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Este documento presenta el prólogo y el capítulo 3 de una historia basada en el videojuego Tom Clancy's The Division 2. Los agentes descubren que el enemigo Keener ha estado infiltrado en su base y ahora deben completar una misión para destruir inhibidores de señal instalados por una facción enemiga llamada Los Hijos Verdaderos en el Museo View Point, con el fin de mejorar la señal de ISAC y así poder rastrear a Keener. El equipo de García se prepara para enfrentar su primer combate contra Los
Este documento presenta el prólogo y el capítulo 3 de una historia basada en el videojuego Tom Clancy's The Division 2. Los agentes descubren que el enemigo Keener ha estado infiltrado en su base y ahora deben completar una misión para destruir inhibidores de señal instalados por una facción enemiga llamada Los Hijos Verdaderos en el Museo View Point, con el fin de mejorar la señal de ISAC y así poder rastrear a Keener. El equipo de García se prepara para enfrentar su primer combate contra Los
Este documento presenta el prólogo y el capítulo 3 de una historia basada en el videojuego Tom Clancy's The Division 2. Los agentes descubren que el enemigo Keener ha estado infiltrado en su base y ahora deben completar una misión para destruir inhibidores de señal instalados por una facción enemiga llamada Los Hijos Verdaderos en el Museo View Point, con el fin de mejorar la señal de ISAC y así poder rastrear a Keener. El equipo de García se prepara para enfrentar su primer combate contra Los
Luego del fin de «Crónicas The Division» un relato ba-
sado en el videojuego de Tom Clancy’s The Division, donde pudimos ser testigos de las peripecias de los agentes que diariamente recorrían las calles de Nueva York, para llevar el orden y control a una ciudad sin ley, les presentamos la continuación de su historia, esta vez en Washington D.C., una ciudad arrasada por el vi- rus del dólar y sumergida en continuos enfrentamien- tos entre facciones nacidas tras el brote; nuevamente militares renegados fuertemente armados, carroñeros y otros enemigos harán que nuestros protagonistas se jueguen el pellejo en las calurosas calles de la capital para intentar salvaguardar a los miles de ciudadanos atrapados bajo el fuego cruzado.
«Crónicas The Division 2» te invita a conocer las nue-
vas aventuras y desventuras que vivirán aquellos que un día juraron defender nuestra forma de vida y acabar con cualquier enemigo que amenace acabar con nuestra tan preciada democracia.
Acompáñanos a conocer los primeros pasos de tus per-
sonajes favoritos en una nueva ciudad, con nuevos re- tos y amenazas que descubrir y todo desde la aguda perspectiva de un Gamer; así que, limpia tus armas, equípate y prepárate para enfrentar tus propios mie- dos. CAPÍTULO 3
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 1
I PARTE BÚSCANDO VENGANZA Lloyd y García acompañaron el traslado de los cuerpos de los agentes caídos hasta la Casa Blanca, fuera los esperaban Kelso y Ortega, tras ellos To- rres y Rojas con los cadáveres del resto de víctimas. Los cuerpos fueron llevados al interior de la base, donde García retiró la máscara que tenía en la mano el agente Dante, no recordaba habérsela visto a él, pero si recordaba haberla visto en otro lugar, se dirigió lentamente al comedor donde lo esperaban los demás agentes, se sentó junto a Lloyd y volvió a levantarse al instante con los ojos muy abiertos y los puños apretados.
—¡El maldito estuvo aquí! —gritó García y
salió corriendo del comedor.
Lloyd y los demás lo siguieron rápidamente hasta
llegar a la sala de monitoreo, allí le indicó a la ope- radora que revisara las grabaciones de las cámaras de seguridad del exterior e interior de la base del mismo día, la operadora obedeció mostrando las imágenes en una pantalla de ordenador.
—¡Allí! —señaló García —ese es él.
—¿Es quién? —preguntó Lloyd —Keener —respondió García —el de la más- cara es Keener y ha estado aquí mismo. CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 2 La operadora siguió los avances del sujeto que se- ñaló García durante todo su trayecto en la base, lo vieron entrar y saludar, luego ingresar a la sala de servidores donde conectó su reloj a ISAC, luego subir tras Kelso y salir rápidamente pasados unos minutos.
—Ahí debe haber escuchado sobre la cara-
vana —dijo Lloyd —por eso salió tan rápido. —Por favor —pidió García a la operadora — busque en los respaldos de vigilancia desde hace unas tres semanas atrás a este sujeto y si lo encuen- tra me avisa. —Ok —contestó la operadora poniéndose manos a la obra.
Luego de ello García les dijo a sus agentes que fue-
ran a descansar mientras él se dirigía a entrevis- tarse con Kelso para ponerla al corriente de la si- tuación. Al llegar a la segunda planta, golpeó la puerta de la oficina de Ortega e ingresó, en el lugar se encontraba Kelso con cara de pocos amigos y Or- tega apoyado en su mapa, mirando fijamente un punto en él.
—Sheriff —dijo Ortega —que bueno que vi-
niste, necesitamos de tu punto de vista. —Discúlpenme, pero vengo a hablar de otro asunto y es bastante grave —cortó García
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 3
—¿Qué podría ser más grave que la muerte de nuestra gente? —dijo Kelso —Precisamente de eso se trata, acabamos de descubrir que Keener ha visitado la Casa Blanca y al parecer en varias oportunidades —contestó Gar- cía. —¡Eso es imposible! —gritó Kelso —todo el mundo sabe quién es Keener, no habría pasado del primer perímetro. —Se vistió y equipó como uno de nosotros, para cubrir su rostro usó una máscara, la misma que dejó en manos de Dante —dijo García —así fue como consiguió entrar. —Pero ¿qué buscaba exactamente? —pre- guntó Ortega. —Solo sabemos que tuvo acceso a los servido- res de ISAC y que aquí averiguó lo del traslado de Dante —contestó García —vimos las grabaciones de seguridad. —¡Maldito desgraciado! —gritó Kelso dando un puñetazo en la pared, en el instante en que gol- peaban la puerta e ingresaba la operadora de cáma- ras. —Agente García aquí están todas las imáge- nes en las que se ve al tipo de la máscara, además hay un registro de las veces que se utilizó la identi- dad del agente Lee Smith para ingresar al servidor de ISAC. —Cuándo fue la primera vez que ingresó — preguntó Ortega. —Hace dos semanas, también fue la primera vez que se accedió a ISAC con la identificación del agente Smith. CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 4 —Gracias —dijo García, despidiendo a la ope- radora —las fechas coinciden con nuestra propia llegada a la ciudad. —¿Podemos saber que sacó de ISAC? —pre- guntó Kelso —Sí, ya lo comprobé —contestó García —solo actualizó sus datos, de esa forma tiene la misma in- formación que nosotros. —Hay que bloquear el acceso del agente Smith a ISAC —dijo Ortega —No —dijo García —levantando la mano de- recha en un ademán y señalando su reloj con el ín- dice izquierdo—vamos a utilizar su propia estrate- gia para llegar a él. —¡Es verdad! —dijo Kelso —si está activo, po- demos rastrearlo. —Si logramos cazar a Keener —dijo Ortega — bastaría para levantar la moral de nuestros hom- bres, las muertes de sus compañeros ha sido un gran golpe. —Bueno, ya tenemos un plan de acción —dijo García —¿Y cuál era la consulta a mi punto de vista? —Ah, eso —contestó Kelso —antes de que nos dijeras que Keener había estado aquí, discutíamos la poca cobertura que tiene en estos momentos ISAC. —Eso se debe a los Hijos Verdaderos —aña- dió Ortega —¿Hijos Verdaderos? —preguntó García —Sí, son un grupo de soldados rebeldes que se hacen llamar así —contestó Kelso —liderados
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por el General Ridgeway de la JTF, fueron los en- cargados de la contención en la Isla Roosevelt, cuando la situación comenzó a desmoronarse op- taron por la supervivencia del más fuerte y esos eran ellos, se sublevaron y mataron a muchísima gente, luego de un tiempo expandieron sus opera- ciones también a la ciudad. —Ahora tienen el control del Museo View- Point —añadió Ortega —y desde allí están emi- tiendo una señal disruptora que evita que ISAC pueda estar 100% operativo. —Hay que ir y destruir los dispositivos inhi- bidores de señal y de paso eliminar a todos los enemigos que se pueda —dijo Kelso. —Ok, y entiendo que mi equipo fue el elegido para llevar a cabo la misión ¿o me equivoco? —dijo García.
Terminada la discusión relativa a la nueva misión,
García se dirigió a las barracas para descansar un poco, Kelso se haría cargo de monitorear la señal de Keener y cuando activara su reloj lo podrían ras- trear, pero esto no sería posible hasta que elimina- ran los inhibidores de señal del museo.
A primera hora de la mañana siguiente, García
reunió a su equipo y les explicó la misión que les habían encomendado, todos se mostraron en desacuerdo porque lo que querían era cazar a Kee- ner y cobrar venganza por la muerte de los agentes, CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 6 García se vio en la obligación de imponer su auto- ridad y desechar sus reclamos, les explicó que él también quería venganza, pero mientras la señal de ISAC no tuviera más intensidad sería imposible rastrear a Keener de la forma que habían planeado y la única forma de obtener esa potencia era cum- plir con la misión encomendada. Cuando los áni- mos se calmaron, García les dio a conocer el plan de acción para afrontar la misión, el Museo View Point no es otra cosa que un área dedicada a las co- municaciones, específicamente a los noticieros, ubicado en el Triángulo Federal, en la 6ta. con Pennsylvania, era un edificio pequeño de cinco plantas con su respectivo estacionamiento subte- rráneo, en donde se exhibía la historia y aparatos utilizados para las emisiones de radio y televisión.
Con los datos cargados en ISAC, los agentes se di-
rigieron a hablar con el intendente para obtener munición y renovar sus gadgets, una vez hecho esto García y Lloyd se encaminaron a la oficina de Ortega para entrevistarse con él y Kelso y recibir las últimas instrucciones de la misión. Los últimos datos de inteligencia obtenidos indicaban que los hijos verdaderos tenían tres inhibidores de señal en el techo del edificio por lo cual la prioridad era su destrucción, además de limpiar de enemigos el edi- ficio. Este era el primer enfrentamiento entre los CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 7 agentes y los Hijos Verdaderos, hasta el momento solo se habían visto enfrentados a los denominados Hienas, pero sabían de una tercera facción que do- minaba amplio territorio en la ciudad. Cómo lo ha- bía explicado Kelso, esta facción no tenía nada que envidiarle a los LMB de Nueva York, eran soldados entrenados y con tácticas aprendidas en base a in- tensos entrenamientos, no sería fácil sorprenderlos ni menos aún derrotarlos, pero a lo largo de esta ardua lucha por la recuperación de la ciudad, ha- bían aprendido a lidiar con todo tipo de enemigos.
García y Lloyd se despidieron y salieron a encon-
trarse con su equipo a las afueras de la Casa Blanca, Torres y Rojas ya habían recopilado lo necesario y estaban listos para emprender el camino al Museo, salieron por la puerta oeste de la base poniendo rumbo a su destino, donde esperaban dar un paso más en la recuperación de la Capital.
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II PARTE LOS DISRUPTORES El Museo View Point era un edificio vetusto, de- rruido y descuidado, más aún teniendo en cuenta las actuales circunstancias; cuando los agentes lle- garon a sus cercanías pudieron observar que los soldados habían levantado barricadas y puesto un par de nidos de ametralladoras en la entrada al ga- raje del edificio, además habían instalado anda- mios en torno a su estructura para tener mejor vi- sión de lo que sucedía a su alrededor. García sacó sus binoculares y se puso a estudiar la ubicación de los enemigos que custodiaban la entrada, pudo ver a tres de ellos caminando en paralelo a la entrada, otros dos tras una grúa estacionada en el lugar y otros dos en la estructura que rodeaba el edificio.
García hizo una seña a su equipo y comenzaron a
acercarse lentamente hasta el punto de entrada. Aquí dispuso que Rojas y Torres subieran por la estructura de andamios a fin de eliminar al enemigo que estaba cerca de la ametralladora y no darle oportunidad de usarla, él y Lloyd se lanza- rían al ataque de frente, aprovechando las camio- netas de TV estacionadas allí, los agentes se desli- zaron sigilosamente por sus respectivos puntos de ingreso hasta tomar una cobertura que permitiera
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atacar sin grandes riesgos, Lloyd tomó una gra- nada incendiaria mientras que García apuntaba su arma lista para responder al fuego enemigo, cuando Rojas eliminó al enemigo de la ametralla- dora con un certero disparo a la cabeza, los solda- dos restantes concentraron su fuego hacia su cober- tura, oportunidad en la que Lloyd lanzó la granada al grupo de tres militares reunido tras la grúa, la explosión eliminó a dos de ellos de inmediato mientras que el tercero ardía en el mismo lugar, García le disparó un par de tiros para evitar que sufriera demás, mientras que Torres y Rojas se en- cargaban de los enemigos restantes incluyendo un par de francotiradores que no lograron entrar en acción.
Con la entrada despejada se dirigieron a la consola
de apertura de las puertas, se levantó la cortina me- tálica que les dio acceso al garaje del edificio, en cuyo interior un par de camionetas de TV se encon- traban en reparación, al costado una puerta de ac- ceso al interior por la cual se internaron, luego de deambular por un pasillo estrecho llegaron al co- mienzo del museo, en este lugar había varios enemigos reunidos alrededor de la representación del globo terráqueo que había en el centro de la ins- talación, García y Lloyd tomaron el pasillo derecho y Torres y Rojas se dirigieron al de la izquierda,
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una vez tomadas sus posiciones comenzaron el ata- que, con las primeras ráfagas de los agentes varios soldados cayeron muertos, pero cómo buena uni- dad militar se reagruparon y comenzaron la con- traofensiva. Por una entrada lateral a la ubicación de los agentes aparecieron más soldados, un par de ingenieros de combate armados con escopetas lo- graron instalar sus torretas, por lo que el fuego enemigo se intensificó, Torres rodeó por el pasillo y se logró posicionar tras dos enemigos a los que acribilló con su ametralladora ligera, mientras que Rojas trataba de eliminar a uno de los ingenieros con su M700, luego de un par de disparos errados logró acertarle entre los ojos eliminándolo de inme- diato, por el otro costado García y Lloyd se estaban viendo sobrepasados por los enemigos, por lo que ambos agentes corrieron en dirección a sus compa- ñeros para apoyarlos, Lloyd vomitaba fuego con su ametralladora ligera, mientras que García cam- biaba el cargador de su arma principal, tres solda- dos avanzaban disparando sus rifles de asalto, To- rres se ubicó justo al lado de Lloyd dándole la opor- tunidad de cambiar su cargador, mientras él man- tenía un fuego de cobertura, Rojas se lanzó al suelo y desde allí abatió al primer soldado del grupo, mientras que García que ya había cambiado su car- gador eliminaba a los otros dos restantes.
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Siguieron avanzando hasta encontrar unas puertas dobles que los llevaron a un pasillo interior, se en- contraron con dos soldados patrullando que no fueron problema para los agentes, el final del pasi- llo los llevó a un amplio lugar con diferentes alter- nativas para subir a un segundo piso, allí varios soldados hacían guardia, atentos a la situación, pues los disparos los habían alertado. Los agentes se separaron nuevamente atacando directamente a los primeros soldados que encontraron, pero no vieron a los dos francotiradores apostados al final de la sala en una de las escaleras, por centímetros una bala disparada por uno de éstos no dio en la cabeza de Lloyd que alcanzó a lanzarse al suelo, García sacó su rifle y tomó cobertura tras unas cajas que había en el lugar, uno de los enemigos se lanzó al suelo y armado con una ametralladora ligera mantuvo un nutrido fuego de cobertura para que sus compañeros trataran de rodear a los agentes; Torres se ubicó a la derecha de sus compañeros mientras que Rojas trataba de subir al segundo piso para eliminar a los francotiradores enemigos. Los francotiradores no dejaban avanzar a los agentes y los soldados de abajo se mantenían muy bien para- petados disparando sin cesar y siempre en cober- tura, García hizo una seña a Lloyd para que lanzara un dron explosivo en contra del soldado que estaba
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en el piso disparando, Lloyd activó su dron y lo di- rigió a su enemigo, éste lo vio se levantó rápida- mente pero el artefacto se pegó a él explotando so- bre su cabeza, dos soldados que estaban en cober- tura a su lado también se vieron afectados por la explosión viéndose obligados a salir de su lugar momento en el cual fueron acribillados por Lloyd. Rojas pudo subir al segundo piso y luego de cu- brirse tras un pilar, buscó con la mira de su rifle al primer francotirador enemigo, vio claramente cuando éste apuntaba a Torres por lo cual se con- centró y disparó primero. El tiro dio de lleno en la cabeza del soldado matándolo al instante, el se- gundo francotirador al ver a su compañero muerto, cambió rápidamente de cobertura por lo que Rojas tuvo que avanzar entre los pilares a fin de encon- trar una mejor posición, abajo García y sus compa- ñeros avanzaban por el pasillo atentos al último francotirador, Torres avanzó hacia una puerta do- ble que había al final de la sala, el soldado enemigo vio la oportunidad para eliminar a uno de los agen- tes y asomó la cabeza para dispararle pero Rojas estaba justo tras él, desenfundó su pistola y le des- cerrajó tres tiros al cuerpo matándolo al instante, la agente bajó a reunirse con sus compañeros para se- guir avanzando. Torres interactuó con la puerta y ésta se abrió hacia una nueva sala muy similar a la que abandonaban, pero con múltiples pantallas en
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las paredes, nada más ingresar a la sala, cuatro sol- dados se lanzaron al ataque lanzando granadas contra los agentes, Rojas en un rápido movimiento desenfundó su pistola y eliminó al primer soldado con sendos disparos al pecho, luego se lanzó hacia un costado para que Torres, detrás de ella, acribi- llara al segundo de los enemigos, García al costado derecho eliminó a los dos restantes, Lloyd por su parte corría hacia la escalera que los conduciría al segundo piso, al ir ascendiendo por los escalones se percató que las ondas de los inhibidores afecta- ban su equipamiento, se detuvo al llegar al se- gundo piso y se cubrió tras una especie de mesón que había en el lugar en espera de sus compañeros, asomó la cabeza para ver cómo dos soldados salían por las puertas del fondo en su dirección, se le- vantó y comenzó a disparar en su contra con su ametralladora ligera, sin percatarse que otro enemigo lo había flanqueado por un pasillo a su es- palda, el soldado había fijado su mira en el agente y en el instante en que presionaba el gatillo para efectuar su disparo, una bala le dio en la frente ha- ciéndolo caer al piso muerto, García había efec- tuado el disparo desde la base de la escala que los conducía al segundo piso, corrió subiendo los esca- lones de dos en dos al igual que sus compañeros para unirse a Lloyd y seguir avanzando; al acer-
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carse al final de pasillo, por el otro costado se abrie- ron dos puertas dobles por la cual salieron varios enemigos más, uno de ellos portaba una especie de lanzallamas con el cual apuntó directamente a To- rres que lideraba la marcha, el soldado accionó su aparato y lanzó una especie de espuma que rodeó las piernas de Torres, la sustancia se solidificó al instante impidiendo a Torres moverse de su lugar, al ver esto, García se puso al costado del agente in- movilizado disparando a los enemigos que tenían en Torres un blanco fácil.
—¡Lloyd, no dejes que los soldados nos dispa-
ren! —gritó García
Lloyd corrió a posicionarse cerca de sus compañe-
ros, pero Rojas se le adelantó y poniéndose delante de Torres accionó desde su mochila un escudo por- tátil que cubrió por completo a ella y a sus compa- ñeros, permitiendo a García romper con su cuchillo la sustancia que aprisionaba a Torres. Los soldados enemigos disparaban a los agentes, pero el escudo resistía, Lloyd por su parte mantenía un nutrido fuego de cobertura en contra de sus enemigos, evi- tando que estos apuntaran directamente a los agen- tes, pasados unos segundos, lograron liberar a To- rres en el momento justo en el que el escudo de Ro- jas comenzaba a mostrar signos de deterioro pro- ducto de la gran cantidad de impactos recibidos.
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Los agentes tomaron cobertura en diferentes luga- res para enfrentar a sus enemigos, el tipo que por- taba el lanzador de espuma salió de su cobertura para volver a disparar su dispositivo, Lloyd lo vio y lanzó una ráfaga de disparos al contenedor del cual salía la sustancia y que portaba en su costado derecho el soldado enemigo, a raíz de los tiros el dispositivo explotó lanzando su contenido en to- das direcciones y dejando inmovilizados al porta- dor y dos soldados que estaban tras él, la situación fue aprovechada de inmediato por los agentes que eliminaron fácilmente a sus enemigos, siguieron avanzando y se encontraron con otra sala de simi- lares características que la primera pero con un he- licóptero de noticias colgando del techo y un grupo de soldados que la custodiaban por lo que el com- bate no se hizo esperar, eliminaron rápidamente a los soldados que había allí para dirigirse al final de la sala desde donde podían utilizar las escaleras para subir a un nuevo piso, los agentes corrían agrupados hacia la escalera cuando un disparo dio en el brazo de Torres haciéndolo caer al piso, Gar- cía y Lloyd lo levantaron y se pusieron en cober- tura, mientras Rojas buscaba el origen del disparo otro tiro dio cerca de donde estaban García y los demás, Rojas vio por el rabillo del ojo la ubicación de su enemigo, pero desde su posición no había án-
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 16
gulo de tiro, por lo que estaban a merced del tira- dor. Miró a su alrededor y vio lo que parecía una solución.
—¡Lloyd, dispara a ese balcón mientras me
cambio de cobertura! —gritó Rojas.
Lloyd, se incorporó y comenzó a disparar directa-
mente al balcón que le había indicado la agente, ella se lanzó en carrera hacia el pilar de la escalera, pego la espalda a él, presionó sus manos en su rifle y se asomó lo suficiente para apuntar a su objetivo, aspiró una bocanada de aire, exhaló y contuvo la respiración al momento de disparar, la bala se diri- gió directo al cable que sujetaba la parte delantera del helicóptero suspendido en el techo cortándolo limpiamente, el aparato si la sujeción del cable se tambaleó y por inercia se fue directo al balcón donde estaba su enemigo, Lloyd comprendió la ju- gada y comenzó a disparar al helicóptero que ex- plotó al mismo tiempo que golpeaba el balcón, eli- minando la amenaza.
La herida de Torres solo había sido superficial, así
que lo vendaron y siguieron adelante, subieron a lo que era ya el tercer piso del edificio e ingresaron a una especie de estudio de transmisión de radio, en él había dos cabinas y en una de ellas dos enemi- gos, quienes al ver a los agentes salieron corriendo
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 17
por la puerta lateral del habitáculo, al cual no te- nían acceso, abrieron un par de puertas dobles que los situaron ante un angosto pasillo, lo recorrieron hasta llegar al final cuya salida daba al estudio de producción del edificio, esta era una sala con mul- titud de cámaras de televisión, consolas y una es- pecie de escritorios adaptados para aparecer en T.V., a los costados una serie de escaleras daban a un entrepiso a lado y lado por donde seguramente se movilizaban los técnicos y camarógrafos que no participaban de las grabaciones, el lugar estaba abarrotado de soldados enemigos tanto en los pa- sillos superiores cómo abajo, García echó un rápido vistazo y les indicó a Lloyd y Torres que permane- cieran abajo y se encargaran de los enemigos de la sala, mientras que él y Rojas subirían al entrepiso para eliminar a los soldados que allí permanecían, para de esa forma cubrir todos los flancos.
Lloyd y Torres tomaron cobertura tras los paneles
de mando de cámaras, uno a la izquierda y otro a la derecha, las ametralladoras listas para hacer llo- ver plomo sobre sus enemigos una vez los otros dos agentes tomaran ubicación y realizarán el pri- mer disparo. Rojas subió por la escala de la dere- cha, lo hizo despacio porque cercano a la escala un soldado hacía guardia, cuando éste se volvió y le dio la espalda la agente se deslizó sigilosamente tras él y con su cuchillo táctico le rebanó el cuello, CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 18 dejándolo caer al piso sin hacer ruido, luego tomó su rifle e hincó la rodilla al piso para apuntar mejor a su primer objetivo, en el otro lado García hacía lo propio con el soldado más próximo y tomaba posi- ción para iniciar el combate. Eligió a un granadero que estaba a unos 300 metros, lo ubicó en el centro de su mira y disparó, el tiro realizó una pequeña parábola y atravesó limpiamente el cuello del sol- dado que cayó al suelo tratando de evitar los cho- rros de sangre que salían de su cuello, el ruido del disparo alertó a todos los hijos verdaderos que es- taba allí que se dispusieron de inmediato al contra- ataque; Rojas también había elegido a su objetivo, un médico de combate que corría hacía el herido en el cuello, la agente esperó un momento a que el sol- dado estuviera absorto en su labor y efectuó su tiro, la bala dio en el equipo de desfibrilación que lle- vaba el médico haciendo que éste saltara por el choque eléctrico provocado por su propio equipo, cuando finalmente dejó de convulsionar un fino hi- lillo de humo salió de su boca y oídos. Lloyd y To- rres mantenían a raya a los enemigos de abajo en base a un nutrido fuego de sus ametralladoras lige- ras, García vio desde las alturas cómo los soldados trataban de franquear a sus compañeros deslizán- dose por unos pasillos existentes a los costados del estudio.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 19
—¡Rojas, lanza una torreta frente a Torres! — gritó García por el intercomunicador.
Rojas, sacó una torreta de su mochila y la lanzó ha-
cia abajo cubriendo el costado derecho de los agen- tes y García hizo lo propio con una torreta lanzalla- mas por la izquierda, luego de eso tanto él como Rojas avanzaron por el entrepiso eliminando a los soldados que allí se encontraban, para luego bajar y apoyar a Lloyd y Torres en la limpieza de la sala. Los soldados enemigos que se habían separado y trataban de rodear a los agentes por los pasillos de los costados al verse impedidos de avanzar por las torretas retrocedieron nuevamente hasta el espacio abierto de la sala, donde García y Rojas los recibie- ron lanzándoles granadas, las explosiones elimina- ron a sus enemigos lo que les dio la oportunidad de explorar el estudio en busca del módulo de con- trol de transmisión, según les había explicado la agente Kelso debían reiniciar el dispositivo antes de destruir los inhibidores de señal. Torres encon- tró el tablero y luego de manipularlo por unos mi- nutos pudo lograr su objetivo, hecho que disparó una alarma general en el edificio, ingresando por la entrada a la sala varios soldados enemigos para re- tomar el control del estudio, los agentes vieron en- tre los enemigos a otro lanzador de espuma y dos granaderos, por lo que fijaron sus prioridades en ellos, con la misma mecánica anterior dispararon al CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 20 tanque que el soldado llevaba consigo, cuya explo- sión hizo que la espuma salpicara no solo a su por- tador sino que a dos soldados que estaban a su al- rededor, oportunidad que aprovecharon Lloyd y Torres para eliminarlos fácilmente, los granaderos fueron eliminados por García y Rojas, justo al tiempo que el módulo de control terminaba su reinicio.
—Ortega —llamó García por el intercomuni-
cador —tenemos el control de las comunicaciones. —¡Excelente! —contestó Ortega —ahora solo deben eliminar los inhibidores y podemos enlazar a ISAC, recuerde que entre más cerca de los dispo- sitivos no tendrán comunicaciones ni podrán usar tecnología SHD. —Lo sé —respondió García —a contar de este momento cortamos comunicación, les indicaremos cuando hayamos completado la misión. —¡Buena suerte agentes! —dijo Ortega
García indicó las escaleras que conducían al techo
del edificio y comenzaron a subir, a medida que avanzaban podían sentir las emisiones PEM de los inhibidores de señal instalados en el techo, de acuerdo a la información que manejaban era tres los dispositivos que había en el lugar, llevaban car- gas de C4 para destruirlos, ahora solo faltaba ave- riguar cuantos eran los defensores.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 21
Los agentes llegaron por las escaleras hasta el techo del edificio, una pared de sillas y mesas amontona- das creaba un pasillo antes de salir afuera, las emi- siones PEM aquí eran muy fuertes, por lo tanto, no había posibilidad de contacto radial o uso de los gadgets de tecnología SHD, al llegar al final del pa- sillo vieron de inmediato a un costado uno de los inhibidores, un tubo gris con una gran cabeza de metal de donde sobresalían unas especies de pelo- tas de tenis que emitían de vez en cuando unos pe- queños rayos, alrededor del aparato varios solda- dos haciendo guardia, custodiando la máquina, García señaló a Lloyd y luego a él mismo, apuntó a la máquina indicando que ellos se harían cargo de su destrucción, luego señaló a Rojas y a Torres y les indicó con la mano derecha que debían avanzar, contó tres, dos, uno con los dedos extendidos y co- menzaron el ataque, Lloyd lanzó una granada ha- cia los soldados más próximos mientras García dis- paraba sobre el ingeniero de combate que estaba cercano al inhibidor, Torres y Rojas aprovechando la confusión lanzaron corriendo hacia el interior de una especie de salón de eventos que había a la de- recha, allí tras una especie de fuente estaba el se- gundo aparato, igualmente protegido, ambos agentes comenzaron a disparar sobre sus enemigos quienes de inmediato se cubrieron tras unos muros
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 22
bajos y pilares existentes en el lugar produciéndose el intercambio de disparos.
García eliminó al ingeniero y se acercó corriendo al
inhibidor para instalar la primera carga de explosi- vos, Lloyd por su parte intentaba eliminar a los res- tantes enemigos que protegían el sector, dos solda- dos trataron de rodearlos pero García los detectó a tiempo y los eliminó, cambió su cargador vacío y levantó el pulgar de su mano derecha hacia Lloyd, indicándole que la carga estaba lista, Lloyd asintió y le señaló las escaleras al final, García presionó el temporizador del C4 y la cuenta atrás de dos minu- tos comenzó, ambos agentes se lanzaron en carrera hacia las escaleras bajando por ellas cuando la ex- plosión destruyó el primer aparato, justo debajo de la escala por la cual bajaron se encontraba el tercer inhibidor, topándose casi de frente con los enemi- gos que lo custodiaban, los agentes se vieron obli- gados a retroceder, atrapados entre dos fuegos, García y Lloyd retrocedieron agazapados hasta la entrada al techo, cambiaron sus cargadores y lan- zaron un par de granadas para cubrir su retirada, Torres y Rojas aún continuaban su combate en el interior del salón, se mantuvieron en el lugar un par de segundos y se lanzaron al ataque nueva- mente, se cubrieron tras unos muros bajos y los sis- temas de ventilación y decidieron apoyar a sus compañeros antes de eliminar el dispositivo bajo la CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 23 escala, Lloyd posó su ametralladora ligera en el muro y comenzó a disparar fuego de cobertura para que García saliera de su lugar y corriera hacia los otros dos agentes, éste miró a su alrededor y se lanzó saltando uno de los muros bajos hacia sus compañeros, en el preciso instante en el que uno de los soldados enemigos apuntaba hacia Torres, Gar- cía en su carrera se puso por delante del soldado, y con el cañón de su arma golpeó la de su enemigo haciendo que el disparo se fuera alto, al mismo tiempo lanzó su arma principal al costado y desen- fundó su revólver disparándole dos tiros en la ca- beza al soldado, quién cayó al suelo con la masa encefálica fluyendo de su cabeza. Torres solo atinó a mover su cabeza en señal de agradecimiento mientras cambiaba el cargador de su arma princi- pal, Rojas por su parte no conseguía eliminar al in- geniero que custodiaba el inhibidor, además éste había logrado instalar una ametralladora pesada que no paraba de escupir fuego.
—¡Rojas, atenta! —gritó García, mientras lan-
zaba el C4 en dirección al inhibidor de señal.
Rojas captó de inmediato la idea del agente,
cuando el C4 estaba a centímetros del aparato, Ro- jas disparó con su rifle, el impacto hizo estallar el explosivo y destruyó el inhibidor junto con todo lo que estaba junto a él, incluyendo al ingeniero y su CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 24 ametralladora pesada. Lloyd llegó corriendo a su lado, cambiando el cargador de su ametralladora ligera.
—Es el último —les dijo Lloyd
—Yo estoy igual —contestó Torres, solo me queda un cargador de la principal —Igual —dijo Rojas —15 balas de rifle. —Hagamos que valgan entonces —dijo Gar- cía —nos queda solo un inhibidor y está bajo esa escalera. —Vamos entonces —dijo Lloyd —Rojas quédate aquí y cubre nuestra salida —ordenó García —Torres tu baja por este costado y nosotros con Lloyd lo haremos por la escalera de la izquierda.
Los agentes se desplegaron de acuerdo al plan de
García, abajo en torno al inhibidor había solo tres enemigos, Lloyd tomó una granada incendiaria y la lanzó en su contra, la explosión envolvió en lla- mas a los soldados que comenzaron a correr des- pavoridos, Torres llegando por el otro costado solo tuvo que rematarlos, García bajó y colocó la carga de C4, accionó el temporizador y salieron co- rriendo de allí por la escalera que daba al salón. La explosión destruyó el último de los inhibidores, pero todavía no habían acabado, desde una puerta lateral aparecieron tres enemigos, dos granaderos y un sujeto enorme con armadura tipo tanque y CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 25 una ametralladora pesada, sus disparos destruye- ron parte de la fuente donde se cubría Rojas y los granaderos se ubicaron estratégicamente a los cos- tados del tanque.
—¡Faltan unos minutos para que podamos
usar torretas u otras cosas! —gritó Torres —¡debe- mos retroceder y aguantar!
Lloyd con sus últimas balas, cubrió la retirada de
Rojas, pero mientras ésta corría hacia la escalera uno de los granaderos le disparó con su escopeta alcanzándola en la pierna derecha, la agente gritó de dolor y cayó al piso, el soldado enemigo corrió hacia a ella para terminar el trabajo, pero Torres fue más rápido, cuando el soldado disparaba sobre Ro- jas, Torres ya estaba cubriéndola con su cuerpo, el tiro de su enemigo dio directo en el pecho del agente, quién pese al dolor logró desenfundar su pistola y eliminar con sendos tiros a la cabeza al granadero enemigo. Lloyd corrió hacia ellos to- mando por la cintura a Torres y levantándolo del suelo, mientras que García hacía lo propio con Ro- jas, entretanto el Tanque enemigo no dejaba de dis- pararles. Lograron llegar al entrepiso inferior y mantenerse a cubierto de las balas enemigas, el chaleco antibalas de Torres había sido dañado casi en su totalidad por el disparo recibido y no sopor- taría otro impacto, mientras que la pierna de Rojas CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 26 tenía una herida horrible. García se la vendó y aplicó la inyección de su botiquín, pero aun así no podría moverse con suficiente rapidez, la munición escaseaba y aún no podían utilizar sus gadgets de tecnología SHD, escucharon al tanque enemigo or- denar al granadero que bajara por el otro costado mientras él permanecía en lo alto de la escala espe- rando a los agentes. Lloyd se adelantó y entregán- dole su ametralladora sin munición a Torres, se armó con su SOCOM MK20, arma secundaria que había elegido para estas circunstancias y salió por el otro costado, donde supuestamente estaría el Granadero enemigo, García por su parte se aco- modó en el primer escalón del entrepiso con su rifle apoyado en la barandilla para mayor estabilidad y su ojo puesto en la mira a la espera que el tanque enemigo asomara la cabeza. Rojas se arrastró hacia la escala por la que había subido Lloyd y también apoyó su rifle contra la barandilla, aún le quedaban cinco tiros y si su enemigo se asomaba podría hacer que valieran cada una de ellas, Torres se quedó con García, solo 30 tiros le quedaban en su arma secun- daria y sabía que el tanque resistiría mucho más que eso, de pronto Lloyd comenzó a disparar en contra del granadero que se había lanzado al ata- que con una granada dispuesta a ser lanzada hacia la ubicación de García y Torres, Lloyd vació su car-
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 27
gador en contra de su enemigo pero no logró acer- tarle, el soldado llegó al borde de la escala y alzó su brazo para lanzar la granada, Rojas no dudó y dis- paró directamente a la mano de su enemigo, al re- cibir el impacto la granada explotó, lanzando par- tes del soldado por todo alrededor, Lloyd cambió su cargador y rodeó por el techo hacia el salón donde estaba el último enemigo y comenzó a dis- parar a su armadura, éste se volvió hacia él retro- cediendo, dándole la espalda a Torres y García que tuvieron el ángulo suficiente para disparar contra su objetivo, los 30 tiros de Torres lograron destruir parte de la protección de la espalda del tanque, mientras que García hizo lo propio con el casco, Rojas se arrastró hacia ellos, echó el cuerpo al suelo y apuntó a la cabeza, los cinco últimos tiros logra- ron destruir completamente el casco del tanque al que en ese momento se le acabaron las balas del cargador de su arma, se agachó allí mismo para re- cargar, oportunidad aprovechada por los agentes para lanzarle tres granadas incendiarias, la explo- sión lo envolvió en llamas impidiendo que pudiera cargar su arma, movía los brazos en aspas y trataba de avanzar pero Lloyd frente a él lo acribilló con su último cargador, el tanque cayó de rodillas, dio un último suspiro y se desplomó muerto aún envuelto en llamas, justo en el momento en que ISAC lanza
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 28
su mensaje de “Comunicaciones Restablecidas” y Kelso suena en los intercomunicadores.
—¿Agentes? ¿Ya tenemos comunicación? —
preguntó Kelso —Sí Kelso —contestó García –la comunica- ción se ha restablecido, hemos destruido los inhibi- dores y eliminado a los enemigos del Museo. —¡Excelentes noticias! —dijo Kelso —¿cómo están ustedes? —Necesitamos evacuación médica para Ro- jas, tiene una herida en la pierna que le impedirá caminar hasta la base —contestó García —el resto solo un par de rasguños, nada importante. —Agentes —habla Ortega —estoy organi- zando una caravana para trasladar a la agente Ro- jas, ISAC está ya al 80% de su capacidad ¡Muy buen trabajo! —Ok —contestó García —nos mantendremos en las afueras del museo en espera de la ayuda.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 29
III PARTE MÁS CERCA, MÁS LEJOS Después de haber cumplido la misión y haber tras- ladado a la agente Rojas a la base de operaciones, García y compañía descansaron un par de horas, cerca del mediodía fueron llamados por Kelso a la oficina de Ortega, al parecer era importante porque el soldado de la JTF que los fue a buscar estaba an- sioso por llevarlos prontamente a su destino. Lle- garon a la oficina del segundo piso de la Casa Blanca y entraron en ella, allí Ortega y Kelso obser- vaban atentamente un punto en el mapa, donde Ortega había puesto una figura, la figura en cues- tión era el busto del “joker”, el payaso asesino de la serie Batman. —Agentes —dijo Kelso —lo hemos rastreado. —¿A quién? —preguntó Lloyd —A Keener —contestó Ortega —hace unas horas conectó el reloj que utiliza para obtener in- formación de ISAC. —¿Dónde está ahora? —preguntó García —En Federal Triangle, específicamente en un puesto de control denominado Navy Plaza —con- testó Kelso —según nuestros informes es un lugar controlado por los hienas. —¿Qué hace Keener con los hienas? —pre- guntó Torres —Esa pregunta deberán hacérsela ustedes — dijo Kelso —ya hemos cargado los datos en ISAC para que lleguen lo más rápido posible. CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 30 —Solo iremos Lloyd y yo —dijo García —To- rres se está recuperando de las heridas que recibió en la última misión. —¡Estoy bien! —gritó Torres —¡puedo ir! —Creo que te vendría bien la ayuda sheriff — dijo Ortega, cruzando una mirada con Kelso quién negó levemente con la cabeza, en señal de que no se metiera. —Ya está decidido —cortó García —no voy a arriesgar a nadie más. —Muchas gracias por preguntar —dijo Lloyd —por cierto, excelente elección de la figura Ortega, le viene de pelos.
García salió de la oficina sin decir una palabra, con
Lloyd pisándole los talones y trotando para alcan- zarlo.
—No fue muy diplomática tu charla con los
demás —dijo Lloyd —No estoy aquí para hacer amigos Lloyd — contestó el agente —Eso lo sé —dijo Lloyd —por eso te apoda- ban “el nómada” ¿o era por el equipo que utiliza- bas? —Déjate de tonterías Lloyd —gruñó García —Bueno, pero no puedes dejar a Torres en la estacada, nos ha demostrado su valía —contestó Lloyd —Lo sé, por eso voy a darle una misión, ya lo había pensado, no soy tan idiota Lloyd —refun- fuñó García
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 31
—Lo sabía —sonrío Lloyd —eres un viejo gru- ñón, pero de buen corazón.
************
Keener estaba sentado en un rincón oscuro de la
habitación en donde se reunía con el líder del puesto de control de los hienas, el reloj que había pertenecido al agente Lee Smith descansaba sobre la mesa en torno a la cual estaban reunidos.
—Este pequeño aparato me permitirá sacarme
un problema de encima —dijo Keener, señalando el reloj sobre la mesa. —¿Tú crees que vendrán? —preguntó el su- jeto al otro lado de la mesa. —Por supuesto, les mandé un mensaje bas- tante claro con dos agentes que me encontré hace un par de días —contestó Keener. —Es una jugada bastante peligrosa la que es- tás haciendo —dijo otro sujeto que se encontraba con ellos. —Sí, puede ser peligrosa, pero solo para ellos —dijo Keener mirando fijamente al sujeto que ha- bía hecho la afirmación —si siguen mis instruccio- nes al pie de la letra, solo habrá algunos daños co- laterales para sus hombres, ustedes ni siquiera de- bieran intervenir. —¿Y tú? ¿Dónde estarás? —dijo el primero de los sujetos. —Justo detrás de ustedes —contestó riendo Keener —por si no te has percatado, nunca estoy CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 32 solo —se reclinó en su asiento y desde las sombras a su espalda aparecieron los cazadores que lo acompañaban, la sola visión de aquellos súper sol- dados intimidó a los hienas, quienes en un acto re- flejo retrocedieron en sus asientos. —No nos mal interpretes —dijo uno de los su- jetos —no dudamos de ti. —Oh! —exclamó Keener con sorna —no los mal interpreto, solo quiero que sepan que esto va en serio. —¿Y cuál es el plan entonces? —preguntó el segundo sujeto —Pongan mucha atención —dijo Keener apo- yándose en la mesa —lo que voy a explicarles es cómo deberán hacerse las cosas.
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García se reunió con Torres y Rojas, mientras Lloyd
se entrevistaba con el intendente para renovar equipo y conseguir munición.
—Agente Torres —dijo García —la razón por
la cual no nos acompañará en la búsqueda de Kee- ner es porque tengo otra misión para usted y la agente Rojas. —Alguna secundaria imagino —refunfuñó Torres
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 33
—No tiene nada de secundaria —contestó García —es una misión primordial para el esclare- cimiento de toda esta mierda. —Adelante entonces —dijo Torres algo más animado. —Tú y Rojas deberán efectuar un reconoci- miento al Museo del Aire y el Espacio —dijo García —necesitamos toda la inteligencia que puedas re- unir respecto a que facción se encuentra allí y sus defensas, puntos débiles y formas de entrar. —¿Qué hay allí? —preguntó Torres —Respuestas —dijo lacónico García —y si todo va bien puede que pongamos fin a nuestro problema. —Es serio entonces —dijo Torres —Por supuesto que lo es —contestó García — así que háganlo bien. —Ok, nos reunimos aquí después de que eli- mines a Keener —farfulló Torres —Eso espero —suspiró García —eso espero.
Luego de su conversación con Torres, García se di-
rigió al vestíbulo para encontrarse con Lloyd quién lo esperaba listo para salir, luego de aprovisionarse de munición suficiente, ambos agentes salieron de la Casa Blanca cruzando sus jardines, en dirección sur oeste. Según ISAC debían seguir por la calle principal hasta la Navy Plaza. Mientras caminaban a paso ligero, el clima varió de un día soleado a uno cubierto de nubes negras, al cabo de unos minutos una tormenta en toda regla se desató en D.C., los CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 34 animales salvajes dueños de la ciudad buscaban re- fugio en toda aquella construcción deshabitada, por lo tanto, los agentes veían asomados por ven- tanas y puertas de cristal a venados y mapaches por igual, esperando que la lluvia amainara. Los agentes decidieron copiar el comportamiento ani- mal y esperar a que la lluvia pasara, entraron a una tienda de electrónica y se sentaron un rato, según su mapa solo faltaban unos dos kilómetros para lle- gar a su destino, la lluvia cesó poco a poco así que se levantaron y salieron a la calle, donde comenza- ron nuevamente el acercamiento a su objetivo.
Luego de unos cuantos minutos de caminata, lle-
garon a las cercanías de la Navy Plaza, una pileta en medio de dos edificios a bastante mal traer, frente a ella, una explanada abarrotada de vehícu- los abandonados, contenedores de basura y cajas vacías de suministros, todo marcado con la carac- terística pintura verde de la facción de los hienas, algunos cadáveres tanto de la facción cómo de ci- viles y personal de la JTF ahondaba en lo tétrico del escenario. García y Lloyd se parapetaron tras un camión de carga quemado para observar la dispo- sición de las defensas enemigas, en el centro del lu- gar un enemigo se apostaba frente a una ametralla- dora pesada, un lanzallamas y varios granaderos deambulaban por el lugar, pero no había patrullas CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 35 ni en la explanada ni cerca de la fuente, segura- mente estaban en el interior de alguno de los edifi- cios contiguos.
García le indicó a Lloyd que eliminarán primero al
enemigo de la ametralladora, por lo que el agente empuñó su rifle de francotirador y apuntó al su- jeto, cuando lo tuvo en el centro de su mira apretó el gatillo y disparó, el tiro salió recto hacia su obje- tivo clavándose en medio de los ojos del tipo, el que producto del impactó saltó hacia atrás cayendo al piso muerto, la sorpresa de sus compañeros fue to- tal al no haber identificado el lugar de donde había provenido el disparo, García aprovechó la confu- sión y mató a dos tipos más antes de que se dieran cuenta de su ubicación, Lloyd en el intertanto se había adelantado varios metros, cubriéndose tras una camioneta de repartos volcada, cuando los hie- nas comenzaron a correr hacia la posición de Gar- cía, Lloyd los acribilló con su ametralladora ligera, los cuerpos de sus enemigos cayeron cómo muñe- cos de trapo, mientras García avanzaba hacia ade- lante, uno de los últimos enemigos que se mantenía en el lugar amagó con lanzar una granada pero el agente ya había desenfundado su revólver y con un certero disparo hizo explotar la granada en la mano de su atacante el que se vio envuelto en llamas siendo rematado por Lloyd. El combate duró solo un par de minutos, los agentes se mantuvieron en CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 36 sus coberturas esperando una nueva oleada de enemigos, pero ésta no se produjo, asomaron la ca- beza y no vieron a ningún enemigo más, se acerca- ron a la pileta del centro de la plaza y constataron que no había ni un alma en el lugar, de pronto un ramalazo de interferencia electrónica hizo que sus relojes se distorsionarán por un momento.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó García
—Interferencia —respondió Lloyd —suele su- ceder, pero ya pasó. —¿No te parece extraño que no haya más enemigos Lloyd? —consultó García —Pues ahora que lo mencionas es bastante peculiar —señaló Lloyd
Con mucho cuidado ambos agentes se adentraron
en uno de los edificios, pasaron un par de puertas dobles y se encontraron con un pasillo, al fondo de éste dos puertas una a derecha y otra a la izquierda, se decidieron por la de la derecha donde encontra- ron el arsenal que los enemigos mantenían en el puesto de control y las provisiones que tenían al- macenadas, siguieron explorando recorriendo el primer piso, subieron al segundo piso hasta encon- trar un enorme salón, vacío, salvo por algunas me- sas y cajas de provisiones sin nada en su interior, al fondo una enorme puerta doble, los agentes co- menzaron a avanzar en aquella dirección cuando
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 37
nuevamente sintieron el ramalazo de interferencia que hizo que su piel se erizara, pero esta vez no se detuvo, Lloyd le dio unos golpes con su dedo ín- dice a su reloj comprobando que se había desacti- vado, de pronto las puertas del fondo de la habita- ción se abrieron de golpe y un tropel de enemigos salió por ellas disparando en su dirección.
—¡Cúbrete Lloyd! —le gritó García, haciendo
lo propio tras unas cajas.
Ambos agentes comenzaron a responder el fuego
enemigo, además de lanzar un par de torretas lan- zallamas a fin de mantener a raya los avances de los hienas, éstos al ver la muralla de fuego que les impedía atacar directamente a los agentes, comen- zaron a disparar a ciegas, sin gran puntería por lo que García y Lloyd podían ir eliminándolos con re- lativa facilidad, estaban en eso cuando desde sus espaldas también comenzaron a aparecer más enemigos, Lloyd retrocedió y se agazapó tras una mesa disparando con su ametralladora ligera, las torretas pronto dejarían de funcionar y estarían atrapados entre dos fuegos, García lanzó un par de granadas hacia los enemigos que aparecieron por sus espaldas mientras disparaba hacia los que tenía enfrente, su cobertura estaba a punto de destruirse y por el rabillo del ojo vio a uno de los enemigos que había logrado eludir las torretas correr directa- mente hacia él con un bastón de policía en la mano CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 38 derecha y la cabeza cubierta por un casco antidis- turbios, dispuesto a golpearlo, giró hacia él pero al momento de apretar el gatillo de su rifle de asalto éste emitió solo un “clic” al haberse acabado las ba- las, sacó rápidamente el cargador vacío lanzándolo al suelo y sacando otro de su chaleco antibalas, lo- gró insertarlo en la ranura de su arma pero su enemigo ya saltaba sobre él, ambos cayeron al piso forcejeando, García trató de zafarse pero su enemiga, porque se pudo percatar que era una mu- jer, era una excelente luchadora, lo dominó en un instante, se puso sobre él y levantó la protección del casco que cubría su rostro, unos enormes ojos verdes lo miraron al tiempo que le decía:
—¡Agente García! —dijo la mujer —¡soy la
agente Roberts! —¡Qué mierda! —dijo García —¡no te creo! — insistió el agente forcejeando para liberarse, pero la mujer lo retuvo aún más firmemente, metió su mano bajo el chaleco que cubría su pecho y le mos- tró su identificación. —¿Ahora me cree? —dijo la mujer mientras García dejaba de forcejear —¡no tenemos mucho tiempo, esto es una trampa! —Pero, ¿quién? —balbuceó García, mientras la mujer lo liberaba —Aaron Keener —contestó la agente —está aquí con dos cazadores y pretende deshacerse de ustedes aquí y ahora.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 39
—¡Mierda! —farfulló García, justo en el mo- mento en que veía a Lloyd correr hacia él con la cu- lata de su arma por delante para golpear a la mujer —¡Alto, alto! —le gritó —¡es una de las nuestras! —¡Estás loco García! —contestó Lloyd, al tiempo que detenía su ataque y se agachaba junto a ellos. —Es verdad, me mostró su identificación —le indicó García —¡No tienen tiempo que perder! —dijo la agente Roberts —¡deben correr hacia las puertas dobles, al costado izquierdo donde la pintura de la pared se decolora existe una puerta falsa, es su única salida! —¡Pero y tú, te descubrirán! —le dijo García —No se preocupen por mí, no estoy sola — respondió la agente, bajando la protección del casco —¡sus torretas se están apagando! —y salió disparada por el otro costado.
Lloyd lanzó un par de granadas hacia los enemigos
a sus espaldas, logrando eliminar a dos de ellos, pero estos no dejaban de aparecer, vieron a la agente Roberts tomar el cuerpo de un sujeto caído y correr hacia atrás simulando llevar un herido, se le unieron tres combatientes más y desaparecieron por las puertas dobles. García le indicó a Lloyd que debían avanzar, por lo que desplegó un dron bom- bardero hacia los hienas agrupados en el salón, és-
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 40
tos al ver al aparato acercarse comenzaron a dispa- rarle, lo que aceleró la explosión dejando un ca- mino despejado para el avance de los agentes, estos se lanzaron a la carrera hacia una nueva cobertura más adelante, logrando llegar por los pelos antes de la aparición de una nueva oleada de enemigos. García asomó la cabeza y pudo ver a unos siete enemigos más tomando posiciones para atacarlos, recargó su arma y levantó el pulgar hacia Lloyd, éste le devolvió la señal y asomándose cada uno por su lado comenzaron a disparar hacia sus enemigos, de pronto las llamas los envolvieron, un enemigo con lanzallamas los rodeaba y obligaba a mantenerse tras la cobertura, Lloyd lanzó su última granada a ciegas, ésta rodó directamente hasta un grupo de enemigos pero los sujetos se percataron a tiempo y lograron huir, desesperados los agentes miraron a uno y otro lado tratando de ubicar un punto de salida, mientras que los enemigos comen- zaban a rodearlos, una nueva ola de interferencias se sintió en el ambiente y una voz familiar les ha- bló:
—¡Nómada! —dijo la voz —¡Creo que es hora
que te rindas! García y Lloyd se miraron y luego se asomaron por detrás de su cobertura para ver quién les hablaba, los agentes apretaron los puños y se mordieron los
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 41
labios de rabia e impotencia, era Aaron Keener y tras él dos cazadores.
—¡Vamos agentes! —gritó nuevamente Kee-
ner —¡ya deben haberse dado cuenta que no hay salida! —¡Vete a la mierda Keener! —gritó Lloyd
Keener se volvió hacia el cazador de la derecha y le
hizo una seña con la cabeza, el sujeto levantó su ri- fle de asalto AUG personalizado, activó la mira lá- ser y disparó dos tiros entre las cajas donde se cu- brían los agentes, cada tiro rozó un brazo de cada agente, los que sorprendidos vieron cómo un fino hilillo de sangre brotaba donde la bala había roto su ropa y llegado a la piel.
—¡La próxima vez no será una advertencia! —
lanzó Keener —¡salgan con las manos en alto!
García movió la cabeza y le indicó a Lloyd que hi-
cieran lo que les decía Keener, ambos agentes se le- vantaron con las manos en alto, sus armas col- gando inertes a sus costados.
—¿Ven que no era tan difícil? — les dijo Kee-
ner con sorna —ahora acérquense por favor, no in- tenten nada, cómo verán están rodeados y supera- dos enormemente en número. Los dos agentes se fueron acercando lentamente hacia Keener, sopesando su siguiente movimiento,
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 42
pero realmente estaban en clara desventaja, no ha- bía forma de salir del embrollo.
—Tenemos la mierda hasta el cuello García —
dijo Lloyd —¿Ves por qué no traje a nadie más? —le con- testó García —Claro, solo los prescindibles, me haces sen- tir tan bien amigo —dijo Lloyd sonriendo, a pesar de todo.
Ambos lanzaron sonoras carcajadas, sorpren-
diendo a todos sus enemigos y enfureciendo a Kee- ner, quién ordenó a un par de hienas que apuraran a los agentes, dos tipos se acercaron rápidamente a los agentes y con sendos golpes de bastones poli- ciales los hicieron caer al piso cerca de Keener y sus cazadores, quedando ambos de rodillas frente a su enemigo.
—Ustedes dos me han hecho perder muchos
hombres y tiempo —dijo Keener —ahora me co- braré por eso. —¡Eres un psicópata de mierda! —le gritó Lloyd escupiéndole a la cara. —¿Psicópata yo? —contestó confundido Kee- ner —No amigo, soy sociópata, que es muy dife- rente —se agachó y miró cara a cara a Lloyd y con un rapidísimo movimiento sacó su pistola de la funda y le dio un tiro en el hombro, éste cayó al suelo retorciéndose de dolor, luego se volvió a Gar- cía enfundando nuevamente el arma y tomando el CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 43 sombrero vaquero del agente de su cabeza, se vol- vió dándoles la espalda. —¿Lloyd estas bien? —le susurró García —Sí, el desgraciado solo me perforo el hom- bro —contestó Lloyd levantándose a duras penas. —¡Me gusta mucho este sombrero nómada! — le dijo Keener volviéndose hacia ellos con el som- brero en sus manos —pero me gusta mucho más la insignia que pusiste en él —acto seguido despren- dió la placa de Rangers de Texas que García había puesto en él para tapar el orificio de bala que el agente renegado Jhon Dan le había hecho, luego lanzó el sombrero al suelo y se puso la placa al pe- cho —¡Vuelvo a ser un agente de la Ley! —dijo riéndose a carcajadas. —Lo que tú eres Keener no tiene nombre, pero cuando te ponga las manos encima solo serás un guiñapo —le contestó García tranquila y calmada- mente. —¡Vamos nómada! —dijo Keener —¡ten un poco de sentido del humor! —se volvió hacia un par de hienas y les indicó que se acercaran —llé- venselos al lugar preparado.
Los hienas se acercaron a los agentes y sin ningún
tipo de miramientos los levantaron, los despojaron de sus armas y a golpes y patadas los hicieron avanzar por las puertas dobles hacia un pasillo in- terior.
—¡Cobarde! —le gritó Lloyd —¡Ni siquiera
eres capaz de terminar el trabajo por ti mismo! CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 44 Keener lo miró y levantó el dedo medio de su mano derecha, sonriendo mientras se llevaban a los agen- tes, luego se giró hacia uno de sus cazadores y le dijo —asegúrate que esta vez mueran de verdad.
La noche estaba cayendo rápidamente en D.C., la
oscuridad se hizo presente y los hienas pusieron en funcionamiento los generadores del edificio para iluminarlo. Luego de un par de minutos cami- nando por el pasillo interior, uno de los sujetos abrió una puerta que daba a una especie de bo- dega, en el centro dos sillas acomodadas espalda contra espalda, en ellas sentaron a los agentes y los amarraron sin miramientos, la herida de Lloyd sangraba profusamente y a ratos parecía que iba a perder el conocimiento, pero resistía de momento; mientras los sujetos terminaban de asegurar a los agentes, el cazador sacó de los bolsillos de su pan- talón táctico dos trozos de explosivo plástico C4, los que conectó a un reloj despertador y a un deto- nador con temporizador, luego lo puso al centro de las sillas donde estaban García y Lloyd, finalmente conectó todo a unos cables que sobresalían del lu- gar y que rodeaban las sillas.
Keener acompañado del cazador restante esperaba
en el centro del salón a que su secuaz regresará de
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 45
su misión, unos diez sujetos lo acompañaban ha- ciendo guardia, de pronto se fue la luz y todo quedó sumido en la más profunda oscuridad, un pequeño destello de color verde se dejó ver en la entrada del salón, pero nada más.
—¡¿Qué mierda está pasando?! —preguntó
Keener —¡Alguien diga algo!
Ni un ruido, nada, de pronto un grito, un disparo,
otro grito, una ráfaga de disparos esta vez, cada vez más cerca de ellos, el cazador activó su visión nocturna y pudo ver claramente a un hombre eli- minar a los hienas utilizando un cuchillo táctico, vestía una especie de traje de combate utilitario, las gafas de visión nocturna que utilizaba correspon- dían al modelo usado por las fuerzas especiales. El cazador no esperó a que el sujeto llegara a ellos, empujó a Keener hacia la pared izquierda de la sala, donde una puerta oculta les permitiría huir, accionó el mecanismo oculto y salieron corriendo por el corredor que se les abrió.
Mientras, en la sala donde mantenían a los agentes,
el cazador ordenó a los sujetos que lo acompaña- ban verificar que pasaba con la energía eléctrica, és- tos salieron al pasillo que estaba sumido en una os- curidad absoluta, de pronto, como un destello vie- ron acercarse una especie de luz verde, luego uno
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 46
de ellos se llevó la mano al cuello, lo habían dego- llado, el sujeto que lo acompañaba solo se percató porque la sangre de su compañero le salpicó la cara, tomó su arma y comenzó a disparar en todas direcciones hasta vaciar el cargador de su MP5, en- tre los fogonazos de sus disparos creyó ver una si- lueta, lanzó el cargador vacío al suelo y sacó otro de su bolsillo, pero antes de poder cargar, una mano sujetó su brazo, se lo dobló fuertemente ha- cia atrás y lo lanzó hacia la pared donde su cara golpeó de frente con el concreto rompiéndose la nariz, luego una voz profunda y pausada susurró tras él:
—¿Dónde están los agentes?
—¡En un cuarto aquí mismo! —gritó asustado el sujeto. —¿Están solos? —inquirió la voz —¡No, están con un sujeto que los custodia! — respondió el tipo. —Llévame allí y no intentes nada —ordenó el hombre tras él.
El sujeto avanzó por el pasillo a tientas hasta llegar
a la puerta del cuarto, pasó su mano por sobre ella hasta encontrar el picaporte y la abrió, ingresó por ella y una ráfaga de fusil lo lanzó hacia atrás, el ca- zador que intuía que algo marchaba mal no dudó y disparó de inmediato, su máscara balística tam- bién equipaba visión nocturna por lo que pudo ver CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 47 claramente al tipo que venía tras el hiena, antes in- cluso de que el cuerpo sin vida del sujeto tocara el suelo, el cazador ya estaba en la puerta con su fusil de asalto en ristre, apenas asomó el cañón una mano lo tomó y lo arrastró con fuerza hacia ade- lante dándole un rodillazo en el bajo vientre, soltó su arma e instintivamente rodó hacia atrás sacando la pistola de su funda, apuntó al sujeto que se le venía encima pero éste fue más rápido y de una pa- tada le tiró la pistola de las manos, volvió a rodar sobre sí mismo para evitar otra patada de su adver- sario, sacó el Tomahawk de la espalda de su cha- leco y se levantó, el tipo tenía un cuchillo táctico en la mano derecha y una navaja de doble filo en la otra, no había banderas ni parches que indicaran que el sujeto pertenecía a alguna de las agencias del gobierno o extranjeras que habían enviado a elimi- narlos, pero no hacía falta, el cazador sabía a quién se enfrentaba, como parte de su entrenamiento en los Wolves, había aprendido las técnicas de com- bate de la mayoría de los mejores agentes en activo o retirados y éste era uno de los más temibles, Sam Fisher, agente de Echelon.
Fisher estudió a su adversario, hasta el momento
solo había reaccionado a sus ataques, no había mostrado su juego, el Tomahawk que blandía co- rrespondía al utilizado por los Ghost y los Wolves,
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 48
sabía que éstos últimos se habían renegado y for- maban parte del grupo detrás de los ataques bioló- gicos en D.C., y muy probablemente en los causa- dos en las otras capitales del mundo, pudo ver cla- ramente a los agentes de The Division atados en las sillas y con una bomba bajo ellos, debía sacarlos de allí, obtener la información que ellos tenían era su misión y por lo visto tendría que pasar por sobre este soldado. El cazador hizo girar el Tomahawk en su mano, echó el brazo hacia atrás y se lanzó al ata- que, Fisher logró esquivar el golpe, dio dos pasos hacia atrás para que su oponente pasara de largo y en el mismo movimiento cortó una de las cuerdas que ataban a los agentes, García se dio cuenta de ello y comenzó a moverse de lado a lado para que las ataduras se expandieran y pudiera liberarse, mientras en la oscuridad los dos hombres seguían intercambiando golpes.
El cazador blandió su arma en un golpe curvo ha-
cia el pecho de su oponente, Fisher lo esquivó con un movimiento al costado dejando que el cazador siguiera de largo, en un solo movimiento el agente puso una rodilla en tierra y con el cuchillo táctico en la mano derecha le propinó un profundo corte a la pierna de su enemigo, éste se lanzó al suelo ro- dando sin emitir un solo quejido, se llevó la mano a la pierna herida y con su propia sangre hizo una marca en la máscara que portaba, luego se lanzó al CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 49 ataque nuevamente, hizo un amago de golpe supe- rior que Fisher esquivó hacia el costado y al último momento se movió a la misma posición de su opo- nente para darle un golpe con la rodilla y hacerlo caer al piso, lanzando su arma directo a la cabeza de Fisher quién por un par de centímetros logró es- quivar el golpe, levantándose de un salto para darle una patada en el rostro al cazador, quién dio dos pasos hacia atrás semi aturdido, Fisher quiso terminar la pelea ahí mismo y lanzó un golpe di- recto al corazón de su enemigo con la navaja de do- ble filo pero el cazador atrapó su brazo y lo atrajo a sí mismo dándole primero un cabezazo en la cara y luego un golpe con la rodilla en el bajo vientre, sin soltar su agarre se giró sobre sí mismo y le dio un codazo directo a la sien, Fisher medio aturdido y dolorido solo atinó a cubrirse la cara con el brazo libre mientras sus enemigo le daba golpe tras golpe, de pronto cuando el cazador se aprestaba a darle otro codazo Fisher pudo liberar su brazo y bloquear el golpe, pero en la refriega había perdido ambos cuchillos y sus lentes de visión nocturna, en la oscuridad escuchó cómo uno de los agentes se había logrado liberar y se aproximaba pegado al muro hacia ellos, antes de que el cazador descu- briera al agente, Fisher se le abalanzó al cuerpo su- jetándolo por la cintura y haciéndolo caer al piso, en ese instante su enemigo vio al agente recoger su
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propia pistola y ponerse las gafas de visión noc- turna de Fisher, sabía que si no se zafaba estaba muerto, con todas sus fuerzas le dio dos golpes en las costillas a Fisher haciéndolo boquear en busca de aire, liberándose de su agarre y levantándose de un salto se lanzó contra el agente, con el hombro logró desequilibrarlo y hacer que perdiera el arma, le dio un rápido golpe con la rodilla en el estómago y rodó hacia el piso para tomar el arma caída, he- rido y cansado prefirió retirarse a seguir luchando, pensó en hacer explotar la bomba pero el maldito agente había retirado el detonador, salió corriendo por la puerta y se perdió en la oscuridad que reinaba fuera.
García tosió fuertemente y tomó una larga boca-
nada de aire, a tientas se dirigió a las sillas donde minutos antes estaba atado y comprobó el estado de Lloyd, éste se había desmayado a raíz de la pér- dida de sangre y yacía de costado en la silla, re- buscó en el costado de su chaleco antibalas y ex- trajo una jeringa de su botiquín, se la inyectó en la pierna a Lloyd en el preciso instante en que volvía la energía y las luces se encendían nuevamente. Es- cuchó unos pasos afuera y por el dintel de la puerta se asomó un sujeto de aspecto desgarbado y el ros- tro evidenciando una gran lucha, el atuendo lo de- lataba cómo miembro de fuerzas especiales, pero
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no había ningún parche o bandera que definiera su pertenencia a alguna agencia conocida.
—Agente —saludó el hombre de la puerta lle-
vándose la mano derecha al costado, con un evi- dente gesto de dolor. —¿Tú eres quién luchaba contra el cazador? —preguntó García —¿Cazador? —dijo el tipo —No, ese era un Wolve, son los renegados de los Ghost —¿Eres un Ghost? —preguntó García —No, pero los conozco y he trabajado con ellos —respondió el tipo —por cierto ¿cómo está tu amigo? —Ha perdido mucha sangre, pero con la solu- ción médica que le inyecté debería despertar en cualquier momento —contestó el agente —¡Que haríamos sin los botiquines de campo! —rio el sujeto —por cierto, soy Sam Fisher y tú de- bes ser García ¿verdad? —Sí, ¿entiendo que estas con el Sargento Todd del Equipo Bravo? —contestó García —Efectivamente, ellos me informaron que tú tienes información importante —contestó Fisher —Primero atendamos las heridas de mi amigo y te cuento lo poco que sé —dijo García —De acuerdo —contestó Fisher —la ayuda ya viene de camino.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 52
IV PARTE FUEGO AMIGO Con dirección a la Casa Blanca, escoltado por un grupo de combatientes civiles y soldados de la JTF además de dos agentes de The Division, se marchó Lloyd de la Navy Plaza, García lo despidió solo y así se quedó en el medio de la desolada plazoleta, cuando todo estuvo tranquilo, desde las sombras del primer edificio, emergió la figura de Sam Fis- her, algo más compuesto luego de su lucha con el cazador. —¿Estará bien tu amigo? —preguntó Fisher —Sí, otra marca para su hoja de vida y otra historia que contar —respondió García —Y usted Fisher, ¿cómo está? —¡Solo otra muesca para la culata de mi arma! —respondió riendo — ahora me gustaría hablar de la información que posees.
García, sabedor de la fama de Sam Fisher entre las
agencias de seguridad del país, no dudó en con- tarle su encuentro con el agente Callahan y lo que él les había contado y cómo aún no habían podido constatar que realmente esa información estuviera todavía donde el agente fallecido les había indi- cado, luego de escuchar el relato muy atentamente Fisher le dijo:
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— Esto es más grande que nuestro país agente, es global, el G8 ha ordenado la activación de la inicia- tiva The Division en el mundo entero, agentes de toda nacionalidad han recibido la orden de actuar en cuanto se produzca cualquier atisbo de ataque, los Ghost y los Rainbow Six han logrado detener algunos ataques y destruir centros de producción de diferentes tipos de virus, pero la información que ustedes recibieron es primordial para el éxito de toda la operación, sin esos datos estaremos en la casilla de salida nuevamente —dijo Fisher. —Los datos obtenidos por el agente Callahan y la doctora Hays aún no han sido recuperados, sa- bemos su ubicación, pero no nos ha sido posible ac- ceder al lugar donde se encuentran —contestó Gar- cía. —Como dije agente, la recuperación de esa in- formación es prioritaria, incluso por sobre la iden- tificación de los responsables, los Rainbow ya están lidiando con un nuevo tipo de ataque viral y sus datos de campo implican una cuarentena total — dijo Fisher. —Ya he visto cómo terminan las cuarentenas Fisher y te aseguro que no es agradable —contestó García —Esto no es igual al virus normal hay algo más, por eso necesito no solo los datos de Callahan, mi misión también es recuperar a la doctora Hays — indicó Fisher —¿Y tienes alguna pista sobre la ubicación de la doctora? —preguntó el agente
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—Sí —respondió el espía —según nuestra in- teligencia se encuentra aquí en D.C., retenida por un grupo paramilitar. —¿Necesitas apoyo? —dijo García —Normalmente trabajo solo —contestó Fis- her —pero esta vez necesitaré alguien que cree una distracción. —Voy a designar a dos de mis agentes, Torres y Rojas, para que te ayuden —indicó García —ellos están trayéndome un reporte de cómo está la situa- ción en el Museo para recuperar la información. —Bien —replicó Fisher —te agradezco la ayuda y te dejo la responsabilidad de recuperar los datos, ahora me marcho para realizar un reconoci- miento y contrastar la información sobre la doc- tora. —Gracias por salvarnos la vida Fisher —dijo García al despedirse.
Fisher desapareció entre las sombras de los edifi-
cios circundantes, no sin antes indicarle la frecuen- cia radial con la cual poder comunicarse y coordi- nar el encuentro con Torres y Rojas que le brinda- rían apoyo en su misión. García cavilaba sobre su siguiente movimiento cuando por su intercomuni- cador la voz de Kelso se hizo escuchar: —¿García? —dijo Kelso —Adelante Kelso —contestó —Lloyd ya está aquí, en un par de días estará totalmente recuperado, aunque ya está queriendo salir para ayudarte —dijo Kelso CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 55 —Testarudo como siempre, esa es una buena señal —indicó García —pero no lo dejes salir ¿de acuerdo? —De acuerdo —contestó Kelso —pero será difícil. —Lo sé —rio García —Ahora necesito que vayas al edificio de los Archivos Nacionales, ya he cargado las coordena- das en ISAC, allí te encontrarás con dos agentes. —Bien, ¿Quiénes son? —preguntó García —La agente Abby Roberts, su compañera Jes- sica Hernández y un amigo —contestó Kelso. —¿Dijiste Roberts? —consultó García —Sí —¿algún problema? —dijo Kelso —¿Tienes agentes infiltrados en las facciones? —preguntó García —¿Cómo lo sabes? —dijo sorprendida Kelso —Roberts, nos ayudó en Navy Plaza —con- testó García —probablemente eso hizo que su ta- padera quedara en evidencia. —No lo sé — dijo Kelso —ella solo pidió verte. —Ok, ya averiguare qué pasó —respondió García —comunícale que voy en camino ¿y el amigo quién sería? —Ya lo descubrirás, buena suerte.
Nada más terminó la comunicación con Kelso, Gar-
cía tuvo la impresión de ser vigilado, miró de lado
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a lado, pero no pudo ver nada, comprobó sus ar- mas de reemplazo, había perdido las suyas en la huida incluyendo el revólver de Earp y tuvo que solicitarles unas a los soldados de la JTF que vinie- ron a escoltar a Lloyd, no se sentía particularmente cómodo con la Vector, pero era lo que había, con la LVOAC tenía historia así que la mantuvo cómo pri- maria. Luego del chequeo de seguridad respectivo, inició su camino hacia las coordenadas enviadas por Kelso, sería bueno ver a la agente Roberts, aun- que lo del “amigo” había picado su curiosidad. García se alejó de Navy Plaza por la calle principal, tras él, cuatro figuras salieron de las sombras y lo siguieron flanqueándolo, dos por la izquierda y dos por la derecha, sus armas en ristre y atentos a su entorno, pintura de guerra en la cara y aspecto temible, sus intenciones todavía no están claras.
Luego de unos 40 minutos de caminata, García se
aproximaba al edificio señalado, faltando unos 500 metros para llegar a su destino se encontró con una patrulla de hienas apostada en una barricada, cua- tro enemigos en total, una granadera, dos bastone- ros y uno armado con un subfusil, pensó en man- tenerse al margen y rodearlos ya que no contaba ni con la munición ni equipamiento necesario para una refriega, tal vez una granada, pero ni torretas ni nada más. Estudió sus posibilidades, pero el
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plan de rodear a los enemigos no sería factible, las calles adyacentes estaban muy alejadas o simple- mente cerradas y retroceder le haría perder dema- siado tiempo. Buscó en su mochila y solo encontró una granada incendiaria, no había otra salida, ten- dría que abrirse paso combatiendo. Esperó el mo- mento adecuado cuando sus enemigos estuvieran lo más juntos posible y lanzó la granada pero el tipo que portaba el subfusil estaba particularmente atento y le disparó en el aire haciéndola explotar muy cerca del agente, quién tuvo que cambiar de posición rápidamente para no ser afectado por las llamas, de inmediato sus enemigos comenzaron a disparar hacia su posición por lo que García res- pondía con ráfagas cortas, asomó la cabeza justo para ver como la granadera enemiga preparaba un explosivo, apuntó y disparó justo a las manos de la mujer logrando que la granada cayera al suelo y explotara matándola al instante y lanzando lejos a un segundo sujeto con bastón policial producto de la onda expansiva, dejándolo con heridas leves. El otro bastonero se lanzó al ataque gritando cómo un energúmeno, García se agachó en su cobertura para cambiar el cargador de su arma que se había atascado, los segundos que perdía los ganaba su enemigo cada vez más cercano, de pronto el agente escuchó unos ladridos cercanos y un gran perro pastor alemán con protección corporal de la policía
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saltó por sobre él y atacó a su enemigo, el perro co- gió al bastonero por el brazo que empuñaba el arma y cerró sus enormes mandíbulas en él, de un tirón le rasgó un trozo de carne y con otra mordida le quitó dos dedos de la mano derecha, el sujeto gritaba y maldecía pidiendo la ayuda de sus com- pañeros, el sujeto del subfusil apuntó al perro pero García ya había conseguido destrabar su arma y de un certero tiro en la cabeza liquidó al hiena, luego se volvió al tipo en el suelo y lo acribilló con una ráfaga. Del perro ya no había ni rastro, el sujeto que había sido afectado por la explosión de la granada se había levantado y corría cómo un poseso hacia la posición del agente, García adoptó la posición de tiro con la pierna derecha firmemente anclada al piso y la izquierda ligeramente flexionada para so- portar el retroceso del arma principal, la culata del rifle bien pegada al hombro y la vista en la mira, el dedo índice de la mano derecha del agente pre- sionó con suavidad el gatillo pero antes de que pu- diera efectuar su tiro, el enemigo cayó al suelo ful- minado, rodando sobre sí mismo y solo a un par de metros del agente murió producto de un certero tiro en la sien; instintivamente García se agachó en su cobertura, ese había sido un disparo de un fran- cotirador y obviamente usaba silenciador, asomó la cabeza y escudriño el lugar en busca del autor del
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disparo pero no pudo ver nada, escuchó gritos pro- venientes de la barricada y vio cómo más enemi- gos surgían de un edificio cercano, comenzó a dis- parar hacia ellos de inmediato, si dejaba que se acercaran demasiado sería fatal, solo y casi sin mu- nición sus opciones eran muy pocas, comenzó a disparar en ráfagas cortas eligiendo a sus objetivos, pero sus enemigos no eran tontos y habían comen- zado a rodearlo. En medio del fragor del combate vio a dos mujeres con la vestimenta característica de los hienas pero que estaban eliminando a sus propios compañeros, esa debía ser la agente Ro- berts y su compañera, vio a la segunda agente apuntar con el dedo índice de su mano izquierda a un enemigo y al mismo tiempo como un rayo el pe- rro policial que lo había salvado hace poco, ¡el amigo! Pensó García de inmediato y no pudo evitar una sonrisa, la que se desdibujó de inmediato cuando por su costado izquierdo comenzaron a disparar hacia su posición, su descuido sumado a que era su lado ciego lo obligaron a replegarse rá- pidamente, superado en número y con solo un par de balas más en su cargador se acurrucó tras una camioneta a modo de cobertura, comprobó el car- gador de su arma principal, solo seis tiros y cuatro cargadores para la secundaria, de pronto un enemigo llegó directo a él con el bastón en ristre dispuesto a golpearlo en la cabeza, rápidamente lo
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reprimió con el último cargador y lanzó el arma al suelo, tomó su arma secundaria y se dispuso a mo- verse, dos granaderos lanzaron sus artefactos hacia él por lo que tuvo que salir de su cobertura, la ex- plosión lo lanzó unos metros hacia la derecha, gol- peándose el hombro y las rodillas al caer. Tres enemigos se aproximaban de frente hacia él cuando de pronto surgieron de los costados cuatro soldados disparando a sus enemigos, uno de ellos corrió directo hacia García quién medio aturdido aún le apuntó con su arma: —¡Soy yo agente García! ¡Sargento Todd de los Ghost, no dispare! —¡Todd! —gruñó García —¡eres muy opor- tuno!
El soldado tomó a García por el brazo y lo puso tras
la camioneta, mientras seguía disparando. —¡Ríos a tus doce quedan enemigos! —gritó el sargento a un soldado más adelantado —¡Stuart ve con Ríos! —volvió a ordenar el sargento —¡Ya estoy bien Todd! —le gritó García —¡No, no lo estás, tienes una herida en la ca- beza! —contestó Todd —¡mantén la cabeza gacha! —el sargento le hizo una señal al soldado que es- taba a su derecha para que se acercara —¡Doc, ocú- pate de nuestro amigo!
El soldado se acercó rápidamente, examinó a Gar-
cía y luego extrajo de su botiquín vendas y otros CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 61 accesorios con los que atendió al agente, le vendó la herida en la cabeza y puso su brazo derecho en un cabestrillo, luego le pasó la Vector y le dijo: —¡En unos minutos estarás bien agente! —¡Gracias! —contestó García —¡Sargento! —gritó Doc —¡a sus seis!
Todd se giró y vio a un tipo con armadura com-
pleta y una ametralladora pesada acercarse rápida- mente hacia ellos.
—¡Qué mierda! —dijo Todd
—¡Lo llamamos tanque! —dijo García tran- quilamente —¡solo debes eliminar su armadura y caerá, prioriza el casco! —¡Ya oíste al agente Doc! —gritó Todd — ¡deshagámonos de este loco!
Ambos soldados se movieron rápidamente en di-
rección a su enemigo, tomaron cobertura tras unos bloques de concreto y comenzaron a disparar hacia él, las balas de sus armas simplemente rebotaban en la armadura de su enemigo, el que se acercaba peligrosamente a su posición, los soldados que ha- bía enviado Todd tras los hienas, al ver que sus compañeros estaban teniendo dificultades para en- frentar al tipo de la armadura retrocedieron para enfrentarlo en un bloque compacto, pero aun así no conseguían penetrar sus defensas, García se sentía inútil frente a la situación, asomó la cabeza de su CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 62 cobertura y vio el cuerpo de una granadera enemiga y su bolsa de explosivos estaba intacta, se levantó a duras penas aún mareado pero consiguió llegar hasta el cuerpo inerte de su enemiga, extrajo la bolsa completa y se volvió hacia el lugar donde estaban los Ghost, éstos se habían separado a fin de distraer al tanque y que éste no tuviera oportuni- dad de sorprenderlos en grupo, aun así las armas de los soldados eran casi impotentes para frenar a su enemigo, García se acercó sigilosamente por la derecha del tanque y le lanzó la bolsa de explosivos a los pies, Todd lo vio y disparó a la bolsa, la explo- sión resultante redujo a despojos al tanque, de pronto uno de los soldados gritó que desde sus es- paldas venían más enemigos, dos mujeres y un pe- rro corrían hacia ellos lo que hizo que los soldados comenzaran a dispararles de inmediato, las muje- res lograron lanzarse al suelo esquivando los dis- paros pero el can no se detuvo y siguió corriendo en dirección a ellos, Ríos se llevó el arma al hombro y cuando se disponía a ponerle un tiro en la cabeza al animal, el agente García lo golpeó en el brazo desviando su disparo. —¡Pero qué mierda! —gritó Ríos —¡No disparen! —gritó García —¡No son enemigos!
El perro llegó corriendo hasta García y comenzó a
pasar su lengua por la mano del agente, ladrando CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 63 alegremente, las mujeres se acercaron cautelosa- mente con sus armas a los costados, mientras que los Ghost no dejaban de apuntarlas.
—Sargento Todd —dijo García —ella es la
agente Roberts —apuntando a la mujer que en ese instante se quitaba el casco policial de la cabeza. —Sargento, agente García —saludó Roberts —ella es la agente Jessica Hernández y nuestro amigo es “Luke” —dijo apuntando a la otra mujer y al perro que continuaba lamiendo a García. —¡Casi nos matan estúpidos! —gritó la agente Hernández —¡Conozco ese carácter! —dijo Stuart mi- rando a la agente de arriba abajo —¡Tú eres la her- mana de “Fury”! —¡¿Qué?! —preguntó Todd sorprendido —Sí —respondió la agente —Kim a quién us- tedes llaman “Fury” es mi hermana —Estoy completamente perdido —dijo García —Kim “Fury” Hernández es miembro de los Ghost —dijo Todd —forma parte del equipo de “Nomad”, una de las mejores debo decir —añadió Todd estrechando la mano de la agente. —Ok, entonces luego de este agradable en- cuentro ¿alguien podría decirme qué pasa? —dijo García
Todos rompieron a reír, “Luke” ladraba alegre-
mente a un pájaro que se había posado en el techo
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 64
de la camioneta, salvo García que mantenía el ceño fruncido. —¿Puedo saber por qué me seguían sargento? —pregunto García —Fisher se comunicó con nosotros y nos dijo que posiblemente necesitarías ayuda —contestó Todd —no nos dimos a conocer porque queremos mantener nuestra presencia en secreto, ya lo sabes agente. —Ok, ¿y ahora qué? ¿pretenden pegárseme en el culo vaya a donde vaya? —dijo García —Depende de ti agente ¿necesitas que siga- mos contigo? —preguntó Todd —Ahora que lo dices creo que podría usar sus servicios —añadió García —dame unos minutos con las agentes y no volvemos a reunir. —Ok —contestó Todd —tómate tu tiempo.
El sargento llamó a sus hombres y se alejaron hacia
el edificio desde donde habían salido los últimos enemigos, García se quedó allí con las agentes.
—Bien agente Roberts, cuénteme a que se
debe esta reunión —dijo García sentándose en el piso y quitándose el cabestrillo del brazo. —Bueno, cómo ya debes haber deducido no- sotras estábamos infiltradas en las hienas, recopila- mos información y se la comunicábamos a la agente Kelso, pero luego de tu irrupción en Navy Plaza nuestra tapadera se resquebrajó demasiado y no nos quedó otra que salir de allí —resumió Ro- berts. CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 65 —Lo siento agentes —dijo García —No te preocupes —agregó Hernández —de todas formas, nos faltaba bastante poco para salir de allí. —¿Lograron averiguar algo interesante? — preguntó García —Más que eso agente —acotó Roberts —los hienas trabajan en conjunto con Aaron Keener y éste hace de intermediario con un grupo que los provee de provisiones y armas. —No pudimos averiguar quiénes son los mis- teriosos mecenas —agregó Hernández —las reuniones eran solo para los miembros del consejo y alguno que otro jefe, los demás se mantenían al margen. —De todas formas —continuó Roberts —lo- gramos sonsacar alguna referencia. A uno de los je- fes se le salió algo así como “Colmillos”, o eso en- tendimos, que debía reunirse con los “Colmillos” —Suena a unidad militar —dijo García —Creo que esa es una buena suposición — acotó Hernández —los últimos embarques de ar- mas y munición tenían un logo bastante peculiar y muy similar a los que usan los militares para dife- renciar sus unidades. —El tema aquí —aportó Roberts —es que todo lo que les llega huele a gobierno y no habla- mos de remesas extraviadas o robadas, son pertre- chos recién salidos del horno. —Sabemos que aquí hay gato encerrado agen- tes —dijo García —pero no tenemos ninguna prueba.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 66
—Hasta el minuto es lo único que tenemos respecto a esto —dijo Hernández —pero le tene- mos una muy gorda a Kelso —¿A qué te refieres? —inquirió García —Tenemos una información que puede resul- tar en un golpe mortal para la facción de los hienas —dijo sonriente Roberts. —¿Cómo dicen? —preguntó García incrédulo —Sabemos dónde será la próxima reunión del consejo —contestó orgullosa Roberts —Entonces están perdiendo el tiempo con- migo —sonrió García —vayan a la base y planeen el ataque con Kelso, yo las alcanzaré más tarde una vez haya terminado con el equipo Ghost. —Bien —dijo Roberts —pero no te escabulli- rás de nosotras, necesitamos tu ayuda para una mi- sión humanitaria de suma importancia, por eso ha- bíamos pedido la reunión. —No hay problema —contestó García —creo que Lloyd estará recuperado y podremos ayudar- las, ahora vayan con Kelso y cámbiense esa ropa por favor. —¡Nos vemos entonces! —dijeron al unísono las agentes al despedirse de García, éste se inclinó y acaricio la gran cabeza de “Luke” que seguía muy atento a los movimientos de Hernández, cuando las agentes se levantaron y se marcharon el perro las adelantaba y escudriñaba cada rincón de te- rreno antes de seguir avanzando, llegaba a un lu- gar lo estudiaba y se detenía a esperar a las muje- res, cuando veía que estaban lo suficientemente cerca volvía a adelantarse y estudiar el terreno.
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—¡Vaya que animal más inteligente! —ex- clamó García en voz alta —creo que le vendría muy bien equiparle un pulse a su protección, nos daría una muy buena ventaja, creo que se los voy a pro- poner a las chicas —pensó el agente mientras cami- naba hacia el grupo del sargento Todd.
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V PARTE OTRO VIAJE AL MUSEO García llegó a la Casa Blanca cuando ya anochecía, su primera parada fue la enfermería donde Lloyd contaba como había salvado a su amigo García en innumerables oportunidades mientras luchaba contra cuatro cazadores y Aaron Keener al mismo tiempo, las enfermeras que rodeaban a Lloyd no se percataron de la presencia de García, así de absor- tas en la historia del agente herido estaban ellas. —Disculpen señoritas —carraspeó García — ¿me permitirían unos minutos con el héroe? Las enfermeras salieron rápidamente del lugar de- jando solos a ambos agentes. —Veo que te lo estás pasando muy bien Lloyd —dijo García —¡Amigo! —gritó Lloyd —¿estás bien? —Por supuesto —contestó García —y por lo que pude oír, todo gracias a ti. —¡Oh, ya sabes de que va esto! —dijo Lloyd riendo —es solo para impresionar a las chicas. —Cómo me recuerdas a Dinozzo, Lloyd — contestó García —Ese fue un golpe bajo —dijo Lloyd —Tranquilo amigo —dijo García levantando las manos —¿para cuándo estarás en condiciones de salvarme el pellejo nuevamente? —El doctor me dijo que mañana en la tarde estaré de alta —contestó Lloyd
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 69
—Excelente, ya tenemos trabajo atrasado amigo —añadió García —nos vemos mañana —¿No me dirás de que se trata? —preguntó Lloyd —Descansa viejo amigo, descansa —le con- testó García y se fue caminando lentamente hacia las barracas para descansar él también.
Al otro día temprano, García se fue recto hasta la
oficina de Ortega en busca de la agente Kelso, su idea era salir en la tarde hasta el Museo del Aire y el Espacio para intentar recuperar la información allí oculta. Aún no había hablado con Torres ni Ro- jas para saber cómo les había ido en su propia mi- sión, pero por el momento eso podía esperar.
En la oficina de Ortega reinaba una rara algarabía,
la información proporcionada por las agentes Ro- berts y Hernández resultó más que valiosa y ya se estaban preparando las operaciones respectivas para lanzar un ataque al corazón de la facción de las Hienas.
—¡Sheriff! —saludó Ortega a García cuando
éste ingresó a su oficina—¿cómo está tu compa- ñero? —Ya recuperado —contestó García —gracias por preguntar —Discúlpame —añadió Ortega —pero con la información que hemos conseguido respecto al consejo de las hienas, he estado con las manos lle- nas y no he podido ir a ver al agente Lloyd. CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 70 —No se preocupe, Lloyd sabe lo ocupado que se encuentra —contestó García —buscaba a la agente Kelso ¿sabe dónde la puedo encontrar? —Oh, sí —exclamó Ortega —está en el ala de- recha del edificio, creo que buscando un buen lu- gar para instalar un canil. —Gracias —se despidió García con un ade- mán, saliendo de la oficina y dirigiendo sus pasos hacia la ubicación proporcionada por Ortega.
Caminó por fuera de la estructura del edificio hasta
llegar frente a un frondoso patio, lleno de árboles frutales y decorativos, allí la agente Kelso jugue- teaba con “Luke”, mientras que las agentes Roberts y Hernández ayudaban a unos voluntarios civiles a levantar una estructura tipo domo para albergar en forma momentánea al perro, éste al escuchar acercarse a alguien volteó su cabeza y sacudién- dose del abrazo de Kelso se lanzó en carrera hacia García, el agente puso una rodilla en tierra para aguantar el embate que se produjo cuando “Luke” se lanzó a sus brazos y quedó como un bebé acu- rrucado, en esa posición sacó su enorme lengua y mientras ladraba con alegría empapaba de saliva la cara de García.
—Nunca lo había visto encariñarse con al-
guien como lo ha hecho contigo agente —dijo Her- nández —seguro que si te enseño las órdenes bási- cas este perro las seguiría sin dudarlo.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 71
—Bueno —dijo García entre las demostracio- nes de cariño del perro —creo que al salvarme la vida me adoptó también. —Sí, puede ser una explicación plausible — dijo Roberts riendo al ver cómo el perro no dejaba de pasar la lengua por la cara del agente.
García dejó al perro en el suelo y sacó una pañoleta
de su bolsillo, se limpió las babas del animal y vol- vió a guardar la pañoleta.
—Creo que voy a tener que buscar otra paño-
leta luego de esto —dijo el agente. —Sería lo más apropiado agente —le contestó Kelso riendo, mientras “Luke” volvía a darle su atención a ella. —Pretendo salir con Lloyd al Museo del Aire y el Espacio y quisiera el apoyo de las agentes Ro- berts y Hernández —dijo García —¿Y Torres y Rojas? —inquirió Kelso —Tengo otra misión para ellos —contestó García —Ok, creo que es tiempo de averiguar que po- demos sacar en limpio de todo esto —se encogió de hombros Kelso —ya me han dado los detalles de los cargamentos recibidos por las hienas, y si son ciertos, lo menos que tenemos es un topo. —Yo diría que la colonia entera Kelso —con- testó García —si todo va bien voy a hacerte parti- cipe de otra información. —Ya me has intrigado agente —dijo Kelso — puedes salir cuando quieras.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 72
García volvió sobre sus pasos hacia las barracas, al llegar a la entrada se topó con Torres y Rojas quie- nes lo buscaban para entregarle sus informes. Se- gún los agentes el Museo del Aire y el Espacio es- taba en manos de la facción denominada Los Hijos Verdaderos, los militares que se sublevaron y for- maron su propio grupo, ahora mantenían una ver- dadera fábrica de armas en el lugar. Aprovechando las partes y piezas de aeronaves y la maquinaria existente en el museo han podido incluso replicar un par de misiles, la misión de recuperación enton- ces también ha tomado otro giro. García les indicó a los agentes que descansaran y les entregó la fre- cuencia del equipo Bravo de los Ghost, ordenándo- les que se reunieran con ellos y fueran al Museo de Historia Estadounidense, allí debían recuperar un notebook que contenía los datos del interrogatorio a un colaborador de Keener, de ahí podrían obte- ner alguna pista sobre su guarida u otro antece- dente que les sirviera para lograr su captura.
Luego de haberse despedido de Torres y Rojas, el
agente García se dirigió a la enfermería, allí, Lloyd ya recuperado se despedía de las enfermeras, una vez vio a su amigo parado en el dintel de la puerta de ingreso, Lloyd puso rostro serio y rápidamente salió a reunirse con García.
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 73
—¡Amigo! —dijo Lloyd —que gusto verte. —¿Ah sí? —inquirió García —pensé que esta- bas a gusto con las enfermeras —Por supuesto que estaba a gusto con ellas, pero tú sabes que me gusta la acción —respondió Lloyd —ya extrañaba repartir tiros, el problema es que perdimos nuestras armas en el último enfren- tamiento. —Es verdad —contestó García apesadum- brado —extrañaré el revolver de Earp. —A propósito —añadió Lloyd —nuestro que- rido Intendente, el Sr. Dennis, quiere vernos antes de que salgamos a cualquier misión y fue muy in- sistente al respecto. —Ok., vamos a verlo entonces —dijo García —de todas formas, necesitamos armas y munición.
De camino a ver a Coop Dennis, los agentes se to-
paron con Inaya Al-Khaliq, quién les dijo que Odessa Sawyer quería verlos en el asentamiento de El Teatro, García le dijo que irían a verla de camino a su nueva misión, por lo que Inaya les recordó que acudieran a ella para la reparación o creación de al- gún dispositivo para sus armas.
Al llegar donde el intendente, éste estaba apilando
cajas de munición y separando armas por su tipo y calibre, cuando los vio, les hizo una seña para que aguardaran un momento, lo vieron agacharse en su estación y sacar una de las cajas tácticas que habían
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recuperado del primer puesto de control que reto- maron, ésta caja en particular llevaba el dibujo de una mira en cuyo centro la calavera cubierta por un manto y la guadaña por sobre ella hacían alusión a la “parca” o “la muerte” como se le conocía, este emblema pertenecía a la especialización de franco- tirador, luego tomó otra caja, esta vez el dibujo re- presentaba un rombo con un puño alzado y en el centro un declive que insinuaba una explosión, éste emblema representa a la especialización de demo- liciones.
—Caballeros —dijo Coop —estas armas fue-
ron recuperadas en el asalto a un puesto de control, creo que pueden ser utilizadas por ustedes. —No son las armas que usan Johnson y Ward? —preguntó Lloyd —Sí amigo, son éstas —respondió García —Bueno, entonces me quedo con la de demo- lición —dijo Lloyd abriendo la caja respectiva — ¡Ésta sí que es un arma! —exclamó al sacar el lan- zagranadas M32A1.
García por su parte abrió la caja correspondiente al
francotirador, extrayendo un rifle TAC 50C calibre .50, lo examinó y se lo puso a la espalda, luego le solicitó al intendente como arma principal una SCAR MK17 y una P416 G3 para utilizar como se- cundaria, la pistola elegida fue una Desert Eagle .50. Lloyd por su parte eligió como principal una CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 75 M60 E6 y como secundaria una escopeta Marine Super 90, su pistola fue una X-45, y se llevó el lan- zagranadas puesto a la espalda, además de varios gadgets y granadas.
—Hay un solo problema agentes —dijo Coop
—para las armas de especialización tenemos po- quísima munición, así que la que lleven ahora de- berán utilizarla solo en momentos determinados y de suma urgencia. —Ya suponía yo que debía haber un pero a tanta maravilla —contestó Lloyd riendo.
Los agentes se reunieron en la entrada con Hernán-
dez y Roberts, quienes ya estaban listas para partir, “Luke” estaba durmiendo a pierna suelta a la som- bra de unos sacos de arena dispuestos a modo de barrera.
—¿Este va con nosotros? —preguntó Lloyd
señalando al perro —No te hemos presentado a “Luke”—dijo García —él trabaja con Hernández y con Roberts, ¿recuerdas que ellas nos salvaron el pellejo en Navy Plaza? —¡Claro que lo recuerdo! —dijo Lloyd —pero a este no lo había visto —añadió señalando al perro que seguía durmiendo. —¿A dónde vamos? —preguntó Roberts —Al Museo del Aire y el Espacio, está en In- dependence Ave. con la Séptima —contestó García
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—¿Y contra quién vamos? —preguntó Her- nández —Contra los hijos verdaderos —respondió García —los agentes Torres y Rojas hicieron un re- conocimiento previo así que no vamos tan a ciegas. —Es un trecho bastante largo —añadió Lloyd —creo que deberíamos ponernos en marcha ya, además dijiste que pasarías al asentamiento de El Teatro para hablar con Odessa. —Tienes razón Lloyd —dijo García —an- dando entonces. —¿Y si nos separamos para agilizar los tiem- pos? —dijo Roberts —Buena idea —contestó García —adelán- tense ustedes con Hernández y nosotros con Lloyd las alcanzamos en las afueras del Museo.
Los agentes salieron por el acceso sur de la Casa
Blanca, se separaron al llegar a la calle principal y cada pareja tomó su propio camino, “Luke” que despertó justo antes de la salida de los agentes se sentó en el medio de la calle, miro de lado a lado y luego de unos minutos decidió seguir a la pareja de Roberts y Hernández, al parecer fue una difícil de- cisión para el can.
García y Lloyd ingresaron por la entrada principal
del Teatro y fueron saludados con mucha efusión por parte de los combatientes civiles y los pocos soldados de la JTF que había en el lugar, subieron CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 77 por las escalas hasta la oficina de Odessa y se en- contraron con ella.
—¡Agentes! —exclamó Sawyer —¡qué alegría
volver a verlos! —Igualmente Odessa —contestaron al uní- sono los agentes. —¿Qué los trae por este humilde asenta- miento? —bromeó Odessa —Tu mensaje —contestó García —Inaya nos dijo que querías vernos. —¡Claaaro! —dijo Odessa —que tonta soy. Les tengo un regalo —dijo mientras llamaba a uno de sus cooperadores. —No es necesario que te molestes de esa forma Odessa —dijo Lloyd —¿Después de lo que hicieron por mí y mi hija? —dijo Sawyer abriendo los ojos —ustedes se merecen todo, pero tranquilos esto no supuso ma- yor esfuerzo, de hecho, más que regalo es una de- volución. —¿A qué te refieres? —pregunto García
En el preciso instante que el agente hacía la pre-
gunta, un combatiente civil ingresaba a la oficina con la ametralladora ligera de Lloyd y el revolver de García, armas que habían pertenecido a los agentes Dinozzo y Earp, respectivamente.
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—¿Cómo lo hiciste? —preguntó Lloyd al tiempo que ponía las manos en su arma y García recibía la suya. —Bueno —contestó Odessa —cuando llegó a mis oídos que se había producido un enfrenta- miento en Navy Plaza, envié un destacamento a peinar el área, siempre quedan pertrechos que po- demos recuperar, como comprenderás reconocí sus armas de inmediato. —Muchas gracias Odessa —dijo García — creo que sabes lo que representan estas armas para nosotros. —Sí, por eso es que te tengo este regalo García —dijo Sawyer sacando desde bajo su escritorio una pistolera antigua pero reacondicionada —esta pis- tolera perteneció a Doc Holliday y fue recuperada en su oportunidad en Dodge City, luego entregada al Museo de Historia Estadounidense, y robada desde allí por alguna facción, nosotros la encontra- mos hará una semana atrás y desde esa fecha Inaya ha estado trabajando en ella para mejorarla y éste es el resultado. —¡Wow! —exclamó García al recibir la pisto- lera, cuyo cuero denotaba la antigüedad de sus ma- teriales, el cinturón incorporaba una badana para las balas y dos cartucheras, una para el revólver y otra acondicionada para pistola —muchas gracias Odessa. —Ahora sí que te pareces a Jhon Wayne, Gar- cía —rio Lloyd al ver a su amigo con la pistolera puesta.
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Luego de agradecer nuevamente a Sawyer por ha- ber recuperado sus armas y el regalo, ambos agen- tes retomaron su camino al Museo, esta vez esta- ban con el equipo y munición a tope por lo que solo debían reunirse con Roberts y Hernández en las afueras del Museo del Aire y el Espacio.
Al cabo de un tiempo los agentes se reunieron en
las afueras de la parte trasera del Museo, donde se encontraba el patio del mismo, custodiada por un soldado, una puerta en una valla metálica, consti- tuía la única vía de acceso al interior, luego de me- ditar un instante la mejor alternativa, la agente Hernández le ordenó a Luke que se acercara a la puerta, el perro corrió directo a la valla y comenzó a ladrarle alegremente al soldado, éste comenzó a hablarle de manera graciosa al can, que no paraba de ladrarle y moverle la cola, el guardia intrigado abrió la puerta y salió al exterior para acariciar al perro, Luke se apartó e hizo que lo siguiera hacia la posición de los agentes, el soldado seguía al pe- rro mostrándole un trozo de pan, Luke finalmente se sentó y esperó al hombre que se arrodilló frente a él y le ofreció el alimento que llevaba en la mano, Luke lo tomó suavemente y comenzó a masticar, aprovechando la distracción Lloyd se acercó lenta y silenciosamente por la espalda del soldado y le clavó su cuchillo táctico en el cuello, matándolo al instante, ayudado por García tomaron el cuerpo y CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 80 lo lanzaron tras uno de los bloques de concreto existentes en el lugar. Las agentes Roberts y Her- nández ingresaron por la puerta abierta al patio del Museo, una enorme extensión de terreno donde se habían apilado cajas de repuestos y partes de fuse- lajes de diferentes aeronaves, los hijos verdaderos habían instalado dos torres de vigilancia y en cada una un francotirador, abajo en el terreno dos patru- llas de tres hombres cada una recorrían el períme- tro. García y Lloyd se reunieron con las agentes tras unas cajas de material.
—Es hora de probar esta maravilla —dijo Gar-
cía mientras sacaba el rifle .50 —yo eliminaré a los enemigos de las torres, en cuanto caigan ustedes se abrirán en abanico disparando hacia las patrullas, Lloyd tú cubrirás a las chicas eliminando a la ame- tralladora pesada primero. —Ok —indicaron todos al unísono —Deja a Luke conmigo Hernández —dijo García —aquí no correrá peligro de momento. —Sí, te mantendrá a salvo —contestó son- riendo la agente.
García puso el cargador de cinco tiros a su arma,
desplegó la culata y se acomodó el rifle al hombro, ajustó la mira telescópica y apuntó al primer sol- dado apostado en la torre, luego se giró e hizo lo mismo con el segundo enemigo, entre uno y otro no debería demorar más de 40 segundos entre tiro y tiro, volvió al primer francotirador y fijó en el CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 81 centro de la mira la cabeza del soldado, aspiró una bocanada de aire y la aguanto, cuando su corazón se calmó expiró todo el aire y volvió a llenar sus pulmones nuevamente, en el preciso instante que su cuerpo no se movía apretó el gatillo, sin ni si- quiera mirar el resultado se giró y apuntó al se- gundo soldado, en una fracción de segundo lo tuvo en el centro de la mira y disparó, cuando el cuerpo del primer enemigo caía al suelo el segundo recibía el impacto, la bala calibre .50 no dejó nada de la ca- beza del soldado cuyo cuerpo por inercia cayó de rodillas en la torre y ahí se mantuvo.
Al oír el primer disparo los enemigos que patrulla-
ban el patio se pusieron en alerta, uno de ellos lle- vaba una ametralladora pesada y se lanzó al suelo en cuanto comenzó el tiroteo, Lloyd se cubrió tras un árbol y comenzó a dispararle al tipo de la ame- tralladora a fin de que Roberts y Hernández pudie- ran encargarse de los otros soldados más básicos, éstos se habían separado e intentaban rodear al agente pero las chicas habían previsto el movi- miento, cuando dos de los soldados se acercaban a la posición de Lloyd, Roberts abrió fuego con su arma principal, eliminando a los dos tipos de una sola ráfaga, por su parte Hernández había avan- zado hasta la primera torre, se posicionó junto al cadáver del enemigo abatido por García y comenzó
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a disparar también hacia el portador de la ametra- lladora, éste al verse entre dos fuegos, se levantó rápidamente, miró a ambos lados y cuando había tomado la decisión de correr hacia la derecha su cuerpo se dividió en dos, un tiro del arma de Gar- cía lo atravesó limpiamente, cortándolo por la mi- tad. Una explosión cercana a la posición de Roberts alertó a los agentes, había a lo menos un par de gra- naderos enemigos ocultos entre las cajas o las co- berturas circundantes, a un silbido de Hernández, Luke corrió hacia unas cajas en la parte posterior del patio, ladrando furiosamente el perro logró que uno de los granaderos saliera a campo abierto, donde Roberts lo eliminó fácilmente, luego los la- dridos del perro cambiaron de lugar, esta vez se es- cucharon gritos y maldiciones provenientes desde atrás de una de las torres de vigilancia, unos cuan- tos disparos y luego una explosión, García temió lo peor, pero al cabo de un par de segundos apareció Luke con un brazo entre las fauces, lo depositó a los pies de Hernández y se sentó a esperar mo- viendo la cola, la agente le hizo una caricia en la cabeza y le dio un dulce que extrajo de su chaleco táctico.
—Recuérdame no hacerte enfadar Hernández
—le gritó Lloyd a la agente mientras disparaba contra el último soldado del patio —sobre todo
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cuando esté ese monstruo cerca —dijo señalando a Luke que jugueteaba con una libélula.
Con todos los enemigos eliminados los agentes se
encaminaron a la entrada del estacionamiento sub- terráneo del Museo, accionaron el aparato que le- vantó la cortina metálica de acceso e ingresaron, el lugar estaba lleno de cajas de madera con armas y municiones, grúas transportadoras y otras manua- les se apilaban en el interior, además de varios sol- dados que trasladaban el material, cajas tácticas va- cías y vehículos de transporte de personal termina- ban de llenar el espacio del estacionamiento. Gar- cía le hizo una seña a Lloyd y Hernández para que avanzaran por la derecha del lugar, mientras que él y Roberts se mantenían tras un Humvee, por lo que pudieron observar sus mayores preocupacio- nes residían en dos ingenieros de combate que for- maban parte de la guardia del lugar, se tocó el oído donde llevaba el transmisor y susurró “granadas”, por lo que todos los agentes, él incluido sacaron los explosivos de sus cinturones y se dispusieron a lan- zarlas, a la orden de García los cuatro agentes lan- zaron sus granadas, dos de ellas incendiarias y dos de fragmentación, las explosiones afectaron a va- rios soldados que comenzaron a gritar y tratar de apagar las llamas que los envolvían, oportunidad en la que los agentes abrieron fuego en su contra,
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eliminando a cuatro de ellos incluido a uno de los ingenieros, el otro corrió directamente hasta unas cajas de munición e instaló una torreta ametralla- dora la que comenzó a escupir balas de inmediato contra la posición de García y Roberts, Lloyd y Hernández lidiaban con tres soldados que intenta- ban rodearlos, los escopeteros eran los más kami- kazes pues se lanzaban directamente al ataque sin mediar ningún tipo de estrategia, pero si te alcan- zaban, podías darte por muerto.
García sacó una torreta lanzallamas y la arrojó
frente a su posición, en cuanto el aparato comenzó a lanzar fuego hacia sus enemigos los agentes pu- dieron moverse a otra cobertura. En una rápida sa- lida los cuatro agentes eliminaron a los enemigos restantes limpiando la zona. Por lo que pudieron observar los Hijos Verdaderos efectivamente te- nían una especie de fábrica en el Museo, diferentes partes y piezas, refacciones y otras cosas, además de munición para todas sus armas se apilaban en el estacionamiento, al fondo unas puertas dobles los conducirían al interior del Museo, pero antes de avanzar dejaron un par de granadas entre las cajas de munición y armas, para cuando cruzaron las puertas, la explosión había destruido todo por lo que sus enemigos habían trabajado allí abajo.
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Un amplio pasillo los llevó a unas escaleras, subie- ron dos pisos y se encontraron con una sala de ex- hibición, aviones completos y fuselajes se mostra- ban a quienes visitaban el Museo, ahora estaba con- vertido en un taller, dos bancos de trabajo indus- trial funcionaban a toda máquina operados por in- genieros militares, protegidos por un par de grana- deros y un tanque armado con una Minigun. Gar- cía le hizo una seña a Lloyd para que se posicionara tras una grúa existente en el lugar, luego señaló a la izquierda y apuntó hacia unas cajas de material para que Hernández tomara esa cobertura, por úl- timo, le indicó a Roberts que se cubriera tras un pi- lar de la derecha.
—Ahora es tu oportunidad Lloyd, usa ese lan-
zagranadas en el tanque —dijo García —Pensé que nunca lo pedirías —contestó Lloyd —Espera a que lo aislemos de los demás enemigos y le lanzas un par de explosivos —indicó García.
A la señal de García comenzó el ataque, los prime-
ros escopeteros se lanzaron de inmediato hacia la posición de Lloyd pero éste los repelió con su ame- tralladora ligera, el tanque comenzó a disparar contra Lloyd al ver que éste era el que tenía mayor CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 86 poder de fuego, Roberts y Hernández centraron su fuego en los enemigos de menor nivel para que García apoyara a Lloyd, por lo que éste comenzó a disparar sobre el tanque a fin de distraerlo y que Lloyd pudiera utilizar su lanzagranadas, en un momento el tanque quedó sin munición y se aga- chó para cambiar su cargador, en ese preciso ins- tante Lloyd con su lanzagranadas ya preparado lanzó el primer explosivo, la munición eliminó de raíz todo el blindaje del brazo derecho del enemigo y el segundo tiro el blindaje del pecho, para cuando logró reponerse y comenzar a disparar de nuevo había perdido bastante armadura, pero seguía siendo un enemigo temible, García le lanzó una granada incendiaria y luego Lloyd un dron bom- bardero, mientras el tanque se sacudía las llamas la explosión del dron terminó con la poca armadura que aún le quedaba, Lloyd saltó por sobre su co- bertura y aprovechando que su enemigo aún ardía lo remató con su ametralladora ligera, por su parte las agentes ya habían eliminado a todos los demás soldados. —Hay que destruir estas estaciones de trabajo —ordenó García —Yo lo haré —dijo Hernández, dando un fuerte silbido con el que Luke apareció corriendo— buen chico —le susurró la agente mientras metía la mano en un bolsillo de la protección del perro, donde tenía guardada unas cargas de C4. CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 87 —¿Oye y eso no es peligroso para Luke? — preguntó Lloyd —Oh, no —contestó Hernández —él ya sabe que no debe entablar combate durante un tiroteo si no he sacado el explosivo —¿O sea que siempre lo trae consigo? —pre- guntó García —Por supuesto, no salimos sin el plástico — dijo sonriendo la agente. Acto seguido colocó las cargas en los bancos de trabajo y programó la detonación en un par de mi- nutos. Al final de la sala estaba el acceso al Plane- tario, unas puertas dobles les dieron la entrada al lugar y mientras ingresaban, el C4 explotó destru- yendo los bancos de trabajo. Luego de correr por un pasillo estrecho y corto dieron con una sala donde se proyectaban imágenes del universo, una parte de la lona sobre la cual se mostraba la proyec- ción estaba rota y mostraba la estructura metálica sobre la cual estaba montada; luego de eliminar un par de enemigos que estaban sobre la estructura los agentes siguieron avanzando hasta dar con una es- calera metálica que les permitiría subir a la estruc- tura, una vez sobre ella se encontraron con una se- rie de pasillos interconectados, avanzaron recto hasta encontrar otra puerta, la atravesaron y se en- contraron con otra sala de exhibición, en esta se en- contraba el transbordador espacial suspendido en el aire y sujeto por varios cables metálicos, también CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 88 había varios aviones de la segunda guerra mundial y otros aparatos, además de fotografías de famosos aviadores expuestas en las paredes, entre los mos- tradores varios soldados se movían haciendo guar- dia, un médico de combate, dos ingenieros, algu- nos granaderos y otros más deambulaban por la sala. —El médico y los ingenieros tienen que ser nuestra prioridad —dijo García —Voy por el médico —dijo Hernández —los ingenieros tienen mayor equipamiento, te los dejó. —Ok —contestó García, mientras sacaba el ri- fle .50 —En cuanto elimine al primer ingeniero, los demás se nos vendrán encima —dijo García — Lloyd sitúate a mi derecha y presta fuego de cober- tura, en cuanto caiga el médico Roberts y Hernán- dez avanzaran enfrentando lo que venga. García desplegó la culata de su arma y se la aco- modó al hombro, ajustó la mira y buscó a su obje- tivo, en cuanto lo tuvo a tiro le hizo una seña a Her- nández quién con su fusil FAL personalizado apuntó al médico, accionó el láser acoplado al cos- tado del arma y fijó el haz de luz de color rojo justo en la frente de su enemigo, presionó suavemente el gatillo y disparó, la bala describió un suave arco de ascenso para luego impactar directamente entre los ojos del soldado que salió despedido hacia atrás a
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raíz del impacto, el ingeniero que estaba a su iz- quierda giró la cabeza al verlo caer y la bala entró por su oído, destruyéndole el cráneo. Para cuando su cuerpo cayó al suelo se desató el infierno, los agentes comenzaron a disparar al unísono ha- ciendo que los soldados que no habían sido alcan- zados por algún proyectil buscaran refugio tras al- guna cobertura. Roberts y Hernández salieron de sus coberturas y avanzaron disparando a sus enemigos, cuando debían recargar sus armas una de ellas cubría a la otra, la que cambiaba el carga- dor se agachaba tras su compañera para no ser un blanco fácil mientras la otra eliminaba las amena- zas cercanas, Lloyd desde su posición hacía que su arma vomitara metralla hacia cualquier enemigo que osara salir de cobertura, García por su parte co- rrió hacia una pared cercana, inspeccionó el cos- tado de un exhibidor y extendió su mano por entre el mueble y el muro, dio con lo que buscaba pero cuando intentaba sacarlo de allí vio cómo uno de los soldados enemigos que disparaba sin apuntar desde su cobertura, le dio suficientes impactos a uno de los cables que sujetaban al pesado transbor- dador espacial que hizo que éste se cortara, los de- más cables no soportarían la masa metálica de la nave y ésta caería directamente sobre él si no se apresuraba, dio un tirón al objeto que había lo-
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grado coger y se lanzó hacia adelante rodando so- bre sí mismo, al tiempo que el transbordador caía sobre el lugar donde él se encontraba segundos atrás, se incorporó y guardó el objeto en el bolsillo superior de su chaleco táctico, para luego correr ha- cia las agentes para unirse al combate, al cabo de unos minutos no quedaba ningún enemigo en pie.
—Hernández —dijo García —revisa la herida
de Roberts. —¿Herida? ¿cuál herida? —contestó la agente mientras se tocaba —El brazo —le indicó Hernández —pero es solo un rasguño, deja que te lo vende y avanzamos. —¿García? —inquirió Lloyd —¿lo tienes? —Sí amigo, estaba justo donde nos dijo Ca- llahan, pero ahora no hay tiempo de revisarlo, de- bemos terminar con esto primero. Siguieron avanzando hasta cruzar otra puerta, esta vez dieron con la sala de exploración espacial, donde unos cuantos soldados alertados por los dis- paros en la sala contigua se cubrían tras unas vallas metálicas y un vehículo de exploración lunar, Lloyd utilizó nuevamente su lanzagranadas y acabó con todos ellos destruyendo la mitad de la sala en el proceso, siguieron avanzando hasta dar con otra puerta, la que los condujo hasta la sala de exhibición de los cohetes espaciales, allí los enemi- gos estaban alerta y esperándolos, en cuanto los CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 91 agentes hicieron ingreso a la sala las balas comen- zaron a zumbar a su alrededor, García pudo ver claramente un haz de luz verde posarse en el pecho de Roberts, al segundo la agente fue lanzada al piso por el impacto, Lloyd que estaba más cerca de ella la tomó de los brazos y la arrastró hasta una cober- tura, el agente levantó el pulgar en señal que la chica estaba bien, el protector corporal había hecho su trabajo y detuvo la bala, pero el peligro no había pasado, los escopeteros enemigos se lanzaron hacia ellos mientras que un granadero de élite lanzaba una granada hacia la posición de Lloyd y Roberts, Hernández vio cómo Lloyd solo pudo atinar a cu- brir a la aún conmocionada Roberts con su propio cuerpo en espera de la explosión de la granada, pero en el último momento Luke apareció como un rayo, tomó la granada con su hocico y la fue a de- positar a los pies de un grupo de enemigos, para luego volver corriendo esquivando las balas hacia donde estaba la agente y Lloyd, todo mientras la explosión de la granada eliminaba a varios enemi- gos a la vez.
Repelieron a los escopeteros y ya con Roberts más
recuperada, los agentes pasaron a la ofensiva, Her- nández llevaba un escudo antibalístico que accionó para avanzar, disparando con su arma secundaria un subfusil Vector 45, se movía hacia adelante y tras ella cubriendo su espalda se movía Roberts y a CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 92 los costados de ellas García y Lloyd eliminaban a otros enemigos. El francotirador enemigo no había podido volver a realizar un tiro, pues la posición en la cual se encontraba no se lo permitía, pero cuando Lloyd debió quedarse atrás para recargar su arma, el enemigo se asomó de su cobertura, po- sicionó el haz del láser de su arma en el cuello de Hernández y cuando se aprestaba a disparar una fuerte sacudida lo hizo tambalear y soltar su arma, un enorme perro lo había tomado por el chaleco antibalas y lo arrastraba fuera de su cobertura, mientras le daba patadas y puñetazos para libe- rarse logró sacar su pistola y apuntar a la cabeza del perro, pero en el momento en el que pretendía apretar el gatillo una bala atravesó su cabeza, Gar- cía había desenfundado su revólver y con un cer- tero tiro mató al soldado. Luego de haber limpiado el área se dispusieron a registrar la sala buscando cualquier material que indicara cual era el objetivo de los Hijos Verdaderos, encontrando varias piezas y repuestos que les hacían pensar en la construc- ción de misiles guiados o algo parecido a las bom- bas volantes V2. Destruyeron cualquier herra- mienta que los enemigos pudieran usar para sus propósitos y avanzaron tras unas puertas dobles que daban hacia otra sección del Museo, grande fue su sorpresa cuando encontraron en una pe- queña sala un misil completamente operativo, más
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el rack de conexión y un laptop que permitiría di- rigir el arma a cualquier lugar que quisieran atacar.
—Esto hay que destruirlo —indicó Lloyd —
¿Luke tiene más C4? —Por supuesto —contestó Hernández lla- mando al perro, registró su chaleco y extrajo dos trozos de explosivo —es lo último, úsalo bien.
Lloyd pegó los dos trozos de plástico al misil y pre-
paró el detonador para un tiempo prudente, des- truyeron el rack a tiros y Roberts guardó el compu- tador en su mochila, luego salieron todos por la puerta de salida, la que los llevó a un amplio lugar de exhibición, la entrada principal al Museo. En la sala había una sola patrulla enemiga deambulando por entre las naves de la muestra, los agentes co- rrieron a cubrirse y a una señal de García comen- zaron el ataque, los enemigos lejos de entablar combate huyeron por las puertas del fondo de la sala, para luego volver a entrar con refuerzos, dos ingenieros y un médico fue lo primero que vieron los agentes.
—Misma táctica con el médico y los ingenie-
ros —dijo García
Los agentes levantaron el pulgar en señal de haber
comprendido, por lo que Hernández se posicionó CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 94 rodilla en tierra y apuntó con su fusil al médico, éste corrió hacia una cobertura y no asomó ni un centímetro de su cuerpo, los ingenieros por su parte se dividieron hacia derecha e izquierda, obli- gando a García a elegir un blanco, el de la izquierda ya se aprestaba a instalar una torreta por lo que el agente decidió eliminar a ese primero, García apuntó y disparó matando al instante al primer in- geniero, luego apuntó al segundo pero éste ya ha- bía logrado instalar la torreta y había cambiado rá- pidamente su posición. Lloyd mantenía un nutrido fuego de supresión contra los soldados mientras que Roberts eliminaba a aquellos que osaban avan- zar hacia ellos, el médico enemigo vio a unos com- pañeros caídos y corrió hacia ellos lo que le dio la oportunidad a Hernández de eliminarlo, luego llamó a Luke y le indicó al ingeniero enemigo, el perro se lanzó como un rayo hacia donde estaba el soldado, el cual al darse cuenta se levantó de su co- bertura y comenzó a correr hacia el interior del mó- dulo lunar que estaba en exhibición, el perro logró tomarlo por la pierna derecha pero el soldado le dio una fuerte patada en el hocico con la izquierda logrando zafarse del agarre, Luke dio un fuerte au- llido de dolor pero se lanzó nuevamente al ataque. De pronto por las puertas del fondo volvieron a aparecer más soldados, esta vez acompañados por el que parecía estar al mando, un teniente armado
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 95
con una ametralladora ligera que dispuso de inme- diato un ataque frontal hacia los agentes, corriendo se acercó al módulo lunar dándole una tremenda patada a Luke en el costado lanzándolo lejos de allí.
García apuntó al enemigo con su .50 pero cuando
apretó el gatillo solo escuchó el característico “clic” del martillo golpeando el percutor del arma vacía —¡maldición! — pensó el agente, sacando de inme- diato su arma principal, pero ya era tarde, su enemigo se había ubicado tras una cobertura, lan- zándose al suelo para dar un menor ángulo a sus contendores.
—¡Lloyd, elimínalo! —gritó García indicando
al teniente.
Lloyd se agachó y sacó el lanzagranadas, solo le
quedaba un cartucho, así que debía utilizarlo con sabiduría, decidió ablandar a su enemigo con su ametralladora ligera, pero al tener la misma capa- cidad de fuego que el soldado se anulaban mutua- mente, le hizo un gesto a Roberts para que le lan- zará una granada a la cobertura de su enemigo, ésta lanzó una incendiaria lo que obligó al teniente a levantarse rápidamente y cambiar de cobertura, provocando que los cuatro agentes fijarán sus ar- mas en él y disparando al unísono lograron des- truir su armadura corporal por lo que quedó más CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 96 expuesto al ataque de Lloyd, quién cambió rápida- mente al lanzagranadas disparando a la posición del soldado, la explosión resultante lo despedazó en el lugar, incluyendo a un par de soldados más que se encontraban a cubierto tras él.
Los enemigos restantes, lejos de disminuir su ím-
petu en el ataque lo redoblaron, García lanzó una torreta lanzallamas y junto a Lloyd iniciaron una ofensiva por la derecha de la sala, Roberts se unió por la izquierda creando una tenaza para envolver a los soldados, mientras Hernández corría a ver el estado de Luke. Todos se habían olvidado del in- geniero encerrado en el módulo lunar por lo que pudo salir sigilosamente de allí e instalar una to- rreta apuntando directamente a los agentes, el apa- rato comenzó de inmediato a escupir balas hacia sus enemigos, Roberts se lanzó al piso y rodó sobre sí misma para cubrirse tras un pilar, pero Lloyd fue alcanzado directamente en el hombro izquierdo ca- yendo al suelo, García vio al ingeniero dirigirse nuevamente a la torreta para cambiar su cargador al tiempo que observaba también como Luke se lanzaba sobre él, mordiéndole el cuello, no se preo- cupó por el resultado de la pelea si no que fue di- recto a levantar a Lloyd. —¡mierda, siempre soy yo el que recibe las ba- las García! —le gritó mientras se incorporaba del piso CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 97 —¡cálmate hombre, es solo un rasguño esta vez! —contestó García revisándole la herida. —¡Ja¡ tengo más cicatrices que mudas de ropa amigo –dijo riéndose el agente
Mientras los agentes hablaban, se les acercaron Ro-
berts y Hernández, acompañadas por Luke, quién parecía estar muy satisfecho de sí mismo.
—¿Cómo esta Luke? —preguntó García
—Tendrá dolor de costado por unos días, pero nada de qué preocuparse, finalmente obtuvo su venganza así que está satisfecho —contestó Her- nández. —Esto ya acabó —añadió Roberts —no queda nadie en pie. —Bien, registremos la zona por si pasamos algo por alto y nos vamos —añadió García —a pro- pósito ¿vieron los helicópteros en el patio? —Sí, eran dos Bell UH-1 —contestó Lloyd —y parecían en buenas condiciones. —Si solo tuviéramos un par de pilotos, esas naves harían una gran diferencia —dijo Hernández —Espera —dijo Roberts —creo que sé de un lugar donde podría haber un par de pilotos.
Cuando los cuatro agentes y su amigo canino cru-
zaban las puertas de salida del Museo, el C4 hizo explosión, destruyendo cualquier atisbo de supe- rioridad armamentística de los Hijos Verdaderos o
CRÓNICAS THE DIVISION 2: CAPÍTULO 3 98
de cualquier otra facción que pudiera haber to- mado el recinto.