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PÚNICAS
Origenes de Cartago
Fundación
Cartago fue fundada por tirios y sidonios. La leyenda clásica sobre la fundación de
Cartago cuenta que fue la princesa Dido quien la fundó en el año 814 AC. Todo
comenzó en Tiro, la gran ciudad-estado fenicia en la costa del actual Líbano. El rey de
la ciudad, Mattan, tenía dos hijos: un varón, Pigmalión, y una mujer, Dido. Tras la
muerte del padre, los hermanos se disputaron la sucesión al trono. Dido, quizá por
intereses políticos y hereditarios, contrajo matrimonio con su tío paterno, Acerbas,
sacerdote de Melkart, quien reunía en su entorno un enorme poder político y militar.
Pero Pigmalión, por miedo a perder su posición, asesinó brutalmente a Acerbas.
Durante un tiempo Dido disimuló su horror, pero sólo para preparar mejor su huida de
la ciudad, llevándose consigo los inmensos tesoros de su esposo, que su hermano
codiciaba.
Cuando los fenicios desembarcaron en una bahía junto a la que se alzaba una colina, la
población indígena trató de impedir que se instalaran allí. Por ello, Dido debió pactar
con Hiarbas, un reyezuelo local, al que convenció de que le vendiera el terreno que
abarcase una piel de buey extendida, diciendo que era para que sus compañeros,
fatigados, pudieran descansar antes de zarpar de nuevo. Pero la hermosa princesa hizo
cortar la piel en finas tiras y así obtuvo la superficie suficiente como para fundar su
ciudad. Parece que el nombre de Byrsa ”Piel de buey”, con el que se conoce a la colina
en la que se ubicó la acrópolis de Cartago, recuerda ese acontecimiento.
La leyenda cuenta que el rey ingeniosamente engañado por Dido quedó prendado de su
belleza e inteligencia y se propuso a toda costa tomarla como esposa. Expuso su
pretensión a un grupo de notables fenicios, a los que amenazó con declararles la guerra
si no convencían a la princesa. Dido, entre sollozos y lamentos, les aseguró que haría lo
que pedían, pero al cabo de tres meses mandó erigir una pira en las puertas de la ciudad,
se subió a ella y se atravesó el pecho con un cuchillo para no casarse.
Si bien el consenso actual es afirmar que la ciudad fue fundada entre los años 825 y 820
AC, según una inscripción del rey asirio Salmanasar III se fundó con el nombre de Qart
Hadast que significa ”Ciudad Nueva”, un topónimo que los fenicios utilizaron para
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sucesivos asentamientos de similar carácter en Chipre, Cerdeña, el norte de África y
España y que dependía de Fenicia.
Inicialmente fue gobernado por una oligarquía de ricas familias, que nombraban a dos
gobernadores o sufetes de la ciudad y que eran aprobados por la metrópoli. Sin
embargo, en 574 AC un evento de mayor alcance tuvo lugar cuando, Tiro perdió su
independencia frente a la nueva superpotencia en el Levante, los babilonios dirigidos
por Nabucodonosor que tomaron la ciudad. Posiblemente se creó un cierto vacío de
poder, se consolidó el sistema de gobierno centrado en dos sufetes o shophet (jueces), a
los que algunos llamaron reyes, uno para el cargo militar y el otro para el cargo civil que
eran elegidos anualmente entre los individuos pertenecientes a las familias más
acaudaladas e influyentes de la Cartago.
Pero para controlar la acción de ambos sufetes, se creó una asamblea de 104 miembros a
la que se denominó la Asamblea de los Cien, que los romanos llamaron el senado de
Cartago.
Hasta el 454 AC estuvo pagando tributo a las tribus libias por la renta del territorio,
desde entonces las dominó y las utilizo como mano de obra para el campo y como
soldados.
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Guerreros cartagineses siglo V AC, en el medio un sacerdote realizando un sacrificio.
Autor Giuseppe Rava
Magón I, (550 – 530 AC) inició una serie de reformas que consolidaron el poder y la
reglamentación militar de la ciudad. El núcleo militar era la falange hoplita según la
costumbre de la época. El máximo de tropas reclutadas puede estimarse a partir de la
capacidad de los cuarteles situados en los tres anillos de murallas que protegían la
ciudad, que ofrecían alojamiento a 24.000 infantes, 2.000 jinetes, unos 300 elefantes, y
1.000 carros de guerra.
Puertos de Cartago
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El puerto civil era de forma rectangular. Allí fondeaban las naves comerciales, que en su
mayoría importaban garum, trigo, púrpura, marfil, oro, estaño y esclavos de las
factorías, de las colonias y de las explotaciones agrícolas creadas en numerosos
enclaves costeros a lo largo del Mediterráneo. Las exportaciones a otras ciudades,
colonias o pueblos costeros nativos de las costas del Mediterráneo occidental fueron
mercancías manufacturadas, vidrios, cerámicas, objetos de bronce o hierro, y tejidos de
púrpura.
El puerto militar era de forma redonda y albergaba en su interior una isla artificial
también circular. La isla era la sede del almirantazgo, y su acceso era restringido. El
puerto militar según las fuentes clásicas podía albergar 220 barcos de guerra, y sobre los
hangares se levantaron almacenes para los aparejos. Delante de cada rada se elevaban
dos columnas jónicas, que dotaban a la circunferencia del puerto y de la isla el aspecto
de pórtico. Los restos arqueológicos descubiertos han permitido extrapolar la capacidad
de acogida del sitio: 30 diques en la isla del almirantazgo y de 135 a 140 diques en todo
el perímetro. En total, de 160 a 170 diques, podían albergar tantos barcos de guerra
como han sido identificados.
Puerto militar y civil de Cartago. El militar es circular con una isla en el medio. el civil
es rectangular. Representación artística
Murallas de Cartago
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En la primera noticia que tenemos en los textos antiguos de las fortificaciones de
Cartago éstas se remontan al siglo VI AC, aunque han podido ser anteriores. Por otra
parte, no hay duda de que el sistema defensivo de la ciudad debió cambiar con el
transcurso del tiempo hasta albergar toda la península, cerrando también el istmo que la
unía al continente. Muy poco es lo que se conserva actualmente de las grandes murallas
de Cartago, formadas por un muro simple en los lugares más escarpados y otro tripe en
aquellos, que como el istmo, precisaban de una mejor defensa.
Este sistema defensivo se encontraba precedido, en el istmo, sin duda la parte más
adecuada para realizar un ataque desde tierra, por un gran foso y algunas fortificaciones
menores que lo protegían.
Según una descripción de Apiano en tiempos de las guerras contra Roma presentaba el
siguiente aspecto:
”La parte de la ciudad que daba al mar, al borde de un precipicio, estaba protegida
por una muralla simple. La parte que miraba hacia el sur, hacia el continente, donde
estaba la ciudad de Birsa, estaba guarnecida en el istmo por una triple muralla. La
altura de cada una de estas murallas era de treinta codos, sin contar las almenas y las
torres, que estaban colocadas por toda la muralla a intervalos de dos pletros; cada uno
tenia cuatro pisos y su profundidad era de treinta pies. Cada lienzo de muralla estaba
dividido en dos pisos. En las parte inferior, cóncava y estrecha, había establos para
trescientos elefantes y, a lo largo de ellos, estaban los abrevaderos; encima había
establos con capacidad para cuatrocientos caballos y almacenes para el forraje y el
grano. También había barracas para veinte mil soldados de infantería y cuatro mil
jinetes. Tan gran preparativo para la guerra estaba distribuido para albergarse solo en
el interior de la muralla. El ángulo que se curva desde esta muralla hasta el puerto, a
lo largo de la lengua de tierra mencionada, era el único punto débil y bajo…”
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Murallas de Cartago, se puede apreciar la triple muralla terrestre y la sencilla muralla
marítima, también se aprecia los puertos civil y militar. Autor Jean Claude Golvin
Inició la expansión económica le llevó a chocar con la otra potencia que era Grecia a la
que se enfrentó en Córcega, Cerdeña, Marsella e Iberia donde cerraron el estrecho de
Gibraltar a los griegos.
Termino púnico
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A los cartagineses se les denominaba púnicos. Unos dicen que los griegos llamaban a
los fenicios “Phoinikoi” que significa dátil, dado que vivían en zonas donde se daban
las palmeras. Otra versión dice que viene de φοῖνιξ (poinix) que era el término griego de
púrpura, debido al desarrollo de este tinte, que solo ellos sabían obtener y que aplicaban
a las capas, utensilios militares e incluso las velas de los barcos que los distinguían del
rojo de los griegos y romanos. Los griegos fueron los primeros en denominarlos con
este término que fue posteriormente usado también por los romanos.
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El ejército cartaginés o púnico
Los cartagineses eran un pueblo de comerciantes que no sentían ninguna devoción hacia
la guerra, solo la empleaban como último recurso.
Los estrategos o generales eran miembros de la Asamblea o senado púnico, a partir del
siglo III eran elegidos por la Asamblea o por las tropas como en el caso de Aníbal y sus
hermanos, si bien debían estar sometidos a las órdenes del gobierno de Cartago, siendo
este el que controlaba las campañas y tomaba las decisiones.
General púnico. Se trata de Anibal antes de la batalla de Cannas, lleva el ojo vendado,
tiene puesta una coraza o torax de bronce y las carrilleras del yelmo levantadas, junto a
él un portaescudo de una tribu libia sujetándole el caballo, detrás un general con
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linotorax y encima un pectoral de triple disco, detrás la falange libio-fencicia se ve los
guiones con media luna sobre un disco que significa el puño de Baal. Fuente Revista
Focus Storia
Los generales podían ser cesados después de una derrota e incluso en los primeros
tiempos de Cartago, ser crucificados. En los tiempos de la Segunda Guerra Púnica dejó
de suceder y los estrategas derrotados eran solo apartados del mando.
Sus fuerzas armadas tenían dos pilares fundamentales: la marina de guerra y el ejército.
Los datos parecen indicar que el tamaño medio de la flota era de unas 150 unidades,
llegándose a equipar en casos de extrema necesidad hasta 200 barcos de combate (el
puerto de Cartago llegó a tener capacidad para algo más de 200 barcos). Se puede
diferenciar entre dos tipos de flotas:
Las de combate, que son las que hasta ahora se han comentado, compuestas por
buques de guerra y cuya misión era el enfrentamiento con una flota enemiga
análoga, o el bloqueo de lugares estratégicos.
La de invasión, correspondiente a acciones mixtas, donde además de la
supremacía marítima se pretende obtener el dominio en tierra mediante el
desembarco de infantería y caballería.
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Trirreme cartaginesa, fue la nave más empleada por la armada cartaginesa
Sus técnicas de combate durante las guerras con los romanos disponían de varias
escuadras de doce barcos y podían formar flotas de ciento veinte barcos.
El Dieciplus. Era una táctica en que consistía en una salida simultanea y veloz
de toda la Armada dispuesta en linea para atravesar la adversaria entre barco y
barco, dar un rápido giro y atacar con el espolón la popa de los barcos enemigos.
El Periplus. Consistía en una táctica ofensiva, de colocarse al costado de un
barco enemigo y virar de repente para atravesar su costado de un golpe con el
espolón.
Se navegaba costeando el litoral de día y acampando en las playas para pasar la noche,
en caso de necesidad, durante la noche se utilizaban tablas de distancia además de
guiarse por las estrellas. También se usaban palomas mensajeras para ayudarse en caso
de niebla
El ejército cartaginés
El ejército reclutaba tres tipos de fuerzas: Las fuerzas propias, fuerzas aliadas y fuerzas
mercenarias.
Incluían los ciudadanos que estaban obligados a ejercer el servicio militar para defender
a la propia ciudad en caso de amenaza directa.
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El reclutamiento local, fue desapareciendo paulatinamente debido a la impopularidad
del servicio militar entre ellos, prefiriendo pagar impuestos a servir como soldados de
leva, con el dinero de los ciudadanos que no querían combatir se contrataban
mercenarios, pero cuando no hubo más remedio se reclutaron a la fuerza como en la
batalla de Zama y en la Tercera Guerra Púnica.
Los libio-fenicios eran la única etnia bajo el dominio cartaginés, y estaba obligada por
ley a suministrar soldados a la metrópoli, tenían interés en mejorar su status social, ya
que hasta cierto punto eran considerados ciudadanos de segunda, siendo también
interesantes para ellos los beneficios económicos que obtenían de la paga y sobre todo
del botín de guerra. En la península Ibérica, a los descendientes de los fenicios y locales,
también se les denominó libio-fenicios y se les concedieron los mismos derechos.
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Las fuerzas aliadas
Los contingentes aliados, como la famosa caballería númida, eran aportados por pueblos
o sus príncipes y permanecían agrupados por naciones, combatiendo según sus propios
métodos y costumbres. Desde las primeras guerras de Sicilia, tropas aliadas, que no en
pocas ocasiones eran incluso griegas, combatieron bajo el mando de un general
cartaginés, y aún antes los etruscos aparecen como aliados de los cartagineses en Alalia.
Tuvo aliados en Hispania, galos e itálicos, pero combatían bajo las órdenes de sus reyes
y oficiales cada uno con sus sistemas de combate propios, por lo que los generales
púnicos necesitaban de intérpretes para transmitir sus órdenes.
Los mercenarios
Desde mediados del siglo VI AC, como consecuencia de la reforma militar de Magón,
contingentes de mercenarios habían sido incorporados al ejército cartaginés. Los
mercenarios desempeñaron un papel notable en muchas de las guerras y su número
aumentó con el tiempo, siendo su origen muy diverso: libios, ligures, corsos, etruscos,
griegos, itálicos, iberos y galos. Pese a los juicios negativos, especialmente de los
romanos, contra estos soldados de fortuna. Su lealtad no era hacia Cartago sino hacia el
general que los mandaba. Este era un motivo por el cual los estrategas cartagineses no
cambiaban todos los años como así pasaba con los romanos, ya que hubiera afectado
muy negativamente a la combatividad de las tropas. Los reclutadores púnicos
recorrieron todos los confines del Mediterráneo atrayendo a los dominios cartagineses
una pléyade de hombres de armas, aventureros y esclavos fugitivos que formaron, junto
con los pueblos aliados, un ejército plural que consiguió su mayor efectividad cuando
un mando decidido y con ascendiente sobre la tropa fue capaz de conjugar grupos tan
heterogéneos para combatir siguiendo los parámetros de la guerra compleja de grandes
formaciones que requerían. Las unidades de mercenarios eran una autentica torre de
babel, por lo que se agrupaban. Se reclutaban individualmente o por grupos, y recibían
una paga. Algunos llegaron a ser buenos soldados al servir durante años.
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Mercenarios cartagineses: Izquierda Johnny Shumate de pie infante libio, de rodillas
infante turdetano y celtibero, detrás jinete númida y jinete galo. A la derecha Richard
Hook representa mercenarios itálicos: infante sammita con pectoral de discos, jinete
campano e infante lucano
Infantería cartaginesa
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Infantería pesada cartaginesa
La infantería pesada fue una copia de la infantería helenística, hasta Jantipo, usó
unidades de hoplitas similares a las griegas. A partir de este momento adoptan la
falange macedonia con sus sarissas. Aníbal habría en su experiencia contra los hispanos
habría abandonado la falange empleada por su padre Amílcar, pasando a usar estas
unidades menores similares al manípulo romano. Dentro de la infantería pesada contaba
con el Batallón Sagrado, la infantería libio-fenicia, los íberos scutati, los celtíberos,
infantería celta, ligures, y al final brucios, apulios y lucanos del sur de Italia.
Batallón sagrado
Era la unidad más famosa, era cuerpo de élite similar al Batallón Sagrado de Tebas, que
habitualmente no combatía habitualmente fuera del territorio africano. Se situaba en el
centro de la formación del ejército, inmediatamente detrás de los elefantes y protegido
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en las alas por los auxiliares mercenarios y la caballería. Eran adoradores del dios Baal,
antiguo dios fenicio de la guerra. Estaba constituido por hijos de nobles de Cartago y
poseían una gran preparación para el combate. Dada la condición social de sus
integrantes, probablemente disponían del mejor equipamiento posible.
Su armamento y formación eran similares a los de los hoplitas griegos: lanza larga como
arma principal, espada corta, escudo redondo de 90 cm, casco de bronce, grebas y
armadura de gran calidad.
Combatían a pie y ejercían las funciones de guardia personal del general o comandante
cartaginés del ejército. Esta fuerza escogida contaba con unos 2.500 hombres, en la
batalla del Crimiso, en el año 341 AC, cuando el ejército cartaginés fue vencido por el
de Timoleón, que mandaba al ejército siracusano. En esta batalla, el Batallón Sagrado
fue aniquilado. Aníbal llevó a unidades del Batallón Sagrado a Italia pero a pesar de no
recibir refuerzos. Tras catorce años de campaña, dos tercios de aquellos hombres
seguían luchando, es posible que fuesen utilizados como su guardia personal.
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Batallón Sagrado escoltando a Hannón durante la Revuelta de los Mercenarios en el 240
AC. Se observa a Hannón el Grande dirigiéndose a los mercenarios protegido por
soldados del Batallón Sagrado, llevan coraza o torax sobre túnica roja o blanca, casco
tipo boecio con carrileras; uno de ellos parece un oficial y lleva cota de escamas. Autor
Steve Noon para Osprey
Infantería libio-fenicia
Infantería cartaginesa en acción siglo III AC. En primer término el Batallón Sagrado, al
fondo la falange libio-fenicia y a vanguardia honderos e infantería ligera o lonchoporoi.
Autor Andrei Karaschuk (А Каращук)
Ap
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Falange libio-fenicia después de Jantipo. Autor Luca Tarlazzi
artir de Jantipo formaban como los falangistas macedonios llevaban de una pica pesada
de unos 5 de longitud, con punta y contera de hierro, que se manejaba con ambas
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manos. Además, portaban una espada larga para el combate a corta distancia y un
escudo redondo de 60 cm de diámetro y forma cóncava, que tenía con una empuñadura
(antilabé) en su extremo y una correa (telamon) que permitía transportarlo con
comodidad, al tiempo que, enrollada en el brazo izquierdo y pasada alrededor del
cuerpo, permitía fijarlo mejor durante la carga. Estaban generalmente pintados de
blanco. Los motivos decorativos más característicos eran la estrella, la palmera o el
caballo, símbolos de la ciudad de Cartago, como demuestran sus monedas.
Como protección llevaban un casco tracio con o sin carrilleras, cimera metálica y
cogotera saliente, Para proteger el dorso emplearon una placa pectoral de triple disco de
bronce, en el que el disco inferior llevaba el rostro de Tanit, una coraza o torax
musculada, realizada en bronce y utilizada indistintamente junto al linotorax de origen
griego, que en el siglo III AC sería sustituida por las cotas de malla de procedencia
itálica; y grebas de bronce decoradas de caña alta que protegían la pierna desde el
tobillo hasta por encima de la rodilla, y se aseguraban con correas de cuero. Bajo la
armadura llevaban túnicas de color rojo, y calzaban sandalias.
Infantería celta
Los celtas sirvieron como mercenarios en los ejércitos cartagineses desde, al menos, el
siglo V AC.
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Aníbal reclutó gran cantidad de infantería celta de las tribus galas (los romanos
llamaban a los celtas “galos”) al norte del río Po, que constituían el grupo de soldados
más entusiasta entre las tropas de Aníbal, ya que se encontraban en guerra con los
romanos desde un siglo antes de que el cartaginés invadiera Italia.
Organizados en clanes, estas tropas actuaban como infantería pesada y vivían para la
guerra, la gloria y el saqueo.
Su arma principal era una espada larga de doble filo, un arma cortante que podían
blandir de lado a lado sobre su cabeza, dejándola caer después como si de un hacha se
tratara. Durante la guerra de Breno contra Roma, esta técnica partía los escudos
romanos. Para contrarrestar esto, los armeros romanos rediseñaron el escudo, añadiendo
un forrado de metal al borde del mismo.
Guerreros galos de ejército púnico: izquierda a derecha: jefe galo cisalpino; guerrero
con cota de malla; guerrero con acolchado; guerrero con lanza de hierro en Iberia era
llamada Soliferro. Los romanos copiaron el escudo ovalado, el casco tipo monteforino
y la cota de malla de los galos.
Los galos del ejército de Aníbal representaban a menudo casi la mitad de sus tropas.
Luchaban individualmente y era prácticamente imposible hacerles maniobrar o adoptar
formaciones de combate ordenadas.
Aníbal les usaba habitualmente como tropas de choque, para desgastar al enemigo,
reservando su valiosa infantería africana. Esto tenía como consecuencia grandes cifras
de bajas entre las filas galas, que aun así resultaban fácilmente reemplazables. Para los
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galos, sin embargo, la posibilidad de lanzarse al más arriesgado de los ataques era la
mejor medalla que podían recibir, de modo que no se reducía su lealtad ni ferocidad.
Ligures
Los ligures eran un pueblo de origen íbero que habitaba al norte del golfo de Génova,
estaban muy influenciados por los pueblos galos que los rodeaban, hicieron su
aparición tardíamente en la Segunda Guerra Púnica 207 AC. Puesto que no formaron
parte del ejército de Aníbal, pero sí lo hicieron con los hermanos del héroe púnico.
Como los hispanos y galos, ofrecían buenos guerreros con características de infantería
de línea, y son referidos en las fuentes como más disciplinados y mejor dispuestos que
los galos. Su armamento era varias jabalinas que lanzaban antes del choque, espada tipo
celta y un casco sencillo y un escudo alargado.
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Mercenario ligur del noroeste de italia, no cambatieron con Anibal, pero si con sus
hermanos. Autor Johnny Shumate
Tras la batalla de Cannas, muchas ciudades del sur de Italia se pasaron al bando
cartaginés. Los brucios fueron de los primeros pueblos en jurar fidelidad a Aníbal.
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cuadrados, un casco ático con portaplumas de muelle, grebas con trabillas para las
correas y cinturón samnita. Otra armadura hacía del 300 AC, hallada en Paestum, consta
de una coraza formada por un espaldar y un peto de tres discos, un casco ático similar al
de Londres, grebas y cinturón samnita.
Infantería ligera
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Honderos de Baleares, reclutamiento durante la campaña de Magón en el 206 AC, el
reclutador está sentado y protegidos por guerreros libios. Autor Steve Noon para Osprey
Los lonchophoroi
Eran tropas ligeras procedentes de tribus libias, entre las que destacan los adyrmachidae
de Marmárica, los garamantes e incluso infantes númidas; eran muy capaces en este tipo
de combate. Su equipo estaba compuesto por un escudo ligero, aunque con
posterioridad adoptarían uno ovalado que proporcionaba mayor protección; un casco de
fibra o de bronce; un puñado de jabalinas y espada. Combatían en orden abierto, siendo
muy eficaces en las emboscadas, sabiendo sacar provecho de los accidentes del terreno.
Los pueblos bereberes también aportarían tropas ligeras al ejército cartaginés, siendo
sus armas más comunes la jabalina y el arco.
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Infantería lígera: lonchophoroi
La caballería Cartaginesa
Carros de guerra
Diodoro menciona el desplazamiento a Sicilia de 300 carros de guerra, más 2.000 pares
de caballos de “reserva” durante la guerra contra Dionisio I de Siracusa.
En los primeros combates tras la invasión de África por el tirano Agatocles de Siracusa
(310 AC), el ejército púnico alineó hasta 2.000 carros y 1.000 jinetes frente a los
siracusanos, que carecían de tropas montadas. Pese a tal desproporción de fuerzas, la
carga inicial de la caballería y los carros se estrelló contra la infantería enemiga, que
minimizó el impacto de jinetes y vehículos. Sumado a ello, los arqueros y honderos les
hostigaron con lanzamientos masivos de proyectiles, forzándoles a retroceder sobre su
propia infantería, desbaratándola. El carro de guerra cartaginés dejó de utilizarse de
forma generalizada después de esta campaña.
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Carro de guerra púnico
Elefantes de guerra
El ejército cartaginés sufrió los elefantes de guerra en su guerra contra Pirro (278 AC),
estos eran elefantes de origen hindú.
Cartago obtuvo inicialmente algunos elefantes asiáticos a través del Egipto Ptolemaico,
que también le proporcionó conductores indios base del futuro cuerpo de mahouts.
Estos elefantes, de gran tamaño – alrededor de 3 m de altura podían ir equipados para el
combate con una estructura de torre en la grupa, aunque no todos ellos solían llevarla.
En este caso, su guarnición estaba formada por cuatro hombres: El mahout o conductor,
generalmente de raza númida. Abrazaba al elefante protegiéndose con sus grandes
orejas. Contaba con una aguja para espolear al animal, que podía clavar en su nuca si el
paquidermo enloquecía. En la torre viajaban otros tres soldados: un arquero, un lancero
equipado al modo hoplita y un oficial. Algunos comandantes púnicos gustaban de
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dirigir la batalla desde lo alto de un elefante, como el propio Aníbal al inicio de su
campaña italiana.
Elefante de guerra asiatico cartaginés, lleva una torre con tres tripulantes
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Elefante de guerra africano. A la izquierda con una torreta encima con dos tripulantes, a
la derecha solo con el conductor o mahout. Autor Guiseppe Rava
Los cartagineses emplearon por primera vez estos animales contra los romanos el año
262 AC y obtuvieron su primer triunfo en 255 AC, cuando en la llanura del Bagradas en
que los 100 elefantes, dispuestos por Jantipo al frente de la formación púnica, aplastaron
a la infantería de Marco Atilio Régulo, en el que puede considerarse el mayor éxito de
la fuerza de elefantes cartaginesa. Los romanos rechazaron a los mercenarios
cartagineses que peleaban en la vanguardia, que chocaron con los elefantes y el resto de
las líneas de su ejército.
Esta fase de la batalla de Agrigento (262 AC.) nos indica la forma de combatir que
adoptó Hannón (que no tenía por qué ser la más común): los mercenarios luchaban en
vanguardia, una decisión lógica, en cierto modo, pues así se evitaban deserciones y
traiciones. Lo extraño es que los 60 elefantes combatieran en segunda línea. Esto hace
pensar que quizá se utilizaran como plataformas de arqueros más que el choque, pues en
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segunda línea no podían embestir al rival, y, sin embargo, permitían a los arqueros
situados en su grupa una línea de tiro directa hacia el enemigo.
Aníbal cruzó los Alpes con 37 elefantes africanos de los cuales solo sobrevivieron 2
para la batalla de Trevia. Sin embargo en la batalla de Zama presentó 80 elefantes.
Como en muchas ocasiones, constituían un arma de doble filo, puesto que al ser heridos,
o morir su guía, podrían volverse incontrolables y cargar contra sus propias filas. Por
ello, Asdrúbal Barca, hermano de Aníbal, incorporó para los guías un martillo y un
cincel, para matar a los elefantes en estampida atravesando su espina dorsal.
Caballería pesada
Caballería libio-fenicia
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Caballeria pesada cartaginesa: de los ciudadanos y libio-fenicia
Caballería gala
Actuaba como caballería pesada in el ala izquierda junto a la hispana, estaba compuesta
por los príncipes y nobles, solían llevar cota de malla de la que se supone fueron sus
inventores. Portaban un escudo redondo, lanza de acometida y una espada larga que
llegaba a tener 90 cm y algunos portaban hachas. El yelmo era de lo más variopinto y
profusamente adornado y un pantalón hasta el tobillo que sería posteriormente copiado
por los romanos.
Las tácticas de caballería celta eran muy sofisticadas, disparando jabalinas sobre el
enemigo antes del contacto, atacándolo luego mediante cargas controladas, las cuales
además podían concentrase en un punto con el fin de romper las filas enemigas. Si una
primera carga no surtía efecto, era seguida de otros con intervalos para descansar.
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Caballería gala en acción. Autor Giuseppe Rava
Caballería ligera
Como caballería ligera los cartagineses emplearon fuerzas reclutadas como los númidas,
y la caballería íbera.
Caballería númida
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Excelentes como caballería ligera, montaban sobre pequeños, ágiles y muy resistentes
acostumbrados al clima duro de las estepas al norte del Sáhara. No usaban ni brida ni
bocado y cabalgaban sin silla; guiando a sus caballos únicamente con el uso de una
vara, una cuerda alrededor del cuello y el movimiento basculante del peso de su cuerpo.
Tito Livio refiere que llevaban dos caballos y saltaban del caballo cansado al fresco,
muchas veces en lo más encarnizado de la refriega. No empleaban bridas y guiaban sus
caballos con la presión de sus piernas y con las lanzas tal y como se guían los asnos en
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algunos países. Sin embargo, Estrabón afirma que pasaban cuerdas en torno al cuello
del caballo, a modo de brida.
Usaban un escudo circular embrazado y jabalinas. Vestían, por regla general, una túnica
corta sin ninguna protección corporal, problemático ante la acometida de una caballería
pesada. Estrabón les retrata semidesnudos, exceptuando una piel de leopardo, que
podían enrollar alrededor de su brazo izquierdo para que hiciera las funciones de
escudo.
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Guerras Sicilianas (480 – 307 AC)
Las guerras Sicilianas o guerras Greco-púnicas fueron una serie de conflictos armados
entre Cartago y las polis de la Magna Grecia, encabezadas por Siracusa, por el control
de Sicilia y el Mediterráneo occidental a lo largo de 335 años (de 600 al 265 AC.),
siendo las más largas de la antigüedad. Tras muchos altibajos, los cartagineses se
establecieron firmemente en el oeste de la isla italiana, en la que permanecerían hasta el
final de la Primera Guerra Púnica, y evitaron la conquista griega de Cerdeña. Los
griegos de Focea se asentaron en el Golfo de León.
En el año 540 AC, el general cartaginense Magon I invadió Sardinia (Cerdeña), que
estaba altamente influida por Grecia. Después de una larga y sangrienta campaña sin
ganador definido, Magon I se dirigió a las islas Baleares. Allí sorprendió a los griegos, y
en una batalla de la que no se sabe casi nada, y los derrotó.
Los supervivientes del ejército griego se retiraron hacia la ciudad más importante de las
islas, Ivaza (Ibiza), que los griegos habían fundado sobre el 650 AC. Pronto Ivaza se
rindió, y la totalidad de las islas baleares pasaron a formar parte del imperio Cartaginés.
En el 535 AC, Cartago se alió con Etruria y derrotaron a una importante flota griega en
las costas de Corsica (Córcega),en la batalla naval de Alalia. Con esta victoria, Cartago
se aseguro el control de Sardinia y Corsica.
En el año 483 AC, Gelón, tirano de Siracusa, la ciudad más importante de la isla de
Sicilia, respaldado en parte por otras polis griegas, intentó unificar la isla bajo su
mandato. Terillus,el gobernante griego de la ciudad siciliana de Himera,al norte de la
isla, envió una petición de ayuda a su amigo Hamilcar, el líder de la familia cartaginesa
de los Magonidas, políticamente la familia más importante de Cartago. (no confundir
con los Barca de Aníbal). Terillus había sido expulsado de Himera después de que dicha
ciudad hubiera sido ocupada por el ejercito de Gelon, que junto a sus aliados había
comenzado una campaña de expansión contra otras ciudades de la isla.
Cartago no podía quedarse de brazos cruzados ante esta amenaza, y pasó a la ofensiva
aprovechando la invasión persa de Grecia. Amílcar Magón reclutó a lo largo de 3 años
un ejército compuesto por mercenarios de África, Hispania, Galia, Liguria, Córcega y
Cerdeña. Como lugares de procedencia de los mercenarios hispánicos se han propuesto
las Baleares, el Levante y el Sur peninsular. En algunos casos los mandos militares
cartagineses dedicarían cierto tiempo a adiestrar y disciplinar a sus mercenarios. Zarpó
de Cartago con una fuerza de 50.000, con una flota de 200 naves de guerra y 300 barcos
de transporte. Durante la travesía del mar Líbico perdió los transportes de caballos y
carros de guerra a causa de una tempestad.
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de la costa de Himera, con la flota siguiéndoles, y acamparon cerca de la ciudad. Teron
ya estaba presente en Himera con su ejército, pero los griegos no interfiera en las
operaciones cartaginesas. Los aliados griegos de Amílcar ( Selinunte y Anaxilas)
estaban ausentes y no se unieron a la batalla.
Estableció dos campamentos uno en la costa junto a las naves y otro en una elevación al
suroeste de la ciudad, empezando los trabajos de fortificación. Terón lanzó un ataque
desde Himera con la finalidad de evitar e incluso destruir los trabajos de finalización de
la zanja púnica y la empalizada que protegía las naves de los invasores; al principio la
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salida tuvo éxito pero este intento se encontró de inmediato con un contraataque
cartaginés, y los hoplitas de Akragas y Himera se vieron obligados a retirarse dentro de
los muros de la ciudad.
Terón, tirano de Agrigento, pidió auxilio militar a Gelón tirano de Siracusa que dirigió a
marchas forzadas hacia Hímera con un ejército de 50.000 infantes y 5.000 jinetes.
Cuando llegó acampar al sureste de la ciudad, en un terreno donde podía usar su
caballería en masa aprovechando, mientras establecían el campamento, su caballería
atacó a los cartagineses, produciéndose un enfrentamiento con los mercenarios
cartagineses que fueron sorprendidos estando desprevenidos, muchos fueron muertos o
cogidos prisioneros.
Los púnicos, que tenían muy pocas fuerzas de caballería, tuvieron que refugiarse en sus
campamentos fortificados. Amílcar envió un mensajero a Selinunte solicitando el apoyo
de los jinetes de esa ciudad. El mensajero que llevaba a Amílcar la respuesta de los
selinuntios fue apresado por el ejército siracusano. Gelón se valió de la información
obtenida, de modo que sus jinetes, haciéndose pasar por los aliados selinuntios
esperados por Amílcar, entraron en el campamento cartaginés de la costa, mataron a los
altos mandos e incendiaron las naves enemigas.
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Batalla de Himera 480 AC, la caballería de Selinunte atacando el campamento púnico
de la costa, al parecer mientras estaban celebrando un sacrificio
Supuestamente tuvo lugar el mismo día que la más famosa batalla de Salamina. Al
amanecer, los púnicos hicieron salir a todas sus fuerzas para presentar batalla, aunque
tenían poco ánimo al ver quemadas sus naves. Las trompetas de uno y otro ejército
dieron la seña de batalla. La carnicería fue grande, y estuvo indecisa. Súbitamente, se
propagó la noticia de la muerte de Amílcar, los cartagineses se dieron a la fuga. Los
soldados siracusanos que entraron después en el asolado campamento púnico con
intención de saquearlo fueron vigorosamente repelidos por un contingente ibero. Gelón
había dado orden de no hacer prisioneros y se produjo una matanza, que Diodoro estima
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en unos 40.000 hombres. Los supervivientes se refugiaron en una fortificación en el
monte Eurako (monte de San Calogero, unos 7 km al oeste de Himera) y al principio
pudieron rechazar los asaltos, pero acuciados por la sed se entregaron. En cuanto a
Amílcar desapareció sin que se hallara su cuerpo.
Las negociaciones de paz tuvieron lugar en Siracusa. Gelón se mostró indulgente hacia
los cartagineses. El importe de las indemnizaciones de guerra ascendía a 20.000 talentos
de plata y por supuesto el abandono de la isla.
La larga paz entre Cartago y Siracusa se mantuvo durante más de la mitad un siglo.
Después, una nueva potencia 415 entró en la escena para disputar el dominio de Sicilia.
En el curso Segunda Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta se extendió a
Occidente. La gran expedición de Atenas se dirigió a Siracusa. Con la ayuda de un
general espartano, Gilipo, Siracusa aplastó a la fuerza ateniense 413 AC. Durante el las
fases posteriores de la guerra del Peloponeso (412-404 AC), Siracusa fue capaz de para
proyectar su poder naval en el Mar Egeo y en la costa asiática en apoyo de sus aliados,
Esparta y Corinto.
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En el 410 AC, Cartago se había recuperado de la derrota de la guerra anterior. Justo un
año después de su embarazosa derrota en la Primera batalla de Hímera, Cartago había
conquistado la mitad del norte de la moderna Túnez, fundando y fortaleciendo sus
colonias en el norte de África, como Oea y Leptis (Trípoli). Cartago también había
patrocinado a Magón en su viaje a través del desierto del Sáhara a la Cirenaica, y a
Hannón el Navegante en su viaje por la costa africana. A pesar de que las colonias
ibéricas se separaron en ese año con la ayuda de los íberos, cortando a Cartago los
importantes recursos de plata y cobre, Aníbal Magón, el nieto de Amílcar, comenzó los
preparativos para reclamar Sicilia. Mientras tanto, algunas expediciones se aventuraban
a Marruecos y Senegal, y en el Atlántico, posiblemente, a las distantes Azores.
Mientras la atención de Siracusa estaba centrada en la guerra del Peloponeso, los líderes
de Cartago decidieron poner en marcha una gran invasión en respuesta a la llamada de
Segesta, una ciudad griega aliada. La paz había durado un total de siete décadas, pero no
duraría más.
En 409 AC, Aníbal Magón marcho a Sicilia con 60 barcos de guerra y más de 1.000
transportes con unos 25.000 efectivos, donde tras desembarcar y unirse a los aliados de
Segesta se dirigieron inmediatamente a Selinus (Selinunte), los siracusanos, esperando
un prolongado asedio, enviaron una fuerza de avanzada bajo el mando de Diocles a
Akragas. Diocles era un demócrata radical que había sido elegido en 412 AC como
estratego. Diocles solo llevó 3.000 hoplitas, un grupo selecto de ciudadanos conocidos
como los epilektoi. Pero Aníbal no se limitó a asediar Selinus; la atacó vigorosamente y
asaltó la ciudad en nueve días de intensos combates. A pesar de sufrir grandes pérdidas,
Aníbal inició la marcha inmediatamente a través de Sicilia para atacar Himera, el sitio
de la muerte de su abuelo a manos de los griegos. En el camino se le unieron unos
20.000 efectivos sicelios y elimianos, cnon los cuales los efectivos totales serian unos
50.000.
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Segunda batalla de Himera 409 AC Movimientos de fuerzas
Aníbal siguió probablemente por la misma ruta que los jinetes selinos en el 480 AC y
establecer su campamento principal en el oeste de la ciudad, mientras que alrededor de
un tercio del ejército acampó al sur de Himera. En lugar de construir un muro de
circunvalación de la ciudad, los cartagineses asaltaron las murallas inmediatamente con
la ayuda de las torres de asedio y arietes después levantar sus campamentos. Sin
embargo, las murallas de la ciudad resistieron los ataque y no consiguieron ninguna
brecha que la infantería púnica pudiese explotar. Aníbal envió entonces zapadores, que
excavaron túneles bajo las murallas y se desplomaron secciones de la misma al prender
fuego a las vigas de madera que lo sujetaban. La infantería cartaginesa atacó a través de
las brechas, pero el himeros repelieron el asalto púnica en la ciudad y, a continuación,
levantaron paredes improvisadas para cerrar las brechas.
Diocles, reforzado con 1.000 hoplitas akraganos, marcharon hacia Himera, para unirse a
los 4.000 hoplitas de Himera, con lo que su fuerza total era sólo 8.000 hoplitas, un par
de miles de peltastas y unos pocos cientos de soldados de caballería.
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Después de una sola noche de descanso, llevó a su falange a la llanura delante de
Himera en la madrugada. Aníbal fue tomado por sorpresa, y apenas fue capaz de formar
algunas de sus cuando la falange se abalanzó sobre ellos. Las primeras formaciones del
ejército púnico se fueron derrotadas rápidamente, y los griegos comenzaron la
persecución. Sin embargo, sólo una parte de la cartaginés ejército en realidad se había
comprometido, posiblemente el campamento sur. Mientras la falange griega perseguía
al enemigo que huía, Aníbal reunió al resto de sus fuerzas (posiblemente el campamento
principal) e inició el contraataque, derrotando a los griegos que estaban dispersos y les
persiguieron hasta la ciudad, los griegos perdieron 3.000 efectivos. Animal perdió
muchos más pero la mayoría eran mercenarios y sus fuerzas principales estaban
intactas.
Diocles decidió no luchar para defender la ciudad y planeó su retirada a Siracusa. Los
desafortunados himeranos no tuvieron más remedio que abandonar su ciudad como mal
menor. Mientras Diocles fugaba por la noche por tierra, la mayor parte de los himeranos
mujeres y los niños fueron evacuados por mar con una flota de 25 trirremes que había
llegado de Siracusa. A la noche siguiente la flota volvió a recoger la guarnición, pero se
encontró con que la ciudad ya había sido asaltada y saqueada. LasLa ciudad había sido
arrasada hasta los cimientos, y en un sangriento homenaje a su abuelo, ordenó ejecutar a
3.000 prisioneros himeros en el mismo sitio donde Amílcar había muerto. Después
regresó triunfalmente a Cartago con el botín de guerra. Pero el principal enemigo de
Cartago en Sicilia, Siracusa, permaneció intacta.
Dos años después, en 407 AC, las tropas cartaginesas estaban de vuelta en Sicilia.
Hermocrates, un general siracusano renegado atacaba las ciudades púnicas del suroeste
de la isla. Aníbal e Himilcar reunieron otro potente ejército y partieron hacia Sicilia.
Pero la campaña empezó mal desde el principio. La flota fue atacada por los
siracusanos, con el resultado de la perdida de varios barcos y la huida de los demás a
mar abierto.
Aníbal dividió su ejército que serían uno 35.000 efectivos, de los cuales 5.000 eran
libio-fenicios y el resto mercenarios, en dos partes, aproximadamente la mitad de sus
tropas acamparon al este de Akragas. Sus soldados restantes se ubicaron en otro
campamento al suroeste de la ciudad.
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Batalla de Akagras 406 AC
Akragas tenía unos 10.000 defensores, incluyendo su falange cívica y una banda de
mercenarios bajo un oficial espartano llamado Dexipo, que estaba al frente de unos
2.000 mercenarios griegos, y 800 campanos.
Siracusa envió rápidamente ayuda a Acragas, al mando del nuevo estrategos llamado
Dafneo con 30.000 infantes y 5.000 jinetes. Aníbal mandó a Himilcon para detener las
tropas de refuerzo y el con las suyas siguió con el asedio.
Dafneo desplegó los siracusanos a la derecha, sus aliados siciliotas en el centro y los
aliados italiotas la izquierda. Himilcón puso sus mercenarios en la derecha frente a los
italiotas, algunos de sus veteranos libio-fenicios ocuparon el centro y sus levas en la
izquierda.
Poco después de iniciada la batalla, Dafneo observó que sus italiotas se tambalean bajo
el ataque de los mercenarios púnicos. Sagazmente, extendió el rumor en su ala derecha
que los italiotas ya habían derrotado a los cartagineses en su flanco. Los Siracusanos
impulsados por el celo, atacaron con más fuerza y derrotaron el ala izquierda púnica.
Dafneo envolvió la línea púnica por su izquierda, desmoronado por completo la
formación y ganando una victoria decisiva. Más de 6.000 cartagineses perecieron, pero
sin embargo Himilcón todavía tenía un segundo ejército acampado al suroeste de
Akragas. Dafneo sabiamente se negó a perseguir al enemigo derrotado, y la guarnición
de Akragas tampoco.
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En cualquier caso, el cerco se rompió y ambos ejércitos griegos unieron sus fuerzas. A
pesar de esta victoria táctica, los soldados griegos estaban furiosos por lo que percibían
como cobardía por parte de sus generales, por no haber asaltado el segundo
campamento púnico. Cuatro de los cinco generales de Akragas fueron lapidados y
Dafneo cayó en desgracia. Sin embargo, los griegos habían cambiado las tornas y
pusieron al ejército púnico bajo asedio.
En este punto, la armada cartaginesa sorprendió y derrotó a los aliados griegos, la flota
cartaginesa bloqueo todos los intentos siracusanos por abastecer la ciudad por mar. Y
más tarde, los cartagineses atacaron un convoy de aprovisionamiento y se apoderaron de
los víveres.
El hambre cambio de lado, y los siracusanos se dieron cuenta que, Akragas caería en
manos cartaginesas, decidiendo abandonar la ciudad.
En una noche de diciembre del 406 AC, miles de ciudadanos, hombres, mujeres y niños
dejaron sus hogares, dejando atrás todos sus bienes. Dejaron atrás a los ancianos y los
enfermos que no podían caminar; algunos se suicidaron para evitar ser capturados por
los cartagineses.
Al amanecer, los cartagineses se encontraron una ciudad vacía. Saquearon los templos y
casas y asesinaron a cuantos habitantes hallaron a su paso.
Pero el ejército cartaginés no pudo continuar su conquista, una peste golpeo con fuerza
y muchos soldados murieron, incluyendo a Aníbal Magón.
Aunque su sucesor Himilcón amplió con éxito la campaña y aunque derrotó en repetidas
ocasiones al ejército de Dionisio I, el nuevo tirano de Siracusa, que también fue
debilitado por la plaga, y en el año 405, ofrecieron la paz a Siracusa, que fue aceptada
rápidamente.
Los términos del tratado eran muy favorables a los cartagineses. Se reconoció su
autoridad sobre los pueblos indígenas y las ciudades púnicas del oeste y el centro de
Sicilia, y el pago anual de un oneroso tributo a Cartago por parte de la mayoría de las
ciudades griegas de la isla. Los púnicos antes de retirarse destruyeron completamente la
ciudad de Akragas, que sería ocupada de nuevo por los griegos.
Debido a que los ciudadanos de Siracusa sufrían de agitación política y la guerra civil
bajo el régimen de Dionisio II, apelaron a Corinto (que había fundado Siracusa) para
que enviase un general para deponer a los tiranos y administrar su ciudad. El Senado de
Corinto eligió enviar Timoleón.
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militar de los griegos. Como consecuencia de ello trataron de impedir que Timoleón
pusiese un pie en Sicilia en 345 AC, pero no tuvieron éxito. Se produjo un asedio
confuso de Siracusa en el 344/3 AC con Timoleón, Dionisio, e Hicetas y sus aliados
cartagineses cada uno controlando diferentes partes de la ciudad.
Las fuentes difieren en los hechos. Según Plutarco Dionisio entregó la acrópolis a
Timoleón y fue expulsado a Corinto. Diodoro afirma que esto ocurrió al final del asedio
en 343/2 AC. Los cartagineses interrumpieron el cerco y se retiraron. Timoleón luego
atacó a las fuerzas de Hicetas y los expulsó de Siracusa.
Timoleón procedió a liberar a las otras ciudades griegas en Sicilia en 342/1 AC con el
fin de restaurar su autonomía y la democracia. Envió a sus mercenarios para atacar el
territorio cartaginés en la Sicilia Occidental, lo que le proporcionó una gran cantidad de
botín. A medida que su fuerza militar y su reputación crecía, todas las demás ciudades
griegas de Sicilia se sometieron de forma voluntaria. a causa de su política de
restauración de la autonomía a ellos. Atacó también otras ciudades bajo el control de
Cartago, incluidos los de los sículos y los sicanianos, que deseaban convertirse en sus
aliados.
A primeros de junio del 339 AC, Timoleón se situó en una colina con su ejército, con
vistas a una llanura donde se encontraba el ejército cartaginés. El río Crimiso (actual
Freddo en el noroeste de Sicilia) separaba ambos ejércitos y la orilla del río estaba
cubierta en una nieblina, por lo que era imposible ver el campamento cartaginés. Sin
embargo, el ruido alertó a los griegos que los cartagineses iban a cruzar el río. Ocupó
unas alturas enla orilla opuesta y cuando se disipó la nieblina, vió a las tropas
cartaginesas avanzando, los carros de guerra de cuatro caballos iban en vanguardia,
detrás las tropas cartaginesas y a continuación los mercenarios.
Timoleón desplegó a los otros griegos de Sicilia y algunas de sus mercenarios a sus
alas; él se situó en el centro con los siracusanos y sus mejores mercenarios. Vio que su
caballería no podía atacar a la infantería enemiga debido a los carros de vanguardia.
Envió por delante a su caballería para envolver los carros y atacar la infantería para
desordenar sus filas y prevenir o dificultar que formaran la falange.
Habían cruzado los carros y la infantería cartaginesa y cuando se disponían a cruzar los
mercenarios, la caballería griega cargó contra los flancos de la infantería púnica, los
cartagineses resistieron la carga de los jinetes griegos, gracias a su excelente armadura y
a sus grandes escudos, y estaban esperando que cruzasen el vado el resto de las fuerzas
para pasar al ataque.
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Batalla de Crimiso 339 AC. A la izquierda representación de Steve Noon, a la derecha
grabado.
Afortunadamente para los griegos se desató una fuerte tormenta de lluvia y granizo con
el viento de cara para los púnicos. La tormenta los puso en grave desventaja el agua y el
barro hicieron ineficaces los carros y los infantes más lentos debido a su pesada
armadura. Para empeorar las cosas la cantidad de agua caída, hizo que se desbordase el
curso del Crimiso, impidiendo el paso del resto de los mercenarios.
El ejército cartaginés huyó cuando los peltastas griegos que se movían mejor en el
barro, vencieron a las primeras filas. El ejército cartaginés rompió filas, siendo el
Batallón Sagrado el último en caer, luchando, según las fuentes, ”con bravura hasta el
último hombre”.
Muchos de los que huyeron por la llanura fueron alcanzados por los jinetes griegos y
muertos. Algunos se ahogaron en el río cuando trataron de cruzarlo para huir.
45
Batalla de Crimiso 339 AC, a la izquierda los griegos derrotando a los púnicos durante
la tormenta, a la derecha persecución de la caballería griega después de la batalla.
Autor de ambas Johnny Shumate
De las 10.000 bajas para el ejército cartaginés, 3.000 eran ciudadanos cartagineses.
Cartago nunca había perdido muchos de sus propios ciudadanos con anterioridad, ya
que se utilizaban mercenarios libios, númidas y los ibéricos en sus ejércitos. Al menos
5.000 prisioneros fueron contabilizados (segun Plutarco). Las bajas griegas no debieron
ser muy numerosas.
Sin embargo, Plutarco relata que Timoleón logró derrotar Hicetas en la batalla del río
Damurias. Mamerco fue derrotado por Timoleón en la batalla del río Abolus, en la que
los soldados cartagineses que había recibido de Giscón fueron la mayoría de las bajas.
Después de esta derrota Cartago decidió hacer la paz con Timoleón, a lo que accedió.
Las condiciones eran que Cartago podía mantener su territorio hasta el río Lico.
Mamerco huyó a Messana donde se refugió con el tirano de esa ciudad, Hippo. Cuando
Timoleón asedió Messana por tierra y mar, Hippo trató de escapar a bordo de un buque,
pero fue capturado y ejecutado por los habitantes de la ciudad. Mamerco despues se
entregó a Timoleón.
Timoleón logró poner fin a la guerra en Sicilia, entre los tiranos griegos y con Cartago,
pero la paz y la estabilidad no durraría mucho tiempo después de su muerte. Un nuevo
tirano, Agatocles, tomó el poder en Siracusa en el 317 aC y comenzó otra guerra con
Cartago.
Los oligarcas emigrados, dirigidos por Sosístrato, consiguieron firmes apoyos en las
ciudades de Akagras, Gela y Mesana, temerosas de que Agatocles extendiera su poder
por toda Sicilia, y además obtuvieron la ayuda espartana de Acrótato.
En las hostilidades que siguieron, Agatocles conquistó Mesana 312 AC, tras el fracaso
de Acrótato, éste regresó a Esparta.
Las ciudades buscaron la paz con Agatocles bajo los auspicios de Cartago. Sin embargo,
el siracusano atacó a las tres ciudades, aumentando su poder considerablemente. Y en
vista de que Cartago tardaría en responder se armó y contrató nuevos mercenarios,
elevando sus efectivos a 10.000 infantes y 3.500 jinetes.
Sin un poderoso ejército cartaginés en la isla, Agatocles actuó con libertad durante un
tiempo, conquistando Messene y Tauromenium, donde se habían refugiadoalgunos de
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los oligarcas exiliados, matando a 600 de ellos.
Su siguiente objetivo era Akragas, pero ante la llegada de los cartagineses con 60 navíos
desistió, atacando en cambio el territorio púnico de Sicilia, llegando a conquistar casi
todas las ciudades de la isla.
Cartagó envió a Amílcar Giscón, nieto de Hannón el Grande, con 130 trirremes, 40.000
infantes (10.000 libios, 2.000 ciudadanos, 1.000 honderos baleares) y 5.000 jinetes y
200 carros de guerra.
Pero una tormenta dañó la flota y diezmó al ejército, teniendo que contratar mercenarios
para suplir las pérdidas al llegar. Cuando estuvo listo se unió al ejército que acampaba
cerca de Gela.
Agatocles por fin le salió al paso al ejército de Amílcar en las inmediaciones del río
Hymera. Ambos ejércitos ocupaban las orillas ya que el río era una importante barrera
defensiva natural. Durante varios días se estuvieron analizando mutuamente, sin que
ninguno se decidiera a atacar.
Pero en una ocasión, Agatocles emboscó a un grupo de púnicos que previamente había
atacado a sus forrajeadores, haciéndolos huir, entonces decidió sacar sacar a todo su
ejército y asaltar el campamento enemigo. En un principio los hombres de Agatocles
tuvieron éxito, cegaron el foso y atravesaron la empalizada, entrando en fuerza en el
campamento púnico, que fueron totalmente superados. Entonces Amílcar destacó a los
los honderos baleares, que lograron expulsar a los griegos del campamento. Agatocles
no desistió y mandó un nuevo ataque, pero justo en ese momento llegaron tropas que
Amílcar estaban ausentes, rodeando a los griegos, que a duras penas podieron huir,
cayendo en la batalla unos 7.000 hombres, mientras que Amílcar sólo perdió 500.
Agatocles se vio forzado a regresar a Gela. Amílcar vio que sería imposible tomarla y
decidió hacerse con las ciudades que el tirano dominaba. Las ciudades fueron cayendo
una tras otras y muchas se entregaron sin resistencia, uniéndose a los cartagineses. Al
verse rodeado, Agatocles decidió regresar a Siracusa y prepararla para el asedio.
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ataque Cartago, se vio obligada a replegar a Amílcar y la mayor parte de su ejército de
Sicilia para hacer frente a la nueva e inesperada amenaza.
Agatocles eligió el terreno, una llanura estrecha con una elevación en uno de los
extremos, donde colocó su ejército de la siguiente forma: Ala derecha: 250 honderos y
arqueros en la pendiente lateral. Centro 1.000 hoplitas escogidos, a continuación 3.000
griegos, 9.000 siracusanos, 3.000 entre samnitas, etruscos y celtas. En el ala izquierda
250 arqueros y honderos. Detrás del centro situó los marinos con palos y las fundas de
los escudos para dar la impresión de que su ejército era más numeroso.
Los cartagineses situaron en el ala derecha a Hannón que mandaba el Batalón Sagrado
(3.000), a continuación Bomilcar que mandaba la falange ciudadana y libio-fenicia
(20.000) la mayoría de los cuales habían sido reclutados urgentemente. Delante situó los
2.000 carros y los 1.000 jinetes.
El primer movimiento lo realizaron los cartagineses que cargaron con sus carros y sus
jinetes detrás para aprovechar los huecos que iban a dejar los carros en la formación
adversaria, dado que no podían envolver debido a la estrechez del campos de batalla,
consiguieron derribar a algunos griegos, pero la mayoría fueron rechazados y chocaron
contra su propia infantería que venía detrás. Agatocles pudo avanzar sin miedo contra el
Batallón Sagrado, que aguantó, pero murió su jefe y se retiró en orden a Cartago. El
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resto del ejercitó, huyó cuando aún no se había repuesto del choque de sus propios
carros.
Las bajas fueron por parte griega 200 y por parte púnica de 2.000 a 3.000 fueron
repelidos por sus inexpugnables murallas.
Dueño de todo el campo, Agatocles se veía sin embargo incapaz de someter a la propia
Cartago. Dueña del mar y bien defendida por sus murallas, podía ser abastecida sin
problemas por los navíos llegados desde las fértiles tierras de Cerdeña y Sicilia. Sin
embargo, las noticias llegadas desde Sicilia sobre los avances de sus enemigos políticos
lo alarmaron y se decidió a volver de inmediato. Dejando a su hijo Archagathus al
mando, viajó a Siracusa con 2.000 soldados.
El senado cartaginés decide entonces formar tres ejércitos de los cuales uno iría por la
costa y otros dos por el interior. Pensaban que así el enemigo debería dividir sus fuerzas
y retirarse del asedio de Cartago, que aunque abastecida por mar empezaba a pasar
hambre debido a que muchos de otras ciudades se habían refugiado dentro de sus
muros. Pusieron en movimiento un total de 30.000 hombres, mientras que por el lado
siracusano debería haber por aquel entonces un número similar, fueron divididos a su
vez en otros tres ejércitos que operarían allí donde se movían los cartagineses. La
estrategia púnica funcionó a la perfección y los dos ejércitos siracusanos que se movían
por el interior fueron derrotados, muriendo unos 12.000 infantes y 1.000 jinetes entre
ambos contingentes.
Agatocles intentó un ataque al campamento enemigo, pero tuvo que retirarse sin
resultados tras haber perdido 3.000 hombres, a los que se sumarían otros 4.000 en el
tumulto que se formó durante la noche cuando 5.000 libios decidieron desertar y pasarse
a los cartagineses.
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De vuelta a Sicilia en el 305 AC, Agatocles restauró su autoridad, derrotó a Dinócrates
y ejecutó a un elevado número de enemigos políticos. En el año 304 AC, Agatocles
tomó el título de rey, integrando su poder en el recién nacido mundo helenístico. Su
guardia personal estaba compuesta por mercenarios itálicos, principalmente samnitas y
los célebres mamertinos.
A partir de estos momentos las noticias son más escasas; se conocen algunas
expediciones por el sur de Italia y por el Mar Adriático, que le llevaron incluso a
apoderarse temporalmente de Corcira frente a las ambiciones de Casandro en el 300
AC.
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Primera Guerra Púnica (264 – 241 AC)
Fue el primero de tres grandes conflictos bélicos entre las dos principales potencias del
Mediterráneo Occidental, la República Romana y la República Cartaginesa. Durante 23
años, Roma y Cartago lucharon por la supremacía en la zona y la conquista de Sicilia.
Orígenes
Tras esa derrota, en el año 264 AC, los mamertinos acudieron tanto a Roma como a
Cartago en busca de ayuda. Los cartagineses hablaron con Hierón, y lograron acordar
que éste no llevara a cabo nuevas medidas militares a cambio de que los mamertinos
aceptasen una guarnición cartaginesa en Mesina. Ya fuese porque no les gustaba la idea
de la guarnición cartaginesa, o bien convencidos de que la reciente alianza entre Roma y
Cartago contra el rey Pirro reflejaba unas relaciones cordiales entre ambas potencias, el
hecho es que los mamertinos solicitaron a Roma una alianza, buscando con ello mayor
protección.
En ese momento la isla está dividida en dos esferas de influencia: la parte oeste y
central, dominada por Cartago, y la parte oriental, de ascendencia e influencia griega.
Los griegos están capitaneados por la polis de Siracusa, dirigida por el tirano Hierón II,
que hasta ese momento habían sido seculares enemigos.
Tras un gran debate en el Senado, Roma finalmente decidió enviar dos legiones a
Mesana (Mesina) para apoyar a los mamertinos, bajo las órdenes de Apio Claudio
Caudex, que desembarcaron en Mesana, en donde los mamertinos habían expulsado
previamente a la guarnición cartaginesa comandada por un tal Hannón y que se había
refugiado en la ciudadela.
La estrategia inicial de Roma era eliminar a Siracusa como enemigo y por ello, desde
Mesana, los romanos marcharon al sur, mientras que diversas ciudades por el camino
abandonaban el bando cartaginés para aliarse con Roma.
52
En el 263 AC, ante la entrada de los romanos, Cartago y Siracusa (enemigos seculares
en Sicilia), se aliaron para expulsar a Roma de la isla.
Tras un breve asedio sin haber recibido ayuda cartaginesa, Hierón, decide hacer la paz
con Roma. Se constituye así un pequeño reino independiente, aliado de Roma, que le
será muy útil durante toda la guerra. Junto con Siracusa, varias otras ciudades
cartaginesas más pequeñas decidieron también pasarse al bando romano. Una vez
resuelto el problema de Siracusa se dirigen a Agrigento.
Mapa de las batallas durante la Primera Guerra Púnica (264- 241 AC)
En 262 AC, los romanos enviaron un nuevo ejército de gran escala a Sicilia, compuesto
de unos 40.000 hombres organizados en cuatro legiones y los alae de caballería
asociados. El ejército estaba dirigido por los dos cónsules, Lucio Postumo Megelo y
53
Quinto Manilio Vítulo. Los refuerzos fueron enviados en respuesta a la gran operación
de reclutamiento y entrenamiento que se estaba produciendo en el bando cartaginés.
Algunos meses después, Giscón comenzó a sufrir los efectos del bloqueo y apeló a
Cartago para el envío de ayuda urgente. Los refuerzos desembarcaron en Heraclea a
comienzos del invierno de 262-1 AC, y estaban compuestos por 50.000 soldados de
infantería, 6.000 de caballería y 60 elefantes de guerra bajo el mando de Hannón. Los
cartagineses marcharon hacia el sur para rescatar a sus aliados destruyendo la base de
suministros romana ubicada en Erbeso. Estando cortada la línea de suministros, los
romanos se encontraron asediados por el ejército de liberación, por lo que se vieron
obligados a construir y mantener dos líneas defensivas: Una interna, contra los posibles
ataques desde Agrigento, y otra externa, contra el ejército de liberación. Tras una serie
de escaramuzas entre las caballerías ganaron los cartagines, establecieron su
campamento muy cerca de los romanos. Hannón desplegó inmediatamente sus tropas en
formación de batalla, pero los romanos se negaron a luchar en campo abierto. Por el
contrario, fortificaron su línea de defensa exterior y, mientras mantenían el asedio sobre
Agrigento, quedaron a su vez cercados por el ejército cartaginés de liberación.
Con Hannón acampado a las afueras de su propia base, la línea marítima de suministros
que abastecía a los romanos desde Siracusa dejó de estar disponible. Ante el riesgo de
comenzar a sufrir el hambre, los cónsules eligieron ofrecer batalla. En este caso fue
Hannón el que se negó al enfrentamiento, posiblemente con la intención de derrotar a
los romanos por inanición. Mientras tanto, la situación dentro de Agrigento era ya
desesperada tras más de seis meses de bloqueo. Aníbal Giscón, comunicándose con el
ejército exterior mediante señales de humo, envió una solicitud urgente de ayuda tras la
cual Hannón se vio obligado a ofrecer la batalla campal a los romanos.
Hannón desplegó la infantería cartaginesa en dos líneas, con los elefantes y los
refuerzos en la segunda línea y la caballería probablemente en las alas. Los romanos
probablemente se organizasen en la típica formación triplex acies.
Las fuentes coinciden en afirmar que la batalla fue larga, y que los romanos fueron
capaces de romper el frente cartaginés. Esto provocó el pánico en la retaguardia y las
54
reservas cartaginesas huyeron del campo de batalla. También es posible que a los
elefantes les entrara el pánico y que en su lucha desorganizasen la formación
cartaginesa. En cualquier caso, los romanos resultaron victoriosos en la batalla. Su
caballería logró atacar el campo cartaginés y capturar varios elefantes.
Tras esta batalla, la primera de cuatro batallas campales en tierra durante la Primera
Guerra Púnica, los romanos ocuparon Agrigento y vendieron a la totalidad de su
población como esclavos. Los dos cónsules resultaron victoriosos, pero no fueron
recibidos con un triunfo en Roma, posiblemente por culpa de la huida del general
enemigo.
Después de 261 AC, Roma controlaba la mayor parte de Sicilia, y se aseguró la cosecha
de trigo de la isla para su propio uso. Además, supuso la primera campaña a gran escala
fuera de la península itálica, lo cual dio a los romanos la confianza necesaria para
perseguir mayores objetivos ultramarinos.
En cualquier caso, la batalla no fue un éxito completo. Gran parte del ejército cartaginés
huyó, y Aníbal Giscón, junto con la guarnición de Agrigento, fue también capaz de
romper las líneas enemigas y escapar.
Desde ahí, los romanos continuaron avanzando hacia el oeste de la isla, logrando liberar
en 260 AC a las ciudades de Segesta y Makela, que se habían aliado con Roma y que
habían sido atacadas y asediadas por los cartagineses por haber cambiado de bando. En
el norte los romanos avanzaban hacia Termae tras haber asegurado su flanco marítimo
gracias a la victoria naval en la batalla de Milas. Pero fueron derrotados, sin embargo,
ese mismo año por un ejército cartaginés dirigido por un comandante llamado Amílcar
(no era Amílcar Barca). Los cartagineses aprovecharon esta victoria para contraatacar
en 259 AC, asediando la ciudad de Ena. Amílcar realizó desde allí una incursión al sur
hacia Camarina, en territorio de Siracusa, posiblemente en un intento de convencer a los
siracusanos para que se volviesen al bando cartaginés.
El año siguiente, 258 AC, los romanos fueron capaces de recuperar la iniciativa
reconquistando Enna y Camarina. En la Sicilia central capturaron también la ciudad de
Mitístrato, a la que ya habían atacado en dos ocasiones anteriores. Los romanos también
se trasladaron al norte, marchando a través de la costa norte de la isla hacia Panormos
(Palermo), pero no fueron capaces de tomar la ciudad.
55
Las posiciones se estancan en la isla. Los púnicos se mantienen firmes al oeste de la
isla, donde sus ciudades costeras, bien fortificadas, no pueden ser asediadas: Cartago las
avitualla por mar, en el 257 AC solo queda una punta en poder de los cartagineses.
Cartago cambió de estrategia y se decidió a emplear su mejor arma, donde tenía clara
superioridad respecto a Roma: la armada. Los púnicos atacaron y saquearon ciudades
costeras italianas para obligar a Roma a desviar efectivos desde Sicilia.
Roma, que apenas tiene experiencia marinera y cuenta sólo con una pequeña flota, se
resiente. Consciente de su inferioridad marinera, Roma dota a sus barcos de guerra de
un artefacto llamado corvus, que es pasarela que se engancha en la galera enemiga y
permite el paso de la infantería y el combate cuerpo a cuerpo, donde los romanos son
superiores.
Roma gana su primera victoria naval de la historia en Mylae o Milas 260 AC, en la que
103 naves romanas derrotaron a 130 púnicas, perdiendo estos últimos 50 barcos por
acción de los corvus.
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Batalla naval de Milae o Milas 260 AC. Los romanos emplearon por primera vez el
corvus y consiguen derrotar a los cartagineses
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58
Batalla de naval Milae o Milas 260 AC. Los marines romanos cruzando con el orvus
para abordar un barco cartaginés, éstos se defienden arrojando todo lo que tienen
incluido culebras. Autor Giuseppe Rava
Con este éxito Roma ganó confianza en el mar y ordenó la construcción masiva de más
barcos para conformar una armada capaz de retar a Cartago en su propio territorio. La
misma estuvo lista para el año 256 AC. La integraban 250 navíos de cinco bancos de
remos, 30.000 marineros, 80 barcos de transporte con 500 unidades de caballería,
además de comida y suministros para el ejército completo para invadir África.
La flota estaba mandada por los dos cónsules de ese año, Marco Atilio Régulo y Lucio
Manlio Vulso Longo. Sin embargo, los cartagineses no estaban dispuestos a permitir
que esta amenaza se tornase en realidad, y enviaron una flota de envergadura similar
para interceptar a los romanos. Al mando de su flota iban los generales Hannón el
Grande y Amílcar (distinto del Barca) con unos 300 navíos.
El centro de la línea cartaginesa fue finalmente derrotado tras una larga lucha, y acabó
huyendo del campo de batalla. Entonces, los dos escuadrones romanos del frente dieron
la vuelta para ayudar a la situación que se había creado en la retaguardia. Los
cartagineses perdieron 30 naves hundidas y 65 capturadas, los romanos perdieron 24
navíos hundidos.
59
Batalla naval del cabo Ecnomo 256 AC. Despliegue inicial, la flota romana en cuña y
los cartagineses en línea. Autor Charles Rollin
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Batalla naval del cabo Ecnomo 256 AC. Secuelas de la batalla. Autor Radu Oltean
Los romanos tras la victoria en la batalla naval del cabo Ecnomo, los romanos volvieron
a tierra para reparar los navíos y acumular provisiones. Una vez hecho esto se
encaminaron hacia África una parte de la escuadra se dirigió al promontorio Hermeo,
esperando a las restantes naves.
Los cartagineses, informados del desembarco, desisten de controlar las rutas marítimas
y concentran sus tropas en el territorio de Cartago en previsión de un ataque por tierra.
61
Los romanos no encontraron ninguna resistencia por lo que saquean numerosas
mansiones y reunieron todo el ganado que pudieron, embarcando en sus naves más de
20.000 esclavos.
Regresaron los legados enviados a Roma con la resolución del Senado que había
decidido que Marco Atilio Régulo se quedase en África con 40 navíos, 15.000 hombres
y 500 jinetes, y que el otro cónsul Lucio Manlio regresara a Roma con la flota y los
cautivos.
En el año 256 AC, el ejército romano en África bajo Marco Atilio Régulo contaba con
un ejército consular (dos legiones romanas y dos aliadas) se dirigieron a la ciudad de
Adis (Adys) a 60 km al sureste de Cartago y la sitiaron.
Cartago llamó a Amílcar que estaba el Heraclea (Sicilia) para romper el cerco, que
acudió con unos 5.000 infantes y 500 jinetes desde Sicilia para unirse a los generales
Bostar y Asdrúbal Hannón. La combinación de fuerzas cartaginesas acampó en una
colina cerca de Adis (no se sabe el número exacto de sus fuerzas, pero se supone unos
12.000 infantes, 2.000 jinetes y 50 elefantes).
Sin que los cartagineses lo advirtieran, los romanos rápidamente retiraron las fuerzas del
asedio de Adis y desplegaron sus fuerzas alrededor de la colina, al amparo de la
oscuridad, y atacaron desde dos direcciones al amanecer. Los legionarios de la legión I
se enfrentaron a los mercenarios, siendo rechazados por estos tras un breve combate,
pero en la otra dirección la legión aliada desalojó a los elefantes y caballería, que poco
pudieron hacer en dicho terreno. Tras perseguirlos brevemente, volvieron sobre sus
pasos y atacaron la retaguardia mercenaria, uniéndose a su vez los de la primera legión
que dejaron de huir y volvieron a la carga. Pero finalmente, los cartagineses fueron
aplastados y huyeron del lugar. Las bajas fueron 18.000 muertos según Orosio, 5.000
prisioneros y 38 elefantes capturados según Eutropio (cifras probablemente muy
exageradas). El ejército romano no encontrando resistencia y continuó avanzando hacia
Cartago, deteniéndose en Túnez.
Las consecuencias de esta derrota fueron desastrosas, no solo por ser uno de los pocos
ejércitos disponibles por Cartago, sino porque sus aliados y súbditos se
sublevaron. Parte del pueblo númida, ante la debilidad púnica, se sublevó e invadió
tierras cartaginesas, lo que nos hace pensar que también los enclaves libios podrían
haber hecho lo mismo y haberse aliado con el que parecía a todas luces el vencedor de
esta guerra, Régulo.
62
Cartago estaba cercada. Su situación era crítica, pues la presencia romana alentaba, al
mismo tiempo, la rebelión de los reinos númidas. Se iniciaron conversaciones de paz
con Roma, pero Régulo impuso condiciones demasiado duras y Cartago no las aceptó.
Cartago como última esperanza, buscó mercenarios en Grecia, en 255 AC contrató los
servicios de un general lacedemonio llamada Jántipo (Xanthippos), este general trajo
mercenarios griegos y reorganizó el ejército cartaginés similar al empleado por los
sucesores de Alejandro Magno, formando una falange con sarissas o picas y la
caballería en las alas. Tras un breve tiempo en el cual sometió a la infantería cartaginesa
a una dura instrucción, los cartagineses volvieron a recobrar la moral perdida en las
últimas batallas.
Cuando Jántipo estuvo seguro, salió de Cartago con 12.000 infantes, 4.000 jinetes, y
100 elefantes, proponiéndose a buscar los romanos en las llanuras, donde la caballería y
los elefantes darían mayor juego.
63
Jántipo fue el primero en sacar el ejército fuera del campamento y formarlo para la
batalla. Situó en primera línea, los 100 elefantes, seguidos de unos 2.000 infantes
ligeros o peltastas con la misión de proteger a los elefantes, detrás colocó a la falange
en 16 filas de profundidad, situando a sus mercenarios (1.500 a 2.000) a la derecha. En
el ala derecha situó la caballería númida (2.000?) y en el ala izquierda la caballería
pesada cartaginesa mandada por Amilcar Barca (2.000?)
Régulo tenía un ejército consular de dos legiones romanas y dos legiones aliadas, unos
16.000 infantes y 1.000 jinetes, la mitad númidas. Sus vélites se situaron en una línea
delante de las legiones con la misión de matar a los mahouts o conductores de los
elefantes, y su escasa caballería la situó en su lugar habitual en los flancos. Las legiones
desplegaron en las tres líneas habituales: hastati, príncipes, y triarii, pero, en lugar de
formar los manípulos de forma regular, los duplico con el fin de duplicar los intervalos,
por los que se formarían unos pasillos por los que se facilitarían el paso de los elefantes
hacia retaguardia, evitando la carga de los mismos. (Los romanos ya habían tenido
experiencias combatiendo elefantes en las guerras Pírricas)
En las alas (1), la caballería cartaginesa derrotó con suma facilidad a la romana y libia,
pues se encontraba esta en clara inferioridad numérica. Pero para evitar que tras la huida
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se reagruparan y volvieran al ataque, los persiguieron durante cierto tiempo, dejando
una parte de los númidas para vigilarles y el resto volvieron para atacar a las legiones
romanas.
La línea de elefantes avanzó seguida de los peltastas (2), los vélites romanos matar a los
mahouts y espantar a los elefantes, consiguiéndolo en el lado derecho (3), cuyos
elefantes se volvieron y desbarataron la falange mercenaria. Los vélites se retiraron
rápidamente, retrocediendo a través de los intervalos de la legión, que por su parte
avanzó a contrarrestar el golpe inminente.
65
Batalla de los llanos de Bagradas o de Túnez (Tunis) 255 AC. Carga de los elefantes
Batalla de los llanos de Bagradas o de Túnez (Tunis) 255 AC. Carga de los elefantes
66
Los legionarios romanos del ala izquierda persiguieron a los mercenarios, por lo que no
supusieron peligro alguno para Jántipo. Mientras tanto, la infantería cartaginesa hacía
retroceder a los principes que en condiciones normales se hubiesen replegado tras los
triarii.
Con la infantería pesada cartaginesa en frente, los númidas en los flancos hostigándoles
continuamente, los elefantes y peltastas todavía entre los manípulos romanos haciendo
de las suyas y la caballería pesada en la retaguardia destrozando cualquier resistencia a
base de cargas, los romanos se encontraron totalmente rodeados, siendo reducidos a un
espacio cada vez más pequeño a costa de ceder terreno al enemigo que avanzaba
inexorablemente, no pudiendo hacer uso de sus armas apenas. Fue una auténtica
sangría, siendo masacrados casi todos los legionarios y aliados libios, sobreviviendo tan
solo 500 soldados que permanecieron en torno a Régulo que fue hecho prisionero. De
las fuerzas de Régulo solo sobrevivieron los 2.000 del ala izquierda que consiguieron
llegar al cuartel general de Adis.
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Batalla de los Llanos de Bagradas. Autor Igor Dzis
68
Batalla de los llanos de Bagradas o de Túnez (Tunis) 255 AC. Durante la Primera
Guerra Púnica con victoria púnica. Autor Milek Jakubiec.
De las fuerzas de Jántipo solo perecieron 800 mercenarios del ala derecha, del resto del
ejército se desconocen, pero serían despreciables.
Roma en el 255 AC,reunió una flota con intención de asestar el golpe definitivo,
desconociendo la derrota de los llanos de Bagradas, en primavera envió un ejército y
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una flota de 364 naves bajo el mando de los cónsules Servio Fulvio Petino Nobilior y
Marco Emilio Paulo, para al menos para rescatar a los 2.000 supervivientes que se
habían refugiado en Aspis y hacer a la vez una demostración de fuerza ya que el plan
original se había visto frustrado. Cuando la flota dobló el promontorio Hermeo se topó
con la escuadra cartaginesa a la cual derrotó al primer choque apresando 140 navíos (el
número varía en las traducciones) con sus respectivas tripulaciones. Después fondeó
frente a Aspis, recogió a los 2.000 supervivientes y puso rumbo a Sicilia. De regreso, el
convoy sufrió un temporal frente a Camarina en el que se perdieron 100.000 hombres,
según Polibio “Pues de las trescientas sesenta y cuatro naves vinieron a quedar sólo
ochenta embarcaciones”, fue la mayor catástrofe naval conocida hasta ese momentoó
El año siguiente, sufrió otro desastre por una tormenta frente al cabo Palinuro, al
intentar desembarcar de nuevo en África, este desastre hizo que los romanos
abandonasen todas las aventuras ultramarinas y se concentrasen en la conquista de
Sicilia.
Durante la ausencia de éste, Cartalo había aprovechado la ocasión para atacar Akragas
(Agrigento) y la tomó. Sin embargo, al no verse capaces de mantener la ciudad, la
quemaron y la abandonaron.
Asdrúbal llegó a Lilibeo en donde inició el entrenamiento de las tropas y elefantes con
la intención de iniciar una ofensiva en toda regla. En Cartago se equiparon 200 navíos
para enviarlos inmediatamente a la isla para que se sumasen a la expedición.
Por desgracia para los intereses púnicos, el general Jantipo se vio obligado a huir de
Cartago para evitar su asesinato por parte de los líderes cartagineses, que no deseaban
pagar sus servicios, lo cual privó a Cartago del que hasta el momento había demostrado
ser su mejor general en tierra.
Los cónsules toman el mando de la flota recién construida, atravesaron el estrecho para
reunirse con los navíos que se habían salvado del naufragio y partieron hacia Panormos
(Palermo) en donde fondearon con las 300 naves.
70
Panormos fue puesta bajo asedio cayendo en un tiempo breve. En los primeros ataques
se derribó un torreón cercano al mar a través de cuyas ruinas los romanos lograron
entrar en la zona vieja de la ciudad. El resto acabó entregándose sin resistencia alguna.
En el 253 AC, entraron en funciones los cónsules Cneo Servilio Cepión y Cayo
Sempronio Bleso. A pesar de la caída de Palermo, los cartagineses contaban con otras
plazas fuertes muy bien defendidas; los romanos eran conscientes que asediarlas
significaba prolongar la guerra muchos años. Para este año se decidió volver a intentar
un ataque a África si bien con distintos planes. Cartago no sería el objetivo sino las
plazas costeras más alejadas de la capital.
Los cónsules se hicieron cargo de la flota, partieron para Sicilia y desde allí marcharon a
África. Bordearon la región efectuando muchos desembarcos. Fondearon la armada en
la isla Meninx y allí comenzaron de nuevo los problemas relacionados con la falta de
experiencia en el mar, al igual que sucedió en los acontecimientos que llevaron al
desastre naval frente a la ciudad de Camarina.
Los ataques comenzaron con asaltos navales sobre la ciudad de Lilibeo, el centro de
poder cartaginés en Sicilia, y con saqueos en África. Ambos esfuerzos, sin embargo,
terminaron en fracaso. Los romanos se retiraron de Lilibeo y la fuerza africana se vio
envuelta en otra tormenta que la destruyó.
En el 252 AC, entraron en funciones los cónsules Caio Aurelio Cota y Publio Servilio
Gémino. Se toma la ciudad de Himera.
Aurelio Cota pidió unas cuantas naves a Hierón de Siracusa para zarpar hacia Lipari.
Aquí deja a cargo del asedio al tribuno Quinto Casio con órdenes expresas de evitar la
batalla. Quinto, haciendo caso omiso, ataca la ciudad con el resultado de graves
pérdidas romanas.
Posteriormente Aurelio Cota asume el mando, depone a Casio y toma Lipari matando a
todos sus habitantes.
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Ataque cartaginés a Panormos (251-0 AC)
En Sicilia estaban en ese momento los cónsules Lucio Cecilio Metelo y Cayo Furio
Pacilo. Asdrúbal, comandante de las tropas cartaginesas en la isla, recibe la noticia de
que Furio se había marchado a Roma con la mitad del ejército, en tanto que Cecilio
Metelo quedaba con el resto en Panormos con el fin de proteger a los aliados hasta que
le llegara el relevo de los cónsules entrantes.
Asdrúbal partió de Lilibeo con su ejército que serían unos 60.000 efectivos y acampó
cerca de Panormos. Cecilio que disponía de unos 21.000 efectivos, advertido de la
proximidad del cartaginés, retuvo a sus tropas dentro de los muros a la espera de ver los
movimientos del oponente. Asdrúbal, convencido de que Cecilio no saldría a campo
abierto para hacerle frente, avanzó con todo el ejército y descendió por unos
desfiladeros aproximándose para arrasar la comarca cercana a la ciudad con la intención
de provocar la reacción del romano y obligarle a una batalla campal, cosa que no
consigue.
Cecilio aguardó hasta que los cartagineses cruzasen el río Orethus que fluía delante de
los murallas de la ciudad y ordenó a las tropas ligeras que comenaran a hostigarlos para
que obligar a desplegara todo el ejército. Mientras, otra parte de la infantería ligera se
situó frente al foso con instrucciones de que, cuando tuviesen los elefantes a tiro,
descargasen sobre ellos una lluvia de proyectiles; en el caso de verse presionados debían
refugiarse tras el foso y lanzar otra salva. Los obreros de la ciudad iban sacando toda
clase de proyectiles arrojadizos y los colocaban junto a la muralla para abastecerlos.
Los manípulos salieron con Cecilio por otra puerta que quedaba opuesta al ala izquierda
de los cartagineses.
Tan pronto los elefantes cargaron, los que les estaban hostigando retrocedieron hacia el
foso. Allí desde allí lanzaron una lluvia de proyectiles a la que se sumó otra desde lo
alto de la muralla. Los elefantes, acribillados y heridos, se desmandaron y se giraron
contra sus propias filas arrollando y matando a los hombres, a la par que deshicieron la
formación cartaginesa. Es entonces fue cuando Cecilio atacó con todas sus fuerzas, en
un movimiento oblicuo, contra el flanco izquierdo cartaginés. Estos, sumidos en un
desconcierto total, huyeron atropelladamente.
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Batalla de Panormos (Palermo) 251 AC. Se enfrentaron Lucio Cecelio Metelo con unos
21.000 efectivos contra Asdrúbal con unos 60.000 efectivos, siendo los cartagineses
derrotados, sufriendo 11.000 bajas frente 2.500 romanas. Autor Ángel García Pinto
Cecilio persiguió al enemigo provocando numerosas bajas (unas 11.000 frente a 2.500
romanas) y logrando capturar 10 elefantes con sus respectivos guías en plena huida. El
resto que andaban errando sin orden fueron capturados una vez terminada la batalla.
Asediaron la ciudad bajo el mando de los nuevos cónsules Cneo Cornelio Escipión, y
Aulo Atilio Cayatino. La ciudad cayó tras una operación que combinó fuerzas de tierra
junto con técnicas de asedio. Varias ciudades de la zona se unieron a la causa romana
como Ieta, Solous, Petra y Tindaris.
En el 250 AC entraron en funciones los cónsules Caio Atilio Régulo y Lucio Manlio
Vulso, ambos ejercen esta magistratura por segunda vez.
A pesar de los desastres navales sufridos, los romanos eran conscientes de que las
plazas fuertes púnicas no podían ser asaltadas únicamente por tierra por lo que
construyeron 50 barcos nuevos y organizaron una nueva flota de 200 naves, aunque esta
73
vez sin la precipitación con la que lo hicieron en anteriores ocasiones, y la enviaron
contra la fortaleza cartaginesa de Lilibeo, mandada por Himilcon que contaba con
10.000 mercenarios, y que era clave para Cartago si quería permanecer en Sicilia, pues
desde ella se podían controlar las rutas marítimas a la vez que podía servir a los
romanos como punto desde el que amenazar el litoral africano.
Los romanos comenzaron las tareas de asedio atacando un torreón situado a la orilla del
mar (al igual que hicieron en Palermo); posteriormente son abatidos otros seis contiguos
a éste. Los restantes se empiezan a batir con arietes. A medida que el tiempo pasaba el
cerco se iba estrechando.
En Cartago, se preparó una flota de 50 navíos con 10.000 hombres al mando de un tal
Aníbal, hijo de Amílcar (no confundir con los Barca).
Aníbal fondeó en las islas Egadas aguardando el momento oportuno. Cuando se
levantase un viento que permitiese desplegar las velas y entrar en Lilibeo para romper el
bloqueo naval.
La entrada al Lilibeo por mar era complicada debida a los numerosos bajíos que existían
en la zona Aníbal consiguió burlar el cerco y llevar los refuerzos a la ciudad.
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capturar a Aníbal el ”Rodio” y utilizar también su barco para el bloqueo, que
definitivamente fue efectivo y se dispusieron a asediar Lilibeo.
Cierto día se levantó un vendaval que proporcionó una gran oportunidad a los
cartagineses para destruir las obras de asedio. Unos mercenarios griegos le exponen su
plan a Imilcón el cual da su visto bueno. Realizaron una salida por tres puntos y
provocan varios incendios que el viento no tardó en propagar al resto de las máquinas.
Pero el asedio no dio el resultado esperado. Las numerosas bajas debidas casi
exclusivamente a la propagación de enfermedades hicieron que el Senado mandase a
otros 10.000 remeros que ayudasen en el asedio. Por su parte, Cartago, estaba
preparando una fuerza naval considerable en las cercanías de Drépano (actual Trapani),
25 millas al norte de Lilibeo, cuyo mando estaba destinado a un general llamado
Adhérbal. Publio Claudio Pulcher, uno delos cónsules del 249 AC, determinó, justo
cuando llegaron los 10.000 nuevos remeros, atacar la nueva base cartaginesa por
sorpresa antes de que los cartagineses terminaran de construir su nueva flota. El plan
parecía apropiado, ya que una victoria fácil y rápida habría facilitado después la toma de
Lilibeo. Pero desde el primer momento los preparativos no salieron bien, ni los
presagios fueron favorables. El cónsul, viendo que los pollos sagrados rechazaban los
alimentos, lo que significaba que los dioses no daban el visto bueno a la expedición, los
arrojó al mar para que en vez de comer, bebieran.
No obstante, siguió adelante y se hizo a la mar de noche con 123 barcos, para no ser
avistado por las naves enemigas, pero en la más absoluta oscuridad, la formación
romana no pudo mantenerse y se desvió de la ruta costera, formando cada vez más una
línea más larga y dispersa Adhérbal, enterado de la situación, prefirió salir al encuentro
de los romanos antes que quedarse en el puerto. Esto le dio ventaja, ya que por poco, y
gracias a la velocidad de sus navíos, pudo salir del puerto antes de que llegaran las
naves romanas para bloquearles la salida y extendieron su línea en mar abierto. Los
romanos, desorganizados y con una tripulación inexperta trabaron combate en
desventaja, máxime cuando tuvieron que virar hacia mar abierto e incluso algunas naves
chocaron entre sí. Finalmente, y con mucha complicación, consiguieron formar una
línea de batalla cercana a la costa y con los espolones apuntando hacia mar abierto.
Dicha desventaja era patente porque los romanos estaban entre las naves enemigas y la
línea de costa, limitando su espacio para maniobrar.
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Batalla naval de Drépano 249 AC. Se enfrentaron la flota púnica mandada por Adherbal
y la romana mandada por Claudio.
Además, los romanos en esta ocasión no llevaban los corvus, ya que debido a su peso,
los barcos eran menos veloces y menos maniobrables, además de que en condiciones de
tormentas, se hacía muy complicado mantener el rumbo, por ello, para ganar velocidad
y ligereza, se deshicieron de ellos, pese a que tan buenos resultados les había dado, con
lo que la posibilidad del abordaje quedaba descartada.
Por ello, el combate tuvo al espolón como arma principal, pero la precaria situación de
los navíos romanos, hicieron que muchos, al verse rodeados, acabaran encallando o
quedaran embarrancadas en la playa.
76
Desastre de Camarina
Pero las cosas no le fueron mucho mejor al otro cónsul, Lucio Junio Pulo, que al mando
de otra flota romana de 120 navíos más 800 barcos de provisiones se dirigía a Lilibeo
para aprovisionar a los romanos que sitiaban la ciudad. Pero antes de llegar a Sicilia, la
fota se dividió en dos y el cónsul, con unos 60 barcos, la mitad de la flota, esperó a los
rezagados en Siracusa. Los rezagados iban al mando de los cuestores navales.
Por su parte Cartago, tenía 30 naves al mando de Adhérbal más 70 naves que habían
arribado en Sicilia mandadas por Cartalo para atacar la flota de Junio Pulo y navegó por
las inmediaciones de la costa de Heraclea Minoa. La flota comandada por los cuestores
advirtieron la presencia del cartaginés, por la aparición de unos pequeños barcos,
llamados lemboi, que servían de avanzadilla de la flota pero que eran incapaces de
entablar una batalla duradera y no tenían la velocidad suficiente para escapar. Los
romanos consiguieron refugiarse en un fondeadero cerca de Fintias (actual Lucata) y
erigieron catapultas para mantener a raya, desde la orilla, a los barcos púnicos que se
acercaban. Esto dio resultado parcialmente, ya que solo fueron apresadas algunas naves
romanas y dio tiempo a que el resto de la flota romana pudiera reunirse y de nuevo
proseguir el viaje hasta Lilibeo. El viaje no estuvo exento de problemas ya que la flota
romana al completo de nuevo divisó a la flota de Cartalo y el cónsul, no estaba
dispuesto a entablar batalla, dio rodeo sobre la parte abrupta de la costa siciliana
llegando hasta Camarina.
Amílcar Barca fue destinado a Sicilia como general del ejército púnico en el año 247
AC para sustituir al general Cartalón, que no había logrado inclinar la balanza a favor de
los púnicos, ya que prácticamente se limitó a la defensa de las ciudades de Lilibeo y
Drépano, las únicas plazas de importancia que les quedaban en la isla. Con este cambio
el Senado Cartaginés pretendía dar un golpe de efecto para cambiar que curso de la
guerra, pues ésta duraba 17 años y no pintaba muy bien para los púnicos, incluso una
parte del Senado de Cartago apoyaba la resolución de una negociación con los romanos
y una retirada de la isla.
77
Amílcar eligió asentarse en el monte Hercte (actual Castellacio) que era un punto desde
el cual podía incursionar hacia Italia. Además estaba situado a medio camino entre
Mesana y las dos ciudades púnicas asediadas Lilibeo y Drépano, siendo ideal para
entorpecer las líneas de comunicación romanas tanto por mar como por tierra. Se
fortificó en el monte y decidió volver a la estrategia del mar, ahora que Roma no
contaba con una flota.
Reemprendió las razzias contra la costa italiana, para distraer a la flota romana y forzar
a Roma a reclamar la paz, obligada por sus castigados aliados.
Los romanos no tuvieron otra opción que mandar parte del ejército consular que estaba
sitiando Drépano, así que, con su acción en Hercte, Amílcar no solo había conseguido
poner en apuros a Panormos, si no que también alivió la situación de Drépano. El
general cartaginés se enquistó en la elevación que poseía y no hubo legión que pudiera
echarlo, causando muchas bajas a los romanos, mientras seguía con las incursiones en
las costas de Italia.
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Amílcar Barca en Sicilia durante la Primera Guerra Púnica. El general púnico
contempla el campamento romano y la ciudad de Panormo (Palermo) que conquistaría
en el 246 AC. Autor Dariusz Bufnal.
Ante el golpeo incesante, los romanos se vieron obligados a proteger mejor sus costas,
con lo que se fundaron nuevas colonias en Alsium (Ladispoli) y Fregenae (Fregene) y
Brindisium (Brindisi). Los ciudadanos romanos por su parte aportaron naves para
formar una pequeña escuadra con la que azotar las costas de África, a cambio de recibir
el botín que se consiguiera durante las incursiones.
Amilcar sabía que no podría aguantar allí eternamente, pues ya llevaba tres años en
Sicilia, y también sabía que, aunque no había perdido una batalla desde que aguantaba
la posición de Hercte, tampoco había liberado la ciudad y probablemente los romanos sí
recibirían refuerzos, por lo tanto decidió que tenía que hacer algo.
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Amílcar pensaba que con una acción rápida y por sorpresa podría conseguir una gran
victoria que hiciera que el Senado Cartaginés invirtiera más recursos en la guerra, solo
faltaba seleccionar un objetivo y lanzarse sobre él. Finalmente se decantó por Drépano
(Trapani) que había pedido ayuda urgente y estaba a punto de caer, ya que el cónsul
Cayo Buteos había tomado la isla de Pelias próxima a la península donde se ubicaba
Drépano y donde las defensas eran más débiles.
Anticipándose al envío de refuerzos de sus enemigos ideó un plan para evacuar a sus
tropas por la noche y llevarlas a Erice cerca de Drépano, así podría desembarcar
directamente en la retaguardia del ejército sitiador y asestarle un golpe devastador.
Una noche de 244 AC, Amícar decidió embarcar a sus hombres y trasladarse a Erice, un
monte situado en las proximidades de Drépano, desembarcaron en la actual Cala
Bonagia a unos 5 Km de Erice, atacando a la guarnición romana que se hallaba en el
pueblo, matándolos a todos, sin embargo un destacamento romano que se encontraba en
el templo de Afrodita en la cima del monte Giuliano, logró repeler los ataques púnicos,
y gracias a él los romanos pudieron ir reforzando gradualmente la posición para
finalmente lanzar ataques desde el propio monte con la ventaja que ello conllevaba,
haciendo incómoda la posición de Amílcar, atrapado entre aquella guarnición y el
ejército consular situado en el valle.
La situación estaba en tablas, los romanos eran incapaces de tomar las dos últimas
ciudades púnicas en Sicilia por culpa de el hostigamiento de Amílcar y éste no podía
romper los asedios por falta de recursos.
En el 242 AC, el cónsul Fundanio rechazó con arrogancia la solicitud de Amílcar de una
tregua para recobrar a los muertos, diciendo que sería mejor que pidiera una tregua para
salvar a los vivos. Sin embargo, las tornas se cambiarían poco después, cuando el
mismo cónsul sufrió muchas bajas en otro ataque y fue él quien solicitó la tregua.
Amílcar, con ingenio, respondió que estaba en guerra con los vivos, pero había llegado
a un acuerdo con los muertos, accediendo a la petición.
Ese año ocurrió otro incidente en el que unos 1.000 mercenarios galos trataron de
traicionar a Amílcar y entregar Erice a los romanos, pero su plan fue descubierto y
desertaron al enemigo.
Finalmente fue Roma la que se decidió a romper este estancamiento, aunque estaba casi
al borde del colapso económico, el Senado adoptó una medida extrema: emitió un
empréstito público (tributo) a cargo de los ricos para construir una nueva flota con el
dinero recolectado, el cual sería pagado cuando el Estado tuviese nuevamente ingresos
suficientes. La nueva flota, compuesta por 200 quinquirremes de los más modernos en
esa época, fue encomendada al cónsul Cayo Lutacio Cátulo, quien se dirigió al oeste de
Sicilia para bloquear totalmente los accesos marítimos de Lilibeo y Drépano, sitiándolas
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por completo en el invierno del 242 AC, y dejando a dichas ciudades al borde de la
inanición.
Durante todo ese tiempo, el cónsul Lutacio, previendo que tarde o temprano Cartago
enviaría una flota, impuso un riguroso entrenamiento a sus hombres, que salían a bogar
y realizar maniobras cada día.
En la primavera del 241 AC, llegaron informes de que la flota púnica había anclado en
la más occidental de las islas del archipiélago de las Egadas (Égates), conocida como
”Isla Sagrada” (actual Marettimo). La flota púnica al haber estado inactiva durante dos
años en los puertos, sus tripulaciones estaban muy mal adiestradas. Catulo decidió
atacar inmediatamente a dicha flota para evitar que Amílcar Barca fuese abastecido, el
10 de marzo ambas flotas se enfrentaron y decidieron el final de la guerra. La flota de
Catulo que disponía de 200 quinquerremes que no llevaban el corvus, era muy superior
en todos los aspectos, venció a la flota cartaginesa que era de 250 naves de varios tipos,
infligiéndole 120 bajas, 50 naves hundidas y otras 70 capturadas, así como 10.000
prisioneros, las naves restantes emprendieron una desordenada fuga. Los romanos
tuvieron 30 naves hundidas y otras 50 averiadas.
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Batalla naval de las islas Egadas 241 AC. Victoria romana que marcó el final de la
guerra. Autor Giuseppe Rava
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Abordaje romano de un barco cartaginés. Autor Seán Ó’Brógáin
Sin flota, las posiciones púnicas en Sicilia eran indefendibles. Amílcar fue obligado a
capitular y firmar la paz. Las condiciones de paz que negociaron Lutacio Catulo y
Amílcar Barca estipulaban que Cartago debía abandonar Sicilia y pagar 2.200 talentos
de plata fraccionados en 10 pagos, además de un pago extra de 1.000 talentos que se
tendrían que abonar inmediatamente.
Secuelas de la guerra
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Según las fuentes Roma perdió 700 naves (debido al mal tiempo y a las batallas) y al
menos buena parte de sus tripulaciones. Cartago perdió 500 naves durante la guerra, así
como parte de sus tripulaciones.
Aunque no se puedan calcular con exactitud, las bajas fueron importantes en ambos
bandos. Polibio comenta que la guerra fue, por aquella época, la más destructiva en
términos de bajas humanas de la historia de la guerra, incluyendo las batalla de
Alejandro Magno.
Cartago no tenía suficiente dinero para pagar a los mercenarios, y les propuso una
reducción de su paga, éstos se sublevaron dando lugar a la ”Rebelión de los
Mercenarios”.
Tal vez la consecuencia política más inmediata de la Primera Guerra Púnica fue la caída
del poder naval de Cartago. Las condiciones firmadas en el tratado de paz tenían la
intención de comprometer la situación económica de Cartago y de impedir la
recuperación de la ciudad. La indemnización exigida por los romanos causó tensión en
las finanzas de la ciudad y obligaron a Cartago a buscar otras áreas de influencia para
conseguir el dinero para pagar a Roma.
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Rebelión de los mercenarios (241 -238
AC)
Antecedentes
En el 241 AC, la situación en Cartago tras la derrota era de profundo malestar, y las
condiciones de la rendición ante Roma suponían una humillante sumisión al vencedor,
aparte de un notable déficit económico tanto por las pérdidas sufridas como por los
tributos a pagar al bando victorioso.
Amílcar transfirió sus fuerzas de Erice a Lilibeo y allí renunció al mando a favor de
Giscón que era el comandante de Lilibeo, que tomó medidas inteligentes para enviar las
tropas a África. Los 20.000 mercenarios de Sicilia entre los que había íberos, celtas,
algunos ligures, algunos baleares, griegos y libios, fueron transportados por Giscón en
pequeños grupos a Cartago.
Una vez todos en Cartago, los disturbios no tardaron en aparecer. Los mercenarios,
ociosos y sin dinero empezaron a cometer tropelías. El senado cartaginés en seguida
pidió a los jefes que llevaran a sus tropas a Sicca, una fortaleza situada en el interior,
para esperar allí el pago de sus servicios, entregando a cada mercenario una moneda de
oro para las primeras necesidades. Los mercenarios querían dejar sus equipajes, mujeres
e hijos en Cartago, pero los gobernantes se negaron, así es que se los llevaron con ellos.
Los veteranos mostraban sus viejas cicatrices, y las madres mostraban desesperadas a
los hijos de aquellos soldados que perdieron la vida en los campos de Sicilia.
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Hannón el Grande dirigiéndose a los mercenarios durante la Rebelón de los
Mercenarios en el 240 AC en Sicca. Se observa a Hannón el Grande dirigiéndose a los
mercenarios protegido por soldados del Batallón sagrado, llevan coraza o linotorax
sobre túnica roja o blanca, uno de ellos parece un oficial y lleva cota de escamas. Autor
Steve Noon para Osprey
Sin duda Hannón no era la persona más apropiada para tratar esta cuestión: como
púnico típico, su arrogancia frente a la masa sólo acució la protesta, y su escasa
experiencia como general se reducía a la represión de las revueltas populares libias.
Pronto la indignación fue tan grande que los mercenarios decidieron trasladarse a la
vecina Túnez, estratégicamente más cercana a Cartago, para presionar desde allí a la
República. El senado cartaginés empezó a flaquear, enviando al campamento víveres y
la promesa del pago completo. Pero durante las acalorada discusiones las
reivindicaciones de los mercenarios habían crecido. Ahora exigían también el pago por
los caballos perdidos y por las entregas de trigo que nunca habían recibido; y las
mujeres reclamaban el sueldo de sus maridos muertos.
En el otoño del 241 AC, los mercenarios avanzaron hacia Cartago y tomaron Túnez.
Tratando de aplacarlos les enviaron gran cantidad de víveres para que pudieran
comprarlos a un precio fijo. Envalentonados y viendo el temor de los cartagineses, los
mercenarios no dejaron de demandar cada día de forma creciente: además de los
sueldos, pedían el precio de los caballos muertos, pidieron el precio de los víveres que
les adeudaban, etc. Buscaban dificultar las negociaciones.
Esta vez fué Giscón, ex-gobernador de Lilibeo, el elegido para llevar a cabo las
negociaciones, pues era popular entre las tropas, Giscón llegó a Túnez con una gran
suma de dinero. Convocó a los jefes, a los que en primer lugar reprendió por su
conducta y seguidamente empezó a pagar por naciones. No obstante, algunos hombres
se encargaban de mantener los ánimos encendidos entre los que se encontraban un
campanio llamado Spendios, al que las fuentes describen como un esclavo o desertor
fugitivo de los romanos, que temía ser entregado y crucificado, según dictaban las leyes
romanas; y un libio libre llamado Mathos, que había sido motor de los altercados tenía
miedo de las represalias. Pronto todo el campamento clamaba por el amotinamiento y
los pocos que se inclinaban por la negociación eran apedreados.
Desde aquí negociaron de nuevo con Giscón, al que arrestaron. La desazón también se
extendió entre los campesinos libios, así como a los comerciantes que veían ahora
cortadas las rutas comerciales y con ellas sus ingresos.
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Cartago Útica e Hipona (Bizerta). Todas las comunicaciones terrestres de Cartago con
el resto de África quedaban así cortadas por completo.
Mientras, Mathos, Spendios y Autarito que era el jefe de los celtas, fueron designados
generales, y habían procedido a la división del ejército en tres grupos: uno permanecería
en Túnez y los otros dos serían enviados a la conquista de Utíca y e Hipona (Bizerta).
Cartago comenzó asimismo a movilizar sus tropas, la flota fue preparada, se reclutaron
nuevos mercenarios y se armó a la población civil.
Hannón partió Cartago con las tropas cartaginesas para romper el cerco de Útica en el
240 AC, contaba con caballería, más de 100 elefantes y numerosa maquinaria de guerra.
Con su caballería y elefantes aplastó el campamento mercenario, estos salieron huyendo
y se refugiaron en los bosques de alrededor. Mientras su ejército saqueaba el
campamento, Hannón entró en Utíca para celebrar con un banquete su gran triunfo. Pero
los mercenarios no eran la simple población libia contra la que Hannón estaba
acostumbrado a luchar, sino veteranos experimentados curtidos en muchas batallas. Los
mercenarios regresaron y se reagruparon en una colina y lanzaron un contraataque
exitoso al campamento púnico en el que murieron numerosos soldados y elefantes, se
apoderaron de todo el bagaje y la maquinaria de asedio que había llevado consigo.
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Hannón volvió a tener otro revés en la ciudad de Corza (se desconoce la localización).
En vista de los acontecimientos, el senado eligió a Amílcar Barca como caudillo para
sofocar la revuelta, en base al respeto y el temor que su imagen causaba entre los
mercenarios, aparte del prestigio militar y la demostrada capacidad en el manejo de
tropas labrados contra Roma.
Amílcar conocía la geografía del terreno mejor que los extranjeros, pues había nacido en
Cartago. Sabía que en verano, cuando soplaba el viento del desierto, la arena arrastrada
formaba un depósito en el fondo, lo que creaba una ruta vadeable en la desembocadura
del río. Sin mencionar sus planes, abandonó la metrópoli al abrigo de la noche con
10.000 infantes, 500 jinetes y 70 elefantes, cruzando por esa zona con su ejército.
Al amanecer sorprendió tanto a los ciudadanos de Cartago como a los rebeldes. Cuando
Spendios percibió el movimiento de Amílcar, abandonó el campamento junto al puente
y se dispuso a atacar con 10.000 infantes. Un segundo ejército mercenario partió desde
el cerco de Útica, con unos 15.000 infantes al mando de Autarito.
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Batalla de Bagradas 239 AC: Despliegue inicial
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Batalla de Bagradas 239 AC: El desenlace
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Batalla de Bagradas 239 AC. Se puede ver a un elefante africano (4) (no podía llevar
tantos tripulantes ni estaban acorazados como se representa aquí) enfrentándose a un
hondero (3), un jinete númida (1) y un jinete mercenario (2). Autor Giuseppe Rava
La batalla representó la primera victoria importante de Cartago frente a los rebeldes, que
abrió las rutas terrestres al paso de tropas y mercancías. Un jefe los númidas masilios
llamado Naravás se unió a Almílcar con 2.000 jinetes.
Amílcar se encontró de repente en un serio aprieto, rodeado por los libios por el frente,
los númidas por la espalda y Spendio por un lado y superado ampliamente en número,
así es que pidió ayuda a Naravás.
Cuando llegó este con sus 2.000 númidas, los cartagineses que se colocaron en orden de
batalla. Por su parte, los hombres de Spendios se unieron a los libios y bajaron todos al
llano para combatir.
El combate fue duro, pero Amílcar resultó victorioso. Los elefantes tuvieron gran
protagonismo, pero, según Polibio, Naravás se distinguió entre todos.
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Revuelta de los Mercenarios. La caballería cartaginesa y los elefantes atacando a los
mercenarios. Autora Sandra Delgado
En el lance murieron 10.000 rebeldes y otros 4.000 fueron hechos prisioneros, pero
Spendios y Autarito consiguieron huir nuevamente.
Amílcar, en un intento de acercamiento con los rebeldes, dio permiso a quien quisiera
para que se uniera a su ejército. A los demás les perdonó la vida y los invitó a ir donde
quisieran, pero bajo la amenaza de que si levantaban de nuevo las armas contra Cartago
serían castigados sin remedio.
Entre los rebeldes que se le unieron y los númidas de Naravás, el ejército de Amílcar
tendría entonces 15.000 efectivos.
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Además prometieron no hacer más prisioneros, lo que siguieron realizando realizaron
hasta su final.
Después de este acto, los prisioneros que caían en manos cartaginesas eran aplastados
por elefantes o arrojados a las fieras en represalia. La guerra cobró dimensiones de
crueldad extrema, motivo por el cual fue conocida a partir de entonces como Guerra
Inexpiable.
Amílcar llamó entonces a Hannón para combinar sus ejércitos y finalizar de forma
rápida la guerra. Los dos generales no llegaban a ponerse de acuerdo en el modo de
dirigir la guerra, salvo en que debían matar a los rebeldes capturados por derecho de
represalia; y desaprovechaban las ventajas que les surgieron.
Sin embargo, una serie de catástrofes tornaron de nuevo el signo de la guerra a favor de
los rebeldes.
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Rebelión de los mercenarios. Mercenarios asediando la ciudad de Cartago. Autor Angel
Todaro
Pero lejos de desfallecer, Amílcar envió a Naravás y sus númidas a cortar las líneas de
suministro enemigas, acción que llevaron a cabo con gran éxito. Aunque no lo
suficiente. Cartago se vio obligada a pedir ayuda a sus antiguos enemigos.
Así, poco a poco, Amílcar fue privando de suministros a los asediadores, obligándoles a
retirarse a mediados del 238 AC.
Los mercenarios seguían teniendo muchas fuerzas Spendios y Autarito marcharon con
50.000 de las mejores tropas, incluido la mayoría de los mercenarios a enfrentarse de
nuevo con Amílcar, pero prefirieron hacerlo en terreno montañoso dado que éste era
más fuerte en caballería y disponía de elefantes. Pero en las siguientes maniobras
tácticas el general demostró otra vez su mayor experiencia. Consiguió atraer sus
enemigos a un desfiladero profundo llamado “la Sierra”, que previamente había
reconocido y preparado, y encerrarlos a todos allí mediante un grupo que había
escondido a la entrada del mismo.
Después de asediar durante días la boca del desfiladero, bloqueando el resto de salidas
por medio de fosos y trincheras, los mercenarios amenazaron a sus jefes, viendo que los
refuerzos de Túnez no llegaban y el hambre era cada vez más acuciante. Cuando el
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hambre se puso peor mataron y comieron a sus prisioneros y después a los esclavos. Sin
ninguna esperanza decidieron ofrecer su capitulación.
Los líderes rebeldes pactaron entonces con Amílcar, entregándose los oficiales más
importantes. Entre éstos se encontraban Autarito, Zarza y Spendios. Creyendo haber
sido traicionados, los soldados atacaron entonces, y fueron masacrados por el ejército de
Amílcar. Se dice que murieron más de 40.000 (prácticamente la totalidad del ejército
rebelde).
La derrota de las tropas africanas hizo que muchas ciudades regresaran al bando
cartaginés. Dueño de las llanuras y con las ciudades africanas de su lado, Amílcar se
dirigió a Túnez.
Mercenarios crucificados delante de la ciudad Túnez 238 AC, durante la Rebelión de los
Mercenarios
Los generales púnicos tendieron emboscadas al africano cerca de las últimas ciudades
que permanecían en el bando rebelde, como Leptis Magna, al sureste. Finalmente,
acosado en todos los frentes, Mathos resolvió dar batalla campal al enemigo ambos
ejércitos contaban con alrededor de 20.000 hombres. Existe poca información sobre esta
batalla, aunque se sabe que la victoria se decantó del lado cartaginés. Mathos fue
capturado vivo.
Con el ejército rebelde aniquilado y sus principales líderes ajusticiados, las únicas dos
ciudades que se oponían a Cartago eran Útica e Hipona (Bizerta), que no podían esperar
demostración de clemencia alguna por parte de los púnicos.
Amílcar acampó frente a Útica, mientras Hannón hacía lo propio ante Bizerta.
Finalmente, los cartagineses impusieron unas duras condiciones de paz para las dos
ciudades, que se rindieron, y con ellas el último reducto de oposición a la capital.
Secuelas de la guerra
Cartago se vio superada por los acontecimientos, se vió obligada para obtener la paz no
solo a ceder Cerdeña sino a añadir otros 1.200 talentos a la deuda de 3.200 de la Primera
Guerra Púnica.
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Campaña en Iberia (238 -218 AC)
Campaña de Amílcar (237-229 AC)
A mediados del año 237 AC, Amílcar marchó con su ejército a través de África para
pasar a Iberia cruzando el Estrecho de Gibraltar con escasos transportes debido a que no
contaba con dinero suficiente. Una vez desembarcados se dirigieron a Gadir (Cádiz),
única plaza que les quedaba a los cartagineses en Iberia después de la guerra. Le
acompañaba su hijo de 9 años Aníbal Barca (Hani Ba’al que significa ”Gracia de
Baal” y Barqa que significa ”el Rayo”). Su objetivo inmediato consistía en asegurar el
acceso a las minas de oro y plata de Sierra Morena, ya sea por el control directo e
indirecto, no se sabe la composición de su ejército, pero se estima en unos 15.000
efectivos veteranos de la guerra contra los mercenarios, en los que había infantería libio-
fenicia, jinetes númidas y elefantes. Tenía pensado reforzarlo con mercenarios locales.
100
Campañas de Amílcar y Aníbal en Iberia
Después marchó hacia el norte para la conquista de la Turdetania, que estaba bajo el
dominio de una serie de régulos o caudillos celtíberos, que utilizaban sus comitivas
militares para imponer su autoridad sobre villas más avanzadas culturalmente, pero
débiles militarmente. Estos fueron derrotados y su caudillo Istolacio fue crucificado. Al
regresar de su campaña al retornar al sur encontró 50.000 combatientes (número
evidentemente exagerado) que le esperaban mandados por su hermano Indortes, a quien
también derrotó en Sierra Morena espantando sus tropas con los elefantes. Tras la
derrota, Indortes con los restos del ejército, se retiró a una colina, donde quedó
asediado. Por la noche trató de huir, pero fue interceptado y sus hombres masacrados.
101
Indortes fue capturado, y también torturado, cegado y crucificado. Amílcar, cruel con
los jefes pero benigno con los guerreros capturados, puso en libertad a 10.000
prisioneros a los que ofreció alistarse en sus filas, miles de ellos lo hicieron.
En el 236 AC envió a Asdrúbal el Bello con un ejército a África para sofocar una
rebelión de Numidia. Asdrúbal derrotó a los rebeldes, matando a 8.000 y tomando 2.000
prisioneros antes de regresar a Iberia. Deja hispanos en Libia y se trae númidas a
Hispania.
Amílcar estableció su cuartel general en Corduba y siguió progresando hacia el interior
a lo largo del eje Urso (Osuna) ¿ Munda (Montilla) ¿ Orongis (Jaén). El objetivo de ese
avance está bastante claro: el control de las ricas minas argentíferas del alto
Guadalquivir. Allí estaban asentados los oretanos posiblemente la entidad política más
poderosa de la Península.
Continuó el avance hacia el levante, fueron cayendo una a una las ciudades ibéricas y
colonias griegas que Amílcar encontraba en su camino. Inmediatamente, numerosas
quejas llegaron a Roma. Amílcar había violado el pacto firmado el año 348 AC, en el
que se fijaba el límite entre zonas de influencia romano-cartaginesas en el Cabo de
Palos, límite que ya habían pasado. A pesar de esto, la única reacción romana fue enviar
una embajada de protesta ante la cual Amílcar alegó la necesidad de las conquistas para
saldar las deudas debidas a Roma por la guerra.
Triunfante Amílcar siguió hacia el norte donde mandó construir una fortaleza que llamó
Acra-Leuke (”Ciudadela Blanca” en griego) (posiblemente Alicante). Allí tenía sus
arsenales y almacenes, sus elefantes y armamento. Pronto iba a encontrar Amílcar
resistencia más vigorosa que la que había hallado hasta entonces.
El ardid de que se valió Orissón para derrotar a los cartaginenses debía constituir una
diversión pública entre los celtíberos, y de ella se cree son reminiscencia los toros de
fuego, que forman parte de muchas fiestas españolas. Esta treta fue utilizada
posteriormente por Aníbal en Italia contra los romanos.
Conocida la noticia, los oficiales del ejército nombraron a Asdrúbal el Bello, yerno de
Amílcar, general en jefe. El Senado cartaginés se vio obligado a ratificar la decisión.
102
Asdrúbal estaba casado con Sinfonisa, la segunda hija de Amílcar. La primera decisión
que tomó vengar la muerte de su suegro. En primavera de 228 AC, marchó con todo el
ejército, 50.000 infantes, 6.000 jinetes y 200 elefantes, contra el rey oretano,
derrotándolo y conquistando sus ciudades.
Tras acabar con la resistencia oretana, dio un giro a la política púnica casándose con una
princesa íbera y estableciendo una serie de tratados con las tribus, exigió la entrega de
rehenes por parte de los pueblos íberos bajo su control, como forma de asegurarse la
obediencia de sus lugares de origen; más fructíferos que las costosas campañas de
conquista. Asdrúbal fundó Qart-Hadashat (Ciudad Nueva), la Cartago Nova romana o la
Cartagena actual, que se convertirá en pocos años en el centro de operaciones púnico en
España. La ciudad fácilmente defendible, con un territorio riquísimo en cultivos y
metales y, por encima de todo, un puerto impresionante, uno de los mejores de todo el
Mediterráneo.
En el año 221 AC, Asdrúbal murió asesinado (unos dicen que fue un esclavo, otros una
mujer y otros soldado). A su muerte, los cartagineses ya eran dueños de todo el sur de la
Península y del Levante, hasta el golfo de Valencia.
Aquel mismo año el ejército eligió a su nuevo general: Aníbal Barca, que entonces solo
contaba 25 años y que había sido el jefe de la caballería púnica desde los 19 años. La
elección de Aníbal como jefe significó una vuelta a los métodos violentos de Amílcar.
En el 221 AC recorre la el territorio de los oretanos que eran aliados y se casó con una
princesa de Cástulo llamada Imilce, posiblemente para establecer lazos. Posiblemente,
estos les hablasen de las riquezas cereales de los vacceos y vettones.
103
Campaña contra los Olcades (221 AC)
Aníbal se lanzó en 221 AC contra los olcades, a los que tomó su capital, Althea. Polibio
(3, 13, 5-14): ”Aníbal se hizo cargo del mando y al instante hizo una salida para
someter a la tribu de los olcades: llegó a Althea, su ciudad más fuerte, y acampó junto
a ella. Luego la atacó de manera enérgica y formidable y la tomó en poco tiempo; ello
hizo que las demás ciudades, espantadas, se entregaran a los cartagineses. En ellas
Aníbal recaudó dinero; tras hacerse con una fuerte suma se retiró a Quart Hadast
(Cartagena), para pasar allí el invierno. Trató con libertad a los súbditos, anticipó
parte de su soldada a sus compañeros de armas y les prometió aumentarlas, con lo que
infundió grandes esperanzas en sus tropas, y al propio tiempo se hizo muy popular.”
Durante el invierno se dedicó a hacer los preparativos para lo que sería su mayor
ambición, someter a Roma. Para llevar a cabo esta gran empresa necesitaba el
abastecimiento de grano que poseían los vacceos y vettones, conocidos por su gran
habilidad como agricultores. El trigo además de otras posibles mercancías, serían
transportadas desde cuenca media del Duero hasta la desembocadura del Ebro donde
Aníbal dispondría de la carga, de tal forma que en pocos años se acumularía la cantidad
suficiente para acometer la campaña en Italia.
En la primavera siguiente del 220 AC, Aníbal, con un ejercito de 20.000 soldados a pie,
6.000 jinetes y 40 elefantes, salió de Cartagena a principios de la primavera hacia
Cástulo. Le acompañaban su lugarteniente Maharbal, su sobrino Hannón hijo de
Bomílcar, así como sus hermanos menores: Asdrúbal y Magón Barca.
Una vez en Cástulo, continuo hacia el oeste en curso con el Guadalquivir, no se conoce
el itinerario para llegar a Arbucala (Toro, Zamora) y Helmántica (Salamanca), es muy
probable que siguieran la Ruta de la Plata o bien Despeñaperros y Toledo.
De la conquista de Salamanca, es descrita por Polieno VII, 48: ”Aníbal en Iberia puso
cerco a una ciudad grande: Salmantida; hicieron un tratado para, recibiendo
trescientos talentos de plata y trescientos rehenes, levantar el cerco. Pero no
cumpliendo los salmantinos lo convenido, volviendo Aníbal lanzó los soldados a
saquear la ciudad. Suplican los bárbaros que se les deje salir con un vestido junto con
sus mujeres, después de abandonar las armas, las riquezas y los esclavos. Las mujeres,
habiendo ocultado las espadas bajo sus vestidos, se las entregaron a los hombres. Y los
soldados de Aníbal se pusieron a saquear la ciudad. Y las mujeres, animando a gritos a
los hombres, les entregaron las espadas; y algunas, siguiendo a los hombres, atacaron
a los que saqueaban la ciudad, de suerte que a unos hirieron y a otros mataron y se
batieron juntos. Aníbal, admirado de la valentía de las mujeres, por ellas devolvió a sus
hombres la patria y las riquezas”.
Polibio (3, 13, 5-14): ”Al verano siguiente salió de nuevo, está vez contra los vacceos,
lanzó un ataque súbito contra Helmántica (Salamanca) y la conquistó; tras pasar
muchas fatigas en el asedio de Arbucala (Toro, Zamora), debido a sus dimensiones, al
número de habitantes y también a su bravura, la tomó por la fuerza. Ya se retiraba,
cuando se vio expuesto súbitamente a los más graves peligros: le salieron al encuentro
los carpetanos, que quizás sea el pueblo más poderoso de los de aquellos lugares.
104
Batalla del Tajo
Aníbal obvió el combate y después de acampar en la orilla del río, una vez que reinó
la calma y el silencio en el lado enemigo, vadeó el río, levantó una empalizada de
forma que los enemigos tuviesen sitio por donde cruzar y decidió atacarlos cuando
estuvieran cruzando. Dio orden a la caballería de que atacasen a la columna
entorpecida cuando la viesen metida en el agua; los elefantes, pues había cuarenta, los
colocó en la orilla. Entre carpetanos y tropas auxiliares de olcades y vacceos sumaban
cien mil, ejército invencible si la lucha se desarrollara en campo abierto. Por ello,
intrépidos por naturaleza y confiando además en el número, creyendo que el enemigo
había retrocedido por miedo, lanzando el grito de guerra se precipitaron al río de
cualquier manera, sin mando alguno, por donde a cada uno le pillaba más cerca.
También desde la otra orilla se lanzó al río un enorme contingente de jinetes, y en
pleno cauce se produjo un choque absolutamente desigual, puesto que mientras el
soldado de a pie, falto de estabilidad y poco confiado en el vado podía ser abatido
incluso por un jinete desarmado que lanzase su caballo al azar, el soldado de caballo,
105
con libertad de movimientos para sí y para sus armas, operaba de cerca y de lejos con
un caballo estable incluso en medio de los remolinos. Una buena parte de los hispanos
perecieron en el río; algunos, arrastrados en dirección al enemigo por la corriente,
fueron aplastados por los elefantes. Los últimos, que encontraron más segura la vuelta
a la orilla, después de andar de acá para allá se reagruparon, y Aníbal, antes de que se
recobrasen sus ánimos de tan tremendo susto, metiéndose en el río con su guardia en
formación en cuadro los obligó a huir de la orilla, y después de arrasar el territorio en
pocos días recibió oficialmente la sumisión de los carpetanos.”
Batalla del río Tagus o Tajo 220 AC. Los carpetanos y olcades hacen frente al ejército
de Aníbal a su regreso después de atacar a los vettones. Los hispanos con sus armas
típicas: rodelas, gladios, jabalinas.. y los cartagineses con su panoplia tipo helenístico.
Los elefantes son parecidos a los de la famosa moneda cartaginesa.
De esta forma, el dominio cartaginés se amplió con las tierras del litoral atlántico, hasta
la desembocadura del Tajo y también por las del sudeste de la meseta. El tesoro del
ejército había aumentado considerablemente y se había abierto un nuevo filón de
mercenarios.
106
celtíberos eran de mayor alzada que los africanos, así es que Maharbal los instruyó
como caballería pesada.
Sagunto, estaba enfrascada en un pleito sobre los límites territoriales con Túrbula
(Teruel), y atacó los territorios pertenecientes a Cartago. Aníbal, que no quería dejar
enemigos en su retaguardia aprovechó la escusa y con la autorización del Senado
cartaginés, respondió a las agresiones sitiando la ciudad de Sagunto.
En mayo del 219 AC, Aníbal con un ejército de 100.000 infantes y 12.000 jinetes, puso
cerco a la ciudad y decidió atacar por tres frentes distintos al mismo tiempo,
pretendiendo pretendiendo con ello dividir el potencial defensivo de los saguntinos,
aunque centró sus acciones en el punto más vulnerable el ángulo de la muralla que tenía
fácil acceso para las máquinas de guerra. Para ello usó maquinas de guerra, para que
derribasen la muralla con sus arietes. Pero los saguntinos respondieron ferozmente
desde las torres defensivas, haciendo retroceder el avance cartaginés y destruyendo
algunos arietes.
Aníbal pensaba obtener una victoria fácil y contundente, decidió retirarse y atacar al día
siguiente. Pero esa misma noche los saguntinos realizaron una salida para atacar el
campamento cartaginés produciendo numerosas bajas.
Aníbal decidió rodear la ciudad con una circunvalación con una empalizada con foso y
estableció a intervalos numerosos, torres de vigilancia. Los cuales inspeccionaba
personalmente con frecuencia. Los saguntinos aprovecharon el tiempo para reconstruir
la muralla destruida.
Aníbal decidió dar un descanso a sus hombres, prometiendo a sus soldados el botín de la
ciudad cuando cayese, con el fin de enardecer los ánimos de su ejército.
Los romanos enviaron una delegación a Cartagena dirigida por Publio Valerio Flaco y
Quinto Bebio Tamfilo, donde fue recibida por Aníbal. Forzando la situación aún más,
Aníbal exigió la devolución de Cerdeña y los impuestos que se habían impuesto a los
cartagineses injustamente.
Roma decidió enviar una embajada directamente a Cartago, dirigida por Quinto Fabio
Máximo, exigiendo la entrega de Aníbal, al serle denegado, declaró la guerra contra
Cartago.
107
Una vez repuestos, los cartagineses arremeten nuevamente contra las murallas,
utilizando para ello torres móviles de grandes dimensiones, y que protegían a los
soldados de las armas arrojadizas saguntinas, sobre todo las temidas falaricas, una de las
cuales alcanzó al propio Aníbal, las torres estaban equipadas con catapultas y ballestas.
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109
Conquista de Arse o Sagunto 219 AC por Aníbal Barca
Tras barrer la muralla de defensores gracias a la posición privilegiada de tiro que tenía
el emplazamiento de artillería de las torres móviles, éstas se aproximaron a las muralla,
consiguiendo las murallas saguntinas, pero estos habían preparado una pequeña sorpresa
a los cartagineses, y es que se les había ocurrido construir pequeñas murallas adosadas a
las casas, creando pequeños recintos fortificados en cada una de las calles, los cuales no
precisaban de muchos hombres para ser defendidos. Aníbal envió a un cuerpo formado
por unos 500 africanos con picos con el fin de hacer brechas en la muralla, por donde
penetraron grupos de hombres armados que ocuparon y fortificaron una zona elevada en
la que se emplazaron catapultas, con el fin de dominar las zonas más bajas de la ciudad.
Prefiriendo morir en combate antes que por hambre, los saguntinos se lanzaron a un
ataque suicida nocturno contra los puestos de guardia de los púnicos que aún dormían y
no sospechaban tal ataque. Mataron a muchos cuando se levantaban del lecho y se
estaban armando a en medio de la confusión y algunos, incluso, cuando ya estaban
luchando. El combate duró mucho tiempo y muchos de los cartagineses murieron, pero
a cambió del sacrificio de todos los asaltantes. Las mujeres, al ver desde las murallas el
fin de sus hombres, se arrojaron unas desde los tejados, otras se ahorcaron y otras,
incluso, degollaron a sus propios hijos.
Tras unas negociaciones, las obras de zapadores consiguieron el derrumbe de una torre
de la ciudadela, por la que penetró una unidad cartaginesa que tomó por fin la ciudad.
Aníbal movido por la ira, dio muerte a aquellos saguntinos que quedaban y eran adultos
después de torturarlos. Así terminó el asedio ininterrumpido de ocho meses sobre la
ciudad de Sagunto.
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Marcha de Anibal a Italia (218 AC)
Edad Antigua Cartago y las guerras Púnicas Marcha de Anibal a Italia (218 AC)
Aníbal salió de su base en Cartagena, España, en mayo de 218 AC, cruzó el Ebro en
Junio y dividió su ejército en dos columnas, una siguiendo la costa y otro siguiendo el
rio Sicoris (Segre), reuniéndose en Perpiñán, dejo a su hermano Hannón con un ejército
de 10.000 infantes y 1.000 jinetes para hacerse cargo desde el Ebro hasta los Pirineos y
despidió a 12.000 turdetanos. Continuó a partir de los Pirineos con 50.000 infantes,
10.000 jinetes y 37 elefantes.
Los romanos, al contrario que en la primera Guerra Púnica, eran ahora más fuertes por
mar, y planearon un doble desembarco: en África y en Iberia. Fiel a su estilo directo y
agresivo, Roma buscaba decidir la guerra de modo fulminante, asestando un golpe
decisivo en los dos puntos neurálgicos del enemigo.
111
Marcha de Aníbal a Italia en el 218 AC, así como los movimientos de los romanos
Aníbal dejó la costa y avanzó hacia el Ródano, río que cruzó con 38.000 infantes, 8.000
jinetes y 34 elefantes.
Una patrulla de Escipión avistó al ejército, éste no podía dar crédito, Aníbal había
cruzado el Ródano y se internaba en la Galia, aquello sólo podía significar una cosa: el
ejército cartaginés no se dirigía a Marsella, sino a Italia.
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Elefantes de Aníbal cruzando el río Ródano. Autor Peter Connoly
El senado decide que Publio vuelva a Italia con dos legiones y Cneo se quede en
Marsella con 2 legiones romanas y 2 aliadas para cortar la línea de aprovisionamiento
de Anibal y evitar que le lleguen refuerzos.
113
No hubo brillantes maniobras o emboscadas, los ejércitos formaron y se enfrentaron. Al
ser en número dos a uno, Hannón fue derrotado con relativa facilidad, perdiendo 6.000
hombres en la batalla. Por otra parte, los romanos consiguieron capturar el campamento
cartaginés, junto con 2.000 prisioneros y Hannón mismo. En el campamento figuraban
todos los equipajes dejados por Aníbal. Entre los presos también se incluye Indíbil, un
influyente caudillo ilergete que causaría más tarde graves problemas a los romanos.
Cneo se convirtió en dueño del norte del Ebro. Asdrúbal, que llegó demasiado tarde a
ayudar a Hannón y aunque no era lo suficientemente fuerte como para atacar a los
romanos, todavía cruzó el río y envió una columna que hostigó a la caballería y la
infantería en una escaramuza. Esta fuerza capturó a marineros romanos, e infligió tales
bajas que la eficacia de la flota romana en España se redujo de 60 a 35 buques
114
Aníbal cruzando los Alpes. Autor Mariusz Kozik
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Aníbal cruzando los Alpes. Autor Giuseppe Rava
116
Aníbal cruzando los Alpes
Aníbal intentaba afanosamente reclutar tropas entre las tribus galas locales cuando se
enteró de la vuelta de Publio que se hizo cargo de las fuerzas que estaban en la zona (las
legiones I y II y aliados celtas, total unos 25.000). Decidió hacerle frente con
demostración de su fuerza, esperando con esto mejorar su posición entre las tribus
locales, y obligar el repliegue de los romanos más allá del río Po. Escipión también
estaba impaciente por una batalla, y decidió marchar hacia el norte del Po para
enfrentarse al cartaginés. Llegaron cerca del río Tesino o Ticino, y ambos ejércitos
levantaron el campamento.
117
Ambas fuerzas se avistan y Escipión colocó los vélites en el centro, la caballería gala e
itálica a los flancos y la caballería romana a retaguardia.
Aníbal atacó por el centro y los flancos a la vez, los vélites lanzan sus jabalinas y huyen
por entre la caballería romana, lo que permite que la caballería hispana choque directo
con la romana, está aguanta el choque y el resultado es incierto. Los númidas ponen en
fuga a los itálicos y galos, y atacan a la caballería romana por retaguardia. Los romanos
al verse rodeados, se replegaron al campamento, desmontando el puente. Escipión fue
herido durante la batalla, siendo rescatado por su hijo Publio Cornelio Escipión que
tenía 18 años.
Batalla del rio Tesino o Ticino 218 AC, entre las vanguardias de Publio Cornelio
Escipión y Anibal
La batalla que no fue más que una escaramuza, los romanos tuvieron 500 muertos y
numerosos caballos fueron capturados, pero hizo que los galos se animasen a unirse al
bando cartaginés. Pronto todo el norte de Italia se alió con Aníbal, los refuerzos galos y
ligures aumentaron el ejército de Aníbal hasta unos 40.000 hombres.
Esta derrota supuso un duro contratiempo para Roma, el cónsul Sempronio, con sus
tropas desplegadas en Sicilia y listas para invadir África no tuvo otro remedio que
embarcar las legiones III y IV, y partir hacia el norte, en ayuda de su colega Escipión.
118
Un mes después de la batalla de Tesino, Sempronio llegó al campamento romano
situado a orillas del río Trébia con otras dos legiones (III y IV), formando un ejército
consular de 5 legiones más aliados celtas. En vista de que su colega en el consulado
estaba herido y no podía hacerse cargo de las tropas. Tomó él el mando de todo el
ejército. Contra los deseos de Escipión, Sempronio deseaba entrar inmediatamente en
batalla con Aníbal, ya que su mandato como cónsul estaba acabándose, y quería llevarse
él la gloria de derrotar a Aníbal.
Aníbal, que mediante el uso de guías galos había encontrado un lugar adecuado para
tender una emboscada, envió a 1.000 jinetes de caballería pesada y a 1.000 infantes bajo
el mando de su hermano menor Magón, para que se ocultaran durante la noche. A la
mañana siguiente, Aníbal envió a su caballería númida al otro lado del Trébia con la
orden de hostigar al campamento romano y después retirarse, para de esta manera atraer
a los romanos hacia un lugar donde el destacamento de Magón pudiera aparecer y atacar
en el momento oportuno.
Los jinetes númidas lograron captar la atención del campamento romano para que
Sempronio enviase a su caballería para perseguirlos, y poco después ordenó a su ejército
entero.
Sempronio formó las 5 legiones (III, IV, restos de la I y II, así como 2 aliadas) en el
centro serían unos 20.000efectivos, a ambos lados la infantería aliada gala y ligur
(8.000 en cada lado) delante situó a los vélites (6.000) en el ala derecha situó 1.000
jinetes romanos y en la izquierda 3.000 jinetes aliados.
119
Batalla de Trebia o del río Trebia diciembre del 218 AC. Despliegue de fuerzas
Aún era muy temprano en el momento en que las legiones cruzaron el Trebia, los
romanos aún se hallaban somnolientos y sin desayunar. Los cartagineses, por otra parte,
se habían alimentado bien y se habían untado con aceite para protegerse del frío antes
del combate.
La infantería ligera romana, que realizaba la cobertura del grueso de las legiones, fue la
primera en entrar en combate, pero dispersados por los peltastas de Aníbal,
principalmente por el acierto de los honderos de baleares. Después de que los vélites se
retiraran entre los espacios de la línea romana, los hastati y los príncipes tomaron su
lugar y se enfrascaron en el combate contra los cartagineses. Mientras en el centro los
120
legionarios seguían luchando cuerpo a cuerpo. Gradualmente, los jinetes romanos
fueron obligados a huir dejando a la infantería romana cada vez más expuesta. Mientras
tanto, los elefantes atacaron, los aliados romanos que no conocían estos animales
huyeron despavoridos, mientras que algunos romanos llevaban una especie de guadaña,
cortaron los tendones a 9 de ellos.
Batalla de Trebia 218 AC. Ataque de los elefantes. El elefante lleva demasiada
tripulación para ser africano. Autor Angus Mcbride
121
presencia de los elefantes cartagineses y la derrota de su caballería; al ser atacados por
todos los lados, ésta se perdió totalmente. La mitad de los manípulos (10.000)
mandados por Sempronio fueron capaces de romper la formación cartaginesa creyendo
éste que había vencido, pero cuando se dio cuenta de la realidad reorganizó sus fuerzas
y se replegó a Plasencia.
Miles de soldados romanos fueron abatidos sobre el terreno y pisoteados por los
elefantes, otros tantos se ahogaron intentando cruzar el río para salvarse, pero
perecieron ahogados o abatidos.
Batalla de Trebia 218 AC. La caballería púnica persigue a los romanos que cruzan el
río. Autor Angus Mcbride
Aníbal perdió unos 4.000 hombres, mientras que los romanos tuvieron de 15.000 a
20.000 muertos y 10.000 prisioneros, Aníbal soltó a los prisioneros itálicos, diciéndoles
que solo había venido a combatir a los romanos.
122
Monumento a la batalla de Trebia en sitio donde tuvo lugar la batalla
El invierno resultó extremadamente duro, muriendo todos los elefantes menos uno y
también numerosos caballos númidas que no estaban acostumbrados al frio.
123
Campaña de Aníbal en Italia (217 – 216
AC)
Al año siguiente, 217 AC fueron nombrados nuevos cónsules cada uno con un ejército
consular de 4 legiones cada uno, Cayo Flaminio Nepote (las legiones III y IV
recuperadas, y la X y XI recién creadas) y Cneo Servilio Gémino (las legiones XII, XIII,
XIV y XV, la XIV que eran los restos de la I y II), cada ejército tenía unos 26.000
infantes y 4.000 jinetes cada uno.
Con el fin de cortar el paso a Aníbal, Flaminio se situó en Lucca, para defender las vías
de Etruria mientras Gémino, lo hizo en Ariminum, para proteger la vía Flaminia. Aníbal
124
tenía que pasar por uno u otro sitio y entonces el primer cónsul que lo detectase,
esperaría a que llegase su colega para unir sus ejércitos y atacar juntos.
En la primavera, Aníbal dejó el valle del Pó, tenía dos vías posibles, y eligió la más
corta, de Bolonia a Pistoia, entre otras razones porque se encontraría con Flaminio, que
había exterminado anteriormente a los ínsubros.
El cruce de los Apeninos fue muy duro debido a las lluvias y al deshielo, entra en
Etruria por Faesulae (junto a la actual Florencia) teniendo que cruzar el río Arno que
estaba desbordado y cruzar terrenos pantanosos al noroeste de Florencia, Aníbal perdió
el ojo derecho durante la travesía.
Hay una máxima militar que dice que el terreno y el momento para combatir lo elige el
que retrocede, así que Aníbal se retiró haciendo que Flaminio le siguiese buscando un
lugar adecuado para tenderle una trampa. Encontró el lugar ideal en las orillas del lago
Trasimeno. Aníbal retrasó su marcha para que la llegada al lago coincidiera con el
atardecer y montó su campamento. Flaminio hizo lo mismo a la entrada del lago cuando
ya había anochecido y ambos enemigos se dispusieron a pasar la noche. El lugar elegido
era una especie de anfiteatro entre las montañas y el lago cuyas pendientes estaban
cubiertas de árboles.
Al amanecer del 21 de junio de 217 AC, los jinetes romanos informaron a Flaminio de
la marcha de Aníbal antes de las primeras luces. Encolerizado, Flaminio ordenó
perseguirle y todo el ejército romano se lanzó a una marcha por la orilla del lago del que
surgía una fuerte neblina que subía hacia las colinas que bordeaban el lago y que
ocultaban a todo el ejército cartaginés que veía pasar a los romanos ante ellos. Aníbal
había escondido su ejército en las faldas del monte. Situó a la entrada la infantería
hispánica, a continuación la caballería hispánica y celta, más alejados los númidas, a
continuación la infantería celta, luego la infantería libio-fenicia y cerrando la salida la
infantería ligera.
125
Batalla del Lago Trasimeno 21 de junio del 217 AC. Despliegue de fuerzas
El ejercito romano había entrado completamente, constaba un ejercito consular con las
legiones X y XI, así como los restos de la III y IV, así como 2 legiones aliadas y aliados,
en total unos 30.000 efectivos. En un momento dado, Aníbal dio la orden de ataque y
50.000 galos, españoles y africanos cayeron gritando sobre los desprevenidos
legionarios que no tuvieron tiempo de formar sus líneas y que murieron luchando allí
donde estaban. Fue una carnicería. Los que intentaron salvarse a nado se hundieron en
el lago bajo el peso de su armadura, Flaminio fue rodeado por los supervivientes de las
tribus ínsubras a las que había exterminado cinco años antes y tras luchar épicamente
hasta el final cayó muerto. Solamente la vanguardia del ejército romano unos 6.000
hombres consiguieron romper el cerco y ponerse en defensiva en una aldea cercana,
pero perseguida y rodeada, se rindió días más tarde. Las pérdidas romanas ascendieron a
15.000 muertos y 10.000 prisioneros. Todo el ejército romano había sido muerto o
capturado. Las pérdidas cartaginesas fueron de 2.500 muertos.
126
Batalla del Lago Trasimeno 217 AC. Aníbal observando la batalla
127
Batalla del Lago Trasimeno 217 AC. Centurión romano intentando poner orden en las
filas romanas.
128
Batalla del Lago Trasimeno 217 AC. Caballería gala
Batalla del Lago Trasimeno 21 de junio de 217 AC. Se aprecia un infante númida, un
jinete galo y un jinete cartaginés, al fondo jinetes númidas. Autor Giuseppe Rava
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Batalla del Lago Trasimeno 217 AC. Autor Donato Spedaliere
Pero no acabó ahí la cosa. La caballería de Gémino, que avanzaba para unirse a
Flaminio y que ignoraba la batalla se metió directamente en otra trampa en Umbría y
resultó exterminada, perecieron 4.000 hombres más.
Aníbal invitó a los etruscos a unirse a él, pero este pueblo italiano le ofreció ayuda pero
no le facilitaron soldado alguno. La estrategia de Aníbal nunca buscó atacar Roma
directamente, sino cortar la fuente de donde extraía su inagotable fuerza: su gigantesca
red de alianzas por toda Italia.
Escarmentado por las tres derrotas romanas contra Aníbal, Roma decidió nombrar un
dictador, al que se le concedía plenos poderes por un máximo tiempo de seis meses. La
persona elegida fue Quinto Fabio Máximo, que era un militar de la vieja escuela, curtido
y sabio que conocía el punto débil de Aníbal: su logística, y así se dedicó a cortarle a
Aníbal los suministros y a atacar a las unidades rezagadas evitando una batalla en
campo abierto. Fabio concibió una estrategia de máxima prudencia: mantener a Aníbal
siempre vigilado, acampar junto a él en zonas elevadas, donde el púnico no se atrevería
a atacarle, en espera de un descuido, dificultaba sus movimientos, atacaba a los
destacamentos que salían en busca de abastecimiento.
Era una estrategia paciente, de medio plazo, poco coherente con el espíritu tradicional
de Roma, que le valió el sobrenombre de ”Cunctator”, que significa el vacilante.
131
Campaña de Aníbal en el 217 y 216
Fabio acompañó la marcha de Aníbal hasta Apulia, y luego a través de las montañas del
Samnio hacia la fértil llanura de Campania, en los alrededores de Capua.
Aníbal tenía que mover continuamente a su ejército para poder alimentarlo: necesitaba
saquear las ciudades por donde pasaba para conseguir grano, ganado y botín para
mantener la moral de las tropas. Buscando una base segura para pasar el invierno,
decidió volver al Adriático, pero las vías para salir de Campania son montañosas.
132
Quinto Fabio Maximo. Autor Ángel Todaro
En el otoño dela 217 AC, Fabio encontró su oportunidad e hizo una jugada maestra:
envió a Minucio con 4.000 hombres para cerrar el paso de montaña que debía atravesar
Aníbal, mientras él, con el resto del ejército, acampó a media ladera y le cerró la salida
por detrás. Aníbal quedó encerrado en un pequeño valle.
Aníbal llegó Samnio y Campania, las regiones más ricas de la península, y donde
muchos senadores romanos poseían importantes latifundios, y redujo los territorios a
cenizas. De esta manera, provocó que los senadores más ricos clamaran por la
deposición de Fabio Máximo, que tras cumplir los seis meses, tuvo que abandonar su
cargo. Inmediatamente, el senado romano organizó los 2 ejércitos consulares más
133
grandes formados hasta la fecha: 8 legiones (la I, II, XII, XIII, XIV, XV, XVI y XVII)
40.000 legionarios y otros 40.000 aliados y confederados, 2.000 jinetes romanos y 4.800
itálicos. Hierón de Siracusa envió 1.000 honderos y peltastas, con el único fin de
aplastar a Aníbal de una vez por todas. El senado eligió los dos cónsules para que
mandaran el ejército, cada uno un día alterno. Puede parecer raro, pero la política del
senado era evitar que una sola persona acumulara demasiado poder. Estos cónsules
fueron Gaio Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo.
Cuando el ejército romano se acercó a la posición de Aníbal, vio que éste los esperaba
en la margen izquierda del río Efido. Aquel día comandaba Lucio Emilio Paulo, quien,
observando a Aníbal, decidió que la posición no les favorecía, y no ordenó
atacar. Aníbal había establecido su campamento en la margen izquierda del río Aufido,
ocupando también la ciudad de Cannas que estaba en la otra orilla. Los romanos
acamparon Emilio Paulo frente Aníbal y Tarencio Varrón frente a Cannas.
Sin embargo, al día siguiente 2 de agosto, comandaba Terencio Varrón, cuyo carácter
era bastante más arrojado e insensato, en un principio rechazó la invitación. En ese
momento Aníbal, conocedor de la importancia del agua del río Aufidus para el ejército
romano, envió su caballería al campamento de menor tamaño (Varrón) para acosar a los
soldados que salían a abastecerse de agua fuera de las fortificaciones. Según Polibio, su
caballería dio vueltas sin oposición al campamento romano, creando el caos y cortando
el suministro de agua y finalmente Varrón aceptó la batalla que planteaba Aníbal.
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Batalla de Cannas o Cannae 2 de agosto de 216 AC. Campo de batalla y despliegue de
fuerzas
Despliegue inicial
Los romanos eligieron un terreno llano en el que Aníbal no pudiese esconder fuerzas, ni
pudiese emplear eficazmente la caballería. Situó en su ala derecha, apoyada en el rio
Audifus, la caballería romana (2.000 jinetes) mandada por Emilio Paulo. En el centro
mandado por Gneo Servilio, situó las 8 legiones (32.000) e infantería aliada (40.000) en
dos líneas (Según Polibio ”los manípulos estaban más cercanos los unos a los otros,
los intervalos eran más cortos”) delante de estas los vélites y hostigadores (7.000) en
su ala derecha los 4.800 jinetes itálicos, al mando Varrón. Había dejado 8.000 triarios
para proteger el campamento. Esperaba como en las batallas anteriores romper el frente
púnico por el centro.
Aníbal colocó en su ala derecha (frente a los jinetes romanos) a los 6.000 jinetes (2.000
hispanos y 4.000 celtas) al mando de Asdrúbal. El centro lo mandaba Aníbal
personalmente y situó 5.000 falangistas libio-fenicios, a continuación en un arco hacia
el enemigo con 24.000 infantes (16.000 galos y 8.000 hispánicas intercaladas) las
unidades del centro tenían más fondo, a continuación y otros 5.000 falangistas libio-
fenicios, delante del centro situó 6.000 hostigadores. En su ala derecha situó 3.500
jinetes númidas al mando de Maharbal. Había dejado 8.000 galos protegiendo el
campamento. Posiblemente la infantería hispana y gala habrían sido equipadas con
material romano capturado.
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Batalla de Cannas o Cannae 2 de agosto de 216 AC: Despliegue inicial
Primera fase
136
Batalla de Cannas o Cannae 216 AC. La caballería de Asdrúbal atacando a la caballería
de Emilio Paulo. Autor Ángel Todaro
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Batalla de Cannas o Cannae 216 AC: La caballería númida de Maharbal atacando a la
caballería de Tarencio Varrón. Autor Aleksander Yurievich Avernayov
Los hostigadores púnicos y los vélites se enzarzaron en una lluvia de proyectiles, hasta
que los vélites fueron repelidos. A continuación, los legionarios romanos avanzaron.
Los frentes colisionaron. Los legionarios lanzaron sus pilum. Las tropas del centro
chocaron con escudos de los legionarios, empezando a retroceder lentamente.
138
Batalla de Cannas o Cannae 2 de agosto del 216 AC: Primera fase, la caballería de
Asdrúbal pone en fuga a la caballería de Emilio Paulo y posteriormente ataca por
retaguardia a la caballería de Tarencio varrón que estaba luchando con los númidas de
Maharbal
Segunda fase
El centro púnico siguió retrocediendo, los romanos que creían que estaban ganando se
precipitaron por el centro, reduciendo su espacio y ya casi no tenían espacio para
moverse y se estorbaban unos a otros. Aníbal dio su golpe maestro: los falangistas libio-
fenicios que eran su infantería pesada de élite, que estaban en los flancos de la infantería
cartaginesa, comenzaron a avanzar superando el curvado frente romano, llegando así a
contactar con los dos flancos enemigos.
139
Batalla de Cannas o Cannae 2 de agosto de 216 AC: Segunda fase. La infantería libio-
fenicia que se encontraba en los flancos, avanzó para cerrar los flancos enemigos, el
centro púnico dejó de retroceder y comenzó a presionar. La caballería púnica regresa y
cierra la bolsa por retaguadia
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Batalla de Cannas o Cannae 216 AC (2). Lucha en el centro entre unidades hispanas
y legionarios. Autor Jenny Dolfen
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142
Batalla de Cannas o Cannae 216 AC. Lucha en el centro entre galos y legionarios
romanos. Autor Peter Dennis
Bloqueando ambos flancos, mientras el centro púnico seguía estirándose formando una
bolsa, los legionarios comenzaron a sentir verdadera presión, porque Aníbal ordenó no
retroceder retroceder más, y que los libio-fenicios presionasen por los flancos. Las
unidades romanas que iban en segunda línea se sumaron a la presión, y pronto el
ejército romano quedó atrapado en una bolsa en que los legionarios no podían moverse.
Al mismo tiempo la caballería púnica, les ataco por la retaguardia cerrando el cerco. Los
romanos atrapados, intentaban retroceder, pero se entorpecían mutuamente.
El espacio entre los soldados se fue cerrando y cerrando, mientras el sol los calentaba, el
polvo los asfixiaba y cegaba y la sangre de sus compañeros les hacía resbalar. El cerco
estaba cerrado por todos sus lados, y de allí ya no saldría ningún romano vivo.
Batalla de Cannas o Cannae 216 AC . La caballería púnica regresa ataca por retaguardia
al centro romano. Autor Igor Dzis
Tardaron horas en matar a espada a los legionarios uno a uno, los legionarios romanos
completamente inmovilizados, solo les quedaba que esperar su turno para la muerte.
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Batalla de Cannas o Cannae 216 AC. Aníbal celebrando la Victoria. Autor Aleksandr
Yezhov
Aquel día, entre 50.000 y 70.000 romanos perdieron la vida, y entre 4.000 y 5.000
fueron hechos prisioneros en una de las batallas más sangrientas de la Antigüedad. No
sólo murieron ciudadanos. Ochenta senadores, el cónsul Emilio Paulo, dos cuestores y
veintinueve tribunos, además de los cientos de experimentados centuriones. Otros 8.000
hombres de los dos campamentos romanos y de los poblados vecinos se rindieron al día
siguiente. Las bajas púnicas fueron de 6.000 muertos y 10.000 heridos, principalmente
galos e hispanos.
144
Batalla de Cannas o Cannae 216 AC. Secuelas de la batalla. Autor Jenny Dolfen
Consecuencias
Después de la batalla, todos pensaban que Aníbal marcharía sobre Roma para
conquistarla, pues solo disponía de 2 legiones urbanas. Aníbal envió un emisario a
Roma para negociar el rescate de los prisioneros romanos (muchos de ellos hijos de
familias influyentes) y quizás la paz. Pero el Senado le negó la entrada en la ciudad y
prohibió el pago de ningún rescate. Roma lucharía hasta la muerte. Aníbal quedó
sorprendido.
145
Consiguió por fin la deserción de un gran número de ciudades. Desde Campania hacia
el Sur, casi toda la Italia meridional se pasa al bando de Aníbal. El mayor golpe fue la
traición de Capua, la ciudad más importante de Italia después de Roma. Permanecieron
fieles a Roma el Lacio, Umbría y Etruria, todo el centro de la Península, que impide que
contacten las dos zonas rebeldes. Roma cuenta además con varias colonias bien
fortificadas que había ido estableciendo estratégicamente por todo el territorio. Ahora
son como islotes en territorio hostil. Y también habían resistido las ciudades griegas del
Sur (la antigua Magna Grecia), fortificadas y con salida al mar.
146
Campaña de los Escipiones en Hispania
(217 – 211 AC)
Batalla naval del Ebro (217 AC)
Tras la derrota de Hannón en la batalla de Cissa en el invierno del 218 AC, Cneo
Escipión había dedicado todo su tiempo a consolidar su control de las regiones del norte
del Ebro, así como a realizar incursiones por el territorio cartaginés al sur del río,
partiendo desde su base en Tarraco (actual Tarragona). Cneo Escipión no había recibido
refuerzos de importancia desde Roma, mientras que Asdrúbal Barca, el comandante
cartaginés en Hispania, había incrementado el número de levas ibéricas para reforzar
sustancialmente su ejército.
En la primavera de 217 AC, Asdrúbal preparó una expedición combinada por tierra y
mar hacia el territorio romano al norte del Ebro. El mismo Asdrúbal dirigió al ejército
de tierra, desconociéndose sus, mientras que su segundo al mando, Himilcón dirigía la
flota. La expedición seguía la línea de la costa, y todas las noches la flota se resguardaba
acercándose a tierra, junto con el ejército.
147
Cneo Escipión al frente de la flota romana. Autor Albert Álvarez Marsal
Tras alcanzar el río Iberus (Ebro), la flota cartaginesa quedó amarrada cerca del delta.
Los marineros y la tripulación dejaron las naves para buscar alimento en tierra, puesto
que no contaban con naves de transporte para transportar provisiones. Aunque Asdrúbal
había destacado exploradores por tierra para detectar las actividades de los romanos,
Himilcón no había reservado naves para advertir de los movimientos de las naves
enemigas. Por otro lado, un par de naves procedentes de Masilia habían logrado
localizar a la flota púnica y habían logrado regresar sin ser detectadas para avisar a
Cneo Escipión de la presencia cartaginesa. La flota romana había navegado desde
Tarraco y estaba posicionada a tan sólo 15 km al norte de la posición cartaginesa
cuando esas noticias llegaron a su general. Las naves romanas estaban tripuladas con
legionarios escogidos, y se lanzaron a atacar a la flota púnica.
148
Los romanos fueron atacando a las naves cartaginesas a medida que salían del río,
atacando y hundiendo 4 naves y abordando y capturando 2 más. Ante esa situación, las
tripulaciones cartaginesas perdieron la esperanza, abandonaron las naves y buscaron la
protección del ejército en tierra. Los romanos aprovecharon ese movimiento para
hacerse con otras 23 naves cartaginesas abandonadas.
149
150
Batalla naval del Ebro primavera del 217 AC. Autor J.G. Mencia
Boaster se retiró una vez que los romanos lograron cruzar el río, e incluso fue engañado
por un jefe hispano llamado Abylix para que entregase a los romanos los rehenes de
tribus hispanas que mantenía en Sagunto. Esto provocó revueltas en la Hispania,
especialmente en la tribu de los turdetanos en el 216 AC.
Asdrúbal recibió refuerzos consistentes en 4.000 infantes y 500 jinetes, junto con
instrucciones de marchar a Italia una vez que hubiese asegurado el territorio hispano.
Pasó gran parte del año volviendo a someter a las tribus hispanas rebeldes, con poco
tiempo para enfrentarse a los romanos.
Cneo Escipión, tras la batalla del río Ebro, había recibido 8.000 hombres de refuerzo
bajo el mando de su hermano Publio. Los dos hermanos tenían rango proconsular y
ejercían el mando conjunto del ejército. Adoptaron una estrategia naval agresiva ante la
destrucción de la flota cartaginesa el año anterior, dedicándose a saquear las posesiones
de los Barca en Hispania y en las Islas Baleares. Los hermanos Escipión también
reclutaron tropas auxiliares de las tribus hispanas, colocaron guarniciones en las
ciudades para expandir su esfera de operaciones y consolidaron su control del norte del
Ebro haciendo frente a los descontentos que pudiera haber entre las tribus. También
fomentaron que las tribus hispanas aliadas realizasen incursiones de saqueo contra las
tribus aliadas de Cartago al sur del Ebro.
A comienzos del año 215 AC, los romanos habían cruzado el río Ebro y habían
comenzado el asedio de una pequeña ciudad aliada de Cartago llamada Ibera. Asdrúbal,
dejando a Himilcón al mando en Cartagena, marchó al norte con su ejército de tierra y
llegó al rio Ebro. Sin embargo, no cruzó el río para saquear las posesiones romanas al
otro lado ni tampoco acudió en ayuda de la ciudad de Ibera, sino que optó por asediar
una ciudad aliada de los romanos llamada Dertosa (Tortosa).
Asdrúbal tenía 15.000 infantes libios-fenicios, 1.000 mercenarios (en su mayoría ligures
procedentes de Italia) y 8.000 soldados hispanos de infantería. En cuanto a la caballería,
151
estaba compuesta de 450 soldados libios-fenicios, 1.200 soldados de caballería pesada
hispanos y 2.300 jinetes númidas. Su ejército también contaba con 20 elefantes de
guerra y 1.000 honderos baleares.
Los elefantes cartagineses ubicados en las alas cargaron contra la caballería romana e
itálica. Sin embargo, su carga no tuvo éxito. La caballería romana logró mantener la
formación y los elefantes no tuvieron mayor papel durante la batalla. En el centro, tras
un breve enfrentamiento entre los vélites y honderos, las legiones romanas ubicadas en
el centro de la formación cargaron contra la infantería hispana que tenían en frente. Los
romanos lograron hacer retroceder a los hispanos de forma casi instantánea. Por su
parte, la formación de los itálicos tomó contacto con los libios que se encontraban en el
frente opuesto, buscando con ello apoyar al centro romano.
152
Los libios y los mercenarios ubicados en los flancos cargaron contra los infantes
itálicos, y éstos comenzaron a retroceder
En las alas las caballerías, por su parte, seguían enfrentándose las unas a las otras sin
que hubiese un vencedor claro. A pesar de tener ventaja numérica, la caballería
cartaginesa no lograba dejar fuera de combate a los romanos y expulsarles del campo de
batalla.
En el centro, las levas hispanas no soportaron la presión y rompieron filas, huyendo del
campo de batalla.
Tras una sangrienta lucha en la que la infantería libia mantuvo una dura resistencia
contra su enemigo, infligiendo y recibiendo duras bajas, el resto del ejército de Asdrúbal
se batió en retirada.
Los romanos consiguieron apoderarse del campamento cartaginés poco después de que
Asdrúbal consiguiese evacuar a toda velocidad a sus soldados. Las provisiones y el
botín del campamento cayeron en manos de los romanos, mientras que los cartagineses
se retiraron a Cartagena, dejando a los romanos firmemente asentados en el sur del
Ebro.
153
Batallas entre los Escipiones y cartagineses Hispania
Los romanos habían asegurado sus asentamientos al norte del río Ebro y procedieron a
conseguir la lealtad hacia su causa de una serie de tribus íberas. Desde ahí lanzaron
varias misiones de saqueo del territorio cartaginés al sur del Ebro, y Publio Escipión
llegó incluso a adentrarse hasta Sagunto en 214 AC. Por otro lado, tanto los romanos
como los cartagineses se enfrentaron y sofocaron una serie de revueltas íberas en sus
territorios.
Los hermanos Escipión no recibieron refuerzos desde Italia debido a la presión que los
propios romanos estaban sufriendo en su territorio, en el que Aníbal Barca seguía
instalado. Asdrúbal, por su parte, había recibido dos nuevos ejércitos, comandados por
su hermano más joven Magón Barca y por Asdrúbal Giscón. Estos nuevos ejércitos se
enfrentaron en algunas escaramuzas sin resultados decisivos contra los hermanos
Escipión durante los años 215 al 211 AC.
Los hermanos Escipión habían logrado persuadir al rey de Numidia, Sifax, para que
iniciase las hostilidades contra Cartago en 213 AC con un ejército entrenado
militarmente por los romanos. Sin embargo, la situación en la península Ibérica era lo
suficientemente estable como para que Asdrúbal Barca se desplazase hasta África para
sofocar la rebelión y volvió a Hispania a finales de 212 AC, trayendo con sigo a otros
3.000 númidas bajo el mando de Masinisa, el que sería el futuro rey de Numidia.
Publio tomó a 20.000 soldados romanos y aliados para atacar a Magón Barca, mientras
que Cneo tomó dos legiones (10.000 hombres) y a los mercenarios para atacar a
Asdrúbal Barca.
Batalla de Castulo
Cneo llegaría antes a su objetivo, pero Asdrúbal Barca ya había ordenado a los ejércitos
de Giscón, Masinisa y Amtorgis, un jefe local aliado, que se uniesen a Magón. Asdrúbal
mantuvo su posición frente a Cneo Escipión, manteniéndose dentro del campamento
fortificado, y luego consiguió sobornar a los mercenarios celtíberos para que desertasen
del bando romano. Esto provocó que el ejército de Asdrúbal superara en número al de
Cneo Escipión.
A medida que Publio se acercaba a Ilorci, era hostigado día y noche por la caballería
ligera númida comandada por Masinisa. Cuando fue informado de que Indíbil (jefe de
los Ilergetes) se estaba desplazando con 7.500 íberos para cortarle la retirada. Publio
decidió no enfrentarse a Magón y atacar primero al líder íbero, temiendo ser rodeado
154
por las fuerzas cartaginesas. Dejó a 2.000 soldados en el campamento, bajo el mando
del legado Tiberio Fonteo, y salió al ataque en plena noche. Escipión marchó con su
ejército toda la noche y cogió a los íberos por sorpresa al amanecer. Gracias también a
su ventaja numérica de 18.000 hombres contra 7.500, ganó la iniciativa. Sin embargo,
los íberos lograron aguantar a los romanos lo suficiente, gracias a la confusión de la
batalla y a que todavía había poca luz, hasta la llegada de Masinisa, a quien Escipión
esperaba haber eludido pero que finalmente detectó el movimiento de tropas.
Con la caballería númida atacó desde el flanco, y el ataque romano comenzó a flaquear.
Cuando Magón y Asdrúbal Giscón llegaron con sus ejércitos los romanos terminaron
por romper filas y huir, dejando a Publio Escipión que al parecer fue alcanzado por una
jabalina lanzada por un jinete, y a buena parte de sus camaradas muertos en el campo de
batalla. Magón dio tiempo a los númidas para saquear los despojos antes de marchar
con el ejército hacia la posición de Asdrúbal Barca.
155
Batalla de Cástulo 211 AC. Muerte de Publio Cornelio Escipión, padre del mítico
Escipión el Africano, al ser alcanzado por una jabalina.
156
157
Batalla de Cástulo 211 AC. Muerte de Publio Cornelio Escipión alcanzado por una
jabalina. Autor J. G. Mencia
Batalla de Ilorci
Los romanos dejaron su campamento en plena noche, dejando encendidas las hogueras,
y se dirigieron hacia la seguridad que ofrecía el río Guadalquivir. Sin embargo, los
númidas les localizaron al día siguiente, y los romanos se vieron obligados a defenderse
en lo alto de una colina cercana a Ilorci de los ataques cartagineses, la ubicación no es
tan segura como la primera, aunque se da por sentado que ocurrió en las cercanías de la
actual Lorca, en Murcia, deteniéndose allí para pasar la noche. El ejército principal llegó
durante la noche, reuniendo en un solo bloque las fuerzas de Asdrúbal Barca, Asdrúbal
Giscón y Magón Barca.
En una defensa desesperada, los romanos intentaron crear una muralla defensiva
utilizando sus equipamientos de campaña, puesto que el terreno era demasiado
pedregoso para cavar defensas en él. Los cartagineses superaron estas defensas
improvisadas sin problemas y acabaron con gran parte del ejército en la batalla que se
produjo. Cneo se refugió con sus tropas de más confianza dentro de una torre, pero
fueron todos quemados vivos dentro de ella (razón por la que Plinio se refería al lugar
como “la pira de Escipión”).
Secuelas
Los romanos fugitivos huyeron al norte del Ebro, en donde finalmente reunieron un
ejército compuesto por unos 8.000 soldados. Los comandantes cartagineses, por su
parte, no llevaron a cabo ninguna acción coordinada para eliminar la amenaza de los
supervivientes y enviar ayuda a Aníbal Barca.
Roma envió unos 10.000 soldados más bajo el mando de Claudio Nerón a finales del
año 211 AC para reforzar el ejército en Hispania. Nerón, por su parte, no consiguió
ninguna victoria espectacular, si bien los cartagineses tampoco lanzaron ningún ataque
coordinado sobre los romanos en la península.
158
Campaña de Aníbal después de Cannas
(216-209 AC)
Tras la batalla de Cannas, en Roma cundió el pánico, pero en medio de tanta desgracia,
el Senado dio un ejemplo de serenidad, nombró de nuevo un dictador por 6 meses en
este caso fue Marco Junio Pera auxiliado por el maestre de caballería Tiberio
Sempronio Graco, quien liberó a 6.000 criminales para enrolarlos en las nuevas legiones
que se estaban formando apresuradamente, también se liberaron esclavos que se
apuntaran a las legiones.
Tras la batalla de Cannas, se le abrieron a Aníbal las puertas del sur de Italia, tras
realizar una rápida marcha hacia el Brucio, en donde recibió la alianza de muchas
ciudades y sometió otras, se dirigió hacia el Samnio, donde los hirpinos le ofrecieron la
alianza y le entregaron la ciudad de Compsa. Dejó a Magón a cargo de someter la
región, y Aníbal se dirigió a la costa, con el firme propósito de apoderarse de un puerto,
desde donde poder establecer solidas líneas de comunicación con Cartago.
Los cartagineses llegaron hasta las murallas de Neapolis (Nápoles) saqueando la zona,
sorprendiendo a un escuadrón de caballería enemiga, haciéndole caer en una
emboscada, preparada por el general cartaginés. Con el ejercito plantado ante Neapolis
y renunciando al asalto de una ciudad tan amurallada, Aníbal se retiró hacia Capua en
donde se le presentaba la oportunidad un tratado de alianza con la gran ciudad, pues era
la segunda ciudad más importante, así como con otras ciudades menores que dependían
de ella.
159
Entrada triunfal de Aníbal en Capua. Autor Peter Connolly
160
Magón Barca fue enviado a Cartago con las noticias de los recientes éxitos y con la
petición de refuerzos.
Aníbal, después de tomar posesión de Capua, sondeo desde allí las posibilidades de que
por traición se le pudiera entregar Neapolis, fracasando en esta ocasión, dirigió sus
miras hacia la ciudad de Nola, en la que el senado de Nola apoyado por los aristócratas
era favorable a mantener la alianza con Roma, pero el pueblo era favorable al
comandante cartaginés.
Partió el cartaginés hacia Nola pero no lo suficientemente deprisa para hacerse con la
situación, pues el pretor Marco Claudio Marcelo, que estaba en Casílino, había sido
informado por el senado de Nola de la difícil situación y partió enseguida atravesando
montañas, evitando acercarse a Capua o las llanuras. Cuando Aníbal llegó y vio que la
ciudad estaba guarnecida, volvió a dirigir sus pasos hacia Neapolis de nuevo con la vana
esperanza de conquistar un puerto. Cuando se enteró de que la ciudad había sido
ocupada por el prefecto romano Marco Junio Silano, se dirigió hacia a Nuceria, donde
tras un prolongado asedio tomo la ciudad por hambre, después la saqueo y la destruyó.
Después volvió a Nola.
Este combate menor, en el que perecieron 2.500 cartagineses y aliados y 500 romanos,
aunque no tenía ninguna importancia táctica o estratégica, si la tuvo moralmente, ya que
era la primera victoria romana en Italia.
Tras la derrota y fuga del enemigo, Marcelo se dispuso a cortar de raíz el movimiento
popular y tras un juicio sumarísimo se hizo decapitar a 70 ciudadanos responsables. Una
vez pacificada la ciudad, Marcelo partió de Nola estableciendo su campamento en las
colinas de Suessula.
Aníbal, mientras tanto, dado que seguía disponiendo de la iniciativa, asedió, tomó y
destruyo Acerra y cuando recibió la noticia que el ejercito del dictador romano se dirigía
a Casílino, tomo la resolución de acudir allí y capturar la ciudad, pues no podía permitir
que los romanos se estableciesen tan cerca de Capua, donde quizás podrían producirse
conatos de rebelión.
161
Terminó el año 216 con Aníbal acuartelado en Capua y con parte de su ejercito
asediando la pequeña ciudad de Casílino.
162
En 215 AC, Anibal había conseguido reclutar 14.000 campanos y 15.000 brucios, con lo
que sus fuerzas alcanzarían los 60.000 efectivos. Dividió sus fuerzas en un ejército bajo
mando de Himilcón que operaba en el Brucio contra las ciudades griegas de la Magna
Grecia, probablemente en conjunto con efectivos brucios, y el ejército principal de
Aníbal que se encuentra en Campania tras haber invernado en Capua. Existía un tercer
contingente bajo mando de Hannón operando en Lucania.
Los romanos por su parte, disponían de 2 ejércitos consulares de 4 legiones cada uno
con unos 20.000 efectivos, uno estaba mandado por Tiberio Sempronio Graco que se
encuentra acampado junto al Volturno aguas arriba de Casilino; el otro mandado Lucio
Postumio Albino en Lucería (Apulia); había otros 3 ejércitos de 2 legiones con 10.000,
uno mandado por Levino que se estacionó en Tarento y Brindisi, otro mandado por
Varrón en Piceno, y las dos legiones urbanas en Roma. Albino ha sido emboscado por
los Boyos en la Galia, al parecer marchaba a través de un bosque, donde los galos
habían establecido una emboscada, habían aserrado un gran número de árboles, de
manera que caerían sobre los romanos, 25.000 hombres fueron atrapados en esa trampa,
y fueron aniquilados, bien aplastados o bien muertos por los galos. Debido a la falta de
efectivos, se decidió que ese año no habrá ningún ejército romano en la Galia que lo
sustituya, aunque se mantienen las ciudades de Cremona y Placentia.
163
Campaña de Aníbal el 215 AC en Campania
164
desde Sinuesa, cruzó el Volturno y acampó en Literno, ordenando acopiar víveres en
Cumas.
Los campanos por su parte estaban acampados junto a Hamae con un ejército de 14.000
hombres al mando de su jefe Mario Alfio (Medix Tuticus o primer magistrado de
Capua). Esa misma noche el cónsul romano Graco ordenó el asalto al campamento
enemigo consiguiendo tomarlo dando muerte a 2.000 hombres incluido su jefe, tras lo
cual se dirigió a Cumas previendo la reacción de Aníbal que está en la muy cercana
Capua.
Aníbal preparó una torre de asedio mientras Graco ordenó elevar las murallas de la
ciudad.
Acercada y adosada la torre púnica al muro, resultó incendiada por los defensores, y
cuando sus ocupantes tuvieron que abandonarla, Graco ordenó una salida en tromba de
sus hombres por dos puertas de la ciudad que puso en fuga a los atacantes, causándoles
bajas significativas de unos 1.400 hombres, empujándoles hasta su campamento, y
ordenando un rápido repliegue para evitar un contraataque.
Una vez levantado, el cónsul romano se dirigió desde Cumas a Grumentum en Lucania,
donde se enfrentó a las tropas cartaginesas mandadas por Hannón que se encontraban en
la zona, posiblemente para unirse a Aníbal. Le causó 2.000 muertos frente a 280
propios, obligándole a retornar al Brucio. Graco volvió a Cumas después de la batalla,
de regreso conquisto a los hirpini las plazas de Vercelio, Vescelio y Sicilino (todas ellas
de desconocida ubicación) haciendo 5.000 prisioneros locales.
165
El cerco de Petelia se alargó por un periodo de ocho meses, durante los cuales, los
petelios consumieron todos los alimentos corrientes, después expulsaron de la ciudad a
los no combatientes a fin de economizar alimentos, muriendo todos estos a manos de los
enemigos. Finalmente combatieron hasta la muerte, hasta que finalmente se
derrumbaron y abrieron las puertas al ejercito enemigo, no obstante, 800 hombres
lograron escapar.
Locri, una poderosa ciudad y puerto del sur de la región, también cayó gracias a las
discordias internas. De toda el área, tan solo la ciudad de Regio (en el estrecho de
Mesina) permaneció en la alianza con Roma, principalmente por que existía en ella una
poderosa guarnición romana y por que era una ciudad estratégicamente muy importante
y los romanos no podían permitirse su perdida.
En Campania, Marcelo tras ser relevado en Suésula por Fabio, llegó a Nola desde donde
ese verano comenzó a hacer salidas de saqueo sobre el samnio caudino y los hirpinos, lo
que forzó a Aníbal, azuzado por sus aliados, a acercarse para tratar de tomar la ciudad y
privarle de la base de operaciones para dichos saqueos.
Aníbal rodeó completamente la ciudad, Claudio Marcelo realizó una serie de salidas
provocando escaramuzas. Al tercer día, viendo Marcelo que una parte de los
cartagineses ha salido a forrajear, sacó a sus tropas presentando batalla y marchando
hacia el campamento cartaginés. Aníbal mandó a llamar a los que están forrajeando
mientras el resto de su ejército salió a dar batalla.
166
Segunda Batalla de Nola 215 AC, entre Aníbal y el cónsul romano Claudio Marcelo,
con victoria romana.
Al día siguiente recogieron y quemaron los cadáveres del campo de batalla. Al tercero
se produjo la deserción de 1.272 jinetes númidas e hispanos. Entonces Aníbal ordenó a
Hannón retornar al Brucio con sus hombres mientras él partió hacia Arpi en Apulia para
invernar.
167
Campania 4 legiones del ejercito consular bajo el mando de Marco Claudio
Marcelo.
Apulia 2 legiones nuevas bajo el mando del hijo de Fabio, Quinto Fabio.
Galia Cisalpina 2 legiones nuevas bajo el mando de Marco Pomponio.
Sammnio 2 legiones de esclavos bajo el mando de Sempronio Graco.
Piceno 1 legión bajo el mando de Varrón.
Brindisi 1 legión bajo el mando de Valerio.
168
Campañas de Aníbal el 214 AC en Campania
Aníbal recibió aviso de los habitantes de Capua de que los romanos estaban realizando
un reclutamiento masivo. Aníbal se movió desde Arpi en Apulia hacia Campania.
Fabio Máximo que había invernado en Suésula comenzó a seguirlo en cuanto llegó a
territorio campano y ordenó a Sempronio Graco que desde Luceria se trasladase con sus
tropas a Beneventum, en el Samnio, para apoyarle. El hueco dejado en Luceria por
Graco fue ocupado por el hijo de Fabio, Quinto Fabio, quien se dirigió hacia esa
localidad del norte de Apulia.
Estando allí recibió una nueva comisión de la ciudad de Nola, que le ofrecían la entrega
de la ciudad por tercera vez. Avisado Marcelo de esto, se dirigió con un contingente de
6.000 hombres y 300 jinetes desde Cales a Suésula y de allí a Nola. Aníbal que había
visto sus dos intentonas anteriores fracasadas, acudió sin mucha fe a la ciudad campana
a realizar el tercer intento. Fabio aprovechó esta circunstancia para iniciar el asedio de
Casilino.
Mientras en Nola, Marcelo recibió refuerzos traídos por su lugarteniente Marco
Pomponio desde Suésula.
Tal y como tenía previsto Marcelo formó sus tropas que eran 4 legiones (20 infantes y
2.400 jinetes) y Aníbal cuyos efectivos se desconocen, aceptó el envite.
169
tarentinos le han hecho saber que si se acerca a la ciudad, ésta podría caer en sus manos
mediante la traición.
De camino a Tarento arrasó con cuanta campiña encontró a su paso excepto la del
propio Tarento, a quien quería ganarse. Pero tres días antes de su llegada el jefe de la
guarnición de la ciudad, Marco Livio, preparó las defensas poniendo guardias en muros
y puertas, lo que evitó cualquier sorpresa. Viendo la imposibilidad de tomarla, el
general púnico marchó hacia Salapia en la costa norte de Apulia, no sin recoger grano
en la costa de Lucania (Heraclea y Metaponto, ambas aún bajo control romano) y
caballos salvajes entre el Salentino y Apulia.
Aníbal desea contar con el apoyo de su segundo ejército en la zona y ordenó a Hannón
que desde el Brucio se dirigiese a Beneventum en el Samnio, ciudad hacia donde
también marchaba Tiberio Sempronio Graco y su ejército de esclavos.
Hannón llegó a Benaventum y acampo en la margen izquierda del río Calor a 1,5 km de
la ciudad. Graco al llegar, acampó a 1 km del campamento de Hannón, cerrándole el
paso a la ciudad. Al día siguiente el general romano sacó a sus hombres para ofrecer
batalla, disponía de un ejército de 18.000 efectivos la mayoría esclavos voluntarios y
presos. Hannón aceptó el envite y desplegó su ejército formado por 17.000 infantes
brucios y lucanos y 1.200 jinetes númidas y mauris.
170
Primera Batalla de Beneventum 214 AC entre las fuerzas de Hannón y Graco, siendo
una aplastante victoria romana
Graco fue recibido en la ciudad con los brazos abiertos, y despues se dirigió a Lucania
para impedir que Hannón levantase otro ejército.
171
Marcelo al mando de su ejercito llego a Casílino en donde se unió a las fuerzas de Fabio
Máximo que previamente había unido sus fuerzas con el ejercito de Graco, reclamado
por Fabio. La desproporcionada acumulación de fuerzas no proporcionó al romano
ninguna ventaja adicional en el ataque a Casílino, fracasando en los sucesivos asaltos a
sus murallas y sufriendo por ello numerosas bajas hasta el punto de que Fabio estuvo a
punto de abandonar el asedio. Finalmente los campanos, solicitaron de Fabio un acuerdo
por el que se les permitiese retirarse a Capua sanos y salvos, cuando llegaron al acuerdo
y salían ya por una de las puertas de la ciudad, Marcelo lanzó sus hombres contra los
que salían consiguiendo tomar de esta manera la puerta abierta desde la que poco
después se hicieron con el resto de la ciudad. La matanza fue generalizada y tan solo se
pudieron salvarse los primeros campanos que salieron de la ciudad y pudieron llegar
junto a Fabio, unos 50, que según lo acordado fueron escoltados hasta Capua.
Finalmente el resto de los supervivientes capturados en Casílino fueron enviados a
Roma y la población dispersada.
Ahora, Fabio Máximo y Marcelo se repartieron los papeles, Mientras Marcelo vigilaba
Capua desde Nola (aunque, no obstante, no pudo desarrollar ninguna operación de
envergadura al caer enfermo), Fabio Máximo se dedicaba a reconquistar las tierras de
los samnitas que hacen frontera con Campania y en donde Aníbal encontraba un eficaz
apoyo.
En el 213 AC, los nuevos cónsules son el hijo de Fabio Máximo, Quinto Fabio como
cónsul patricio y Tiberio Sempronio Graco como cónsul plebeyo.
La campaña se inicia con el asalto del cónsul Quinto Fabio hijo, a la ciudad de Arpi, en
el norte de Apulia. Arpi, importante ciudad de la región, contaba con unos 8.000
hombres de guarnición, 5.000 de ellos del ejercito de Aníbal. Fabio Máximo acampó
frente a la ciudad y se acerco una noche lluviosa a sus murallas con una unidad
comandada por los mejores centuriones del ejercito y unos 600 soldados también de
reconocida valía. Gracias a la noche y a la lluvia (los guardias a causa de ella habían
abandonado sus puestos y se habían puesto a cubierto), pudo subir con escalas por la
muralla sin oposición, luego, como lo mas difícil ya estaba echo, el ejercito romano en
pleno irrumpió en la ciudad.
Comenzó un terrible combate por las calles, los cartagineses, que no se fiaban de las
milicias locales, las mandaron por delante de sus fuerzas por lo que chocaron con los
romanos los primeros. Después de combatir durante un tiempo entablaron los milicianos
conversaciones con los romanos, poco después cambiaban estos de bando con la
anuencia de las autoridades de Arpi y juntos cargaron contra los cartagineses. Esa una
noche fue de pactos, pues ahora eran los cartagineses quienes entablaron negociaciones
con los romanos. 1.000 hispanos de la guarnición decidieron pasarse a los romanos si
estos permitían al resto de la guarnición retirarse sin daño.
La propuesta fue aceptada por Fabio y de esta manera se hizo finalmente con esa
importante ciudad de la región de Apulia. Todo ocurrio tan precipitadamente que
172
Aníbal, que se encontraba en Salapia, no pudo reaccionar, acogiendo a las tropas que se
retiraron de Arpi.
En Lucania la situación aparenta estar en calma lo que lleva a Graco a que ordene a uno
de los prefectos aliados de su ejército, Tito Pomponio Veyentano, a comenzar campañas
de saqueo en el vecino Brucio. Estas probablemente influyen notablemente en que dos
localidades de la zona, Cosentia y Thurii, retornen a la disciplina romana, pese a estar
bajo dominio cartaginés desde el 215 AC.
Pero poco le van a durar las alegrías a los romanos en este frente, pues en el trascurso de
las desmandadas salidas de saqueo de Veyentano en territorio brucio, fue sorprendido
en una por el ejército de Hannón, el cual masacró a la mayoría de sus hombres
haciéndole prisionero.
173
Asedio púnico de Tarento 213 AC
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Conquista de Tarento 213 AC. Las tropas de Aníbal entran por la puerta Tamenis a la
ciudad. Autor Ángel Todaro
Desde la ciudadela se enfrentó a los cartagineses, fueron reforzados esa noche desde
Metaponto por la guarnición romana de esa ciudad. Desde allí se permitieron acosar a
los nuevos dueños de la ciudad, lo que provocó que Aníbal levantase una empalizada y
un foso para defenderse de estas incursiones. Logró resistir con éxito debido a que
recibía alimentos y apoyo por su puerto. Aníbal mandó sacar todos los barcos tarentinos
a tierra y transportarles con ruedas para depositarles en el puerto exterior y bloquear el
puerto. Aníbal dejó al frente del bloqueo a Hannón, mientras él marchó a invernar a un
lugar distante unos tres días de marcha de la zona, que probablemente se encuentra al
sur-sureste de Canusio, en Apulia. La ciudadela se rindió posteriormente en el 211 AC.
Todas las polis (ciudades griegas) del sur de Italia, con la excepción de Regio pasaron
bajo el control de Aníbal.
Los romanos, decididos por fin a cargar todo el peso de las operaciones más que contra
Aníbal, contra los campanos; mantuvieron a sus legiones operando, desde Bovianum, en
el Samnio, y desde esta posición lanzaban ataques menores contra los territorios
campanos, en donde por esta causa no se había podido hacer la siembra de las cosechas
175
en los campos, razón por la cual el hambre hacia ya mella en los cuerpos de los
ciudadanos de Capua y de las otras ciudades enemigas de los romanos.
Aníbal, siempre presto a atender a sus aliados, ordeno a Hannón, que controlaba el
Brucio, que: recogiendo suministros propios y de los aliados lucanos y samnitas se
dirigiese a entregarlos a los capuanos. Hannón, que no deseaba un enfrentamiento con
los romanos, condujo a su ejercito entre el territorio aliado y enemigo hasta las
cercanías de Beneventum, consiguiendo evitar ser interceptado por los ejércitos
adversarios.
Una vez allí mando llamar a los capuanos para que se llegasen a su campamento
fortificado en donde les haría entrega del trigo. Los capuanos, acudieron, pero con tal
desidia y falta de medios (no mas de cuarenta carruajes) que el general cartaginés se
enojo y tras reprenderles les convocó para que otro día fijado se acercasen de nuevo y
en serio, al campamento a recoger los suministros. Este cambio de planes fue letal para
los intereses púnicos, pues los espías romanos consiguieron comunicar estas nuevas a
los cónsules romanos que se encontraban en las cercanías de Bovianum, decidieron
estos que uno de ellos, Fulvio, se haría cargo de las tropas y las conduciría rápidamente
hasta Beneventum para atacarles.
El ejercito romano llego ya de noche a las murallas de Beneventum en donde recibió las
nuevas de la actual situación. Los campanos habían por fin acudido en masa al
campamento de Hannón, esta vez contaban unos 2.000 carromatos y muchos miles de
ciudadanos que se encontraban ahora en el campamento púnico, además, el general
cartaginés se encontraba fuera, consiguiendo de los aliados mas suministros para remitir
a los campanos.
El ejercito romano, tras dejar en la ciudad sus pertrechos, y tan solo con las enseñas y
las armas partieron de inmediato contra el desprevenido enemigo que acampaba no lejos
de allí. Poco antes del amanecer llegaron al lugar, en donde su repentina llegada
provocó tal pánico que de haber estado el campamento cartaginés situado en la misma
llanura hubiese sido tomado sin duda a la primera embestida. Hannón había elegido el
lugar apoyado por unas solidas defensas naturales, una escarpada colina que terminaba
ante la empalizada del campamento púnico El primer ataque fue rechazado con facilidad
por los defensores, los romanos insistieron, a costa de muchas bajas, llegando en varios
puntos a tomar contacto con la empalizada, en donde siendo siendo castigados
estuvieron a punto lde retirarse y abandonar el ataque. En esos momentos, una cohorte
peligna, fue enardecida por su prefecto, Vibio Acao que lanzó la enseña de la unidad
tras la empalizada enemiga, seguido por sus hombres consiguieron irrumpir a través de
las defensas enemigas. Por otro lado, el tribuno de la tercera legión, Valerio Flaco, tras
echar en cara a sus hombres que permitiesen que fuesen unos aliados quienes tomasen el
campamento enemigo, se lanzó entonces uno de sus centuriones sobre la empalizada
enemiga. Seguido después por su manipulo y después por el resto de la legión, siendo
por fin desarticuladas las defensas cartaginesas, y entrando a cuchillo en el campamento
enemigo. Se contaron entonces 6.000 bajas enemigas, 7.000 fueron hechos prisioneros
176
amen de muchos miles de civiles campanos que se encontraban allí. Se consiguió gran
botín, no solo los suministros preparados para los campanos si no todo lo que en sus
correrías había saqueado Hannón a los aliados del pueblo romano.
Hannón se enteró del desastre en Cominiun, y se dirigió a Brucio con las fuerzas que le
quedaban.
177
Campañas de Aníbal el 212 AC en Campania
178
quiso que Graco nunca llegase a su destino, cayo víctima de una emboscada de la
caballería enemiga y fue muerto por esta.
Los cónsules movieron sus campamentos en territorio enemigo, a la vista de las propias
murallas de Capua, comenzando las incursiones por la zona, pero fueron sorprendidos
por una repentina salida de la caballería ligera cartaginesa de Magón (no Barca),
quienes aterrorizando a los romanos que se encontraban entonces desperdigados por la
llanura produciéndoles más de 1.500 bajas rechazándolos hasta las propias lineas de sus
ejércitos y ganando de esta forma para si la libertad de movimientos para su caballería y
la aliada campana. Desde ese momento, los cónsules marchaban ya solo en solidas
formaciones por territorio enemigo intentando no dar pie al contraataque de la caballería
enemiga que campaba a sus anchas por el territorio.
Poco tiempo antes de estos sucesos, uno de esos hechos de los que están jalonadas las
guerras volvió a repetirse en este momento para satisfacción del propio Aníbal. Un tal
M. Centennio, un buen soldado ya retirado, se convenció y convenció a los senadores de
Roma que con un cierto numero de tropas podría, gracias a su conocimiento de la
milicia y del territorio, enfrentarse con éxito a Aníbal en Lucania. En principio
solicitaba solo 5.000 soldados pero los convencidos senadores le entregaron 8.000,
mitad romanos y mitad aliados, a estos se les sumaron numerosos voluntarios por el
camino, llegando a casi duplicar la cifra. Finalmente llegaron al enfrentamiento con
Aníbal, pese a que sus tropas se defendieron bien quizás más por desesperación que por
otra causa, M. Centennio al ver la irreversible situación en que se había metido para no
sobrevivir a la vergüenza se suicidó, sus hombres que mientras tanto seguían
manteniendo las líneas, al enterarse de su muerte se dispersaron en una inútil huida ya
que fueron prácticamente exterminados por la numerosa caballería enemiga hasta tal
179
punto que parece que no sobrevivieron mas de 1.000 de todo aquel ejercito.
Los romanos sufrieron otro descalabro, la deserción de las dos legiones de esclavos
voluntarios que tan bien y fielmente habían servido a los romanos. Estos hombres, poco
tiempo después de la muerte de Graco perdieron las ganas de combatir y ahora
desertaban en masa de las filas.
Aníbal instalado en Lucania siguía con atención lo que acontecía en Campania, sin
embargo, aunque desea entrar en acción contra los dos cónsules recibió noticias de que
en Apulia el pretor Gn. Fulvio, tras un comienzo aceptable, llevaba ahora las
operaciones con una mezcla de desidia e incompetencia e incluso se hablaba que la
disciplina militar se encontraba bajo mínimos. Aníbal, que no quiso dejar correr esta
oportunidad abandonó entonces a los campanos y rápidamente llego hasta la región de
Apulia, cerca de Herdonea, a su llegada el campamento romano se alborotó, el general
cartaginés se enteró esa noche por unos espías, que los soldados romanos andaban
arrogantes exigiendo del general que se entablase batalla contra el enemigo, así pues,
esa misma noche despacho un contingente de 3.000 soldados de infantería ligera para
emboscarse en unas haciendas de los alrededores y a Magón, que tras su paso por
Campania se había unido de nuevo a él, con 2.000 jinetes que cubriera todas las posibles
rutas de escape del campo de batalla. Hasta ese punto confiaba ya en la derrota romana
el cartaginés que enviaba a parte de sus mejores tropas fuera de su despliegue de batalla
a emboscarse hasta después de la misma.
180
Batalla de Herdonea 212 AC entre las fuerzas de Fulvio y Hannón, con victoria total
púnica
Al día siguiente los dos ejércitos desplegaron para la batalla. Las tropas romanas se
desplegaron en una larga línea con muy poca profundidad precisamente en el centro, sin
embargo dio igual, a la primera embestida cartaginesa, los romanos cedieron y
emprendieron la huida, el propio pretor, al ver lo que sucedía, picó espuelas seguido de
200 jinetes escapando seguidamente del campo de batalla abandonando a sus tropas que
fueron rápidamente rebasadas por los flancos y rodeadas. De los aproximadamente
18.000 hombres con que contaba el ejercito romano se dice que solo escaparían unos
2.000, el campamento romano fue ocupado y saqueado.
El desanimo hizo de nuevo presa en Roma tras los dos desastres consecutivos en los que
se habían perdido mas de 30.000 hombres a manos del general cartaginés.
Los cónsules, que operaban en Campania, y que gracias a que precisamente Aníbal se
había mantenido alejado de la región habían conseguido crear por fin un cerco
coherente de las posiciones de Capua, enviaron a Roma a dos legados para informar al
senado de que las operaciones se desarrollaban con incipiente éxito en la región, que así
mismo tratarían de recoger a todos los supervivientes de los desastres precedentes y que
se redactaría un edicto por el cual se obligaría a los esclavos/soldados que volvieran a
filas, y, en definitiva, hacer ver al senado que las operaciones seguían su curso y que
debían mantener la calma pese a todos los descalabros acaecidos en tan corto espacio de
tiempo.
En el 211 AC, son elegidos nuevos cónsules Cneo Fulvio Centúmalo y Publio Sulpicio
Galba . Contando el desglose de Tito Livio (XXVI,1) y una cita de Polibio, ese año el
despliegue romano habría llegado a 27 legiones. Estas serían:
Dos urbanas (reclutadas del año anterior 212 con muchas dificultades, al servicio
del pretor urbano Cayo Calpurnio Pisón).
181
Cuatro en Sicilia (dos al servicio del pretor Cayo Sulpicio -las desterradas de
Cannas y Herdonea- y dos del ejército del procónsul Marcelo).
Dos legiones “marinas” embarcadas en la flota de Sicilia (bajo mando de Tito
Otacilio).
Dos en Etruria (bajo mando de Marco Junio Silano que para formarlas tomó en
212 las dos urbanas de 213 las cuales fueron sustituidas en Roma en 212 con
muchos problemas).
Dos en la Galia Cisalpina (bajo mando del propretor Publio Sempronio Tuditano
y reclutadas para ese destino en 214).
Dos en Hispania (bajo control de los procónsules Cneo y Publio Cornelio
Escipión hasta que son casi aniquiladas a principio de la campaña).
Dos en Cerdeña (al servicio del pretor Lucio Cornelio Léntulo).
Una en Grecia con la flota allí operativa (bajo mando del propretor Marco
Valerio Levino).
Cuatro en Capua (al servicio de los procónsules Apio Claudio Pulcro y Quinto
Fulvio Flaco, la mayor parte de las cuales son licenciadas una vez se rindió
Capua).
Dos en Suésula (bajo mando de Cayo Claudio Nerón y unidas al cerco de Capua,
parte de las cuales partirán a Hispania una vez rendida la capital campana a
cubrir las perdidas ocurridas con la muerte de los Escipiones).
Dos en formación y presentes en Roma (para servir con el nuevo cónsul Galba).
Dos por alistar (para servir con el segundo cónsul Cneo Fulvio Centúmalo)
Alrededor de Capua había 12 legiones con unos 60.000 efectivos. Las fuerzas de capua
se estiman en 2.000 jinetes cartagineses y unos 12.000 combatientes, Anibal disponía de
30.000 a 35.000 efectivos y 33 elefantes.
Los procónsules desplegaron sus ejércitos, Apio Claudio con 3 legiones y algunas
aliadas desplegó para repeler la salida de los defensores, Quinto Fulvio Flaco con otras
3 romanas y aliadas desplegó para oponerse al ejército de Aníbal en la parte exterior,
con la caballería desplegada a los flancos.
182
Batalla de Padua 211 AC, las fuerzas de Aníbal tratan de romper el asedio, pero son
rechazadas
El comienzo de las operaciones fue seguido desde las murallas por una inmensa
multitud de ciudadanos de Capua, quienes hacían sonar cacharreria de bronce
provocando una espectacular ruido para animar a sus tropas.
El choque de las tropas de Aníbal contra los romanos desplegados, sin duda a la
defensiva, fue seguramente atroz, el empuje de los cartagineses fue tal que pronto la
legión VI que estaba en el centro, comenzó a ceder terreno a la infantería cartaginesa
que empujaba irresistiblemente apoyada por los numerosos elefantes de que disponían.
Al fin, una unidad de cerca de 500 hispanos mas 3 elefantes rompió las líneas romanas y
llegó hasta la empalizada, Fulvio a los centuriones primipilus que estarían en el
campamento, entre ellos un tal Quinto Navio, a que hiciesen todo lo posible por detener
la embestida de aquel contingente cartaginés y se lanzaron contra los flancos de ese
destacamento formación enemiga con las tropas que pudieron reunir, se produjo un
terrible combate en la empalizada, los tres elefantes fueron muertos allí mismo, los
atacantes pudieron asaltar directamente la empalizada y rebasar las defensas romanas,
de esta forma se entablo un sangriento combate en el mismo campamento.
183
Mientras tanto, se realizó la salida desde Capua hacia las posiciones romanas en la zona
de la vía Appia, allí el propio Apio Claudio dirigió la defensa en primera linea junto a
las legiones, como no tardaron rechazar a los enemigos, persiguiéndoles hasta la misma
Capua, produciéndose una matanza en las mismas puertas de la ciudad, cuando los
huidos intentaban refugiarse en la ciudad, los romanos estuvieron a punto de tomar las
puertas, siendo rechazados desde las torres y almenas, el procónsul Apio Claudio resultó
gravemente herido durante el combate.
El volumen de bajas varía según las fuentes, Livio da la cifra de 8.000 cartagineses y
3.000 campanos muertos, lo cierto es que Aníbal con tropas ligeras no se enfangaría en
combates frontales contra una infantería pesada romana.
Ante la imposibilidad de romper el estrecho cerco que los romanos tenían sobre Capua y
por falta de medios no se atrevía a ofrecerle batalla, además estaba la posibilidad de que
llegara un nuevo ejército romano por por retaguardia que pudiera impedirle la salida,
Aníbal decidió abandonar el área y marchar sobre Roma para obligar a los ejércitos que
sitiaban Capua a levantar el asedio y acudir en defensa de su capital, y atacarles en una
batalla campal.
Aníbal envió jinetes númidas que se hicieron pasar por desertores para explicar el plan a
los sitiados y que no se alarmasen.
Mandó realizar balsas para cruzar el río Volturno que separa Campania del Lacio, y
cuando tuvo las suficientes, dejó encendidos fuegos en el campamento y en una sola
noche realizó el cruce. Antes del amanecer ya se encontraba al otro lado y sin fuerzas
romanas apreciables entre el y Roma.
184
Itinerario de Aníbal desde Capua a Roma po la Vía Latina, mientras que Fulvio Flaco
emplea la Vía Appia
Los romanos cuando se enteraron al día siguiente, decidieron que Q. Fulvio Flaco con
unos 15.000 infantes y 1.000 jinetes fuese a través de la vía Appia, y con el resto
continuar el asedio.
185
El ejercito de cartaginés, siguió la vía Latina, no avanzó deprisa y saqueó toda la zona a
su paso, quizás quería cerciorarse de que el ejército de Padua se seguía, a Roma
comenzaron a llegar los refugiados que huían.
Aníbal llegó por el norte y cruzó el río Anio, estableciendo su campamento a unos 5 km
de la ciudad. Al frente de unos 2.000 jinetes se acercó a la ciudad para observar las
murallas hasta la zona de la puerta Colina, lo más cerca que pudo de las murallas.
Mientras, Fulvio Flaco entró por la puerta llamada Capena y atravesando la abarrotada
ciudad (llena de refugiados) y salió de la ciudad por la puerta Esquilina desplegando sus
legiones en el espacio que va de esta puerta a la de Colina, y envió su caballería contra
los jinetes púnicos que se retiraron.
Al día siguiente el ejercito cartaginés se acerco en orden de batalla a la ciudad, Flaco
acepto el embate. Según nos cuenta Livio, en ese momento cayo sobre el campo de
batalla un fuerte aguacero que frustró el enfrentamiento, al día siguiente ocurrió lo
mismo, por lo que Aníbal decidió que la suerte no estaba de su parte y decidió retirarse.
186
El ejército romano bajo mando del cónsul Publio Sulpicio Galba inició la persecución
de los púnicos, destruyendo los puentes sobre el río Anio, de modo que obligan a Aníbal
a vadear el mismo para poder cruzarlo. Ocasión que fue aprovechada por el ejército
romano para atacar la retaguardia del convoy púnico que transporta una parte
importante del botín, consiguiendo recuperarlo, atrapando a quienes lo custodiaban, no
teniendo los hechos más graves consecuencias gracias a la intervención de la caballería
cartaginesa.
Tras la caída de Capua, cayeron las dos últimas ciudades campanas en manos de los
cartagineses, Atella y Calatia que recibieron un trato similar.
En el 210 AC son nombrados consules Marco Claudio Marcelo que fue enviado queda
en Italia y Valerio Levino por su buen comportamiento en Grecia, es enviado a Sicilia.
El plan era recuperar el máximo número de ciudades posible y abandonar a su suerte a
la ciudadela de Tarento. Sa había reducido la fuerza a solo 21 legiones.
187
Marcelo reunió en Sammnio su ejército consular de 4 legiones, el proconsul Cneo
Fulvio Flaco tenía 2 legiones en Apulia, Quinto Fulvio Centúmalo 2 legiones en
Hedonea y 1 legión en Capua.
El ejército del procónsul Fulvio Centúmalo desarrolló una campaña de saqueo en torno
a Herdonea, la cual esperaba que termine rindiéndose o cambiando de bando. Enterado
Aníbal del desdén y negligencia de la ciudad, decidió salir del Brucio a marchas
forzadas con tropas ligeras, dejó su equipaje en un lugar seguro en Brucio, donde habían
estado acampado, y tomando una fuerza de unos 30.000 hombres, de los cuales 6.000
eran jinetes, avanzó en una marcha rápida a Herdonia, dirigiéndose al campamento de
Fulvio, formando las fuerzas en línea de batalla.
Aníbal nada más llegar y aprovechando que era una mañana de niebla, formó su
infantería en dos líneas y delante infantería lígera, y en las alas la caballería también en
tres líneas, las dos posteriores posteriores con un jinete ligero detrás.
Centúmalo eceptó la batalla, y formó sus fuerzas unos 20.000 infantes y 2.000 jinetes en
dos líneas para cubrir el frente de Aníbal, la legión V y otra aliada a vanguardia y la VI
y otra aliada a retaguardia, con los jinetes en las alas y los vélites en vanguardia.
188
Segunda Batalla de Herdonea 210 AC. Se enfrentaron los ejércitos de Aníbal y el de
Fulvio Centúmalo que resultó aniquilado
Al percibir esto, Aníbal redobló sus esfuerzos, y el ejército romano fue completamente
derrotado. El procónsul y once legados murieron en la acción junto con unos 10.000
hombres más (se dice de 8.000 a 13.000 y otros autores lo elevan a 17.000). De los que
consiguieron escapar, 3.000 fueron capturados por la caballería y solo se reintegraron a
las filas romanas 4.344 hombres.
189
Tras esto Aníbal destruyó la ciudad de Herdonia, ejecutó a los partidarios romanos y
evacuó a la población a Metaponto (Lucania) y Thurium (Brucio), temeroso de que en
cuanto se marchase se plasmase traición.
Al día siguiente Marcelo formó sus tropas, desplegó sus legiones en 2 líneas, cada una
con una legión romana y una aliada (la I delante y la III detrás), en sus alas situó la
caballería y a vanguardia los vélites.
Batalla de Numistro 210 AC. Entre Aníbal y Claudio Marcelo, fue una batalla de
desgaste que acabó en tablas
190
Aníbal aceptó el reto y desplegó su ejército, la infantería en dos líneas con los elefantes
entre ambas, en la primera línea situó los hispanos e italianos, y en la segunda galos y
africanos, en las alas la caballería, mucho más numerosa el ala derecha, a vanguardia
situó los honderos y escaramuceadores.
La batalla comenzó entre los vélites y los honderos, los elefantes pasaron a vanguardia e
iniciaron la carga, seguidos de la primera línea al parecer sin mucho éxito.
Las primeras líneas estuvieron combatiendo hasta el atardecer, en que fueron relevadas,
se hizo de noche sin que ninguno de los contendientes obtuviese ninguna ventaja, y el
combate se interrumpió debido a la falta de luz.
La batalla desde luego fue una batalla de desgaste con muchas bajas, no se habla de la
actuación de la caballería, lo que implica un frente estrecho, en la que los romanos
tuvieron muchos heridos, posiblemente con el choque de los elefantes.
Esa misma noche Aníbal emprendió la huída. Marcelo dejó una guarnición en la
localidad y a sus heridos y salió en persecución del púnico que se dirigió hacia Apulia.
En las cercanías de Venusia se produjeron escaramuzas entre ambos ejércitos, trás lo
cual prosiguieron las operaciones en Apulia sin que se conozcan más combates.
En el 209 salen elegidos cónsules el propio Fulvio Flaco y Fabio Máximo. El inicio de
operaciones parece ser en el Brucio cuando el contingente de 8.000 hombres de Regio,
tras la conquista total de Sicilia por Levino, reclutó a unos 4.000 mercenarios que
mandó a Regio. Comienzaron a asolar la campiña alrededor de Caulonia. Culminada
esta operación inicianron el asedio de la ciudad.
Al día siguiente Marcelo ofreció batalla y Aníbal la aceptó. Desplegaron a ambos lados
del camino de Asculum a Herdonea. Marcelo formó su ejército en dos líneas, con la
caballería a los flancos. Aníbal formó tambien en dos líneas con los elefantes entre
ambas y la caballería en las alas.
191
Batalla de Asculum 209 BC entre Aníbal y Claudio Marcelo con victoria romana
Tras dos horas de duros combates, los púnicos comienzan a ganar terreno y el la legión
del flanco derecho romana cedió. Marcelo trató de relevarlos pero la maniobra fue un
fracaso y se produjo una desbandada que se saldó con 2.700 legionarios, y centuriones y
2 tribunos muertos.
Al día siguiente, tras exhortar a sus hombres, Marcelo volvió a ofrecer batalla que fue
aceptada por Aníbal. El despliegue fue similar al día anterior, la caballería de las alas
eran mandadas por sus legados Cayo Claudio Nerón y Lucio Cornelio Léntulo mientras
en el centro fue el propio Marcelo quien coordinaría los movimientos.
La batalla permaneció igualada hasta que Aníbal ordenó la carga de elefantes que tuvo
un éxito inicial, el tribuno romano Décimo Flavio levantó la enseña y consiguió
restaurar la situación, consiguiendo repeler a los elefantes que empezaron a causar
daños en las filas púnicas.
192
Romanos atacando a elefantes púnicos. Autor Ángel García Pinto
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gran desgaste que han sufrido sus tropas. A comienzos de verano Marcelo desplaza a su
ejército desde Canusio a Venusia, permaneciendo allí el resto del año.
Mientras Fabio había lanzado un ataque sobre Manduria, la cual logró tomar capturando
una guarnición de 4.000 hombres. Tras seis días de sitio y ayudado por un traidor,
consiguió entrar en la ciudad, capturando 30.000 prisioneros y abundante botín. A
continuación se dirigió a Tarento.
Enterado Aníbal del asedio de Tarento por fuerzas desde el Brucio acudió a socorrerlos
con el mayor ejército que pudo reunir, llegando tarde por muy poco. Trás permanecer en
la zona varios días desistió y marchó a Metaponto donde trató de emboscar a Fabio
urdiendo una estratagema en la que finalmente el veterano cónsul no cayó. Finalmente
regresó a Brucio.
194
Publio Cornelio Escipión en Hispania
(210 – 206 AC)
Llegada de Publio Cornelio Escipión
Avanzó rápidamente por tierra el ejercito, y por mar la flota que posiblemente llevaba
los pertrechos para que las legiones fuesen más ligeras. Ambos progresaban al mismo
ritmo pues debían converger por sorpresa sobre el objetivo. En siete días los romanos
partieron de Sagunto y se plantaron ante Cartago Nova (280 km), lo que da un a media
de 40 km al día, el ejercito acampó junto a la colina de Ares, utilizándola como defensa
natural del lado de la ciudad y hacia el exterior construyó una trinchera defendida con
un terraplén y seguramente algún tipo de empalizada.
195
Cartago Nova (Cartagena) en el 210 AC, a la derecha ataque romano a la ciudad en el
209 A
196
Conquista romana de Cartagena (Cartago Nova) 209 AC, a la izquierda llegada de
Escipión a la ciudad, a la derecha Magón el comandante cartaginés de la plaza
obswrvando a los romanos. Autor Ángel García Pinto
Al día siguiente Escipión hizo situar las naves frente a la muralla sur y eligió 2.000
hombres para que un asalto con escaleras y escalas por la puerta de la ciudad, mientras
que la flota había equipada con artillería de todo tipo, debía realizar un bombardeo
sobre la ciudad.
En el interior de la ciudad, a los 1.000 mercenarios con los que contaba Magón
(comandante púnico) se sumaron 2.000 ciudadanos armados que fueron concentrados en
197
la puerta oriental de la ciudad, frente al istmo, lugar por donde se esperaba el ataque
romano. De los 1.000 mercenarios, 500 fueron situados en el monte Molinete (la zona
del Almarjal, conocida como Arx Hasdrubalis) y los 500 restantes en el monte
Concepción (la colina de Esculapio), en la zona que daba al mar. Los restantes
ciudadanos actuarían allí donde fuera necesario.
Contra todo pronostico, Magón ordeno una salida contra los que atacaban por el itsmo,
este ataque, realizado por tropas realmente combativas puso en aprietos a los romanos,
Escipión decidió replegar sus fuerzas hacia atrás para poder contar con los refuerzos y
alejar a los cartagineses de las murallas. Tras un tiempo en que el combate estuvo
igualado, los romanos cada vez eran más fuertes y los defensores, viendo que no podían
hacer nada, decidieron retirarse, siendo perseguidos por los romanos. Al llegar a la
estrecha puerta de acceso a la plaza, viéndose de tal manera acosados, se amontonaron
sufriendo un gran número de bajas.
198
Conquista romana de Cartagena (Cartago Nova) 209 AC (1), a la izquierda Cayo Leio
dirigiendo la flota romana , a la derecha soldados cartagineses de la plaza. Autor Ángel
García Pinto
Sin embargo, este primer ataque no logró el objetivo y Escipión ordenó un segundo
ataque más tarde ese mismo día, con la novedad de destacar un contingente de 500
soldados al norte de la laguna, que con la bajamar era vadeable según le habían contado
unos pescadores.
Escipión ordenó un ataque general por toda la muralla terrestre, la infantería utilizó la
formación en testudo (cubierta por los escudos a modo de tortuga) para acercarse a las
murallas, llegando a la puerta sobre la que descargaban ahora golpes de hacha y azada.
Viendo en peligro la muralla terrestre, Magón mandó acudir a todas las fuerzas,
desguarneciendo el resto de las murallas.
199
200
Asalto romano a Cartagena (Cartago Nova) 209 AC . Las fuerzas de Escipión atacando
la puerta de la ciudad. Autor Adam Hook
Asalto romano a Cartagena (Cartago Nova) 209 AC. Izquierda las tropas de Escipión
asaltando la muralla desde la laguna, a la derecha saqueo de la ciudad por las tropas
romanas. Autor Ángel García Pinto
Al mismo tiempo, las fuerzas navales consiguieron penetrar en la ciudad por el sur y en
poco tiempo la ciudad cayó menos la ciudadela, donde se había refugiado Magón con
algunos. Negoció entregarse el y a su guarnición a cambio de garantías sobre su
persona.
201
La conquista de la ciudad proporcionó al ejercito de Escipion innumerables materiales
como catapultas grandes (120?), pequeñas (280?), escorpiones grandes y pequeños,
armas arrojadizas y proyectiles, 18.300 libras de plata además de gran cantidad de
vajilla de plata, unas 250 de oro, la captura de la flota cartaginesa de 16 navíos de
guerra y 73 de carga, barcos estos que transportaban diferentes mercancías de trigo,
armas, bronce, esparto, lienzo y demás material para la construcción naval que se
exportaba a Cartago, el total de trigo se elevaba a 400.000 modios, el de cebada a
270.000. En definitiva, un botín que vino a suplir las muchas carencias que el ejercito
romano en Hispania sufría desde hacia ya muchos años.
De los casi 10.000 prisioneros, los ciudadanos fueron puestos en libertad, los artesanos
unos 2.000 fueron convertidos en esclavos públicos, pero se les prometió la libertad al
final de la guerra. De los prisioneros restantes, esclavos en su mayoría, fueron escogidos
los más aptos para servir como remeros en la flota romana. Los 300 rehenes en manos
cartaginesas,recibieron un trato amable, dándoles la oportunidad de volver libres a sus
casas, todos los rehenes eran personas socialmente cualificadas (la mujer y los hijos del
rey edetano Edecón, una bellísima hispana que era esposa de Mandonio, el hermano de
Indíbil, rey de los ilergetes, etc.). Gestos como éste aseguraron a Escipión que los
hispanos se pasaran a su bando abandonando el cartaginés.
Escipión regresó a Tarraco sin ser molestado, donde permaneció durante el resto del
año, ya que sus fuerzas no eran lo suficientemente numerosas para enfrentarse al
enemigo en el campo de batalla, y estaba ansioso por fortalecer alianzas con los jefes
hispanos.
En los primeros días de la primavera del 208 AC se encaminó hacia el sur, sabiendo que
sus espaldas estaban protegidas y que en caso de peligro (que se unieran los ejércitos
púnicos) podría refugiarse en Cartago Nova. Sin dar tiempo a que pudieran unírsele
Magón, desde el sur, o Asdrúbal Giscón, desde el oeste, avanzó con rapidez sobre las
posiciones del bárquida, quien, enterado de la llegada de Escipión, decidió cambiar de
sitio su campamento buscando un emplazamiento más seguro y fácil de defender. La
nueva ubicación para las tropas la encontró en las proximidades de Baécula, ubicada en
la parte alta del río Betis (Guadalquivir) muy cerca de Cástulo.
202
Baecula, protegida por valles en los flancos y el río en el frente y la retaguardia.
Además, la meseta estaba formada por dos escalones, y Asdrúbal colocó sus tropas
ligeras y honderos en el escalón más bajo y su campamento principal en la parte más
alta.
Tras su llegada, Escipión primero dudó sobre cómo atacar una posición tan fuerte, pero
a sabiendas de que los otros dos ejércitos cartagineses podían aprovecharse de su
inacción para unir sus fuerzas con Asdrúbal, decidió actuar el tercer día.
Antes de lanzar su ataque principal, Escipión envió dos cohortes bloquear las entradas al
valle, separando los dos ejércitos que se encontraban en camino hacia Baecula,
consiguiendo proporcionar seguridad a su fuerza principal a la vez que cortaba cualquier
opción de retirada del ejército cartaginés.
203
Una vez que finalizó este despliegue preliminar, mandó los vélites y parte de su
infantería contra las tropas ligeras cartaginesas, el resto de las tropas estaban preparadas
dentro del campamento para intervenir cuando fuese necesario. A pesar del desnivel y
de la lluvia de proyectiles, los romanos tuvieron dificultades para conseguir hacer
retroceder a las tropas ligeras cartaginesas, pero una vez que lograron entablar un
combate cuerpo a cuerpo no tuvieron dificultades en ponerlas en fuga.
204
Batalla de Baecula 208 AC, despliegue de fuerzas.
Asdrúbal, mientras tanto, tenía la impresión de que el ataque romano no era más que
una pequeña escaramuza, debido a que Escipión había ocultado a su ejército principal
en el campamento hasta el momento del ataque final. Por ese motivo fracasó en
desplegar adecuadamente a su ejército principal, y se vio envuelto en el ataque
envolvente romano.
205
Batalla de Baecula 208 AC. Primeras escaramuzas. Autor Albert Alvarez Marsal
A pesar de haber caído en la trampa, Asdrúbal fue capaz de retirarse del campo de
batalla con sus elefantes, su caravana de suministros y gran parte de sus tropas. Parece
que sus principales pérdidas en la batalla se centraron en gran parte de sus tropas ligeras
y de aliados hispanos. Esto se debió en gran parte al hecho de que los legionarios
romanos prefirieron detenerse a saquear el campamento cartaginés en lugar de perseguir
a Asdrúbal.
Las bajas fueron de 8.000 incluidos muertos y prisioneros del ejército cartaginés. Y que
por lo tanto, Asdrúbal debió conservar un tercio o incluso tres cuartas partes del ejército.
206
Batalla de Ilipa (206 AC)
El comandante de las tropas púnicas en esa batalla fue Asdrúbal Giscón, que comandaba
un ejército superior en número al de los romanos: 50.000 infantes, 4.000 jinetes y 32
elefantes. Asdrúbal colocó a los infantes africanos en el centro y a sus lados a los
aliados hispanos. Como era costumbre, dispuso la caballería en ambas alas, detrás de los
elefantes.
Durante varios días ambos ejércitos desplegaron frente a frente y, tras observarse toda la
jornada, se retiraban a sus campamentos. Romanos y púnicos colocaban sus mejores
tropas en el centro con los hispanos en los flancos.
Escipión colocó la caballería romana (1.500) en su ala izquierda, delante unos 2.000
vélites. En el centro puso 2 legiones (8.000), a continuación los aliados e hispanos
(20.000) y las otras dos legiones (8.000). En su ala derecha situó la caballería aliada
(1.500) y delante 2.000 vélites.
La batalla se inició con el taque simultáneo de las alas púnicas, que avanzaron contra
los velites, estos iniciaron la batalla arrojando lanzas contra los elefantes, que huyeron
asustados y heridos por los proyectiles, a continuación se produjo el choque de las
caballerías. Los romanos a pesar de ser inferiores en número aguantaron.
208
209
Batalla de Ilipa 206 AC: Carga de los elefantes púnicos
Batalla de Ilipa 206. Los elefantes púnicos cargan contra las legiones. Autor Jose Ferré
Clauzel.
210
En el centro, los legionarios que estaban en los flancos atacaron con fuerza a los
hispanos que se defendieron ferozmente. Los africanos del centro del ejército cartaginés
estuvieron largo rato sin entrar en batalla, observando como las legiones atacaban con
gran determinación empezando a hacer retroceder a los los hispanos. El cansancio y la
falta de alimento hicieron mella en la capacidad combativa de los hispanos, a pesar de
su gran número, las legiones siguieron presionando y el retroceso de los hispanos en los
flancos, originó que el centro donde estaban los africanos, tuviera que replegarse para
rehacer la línea. Escipión dio la orden a sus hispanos de atacar a la falange africana que
había perdido cohesión durante el repliegue.
211
Batalla de Ilipa 206 AC. A la izquierda las formaciones hispanas que se encontraban en
los flancos del despliegue púnico, reciben el ataque de las legiones romanas, a la
derecha legionarios romanos que ocupaban los flancos del despliegue romano. Autor
Pablo Outeiral
212
ibéricos abandonaban el campamento, cuando la noche estaba avanzada, Asdrúbal
intentó escapar con sus hombres que le quedan aprovechando la oscuridad.
Asdrúbal Giscón optó por fugarse, escapando una noche hasta la costa en donde la flota
le recogió y llevo a Gades. Escipión, una vez informado de la huida del cartaginés dejo
a Silano con un contingente de 11.000 hombres para proseguir el cerco de la posición
enemiga (en la que todavía se encontraba Magón) y el se retiró a Tarraco con el resto
del ejercito en donde deseaba atender algunos asuntos referentes a los aliados. Asdrúbal,
una vez en Gades, envío de nuevo a la flota a recoger a Magón Barca quién de esta
forma también abandonó a las cercadas. Abandonados a su suerte, los cartagineses se
rindieron.
Tras la gran derrota, los aliados hispanos comienzan a abandonar el ejército cartaginés y
Asdrúbal Giscón se retiró a África, y Magón se retiró a las Baleares, donde empieza a
reclutar un nuevo ejército.
Escipión embarcó en una quinquirreme escoltada a su vez por otra, se dirigió hacia el
puerto númida mas cercano para entrevistarse con el rey númida Sifax, dándose la
casualidad, que en ese mismo lugar se encontraba atracado Asdrúbal Giscón con siete
navíos de guerra, quienes al apercibirse de la llegada de estos dos barcos romanos no
tuvieron tiempo de armar y embarcar a las tripulaciones, por lo que los romanos
atracaron en el mismo puerto protegidos ambos por las autoridades locales, ya que
siendo un puerto de tan importante rey, ni Asdrúbal ni Escipión se podían atrever a crear
un tumulto en el sin temor a ofender a tan importante personaje, mas, cuando el objetivo
de la presencia de ambos líderes era la de entrevistarse con él.
Finalmente, pese a la alianza que mantenía Sifax con los cartagineses, se sello un
principio de acuerdo entre Escipión y el númida, tras lo que el general romano regreso a
sus barcos y de allí, tras cuatro días de navegación, a Carthago Nova.
Escipión ideó un plan para atacar Gades (Cádiz) con la complicidad de algunos de los
dirigentes de esta ciudad, a tal efecto despachó L. Marcio con un ejercito reducido y sin
bagajes para aumentar así su rapidez de movimientos, que dirigiéndose a lo largo del
valle del Guadalquivir llegó hasta su desembocadura, donde casualmente encontró a al
general cartaginés Hannón que se encontraba en el lugar reclutando mercenarios por
orden de Magón Barca, disponía entonces de 700 jinetes y 6.000 infantes ( de los que
213
unos 4.000 serían hispanos, el resto africanos), Marcio les ataco y les hizo refugiarse en
una colina, Los mercenarios estaban deseosos de llegar a un acuerdo. Marcio les pidió
que entregasen a su general Hannón.. Lo aceptaron y cumplieron su petición. Después el
romano pidió los prisioneros que tenían retenidos, también se los dieron, por ultimo les
pidió dinero y que bajasen de la colina al llano, en donde se formalizaría el acuerdo
final. Una vez que los mercenarios bajaron de la colina, L. Marcio les expuso la ultima
de sus condiciones, la entrega de sus armas y podrían entonces podían retirarse a sus
ciudades de origen. La indignación se apodero de los celtíberos que gritaron que no
entregarían sus armas, por lo que se llegó al combate en el que tras haber opuesto una
feroz resistencia, cayeron la mitad del los mercenarios, los otros pudieron retirarse junto
a Magón Barca que llegó oportunamente a la costa al frente de una flota de 60 navíos
con los que recogió a los mercenarios huidos.
Entre tanto, Lelio al mando de una pequeña flotilla de un quinquirreme y siete trirremes
llegó hasta el puerto de Carteia, en el estrecho, en donde volvió a recibir a los
ciudadanos púnicos que estaban confabulados para, con el consentimiento de los
principales de Gades, dieran acceso a la ciudad a los romanos. No se sabe como, pero la
conjura fue descubierta por Magón Barca y sus responsables detenidos, encadenados y
deportados a Cartago, del gobernador de la guarnición de Gades, Aderbal, les envió en
una quinquirreme primero y mas tarde alcanzando el barco con una escolta de 8
trirremes se dispuso a cruzar el estrecho.
En cuanto esta flotilla púnica fue divisada desde Carteia, la flota de Lelio salió
rápidamente al combate, eso si, dejando pasar primero a la quinquirreme que marchaba
en cabeza ya que debido a las fuertes corrientes era virtualmente imposible que esta
diese media vuelta para enfrentarse a los atacantes. Así, Lelio sorprendió a Aderbal
quien se vio empujado a la lucha debido a que las corrientes hacían imposible cualquier
maniobra de huida e incluso de batalla. El choque fue caótico pues las trirremes de
ambos contendientes maniobraban con muchas dificultades, sin embargo las embestidas
fueron numerosas y el combate se generalizo luchando bravamente ambos bandos. Sin
embargo, algo vino a descompensar el encuentro, la quienquirreme romana de Lelio, al
214
ser un barco pesado y con mas remeros, pudo moverse tácticamente con mas comodidad
y embestir a las trirremes enemigas hundiendo dos de ellas e inmovilizando una tercera
y hubiese arrollado a las demás si Aderbal, dándose por vencido, no hubiese puesto proa
a la costa africana desentendiendose del combate. Lelio volvió a Carteia en donde fue
informado de que la conjura en Gades había sido descubierta y que sus responsables
habían sido enviados a Carthago, así las cosas recibió de Escipión la orden de retirarse.
Escipión cayó enfermó, hasta tal punto parecía grave su enfermedad que se rumoreó que
había muerto, entretanto L. Marcio asumió el mando del ejercito.
Cuando todo parecía que estaba controlado en Hispania, la guarnición romana que se
mantenía acuartelada en Sucro (en la desembocadura del río Sucro actual Jucar) y que
vigilaba el norte peninsular, se le debían pagas atrasadas y se rebeló contra sus mandos.
Estos hechos convencieron a los ilergetes Indíbil y Mandonio de que Escipión habría
muerto, contactaron con los amotinados, se aliaron a ellos y no tardaron en reunir a los
lacetanos, además de un buen numero de los siempre belicosos celtíberos, atacando
seguidamente el territorio de los suesetanos y los sedetanos, ambos aliados a los
romanos y en esta tesitura abandonados por ellos.
Escipión, una vez informado del núcleo de las reivindicaciones, hizo ver que se disponía
a satisfacer a los soldados enviando aquí y allá a recaudadores para conseguir de los
aliados la cantidad de dinero necesaria para cumplir con lo exigido por la tropa,
mientras tanto se solicito que los amotinados se dirigiesen a Cartago Nova de la manera
que pudiesen, por grupos o en bloque, en donde se daría una salida a sus
reivindicaciones. Preparó por entonces un ejercito en la misma ciudad con el declarado
objetivo de atacar a los régulos ilergetes sublevados, se acordó así mismo que los siete
tribunos que habían estado en Sucro con los rebeldes volviesen junto a ellos y que cada
uno de ellos de una manera diplomática se hiciese con las personas de cinco de los
considerados cabecillas, para así, mediante algún subterfugio alejarlos de la tropa con
cualquier excusa, como invitarlos a un banquete, a hacer noche como invitados en sus
casas etc.
215
Legionarios en Hispania durante la Segunda Guerra Púnica. A la izquierda un hastatus,
en el cento un triario, a la derecha un vélite. Autor Angus McBride
216
cerrarlas para que nadie saliese y desplegar guardias a lo largo de las diferentes entradas
de la muralla.
Indíbil y Mandonio, tras las noticias del fin del motín, habían regresado a sus territorios
y se mantenían inactivos a la espera de que el general romano perdonase sus faltas,
esperanza que tenían, pues había perdonado a sus propios soldados. Una vez confirmada
la noticia de la atroz muerte de los responsables de la revuelta, armaron de nuevo a sus
gentes pues no esperaban ya de Escipión ninguna medida de clemencia, el ejercito
ilergete y aliado marchó así al territorio sedetano (o puede que edetano) en donde
mantenían un campamento atrincherado levantado en la ultima de sus incursiones meses
atrás. Las fuerzas hispanas sumarían unos 20.000 infantes y 2.500 jinetes.
Escipión cruzó el Ebro y se dirigió contra los ilergetes. Ambos ejércitos se encontraron
en un valle angosto, que no permitía desplegarse correctamente y que favorecía a los
romanos que luchaban mejor cuerpo a cuerpo, y la caballería tampoco podía maniobrar.
Escipión dispuso la formación, y ordenó a Lelio, que con un grupo de jinetes diese un
rodeo por las montañas que conformaban el valle, para atacar a los enemigos por
retaguardia. Los hispanos fijados al frente por la infantería romana y con la súbita
aparición de la caballería romana atacados también por retaguardia, fueron
completamente derrotados. Los ilergetes que pudieron, escaparon por las montañas y
con ellos Indíbil y Mandonio. Del ejercito ilergete puede que solo se salvase un tercio
de sus efectivos.
217
Escipión perdonó mas tarde a los régulos hispanos que se avinieron de nuevo a la
alianza y al pago de una compensación económica que el romano les exigió para hacer
frente a los gastos de su ejercito. El ejercito romano se desplazó de nuevo hasta
Turdetania, con la esperanza de concluir de una vez con la presencia de los cartagineses
en la península, que estaban arrinconados en Gades.
218
Guerra en otros escenarios
Campaña en Cerdeña (215 AC)
219
Rebelión de Cerdeña 215 BC.- El centurión Ennius (lizquierda) lucha con Hosto, hijo de
Hampsicora . Autor Giuseppe Rava
La flota púnica arribó finalmente a la isla desembarcó las tropas al oeste de la misma,
retornando a Cartago. Manlio acude a interceptarlos, y cerca de Cornus acamparon
ambos ejércitos, romano y sardo-cartaginés.
220
Batalla de Cornus en Cerdeña 215 AC. Las tropas sardo-púnicas bajo el mando del
sardo Hammpsicora y cartaginés Asdúbal el Calvo se enfrentan a los romanos
mandados por Tito Manlio, con victoria romana. Autor Giuseppe Rava
Levantamiento de Sicilia
En el 215 AC, dos legiones que se encontraban en Sicilia fueron enviadas a Italia y son
sustituidas por las los legiones V y VI formadas con los restos de Cannas, conocidas
como las Legiones Malditas. En el reino de Siracusa se produjo la muerte del rey
Hierón y el ascenso al poder de su hijo Gelo, que era procartaginés, pero su súbita
muerte abortó el cambio de bando.
Subió al trono entonces el nieto Jerónimo (Hierónimo). Influenciado por sus tíos cambió
de bando. Dos cartagineses Hipócrates y Epícides comenzaron a tentar pueblos con
guarnición romana mientras el rey reunió un ejército de 15.000 hombres y marchó hacia
Leontium. Allí fue asesinado, tomando el mando su tío Andranodoro que se declaraba
procartaginés, comenzando la guerra en Sicilia de lo cual informó Apio Claudio Pulcro,
dando cuenta de haber concentrado sus tropas junto a la frontera del reino siracusano.
En el 214 AC, Publio Cornelio Léntulo se hace cargo de la parte occidental deSicilia,
heredando la parte occidental, mientras en la oriental sigue Apio Claudio Pulcro.
221
El senado ordenó a Claudio Marcelo que se trasladase con su ejército de 4 legiones
incompletas a la parte occidental de la isla. Los romanos poseen igualmente una flota de
100 barcos lista para comenzar las operaciones junto a Siracusa. Una flota púnica se
dirigió al cabo Pachynum. Los primeros acontecimientos conocidos sucedieron cuando
una columna de 4.000 hombres mandados por Hipócrates atacó a las tropas mandadas
por el pretor de la parte oriental de la isla, Apio Claudio Pulcro, causándole bajas
importantes.
Marcelo trató de alcanzar una solución política con los notables siracusanos que
gobernaban la ciudad para que Hipócrates y Epícides abandonasen la isla. Epícides
acudió a la ciudad de Leontino y sublevó a la población. Los notables siracusanos,
enviaron tropas para controlar la ciudad junto a efectivos romanos, pero estos últimos
llegaron antes. Marcelo con su ejército y Apio Claudio con los suyos asaltaron la
ciudad, huyendo Hipócrates y Epícides a la cercana Erbeso.
Marcelo ordenó ejecutar a 2.000 desertores romanos que estaban enrolados en las tropas
ahora rendidas. El contingente siracusano enviado para controlar la rebelión de Leontino
fue interceptado por un mensajero con el mensaje de que detuvieran su avance y se
dirigieran a Megara Hybalea. Los jefes tras apartar a los sediciosos de la tropa trataron
de tomar Erbeso a traición, adelantándose con la caballería pero fracasaron y retornaron
a Megara Hybalea. Con el grueso de las tropas marcharon asaltar la ciudad nuevamente
pero fueron interceptados por Hipócrates y Epícides que los convencieron para no
cumplir las órdenes, por lo que sus jefes los llevaron de vuelta a Megara Hybalea.
Situada en una envidiable posición, durante la etapa del tirano Dionisio fue totalmente
fortificada la meseta de Epipolae así como otras obras defensivas menores, ya que
durante la etapa de Hierón II, se dedicaron grandes recursos a reforzar el perímetro
defensivo de la urbe (con un total de 22 km de muralla), y en una ultima etapa en esta
tarea, confiando el diseño de las nuevas construcciones al singular Arquímedes, que
construyó originales aspilleras de casi medio metro, desde donde los defensores
acribillaban a los asaltantes con toda clase de proyectiles. En los tramos en que la
muralla discurría en terreno llano, las dotó con catapultas y escorpiones para que la
muralla no pudiese ser expugnada a la fuerza.
222
mismo tiempo la flota, mandada por el propio cónsul, atacaría la Achradina desde el
mar, disponiendo de 60 quinquirremes abordo de las cuales se encontraban gran numero
de arqueros y vélites, que con sus proyectiles mantenían a los siracusanos fuera de las
almenas, se acercaban al punto junto a las murallas ocho quinquirremes mas unidas de
dos en dos, a tal efecto se les habían quitado los remos por los lados en que las unían.
Sobre estas se levantaban un total de cuatro sambucas (escalera móvil cubierta).
223
Asedio romano a las murallas de Siracusa 213/2. Autor Seán Ó’Brógáin
Las sambucas, acercadas a su vez junto a las murallas fueron desechas por unos
extraños artefactos diseñados por el sabio siracusano que, cuando se acercaban al muro,
sobresalían a lo alto de la muralla transportando grandes peñascos e incluso bolas de
plomo que se dejaban caer sobre la escalera enemiga destrozándola e incluso poniendo
en grave aprieto a las naves mismas. Los barcos asaltantes eran sorprendidos aquí y allá
con el lanzamiento de grandes pedruscos mediante unas órbitas hasta entonces
inimaginables, de tal manera que en ángulos que parecían imposibles de ser alcanzados
los romanos recibían el impacto de los proyectiles siracusanos.
También había desarrollado Arquímedes una maquina que constaba de una mano de
hierro (garfio) suspendida de una cadena que atenazaba al barco por la proa, luego,
mediante un sistema de poleas el barco era elevado del agua y cuando se encontraba
suspendido ya en el aire se le soltaba, yendo a pique la mayor parte de las ocasiones.
Marcelo ya no sabia que hacer contra los inventos de Arquímedes, siendo además los
romanos presas de la mofa y burla de los defensores siracusanos que asistían
asombrados a tan desigual combate entre los hombres y las maquinas.
224
Arquimedes dirigiendo las defensas de Siracusa. Autor Thomas Ralph Spence
225
El asalto por tierra que llevo a cabo Appio Claudio no fue menos desastroso que el
naval, debiendo desistir también del ataque. Reunidos los oficiales romanos, se decidió
no intentar mas asaltos a viva fuerza, procediendo al asedio por hambre de la ciudad,
aunque en los meses siguientes no dejara de intentarse todo lo humanamente posible
para asaltar las murallas de Siracusa.
Dejó a Apio Claudio al mando y con un tercio de sus tropas inició una campaña contra
otras zonas rebeldes de la isla. En primer lugar marcha hacia el sur a Heloro, que se
rindió cuando vio aparecer su ejército. A continuación se dirigió a Erbeso que
igualmente se rindió. En Megara Hybalea la resistencia fue mayor y tuvo que ser
tomada al asalto, siendo asolada a continuación como escarmiento.
La flota cartaginesa del cabo Pachynum retornó a Cartago e informó de los sucesos. El
senado cartaginés mandó preparar un poderosos ejército de 25.000 infantes, 3.000
jinetes y 12 elefantes bajo el mando de Himilcón.
Himilcón desembarcó en Heraclea Minoa al sur de la isla con su ejército. Desde allí se
dirigieron hacia Agrigento tomándola. Enterado Hipócrates de la llegada de Himilcón,
partió a su encuentro con 10.000 infantes y 500 jinetes desde Siracusa, burlando el
cerco. En las cercanías de Acrilae, se encontraron con fuerzas de Marcelo, se produjo un
enfrentamiento en el que los siracusanos fueron aniquilados, Hipócrates consiguió huir a
la ciudad de Acrilae con la caballería superviviente.
La llegada de Himilcón hizo que Marcelo tuviera que retroceder hasta Siracusa. Los
cartagineses se acercaron hasta 12 km de la ciudad. Una flota púnica al mando de
Bomílcar logró entrar en Siracusa con suministros mientras los romanos desembarcaron
una legión de refuerzo en Panormo (Palermo), al norte de la isla. Himilcón trató de
interceptarla para evitar que se uniese al resto del contingente romanos, finalmente la
legión logró llegar a las cercanías de Siracusa donde Apio Claudio se hizo cargo de ella.
226
Marcelo lo intentó mediante la traición, intentando repetidas veces crear una quinta
columna dentro de la ciudad, en una de esas ocasiones, habiendo ya convenido con los
de dentro un plan, se vino todo abajo por culpa de un chivato, la represión alcanzó a
unos 80 conjurados que fueron rápidamente ejecutados.
Escogió el cónsul romano un día especial para realizar el asalto, informado por un
desertor de que se celebraban durante tres días las fiestas dedicada a la diosa Artemisa y
que entre la guarnición corría con generosidad el vino, eligió atacar de madrugada,
cuando el alcohol hubiese echo efecto en los enemigos. Se envío entonces un
contingente de 1.000 hombres en fila y guardando un silencio total hasta el pie de las
murallas en el punto que habían elegido. Primero treparon unos pocos y finalmente
todos los hombre pudieron subir a las murallas y hacerse con ellas. Se dio entonces la
señal y avanzo todo el ejercito que comenzó a colocar mas escalas en las murallas
asaltadas, mientras, las tropas romanas, ya dentro de la meseta, avanzaban sin
resistencia hasta el Hexápilo en donde por fin fueron descubiertos. Los romanos se
hicieron con una puerta de la muralla a la que comenzaron a abrir. Los centinelas
siracusanos, llevados por el pánico, abandonaron sus posiciones, dándolas ya por
ocupadas y se retiraron en masa a la Achradina.
227
Conquista romana de Siracusa 212 AC
Marcelo se dirigió con sus tropas hacia la colina de Eurialo, en donde se levantaba la
fortaleza del mismo nombre, intentó hacerse con ella diplomaticamente pero no
consiguió tampoco nada, en vista de que la posición era inexpugnable optó por
retroceder y establecer su campamento entre los barrios de Ticha y Neapolis, lejos de
las zonas habitadas para evitar que las tropas se desbandasen, luego, y con un cierto
orden, permitió el saqueo de las propiedades siracusanas en esas zonas de la ciudad. Por
aquellos días Filodemo, oficial al mando de la fortaleza de Eurialo, entregó la misma a
los romanos al cerciorarse de que no seria ayudado por los suyos. Pactó la rendición y
se retiró con sus tropas a la Acrhadina.
Bomílcar, que permanecía entonces en el puerto de Siracusa con una flota de 90 navíos,
al percatarse de que el bloqueo de la flota romana a la ciudad se había levantado por
causa de un temporal, largo velas hacia Carthago con 35 naves dejando a Epícides en
Siracusa con las otras 55. LLegado a África, convenció al senado de la necesidad de
ayudar a Siracusa por lo que se le entregaron 45 barcos mas y retorno así con 100
navíos a la sitiada ciudad.
Todos los ataques fueron rechazados, los romanos permanecieron en sus posiciones y
por si esto fuera poco, la peste hizo acto de presencia en ambos bandos, pero con mas
virulencia en los cartagineses recién llegados no habituados a las aguas pantanosas, el
propio Himilcón cayó víctima de la enfermedad. Finalmente el ejercito cartaginés se
retiró.
228
En la ciudad las noticias de la retirada cartaginesa y la de Epícides, el líder de la defensa
decidió entregar la ciudad, se enviaron embajadores al campamento de Marcelo para
tratar la rendición, llegados a un acuerdo, regresaron los legados a la ciudad en donde,
junto a los otros notables decidieron acabar con la vida de los oficiales que Epícides
había dejado al frente de la guarnición, gente leal a su causa y que no estaban por la
tarea de entregar la ciudad a los romanos. Después reunieron la asamblea ciudadana en
donde de común acuerdo se nombro un nuevo gobierno y se decidió entregar la ciudad a
los romanos.
Marcelo, disponía entre sus filas de cierto numero de personajes hispanos recién
llegados de la península, enviados por los Escipiones a fin de que en los diversos frentes
de la lucha convenciesen a sus compatriotas para abandonar la causa cartaginesa y
pasarse a la romana. Uno de ellos les contó que en Hispania, los romanos estaban
ganando la guerra y que casi todos las tribus y naciones se pasaban a sus filas. Les
ofrecía la posibilidad de servir en el bando romano o bien ser repatriados con honores a
la península, la alternativa era seguir luchando y morir, Merico un oficial hispano
aceptó traicionar a sus compañeros.
Días después, a Merico le tocaba defender el tramo de muralla que se extiende entre la
Acrhadina y la isla de Nasos, se lo hizo saber a Marcelo, el cónsul hizo entonces
remolcar un barco de carga repleto de soldados que desembarcó de madrugada en la
zona de la muralla que daba al puerto grande y que estaba bajo custodia de Merico,
luego entraron estos en la ciudad y aguardaron. Al amanecer Marcelo desencadenó un
ataque masivo desde la meseta de Epipolae contra las murallas de la Acrhadina, allí se
concentraron los defensores, incluso desde la isla de Nasos salieron a la carrera las
tropas allí establecidas para sumarse a la defensa, después, unas naves ligeras romanas
desembarcaron tropas en la isla que, posiblemente con ayuda de los romanos y los
mercenarios de Merico, se hicieron con las posiciones siracusanas sin apenas oposición.
Solo resistieron los desertores romanos, el resto huyó dando la causa por perdida. Una
vez que en la ciudad se supo de la irrupción de los romanos, las defensas siracusanas se
derrumbaron, los desertores romanos huyeron o se dispersaron y así, las autoridades
pudieron por fin abrir las puertas de la ciudad a Marcelo y sus legiones.
Siracusa fue saqueada y Arquímedes fue asesinado cuando estaba pintando unos
circulos en el suelo, un soldado no le reconoció y le mató allí mismo.
229
Muerte de Arquímedes en el 211 AC. Un soldado romano lo asesinó mientras estaba
abstraído pintando círculos en el suelo. Autor Ángel Todaro
En el 211 AC, Marcelo derrotó junto al río Himera del grueso del contingente cartaginés
superviviente, conservando estos únicamente la ciudad de Agrigento, retornando en
verano a Roma, siendo obligado a ceder el mando de su ejército en la isla al pretor de
extranjeros Marco Cornelio Cethego. En medio de la pugna política contra él, se le
concede una ovación y no un triunfo, argumentando que no ha logrado la pacificación
total del territorio. También se le deniega el retorno de las legiones desterradas,
desplegadas al oeste de la isla. El pretor Marco Cornelio además inicia la búsqueda de
agraviados por Marcelo con intención de formar una comisión que se presente al
Senado a exponer sus quejas.
230
En el 210 AC, tras la casi pacificación de Sicilia, sólo queda un reducto cartaginés en el
sur de la isla en torno a Agrigento. Salen nombrados Marco Claudio Marcelo y Valerio
Levino. La polémica rodea al primero que ve como llega una comisión de siracusanos al
Senado a expresar sus quejas. Igualmente otra comisión de campanos llega para
quejarse de Quinto Fulvio Flaco, el otro triunfador del año anterior. Estos hechos
motivan que aunque inicialmente Sicilia es el destino de Marcelo, se opte por cambiarlo
con Levino, pasando este a la isla mientras el primero tendrá a Italia por su área de
operaciones.
Retornado a Roma Levino para organizar las elecciones consulares, dejó al mando en la
isla al pretor Lucio Cincio Alimento y ordenó al jefe de la flota Marco Valerio Mesala
que con la mitad de los barcos llevase a cabo una campaña de saqueo en territorio
africano. Ésta se llevó a cabo en Útica de manera exitosa tomando botín y prisioneros,
donde le informaron del envío a Hispania de Masinisa con un ejército de 5.000 númidas
para reforzar a Asdrúbal Barca con la intención de que este pasase a Italia desde allí.
Alianza Macedonia-Púnica
En primavera del 216 AC, se recibió aviso de Scerdileas, tirano de Iliria, sobre el
alistamiento de una flota de 100 birremes por parte de Filipo V de Macedonia con el fin
de invadirlos, Macedonia buscaba una salida al mar Adriatíco a través de iliria. Roma
destacó 10 quinquerremes de su flota siciliana al puerto de Regio con el fin de que
prosiguiesen viaje hacia Iliria. Enterado Filipo por sus espías de la presencia de la flota
en Regio, decidió desistir de su intento y retornar a Macedonia cuando ya se encontraba
en la isla Cefalenia.
231
uno de los barcos de la embajada logró escapar dando aviso de lo sucedido, esto hizo
que se enviase una nueva delegación macedonia y el consiguiente retraso hasta el
verano de los planes de alianza púnico-macedonia.
El tratado concluyó en el verano del 215 AC, en el que se prometía apoyo militar mutuo
contra los enemigos (excepto cuando fueran aliados de la otra parte). El trato no hacía
mención alguna de la invasión de Italia por parte de Filipo.
La noticia de la alianza entre Filipo y Cartago suponía un duro golpe para Roma. Se
enviaron inmediatamente 25 barcos para que se unieran a Publio Valerio Flaco y su
flota que patrullaba la costa de Apulia y se enviaron el mismo número de barcos para
que guardaran la costa Adriática cerca de Tarento, en un intento por frenar los impulsos
expansionistas de Filipo reduciendo su campo de operaciones a la propia Macedonia y
encerrándolo progresivamente en su propio territorio.
Campaña en Iliria
A finales de verano del 214 AC, Filipo intentó de nuevo tomar el control de Iliria por
mar, con una flota de 120 lembi (birremes) desembarcó en la zona capturando Orico que
estaba débilmente defendido, y navegó a través del río Aous (el moderno Vjosë) y
asedió Apolonia.
Una embajada iliria llegó a Brindisi informando a Levino de los sucedido y pidiendo
ayuda. Este embarcó junto a su legión, dejando el resto des sus fuerzas en Tarento bajo
mando de Lucio Apustio.
232
Romanos contra macedonios. Autor Vladimir Vaksheyev
Tras la frustrada invasión de Iliria por vía marítima, y ahora bloqueado por la flota de
Lavino que estaba fondeada en el Adriático, Filipo pasó los dos años siguientes (213 y
212 AC) realizando incursiones en Iliria por vía terrestre. Guardando la costa, Filipo
tomó las poblaciones de Atintania y Dimale y subyugó a las tribus ilíricas de los
dassaretas, los partinos y finalmente, a los ardiaei del sur.
Filipo fue finalmente capaz de obtener acceso al Adriático capturando Lissus, una
ciudadela considerada inexpugnable. La captura de esta población hizo que los
territorios adyacentes de la zona se rindieran sin dilación. Pero los cartagineses no
pudieron aprovecharse de la captura.
Para detener la que parecía inminente invasión de Filipo a Italia o a Iliria, los romanos
buscaron aliados entre los pueblos griegos a fin de desestabilizar las fronteras de
Macedonia y obligar al monarca a defenderse en su propio territorio.
233
En 212 AC, una asamblea etoliana se reunió para entablar las negociaciones con Roma.
Lavino firmó un tratado de alianza entre Roma y la Liga Etolia para combatir
conjuntamente a los macedonios. Los etolianos dirigirían las operaciones por tierra
mientras los romanos lo harían por mar, cualquier ciudad capturada se concederían a la
Liga. Los bienes muebles (incluyendo la población) serían para los romanos si actuaban
solos o se dividirían entre los aliados si hubieran cooperado.
Tras conocer la alianza entre Roma y la Liga Etolia, Filipo se apresuró a asegurar su
frontera norte. Realizó unas cuantas incursiones en Iliria, Orico y Apolonia y tomó la
ciudad fronteriza de Sintia en Dardania. Filipo marchó rápidamente hacia el sur a través
de Pelagonia, Lincestis, Botiea y Tempe, regresó hacia el norte atacando Tracia y a la
ciudad principal de Iamphorynna. Tras lo cual, se retiró a Macedonia.
El primer objetivo de los nuevos aliados era Acarnania, aliada de Macedonia que se
encuentra en la costa oeste del corazón Etolia. En el otoño de 212 Mientras Filipo estaba
haciendo campaña en las fronteras del norte. Alentados por su ausencia los etolios
invadieron Acarnania. Los acarnianos juraron morir o vencer, enviaron a sus mujeres y
niños a un lugar seguro en el Epiro, y contedrían a los etolios hasta que Filipo viniese en
su ayuda desde el norte.
Nada más regresar, Filipo recibió una petición desesperada de sus aliados los
acarnianos. El strategos (general) etolio Escopas había movilizado al ejército etolio y
preparaba la invasión de Acarnania. Tras tener noticias de la determinación de los
acarnianos, los etolios vacilaron y tras conocer la llegada de Filipo abandonaron
definitivamente la invasión. Tras esto Filipo se retiró a Pela para pasar el invierno.
Los romanos tuvieron más éxito. Levino utilizó su flota para capturar Oeniadae y
Lamna de los acarnianos y toda la ciudad de Zacynthus menos ciudadela. Las tres
ciudades fueron luego entregados a los etolios.
234
Primera Guerra Macédonica 214-205 AC entre la república Romana y Filipo V de
Macedonia
En la primavera del 211 AC, Lavino navegó de nuevo desde Corfú con su flota y, junto
con los etolios dirigidos por el stratego Sccopas, conquistaron la ciudad Anticira en la
Fócida. Roma esclavizó a la población y la Liga Etolia se apropió del territorio
conquistado. De acuerdo con su alianza los romanos esclavizaron a la población,
mientras que la ciudad fue entregada a los etolios, que pronto se perdería a manos de
Filipo. A finales del verano de 211 AC, Levino fue reemplazado por el procónsul Publio
Sulpicio Galba, que comandaría la flota romana durante la mayor parte del resto de la
guerra.
En el 210 AC, Filipo tomó la iniciativa, tratando de expulsar a los etolios de Phthiotic
Acaya (Tesalia), para conseguir acceso al centro de Grecia. El evento principal fue el
asedio de la ciudad costera de Echino. El strategos etolio Dorimaco y Sulpicio Galva
con la flota romana trataron de levantar el asedio sin éxito, finalmente la ciudad cayó.
Filipo tomó también Falara y la ciudad portuaria de Lamia.
235
El único éxito romana de esta primera expedición en el Egeo fue la captura de la isla de
Egina. A continuación, la isla fue entregada a los etolios, pero como no disponían de
flota, se la vendieron a Atalo I rey de Pérgamo por 30 talentos. Esto condujo a Atalo a la
guerra, y que se usó las isla como base principal de operaciones contra Macedonia en el
Mar Egeo.
En respuesta Filipo hizo una alianza con Prusias rey de Bitinia, que prometió a llevar su
propia flota en el mar Egeo.
Este mismo año Esparta se unió a la guerra, esta vez en el lado de Roma y los etolios.
En ese momento Esparta estaba gobernada por Macánidas, como regente de Pélope, hijo
de Licurgo. La entrada de Esparta en la guerra complicó enormemente las tareas de
Filipo, ya que sus aliados en Acaya estaban ahora bajo el ataque de tres lados. En 209 y
208 AC se vería obligado a acudir en su ayuda.
En la primavera del 209 AC, Filipo recibió peticiones de ayuda de sus aliados de la Liga
Aquea del Peloponeso, que estaban siendo atacados por Esparta y sus aliados de la Liga
Etolia. También recibió noticias del nombramiento de Átalo I de Pérgamo como uno de
los líderes de la Liga Etolia y de que intentaba cruzar el Mar Egeo hacia Asia Menor.
Filipo marchó hacia el sur de Grecia. En Lamia se enfrentó al otro líder de la Liga
Etolia, el strategos Firrias, que estaba apoyado por tropas auxiliares romanas y de
Pérgamo. Filipo venció en dos batallas a su enemigo en Lamia (Primera y Segunda
Batalla de Lamia), y le obligó a retirarse al interior de las murallas (lugar del que
estaban poco dispuesto a salir para plantar batalla campal) tras haber infligido graves
pérdidas a las tropas de Firrias.
Desde Lamia, Filipo se dirigió a Falara. Allí se encontró con los representantes de los
estados neutrales del conflicto: Egipto, Atenas y Quíos. Estos países estaban intentado
acabar con la guerra ya que ésta estaba afectando seriamente al estado del comercio,
actividad económica más importante de estos países. Consiguieron una tregua de 30
días, pero al final no consiguieron la paz y continuó la guerra.
La guerra continua
Tras ello, Filipo se unió en las inmediaciones de Dyme al general de Acaya, Cycliadas
para dirigir un ataque conjunto a la ciudad de Elis, la base de la Liga Etolia contra
Acaya. Sin embargo, Sulpicio había navegado hacia Cyllene y pudo reforzar la ciudad
con 4.000 legionarios romanos antes del asedio. Filipo dirigió la carga de caballería
contra el enemigo pero fue abatido de su caballo y tras una encarnizada batalla en la que
los macedonios fueron derrotados. Filipo logró escapar. Tras esta derrota, Filipo capturó
la ciudadela de Fírico, tomando 4.000 prisioneros y 20.000 animales.
236
Cuando le llegaron noticias de nuevas incursiones en Iliria, Filipo abandonó Etolia y
volvió a Demetrias en Tesalia. Mientras, Sulpicio había navegado por el Egeo y se había
unido a su aliado Átalo I de Pérgamo en Egina para pasar el invierno.
En el 208 AC, Átalo y Sulpicio combinaron su flota compuesta por 25 barcos de Roma
y 35 de Pérgamo e intentaron sin éxito tomar Lemnos, pero lograron ocupar la isla
cercana de Parapetos (Skolas), que estaba bajo posesión macedonia.
Rodeado por sus enemigos, Filipo fue obligado a adoptar una nueva política defensiva.
Distribuyó a sus comandantes y líderes militares por todo el territorio macedónico y
estableció un sistema de hogueras por todas las ciudades importantes para que
informaran de los movimientos de los enemigos.
Final de la guerra
La etapa final de la guerra vio los romanos se retiraban del Egeo. Sulpicio se despidió
de Dyme, la más occidental de las ciudades aqueas, para después concentrarse en
patrullar la costa de Iliria. Desde el punto de vista romano, se había alcanzado su
objetivo, manteniendo Filipo lejos de la costa de Iliria, mientras que el peligro de Aníbal
estaba en su punto más extremo. Además en el 207 AC se produjo la invasión de Italia
de Asdrúbal, y es posible que la legión de Sulpicio Galba fuese retirada para ayudar a
lidiar con esta amenaza. También quedó claro después de diez años que Cartago no iba
ayuda Filipo.
Esto dejó a los etolios en una posición vulnerable, agravada por una reactivación
inesperada de la fuerza aquea, que fue provocado por el nombramiento de Filopomen
hijo de Craugis de Megalópolis como comandante de la caballería aquea. Era un capitán
mercenario experimentado, que volvió a Acaya después de pasar diez años en Creta.
237
La batalla comenzó con un raro ejemplo de utilización de las máquinas de asedio como
artillería de campaña. Macánidas condujo a sus mercenarios a un ataque contra el ala
izquierda aquea. Esto se hizo de algunos de los mercenarios de Filopemen y tropas
ligeras cedieran y fueran perseguidos y de nuevo hacia Mantinea.
A pesar de este revés inicial Filipomen logró reformar su línea y atacar a la falange
espartana. La falange era una fuerza poderosa, pero muy vulnerable si rompe. Esto
parece ser lo que pasó, cuando la falange aquea atacó a los espartanos al cruzar la zanja
y atacarlos.
Los espartanos se dice que perdieron 4.000 hombres durante la batalla. Filopemen fue
capaz de recuperar Tegea, y luego invadir Laconia.
Sin distracción en el sur Filipo fue capaz de concentrarse en derrotar a los etolios. Les
expulsó de Thessaley y recapturó Zacinto (Islas Jónicas). Después invadió Etolia desde
el norte, saqueando el santuario etolio en Thermum.
A pesar de considerar la huida de Átalo como una pequeña derrota, Filipo notó que la
guerra estaba otra vez cambiando de lado. Átalo fue obligado a volver a Pérgamo donde
se enteró que el rey de Bitinia, Prusias I, que estaba emparentado con Filipo, se estaba
movilizando contra Pérgamo. Sulpicio mientras tanto volvió a Egina. Libre de la
presión de las flotas combinadas de Roma y Pérgamo, Filipo fue capaz de reanudar la
ofensiva contra los etolios. Capturó la ciudad de Tronio, a la que siguieron las plazas
fuertes de Titronium y Drymea, al norte del Cefiso. Filipo también retomó el control de
Oreo.
238
durado nueve años. Ambos quedaron satisfechos, Roma había impedido que Filipo se
uniese a Aníbal, y Macedonia había ampliado considerablemente sus territorios.
239
Campaña de Escipión en África (205 –
202 AC)
Desembarco de Escipión en África
Al amanecer del día siguiente, dio la orden de partida, poco a poco la flota se fue
perdiendo en el horizonte.
Primeros enfrentamientos
Mientras tanto, los romanos, una vez desembarcados, avanzaron hacia Utica, primer
objetivo de la campaña dado que necesitaban asegurarse un a base de operaciones.
Primero se enfrentó a la caballería cartaginesa que les vigilaba, dispersó al contingente
enemigo, y luego hizo una operación de castigo contra el territorio enemigo capturando
8.000 hombres entre ciudadanos y esclavos (habitantes de la región que no habían
tenido tiempo, o no habían querido, retirarse), se tomó una rica ciudad por el camino y
todo ello, riquezas y prisioneros, se embarcó en parte de la flota que se envió de vuelta a
Sicilia. El suceso más importante del momento es la aparición de Masinisa, quién se
unió a las fuerzas de Escipión con unos 2.000 jinetes númidas.
Las fuerzas romanas avanzaron ahora hasta los alrededores de la ciudad de Utica
seguidos de cerca por la flota romana, que por la costa, seguía los pasos del ejército de
tierra.
El ejército de Escipión llegó ante Útica. Los cartagineses habían reunido una fuerza de
4.000 jinetes (posiblemente númidas) al mando de un tal Hannón, para hostigar al
ejército desembarcado. El oficial púnico les había acuartelado en la ciudad de Salaeca,
de esta forma, en vez de permanecer en campo abierto se encerró entre murallas.
Escipión, que se dio cuenta del error cometido por su adversario, creyó conveniente
aplastar este contingente antes de atacar Útica. Envió por delante a Masinisa y sus
fuerzas hasta las mismas puertas de la ciudad de Salaeca, el númida llamaría la atención
del cartaginés y le atraería hacia una emboscada. Así ocurrió, los cartagineses
respondieron a la provocación y poco a poco fueron desplegando desordenadamente
toda su caballería contra lo que suponían una presa fácil, Masinisa que era el cebo les
atrajo a una zona donde Escipión, que se encontraba detrás de unas lomas con su
caballería, esperando el momento oportuno, les atacó. Hannón y unos 1.000 jinetes
fueron rodeados y muertos, los demás se dispersaron y huyeron, pero fueron
perseguidos por los romanos y sus aliados, siendo capturados unos 2.000 más.
241
Libre ahora de la oposición enemiga, dejó una guarnición en la ciudad y durante una
semana se dedicó a devastar los campos del enemigo, consiguiendo así reunir un ingente
botín. De vuelta al campamento embarcó todos los prisioneros y bienes saqueados en la
flota y los remitió a Lilibeo (puerto de apoyo en Sicilia).
Asedio de Útica
Escipión volcó todos sus recursos en sitiar la ciudad de Útica, sometiéndola a un férreo
cerco y asedio de la misma, las fuerzas navales, mediante el uso de una torre de asalto
construida sobre dos quinquirremes y provista de catapultas, lanzaban todo tipo de
proyectiles sobre las murallas enemigas, atacando un sector de la muralla y las fuerzas
de tierra el otro con catapultas y todo tipo de material de asedio que fueron emplazados
en una loma que dominaba la ciudad, bombardeaban la ciudad, los asaltos fueron
repetidamente rechazados, los cartagineses fueron capaces de destruir la torre construida
sobre los quinquirremes.
Escipión intentó derribar las murallas golpeando con arietes, arrancando mediante
largos ganchos las protecciones de cuero que hacían más alta la muralla y protegían a
sus defensores, fracasó ante la decidida defensa presentada por los uticenses, que no
cejaban y golpeaban repetidamente a las fuerzas de asalto romanas desde las mismas
242
murallas o en numerosas salidas en las que destruían las armas de asedio enemigas. Este
precioso tiempo que el general romano perdió ante la ciudad cartaginesa fue empleado
por sus enemigos para organizar sus fuerzas.
Asdrúbal Giscón, que era el general en jefe, procedió rápidamente a realizar una leva
por la que reclutó una fuerza de 30.000 infantes y 2.000 jinetes, acampando fuera de las
murallas de Cartago, sin embargo, esperó todavía el apoyo del ejército de Sifax. Cuando
éste llegó, Asdrúbal levantó el campamento y avanzaron juntos hacia el enemigo. Sifax
contaba con unos 50.000 infantes y 10.000 jinetes, entre ambos habían reunido una
fuerza en teoría irresistible, acamparon entre Utica y Cartago, posiblemente al otro lado
del río Bagradas, cada ejército en su propio campamento.
243
Legionarios romanos fortificando su campamento. Si había árboles utilizaban los
troncos, sino les servía cualquier material como tierra o piedras.
La llegada del invierno del 204 AC, hizo que los dos ejércitos contendientes se
estableciesen en campamentos suspendiendo las hostilidades a gran escala. Ahora los
romanos se reabastecían de Sicilia e Italia. Los cartagineses, entre tanto, preparaban la
flota y enviaron legados a Hispania y Liguria para reclutar allí mercenarios,
consiguiendo cerca de 4.000 infantes, que fueron enviados a través de las ciudades
situadas al norte de África.
Decidió un ataque nocturno, para ello dividió sus tropas en tres columnas: la primera, la
caballería al mando de Masinisa, fue enviada más allá del campamento de Sifax para
cortar la posible la retirada, el segundo grupo al mando de Lelio, atacaría directamente
el campamento del númida, el tercer grupo al mando del propio Escipiòn, acecharía
fuera del campamento púnico hasta que encontrase la oportunidad de actuar.
244
Batalla de los campamentos (203 AC). Escipión atacó de noche los campamentos de
Asdrúbal y Sifax
El avance nocturno hasta las posiciones del enemigo se hizo sin contratiempos y de esta
forma, cuando cada uno llego a sus posiciones pudo comenzar el ataque. De repente,
cientos de soldados portando teas encendidas se acercaron a las empalizadas del
enemigo y las lanzaron al otro lado de la misma, el campamento númida, construido
todo sin cuidado y en pleno desorden, y compuesto principalmente de tiendas o
parasoles hechos a base del ramaje que se había recogido de los alrededores. El fuego
no tardo en prender con fuerza y en poco tiempo el caos se apodero del campamento,
parece ser nadie sospechaba todavía lo ocurrido, todos lo atribuían algún accidente y por
ello se limitaban tan solo a alejarse de las llamas descuidadamente, muchos salieron así
en tromba del campamento a campo abierto, otros murieron sin remisión entre el gran
fuego que se formó en el interior de la empalizada o aplastados por sus compañeros al
confluir en su huida por las puertas gran cantidad de soldados al mismo tiempo.
Los más, sin embargo, fueron los que cayeron en manos de los romanos que esperaban
fuera del campamento. Los cartagineses, entre tanto, que vieron a lo lejos el resplandor
del gran incendio que se había desatado en el campamento númida, en principio también
pensaron que se debía a algún hecho fortuito, por ello los unos, que acudieron en ayuda
de sus aliados, y los otros, que salieron del campamento a contemplar el trágico
espectáculo, cayeron en manos de las tropas del propio Escipión que acechaban en la
oscuridad de la noche, al momento entre los cartagineses cundió el pánico que soldados
romanos aprovecharon para irrumpir en el campamento enemigo y prender también
fuego en el mismo, fue un completo desastre para los cartagineses, Asdrúbal dio al
instante todo por perdido, escapó del campamento con parte de la caballería sin
detenerse por un camino.
La peor suerte fue para las tropas de Sifax, la caballería de Masinissa dio fácil cuenta de
la mayor parte de los númidas que huían de su campamento y fueron pocos los que
consiguieron quedar sanos y salvos lejos del alcance de sus enemigos. Asdrúbal se
refugió en una localidad cercana, en donde trató de reorganizar y recoger a los
supervivientes, sin embargo, las tropas romanas avanzaban con decisión y, atemorizado,
levanto de nuevo el campamento para retirarse ya sin descanso hasta la propia capital.
Las bajas fueron de 40.000 hombres muertos, 5.000 prisioneros, 2.700 caballos y 7
elefantes capturados.
Escipión reanudó el cerco de Útica que siguió resistiendo. Entretanto, Asdrúbal, a los
que se habían unido 4.000 mercenarios hispanos, estaba reorganizando un nuevo
ejército. Sifax se encontraba en su reino, había emprendido a su vez una leva de jóvenes
e inexpertos reclutas a los que proporcionó armas y caballos.
Escipión comprendió el peligro si Aníbal regresaba a África y decidió que era preciso
aplastar al contingente de Asdrúbal antes de que regresara. Emprendió la marcha con
una legión y la totalidad de la caballería y se dirigió a las llanuras de Bagradas, donde se
encontraban Sifax y Asdrúbal.
245
Los cartagineses situaron en el ala derecha la caballería púnica frente a la caballería de
Masinisa. En el centro los hispanos flanqueados por púnicos y aliados africanos. En el
ala derecha la caballería de Sifax frente a la romana.
Las fuerzas romanas, desplegaron como era ya habitual, la legión en triplex accies con
la caballería a los flancos. Los romanos empezaron el ataque por las alas, Masinisa con
su caballería atacó a los púnicos, y la caballería italiana atacó a los númidas de Sifax. El
ataque fue devastador e hizo huir a toda prisa a la caballería cartaginesa, más inexperta
en la batalla, atacando posteriormente por flanco y retaguardia el centro púnico.
Trás la batalla, Escipión ordenó a Lelio y Masinisa que persiguieran a Sifax que iba de
regreso a su reino, dándole alcance cerca de Cirta. Allí el rey reclutó nuevas tropas para
enfrentarse a ambos generales en campo abierto. Sifax intentó organizar sus tropas al
246
estilo romano, pero aunque disponía de fuerzas suficientes, eran en su gran mayoría
soldados inexpertos y poca instruidos.
El choque comenzó como una escaramuza de caballería, que poco a poco comenzó a
crecer en dimensiones. La caballería númida de Sifax llevaba la iniciativa, hasta que
llegó el grueso de la legión romana. La infantería legionaria, emplazada entre líneas,
ofreció un frente sólido a la caballería de Sifax, que tuvo que batirse en retirada.
Escipión marchó sobre Cartago ante la cual presento las tropas en orden de batalla, los
cartagineses, que no disponían ya de fuerzas para enfrentarse al romano en campo
abierto, renunciaron al desafió y se limitaron a preparar un contraataque pero esta vez
naval. Un ataque púnico con 100 navíos, consiguió apoderarse entre 60 y 100 barcos
mercantes.
Escipión volvió a poner cerco a Útica, pero volvió a fracasar, sin duda harto ya de la
guerra de asedio, decidió prender fuego a todas sus máquinas de guerra dedicándose a
partir de entonces a saquear los territorios del interior en busca de botín y suministros.
Los cartagineses acordaron con Escipión la suspensión temporal de las hostilidades, los
cartagineses pagarían ahora el mantenimiento del ejército romano mientras durase la
tregua.
247
Asdrúbal Barca en Italia (208 – 207 AC)
Marcha de Asdrúbal desde Hispania a Italia
Tras la batalla de batalla de Baecula en el 208 AC, Asdrúbal Barca se dirigió a Italia con
su ejército, posiblemente cruzó Despeñaperros y se dirigió a Sansebastián (Donostia) y
desde aquí inició el camino para cruzar los Alpes, sorprendiendo a propios y ajenos.
Solo dos meses le llevo al Bárcida atravesar la cadena montañosa, contra los cinco que
le había llevado a su hermano Aníbal.
Las manifestaciones de terror en Roma iban en aumento desde que se supo que
Asdrúbal había partido desde España. Llegaron a un punto máximo de nerviosismo
cuando el pretor Porcio informo que el general cartaginés y su ejército ya pisaban suelo
italiano, y mercenarios de Liguria y la Galia aumentaban considerablemente el número
de sus efectivos.
En el 207 AC, Cayo Claudio Nerón fue elegido cónsul por parte de los patricios, de
entre los plebeyos, el elegido fue Marco Livio Salinator, que había conseguido un
triunfo luchando contra los ilirios en el 219 AC. Ambos generales se odiaban, lo que era
una clara invitación al desastre. Los dos cónsules echaron a suertes sus destinos. A
Salinator le tocó dirigirse hacia el norte con sus tropas, a tratar de bloquear el paso del
ejército de Asdrúbal por los Alpes, mientras que Claudio Nerón se dirigiría hacia el sur,
contra Aníbal.
Pero Asdrúbal burló completamente a Salinator, como antes había burlado a Publio
Cornelio Escipion “el Africano”. Escipión había bloqueado con sus tropas los pasos de
los pirineos, por el este, para impedir el paso de las tropas de Asdrúbal. Pero Asdrúbal
había cruzado los Pirineos por el oeste (San Sebastián), y pasó el invierno en la Galia,
reclutando nuevos mercenarios.
Roma sabía que cuando llegase la primavera, Asdrúbal y su ejército cruzarían los Alpes
como anteriormente Aníbal, y entraría en Italia, para tratar de unirse a su hermano.
Salinator pensaba que Asdrúbal tardaría en cruzar los Alpes el mismo tiempo que había
tardado Aníbal, dándole tiempo a bloquear los accesos a Italia. Pero se equivocó.
Asdrúbal salió de sus campamentos en la Galia cuando el invierno aun no había acabado
y se movió mucho más deprisa que Aníbal, y llegando a los pasos de los Alpes antes de
que lo hiciesen las tropas de Salinator.
Debido al intenso frío, muchos de los elefantes de Asdrúbal murieron en el cruce de los
Alpes, sobreviviendo 15 de los que salieron de Hispania. Así que el ejército de Asdrúbal
llegó a la llanura del río Po antes de lo que el mismo Aníbal esperaba.
248
Asdrúbal Barca cruzando los Alpes en el 207 AC, tardó tan solo dos meses en vez de
cinco como su hermano Aníbal
Por el camino, Asdrúbal había sumado a su ejército 8.000 ligures, infantes curtidos y
bien pertrechados, y unos 10.000 galos. Todas sus fuerzas reunidas, alcanzarían
probablemente unos 35.000 infantes, 8.000 jinetes y 10 elefantes. Asdrúbal asedió
Placencia, pero no pudo tomar la ciudad y se dirigió a Fanum Fortunae (Fano), un
pequeño puerto en la costa adriática, donde la vía Flaminia roza la costa. Allí estableció
contacto con las fuerzas avanzadas del pretor Lucio Porcio Licinioy del cónsul Salinator
que estaban acampados en Sena Gallica (Seniglia) unos kilómetros al sur.
Asdrúbal organizó una serie de correos con el fin de coordinar el encuentro con su
hermano. Cuatro jinetes galos y dos númidas fueron despachados con cartas para
Aníbal, cometiendo el error de no cifrarlas, aunque había dado la orden de destruirlos en
caso de caer prisioneros.
249
Los correos se dirigieron a Tarento, pero esta ciudad ya había sido tomada por los
romanos, y los correos cayeron prisioneros, y de esta manera El cónsul Nerón se enteró
que se proponía cruzar los Apeninos y encontrarse con su hermano Aníbal en Umbria.
Al conocer el contenido Nerón tomó una rápida decisión. De su ejercito consular, que
contaba con unos 45.000 soldados, eligió a 6.000 infantes y 1.000 jinetes escogidos y
salió con ellos a toda prisa hacia el norte, para reforzar a las tropas de Salinator, que se
encontraba en la región de Urbino,cerca de Pesaro. Recorrió de 350 a 400 kilómetros en
un tiempo récord de siete días. En el camino, recibió refuerzos que aumentaron aún más
su número.
Aníbal se encontraba aún en sus cuarteles de invierno vigilado por 40.000 infantes y
2.500 jinetes romanos al mando de los cónsules Claudio Nerón y Quinto Fulvio Flaco, y
no se dirigiría hacia el norte hasta que estuviese seguro de que su hermano se
encontraba allí. Era un riesgo tremendo, si Aníbal se enteraba que Nerón y parte de sus
mejores tropas se habían separado de su cuerpo de ejército principal, nada le impediría
atacer a los que se habían quedado, que se encontraban sin su comandante. Además lo
que estaba haciendo era ilegal, según las leyes romanas. No se permitía a ningún cónsul
abandonar su frente asignado sin permiso del senado.
250
Esa misma noche se celebró un consejo de guerra, y se decidió, a pesar del agotamiento
de los refuerzos, no esperar un instante y presentar batalla al día siguiente. El plan era
formar los dos ejércitos romanos como si fuera uno solo, y en el último momento, poner
a a vista las dos enseñas consulares, que indicaría que los dos cónsules estaban en el
campo de batalla.
Su idea era alcanzar y cruzar el río Metauro, con su ejército ocupando la orilla opuesta,
les resultaría sencillo rechazar a los romanos según cruzaban el río.
Pero en la prisa y confusión de la marcha nocturna, los guías, que no habían sido
mantenidos bajo estrecha vigilancia, escaparon. La columna marchó sin rumbo por el
campo y no supieron encontrar un vado para cruzar el Metauro para llegar a la Vía
Flaminia. En esta ocasión, la suerte se alió con los romanos. Porque el río corría
caudaloso, posiblemente por las lluvias de primavera y el derretimiento de las nieves de
invierno.
251
Batalla de Metauro 207 AC Asdrubal buscando un vado. Durante la noche saca a su
ejército del campamento sin que los romanos se den cuenta y subusca un vado para
cruzar el río. Autor Jenny Dolfen
252
Batalla de Metauro 207 AC. Movimientos previos
La idea o planteamiento táctico para la batalla era presentar a los romanos un frente lo
más extenso posible para obligar a estos mismos, a responder con una longitud similar,
pudiendo ejercer el esfuerzo principal con los hispanos.
Despliegue inicial
Los romanos tenían 7 legiones y unos 8.000 jinetes, desplegaron toda su caballería en el
ala izquierda, a continuación las 4 legiones del cónsul Salinator, las 2 legiones del pretor
Porcio y finalmente una legión de Nerón junto al Río.
En su ala derecha situó toda su caballería (8.000), a continuación situó a sus veteranos
hispanos (15.000) con una profundidad mayor de lo habitual con el fin de incrementar
su potencia para romper la línea enemiga en ese sector (la izquierda romana). En el
centro ubicó los ligures (8.000) y delante los 15 elefantes, cubriendo a los hispanos y
ligures, situó la infantería ligera y honderos (5.000). En la izquierda situó a los galos
(10.000) en una colina frente un barranco (posiblemente en barranco de San Ángelo).
253
Batalla de Matauro: Despliegue inicial
Primera fase
La batalla los más probable es que la iniciasen los romanos, dado que Asdrubal había
elegido el terreno y tenía una mejor posición. Como siempre la batalla comenzó con las
cargas de la caballería, que al intentar envolverse mutuamente, se alejaron del campo de
batalla, sin que produjesen resultados definitivos. A continuación avanzaron las legiones
con los vélites por delante. Éstos se enfrentaron a la infantería ligera y honderos
púnicos, pero fueron rechazados.
254
Batalla de Metauro 207 AC: Primera fase
Segunda fase
En el flanco derecho y el centro, Asdrúbal mando avanzar a los elefantes, y detrás a los
hispanos y ligures. Estos arremetieron con furia contra las legiones de Salinator y las
hicieron vacilar. El combate aquí fue encarnizado y muy violento. La primera carga de
los elefantes sembró el desconcierto en las primeras líneas romanas, obligándoles a
retroceder. Conforme creció la confusión, se perdió el dominio de los animales, que
iban de un lado a otro entre las dos líneas sembrando el caos, muchos tuvieron que ser
sacrificados por sus propios conductores. Los romanos finalmente logran equilibrar el
combate, pero aún estaba indeciso para ambas partes. En el flanco izquierdo, la
configuración del terreno impedía la toma de contacto.
255
Batalla de Metauro: Segunda fase
256
Batalla de Metauro 207 AC. Entre el ejercito romano mandado por Libio Salinator y el
ejército púnico mandado por Asdrúbal Barca. Se ve las tropas hispanas atacando a los
legionarios. Autor Radu Oltean
257
Tercera fase
Entonces ocurrió lo inesperado, Nerón que estaba inactivo y viendo la pasividad de los
galos protegidos por el barranco, decidió dejar una fuerza de cobertura (posiblemente
los vélites y hastati) y marchar con parte de sus fuerzas (posiblemente los príncipes y
triarios) por detrás de las líneas romanas, e irrumpir en el otro flanco donde estaban los
hispanos, atacándoles por el flanco y por la retaguardia, empujándoles hacia los ligures.
Se estaba en el momento álgido de la batalla, consiguiendo inclinarla a favor de los
romanos.
Consecuencias
Las bajas se estiman en 10.000 hombres y 6 elefantes muertos por el bando púnico y
2.000 por el bando romano. Fueron capturados 5.500 hombres y 4 elefantes.
258
Muchos huyeron e intentaron retornar a sus países, Livio Salinator decidió dejarlos ir
diciendo: ”Dejad que algunos sobrevivan para que lleven la noticia de su derrota y de
nuestra victoria”.
259
Campaña de Magón en Liguria (205 -203
AC)
Expulsión de Gades (Cádiz)
Tras la batalla de Ilipa en el 206 AC, Magón Barca recibió órdenes claras y
contundentes de abandonar Hispania, sin embargo, decidió intentar una última y
arriesgada acción para cambiar el rumbo de la guerra. Tomó la flota y su ejército e
intentó volver a capturar Cartago Nova, desembarcó una fuerza en los alrededores de
Cartago Nova y saqueó la campiña. Los habitantes de huyeron a la ciudad e informaron
de la aproximación del enemigo. Cuando intentó el asalto por el mismo lugar que lo
hizo Escipión, la guarnición estaba alertada y los rechazaron. Reembarcando de nuevo a
costa de la pérdida de 800 hombres y armamento y equipos de toda clase.
Fracasado el intento puso proa hacia Gades (Cádiz) para, de esta forma, poder recuperar
a sus tropas y, ahora sí, poner en marcha las órdenes recibidas de Cartago.
A su regreso a Gades, Magón encontró las puertas de la ciudad cerradas, por algunos
actos de pillaje que habían cometido sus soldados durante el anterior embarque, así
como el decomiso de sus bienes llevado a cabo por Magón para la expedición
Magón invitó a los dirigentes de la ciudad para una entrevista, pero fueron capturados y
crucificados a la vista de la ciudad.
Magón se dirigió a las Baleares, donde fue bienvenido, decidió pasar el invierno y
aprovechar para reclutar honderos, recorrió las islas consiguiendo convencer a unos
2.000 que fueron remitidos a Cartago.
Desembarco en Italia
En la primavera del 205 AC, con 12.000 infantes, 2.000 jinetes y 30 buques de guerra y
de transporte, puso rumbo a Liguria con la esperanza de levantar a los galos y ligures en
contra de los romanos.
La llegada de Magón fue sin contratiempos, tomó como base Savo y dejó 10 buques de
seguridad, el resto los envió a Cartago pues ya se rumoreaba una acción de Escipión
desde Sicilia. Una vez aseguró su posición, hizo trato con los ingauni (quienes a su vez
estaban en guerra con los montañeses epanterii). Pero la acción más destacable fue sin
dudas la toma y destrucción de Génova, casi sin oposición.
La noticia llegó Roma que solo disponía de 4 legiones en los territorios al norte de la
península (las 2 legiones en Rimini y las 2 en Etruria), por lo que el Senado ordena a
Salinator (Etruria) dirigirse con sus tropas hacia Rímini para unirse a Lucrecio, mientras
las 2 legiones urbanas de Cepión, eran enviadas a Etruria.
260
Mapa de situación de las fuerzas púnicas y romanas en el Norte de Italia en el 203 AC
261
25 buques, 6.000 infantes, 800 jinetes y 7 elefantes, incluyendo una importante cantidad
de dinero destinado a la contratación de mercenarios.
Magón, ahora sí movilizó sus tropas hacia el interior de la Galia en el verano del 203
AC. Ante esta noticia, las fuerzas romanas que estaban acantonadas en Rimini
marcharon a Placencia, uniéndose a Cetego y Salinator, avanzaron juntas al encuentro
de Magón, y en algún lugar de la Galia Padana, en el país de los insubros se encontraron
con las fuerzas púnicas, desconociéndose el lugar exacto.
Despliegue Inicial
Las fuerzas de Magón eran de unos 18.000 infantes, 2.000 jinetes y 7 elefantes, más
unos 10.000 ligures y 5.000 galos. Dispuso sus fuerzas de la siguiente forma: En el ala
derecha la caballería númida (1.000). En el centro la falange libio-fenicia (5.000), a
continuación los hispanos (8.000), los ligures (10.000) y la otra parte de la falange libio-
fenicia (5.000), delante del centro situó los honderos de baleares e infantería ligera
(2.000). En el ala izquierda la caballería púnica e hispánica (1.000). Como reserva a
retaguardia situó los galos (5.000) y los 7 elefantes.
262
Batalla de Liguria verano del 203 AC: Despliegue inicial
Primera fase
Se inició el combate con el ataque de la caballería númida contra los aliados, al mismo
tiempo las legiones romanas avanzaron, chocando los vélites con los honderos de
baleares y fuerzas de cobertura, una vez retirados, las legiones chocaron con la
infantería púnica de forma violenta.
Los jinetes númidas retrocedieron cediendo su ala. Tal situación, era de gran riesgo
para los cartagineses. Magón decidió emplear los 7 elefantes contra la caballería aliada,
que vió como sus caballos se descontrolan solo ante la presencia y el olor de tales
bestias, ahora el ala izquierda romana pasó a la defensiva, los númidas se recuperaron y
263
daban cuenta fácilmente de los jinetes romanos en sus asustados y descontrolados
animales.
La legión 12, lo estaba pasando muy mal, había sufrido gran cantidad de bajas por
acción de la infantería rival, era ahora atacada de flanco por los elefantes, su situación
se volvió crítica.
Segunda fase
Los romanos decidieron estabilizar la situación y emplear las reservas, la legión 13
avanzó contra el flanco derecho púnico, los vélites de esta legión atacaron a los
elefantes, matando a 4 de ellos, el resto de la legión se dispuso a atacar el flanco
derecho de la falange libio-fenicia.
264
Infantería romana contra elefantes. Autor Ángel Todaro
Tercera fase
Magón decidió emplear a los galos para parar a la legión 13, los tres elefantes que
quedaban, entorpecieron su despliegue, y cuando chocaron con la legión 13, empezaron
265
a ser derrotados, y por si fuera poco, la legión 11, se imponía claramente en el otro
flanco.
Ante tan favorable situación, los romanos avanzaron ahora y obligaron a su rival a ceder
terreno al verse flanqueado y muy presionado de frente. Magón logró sin embargo,
mantener a su ejército ordenado e inició un repliegue general que se estaba ejecutando
de forma muy ordenada, hasta que el líder púnico cayó gravemente herido y fue retirado
del campo de batalla inconsciente. Sus hombres lo creyeron muerto y entraron en
pánico, en consecuencia, la línea púnica se desarticuló, y a partir de entonces, el
ordenado repliegue se tornó en una huida desesperada
Los romanos les dieron caza el resto de la jornada, dando cuenta de más de 5.000
muertos. Las bajas romanas, también fueron importantes, 2.300 muertos, la mayoría de
la legión 12.
Magón huyó oculto por la noche, todo lo rápido que su herida le permitía. Encontró
refugio en la tierra de los Ingauni de Liguria, donde se entrevistó con una embajada de
Cartago que le informó que debía zarpar para África lo antes posible.
266
Magón embarcó con sus hombres que todavía le seguían siendo fieles y zarpó rumbo a
Cartago, pero murió durante el viaje. Algunos buques fueron interceptados por una flota
romana que operaba en la zona, pero el resto logró llegar a salvo casi al mismo tiempo
que lo hiciera Aníbal.
267
Últimos años de Aníbal en Italia
Muerte de dos cónsules 208 AC
Desde Lucania Crispino inicia las operaciones dirigiéndose al Brucio para asediar Locri.
Le trajeron maquinaria de asalto desde Sicilia y comenzó el cerco. Aníbal reaccionó
desplazándose con su ejército al cabo Lacinum al sur de Crotona. Crispino decidió
abandonar el cerco y dirigirse hacia Apulia a reunirse con Marcelo, mientras el pretor en
Sicilia Lucio Cincio Alimento tomó el relevo del asedio de Locri con efectivos traídos
desde la isla, al tiempo que la mitad del ejército con base en Tarento se desplazó desde
allí a unirse a la operación.
En una posición entre Venusia y Bantia acamparon ambos cónsules romanos en dos
campamentos diferentes. Aníbal llega a la zona persiguiendo a Crispino y acampó frente
a ellos. Los cónsules sacaron sus ejércitos presentando batalla pero el púnico rehusó
aceptarla ante la magnitud de los efectivos oponentes. Comenzó un impáss en el
trascurso del cual los cónsules decidieron hacer una salida de reconocimiento a una
colina emplazada entre los campamentos romanos y el cartaginés. Durante la misma
fueron emboscados por la caballería cartaginesa que mató a Marcelo y hirió muy
gravemente a Crispino. Algunos prefectos aliados cayeron también en la celada.
Aprovechando la parálisis que eso provocó en las filas romanas, Aníbal se decidió
explotar el éxito y tomar la relativamente cercana Salapia mediante engaño
aprovechando que poseían el anillo consular de Marcelo. Sin embargo los romanos
habían sido más rápidos que él y habían mandado mensajeros informando de la novedad
a todas las localidades circundantes. Alertadas por esto, cuando llegaron los mensajeros
de Aníbal haciéndose pasar por romanos con una carta del cónsul y avisando de la
llegada esa misma noche del mismo a la ciudad, decidieron a su vez tender una trampa a
los púnicos. El general cartaginés adelantó una tropa de 600 aliados itálicos cuyos eran
romanos, fueron dejados pasar a la ciudad, momento en el que las puertas se cerraron de
268
golpe y fueron masacrados por los defensores. Descubiertos sus planes, Aníbal decide
retornar al Brucio para socorrer Locri, lo hizo a marchas forzadas adelantando efectivos
ligeros para avisar a la guarnición de la localidad de su inminente llegada, que se
coordinaría con una salida de los defensores.
Mientras el ejército consular de Marcelo se dirigía a Venusia mandado por el hijo del
cónsul fallecido, al mismo tiempo Crispino se dirigió con el suyo a Tarento donde
invernará. El hijo de Fabio Máximo fue enviado a Venusia a hacerse cargo del ejército
de Marcelo.
Magón, jefe de la guarnición que defiende Locri, coordinó con Aníbal el ataque sobre
los romanos, siendo estos totalmente sorprendidos por la llegada de Aníbal, huyendo
hacia los barcos de modo precipitado, abandonando la maquinaria de asalto. De este
modo el sitio queda levantado. Siendo apresado Lucio Cincio Alimento, pretor en
Sicilia, pues es conocido que fue prisionero de Aníbal, cosa que aprovechó para escribir
sobre la guerra aportando información del bando cartaginés.
269
Antes de acabar el año y como consecuencia de sus heridas Crispino falleció y en su
lugar fue enviado desde Etruria el pretor Cayo Hostilio Túbulo para hacerse cargo
provisionalmente del mando de su ejército.
Incluso antes de recibir el mensaje de su hermano Asdrúbal, Aníbal sabía que tenía que
viajar al norte para encontrara con él. Era consciente de las ventajas la unión de ambos
ejércitos cartagineses, y la desestabilización que esto crearía en el centro de Italia. Pero
Aníbal tenía que actuar con astucia, porque al dejar Brucio indefensa durante varios
meses, podría ser conquistada por cualquiera de los múltiples ejércitos romanos que lo
había estado acosando, perdiendo así a sus mejores aliados en Italia, además la posible
pérdida de Locri y Crotona, los dos únicos puertos que controlaba, le privaría de la
posibilidad de recibir refuerzos de Cartago o Macedonia o volver a embarcarse de
nuevo a África con su ejército si todo estaba perdido.
270
Legionarios romanos: 1 vélite, 2 hastato, 3 príncipe, 4 triario. Autor J. Redondo
Cuando Fulvio Flaco procónsul de Brucio, se dió cuente de los movimientos de Anibal,
le persiguió, y envío un mensajes a cónsul Nerón, que estaba en Vonusia, informándole
de la situación. Nerón movió su ejército hacia Grumentum con el fin de interceptar
Aníbal.
271
Fulvio Flaco, también se dirigió a Grumentum, reuniendo su ejército con el de Nerón.
Los romanos tenían unos 34.000 soldados de infantería y 2.500 de caballería. Los
campamentos de ambos ejércitos estaban separados por unos 1.500 metros por unas
colinas, el campamento de Aníbal estaba cerca de la ciudad para tener cubierta su
retaguardia. Las fuerzas romanas bloqueaban todas las rutas hacia el norte, por lo que
Aníbal decidió ofrecer batalla con el fin de romper el bloqueo y enlazar con Asdrúbal.
Aníbal desplegó sus fuerzas en línea de batalla durante varios días, pero los romanos no
aceptaban la batalla. Hubo algunas escaramuzas menores, la intención de los romanos
era simplemente mantener a Aníbal en el sur.
Finalmente el carácter impetuoso del cónsul romano y las continuas provocaciones del
ejército de Aníbal, llevaron Nerón a aceptar el desafío de Aníbal, preparando una
trampa, enviando por la noche cinco cohortes y cinco manípulos bajo el mando de
Tiberio Claudio Asellus, y P. Claudio, a unas colinas situadas a la izquierda y a
retaguardia del campamento de Aníbal.
Al día siguiente Nerón formó temprano sus tropas para la batalla, Aníbal al enterarse de
que estaba formado, mandó salir a sus hombres y desplegar rápidamente, Nerón
aprovechó la confusión inicial y para hacer un fuerte e inesperado ataque contra las
tropas ligeras de Aníbal con su caballería.
Batalla de Grumentum 207 AC. Entre las fuerzas de Aníbal y el cónsul Nerón
finalizando en tablas
272
La presencia de Aníbal, sin embargo, comenzó a restaurar el orden; el ala derecha
romana atacó antes de que los cartagineses hubiesen completado el despliegue. Los
romanos eran mejores en disciplina y tenían la ventaja de la iniciativa.
Los púnicos aguantaron bien los ataques romanos, pero de repente por su flanco
izquierdo aparecieron las tropas emboscadas, el flanco izquierdo púnico, retrocedió para
apoyarse en el campamento, mientras en ala derecha la caballería púnica muy superior
puso en fuga a la romana y amenazaba con cortar la retaguardia romana. Nerón ordenó
la retirada al campamento.
Según Livio los romanos mataron 8.000 púnicos, y capturaron 700 hombre y 7
elefantes, y los romanos sufrieron 5.000 muertos, dando la victoria a los romanos.
Lo cierto es que la batalla realmente quedó en tablas con ventaja para Aníbal, ya que
consiguió romper el bloqueo romano y dirigirse a Venosa. Nerón ofreció batalla al día
siguiente, pero Aníbal lo rechazó. Al tercer día abandonó el campamento dejando los
fuegos encendidos a cargo de los númidas, e inició la marcha hacia el norte. Nerón
cuando descubrió la huida le persiguió, tras unas acciones menores, se dirigió a
Metaponto, para recoger la guarnición de la ciudad, mandada por su sobrino Hanón.
273
Debido a la falta de material de asalto y a lo constreñido del lugar, Aníbal que había
llegado una vez iniciado el combate, no pudo cumplir sus intenciones e instaló su
campamento en las cercanías. Mientras, la flota romana llegó a Locri y desembarcó
entrando en la ciudad antes de la puesta del sol. Al día siguiente Aníbal inició el asalto
de los muros, siendo sorprendido por una repentina salida de la ciudad de los defensores
que mataron a 200 hombres y le obligaron a replegarse. Intuyendo la presencia del
cónsul romano ordenó levantar el campamento e irse ante la posibilidad de verse
cercado por éste y los otros dos ejércitos que ya operan en el Brucio (el de Metelo y el
del cónsul Licinio Craso). Su guarnición quemó las casas como medio de distracción, y
huyeron alcanzando a los suyos. Escipión ocupó todo el pueblo tras lo cual, reembarcó
sus tropas y retornó a Mesina en Sicilia dejando al propretor Quinto Pleminio a cargo
junto a los tribunos que él había dejado. Estos tendrán una pugna debido a la rapacidad
que demostraron con la recién tomada población. Los excesos cometidos serán
aprovechados por los rivales políticos de Escipión para intentar apartarlo del mando.
Al final de la campaña se declara una peste que afecta al ya mermado ejército de Aníbal
y a los dos ejércitos romanos en la zona. En especial al de Metelo. Debido a los estragos
de la enfermedad, los romanos licencian al ejército de Metelo al completo. Aníbal por
su parte reparte su ejército en guarniciones. Esto condicionará la ausencia de
operaciones militares por parte de ambos en la última fase del año.
El año 204 AC comenzó con la elección de los nuevos cónsules, Marco Cornelio Cetego
que se le asigna Etruria y Publio Sempronio Tuditano que se le asigna Brucio, se le
ordenó alistar un nuevo ejército, dado que el anterior tuvo que ser licenciado por la
peste.
Aníbal también acabó el año anterior con su ejército padeciendo un brote de peste y
dificultades en el abastecimiento, optando por repartir las fuerzas entre las guarniciones
de Brucio.
Sempronio Tuditano inició una marcha con su nuevo ejército por las proximidades de
Crotona durante la cual fue sorprendido por el ejército púnico. Tras sufrir 1.200 bajas
mortales consiguió refugiarse en su campamento. Esa misma noche avisó al procónsul
Publio Licinio Craso, para que se uniese con sus hombres a él. Al día siguiente los
romanos ofrecieron batalla permaneciendo el ejército de Craso en retaguardia
escondido. Tentado por la posibilidad de volver a endosarle una derrota Aníbal acepta el
envite, viéndose sorprendido por la aparición del segundo ejército. Los cartagineses
fueron derrotados sufriendo 4.000 muertos y 300 prisioneros, teniendo que refugiarse en
Crotona.
En el 203 AC, fueron elegidos cónsules Cayo Servilio Gémino en Etruria dada amenaza
de Magón en Liguria y Cneo Servilio Cepión en Brucio. Cetego tiene 2 legiones en la
Galia Cisalpina y Quintilio Varo 2 legiones en Arimoni con lo cual disponen de 8
legiones para controlar a Magón.
274
pasando al bando romano, aunque no hay campañas militares dado que el esfuerzo
principal estaba en el norte contra Magón. No obstante Livio se hace eco de un combate
del cónsul contra Aníbal en el que este último habría perdido 5.000 hombres, una cifra
exagerada para la poca difusión que habría tenido este evento. De cualquier modo fue el
último combate conocido de Aníbal en Italia. Al igual que su hermano Magón, recibió
una embajada de Cartago que le indicaba que debía retornar a África para hacer frente a
Escipión.
Soldados de Aníbal en Italia: tras 16 años de guerra la mayoría de las fuerzas de Aníbal
eran italianas: a la izquierda oscos, sammitas, brucios y galos. A la derecha lucanos y
etruscos.
Livio cuenta que Aníbal masacró a los itálicos que rehusaron acompañarle a África y
dejó guarniciones en diversas localidades pero con tropas de muy baja calidad. Lo que
si es cierto es que se vio obligado a sacrificar muchos caballos al no poderlos
transportar. Esto indicaría cierta disposición a retornar en caso de que hubiese derrotado
a Escipión. Los generales romanos no intentaron en ningún caso detener a los dos
ejércitos de los hermanos Barca cuando se reembarcaron, de manera que todo quedaría
en manos de Escipión.
275
Coincidiendo con estos hechos se produjo la llegada a Roma desde Grecia de una
embajada de los estados aliados en la cual se informaba que Filipo V de Macedonia
había violado los tratados de paz y asolaba sus tierras al tiempo que había enviado a
África un cuerpo de 4.000 hombres bajo mando de Sópater junto con dinero, para
apoyar a los cartagineses.
276
Batalla de Zama (202 AC)
Desembarco de Aníbal en África
277
Batalla de Zama: Movimientos previos
Procuró ahora Aníbal atraerse hacia su lado a ciertas ciudades o fortalezas que,
anexionadas al reino de Masinisa, interesaban al cartaginés por su situación estratégica.
De esta forma algunas poblaciones se pasaron voluntariamente a los cartagineses y
otras, como Narce (situación desconocida), fueron conquistadas a la fuerza o mediante
estratagemas.
278
Partió y se dirigió a atacar la númida de Masinisa para evitar que estas fuerzas se
unieran a Escipión, toma la ciudad de Narce, donde recibió la noticia de que Masinisa se
había unido a Escipión con 6.000 infantes y 6.000 jinetes númidas.
Ante la cercanía del ejército púnico, Escipión decide poner en práctica una trampa,
simulando su retirada hacia Cartago. Aníbal manda su caballería en persecución de los
romanos, produciéndose un enfrentamiento entre jinetes cerca de Zama en el que los
romanos salen victoriosos, mermando de esta manera la caballería del ejército
cartaginés.
El acceso al agua de Aníbal es pésimo, así que concertó una entrevista personal con
Escipión. Se entrevistaron solos sin escoltas, y no llegaron a ninguna conclusión.
279
Entrevista de Aníbal con Escipión antes de Zama. No creo que necesitase interpretes
como muestra la ilustración, ya que Aníbal hablaba latín perfectamente
Despliegue inicial
280
Aníbal situó en su ala izquierda 3.000 jinetes númidas mandados por Tiqueo. En el
centro situó los 37.000 infantes en 3 líneas. En el centro situó 80 elefantes que nunca
habían entrado en combate, protegidos por 2.000 infantes ligeros y honderos de
baleares, detrás tres líneas de infantería de unos 12.000 hombres cada una, la primera
estaba ocupada por ligures y galos, la segunda línea estaba formada por 4.000
macedonios y unos 8,000 cartagineses, y la tercera por 12.000 veteranos de Aníbal,
principalmente brúcios. En su ala derecha mandada por Cartalón situó 3.000 jinetes
púnicos, algunos recién reclutados y otros veteranos con caballos númidas a los que no
estaban acostumbrados.
Escipión situó en su ala derecha la caballería númida (6.000) mandada por Masinisa. En
el centro situó 4 legiones (dos romanas y 2 aliadas) alrededor de 16.000 legionarios, a
ambos lados situó 7.000 auxiliares, delante colocó 6.000 vélites e infantería ligera, así
como los músicos con cuernos y trompetas para ahuyentar los elefantes. En su ala
derecha situó 2.700 jinetes itálicos bajo el mando de Cayo Lelio.
Los manípulos romanos no se colocaron a tresbolillo, sino unos detrás de otros para
dejar pasillos por los que pasaran los elefantes cuando rompieran la formación. El acies
de triarios se situó más a retaguardia de lo normal para evitar los elefantes.
Con ambos ejércitos frente a frente, los romanos soplaron los cuernos de batalla. Cundió
el nerviosismo entre algunos de los elefantes – pues habían sido capturados
281
recientemente -, que retrocedieron en estampida contra la propia caballería númida de
Tiqueo, creando un gran desorden.
La batalla se puede dividir en tres fases: fase 1: la carga de los elefantes y la carga de las
caballerías, fase 2: Lucha en el centro fase 3: ataque de la caballería a la retaguardia de
Aníbal.
Los elefantes apoyados por la infantería ligera, cargaron contra los vélites y músicos,
que con el fragor de las trompas y cuernos, aterrorizaron a los elefantes, algunos guías o
mahouts fueron matados por los vélites infantería romana, quedando sin control, sobre
todo en el flanco izquierdo, que al huir del campo de batalla, Los jinetes de Masinisa
que estaban acostumbrados a los elefantes, les lanzaron armas arrojadizas desde sus
monturas. Otros elefantes retrocedieron y fueron matados por sus guías, los elefantes
que no retrocedieron, empujaron a los vélites que se replegaron por los pasillos,
atacándolos desde los flancos con lanzas, muchos murieron y otros pasaron por los
pasillos sin causar bajas.
282
Batalla de Zama 19 de octubre de 202 AC: Primera fase. Carga de los elefantes
Los jinetes de Masinisa persiguieron a los elefantes, algunos de los cuales fueron contra
la caballería númida de Tiqueo, aprovechando este momento de confusión para cargar.
En el otro flanco, la caballería de Lelio con fuerzas similares, atacó a la caballería de
Cartalón.
283
Batalla de Zama 202 AC. Carga de los elefantes de Aníbal que son atacados por los
vélites romanos, unos pasan entre las filas romanas sin causar daño, otros son muertos y
otros retroceden contra las lineas púnicas. Autor Peter Dennis
284
285
Batalla de Zama 202 AC (5). Carga de los elefantes de Aníbal que son atacados por los
vélites romanos,
unos pasan entre las filas romanas sin causar daño, otros son muertos y otros retroceden
contra las
lineas púnicas. Autor Peter Dennis
Batalla de Zama 202 AC (1): Los elefantes cartaginesas se vuelven contra la propia
caballería cartaginesa. Autor Giuseppe Rava
286
Batalla de Zama 202 AC (2). Romanos atacando a los elefantes. Autor Angus McBride
287
Batalla de Zama 202 AC (4). Autor Brian Palmer
La primera línea púnica, se lanzó contra la los hastati, primero se arrojaron las jabalinas
mutuamente y luego el forcejeo cuerpo a cuerpo, al principio pareció llevar la ventaja
Aníbal, que hizo retroceder a los hastati y aliados, estos apoyados por los príncipes
iniciaron el contraataque antes de que llegara el apoyo de la segunda línea púnica, La
primera línea retrocede y se tiene que replegar por los flancos, en algunos lugares del
centro llegan a producirse combates fraticidas entre los que retroceden y los
componentes de dicha segunda línea. Esto provocó un alargamiento de la segunda
línea, aunque parte de los que se replegaban huyeron y otros se reagruparon en una
colina cercana.
288
Escipión mandó retroceder las líneas para reorganizarse, mandó que los príncipes
avanzaran y los hastati pasasen a los flancos una vez rebasados, lanzando una nueva
289
ofensiva. Tal fue la embestida que el campo se hallaba cubierto de cadáveres y heridos,
Escipión mando que éstos fuesen transportados a retaguardia, cargando de nuevo con
los príncipes y aliados y hastati, de modo que la segunda línea púnica comenzó a
retroceder.
290
291
Batalla de Zama 202 AC (6). Choque entre príncipes y la segunda línea de Aníbal,
compuesta por ciudadanos cartagineses y libios, que resultaron fácilmente derrotados
por los legionarios. Autor Peter Dennis.
Aníbal ordenó que la tercera línea de veteranos de Italia, avanzase, y los restos de la
segunda fila fuese a los flancos, comenzando de nuevo a ganar terreno. Escipión
respondió de igual manera, hace avanzar a los triari, y los príncipes se repliegan a los
flancos, para compensar el alargamiento de la línea, reanudándose de nuevo el ataque.
292
Batalla de Zama 16 de octubre de 202 AC: Tercera fase el regreso de la caballería
293
Batalla de Zama 202 AC (5). Secuelas de la batalla. Un oficial cartaginés posiblemente
del Batallón Sagrado junto a un centurión piceno y un centurión etrusco después de una
batalla. Autor Giuseppe Rava
Vermina, hijo de Sífax, llegó en socorro de los cartagineses con una fuerza de caballería
y algo de infantería. Escipión se dirigió a interceptarlo con la totalidad de su caballería y
una parte de su infantería. Lo atacó sobre la marcha matando a 15.000 hombres y
capturando a 1.200 infantes y 150 jinetes. Vermina logró huir.
Escipión no marchó contra Cartago, sino que hizo una generosa oferta de paz por la cual
Cartago entregaría todos los buques de guerra y elefantes, se comprometería a no entrar
en ninguna otra guerra sin permiso de Roma, Masinisa sería instalado en su antiguo
reino, y pagarían una indemnización de 10.000 talentos de plata en 50 años.
Aníbal sabiendo que iba a ser entregado a los romanos, huyó y vivió 19 años más
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Tercera Guerra Púnica (151 – 146 AC)
Antecedentes
Cartago tras ser derrotada en la Segunda Guerra Púnica, cumplió el tratado y procuró
rehacer su economía apoyándose en el comercio por mar y en una importante expansión
de la agricultura, lo que despertó recelos en Roma.
Por eso, cuando Marco Porcio Catón el Viejo visitó Cartago en el año 152 AC, creyó
que iba a encontrar una diminuta y mísera ciudad situada en una península africana:
nada más lejos que la realidad. Los cartagineses, no pudiendo emplear su dinero en
guerras, y con una enorme capacidad comercial, habían hecho de su urbe una ciudad
esplendorosa, sobre todo comparándolo con el inmenso barrio de chozas que era Roma
en esa época de su historia. Ante esta situación, Catón volvió a Roma bramando contra
Cartago, diciendo que si dejaban que ésta se recuperase, volvería a entablar una guerra
contra Roma, y que por tanto, y por razones de seguridad, Cartago debía ser destruida.
La competencia comercial que representaba Cartago para Roma, sobre todo para la
aristocracia latifundista de Campania en cuanto al comercio de vinos e higos, lo cual
motivó a que ésta apoyara a Catón. Otro factor fue sin duda la explosión demográfica
sufrida en ese momento por la población romana, lo cual ejerció una fuerte presión para
conseguir nuevas fuentes de alimentación, como las fértiles tierras del actual Túnez.
Ya solo faltaba una excusa para iniciar las operaciones.
La ocasión la proporcionaron los ataques del rey númida Masinisa, que hostigaba a los
cartagineses que no podían defenderse, ya que necesitaban el permiso de Roma para
hacerlo, y los latinos hacían siempre la vista gorda.
Los púnicos enviaron una expedición militar al mando de Asdrúbal el Beotarca que al
mando de cerca de 25.000 infantes y 400 jinetes ciudadanos, marchó contra Masinisa.
Asasis y Suba, lugartenientes de Masinisa, se pasaron a su bando con 6.000 jinetes
cuando estaban cerca, a causa de algunas diferencias con los hijos del rey. Asdrúbal,
animado con estas tropas de refuerzo aproximó su campamento al enemigo obteniendo
una ligera ventaja en diversas escaramuzas.
Masinisa, con la intención de tenderle una emboscada, se retira poco a poco para dar la
impresión de que estaba huyendo. Este repliegue lo efectúa hasta llegar a una gran
llanura desierta, rodeada por todos lados de colinas y precipicios. Luego retrocede y fija
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su campamento en campo abierto; Asdrúbal, por su parte, ocupa las colinas al
considerarlas una posición más sólida. Ambos contendientes se dispusieron a entablar
combate al día siguiente.
La batalla se prolongó durante todo el día sufriendo numerosas bajas en ambos bandos.
Al caer la noche cesaron los combates con cierta ventaja de Masinisa. Al regresar del
campo de batalla se encontró con Escipión al que recibió con cordialidad debido a la
gran amistad que había tenido con su abuelo. Al enterarse los cartagineses de la
presencia de Escipión en el campamento númida le pidieron que gestionara una
reconciliación con Masinisa. Se conciertó una tregua en la que se reunieron ambas
partes. La propuesta cartaginesa era la cesión de la ciudad de Emporión y el pago
inmediato de 200 talentos de plata y 800 en un plazo posterior. Pero cuando el rey
solicitó la devolución de los desertores (las tropas de Asasis y Suba) los cartagineses se
levantaron de la mesa de negociaciones sin mediar palabra.
Masinisa rodeó con un foso la colina en la que estaba el campamento cartaginés con el
objetivo de cortar la entrada de suministros; las zonas en las que se hubieran podido
conseguir estaban muy alejadas de la región a la que el númida los había atraído, tanto
que el rey a duras penas había logrado acarrear hasta allí un poco de alimento desde
gran distancia.
Asdrúbal, estudiando la situación, pensaba que podía abrir una brecha en el cerco con su
ejército, relativamente intacto por el momento. Sin embargo, después de hacer un
recuento de las provisiones se dio cuenta que tiene más que Masinisa y que podía
aguantar más tiempo; decidiendo mantenerse a la espera de un ataque precipitado por
parte del rey. Por otro lado, había recibido noticias de que una delegación romana se
encontraba en camino con el objeto de establecer una paz negociada. Lo que Asdrúbal
ignoraba era que los embajadores romanos llevaban órdenes de que si Masinisa
resultaba vencido, entonces debían arbitrar para resolver las diferencias pero si tenía
ventaja en los combates debían espolearlo más.
La mayor parte del ejército púnico pereció de hambre y los demás, al no ver esperanza
alguna de salvación acordaron entregar los desertores a Masinisa, pagarle 5.000 talentos
de plata en un plazo de 50 años y acoger de nuevo a sus desterrados en contra de sus
juramentos.
Hechos los acuerdos, los cartagineses comenzaron a salir por una única puerta de uno en
uno portando únicamente una túnica. Es entonces cuando Gulussa, irritado por la
persecución que había sufrido no mucho antes, ya sea con el consentimiento de su padre
o por propia iniciativa, envía contra ellos un cuerpo de jinetes numidas, los cuales
empezaron a perseguirlos por todos lados.
De los 58.000 hombres que formaban el ejército (a los 25.400 iniciales que salieron de
la ciudad hay que añadirle los que luego se fueron sumando a las filas cartaginesas) muy
pocos consiguieron regresar a Cartago, entre ellos Asdrúbal y unos cuantos nobles.
Después de sufrir el desastre militar a manos de Masinisa y por temor a que Roma
tuviera un pretexto para la guerra, los cartagineses condenaron a muerte a Asdrúbal
(aunque no lograron ejecutarlo) y a Cartalón, así como a todos los comandantes que
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estuvieron implicados en el ataque a Masinisa, y a los principales miembros del partido
militar.
Creyendo que de esta manera apaciguarían a los romanos, se envió una embajada para
acusar a estos hombres y al propio Masinisa de haber llegado a un conflicto armado. Sin
embargo, cuando uno de los senadores preguntó a los embajadores por qué no habían
condenado a los culpables al comenzar el ataque a las tropas númidas en lugar de
hacerlo tras la derrota, y por qué no les habían enviado embajadores antes, en vez de
hacerlo ahora, no supieron dar respuesta.
El ejército romano con más de 80.000 infantes y 4.000 jinetes desembarcó en Útica. Los
cónsules exigieron la entrega de toda la flota y armas de asedio de la ciudad, lo que
cumplió inmediatamente. Los púnicos entregaron 200.000 equipos individuales para
soldados y 2.000 catapultas y ballestas. Pero cuando se dio como nueva exigencia el
traslado de la ciudad fenicia a 15,4 km (80 estadios) tierra adentro y la destrucción de su
antigua localización. Los cartagineses se negaron, ya que significaba perder su dominio
marítimo y comercial junto con su identidad cultural, lo que dio comienzo al asedio.
Gracias a esto, los cartagineses pudieron prepararse para resistir el asedio; fabricaron
armas y armaduras día y noche utilizando de cualquier metal disponible, incluso de los
collares de las mujeres; construyendo máquinas de guerra (cuyas cuerdas se prepararon
con cabellos donados por las mujeres); se liberaron esclavos para aumentar el número
de defensores; se reforzaron las murallas de la ciudad y se almacenaron un gran
cantidad de provisiones. Mientras que la ciudad se armaba con todo lo que tenían a
mano, Asdrúbal, que después de su condena a muerte consiguió escapar y formar un
ejército propio que ocupaba casi todo el territorio cartaginés, fue amnistiado y se le
imploró que ayudara a la ciudad, lo que aceptó de inmediato. Increíblemente los
romanos continuaron sin actuar y cuando finalmente intentaron asaltar la ciudad se
dieron cuenta que esta estaba totalmente lista para defenderse, lo que quedó
comprobado cuando intentaron asaltar la urbe y fueron rechazados.
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Los cartagineses habían formado un ejército de 40.000 soldados y 25.000 milicianos y
1.000 jinetes.
El asedio
Los dos cónsules deciden efectuar un asalto a los muros de la ciudad. Las tropas de
Manilio consiguen derribar a duras penas una zona fortificada situada delante de la
muralla, siendo repelido desde lo alto de la misma por el lanzamiento de gran cantidad
de proyectiles, por lo que se replantea volver a intentar el asalto den el mismo sitio.
Censorino rellenó una zona de la laguna con la intención de hacerla más ancha y poder
pasar dos grandes arietes arrastrados por los soldados y por las tropas de la flota. Esta
vez si que se consigue abatir parte de la muralla, pero al intentar pasar, sus tropas fueron
rechazadas. Durante la noche, los cartagineses se pusieron a la tarea de reconstruir las
partes demolidas. Sin embargo, como al llegar el día las obras no iban a estar
terminadas y temiendo que los romanos derribaran más muralla a lo largo de la jornada,
hicieron una salida con la intención de prender fuego a las máquinas romanas. Lograron
destruir algunas e inutilizar otras muchas, tras lo cual se retiraron al interior de la
ciudad.
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Asedio de Cartago por los romanos. Censorino consigue romper parte de la muralla,
pero los púnicos consiguen reconstruirlas. Se puede apreciar la bocana del puerto y al
fondo la colina de Birsa. Juego Total War Rome II
Manilio tomó la decisión volver a atacar por la parte de la muralla que había sido
derribada y no reconstruida aún por completo. En el interior podían observar un espacio
abierto apto para el combate en cuyo frente los cartagineses habían colocado hombres
armados y, detrás, estaban dispuestos los que no tenían armas y portaban palos y
piedras; consiguió avanzar hacia el interior de Megara (área rural que rodeaba la ciudad
de Cartago) pero una vez superadas las murallas los legionarios fueron rechazados por
los defensores.
Sin embargo, Escipión Emiliano, que por este tiempo era tribuno militar, se quedó atrás
y dividió en varios grupos a sus tropas a intervalos a lo largo de la muralla sin dejarlas
entrar en la ciudad. Cuando los que habían entrado fueron rechazados, Escipión ordenó
a sus tropas proteger y cubrir la retirada logrando salvar a los que salían huyendo.
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cartagineses (barcos cargados de material explosivo o inflamable) que tuvieron un
efecto demoledor en la desordenada flota romana que no esperaba un ataque en el mar.
Sumado a esto, en el sector oeste de las murallas que rodeaban Megara, los cartagineses
salieron y atacaron el campamento de Manilio, usando planchas de madera para evitar el
foso del campamento, y pillaron desprevenidos a los defensores. En el campamento
cundió el pánico pero la intervención del joven tribuno Escipión Emiliano que salió con
su caballería por la puerta opuesta y ataco por retaguardia a los atacantes, obligándoles a
retirarse, evitando la aniquilación del ejército romano. Gracias a esta acción, Escipión se
ganó una corona gramínea, la máxima condecoración militar del ejército romano.
Al no poder tomar la ciudad, los romanos emprendieron una serie de ataques a las
ciudades cercanas que brindaban apoyo a Cartago. Las expediciones estaban mandadas
por los tribunos militares en turnos rotatorios.
Cuando las tropas de Manio Manilio vadearon el río, Asdrúbal cayó sobre sobre los
romanos. Se desencadenó un combate en el que ambos bandos sufrieron un número
elevado de bajas. Los cartagineses se retiraron y alcanzaron su posición fortificada a la
espera de que los romanos se pusieran en movimiento y poder volver a atacarlos. Manio
Manilio, arrepentido de su imprudencia al no construir un campamento, ordenó que el
ejército se retirase en formación hasta el río, pero dada la dificultad de cruzarlo de
nuevo tuvieron que romper la formación debido a que había pocos vados y eran
estrechos. Al ver esto, Asdrúbal lanzó un rápido ataque logrando dar muerte a multitud
de romanos, los cuales huían sin defenderse. En el campo quedaron tres de los tribunos
militares que habían apoyado el combate.
Escipión, en compañía de 300 jinetes y de todos cuantos pudo reunir, tras dividirlos en
dos cuerpos, se dispuso a cubrir la huida. Escipión cargó contra los cartagineses que
estaban atacando a los que cruzaban el río, y estos abandonaron la persecución para
hacerle frente.
Cuando cruzó todo el ejército, se dieron cuenta de que cuatro cohortes que habían
buscado refugio en una colina, estaban siendo sitiados por Asdrúbal. Decidieron
abandonarlos a su suerte, pero Escipión con su caballería, volvió a cruzar el río, dividió
las fuerzas en dos grupos y les atacó por dos frentes, los sitiadores abandonaron el cerco
y huyeron. Por esta acción fue condecorado con la corona obsidionalis.
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Finalmente entró un nuevo personaje en escena, Gulusa, el segundo hijo legítimo de
Masinisa, que se unió a los romanos con más de 2.000 jinetes númidas. Además,
Himilcón Fameas y su caballería se pasaron también al bando romano.
Nuevamente se intentaron tomar las ciudades costeras aliadas de Cartago, aunque esto
no dio resultado. Además, unos 800 jinetes de Gulusa se pasaron al bando cartaginés y
se enviaron emisarios incluso a Andrisco, un rebelde macedonio que se había hecho
pasar por el hijo de Perseo de Macedonia y se había levantado en armas contra los
romanos.
En estos dos años de guerra, a los romanos les resultó imposible tomar Cartago, pues
contaba con enormes recursos, sólidas fortificaciones y un gran ejército que impedía su
aislamiento total, continuando esta su actividad comercial por vía marítima. Como el
asedio se prolongaba, los comandantes romanos decidieron permitir la entrada en su
campamento de “elementos de distracción”: prostitutas, comerciantes, etc, lo que
provocó un relajamiento de la disciplina militar.
Finalmente entre los dirigentes romanos, molestos por la duración y poco éxito del
asedio decidieron nombrar al nieto adoptivo de Escipión el Africano, Publio Cornelio
Escipión Emiliano, cónsul y comandante supremo del ejército romano en África, en el
año 147 AC, a pesar de no tener la edad requerida para ostentar el cargo de cónsul. Su
capacidad quedó demostrada cuando resolvió el problema en la sucesión de Masinisa,
dividiendo el poder entre sus tres herederos.
Cuando Escipión Emiliano tomó el mando lo primero que hizo fe expulsar a los civiles
del campamento romano, como las prostitutas y comerciantes, imponiendo de nuevo
una dura disciplina.
La primera intervención del nuevo cónsul sería para salvar el pellejo de Mancino, el
legado del anterior cónsul que quedó atrapado en la costa. Escipión embarcó con unos
pocos centenares de soldados e improvisó una flota. Dio órdenes de subir a cubierta a
todos los hombres y de esta forma los cartagineses creyeron que se trataba de un gran
contingente de refresco y se retiraron, de esta forma se pudo retirar Mancino y Escipión
volvió a su tarea de asediar la ciudad.
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Asedio de Cartago. Escipión desembarca con un grupo de legionarios, salvando a
Mancino que estaba atrapado en la costa por los púnicos. Autor Mariusz Kozik. Juego
Total War Rome II
Asalto a Megara
Una vez que el ejército estuvo dispuesto a seguir la disciplina y cumplir las órdenes,
Escipión planeó un ataque nocturno contra el suburbio de Megara por dos lugares
diferentes. Envió a una parte de sus tropas dando un rodeo hacia un extremo de la
muralla mientras que él avanzó unos 20 estadios (cerca de 3,5 Km.) directamente contra
el otro lado con hachas, escalas y palancas en total silencio. Cuando se hallaba bastante
cerca del punto elegido para el asalto, fue descubierto produciéndose un griterío en la
muralla.
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En este asalto contra la muralla, Escipión, a pesar de intentar tomarla, no lo consiguió
pero envió a varios soldados a una torre abandonada que estaba fuera de la muralla y era
de igual altura que ésta. Desde la torre, los romanos lograron hacer retroceder con sus
jabalinas a los defensores y colocaron planchas de madera desde su posición hasta el
muro; pasaron a través de ellas, bajaron a Megara y rompieron una puerta por la que
penetró Escipión con 4.000 hombres. El cónsul y una legión de refresco se atrincheraron
en las pequeñas edificaciones de Megara, a la espera de un contraataque cartaginés.
Pero dicho contraataque no llegó porque cundió el pánico y todos los defensores de
Megara y de las murallas exteriores corrieron hacia las murallas de Cartago.
Al amanecer, Asdrúbal, enfadado por el ataque contra Megara, hizo que llevaran a lo
alto de la muralla a todos los prisioneros romanos que había en la ciudad. Desde aquella
zona en la que las tropas de Escipión podían ver perfectamente a sus compañeros
maniatados, Asdrúbal dio la orden:
“A unos les arrancó los ojos, la lengua, los tendones y órganos genitales con garfios de
hierro; a otros les laceró la planta de los pies, les cortó los dedos y les arrancó la piel
del cuerpo a tiras, y a todos ellos, todavía vivos, los despeñó. Con ello, pretendió
hacer imposible una reconciliación entre romanos y cartagineses. Y los enardecía de
esta manera, a fin de que tuvieran sus esperanzas de salvación sólo en la lucha”
La toma Megara privó a la ciudad de su principal fuente de alimentación ya que esta era
en su mayoría huertas y granjas que abastecían la ciudad. Escipión decidió aíslar
Cartago por tierra y mar
Escipión mandó construir fortificaciones que rodearan la ciudad de Cartago para aislarla
y evitar tanto cualquier ayuda exterior como cualquier salida de los defensores, en 20
días la rodeó con empalizada y foso con torres a intervalos regulares. Además mandó
edificar otra torre de madera de cuatro pisos sobre la torre de mayor altura de la muralla,
para tener una visión privilegiada de la misma.
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Aislamiento de Cartago mediante empalizada y foso. Escipión mandó construir un
empalizada y foso que rodearan completamente la ciudad. Escena del juego Total War
Rome II
Escipión, al darse cuenta de ello, planeó cerrarles la entrada del puerto. Para ello ordenó
la construcción de un dique hacia el interior del mar. Las obras se iniciaron desde la
franja de tierra que estaba entre la laguna y el mar, avanzando hasta la embocadura del
puerto. Para la empresa se empleó gran cantidad de enormes bloques de piedra a fin de
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resistir la fuerza de las olas. Una vez finalizado, el dique tenía una anchura de 24 pies
(poco más de 7 metros) y cuatro veces más de profundidad.
Por primera vez en el curso de la guerra, durante el invierno del año 147 AC, Cartago
estaba completamente aislada del mundo exterior, lo que provocó la rápida disminución
de sus reservas alimenticias, contribuyendo esto al brote y propagación de enfermedades
que hicieron estragos entre la población de la ciudad.
Esta acción pilló por sorpresa a los romanos que se encontraban construyendo el dique,
pero incomprensiblemente los cartagineses no atacaron. Al día siguiente volvieron a
salir pero se encontraron con la flota romana perfectamente formada. La batalla duró
varias horas y la balanza se inclinó del lado romano, la improvisada flota cartaginesa
fue completamente destrozada.
Se intentó derribar las murallas del sector del malecón, pero los defensores púnicos
salieron de noche e incendiaron las armas de asedio romanas. Tras otro intento
infructuoso, Escipión decidió atacar las murallas del interior. Se tomó la decisión de no
atacar frontalmente las murallas interiores sino dejar pasar el tiempo, un tiempo que
cada vez juega más en contra de los hambrientos defensores.
Asalto final
Al llegar la primavera del año 146 AC, la población cartaginesa estaba tan debilitada
por el hambre y las enfermedades que los romanos decidieron que había llegado el
momento de asaltar la ciudad.
Los romanos penetraron por el puerto civil derribando parte de las murallas mediante
una grieta hecha por uno de sus arietes, Asdrúbal mando incendiar el puerto civil,
replegándose al puerto militar. Cayo Lelio Sapiens, el segundo de Escipión, atacó las
murallas del puerto militar y consiguió penetrar con escalas y construyendo una torre de
asalto en la muralla, una vez tomado el puerto consiguieron entrar en la ciudad pese a la
fuerte resistencia de los ciudadanos. Después de tomar las murallas los legionarios
ocuparon el ágora de la ciudad donde pasaron la primera noche, los cartagineses estaban
demasiado debilitados como para contraatacar.
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Asalto y destrucción de Cartago, se realizó calle por calle, casa por casa y habitación
por habitación.
Tras entrar en la ciudad, los romanos fueron recibidos por una verdadera lluvia de
lanzas, piedras, flechas, espadas e incluso tejas que lanzaban desde los tejados de sus
casas, hay que tener en cuenta que las viviendas tenían seis plantas. En una batalla
alucinante que recuerda Stalingrado, los cartagineses defendieron cada casa, cada
planta, cada habitación hasta el final. Los supervivientes escalaban a las azoteas para
arrojarles las tejas a los romanos que avanzaban por las calles. Los romanos subieron a
las azoteas y desalojaron a los defensores cruzando de vivienda en vivienda con
tablones como puentes.
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Asalto de Cartago, Los romanos utilizan tablones como puentes para pasar de un tejado
a otro. Autor Steve Noon
Las calles se cubrieron con montañas de cadáveres y fue necesario que se formaran
brigadas de legionarios para arrastrarlos con ganchos y sacarlos de allí. Las fosas
comunes encontradas demuestran la fiereza de los combates en estas tres calles, Apiano
cuenta que los romanos lanzaban a las fosas a muertos y vivos por igual. Estas fosas,
descubiertas por el padre Delattre, son un testimonio del infierno en el que se convirtió
Cartago.
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ruinas o pasando por los techos de las casas y los edificios. Las tropas de Escipión
arrancaron las placas de oro de los templos sumando todo esto a una gran destrucción.
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Asalto final de Cartago. La mujer de Asdrúbal y sus hijos antes de arrojarse al fuego
desde el templo de Eshmún (Esculapio para los romanos)
Una vez esto ocurrió, el flemático Escipión Emiliano comenzó a llorar, y gritó en griego
una frase de la Ilíada (libro IV): ”Llegará un día en que Ilión, la ciudad santa,
perecerá, en que perecerán Príamo y su pueblo, hábil en el manejo de la lanza”.
Cuando el historiador griego Polibio le pregunto por qué había recitado aquellos versos
el general romano le contesto: ”Temo que algún día alguien habrá de citarlos viendo
arder Roma”.
Destrucción de la ciudad
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senadores eran partidarios de que la ciudad se conservase, pero la mayor parte de la
comisión se puso de parte de la opinión de que fuese destruida, seguramente aún bajo la
influencia de los deseos del ya fallecido Catón. Por tanto, la historia oficial afirma que
Escipión ordenó a las legiones destruir totalmente la ciudad hasta los cimientos, primero
la prendieron fuego y ardió durante diez días y las llamas dejaron paso a la destrucción
sistemática de los romanos, hizo que un arado marcara surcos sobre el terreno durante
17 días, y que después ese terreno fuera sembrado con sal (esto puede que no sea real).
Las demás ciudades del norte de África que apoyaron a Cartago en todo momento
corrieron la misma suerte. Las que se rindieron desde el comienzo de la guerra, como
Útica, fueron declaradas libres y conservaron sus territorios. Las antiguas posesiones de
Cartago constituyeron la nueva provincia romana de África, descontando algunos
territorios entregados a los hijos de Masinisa como premio por su ayuda a Roma durante
la guerra.
En total, los romanos destruyeron cinco ciudades africanas de cultura púnica aliadas de
Cartago. Las antiguas posesiones de Cartago constituyeron la nueva provincia romana
de África, con capital en Útica, entregando algunos territorios a Masinisa por su ayuda a
Roma durante la guerra.
Resurrección de Cartago
Cartago permaneció en ruinas, pero fue reconstruida por el emperador romano Octavio
Augusto, siguiendo una idea de su padre adoptivo Julio César, que le vino de un sueño.
En el siglo II hubo incluso un emperador, Septimio Severo, que procedía de las
cercanías de Cartago (específicamente de Leptis Magna), y hablaba el latín con un
fuerte acento púnico. Cartago, que durante el Imperio fue una de las ciudades más
esplendorosas del mundo romano, sobrevivió hasta el siglo VII, cuando fue destruida de
nuevo por la invasión árabe del norte de África. Actualmente, Cartago es un suburbio
residencial de la ciudad de Túnez, capital de la república norteafricana del mismo
nombre.
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