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GUERRAS PÍRRICAS

Origenes de Pirro
Infancia de Pirro

Pirro apodado el Águila por sus soldados, era hijo de Eácides, rey de Epiro, pertenecía a
una dinastía que se autoproclamaban descendientes de Aquiles, los molosos. Su padre
ascendió al trono al morir su primo Alejandro, que era hermano de Olimpia la madre de
Alejandro Magno, durante una campaña en Italia en el 326 AC.

Eácides se casó con Ftía, hija de Menón de Farsalia, con la que tuvo tres hijos: Pirro, el
único varón, y dos hijas, Deidamia y Troyas. Tras la muerte de Alejandro Magno,
durante las guerras de los Diádocos, su hermana Olimpia le forzó para tomar partido
poniéndose de lado de Poliperconte en su lucha contra Casandro por el control de
Macedonia y de los herederos Alejandro hijo de Roxana y Filipo Arrideo casado con
Eurídice, Poliperconte fue derrotado y huyó a Épiro donde se encontraba Olimpia y su
nieto Alejandro, mientras que Casandro se hizo con Macedonia y con Filipo Arrideo.

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Mapa de Épiro y sus reinos vecinos

El rey Eácides I de Epiro, y Olimpia condujeron su ejército a Macedonía, derrotando al


ejército de rey Filipo Arrideo. Éste fue capturado y asesinado, pero pronto Casandro
regresó del Peloponeso consiguiendo rodear a Olimpia en una ciudad, esta pidió ayuda a
Eácides, que acudió con su ejército a socorrerla, pero todos los pasos estaban ocupados.

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Casandro capturó a Olimpia, y la asesinó en 316 AC, tomando a Roxana y al joven
Alejandro bajo su custodia.

Cuando Eácides regresó, se encontró con que los epirotas, que se habían opuesto a la
expedición, se habían levantado contra él y le habían expulsado del trono, asesinando a
su familia. Pirro, que sólo tenía dos años, se salvó de ser asesinado gracias a varios
sirvientes leales, que le llevaron a Iliria donde el rey Glaucias, cuya esposa Beroe era
pariente de Pirro, le acogió y le crió junto a sus propios hijos.

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El niño Pirro con dos años es salvado por sirvientres leales, se ve uno de ellos
mandando lanzando una jabalina con un mensaje pidiendo ayuda.

Los epirotas, cansados del yugo macedonio, llamaron a Eácides de vuelta en 313 AC.
Casandro envió inmediatamente un ejército contra él, al mando de Filipo, quien le
derrotó en dos batallas el mismo año, en la segunda de las cuales murió.

Glaucias esperó a que Pirro cumpliese los 12 años para invadir Épiro y colocarle como
rey, siendo regentado por guardianes. Cuando tenía 17 años, los molosos, la misma tribu
que había derrocado a su padre, se volvieron a rebelar. En ese momento Pirro se
encontraba de viaje en la boda de uno de sus hermanos adoptivos. Gracias a esa
circunstancia no fue asesinado, pero se encontró sin reino ni poder alguno.

Regreso a Épiro

Decidió unirse a Demetrio, casado con su hermana Deidamia; le acompañó a Asia y


tomó parte en la batalla de Ipsos (301 AC) durante la cual ganó un gran renombre por su
valor. Antígono murió en el combate, y Demetrio se convirtió en fugitivo. Sin embargo,
Demetrio aún poseía una gran armada y tenía guarniciones en las ciudades de Grecia,
donde Pirro pudo haber servido brevemente como uno de los principales de su cuñado.

El joven Pirro combatiendo. Autor Ángel Todaro

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Poco después viajó en su nombre a Egipto en calidad de rehén, cuando Demetrio
concertó la paz con Ptolomeo. Así, en el año 299 AC, Pirro con menos de 20 años, llegó
a Alejandría, la capital de estilo griego del antiguo país del Nilo, y parece que el faraón
Ptolomeo realmente le gustó el joven valiente, que dio prueba de su fuerza y el valor
durante las fiestas de caza y otros ejercicios. También fue lo suficientemente hábil o
afortunado para ganarse el favor de Berenice, esposa de Ptolomeo, y recibió como
esposa a Antígona, hija de Berenice y su primer marido.

En el 297 AC, Ptolomeo financió una expedición a Épiro, enviando a Pirro al frente de
un ejército de mercenarios de vuelta a Épiro. Pirro debía convertirse en rey de Épiro y
actuar como organismo de control de Ptolomeo en Europa, protegiendo los intereses
egipcios contra Casandro de Macedonia. Desembarcó para derrocar a Neoptolemo, rey
que ocupaba en ese momento el trono y que había sido puesto por los molosos. Pirro
jugó sus cartas con cuidado. Anunció que iba a compartir el poder con Neoptolemo, que
creyó en las promesas del hombre que era, después de todo, su pariente.

En el 295 AC, Neoptolemo planeó matar a Pirro y para ello convenció al copero real de
Pirro para envenenarle. Viéndose ya como único rey, se dedicó contar su plan en
tertulias con poca cautela, con lo cual Pirro se enteró y acabó con él durante un
banquete. Pirro ya contaba con el apoyo de muchos de sus súbditos y no le costó
justificar su acción preventiva, contaba con sólo 23 años y ya era dueño todo Épiro.

Pronto se convirtió en uno de los príncipes más queridos de su edad. Su atrevimiento y


coraje le granjearon el respeto de las tropas, y su afabilidad y generosidad aseguraron el
amor de su pueblo. Su carácter se asemejaba en muchos aspectos al de su antepasado
Alejandro, al que parece que convirtió en su modelo a temprana edad. Sus intenciones
se dirigieron primero hacia la conquista de Macedonia.

Pirro rey de Épiro tras los pasos de Alejandro Magno

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Guerra contra Demetrio Poliorcetes

La oportunidad le llegó tras la muerte de Casandro, que dejó como heredero a Filipo IV,
que murió de muerte natural a los pocos meses. Sus hermanos Antípatro y Alejandro se
repartieron el reino, siendo la frontera el río Axios. El segundo, en clara desventaja,
acudió a Pirro y a Demetrio en busca de ayuda. Pirro accedió con la condición de que
recibiría todos los territorios que habían sido arrebatados a Épiro por Filipo II de
Macedonia, y la ciudad de Ambracia (actual Arta), que se convertiría en la capital de
Pirro. Pirro cumplió sus compromisos con Alejandro y expulsó a su hermano Antípatro
de Macedonia en 294 AC, aunque al parecer, éste pudo conservar una pequeña porción
del reino.

Poco después, Demetrio llegó, el rey Alejandro fue a saludarlo y agradecerle (por nada),
y durante un banquete de agradecimiento murió a manos de Demetrio (una repetición
del tratamiento de Pirro a Neoptolemus). Casi inmediatamente, el ejército macedonio
proclamó rey a Demetrio. Luego pasó a atacar al segundo hermano Antípatro, que huyó
y nunca regresó. Demetrio fue el nuevo rey de Macedonia.

Mientras tanto, Antígona la mujer de Pirro murió, y éste contrajo triple matrimonio para
fortalecer sus lazos con príncipes extranjeros. De estas esposas, una era hija del rey
Audoleón de Peonia, otra era hija del rey Barcilis de Iliria y la tercera Lanassa, hija de
Agatocles de Siracusa, a quien concedió la isla de Córcira (actual Corfú) como dote. A
través de estos lazos matrimoniales, Epiro estaba ahora en paz con todos sus vecinos
incluyendo poderosa Macedonia, donde el nuevo rey Demetrio estaba casado con
Deidamia la hermana de Pirro.

Mientras Pirro estaba organizando su nueva capital y reorganizando su estado, Demetrio


expandió su poder. Él ya controlaba muchas ciudades griegas, había añadido
Macedonia, y obtuvo Tesalia y varios estados en Grecia central en 293 AC. Las únicas
partes que no poseía eran Esparta en el sur y Etolia en el oeste. Sin embargo, tuvo que
hacer frente a las insurrecciones en Tesalia y Beocia, y existían fuertes indicios de que
Pirro estaba involucrado.

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Pirro rey de Épiro acudiendo al campamento de Demetrio con un yelmo con cuernos de
macho cabrio. Autor Johnny Shumate

Ambos amigos fueron enemistándose poco a poco. Deidamia, que podía haber actuado
de mediadora entre su marido y su hermano, murió. Peor aún, Lanassa, ofendida ante la
atención que Pirro dispensaba a sus esposas bárbaras, huyó a su isla de Córcira, y desde
allí envió una invitación a Demetrio para casarse con ella, con Córcira como dote. Éste
acudió y se casó con ella en el 209 AC, dejaron una guarnición en la isla, y
posteriormente se dirigieron al palacio de Demetrio.

La guerra estalló finalmente en 291 AC. Durante este año, Tebas se rebeló por segunda
vez contra Demetrio, probablemente instigada por Pirro. Mientras el monarca
macedonio se dirigía en persona sofocar la rebelión, Pirro efectuó un movimiento de
diversión invadiendo Tesalia, pero fue obligado a retirarse a Épiro ante las fuerzas
superiores de Demetrio.

En 290 AC capituló Tebas, dejando a Demetrio libertad para enfrentarse a Pirro y sus
aliados etolios. Siguiendo esta estrategia, invadió Etolia en la primavera de 289 AC.
Tras arrasar los campos prácticamente sin oposición, marchó hacia Epiro, dejando a
Pantauco con un poderoso destacamento al cargo de Etolia. Pirro avanzó a su encuentro,
pero por un camino diferente, de modo que Demetrio entró en Epiro y Pirro en Etolia
prácticamente al mismo tiempo. Pantauco le ofreció inmediatamente batalla, durante la
cual retó al rey a combate singular. El reto fue inmediatamente aceptado por el joven,
quien derribó a Pantauco, aunque el rey de Epiro fue herido, éste le pudo asestar dos
terribles golpes a su oponente en la pierna y el cuello, de hecho Pantauco pudo salvarse
gracias a la acción de su escolta personal. El resto del ejército de Pirro al ver el arrojo de
su rey, cargó como uno solo haciendo huir despavoridos a los macedonios y capturando
5.000 de ellos, este dato da una idea de la magnitud del enfrentamiento.

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Pirro no continuó hasta la capital macedonia sino que se volvió a Épiro, Demetrio,
mientras tanto, no había encontrado oposición en Épiro, y durante la expedición
conquistó la isla de Córcira, una vez saqueado el país, se volvió a Macedonia.

Esta victoria, no obstante, reportó más ventajas que las que parecerían obvias: los
movimientos impetuosos y el atrevido arrojo del rey epirota recordaron a los veteranos
del ejército macedonio a Alejandro Magno, allanando así para Pirro el camino al trono
macedonio.

Después de celebrar la victoria y la restitución de su reino, Pirro se enteró que Demetrio


se encontraba gravemente enfermo, era una oportunidad que no podía dejar escapar, y
se lanzó a una pequeña campaña de saqueo para debilitar al macedonio. Ante el peligro,
Demetrio sacó fuerzas de donde pudo y se dirigió a enfrentarse con Pirro que se retiraba
con el botín, aunque consiguió escapar, en la huida perdió a todos los rezagados camino
de Épiro. Pero se libró de la ira de Demetrio, ya que, lo que éste realmente anhelaba era
unificar el antiguo imperio de Alejandro bajo su gobierno, por lo tanto firmó una rápida
paz con Pirro y volvió su mirada hacia el este, avivando de nuevo el avispero del
mediterráneo oriental.
Aunque el reino de Demetrio era menor que el del rey Lisímaco de Tracia, del rey
Tolomeo de Egipto o del rey Seleuco de Asia, su ejército era tan grande como el de
Filipo o Alejandro, y su marina era más fuerte. Por lo tanto, instaló a su hijo Antígono II
Gonatas como gobernador de Grecia, y decidió lanzar un ataque frontal hacia el este
contra el reino de Lisímaco, como si se tratara de un nuevo Alejandro.
Como respuesta, Ptolomeo embarcó su ejército y se dirigió hacia las costas griegas,
mientras que Lisímaco atacó por Tracia, cerrando una especie de cepo en torno a
Macedonia. Pirro fue instado por los diádocos contrarios a Demetrio a que rompiera su
pacto y lo atacara, como se puede imaginar no pudo resistirse.
Mientras Demetrio estaba fuera, Pirro invadió Macedonia, tomó Berea y se posicionó
allí con su ejército. Demetrio, que tenía que enfrentarse con reyes a su juicio más
poderosos y con ascendencia macedonia, pensó que sería más fácil para su ejército
combatir primero contra un rey mas débil como era Pirro, bueno eso pensaba él. La
fama de Pirro ya era más que conocida y gran parte del ejército macedonio lo veía como
el sucesor natural del Magno, sus cualidades guerreras y su benevolencia con los
cautivos y prisioneros ya era una garantía para su prestigio. Aprovechando la situación,
Pirro envió espías al campamento enemigo para terminar de convencer a los indecisos, y
Demetrio cada vez más asustado temía realmente por su vida, no le quedó más opción
que huir disfrazado para no caer en manos enemigas o algo peor.

Pirro acudió al campamento ataviado como un dios y luciendo un yelmo con cuernos de
macho cabrío, los macedonios le aclamaron como su nuevo rey. Lisímaco no estaba
lejos y mandaba un ejército temible, por supuesto también quería la parte que le
correspondía, y de nuevo Macedonia se dividió en dos, ya que Pirro sabía que la euforia
del momento pasaría y lo que menos le apetecía era una guerra abierta contra Lisímaco,
Seléuco o Ptolomeo.

Hizo un viaje a Atenas para hacer un sacrificio a la diosa de la ciudad por sus nuevos
territorios y títulos, pero con Demetrio desaparecido de escena, Lisímaco se volvió
contra Pirro y le arrebató con suma facilidad lo que con suma facilidad había lo que él
había conseguido. La cuestión es que no dejaba de ser un rey foráneo y no tenía la
fidelidad absoluta de sus territorios en Macedonia, no se arriesgó, había conseguido

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botín, prestigio y algunos territorios nuevos, ya habría sitios que conquistar y anexionar
a su reino.

En 286 AC, Pirro, inquieto como siempre, invadió Tesalia, que hasta entonces había
permanecido leal a Demetrio y su hijo Antígono Gónatas. Puede que hubiese un cierto
grado de coordinación con los atenienses, que atacaron la guarnición de Gónatas en el
Pireo y se liberaron del dominio extranjero. Gónatas con se reino reducido a la Grecia
Central y el Peloponeso, y se vio obligado a firmar un tratado de paz con Pirro, en la
que tuvo que ceder la mayor parte de Tesalia. Pirro estaba ya en la cúspide de su poder.

Más tarde ese año, Lisímaco, Pirro, y Gónatas conocieron que Demetrio había sido
tomado prisionero por Seleuco. Éste le trató manera justa y se encargó de que nunca le
faltase de nada. Demetrio bebió hasta la muerte.

Con su enemigo común muerto, los antiguos aliados Pirro empezaron a pelearse entre
ellos. El sur de Macedonia y Tesalia eran ahora parte del imperio de Lisímaco, que se
extendía desde las Termópilas hasta el Danubio y desde el mar Jónico hasta el río Halis,
en el centro de Turquía. Mientras que Seleúco controlaba Asia.

Al final resultó que era un imperio construido sobre arena. Seleuco solo necesitó una
batalla, la de Corupedio en 281 AC, para derrocar a Lisímaco, que murió en el combate.
Seléuco sería asesinado a su llegada a Europa, por un usurpador llamado Ptolomeo
Cerauno. Ese mismo año obtuvo Corcira de nuevo, subyugó alguna de las tribus vecinas
en las fronteras del Épiro septentrional e Iliria y probablemente también ganó el control
de Apolonia, la colonia fundada por Corcira.

Cerauno era hijo de Euridice, la hija de Antipatro, y de Ptolomeo I, éste huyó con su
madre a la corte de Lisímaco en Macedonia, debido a disputas con su padre sobre la
sucesión, aunque era el primogénito, su padre se la concedió a su hermano debido a su
mal carácter.

Tras la muerte de Seleuco había cuatro pretendientes al trono de Macedonia: Cerauno,


Pirro, Antioco hijo de Seleuco y Antígono hijo de Demetrio.

Antígono trató de conquistar la Macedonia gobernada por Cerauno desde Grecia, reunió
una gran flota y un potente ejército, pero ambos fueron derrotados.

Cerauno propuso casarse con Arsinoe, la hija de Lisímaco, adoptando a sus hijos como
suyos, después de la ceremonia mató a los dos hijos de Arsínoe. Ésta huyó a Egipto y se
casó con el otro hermano Ptolomeo II Filadelfos.

Pirro firmó una alianza con Cerauno, por el que éste le proporcionaría 5.000 infantes,
5.000 jinetes y 50 elefantes para su aventura en Italia.

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Preparación de la campaña en Italia
La causa de la guerra fue la expansión romana. En la batalla de Sentino (295 AC), los
romanos habían derrotado a los samnitas y los etruscos, y habían comenzado a unificar
Italia. Los romanos no estaban realmente interesados en el sur todavía, pero para
entonces ya habían llegado a pensar en el conjunto de Italia.

Los lucanos que se encontraban en el “empeine” de la bota de Italia, estaban inquietos y


amenazados por las ciudades griegas en el ”suela y tacón”, y pidieron ayuda a Roma en
el 285 AC.

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Mapa de las campañas de Pirro rey de Épiro en Italia y Sicilia

Los romanos, probablemente sin darse cuenta de lo que estaban haciendo, estaban
dispuestos a enviar ayuda a las ciudades de Turio, Regio, y Locri. Inmediatamente, las
tropas romanas fueron atacadas por los griegos de Tarento en el 282 AC. Tarento era
una antigua colonia griega llamada Taras, conocida por su riqueza, delicadeza y
refinamiento.

En la primavera de ese mismo año, una escuadra romana de diez barcos violó el pacto
de 303 AC, navegó hacia el norte del cabo de Lakinia y se acercó a Tarento. Los
tarentinos, alentados por los republicanos, atacaron a la escuadra, hundido cuatro de sus
buques, incluidos el buque insignia y capturaron a un quinto, junto con toda su
tripulación, mientras que el resto de las cinco naves, huyó. Sin embargo no se
detuvieron en este éxito. Marcharon contra Turio, la capturaron y la saquearon. La
guarnición romana que estaba destinada allí fue expulsada junto con los aristócratas de
la ciudad que tenía una posición pro-romana.

los romanos enviaron una embajada a Tarento con las demandas moderadas, debido a
sus relaciones con las diversas naciones italianas eran aún inestables y que no deseaban
abrir un nuevo frente contra los griegos. Los romanos estaban pidiendo la liberación de
los prisioneros de guerra, el retorno de los exiliados de turios y su compensación, por
sus fortunas habían pasado a manos de sus enemigos políticos y, finalmente, el castigo
de los que les habían hecho daño. Sin embargo, cuando los enviados romanos llegaron
en el Ágora de Tarento, la multitud no les permitió expresar su mensaje de libertad y los
trató ofensivamente. Los embajadores regresaron furiosos y con las manos vacías,
informaron a sus compañeros de sus impresiones tristes. Después de estos
acontecimientos el Senado Romano votó a favor de la guerra contra la colonia griega. El
cónsul Lucio Emilio Bárbula fue encargado de organizar un ejército contra los griegos.

La noticia de la declaración de guerra dividió a los ciudadanos de Tarento. Los


aristócratas estaban a favor de la paz inmediata, mientras que las clases bajas estaban a
favor de la guerra contra Roma. Sin embargo, incluso los partidarios de la guerra, que al
final prevalecieron, estaban al tanto de las posibilidades militares de la ciudad y sabían
que sin el apoyo de los aliados más fuertes, el ejército tarantino perecería contra las
legiones romanas.

En 281 AC los tarentinos, enviaron una embajada a Pirro rey de Epiro, rogándole en
nombre de todos los griegos italianos que cruzara el mar Jónico para combatir contra los
romanos. Sólo le pidieron un general, bajo cuyo mando prometieron que pondrían a
150.000 infantes y 20.000 jinetes, ya que todas las naciones del sur de Italia se unirían
bajo su estandarte.

Esta oferta resultó demasiado tentadora para ser rehusada, pues hacía realidad uno de
sus tempranos sueños: la conquista de Roma le llevaría posteriormente a la soberanía
sobre Sicilia y África. Después, le sería posible regresar a Grecia con las fuerzas
combinadas de estos países para derrotar a sus rivales y reinar como señor del mundo.
Además, se sentía en deuda con los tarentinos, pues éstos le habían suministrado apoyo
naval en la reconquista de Córcira.

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Embajada tarentina frente a Pirro rey de Épiro, a su lado esta su consejero Cineas el
Teesalio. Autor Angel Todaro.  http://www.angelotodaro.it/

Contestó enseguida, ignorando las palabras de su sabio y fiel consejero Cineas. Pero,
dado que no podía confiar el éxito de tal empresa al valor y fidelidad de las tropas
italianas, empezó los preparativos para llevar un poderoso ejército propio. Estos
preparativos le mantuvieron ocupado el resto del año y comienzos del siguiente. Los
reyes griegos hicieron todo lo que estaba en su mano para favorecer sus designios,
contentos de mantener alejado a un vecino tan peligroso. Antígono II le proporcionó
barcos, Antíoco dinero y Ptolomeo Cerauno tropas. Pirro dejó a su hijo Ptolomeo, con
15 años de edad, a cargo del reino.

Mientras el cónsul Lucio Emilio Varvoula decidió actuar inmediatamente, ese mismo
año 281 AC, invadió el territorio tarentino con sus legiones y consiguió victorias
rápidas y fáciles contra las fuerzas que le enviaron a tratar con él. Posteriormente,
conquistó unos fuertes y atacó el campo. Sin embargo, el cónsul romano, mostró respeto
hacia los prisioneros de guerra y liberó a los ricos sin pedir rescate. Bajo la presión
debido a los fracasos militares, el gobierno democrático que estaba a favor de la guerra
contra Roma fue derrocado. Los aristócratas pro-romanos tomaron el control total y
comenzaron inmediatamente negociaciones con el enemigo.

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Embajadores tarentinos en el campamento romano frente al cónsul Lucio Emilio
Bárbula. Autor Ángel Todaro. http://www.angelotodaro.it/

Pirro tuvo que actuar en contra de los movimientos de los aristócratas tarentinos si
quería mantener las hostilidades entre los griegos y los romanos. Así, en la primavera
del 281 AC, envió Cineas el Tesalio, su asesor de confianza, a Tarento para preparar su
llegada, acompañado por un contingente militar. Poco después, envió a Milo, uno de sus
generales, con un destacamento de 3.000 epirotas que cuando llegaron se apoderaron de
la Acropolis tarentina y sus murallas. Los democráticos fueron restaurados en el poder y
las negociaciones se rompieron. Las legiones romanas abandonaron el territorio
tarentino y se retiraron hacia Metaponte. A partir de ahí, continuaron su marcha hacia
Venosa, donde tenían la intención de permanecer durante el invierno. Las hostilidades
habían cesado, pero sólo temporalmente.

Después de haber completado los preparativos para la expedición, de haber consultado


al oráculo de Zeus en Dodona y recibir una respuesta favorable, Pirro que contaba con
38 años, partió para Italia al final del 280 AC. Fue acompañado por sus dos hijos
menores, Eleno y Alejandro, mientras que dejó a su primogénito Ptolomeo de 15 de
años como regente en el Epiro. La fuerza expedicionaria ascendió 20.000 infantes,
3.000 jinetes, 2.000 arqueros, 500 honderos y 30 elefantes, según las fuentes. Una gran
cantidad de barcos se había reunido para su transporte y los romanos no se atrevieron a
acosarles mientras cruzaban ya que la Armada romana, sólo poseía dos escuadrones de
20 barcos cada uno y no tenía posibilidades contra la flota griega.

Tal era su impaciencia por llegar a Tarento y comenzar las acciones militares, que levó
anclas antes de que finalizara la estación de las tormentas. Apenas había embarcado
cuando estalló una violenta tempestad, que dispersó la flota. Su propia vida corrió
peligro, y llegó a Tarento con apenas una pequeña porción del ejército. Después de un

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tiempo, los dispersos navíos empezaron a hacer aparición. Tras reunir las tropas, inició
los preparativos para la guerra.

Llegada de Pirro a Tarento. Autor Ángel Todaro. http://www.angelotodaro.it/

Al llegar se dio cuenta que el ejército prometido no existía, así que reclutó a todos los
varones locales sin excepción, el que trató de evitar el reclutamiento obligatorio fue
castigado con la pena de muerte. Los reclutas recibieron el equipo macedonio y fueron
entrenados por oficiales experimentados del ejército epirota. Se les sometió a una
instrucción severa y se les incrustó en unidades ya creadas, no creando nuevas unidades,
con el fin de evitar futuras rebeliones, dado que la movilización no les hizo mucha
gracia.

Sin embargo, el rey epirota no se detuvo en estas medidas militares. Tomó decisiones
relativas a los aspectos de la vida cotidiana de los ciudadanos tarentinos. Los gimnasios,
los parques y el teatro fueron cerradas. Los festivales, fiestas y bailes fueron abolidos y
la Asamblea Tarentina fue disuelta. La ciudad finalmente se había convertido en un
campo militar y la insatisfacción era evidente entre los ciudadanos. Algunos de ellos
abandonaron la ciudad, rechazando a adaptarse en las nuevas condiciones de vida
difíciles. Para prevenir una ola de deserciones más amplia, Pirro colocó guarniciones de

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soldados epirotas en cada puerta de la ciudad. Las medidas anteriores fueron duras pero
necesarias para la creación de un ejército bien entrenado.

Los aristócratas intentaron explotar el descontento debido a las duras medidas, así como
el comportamiento grosero de algunos soldados epirotas hacia las familias que los
alojaban, y las peleas entre soldados.

Avance de Pirro contra Roma y despliegue de los ejércitos romanos

Cuando los romanos se enteraron de la llegada de las tropas de Pirro a Tarento,


formaron rápidamente cuatro ejércitos consulares.

 El primero de ellos se situó en Venusia, para tratar de impedir que samnitas y


lucanos se unieran al ejército de Pirro.
 El segundo permaneció en las afueras de Roma, para defenderla si fuera
necesario.
 Un tercer ejército marchó a terreno etrusco, para evitar una insurrección de
apoyo a Pirro.
 Un cuarto ejército, al mando del cónsul Publio Valerio Levino se dirigió
directamente a Tarento para derrotar a Pirro.

El ejército de Levino estaba sobredimensionado para los estándares del ejército consular
romano. Tenía 4 legiones romanas y 4 legiones auxiliares de los. Casi el doble de un
ejército consular normal.

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Cada legión romana de aquella época, tenía unos 5.000 hombres, (1.500 hastatos, 1.500
principes, 800 triarios y 1.200 vélites u hostigadores provistos de jabalinas y lanzas).
Las legiones auxiliares estaban estructuradas de forma similar a los romanos, aunque en
un numero un poco menor, unos 4.000 soldados por legión. Además, los romanos tenían
el refuerzo de 2.400 infantes ligeros brutianos, procedentes de Campania, 1.200 jinetes
romanos y 5.000 jinetes aliados.

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Batalla de Heraclea (280 AC)
Preparativos

Cuando Pirro supo que los romanos estaban amenazando Heraclea, decidió ir a su
encuentro sin esperar a los refuerzos de sus aliados. Estaba decidido a enfrentar al
enemigo sólo con los epirotas y los tarentinos que tenían tiempo para recibir una
formación adecuada.

Según varias fuentes, el rey epirota intentó negociar con el cónsul Publio Valerio
Levino, lo que sugiere a sí mismo como un árbitro para la solución de los conflictos
romano-tarentinos. La respuesta del cónsul fue negativa: “Los romanos no eligieron a
Pirro como arbitro y no le temen como un enemigo”. El conflicto armado era ya
inevitable. Sin más demora, Pirro se dirigió a enfrentarse a las legiones enemigas que
estaban cerca de Heraclea. Desplegó sus fuerzas al abrigo del rio Siris, ocupando los
vados para que los romanos no pudieran cruzar el rio, mientras esperaba la llegada de
refuerzos samnitas, estableciendo su campamento entre las ciudades de Heraclea y
Pandosia.

Pirro recorrió a caballo las orillas del río Siris para observar las posiciones romanas.
Observando los movimientos de las formaciones enemigas, quedó impresionado por la
excelente organización del campamento y en general por el orden y la disciplina del
ejército romano. Según Plutarco, el rey epirota dijo a su amigo Megacles: “La disciplina
de estos bárbaros no es tan bárbara”

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Batalla de Heraclea 280 AC: Movimientos previos

 Los romanos, por su parte, fueron inusualmente agresivos. No querían que samnitas y
griegos unieran sus fuerzas, así que decidieron a tomar la iniciativa. Levino mandó su
caballería rio  abajo, alejados de las posiciones epirotas para buscar un vado y cruzar el
río.

Una vez cruzado el río, la caballería romana ataco de flanco a los hoplitas que ocupaban
los vados, poniéndolos en fuga. Acto seguido, la infantería romana comenzó a cruzar el
río.

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Pirro reunió apresuradamente 3.000 de sus mejores jinetes macedonios y tesalianos, y
marcho hacia el rio, para tratar de evitar que los romanos lo cruzasen. Cargaron contra
los legionarios, pero ya era tarde, la mayoría de la infantería romana ya había cruzado el
rio por los vados y comenzaba a desplegarse.

Pirro da la orden de salir del campamento para presentar batalla a los romanos.

Despliegue inicial

Batalla de Heraclea 280 AC: Despliegue inicial


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Ejército romano

Se componía de 39.200 infantes y 4.800 jinetes desplegados de norte a sur de la


siguiente manera:

 Ala norte: 1.200 jinetes italianos del sur de Italia,  1.200 jinetes romanos y detrás
de estos  1.200 infantes ligeros apulianos.
 Centro: 1ª legión romana, 1ª legión aliada, 2ª legión romana, 2ª legión aliada, 3ª
legión romana, 3ª aliada, 4ª legión aliada, 4ª legión romana.
 Ala sur: 3.600 jinetes aliados y detrás 1.200 infantes ligeros campanos.

El ejército de Pirro

Se  componía de 8.000 jinetes, 35.000 infantes, 30 elefantes desplegados de norte a sur:

 Ala norte: 3.000 jinetes tesalianos y detrás 10 elefantes.


 Centro: 3.000 hipaspistas mandados por Milón; 20.000 falangistas epirotas
(molosos, tesprocios, caonios, ambraciotas incluyendo 5.000 soldados
macedonios dados por Ptolomeo); 5.000 (mercenarios etolios, acamamos y
atamanios de Grecia y también itálicos; 6.000 hoplitas tarentinos o “escudos
blancos”.
 Ala sur: 4.000 jinetes tesalianos y macedonios; 1.000 jinetes tarentinos; 2.000
arqueros; 500 honderos de Rodas; 20 elefantes de guerra con soldados en sus
torres.

Pirro se acercó al rio y observó las formaciones de las falanges y le impresiono la


evolución de sus movimientos.

Primera fase

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Batalla de Heraclea 280 AC: Primera fase

Lo que siguió fue la primera batalla entre hoplitas y legionarios. Los legionarios
lanzaron sus dos andanadas de pilum y a continuación buscaron el choque con la
falange. Se produjo una serie de enfrentamientos, frustrantes para cada bando. Los
legionarios se veían frustrados porque no podían romper el muro de hoplitas, los
epirotas  se veían frustrados porque cada vez que derrotaban a un manipulo, otro
manipulo los flanqueaba y la línea de falangistas corría grave peligro de ser traspasada.

23
Falange epirota vista de frente. Los romanos lanzan la segunda salva de pilum y cargan
contra la falange. Autor Giuseppe Rava. Fuente http://www.g-
rava.it/giuseppe_rava_eng.htm

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Batalla de Heraclea 280 AC. Choque entre la falange epirota y las legiones
romanas. Estas eran incapaces de romper la formación de la falange. Autor Ángel
Todaro.
Fuente http://www.angelotodaro.it/

Por suerte para Pirro, las legiones aliadas de roma no pudieron desplegarse
convenientemente, lo que hubiera permitido a los romanos flanquear a la falange desde
ambos flancos.

Durante largo tiempo, el resultado de la batalla fue incierto.

En un momento dado, un escuadrón de caballería romana del sur al mando de un tal


Oplacodel, atacó a Pirro y sus escoltas, consiguiendo matar a su caballo y herir
levemente al mismo Pirro, que tomó la acertada decisión de quitarse su uniforme real y
hacer que se lo pusiera uno de sus oficiales, Megacles. La idea fue inteligente, dado que
más tarde Megacles murió en combate a manos de un tal Dexio, que le quito el casco y
el manto real y se lo llevo al cónsul romano Levino.

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Batalla de Heraclea 280 AC. Oplaco ataca a Pirro con su lanza y consigue matar a su
caballo y herirle levemente. Autor Ángel Todaro. Fuente http://www.angelotodaro.it/

El rumor de la muerte de Pirro se propago por el ejército griego, empezó a cundir el


desánimo en sus filas. Para evitar una debacle Pirro reaccionó con rapidez. Tubo que
exponerse al peligro recorriendo sin su casco de combate las líneas propias para que las
26
tropas le vieran, animando sin cesar a sus soldados y haciéndoles ver que estaba muy
vivo.

Levino aprovechó la confusión para lanzar el resto de su caballería contra el flanco


expuesto de la falange.

Segunda fase

27
Batalla de Heraclea 280 AC: Segunda fase

Pirro vio llegado el momento decisivo e introdujo en el campo de batalla a los elefantes.
Los romanos contemplaron con terror a las enormes bestias. Nunca podían haber
imaginado que pudieran existir tales animales y los denominaron “bueyes lucanos”,
porque a sus ojos se asemejaban a los bueyes y la batalla se estaba dando en la región de
Lucania.

Los caballos romanos, asustados por los elefantes y por el fuerte olor que despedían,
reaccionaron descontroladamente, huyendo del campo de batalla sin que sus jinetes
fueran capaces de controlarlos.

Batalla de Heraclea 280 AC. Los elefantes de Pirro atacan a los romanos, los caballos
romanos se descontrolan por el olor de los mismos. Autor Ángel Todaro. Fuente
http://www.angelotodaro.it/

Seguidamente, Pirro lanzo sus elefantes contra la infantería romana, ayudado por la
caballería tesaliana. La presión era enorme para la línea romana, que empezó a ceder y
retirarse, aunque lo hicieron ordenadamente. La retirada romana fue atenuada por un
valiente legionario que en una audaz acción, cortó con su espada la trompa de un
elefante, el cual con sus alaridos de dolor sembró el nerviosismo en el resto de sus
congéneres, Pirro para evitar que este acto pudiera degenerar en algo peor, decidió dar
por finalizado el hostigamiento a la retirada romana.

La infantería romana huyó, permitiendo a los griegos apoderarse del campamento


romano. En las batallas antiguas, el abandono del campamento por el adversario
significaba una derrota total pues suponía abandonar todo: material, animales de carga,
vituallas y equipaje individual. Los legionarios supervivientes huyeron a la ciudad
Apulia, abandonando parte de su equipo.

Secuelas
28
La primera batalla entre la falange y la legión había dado la victoria a la primera, pero
Pirro no se llevó a engaño. Tras la retirada romana, Pirro cabalgó entre los cadáveres del
campo de batalla y observo que ningún soldado romano tenía heridas en la espalda.
Ninguno había huido, ni siquiera ante los elefantes. Quedó impresionado por el coraje
de los soldados enemigos y dio órdenes de que los muertos recibieran un entierro
honorable.

Las pérdidas fueron enormes, 15.000 romanos y 13.000 griegos, Pablo Orosio dio las
pérdidas romanas con una precisión sorprendente: 14.880 muertos y 1.310 presos por
parte de los soldados de infantería, 246 jinetes muertos y 502 presos, así como 22
estandartes perdidos.

Se dice que Pirro tras la batalla exclamó: ”Otra victoria como esta y estaremos
acabados”, aunque otras fuentes sugieren que fue: ”Otra victoria como esta y volveré
solo a Epiro”.

Pirro pago muy cara su victoria. Perdió la mayor parte de sus mejores soldados y
oficiales, los huecos que dejaron serían muy difíciles de rellenar.

Pirro se dio cuenta que su victoria se había debido al efecto sorpresa causado por los
elefantes, y que ese efecto sorpresa no volvería a producirse.

Celebró su victoria con ofrendas votivas de armas de enemigos capturados en el


horaculo nativo de Dodona. Una modesta tableta de bronce aún sobrevive con la
inscripción votiva: ”El rey Pirro y los Epirotas y los Tarentinos a Zeus Naius de los
romanos y sus aliados”. Envió su propia armadura y las cabezas de las bestias
sacrificadas al templo de Atenea en Lindos en la isla de Rodas. Zeus de Tarento también
recibió ricas ofrendas votivas y los tarentinos de igual modo enviaron ofrendas a Atenea
para demostrar el significado de esta victoria sobre los bárbaros. Sobre las monedas
tarentinas un pequeño elefante y una nike alada proclamaban la victoria que ellos habían
ganado juntos.

El general griego propuso a los presos romanos unirse a su ejército, como se hacía en
Oriente con los contingentes mercenarios, pero éstos se negaron.
Esta victoria trajo consigo notables consecuencias. Los aliados de Pirro, que hasta
entonces se habían mantenido a una prudente distancia, se unieron al rey, e incluso
varios súbditos de Roma abandonaron su causa. Consiguió ganarse a su bando a los
brucianos, lucanos y samnitas.

Pirro envió a su consejero Cineas a Roma con propuestas de paz, mientras él reunía las
fuerzas de sus aliados y marchaba lentamente hacia la Italia Central.

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Cineas el Tesalio en Roma. Despues de la batalla de Heraclea, Pirro envió a Cineas
como embajador a Roma, y se dirigió al senado Romano. Autor Ángel Todaro. Fuente
http://www.angelotodaro.it/

Cineas llevó costosos regalos con él a Roma que él ofreció a los más influyentes
personalidades y sus esposas y niños. Pero en la ignorancia de la tradición griega
tomaron éstos como un intento de soborno y rechazaron los regalos. No obstante, una
mayoría en el Senado parece haberse inclinado a aceptar las indudablemente duras
condiciones del rey moloso, debido a que su propia fortaleza parecía terminada. Ya que
Pirro había dejado claro que buscaba la paz, sin duda esperaban que futuras
negociaciones pudieran lograr algunas concesiones. Fue solamente cuando Apio
Claudio Caeco, ahora casi ciego, se pronunció en contra de las propuestas de paz que el
Senado las rechazó. Desde la construcción de la Vía Apia, que había recibido su nombre
de él, había tenido un interés particular en la Campania y el sur de Italia. Su discurso
debió ser notablemente vívido y persuasivo, ya que el senado rechazó la negociación
con Pirro.

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Apio Claudio el Ciego dirigiéndose al Senado Romano, logrando convencerlos para que
no aceptasen las negociaciones de Pirro

Mientras tanto Levino no se aventuró a atacar a las fuerzas del enemigo, sino que se
contentaba con hostigar su marcha y retrasar su avance mediante ágiles escaramuzas. En
respuesta, Pirro prosiguió el avance a una marcha más lenta pero firme sin encontrar al
frente digna oposición, intentó tomar Capua y Nápoles, pero los romanos las habían
dejado fuertemente guarnecidas, así es que siguió el avance hasta llegar a Preneste, que
capturó. Se hallaba a sólo 35 km de Roma, mientras sus avanzadillas llegaban hasta
9 km al este de la ciudad. Una nueva marcha le habría llevado a las murallas de la
ciudad, pero frenó su avance, dado que se enteró de que en la ciudad habían hecho unos
intensos preparativos para la defensa.

Para colmo de males, se enteró de que los romanos habían firmado la paz con los
etruscos, y de que el otro cónsul Tiberio Coruncanio, había regresado con su ejército a
Roma. Se desvaneció toda esperanza de acordar la paz con los romanos, con lo que
Pirro decidió retroceder lentamente a Campania. Desde ese lugar se retiró a
sus cuarteles de invierno en Tarento, y ninguna otra batalla fue librada ese año.

El primer éxito militar de Pirro tuvo consecuencias de largo alcance, pues ahora no solo
los lucanos, samnitas y brutios, sino también las ciudades griegas, que se habían
mantenido tan apartadas, declararon abiertamente su apoyo al vencedor liderados por la
ciudad de Crotona. Cuando Pirro apareció a las afueras de Locri los ciudadanos
precipitadamente entregaron a la guarnición romana, pero Pirro inmediatamente dejó
que 200 hombres fueran liberados sin pedir rescate. Regio, cuyos habitantes también
querían unirse a Pirro, solamente pudieron mantenerse leales a Roma mediante el

31
ejercicio de la fuerza bruta sobre la parte de las tropas campanas estacionadas allí y
mediante el asesinato de los más influyentes de sus ciudadanos.

Tan pronto como los ejércitos se acuartelaron para pasar el invierno, los romanos
enviaron una embajada a Pirro al frente del oficial romano Cayo Fabricio Luscino, con
la intención de tantear el rescate de los prisioneros romanos o su intercambio por un
número similar de prisioneros tarentinos o aliados. El embajador fué recibido por Pirro
con la mayor distinción, y sus entrevistas dieron lugar a una de las más célebres
historias de los anales de Roma, embellecida y relatada de distintas maneras por poetas
e historiadores.

Pirro intentó comprar al oficial romano tentándole con riquezas, un puesto un su ejercito
pero fracasó, finalmente Pirro viendo la honestidad de éste oficial, permitió que los
prisioneros fueran a Roma a celebrar las Saturnales, estipulando que regresaran a
Tarento si el Senado Romano no aceptaba los términos que les había ofrecido
previamente a través de Cineas. Como el Senado permaneciera firme en su resolución,
todos los prisioneros regresaron a Pirro, bajo la amenaza de ser condenados a muerte si
permanecían en la ciudad.

32
Guerra de Pirro en Sicilia (278-276 AC)
Antecedentes

A la muerte de Agatocles, se había producido una guerra civil entre Tenón y Sóstrato, la
ciudad se encontraba indefensa ante la invasión púnica, y ambos generales buscaban el
apoyo de Pirro. Desde las ciudades sicilianas de Agrigento, Siracusa y Leontini fueron
enviadas embajadas a Pirro, suplicando por su ayuda contra cartagineses y mamertinos.
Para Pirro, era una oferta muy atractiva. En Italia no estaba consiguiendo su objetivo de
acabar con el poder de la Republica Romana, y no quería volver al Épiro o Macedonia,
que estaba siendo amenazada por una invasión de celtas desde Galacia.

Pirro, que se encontraba en Tarento, esperaba poder dominar Sicilia y crear allí un reino
estable, que pondría bajo mando de su hijo Alejandro. Alejandro era nieto por vía
materna del tirano Agatocles de Siracusa, lo que le convertía en un pretendiente ideal
para reclamar el trono siracusano. Parece que Pirro deseaba usar Sicilia como cabeza de
puente para invadir África, mientras dejaba Sicilia bajo control de su hijo.

Como era usual, Pirro envió a Cineas a Sicilia para conocer el estado de las cosas en la
isla antes de llegar a ella. Esto no gusto a los habitantes de Tarento, que exigieron a
Pirro que cumpliera con lo pactado con ellos, que continuara la guerra contra Roma en
la península itálica o que abandonara con su ejercito la seguridad que ofrecían los muros
de la ciudad.

Pero Pirro no tenía la más mínima intención de abandonar Tarento o alguna otra de las
polis griegas de la Magna Grecia en la que se encontraban acuarteladas parte de sus
tropas.

Mientras Pirro calculaba sus posibilidades de ocupar Sicilia,el almirante cartaginés


Magón ofreció enviar 120 buques para colaborar con sus aliados romanos en el control
del vital estrecho de Mesina. El senado romano convocó al almirante Magón para
discutir los términos del tratado que uniría a ambos, romanos y cartagineses, contra las
ciudades sicilianas rebeldes y su nuevo aliado, Pirro.

Los términos del tratado (básicamente, un tratado de ayuda mutua militar) obligaban a
ambos firmantes a marchar en ayuda del otro si era invadido. No importaba quien fuera
el que pidiera ayuda, los cartagineses estarían obligados a aportar la flota para
transportar a ambos ejércitos, si fuera necesario, aunque cada cual tendría a su cargo el
mantenimiento de su propio ejercito.

Ademas, los cartagineses ayudarían siempre a los romanos en los combates navales que
se produjeran contra cualquier enemigo, mientras que los romanos no estaban obligados
por los términos del tratado a realizar la misma operación. Es decir, según los términos
del tratado, los cartagineses estaban obligados a ayudar a los romanos siempre, y a
poner su flota a su disposición, mientras que los romanos no estaban obligados a ello.
Tras firmar el tratado con el senado romano, el almirante Magón se dirigió en secreto a
Tarento, en donde se encontraba Pirro acuartelado con sus tropas.
Aparentemente, Magón quería buscar un entendimiento pacifico entre Cartago y Pirro,

33
aunque en realidad lo que estaba buscando era conocer las intenciones de Pirro con
respecto a Sicilia. Y quería convencer a Pirro para que no desembarcara en Sicilia y se
mantuviera en Italia combatiendo a los romanos.

Cartago se mantuvo muy activa diplomaticamente, y también firmó un tratado con los
mamertinos. Enviaron a Mesina una flota tripulada por marinos cartagineses y 500
soldados romanos para tratar de disuadir a Pirro de que desembarcara en Sicilia.

Pirro retiró sus tropas del interior de Italia y las concentró en los alrededores de Tarento.

Conquista de Sicilia

A finales del verano del año 278 AC, Pirro zarpó de Tarento hacia Sicilia. Antes de
abandonar Italia, protegió su retaguardia dejando fuertes guarniciones en las ciudades de
la Magna Grecia, en el sur de Italia, al general Milo lo dejó a cargo de Tarento, y a su
hijo Alejandro con otra guarnición en Locri.

La flota de Pirro se dirigió en primer lugar a Locri, en donde dejó a su hijo Alejandro al
mando de una fuerte guarnición. La flota de Pirro estaba compuesta de 60 trirremes,
además de unos 200 de buques de transporte para trasladar su fuerza de invasión a
Sicilia, fuerza de invasión compuesta de 10.000 soldados de infantería (de los cuales
5.000 serían falangitas epirotas), además de 1.200 de caballería y unos 30 elefantes.

34
Mapa de la campaña de Pirro en Sicilia

En el verano del 278 AC, Pirro al mando de una fuerza compuesta por 8.000 infantes y
500 jinetes (posiblemente su agema o guardia personal), consiguió eludir el bloqueo
cartaginés sobre el estrecho de Mesina y desembarcó en la costa este de la isla, en las
cercanías de la ciudad de Tauromenium (actual Taormina), donde el reyezuelo local se
apresuro a declarar su lealtad al rey epirota.

Desde allí la flota navegó hasta Catana (actual Catania), donde los ciudadanos le
recibieron con gran entusiasmo y le pusieron una corona de oro, creyendo que Pirro
había llegado para librarles de los odiados cartagineses. Allí en Catana pudo reclutar
más de 3.000 hombres para su ejército, dirigiéndose a continuación hacia la asediada
Siracusa, con el ejército avanzando por la costa apoyado por su flota.

El ejército cartaginés llevaba meses asediando la mayor ciudad de la isla, Siracusa, con
un ejército de 50.000 hombres y un centenar de barcos de guerra. Pero el rápido avance
de Pirro cogió a los cartagineses por sorpresa, y Pirro desembarcó sin oposición en la
isla de Ortigia, que controlaba la entrada al puerto de Siracusa, con la ayuda de la flota
siracusana, unos 140 barcos, la flota de Pirro pudo romper el bloqueo naval cartaginés.

Tras desembarcar en Siracusa, arbitró en la paz entre Tenón y Sóstrato, y recibió


soldados y dinero de otros gobernadores griegos sicilianos, como Heráclides tirano de
de Leontino que envió a Pirro un ejército de 4.000 soldados de infantería y 500 jinetes.
Aunque seguían teniendo una gran ventaja numérica, los cartagineses sabían que tenían
35
pocas opciones de derrotar a las tropas de Pirro. Abandonaron el asedio y empezaron a
retirarse hacia el oeste de la isla.

Tras ocupar Siracusa, Pirro se dirigió a Leontini, que ocupó sin lucha. Después se
dirigió a Akragas (Agrigento), donde se encontraba el tirano Sosistrato, que puso
Agrigento y una treintena de villas y pueblos que controlaba a disposición de Pirro. Allí
consiguió Pirro más de 8.000 infantes y 800 jinetes, que integró en su ejercito. En
Agrigento, Pirro recibió la buena noticia que los ciudadanos de Enna habían degollado a
la totalidad de la guarnición cartaginesa y proponían aliarse con el epirota.

Con los refuerzos conseguidos, el ejercito de Pirro ascendía a mas de 30.000 soldados
de infantería, 2.500 de caballería y 30 elefantes.

Las siguientes ciudades en caer fueron Heraclea, Selinus, y Segesta, cuando los
mercenarios cartagineses huyeron sin poder hacer nada por miedo a los elefantes, estos
mercenarios se encontraban en territorio hostil y eran cazados y perseguidos tanto por el
ejército de Pirro, como por los sikel o partisanos locales, las bajas púnicas debieron ser
muy numerosas aunque no hubiese batallas campales.

Los restos de las fuerzas púnicas huyeron a las ciudades amuralladas costeras del
noroeste oeste como Lilibeo, Eryx y Panormus. Los púnicos se alarmaron de tal forma
ante su éxito que le ofrecieron barcos y dinero, a condición de que formara una alianza
con ellos, a pesar de que no hacía mucho que habían firmado un tratado con Roma. De
forma poco inteligente, Pirro rechazó la oferta, que le habría reportado inmensas
ventajas en su prosecución de la guerra contra Roma, y a instancias de los griegos
sicilianos rehusó cualquier tipo de pacto con los cartagineses si no evacuaban la isla por
completo.

En Eyrx, Pirro dirigió el asalto a través de una brecha y toda la guarnición cartaginesa
fue pasada a cuchillo.

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Asedio de Eryx . Guerra de Pirro en Sicilia. Autor Milek Jakubiec

El único bastión que les quedaba a los cartagineses era Lilibeo (Lilybeum, actual
Marsala) que se estaba al final de un istmo y difícil de abordar. En lugar de correr
riesgos en asaltos, Pirro se limitó a bloquear el puerto y asediar la ciudad, reunió a sus
veteranos para cuidar de la única otra seria amenaza para su control de Sicilia, los
Mamertinos.

Los mamertinos

37
Los mamertinos eran eran originalmente mercenarios de Campania contratados por
Agatocles en sus guerras contra Cartago durante el siglo anterior. A su muerte,
emercenarios fueron pagados y se les dijo que volviesen a sus casas. Marcharon a
Mesina en el 288 AC, y decidieron quedarse allí, mataron a la población masculina de la
ciudad y tomaron el nombre mamertinos (hombres del dios de la guerra Mamers).
Controlaron el tráfico del estrecho de Mesiana, capturaban barcos comerciales
desprevenidos en el estrecho, llevando el botín a su base. Capturaban prisioneros y
exigían rescates y también formaron bandas de bandidos para extorsionar el campo
local.

Los Mamertinos estaban siendo ayudados por los cartagineses que obviamente deseaba
para provocar un “segundo frente” contra Pirro y “ganar tiempo” en Lilibeo. Los
sicilianos llamaron a Pirro para deshacerse de esta plaga.

Reunió sus mejores tropas y se dispuso acabar con los mamertinos, y tomar fortalezas.
Los mamertinos hicieron una valiente salida, tratando de presentar una batalla campal,
pero fueron fácilmente derrotados y se refugiaron tras las murallas de Mesina. La ciudad
fue asaltada y los mamertinos muertos o expulsados.

Finalizado el problema mamertino, Pirro fue anunciado como “rey de Sicilia”. Su hijo
Alejandro, fue designado como heredero y su dinastía parecía segura.

Los sicilianos proclamando a Pirro rey de Sicilia tras derrotar a los mamertinos

Asedio de Lilibeo
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Las fuerzas epirotas se reunieron de nuevo delante de Lilibeo con un tren de asedio
completo y Pirro ordenó un asalto a las obras exteriores. Los ingenieros púnicos no
habían estado ociosos, y habían allanado el terreno del istmo y habían construido
máquinas de guerra y torres de asedio. Los infantes se lanzaron al asalto con los
equipos, pero fueron rechazados por el volumen de fuego enemigo. Incluso los
veteranos epirotas fueron incapaces de avanzar contra las murallas. Pirro trató de
noquear a las torres con su propia artillería, pero con poco éxito. La flota cartaginesa
apoyaba a la ciudad llevando suministros y acosando a los sitiadores.

Asalto de Lilibea o Lilibeo por las fuerzas de Pirro

Pirro comenzó a maldecir a los siracusanos respecto a las naves que estaban sin utilizar
en el puerto. Los atacantes suspendieron sus ataques suicidas y volvieron a las
operaciones de minado en el suelo rocoso, pero los defensores realizaron obras de
contraminado y frustraron cualquier progreso.
Tras más de dos meses de operaciones sin conseguir ningún avance, y a medida que
aumentaban las bajas en los soldados locales, estos eran cada vez menos entusiastas
para iniciar asaltos, y exigían que los realizaran en primer lugar las fuerzas de Pirro.
Finalmente el asedio fue cancelado y el aura de invencibilidad de Pirro quedó
empañada.

Final de Pirro en Sicilia

Pirro gobernó la isla siciliana con carácter autoritario, ignoraba a las autoridades
indígenas de las ciudades poniendo al mando gente de su confianza, quitándoles y
poniéndoles nuevos a voluntad. Los habitantes de las ciudades greco-sicilianas, muy
celosas de su autonomía, veían ya en Pirro, a un dictador, y esta era una cosa que no
iban a soportar.

39
Empezaron a plantearle problemas de todo tipo a Pirro, y este muy quisquilloso
respondió represaliando a los revoltosos, hecho que no gustó nada a los sicilianos, los
cuales decidieron aumentar la presión de hostigamiento.

Además Pirro decidió crear una gran flota y trasladar la guerra contra Cartago a sus
dominios en África, lo que suponía más gastos,  así que estaba más que harto del
comportamiento hostil de los habitantes de la isla, decidió que la empresa de Sicilia ya
no daba más de sí, así que aprovechando los lamentables llamamientos de auxilio de los
tarentinos, en el año 276 AC. Cuando dejó la isla exclamó ”Bonito campo de batalla
dejo para romanos y cartagineses”.

40
Batalla de Ásculum (279 AC)
Antecedentes

Después de la ruptura de las negociaciones con Roma, Pirro reforzó su capacidad militar
y también reclutó nuevos mercenarios, la mayoría de Italia Meridional. Como es natural
las ciudades griegas, en nombre de cuya libertad e independencia, después de todo,
estaba siendo asumida toda la campaña, estaban ahora llamados a financiar las
operaciones. Tarento tuvo que reducir el peso medio de sus estáteras de plata desde 7.9
a 6.5 gramos de manera que podía acuñar más moneda. El llamado Templo de los
Archivos de Locri muestra cuán inmensas sumas de dinero consiguió obtener también
Pirro en otros lugares, y revela también cuán ricas y florecientes eran esas ciudades.
Con la enorme suma que consiguió podían pagarse a aproximadamente 20-24.000
mercenarios su acostumbrado dracma diario durante seis años.

En la primavera de 279 AC, Pirro marchó lentamente hacia el norte a través de Apulia
con un ejército reforzado por sus aliados tomando una serie de pequeñas ciudades en su
camino.

Los romanos pusieron en marcha un nuevo ejército consular para atacar a Pirro, estaba
al mando de Publio Sulpicio y Publio Decio Mus, que recibieron la orden de ir
directamente contra Pirro que se encontraba en la región de Apulia, con el fin de
proteger las colonias de Venusia y Luceria e impedir que el rey entrara hasta el Samnio
y desde allí amenazara a la misma Roma, Ambos ejércitos se encontraron cerca de la
ciudad de Asculum, a 130 km de Tarento.

Los romanos aprovecharon para elegir un terreno favorable, ocupando las alturas y
bastantes boscoso para impedir el uso de la caballería. En este segundo encuentro entre
las falanges macedonias y las legiones romanas, ambos ejércitos estaban en igualdad
numérica. Los romanos tenían un mayor número de infantes pero menor número de
jinetes y elefantes.

Después de la batalla de Heraclea, donde los elefantes de guerra griegos produjeron un


gran impacto sobre los romanos, las legiones se surtieron de proyectiles y armas
especiales contra los animales: 300 carros de bueyes equipados con largas picas,
recipientes de cerámica ardiendo para asustarlos, además de tropas que se desplegaban
para proteger al resto del ejército y lanzar jabalinas y otros proyectiles contra las bestias
para que retrocedieran.

Despliegue inicial

El despliegue de los dos ejércitos enfrentados fue el siguiente.

Ejército de Pirro

Constaba de 9.000 jinetes, 40.000 infantes, 20 elefantes y desplegó:

41
 Ala izquierda: 3.500 jinetes ambracios, lucanos y tarentinos, apoyados por 1.000
infantes ligeros.
 Centro: 9.000 hoplitas samnitas; 5.000 hoplitas mercenarios (etolios, acarnanios,
atamanios y alamanios), 5.000  falangistas epirotas (molosos, tesprotos y
caones) 5.000 hoplitas tarentinos o “escudos blancos”, 5.000 falangistas brutios,
lucanos y salentinos, 5.000 falangistas italiotas y 4.000 falangistas macedonios
 Ala derecha: 3.500 jinetes brutios, samnitas, tesalios y macedonios apoyados por
1.000 infantes ligeros.
 Retaguardia: a izquierda y derecha 10 elefantes protegidos por 1.000 infantes
ligeros. En el centro Pirro con su Agema (guardia personal) de 2.000 jinetes.

42
Batalla de Ásculum 279 AC: Despliegue inicial

Ejército romano

Constaba de 8.000 jinetes, 40.000 infantes, 300 carros. 5.000 arpinos de refuerzo
desplegó:

 Ala izquierda: 4.000 jinetes y 1.000 infantes ligeros apulianos


 Centro:  II, IV, III y legiones romanas (20.000) y  4 legiones aliadas (16.000)
intercaladas
 Ala derecha: 4.000 jinetes y 1.000 infantes ligeros campanos
 Retaguardia: 300 carromatos e 1.000 infantería ligera.

Los Carromatos Dionisio de Halicarnaso: “Tenían, montados sobre vigas rectas,


mástiles trasversales que podían ser girados fácilmente hacia donde uno quisiera con
la velocidad del pensamiento, – en los extremos de los mástiles había tridentes,
máquinas en forma de espadas para lanzar proyectiles o guadañas todas de hierro, – o
bien tenían una especie de rastrillos que lanzaban desde arriba pesados garfios.
Muchos mástiles tenían atados unos ganchos inflamables envueltos en estopa
engrasada con mucha pez, que sobresalían por delante de los carros, y los hombres que
estaban en ellos, cuando se encontraban cerca de los animales, prendían fuego a los
ganchos y los golpeaban contra sus trompas y rostros. Situados en los carros, que eran
de cuatro ruedas, había también muchos de la tropa ligera -arqueros, lanzadores de
piedras y honderos de dardos de hierro; y abajo, al lado de los carros, había todavía
muchos más”,

Había una legión de 5.000 arpinos (aliados romanos del Lacio) que no se habían
incorporado a la batalla y que llegaron cuando ésta había comenzado.

La I legión se desplegó frente a las falanges de Ambracia y Macedonia; la II frente a 


samnitas; la III contra tarentinos, brutios y lucanos y la IV mercenarios y  epirotas.

Primer día

Primera fase

43
Batalla de Asculum 279 AC: primer día, primera fase

La batalla se desarrolló tras cruzar las tropas romanas arrollo que estaba en el medio.
Primero la caballería y detrás las legiones.

Pirro mando a atacar su caballería. Su ala izquierda (jinetes ambracios, lucanos y


tarentinos) era caballería ligera se acercaban al enemigo, golpeaban y se retiraban para
más tarde volver hacer lo mismo. La caballería romana se encontraba incómoda
peleando el enemigo de esta manera, ya que estaban acostumbrados a pelear como la

44
caballería itálica de los pueblos de la península italiana; es decir, la caballería se
acercaba al enemigo y luego desmontaban para pelear a pie (algo parecido a infantería
montada).

Su caballería del ala derecha (brutios, samnitas, tesalios y macedonios) era pesada y
utilizaba el choque para dar el golpe de gracia en una batalla; sus jinetes eran de primera
y maniobraban con gran habilidad y técnica frente a unos romanos bastante torpes al
respecto, pero no carentes de valentía.

La infantería chocó y se repitió lo mismo que en la batalla anterior, los legionarios se


veían frustrados porque no podían romper el muro de hoplitas, los epirotas  se veían
frustrados porque cada vez que derrotaban a un manipulo, otro manipulo los flanqueaba
y la línea de falangistas corría grave peligro de ser traspasada,  tras varios ataques y
contraataques, aparecieron los primeros síntomas de agrietamiento en las filas de ambos
contendientes se dieron primero en las filas del flanco derecho romano, donde estaba
apostada la I legión romana junto con sus aliados itálicos; los macedonios empezaron a
abrir brecha en las filas romanas y estos iniciaron un lento repliegue. Pero por el
contrario, en el centro epirota, empezó a suceder lo contrario, la III legión romana
empezó a hacer retroceder a la falange de los brutios, lucanos y tarentinos, abriendo una
grieta y la IV estaba abriendo otra entre los epirotas y mercenarios.

45
Batalla de Asculum 279 AC. Pirro en la batalla. Autor Giuseppe Rava. Fuente
http://www.g-rava.it/giuseppe_rava_eng.htm

Pirro vio con horror como en centro empezaba derrumbarse, si esto sucedía, podía dar
por perdida la batalla. En consecuencia, había que poner en marcha la reserva táctica,
sus preciados elefantes. Efectivamente, los elefantes fueron enviados para taponar la
brecha que la II legión había abierto en centro del despliegue epirota.  En un principio
cumplieron bien su misión; los elefantes fueron utilizados como los modernos tanques
contra la infantería, estos se lanzaron contra las apretadas líneas romanas sembrado el
pánico con sus colmillos, hiriendo a diestro y siniestro y aplastando con sus patas a los
romanos que valientemente se les ponían por delante; esto sin contar con los soldados
epirotas apostados en los lomos de los elefantes, los cuales lanzaban sin cesar flechas y
lanzas contra los romanos.

Pero aquí los romanos aprovecharon para poner en marcha su arma secreta contra los
elefantes, ¡sus 300 carros!. Estos avanzaron hasta los elefantes, los cuales detuvieron su
marcha, asustados por las picas que salían de los enormes armatostes, las cuales
amenazaban con herirles. Los romanos veían con satisfacción como su arma secreta

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había surtido efecto, los elefantes se habían detenido ante el despliegue  de sus
carromatos.

Batalla de Asculum 279 AC. Los carromatos de fuego romanos detienen el avance de
los elefantes. Ángel Todaro. http://www.angelotodaro.it/

Pirro evaluó la situación y decidió que los elefantes se acercasen a los carros romanos
pero a una distancia prudente que no pusiera en peligro a los elefantes. Luego la
infantería ligera que apoyaba a los elefantes empezó a lanzar de todo a las tripulaciones
que manejaban los carros, para dejar inoperativas a las máquinas y se infiltraron entre
los carromatos hiriendo a los bueyes que tiraban de los carros. En consecuencia, el
pánico empezó a cundir entre las tripulaciones de los carros romanos y estos pronto
empezaron a abandonar las máquinas para replegarse a las líneas romanas. Con esto los
romanos perdían un arma que aunque torpe, en un principio había funcionado bien, pero
su lentitud fue aprovechara por los epirotas para buscar su punto débil y efectivamente,
lo hallaron.

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Segunda fase

Batalla de Asculum 279 AC: Primer día, segunda fase

Pirro vio con gran horror que el frente se había vuelto a romper y que la III legión
avanzaba y que la derrota era inminente. Decidió jugarse el todo por el todo poniendo
toda la carne en el asador decidió emplear su guardia montada junto con parte de la
caballería del flaco derecho.

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Cuando estaba a punto de iniciar el movimiento, Pirro se encontró con un jinete que le
comunicó un suceso que podría decirse que era , ¡el colmo de los colmos!. Los romanos
estaban a su retaguardia saqueando su campamento. ¡Efectivamente!, una legión romana
formada por los ”Arpinos”, procedentes de Apulia y compuesta por 5.000 hombres
acudía tarde al campo de batalla. Cuando estos llegaron a las inmediaciones de la
batalla, vieron que esta estaba en su zénit; con las unidades mezcladas no sabiendo
quien es quien y una polvareda que no dejaba ver con claridad donde estaban las
unidades romanas, juzgaron no meterse en medio, esperando prudente en retaguardia a
que finalizara la misma.

Los arpinos se habían situado sin saberlo en las cercanías retaguardia del campamento
de Pirro. Estos avistaron el campamento y optaron acercarse con cautela a una prudente
distancia y capturar a unos griegos que estaban en las cercanías recogiendo leña. Les
preguntaron quiénes eran y estos les informaron que pertenecían al campamento de
Pirro; posiblemente también les informaron que las fuerzas en su interior no eran más
que de unos destacamentos de seguridad. En consecuencia, aunque no intervendrían en
la batalla, se llevarían un jugoso botín con el saqueo del campamento epirota. Los
arpinos cayeron sobre del campamento epirota atacando en todas direcciones y saltando
por encima de las empalizadas; los defensores tuvieron la suficiente rapidez de reflejos,
para enviar un jinete para que avisara a Pirro de lo sucedido y que acudiera con
refuerzos.

Pirro escuchó al jinete, y estimó que el campamento estaba muy lejos, que y su llegada
no habría podido impedir el saqueo, así que decidió abandonar a su suerte el
campamento y continuar con el ataque  de la caballería contra la brecha producida en el
centro.

La visión por parte de los romanos de que la caballería se lanzaba de frente contra ellos
obligó a las unidades romanas a detener su avance y a apostarse en una loma cercana.
Las legiones III y aliada se vieron de pronto de lanzarse victoriosas irrumpiendo en el
centro del dispositivo enemigo a quedar cercadas en una loma por unidades de
caballería e infantería ligera.

Pirro no podía desalojar a sus enemigos de la elevación; la caballería y los elefantes no


podían maniobrar en esas elevaciones. La loma puede decirse que salvó de su
destrucción a las unidades romanas. Pero Pirro no se mostró inactivo contra sus
contrincantes; reforzó el cerco con tropas sacadas de su flanco izquierdo, en particular
caballería del ala derecha e infantería samnita.

 En el resto del frente las cosas permanecían equilibradas, solo en el centro del
despliegue, la acción era mucho mayor. Pirro optó por hostigar a los romanos de la
loma, enviando a arqueros, jabalineros y honderos; los cuales lanzaron una lluvia de
proyectiles que si bien causó muchas bajas a los defensores, no hizo que estos se
rindieran, aguantando impávidamente el acoso epirota.

Los romanos sabedores del cerco de sus legiones  reunieron la caballería de ambas alas
para romper el cerco enemigo, pero fue en vano. La presencia de los elefantes en el
cerco imposibilitaba que estos se acercaran, ya que no estaban acostumbrados a olor de
elefantes, y los caballos se encabritaron y perdieron el control.

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El combate finalizó con la llegada de la noche, el resto de la tarde no varió nada,
conservando los oponentes sus posiciones. Con la llegada de la noche, los epirotas
retrocedieron a su campamento y los romanos bajaron de la loma retirándose a sus
líneas.

Los epirotas pasaron una noche horrible; su campamento había sido saqueado a
conciencia y cuando volvieron fatigados de la batalla se encontraron que no había
víveres, ya que los arpianos habían arramblado con todo. Las medicinas habían
desaparecido, en consecuencia, muchos heridos sucumbieron por no poder prestárseles
una atención médica adecuada; sin contar con que tuvieron que acampar al raso, en una
fría noche, ya que las tiendas para protegerse del frío también habían sido robadas. ¡Los
arpinos habían efectuado una buena labor de saqueo!, a la par que efectuada con
comodidad, ya que nadie les importunó.

Segundo día

Amanecer del segundo, Pirro envió algunos hostigadores y la infantería ligera a ocupar
la colina que habían dado a los romanos la ventaja táctica el día anterior. Esto obligó a
los romanos a enfrentar al ejército epirota en las llanuras cercanas. Los dos ejércitos se
repiten sus disposiciones de la jornada anterior. Este día, sin embargo, los romanos
atacaron agresivamente toda la línea epirota, poniendo una enorme presión en todas las
partes. Esperaban que se rompiera el frente epirota antes de que pudiese emplear sus
elefantes. Sin embargo, la infantería de Pirro, tuvo una buena actuación, aguantando a
las legiones romanas.

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Batalla de Asculum 279 AC. Carga de los elefantes. Los elefantes de Pirro cargan
contra la falange romana hundiendo las líneas romanas. Autor Richard Hook

Pirro decidió emplear sus elefantes y los romanos emplearon los carros que les
quedaban. Aunque inicialmente tuvo éxito, la infantería ligera pronto los inutilizó, y los
elefantes hundieron la línea romana, produciendo brechas. En ese momento, el propio
Pirro llevó a su Agema o Guardia Real a la batalla, entró por la brecha y atacó el flanco
romano. Es posible durante esta fase de la batalla que Pirro fuese herido por una
jabalina romana. En consecuencia, el ejército romano se rompió y los romanos se
retiraron ordenadamente a su campamento fortificado, poniendo fin a la batalla.

Pirro se declaró vencedor, ya que el enemigo había abandonado el campo de batalla.

Consecuencias
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Pirro, no tenía motivos de felicidad, había infringido a los romanos 6.000 bajas
incluyendo la vida del cónsul Publio Decio Mus, por 3.500 propias, pero nuevamente
como en la anterior batalla, una buena parte de ellas se había llevado una parte de sus
mejores tropas y oficiales griegos que eran muy difíciles de reponer, dado que Grecia se
encontraba haciendo frente a las invasiones galas.

Sabiendo que su situación era desesperada a causa de las grandes pérdidas que había
sufrido pese a la victoria, Pirro ofreció una tregua a Roma. Sin embargo, el Senado
Romano se negó a aceptar cualquier acuerdo mientras Pirro mantuviese sus tropas en
territorio italiano. Más tarde las ciudades griegas, a las que él decía defender, le
retiraron el apoyo.

Recibió entonces dos embajadas procedentes de Siracusa. Esta empresa parecía más
sencilla que aquella en la que se encontraba embarcado, y poseía la atracción de la
novedad, que siempre había seducido al rey. No obstante, antes era necesario suspender
las hostilidades con los romanos, que asimismo se hallaban deseosos de verse libres de
un oponente tan formidable y completar la sumisión del sur de Italia sin más
interrupciones.

Como ambos bandos compartían deseos comunes, no fue difícil que llegaran a un
acuerdo para finalizar la guerra. Esto ocurrió a principios de 278 AC, cuando uno de los
médicos de Pirro, llamado Nicias, desertó a las filas romanas y propuso a los cónsules
envenenar a su señor. Los cónsules de ese año Fabricio y Emilio enviaron al desertor de
vuelta ante su rey, afirmando que aborrecían la idea de conseguir una victoria mediante
la traición. Para mostrar su gratitud, Pirro envió a Cineas a Roma con todos los
prisioneros romanos, entregándolos sin rescate. Parece ser que Roma devolvió a los
suyos y otorgó entonces una tregua a Pirro, no así una paz formal, ya que el rey no
consintió en abandonar Italia.

Pirro cuando abandonó Italia dejó parte de sus tropas que permanecieron estacionadas
en varios lugares aliados suyos, como protección contra los romanos y contra el peligro
de traición, aunque no pudieron impedir que los dos nuevos cónsules, C. Fabricio
Luscino y Q. Emilio Papo ganaran de nuevo, en el transcurso del año, a alguno de los
pueblos y ciudades que previamente se habían pasado a Pirro. En Roma en el invierno
de ese mismo año, celebraron un triunfo sobre los lucanos, samnitas, tarentinos y
brutios, lo que demuestra que sus éxitos deben haber sido considerables.

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Batalla de Benevento, Beneventum o
Maleventum (275 AC)
Regreso de Pirro de Sicilia

Durante la ausencia de Pirro, las acciones militares romanas, se habían intensificado


sobre los aliados. En el 278 AC Entraron en funciones los cónsules Caio Fabricio
Luscino y Quinto Emilio Papo. Caio Fabricio emprende una campaña en toda regla
contra los tarentinos, brutios, lucanos y samnita, mientras que  Quinto Emilio, debió
librar algunos combates en Etruria de menor importancia. En el 277 AC, el cónsul Caio
Junio Bubulco derrota a brutios y lucanos. Al año siguiente Quinto Fabio Máximo
infligió derrotas a samnitas, lucanos y brutios.

Los griegos del sur de Italia, llamaron de nuevo a Pirro, que regresó a Italia en otoño de
276 AC, zarpó de Siracusa con 110 barcos de guerra y numerosas naves de carga. Pero
cuando navegaba hacia el norte a lo largo de la costa siciliana fue sorprendido por una
flota púnica no lejos de Regio y sufrió duras pérdidas. En torno a 70 de sus barcos de
guerra fueron hundidos y muchos otros muy dañados. Solamente una docena escaparon
indemnes. A pesar de que los cartagineses no habían logrado su objetivo real, la
destrucción del ejército entero de Pirro, pues la flota de naves de transportes fue capaz
de escapar y desembarcar sin problemas en Locri.

Desde Locri, Pirro fue a Regio, pero fue incapaz de tomar la ciudad debido a la fuerte
resistencia ofrecida allí por la guarnición campana, que estaba mando el mando romano
y reforzada por mamertinos de Messana. Cuando se estaba retirando de la ciudad sufrió
una emboscada por los mamertinos y sufrió fuertes pérdidas adicionales. Su ejército
solamente escapó de esta precaria situación con la ayuda de la intervención personal del
rey mismo que, en combate singular, supuestamente cortó a un oponente en dos con un
único golpe de su espada. Finalmente llegó de vuelta a Locri con 20.000 hombres y
3.000 jinetes y una vez más exigió una suma particularmente alta en impuestos de la
ciudad para cubrir sus pérdidas y reclutar nuevos mercenarios. No contento con esto,
también confiscó los tesoros del templo de Perséfone en Locri, para gran indignación de
los griegos. La mayoría de ellos los devolvió de nuevo, no obstante, cuando los barcos
que llevaban el botín a Tarento se encontraron con una fuerte tormenta, que él tomó por
un mal presagio.

No se sabe con certeza si Pirro volvió también ahora una vez más a Grecia, y en
particular a Antígono Gonatas de Macedonia y Antíoco I de Siria, con una súplica o
incluso una demanda para un futuro apoyo. Los samnitas y lucanos cansados después de
tres años de duras pérdidas en su guerra contra Roma, se mostraron poco inclinados a
continuar apoyando al rey sin reservas.

Pero por otra parte, los cónsules del año 275 AC, encontraron igualmente difícil
movilizar un nuevo ejército, tanto más cuanto Roma había sido afectada en 276 AC por
un brote de peste que se había cobrado un alto precio de vidas. Livio informa de un
descenso en el número de ciudadanos desde 287.222 en el año 280 AC a solo 271.224
en 275 AC.

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Los fieles epirotas del ejército de Pirro, habían caído en su mayoría, y sus fuerzas
consistían principalmente en mercenarios, reclutados en Italia y de cuya fidelidad sólo
podía estar seguro mientras les condujera a la victoria, pagara sus sueldos y consintiera
los saqueos.

En la primavera del 275 AC, Pirro y sus aliados samnitas, decidieron ir contra los
romanos, Los romanos habían creado dos ejércitos consulares uno mandado por Manio
Curio Dentato, que marchó contra Lucania y otro mandado por Servio Cornelio
Merenda que se dirigió contra Sammio, con el fin de mantener la fidelidad de estas
regiones, ambos tenían que reunirse en Tarento.

Pirro dividió sus fuerzas en dos partes, una más pequeña al mando de Milón para
bloquear al cónsul Cornelio y otra mandada por él mismo que avanzó contra Curio. Éste
cuando se enteró de que Pirro se dirigía contra él, enviar un mensaje al otro cónsul y
esperar en un campamento fortificado favorable para la defensa, el lugar elegido estaba
a las afueras de la ciudad de Maleventum que los romanos cambiaron de nombre a
Beneventum, Benevento en la actualidad. Pirro llegó a la conclusión de que era mejor
atacar al cónsul Curio antes de que llegase el cónsul Cornelio.

Pirro disponía de una fuerza de 13.600 falangistas, 9.000 hoplitas, 3.000 jinetes y 20
elefantes, mientras que Curio disponía de un ejército consular de 4 legiones unos 20.000
legionarios, 4.000 infantería ligera y 2.000 jinetes.

El rey planeó atacar el campamento romano a la caída de la noche. Pero erró los
cálculos en tiempo y distancia: las antorchas se consumieron, los guías se equivocaron
de camino y el sol ya asomaba en el horizonte cuando alcanzaron las colinas sobre el
campamento romano.

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Batalla de Benevento, Beneventum o Maleventum 275 AC. Movimientos previos. Autor
Theodore Ayrault Dodge

Dionisio relató la marcha “Como era de esperar, los hoplitas – con cascos, corazas y
pesados escudos -, marchando hacia lugares escarpados por largos caminos ni
siquiera frecuentados por gente sino por cabras, a través de la maleza y los riscos, no
conservarían ninguna alineación y, antes de que sus enemigos aparecieran ante ellos,
sus cuerpos estarían totalmente debilitados por la sed y la fatiga”.
No obstante, su llegada cogió a los romanos por sorpresa, mandó salir una avanzadilla
de caballería mandada por Dentatus para hacer retroceder a la vanguardia de Pirro y dar
tiempo para formar sus tropas, sembró la confusión entre las fuerzas de Pirro y atacó el
tren de bagajes de la vanguardia y consiguió hacer algunos prisioneros e incluso algunos
elefantes que habían quedado aislados.
La vanguardia de Pirro se retiró, y regresó a la llanura, mientras Pirro se dirigió a la
llanura y desplegó sus fuerzas en línea.

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Despliegue inicial

Batalla de Benevento, Beneventum o Maleventum 275 AC: Despliegue inicial

El ejército romano desplegó con las cuatro legiones en el centro, las aliadas en los
flancos y las romanas en el centro. y 1.000 jinetes en cada ala y una reserva de 4.000
vélites o infantes ligeros dentro del campamento.

Pirro desplegó 1.500 jinetes ligeros en su ala izquierda apoyados por 1.000 infantes
ligeros. En el centro 4.500 hoplitas, 13.600 falangistas y otros 4.500 hoplitas. En su ala
derecha 1.500 jinetes pesados /tesalianos y macedonios) con 1.000 infantes ligeros, y
como reserva los elefantes con 1.500 infantes ligeros.

Desarrollo

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Batalla de Benevento, Beneventum o Malevetum 275 AC: Desarrollo

El choque fue como en las batallas anteriores, primero se enfrentaron la caballería en las
alas, que no produjo un resultado definitivo y a continuación chocó las legiones contra
la falange, las tropas de Pirro estaban cansadas por la marcha nocturna y las romanas
descansadas.

Los romanos progresaron por el ala derecha de Pirro, pero retrocedieron por la
izquierda, así es que Pirro decidió emplear los elefantes contra el flanco derecho,
apoyados por la infantería ligera.

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Batalla de Benevento 275 AC. Choque entre las legiones romanas y la falange epirota.
Autor Christian Jegou. Fuente http://www.christianjegou.fr/illustration-histoire/

Los romanos para pararlos emplearon la reserva del campamento, la infantería ligera
que llevaban cerdos untados de pez líquida y que cuando estaban cerca de los elefantes,
les prendieron fuego y les dejaron libres. Los animales, histéricos, se precipitaron hacia
los elefantes que, asustados por los chillidos de los cerdos en llamas, se aterrorizaron y
rompieron su formación, aplastando a amigos y enemigos. Al mismo tiempo, la
infantería ligera romana, arrojaba flechas y lanzas incendiarias contra los elefantes.

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Batalla de Benevento 275 AC. Velites romanos acosando a los elefantes de Pirro. Autor
Christian Jegou. Fuente httpwww.christianjegou.frillustration-histoire

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Batalla de Benevento 275 AC: Carga de los elefantes. Autor Pavel Glodek

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Batalla de Benevento 275 AC . Cerdos asustando a elefantes. Los romanos untaron de
grasa a cerdos y les prendieron fuego, sus chillidos asustaron a los elefantes.

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(La técnica de los cerdos había sido empleada anteriormente con éxito por los
megarenses contra Antígono, quién a partir de entonces ordenó que se criaran a los
elefantes con cerdos para que se acostumbraran a verlos y no se asustaran de su
presencia ni de sus chillidos.)

Plutarco relató la batalla de esta manera: “desde el amanecer percibieron los enemigos
su venida desde las atalayas; de manera que desde aquel punto se pusieron en
inquietud y movimiento. Hizo sacrificio Manio, y como también el tiempo se presentase
oportuno, salió con sus tropas, acometió a los primeros, y, haciéndolos retirar, inspiró
ya miedo a todos, habiendo muerto muchos y aun habiéndose cogido algunos elefantes.
La misma victoria condujo a Manio a tener que pelear en la llanura, y trabada allí de
poder a poder la batalla, por una parte desbarató a los enemigos, pero por otra fue
acosado de los elefantes, y como le llevasen en retirada hasta cerca del campamento,
llamó a los de la guardia, que en gran número estaban sobre las armas y se hallaban
descansados. Acudiendo éstos e hiriendo desde puestos ventajosos a los elefantes los
obligaron a retirarse y a huir por entre los propios, causando con ello gran turbación y
desorden; lo cual no solamente dio a los Romanos aquella victoria, sino la seguridad
del mando”.

La estampida de los elefantes causó tal desorden y descontrol en ambos mandos que
decidieron retirarse de la batalla, los romanos a su campamento y Pirro a retaguardia.

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Legionarios contra falangistas. Izquierda hastatus contra falangita, Autor Johnny
Shumate. Fuente http://johnnyshumate.com/. Derecha un triario capturando a un hoplita,
se observa la espada romana anterior a la gladius hispaniensis.

Los romanos perdieron 6.000 soldados y los epirotas 9.000 y 2 elefantes; los romanos
capturaron 1.300 prisioneros y 8 elefantes. Los romanos también capturaron parte del
tren de bagajes de Pirro, otorgándose la victoria.

Secuelas

Pirro estaba ahora en peligro de ser atrapado entre los ejércitos de los dos cónsules y se
retiró a toda velocidad a Tarento tras su derrota. Desde allí pidió de nuevo ayuda a los
reyes de Macedonia y Siria. Como estos ignoraron sus súplicas, no le quedó otra
alternativa que abandonar Italia. Regresó a Grecia a finales del año, dejando a Milón
con una guarnición en Tarento, prometiendo regresar a Italia en cuanto obtuviera nuevas
fuerzas. Pirro llegó a Epiro a finales de 274 AC, tras una ausencia de seis años. Trajo de

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vuelta sólo 8.000 infantes y 500 jinetes, y tan poco dinero que no podía acometer
nuevas empresas militares.

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Guerra de Pirro con Esparta
Conquista de Macedonia 274 AC

Todos los recursos de su propio reino habían sido agotados por los reclutamientos que
había hecho para sostener a sí mismo en Italia, y que ahora era necesario, embarcarse en
una guerra, como medio para encontrar empleo y subsistencia para sus tropas.
Determinó, por lo tanto, hacer una incursión en Macedonia para probar suerte.

Antes de emprender su expedición, se las arregló para obtener una fuerza considerable
contando con galos como auxiliares. Después de completar sus preparativos, en el 274
AC comenzaron su marcha, y pronto cruzaron la frontera Macedonia.

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Ejército de Pirro: a la izquierda un jinete tarentino. A la derecha un falangita epirota, un
guerrero samnita, un mercenario guerrero galo y detrás un elefante asiático con su
mahoud y en la torre dos soldados epirotas. Autor Johnny Shumate. Fuente
http://johnnyshumate.com/

Conquistó varias ciudades y pueblos a medida que avanzaba, y pronto empezó a


albergar mayores esperanzas con respecto al objeto de su expedición de las que se había
formado en un primer momento. En lugar de limitarse al saqueo de la frontera, como lo
había previsto en un primer momento, empezó a pensar que sería posible para él para
someter a Antígono por completo, y volver a anexar Macedonia a sus dominios. Él era
bien conocido en Macedonia, por sus antiguas campañas y como su gobernante; le
habían comparado con el mismo Alejandro, a medida que avanzaba en Macedonia, los
destacamentos de tropas, que Antígono había situado en la frontera para informar su
progreso, en vez de darle batalla, se unían a su causa, sobre todo las que guarnecían los
desfiladeros de el Aous, cerca de la actual Tepelene, en Albania. Lo que obligó a
Antígono a presentar una batalla campal.
Antígono se situó en un terreno favorable y esperó la llegada de Pirro. Éste actuó con su
energía habitual, se avanzó a retaguardia del ejército de Antígono a través de un
estrecho desfiladero entre las montañas.

El cuerpo principal de las tropas de Antígono era la falange, que aunque ya no tenía el
nivel de adiestramiento como la de Filipo o Alejandro, pero seguía siendo una fuerza
formidable, y a retaguardia había situado grandes masas de galos, armados y vestidos de
sus manera habitual.

Pirro avanzó y lo primero que se encontró fue a los sorprendidos galos que intentaron
resistir, pero cuando llegaron los elefantes toda resistencia cesó y unos huyeron y otros
se rindieron. Después se encontró con la falange que había dado media vuelta y les
esperaba con las sarissas apuntándoles. Pirro recorrió a caballo el frente de la falange y
descubrió que conocía personalmente a los oficiales, después de haber servido con ellos
en guerras anteriores. Los saludó, llamándolos por su nombre. Ellos estaban contentos
con ser recordados y reconocidos por tan famoso personaje tan famoso. Pirro les instó a
abandonar Antígono y entrar en su servicio, como el antiguo y legítimo soberano de su
país. Muy pronto se unieron a él, y Antígono abandonado por sus fuerzas huyó en
compañía de unos pocos seguidores personales. Se retiró hacia la costa, donde se las
arregló para mantener la posesión, por un tiempo, de algunas ciudades marítimas; pero
su poder como rey de Macedonia había desaparecido. Algunas pocas de las ciudades
interiores intentaron, durante un tiempo, para resistirse a Pirro, pero pronto se apoderó
de ellas. Dejó guarniciones en algunas ciudades, algunas eran galas como las que
saquearon las tumbas de los reyes macedonios en Aegae. Estas tumbas fueron
redescubiertas en 1.976 cerca del palacio helenístico de Vergina, no lejos del sur de
Beroea en las estribaciones del Olimpo.

En el invierno de 274/3 AC convocó a su hijo Heleno de vuelta de Tarento, aunque


Milo se mantuvo por el momento en esa ciudad.

Guerra con Esparta

Cleónimo era un hijo menor del rey de Esparta y por tanto la herencia cayó en su
hermano mayor llamado Acrótato, éste murió antes que falleciera su padre dejando un

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hijo llamado Areo que al morir el abuelo subió al poder. Areo I, había seducido a
Quelidonis, joven esposa de Cleónimo. Éste, ávido de venganza, acudió a la corte de
Pirro y le persuadió para declarar la guerra a Esparta. Éste que estaba con las tareas de
gobierno que no le agradaban mucho, no desperdició la oportunidad.

Pirro efectuó una expedición al Peloponeso. Mientras se encontraba allí, recibió a varias
embajadas, entre ellas la espartana. Prometió enviar sus hijos a Esparta, para que fueran
entrenados según los preceptos de Licurgo. Mientras los embajadores remarcaban la
naturaleza pacífica y amigable de Pirro, éste marchó a Laconia en 272 AC con un
ejército de 25.000 infantes, 2.000 jinetes y 24 elefantes.

Su ejército siguió avanzando, y en su progreso comenzó a tomar y saquear pueblos


pertenecientes al territorio espartano. Los espartanos enviaron embajadores de nuevo,
diciendo que qué significaban esos procedimientos que eran contrarios a las leyes y
costumbres de las naciones, que estaba haciendo la guerra sin haberla declarado
previamente. Éste respondió sonriendo: ”Cuando vosotros los espartanos resolvéis
hacer la guerra, es vuestra costumbre no informar de ello al enemigo. No me acuséis,
por tanto, de injusticia, si he utilizado una estratagema espartana contra los mismos
espartanos”.

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Pirro rey de Épiro luchando en Grecia. Portada de la revista Ancient Warfare. Autor
Johnny Shumate. Fuente http://johnnyshumate.com/

Los embajadores comprendieron que el ataque era contra Esparta y respondieron:


“Hágase la guerra, entonces.”

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Los embajadores regresaron a Esparta, y se dispusieron para realizar los preparativos
para poner la ciudad en una actitud de defensa. Las ciudades espartanas no tenían
murallas ya que por orgullo decían que no las necesitaban. Además el propio rey Areo
se encontraba en Creta, auxiliando a los gortinos.

Tan pronto como llegó Pirro a la ciudad, Cleónimo le urgió a atacarla directamente.
Según Plutarco, como el día se hallaba avanzado, Pirro resolvió retrasar el ataque hasta
el día siguiente, temiendo que sus hombres saquearan la ciudad si caía después del
atardecer. Durante la noche los espartanos no se mantuvieron de brazos cruzados: Todos
los habitantes, ancianos y jóvenes, hombres y mujeres, trabajaron incesantemente en
cavar un profundo foso frente al campo enemigo, y al final de cada dique formaron una
fuerte barricada de carretas. Pausanias, sin embargo, dice que dichas trincheras y
barricadas existían ya desde la guerra de 295 AC contra Demetrio, e incluso
edificaciones cubriendo los puntos más débiles.

La zanja se hizo con un ancho y una profundidad suficiente para impedir el paso de los
elefantes y de la caballería. Todo este trabajo se realizó en tal silencio y secreto que no
fue detectado por las fuerzas de Pirro, y el conjunto se completó antes amanecer.

Al siguiente día, Pirro avanzó hacia la ciudad, pronto descubrió que la zanja no permitía
el paso de caballos y elefantes; e incluso los hombres, si tenían éxito en la superación de
la zanja, eran rechazados al intentar subir el talud de tierra que se había formado a lo
largo del lado de la misma, con la tierra sacada al hacer la excavación. Los espartanos
bajo el mando de su joven líder Acrótato rechazaron los ataques. Tolomeo, hijo de
Pirro, estuvo a punto de tener éxito. Él tenía el mando de una fuerza de unos 2.000
galos, llegando a las carretas consiguiendo sacarlas y arrojarlas al río. Acrótato acudió
inmediatamente con 300 hombres y consiguió expulsarlos. Al final del día, Pirro no
había hecho ningún progreso y decidió replegarse.

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Asedio de Esparta por Pirro de Épiro. Autor François Topino-Lebrun

Renovó el asalto al día siguiente, lo primero que hizo primero fue llenar la zanja con
materiales de todo tipo, incluso cadáveres de los caídos el día anterior. Las tropas
intentaron hacer su camino a través de la zanja, mientras que los espartanos, en la parte
superior del terraplén de tierra, lucharon desesperadamente para repelerlos, mientras las
llevaban agua y retiraban los heridos. Por fin un cuerpo considerable de tropas que
estaba bajo el mando personal del propio Pirro, logró romper las líneas espartanas, e
inmediatamente se precipitaron hacia la ciudad. Una flecha hirió al caballo de Pirro,
arrojandole al suelo Pirro. Mientras lo recuperaban, dio tiempo a los espartanos para
reunir fuerzas y detener el avance.

La llegada de Areo con 2.000 cretenses y de Aminias de Focea, general de Antígono,


con tropas auxiliares desde Corinto, obligó a Pirro a abandonar toda esperanza de
conquistar la ciudad.

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No abandonó su tarea por completo, pues resolvió pasar el invierno en el Peloponeso y
prepararse para nuevas operaciones a la llegada de la primavera.

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Guerra con Argos y final de Pirro 272
AC
Marcha a Argos

Mientras meditaba su situación, sin saber qué hacer a continuación, recibió la invitación
de Aristeas, uno de los notables de la ciudad de Argos, una ciudad en la parte norte del
Peloponeso, para asistirle contra su rival Arístipo, cuya causa era favorecida por
Antígono.

Busto de Pirro rey de Épiro encontrado en la villa de Papyri en Herculano (Museo


Arqueológico Nacional). Posiblemente poco antes de su muerte

A finales del otoño de 272 AC, inició su marcha hacia el norte. Los espartanos, sin
embargo, no estaban en absoluto dispuestos a permitir que se fuera sin ser molestado.
Avanzaron con todas las fuerzas que pudieron reunir, que aunque no eran lo
suficientemente potentes como para participar en una batalla campal, lo acosaron y
ocuparon algunos pasos de montaña para dificultar su avance. En uno de estos
encuentros murió su primogénito Ptolomeo, con gran dolor de Pirro, que vengó su
muerte acabando con la vida del líder del destacamento lacedemonio con sus propias
manos. Cuando llegó a la vecindad de Argos, encontró con que Antígono había
acampado en una de las colinas junto a la ciudad.

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Envió un heraldo al campo de Antígono, desafiándole a una batalla campal en la llanura.
Antígono muy fríamente respondió que el tiempo era un arma que empleaba del mismo
modo que su espada.

Existía un partido en Argos, que no pertenecía a ninguna de las facciones contendientes,


ansioso por librarse tanto de Pirro como de Antígono. Mandaron una embajada a ambos
reyes, rogándoles que se retiraran de la ciudad. Antígono se mostró de acuerdo, y envió
a su hijo como rehén, pero Pirro rehusó por su parte y no envió ningún rehén.

Batalla de Argos

Ambos contendientes se alejaron de las murallas de la ciudad, al anochecer Aristeas


permitió el paso de Pirro a la ciudad, que se acercó con un grupo de soldados, mientras
que había dejado a su hijo Heleno con el grueso de su ejército en el exterior esperando
la orden de entrar. Los soldados de Pirro recibieron la orden de guardar silencio y no
hacer ruido, había una gran cantidad de galos en el grupo, se apostaron en la plaza del
mercado sin alarmar o el despertar a los habitantes, Pirro también llevó algunos de sus
elefantes con él, se encontró, sin embargo, cuando se acercaron a la puerta, que no
podían entrar sin tener que retirar primero las torres que llevaban encima, ya que las
puertas no eran suficientemente altas. En consecuencia, los soldados procedieron a
quitar las torres, introducir los elefantes en la ciudad y volver a ponerlas. Durante esta
operación hicieron tanto ruido que en las casas de los alrededores sonó la alarma, y en
un periodo muy corto se despertó a toda la ciudad.

Los habitantes de Argos en la ciudadela, enviaron inmediatamente un mensaje a


Antígono para que fuese en su ayuda. De inmediato puso su campamento en
movimiento, y, avanzando hacia las murallas con el cuerpo principal, envió también un
destacamento bajo el mando de su hijo Alciones para que entrase en la ciudad y ayudase
a los habitantes. Por si fuera poco, Areo con el ejército espartano bajo su mando, había
seguido Pirro entró en la ciudad, para atacar a Pirro.

La confusión y el terror general producido por los ataques de los espartanos. Los
soldados no podían distinguir amigos de enemigos. No podían ver ni oír a sus
comandantes, o actuar con concierto y orden, produciéndose una confusión general.

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Lucha del ejército de Pirro en las calles de la ciudad de Argos

A las luces del amanecer, Pirro vio que todas las plazas fuertes y las puertas de la ciudad
se hallaban bajo control enemigo, la única salida que tenía era la retirada. Envió órdenes
a su hijo Heleno para romper parte de las murallas, lugar por donde podría retirarse con
mayor facilidad, pero a consecuencia de un error en la entrega del mensaje, Heleno
intentó penetrar en la ciudad por el mismo lugar en que Pirro se retiraba. Las dos mareas
se encontraron de frente, y para aumentar la confusión uno de los elefantes cayó al suelo
en la puerta sin poder levantarse, lanzando terribles aullidos, y un segundo se tornó
salvaje e ingobernable. Pirro se hallaba a retaguardia, en un lugar más amplio de la
ciudad, intentando mantener a raya al enemigo.

Pirro mientras combatía, fue ligeramente herido en el pecho por una jabalina y, al girar
para vengarse del argivo que le había atacado, la madre del soldado, viendo a su hijo en
peligro, arrojó desde el tejado de la casa en que se hallaba una pesada teja, que golpeó a
Pirro en la nuca. Cayó de su caballo aturdido y fue reconocido por uno de los soldados
de Antígono llamado Zópiro. Fue muerto allí mismo, decapitado y su cabeza enviada a
Alciones, que llevó exultante el sangriento trofeo a su padre Antígono. Pero éste apartó
la mirada e hizo enterrar su cuerpo con todos los honores. Sus restos fueron depositados
en el templo de Démeter en Argos.

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Muerte de Pirro de Epiro en la ciudad de Argos 272 AC. Fue golpeado por una teja
lanzada por una mujer desde un tejado que lo derribó del caballo, posteriormente fue
decapitado

Secuelas

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Influenciado sin duda por las noticias de la muerte del rey moloso, Tarento se sometió
en 272 AC a Roma y fue incluida entre los aliados navales (socii navales). A Milo y a
los epirotas le fueron concedidos salvoconductos.

Romanos en Tarento. Soldados romanos en la estatua de Heraclio (Hercules) en


Tarento. Autor  Angelo Todaro. Fuente http://www.angelotodaro.it/

Pirro que fue un hombre de gran poder natural de la mente y de la extraordinaria


capacidad como líder militar, nadie puede negarlo. Su capacidad y genio militares eran
de hecho grandes, pero no logró nada. No tenía ningún plan, ninguna meta, ningún
objeto, pero obedeció cada impulso momentáneo, y entró, sin pensamiento y sin cálculo,
en cualquier esquema que el azar, o los diseños ambiciosos de los demás, podrían
ponerle delante de él.

Pirro escribió un libro sobre el arte de la guerra, muy popular en tiempos de Cicerón y
sus comentarios son citados tanto por Dionisio de Halicarnaso como por Plutarco.
También desarrolló un juego de tácticas militares. Este juego de guerra fue
posteriormente conocido en Roma como Latrunculi, y los grandes jugadores de este
juego dijeron que era difícil en la estrategia, construcción de campamentos, avance y
retirada.

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Epiro el año 232 AC, se constituyó una república sometida al reino de Macedonia,
convirtiendo al país en un estado títere, que perduró hasta que el Epiro fue conquistado
por los romanos en el 167 AC, entrando a formar parte de la República Romana.

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