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La llorona
La leyenda de la Llorona gira entorno al espectro de una mujer que vaga por
distintos lugares, cerca de ríos, lagos, pueblos y ciudades, lamentándose por el
crimen que ha cometido: asesinar a sus hijos.
El Callejón del Beso es más bien una calle muy estrecha compuesta por dos
casas pintadas de rojo y naranja, cuyos balcones se encuentran en las alturas a
menos de un metro de distancia, lo que permite platicar con alguien de terraza a
terraza y que, fue uno de los motivos por los que nació la historia de amor que lo
volvió famoso.
La leyenda del callejón del beso surge de la época en la que el Bajío mexicano
todavía era ocupado por los españoles, en uno de los muchos callejones
de Guanajuato vivía una familia acaudalada proveniente del viejo continente.
El Popo y el Izta
Fue así como estos dos volcanes se volvieron tan vitales para explicar la historia
del centro de México.: también nacieron sus nombres en náhuatl. Iztaccíhuatl
significa “la mujer dormida” y Popocatépetl, “la montaña humeante”.
El colibri Maya.
La leyenda del colibrí es prueba de que el paso del tiempo hace más fuertes las
raíces de nuestro pueblo y que la tradición oral es la manera en la que la gente
preserva su cultura e historias.
La leyenda cuenta que en el principio, los dioses creadores Xipetótec,
Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli hicieron a todas las criaturas de
barro y maíz. Dieron a cada árbol, piedra y criatura una misión. Al terminar, se
dieron cuenta que no habían encomendado a alguien que llevaralos
pensamientos y buenos deseos de un lugar a otro.
Ya no quedaba barro ni maíz para hacer a otra criatura, entonces un brillo atrajo
la mirada de Huitzilopochtli.
Era una pequeña piedra de jade, a la que talló y dio forma de punta de flecha. Al
juntarse, los dioses soplaron sobre ella para darle vida, convirtiéndola en un ave
cuyas plumas brillaban con los colores y la intensidad de las piedras
preciosas.
Así lo dejaron ir al mundo a esparcir bendiciones para los hombres. Al ver a los
colibríes, los humanos intentaron cazarlos para adornarse con sus bellas plumas.
Los dioses, furiosos por tal atrocidad, amenazaron a los hombres con castigar
severamente a quien se atreva a lastimar un colibrí. Entonces, lo hicieron más
pequeño y rápido, por eso nunca se ven colibríes en jaulas.
De hecho el alcalde incluso alegó que la mujer le había dado una ‘poción’ que lo
hizo alucinar.
El guardia le respondió que debería estar rezando por su alma, pues el momento
de su muerte se acercaba, y agregó:
“El barco es tan perfecto que lo único que le hace falta es navegar”.
Personas de la isla incluso llegaron a afirmar que el mismo día pudieron apreciar a
lo lejos un barco yendo con dirección al mar abierto, cosa que les pareció muy
rara pues el puerto estaba cerrado debido a las fuertes lluvias.
Cuenta la leyenda que por el año 1600 en la calle de Alzures –hoy República
Dominicana en el Centro Histórico de CDMX–, comenzó a penar un muerto
cubierto con una manta blanca. Nadie sabía quién era, pero lo describían
como: “hombre, de alta estatura y faz pálida, largo y lacio el negro pelo y muy
espesa la barba, de tan terrible el brillo que brota de sus miradas”. Este era el
espectro que según Vicente Riva Palacio en su libro de “Tradiciones y leyendas
mexicanas” deambulaba en El Callejón del Muerto.
En la casa más bonita de un callejón estrecho vivía Tristán Alzures, hijo de Don
Tristán el mercader más respetado de esa época y quien a su muerte dejó un
legado de ejemplo, de cómo vivir como buen cristiano. Don Tristán era el orgullo
de ese barrio porque en vida ayudaba a los demás, era buen hombre. Tras su
fallecimiento heredó a su hijo la casa, una tienda y mucho dinero. Y como
reconocimiento le pusieron al callejón el nombre de Alzures.
El nagual
Pero eso no es todo, ya que se dice que al salir por las noches, los Nahuales
necesitaban cargar consigo un cinturón de piel y una prenda usada, esto para que
pudieran volver a su aspecto humanoide.
En la Ciudad de México, una de las urbes más grandes que existen en el mundo,
se alojan diversas leyendas terroríficas que nos han puesto los pelos de punta y
nos han hecho dudar sobre la seguridad de pasearse por ella, casi siempre de
noche, como es costumbre en estos relatos.
Al ser una zona muy grande en territorio,esconde secretos entre sus calles,
muchos de estos los conocemos y los relacionamos con lugares más concurridos
como Xochimilco, que es la casa de la famosa Llorona. En este caso, la
arquitectura de la ciudad da para atractivos edificios históricos y calles olvidadas
por dios, hablamos entonces de lugares como el callejón del diablo.
Los relatos como son las leyendas nos transmiten versiones de una
historia sobre lo que algún día pasó, pero como van de boca en boca, se
transforman y dan lugar a más aristas de una sola narrativa. Por ejemplo, del
callejón del diablo existen algunas versiones populares.
En la capital del país, la ciudad más grande del mundo, caben un sinfín de
leyendas entre sus calles y sitios históricos. Una de las más antañas y con mayor
tradición se encuentra al sur de la CDMX, dentro de la alcaldía Xochimilco, la Isla
de las Muñecas, en la zona de trajineras.
Este espacio 'xochimilca' bien podría ser utilizado para la filmación de un thriller;
de sus árboles cuelgan muñecas desmembradas cubiertas por telarañas y algunas
de ellas sin ojos. Espacio al que el visitante voltee, espacio en el que será
observado por una de estas "amigas".
Por más perturbadora que se lea la descripción, la Isla de las Muñecas está
bañada de tradición mexicana, con toques espeluznantes sí, pero con un por qué
detrás de ella.
La princesa donaji
.
La leyenda cuenta que la princesa Donají, cuyo nombre significa “alma grande”,
fue hija del rey zapoteca Cosijoeza y su esposa Coyolicatzin.
Al nacer Donají, un sacerdote de Mitla descifró en el cielo el signo de su fatalidad
prediciendo que se sacrificaría por amor a su pueblo zapoteca.
Los zapotecos fueron derrotados y ante esto los mixtecos pidieron como signo
de paz a Donají, para que de este modo el rey Cosijoeza respetara los tratados.
La princesa fue llevada a vivir a un palacio deMonte Albán. Una noche cuando los
zapotecas trataron de rescatarla, Donají fue degollada por un guerrero a las
orillas del río Atoyac. Tiempo más tarde la cabeza apareció cerca del río con una
flor de lirio que había enraizado en su sien.
Justo en la cima del llamado “Cerro del Tepozteco”, en las cercanías de Tepoztlán,
Morelos, se encuentran los vestigios de lo que fuera un singular adoratorio
dedicado a los dioses guerreros mexicas
Se dice que Tepoztécatl nació de una princesa cuyo embarazo fue producto
del amor de un pajarillo, conoce la Leyenda del Tepozteco:
Hace tiempo un grupo de los tlahuicas emigró más allá de las fronteras del Valle
de México hasta llegar a establecerse a lo que hoy conocemos como Tepoztlán. El
líder o caudillo de esa comunidad era el padre de una bella princesa tlahuica quien
era una doncella tan bella como la misma luna; ella era custodiada por una
guardiana quien le protegería de cualquier mirada indiscreta, pero un día al
encontrarse bañándose en las frescas aguas del río Atongo.
Llegó un pajarillo de color rojo que descendía de las faldas del Cerro del Aire, se
posó en las ramas de un árbol cerca del rio donde se encontraba la princesa, y
comenzó a entonar hermosos trinos mientras ella se bañaba. Así se hizo una
costumbre al paso de los días, era como una cita en donde ambos disfrutaban la
presencia uno del otro.
Debido a los testimonios de favores cumplidos por el Señor de Chalma, cada vez
más gente acudía al santuario. En una de estas ocasiones, se unieron al grupo de
peregrinos unas pastoras que utilizaban su baile para dar gracias al Santo por los
milagros cumplidos. Ellas vestían coloridas ropas, sombreros de lentejuelas y
llevaban un bastón con el que acompañaban su danza.
El grupo hizo un gran recorrido, después de largas horas caminando las pastoras
se dejaron caer al suelo poco antes de llegar a Teloloapan, en el punto conocido
como Tierra Colorada. Ellas dijeron que ya no podían andar más y no podrían
cumplir la promesa hecha al Señor de Chalma y decidieron quedarse ahí
esperando el regreso del grupo para unirse nuevamente a ellos y volver a sus
casas.
Al escuchar esto, los demás fieles intentaron animarlas para continuar, pero ellas
se negaron a continuar, y expresaron arrepentimiento de la promesa hecha al
Santo. Sin poderlas hacer cambiar de parecer, los demás continuaron su camino,
y minutos después, cuando voltearon a ver a las mujeres que habían dejado
detrás, estas ya no estaban, en su lugar había solamente algunas piedras azules
que antes no estaban ahí.
Inmediatamente los fieles se dieron cuenta que las mujeres habían sido
castigadas por faltar a su promesa y la condena fue convertirse en piedra mismas
que hasta el día de hoy pueden verse en el sitio descrito por cualquiera que tenga
dudas.
La gruta de Xalapa
Xalapa es una ciudad bastante pintoresca que se encuentra rodeada de una
increíble naturaleza, pero no solo por eso es que destaca, sino también por su
historia e innumerables leyendas. Una de esas leyendas mexicanas es la de la
gruta de Xalapa, que según dicen se trata de una cueva mágica que es capaz de
llenar de riquezas a todo aquel que consiga entrar y salir de ella.
Esta leyenda mexicana nos cuenta la historia de una mujer humilde, que un
día iba caminando cerca del cerro de Macuiltépetl pensando sobre su situación
económica, puesto que no tenía nada que darle de comer a su pequeña niña, y
eso le preocupaba.
Cansada por su caminata, se sentó a descansar bajo un árbol, pero de pronto notó
que en los alrededores se encontraba una cueva, y al darle curiosidad, decidió
entrar en ella; sin poder imaginarse lo que iba a encontrar dentro.
Pues para su sorpresa, una vez que se adentró a la cueva, vio que en ella
había una gran cantidad de dinero. Ante esto, decidió volver a su casa, con el
fin de esperar a que anocheciera para que nadie pudiese verla cuando regresará
tan cargada.
Primero llevaría una cierta cantidad de dinero, y luego regresaría por la niña y por
la parte restante. Al hacerlo, cuando regresó de desesperó tanto al darse cuenta
que ya no había nada, no encontró rastros de la cueva ni de su hija.
Fueron pasaron los meses, y no hubo un solo día en que la mujer no regresará al
lugar donde estaba la cueva para tratar de entender lo que ocurría y dar con el
paradero de su hija, pero nunca logró buenos resultados.
Hasta que un día, específicamente en el día de San Juan, la mujer en sus idas
constantes al lugar, volvió a encontrar aquella cueva tan curiosa. Sin pensarlo
dos veces, entró, y encontró a su pequeña jugando, tal cual como la había
dejado aquella noche.
Rápidamente fue hacia su hija, la abrazó y la cargó para salir de la cueva con ella,
pero antes de hacerlo, volvió a tomar un poco más de dinero. Luego, al
salir, cuando la luz del sol tocó a la pequeña niña, ésta de desmoronó en
arena.