Está en la página 1de 5

W78 15/7 8 párr. 1–9 párr.

5
El Sermón del Monte... Las felicidades 4 y 5

COMO cuarta ‘felicidad’ de su Sermón del Monte, Jesús declaró: “Felices son los
que tienen hambre y sed de justicia, puesto que ellos serán saciados.” (Mat. 5:6) El
relato que Lucas da de esta declaración dice: “Felices son ustedes los que tienen
hambre ahora, porque serán saciados.”—Luc. 6:21.
Si uno considerara solamente el Evangelio de Lucas pudiera pensar que Jesús
habló exclusivamente de personas que tenían hambre de alimento material. Sin
embargo, Mateo muestra claramente que él se refería a los que tenían un intenso
deseo de justicia. Sin embargo, estos dos pensamientos armonizan. Con frecuencia
las personas que carecen de alimento y bebida literales están más intensamente al
tanto de la extensa injusticia que hay en el sistema de cosas actual. Por eso, su
hambre o deseo de ver que reine la justicia puede ser, a ese grado, más apremiante.
La “justicia” de la cual Jesús habló significa la calidad de corrección que está en
plena conformidad con la voluntad y los mandamientos de Dios. El salmista,
expresando un pensamiento similar al de Jesús, dijo que él estaba ‘aplastado de
ansiar’ las rectas decisiones judiciales de Dios. —Sal. 119:20; compare con Isaías
26:9, 10.
En contraste con esta declaración formal de felicidad, Jesús declaró: “Ay de
ustedes los que están saciados ahora, porque padecerán hambre.” (Luc. 6:25) Los
que ahora están “saciados” se sienten satisfechos con lo que este mundo ofrece.
Aunque quizás aleguen que creen en Dios, ni reconocen la gran necesidad que
tienen de él ni ansían sus normas de justicia. (Rev. 3:17) Sin embargo, es posible
que tiempos de calamidad despierten momentáneamente tal hambre de guía divina.
Esto será especialmente cierto cuando Dios ponga fin al sistema de cosas actual en
la venidera “grande tribulación.” (Mat. 24:21; Rev. 7:14) Esas personas que
anteriormente se han sentido complacidas “padecerán hambre” entonces. No se
prestará atención a sus gritos desesperados a Dios para que les dé ayuda y
dirección. (Compare con 1 Samuel 28:4-6; Salmo 18:41; Proverbios 1:28-32.) En
cuanto a escuchar la palabra de Jehová, en aquel tiempo experimentarán ‘hambre
y sed’ sin esperanza. —Amós 8:11, 12.
Pero Jesús declara “felices” a los que tienen hambre y sed de justicia ahora. ¿Por
qué? Porque “serán saciados,” es decir, plenamente satisfechos. Jesús mismo
contribuyó mucho a esto. Mientras denunciaba la hipocresía de la falsa piedad de
los líderes religiosos “que confiaban en sí mismos de que eran justos,” Jesús enseñó
que todos los que admitían su estado pecaminoso y con arrepentimiento buscaban
perdón podían alcanzar una posición de justos delante de Dios. —Luc. 18:9-14;
compare con Mateo 5:20; 23:23, 24.
Más satisfacción del hambre y la sed de justicia se hicieron posible por la muerte
y resurrección de Jesús. Acerca de esto leemos: “Porque todos han pecado y
no alcanzan a la gloria de Dios, y es como don gratuito que por su bondad
inmerecida se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate
pagado por Cristo Jesús.”—Rom. 3:23, 24; compare con Isaías 53:11; Daniel 9:24-
27; Revelación 7:9, 14.
Se hizo posible ‘saciar’ más esta hambre y sed vital después del Pentecostés de
33 E.C., porque entonces el espíritu santo empezó a ‘dar al mundo evidencia
convincente respecto a la justicia.’ (Juan 16:8) Esto se hizo realidad cuando el
espíritu de Dios fue responsable por la producción de las Escrituras Griegas
Cristianas, un instrumento indispensable “para disciplinar en justicia.” (2 Tim. 3:16)
La misma fuerza activa de Dios permite a las personas ponerse la “nueva
personalidad,” que donde antes estaban las prácticas inicuas y la hipocresía coloca
la “verdadera justicia.” (Efe. 4:24) Se experimentará una satisfacción final y
completa del hambre y sed de justicia cuando los adoradores fieles de Dios
obtengan vida eterna bajo condiciones de justicia perfecta. —2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-
5.
MISERICORDIA A “LOS MISERICORDIOSOS”
Después, en el Sermón del Monte, Jesús dijo: “Felices son los misericordiosos,
puesto que a ellos se les mostrará misericordia.”—Mat. 5:7.
La misericordia no es sencillamente un asunto de ejecutar actos caritativos,
puesto que uno pudiera hacer eso con hipocresía. (Mat. 6:1, 2) “Los
misericordiosos” son personas impulsadas por sentimientos genuinos de tierna
compasión y simpatía para con los desafortunados, y quienes por lo tanto obran a
favor de éstos. Jesús puso el ejemplo perfecto en este sentido. Repetidamente
declaran las Escrituras que, antes de ejecutar milagros para aliviar el sufrimiento y
la angustia, Jesús ‘se compadecía’ o ‘se enternecía.’—Mat. 14:14; 15:32-38; 20:34;
Mar. 1:40-42; Luc. 7:13-15.
La misericordia se manifiesta de dos maneras: (1) en sentido judicial cuando las
personas perdonan a los que transgreden contra ellas; (2) por hechos positivos de
bondad, consideración y compasión que traen alivio a personas que están en
desventaja.
A los cristianos se les dirige a ‘hacerse imitadores de Dios’ como Aquel que más
prominentemente perdona libremente a los pecadores que se arrepienten. (Éxo.
34:6, 7; Sal. 103:10; Pro. 28:13; Efe. 4:31-5:2) De manera positiva, las personas
que desean agradar a Dios deben estar dispuestas a dar cuanta ayuda puedan a
las que sean víctimas de circunstancias desafortunadas. (Luc. 10:20-37) Una
manera especialmente excelente de mostrar misericordia es por medio de compartir
con otros la verdad bíblica. Notamos que cuando una muchedumbre de gente se
encontró con Jesús cuando éste se disponía a obtener algún descanso, él “se
enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles
muchas cosas.”—Mar. 6:34.
Los misericordiosos son “felices” porque ‘se les muestra misericordia.’ En un
sentido experimentan esto en los tratos diarios con sus congéneres. El trato
misericordioso que dan a otros impulsa a éstos a responder de la misma manera.
(Luc. 6:38) Lo más importante es que Dios mostrará misericordia a los
misericordiosos. Respecto a esto, Santiago escribe: “Porque al que no practica
misericordia se le hará su juicio sin misericordia. La misericordia se alboroza
triunfalmente sobre el juicio.” (Sant. 2:13) Cuando Dios las someta a juicio, las
personas verdaderamente compasivas descubrirán que la misericordia que han
extendido a otras personas en realidad triunfará sobre cualquier juicio adverso que
Dios de otro modo pudiera traer contra ellas. (2 Tim. 1:16-18) Las oportunidades de
obtener perdón de pecados y vida eterna son solo para las personas
misericordiosas. “Si no perdonan a los hombres sus ofensas,” declaró Jesús,
“tampoco perdonará su Padre las ofensas de ustedes.”—Mat. 6:15; 18:35.

w78 1/8 21 párr. 1–22 párr. 5

El Sermón del Monte... Las felicidades 6 a 9

JESÚS declaró la ‘felicidad’ número seis de su Sermón del Monte como sigue:
“Felices son los de corazón puro, puesto que ellos verán a Dios.”—Mat. 5:8.
“Los de corazón puro” son personas interiormente limpias. Su pureza es una
pureza de afectos, deseos, aprecio y motivos. Esto está en marcado contraste con
lo que es limpieza simplemente externa o ceremonial. (Mat. 23:25-28; Mar. 7:3, 4)
En vez de dar realce a los despliegues externos de piedad, las Escrituras animan a
uno a desplegar “amor procedente de un corazón limpio y de una buena conciencia
y de fe sin hipocresía.”—1 Tim. 1:5.
Los de corazón puro disfrutan de felicidad especialmente porque “verán a Dios.”
Esto no significa necesariamente un ver literal con el ojo humano, porque ‘ningún
hombre puede ver a Dios y todavía vivir.’ (Éxo. 33:20; Juan 1:18; 1 Juan 4:12) Pero
hay otras maneras en las cuales los adoradores que tienen motivo correcto en la
Tierra pueden ‘ver a Dios’ en la actualidad. Por ejemplo, el observar que Dios actúa
a favor de uno debido a la integridad que uno despliega es una manera de
‘contemplar a Dios.’ (Job 19:26; 42:5) Las visitas al templo de Jerusalén para adorar
se describen como ir a “ver el rostro de Jehová,” o presentarse uno delante de él.
—Éxo. 34:24; Deu. 31:11; Isa. 1:12.
La palabra griega que Mateo usa para ‘ver’ también significa “ver con la mente,
percibir, conocer.” Puesto que Jesús reflejaba perfectamente la personalidad de
Dios, podía decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también.” (Juan 14:7-
9) Los de corazón puro que aceptaron a Jesús como Mesías y le escucharon
obtuvieron una profunda percepción de la personalidad de Dios. Al ejercer fe en el
sacrificio expiador de pecados de Jesús obtuvieron perdón de pecados y una
relación con Dios y pudieron rendir adoración aceptable delante de su trono. (Efe.
1:7) El ver a Dios en este sentido alcanzará su culminación para los cristianos
ungidos por espíritu cuando lleguen al cielo, porque allí realmente verán a Dios y
Cristo. —1 Juan 3:2; 2 Cor. 1:21, 22.
Sin embargo, la oportunidad de ver a Dios por medio de conocimiento exacto y
adoración verdadera es solo para los de corazón puro. Las Escrituras muestran que
los que practican el pecado no han visto a Dios y su hijo ni llegan a conocerlos. “El
que hace el mal no ha visto a Dios.”—1 Juan 3:6; 3 Juan 11; Sal. 24:3, 4.
“LOS PACÍFICOS” LLEGAN A SER HIJOS DE DIOS
Jesús dio como la séptima felicidad del Sermón del Monte: “Felices son los
pacíficos, puesto que ellos serán llamados ‘hijos de Dios.’”—Mat. 5:9.
“Los pacíficos” se manifiestan tanto por lo que evitan como por lo que practican.
Los individuos pacíficos no son agresivos o beligerantes; tampoco devuelven mal
por mal cuando se les perjudica. (Rom. 12:14-21) Pero también hay un aspecto
positivo con relación a la disposición de ellos.
La palabra griega para pacífico significa “pacificadores.” Ellos no solo se
comportan pacíficamente, sino que hacen esfuerzos extraordinarios por establecer
paz y concordia entre partes que contienden. Rehúsan participar en lo que sirva
para ‘separar a los que están familiarizados entre sí,’ y no toleran tal cosa como si
ellos voluntariamente se cegaran a ella. (Pro. 16:28; 17:9) Por palabra y ejemplo
estimulan la apacibilidad tanto dentro de la congregación cristiana como fuera de
ella. —Rom. 14:19; Heb. 12:14.
Los pacíficos son felices, “puesto que ellos serán llamados ‘hijos de Dios.’”
Disfrutan de una relación íntima con Dios como hijos de él. Sin embargo, el
mantener esta relación exige imitar las cualidades de la personalidad de Dios, entre
las cuales está la apacibilidad. (2 Cor. 13:11; Fili. 4:9; 1 Tes. 5:23; Heb. 13:20; Sant.
3:17) Cualquiera que desamoradamente continúa en enemistad con su congénere
“no se origina de Dios.”—1 Juan 3:10.
En el día de Jesús los judíos creían que eran hijos de Dios por ser Sus criaturas
humanas. (Isa. 64:8) Pero Jesús mostró que esto no era cierto ni aunque eran
descendencia natural de Abrahán. (Juan 8:39, 41) De hecho, a algunos Jesús
declaró: “Ustedes proceden de su padre el Diablo.” (Juan 8:44) Puesto que de Adán,
quien fue creado como “hijo de Dios” terrestre, toda la humanidad heredó el pecado,
el estar en relación de hijo con Dios no ha llegado a ser cosa automática. —Rom.
3:23; 5:12; Luc. 3:38.
Solo a los individuos pacíficos que aceptaron a Jesús como el Mesías y portador
de pecados se les dio “autoridad de venir a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en
su nombre.” (Juan 1:12; Isa. 53:12; 1 Ped. 2:24) La “grande muchedumbre” de “otras
ovejas” pacíficas de Jesucristo el Pastor Excelente lo tendrán como su “Padre
Eterno” durante Su reinado milenario, pero al fin de éste él los entregará a su propio
Padre celestial para que lleguen a ser la prole de Dios. —Rev. 7:9-17; Juan 10:14-
16; Isa. 9:6; 1 Cor. 15:27, 28.
PERSEGUIDOS, PERO FELICES
Como octava felicidad en esta serie, Jesús declaró: “Felices son los que han sido
perseguidos por causa de la justicia, puesto que a ellos pertenece el reino de los
cielos.” (Mat. 5:10) Ampliando esto, expresó una novena felicidad: “Felices son
ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de
cosa inicua contra ustedes por mi causa. Regocíjense y salten de gozo, puesto que
grande es su galardón en los cielos; porque de esa manera persiguieron a los
profetas antes de ustedes.”—Mat. 5:11, 12; compare con Lucas 6:22, 23.
1. “Los que han sido perseguidos” son cristianos que han experimentado oprobio,
calumnia y ostracismo significado de ostracismo (En la Grecia antigua, destierro
a que se condenaba a los ciudadanos que se consideraban sospechosos o
peligrosos para la ciudad.
2. Aislamiento voluntario o forzoso de la vida pública que sufre una persona,
generalmente motivado por cuestiones políticas.)
“por causa de la justicia,” o “por causa del Hijo del hombre.” Sus sufrimientos se
deben a que adoran a Jehová y llevan el nombre de Jesucristo y siguen
cuidadosamente en sus pisadas. —1 Ped. 2:19-21.
La razón que hay para regocijarse en este caso es la misma que se da en la
primera felicidad, a saber, que “a ellos pertenece el reino de los cielos.” (Compare
con Mateo 5:3.) Aunque quizás signifique oprobio, ser expulsados de sus
comunidades y hasta muerte en algunos casos, los cristianos saben que por el
“gozo” de gobernar con Cristo en el reino celestial de Dios o el de disfrutar de vida
humana perfecta como súbditos terrestres de ese reino vale la pena sufrir esas
cosas. —Mat. 25:21, 23; Heb. 12:2; Rev. 21:1-5.
Este “galardón en los cielos” (es decir, procedente de Dios) no tiene el sentido de
salario que se ha ganado por alguna obra hecha. De ninguna manera pueden
criaturas humanas pecaminosas ganarse el favor de Dios y obligarlo a bendecirlas.
(Gál. 2:16; Sant. 2:10) El galardón de bendiciones del Reino es un “indescriptible
don gratuito,” una evidencia de la benevolencia y generosidad de Dios. (2 Cor. 9:15;
Sant. 1:16-18) Es un galardón que se paga a los cristianos por aguantar fielmente
oprobio, persecución y mentiras inicuas que se dicen contra ellos debido a la
inquebrantable devoción de ellos a Dios.
Jesús también presentó un contraste en estas dos felicidades finales, al decir:
“Ay, cuando todos los hombres hablen bien de ustedes, porque cosas como éstas
son las que los antepasados de ellos hicieron a los falsos profetas.” (Luc. 6:26) En
vez de proclamar la verdad de Dios, los “falsos profetas” del Israel antiguo hablaban
lo que la gente quería oír; y la gente ‘así lo amaba.’ (Jer. 5:31) Pero esa popularidad
nunca ha sido una indicación del favor de Dios. La aprobación de Jehová Dios solo
está sobre las personas que hablan y obran en armonía con su Palabra. (Sal.
15:1, 2) Sin embargo, los que hacen eso pueden esperar persecución, porque Jesús
dijo: “Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán.”—Juan
15:20.

También podría gustarte