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PRÓLOGO

Luego del fin de «Crónicas The Division» un relato ba-


sado en el videojuego de Tom Clancy’s The Division,
donde pudimos ser testigos de las peripecias de los
agentes que diariamente recorrían las calles de Nueva
York, para llevar el orden y control a una ciudad sin
ley, les presentamos la continuación de su historia, esta
vez en Washington D.C., una ciudad arrasada por el vi-
rus del dólar y sumergida en continuos enfrentamien-
tos entre facciones nacidas tras el brote; nuevamente
militares renegados fuertemente armados, carroñeros y
otros enemigos harán que nuestros protagonistas se
jueguen el pellejo en las calurosas calles de la capital
para intentar salvaguardar a los miles de ciudadanos
atrapados bajo el fuego cruzado.

«Crónicas The Division 2» te invita a conocer las nue-


vas aventuras y desventuras que vivirán aquellos que
un día juraron defender nuestra forma de vida y acabar
con cualquier enemigo que amenace acabar con nuestra
tan preciada democracia.

Acompáñanos a conocer los primeros pasos de tus per-


sonajes favoritos en una nueva ciudad, con nuevos re-
tos y amenazas que descubrir y todo desde la aguda
perspectiva de un Gamer; así que, limpia tus armas,
equípate y prepárate para enfrentar tus propios mie-
dos.
CAPÍTULO 3

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 1


I PARTE
BÚSCANDO VENGANZA
Lloyd y García acompañaron el traslado de los
cuerpos de los agentes caídos hasta la Casa Blanca,
fuera los esperaban Kelso y Ortega, tras ellos To-
rres y Rojas con los cadáveres del resto de víctimas.
Los cuerpos fueron llevados al interior de la base,
donde García retiró la máscara que tenía en la
mano el agente Dante, no recordaba habérsela
visto a él, pero si recordaba haberla visto en otro
lugar, se dirigió lentamente al comedor donde lo
esperaban los demás agentes, se sentó junto a
Lloyd y volvió a levantarse al instante con los ojos
muy abiertos y los puños apretados.

—¡El maldito estuvo aquí! —gritó García y


salió corriendo del comedor.

Lloyd y los demás lo siguieron rápidamente hasta


llegar a la sala de monitoreo, allí le indicó a la ope-
radora que revisara las grabaciones de las cámaras
de seguridad del exterior e interior de la base del
mismo día, la operadora obedeció mostrando las
imágenes en una pantalla de ordenador.

—¡Allí! —señaló García —ese es él.


—¿Es quién? —preguntó Lloyd
—Keener —respondió García —el de la más-
cara es Keener y ha estado aquí mismo.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 2
La operadora siguió los avances del sujeto que se-
ñaló García durante todo su trayecto en la base, lo
vieron entrar y saludar, luego ingresar a la sala de
servidores donde conectó su reloj a ISAC, luego
subir tras Kelso y salir rápidamente pasados unos
minutos.

—Ahí debe haber escuchado sobre la cara-


vana —dijo Lloyd —por eso salió tan rápido.
—Por favor —pidió García a la operadora —
busque en los respaldos de vigilancia desde hace
unas tres semanas atrás a este sujeto y si lo encuen-
tra me avisa.
—Ok —contestó la operadora poniéndose
manos a la obra.

Luego de ello García les dijo a sus agentes que fue-


ran a descansar mientras él se dirigía a entrevis-
tarse con Kelso para ponerla al corriente de la si-
tuación. Al llegar a la segunda planta, golpeó la
puerta de la oficina de Ortega e ingresó, en el lugar
se encontraba Kelso con cara de pocos amigos y Or-
tega apoyado en su mapa, mirando fijamente un
punto en él.

—Sheriff —dijo Ortega —que bueno que vi-


niste, necesitamos de tu punto de vista.
—Discúlpenme, pero vengo a hablar de otro
asunto y es bastante grave —cortó García

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 3


—¿Qué podría ser más grave que la muerte de
nuestra gente? —dijo Kelso
—Precisamente de eso se trata, acabamos de
descubrir que Keener ha visitado la Casa Blanca y
al parecer en varias oportunidades —contestó Gar-
cía.
—¡Eso es imposible! —gritó Kelso —todo el
mundo sabe quién es Keener, no habría pasado del
primer perímetro.
—Se vistió y equipó como uno de nosotros,
para cubrir su rostro usó una máscara, la misma
que dejó en manos de Dante —dijo García —así fue
como consiguió entrar.
—Pero ¿qué buscaba exactamente? —pre-
guntó Ortega.
—Solo sabemos que tuvo acceso a los servido-
res de ISAC y que aquí averiguó lo del traslado de
Dante —contestó García —vimos las grabaciones
de seguridad.
—¡Maldito desgraciado! —gritó Kelso dando
un puñetazo en la pared, en el instante en que gol-
peaban la puerta e ingresaba la operadora de cáma-
ras.
—Agente García aquí están todas las imáge-
nes en las que se ve al tipo de la máscara, además
hay un registro de las veces que se utilizó la identi-
dad del agente Lee Smith para ingresar al servidor
de ISAC.
—Cuándo fue la primera vez que ingresó —
preguntó Ortega.
—Hace dos semanas, también fue la primera
vez que se accedió a ISAC con la identificación del
agente Smith.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 4
—Gracias —dijo García, despidiendo a la ope-
radora —las fechas coinciden con nuestra propia
llegada a la ciudad.
—¿Podemos saber que sacó de ISAC? —pre-
guntó Kelso
—Sí, ya lo comprobé —contestó García —solo
actualizó sus datos, de esa forma tiene la misma in-
formación que nosotros.
—Hay que bloquear el acceso del agente
Smith a ISAC —dijo Ortega
—No —dijo García —levantando la mano de-
recha en un ademán y señalando su reloj con el ín-
dice izquierdo—vamos a utilizar su propia estrate-
gia para llegar a él.
—¡Es verdad! —dijo Kelso —si está activo, po-
demos rastrearlo.
—Si logramos cazar a Keener —dijo Ortega —
bastaría para levantar la moral de nuestros hom-
bres, las muertes de sus compañeros ha sido un
gran golpe.
—Bueno, ya tenemos un plan de acción —dijo
García —¿Y cuál era la consulta a mi punto de
vista?
—Ah, eso —contestó Kelso —antes de que nos
dijeras que Keener había estado aquí, discutíamos
la poca cobertura que tiene en estos momentos
ISAC.
—Eso se debe a los Hijos Verdaderos —aña-
dió Ortega
—¿Hijos Verdaderos? —preguntó García
—Sí, son un grupo de soldados rebeldes que
se hacen llamar así —contestó Kelso —liderados

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 5


por el General Ridgeway de la JTF, fueron los en-
cargados de la contención en la Isla Roosevelt,
cuando la situación comenzó a desmoronarse op-
taron por la supervivencia del más fuerte y esos
eran ellos, se sublevaron y mataron a muchísima
gente, luego de un tiempo expandieron sus opera-
ciones también a la ciudad.
—Ahora tienen el control del Museo View-
Point —añadió Ortega —y desde allí están emi-
tiendo una señal disruptora que evita que ISAC
pueda estar 100% operativo.
—Hay que ir y destruir los dispositivos inhi-
bidores de señal y de paso eliminar a todos los
enemigos que se pueda —dijo Kelso.
—Ok, y entiendo que mi equipo fue el elegido
para llevar a cabo la misión ¿o me equivoco? —dijo
García.

Terminada la discusión relativa a la nueva misión,


García se dirigió a las barracas para descansar un
poco, Kelso se haría cargo de monitorear la señal
de Keener y cuando activara su reloj lo podrían ras-
trear, pero esto no sería posible hasta que elimina-
ran los inhibidores de señal del museo.

A primera hora de la mañana siguiente, García


reunió a su equipo y les explicó la misión que les
habían encomendado, todos se mostraron en
desacuerdo porque lo que querían era cazar a Kee-
ner y cobrar venganza por la muerte de los agentes,
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 6
García se vio en la obligación de imponer su auto-
ridad y desechar sus reclamos, les explicó que él
también quería venganza, pero mientras la señal de
ISAC no tuviera más intensidad sería imposible
rastrear a Keener de la forma que habían planeado
y la única forma de obtener esa potencia era cum-
plir con la misión encomendada. Cuando los áni-
mos se calmaron, García les dio a conocer el plan
de acción para afrontar la misión, el Museo View
Point no es otra cosa que un área dedicada a las co-
municaciones, específicamente a los noticieros,
ubicado en el Triángulo Federal, en la 6ta. con
Pennsylvania, era un edificio pequeño de cinco
plantas con su respectivo estacionamiento subte-
rráneo, en donde se exhibía la historia y aparatos
utilizados para las emisiones de radio y televisión.

Con los datos cargados en ISAC, los agentes se di-


rigieron a hablar con el intendente para obtener
munición y renovar sus gadgets, una vez hecho
esto García y Lloyd se encaminaron a la oficina de
Ortega para entrevistarse con él y Kelso y recibir
las últimas instrucciones de la misión. Los últimos
datos de inteligencia obtenidos indicaban que los
hijos verdaderos tenían tres inhibidores de señal en
el techo del edificio por lo cual la prioridad era su
destrucción, además de limpiar de enemigos el edi-
ficio. Este era el primer enfrentamiento entre los
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agentes y los Hijos Verdaderos, hasta el momento
solo se habían visto enfrentados a los denominados
Hienas, pero sabían de una tercera facción que do-
minaba amplio territorio en la ciudad. Cómo lo ha-
bía explicado Kelso, esta facción no tenía nada que
envidiarle a los LMB de Nueva York, eran soldados
entrenados y con tácticas aprendidas en base a in-
tensos entrenamientos, no sería fácil sorprenderlos
ni menos aún derrotarlos, pero a lo largo de esta
ardua lucha por la recuperación de la ciudad, ha-
bían aprendido a lidiar con todo tipo de enemigos.

García y Lloyd se despidieron y salieron a encon-


trarse con su equipo a las afueras de la Casa Blanca,
Torres y Rojas ya habían recopilado lo necesario y
estaban listos para emprender el camino al Museo,
salieron por la puerta oeste de la base poniendo
rumbo a su destino, donde esperaban dar un paso
más en la recuperación de la Capital.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 8


II PARTE
LOS DISRUPTORES
El Museo View Point era un edificio vetusto, de-
rruido y descuidado, más aún teniendo en cuenta
las actuales circunstancias; cuando los agentes lle-
garon a sus cercanías pudieron observar que los
soldados habían levantado barricadas y puesto un
par de nidos de ametralladoras en la entrada al ga-
raje del edificio, además habían instalado anda-
mios en torno a su estructura para tener mejor vi-
sión de lo que sucedía a su alrededor. García sacó
sus binoculares y se puso a estudiar la ubicación de
los enemigos que custodiaban la entrada, pudo ver
a tres de ellos caminando en paralelo a la entrada,
otros dos tras una grúa estacionada en el lugar y
otros dos en la estructura que rodeaba el edificio.

García hizo una seña a su equipo y comenzaron a


acercarse lentamente hasta el punto de entrada.
Aquí dispuso que Rojas y Torres subieran por la
estructura de andamios a fin de eliminar al
enemigo que estaba cerca de la ametralladora y no
darle oportunidad de usarla, él y Lloyd se lanza-
rían al ataque de frente, aprovechando las camio-
netas de TV estacionadas allí, los agentes se desli-
zaron sigilosamente por sus respectivos puntos de
ingreso hasta tomar una cobertura que permitiera

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atacar sin grandes riesgos, Lloyd tomó una gra-
nada incendiaria mientras que García apuntaba su
arma lista para responder al fuego enemigo,
cuando Rojas eliminó al enemigo de la ametralla-
dora con un certero disparo a la cabeza, los solda-
dos restantes concentraron su fuego hacia su cober-
tura, oportunidad en la que Lloyd lanzó la granada
al grupo de tres militares reunido tras la grúa, la
explosión eliminó a dos de ellos de inmediato
mientras que el tercero ardía en el mismo lugar,
García le disparó un par de tiros para evitar que
sufriera demás, mientras que Torres y Rojas se en-
cargaban de los enemigos restantes incluyendo un
par de francotiradores que no lograron entrar en
acción.

Con la entrada despejada se dirigieron a la consola


de apertura de las puertas, se levantó la cortina me-
tálica que les dio acceso al garaje del edificio, en
cuyo interior un par de camionetas de TV se encon-
traban en reparación, al costado una puerta de ac-
ceso al interior por la cual se internaron, luego de
deambular por un pasillo estrecho llegaron al co-
mienzo del museo, en este lugar había varios
enemigos reunidos alrededor de la representación
del globo terráqueo que había en el centro de la ins-
talación, García y Lloyd tomaron el pasillo derecho
y Torres y Rojas se dirigieron al de la izquierda,

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 10


una vez tomadas sus posiciones comenzaron el ata-
que, con las primeras ráfagas de los agentes varios
soldados cayeron muertos, pero cómo buena uni-
dad militar se reagruparon y comenzaron la con-
traofensiva. Por una entrada lateral a la ubicación
de los agentes aparecieron más soldados, un par de
ingenieros de combate armados con escopetas lo-
graron instalar sus torretas, por lo que el fuego
enemigo se intensificó, Torres rodeó por el pasillo
y se logró posicionar tras dos enemigos a los que
acribilló con su ametralladora ligera, mientras que
Rojas trataba de eliminar a uno de los ingenieros
con su M700, luego de un par de disparos errados
logró acertarle entre los ojos eliminándolo de inme-
diato, por el otro costado García y Lloyd se estaban
viendo sobrepasados por los enemigos, por lo que
ambos agentes corrieron en dirección a sus compa-
ñeros para apoyarlos, Lloyd vomitaba fuego con su
ametralladora ligera, mientras que García cam-
biaba el cargador de su arma principal, tres solda-
dos avanzaban disparando sus rifles de asalto, To-
rres se ubicó justo al lado de Lloyd dándole la opor-
tunidad de cambiar su cargador, mientras él man-
tenía un fuego de cobertura, Rojas se lanzó al suelo
y desde allí abatió al primer soldado del grupo,
mientras que García que ya había cambiado su car-
gador eliminaba a los otros dos restantes.

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Siguieron avanzando hasta encontrar unas puertas
dobles que los llevaron a un pasillo interior, se en-
contraron con dos soldados patrullando que no
fueron problema para los agentes, el final del pasi-
llo los llevó a un amplio lugar con diferentes alter-
nativas para subir a un segundo piso, allí varios
soldados hacían guardia, atentos a la situación,
pues los disparos los habían alertado. Los agentes
se separaron nuevamente atacando directamente a
los primeros soldados que encontraron, pero no
vieron a los dos francotiradores apostados al final
de la sala en una de las escaleras, por centímetros
una bala disparada por uno de éstos no dio en la
cabeza de Lloyd que alcanzó a lanzarse al suelo,
García sacó su rifle y tomó cobertura tras unas cajas
que había en el lugar, uno de los enemigos se lanzó
al suelo y armado con una ametralladora ligera
mantuvo un nutrido fuego de cobertura para que
sus compañeros trataran de rodear a los agentes;
Torres se ubicó a la derecha de sus compañeros
mientras que Rojas trataba de subir al segundo piso
para eliminar a los francotiradores enemigos. Los
francotiradores no dejaban avanzar a los agentes y
los soldados de abajo se mantenían muy bien para-
petados disparando sin cesar y siempre en cober-
tura, García hizo una seña a Lloyd para que lanzara
un dron explosivo en contra del soldado que estaba

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en el piso disparando, Lloyd activó su dron y lo di-
rigió a su enemigo, éste lo vio se levantó rápida-
mente pero el artefacto se pegó a él explotando so-
bre su cabeza, dos soldados que estaban en cober-
tura a su lado también se vieron afectados por la
explosión viéndose obligados a salir de su lugar
momento en el cual fueron acribillados por Lloyd.
Rojas pudo subir al segundo piso y luego de cu-
brirse tras un pilar, buscó con la mira de su rifle al
primer francotirador enemigo, vio claramente
cuando éste apuntaba a Torres por lo cual se con-
centró y disparó primero. El tiro dio de lleno en la
cabeza del soldado matándolo al instante, el se-
gundo francotirador al ver a su compañero muerto,
cambió rápidamente de cobertura por lo que Rojas
tuvo que avanzar entre los pilares a fin de encon-
trar una mejor posición, abajo García y sus compa-
ñeros avanzaban por el pasillo atentos al último
francotirador, Torres avanzó hacia una puerta do-
ble que había al final de la sala, el soldado enemigo
vio la oportunidad para eliminar a uno de los agen-
tes y asomó la cabeza para dispararle pero Rojas
estaba justo tras él, desenfundó su pistola y le des-
cerrajó tres tiros al cuerpo matándolo al instante, la
agente bajó a reunirse con sus compañeros para se-
guir avanzando. Torres interactuó con la puerta y
ésta se abrió hacia una nueva sala muy similar a la
que abandonaban, pero con múltiples pantallas en

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las paredes, nada más ingresar a la sala, cuatro sol-
dados se lanzaron al ataque lanzando granadas
contra los agentes, Rojas en un rápido movimiento
desenfundó su pistola y eliminó al primer soldado
con sendos disparos al pecho, luego se lanzó hacia
un costado para que Torres, detrás de ella, acribi-
llara al segundo de los enemigos, García al costado
derecho eliminó a los dos restantes, Lloyd por su
parte corría hacia la escalera que los conduciría al
segundo piso, al ir ascendiendo por los escalones
se percató que las ondas de los inhibidores afecta-
ban su equipamiento, se detuvo al llegar al se-
gundo piso y se cubrió tras una especie de mesón
que había en el lugar en espera de sus compañeros,
asomó la cabeza para ver cómo dos soldados salían
por las puertas del fondo en su dirección, se le-
vantó y comenzó a disparar en su contra con su
ametralladora ligera, sin percatarse que otro
enemigo lo había flanqueado por un pasillo a su es-
palda, el soldado había fijado su mira en el agente
y en el instante en que presionaba el gatillo para
efectuar su disparo, una bala le dio en la frente ha-
ciéndolo caer al piso muerto, García había efec-
tuado el disparo desde la base de la escala que los
conducía al segundo piso, corrió subiendo los esca-
lones de dos en dos al igual que sus compañeros
para unirse a Lloyd y seguir avanzando; al acer-

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carse al final de pasillo, por el otro costado se abrie-
ron dos puertas dobles por la cual salieron varios
enemigos más, uno de ellos portaba una especie de
lanzallamas con el cual apuntó directamente a To-
rres que lideraba la marcha, el soldado accionó su
aparato y lanzó una especie de espuma que rodeó
las piernas de Torres, la sustancia se solidificó al
instante impidiendo a Torres moverse de su lugar,
al ver esto, García se puso al costado del agente in-
movilizado disparando a los enemigos que tenían
en Torres un blanco fácil.

—¡Lloyd, no dejes que los soldados nos dispa-


ren! —gritó García

Lloyd corrió a posicionarse cerca de sus compañe-


ros, pero Rojas se le adelantó y poniéndose delante
de Torres accionó desde su mochila un escudo por-
tátil que cubrió por completo a ella y a sus compa-
ñeros, permitiendo a García romper con su cuchillo
la sustancia que aprisionaba a Torres. Los soldados
enemigos disparaban a los agentes, pero el escudo
resistía, Lloyd por su parte mantenía un nutrido
fuego de cobertura en contra de sus enemigos, evi-
tando que estos apuntaran directamente a los agen-
tes, pasados unos segundos, lograron liberar a To-
rres en el momento justo en el que el escudo de Ro-
jas comenzaba a mostrar signos de deterioro pro-
ducto de la gran cantidad de impactos recibidos.

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Los agentes tomaron cobertura en diferentes luga-
res para enfrentar a sus enemigos, el tipo que por-
taba el lanzador de espuma salió de su cobertura
para volver a disparar su dispositivo, Lloyd lo vio
y lanzó una ráfaga de disparos al contenedor del
cual salía la sustancia y que portaba en su costado
derecho el soldado enemigo, a raíz de los tiros el
dispositivo explotó lanzando su contenido en to-
das direcciones y dejando inmovilizados al porta-
dor y dos soldados que estaban tras él, la situación
fue aprovechada de inmediato por los agentes que
eliminaron fácilmente a sus enemigos, siguieron
avanzando y se encontraron con otra sala de simi-
lares características que la primera pero con un he-
licóptero de noticias colgando del techo y un grupo
de soldados que la custodiaban por lo que el com-
bate no se hizo esperar, eliminaron rápidamente a
los soldados que había allí para dirigirse al final de
la sala desde donde podían utilizar las escaleras
para subir a un nuevo piso, los agentes corrían
agrupados hacia la escalera cuando un disparo dio
en el brazo de Torres haciéndolo caer al piso, Gar-
cía y Lloyd lo levantaron y se pusieron en cober-
tura, mientras Rojas buscaba el origen del disparo
otro tiro dio cerca de donde estaban García y los
demás, Rojas vio por el rabillo del ojo la ubicación
de su enemigo, pero desde su posición no había án-

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gulo de tiro, por lo que estaban a merced del tira-
dor. Miró a su alrededor y vio lo que parecía una
solución.

—¡Lloyd, dispara a ese balcón mientras me


cambio de cobertura! —gritó Rojas.

Lloyd, se incorporó y comenzó a disparar directa-


mente al balcón que le había indicado la agente,
ella se lanzó en carrera hacia el pilar de la escalera,
pego la espalda a él, presionó sus manos en su rifle
y se asomó lo suficiente para apuntar a su objetivo,
aspiró una bocanada de aire, exhaló y contuvo la
respiración al momento de disparar, la bala se diri-
gió directo al cable que sujetaba la parte delantera
del helicóptero suspendido en el techo cortándolo
limpiamente, el aparato si la sujeción del cable se
tambaleó y por inercia se fue directo al balcón
donde estaba su enemigo, Lloyd comprendió la ju-
gada y comenzó a disparar al helicóptero que ex-
plotó al mismo tiempo que golpeaba el balcón, eli-
minando la amenaza.

La herida de Torres solo había sido superficial, así


que lo vendaron y siguieron adelante, subieron a lo
que era ya el tercer piso del edificio e ingresaron a
una especie de estudio de transmisión de radio, en
él había dos cabinas y en una de ellas dos enemi-
gos, quienes al ver a los agentes salieron corriendo

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por la puerta lateral del habitáculo, al cual no te-
nían acceso, abrieron un par de puertas dobles que
los situaron ante un angosto pasillo, lo recorrieron
hasta llegar al final cuya salida daba al estudio de
producción del edificio, esta era una sala con mul-
titud de cámaras de televisión, consolas y una es-
pecie de escritorios adaptados para aparecer en
T.V., a los costados una serie de escaleras daban a
un entrepiso a lado y lado por donde seguramente
se movilizaban los técnicos y camarógrafos que no
participaban de las grabaciones, el lugar estaba
abarrotado de soldados enemigos tanto en los pa-
sillos superiores cómo abajo, García echó un rápido
vistazo y les indicó a Lloyd y Torres que permane-
cieran abajo y se encargaran de los enemigos de la
sala, mientras que él y Rojas subirían al entrepiso
para eliminar a los soldados que allí permanecían,
para de esa forma cubrir todos los flancos.

Lloyd y Torres tomaron cobertura tras los paneles


de mando de cámaras, uno a la izquierda y otro a
la derecha, las ametralladoras listas para hacer llo-
ver plomo sobre sus enemigos una vez los otros
dos agentes tomaran ubicación y realizarán el pri-
mer disparo. Rojas subió por la escala de la dere-
cha, lo hizo despacio porque cercano a la escala un
soldado hacía guardia, cuando éste se volvió y le
dio la espalda la agente se deslizó sigilosamente
tras él y con su cuchillo táctico le rebanó el cuello,
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dejándolo caer al piso sin hacer ruido, luego tomó
su rifle e hincó la rodilla al piso para apuntar mejor
a su primer objetivo, en el otro lado García hacía lo
propio con el soldado más próximo y tomaba posi-
ción para iniciar el combate. Eligió a un granadero
que estaba a unos 300 metros, lo ubicó en el centro
de su mira y disparó, el tiro realizó una pequeña
parábola y atravesó limpiamente el cuello del sol-
dado que cayó al suelo tratando de evitar los cho-
rros de sangre que salían de su cuello, el ruido del
disparo alertó a todos los hijos verdaderos que es-
taba allí que se dispusieron de inmediato al contra-
ataque; Rojas también había elegido a su objetivo,
un médico de combate que corría hacía el herido en
el cuello, la agente esperó un momento a que el sol-
dado estuviera absorto en su labor y efectuó su tiro,
la bala dio en el equipo de desfibrilación que lle-
vaba el médico haciendo que éste saltara por el
choque eléctrico provocado por su propio equipo,
cuando finalmente dejó de convulsionar un fino hi-
lillo de humo salió de su boca y oídos. Lloyd y To-
rres mantenían a raya a los enemigos de abajo en
base a un nutrido fuego de sus ametralladoras lige-
ras, García vio desde las alturas cómo los soldados
trataban de franquear a sus compañeros deslizán-
dose por unos pasillos existentes a los costados del
estudio.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 19


—¡Rojas, lanza una torreta frente a Torres! —
gritó García por el intercomunicador.

Rojas, sacó una torreta de su mochila y la lanzó ha-


cia abajo cubriendo el costado derecho de los agen-
tes y García hizo lo propio con una torreta lanzalla-
mas por la izquierda, luego de eso tanto él como
Rojas avanzaron por el entrepiso eliminando a los
soldados que allí se encontraban, para luego bajar
y apoyar a Lloyd y Torres en la limpieza de la sala.
Los soldados enemigos que se habían separado y
trataban de rodear a los agentes por los pasillos de
los costados al verse impedidos de avanzar por las
torretas retrocedieron nuevamente hasta el espacio
abierto de la sala, donde García y Rojas los recibie-
ron lanzándoles granadas, las explosiones elimina-
ron a sus enemigos lo que les dio la oportunidad
de explorar el estudio en busca del módulo de con-
trol de transmisión, según les había explicado la
agente Kelso debían reiniciar el dispositivo antes
de destruir los inhibidores de señal. Torres encon-
tró el tablero y luego de manipularlo por unos mi-
nutos pudo lograr su objetivo, hecho que disparó
una alarma general en el edificio, ingresando por la
entrada a la sala varios soldados enemigos para re-
tomar el control del estudio, los agentes vieron en-
tre los enemigos a otro lanzador de espuma y dos
granaderos, por lo que fijaron sus prioridades en
ellos, con la misma mecánica anterior dispararon al
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 20
tanque que el soldado llevaba consigo, cuya explo-
sión hizo que la espuma salpicara no solo a su por-
tador sino que a dos soldados que estaban a su al-
rededor, oportunidad que aprovecharon Lloyd y
Torres para eliminarlos fácilmente, los granaderos
fueron eliminados por García y Rojas, justo al
tiempo que el módulo de control terminaba su
reinicio.

—Ortega —llamó García por el intercomuni-


cador —tenemos el control de las comunicaciones.
—¡Excelente! —contestó Ortega —ahora solo
deben eliminar los inhibidores y podemos enlazar
a ISAC, recuerde que entre más cerca de los dispo-
sitivos no tendrán comunicaciones ni podrán usar
tecnología SHD.
—Lo sé —respondió García —a contar de este
momento cortamos comunicación, les indicaremos
cuando hayamos completado la misión.
—¡Buena suerte agentes! —dijo Ortega

García indicó las escaleras que conducían al techo


del edificio y comenzaron a subir, a medida que
avanzaban podían sentir las emisiones PEM de los
inhibidores de señal instalados en el techo, de
acuerdo a la información que manejaban era tres
los dispositivos que había en el lugar, llevaban car-
gas de C4 para destruirlos, ahora solo faltaba ave-
riguar cuantos eran los defensores.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 21


Los agentes llegaron por las escaleras hasta el techo
del edificio, una pared de sillas y mesas amontona-
das creaba un pasillo antes de salir afuera, las emi-
siones PEM aquí eran muy fuertes, por lo tanto, no
había posibilidad de contacto radial o uso de los
gadgets de tecnología SHD, al llegar al final del pa-
sillo vieron de inmediato a un costado uno de los
inhibidores, un tubo gris con una gran cabeza de
metal de donde sobresalían unas especies de pelo-
tas de tenis que emitían de vez en cuando unos pe-
queños rayos, alrededor del aparato varios solda-
dos haciendo guardia, custodiando la máquina,
García señaló a Lloyd y luego a él mismo, apuntó a
la máquina indicando que ellos se harían cargo de
su destrucción, luego señaló a Rojas y a Torres y les
indicó con la mano derecha que debían avanzar,
contó tres, dos, uno con los dedos extendidos y co-
menzaron el ataque, Lloyd lanzó una granada ha-
cia los soldados más próximos mientras García dis-
paraba sobre el ingeniero de combate que estaba
cercano al inhibidor, Torres y Rojas aprovechando
la confusión lanzaron corriendo hacia el interior de
una especie de salón de eventos que había a la de-
recha, allí tras una especie de fuente estaba el se-
gundo aparato, igualmente protegido, ambos
agentes comenzaron a disparar sobre sus enemigos
quienes de inmediato se cubrieron tras unos muros

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 22


bajos y pilares existentes en el lugar produciéndose
el intercambio de disparos.

García eliminó al ingeniero y se acercó corriendo al


inhibidor para instalar la primera carga de explosi-
vos, Lloyd por su parte intentaba eliminar a los res-
tantes enemigos que protegían el sector, dos solda-
dos trataron de rodearlos pero García los detectó a
tiempo y los eliminó, cambió su cargador vacío y
levantó el pulgar de su mano derecha hacia Lloyd,
indicándole que la carga estaba lista, Lloyd asintió
y le señaló las escaleras al final, García presionó el
temporizador del C4 y la cuenta atrás de dos minu-
tos comenzó, ambos agentes se lanzaron en carrera
hacia las escaleras bajando por ellas cuando la ex-
plosión destruyó el primer aparato, justo debajo de
la escala por la cual bajaron se encontraba el tercer
inhibidor, topándose casi de frente con los enemi-
gos que lo custodiaban, los agentes se vieron obli-
gados a retroceder, atrapados entre dos fuegos,
García y Lloyd retrocedieron agazapados hasta la
entrada al techo, cambiaron sus cargadores y lan-
zaron un par de granadas para cubrir su retirada,
Torres y Rojas aún continuaban su combate en el
interior del salón, se mantuvieron en el lugar un
par de segundos y se lanzaron al ataque nueva-
mente, se cubrieron tras unos muros bajos y los sis-
temas de ventilación y decidieron apoyar a sus
compañeros antes de eliminar el dispositivo bajo la
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 23
escala, Lloyd posó su ametralladora ligera en el
muro y comenzó a disparar fuego de cobertura
para que García saliera de su lugar y corriera hacia
los otros dos agentes, éste miró a su alrededor y se
lanzó saltando uno de los muros bajos hacia sus
compañeros, en el preciso instante en el que uno de
los soldados enemigos apuntaba hacia Torres, Gar-
cía en su carrera se puso por delante del soldado, y
con el cañón de su arma golpeó la de su enemigo
haciendo que el disparo se fuera alto, al mismo
tiempo lanzó su arma principal al costado y desen-
fundó su revólver disparándole dos tiros en la ca-
beza al soldado, quién cayó al suelo con la masa
encefálica fluyendo de su cabeza. Torres solo atinó
a mover su cabeza en señal de agradecimiento
mientras cambiaba el cargador de su arma princi-
pal, Rojas por su parte no conseguía eliminar al in-
geniero que custodiaba el inhibidor, además éste
había logrado instalar una ametralladora pesada
que no paraba de escupir fuego.

—¡Rojas, atenta! —gritó García, mientras lan-


zaba el C4 en dirección al inhibidor de señal.

Rojas captó de inmediato la idea del agente,


cuando el C4 estaba a centímetros del aparato, Ro-
jas disparó con su rifle, el impacto hizo estallar el
explosivo y destruyó el inhibidor junto con todo lo
que estaba junto a él, incluyendo al ingeniero y su
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 24
ametralladora pesada. Lloyd llegó corriendo a su
lado, cambiando el cargador de su ametralladora
ligera.

—Es el último —les dijo Lloyd


—Yo estoy igual —contestó Torres, solo me
queda un cargador de la principal
—Igual —dijo Rojas —15 balas de rifle.
—Hagamos que valgan entonces —dijo Gar-
cía —nos queda solo un inhibidor y está bajo esa
escalera.
—Vamos entonces —dijo Lloyd
—Rojas quédate aquí y cubre nuestra salida
—ordenó García —Torres tu baja por este costado
y nosotros con Lloyd lo haremos por la escalera de
la izquierda.

Los agentes se desplegaron de acuerdo al plan de


García, abajo en torno al inhibidor había solo tres
enemigos, Lloyd tomó una granada incendiaria y
la lanzó en su contra, la explosión envolvió en lla-
mas a los soldados que comenzaron a correr des-
pavoridos, Torres llegando por el otro costado solo
tuvo que rematarlos, García bajó y colocó la carga
de C4, accionó el temporizador y salieron co-
rriendo de allí por la escalera que daba al salón. La
explosión destruyó el último de los inhibidores,
pero todavía no habían acabado, desde una puerta
lateral aparecieron tres enemigos, dos granaderos
y un sujeto enorme con armadura tipo tanque y
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 25
una ametralladora pesada, sus disparos destruye-
ron parte de la fuente donde se cubría Rojas y los
granaderos se ubicaron estratégicamente a los cos-
tados del tanque.

—¡Faltan unos minutos para que podamos


usar torretas u otras cosas! —gritó Torres —¡debe-
mos retroceder y aguantar!

Lloyd con sus últimas balas, cubrió la retirada de


Rojas, pero mientras ésta corría hacia la escalera
uno de los granaderos le disparó con su escopeta
alcanzándola en la pierna derecha, la agente gritó
de dolor y cayó al piso, el soldado enemigo corrió
hacia a ella para terminar el trabajo, pero Torres fue
más rápido, cuando el soldado disparaba sobre Ro-
jas, Torres ya estaba cubriéndola con su cuerpo, el
tiro de su enemigo dio directo en el pecho del
agente, quién pese al dolor logró desenfundar su
pistola y eliminar con sendos tiros a la cabeza al
granadero enemigo. Lloyd corrió hacia ellos to-
mando por la cintura a Torres y levantándolo del
suelo, mientras que García hacía lo propio con Ro-
jas, entretanto el Tanque enemigo no dejaba de dis-
pararles. Lograron llegar al entrepiso inferior y
mantenerse a cubierto de las balas enemigas, el
chaleco antibalas de Torres había sido dañado casi
en su totalidad por el disparo recibido y no sopor-
taría otro impacto, mientras que la pierna de Rojas
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 26
tenía una herida horrible. García se la vendó y
aplicó la inyección de su botiquín, pero aun así no
podría moverse con suficiente rapidez, la munición
escaseaba y aún no podían utilizar sus gadgets de
tecnología SHD, escucharon al tanque enemigo or-
denar al granadero que bajara por el otro costado
mientras él permanecía en lo alto de la escala espe-
rando a los agentes. Lloyd se adelantó y entregán-
dole su ametralladora sin munición a Torres, se
armó con su SOCOM MK20, arma secundaria que
había elegido para estas circunstancias y salió por
el otro costado, donde supuestamente estaría el
Granadero enemigo, García por su parte se aco-
modó en el primer escalón del entrepiso con su rifle
apoyado en la barandilla para mayor estabilidad y
su ojo puesto en la mira a la espera que el tanque
enemigo asomara la cabeza. Rojas se arrastró hacia
la escala por la que había subido Lloyd y también
apoyó su rifle contra la barandilla, aún le quedaban
cinco tiros y si su enemigo se asomaba podría hacer
que valieran cada una de ellas, Torres se quedó con
García, solo 30 tiros le quedaban en su arma secun-
daria y sabía que el tanque resistiría mucho más
que eso, de pronto Lloyd comenzó a disparar en
contra del granadero que se había lanzado al ata-
que con una granada dispuesta a ser lanzada hacia
la ubicación de García y Torres, Lloyd vació su car-

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 27


gador en contra de su enemigo pero no logró acer-
tarle, el soldado llegó al borde de la escala y alzó su
brazo para lanzar la granada, Rojas no dudó y dis-
paró directamente a la mano de su enemigo, al re-
cibir el impacto la granada explotó, lanzando par-
tes del soldado por todo alrededor, Lloyd cambió
su cargador y rodeó por el techo hacia el salón
donde estaba el último enemigo y comenzó a dis-
parar a su armadura, éste se volvió hacia él retro-
cediendo, dándole la espalda a Torres y García que
tuvieron el ángulo suficiente para disparar contra
su objetivo, los 30 tiros de Torres lograron destruir
parte de la protección de la espalda del tanque,
mientras que García hizo lo propio con el casco,
Rojas se arrastró hacia ellos, echó el cuerpo al suelo
y apuntó a la cabeza, los cinco últimos tiros logra-
ron destruir completamente el casco del tanque al
que en ese momento se le acabaron las balas del
cargador de su arma, se agachó allí mismo para re-
cargar, oportunidad aprovechada por los agentes
para lanzarle tres granadas incendiarias, la explo-
sión lo envolvió en llamas impidiendo que pudiera
cargar su arma, movía los brazos en aspas y trataba
de avanzar pero Lloyd frente a él lo acribilló con su
último cargador, el tanque cayó de rodillas, dio un
último suspiro y se desplomó muerto aún envuelto
en llamas, justo en el momento en que ISAC lanza

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 28


su mensaje de “Comunicaciones Restablecidas” y
Kelso suena en los intercomunicadores.

—¿Agentes? ¿Ya tenemos comunicación? —


preguntó Kelso
—Sí Kelso —contestó García –la comunica-
ción se ha restablecido, hemos destruido los inhibi-
dores y eliminado a los enemigos del Museo.
—¡Excelentes noticias! —dijo Kelso —¿cómo
están ustedes?
—Necesitamos evacuación médica para Ro-
jas, tiene una herida en la pierna que le impedirá
caminar hasta la base —contestó García —el resto
solo un par de rasguños, nada importante.
—Agentes —habla Ortega —estoy organi-
zando una caravana para trasladar a la agente Ro-
jas, ISAC está ya al 80% de su capacidad ¡Muy buen
trabajo!
—Ok —contestó García —nos mantendremos
en las afueras del museo en espera de la ayuda.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 29


III PARTE
MÁS CERCA, MÁS LEJOS
Después de haber cumplido la misión y haber tras-
ladado a la agente Rojas a la base de operaciones,
García y compañía descansaron un par de horas,
cerca del mediodía fueron llamados por Kelso a la
oficina de Ortega, al parecer era importante porque
el soldado de la JTF que los fue a buscar estaba an-
sioso por llevarlos prontamente a su destino. Lle-
garon a la oficina del segundo piso de la Casa
Blanca y entraron en ella, allí Ortega y Kelso obser-
vaban atentamente un punto en el mapa, donde
Ortega había puesto una figura, la figura en cues-
tión era el busto del “joker”, el payaso asesino de
la serie Batman.
—Agentes —dijo Kelso —lo hemos rastreado.
—¿A quién? —preguntó Lloyd
—A Keener —contestó Ortega —hace unas
horas conectó el reloj que utiliza para obtener in-
formación de ISAC.
—¿Dónde está ahora? —preguntó García
—En Federal Triangle, específicamente en un
puesto de control denominado Navy Plaza —con-
testó Kelso —según nuestros informes es un lugar
controlado por los hienas.
—¿Qué hace Keener con los hienas? —pre-
guntó Torres
—Esa pregunta deberán hacérsela ustedes —
dijo Kelso —ya hemos cargado los datos en ISAC
para que lleguen lo más rápido posible.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 30
—Solo iremos Lloyd y yo —dijo García —To-
rres se está recuperando de las heridas que recibió
en la última misión.
—¡Estoy bien! —gritó Torres —¡puedo ir!
—Creo que te vendría bien la ayuda sheriff —
dijo Ortega, cruzando una mirada con Kelso quién
negó levemente con la cabeza, en señal de que no
se metiera.
—Ya está decidido —cortó García —no voy a
arriesgar a nadie más.
—Muchas gracias por preguntar —dijo Lloyd
—por cierto, excelente elección de la figura Ortega,
le viene de pelos.

García salió de la oficina sin decir una palabra, con


Lloyd pisándole los talones y trotando para alcan-
zarlo.

—No fue muy diplomática tu charla con los


demás —dijo Lloyd
—No estoy aquí para hacer amigos Lloyd —
contestó el agente
—Eso lo sé —dijo Lloyd —por eso te apoda-
ban “el nómada” ¿o era por el equipo que utiliza-
bas?
—Déjate de tonterías Lloyd —gruñó García
—Bueno, pero no puedes dejar a Torres en la
estacada, nos ha demostrado su valía —contestó
Lloyd
—Lo sé, por eso voy a darle una misión, ya lo
había pensado, no soy tan idiota Lloyd —refun-
fuñó García

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 31


—Lo sabía —sonrío Lloyd —eres un viejo gru-
ñón, pero de buen corazón.

************

Keener estaba sentado en un rincón oscuro de la


habitación en donde se reunía con el líder del
puesto de control de los hienas, el reloj que había
pertenecido al agente Lee Smith descansaba sobre
la mesa en torno a la cual estaban reunidos.

—Este pequeño aparato me permitirá sacarme


un problema de encima —dijo Keener, señalando
el reloj sobre la mesa.
—¿Tú crees que vendrán? —preguntó el su-
jeto al otro lado de la mesa.
—Por supuesto, les mandé un mensaje bas-
tante claro con dos agentes que me encontré hace
un par de días —contestó Keener.
—Es una jugada bastante peligrosa la que es-
tás haciendo —dijo otro sujeto que se encontraba
con ellos.
—Sí, puede ser peligrosa, pero solo para ellos
—dijo Keener mirando fijamente al sujeto que ha-
bía hecho la afirmación —si siguen mis instruccio-
nes al pie de la letra, solo habrá algunos daños co-
laterales para sus hombres, ustedes ni siquiera de-
bieran intervenir.
—¿Y tú? ¿Dónde estarás? —dijo el primero de
los sujetos.
—Justo detrás de ustedes —contestó riendo
Keener —por si no te has percatado, nunca estoy
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 32
solo —se reclinó en su asiento y desde las sombras
a su espalda aparecieron los cazadores que lo
acompañaban, la sola visión de aquellos súper sol-
dados intimidó a los hienas, quienes en un acto re-
flejo retrocedieron en sus asientos.
—No nos mal interpretes —dijo uno de los su-
jetos —no dudamos de ti.
—Oh! —exclamó Keener con sorna —no los
mal interpreto, solo quiero que sepan que esto va
en serio.
—¿Y cuál es el plan entonces? —preguntó el
segundo sujeto
—Pongan mucha atención —dijo Keener apo-
yándose en la mesa —lo que voy a explicarles es
cómo deberán hacerse las cosas.

************

García se reunió con Torres y Rojas, mientras Lloyd


se entrevistaba con el intendente para renovar
equipo y conseguir munición.

—Agente Torres —dijo García —la razón por


la cual no nos acompañará en la búsqueda de Kee-
ner es porque tengo otra misión para usted y la
agente Rojas.
—Alguna secundaria imagino —refunfuñó
Torres

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 33


—No tiene nada de secundaria —contestó
García —es una misión primordial para el esclare-
cimiento de toda esta mierda.
—Adelante entonces —dijo Torres algo más
animado.
—Tú y Rojas deberán efectuar un reconoci-
miento al Museo del Aire y el Espacio —dijo García
—necesitamos toda la inteligencia que puedas re-
unir respecto a que facción se encuentra allí y sus
defensas, puntos débiles y formas de entrar.
—¿Qué hay allí? —preguntó Torres
—Respuestas —dijo lacónico García —y si
todo va bien puede que pongamos fin a nuestro
problema.
—Es serio entonces —dijo Torres
—Por supuesto que lo es —contestó García —
así que háganlo bien.
—Ok, nos reunimos aquí después de que eli-
mines a Keener —farfulló Torres
—Eso espero —suspiró García —eso espero.

Luego de su conversación con Torres, García se di-


rigió al vestíbulo para encontrarse con Lloyd quién
lo esperaba listo para salir, luego de aprovisionarse
de munición suficiente, ambos agentes salieron de
la Casa Blanca cruzando sus jardines, en dirección
sur oeste. Según ISAC debían seguir por la calle
principal hasta la Navy Plaza. Mientras caminaban
a paso ligero, el clima varió de un día soleado a uno
cubierto de nubes negras, al cabo de unos minutos
una tormenta en toda regla se desató en D.C., los
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 34
animales salvajes dueños de la ciudad buscaban re-
fugio en toda aquella construcción deshabitada,
por lo tanto, los agentes veían asomados por ven-
tanas y puertas de cristal a venados y mapaches
por igual, esperando que la lluvia amainara. Los
agentes decidieron copiar el comportamiento ani-
mal y esperar a que la lluvia pasara, entraron a una
tienda de electrónica y se sentaron un rato, según
su mapa solo faltaban unos dos kilómetros para lle-
gar a su destino, la lluvia cesó poco a poco así que
se levantaron y salieron a la calle, donde comenza-
ron nuevamente el acercamiento a su objetivo.

Luego de unos cuantos minutos de caminata, lle-


garon a las cercanías de la Navy Plaza, una pileta
en medio de dos edificios a bastante mal traer,
frente a ella, una explanada abarrotada de vehícu-
los abandonados, contenedores de basura y cajas
vacías de suministros, todo marcado con la carac-
terística pintura verde de la facción de los hienas,
algunos cadáveres tanto de la facción cómo de ci-
viles y personal de la JTF ahondaba en lo tétrico del
escenario. García y Lloyd se parapetaron tras un
camión de carga quemado para observar la dispo-
sición de las defensas enemigas, en el centro del lu-
gar un enemigo se apostaba frente a una ametralla-
dora pesada, un lanzallamas y varios granaderos
deambulaban por el lugar, pero no había patrullas
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 35
ni en la explanada ni cerca de la fuente, segura-
mente estaban en el interior de alguno de los edifi-
cios contiguos.

García le indicó a Lloyd que eliminarán primero al


enemigo de la ametralladora, por lo que el agente
empuñó su rifle de francotirador y apuntó al su-
jeto, cuando lo tuvo en el centro de su mira apretó
el gatillo y disparó, el tiro salió recto hacia su obje-
tivo clavándose en medio de los ojos del tipo, el que
producto del impactó saltó hacia atrás cayendo al
piso muerto, la sorpresa de sus compañeros fue to-
tal al no haber identificado el lugar de donde había
provenido el disparo, García aprovechó la confu-
sión y mató a dos tipos más antes de que se dieran
cuenta de su ubicación, Lloyd en el intertanto se
había adelantado varios metros, cubriéndose tras
una camioneta de repartos volcada, cuando los hie-
nas comenzaron a correr hacia la posición de Gar-
cía, Lloyd los acribilló con su ametralladora ligera,
los cuerpos de sus enemigos cayeron cómo muñe-
cos de trapo, mientras García avanzaba hacia ade-
lante, uno de los últimos enemigos que se mantenía
en el lugar amagó con lanzar una granada pero el
agente ya había desenfundado su revólver y con un
certero disparo hizo explotar la granada en la mano
de su atacante el que se vio envuelto en llamas
siendo rematado por Lloyd. El combate duró solo
un par de minutos, los agentes se mantuvieron en
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 36
sus coberturas esperando una nueva oleada de
enemigos, pero ésta no se produjo, asomaron la ca-
beza y no vieron a ningún enemigo más, se acerca-
ron a la pileta del centro de la plaza y constataron
que no había ni un alma en el lugar, de pronto un
ramalazo de interferencia electrónica hizo que sus
relojes se distorsionarán por un momento.

—¿Qué demonios fue eso? —preguntó García


—Interferencia —respondió Lloyd —suele su-
ceder, pero ya pasó.
—¿No te parece extraño que no haya más
enemigos Lloyd? —consultó García
—Pues ahora que lo mencionas es bastante
peculiar —señaló Lloyd

Con mucho cuidado ambos agentes se adentraron


en uno de los edificios, pasaron un par de puertas
dobles y se encontraron con un pasillo, al fondo de
éste dos puertas una a derecha y otra a la izquierda,
se decidieron por la de la derecha donde encontra-
ron el arsenal que los enemigos mantenían en el
puesto de control y las provisiones que tenían al-
macenadas, siguieron explorando recorriendo el
primer piso, subieron al segundo piso hasta encon-
trar un enorme salón, vacío, salvo por algunas me-
sas y cajas de provisiones sin nada en su interior, al
fondo una enorme puerta doble, los agentes co-
menzaron a avanzar en aquella dirección cuando

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 37


nuevamente sintieron el ramalazo de interferencia
que hizo que su piel se erizara, pero esta vez no se
detuvo, Lloyd le dio unos golpes con su dedo ín-
dice a su reloj comprobando que se había desacti-
vado, de pronto las puertas del fondo de la habita-
ción se abrieron de golpe y un tropel de enemigos
salió por ellas disparando en su dirección.

—¡Cúbrete Lloyd! —le gritó García, haciendo


lo propio tras unas cajas.

Ambos agentes comenzaron a responder el fuego


enemigo, además de lanzar un par de torretas lan-
zallamas a fin de mantener a raya los avances de
los hienas, éstos al ver la muralla de fuego que les
impedía atacar directamente a los agentes, comen-
zaron a disparar a ciegas, sin gran puntería por lo
que García y Lloyd podían ir eliminándolos con re-
lativa facilidad, estaban en eso cuando desde sus
espaldas también comenzaron a aparecer más
enemigos, Lloyd retrocedió y se agazapó tras una
mesa disparando con su ametralladora ligera, las
torretas pronto dejarían de funcionar y estarían
atrapados entre dos fuegos, García lanzó un par de
granadas hacia los enemigos que aparecieron por
sus espaldas mientras disparaba hacia los que tenía
enfrente, su cobertura estaba a punto de destruirse
y por el rabillo del ojo vio a uno de los enemigos
que había logrado eludir las torretas correr directa-
mente hacia él con un bastón de policía en la mano
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 38
derecha y la cabeza cubierta por un casco antidis-
turbios, dispuesto a golpearlo, giró hacia él pero al
momento de apretar el gatillo de su rifle de asalto
éste emitió solo un “clic” al haberse acabado las ba-
las, sacó rápidamente el cargador vacío lanzándolo
al suelo y sacando otro de su chaleco antibalas, lo-
gró insertarlo en la ranura de su arma pero su
enemigo ya saltaba sobre él, ambos cayeron al piso
forcejeando, García trató de zafarse pero su
enemiga, porque se pudo percatar que era una mu-
jer, era una excelente luchadora, lo dominó en un
instante, se puso sobre él y levantó la protección
del casco que cubría su rostro, unos enormes ojos
verdes lo miraron al tiempo que le decía:

—¡Agente García! —dijo la mujer —¡soy la


agente Roberts!
—¡Qué mierda! —dijo García —¡no te creo! —
insistió el agente forcejeando para liberarse, pero la
mujer lo retuvo aún más firmemente, metió su
mano bajo el chaleco que cubría su pecho y le mos-
tró su identificación.
—¿Ahora me cree? —dijo la mujer mientras
García dejaba de forcejear —¡no tenemos mucho
tiempo, esto es una trampa!
—Pero, ¿quién? —balbuceó García, mientras
la mujer lo liberaba
—Aaron Keener —contestó la agente —está
aquí con dos cazadores y pretende deshacerse de
ustedes aquí y ahora.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 39


—¡Mierda! —farfulló García, justo en el mo-
mento en que veía a Lloyd correr hacia él con la cu-
lata de su arma por delante para golpear a la mujer
—¡Alto, alto! —le gritó —¡es una de las nuestras!
—¡Estás loco García! —contestó Lloyd, al
tiempo que detenía su ataque y se agachaba junto
a ellos.
—Es verdad, me mostró su identificación —le
indicó García
—¡No tienen tiempo que perder! —dijo la
agente Roberts —¡deben correr hacia las puertas
dobles, al costado izquierdo donde la pintura de la
pared se decolora existe una puerta falsa, es su
única salida!
—¡Pero y tú, te descubrirán! —le dijo García
—No se preocupen por mí, no estoy sola —
respondió la agente, bajando la protección del
casco —¡sus torretas se están apagando! —y salió
disparada por el otro costado.

Lloyd lanzó un par de granadas hacia los enemigos


a sus espaldas, logrando eliminar a dos de ellos,
pero estos no dejaban de aparecer, vieron a la
agente Roberts tomar el cuerpo de un sujeto caído
y correr hacia atrás simulando llevar un herido, se
le unieron tres combatientes más y desaparecieron
por las puertas dobles. García le indicó a Lloyd que
debían avanzar, por lo que desplegó un dron bom-
bardero hacia los hienas agrupados en el salón, és-

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 40


tos al ver al aparato acercarse comenzaron a dispa-
rarle, lo que aceleró la explosión dejando un ca-
mino despejado para el avance de los agentes, estos
se lanzaron a la carrera hacia una nueva cobertura
más adelante, logrando llegar por los pelos antes
de la aparición de una nueva oleada de enemigos.
García asomó la cabeza y pudo ver a unos siete
enemigos más tomando posiciones para atacarlos,
recargó su arma y levantó el pulgar hacia Lloyd,
éste le devolvió la señal y asomándose cada uno
por su lado comenzaron a disparar hacia sus
enemigos, de pronto las llamas los envolvieron, un
enemigo con lanzallamas los rodeaba y obligaba a
mantenerse tras la cobertura, Lloyd lanzó su última
granada a ciegas, ésta rodó directamente hasta un
grupo de enemigos pero los sujetos se percataron a
tiempo y lograron huir, desesperados los agentes
miraron a uno y otro lado tratando de ubicar un
punto de salida, mientras que los enemigos comen-
zaban a rodearlos, una nueva ola de interferencias
se sintió en el ambiente y una voz familiar les ha-
bló:

—¡Nómada! —dijo la voz —¡Creo que es hora


que te rindas!
García y Lloyd se miraron y luego se asomaron por
detrás de su cobertura para ver quién les hablaba,
los agentes apretaron los puños y se mordieron los

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 41


labios de rabia e impotencia, era Aaron Keener y
tras él dos cazadores.

—¡Vamos agentes! —gritó nuevamente Kee-


ner —¡ya deben haberse dado cuenta que no hay
salida!
—¡Vete a la mierda Keener! —gritó Lloyd

Keener se volvió hacia el cazador de la derecha y le


hizo una seña con la cabeza, el sujeto levantó su ri-
fle de asalto AUG personalizado, activó la mira lá-
ser y disparó dos tiros entre las cajas donde se cu-
brían los agentes, cada tiro rozó un brazo de cada
agente, los que sorprendidos vieron cómo un fino
hilillo de sangre brotaba donde la bala había roto
su ropa y llegado a la piel.

—¡La próxima vez no será una advertencia! —


lanzó Keener —¡salgan con las manos en alto!

García movió la cabeza y le indicó a Lloyd que hi-


cieran lo que les decía Keener, ambos agentes se le-
vantaron con las manos en alto, sus armas col-
gando inertes a sus costados.

—¿Ven que no era tan difícil? — les dijo Kee-


ner con sorna —ahora acérquense por favor, no in-
tenten nada, cómo verán están rodeados y supera-
dos enormemente en número.
Los dos agentes se fueron acercando lentamente
hacia Keener, sopesando su siguiente movimiento,

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 42


pero realmente estaban en clara desventaja, no ha-
bía forma de salir del embrollo.

—Tenemos la mierda hasta el cuello García —


dijo Lloyd
—¿Ves por qué no traje a nadie más? —le con-
testó García
—Claro, solo los prescindibles, me haces sen-
tir tan bien amigo —dijo Lloyd sonriendo, a pesar
de todo.

Ambos lanzaron sonoras carcajadas, sorpren-


diendo a todos sus enemigos y enfureciendo a Kee-
ner, quién ordenó a un par de hienas que apuraran
a los agentes, dos tipos se acercaron rápidamente a
los agentes y con sendos golpes de bastones poli-
ciales los hicieron caer al piso cerca de Keener y sus
cazadores, quedando ambos de rodillas frente a su
enemigo.

—Ustedes dos me han hecho perder muchos


hombres y tiempo —dijo Keener —ahora me co-
braré por eso.
—¡Eres un psicópata de mierda! —le gritó
Lloyd escupiéndole a la cara.
—¿Psicópata yo? —contestó confundido Kee-
ner —No amigo, soy sociópata, que es muy dife-
rente —se agachó y miró cara a cara a Lloyd y con
un rapidísimo movimiento sacó su pistola de la
funda y le dio un tiro en el hombro, éste cayó al
suelo retorciéndose de dolor, luego se volvió a Gar-
cía enfundando nuevamente el arma y tomando el
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 43
sombrero vaquero del agente de su cabeza, se vol-
vió dándoles la espalda.
—¿Lloyd estas bien? —le susurró García
—Sí, el desgraciado solo me perforo el hom-
bro —contestó Lloyd levantándose a duras penas.
—¡Me gusta mucho este sombrero nómada! —
le dijo Keener volviéndose hacia ellos con el som-
brero en sus manos —pero me gusta mucho más la
insignia que pusiste en él —acto seguido despren-
dió la placa de Rangers de Texas que García había
puesto en él para tapar el orificio de bala que el
agente renegado Jhon Dan le había hecho, luego
lanzó el sombrero al suelo y se puso la placa al pe-
cho —¡Vuelvo a ser un agente de la Ley! —dijo
riéndose a carcajadas.
—Lo que tú eres Keener no tiene nombre, pero
cuando te ponga las manos encima solo serás un
guiñapo —le contestó García tranquila y calmada-
mente.
—¡Vamos nómada! —dijo Keener —¡ten un
poco de sentido del humor! —se volvió hacia un
par de hienas y les indicó que se acercaran —llé-
venselos al lugar preparado.

Los hienas se acercaron a los agentes y sin ningún


tipo de miramientos los levantaron, los despojaron
de sus armas y a golpes y patadas los hicieron
avanzar por las puertas dobles hacia un pasillo in-
terior.

—¡Cobarde! —le gritó Lloyd —¡Ni siquiera


eres capaz de terminar el trabajo por ti mismo!
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 44
Keener lo miró y levantó el dedo medio de su mano
derecha, sonriendo mientras se llevaban a los agen-
tes, luego se giró hacia uno de sus cazadores y le
dijo —asegúrate que esta vez mueran de verdad.

La noche estaba cayendo rápidamente en D.C., la


oscuridad se hizo presente y los hienas pusieron en
funcionamiento los generadores del edificio para
iluminarlo. Luego de un par de minutos cami-
nando por el pasillo interior, uno de los sujetos
abrió una puerta que daba a una especie de bo-
dega, en el centro dos sillas acomodadas espalda
contra espalda, en ellas sentaron a los agentes y los
amarraron sin miramientos, la herida de Lloyd
sangraba profusamente y a ratos parecía que iba a
perder el conocimiento, pero resistía de momento;
mientras los sujetos terminaban de asegurar a los
agentes, el cazador sacó de los bolsillos de su pan-
talón táctico dos trozos de explosivo plástico C4,
los que conectó a un reloj despertador y a un deto-
nador con temporizador, luego lo puso al centro de
las sillas donde estaban García y Lloyd, finalmente
conectó todo a unos cables que sobresalían del lu-
gar y que rodeaban las sillas.

Keener acompañado del cazador restante esperaba


en el centro del salón a que su secuaz regresará de

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 45


su misión, unos diez sujetos lo acompañaban ha-
ciendo guardia, de pronto se fue la luz y todo
quedó sumido en la más profunda oscuridad, un
pequeño destello de color verde se dejó ver en la
entrada del salón, pero nada más.

—¡¿Qué mierda está pasando?! —preguntó


Keener —¡Alguien diga algo!

Ni un ruido, nada, de pronto un grito, un disparo,


otro grito, una ráfaga de disparos esta vez, cada
vez más cerca de ellos, el cazador activó su visión
nocturna y pudo ver claramente a un hombre eli-
minar a los hienas utilizando un cuchillo táctico,
vestía una especie de traje de combate utilitario, las
gafas de visión nocturna que utilizaba correspon-
dían al modelo usado por las fuerzas especiales. El
cazador no esperó a que el sujeto llegara a ellos,
empujó a Keener hacia la pared izquierda de la
sala, donde una puerta oculta les permitiría huir,
accionó el mecanismo oculto y salieron corriendo
por el corredor que se les abrió.

Mientras, en la sala donde mantenían a los agentes,


el cazador ordenó a los sujetos que lo acompaña-
ban verificar que pasaba con la energía eléctrica, és-
tos salieron al pasillo que estaba sumido en una os-
curidad absoluta, de pronto, como un destello vie-
ron acercarse una especie de luz verde, luego uno

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 46


de ellos se llevó la mano al cuello, lo habían dego-
llado, el sujeto que lo acompañaba solo se percató
porque la sangre de su compañero le salpicó la
cara, tomó su arma y comenzó a disparar en todas
direcciones hasta vaciar el cargador de su MP5, en-
tre los fogonazos de sus disparos creyó ver una si-
lueta, lanzó el cargador vacío al suelo y sacó otro
de su bolsillo, pero antes de poder cargar, una
mano sujetó su brazo, se lo dobló fuertemente ha-
cia atrás y lo lanzó hacia la pared donde su cara
golpeó de frente con el concreto rompiéndose la
nariz, luego una voz profunda y pausada susurró
tras él:

—¿Dónde están los agentes?


—¡En un cuarto aquí mismo! —gritó asustado
el sujeto.
—¿Están solos? —inquirió la voz
—¡No, están con un sujeto que los custodia! —
respondió el tipo.
—Llévame allí y no intentes nada —ordenó el
hombre tras él.

El sujeto avanzó por el pasillo a tientas hasta llegar


a la puerta del cuarto, pasó su mano por sobre ella
hasta encontrar el picaporte y la abrió, ingresó por
ella y una ráfaga de fusil lo lanzó hacia atrás, el ca-
zador que intuía que algo marchaba mal no dudó
y disparó de inmediato, su máscara balística tam-
bién equipaba visión nocturna por lo que pudo ver
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 47
claramente al tipo que venía tras el hiena, antes in-
cluso de que el cuerpo sin vida del sujeto tocara el
suelo, el cazador ya estaba en la puerta con su fusil
de asalto en ristre, apenas asomó el cañón una
mano lo tomó y lo arrastró con fuerza hacia ade-
lante dándole un rodillazo en el bajo vientre, soltó
su arma e instintivamente rodó hacia atrás sacando
la pistola de su funda, apuntó al sujeto que se le
venía encima pero éste fue más rápido y de una pa-
tada le tiró la pistola de las manos, volvió a rodar
sobre sí mismo para evitar otra patada de su adver-
sario, sacó el Tomahawk de la espalda de su cha-
leco y se levantó, el tipo tenía un cuchillo táctico en
la mano derecha y una navaja de doble filo en la
otra, no había banderas ni parches que indicaran
que el sujeto pertenecía a alguna de las agencias del
gobierno o extranjeras que habían enviado a elimi-
narlos, pero no hacía falta, el cazador sabía a quién
se enfrentaba, como parte de su entrenamiento en
los Wolves, había aprendido las técnicas de com-
bate de la mayoría de los mejores agentes en activo
o retirados y éste era uno de los más temibles, Sam
Fisher, agente de Echelon.

Fisher estudió a su adversario, hasta el momento


solo había reaccionado a sus ataques, no había
mostrado su juego, el Tomahawk que blandía co-
rrespondía al utilizado por los Ghost y los Wolves,

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 48


sabía que éstos últimos se habían renegado y for-
maban parte del grupo detrás de los ataques bioló-
gicos en D.C., y muy probablemente en los causa-
dos en las otras capitales del mundo, pudo ver cla-
ramente a los agentes de The Division atados en las
sillas y con una bomba bajo ellos, debía sacarlos de
allí, obtener la información que ellos tenían era su
misión y por lo visto tendría que pasar por sobre
este soldado. El cazador hizo girar el Tomahawk en
su mano, echó el brazo hacia atrás y se lanzó al ata-
que, Fisher logró esquivar el golpe, dio dos pasos
hacia atrás para que su oponente pasara de largo y
en el mismo movimiento cortó una de las cuerdas
que ataban a los agentes, García se dio cuenta de
ello y comenzó a moverse de lado a lado para que
las ataduras se expandieran y pudiera liberarse,
mientras en la oscuridad los dos hombres seguían
intercambiando golpes.

El cazador blandió su arma en un golpe curvo ha-


cia el pecho de su oponente, Fisher lo esquivó con
un movimiento al costado dejando que el cazador
siguiera de largo, en un solo movimiento el agente
puso una rodilla en tierra y con el cuchillo táctico
en la mano derecha le propinó un profundo corte a
la pierna de su enemigo, éste se lanzó al suelo ro-
dando sin emitir un solo quejido, se llevó la mano
a la pierna herida y con su propia sangre hizo una
marca en la máscara que portaba, luego se lanzó al
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 49
ataque nuevamente, hizo un amago de golpe supe-
rior que Fisher esquivó hacia el costado y al último
momento se movió a la misma posición de su opo-
nente para darle un golpe con la rodilla y hacerlo
caer al piso, lanzando su arma directo a la cabeza
de Fisher quién por un par de centímetros logró es-
quivar el golpe, levantándose de un salto para
darle una patada en el rostro al cazador, quién dio
dos pasos hacia atrás semi aturdido, Fisher quiso
terminar la pelea ahí mismo y lanzó un golpe di-
recto al corazón de su enemigo con la navaja de do-
ble filo pero el cazador atrapó su brazo y lo atrajo
a sí mismo dándole primero un cabezazo en la cara
y luego un golpe con la rodilla en el bajo vientre,
sin soltar su agarre se giró sobre sí mismo y le dio
un codazo directo a la sien, Fisher medio aturdido
y dolorido solo atinó a cubrirse la cara con el brazo
libre mientras sus enemigo le daba golpe tras
golpe, de pronto cuando el cazador se aprestaba a
darle otro codazo Fisher pudo liberar su brazo y
bloquear el golpe, pero en la refriega había perdido
ambos cuchillos y sus lentes de visión nocturna, en
la oscuridad escuchó cómo uno de los agentes se
había logrado liberar y se aproximaba pegado al
muro hacia ellos, antes de que el cazador descu-
briera al agente, Fisher se le abalanzó al cuerpo su-
jetándolo por la cintura y haciéndolo caer al piso,
en ese instante su enemigo vio al agente recoger su

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 50


propia pistola y ponerse las gafas de visión noc-
turna de Fisher, sabía que si no se zafaba estaba
muerto, con todas sus fuerzas le dio dos golpes en
las costillas a Fisher haciéndolo boquear en busca
de aire, liberándose de su agarre y levantándose de
un salto se lanzó contra el agente, con el hombro
logró desequilibrarlo y hacer que perdiera el arma,
le dio un rápido golpe con la rodilla en el estómago
y rodó hacia el piso para tomar el arma caída, he-
rido y cansado prefirió retirarse a seguir luchando,
pensó en hacer explotar la bomba pero el maldito
agente había retirado el detonador, salió corriendo
por la puerta y se perdió en la oscuridad que
reinaba fuera.

García tosió fuertemente y tomó una larga boca-


nada de aire, a tientas se dirigió a las sillas donde
minutos antes estaba atado y comprobó el estado
de Lloyd, éste se había desmayado a raíz de la pér-
dida de sangre y yacía de costado en la silla, re-
buscó en el costado de su chaleco antibalas y ex-
trajo una jeringa de su botiquín, se la inyectó en la
pierna a Lloyd en el preciso instante en que volvía
la energía y las luces se encendían nuevamente. Es-
cuchó unos pasos afuera y por el dintel de la puerta
se asomó un sujeto de aspecto desgarbado y el ros-
tro evidenciando una gran lucha, el atuendo lo de-
lataba cómo miembro de fuerzas especiales, pero

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 51


no había ningún parche o bandera que definiera su
pertenencia a alguna agencia conocida.

—Agente —saludó el hombre de la puerta lle-


vándose la mano derecha al costado, con un evi-
dente gesto de dolor.
—¿Tú eres quién luchaba contra el cazador?
—preguntó García
—¿Cazador? —dijo el tipo —No, ese era un
Wolve, son los renegados de los Ghost
—¿Eres un Ghost? —preguntó García
—No, pero los conozco y he trabajado con
ellos —respondió el tipo —por cierto ¿cómo está tu
amigo?
—Ha perdido mucha sangre, pero con la solu-
ción médica que le inyecté debería despertar en
cualquier momento —contestó el agente
—¡Que haríamos sin los botiquines de campo!
—rio el sujeto —por cierto, soy Sam Fisher y tú de-
bes ser García ¿verdad?
—Sí, ¿entiendo que estas con el Sargento Todd
del Equipo Bravo? —contestó García
—Efectivamente, ellos me informaron que tú
tienes información importante —contestó Fisher
—Primero atendamos las heridas de mi amigo
y te cuento lo poco que sé —dijo García
—De acuerdo —contestó Fisher —la ayuda ya
viene de camino.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 52


IV PARTE
FUEGO AMIGO
Con dirección a la Casa Blanca, escoltado por un
grupo de combatientes civiles y soldados de la JTF
además de dos agentes de The Division, se marchó
Lloyd de la Navy Plaza, García lo despidió solo y
así se quedó en el medio de la desolada plazoleta,
cuando todo estuvo tranquilo, desde las sombras
del primer edificio, emergió la figura de Sam Fis-
her, algo más compuesto luego de su lucha con el
cazador.
—¿Estará bien tu amigo? —preguntó Fisher
—Sí, otra marca para su hoja de vida y otra
historia que contar —respondió García —Y usted
Fisher, ¿cómo está?
—¡Solo otra muesca para la culata de mi arma!
—respondió riendo — ahora me gustaría hablar de
la información que posees.

García, sabedor de la fama de Sam Fisher entre las


agencias de seguridad del país, no dudó en con-
tarle su encuentro con el agente Callahan y lo que
él les había contado y cómo aún no habían podido
constatar que realmente esa información estuviera
todavía donde el agente fallecido les había indi-
cado, luego de escuchar el relato muy atentamente
Fisher le dijo:

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 53


— Esto es más grande que nuestro país agente, es
global, el G8 ha ordenado la activación de la inicia-
tiva The Division en el mundo entero, agentes de
toda nacionalidad han recibido la orden de actuar
en cuanto se produzca cualquier atisbo de ataque,
los Ghost y los Rainbow Six han logrado detener
algunos ataques y destruir centros de producción
de diferentes tipos de virus, pero la información
que ustedes recibieron es primordial para el éxito
de toda la operación, sin esos datos estaremos en la
casilla de salida nuevamente —dijo Fisher.
—Los datos obtenidos por el agente Callahan
y la doctora Hays aún no han sido recuperados, sa-
bemos su ubicación, pero no nos ha sido posible ac-
ceder al lugar donde se encuentran —contestó Gar-
cía.
—Como dije agente, la recuperación de esa in-
formación es prioritaria, incluso por sobre la iden-
tificación de los responsables, los Rainbow ya están
lidiando con un nuevo tipo de ataque viral y sus
datos de campo implican una cuarentena total —
dijo Fisher.
—Ya he visto cómo terminan las cuarentenas
Fisher y te aseguro que no es agradable —contestó
García
—Esto no es igual al virus normal hay algo
más, por eso necesito no solo los datos de Callahan,
mi misión también es recuperar a la doctora Hays
— indicó Fisher
—¿Y tienes alguna pista sobre la ubicación de
la doctora? —preguntó el agente

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 54


—Sí —respondió el espía —según nuestra in-
teligencia se encuentra aquí en D.C., retenida por
un grupo paramilitar.
—¿Necesitas apoyo? —dijo García
—Normalmente trabajo solo —contestó Fis-
her —pero esta vez necesitaré alguien que cree una
distracción.
—Voy a designar a dos de mis agentes, Torres
y Rojas, para que te ayuden —indicó García —ellos
están trayéndome un reporte de cómo está la situa-
ción en el Museo para recuperar la información.
—Bien —replicó Fisher —te agradezco la
ayuda y te dejo la responsabilidad de recuperar los
datos, ahora me marcho para realizar un reconoci-
miento y contrastar la información sobre la doc-
tora.
—Gracias por salvarnos la vida Fisher —dijo
García al despedirse.

Fisher desapareció entre las sombras de los edifi-


cios circundantes, no sin antes indicarle la frecuen-
cia radial con la cual poder comunicarse y coordi-
nar el encuentro con Torres y Rojas que le brinda-
rían apoyo en su misión. García cavilaba sobre su
siguiente movimiento cuando por su intercomuni-
cador la voz de Kelso se hizo escuchar:
—¿García? —dijo Kelso
—Adelante Kelso —contestó
—Lloyd ya está aquí, en un par de días estará
totalmente recuperado, aunque ya está queriendo
salir para ayudarte —dijo Kelso
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 55
—Testarudo como siempre, esa es una buena
señal —indicó García —pero no lo dejes salir ¿de
acuerdo?
—De acuerdo —contestó Kelso —pero será
difícil.
—Lo sé —rio García
—Ahora necesito que vayas al edificio de los
Archivos Nacionales, ya he cargado las coordena-
das en ISAC, allí te encontrarás con dos agentes.
—Bien, ¿Quiénes son? —preguntó García
—La agente Abby Roberts, su compañera Jes-
sica Hernández y un amigo —contestó Kelso.
—¿Dijiste Roberts? —consultó García
—Sí —¿algún problema? —dijo Kelso
—¿Tienes agentes infiltrados en las facciones?
—preguntó García
—¿Cómo lo sabes? —dijo sorprendida Kelso
—Roberts, nos ayudó en Navy Plaza —con-
testó García —probablemente eso hizo que su ta-
padera quedara en evidencia.
—No lo sé — dijo Kelso —ella solo pidió
verte.
—Ok, ya averiguare qué pasó —respondió
García —comunícale que voy en camino ¿y el
amigo quién sería?
—Ya lo descubrirás, buena suerte.

Nada más terminó la comunicación con Kelso, Gar-


cía tuvo la impresión de ser vigilado, miró de lado

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 56


a lado, pero no pudo ver nada, comprobó sus ar-
mas de reemplazo, había perdido las suyas en la
huida incluyendo el revólver de Earp y tuvo que
solicitarles unas a los soldados de la JTF que vinie-
ron a escoltar a Lloyd, no se sentía particularmente
cómodo con la Vector, pero era lo que había, con la
LVOAC tenía historia así que la mantuvo cómo pri-
maria. Luego del chequeo de seguridad respectivo,
inició su camino hacia las coordenadas enviadas
por Kelso, sería bueno ver a la agente Roberts, aun-
que lo del “amigo” había picado su curiosidad.
García se alejó de Navy Plaza por la calle principal,
tras él, cuatro figuras salieron de las sombras y lo
siguieron flanqueándolo, dos por la izquierda y
dos por la derecha, sus armas en ristre y atentos a
su entorno, pintura de guerra en la cara y aspecto
temible, sus intenciones todavía no están claras.

Luego de unos 40 minutos de caminata, García se


aproximaba al edificio señalado, faltando unos 500
metros para llegar a su destino se encontró con una
patrulla de hienas apostada en una barricada, cua-
tro enemigos en total, una granadera, dos bastone-
ros y uno armado con un subfusil, pensó en man-
tenerse al margen y rodearlos ya que no contaba ni
con la munición ni equipamiento necesario para
una refriega, tal vez una granada, pero ni torretas
ni nada más. Estudió sus posibilidades, pero el

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 57


plan de rodear a los enemigos no sería factible, las
calles adyacentes estaban muy alejadas o simple-
mente cerradas y retroceder le haría perder dema-
siado tiempo. Buscó en su mochila y solo encontró
una granada incendiaria, no había otra salida, ten-
dría que abrirse paso combatiendo. Esperó el mo-
mento adecuado cuando sus enemigos estuvieran
lo más juntos posible y lanzó la granada pero el
tipo que portaba el subfusil estaba particularmente
atento y le disparó en el aire haciéndola explotar
muy cerca del agente, quién tuvo que cambiar de
posición rápidamente para no ser afectado por las
llamas, de inmediato sus enemigos comenzaron a
disparar hacia su posición por lo que García res-
pondía con ráfagas cortas, asomó la cabeza justo
para ver como la granadera enemiga preparaba un
explosivo, apuntó y disparó justo a las manos de la
mujer logrando que la granada cayera al suelo y
explotara matándola al instante y lanzando lejos a
un segundo sujeto con bastón policial producto de
la onda expansiva, dejándolo con heridas leves. El
otro bastonero se lanzó al ataque gritando cómo un
energúmeno, García se agachó en su cobertura
para cambiar el cargador de su arma que se había
atascado, los segundos que perdía los ganaba su
enemigo cada vez más cercano, de pronto el agente
escuchó unos ladridos cercanos y un gran perro
pastor alemán con protección corporal de la policía

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 58


saltó por sobre él y atacó a su enemigo, el perro co-
gió al bastonero por el brazo que empuñaba el
arma y cerró sus enormes mandíbulas en él, de un
tirón le rasgó un trozo de carne y con otra mordida
le quitó dos dedos de la mano derecha, el sujeto
gritaba y maldecía pidiendo la ayuda de sus com-
pañeros, el sujeto del subfusil apuntó al perro pero
García ya había conseguido destrabar su arma y de
un certero tiro en la cabeza liquidó al hiena, luego
se volvió al tipo en el suelo y lo acribilló con una
ráfaga. Del perro ya no había ni rastro, el sujeto que
había sido afectado por la explosión de la granada
se había levantado y corría cómo un poseso hacia
la posición del agente, García adoptó la posición de
tiro con la pierna derecha firmemente anclada al
piso y la izquierda ligeramente flexionada para so-
portar el retroceso del arma principal, la culata del
rifle bien pegada al hombro y la vista en la mira, el
dedo índice de la mano derecha del agente pre-
sionó con suavidad el gatillo pero antes de que pu-
diera efectuar su tiro, el enemigo cayó al suelo ful-
minado, rodando sobre sí mismo y solo a un par de
metros del agente murió producto de un certero
tiro en la sien; instintivamente García se agachó en
su cobertura, ese había sido un disparo de un fran-
cotirador y obviamente usaba silenciador, asomó la
cabeza y escudriño el lugar en busca del autor del

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 59


disparo pero no pudo ver nada, escuchó gritos pro-
venientes de la barricada y vio cómo más enemi-
gos surgían de un edificio cercano, comenzó a dis-
parar hacia ellos de inmediato, si dejaba que se
acercaran demasiado sería fatal, solo y casi sin mu-
nición sus opciones eran muy pocas, comenzó a
disparar en ráfagas cortas eligiendo a sus objetivos,
pero sus enemigos no eran tontos y habían comen-
zado a rodearlo. En medio del fragor del combate
vio a dos mujeres con la vestimenta característica
de los hienas pero que estaban eliminando a sus
propios compañeros, esa debía ser la agente Ro-
berts y su compañera, vio a la segunda agente
apuntar con el dedo índice de su mano izquierda a
un enemigo y al mismo tiempo como un rayo el pe-
rro policial que lo había salvado hace poco, ¡el
amigo! Pensó García de inmediato y no pudo evitar
una sonrisa, la que se desdibujó de inmediato
cuando por su costado izquierdo comenzaron a
disparar hacia su posición, su descuido sumado a
que era su lado ciego lo obligaron a replegarse rá-
pidamente, superado en número y con solo un par
de balas más en su cargador se acurrucó tras una
camioneta a modo de cobertura, comprobó el car-
gador de su arma principal, solo seis tiros y cuatro
cargadores para la secundaria, de pronto un
enemigo llegó directo a él con el bastón en ristre
dispuesto a golpearlo en la cabeza, rápidamente lo

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 60


reprimió con el último cargador y lanzó el arma al
suelo, tomó su arma secundaria y se dispuso a mo-
verse, dos granaderos lanzaron sus artefactos hacia
él por lo que tuvo que salir de su cobertura, la ex-
plosión lo lanzó unos metros hacia la derecha, gol-
peándose el hombro y las rodillas al caer. Tres
enemigos se aproximaban de frente hacia él
cuando de pronto surgieron de los costados cuatro
soldados disparando a sus enemigos, uno de ellos
corrió directo hacia García quién medio aturdido
aún le apuntó con su arma:
—¡Soy yo agente García! ¡Sargento Todd de
los Ghost, no dispare!
—¡Todd! —gruñó García —¡eres muy opor-
tuno!

El soldado tomó a García por el brazo y lo puso tras


la camioneta, mientras seguía disparando.
—¡Ríos a tus doce quedan enemigos! —gritó
el sargento a un soldado más adelantado —¡Stuart
ve con Ríos! —volvió a ordenar el sargento
—¡Ya estoy bien Todd! —le gritó García
—¡No, no lo estás, tienes una herida en la ca-
beza! —contestó Todd —¡mantén la cabeza gacha!
—el sargento le hizo una señal al soldado que es-
taba a su derecha para que se acercara —¡Doc, ocú-
pate de nuestro amigo!

El soldado se acercó rápidamente, examinó a Gar-


cía y luego extrajo de su botiquín vendas y otros
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 61
accesorios con los que atendió al agente, le vendó
la herida en la cabeza y puso su brazo derecho en
un cabestrillo, luego le pasó la Vector y le dijo:
—¡En unos minutos estarás bien agente!
—¡Gracias! —contestó García
—¡Sargento! —gritó Doc —¡a sus seis!

Todd se giró y vio a un tipo con armadura com-


pleta y una ametralladora pesada acercarse rápida-
mente hacia ellos.

—¡Qué mierda! —dijo Todd


—¡Lo llamamos tanque! —dijo García tran-
quilamente —¡solo debes eliminar su armadura y
caerá, prioriza el casco!
—¡Ya oíste al agente Doc! —gritó Todd —
¡deshagámonos de este loco!

Ambos soldados se movieron rápidamente en di-


rección a su enemigo, tomaron cobertura tras unos
bloques de concreto y comenzaron a disparar hacia
él, las balas de sus armas simplemente rebotaban
en la armadura de su enemigo, el que se acercaba
peligrosamente a su posición, los soldados que ha-
bía enviado Todd tras los hienas, al ver que sus
compañeros estaban teniendo dificultades para en-
frentar al tipo de la armadura retrocedieron para
enfrentarlo en un bloque compacto, pero aun así no
conseguían penetrar sus defensas, García se sentía
inútil frente a la situación, asomó la cabeza de su
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 62
cobertura y vio el cuerpo de una granadera
enemiga y su bolsa de explosivos estaba intacta, se
levantó a duras penas aún mareado pero consiguió
llegar hasta el cuerpo inerte de su enemiga, extrajo
la bolsa completa y se volvió hacia el lugar donde
estaban los Ghost, éstos se habían separado a fin de
distraer al tanque y que éste no tuviera oportuni-
dad de sorprenderlos en grupo, aun así las armas
de los soldados eran casi impotentes para frenar a
su enemigo, García se acercó sigilosamente por la
derecha del tanque y le lanzó la bolsa de explosivos
a los pies, Todd lo vio y disparó a la bolsa, la explo-
sión resultante redujo a despojos al tanque, de
pronto uno de los soldados gritó que desde sus es-
paldas venían más enemigos, dos mujeres y un pe-
rro corrían hacia ellos lo que hizo que los soldados
comenzaran a dispararles de inmediato, las muje-
res lograron lanzarse al suelo esquivando los dis-
paros pero el can no se detuvo y siguió corriendo
en dirección a ellos, Ríos se llevó el arma al hombro
y cuando se disponía a ponerle un tiro en la cabeza
al animal, el agente García lo golpeó en el brazo
desviando su disparo.
—¡Pero qué mierda! —gritó Ríos
—¡No disparen! —gritó García —¡No son
enemigos!

El perro llegó corriendo hasta García y comenzó a


pasar su lengua por la mano del agente, ladrando
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 63
alegremente, las mujeres se acercaron cautelosa-
mente con sus armas a los costados, mientras que
los Ghost no dejaban de apuntarlas.

—Sargento Todd —dijo García —ella es la


agente Roberts —apuntando a la mujer que en ese
instante se quitaba el casco policial de la cabeza.
—Sargento, agente García —saludó Roberts
—ella es la agente Jessica Hernández y nuestro
amigo es “Luke” —dijo apuntando a la otra mujer
y al perro que continuaba lamiendo a García.
—¡Casi nos matan estúpidos! —gritó la agente
Hernández
—¡Conozco ese carácter! —dijo Stuart mi-
rando a la agente de arriba abajo —¡Tú eres la her-
mana de “Fury”!
—¡¿Qué?! —preguntó Todd sorprendido
—Sí —respondió la agente —Kim a quién us-
tedes llaman “Fury” es mi hermana
—Estoy completamente perdido —dijo García
—Kim “Fury” Hernández es miembro de los
Ghost —dijo Todd —forma parte del equipo de
“Nomad”, una de las mejores debo decir —añadió
Todd estrechando la mano de la agente.
—Ok, entonces luego de este agradable en-
cuentro ¿alguien podría decirme qué pasa? —dijo
García

Todos rompieron a reír, “Luke” ladraba alegre-


mente a un pájaro que se había posado en el techo

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 64


de la camioneta, salvo García que mantenía el ceño
fruncido.
—¿Puedo saber por qué me seguían sargento?
—pregunto García
—Fisher se comunicó con nosotros y nos dijo
que posiblemente necesitarías ayuda —contestó
Todd —no nos dimos a conocer porque queremos
mantener nuestra presencia en secreto, ya lo sabes
agente.
—Ok, ¿y ahora qué? ¿pretenden pegárseme
en el culo vaya a donde vaya? —dijo García
—Depende de ti agente ¿necesitas que siga-
mos contigo? —preguntó Todd
—Ahora que lo dices creo que podría usar sus
servicios —añadió García —dame unos minutos
con las agentes y no volvemos a reunir.
—Ok —contestó Todd —tómate tu tiempo.

El sargento llamó a sus hombres y se alejaron hacia


el edificio desde donde habían salido los últimos
enemigos, García se quedó allí con las agentes.

—Bien agente Roberts, cuénteme a que se


debe esta reunión —dijo García sentándose en el
piso y quitándose el cabestrillo del brazo.
—Bueno, cómo ya debes haber deducido no-
sotras estábamos infiltradas en las hienas, recopila-
mos información y se la comunicábamos a la
agente Kelso, pero luego de tu irrupción en Navy
Plaza nuestra tapadera se resquebrajó demasiado y
no nos quedó otra que salir de allí —resumió Ro-
berts.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 65
—Lo siento agentes —dijo García
—No te preocupes —agregó Hernández
—de todas formas, nos faltaba bastante poco para
salir de allí.
—¿Lograron averiguar algo interesante? —
preguntó García
—Más que eso agente —acotó Roberts —los
hienas trabajan en conjunto con Aaron Keener y
éste hace de intermediario con un grupo que los
provee de provisiones y armas.
—No pudimos averiguar quiénes son los mis-
teriosos mecenas —agregó Hernández —las
reuniones eran solo para los miembros del consejo
y alguno que otro jefe, los demás se mantenían al
margen.
—De todas formas —continuó Roberts —lo-
gramos sonsacar alguna referencia. A uno de los je-
fes se le salió algo así como “Colmillos”, o eso en-
tendimos, que debía reunirse con los “Colmillos”
—Suena a unidad militar —dijo García
—Creo que esa es una buena suposición —
acotó Hernández —los últimos embarques de ar-
mas y munición tenían un logo bastante peculiar y
muy similar a los que usan los militares para dife-
renciar sus unidades.
—El tema aquí —aportó Roberts —es que
todo lo que les llega huele a gobierno y no habla-
mos de remesas extraviadas o robadas, son pertre-
chos recién salidos del horno.
—Sabemos que aquí hay gato encerrado agen-
tes —dijo García —pero no tenemos ninguna
prueba.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 66


—Hasta el minuto es lo único que tenemos
respecto a esto —dijo Hernández —pero le tene-
mos una muy gorda a Kelso
—¿A qué te refieres? —inquirió García
—Tenemos una información que puede resul-
tar en un golpe mortal para la facción de los hienas
—dijo sonriente Roberts.
—¿Cómo dicen? —preguntó García incrédulo
—Sabemos dónde será la próxima reunión del
consejo —contestó orgullosa Roberts
—Entonces están perdiendo el tiempo con-
migo —sonrió García —vayan a la base y planeen
el ataque con Kelso, yo las alcanzaré más tarde una
vez haya terminado con el equipo Ghost.
—Bien —dijo Roberts —pero no te escabulli-
rás de nosotras, necesitamos tu ayuda para una mi-
sión humanitaria de suma importancia, por eso ha-
bíamos pedido la reunión.
—No hay problema —contestó García —creo
que Lloyd estará recuperado y podremos ayudar-
las, ahora vayan con Kelso y cámbiense esa ropa
por favor.
—¡Nos vemos entonces! —dijeron al unísono
las agentes al despedirse de García, éste se inclinó
y acaricio la gran cabeza de “Luke” que seguía muy
atento a los movimientos de Hernández, cuando
las agentes se levantaron y se marcharon el perro
las adelantaba y escudriñaba cada rincón de te-
rreno antes de seguir avanzando, llegaba a un lu-
gar lo estudiaba y se detenía a esperar a las muje-
res, cuando veía que estaban lo suficientemente
cerca volvía a adelantarse y estudiar el terreno.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 67


—¡Vaya que animal más inteligente! —ex-
clamó García en voz alta —creo que le vendría muy
bien equiparle un pulse a su protección, nos daría
una muy buena ventaja, creo que se los voy a pro-
poner a las chicas —pensó el agente mientras cami-
naba hacia el grupo del sargento Todd.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 68


V PARTE
OTRO VIAJE AL MUSEO
García llegó a la Casa Blanca cuando ya anochecía,
su primera parada fue la enfermería donde Lloyd
contaba como había salvado a su amigo García en
innumerables oportunidades mientras luchaba
contra cuatro cazadores y Aaron Keener al mismo
tiempo, las enfermeras que rodeaban a Lloyd no se
percataron de la presencia de García, así de absor-
tas en la historia del agente herido estaban ellas.
—Disculpen señoritas —carraspeó García —
¿me permitirían unos minutos con el héroe?
Las enfermeras salieron rápidamente del lugar de-
jando solos a ambos agentes.
—Veo que te lo estás pasando muy bien Lloyd
—dijo García
—¡Amigo! —gritó Lloyd —¿estás bien?
—Por supuesto —contestó García —y por lo
que pude oír, todo gracias a ti.
—¡Oh, ya sabes de que va esto! —dijo Lloyd
riendo —es solo para impresionar a las chicas.
—Cómo me recuerdas a Dinozzo, Lloyd —
contestó García
—Ese fue un golpe bajo —dijo Lloyd
—Tranquilo amigo —dijo García levantando
las manos —¿para cuándo estarás en condiciones
de salvarme el pellejo nuevamente?
—El doctor me dijo que mañana en la tarde
estaré de alta —contestó Lloyd

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 69


—Excelente, ya tenemos trabajo atrasado
amigo —añadió García —nos vemos mañana
—¿No me dirás de que se trata? —preguntó
Lloyd
—Descansa viejo amigo, descansa —le con-
testó García y se fue caminando lentamente hacia
las barracas para descansar él también.

Al otro día temprano, García se fue recto hasta la


oficina de Ortega en busca de la agente Kelso, su
idea era salir en la tarde hasta el Museo del Aire y
el Espacio para intentar recuperar la información
allí oculta. Aún no había hablado con Torres ni Ro-
jas para saber cómo les había ido en su propia mi-
sión, pero por el momento eso podía esperar.

En la oficina de Ortega reinaba una rara algarabía,


la información proporcionada por las agentes Ro-
berts y Hernández resultó más que valiosa y ya se
estaban preparando las operaciones respectivas
para lanzar un ataque al corazón de la facción de
las Hienas.

—¡Sheriff! —saludó Ortega a García cuando


éste ingresó a su oficina—¿cómo está tu compa-
ñero?
—Ya recuperado —contestó García —gracias
por preguntar
—Discúlpame —añadió Ortega —pero con la
información que hemos conseguido respecto al
consejo de las hienas, he estado con las manos lle-
nas y no he podido ir a ver al agente Lloyd.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 70
—No se preocupe, Lloyd sabe lo ocupado que
se encuentra —contestó García —buscaba a la
agente Kelso ¿sabe dónde la puedo encontrar?
—Oh, sí —exclamó Ortega —está en el ala de-
recha del edificio, creo que buscando un buen lu-
gar para instalar un canil.
—Gracias —se despidió García con un ade-
mán, saliendo de la oficina y dirigiendo sus pasos
hacia la ubicación proporcionada por Ortega.

Caminó por fuera de la estructura del edificio hasta


llegar frente a un frondoso patio, lleno de árboles
frutales y decorativos, allí la agente Kelso jugue-
teaba con “Luke”, mientras que las agentes Roberts
y Hernández ayudaban a unos voluntarios civiles
a levantar una estructura tipo domo para albergar
en forma momentánea al perro, éste al escuchar
acercarse a alguien volteó su cabeza y sacudién-
dose del abrazo de Kelso se lanzó en carrera hacia
García, el agente puso una rodilla en tierra para
aguantar el embate que se produjo cuando “Luke”
se lanzó a sus brazos y quedó como un bebé acu-
rrucado, en esa posición sacó su enorme lengua y
mientras ladraba con alegría empapaba de saliva la
cara de García.

—Nunca lo había visto encariñarse con al-


guien como lo ha hecho contigo agente —dijo Her-
nández —seguro que si te enseño las órdenes bási-
cas este perro las seguiría sin dudarlo.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 71


—Bueno —dijo García entre las demostracio-
nes de cariño del perro —creo que al salvarme la
vida me adoptó también.
—Sí, puede ser una explicación plausible —
dijo Roberts riendo al ver cómo el perro no dejaba
de pasar la lengua por la cara del agente.

García dejó al perro en el suelo y sacó una pañoleta


de su bolsillo, se limpió las babas del animal y vol-
vió a guardar la pañoleta.

—Creo que voy a tener que buscar otra paño-


leta luego de esto —dijo el agente.
—Sería lo más apropiado agente —le contestó
Kelso riendo, mientras “Luke” volvía a darle su
atención a ella.
—Pretendo salir con Lloyd al Museo del Aire
y el Espacio y quisiera el apoyo de las agentes Ro-
berts y Hernández —dijo García
—¿Y Torres y Rojas? —inquirió Kelso
—Tengo otra misión para ellos —contestó
García
—Ok, creo que es tiempo de averiguar que po-
demos sacar en limpio de todo esto —se encogió de
hombros Kelso —ya me han dado los detalles de
los cargamentos recibidos por las hienas, y si son
ciertos, lo menos que tenemos es un topo.
—Yo diría que la colonia entera Kelso —con-
testó García —si todo va bien voy a hacerte parti-
cipe de otra información.
—Ya me has intrigado agente —dijo Kelso —
puedes salir cuando quieras.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 72


García volvió sobre sus pasos hacia las barracas, al
llegar a la entrada se topó con Torres y Rojas quie-
nes lo buscaban para entregarle sus informes. Se-
gún los agentes el Museo del Aire y el Espacio es-
taba en manos de la facción denominada Los Hijos
Verdaderos, los militares que se sublevaron y for-
maron su propio grupo, ahora mantenían una ver-
dadera fábrica de armas en el lugar. Aprovechando
las partes y piezas de aeronaves y la maquinaria
existente en el museo han podido incluso replicar
un par de misiles, la misión de recuperación enton-
ces también ha tomado otro giro. García les indicó
a los agentes que descansaran y les entregó la fre-
cuencia del equipo Bravo de los Ghost, ordenándo-
les que se reunieran con ellos y fueran al Museo de
Historia Estadounidense, allí debían recuperar un
notebook que contenía los datos del interrogatorio
a un colaborador de Keener, de ahí podrían obte-
ner alguna pista sobre su guarida u otro antece-
dente que les sirviera para lograr su captura.

Luego de haberse despedido de Torres y Rojas, el


agente García se dirigió a la enfermería, allí, Lloyd
ya recuperado se despedía de las enfermeras, una
vez vio a su amigo parado en el dintel de la puerta
de ingreso, Lloyd puso rostro serio y rápidamente
salió a reunirse con García.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 73


—¡Amigo! —dijo Lloyd —que gusto verte.
—¿Ah sí? —inquirió García —pensé que esta-
bas a gusto con las enfermeras
—Por supuesto que estaba a gusto con ellas,
pero tú sabes que me gusta la acción —respondió
Lloyd —ya extrañaba repartir tiros, el problema es
que perdimos nuestras armas en el último enfren-
tamiento.
—Es verdad —contestó García apesadum-
brado —extrañaré el revolver de Earp.
—A propósito —añadió Lloyd —nuestro que-
rido Intendente, el Sr. Dennis, quiere vernos antes
de que salgamos a cualquier misión y fue muy in-
sistente al respecto.
—Ok., vamos a verlo entonces —dijo García
—de todas formas, necesitamos armas y munición.

De camino a ver a Coop Dennis, los agentes se to-


paron con Inaya Al-Khaliq, quién les dijo que
Odessa Sawyer quería verlos en el asentamiento de
El Teatro, García le dijo que irían a verla de camino
a su nueva misión, por lo que Inaya les recordó que
acudieran a ella para la reparación o creación de al-
gún dispositivo para sus armas.

Al llegar donde el intendente, éste estaba apilando


cajas de munición y separando armas por su tipo y
calibre, cuando los vio, les hizo una seña para que
aguardaran un momento, lo vieron agacharse en su
estación y sacar una de las cajas tácticas que habían

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 74


recuperado del primer puesto de control que reto-
maron, ésta caja en particular llevaba el dibujo de
una mira en cuyo centro la calavera cubierta por un
manto y la guadaña por sobre ella hacían alusión a
la “parca” o “la muerte” como se le conocía, este
emblema pertenecía a la especialización de franco-
tirador, luego tomó otra caja, esta vez el dibujo re-
presentaba un rombo con un puño alzado y en el
centro un declive que insinuaba una explosión, éste
emblema representa a la especialización de demo-
liciones.

—Caballeros —dijo Coop —estas armas fue-


ron recuperadas en el asalto a un puesto de control,
creo que pueden ser utilizadas por ustedes.
—No son las armas que usan Johnson y
Ward? —preguntó Lloyd
—Sí amigo, son éstas —respondió García
—Bueno, entonces me quedo con la de demo-
lición —dijo Lloyd abriendo la caja respectiva —
¡Ésta sí que es un arma! —exclamó al sacar el lan-
zagranadas M32A1.

García por su parte abrió la caja correspondiente al


francotirador, extrayendo un rifle TAC 50C calibre
.50, lo examinó y se lo puso a la espalda, luego le
solicitó al intendente como arma principal una
SCAR MK17 y una P416 G3 para utilizar como se-
cundaria, la pistola elegida fue una Desert Eagle
.50. Lloyd por su parte eligió como principal una
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 75
M60 E6 y como secundaria una escopeta Marine
Super 90, su pistola fue una X-45, y se llevó el lan-
zagranadas puesto a la espalda, además de varios
gadgets y granadas.

—Hay un solo problema agentes —dijo Coop


—para las armas de especialización tenemos po-
quísima munición, así que la que lleven ahora de-
berán utilizarla solo en momentos determinados y
de suma urgencia.
—Ya suponía yo que debía haber un pero a
tanta maravilla —contestó Lloyd riendo.

Los agentes se reunieron en la entrada con Hernán-


dez y Roberts, quienes ya estaban listas para partir,
“Luke” estaba durmiendo a pierna suelta a la som-
bra de unos sacos de arena dispuestos a modo de
barrera.

—¿Este va con nosotros? —preguntó Lloyd


señalando al perro
—No te hemos presentado a “Luke”—dijo
García —él trabaja con Hernández y con Roberts,
¿recuerdas que ellas nos salvaron el pellejo en
Navy Plaza?
—¡Claro que lo recuerdo! —dijo Lloyd —pero
a este no lo había visto —añadió señalando al perro
que seguía durmiendo.
—¿A dónde vamos? —preguntó Roberts
—Al Museo del Aire y el Espacio, está en In-
dependence Ave. con la Séptima —contestó García

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 76


—¿Y contra quién vamos? —preguntó Her-
nández
—Contra los hijos verdaderos —respondió
García —los agentes Torres y Rojas hicieron un re-
conocimiento previo así que no vamos tan a ciegas.
—Es un trecho bastante largo —añadió Lloyd
—creo que deberíamos ponernos en marcha ya,
además dijiste que pasarías al asentamiento de El
Teatro para hablar con Odessa.
—Tienes razón Lloyd —dijo García —an-
dando entonces.
—¿Y si nos separamos para agilizar los tiem-
pos? —dijo Roberts
—Buena idea —contestó García —adelán-
tense ustedes con Hernández y nosotros con Lloyd
las alcanzamos en las afueras del Museo.

Los agentes salieron por el acceso sur de la Casa


Blanca, se separaron al llegar a la calle principal y
cada pareja tomó su propio camino, “Luke” que
despertó justo antes de la salida de los agentes se
sentó en el medio de la calle, miro de lado a lado y
luego de unos minutos decidió seguir a la pareja de
Roberts y Hernández, al parecer fue una difícil de-
cisión para el can.

García y Lloyd ingresaron por la entrada principal


del Teatro y fueron saludados con mucha efusión
por parte de los combatientes civiles y los pocos
soldados de la JTF que había en el lugar, subieron
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 77
por las escalas hasta la oficina de Odessa y se en-
contraron con ella.

—¡Agentes! —exclamó Sawyer —¡qué alegría


volver a verlos!
—Igualmente Odessa —contestaron al uní-
sono los agentes.
—¿Qué los trae por este humilde asenta-
miento? —bromeó Odessa
—Tu mensaje —contestó García —Inaya nos
dijo que querías vernos.
—¡Claaaro! —dijo Odessa —que tonta soy.
Les tengo un regalo —dijo mientras llamaba a uno
de sus cooperadores.
—No es necesario que te molestes de esa
forma Odessa —dijo Lloyd
—¿Después de lo que hicieron por mí y mi
hija? —dijo Sawyer abriendo los ojos —ustedes se
merecen todo, pero tranquilos esto no supuso ma-
yor esfuerzo, de hecho, más que regalo es una de-
volución.
—¿A qué te refieres? —pregunto García

En el preciso instante que el agente hacía la pre-


gunta, un combatiente civil ingresaba a la oficina
con la ametralladora ligera de Lloyd y el revolver
de García, armas que habían pertenecido a los
agentes Dinozzo y Earp, respectivamente.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 78


—¿Cómo lo hiciste? —preguntó Lloyd al
tiempo que ponía las manos en su arma y García
recibía la suya.
—Bueno —contestó Odessa —cuando llegó a
mis oídos que se había producido un enfrenta-
miento en Navy Plaza, envié un destacamento a
peinar el área, siempre quedan pertrechos que po-
demos recuperar, como comprenderás reconocí
sus armas de inmediato.
—Muchas gracias Odessa —dijo García —
creo que sabes lo que representan estas armas para
nosotros.
—Sí, por eso es que te tengo este regalo García
—dijo Sawyer sacando desde bajo su escritorio una
pistolera antigua pero reacondicionada —esta pis-
tolera perteneció a Doc Holliday y fue recuperada
en su oportunidad en Dodge City, luego entregada
al Museo de Historia Estadounidense, y robada
desde allí por alguna facción, nosotros la encontra-
mos hará una semana atrás y desde esa fecha Inaya
ha estado trabajando en ella para mejorarla y éste
es el resultado.
—¡Wow! —exclamó García al recibir la pisto-
lera, cuyo cuero denotaba la antigüedad de sus ma-
teriales, el cinturón incorporaba una badana para
las balas y dos cartucheras, una para el revólver y
otra acondicionada para pistola —muchas gracias
Odessa.
—Ahora sí que te pareces a Jhon Wayne, Gar-
cía —rio Lloyd al ver a su amigo con la pistolera
puesta.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 79


Luego de agradecer nuevamente a Sawyer por ha-
ber recuperado sus armas y el regalo, ambos agen-
tes retomaron su camino al Museo, esta vez esta-
ban con el equipo y munición a tope por lo que solo
debían reunirse con Roberts y Hernández en las
afueras del Museo del Aire y el Espacio.

Al cabo de un tiempo los agentes se reunieron en


las afueras de la parte trasera del Museo, donde se
encontraba el patio del mismo, custodiada por un
soldado, una puerta en una valla metálica, consti-
tuía la única vía de acceso al interior, luego de me-
ditar un instante la mejor alternativa, la agente
Hernández le ordenó a Luke que se acercara a la
puerta, el perro corrió directo a la valla y comenzó
a ladrarle alegremente al soldado, éste comenzó a
hablarle de manera graciosa al can, que no paraba
de ladrarle y moverle la cola, el guardia intrigado
abrió la puerta y salió al exterior para acariciar al
perro, Luke se apartó e hizo que lo siguiera hacia
la posición de los agentes, el soldado seguía al pe-
rro mostrándole un trozo de pan, Luke finalmente
se sentó y esperó al hombre que se arrodilló frente
a él y le ofreció el alimento que llevaba en la mano,
Luke lo tomó suavemente y comenzó a masticar,
aprovechando la distracción Lloyd se acercó lenta
y silenciosamente por la espalda del soldado y le
clavó su cuchillo táctico en el cuello, matándolo al
instante, ayudado por García tomaron el cuerpo y
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 80
lo lanzaron tras uno de los bloques de concreto
existentes en el lugar. Las agentes Roberts y Her-
nández ingresaron por la puerta abierta al patio del
Museo, una enorme extensión de terreno donde se
habían apilado cajas de repuestos y partes de fuse-
lajes de diferentes aeronaves, los hijos verdaderos
habían instalado dos torres de vigilancia y en cada
una un francotirador, abajo en el terreno dos patru-
llas de tres hombres cada una recorrían el períme-
tro. García y Lloyd se reunieron con las agentes tras
unas cajas de material.

—Es hora de probar esta maravilla —dijo Gar-


cía mientras sacaba el rifle .50 —yo eliminaré a los
enemigos de las torres, en cuanto caigan ustedes se
abrirán en abanico disparando hacia las patrullas,
Lloyd tú cubrirás a las chicas eliminando a la ame-
tralladora pesada primero.
—Ok —indicaron todos al unísono
—Deja a Luke conmigo Hernández —dijo
García —aquí no correrá peligro de momento.
—Sí, te mantendrá a salvo —contestó son-
riendo la agente.

García puso el cargador de cinco tiros a su arma,


desplegó la culata y se acomodó el rifle al hombro,
ajustó la mira telescópica y apuntó al primer sol-
dado apostado en la torre, luego se giró e hizo lo
mismo con el segundo enemigo, entre uno y otro
no debería demorar más de 40 segundos entre tiro
y tiro, volvió al primer francotirador y fijó en el
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 81
centro de la mira la cabeza del soldado, aspiró una
bocanada de aire y la aguanto, cuando su corazón
se calmó expiró todo el aire y volvió a llenar sus
pulmones nuevamente, en el preciso instante que
su cuerpo no se movía apretó el gatillo, sin ni si-
quiera mirar el resultado se giró y apuntó al se-
gundo soldado, en una fracción de segundo lo tuvo
en el centro de la mira y disparó, cuando el cuerpo
del primer enemigo caía al suelo el segundo recibía
el impacto, la bala calibre .50 no dejó nada de la ca-
beza del soldado cuyo cuerpo por inercia cayó de
rodillas en la torre y ahí se mantuvo.

Al oír el primer disparo los enemigos que patrulla-


ban el patio se pusieron en alerta, uno de ellos lle-
vaba una ametralladora pesada y se lanzó al suelo
en cuanto comenzó el tiroteo, Lloyd se cubrió tras
un árbol y comenzó a dispararle al tipo de la ame-
tralladora a fin de que Roberts y Hernández pudie-
ran encargarse de los otros soldados más básicos,
éstos se habían separado e intentaban rodear al
agente pero las chicas habían previsto el movi-
miento, cuando dos de los soldados se acercaban a
la posición de Lloyd, Roberts abrió fuego con su
arma principal, eliminando a los dos tipos de una
sola ráfaga, por su parte Hernández había avan-
zado hasta la primera torre, se posicionó junto al
cadáver del enemigo abatido por García y comenzó

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 82


a disparar también hacia el portador de la ametra-
lladora, éste al verse entre dos fuegos, se levantó
rápidamente, miró a ambos lados y cuando había
tomado la decisión de correr hacia la derecha su
cuerpo se dividió en dos, un tiro del arma de Gar-
cía lo atravesó limpiamente, cortándolo por la mi-
tad. Una explosión cercana a la posición de Roberts
alertó a los agentes, había a lo menos un par de gra-
naderos enemigos ocultos entre las cajas o las co-
berturas circundantes, a un silbido de Hernández,
Luke corrió hacia unas cajas en la parte posterior
del patio, ladrando furiosamente el perro logró que
uno de los granaderos saliera a campo abierto,
donde Roberts lo eliminó fácilmente, luego los la-
dridos del perro cambiaron de lugar, esta vez se es-
cucharon gritos y maldiciones provenientes desde
atrás de una de las torres de vigilancia, unos cuan-
tos disparos y luego una explosión, García temió lo
peor, pero al cabo de un par de segundos apareció
Luke con un brazo entre las fauces, lo depositó a
los pies de Hernández y se sentó a esperar mo-
viendo la cola, la agente le hizo una caricia en la
cabeza y le dio un dulce que extrajo de su chaleco
táctico.

—Recuérdame no hacerte enfadar Hernández


—le gritó Lloyd a la agente mientras disparaba
contra el último soldado del patio —sobre todo

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 83


cuando esté ese monstruo cerca —dijo señalando a
Luke que jugueteaba con una libélula.

Con todos los enemigos eliminados los agentes se


encaminaron a la entrada del estacionamiento sub-
terráneo del Museo, accionaron el aparato que le-
vantó la cortina metálica de acceso e ingresaron, el
lugar estaba lleno de cajas de madera con armas y
municiones, grúas transportadoras y otras manua-
les se apilaban en el interior, además de varios sol-
dados que trasladaban el material, cajas tácticas va-
cías y vehículos de transporte de personal termina-
ban de llenar el espacio del estacionamiento. Gar-
cía le hizo una seña a Lloyd y Hernández para que
avanzaran por la derecha del lugar, mientras que
él y Roberts se mantenían tras un Humvee, por lo
que pudieron observar sus mayores preocupacio-
nes residían en dos ingenieros de combate que for-
maban parte de la guardia del lugar, se tocó el oído
donde llevaba el transmisor y susurró “granadas”,
por lo que todos los agentes, él incluido sacaron los
explosivos de sus cinturones y se dispusieron a lan-
zarlas, a la orden de García los cuatro agentes lan-
zaron sus granadas, dos de ellas incendiarias y dos
de fragmentación, las explosiones afectaron a va-
rios soldados que comenzaron a gritar y tratar de
apagar las llamas que los envolvían, oportunidad
en la que los agentes abrieron fuego en su contra,

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 84


eliminando a cuatro de ellos incluido a uno de los
ingenieros, el otro corrió directamente hasta unas
cajas de munición e instaló una torreta ametralla-
dora la que comenzó a escupir balas de inmediato
contra la posición de García y Roberts, Lloyd y
Hernández lidiaban con tres soldados que intenta-
ban rodearlos, los escopeteros eran los más kami-
kazes pues se lanzaban directamente al ataque sin
mediar ningún tipo de estrategia, pero si te alcan-
zaban, podías darte por muerto.

García sacó una torreta lanzallamas y la arrojó


frente a su posición, en cuanto el aparato comenzó
a lanzar fuego hacia sus enemigos los agentes pu-
dieron moverse a otra cobertura. En una rápida sa-
lida los cuatro agentes eliminaron a los enemigos
restantes limpiando la zona. Por lo que pudieron
observar los Hijos Verdaderos efectivamente te-
nían una especie de fábrica en el Museo, diferentes
partes y piezas, refacciones y otras cosas, además
de munición para todas sus armas se apilaban en el
estacionamiento, al fondo unas puertas dobles los
conducirían al interior del Museo, pero antes de
avanzar dejaron un par de granadas entre las cajas
de munición y armas, para cuando cruzaron las
puertas, la explosión había destruido todo por lo
que sus enemigos habían trabajado allí abajo.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 85


Un amplio pasillo los llevó a unas escaleras, subie-
ron dos pisos y se encontraron con una sala de ex-
hibición, aviones completos y fuselajes se mostra-
ban a quienes visitaban el Museo, ahora estaba con-
vertido en un taller, dos bancos de trabajo indus-
trial funcionaban a toda máquina operados por in-
genieros militares, protegidos por un par de grana-
deros y un tanque armado con una Minigun. Gar-
cía le hizo una seña a Lloyd para que se posicionara
tras una grúa existente en el lugar, luego señaló a
la izquierda y apuntó hacia unas cajas de material
para que Hernández tomara esa cobertura, por úl-
timo, le indicó a Roberts que se cubriera tras un pi-
lar de la derecha.

—Ahora es tu oportunidad Lloyd, usa ese lan-


zagranadas en el tanque —dijo García
—Pensé que nunca lo pedirías —contestó
Lloyd
—Espera a que lo aislemos de los demás
enemigos y le lanzas un par de explosivos —indicó
García.

A la señal de García comenzó el ataque, los prime-


ros escopeteros se lanzaron de inmediato hacia la
posición de Lloyd pero éste los repelió con su ame-
tralladora ligera, el tanque comenzó a disparar
contra Lloyd al ver que éste era el que tenía mayor
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 86
poder de fuego, Roberts y Hernández centraron su
fuego en los enemigos de menor nivel para que
García apoyara a Lloyd, por lo que éste comenzó a
disparar sobre el tanque a fin de distraerlo y que
Lloyd pudiera utilizar su lanzagranadas, en un
momento el tanque quedó sin munición y se aga-
chó para cambiar su cargador, en ese preciso ins-
tante Lloyd con su lanzagranadas ya preparado
lanzó el primer explosivo, la munición eliminó de
raíz todo el blindaje del brazo derecho del enemigo
y el segundo tiro el blindaje del pecho, para cuando
logró reponerse y comenzar a disparar de nuevo
había perdido bastante armadura, pero seguía
siendo un enemigo temible, García le lanzó una
granada incendiaria y luego Lloyd un dron bom-
bardero, mientras el tanque se sacudía las llamas la
explosión del dron terminó con la poca armadura
que aún le quedaba, Lloyd saltó por sobre su co-
bertura y aprovechando que su enemigo aún ardía
lo remató con su ametralladora ligera, por su parte
las agentes ya habían eliminado a todos los demás
soldados.
—Hay que destruir estas estaciones de trabajo
—ordenó García
—Yo lo haré —dijo Hernández, dando un
fuerte silbido con el que Luke apareció corriendo—
buen chico —le susurró la agente mientras metía la
mano en un bolsillo de la protección del perro,
donde tenía guardada unas cargas de C4.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 87
—¿Oye y eso no es peligroso para Luke? —
preguntó Lloyd
—Oh, no —contestó Hernández —él ya sabe
que no debe entablar combate durante un tiroteo si
no he sacado el explosivo
—¿O sea que siempre lo trae consigo? —pre-
guntó García
—Por supuesto, no salimos sin el plástico —
dijo sonriendo la agente.
Acto seguido colocó las cargas en los bancos de
trabajo y programó la detonación en un par de mi-
nutos. Al final de la sala estaba el acceso al Plane-
tario, unas puertas dobles les dieron la entrada al
lugar y mientras ingresaban, el C4 explotó destru-
yendo los bancos de trabajo. Luego de correr por
un pasillo estrecho y corto dieron con una sala
donde se proyectaban imágenes del universo, una
parte de la lona sobre la cual se mostraba la proyec-
ción estaba rota y mostraba la estructura metálica
sobre la cual estaba montada; luego de eliminar un
par de enemigos que estaban sobre la estructura los
agentes siguieron avanzando hasta dar con una es-
calera metálica que les permitiría subir a la estruc-
tura, una vez sobre ella se encontraron con una se-
rie de pasillos interconectados, avanzaron recto
hasta encontrar otra puerta, la atravesaron y se en-
contraron con otra sala de exhibición, en esta se en-
contraba el transbordador espacial suspendido en
el aire y sujeto por varios cables metálicos, también
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 88
había varios aviones de la segunda guerra mundial
y otros aparatos, además de fotografías de famosos
aviadores expuestas en las paredes, entre los mos-
tradores varios soldados se movían haciendo guar-
dia, un médico de combate, dos ingenieros, algu-
nos granaderos y otros más deambulaban por la
sala.
—El médico y los ingenieros tienen que ser
nuestra prioridad —dijo García
—Voy por el médico —dijo Hernández —los
ingenieros tienen mayor equipamiento, te los dejó.
—Ok —contestó García, mientras sacaba el ri-
fle .50
—En cuanto elimine al primer ingeniero, los
demás se nos vendrán encima —dijo García —
Lloyd sitúate a mi derecha y presta fuego de cober-
tura, en cuanto caiga el médico Roberts y Hernán-
dez avanzaran enfrentando lo que venga.
García desplegó la culata de su arma y se la aco-
modó al hombro, ajustó la mira y buscó a su obje-
tivo, en cuanto lo tuvo a tiro le hizo una seña a Her-
nández quién con su fusil FAL personalizado
apuntó al médico, accionó el láser acoplado al cos-
tado del arma y fijó el haz de luz de color rojo justo
en la frente de su enemigo, presionó suavemente el
gatillo y disparó, la bala describió un suave arco de
ascenso para luego impactar directamente entre los
ojos del soldado que salió despedido hacia atrás a

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 89


raíz del impacto, el ingeniero que estaba a su iz-
quierda giró la cabeza al verlo caer y la bala entró
por su oído, destruyéndole el cráneo. Para cuando
su cuerpo cayó al suelo se desató el infierno, los
agentes comenzaron a disparar al unísono ha-
ciendo que los soldados que no habían sido alcan-
zados por algún proyectil buscaran refugio tras al-
guna cobertura. Roberts y Hernández salieron de
sus coberturas y avanzaron disparando a sus
enemigos, cuando debían recargar sus armas una
de ellas cubría a la otra, la que cambiaba el carga-
dor se agachaba tras su compañera para no ser un
blanco fácil mientras la otra eliminaba las amena-
zas cercanas, Lloyd desde su posición hacía que su
arma vomitara metralla hacia cualquier enemigo
que osara salir de cobertura, García por su parte co-
rrió hacia una pared cercana, inspeccionó el cos-
tado de un exhibidor y extendió su mano por entre
el mueble y el muro, dio con lo que buscaba pero
cuando intentaba sacarlo de allí vio cómo uno de
los soldados enemigos que disparaba sin apuntar
desde su cobertura, le dio suficientes impactos a
uno de los cables que sujetaban al pesado transbor-
dador espacial que hizo que éste se cortara, los de-
más cables no soportarían la masa metálica de la
nave y ésta caería directamente sobre él si no se
apresuraba, dio un tirón al objeto que había lo-

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 90


grado coger y se lanzó hacia adelante rodando so-
bre sí mismo, al tiempo que el transbordador caía
sobre el lugar donde él se encontraba segundos
atrás, se incorporó y guardó el objeto en el bolsillo
superior de su chaleco táctico, para luego correr ha-
cia las agentes para unirse al combate, al cabo de
unos minutos no quedaba ningún enemigo en pie.

—Hernández —dijo García —revisa la herida


de Roberts.
—¿Herida? ¿cuál herida? —contestó la agente
mientras se tocaba
—El brazo —le indicó Hernández —pero es
solo un rasguño, deja que te lo vende y avanzamos.
—¿García? —inquirió Lloyd —¿lo tienes?
—Sí amigo, estaba justo donde nos dijo Ca-
llahan, pero ahora no hay tiempo de revisarlo, de-
bemos terminar con esto primero.
Siguieron avanzando hasta cruzar otra puerta, esta
vez dieron con la sala de exploración espacial,
donde unos cuantos soldados alertados por los dis-
paros en la sala contigua se cubrían tras unas vallas
metálicas y un vehículo de exploración lunar,
Lloyd utilizó nuevamente su lanzagranadas y
acabó con todos ellos destruyendo la mitad de la
sala en el proceso, siguieron avanzando hasta dar
con otra puerta, la que los condujo hasta la sala de
exhibición de los cohetes espaciales, allí los enemi-
gos estaban alerta y esperándolos, en cuanto los
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 91
agentes hicieron ingreso a la sala las balas comen-
zaron a zumbar a su alrededor, García pudo ver
claramente un haz de luz verde posarse en el pecho
de Roberts, al segundo la agente fue lanzada al piso
por el impacto, Lloyd que estaba más cerca de ella
la tomó de los brazos y la arrastró hasta una cober-
tura, el agente levantó el pulgar en señal que la
chica estaba bien, el protector corporal había hecho
su trabajo y detuvo la bala, pero el peligro no había
pasado, los escopeteros enemigos se lanzaron hacia
ellos mientras que un granadero de élite lanzaba
una granada hacia la posición de Lloyd y Roberts,
Hernández vio cómo Lloyd solo pudo atinar a cu-
brir a la aún conmocionada Roberts con su propio
cuerpo en espera de la explosión de la granada,
pero en el último momento Luke apareció como un
rayo, tomó la granada con su hocico y la fue a de-
positar a los pies de un grupo de enemigos, para
luego volver corriendo esquivando las balas hacia
donde estaba la agente y Lloyd, todo mientras la
explosión de la granada eliminaba a varios enemi-
gos a la vez.

Repelieron a los escopeteros y ya con Roberts más


recuperada, los agentes pasaron a la ofensiva, Her-
nández llevaba un escudo antibalístico que accionó
para avanzar, disparando con su arma secundaria
un subfusil Vector 45, se movía hacia adelante y
tras ella cubriendo su espalda se movía Roberts y a
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 92
los costados de ellas García y Lloyd eliminaban a
otros enemigos. El francotirador enemigo no había
podido volver a realizar un tiro, pues la posición
en la cual se encontraba no se lo permitía, pero
cuando Lloyd debió quedarse atrás para recargar
su arma, el enemigo se asomó de su cobertura, po-
sicionó el haz del láser de su arma en el cuello de
Hernández y cuando se aprestaba a disparar una
fuerte sacudida lo hizo tambalear y soltar su arma,
un enorme perro lo había tomado por el chaleco
antibalas y lo arrastraba fuera de su cobertura,
mientras le daba patadas y puñetazos para libe-
rarse logró sacar su pistola y apuntar a la cabeza
del perro, pero en el momento en el que pretendía
apretar el gatillo una bala atravesó su cabeza, Gar-
cía había desenfundado su revólver y con un cer-
tero tiro mató al soldado. Luego de haber limpiado
el área se dispusieron a registrar la sala buscando
cualquier material que indicara cual era el objetivo
de los Hijos Verdaderos, encontrando varias piezas
y repuestos que les hacían pensar en la construc-
ción de misiles guiados o algo parecido a las bom-
bas volantes V2. Destruyeron cualquier herra-
mienta que los enemigos pudieran usar para sus
propósitos y avanzaron tras unas puertas dobles
que daban hacia otra sección del Museo, grande
fue su sorpresa cuando encontraron en una pe-
queña sala un misil completamente operativo, más

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 93


el rack de conexión y un laptop que permitiría di-
rigir el arma a cualquier lugar que quisieran atacar.

—Esto hay que destruirlo —indicó Lloyd —


¿Luke tiene más C4?
—Por supuesto —contestó Hernández lla-
mando al perro, registró su chaleco y extrajo dos
trozos de explosivo —es lo último, úsalo bien.

Lloyd pegó los dos trozos de plástico al misil y pre-


paró el detonador para un tiempo prudente, des-
truyeron el rack a tiros y Roberts guardó el compu-
tador en su mochila, luego salieron todos por la
puerta de salida, la que los llevó a un amplio lugar
de exhibición, la entrada principal al Museo. En la
sala había una sola patrulla enemiga deambulando
por entre las naves de la muestra, los agentes co-
rrieron a cubrirse y a una señal de García comen-
zaron el ataque, los enemigos lejos de entablar
combate huyeron por las puertas del fondo de la
sala, para luego volver a entrar con refuerzos, dos
ingenieros y un médico fue lo primero que vieron
los agentes.

—Misma táctica con el médico y los ingenie-


ros —dijo García

Los agentes levantaron el pulgar en señal de haber


comprendido, por lo que Hernández se posicionó
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 94
rodilla en tierra y apuntó con su fusil al médico,
éste corrió hacia una cobertura y no asomó ni un
centímetro de su cuerpo, los ingenieros por su
parte se dividieron hacia derecha e izquierda, obli-
gando a García a elegir un blanco, el de la izquierda
ya se aprestaba a instalar una torreta por lo que el
agente decidió eliminar a ese primero, García
apuntó y disparó matando al instante al primer in-
geniero, luego apuntó al segundo pero éste ya ha-
bía logrado instalar la torreta y había cambiado rá-
pidamente su posición. Lloyd mantenía un nutrido
fuego de supresión contra los soldados mientras
que Roberts eliminaba a aquellos que osaban avan-
zar hacia ellos, el médico enemigo vio a unos com-
pañeros caídos y corrió hacia ellos lo que le dio la
oportunidad a Hernández de eliminarlo, luego
llamó a Luke y le indicó al ingeniero enemigo, el
perro se lanzó como un rayo hacia donde estaba el
soldado, el cual al darse cuenta se levantó de su co-
bertura y comenzó a correr hacia el interior del mó-
dulo lunar que estaba en exhibición, el perro logró
tomarlo por la pierna derecha pero el soldado le
dio una fuerte patada en el hocico con la izquierda
logrando zafarse del agarre, Luke dio un fuerte au-
llido de dolor pero se lanzó nuevamente al ataque.
De pronto por las puertas del fondo volvieron a
aparecer más soldados, esta vez acompañados por
el que parecía estar al mando, un teniente armado

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 95


con una ametralladora ligera que dispuso de inme-
diato un ataque frontal hacia los agentes, corriendo
se acercó al módulo lunar dándole una tremenda
patada a Luke en el costado lanzándolo lejos de
allí.

García apuntó al enemigo con su .50 pero cuando


apretó el gatillo solo escuchó el característico “clic”
del martillo golpeando el percutor del arma vacía
—¡maldición! — pensó el agente, sacando de inme-
diato su arma principal, pero ya era tarde, su
enemigo se había ubicado tras una cobertura, lan-
zándose al suelo para dar un menor ángulo a sus
contendores.

—¡Lloyd, elimínalo! —gritó García indicando


al teniente.

Lloyd se agachó y sacó el lanzagranadas, solo le


quedaba un cartucho, así que debía utilizarlo con
sabiduría, decidió ablandar a su enemigo con su
ametralladora ligera, pero al tener la misma capa-
cidad de fuego que el soldado se anulaban mutua-
mente, le hizo un gesto a Roberts para que le lan-
zará una granada a la cobertura de su enemigo,
ésta lanzó una incendiaria lo que obligó al teniente
a levantarse rápidamente y cambiar de cobertura,
provocando que los cuatro agentes fijarán sus ar-
mas en él y disparando al unísono lograron des-
truir su armadura corporal por lo que quedó más
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 96
expuesto al ataque de Lloyd, quién cambió rápida-
mente al lanzagranadas disparando a la posición
del soldado, la explosión resultante lo despedazó
en el lugar, incluyendo a un par de soldados más
que se encontraban a cubierto tras él.

Los enemigos restantes, lejos de disminuir su ím-


petu en el ataque lo redoblaron, García lanzó una
torreta lanzallamas y junto a Lloyd iniciaron una
ofensiva por la derecha de la sala, Roberts se unió
por la izquierda creando una tenaza para envolver
a los soldados, mientras Hernández corría a ver el
estado de Luke. Todos se habían olvidado del in-
geniero encerrado en el módulo lunar por lo que
pudo salir sigilosamente de allí e instalar una to-
rreta apuntando directamente a los agentes, el apa-
rato comenzó de inmediato a escupir balas hacia
sus enemigos, Roberts se lanzó al piso y rodó sobre
sí misma para cubrirse tras un pilar, pero Lloyd fue
alcanzado directamente en el hombro izquierdo ca-
yendo al suelo, García vio al ingeniero dirigirse
nuevamente a la torreta para cambiar su cargador
al tiempo que observaba también como Luke se
lanzaba sobre él, mordiéndole el cuello, no se preo-
cupó por el resultado de la pelea si no que fue di-
recto a levantar a Lloyd.
—¡mierda, siempre soy yo el que recibe las ba-
las García! —le gritó mientras se incorporaba del
piso
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 97
—¡cálmate hombre, es solo un rasguño esta
vez! —contestó García revisándole la herida.
—¡Ja¡ tengo más cicatrices que mudas de ropa
amigo –dijo riéndose el agente

Mientras los agentes hablaban, se les acercaron Ro-


berts y Hernández, acompañadas por Luke, quién
parecía estar muy satisfecho de sí mismo.

—¿Cómo esta Luke? —preguntó García


—Tendrá dolor de costado por unos días,
pero nada de qué preocuparse, finalmente obtuvo
su venganza así que está satisfecho —contestó Her-
nández.
—Esto ya acabó —añadió Roberts —no queda
nadie en pie.
—Bien, registremos la zona por si pasamos
algo por alto y nos vamos —añadió García —a pro-
pósito ¿vieron los helicópteros en el patio?
—Sí, eran dos Bell UH-1 —contestó Lloyd —y
parecían en buenas condiciones.
—Si solo tuviéramos un par de pilotos, esas
naves harían una gran diferencia —dijo Hernández
—Espera —dijo Roberts —creo que sé de un
lugar donde podría haber un par de pilotos.

Cuando los cuatro agentes y su amigo canino cru-


zaban las puertas de salida del Museo, el C4 hizo
explosión, destruyendo cualquier atisbo de supe-
rioridad armamentística de los Hijos Verdaderos o

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 98


de cualquier otra facción que pudiera haber to-
mado el recinto.

CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 99

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