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Quiero tener tu presencia, quiero

que estés a mi lado…1

Presencia adulta

* “Mientras los más jóvenes si-

C uando los adultos no logramos mostrar que se pue-


den resolver problemas a través del diálogo (por más
confrontación o complicación que supongan) y nos espan-
gan estando allí, sin tomar par-
te, y los adultos no se den por
aludidos, entonces estaremos
complicados. Una de las cau-
tamos por cómo los chicos y adolescentes suelen resolver sas primordiales de las situacio-
nes de violencia está ligada a
algunas contiendas en el ámbito escolar, lo que estamos la ausencia de proyectos, razón
haciendo es “embarrar la cancha”. Invocamos reglas de jue- que nos interpela como adultos
go que como adultos no cumplimos. No hay mejor ejem- para hacerles un lugar, invitar-
los a pasar y apostar en ellos.”
plo que el padre que le dice a su hijo lo que tiene que ha- (Gabriel Brener, disponible en:
cer pero él no lo hace. Es necesario hacernos presentes allí http// http://www.lavoz.com.ar/
analisis/reponer—la—palabra
donde los niños o adolescentes nos están llamando. Un
hacerse presente que va más allá de estar con el cuerpo,
más precisamente se trata de poner el cuerpo y estar dis-
ponible. Infinidad de situaciones problemáticas que pre-
fiero llamar violencias de baja intensidad son llamados de
los más pequeños para que los adultos nos hagamos cargo
y nos animemos a ayudarlos (nos) a convivir mejor, a po-
ner palabra y diálogo, a poner límites, allí donde aparece
la cargada, el insulto o la agresión física. Quizás no sean
llamados literales, porque a veces prefieren la ausencia del
adulto, pero concederles este pedido sin mediaciones, es no
hacerse cargo frente a ellos. La omisión de dichas situacio-
nes por parte de los adultos suelen ser oportunidades per-
didas para anticiparse, minimizar o evitar desenlaces que
luego lamentamos. Sostengo que es imprescindible que los
adultos seamos referentes para los más pequeños, estando
allí y dándonos por aludidos, mediando entre ellos y con
la cultura, ese es el lugar. Mirar para otro lado, enojarse y
no actuar, quejarse sin sentirse parte*, son todas variantes

1 Publicada el 20-11-2011 en ALAI, América Latina en Movimiento,


http://alainet.org/active/50996&lang=es, consultado en septiem-
bre de 2013. El título de esta nota corresponde a “Quiero tener tu
presencia” del grupo musical Seguridad Social.

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Gabriel Brener

* “Necesitamos un alumno que de la ausencia adulta. Y esa ausencia es territorio fértil para
tome el lugar de sujeto y que for- el vale todo que no es otra cosa que un vacío de normas
me parte de la discusión sobre las
normas y acuerdos para convivir, o las que ponen los más pequeños entre sí, que son genia-
por más que exista una clara asi- les para inventar juegos pero no para regular la conviven-
metría donde hay adultos que tie-
nen que tomar las decisiones”. cia en un aula o en la escuela. Nosotros, los adultos, tene-
Entrevista a Brener (2009),
mos que marcar la cancha para jugar y desde esa posición
o. cit. también abrir el diálogo con nuestros alumnos y alumnas
para comprender esas normas. Hay que dotar de sentido a
las normas*, porque muchas veces resulta más cómodo y
simple un reglamento que se cocina entre dos o tres adul-
tos, se escribe prolijo y se pega en la pared o se manda por
nota, con la expectativa que aquello comenzará a ser cum-
plido apenas sea visto. Creencia condenada al fracaso que
alimenta esa nostálgica certeza de que todo está perdido,
de que estamos en la peor crisis. Y allí me asalta algo que
siempre me hizo ruido, eso de que estamos en crisis, lo
escucho desde que tengo uso de razón. Philippe Merieu,
notable pedagogo francés, me ayudó a entenderlo de otra
forma. En una inolvidable conferencia decía que solo no se
está en crisis cuando impera el autoritarismo, en los regí-
menes totalitarios que imponen una sola y única manera.
Que en todo caso la crisis es el precio que deben pagar las de-
mocracias para asumir incertidumbres. Valioso aporte para
pensar la construcción de la convivencia en las escuelas.2

Ser sujetos de las normas

Es que hay que partir de otro lugar, más incómo-


do y trabajoso quizás, también más lento, que involucre
más personas y de todos los colores. Directivos, docentes,
alumnos, no docentes y familias. Abrir la pregunta sobre
la norma significa resistir al acostumbramiento a tener
que cumplirla sin saber para qué ni cómo. Es resistir a
la letra muerta, incluso nos permite mejorar las normas
o cambiarlas por otras. En la medida que les ofrezcamos

2 Conferencia de P. Merieu en http://www.me.gov.ar/curriform/publi-


ca/meirieu_final.pdf, consultado en septiembre de 2013.

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Periodismo pedagógico

a nuestros alumnos un lugar de participación genuina y * “Es interesante poder pensar,


no simulada, que sean verdaderos sujetos de las normas problematizar y discutir un poco
en torno a cuáles son los luga-
y no meros objetos de ellas, es más probable que sean de res vacíos que tenemos los adul-
la partida y no meros espectadores de una decisión que tos en lo que tiene que ver con las
producciones culturales juveniles,
suelen vivir como ajena. Quizás desde estas coordena- cuánto de aquello que producen
das sea factible negociar algunas normas sin quebrar la culturalmente los jóvenes se tor-
necesaria asimetría entre adultos y alumnos, en las que nan para nosotros lugares vacíos
que no miramos o que descalifi-
los primeros tenemos la responsabilidad de protección y camos o que tememos o descon-
enseñanza que no son asuntos contrapuestos sino parte fiamos por desconocimiento o por
prejuicio. Cuántas veces un tatua-
del mismo desafío. Cuando se transgreda la norma ha- je es considerado mucho antes
brá que cumplir con la sanción prevista, y aunque a na- una marca o una señal del mal que
die le gusta pasar por allí, no es lo mismo hacerse cargo una estética corporal que identifi-
ca al pibe”.
de una norma con la que se estuvo involucrado que con
Entrevista a Brener (2009),
aquella que siempre se miró desde afuera. Si nos anima- o. cit.
mos a este desafío, que no tiene nada de fácil y tampoco
asegura resultados, es factible que muchos integrantes de
la comunidad educativa, empezando por los alumnos,
logren mayor pertenencia con la escuela, porque en la
medida que la institución me tenga más en cuenta* y me
permita ser parte de ella con lo que llevo puesto y pienso,
es probable que yo sienta que la institución ocupa más y
mejor lugar dentro mío. Y entonces lo que allí suceda no
me dará lo mismo.

C O M E N TA R I O A U T O R I Z A D O

¿Q uién se anima hoy a decir la ley?, se


preguntaba hace más de diez años el
francés Bernard Charlot. En las sociedades
actuales, se hace difícil enunciar una norma
que sea percibida como justa por todos, por-
que hay más demandas, más fragmentación
y menos relatos que nos incluyan en una idea
de bien común. Por otro lado, también es un
efecto de la vida democrática, que permite
expresar el desacuerdo sobre qué es bueno
o justo, y plantear otras reglas y repartos en
la sociedad.

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Gabriel Brener

Esta dificultad de enunciar la ley también se vive en la escuela,


donde además hay que sostenerla cotidianamente, en un cara-a-ca-
ra que exige “poner el cuerpo” y enfrentar las demandas y el conflicto
de manera directa. Esto lleva muchas veces a los adultos a no afirmar
ninguna, a “esquivar el bulto”, a mirar al costado. Brener plantea en
este texto los problemas que trae esta omisión y subraya la necesidad
de reubicar la presencia adulta y el papel de las normas en la escue-
la. No es un camino fácil, ni hay éxito garantizado, pero el acompañar,
hacerse presente y producir una ley en la que los sujetos educativos
se sientan implicados, son actos y gestos que marcan una diferencia
fundamental en los modos de hacer escuela y de construir sociedad.

Inés Dussel
Doctora en Educación y Profesora Investigadora del DIE-CINVESTAV de México.

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