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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

PRESUNCION DE INOCENCIA

GENERALIDADES

I. EL DEBIDO PROCESO.
II. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LOS INSTRUMENTOS
INTERNACIONALES DE DERECHOS HUMANOS.
III. ALCANCES DE LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LA
CONSTITUCION.
IV. AMBITO DE LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA.
V. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LA ETAPA DEL
JUZGAMIENTO.
VI. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LAS SENTENCIAS DEL
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.
VII. CASUÍSTICA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.
A. ESTUDIO A LA SENTENCIA.
B. TEXTO DE LA SENTENCIA.
VIII. CASUÍSTICA DE LA CORTE INTERAMERICANA.

CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA

1
INTRODUCCIÓN

El artículo 139°, inciso 3), de la Constitución establece como principio de la


función jurisdiccional la observancia del debido proceso y la tutela
jurisdiccional, El debido proceso está concebido como el cumplimiento de todas
las garantías, requisitos y normas de orden público que deben observarse en
las instancias procesales de todos los procedimientos, incluidos los
administrativos, a fin de que las personas estén en condiciones de defender
adecuadamente sus derechos ante cualquier acto del Estado que pueda
afectarlos. Vale decir, que cualquier actuación u omisión de los órganos
estatales dentro de un proceso.
El Debido Proceso puede ser definido como el conjunto de "condiciones que
deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos
derechos u obligaciones están bajo consideración judicial".
El derecho al debido proceso comprende, a su vez, un haz de derechos que
forman parte de su estándar mínimo: el derecho al juez natural –jurisdiccional
predeterminada por la ley–, el derecho de defensa, a la pluralidad de
instancias, a los medios de prueba y a un proceso sin dilaciones, LA
PRESUNCION DE INOCENCIA.
Este último principio será objeto de nuestro estudio, la Presunción de
inocencia, es una garantía genérica prevista en nuestra Constitución como un
derecho fundamental a la libertad. Se constituye en una presunción iuris
tamtum por la cual nadie puede ser considerado como culpable si es que no
existe una condena penal que así lo declare. Es un concepto a partir del cual
se construye todo un modelo garantista de justicia penal.
Lamentablemente en la práctica, como lo es conocido por todos, se pone en
jaque el principio de inocencia, a través de la administración de la justicia
penal, lo cual se evidencia con los numerosos detenidos (procesados) en los
establecimientos penales, que viven una situación de hacinamiento esperando
una sentencia.

2
PRESUNCION DE INOCENCIA

GENERALIDADES

Los "derechos humanos" son los derechos fundamentales reconocidos y


protegidos a nivel internacional, y también a nivel Constitucional. Las Cuatro
Generaciones de Derechos Humanos son: Primera Generación, los derechos
de libertad; Segunda Generación, los derechos económicos y sociales; Tercera
Generación, los derechos de solidaridad humana; y, Cuarta Generación, los
derechos de la sociedad tecnológica 1. En un proceso penal, generalmente se
afectan los derechos de la primera generación (libertad, propiedad), y en menor
medida, los de la segunda generación (inhabilitación para desempeñar cargos
públicos, derechos políticos).
Los "principios procesales" son aquellas máximas que configuran las
características esenciales de un proceso, pudiendo coincidir o no con un
"derecho fundamental procesal". Por ejemplo el principio de imparcialidad de
los jueces, o el de igualdad procesal.
Las "garantías institucionales" son aquellas que la Constitución consagra para
que ciertas organizaciones o instituciones puedan cumplir con sus funciones
propias, frente injerencias externas. Por ejemplo, es el caso de la autonomía de
las Universidades, la independencia del Poder Judicial. En incluso, en el ámbito
del proceso penal, la irrenunciabilidad a la defensa, obliga al Estado a proveer
de defensa de oficio.
Las "libertades públicas" son un concepto parecido a derechos fundamentales,
pero que han sido positivizados en la Constitución (a excepción de los
derechos sociales). Por ejemplo, el derecho a la libertad.

1
LOPEZ GARRIDO, Diego y Otros. "Nuevo Derecho Constitucional Comparado". Edit. Tirant lo
blanch.Valencia, 2000. Pág. 162 y ss.

3
En el mismo sentido, el profesor Arsenio Oré 2 sostiene que "Conviene, antes de
proseguir, un deslinde terminológico, para evitar algunas confusiones e
imprecisiones, cuando no contradicciones, que se dan con cierta frecuencia. En
primer lugar derechos son las facultades que asisten al individuo para exigir el
respeto o cumplimiento de todo cuanto se establece y reconoce en su favor en
el ordenamiento jurídico vigente. Las libertades, en segundo término, abarcan
un campo más amplio que el de los derechos, y su esencia es
fundamentalmente política.... Las garantías, a su vez, son el amparo que
establece la Constitución y que debe prestar el Estado para el efectivo
reconocimiento y respeto de las libertades y derechos de la persona individual,
de los grupos sociales, e incluso del aparato estatal, para su mejor actuación y
desenvolvimiento".
Como afirma Gómez Colomer, "...los derechos fundamentales (que siempre
son derechos humanos también) pueden ser, y de hecho son al mismo tiempo,
aunque considerados desde un punto de vista distinto, libertades públicas,
garantías institucionales o principios procesales...". Y, agrega que "...los
derechos fundamentales procesales, entendidos en sentido amplio, incluyen
también a los principios procesales, garantías institucionales y libertades
públicas reconocidos por la Constitución... y que tienen aplicación en el
proceso penal...3"

I. EL DEBIDO PROCESO.

Esta garantía se encuentra reconocida, conjuntamente con la de tutela judicial


efectiva, en el inc. 3 del art. 139 de la Constitución Política de 1993.
En un primer acercamiento, su naturaleza resultaría siendo de lo más amplia,
pues como ha señalado Mixán4, su teleología se refleja en su función de
2
ORE GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Segunda Edición. Edit. Alternativas.
Lima, 1999. Pág. 56,57. 
3
GOMEZ COLOMER, Juan-Luis. El proceso penal español. Edit. Tirant lo blanch. Valencia, 1997.Pág.
58 y ss.
4
MIXAN MASS, Florencio. Categorías y actividad probatoria en el procedimiento penal. Trujillo - Perú:
BLG, 1996. p.104.

4
síntesis de las garantías destinadas a concretar la legitimidad procesal. En
efecto, según un sector de la doctrina a través del debido proceso se precipitan
todas las garantías, derechos fundamentales y libertades públicas de las que
es titular la persona en el Estado Social y Democrático de Derecho 5.
Sin embargo, es necesario precisar sus contornos en cuanto a la funcionalidad
que le puede corresponder en nuestro sistema procesal penal; y, en este
sentido, sin dejar de ser una cláusula con la que se busque que el proceso
penal se encuentre informado por los valores de justicia y equidad, que le dan
su ratio; se la debe concebir como aquella garantía general mediante la cual se
va a dotar de rango constitucional a todos aquellas garantías específicas que
no han sido reconocidas expresamente en la Constitución, pero que se
encuentran destinadas a asegurar que el proceso penal peruano se configure
como un proceso justo (conforme con los fines constitucionales) 6. Su utilidad
radicaría en que permitiría situar a las garantías procesales que no aparecen
expresamente reconocidas en la Constitución, es decir, se trataría de una
cláusula de carácter residual o subsidiaria. Es en este sentido que se
comprenderían en el debido proceso fundamentalmente las garantías de
justicia específicas previstas en la legislación ordinaria y en los Instrumentos
Internacionales de Derecho Humanos.
No resulta por tanto correcto, incluir en el derecho al debido proceso a las
cláusulas de garantía específicas ya contenidas en la Constitución (v.gr.
prohibición de ser penado sin un juicio previo, in dubio pro reo, prohibición de
condenar en ausencia, etc.)91, ni reducir su contenido a los principios
específicos consagrados en el inc. 3 del art. 139 de la Ley Fundamental
("Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la
ley, ni sometida a procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni

5
SAN MARTIN CASTRO, César. Derecho procesal penal. Volumen I. Lima - Perú: Grijley, 1999,
pág.56.
6
CAROCCA PEREZ, A. Las garantías constitucionales... pág. A-90. SAN MARTIN CASTRO, César.
Derecho... pág. 55. 

5
juzgada por órganos jurisdiccionales excepción, ni por comisiones especiales
creadas al efecto, cualquiera fuera su denominación") 7.
En términos generales, el Debido Proceso puede ser definido como el conjunto
de "condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de
aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración judicial".
De acuerdo a la jurisprudencia establecida por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, la aplicación de las garantías del Debido Proceso no sólo
son exigibles a nivel de las diferentes instancias que integran el Poder Judicial
sino que deben ser respetadas por todo órgano que ejerza funciones de
carácter materialmente jurisdiccional. En este sentido ha señalado:
"De conformidad con la separación de los poderes públicos que existe en el
Estado de Derecho, si bien la función jurisdiccional compete eminentemente al
Poder Judicial, otros órganos o autoridades públicas pueden ejercer funciones
del mismo tipo (...). Es decir, que cuando la Convención se refiere al derecho
de toda persona a ser oída por un "juez o tribunal competente" para la
"determinación de sus derechos", esta expresión se refiere a cualquier
autoridad pública, sea administrativa, legislativa o judicial, que a través de sus
resoluciones determine derechos y obligaciones de las personas. Por la razón
mencionada, esta Corte considera que cualquier órgano del Estado que ejerza
funciones de carácter materialmente jurisdiccional, tiene la obligación de
adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido proceso legal en los
términos del artículo 8 de la Convención Americana".
Este criterio ha sido reafirmado en diferentes decisiones a nivel de la región
andina. Así por ejemplo, la Corte Constitucional de Colombia ha señalado que
el Congreso de la República es titular de la función jurisdiccional cuando a
través de sus diferentes órganos ventila las acusaciones contra altos
funcionarios del Estado mencionados en el artículo 174º de la Constitución. En
este sentido, la Corte Constitucional ha establecido que en dichos eventos las
7
Como lo sostienen BERNALES BALLESTEROS, E. - OTÁROLA PEÑARANDA, A. La
Constitución... pág. 642 

6
actividades que llevan a cabo la comisión de investigación y acusación de la
Cámara de Representantes, la comisión de instrucción del Senado, la plenaria
de ambas cámaras, etc; constituyen una manifestación de la función
jurisdiccional, análoga a las etapas de investigación y calificación que realizan
los fiscales y jueces comunes.
Por su parte, el Tribunal Constitucional del Perú ha señalado que el debido
proceso "está concebido como el cumplimiento de todas las garantías y normas
de orden público que deben aplicarse a todos los casos y procedimientos,
incluidos los administrativos" (subrayado nuestro). Desde esta perspectiva el
Tribunal ha precisado que "el Debido Proceso Administrativo, supone en toda
circunstancia el respeto por parte de la administración pública de todos
aquellos principios y derechos normalmente invocables en el ámbito de la
jurisdicción común o especializada y a los que se refiere el Artículo 139° de la
Constitución del Estado (vervigracia; jurisdicción predeterminada por la ley,
derecho de defensa, pluralidad de instancia, cosa juzgada, etc.)".
Resulta interesante mencionar asimismo que el Tribunal Constitucional
peruano ha determinado claramente que en las instancias o corporaciones
particulares también es exigible el respeto del debido proceso. Así lo manifestó
el Tribunal a propósito de una sanción aplicada a una persona en un
procedimiento disciplinario llevado a cabo en una asociación deportiva. En esta
decisión el Tribunal señaló que el respeto a las garantías del debido proceso
también deben ser observadas "en cualquier clase de proceso o procedimiento
disciplinario privado (...)".
A nivel de la jurisprudencia constitucional comparada existe, en consecuencia,
una marcada tendencia a proteger las garantías del debido proceso no
solamente en los ámbitos de actuación de los órganos del Poder Judicial sino
ante cualquier instancia que tenga competencias para determinar derechos u
obligaciones de cualquier índole, incluso instituciones de carácter privado 8.
8
COMISION ANDINA DE JURISTAS El Debido Proceso en las decisiones de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (análisis del artículo 8º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
2001.

7
El Debido Proceso, es una garantía fundamental prevista de modo explícito en
el art. 7 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (Decreto Legislativo 767 del 4 de
diciembre de 1991). Allí se lee:
Art. 7. En el ejercicio y defensa de sus derechos, toda persona goza de la plena
tutela jurisdiccional, con las garantías de un debido proceso.
El debido proceso de ley, igualmente, tiene amparo constitucional y constituye
un derecho fundamental en tanto que garantiza el ejercicio y defensa de los
derechos fundamentales de las personas, las garantías para la administración
de justicia y las garantías constitucionales.
Los convenios internacionales norman el respeto al debido proceso de ley, los
derechos fundamentales de las personas, las garantías de la administración de
justicia como son las acciones del habeas corpus y de amparo. Veamos, por
ejemplo, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en San
José Costa Rica el 22 de noviembre de 1969, en la Conferencia Inter-
americana sobre Derechos Humanos, más conocido como el pacto de San
José, de la que Perú es parte, pues ratificó dicho convenio el 28 de julio de
1978. Este documento contiene el Capítulo II denominado Derechos Civiles y
Políticos que son la fuente primaria de los derechos fundamentales, las
garantías de la administración de justicia y las garantías constitucionales, que
ya hemos reproducido en citas supra. Esta Convención en el art. 1° dice: 
Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los
derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno
ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación
alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o
de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social.
II. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LOS INSTRUMENTOS
INTERNACIONALES DE DERECHOS HUMANOS.

 DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS (1948)


Artículo 11

8
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio
público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su
defensa. (...)

 PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS


(1966)
Artículo 14
2. Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley.
(...)

 DECLARACIÓN AMERICANA DE LOS DERECHOS Y DEBERES DEL


HOMBRE (1948)
Artículo XXVI . Derecho a proceso regular
Se presume que todo acusado es inocente, hasta que se pruebe que es
culpable.
(...)

 CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS (1969)


Artículo 8. Garantías Judiciales
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se estable

Como hemos visto cuando se formuló tal principio en la Declaración Universal


de Derechos Humanos, a tenor del artículo 11.1 que dice: "Toda persona
acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se hayan
asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”, devino en serias
confusiones. Se entendía que se iniciaba una causa penal justamente porque
se presumía la culpabilidad del imputado]. También se creía que, la presunción
penal referida en la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

9
de Francia en 1789, era la misma correspondiente a la categoría de
presunciones vigentes hasta ese momento en la vía civil. Entonces, debía de
darse por verdadero el hecho imputado a una persona, sin necesidad de
prueba; lo que en sí, no constituía el espíritu de la referida declaración. El
verdadero espíritu de la declaración, es que, se reconozca que la persona
sospechosa no podía ni tenía porque perder sus libertades y derechos
fundamentales.

III. ALCANCES DE LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LA


CONSTITUCION.

En concordancia con estos instrumentos internacionales de protección de los


derechos humanos, el artículo 2. º, Inciso 24, de la Constitución establece que
“Toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado
judicialmente su responsabilidad”. De esta manera, el constituyente ha
reconocido la presunción de inocencia como un derecho fundamental. El
fundamento del derecho a la presunción de inocencia se halla tanto en el
principio-derecho de dignidad humana (“La defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, artículo
1.° de la Constitución), así como en el principio pro hómine.
Entonces, por imperio Constitucional, toda persona debe ser considerada
inocente desde el primer momento que ingresa al foco de atención de las normas
procesales, debiendo conservar su estado natural de libertad, con algunas
restricciones propias de la investigación, hasta que mediante una sentencia se
declare la culpabilidad.
Esta norma crea en favor de las personas un verdadero derecho subjetivo a ser
consideradas inocentes de cualquier delito que se les atribuya, mientras no
se presente prueba bastante para destruir dicha presunción, aunque sea
mínima9.

9
JAÉN VALLEJO, Manuel: La presunción de inocencia en la jurisprudencia constitucional, Akal, Madrid,
1987, p. 19.

10
Nuestra Constitución sitúa la presunción de inocencia dentro de los
derechos fundamentales a la libertad -es un derecho subjetivo público10, la
cual puede limitarse o perderse por acción de los órganos penales. En
consecuencia, los tres significados son plenamente aplicables a la
interpretación de los alcances de dicho Derecho. Es claro que el ámbito
probatorio es el más amplio, pero a ello no escapa toda la dinámica de la
coerción procesal y la concepción y regulación integral del procedimiento,
bajo unos supuestos sustancialmente liberales.

IV. AMBITO DE LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA.

La precisión de los contornos de este derecho, sin embargo, no es nada


sencilla. El profesor Jaime VEGAS TORRES11 ha puesto de relieve que esta
institución, como consecuencia de su origen histórico diferente en el
derecho comparado (nace en momentos, lugares y culturas jurídicas
distintas y que da respuesta a preocupaciones de muy diferente
naturaleza) tiene tres significados:
1. Como concepto fundamental en torno al cual se construye todo un
modelo de proceso penal, en el que se mira fundamentalmente a esta-
blecer garantías para el imputado frente a la actuación punitiva estatal.
2. Como postulado directamente referido al tratamiento del imputado
durante el proceso penal, conforme al cual habría de partirse de la idea
de que el inculpado es inocente y, por tanto, reducir al mínimo las
medidas restrictivas de derechos en el tratamiento del imputado duran-
te el proceso.
3. Como una regla directamente referida al juicio de hecho de la
sentencia penal, con incidencia en el ámbito probatorio, conforme a la
cual, la prueba completa de la culpabilidad del imputado debe ser sumi-

10
ALMAGRO NOSETE, José: «Teoría general de la prueba en el proceso penal-, en: La prueba en el
proceso penal. Consejo General del Poder Judicial Madrid, 1992 (Cuadernos de Derecho judicial), p. 32.
11
VEGAS TORRES, Jaime: Presunción de inocencia \ prueba en el proceso penal. La Ley, Madrid, 1993, pp. 35-
39.

11
nistrada por la acusación, imponiéndose la absolución del inculpado si
la culpabilidad no queda suficientemente demostrada.
En todo proceso penal iniciado por notitia criminis, la actividad jurisdiccional se
dirige a establecer la veracidad o no de la imputación, basada en la existencia
de una persona a quien se supone responsable. El artículo 77º del Código de
Procedimientos Penales establece los presupuestos materiales de la resolución
de apertura de instrucción. Entre ellos, es indispensable la individualización del
presunto autor. Siendo esto así, al inculpado sencillamente se le presume
responsable del hecho ilícito denunciado desde el inicio de las pesquisas.
Esto quiere decir, que la locución "considerada inocente", plasmada en la magna
lex, está referida al buen trato que debe tener toda persona desde el momento
que ingresa a un proceso de investigación. En este punto, resulta necesario
precisar que el principio de inocencia o presunción de inocencia, no indica que el
procesado sea en realidad inocente. De ser ello verdadero, sería injusto
someterlo a un proceso penal; por el contrario, sí se le consideraría culpable,
resultaría inocuo la actuación y luego valoración de las pruebas. De tal modo, el
principio de sospecha que da vida al proceso penal, se transmite a la persona
imputada en el mismo momento que se inicia la investigación.
Consecuentemente, en el Derecho Procesal Penal, excluyendo los fines
preventivos inmediatos, el fundamento real de una medida de coerción sólo
puede residir en: el peligro de fuga del imputado o en el peligro que se
obstaculice la averiguación de la verdadi12; el primero es viable porque no se
concibe el proceso penal contumacial, a fin de no violar el derecho de defensa,
resultando indispensable la presencia del imputado para llegar al fin del
procedimiento y por consiguiente la decisión final. De otro lado, el segundo punto
también es lógico, porque el imputado es el principal interesado en influir en el
resultado del procedimiento, ya sea entorpeciendo o colaborando con la
averiguación de la verdad.
Como quiera que la intervención del Estado resulta inminente ante la denuncia de
un hecho ilícito, de modo que el Juez para llegar a determinar la situación jurídica
del procesado, requiere que se haya vigilado la transparencia del proceso, con el

12
MAIER, JULIO B.; "Derecho Procesal Penal Argentino"; Ed. HAMMURABI, Bs As. 1989, p. 281.

12
objeto de crear certeza -la que debe ser jurídicamente construida- sobre la
culpabilidad o inocencia. Resulta pertinente hablar de una necesidad de construir
la culpabilidad, la que sólo puede ser declarada en una sentencia; acto judicial
que es la derivación natural del juicio previo. Dolum non nisi prespicuis judicis
provari conveit (El dolo no se presume, debe probarse en el juicio).
La certeza se convierte entonces, en el eje principal para concluir en la
"culpabilidad", por ello no bastan los indicios, sino que es necesario que luego de
un proceso judicial (en cuyo interés se hayan esbozado y actuado las pruebas
pertinentes), se cree a la convicción de la culpabilidad del sujeto activo. Entonces,
para ser responsable de un acto delictivo, la situación básica de inocencia debe
ser destruida mediante la certeza con pruebas suficiente e idóneas; caso
contrario permanece el estado básico de libertad. “La eliminación de las
presunciones de responsabilidad dentro del ordenamiento procesal constituyen
indudablemente una posición jurídica clara de respeto por el favor rei”13
Así, será inocente quien no desobedeció ningún mandato o no infringió ninguna
prohibición, en todo caso comportándose de esa manera, lo hizo al amparo de
una regla permisiva que eliminaba la antijuricidad del comportamiento, o bien,
concurrió alguna causa de justificación que eliminaba su culpabilidad. En fin, se
llega al mismo resultado práctico ante la existencia de una de las causas
excluyentes de punibilidad; culpable es, por el contrario quien se comportó
contraviniendo un mandato o una prohibición de manera antijurídica, culpable y
punible.
De esto último, se infiere válidamente que, antes que exista sentencia firme,
ninguna autoridad pública puede presentar a una persona como culpable o
brindar información en tal o cual sentido a los medios de comunicación social. Por
ello Manuel Catacora, afirma que la presunción de inocencia no opera o no debe
operar en el proceso, sino fuera de él, esto es, para los que tienen que comentar,
informar, o conocer los hechos que son objeto de una causa penal14.

13
LONDOÑO JIMENEZ, HERNANDO; “Tratado de Derecho Procesal Penal. De la Captura a la
Excarcelación”. Ed. Temis, 3 Edición. Santa Fe de Bogotá. 1993, p.266.
14
CATACORA GONZÁLES, MANUEL; "De la Presunción al principio de inocencia"; en VOX JURIS, Revista
de Derecho Año 4 Lima, 1994, p.121 ss.

13
SAN MARTÍN CASTRO15 nos dice que la culpabilidad, en su sentido amplio
de responsabilidad penal, sólo se declara mediante una sentencia firme, la
cual además se erige como la única forma de imponer una pena a alguien.
Se asienta en dos ideas:
a) exigencia de auténticos actos de prueba; y,
b) el principio de libre valoración o criterio de conciencia por los jueces
ordinarios en su valoración. Este principio, así explicado, constituye un punto
de partida político: no afirma que el imputado sea, en verdad, inocente, sino,
antes bien, que no puede ser considerado culpable hasta la decisión que
pone fin al procedimiento, condenándolo.
La exigencia de que nadie puede ser considerado culpable hasta que así
se declare por sentencia condenatoria contiene, al decir de la
jurisprudencia constitucional española, CINCO PRESUPUESTOS:
1. Suficiente actividad probatoria.
2. Producida con las garantías procesales.
3. Que de alguna manera pueda entenderse de cargo.
4. De la que se pueda deducir la culpabilidad del procesado.
5. Que se haya practicado en el juicio.
Los imputados gozan de una presunción iuris tamtum, por tanto en el
proceso ha de realizarse una actividad necesaria y suficiente para convertir
la acusación en verdad probada; las pruebas, para ser tales, deben
merecer la intervención judicial en la fase del juicio oral, cuya
obligatoriedad y publicidad impone la Constitución (art. 139.4), salvo los
supuestos de prueba anticipada y prueba preconstituida; asimismo, deben
haber posibilitado el principio de contradicción y haberse actuado -en lo que
respecta esencialmente a la obtención de fuentes de prueba- con
escrupuloso respeto a las normas tuteladoras de los derechos
fundamentales, pues de lo contrario son de valoración prohibida.
Para que pueda aceptarse el principio de presunción de inocencia es
necesario que de lo actuado en la instancia se aprecie un vacío o una
notable insuficiencia probatoria, debido a la ausencia de pruebas, a que las

15
San Martín Castro Cesar Derecho Procesal Penal lima Editorial Grijley. 1999. P. 69.

14
practicadas hayan sido obtenidas ilegítimamente o que el razonamiento de
inferencia sea ostensiblemente absurdo o arbitrario; debiendo decaer
cuando existan pruebas bien directas o de cargo, bien simplemente
indiciarías con suficiente fiabilidad inculpatoria.
Otro significado, en orden al onus probandi, es que la necesidad de afirmar
la certeza de los cargos objeto de acusación -lo que importa que la duda y
aun la probabilidad descarta la imposición de una sentencia condenatoria-
recae materialmente sobre el Fiscal, en cuanto titular de la acusación
pública. Es el Ministerio Público quien habrá de reunir aquella suficiente y
necesaria actividad probatoria para destruir la presunción de inocencia; por
ello se define a la presunción de inocencia como un derecho reaccional. Por
lo demás, acreditada la imputación hecha valer por el Fiscal, corresponde al
imputado, en caso lo sostenga, probar los hechos impeditivos, extintivos o
excluyentes de la responsabilidad penal16.
Finalmente, el axioma que impide la pena sin una sentencia judicial que la
ordena, ha fundado correctamente la pretensión de que durante el curso del
procedimiento el imputado no pueda ser tratado como un culpable. La idea
central del tratamiento como inocente se vincula, al carácter restrictivo de las
medidas de coerción en el proceso penal. La existencia de dichas medidas no
significa que al imputado se le pueda anticipar una pena durante el
procedimiento, de suerte que la limitación procesal de derechos
fundamentales tiene como fundamento legítimo asegurar la realización del
proceso de conocimiento -averiguación de la verdad-para actuar la ley
sustantiva o para asegurar la ejecución efectiva de la sentencia, bajo la
vigencia del principio de proporcionalidad, cuyo juicio de ponderación exige,
entre otros requisitos, principio de prueba y necesidad insoslayable de
restringir un derecho fundamental en aras de asegurar un fin legítimo del
proceso penal.
En el ámbito supranacional como hemos visto el artículo 8.2 de la Convención
Americana establece que "toda persona inculpada de delito tiene derecho a

16
RIVES SEVA Alfonso Pablo: La prueba en el proceso penal Aranzadi, Pamplona, 1996, p. 32.

15
que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad".
En cuanto a su contenido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
precisado que "el principio de la presunción de inocencia, tal y como se
desprende del artículo 8.2 de la Convención, exige que una persona no pueda
ser condenada mientras no exista prueba plena de su responsabilidad penal. Si
obra contra ella prueba incompleta o insuficiente, no es procedente condenarla,
sino absolverla" .
Similar interpretación ha realizado la Corte Constitucional de Colombia sobre el
contenido de la presunción de inocencia. En este sentido ha señalado que se
trata de uno de los derechos más importantes con los que cuenta todo
individuo y que para desvirtuarla "es necesario demostrar la culpabilidad de la
persona con apoyo de pruebas fehacientes debidamente controvertidas, dentro
de un esquema que asegure la plenitud de las garantías procesales sobre la
imparcialidad del juzgador y la íntegra observancia de las reglas
predeterminadas en la ley para la indagación y esclarecimiento de los hechos,
la práctica, discusión y valoración de las pruebas y la definición de
responsabilidades y sanciones".
En este sentido, la Corte Constitucional Colombia ha señalado que la simple
actuación probatoria a cargo del fiscal o del juez no basta para desvituar la
presunción de inocencia, ya que tal situación sólo es posible si las acciones
que lleva a cabo el Estado garantizan el pleno ejercicio del derecho de defensa
del acusado. Si la prueba se produce sin que pueda ser conocida o
controvertida por parte del acusado, ella no puede servir como fundamento de
ningún pronunciamiento judicial condenatorio.
Para el cumplimiento de tales objetivos, la Corte Constitucional de Colombia ha
considerado especialmente importante respetar el derecho de defensa, lo cual
implica comunicar oportunamente a una persona los motivos por los cuales se
le inicia un proceso penal. En este sentido ha señalado:

16
"El derecho a la presunción de inocencia, que acompaña a toda persona hasta
el momento en que se le condene en virtud de una sentencia en firme (...), se
vulnera si no se comunica oportunamente la existencia de una investigación
preliminar a la persona involucrada en los hechos, de modo que ésta pueda
ejercer su derecho de defensa, conociendo y presentando las pruebas
respectivas. La inocencia como valor individual comprende su defensa
permanente, la cual mal puede diferirse a un momento lejano luego de que el
Estado sin conocimiento del imputado y por largo tiempo haya acumulado en
su contra un acervo probatorio que sorprenda y haga difícil su defensa (...)".
Una de las situaciones que afecta con mayor frecuencia la presunción de
inocencia es la prolongación excesiva de la detención preventiva. Al respecto,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que esta situación,
además de lesionar el derecho a la libertad personal, transgrede también el
derecho a la presunción de inocencia, del cual goza toda persona que se
encuentre involucrada en un proceso de investigación penal.
Este tema ha sido abordado en reiteradas oportunidades por el Tribunal
Constitucional del Perú. En sus decisiones relacionadas con el vencimiento del
plazo legal de la detención judicial, el Tribunal Constitucional ha señalado que
la medida cautelar de detención no debe durar más del tiempo que sea
necesario para el logro de los fines de la investigación. Para el Tribunal, si la
detención pudiera mantenerse todo el tiempo que dura el proceso, no obstante
que adolece de dilación indebida, "dicha situación contravendría el adecuado
ejercicio de la potestad judicial coercitiva que tiene como fundamentos y límites
el derecho a la presunción de inocencia que le asiste al procesado, tal como lo
reconoce el artículo 2º inciso 24º literal eº de la Constitución y a que su
proceso se desarrolle en un plazo que pueda considerarse razonable, como lo
ha previsto el artículo 9º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos"
Al igual que por imperio del derecho a la presunción de inocencia, el
encarcelamiento preventivo no se ordenará sino cuando sea estrictamente

17
necesario para asegurar que el proceso se pueda desarrollar sin obstáculos
hasta su finalización, cuando la sentencia con que culmine no deje de merituar
ninguna prueba (ni sufra la adulteración de alguna) por obra del procesado, y
cuando se cumpla efectivamente la pena que ella imponga.
Por la misma razón (la presunción de inocencia), tampoco podrá prolongarse
más de lo estrictamente indispensable para que el proceso se desenvuelva y
concluya con una sentencia definitiva, mediante una actividad diligente de los
órganos jurisdiccionales especialmente estimulada por la situación de privación
de la libertad de un presunto inocente, y sin que pueda pretenderse la
ampliación de aquel término argumentándose que se mantienen los peligros
para los fines del proceso o la concurrencia de cualquier clase de
inconvenientes prácticos (todos los imaginables deben estar comprendidos en
el término límite), ni mucho menos con argumentos que encubran o pretendan
justificar la incuria o displicencia de los funcionarios responsables.
No obstante el desarrollo del derecho fundamental a la presunción de
inocencia, es pertinente hacer algunas precisiones adicionales a efectos de una
cabal comprensión y tutela del derecho en mención. En primer lugar, se quiere
decir que, como todo derecho fundamental, el derecho a la presunción de
inocencia tiene un doble carácter. Esto es, que no solamente es un derecho
subjetivo, sino también una institución objetiva dado que comporta
determinados valores inherentes al ordenamiento constitucional.
Por otro lado, el derecho fundamental a la presunción de inocencia no es un
derecho absoluto sino relativo. De ahí que, en nuestro ordenamiento, se
admitan determinadas medidas cautelares personales –como la detención
preventiva o detención provisional–, sin que ello signifique su afectación, “(...)
porque tales medidas sirven precisamente para esclarecer el hecho reprochado
y por ello son imprescindibles para llevar a cabo un procedimiento penal
orientado en principios propios de un Estado de derecho” 17; siempre, claro está,
que tales medidas sean dictadas bajo criterios de razonabilidad y
17
HAAS, Evelyn. «Las garantías constitucionales en el procedimiento penal alemán». Ponencia
presentada en el XII encuentro de Presidentes y Magistrados de los Tribunales Constitucionales y Salas
Constitucionales de América Latina, realizado en Punta del Este (Uruguay), del 10 al 14 de octubre de
2005. pp. 4-5.

18
proporcionalidad. Parte de esa relatividad del derecho a la presunción de
inocencia se vincula también con que dicho derecho incorpora una presunción
iuris tántum y no una presunción absoluta; de lo cual se deriva, como lógica
consecuencia, que la presunción de inocencia puede ser desvirtuada o
destruida mediante una mínima actividad probatoria.
Finalmente agrega CATACORA que “Tanto el principio de presunción de
inocencia como el indubio pro reo son manifestaciones del favor reiii[xiv], pues
ambos inspiran al proceso penal de un Estado democrático y su actuación de
éstos se realiza en diversas formas”
Sin embargo muchas veces la presunción de inocencia, bajo una inexacta
interpretación ha sido aplicable sólo ante la duda, es decir bajo el indubio pro
reo, es por ello que me permito hacer algunas aclaraciones al respecto.
La presunción de inocencia como derecho fundamental es un logro del derecho
moderno, mediante el cual todo inculpado durante el proceso penal es en
principio inocente sino media sentencia condenatoria. La sentencia
condenatoria sólo podrá darse si de lo actuado en el proceso penal se
determina con certeza que el sujeto realizó los hechos que se le imputan. De
no probarse que lo hizo o ante la existencia de duda, debe resolverse conforme
lo más favorable al acusado (indubio pro reo). “Para que pueda aceptarse el
principio de presunción de inocencia es necesario que de lo actuado en la
instancia se aprecie un vacío o una notable insuficiencia probatoria, debido a la
ausencia de pruebas, o que las practicadas hayan sido obtenidas
ilegítimamente.”
El indubio pro reo actúa como norma de interpretación. La Constitución de
1993 en su artículo 139.11, dice: "la aplicación de lo más favorable al reo en
caso de duda o de conflicto entre leyes penales"; igualmente dicho postulado
es recogido por el artículo 6º del Código Penal. Así, debe aplicarse el principio
del indubio pro reo donde exista duda acerca de la culpabilidad del acusado.
Pero, debemos de añadir que cuando existe absolución en determinados
delitos, sean actos graves o leves, no siempre se satisface a la opinión pública.
Esto pone muchas veces en tela de juicio, la imparcialidad de los encargados
de administrar justicia (Jueces o Fiscales), pero es preferible, a nuestro

19
parecer, soportar las críticas de un fallo errado, que condenar a un inocente,
que sufriría prisión indebida con el consecuente deterioro personal, moral y
familiar. Como corolario se puede señalar que la presunción de inocencia es
una garantía fundamental, por el cual se considera inocente al procesado
mientras no exista medio de prueba convincente que demuestre lo contrario;
mientras que el indubio pro reo actúa como elemento de valoración probatoria,
puesto que en los casos donde surja duda razonable, debe absolverse. Es
decir, la presunción de inocencia opera en todos los procesos. El indubio pro
reo, solo en aquellos en que aparezca duda razonable.

V. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LA ETAPA DEL


JUZGAMIENTO.

Aspecto importante en la sentencia, es la apreciación de las pruebas para


formar convicción en el Juzgador. Para ello hay que tener en cuenta que el
derecho constitucional a la presunción de inocencia es la primera y principal
garantía que el procedimiento penal otorga al ciudadano acusado. Constituye
un principio fundamental de la civilización que tutela la inmunidad de los no
culpables pues en un Estado Social y Democrático de Derecho es esencial que
los inocentes estén en todo caso protegidos frente a condenas infundadas,
mientras que es suficiente que los culpables sean generalmente castigados. La
condena de un inocente representa una quiebra absoluta de los principios
básicos de libertad, seguridad y justicia que fundamentan el contrato social y es
por ello por lo que el derecho constitucional a la presunción de inocencia
constituye el presupuesto básico de todas las demás garantías del proceso.
Sin embargo, el principio de presunción de inocencia debe ser destruido, en
términos de acreditarse fehacientemente el delito la responsabilidad penal
dentro de un proceso con garantías, para así dar pase, a la aplicación de las
sanciones penales. 
En tal sentido, como regla del juicio, el principio de presunción de inocencia
impone a la acusación la carga de la prueba por encima de cualquier duda
razonable. Es decir, se debe constatar la concurrencia de una suficiente prueba

20
de cargo, lícitamente practicada. Y como sabemos, únicamente pueden
considerarse auténticas pruebas -que vinculan al juzgador en la Sentencia-, las
practicadas en el acto del juicio oral, que constituye la fase estelar y
fundamental del proceso penal donde culminan las garantías de oralidad,
publicidad, concentración, inmediación, igualdad y dualidad de partes, de forma
que la convicción del Juez o Tribunal que ha de dictar Sentencia se logre en
contacto directo con los medios probatorios aportados a tal fin por las partes.
Lo que a su vez da a entender, que las diligencias practicadas en la Instrucción
no constituyan, en sí mismas, pruebas de cargo, sino únicamente actos de
investigación cuya finalidad específica no es propiamente la fijación definitiva
de los hechos, sino la de preparar el juicio proporcionando a tal efecto los
elementos necesarios para la acusación y para la defensa, claro esta, con
excepción de las pruebas preconstituidas y las pruebas anticipadas, siempre
que se hayan practicado con todas las formalidades que la Constitución y el
ordenamiento procesal establecen y que sean efectivamente reproducidas en
el juicio oral en condiciones que permitan a la defensa del acusado someterlas
a contradicción. 
La doctrina del Tribunal Constitucional español ha admitido la eficacia
probatoria de las diligencias sumariales en los casos de la prueba
preconstituida y anticipada, que incluye en determinados supuestos la
posibilidad y licitud de reemplazar la prueba testifical que no puede practicarse
en el juicio por la lectura de las declaraciones sumariales: se trata de los casos
en que el testigo haya fallecido, o se encuentre en el extranjero, fuera de la
jurisdicción del Tribunal, no siendo factible lograr su comparecencia, o bien
cuando se encuentra en ignorado paradero, habiendo resultado infructuosas
las diligencias practicadas para su citación en forma legal y fallidas las
gestiones policiales realizadas para su localización .
VI. LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LAS SENTENCIAS DEL
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.

Se ha señalado en anterior oportunidad (cf. STC 0618-2005-PHC/TC, FF.JJ. 21


y 22) que el derecho fundamental a la presunción de inocencia, en tanto que

21
presunción iuris tántum, implica que “(...) a todo procesado se le considera
inocente mientras no se pruebe su culpabilidad: vale decir, hasta que no se
exhiba prueba en contrario. Rige desde el momento en que se imputa a alguien
la comisión de un delito, quedando el acusado en condición de sospechoso
durante toda la tramitación del proceso, hasta que se expida la sentencia
definitiva”. De igual forma, se ha dicho (vid. STC 2915-2004-PHC/TC, FJ 12)
que “la presunción de inocencia se mantiene ‘viva’ en el proceso penal siempre
que no exista una sentencia judicial que, como corolario del cauce
investigatorio llevado a cabo con las garantías inherentes al debido proceso,
logre desvirtuarla (...)”.
 En cuanto a su contenido, se ha considerado que el derecho a la presunción
de inocencia (cf. STC 0618-2005-PHC7TC, FJ 22) comprende: “(...) el principio
de libre valoración de la prueba en el proceso penal que corresponde actuar a
los Jueces y Tribunales; que la sentencia condenatoria se fundamente en
auténticos hechos de prueba, y que la actividad probatoria sea suficiente para
generar en el Tribunal la evidencia de la existencia no sólo del hecho punible,
sino también la responsabilidad penal que en él tuvo el acusado y así
desvirtuar la presunción”.

VII. CASUÍSTICA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.

A. ESTUDIO A LA SENTENCIA.

En el EXP. N.° 10107-2005-PHC/TC, el colegiado tuvo como fallo declarar


INFUNDADA la demanda, posición a la cual estamos de acuerdo.
Primero hay que destacar que esta sentencia como veremos más adelante
inserta los alcances primordiales de este principio, porque no solo lo interpreta
a nivel constitucional y supranacional sino que da los alcances y límites de
este principio.
La sumilla de esta sentencia: Se expresa que el derecho a la presunción de
inocencia tiene un doble carácter: subjetivo y objetivo. Asimismo, se precisa que no es
un derecho absoluto sino relativo; en tal sentido, nuestro ordenamiento, admite

22
determinadas medidas cautelares personales, sin que ello signifique su afectación (FJ 6
y 7).
NONI CADILLO LÓPEZ, interpuso Recurso de habeas corpus contra la
resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura,
de fojas 71, su fecha 19 de octubre de 2005, que declara infundada la
demanda de autos.
El argumento de NONI CADILLO LÓPEZ, era que la sentencia de la sala penal
afectaba sus derechos fundamentales a la libertad personal, al debido proceso,
a la presunción de inocencia, a no ser condenado en ausencia y el principio in
dubio pro reo.
La sentencia se pronuncia y desarrolla los alcances de todos los principios
enumerados, nosotros solo nos pronunciaremos por la presunción de
inocencia, cuando uno afirma un hecho tiene que probarlo y el sentenciado no
ha probado su inocencia en el delito de tráfico ilícito de drogas. Se tiene como
antecedente sustancial en este caso el hecho que con fecha 23 de setiembre
de 2005, el Cuarto Juzgado Penal de Piura declara infundada la demanda
argumentando que, en el proceso penal seguido contra el recurrente, se ha
respetado su derecho al debido proceso, y que la Sala ha determinado la
responsabilidad penal de todos los procesados, inclusive del ausente David
López Silva o Isaías Aira Vásquez, Con fecha 19 de octubre de 2005, la
recurrida confirma la apelada considerando que existe una alta probabilidad de
que se condene al acusado ausente, una vez que sea capturado, y que, de ser
este el caso, se estaría configurando la agravante establecida en el artículo
297.º, inciso 6, del Código Penal, con lo cual no se vulneran los derechos del
accionante.
El demandante alega que procede la adecuación del tipo penal previsto en el
artículo 297.º, inciso 6, del Código Penal al tipo base, en la medida en que, al
estar ausente el tercer imputado, no puede sostenerse que el delito haya sido
cometido por tres personas, sino por dos; de lo contrario, se estaría afectando
el derecho a la presunción de inocencia de aquella persona que está ausente
en el proceso penal, toda vez que esta no ha sido sentenciado.

23
A nuestro criterio esta defensa no esta acorde con el principio que tan
largamente hemos estudiado como vemos tanto el demandante como Jorge
Acosta Huamán fueron condenados por la comisión del delito de tráfico ilícito
de drogas, reservándose el proceso a David López Silva o Isaías Aira Vásquez
(ff. 8 y 9) el hecho de que el juez penal haya ordenado la reserva del proceso
de este último se sustenta en que existen evidencias suficientes que, llegado el
momento, justificarán una condena; de lo contrario, se le habría absuelto.
Por ellos el demandante no prueba fehacientemente que se haya violado el
principio de presunción de inocencia.

B. TEXTO DE LA SENTENCIA.

EXP. N.° 10107-2005-PHC/TC


PIURA
NONI CADILLO LÓPEZ
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Piura, a los 18 días del mes de enero de 2006, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados García Toma, Alva Orlandini y
Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

I. ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Noni Cadillo López
contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de Piura, de fojas 71, su fecha 19 de octubre de 2005, que declara infundada la
demanda de autos.

II. ANTECEDENTES
1.      Demanda
Con fecha 16 de setiembre de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra los vocales de la Primera Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia de Piura, Juan Carlos Checkley Soria, Ofelia Mariel Urrego
Chuquihuanga y Óscar Wilfredo Álamo Rentería; por afectar sus derechos

24
fundamentales a la libertad personal, al debido proceso, a la presunción de
inocencia, a no ser condenado en ausencia y el principio in dubio pro reo.
Solicita que los emplazados emitan una nueva resolución que adecue el tipo
penal agravado en virtud del cual ha sido condenado (artículo 297.º inciso 6,
del Código Penal), al tipo penal base (artículo 296.º del Código Penal).
La demanda se fundamenta en lo siguiente:
-         El recurrente ha sido procesado y sentenciado por el delito de tráfico
ilícito de drogas, sobre la base del tipo penal previsto en el artículo 297.º, inciso
6, del Código Penal.
-         Se le ha aplicado la agravante sin que se configuren los requisitos para
ello, puesto que de la sentencia se desprende que se ha condenado solo a dos
personas (por existir un sujeto en calidad de ausente); y no a tres, que como
mínimo exige la norma para aplicar el tipo penal agravado.
-         Su solicitud de adecuación del tipo penal fue declarada improcedente por
los vocales demandados, lo que implica la vulneración de los derechos
fundamentales invocados en el petitorio de su demanda.
 2.      Investigación sumaria de hábeas corpus
 Con fecha 19 de setiembre de 2005, el Cuarto Juzgado Penal de Piura
dispone que se notifique a los vocales demandados a efectos de que
presenten sus respectivos descargos.
 -         El 20 de setiembre de 2005, se recibe el informe de descargo de los
vocales de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de la Justicia de Piura,
quienes señalan que se declaró improcedente la solicitud de adecuación del
tipo penal del recurrente, en razón de que, a pesar de que se había condenado
solo a dos de los procesados, se había reservado el juzgamiento respecto de
un tercero, con lo cual se configuraría el tipo penal agravado.
3.      Resolución de primer grado
 Con fecha 23 de setiembre de 2005, el Cuarto Juzgado Penal de Piura declara
infundada la demanda argumentando que, en el proceso penal seguido contra
el recurrente, se ha respetado su derecho al debido proceso, y que la Sala ha
determinado la responsabilidad penal de todos los procesados, inclusive del
ausente David López Silva o Isaías Aira Vásquez, lo que no vulnera el principio

25
de presunción de inocencia dado que al ausente se le ha reservado el
juzgamiento.
4.      Resolución de segundo grado
 Con fecha 19 de octubre de 2005, la recurrida confirma la apelada
considerando que existe una alta probabilidad de que se condene al acusado
ausente, una vez que sea capturado, y que, de ser este el caso, se estaría
configurando la agravante establecida en el artículo 297.º, inciso 6, del Código
Penal, con lo cual no se vulneran los derechos del accionante.

III. FUNDAMENTOS
Precisión del petitorio de la demanda de hábeas corpus
 1.      La cuestión central a dilucidar en el presente caso es si procede la
adecuación del tipo penal por el cual ha sido condenado el recurrente (artículo
297.º, inciso 6, del Código Penal), al tipo penal base (artículo 296.º del Código
Penal), toda vez que en el proceso penal se ha sentenciado a dos de los
inculpados, mientras que a uno de ellos se le ha reservado el proceso.
 El derecho fundamental a la presunción de inocencia
 2.      En el Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos, el
derecho a la presunción de inocencia aparece considerado en el artículo 11.1
de la Declaración Universsal de los Derechos Humanos, en el sentido de que
“Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en
el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.
(...)”. De igual modo, el citado derecho es enfocado en el artículo 14.2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. En relación con esta última, “ (...) la
Corte ha afirmado que en el principio de presunción de inocencia subyace el
propósito de las garantías judiciales, al afirmar la idea de que una persona es
inocente hasta que su culpabilidad es demostrada”.
3.      En concordancia con estos instrumentos internacionales de protección de
los derechos humanos, el artículo 2.º, inciso 24, de la Constitución establece
que “Toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado

26
judicialmente su responsabilidad”. De esta manera, el constituyente ha
reconocido la presunción de inocencia como un derecho fundamental. El
fundamento del derecho a la presunción de inocencia se halla tanto en el
principio-derecho de dignidad humana (“La defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, artículo
1.° de la Constitución), así como en el principio pro hómine.
4.      Se ha señalado en anterior oportunidad (cf. STC 0618-2005-PHC/TC,
FF.JJ. 21 y 22) que el derecho fundamental a la presunción de inocencia, en
tanto que presunción iuris tántum, implica que “(...) a todo procesado se le
considera inocente mientras no se pruebe su culpabilidad: vale decir, hasta que
no se exhiba prueba en contrario. Rige desde el momento en que se imputa a
alguien la comisión de un delito, quedando el acusado en condición de
sospechoso durante toda la tramitación del proceso, hasta que se expida la
sentencia definitiva”. De igual forma, se ha dicho (vid. STC 2915-2004-PHC/TC,
FJ 12) que “la presunción de inocencia se mantiene ‘viva’ en el proceso penal
siempre que no exista una sentencia judicial que, como corolario del cauce
investigatorio llevado a cabo con las garantías inherentes al debido proceso,
logre desvirtuarla (...)”.
5.      En cuanto a su contenido, se ha considerado que el derecho a la
presunción de inocencia (cf. STC 0618-2005-PHC7TC, FJ 22) comprende: “(...)
el principio de libre valoración de la prueba en el proceso penal que
corresponde actuar a los Jueces y Tribunales; que la sentencia condenatoria se
fundamente en auténticos hechos de prueba, y que la actividad probatoria sea
suficiente para generar en el Tribunal la evidencia de la existencia no sólo del
hecho punible, sino también la responsabilidad penal que en él tuvo el acusado
y así desvirtuar la presunción”.
6.      No obstante el desarrollo del derecho fundamental a la presunción de
inocencia, es pertinente hacer algunas precisiones adicionales a efectos de una
cabal comprensión y tutela del derecho en mención. En primer lugar, se quiere
decir que, como todo derecho fundamental, el derecho a la presunción de
inocencia tiene un doble carácter. Esto es, que no solamente es un derecho

27
subjetivo, sino también una institución objetiva dado que comporta
determinados valores inherentes al ordenamiento constitucional.
7.      Por otro lado, el derecho fundamental a la presunción de inocencia no es
un derecho absoluto sino relativo. De ahí que, en nuestro ordenamiento, se
admitan determinadas medidas cautelares personales –como la detención
preventiva o detención provisional–, sin que ello signifique su afectación, “(...)
porque tales medidas sirven precisamente para esclarecer el hecho reprochado
y por ello son imprescindibles para llevar a cabo un procedimiento penal
orientado en principios propios de un Estado de derecho”; siempre, claro está,
que tales medidas sean dictadas bajo criterios de razonabilidad y
proporcionalidad. Parte de esa relatividad del derecho a la presunción de
inocencia se vincula también con que dicho derecho incorpora una presunción
iuris tántum y no una presunción absoluta; de lo cual se deriva, como lógica
consecuencia, que la presunción de inocencia puede ser desvirtuada o
destruida mediante una mínima actividad probatoria.
Análisis del caso concreto
 8.      En el presente caso, el demandante alega que procede la adecuación del
tipo penal previsto en el artículo 297.º, inciso 6, del Código Penal al tipo base,
en la medida en que, al estar ausente el tercer imputado, no puede sostenerse
que el delito haya sido cometido por tres personas, sino por dos; de lo
contrario, se estaría afectando el derecho a la presunción de inocencia de
aquella persona que está ausente en el proceso penal, toda vez que esta no ha
sido sentenciado. Tal argumento no es compartido por este Colegiado. Como
ya se señaló anteriormente, el derecho a la presunción de inocencia no
comporta una presunción absoluta, sino una presunción iuris tántum. Por eso
mismo, tal presunción puede quedar desvirtuada sobre la base de una mínima
actividad probatoria. En el caso concreto, tanto el demandante como Jorge
Acosta Huamán fueron condenados por la comisión del delito de tráfico ilícito
de drogas, reservándose el proceso a David López Silva o Isaías Aira Vásquez
(ff. 8 y 9). A juicio de este Colegiado, el hecho de que el juez penal haya
ordenado la reserva del proceso de este último se sustenta en que existen
evidencias suficientes que, llegado el momento, justificarán una condena; de lo

28
contrario, se le habría absuelto, toda vez que lo que la Constitución (artículo
139.º, inciso 12) prohíbe es que una persona sea condenada en ausencia, mas
no que sea absuelta. En consecuencia, no se advierte la alegada violación de
los derechos fundamentales invocados por el demandante.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le
confiere la Constitución Política del Perú

 HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda.
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI
LANDA ARROYO

VIII. CASUÍSTICA DE LA CORTE INTERAMERICANA.

Uno de los casos más controversiales de la justicia peruana es el proceso de la


ciudadana norteamericana LORI BERENSON, que fuera hallada culpable de
terrorismo en la modalidad de colaboración y absuelta en la figura jurídica de
asociación ilícita en agravio del Estado.
Ella, desde que arribó a Perú en 1994, estuvo vinculada al denominado
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
A principios de 1995 fue detenida en un operativo policial junto con otros
elementos buscados por la ley, cuando presuntamente hacían planes para
tomar el Congreso de la República y canjear a congresistas por emerretistas en
prisión.
En una primera sentencia dada por los llamados "Tribunales sin Rostro", de
acuerdo a la legislación vigente para juzgar por el fuero militar a los terroristas,
Berenson Mejia fue sentenciada a cadena perpetua por el delito de traición a la
Patria. Empero, años después, la causa fue elevada a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH), la cual recomendó al Gobierno peruano un

29
nuevo juicio por la vía civil, considerando que por ser una ciudadana extranjera
no podía considerarse el delito de traición a la Patria.
En marzo del 2001, con el Gobierno transitorio, su caso se reabrió de acuerdo
a la sugerencia de la CIDH y tres meses después, en la cual se realizaron 32
audiencias bajo fuertes medidas de seguridad y en el interior de la prisión, el
tribunal dictó la sentencia.
El 19 de julio de 2002 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
sometió a la Corte una demanda contra la República del Perú, la cual se originó
en la denuncia No. 11.876, recibida en la Secretaría de la Comisión el 22 de
enero de 1998. Se ha sentenciado en el 2004.
Respecto a la sentencia18, se declaro por unanimidad, que el Estado Peruano
había violado en perjuicio de Lori Berenson diversos artículos de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ratificó la sentencia de 20 años
de prisión para la estadounidense Lori Berenson dictada por la justicia peruana
en un segundo juicio realizado por el fuero civil en el año 2002 por el delito de
colaboración con el terrorismo.
Con seis votos a favor y uno en contra, el organismo supranacional rechazó la
demanda de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de
someter a la emerretista a un nuevo proceso.
En el proyecto de demanda se pretendía ordenar al Perú liberar a Berenson
Mejía, asi como a pagar dos millones y medio de dólares por concepto de
indemnización debido al juicio militar al que fue sometida y por su reclusión en
el penal de Yanamayo.
La Corte, no obstante, pedirá al Estado peruano pagar 30 mil dólares a la
terrorista por los gastos que le generó llevar su caso a las instancias
internacionales. Dicha deuda ha sido condonada.
Respecto a la corte, la CIDH es un órgano que pertenece –no a una
internacional del terror- sino a la OEA, es decir, a una organización de Estados,
incluido el nuestro. Y por eso mismo son los Estados los que eligen a los
18
Texto amplio de la Sentencia, lo podemos apreciar en las siguientes paginas web:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_119_esp.pdf
Interpretación de la Sentencia:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_128_esp.pdf

30
miembros de la Corte. Entonces, si los miembros de la Corte son pro
terroristas, quiere decir que también lo son los Estados de la OEA.
Como señala Ernesto de la jara de la asociación justicia viva, si tenemos
problemas con los juicios y condenas por terrorismo no es por culpa de la Corte
sino de nosotros, por lo que se hizo en el país en la materia durante la década
de los 90. Si se ha tenido que volver a juzgar a gran parte de los senderistas y
emerretistas, fue porque Fujimori decidió hacer cosas como controlar el Poder
Judicial, crear tribunales militares sin rostro, hacer de la tortura medio habitual
de investigación, desvirtuar conceptos como el de traición a la patria y así
podríamos seguir mencionando todo lo que ha hecho facilísimo cuestionar
juicios y condenas desde el punto de vista jurídico, nacional e
internacionalmente.
Frente a si es jurídicamente posible salirse de la competencia de la Corte,
como antes lo hizo Fujimori, habría que recordar que ya en esa oportunidad
(setiembre de 1999) la CIDH declaró que era “inadmisible”, considerando que:
“No existe en la Convención norma alguna que expresamente faculte a los
Estados Partes a retirar su declaración de aceptación de la competencia
obligatoria de la Corte, y tampoco el instrumento de aceptación por el Perú de
la competencia de la Corte, de fecha 21 de enero de 1981, prevé tal
posibilidad”.
La única posibilidad de retiro sería denunciando toda la Convención (artículo
78). Hecho que solo podría ser interpretado como señal de la
“desdemocratización” del país y de mucho rabo de paja que ocultar. Encima no
nos liberaría de ninguno de los casos actuales que nos preocupan, ya que la
denuncia solo surte efectos después de un año y solo respecto a los casos que
se planteen posteriormente.
CONCLUSIONES

 En el Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos, el


derecho a la presunción de inocencia aparece considerado en el artículo
11.1 de la Declaración Universsal de los Derechos Humanos, en el
sentido de que “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se

31
presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a
la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las
garantías necesarias para su defensa. (...)”.
 De igual modo, el citado derecho es enfocado en el artículo 14.2 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 8.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. En relación con esta
última, “ (...) la Corte ha afirmado que en el principio de presunción de
inocencia subyace el propósito de las garantías judiciales, al afirmar la
idea de que una persona es inocente hasta que su culpabilidad es
demostrada.
 El debido y oportuno respeto del precepto constitucional de presunción
de inocencia, garantiza la efectiva vigencia, asegurando la dignidad de
ciudadano presunto inocente.
 La presunción de inocencia es un derecho subjetivo, reconocido a nivel
internacional.
 Este derecho no solo alcanza al ámbito jurisdiccional, sino también a la
etapa preliminar y la investigación fiscal.
 Influye en el proceso penal, básicamente en lo que respecta a la
actividad probatoria; pues es necesario la existencia de pruebas plenas,
suficientes e idóneas sobre la responsabilidad del actor en la comisión
de un delito.

BIBLIOGRAFÍA
 LOPEZ GARRIDO, Diego y Otros. "Nuevo Derecho Constitucional
Comparado". Edit. Tirant lo blanch.Valencia, 2000.
 ORE GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Segunda
Edición. Edit. Alternativas. Lima, 1999.

32
 GOMEZ COLOMER, Juan-Luis. El proceso penal español. Edit. Tirant lo
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