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DECÁLOGO DE COMUNICACIÓN ENTRE PADRES Y

ADOLESCENTES

1. TENEMOS QUE RECORDAR QUE FUIMOS ADOLESCENTES

La adolescencia es una etapa nueva y extraordinaria de la vida que


los adultos también conocieron.

Quizás las formas de nuestra sociedad son distintas en su repercusión


vital adolescente, pero el trasfondo es tan igual al que vivimos que no
nos debe plantear ningún temor.

No es cierto que hoy en día es más difícil educar. Quizás la


respuesta es que hacemos difícil lo fácil, que complicamos la educación
mediante la sobreprotección, la falta de diálogo, de tiempo, etc. En el
fondo "la asignatura" es la misma y quien no estudia, no aprueba.

Los padres reviven en esta etapa su propia adolescencia. Se


recuerdan los momentos de ilusión y de vida intensa. Sin embargo,
también revivir antiguos sentimientos puede ser doloroso, porque salen
a la luz "asignaturas pendientes". Se recuerdan viejos deseos no
alcanzados y se lamentan antiguos errores. En este sentido, aunque
sin precisión, se renuevan viejos sentimientos que pueden afectar la
relación con la hija o el hijo adolescente.

Es fundamental ser consciente del origen de estas emociones y


entenderlas, sólo así los padres pueden usar sus experiencias en la
vida para ayudar a sus hijos adolescentes.

2. SIEMPRE HAY QUE OBSERVAR ANTES DE HABLAR


El lenguaje no verbal, siempre expresa las emociones y los
sentimientos. La mirada, el movimiento de los ojos, la fuerza de las
manos, la búsqueda o el alejamiento del contacto físico y la apariencia
(vestido, cuidado personal, aseo, etc?) hablan por sí mismos.

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Siempre hay que hacerlo de forma natural y espontánea, lo que
significa que estos momentos no se buscan, se encuentran.

Observar no es descubrir, tampoco es aconsejable deducir una


respuesta, sin cotejar lo observado.

Y siempre hay que observar con afecto, evitando expresar


connotaciones negativas como temor o recelo.

3. ESCUCHAR NOS PERMITE COMPRENDER


Como seres humanos tenemos tendencia a hablar y no nos percatamos
de que tenemos dos oídos y una sola boca. ¡Por algo será!

Escuchar nos permite conocer el grado de empatía de nuestros hijos


adolescentes, o lo que es lo mismo, saber cuál es el momento más
adecuado para hablar con ellos.

El simple hecho de escuchar, escuchar con interés y atención,


permite al adolescente razonar, no dejamos de ser un espejo en el que
se reflejan sus pensamientos.

Utilizar los silencios facilita la reflexión, siempre con prudencia y


evitando los instantes de tensión.

Escuchar no requiere siempre respuestas verbales, podemos utilizar


el lenguaje no verbal comunicando afecto y facilitando una mejor
expresión de las emociones del adolescente

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4. PENSAR ES SER UNO MISMO
Pensar significa analizar, analizar sin fronteras las idas y
pensamientos de nuestros hijos adolescentes.

Pensar hoy en día es en el fondo luchar contra el mimetismo que nos


condiciona a hacer lo que hacen, en hacer lo que nos aconsejan, bien
libros o especialistas, sin filtrar esta cultura multimedia mediante
nuestra experiencia.

Para educar los padres han de ser ellos mismos. Se quedarían


absortos si conocieran cuántos opinan incluso académicamente, sin ser
padres ni tener hijos.

Sean Vds mismos por favor, la riqueza que buscan sus hijos está en
su experiencia, piensen siempre en ella.

5. COMUNICAR ES EL FACTOR CLAVE EN LA EDUCACIÓN


La comunicación es más fácil con preguntas abiertas que permiten
explayarse en la respuesta: "Cuéntame más sobre esto", "¿Cómo te
sentiste?".

Ir resumiendo los puntos de los que se habla ayuda a centrar los


temas y a tomar opinión.

Es bueno aclarar afirmaciones o expresiones que quedan en el aire y


que sin resolución facilitan la duda o la confusión.

Al tratar temas complejos podemos usar afirmaciones que facilitan la


discusión. En casos aún más embarazosos podemos utilizar ejemplos
de terceras personas para permitir la proyección de ideas. Así por
ejemplo, "Me han dicho que muchos jóvenes no utilizan preservativos,
¿tú qué opinas?".

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Es útil también utilizar respuestas que impliquen el sentimiento de
comprensión de los padres hacia los problemas de sus hijos
adolescentes, por ejemplo: "Imagino que lo has pasado mal y sin poder
contárselo a nadie...".

En educación el objetivo es siempre comunicar, no sólo informar. Con


los adolescentes es fácil caer en el error de transmitir información,
siempre indispensable, pero insuficiente. Ello requiere encontrar los
momentos y los lugares adecuados. A veces es más fácil comunicarse
con los adolescentes en entornos no familiares, en ambientes neutros e
independientes. Y los momentos no son fáciles de encontrar, pero
existen y siempre es mejor compartirlos. El interés deber ser mutuo,
debe existir comunicación, el aprendizaje siempre debe ser común.

6. HABLAR ES FÁCIL EN LOS MOMENTOS OPORTUNOS


La información que poseen los adolescentes actuales es muy
completa, pero en general sólo en las formas, con lo que las dudas y las
contradicciones están siempre presentes. Hablar corresponde
fundamentalmente a los padres, no a la escuela que sí que tiene un
papel, pero secundario. Los padres no sólo informan,
fundamentalmente forman.

Así pues, por ejemplo, en la educación sexual hablar es incompatible


con delegar, quien debe formar son los padres, no la escuela. Hay que
hablar de anatomía sexual desde la etapa preescolar y hacerlo de
fisiología antes de iniciar la adolescencia, es decir ya antes de la etapa
puberal.

Los adolescentes agradecen ser informados desde la infancia,


necesitan conocer todos sus cambios antes de que ocurran y cómo no,
el porqué de todo. Repito. De todo si bien de forma gradual y acorde a
su madurez.

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Aunque siempre es mejor hablar cuando nos lo piden, porque en
apariencia el interés es mayor, no siempre es así. La vergüenza
también está presente con lo que es frecuente que las primeras
preguntas no lleguen.

Para los padres esto no puede ser nunca una justificación, su deber es
hablar. Así, por ejemplo, a muchos padres les cuesta hablar sobre el
sexo con sus hijos en términos directos y personales, con lo que
muchos adolescentes interpretan el silencio de sus padres como
desaprobación.

7. HAY QUE SABER APOYAR


Tarde o temprano muchos padres piensan de sus hijos "A veces
desearía marcharme y dejarlos, para que se las arreglen solos".

Todos tenemos problemas cotidianos en los que necesitamos apoyo


personal. Hay quien cree que es mejor guardarse los problemas y
resolverlos solo, otros hacen una huida hacia delante y los ignoran.
Para la salud emocional es mucho mejor compartir los problemas
con otras personas que nos puedan dar su apoyo, personas con
capacidad para escuchar con comprensión. Al compartir las
emociones es más fácil avanzar, con lo que encontramos las
soluciones.

Es básico que los padres y adolescentes identifiquen sus círculos de


apoyo, es decir, aquel entorno personal que puede ayudarles a superar
sus dificultades. No olvidemos que muchos adolescentes se sientan
aislados porque no saben quién puede ayudarlos.

Los padres no deben esperar ser el principal punto de apoyo de sus


hijos, pero sí que es importante que conozcan que si ellos quisieran,
podrían serlo. A menudo el mejor apoyo que puede ofrecerse a un

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adolescente es animarle a que tome las riendas, pero que sepa que si
te necesita, te encuentra.

8. TOLERAR PERMITE MADURAR


Se aprende fundamentalmente a partir de los propios errores.

En el desarrollo del ser humano hay una frase que adquiere un valor
extraordinario en la etapa adolescente; "no hay maduración sin
crisis".

Los adolescentes deben escoger por sí mismos sus creencias y los


valores y las pautas de conducta que seguirán en sus vidas. En esta
elección, los amigos acostumbran a ser su influencia principal. Es
frecuente que los adolescentes atraviesen momentos en los que tiran
"por la ventana" todas las opiniones y valores de sus padres.

Todo ello produce gran inquietud en los padres, con lo que fácilmente
puede desajustarse la dinámica familiar.

Hay que saber en estos momentos marcar distancias que permitan la


reflexión. Distancias controladas que permiten madurar.

Aceptar las primeras experiencias de nuestros hijos enriquece siempre


las relaciones familiares. La tolerancia bien entendida genera mutua
confianza, básica en la formación humana.

9. LIMITAR ES IMPONER UNAS REGLAS DE JUEGO


Experimentar y correr riesgos son parte vital del desarrollo del
adolescente. Éste necesita descubrir lo que le gusta de verdad y quien
verdaderamente es.

Los adolescentes necesitan que se les pongan límites. Aunque se


pongan por negociación y acuerdo mutuo, son necesarios. No olvidemos

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que no les gustan los padres permisivos, que no les ponen ningún
límite, como tampoco los padres autoritarios que imponen límites
rígidos sin explicaciones.

¿Cuáles son las reglas de juego en la adolescencia?

Recuerda que correr riesgos es una parte importante del desarrollo


adolescente, aunque en ocasiones te preocupe o atemorice.

Asegúrate de que tú y tus hijos estáis bien informados.

Respeta el modelo que has establecido siendo consecuente con tus


decisiones.

Discute los riesgos procurando alcanzar un acuerdo sobre lo que puede


experimentar.

Negocia y cede si es necesario.

Y no olvides que limitar no traumatiza y sí educa, concretamente en


una de las claves de la vida: desarrollar la capacidad de frustración.

10. INTIMAR ES LLEGAR


Al hablar con nuestra hija o hijo adolescente, especialmente en el
ámbito de la sexualidad, hay que saber utilizar una delicadeza
especial. No olvidemos que su actividad sexual empieza ya a formar
parte del presente, no del futuro.

En base a ello necesita una zona de respeto y privacidad, espacio que


forma parte de la consolidación de su identidad. Lamentablemente el
hecho de recabar sus opiniones y procurar entender sus valores, es
interpretado a menudo como una intromisión en su vida.

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Intimar requiere personalizar en los momentos oportunos. ¡Qué
mejor oportunidad para fortalecer la relación padres-hijos que poder
hablar abiertamente de nuestras propias vivencias! Compartir con
nuestros hijos las primeras experiencias o los primeros deseos y
emociones permite alcanzar un nivel de empatía que realmente vive y
forma.

Llegar a intimar en educación sexual es una de las mejores claves de


relación personal entre padres e hijos.

Lograrlo no es fácil, pero su esfuerzo merece siempre la pena.

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