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Leyenda La Tirana.

La leyenda de la Tirana comienza con el viaje de expedición de Diego de Almagro a nuestro actual


territorio nacional. Se cuenta que entre su tropa venían dos hombres sumamente importantes para el
pueblo inca, ellos eran Paullo Inquill Tupac (hermano mayor de los Incas Huáscar y Manco II) y
Huillac Uma, sumo sacerdote del sol. Este último estaba acompañado de su hija Huillac Ñusta (en
lengua quechua, ñusta significa princesa).

Al regreso de esta expedición, mientras atravesaban el Desierto de Atacama, Huillac Uma decide huir
de la tropa de Almagro acompañado por sus hombres y por su hija. La intención del sacerdote era
colaborar con la rebelión del Inca Manco II, en Cuzco. Sin embargo su hija Huillac Ñusta no compartía
esta decisión, y a la altura de la actual localidad de Pica, decide escapar. Un gran número de
indígenas se va junto a ella y se quedan a vivir en los bosques de tamarugos, era tradición entre ellos
matar a cualquier español o indígena bautizado que cayera en sus manos, por esta razón,
comenzaron a llamarla “Tirana del Tamarugal”.

Un día llegó a sus manos un europeo llamado Vasco de Almeida, hasta ese momento la Tirana del
Tamarugal nunca había dudado en matar a alguno de sus prisioneros, sin embargo se enamoró de
éste y amplió sus días de cautiverio. Durante el tiempo que estuvieron juntos, él le hablo de Dios, de
la Virgen y de la vida eterna que podrían compartir, entonces la Tirana decidió bautizarse. Pero en
ese momento fueron sorprendidos por sus indígenas y los mataron. El último deseo de la Tirana fue
que los sepultaran juntos y enterraran una cruz cristiana en ese lugar.

Mucho tiempo después, el sacerdote católico Antonio Rendón llegó hasta aquellas tierras con la
intensión del evangelizar a las personas que vivían ahí. Al encontrarse con la cruz de la Tirana y de su
amado, decidió levantar en ese lugar una iglesia, la cual hoy conocemos como Iglesia de Nuestra
Señora del Carmen de la Tirana.
Leyenda El Trauco.

Los habitantes de Chiloé cuentan en sus leyendas que esta criatura se caracteriza por poseer una
fuerza descomunal y de poder hacer daño a distancia, siendo capaz de deformar la cara o
quebrar los huesos de un hombre con sólo mirarlo.
El trauco se conoce por seducir a las mujeres lanzándoles su aliento que aunque el sea feo las
enamoraba dejándolas embarazadas.
Su origen es incierto, aunque se dice que sería un hijo bastardo de la serpiente mítica Caicai,
nacido de la unión de la rabia que sintió esta serpiente hacia los seres humanos, y de la ingratitud
que muchos hombres tienen hacia el mar, por todo lo que nos ofrece. El trauco vive junto a su
esposa llamada la Fiura quien también es su hija, la cual nació de una relación que tuvo el trauco
con la Condená. Con la Fiura tendría varios hijos, que tienen las mismas características del trauco
si son machos, y de la fiura si son hembras; los cuales conservan los mismos nombres de sus
padres.
Esta criatura viviría junto a su mujer, la Fiura, en los troncos huecos de los árboles o en pequeñas
cavernas; y sólo se alimenta de naranjitas, los frutos de la planta quilineja.
El trauco igualmente cuando está interesado en una mujer, pero no puede tomarla, ya que como
precaución esta nunca sale sola al bosque; el trauco actuaría primeramente comunicando su
presencia a la muchacha, al depositar sus excrementos amarillos frente a la puerta de su casa.
Posteriormente le anunciaría a la joven su visita a la casa de ella, enviándole sueños libidinosos;
en el cual se transformaría en un joven apuesto para así convencerla mágicamente. Si la familia
de la muchacha se da cuenta de estos hechos, deben tomar precauciones, ya que el trauco
podría entrar furtivamente a la casa transformado en un manojo de quilineja junto al resto de las
ramas, carbón o leña usada en la casa; de esta forma esperaría la noche para tomar a su víctima.
El trauco no actuaría frente a testigos, y por ello está siempre alerta. Pero si alguien molesta al
trauco, y no es una mujer; es capaz de matarlo mediante el uso de su mirada, o quebrándole los
huesos. Igualmente mediante su mágico aliento se dice que puede torcerle la boca, dejarlo
jorobado, atontado, mudo, y condenarlo a morir en poco tiempo.
La Piedra del León, leyenda de Lota
En los tiempos que Juan Lorenzo Colipí, lonco que colaboraba con el Estado chileno en la  Campaña de
Pacificación de la Araucanía, se produjeron diversas acciones guerreras al mando del hijo del loncelcura,
llamado Loncopán, quien recorría las comunidades mapuche buscando apoyo para defender el territorio de
la invasión winka. Una mañana, cerca de Colcura, Loncopán se encontró con la hermosa muchacha, María
Guacolda, con quien tuvo un apasionado romance, pese a que la joven ya había sido pedida en matrimonio
por los padres del joven Millaleo, entregando bueyes y muchos sacos de trigo, según la tradición de aquellos
años.
Al mes de conocerse, Loncopán debió partir nuevamente a combatir e inició junto a 14 peñis, acciones de
hostigamiento en contra del Ejército chileno. María Guacolda se dio cuenta que esperaba un hijo del joven
Loncopán, provocandose una enemistad entre su lov y el de los Millaleo.

El Intendente de Concepción, al saber de las guerrillas iniciadas por Loncopán, pidió a Colipí que
interviniera, al lo que éste accedió, convocando a loncos y úlmenes de la zona a una trawun con rogativa,
donde se discutió sobre las acciones realizadas por el grupo de Loncopán.

Loncos y úlmenes yanaconas decidieron celebrar competencias, convocando a ellas a Loncopán, diciéndole
que determinarían el curso a seguir de las diversas comunidades lakquenches de aquel ayllarehue, el cual se
extendía desde la actual Lota hasta Carampangue. Sin embargo, el plan de los colaboracionistas era dar
muerte a Loncopán, entregando su cuerpo al Ejército chileno y obtener mejores condiciones para ellos y sus
respectivas familias.

Loncopán y sus conas fueron llamados a competir en el antiguo kollellaullin (la formación del guerrero). Si
Loncopán vencía, los loncos y úlmenes proporcionarían conas, caballos y provisiones a la guerrilla y, por el
contrario, si Loncopán perdía, debía irse junto a sus conas hasta el Puelmapu, al otro lado de la cordillera
andina, sin regreso al Lafkenmapu.

El día del encuentro, tras compartir y realizar rogativas, se definieron los jueces quienes señalaron que los
competidores realizarían una carrera entre Colcura y Lota, luego remarían desde la playa a una gran roca en
el mar, ubicada entre las playas de Lota y Colcura. Aquel día llovía torrencialmente y, llegando a punta
Astorga, Loncopán y el joven Millaleo, en representación de los colaboracionistas, disputaban el primer
lugar. Cuando arrojaban grandes piedras al mar, un rayo iluminó la playa. Cada competidor tomó un wampu
(canoa) e iniciaron la carrera en medio del mar embravecido. Loncopán tomó gran ventaja y después de que
el oleaje levantara su bote, al caer, golpeó su cabeza, quedando inconsciente y perdiéndose en el mar.

El hijo de Loncopan nació y María Guacolda fue enviada a Concepción para ser encerrada en un convento
de monjas. Los mapuche de la costa cuentan que en aquel roquerío se ven cosas extraordinarias. Muy cerca
donde desapareció Loncopán, la roca comenzó una extraña transformación, tomando la forma de un león.
Era el joven guerrero que en las noches de tempestad lanzaba rugidos de dolor por el hijo que lleva su sangre
y por la hermosa muchacha que conoció su amor.

Hoy la erosión a corroído la forma original de la roca, pero la gente mayor, tanto de Lota como Colcura,
recuerdan que hasta pasada la segunda mitad del siglo XX, la piedra aún guardaba la forma de un león.
Leyenda La estrella de fuego.

Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, existía un pueblo en Chile formado por
indígenas mapuches. Vivían de día, y se escondía en cuevas de noche, ya que la oscuridad
reinaba por completo en todos los rincones a partir de la puesta del sol. 
En invierno pasaban mucho frío y tenían que comer los alimentos crudos, lo que a menudo les
ocasionaba muchas enfermedades. Comían frutas, semillas y algún animal que conseguían
cazar. 

Pero había un indígena de la tribu, Caleu, que soñaba con poder salir de la cueva por la
noche. Le encantaba el cielo estrellado y a menudo salía a contemplarlo. Una de esas noches, al
mirar al cielo, descubrió una enorme estrella de fuego con una larga cola. La luz era tan intensa
que por un momento, iluminó todo el valle. Muerto de miedo, Caleu se metió en la cueva y se
acurrucó en una esquina. Esa noche no pudo dormir, y decidió no contar nada por miedo a que le
llamaran loco.

Al día siguiente, Caleu salió a recoger comida con su mujer y su hija. También subieron con ellos
muchos otros compañeros de tribu. Y como el invierno estaba cerca, debían recoger muchos
frutos y semillas. Trabajaron tanto que no se dieron cuenta de que la noche se les echaba
encima. Cuando quisieron volver, ya era demasiado tarde. No se veía nada, y no sabían qué
camino seguir, así que al final decidieron refugiarse en una gruta que encontraron a mitad
de camino 

Pero fue justo en ese momento, y antes de entrar en la gruta, cuando Caleu y todos los demás
vieron de pronto la enorme estrella de fuego en mitad del cielo. Se asustaron, y gritaron, más
aún cuando comenzaron a notar una lluvia de piedras, que al chocar fuerte contra las rocas,
hacían saltar unas chispas muy luminosas. Una de esas chispas rebotó en un árbol seco, y al
instante, comenzó a arder. 

Caleu y sus compañeros miraron atónitos esa enorme bola de fuego. Al acercarse, notaron que
transmitía un intenso calor. Se sentaron rodeando la enorme hoguera. ¡Era una sensación tan
agradable, que comenzaron a cantar y a dar palmas! 

El resto del poblado, al oír los cánticos, salieron de la cueva, y guiados por el resplandor del
fuego, llegaron hasta el lugar en donde estaban sus amigos. Hechizados por el fuego, y, de forma
instintiva, acercaron unas ramas al fuego, y fue entonces cuando comprobaron que el fuego
pasaba de un lado al otro. 

Volvieron a su cueva. Cada uno llevaba en la mano una antorcha con fuego. Al llegar, Caleu
explicó al resto cómo las piedras provocaron las chispas que originaron el
fuego. ¡Acababan de descubrir el fuego! A partir de entonces, los mapuches no volvieron a pasar
frío, ni a esconderse por la noche. Y lo mejor de todo: ¡por fin probaron el delicioso sabor de la
carne asada!

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