dettteronomio, 6,4.
16
Cfr. Éxodo, 3, 6. Oseas, 12,10.
17
Cfr. Salmo 104.
18
Cfr. Éxodo, 3, 6-17 y 20, 2.
19
C/r. Génesis, 17,1-14.
20
Cfr. Isaías, 25, 6-8; 52, 7-10.
Kant y el argumento ontológico 155
EL ARGUMENTO ONTOLÓGICO
23
Cfr. Ak., i, 1,1 y II, 72.
24
Cfr. KrV, B 626.
Kant y el argumento ontológico 157
Luis Ramos
Facultad de Filosofía y Letras-UNAM
159
160 Concepto y problema de Dios
INTRODUCCIÓN
CONCLUSIÓN
3
M. Heidegger, "La época de la imagen del mundo", en Sendas perdidas, Buenos
Aires, Losada, 1960, p. 96.
4
Cfr. M Heidegger, ¿Qué es metafísica? Y otros ensayos, Buenos Aires, Siglo XX,
1979, p. 49.
5
Cfr. H. Arendt, La vida del espíritu, Madrid, Centro de estudios constitucionales,
1984, p. 20.
Del Dios de la filosofía al Dios del porvenir 175
7
M. Heidegger, "La constitución onto-teo-lógica de la metafísica", en Identidad y
diferencia, Barcelona, Anthropos, 1988, p. 105.
8
Ibid.,p. 111.
Del Dios de la filosofía al Dios del porvenir 1 7 7
hacia ese ámbito que se había pasado por alto hasta ahora y que
es el primero desde el que merece ser pensada la esencia de la
verdad."9
Ahora bien, este paso atrás no es un paso aislado del pensar, es
en sí el propio modo del movimiento del pensar que conduce hacia
un largo camino aún no pensado. Mediante tal paso se sale Hei-
degger de lo pensado hasta ahora por la filosofía:
En la medida que el paso atrás determina el carácter de nues-
tro diálogo con la historia del pensamiento occidental, conduce
en cierto modo al pensar fuera de lo que hasta ahora ha sido pen-
sado en la filosofía. El pensar retrocede ante su asunto, el ser, y
con ello lleva a lo pensado a una posición contraria que nos per-
mite contemplar el conjunto de la historia, al prepararle el ámbito
que va a ocupar, y en concreto, desde la perspectiva de lo que se
constituye en fuente de todo este pensar. A diferencia de lo que
ocurre en Hegel, éste no es un problema heredado y ya formula-
do, sino precisamente lo no preguntado por nadie a lo largo de
toda esa historia del pensar. Lo llamaremos, provisional e inevi-
tablemente, con palabras del lenguaje de la tradición. Hablamos
de la diferencia entre el ser y lo ente. El paso atrás va desde lo
impensado, desde la diferencia en cuanto tal, hasta lo por pensar:
el olvido de la diferencia.10
El paso atrás, así, nos conduce a pensar lo todavía no pensado:
la diferencia entre el Ser y el ente, y sobre todo a pensar en el
olvido, en el encubrimiento que la misma metafísica ha llevado a
cabo respecto de esa diferencia. Según Heidegger, en la diferencia
no pensada estriba la esencia de la metafísica occidental; por me-
dio de tal diferencia se vislumbra la estructura propia de la meta-
física, lo que ella ha sido y es en el ámbito del pensar occidental.
Para conocer qué es la metafísica, qué es la filosofía, se tiene que
determinar su comienzo. Y el comienzo de la filosofía es —nos
dice Hegel en la Ciencia de la Lógica— de naturaleza especulativa:
el comienzo es el resultado. El comienzo se encuentra en la consu-
mación del movimiento dialéctico del pensar que se piensa a sí
mismo, o sea, el comienzo es la idea absoluta, "es el todo completa-
9 Ibid., p. 113.
10 ídem.
178 Concepto y problema de Dios
11
Ibid.,p. 119.
12 Mein.
13
Cfr. F. Hegel, La Ciencia de la Lógica (Libro I: "La doctrina del Ser"), p. 72.
14
M. Heidegger, "La constitución...", p. 121.
Del Dios de la filosofía al Dios del porvenir 179
15 Ibid., p. 127.
180 Concepto y problema de Dios
Por tal razón, el pensar sin Dios, que fuese emprendido como
una manera de superación de la filosofía, quizá no sea en sí un
ateísmo, sino que se encuentra posiblemente más cercano al Dios
Divino, al Dios de las olvidadas religiones o de la poesía, y no al
Dios Cansa sni de la filosofía.
Precisamente, el paso atrás emprendido por Heidegger, el paso
que va de la metafísica a la esencia de la metafísica, desea salir de
la determinación filosófica sobre el Dios, para llegar a la divinidad
olvidada: a la divinidad que tiene que ser pensada ya no con los
cánones del pensar occidental, ni con las categorías lógicas que lo
sostienen, ni mucho menos con los cánones de la metafísica que
encubre, sino que ha de pensarse desde lo no intentado, desde la
diferencia. Tal pensar, sin embargo, no es nada novedoso, pues él
ya se había manifestado desde los inicios de la filosofía, pero se le
relegó y se le dejó en el olvido conforme la filosofía se atuvo al
pensar metafísico. El pensar del paso atrás dirigió sus esfuerzos
hacia el sentido del Ser, a la esencia de lo sagrado (de lo que posee
la Gracia), pues pensando la esencia de lo sagrado pudo dirigir
sus esfuerzos hacia la esencia de la Divinidad. Empero, este pen-
sar quedó trunco debido al desarrollo firme y seguro de la meta-
física y a los logros que de ella se obtuvieron. En el momento
presente, sin embargo, es necesario —ante la consumación del
pensar filosófico— volver al pensar de la diferencia, al pensar que
busca a la luz de la esencia de la divinidad —y no desde la lógica
y desde la ratio— el significado y el sentido, primero, de lo sagra-
do, y posteriormente, de la palabra Dios.
El pensar que va más acá de la metafísica ha de partir de la
efectividad de la existencia y ha de explanar al Ser concreto, al
Ser de carne y hueso que es cada uno de nosotros. De hecho,
Heidegger siguió este proyecto en Ser y Tiempo, mediante el mi-
nucioso análisis de la constitución del Dasein. Hay, empero, otra
posibilidad de salir de la metafísica: ésta tiene que ver con el aná-
lisis y la destrucción de los principios que sustentan al pensar
occidental, así como del planteamiento de una vuelta, un nuevo
inicio, hacia aquello que quedó no pensado por la filosofía. Y eso
no pensado es el Ser y, junto con él, la apertura del espacio sagra-
do y la esencia de lo divino.
Es conveniente aclarar aquí que Heidegger no considera al Ser
como Dios: el Ser no es nunca Dios; sin embargo, el Ser es el tras-
Del Dios de la filosofía al Dios del porvenir 1 8 3
21
Cfr. R. Jolivet, Las doctrinas existencialistas, Madrid, Gredos, 1976, pp. 158 y si-
guientes.
184 Concepto y problema de Dios
27
Ibid., p. 147.
188 Concepto y problema de Dios
28
O. Pöggeler, op. cit., p. 248.
29
Ibid., p. 249.
30
M. Heidegger, "La esencia de la poesía", p. 147.
Entre complejidad y sencillez:
reflexión sobre el concepto
negroafricano de Dios
Albert Kasanda
Centro Tricontinental, Lovaina La Nueva-Bélgica
INTRODUCCIÓN
ción del espacio y del tiempo; también orienta sus relaciones con
los demás. Ella constituye el fundamento de sus convicciones y
opciones de vida. Concretamente, se trata de una visión muy
marcada por la historia, la geografía, las interacciones sociales y
culturales de los pueblos africanos. Respecto a Dios, podemos
hablar de una ontología religiosa, vitalista y espiritualista.
Hablar aquí de vitalista no significa que rechazamos toda me-
tafísica o todo arraigo del pensamiento en un principio supra-
sensible. No somos darwinistas, tampoco los discípulos de Herbert
Spencer o de Nietzsche. Se trata de subrayar el valor de la vida
con el fin de afirmar más aún su fundamento metafísico y espiri-
tual: en este caso, la idea de Dios. Este enfoque constituye ya la
primera parte de nuestra reflexión. Fundamentalmente, haremos
un recorrido muy breve de algunos de los filósofos, etnólogos y
pensadores que han analizado el tema. Después de una crítica
muy limitada de este pensamiento, hablaremos de la idea de Dios
desde una perspectiva horizontal, o sea Dios como un elemento
de las interacciones sociales. Aquí, analizaremos también la pro-
blemática de su representación a través de los símbolos y de la
instrumentalización del concepto mismo de Dios por las diferen-
tes fuerzas que estructuran la sociedad. Esto es nuestra segunda
parte. En tercer lugar, terminaremos con un cuento negroafricano:
la figura de Mikombo wa Kaleivo. Se trata de un cuento para niños.
Tras una descripción aparentemente sencilla e ingenua, se nos
presenta una idea distinta de Dios con una frescura particular.
Tras estas apariencias infantiles, se nos transmite una visión filo-
sófica y teológica de Dios muy densa. Conviene destacarlo cuan-
to antes, Mikombo representa la figura de un Dios para niños. Como
todo lo que pertenece al mundo de los niños, la figura de Mikombo
está llena de malicia, de ternura, de mucha simpatía. Desgracia-
damente, no insistiremos en el tema de la composición del pan-
teón negroafricano, de las interacciones entre dioses y genios. La
presente reflexión se limita nada más al concepto propio de Dios.
Entre complejidad y sencillez 191
EL PARADIGMA ONTOLÓGICO
2
Sin duda alguna, el propósito de P. Tempels suscitó varias críticas tanto de parte
de los europeos como de los mismos africanos. De este último grupo, podemos men-
cionar a P. Hountondji, M. Towa, P. E. A. Elungu, A. Césaire, quienes consideran la
obra de Tempels como una etnofilosofía cuyo objetivo es divertir al pueblo africano
de cara a los grandes problemas de dominación y de explotación económica. Véase
entre otros: P. Hountondji, Sur la philosophie africaine, París, Francσis Maspero, 1977;
P. E. A. Elungu, Éviel philosophique africain, París, Éditions de l'Harmattan, 1984.
192 Concepto y problema de Dios
procedentes de las categorías animal, vegetal y mineral. Cada una representa una
jerarquía basada sobre la fuerza vital, el rango y la primogenitura (ibid., p. 43).
194 Concepto y problema de Dios
plo, "Dios no tiene casa, está por todas partes" (God has nowhere or
nowhen, He who is everywhere) (ibid.). Mas aún las imágenes del
viento o del aire traducen mejor la omnipresencia divina. Sin
embargo, muchos calificativos se refieren a la potencia innegable
de Dios. "One of the ñames for God describes Him as the All-
powerful or the Almighty. (...) He who bends down "even ma-
jesties, and He Who roars so that all nations be struck with te-
rror." En fin, se trata de una concepción jerarquizada de las
potencialidades (fuerzas) cuyo Dios ocupa la cumbre y las demás
divinidades las escalas inferiores (los genios, los espíritus, los an-
tepasados, etcétera).
Según J.S. Mbiti, Dios es al mismo tiempo trascendente e inma-
nente. La trascendencia se explica en el sentido de que Dios no es
una criatura y tampoco tiene a alguien por encima de él. Él es la
realidad, la más consistente del ser, el soporte infalible. Él tras-
ciende las fronteras y está presente en todas partes y en todo tiem-
po. Todo procede de él (ibid., p. 33). En otra parte, el concepto de
inmanencia está traducido por la idea según la cual Dios es un ser
sensible, cercano, con quien se puede establecer contacto. Su cer-
canía, así como su presencia es perceptible a través de la natura-
leza, de todo lo creado. No hay espacio ni tiempo donde él no
esté. Algunos vieron en esta actitud indicaciones de panteísmo.
Pero éste no es el caso: ya que los africanos no identifican a Dios
con la naturaleza, tampoco ven en la naturaleza una divinidad
específica (ibid.).
5
Aquí hacemos alusión al hecho de que, contrariamente al Islam, el judaismo o el
cristianismo, las religiones africanas no están basadas en la tradición escrita.
Entre complejidad y sencillez 199
¡Autoengendrado!
Mikombo, hijo de Kalewo,
¡Armado de lanzas y escudos!
Mikombo, hijo de Kalewo,
Lleva espadas!
A MODO DE CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
extender su alcance más allá de los límites que les impone la fe,
sin renunciar desde luego a ésta. Esto lo realizaron los filósofos y
teólogos musulmanes, judíos y cristianos, aunque cada uno de
ellos de acuerdo con los principios de su propia fe, y de manera
separada. Nombres como Agustín, Al-Farabi, Maimónides, Ave-
rroes, Anselmo, etc. dedicaron su tiempo, su talento y sus conoci-
mientos a enriquecer las concepciones de su propio Dios con la
reflexión filosófica.
Aunque la civilización occidental ha logrado, en el terreno de
la política, discutir diferencias para construir acuerdos en benefi-
cio de todos, en el terreno religioso no hemos sido capaces ni si-
quiera de dialogar sobre los problemas que atañen a todo el géne-
ro humano, en gran medida por la diferencia de dioses. Con el
ocaso de las civilizaciones helénica y romana, Occidente perdió
la capacidad de vivir con diversos dioses. No cabe aún en nuestro
pensamiento imaginar sentados, en torno a una mesa, al Dios de
Jacob, al Dios de los cristianos, al Dios de los musulmanes, junto
con Buda y con Huitzilopochtli. Si esto es impensable todavía hoy,
¿será posible lograr una convivencia armónica entre sociedades
que adoran a Dios conforme a religiones diferentes?
La reflexión filosófica constituye un espacio privilegiado para
avanzar en la construcción de puntos teóricos de convergencia
por los cuales sea posible aceptar algo tan fuerte como la fe o la no-
fe de cada individuo, la diversidad creyente de nuestros semejan-
tes con vistas a reconstruir nuestras sociedades más acordes con
las nuevas circunstancias que evolucionan permanentemente.
Al hablar de la diferencia entre el Dios de la filosofía y el Dios
de las religiones me refiero en primera instancia al hecho de que
cuando se habla del Dios religioso casi siempre se le considera
como persona1 a quien se le atribuye el poder máximo como
creador y providente; es todopoderoso, o al menos, el poder de
los dioses supera al de cualquier ser humano en la medida en
que se atribuye a la divinidad un poder sobre la naturaleza del
que no goza el hombre.
El Dios de la filosofía, en cambio, es un principio abstracto,
justificado sólo por el sistema con el que se pretende explicar la
1
Cuando hablamos del Dios de las religiones nos referimos sobre todo a la
religión cristiana y en menor medida a las deidades de las culturas mesoamericanas.
Dios de la filosofía, Dios de las religiones 2 1 3
bles, los cuerpos celestes. Estos últimos, aunque son cuerpos son
eternos, inmutables, cambian, se mueven en el espacio. De ma-
nera sutil distingue en el mismo rubro del espacio entre ser in-
móvil por esencia y por accidente. Así, por ejemplo, el alma hu-
mana es inmóvil en esencia respecto al cuerpo porque constituye
el acto de éste; pero por accidente cambia de lugar en la medida
en que el cuerpo informado por ella pasa de un lugar a otro. El
Motor Primero, en cambio, es inmóvil por esencia y por acciden-
te: "El principio y el primero de los seres es Inmóvil: lo es por
esencia y por accidente e imprime el movimiento primero, eter-
no y uno".4
De lo anterior se sigue que el Motor Inmóvil ha de ser necesario.
En efecto, no puede ser de ninguna otra manera de como es por-
que dejaría de ser inmóvil. También el Motor Inmóvil es bien. No
piensa desde luego en el concepto de bondad difusiva ni tampo-
co se refiere a una adquisición por la acción, o el movimiento,
características éstas del bien en un contexto religioso. Para Aris-
tóteles el concepto de bien es de carácter intrínseco y se vincula
con su propia naturaleza; afirma que el bien para el Motor Inmó-
vil es ser como es, es decir, inmutable. Si fuera mutable, no sería
Motor Inmóvil, dejaría de ser Motor primero, lo cual sería para él
el peor de los males, su mismo anihilamiento.
Además, por el hecho de ser Bien en sí mismo y para sí mismo,
el Motor Inmóvil es Principio, es decir, es la causa de las substan-
cias. Es otra dimensión del atributo de Bien, puesto que mueve
como atracción hacia lo bueno, como lo hace la causa final. Me-
diante la atracción que ejerce sobre todo lo que existe, el Motor
Primero mueve; para todas las substancias es objeto de deseo,
inherente en la consecución de su ser y de su plenitud.
Este atributo de principio denota la perfección última en la me-
dida en que no se limita a lo intrínseco de su ser, sino que se ex-
tiende hacia todos los demás seres en movimiento y los explica
como objeto de atracción que sin ser movido causa el movimien-
to en todo lo que existe. Es esa la perfección fundamental del Motor
Primero.
Paradójicamente la explicación aristotélica del movimiento es
un principio inmóvil que atrae de manera ciega, fría y mecánica
a todo ser.
4
Metafísica, Lambda, 8, 1073a, 23-25.
Dios de la filosofía, Dios de ¡as religiones 217
5
Véase Metafísica, Lambda, 7, 1072b, 23-24.
6
Metafísica, Lambda, 1074b, 34.
218 Concepto y problema de Dios
10
Cabe hacer notar que contrasta la concepción filosófica de Dios en Whitehead
con su historia personal. Fue hijo y también nieto de ministros religiosos de la iglesia
anglicana, y siempre reconoció la influencia de su tradición familiar. Recordó con nos-
talgia las charlas de los jerarcas religiosos que en su casa disertaban sobre historia y
religión.
11
Véase Whitehead, A.N., Process and Reality, ed. corr. por Griffin, D.R. y
Sherburne, D.W., Nueva York, FP, pp. 22-23.
220 Concepto y problema de Dios
14
Véase Whitehead, ibid., p. 21.
15
Véase Whitehead, ibid., pp. 348, 349.
224 Concepto y problema de Dios
Hans Saettele
Profesor Investigador, UAM-X
1
La voz mediana, característica de las lenguas antiguas, es un recurso morfo-
sintáctico ligado a semantemas como "nacer" y "morir", actos en los que el sujeto no
aparece ni como activo ni como pasivo.
225
226 Concepto y problema de Dios
2
Jean-Luc Nancy, L'impératif catégorique, París, Flammarion, 1983, p. 22.
3
Guy Le Gaufey, L'inconφlétude du symbolique, Toulouse, EPEL, 1991.
4
Jean-Claude Milner, Les noms indistincts, París, 1983, p. 25.
La voz imperativa y la idea de Dios 227
"VATERSEHNSUCHT"
del padre y con ella una dinámica que dará origen al imperativo
en un campo en cierto modo paradójico, porque se trata de una
orden de amar. Lacan dirá: "Dios nunca ha sido el padre más que
en la mitología del hijo, es decir, la mitología de la orden que man-
da amarlo, a él, al padre, y de ahí surge el drama de la pasión que
nos muestra que hay una resurrección más allá de la muerte".14
El imperativo en tanto voz gramatical, la imperatividad pura
que surge como nostalgia del padre-Dios, es un imperativo de
amar. Y el emisor de este imperativo puro no es Dios; más bien se
trata de un imperativo sin emisor, que nace desde lo simbólico
mismo y que es un paso importante en la sexuación. La impe-
ratividad no se da sin el lenguaje, pero ella es "del decir aquello
que no se dice".15 Este imperativo puro, esta imperatividad sin
contenido preciso, excepto él que inaugura una búsqueda en el
amor, no es un performativo. Se sitúa a otro nivel que los actos de
habla directivos y no es posible acceder a él vía clasificación de
actos de habla. Así, ya Emile Benveniste había anunciado, justa-
mente recurriendo al imperativo en tanto función gramatical (es
decir, estructura sintáctica), que "un imperativo no equivale a un
enunciado performativo, por la razón de que no es ni enunciado
ni performativo. No es enunciado, puesto que no sirve para cons-
truir una proposición con verbo personal; y no es performativo,
por el hecho de que no denomina el acto de habla por performar."16
En efecto, el acto performativo (necesariamente verbal) de "or-
denar" se basa en la mención que hace el emisor de algún signo
de la lengua, mientras que el recurso sintáctico (que también es de
la lengua, pero no se trata de un significante sustituible por otro)
de la voz imperativa podría remplazarse por "cualquier procedi-
miento que produce el mismo resultado, un gesto por ejemplo".
Cuando se trata de esta distinción fundamental, para la lingüísti-
ca no hay duda; por ello, Benveniste afirma que "rechazaremos
(...) cualquier identificación del uno al otro". No hacer la distin-
ción sería confundir entre implicación extralingüística y realiza-
ción lingüística.
En cuanto a la relación con la función paterna y de Dios, la
14
Jacques Lacan, op. cit., p. 209.
15
Jean-Luc Nancy, op. cit., p. 18.
16
Emile Benveniste, Problëmes de linguistique genérale, vol. I, París, Gallimard,
1966, p. 111.
La voz imperativa y la idea de Dios 231
Luis Villoro
Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM