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INTRODUCCIÓN
I. CONFLICTOS.
II. RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN EL AMBITO PENAL.
III. LA MEDIACIÓN.
IV. DIFERENCIAS ENTRE MEDIACIÓN PENAL Y MEDIACIÓN CIVIL.
V. LA MEDIACIÓN COMO MÉTODO ALTERNATIVO DE
RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN EL PROCESO PENAL.
MEDIACIÓN Y POLÍTICA CRIMINAL.
LA REPARACIÓN COMO FIN DE LA MEDIACIÓN O
CONCILIACIÓN.
NATURALEZA DE LA REPARACIÓN.
MODELOS DE REPARACIÓN
VI. DERECHO COMPARADO.
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
1
INTRODUCCIÓN
2
MEDIACIÓN EN EL PROCESO PENAL
I. CONFLICTOS.
1
Ezeizabarrena, Javier El Sistema Jurídico Español y Mexicano Mexico UNAM. 1999 P.93
3
la toma de decisiones de manejo interno con planteamientos y puntos específicos
que den prioridad a la construcción de estructuras políticas sólidas que cuenten
con la intervención específica de los actores del conflicto.
Es inherente a la naturaleza humana levantar barreras frente a los procesos que
consideran que no poseen sustentación legal, que son sumamente novedosos,
que no tienen utilidad práctica, que no entienden, o que sencillamente cambian
patrones de conducta sumamente arraigados.
4
La posición alemana, al respeto señala que entre los fines del proceso está la
obtención de la paz jurídica, y en igual sentido, se expresa la doctrina
latinoamericana, las cuales sostienen que la recuperación de la paz jurídica no se
adquiere solo con una pena sino, más bien, cuando el daño ha sido reparado.
Por otro lado, se ha indicado que la víctima en lo que generalmente está
interesada es en la reparación y no en la imposición de una pena al imputado.
Todo esto, en cierta forma, no es más que un rechazo o por lo menos una
intención para disminuir el uso de la sanción penal, lo cual a su vez es una
exigencia del derecho penal mínimo y del principio de ultima ratio.
El jurista de Costa Rica, Javier Llobet Rodríguez señala que en la actualidad
existe una tendencia en el derecho comparado a darle relevancia a la conciliación
entre el autor de un hecho delitual y la víctima como premisa para sobreseer la
causa penal.
Entendiéndose que con tal esquema de resolver el conflicto se promueve la
reparación y con ello se tiene un efecto resocializante, ya que se obliga al autor a
enfrentarse a las consecuencias de su hecho y a conocer los intereses legítimos
de la víctima, siendo importante destacar que tal reparación puede ser un acto
simbólico con lo cual también se ven la cara autor-víctima en un diálogo frente a
su problema2.
Algunos tratadista han querido ubicar la aplicación del principio de oportunidad
como una figura jurídica de solución del conflicto alternativa al juicio, sin embargo
el principio de oportunidad lo que supone es la facultad discrecional que tiene el
ministerio público de poner o no poner en práctica la persecución penal por falta
de interés y por razones de política criminal.
En esta institución a diferencia de las otras señaladas, no se le exige al imputado
que haga algo a cambio del sobreseimiento de la causa, aquí no hay un cara a
cara entre autor-víctima que exprese una conciliación propiamente dicha como en
2
Garrido Jhon Nuevas soluciones al conflicto penal: alternativas al juicio en la Rep. Dominicana En Derecho
Penal Online (revista electrónica de doctrina y jurisprudencia en línea). 2007. Disponible en Internet: http://
www.derechopenalonline.com).
5
las demás figuras jurídicas, por lo que no se trata entonces de una solución que
produzca la paz social.
Al contrario lo que hay es la falta de importancia de ese conflicto debido a su poca
dañosidad al bien jurídico tutelado o porque no compromete gravemente el interés
público, así como la falta también de relevancia con relación a otros hechos de
mayor importancia, los cuales se deban juzgar primero en el país o en el
extranjero.
En consecuencia, de lo que se trata es de aquellas formas de solución del
conflicto que parten de la conciliación imputado-víctima, las cuales si llegan a un
acuerdo al respeto, suponen una forma de reparación del daño, no ya en el
sentido del derecho civil, sino de la búsqueda de la paz jurídica a través del
derecho penal.
CONCILIACIÓN EN EL ÁMBITO DE PROTECCIÓN FRENTE A LA VIOLENCIA
FAMILIAR
La conciliación también ha sido utilizada como un mecanismo alternativo orientado
a la solución de problemas familiares, que tiene por objeto la solución del conflicto
y la promoción del fortalecimiento de los lazos familiares entre cónyuges, padres y
familiares.
En este caso la citación al agresor se efectúa bajo apercibimiento de ser
denunciado por delito de resistencia o desobediencia a la autoridad, a fin de
obligarlo a comparecer.
Sin embargo, en el proceso de conciliación las partes son libres de arribar o no a
un acuerdo, pues finalmente de ellas depende el resultado de la conciliación.
Si se llega a un acuerdo éste tendrá el mismo efecto que la sentencia que tiene la
autoridad de cosa juzgada y por ello el incumplimiento de la conciliación concede
al Fiscal el derecho de recurrir al Juez de Familia, para exigir judicialmente su
ejecución.
En lo que respecta a este tipo de conciliación no hay obligación por parte del fiscal
de formular una propuesta conciliatoria, a diferencia de lo que sucede con la
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conciliación judicial donde formular la propuesta constituye una obligación del
conciliador
III. LA MEDIACIÓN.
En principio se debe decir que no existe una mediación penal en sí misma, existe
sí, una mediación aplicada al campo del derecho penal. La mediación es el
proceso mediante el cual las partes que se encuentran confrontadas buscan la
solución al conflicto por sus propios medios, pero con la asistencia de un tercero
que es neutral y ajeno al conflicto, que únicamente facilita la comunicación entre
ellos y que maneja los elementos esenciales de la negociación para ayudarlos a
construir un acuerdo que satisfaga sus intereses, es decir, justo, posible y
verificable3.
En un procedimiento de mediación, un tercero neutral, el mediador, ayuda a las partes a
solucionar su controversia de manera mutuamente satisfactoria Cualquier acuerdo al que
lleguen las partes se formaliza en un contrato.
La experiencia muestra que los litigios en materia de propiedad intelectual suelen culminar
en un acuerdo. La mediación es un modo eficaz y económico de alcanzar ese resultado
manteniendo, y en ocasiones mejorando, la relación entre las partes.
Las características principales de la mediación son:
• La mediación es un procedimiento no obligatorio controlado por las partes
En una mediación, no se puede imponer una decisión a las partes. A diferencia del arbitro
o el juez, el mediador no toma decisiones. La función del mediador consiste en ayudar a
que las partes lleguen a un acuerdo sobre la solución de la controversia.
Es más, aun cuando las partes hayan convenido en someter una controversia a la
mediación, no están obligadas a continuar el procedimiento de mediación tras la
primera reunión si consideran que la continuación del procedimiento va en contra
de sus intereses.
3
Matul, Francisco. Módulo de métodos alternativos de resolución de conflictos aplicados a la función
policial. Madrid editorial Reus. 2002. P. 80.
7
No obstante, cuando han decidido recurrirá la mediación, las partes suelen participar
activamente en la misma.
Si deciden someter la controversia a mediación, las partes deciden con el mediador cómo
se llevará a cabo el procedimiento.
• La mediación es un procedimiento confidencial En una mediación, no se puede obligar
a las partes a divulgar información que deseen mantener confidencial. Cuando, a los fines
de solucionar la controversia, una parte opta por divulgar información confidencial o
reconoce ciertos hechos, en virtud del Reglamento de Mediación de la OMPI, esa
información no podrá ser divulgada fuera del contexto de la mediación, incluso si se lleva
el caso ante los tribunales o se somete a arbitraje.
En virtud del Reglamento de Mediación de la OMPl, la existencia y el resultado de la
mediación son también confidenciales.
El carácter confidencial de la mediación permite a las partes negociar de manera más libre
y productiva, sin temor a la publicidad.
• La mediación es un procedimiento basado en los intereses de las partes
Es evidente, que en éste nuevo siglo, la criminalidad ocupa los más amplios
espacios del pensar y del quehacer público y de las preocupaciones y demandas
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sociales más sentidas y reiteradas. Esta aseveración se ha repetido
constantemente.
En ella no hay nada novedoso; tampoco hay novedad en las formas y métodos
para comprender y combatir a la criminalidad. Lo nuevo, realmente, lo
encontramos en las manifestaciones, dimensiones, ámbitos y circunstancias de la
criminalidad moderna.
Nos dice Julio Alconada4 que quien haya vivido durante los últimos treinta o
cuarenta años, notará el cambio en su entorno. La criminalidad se ha hecho parte
de nuestras vidas, de lo cotidiano; hemos aprendido, paulatinamente, a vivir con
ella. Esta circunstancia resulta en sí misma, funesta.
Al incorporar los esquemas de la antisocialidad, en nuestras vidas de relación, lo
único que logramos es su tolerancia y, a veces, su justificación.
Es como acostumbrarse a vivir en medio de una guerra; hay generaciones de
países completos que así comprenden la vida. Sus decisiones, sus ambiciones,
sus retos, sus sueños e incluso lo más trivial, se asume en esa circunstancia
anormal y se convierte en forma de vida, aceptada con plena conformidad.
La capacidad de asombro y de indignación se anulan; los sistemas individuales y
colectivos de alerta, se adecuan a esa circunstancia emergente y abandonan su
real sentido de desarrollo humano y social. Las muestras de esto se encuentran,
entre otras formas, al encarar las noticias por cualquier medio: lo político, lo
económico, la educación o la salud, al lado de otros temas trascendentales, se
pierden, ante la "nota roja", la del “sensacionalismo”, la nota de la “criminalidad”.
Hoy se asume a la criminalidad como algo consustancial a la vida en comunidad.
Son generaciones "de guerra", que lo primero que deben aprender es que se
puede revertir el fenómeno de la incidencia y que deben alertarse e indignarse
ante ella y disminuir sensiblemente los niveles de tolerancia.-
4
Julio Alconada Resolución De Conflictos Y Mediación Penal Buenos Aires. Dirección Nacional de Política
Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación,2005. P.16
9
El fenómeno se "siente", se percibe y genera, junto a la realidad criminológica, la
"ideologización" del tema y su consiguiente "psicologisación"; esto es, el tema
criminal es asumido por el rejuego político de las sociedades y se convierte en
"bandera política", en causa eficiente de crítica y confrontación de las oposiciones
políticas hacia los gobiernos en funciones. Se radicalizan las posiciones y se
empieza a actuar desde las legislaturas o Parlamentos, con espasmos o
respuestas cada vez más estridentes o al menos, extravagantes.
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Para hacer una breve análisis comparativo, y de esa forma ilustrar mejor las ideas,
se pueden mencionar dos ejemplos muy diferenciados de modelos de política
criminal. El primero es el modelo autoritario, el cual se manifiesta en que el Estado
no restringe el uso del poder penal a los casos verdaderamente graves y sanciona
como delitos conductas de escasa relevancia social o persigue hechos que
pueden resolverse de mejor manera a través respuestas no penales. En este
punto adquieren especial relevancia los métodos alternativos de resolución de
conflictos que, en muchas ocasiones, brindan una respuesta más efectiva y
permiten que los recursos humanos y materiales del sistema de administración de
justicia se orienten hacia aquellos de mayor gravedad.
Otra expresión de un modelo de política criminal autoritaria es cuando la
persecución delictiva se orienta a perseguir a personas con características
predefinidas como tatuajes, extracción social, formas de vestir, conductas
sexuales, opción política o religiosa etcétera, lo cual no sino la manifestación de
un derecho penal de autor, en lugar de ocuparse de hechos externos que lesionen
bienes jurídicos de trascendencia social: la vida, la integridad física, la libertad, el
medio ambiente, etcétera, el cual es más coherente con una sociedad democrática
en donde se aplica un derecho penal del hecho, independientemente de la
persona que haya ejecutado una conducta que lesione bienes fundamentales.
La idea esencial de un modelo autoritario de política criminal, es aquél que
corresponde a un paradigma de “orden”, en el que todos los derechos y garantías
son supeditadas a respetar el orden impuesto, con lo que se han dado un
sinnúmero de violaciones de derechos humanos.
Las manifestaciones más concretas de un modelo autoritario son:
La falta de transparencia en el ejercicio del poder penal. El poder penal del Estado
es el derecho de castigar y/o restringir los derechos de los ciudadanos a través de
medidas violentas.
La existencia de un poder penal oculto. El cual se puede observar en aquellas
acciones de limpieza social, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y
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altos índices de impunidad en el que la corrupción y la ingerencia del crimen
organizado tienen mucho que ver.
El segundo modelo es el denominado modelo democrático, en este caso, se
debería partir de normas constitucionales para configurar un modelo de política
criminal, efectivo, pero con irrestricto respecto a los derechos humanos, en un
modelo que no conciba al Estado como un fin, sino como un medio que permita el
desarrollo social, la seguridad, la justicia y finalmente la paz.
En eso orden de ideas, Maihofer señala que: “Con ello al Estado le está asignada,
en relación a la persona, no una misión de dominio, sino de servicio; también toda
la autoridad del Estado sobre la persona ha de estar por ello fundamentada y
justificada en el servicio a la persona”5.
De aquí resulta un concepto instrumental de Estado, este ya no se presenta “como
un portador de un contenido trascendente, sino como una forma de
organización”(4) con un sentido específico, proteger a los habitantes de un país y
sus derechos fundamentales.
La política criminal no se puede apartar de este sentido, y el modelo ideal debe
también tener como fin la protección de la persona, fundamentalmente, a través de
dos mecanismos: a través de la prohibición de determinadas conductas con
amenaza de pena, siempre y cuando la amenaza vea efectivo cumplimiento,
porque de esta manera las personas se abstienen de realizar ciertos
comportamientos que lesionan bienes jurídicos fundamentales; y a través de las
penas, porque el Estado al ejercer con exclusividad la reacción frente al delito
previene la venganza individual o colectiva, protegiendo al mismo inculpado de
reacciones informales, arbitrarias, injustas o desproporcionadas.
De manera que en contraposición del modelo anterior, podemos citar como
principios rectores o fundamentales de un modelo democrático de política criminal,
los siguientes:
La transparencia en el ejercicio del poder penal, esto es la proscripción y lucha
contra el sistema penal oculto.
5
Werner Maihofer. Rechtsstaat und menschliche Würde, 1968. Pág. 44
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La restricción del uso del poder penal a los casos verdaderamente graves.
El irrestricto respeto al principio de legalidad, es decir, que no se pueden castigar
las conductas que no estén calificadas como delito por ley anterior a su
realización.
La limitación del derecho penal a las conductas lesivas de bienes jurídicos: nadie
puede ser perseguido por sus formas de ser o de pensar.
El reconocimiento de los principios de juicio previo y presunción de inocencia.
El trato humanitario a los presos.
Esto sin dejar de mencionar que la política criminal debe ser una que presente
opciones diversas para el tratamiento de diversos delitos, y en ello es
precisamente donde se configura la presencia de la mediación y conciliación en el
derecho penal, pues con ella se busca que los casos que no son de relevancia
social alta, sean tratados de forma distinta, aún por los mismos afectados e
interesados.
Diversos estudios estadísticos dan cuenta del gran porcentaje de casos de escasa
relevancia social que ingresan a diario el sistema de justicia penal, los cuales a la
larga, saturan el sistema y no se puede ser efectivo ni con ellos, ni con los de
impacto social.
No es justificable que el Estado siga gastando enormes cantidades de dinero en
perseguir delitos cuyos actores principales son dos personas que no logran
ponerse de acuerdo en situaciones que únicamente les afectan a ellos y cuyo
interés concreto es obtener una reparación, por lo regular pecuniaria, ante la
conducta lesiva ejecutada por el acusado.
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El criterio de oportunidad
La suspensión condicional de la persecución penal
El procedimiento abreviado
La base primordial de ellos es que la víctima haya recibido una reparación ante el
daño sufrido, es un requisito sine qua non, en el cual se alcanza beneficios como
la economía procesal en el más amplio sentido de la palabra pero además, se
logra la satisfacción de un interés concreto de la víctima.
La reparación consiste en la satisfacción completa de una ofensa, daño o injuria.
Es importante comprender que tanto “la mediación” como la “la conciliación” son
métodos por los cuales se pretende llegar a un “acuerdo” entre las partes
(consenso), los cuales deben llevar un contenido concreto que es “la reparación”,
es decir la satisfacción de los intereses de la víctima producidos por una ofensa o
un daño ocasionados por el victimario mediante su conducta criminalizada.
En el proyecto Alternativo sobre reparación penal, se define la reparación como la
compensación de las consecuencias del hecho, mediante una prestación
voluntaria del autor que sirve al reestablecimiento de la paz jurídica 6.
NATURALEZA DE LA REPARACIÓN
No existe unanimidad en cuanto a la naturaleza de la reparación dentro del campo
del Derecho Penal. Dependiendo del enfoque con el que se aborde el tema, así
podremos observar una naturaleza distinta asignada a la reparación. Veamos
algunos enfoques.
1. Desde el punto de vista victimológico
Se propugna por el interés del Estado en mejorar la condición o posición en que la
víctima ha quedado.
Así, lo más importante no es el reestablecimiento de la relación víctima - victimario
sino primordialmente, la obligatoriedad del Estado a intervenir prestando ayuda a
la víctima.
6
Proyecto alternativo AE – WGW, realizado por un grupo de profesores de derecho penal de Alemania,
Austria y Suiza
14
Este punto de vista surge con fundamento en la finalidad del Estado, cuya
legitimidad se alega esencialmente en la necesidad de brindar a la sociedad la
protección de sus derechos y de sus bienes; situación que no cumple a cabalidad
cuando se produce un delito contra las personas.
7
ELENA LARRAURI PIJOAN. La Reparación. Penas Alternativas a la Prisión. Guatemala. 2006. p. 172.
15
Los principales críticos de la corriente abolicionista señalan, entre otras, que
tienen que ver concretamente con la reparación como única consecuencia de la
comisión de un delito:
- Los conflictos criminalizados pueden ser diversos; por lo tanto hay algunos en los
que es aceptable la reparación como medida justa de resolver el conflicto; pero así
mismo hay algunos otros cuya gravedad y complejidad hacen inaceptable la
reparación como único mecanismo para resolver el mismo. Verbigracia los delitos
contra la vida, los delito sexuales contra menores de edad, entre otros.
- Al desaparecer toda forma coercitiva del Estado para dirimir los conflictos
criminalizados y dejarse a la sociedad la resolución de éstos, no existe garantía
alguna de que la sociedad no va a utilizar mecanismos más violentos para la
solución de dichos conflictos que la violencia estatal regulada hoy en día.
No obstante, incluso algunos críticos del abolicionismo, reconocen en la propuesta
abolicionista una naturaleza interesante de la reparación: una alternativa a
cualquier clase de coerción penal y no solamente a la cárcel; es decir que se le
atribuye una naturaleza total y absolutamente independiente de la pena y no como
una pena más.
MODELOS DE REPARACIÓN
Aún cuando existen muchos modelos de reparación, en este apartado nos
enfocaremos en los que nos interesan en esta ponencia:
La reparación como producto de la sentencia judicial. El cual no necesita
explicaciones.
La reparación como producto de procesos de mediación o conciliación. Este
modelo principalmente de uso europeo, contrario al anterior, contempla la
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reparación como producto de un proceso voluntario en el que las partes se ponen
de acuerdo en la forma de reparar el daño ocasionado por el acto antijurídico.
Por lo general, todos los casos penales que permiten la suspensión de la pena,
pueden ser derivados por el fiscal, siempre que la partes consientan, a los centro
de mediación.
En los centros de mediación las partes, con la ayuda de un mediador, pueden
arribar a un acuerdo de reparación del cual pueden retrotraerse en el término de
una semana. El acuerdo se plasma por escrito y se pone en conocimiento del
fiscal para que se abstenga de ejercitar la acción penal. El acuerdo de reparación
alcanzado no consta a efecto de antecedentes penales.
Este modelo contiene su mejor virtud en el hecho de que la reparación se obtiene
como producto de un proceso de mediación o conciliación al cual se le da mucha
importancia por permitir al ofensor confrontar el daño y, a la víctima expresar sus
sentimientos y comprender los del otro.
La regulación de la reparación en el marco jurídico guatemalteco. Hemos decidido
abordar, aunque de manera somera, las diversas ópticas desde las que puede
observarse la reparación dentro del campo del Derecho Penal para distinguir las
diversas opiniones sobre la naturaleza de la reparación. Para el qué hacer del
juez, podemos decir que las distintas formas de naturaleza atribuidas a la
reparación le proporcionan un amplio espectro de las utilidades que puede tener la
reparación. Asimismo planteamos los dos grandes modelos (justicia penal y
justicia reparadora) a través de los cuales se puede obtener la reparación dentro
del campo penal. Es necesario ahora puntualizar los distintos usos que se permite
la legislación guatemalteca y la forma que permite su alcance dentro del campo
del derecho penal.
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El responsable de un delito doloso o culposo, está obligado a reparar a la víctima
los años o perjuicios que le haya causado.”
Se establece que la reparación debe ser solicitada formalmente, en la vía penal,
por la persona legitimada para reclamar los daños o perjuicios ocasionados.
Queda a discreción del titular reclamar los daños y perjuicios dentro del proceso
penal o mediante una causa distinta en un proceso civil ante dicha jurisdicción.
Asimismo, se establece la facultad de que el actor civil, una vez formalizada su
participación dentro del proceso penal, renuncie o abandone dicha acción.
La responsabilidad civil es, sin embargo, independiente a la responsabilidad penal.
De tal suerte que la sentencia puede ser incluso absolutoria en el ámbito penal
pero condenatoria en cuanto a la responsabilidad civil.
La exención de responsabilidad penal no libera de la responsabilidad civil, a no ser
que el juez así lo estimare atendiendo a las circunstancias especiales del caso”.
Por ser producto de una sentencia judicial, la reparación impuesta como condena
en responsabilidades civiles debe cumplir con todas las formalidades que una
sentencia condenatoria en materia civil requiere y, si se ejercita dentro del proceso
penal, debe respetarse el debido proceso para que dicha condena sea válida.
Esta regulación es la más tradicional y, debiera dejarse únicamente para aquellos
casos en los que no es factible aplicar la mediación y la conciliación penal, o bien
cuando éstas han fracasado.
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reparación se le conoce con el nombre de reparación privada, no tanto porque
corresponde a delitos de acción privada, sino porque la reparación es un producto
de la voluntariedad de las partes y no un producto judicial.
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una formalidad especial al acuerdo y de alguna manera darle certeza jurídica al
mismo.
En los casos en que las partes acuden ante la o el funcionario de justicia a poner
en su conocimiento la existencia de un conflicto criminalizado y el acuerdo al que
ellos mismos han arribado directamente o con la ayuda de un tercero, se debe
conocer el acuerdo para determinar que no se viola ningún derecho humano
fundamental ni disposiciones constitucionales; y si se enmarca dentro de los
delitos a los que es factible aplicar un mecanismos de salida al proceso penal
común.
Es importante tener presente nuevamente los delitos a los que les es factible la
aplicación de un mecanismo de salida al proceso penal común, por lo que es
conveniente que la o el funcionario tenga claro dicho marco.
Por otro lado es también importante señalar que los conflictos sometidos a
conocimiento del juez de paz que se solucionan mediante un acuerdo de
reparación negociada directamente por las partes o con ayuda de un mediador
natural (líder comunitario, sacerdote, pastor evangélico, comadrona, etc.) debe
también ser incorporado mediante acta al proceso y no restársele la validez plena
que éste tiene, salvo que este viole derechos humanos fundamentales.
Contenido de la reparación
Uno de los puntos principales que la o el funcionario de justicia debe tener
presente al momento de realizar el proceso de mediación o conciliación penal, es
que su fin principal es el reestablecimiento de la paz social. De tal manera que la
reparación se constituye en un mecanismo por medio del cual se pretende
alcanzar el fin mencionado y no es en sí misma el fin básico del proceso de
mediación o conciliación penal.
De lo contrario estaríamos refiriéndonos a un conflicto de carácter civil y no de
carácter penal, pues en el conflicto penal debe tenerse en cuenta que existe un
interés público y no solamente el interés privado de la víctima.
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Los procesos de mediación y conciliación en el ámbito civil o mercantil están
orientados y concentrados hacia el acuerdo de reparación, mientras que los
procesos de mediación y conciliación penal se debe poner más énfasis en la
empatía, es decir en la mutua comprensión entre víctima y victimario, en el
reestablecimiento de la víctima, en la asunción de responsabilidades por parte del
infractor y, en la reparación.
La reparación constituye sólo una finalidad más del proceso de mediación y
conciliación penal; pero no se circunscribe a éste. De lo contrario, no habría más
que la privatización del conflicto y no habría atención al interés público de
reestablecer la paz social. Por ejemplo, en una falta contra la propiedad por el
hurto de cierto bien de escaso valor, no se debe orientar el proceso de conciliación
exclusivamente al proceso de reparación, pues con pagar el valor de lo
supuestamente hurtado se satisface el interés privado de la víctima. Debe
buscarse un proceso de mutua comprensión entre víctima y victimario para
reestablecer la paz social.
Al respecto cabe apuntar que en investigaciones realizadas se ha demostrado que
los acuerdos de reparación son menos importantes para las víctimas de delitos
que la oportunidad de hablar directamente con el ofensor para explicar cómo se
sintieron en relación al crimen y cómo les afectó.
Teniendo como marco general lo anterior, es función del juez de paz tratar de
orientar a las partes a un proceso de mutua comprensión que facilitará además la
construcción de un acuerdo de reparación.
Para efectos de la construcción del acuerdo es conveniente que la y el funcionario
de justicia recuerde algunas disposiciones que nuestro marco legal aporta con
relación al contenido de la reparación. Veamos algunas de ellas.
La restitución consiste en devolver o re-entregar un bien a la persona que fue
desposeída del mismo. Esta es una forma de reparar el daño que puede ser
visualizada como una posibilidad de alcanzar un acuerdo de reparación.
Deben considerarse como contenido el acuerdo de reparación también
prestaciones de carácter no material, tal el caso de las disculpas a la víctima,
21
disculpas públicas, entre otras. No existe otro límite para el contenido del acuerdo
de reparación que el respeto a los derechos fundamentales de la persona.
22
VI. DERECHO COMPARADO.
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“CENTRO DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS”, en Jalisco, siendo pioneros en
la implantación de las resoluciones alternativas de controversias en México.
En la LEGISLACIÓN GUATEMALTECA tenemos en el artículo 477 del C. P. P.,
segundo párrafo, establece que una vez admitida la querella, el tribunal convocará
a una audiencia de conciliación remitiendo al querellado una copia de la
acusación. Esta audiencia, añade el artículo en mención, será celebrada ante el
tribunal quien dará la oportunidad para que querellante y querellado dialoguen
libremente en busca de un acuerdo. El resultado de la audiencia constará en acta
y se consignará lo que las partes soliciten.
Nótense dos elementos importantes en esta modalidad. El primero de ellos es que
la reparación se produce en un momento procesal en el que ya se encuentra
plasmada la acusación en contra del procesado. Ello se evidencia con que el
tribunal ya ha admitido para su trámite la querella. Consecuentemente, el
fundamento principal de la medida no es tanto la desjudicialización del caso sino la
oportunidad que se le da al imputado de evitar la estigmatización en el juicio y la
eventual imposición de una pena por un delito donde el interés específicamente
vulnerado es de carácter privado y no público.
Nuestro Código Procesal Penal regula en el artículo 477 que en este tipo de
delitos, previo a acudir a la audiencia de conciliación, las apartes podrán someter
su conflicto al conocimiento de centros de conciliación y mediación, para que se
pueda construir un acuerdo de reparación. En caso de no obtenerse un acuerdo
de reparación dentro de los treinta días siguientes, las partes pueden accionar
nuevamente en la vía jurisdiccional.
No solo ante los centros de mediación y conciliación es factible desarrollar un
proceso para lograr alcanzar un acuerdo de reparación por delitos de acción
privada; sino también ante los Jueces de Paz. El artículo 552 Bis del C. P. P.
establece como competencia de los jueces de paz comunitarios: “…b) podrán
celebrar audiencias de conciliación y aprobar acuerdos entre las partes en los
casos de delitos de acción privada y de acción pública dependientes de instancia
particular.”
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No obstante que tal disposición está referida como competencia concreta de los
jueces de paz comunitarios, al hacer una interpretación correcta de los principios
constitucionales podremos asegurar que los jueces de paz en general tienen la
misma facultad pues de lo contrario se estaría violentando el principio de igualdad
para las personas pues tanto derecho tienen los habitantes de las comunidades
donde hay juzgados de paz comunitarios a resolver este tipo de conflictos
mediante la conciliación, como los habitantes de los municipios donde lo que hay
es un juez de paz con la misma categoría de los juzgados de paz comunitarios.
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CONCLUSIONES
Es fundamental e imprescindible, plantear y planear una estrategia para el
desarrollo eficaz de mecanismos de RAC, que permitan que el impacto sea
positivo en la sociedad, en los abogados, en los magistrados, en los fiscales
y en los profesionales de otras disciplinas distintas a la jurídica
(v.gr.médicos forenses, psicólogos, etc.).
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BIBLIOGRAFÍA
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