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LA PENÍNSULA IBÉRICA

Los tartesios
Orígenes

En la península Ibérica no había caballos, como describimos en el capítulo 2


“Domesticación del caballo”. Hacia el 1.600 AC, llegaron a los centros metalúrgicos
mineros de la provincia de Almería unos nuevos colonizadores que procedían de
Anatolia. Buscaban plata y estaño, y mantuvieron una relación con su población
aborigen hasta la llegada de los Pueblos del Mar hacia el 1.200 AC, dada su procedencia
estos pueblos conocían el caballo, pero es muy probable que no trajeran caballos a la
península. De los objetos encontrados las armas que son hachas, puñales, espadas,
flechas y lanzas. Se muestra la creciente presencia de adornos de plata y oro en los
ajuares funerarios de mayor prestigio, pero no hay el menor rastro relacionado con los
caballos.

Hacia el 1.200 AC y huyendo de los Pueblos del Mar, llegaron a la península los teresh
o tartesios que procedían de Tyrsa o Tursa en Lidia, Asia Menor, afines a los etruscos o
tursenos que emigraron a la península Itálica y que tanto la lengua como la cultura era
común. Su zona de procedencia era una zona de excelentes criadores de caballos,
también de origen oriental, pero en el caso de que estos pueblos trajesen caballos, estos
habrían sido escasos, dada las condiciones en que tuvieron que emigrar.

Se asentaron supuestamente en el triángulo formado por las actuales provincias de


Huelva, Sevilla y Cádiz, en la costa suroeste de la península Ibérica. Tuvo por eje el río
Tartessos, que los romanos llamaron luego Betis (antes Oleum flumen = río de aceite) y
los árabes Guadalquivir (que significa río grande).

El historiador griego Éforo de Cime dice que Tartessos se encontraba a dos días de viaje
(1.000 estadios) de las Columnas de Hercules (estrecho de Gibraltar).

El historiador romano Marco Veleyo Patérculo la sitúa en el año 1.104 AC, (dice
textualmente 80 años después de la Guerra de Troya).

Costumbres

Lo que caracterizó a esta cultura, es la explotación minera, industrial y comercial de los


metales; especialmente bronce, plata y oro y el tráfico del estaño (la ruta de las
Cassitérides) les llevó a un activo intercambio comercial. Esto fue el motor de su
génesis y motivo de atracción e intercambio con otras culturas de su época. Los tartesios
practicaban una agricultura evolucionada, eran buenos navegantes y pescadores,
trabajaban los metales y conocían la escritura (teniendo un alfabeto similar al ibérico).

Su organización política, que era superior a las del resto de los pueblos ibéricos: el
Estado Territorial. Este tenía el centro en una ciudad que constituía la capital y a cuya
cabeza figuraba un monarca. En cuanto a la sociedad de los Tartessos, se hallaba
dividida en clases o castas: una clase mercantil enriquecida y terratenientes estaban en

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la clase alta, varias clases intermedias como comerciantes y trabajadores y en la parte
baja estaban los esclavos.

La fundición del cobre, junto con el estaño en grandes hornos que han sido encontrados
en Huelva, un sitio arqueológico recientemente explorado, da cuenta de las pericias de
los tartessios para sacar un material tan fuerte que podía fácilmente partir las armas
babilónicas. La extracción y el trabajo con el oro son más misteriosos aún, debido a que
su fundición, daba objetos con 24 quilates. Se cree que posiblemente utilizaban azogue
para perfeccionar la calidad del oro.

En el siglo X AC, los fenicios de Tiro fundaron Gadir para comerciar con Tartessos
especialmente atraídos por su riqueza en metales, a ésta fundación se añaden otras
diversas situadas en la costa de Málaga y el bajo Guadalquivir (Sexi, Malaca, Abdera,
Puerto Menestheo, Spal). Se desconoce si la relación de los colonizadores con Tartessos
fue siempre pacífica. El elemento colonial fenicio a partir del 800 AC parece
determinante en el esplendor de esta cultura, sin que se conozca de momento su
interrelación con el reino de Tartessos.

Mapa de Tartessos y su área de influencia

En el siglo VII AC, el rey Argantonio ayudó a los griegos de Focea, con los que
también llegó a comerciar por un breve periodo, en su lucha contra los persas.
Finalmente invadida Focea por los persas, los foceos centraron su poder en el Mar
Tirreno donde la antigua metrópoli cuenta con un centro colonial muy activo en

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Massalia (Marsella). Los griegos foceos son derrotados en Córcega en la batalla naval
de Alalia (535 AC) por una alianza ocasional de etruscos y cartagineses. Los
cartagineses eran fenicios coloniales que habían tomado el relevo a los fenicios de la
metrópoli en el comercio del Mediterráneo Occidental, tras el sometimiento de los
fenicios de Tiro a los asirios (573 AC).

Tras la derrota de los griegos foceos en Alalia y con el terreno despejado respecto a su
competencia con ellos por el comercio con las costas ibéricas, Cartago pudo adueñarse
de la zona y establecer sus propias colonias en la parte noroccidental de África y la zona
sudeste peninsular. Cartago pronto cerró el estrecho de Gibraltar y se adueñó del
monopolio comercial con la rica Tartessos. Hacia el 500 AC, el reino de Tartessos y su
capital portuaria al parecer fueron aniquilados por una intervención de Cartago, por
circunstancias aún no bien aclaradas.

Después de esa última fecha parece que se produjeron a algunos levantamientos de los
tartesios, como por ejemplo los ataques a Gadir, en los que ésta se vio obligada a pedir
ayuda a Cartago, que dominó fácilmente las rebeliones. Gadir pasaría a desempeñar
ahora un doble papel: núcleo centralizador del comercio y además el mayor centro de
poder en la región, por ello llegó a confundirse posteriormente con la desaparecida
Tartessos.

A partir del siglo V AC deja de tenerse constancia histórica de Tartessos. A partir de


este momento se vuelve al fraccionamiento de este área en estados de menor entidad y
regidos por reyezuelos de las tribus de llamados turdetanos o túrdulos, sucesores
culturales de los tartesios.

El ejército

De su organización militar se conoce muy poco y solo a través de las numerosas estelas
del periodo arcaico (geométrico) de Tartessos. En ellas se reflejan de una forma
sumamente simplificada a guerreros portadores de espadas, carros, cascos y escudos,
que serían los símbolos de su poder.

Estelas tartesas con carros de guerra, uno tiene 4 ruedas y el otro 2

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El poder de los monarcas tartesios probablemente se apoyaba en el empleo de
mercenarios, principalmente íberos y celtas, cuya presencia son buena prueba de las
estelas. Los escudos son de origen oriental, posiblemente asirio traído por los fenicios,
es un escudo circular con varios círculos concéntricos con remaches y se sujeta por el
centro. Los arcos son dobles, también de procedencia asiria. Emplearon máquinas de
asalto de origen también asirio y traído por los fenicios, el monarca Terón empleó
arietes contra Cádiz.

En las estelas aparecen carros de guerra de cuatro ruedas como en la estela de Solana de
Cañas en el 900 AC y de dos ruedas como en la esta del Viso del 900 AC. Es muy
posible que los caballos empleados fuesen de origen íbero pasados a través del estrecho
de Gibraltar.

Guerreros tartesios siglo X AC. A la izquierda un guerrero con un casco corintio, a la


derecha un príncipe con un caballo. Se observa las espadas largas similar a las usadas
por los Pueblos del Mar, en ese siglo aún no se conocía la equitación, por lo que está
exhibiendo el caballo. Autor Francisco Vela.

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Descripciones de Tartessos

Según Avieno:

”Desde aquí hasta dicho río hay un viaje de un día y aquí se halla el límite del pueblo
de los Cinetes. El territorio de los tartesios es inmediato a ellos y riega la tierra el río
Tartesos.Después se extiende el monte consagrado al Céfiro y finalmente la cumbre de
la altura llamada Cefírida, irguiendo excelsos picos sobre lo alto del monte… Y toda la
tierra que está situada en la parte occidental de dicho río (el Ibero) es llamada Iberia,
en cambio la parte oriental contiene a los tartesios… Aquí se extienden las costas del
golfo Tartesio. Y del referido Anas a estos lugares tienen las embarcaciones un día de
camino. Aquí está la ciudad de Gadir, pues en lengua fenicia se llama Gadir a todo
lugar cerrado. Ella fue llamada antes Tartesos, grande y opulenta ciudad en épocas
antiguas, ahora pobre, ahora pequeña, ahora abandonada, ahora un campo de
ruinas…. El río Tartesos, que fluye del Lago Ligustino por abiertos campos, ciñe por
todas partes con su corriente la isla, pero no corre por un solo cauce ni surca de una
sola vez el suelo subyacente, ya que por la parte oriental trae tres bocas a los campos,
mientras que por dos veces con boca baña la parte meridional de la ciudad. Luego, por
encima de la marisma (Ligustina), está recostado el monte Argentario, así llamado por
los antiguos a causa de su hermosura, pues el estaño brilla espléndidamente en sus
laderas y aún mayor esplendor despide en los aires de lejos, cuando el sol toca con sus
rayos sus cumbres elevadas”.

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Tartessos a los que algunos autores relacionan con la Atlantida, según la descripción de
Platón

Plinio es su historia natural dice:

‘‘Vayamos a casos seguros: es verdad, poco más o menos, que el gaditano Argantonio
reinó durante ochenta años, y persiste la creencia de que comenzó a reinar hacia el
cuadragésimo de su existencia”.

Justiniano dice de Tartessos:

”Los primeros habitantes del bosque de los tartesios, tras la lucha mítica de los titanes
son los dioses, fueron los curetes, de ellos el rey más antiguo fue Gárgoris. Se
considera a Gárgoris como el descubridor del arte de recoger y aprovechar la miel.
Una hija suya tuvo de soltera, y acaso por obra de amores incestuosos, un niño, cosa
que produjo vergüenza al rey, que determinó deshacerse de él. Así ordenó que se le

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dejara abandonado en el monte, pero animales silvestres lo amamantaron,
encontrándoselo vivo a los varios días. Hízolo colocar en un sendero por donde
pasaban los rebaños para que lo aplastaran, pero también salió a salvo. Lo echaron
luego a las perras y cerdas hambrientas que, en vez de devorarlo, le ofrecieron sus
ubres. Entonces Gárgoris pensó en arrojarlo al mar. Pero, protegido por los dioses, fue
conducido, como si fuera una barquilla, a las orillas, donde salió una sierva que lo
crió. Creció el niño entre su familia animal, ligero y veloz como ella, hasta que, en
cierta ocasión, fue cogido en un lazo o trampa, fue llevado a Gárgoris que le reconoció
y que, admirado del destino, le nombro su heredero, llamándole Habis. Habis fue un
héroe civilizador. A un pueblo bárbaro, como el que heredó para gobernarlo, le dictó
las primeras leyes civilizadas y les enseñó a cultivar la tierra con los bueyes y los
arados, cosa que, hasta entonces, había desconocido; de esta suerte los tartesios
aprendieron a nutrirse con los alimentos más finos y regalados que los que hasta
entonces habían usado. Aún hizo algo más trascendental: prohibió el trabajo a una
parte de sus súbditos, a los nobles, y repartió a los otros, a la masa, en siete ciudades o
acaso siete clases. Una vez muerto, sus sucesores y herederos rigieron los destinos de
Tartesos durante muchos siglos”.

Primer libro de Reyes sobre las riquezas del reinado de Salomón:

“No había nada de plata, no se hacía caso alguno de esta en tiempos de Salomón,
porque el rey tenía en el mar naves de Tarsis con las de Hiram, y cada tres años
llegaban las naves de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales”

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Los íberos
Edad Antigua El caballo en la Península Ibérica Los íberos

Orígenes

Más tarde en el 1.100 AC, llegan a la península Ibérica y por distinto camino un grupo
de raza líbica denominados Tamazigt, que habían combatido contra Egipto a los que
estos llamaban Tehenú y a los que los griegos denominaron nómadas o númidas y a los
que los árabes denominaron ver-reik  o bereberes, y empiezan a invadir la península
desde el sur.

Esta no es una invasión homogénea pues se trata de tribus de distintas procedencias,


basta con diferenciar los turdetanos del sur con los ilergetes de  levante. Y traen con
ellos los caballos líbicos de origen oriental que habían sido llevados por los hicksos a
Egipto.  Estas tribus que estuvieron entrando en la península se les denominó íberos,
posiblemente asociado al nombre de un  río del sur de la península llamado Iberus o
Hiberus, todas estas tribus tienen una lengua y un origen común.

Con sus caballos y carros conquistaron fácilmente a los pueblos originarios y en su


expansión siguieron la costa, llegando a rebasar los Pirineos por el norte y ocupar el
Algarve portugués por el sur. A partir del siglo VI AC ya no hay representaciones de
carros.

Estelas íberas con carros de guerra y armas entre los siglos IX y VI AC

Divididos entre numerosas tribus o naciones encontramos, militarmente hablando,


grandes diferencias entre ellos. Estos pueblos incluyen de sur a norte los turdetanos,

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túrdulos, oretanos, bastetanos, contestanos, edetanos, ilercavones, ilergetes, lacetanos,
cosetanos y otros grupos menores.

Para empezar estaban los turdetanos, numerosos y siempre dispuestos a militar en los
diferentes ejércitos púnicos, pero al mismo tiempo los menos capacitados para la guerra
y por ello menospreciados tanto por los cartagineses como por los romanos, vestían con
una túnica blanca con bordes rojos y un casco de cuero con la crinera roja. Los túrdulos,
vecinos de los turdetanos eran mejores guerreros y por ello más temidos por los
romanos, vivían al norte del Guadalquivir en lo que es Sierra Morena, vestían y se
equipaban de una manera parecida a los turdetanos, pero llevaban cascos metálicas y a
veces pectorales redondos.

Guerreros turdetanos, ocupaban el valle del Guadalquivir, llevaban una túnica blanca
con los bordes en rojo, y un casco de cuero con la cresta roja.

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Guerreros íberos túrdulos. 1 y 3 Llevan túnica blanca con bordes en rojo, llevan cascos
metálicos; 2 infante celtíbero lleva cota de malla y una espada celta. Autor Richard
Hook

Los bastetanos estaban situados en las actuales provincias de Jaén, Almería, Murcia,
Albacete y parte de Córdoba; a los que vivían a lo largo de la costa se les denominaba
bástulos o libio-fenicios. La capital de la Bastetania sin embargo fue ”Basti” lugar

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donde se encontró la Dama de Baza, en una Necrópolis situada en un lugar conocido
como Vega y Hoya de Baza y donde existen otros yacimientos también importantes.

La Contestania comprendía Alicante, norte de Murcia y sur de Valencia, hay numerosos


restos arqueológicos, entre los que se encuentre al cerámica de Lidia (Valencia) en la
que se describe bastante bien los guerreros.

Los edetanos ocupaban Valencia y sur de Castellón. La habilidad en el manejo de las


armas era una cualidad estimada en el buen edetano. Los guerreros edetanos eran
diestros en la lucha cuerpo a cuerpo con todo tipo de armas, pero su arma preferida era
la falcata. La manera en que combatían los edetanos causó tanta admiración entre los
romanos, que éstos reclutaron a todos los edetanos que quisieron unirse a las legiones
romanas, verdaderas tropas mercenarias entrenadas en el combate.

Los jinetes edetanos eran entrenados desde niños estaban acostumbrados a asegurarse
bien con sus piernas a sus monturas para mantener una estabilidad notable y la
tranquilidad necesaria para arrojar jabalinas o luchar montados a caballo. Cuando
combatía el jinete edetano, montado a caballo, arrojaba primero su jabalina contra el
enemigo. Luego desmontaba y pelaba cuerpo a cuerpo.

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Jinete edetano, vestían y se equipaban de forma similar a los constestanos. Autor
Francisco Vela

Los oretanos, de los que no se tienen muchos datos aunque sí se sabe que Aníbal eligió
para contraer matrimonio a una joven de esa nacionalidad, Imilce, de Cástulo, la hija del
regulo de esa ciudad. Muchos guerreros de esta ciudad militarían luego en las filas del
ejército del general púnico. Existían dos Oretanias a ambos lados de Sierra Morena:
Una, al sur de Sierra Morena, de etnia íbera pura, con capital en Cástulo; la otra, al
norte, con más influencia de los Oretanos Germanos (Oretani Germani), de influencia
céltica con capital en Granátula de Calatrava. Los oretanos (orissos en griego)
vencieron al cartaginés Amílcar aproximadamente en el año 230 AC, cuando estaba
sitiando Heliké (ciudad de ubicación desconocida). Eran unos excelentes guerreros y
fueron reclutados también por los romanos, su lealtad al partido de Julio César pasó a
llamarse Castulonenses Caesarii Iuvenalies.

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Jinete oretano

Sobre los ilergetes fueron los más leales a los cartagineses cuando fueron tratados como
aliados y amigos, más adelante y por abusar de ellos cambiaran de alianza. Los
encontramos así durante toda la campaña de Hispania con uno u otro bando.

Costumbres

Su carácter fue descrito por los griegos, quienes se fascinaron por unos soldados que se
lanzaban al combate sin miedo alguno y que resistían peleando sin retirarse aún con la
batalla perdida, los guerreros a los que se referían eran mercenarios íberos reclutados
por los griegos para sus propias guerras.

En el 341 AC, Dionisio el Joven, obligó a Platón a convivir con los íberos, el filósofo
decía que bebían vino sin rebajar con agua.
Según Estrabón el sabio Griego los íberos eran ”de mediana estatura, morenos y
enjutos; muy caballerosos, leales, de carácter indomable y muy buenos guerreros
aunque también eran “indolentes, perezosos y odiaban todo lo extranjero”.

A los guerreros los describe así: ”… Los íberos son muy guerreros, son petastas
(soldados de a pie) usan la jabalina, la honda, y el puñal. La infantería lucha junto a la
caballería. Dos guerreros montan un mismo caballo, uno se baja y combate a pie. Los
caballos saben ponerse de rodillas cuando se les ordena…”

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Los íberos emplearon tres tipos de poblados:

 Pequeños asentamientos, situados en zonas llanas y que carecían de


fortificación.
 Recintos fortificados, estructuras de dimensiones reducidas con fuertes defensas
que solían estar en zonas altas.
 Grandes poblados u oppida, centros que controlaban una región o un territorio,
donde se situaban los distritos poblados en llano y sus recintos fortificados. Son
las capitales mencionadas por Estrabón.

Las ciudades íberas podían estar construidas junto a cerros, en lugares estratégicos,
controlando las vías de paso, lo que les daban una importante ventaja frente a los
enemigos; solían estar circundadas por muros de piedra y adobe, sobre los que se
disponían torres de vigilancia y las puertas a la ciudad. Los asentamientos construidos
en llano nunca estaban amurallados y tenían una funcionalidad económica, agrícola y
ganadera.

Las casas de las ciudades solían ser de planta rectangular, hechas de adobe sobre una
base de piedra, a modo de cimientos, de una sola planta y, algunas veces, dos; las
cubiertas tenían una estructura de madera y recubrimiento vegetal.

Las tribus íberas tenían tradición monárquica, cada ciudad estaba regida por un rey o
regulo. La sociedad íbera estaba claramente estratificada: una aristocracia; una clase rica
de comerciantes, sacerdotes y guerreros; una clase mas baja, formada por trabajadores
especializados y campesinos, que eran ciudadanos libres, miembros de pleno derecho
del sistema social; y unos pocos esclavos.

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Íberos siglo II AC. Se reconstruye una ceremonia en la que un guerrero solicita la
bendición para su falcata ante un altar. Es un jefe íbero posiblemente oretano por el
color rojo de la túnica, lleva un pectoral con el lobo; 2 dama que lleva un tocado similar
a la Dama de Elche, posiblemente sea una sacerdotisa; 3 guerrero íbero. Autor Angus
McBride para Osprey

Existía una división del trabajo entre los habitantes de los asentamientos, con personas
liberadas de las tareas propiamente productivas y dedicadas a otras tareas como
pudieran ser los artesanos o comerciantes. Esta división del trabajo fue posible gracias a
un incremento de la producción agropecuaria, impulsada por una mejora de las
herramientas y técnicas agrícolas, algo que permitió una liberación de mano de obra
para que pudiese ser empleada ahora en otras actividades. Según estudios realizados, del
total de la población, un 50 % podría desempeñar trabajos agrícolas, un 15 % estaría
formado por artesanos, comerciantes, guerreros a tiempo más o menos completo y
gobernantes, mientras que el restante 35 % incluiría a niños y ancianos que, en teoría,
no tendrían capacidad para trabajar. Las mujeres parece que se dedicaban a tareas
agrícolas, domésticas y cuidado de los niños. De momento no se ha encontrado ninguna
mención de mujeres que perteneciesen a la clase dominante.

La unidad mas básica de la estructura social y familiar de los íberos era el clan
(gentilitates),un grupo de personas que tenían lazos de sangre y los mismos
antepasados. La propiedad de la tierra y la ganadería era colectiva, pertenecía a todo el
clan. Estos clanes se unían en una estructura superior, la tribu o gens. La unión de estas
tribus componía una federación de tribus.

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Cremación de un noble íbero posiblemente oretano

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Cremación de un régulo íbero. Se ve la imagen de un toro cuya veneracion en
cementerios gozó de gran popularidad en la Edetania y en la Constentania

Se expresaban políticamente a través de una asamblea popular, formada por los adultos,
que podían tomar decisiones de importancia. Había otras asambleas mas restringidas,
como la asamblea de lideres de los clanes o la asamblea de ancianos, que podían
desestimar las decisiones de la asamblea popular.

Las fuentes griegas y romanas mencionan dos características que se podían encontrar
entre las tribus de toda Iberia: El hospitium era un pacto entre clanes o tribus, por el que
cada miembro de un clan era considerado miembro efectivo de otro clan mientras
permaneciese en territorio de ese otro clan. En tiempo de guerra, obligaciones entre los
diversos clanes era muy significativa.

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Jefe íbero despidiéndose de su familia, posiblemente es oretano por su toga roja y
pectoral redondo decorado con la cara de un lobo.

La guerra

Los guerreros parece que no constituían un grupo numeroso de forma permanente, sino
que serían reclutados en su mayor parte según las necesidades militares del momento
entre los clientes. Los cargos de responsabilidad serían desempeñados por aristócratas
de rango intermedio. Tradicionalmente se ha venido considerando que la forma de lucha
típica de los íberos era la denominada de guerra de guerrillas, formada por pequeños
grupos de guerreros dotados de armamento ligero que hostigarían al enemigo mediante
ataques por sorpresa tras lo que desaparecerían inmediatamente gracias a su perfecto
conocimiento del terreno. Pero este tipo de enfrentamientos se produjo principalmente
durante las primeras épocas y fue evolucionando hasta llegar a la guerra compleja.
Empleaban unidades encuadradas en formaciones cerradas de unos cientos de
combatientes y tenían personas dedicadas a aspectos como el reclutamiento de ejércitos,
traslado, alimentación de hombres y animales, estacionamiento de tropas, etc. Existían
numerosos enfrentamientos aunque de poca duración entre distintos pueblos íberos, y
entre estos y sus vecinos celtíberos o de otras etnias. Se tratarían de choques que se
limitarían sobre todo a los meses de primavera y verano. Muchas veces era una forma
más de obtención de recursos, principalmente para los habitantes de los territorios más
pobres.

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Los íberos utilizaban una táctica a la que los romanos llamaban concursare, que según
los romanos no necesitaba de ningún tipo de coordinación ni táctica, que los íberos
combatían sin ninguna táctica.

Concursare consistía en un ataque en masa, en aparente desorden. En un momento


dado, antes de quedar bajo el alcance de los proyectiles romanos, se daba una señal y el
ejercito íbero se detenía y comenzaba a retirarse, dando la impresión de que
abandonaban el campo de batalla.

Infantería íbera realizando un concursare,  consistía en atacar en masa en aparente


desorden y a una señal retirarse antes del choque para hacer perder la cohesión al
enemigo

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Esta secuencia ataque-retirada se repetía una y otra vez, durante todo el día, durante
varios días. Cada aparente retirada de los íberos era seguida por un intento de
persecución de los legionarios romanos, mientras trataban de mantener la formación. A
menudo sucedía que los romanos perdían los nervios y la disciplina, rompían la
formación y se lanzaban desordenadamente en persecución de los íberos.

Entonces sonaba otra señal, los íberos se reagrupaban rápidamente y montaban un


contraataque, cargando a toda velocidad sobre los legionarios, que perdida la formación
y aunque estaban mejor equipados que los íberos, eran menos ágiles en el combate
cuerpo a cuerpo.

Era común para los guerreros íberos llevar un pequeño recipiente conteniendo venenos
de acción rápida extraídos de la planta ranunculus sardonia, para suicidarse en caso de
ser cogidos prisioneros.

Este veneno tenía la particularidad que, al ser ingerido, contraía los músculos de la cara,
provocando una mueca que imitaba la risa. Esto aterrorizaba a los soldados romanos,
que pensaban que el guerrero muerto les seguía desafiando con su risa sardónica desde
el mas allá.

Guerreros íberos preparando una emboscada, se puede ver con caetra y jabalinas, con
scutum y lanzas, otro con escudo redondo y soliferrum, al fondo un jinete con
su caballo tumbado. Autor Angus McBride para Osprey

La devotio ibérica, era una costumbre de los pueblos prerromanos (íberos, celtas,
cántabros, celtíberos, lusitanos, etc) común a otras zonas europeas como los galos y
germanos. A través de ella un guerrero (devotus) engrosaba la clientela de un personaje
importante (patronus) mediante un contrato por el que se comprometía a defender
defenderlo hasta la muerte o suicidarse en el caso de que su jefe muriese en combate
antes que él por no haberle protegido.

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Armamento

El armamento del guerrero ibero, no era ni mucho menos regular, pero era muy similar
independientemente de las distintas tribus.

Escudos

La caetra: el escudo propio de los iberos, un escudo circular no muy grande, que se
sujetaba al cuerpo del soldado mediante unas cuerdas, o tiras de cuero, que pasaban por
el hombro y que otorgaban gran movilidad para combatir por el terreno tan irregular de
la península. Este escudo podía tener variaciones en su protección metálica delantera o
umbo.

El scutum o escudo ovalado parecido al de los celtas, y del que se dice procede de él.
Ofrecía muy buena protección contra las infanterías pesadas, sobre todo las romanas,
con las que más lucharon. Poseían un resistente umbo central que protegía la zona del
mango. Su peso aproximado era de unos cinco a siete kilogramos.

Ambos escudos eran adornados con símbolos y colores, sobre todo en el ovalado, en el
que sus símbolos han pasado a ser casi un emblema por el que se reconoce a los iberos.

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Espadas

La téne: es una espada de doble filo y hoja recta de unos 60-90 cm, muy pesada y
contundente, su uso se extendió por toda la Galia y por vastas zonas del mundo ibérico,
sobre todo la zona nororiental. Los romanos temían mucho este tipo de armas y se
horrorizaban por las terribles heridas que causaban. Esto se debía a que, mientras ellos
estaban acostumbrados a armas de estoque, este tipo de espadas era de tajo y embestida
con tajo, estrategia que producía unas heridas más grandes y escandalosas, y
mutilaciones más impresionantes. Todo esto sale citado en las fuentes de la época como
Polibio.

Gladius Hispaniensis: la espada ibera por definición, la que el Imperio romano adoptó
para sus legiones y que bautizaron como “gladius hispaniensis“, o sea, “punta de la isla
conejera“. Era un arma simple pero de gran calidad, y que los iberos utilizaban para
“pinchar” al enemigo, cuando avanzaban en formación y cuando el enemigo se
descubría, aunque también sería empleada para asestar “tajos”. Esta espada no era muy
grande, lo que le otorgaba una gran movilidad en las batallas, cuando el espacio era
escaso. La hoja se podía utilizar por los dos lados y por la punta, al contrario que la
falcata, que sólo se utilizaba un lado, para dar un golpe cortante, o de punta para
atravesar al enemigo.

Su forma no era recta de la base a la punta, sino que se estrechaba ligeramente hacia el
centro y de nuevo, antes de llegar al extremo, se estrechaba para conformar la punta. La
empuñadura de esta arma formaba un disco en su parte central y después otro medio
disco en el extremo, así se favorecía el agarre de la espada. Esta espada ha tenido
muchas variantes, tanto por parte de Roma, como por parte de las tribus ibéricas con
influencia celta, o las propias tribus celtas de la península, aisladas de las tribus celtas
del resto de Europa, estos modelos se diferenciaban sobre todo por su empuñadura, que
podría acabar en dos esferas, en una, etc.

La falcata: Esta espada no tenía mucho que ver con el modelo que parece ser se trajo
Grecia, ya que esta espada fue remodelada casi por completo. Su curvatura, su forja, su

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modelado, todo, fue cambiado, o quizás fuese ya así y que los griegos adoptaron de otra
manera. Sea cual fuere su origen, esta espada infundía casi tanto terror como la “gladius
hispaniensis”, se creaba dejando el hierro oxidar, hasta que sólo quedase su núcleo más
puro, lo que ofrecía una dureza enorme a la espada. Después, se fundía y se le daba la
curvatura, (no todas tenían la misma curvatura) y el tamaño del propio brazo del
guerrero, es decir, cada “falcata” era un arma única, ya que variaba la longitud del brazo
de su portador y por lo tanto la de su hoja. La medida se tomaba desde el dedo corazón
hasta el codo del brazo del guerrero. Esta espada, de igual modo que la “hispaniensis”
llevaba acanaladuras en su hoja, para darle más ligereza. Su hoja se utilizaba para
pinchar con la punta y para dar tajos por la parte inferior de la espada. Las empuñaduras
de estas armas, solían tener forma de cabezas de animales, como caballos y aves.
Formaban un óvalo que rodeaba la mano y que se cerraba en su parte de los nudillos,
para poder dar golpes con la empuñadura si era preciso, pero se hacía, sobre todo, para
proteger la mano de los ataques con espada de los enemigos.

Otras espadas: también se han encontrado espadas que parecen ser rituales, o que por lo
menos no eran muy utilizadas por los guerreros. Hay ejemplares de espadas largas,
seguramente utilizadas por los celtas y que no gozaban de mucha fama entre los iberos,
por ser armas que ofrecen poca movilidad y que sólo pueden ser utilizadas para golpear
de arriba abajo cayendo sobre los hombros, limitando muchísimo al guerrero en los
combates.

Lanzas

Las lanzas eran armas muy presentes en los ejércitos íberos, tanto las de cuerpo a cuerpo
como las arrojadizas. Las lanzas solían tener dos puntas, la principal en la parte superior
y la secundaria, más pequeña y débil, en su parte inferior, que se utilizaba para pinchar
al enemigo, cuando caía al suelo, o cuando se rompía la punta principal. El arma
constaba de tres partes: el asta, que era por así decirlo, el palo al que iban sujetas las
otras dos partes, la punta principal, y la punta inferior en forma de cono estrecho. Para
sujetar las dos puntas, se solía incrustar a presión en la madera, para evitar así que se
moviesen o se soltasen, como podía pasar con las que estaban atadas, otorgando así más
resistencia y dureza en el arma.

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Armas arrojadizas y de proyectiles

Las armas utilizadas para desbaratar y aniquilar las líneas enemigas, utilizadas por los
iberos eran muy variadas, pero la que controlaban con más destreza y de las más
efectivas eran la honda.

La trágula: es una jabalina ligera arrojadiza utilizada por la caballería con la forma de
jabalina. La trágula era seguramente barbada o arponada, pues se decía que necesitaba
ser rota para extraerla de la víctima. Una trágula atravesó la pierna del mismísimo
Aníbal en el sitio de Sagunto (219 AC.) Sagunto (219 a.C.).

Lancea y jabalina: las armas aguzadas con asta tienen una larga pervivencia y gozan de
un notable arraigo en las culturas del Mediterráneo.

La falárica: Es un arma corta, ligera y apta para ser arrojada a gran distancia, siendo en
gran medida sustituta de la flecha tirada con arco, que no era usual entre los iberos.

El soliferrum: una lanza de larga punta metálica especialmente diseñada para perforar
cualquier tipo de escudo, aun cuando éste estuviera forrado en metal. Se usaba igual que
la pilum romana, tras lanzarlo en trayectoria parabólica contra las primeras líneas del
enemigo, se clavaba en los escudos adversarios y se doblaba, obligando al adversario a
desprenderse del escudo. Después desenvainaba su temible espada corta y, protegido
por su escudo atacaba usando la espada para pinchar o hendir. Cuando un guerrero
fallecía, su Soliferrun se doblaba y se enterraba con él.

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La honda: esta arma simple y arcaica, a simple vista puede parecer poco menos que
inofensiva, pero no es así, un proyectil lanzado por un hondero, podía matar de un único
golpe al enemigo. La fuerza centrífuga de la que se vale la honda, sumada al peso de los
proyectiles, que eran lanzados a la vez y en gran número, podía hacer estragos en las
líneas enemigas, ya fuera por la mortandad que causaba, o porque deshacía las líneas
enemigas desorganizando y abriendo huecos en su caballería y su infantería, lo que
propiciaba un mejor ataque.

El arco: se tiene constancia de que el arco era utilizado por los iberos, aunque era
prácticamente relegado para la caza de animales. La honda hacía mejor el papel de arma
a distancia para los iberos.

Puñales y cuchillos

El pugio: es un puñal que también adoptó Roma para su ejército. Medía un palmo (del
dedo corazón hasta la muñeca), muy parecido a la gladius hispaniensis. Resultaba un
arma ideal para apuñalar, pudiendo con una buena acometida perforar una cota de
malla. Esto se debía a que poseía un nervio central que dotaba a la hoja de resistencia y
firmeza.

El cuchillo afalcatado: este cuchillo se llevaba en la vaina de la falcata, junto con otras
puntas de lanzas de repuesto. También se solía utilizar en rituales de sacrificio de
animales. La empuñadura en todos estos tipos, debió ser de madera en la mayoría de los
casos, siendo en las piezas más cuidadas de hueso o marfil, de igual modo que en la
falcata.

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Corazas y protecciones

Había varios modelos en función de la zona en que vivían.

La coraza: Protegía el tronco del guerrero, no eran muy usadas por los íberos por la
incomodidad y el calor que producía en el cuerpo, se componían de peto y espaldar,
posiblemente las usadas eran de origen griego.

Placas circulares: la armadura por excelencia de los iberos era una simple pero efectiva
coraza, que cubría las partes más vitales del pecho y de la espalda. Se ponía sobre una
especie de coraza de cuero y sobre una superficie acolchada para amortiguar los golpes
contra el cuerpo al pararlo. Solía estar decorada con una cabeza de lince, un animal
sagrado, vinculado con el mundo de los muertos, quizá haciendo ver que el dios del
inframundo les protegía y la muerte huía de él. Se sujetaba pasando por el hombro y
debajo de los brazos, lo que también ofrecía en menor medida una pequeña protección
contra los tajos de las espadas.

Lóriga de escamas: era una protección, a modo de piel de serpiente, que ofrecía
movilidad y a la vez una buena protección, aunque no se sabe cómo se hacían, ni cómo
se sujetaban las placas de escamas –se han identificado con unos fragmentos hallados en
la necrópolis de Almaluez, aunque se adscriben a una época anterior. Algunas placas
encontradas en Numancia se han interpretado como parte del revestimiento de las
corazas de lino.

Había varios modelos, uno cubría únicamente el torso por delante, otro que cubría
además de esto, los laterales, y la más completa, que cubría pecho, laterales y espalda.
Debajo de estas protecciones se solía llevar una faltriquera de tiras de metal, parecida a
la protección de anillas de los celtas. Todo combinado para ser una infantería pesada
resistente y móvil.

Lóriga de malla o de anillas: está protección llegó a manos de los iberos, por la
influencia de los celtas, y consistía en anillar a un anillo de metal otros anillos y estos
anillos a otros y así sucesivamente. Esta protección, aunque un poco pesada, ofrecía
mucha movilidad y una buena protección contra los tajos. Solía cubrir desde el cuello
hasta la pierna, además se añadían unas hombreadas de anillas también, para proteger
los golpes de filo de las grandes espadas celtas.

Protecciones de cuero: además de estas corazas, solían llevar protecciones de grueso


cuero curtido, para que los tajos “rebotaran” y no les hiriesen los filos de las espadas al
utilizarlos de esa manera. Estas protecciones se solían llevar sobre todo con la coraza
circular, era una especie de capa que se introducía por la cabeza y que terminaba en
forma de pico por delante y detrás, llegando hasta un poco más abajo de la cintura.

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También hacían hombreras de este material con el que se protegían la parte superior de
los tajos de las espadas y que también ofrecían una superficie que les protegía del
contacto de las tiras de cuero que de las que llevaban colgadas los escudos y a veces las
espadas.

El sagum  o protecciones de lana prensada : eran protecciones que se utilizaban para


amortiguar los golpes de proyectiles de las hondas, como los tajos de las espadas
amortiguándolos y rechazándolos. También se ponían debajo de las corazas para evitar
el contacto directo con el metal y para ofrecer una protección suplementaria a éstas.

Grebas

Además de la parte inferior se necesitaba proteger las piernas en los combates. Las
grebas eran de metal, recubiertas en su interior de un material lanoso en la parte inferior
para evitar el contacto del metal con la piel. Se ataba con dos tiras de cuero alrededor de
la pantorrilla, o una sola tira más ancha. Se utilizaban tanto dos grebas (una en cada
espinilla) como una sola greba (en una pierna); ya por carecer de medios para
proporcionarse ambas o porque generalmente en los soldados de infantería, se portaba el
escudo con el brazo izquierdo y, para protegerse se adelantaba éste y la pierna izquierda,
quedando detrás, presto para ser usado, el brazo armado con el soliferrum o la falcata.
Por ello, la pierna adelantada se protegía con la greba de bronce.

Cascos

Hay también varios modelos de cascos, unos propios y otros adquiridos por el comercio
y por el trato con otros pueblos. Los había de cuero, metal, redondos, en pico, etc.

Cuero: los de cuero eran lo más comunes, solían ponerse en la cabeza de manera que
cubriera la cubriera por completo, orejas incluidas. Se le ponía fieltro prensado por la
parte interior para acolchar la protección y amortiguar los golpes recibidos, no dejando
que la cabeza los sintiese en exceso. Iba adornado comúnmente con una crin de caballo
tintada en rojo que iba en la punta o en la parte superior y caía por debajo de la nuca en
forma de coleta suelta. Otra forma de adornarla, era con una especie de cabeza de
animal delante que iba hasta el cogote en forma de tubo y del que caía una coleta suelta,
igual que el adorno anterior. También podía sin ningún tipo de adorno.

Escamas de metal: los cascos utilizados para la infantería pesada solían ser de metal, ya
que la situación requería una mayor protección frente a soldados mejor armados y
protegidos. Se utilizaba con la protección de escamas, era un casco parecido al celta, de
una sola pieza, que iba formando escamas hasta acabar en pico.

Celta: este casco se utilizó sobre todo en los territorios de influencia celta. Era un casco
liso, acabado en punta larga, que sólo cubría la parte superior de la cabeza. Los más
comunes solían llevar carrilleras que caían del casco protegiendo las mejillas de los
soldados, aunque los iberos preferían no llevarlas, porque decían que les molestaba en la
lucha. También llevaban una protección en la nuca para evitar cortes en el cuello.

Otros cascos: existía otro casco, utilizado sobre todo en la zona turdetana de Iberia, que
era parecido al de cuero, pero más largo, caía sobre los hombros y llevaba también la

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crin de caballo. No se sabe con qué material se hacía este casco, ya que no se ha
encontrado ningún ejemplar de él en las excavaciones.

Infantería íbera

Había dos tipos de infantería íbera: Los honderos y los caetrati como infantería ligera y
los scatutari o infantería pesada.

Infantería íbera turdetana se identifican por su toga blanca con el borde rojo y el casco
de cuero con una crinera roja, se puede apreciar honderos, caetrati y scutari . Autor
Giuseppe Rava

La infantería caetrati eran guerreros íberos que luchaban como infantería ligera,
hostigando al enemigo antes de entrar en combate cuerpo a cuerpo. Aunque solían usar
su gran movilidad y conocimientos del terreno para mantenerse fuera del alcance de
enemigos superiores, a menudo daban sorpresas a unidades que no eran normalmente
vulnerables al ataque de este tipo de tropas.

Su equipo era el pequeño escudo redondo o caetra, varias jabalinas y la falcata.


Normalmente se situaban a vanguardia junto con los honderos de baleares para
enfrentarse a los peltastas enemigos.

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Infantes íberos caetrati. A la izquierda equipamiento, a la derecha actuando delante de la
infantería pesada. Autor Pablo Outeiral

La infantería scutari luchaban como pesada íbera portaban armaduras de mallas o


escamas, yelmo y un escudo largo y oblongo, parecido al escutum romano de los
tiempos de la República. Su arma principal era lanza y como secundaria la falcata, o la
gladius hispaniensis, posiblemente se emplease en un tipo de formación tipo falange
aprendida de cuando actuaban como mercenarios.

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Infante íbero scutari, a la izquierda equipamiento completo, a la derecha scutari túrdulo

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Formación de íberos scutari. Autor Carlos Fernández del Castillo

Honderos. La honda era muy empleada por todos los pueblos íberos ya que era una
excelente arma de caza, pero donde realmente alcanzaba su máxima realización era en
las baleares.

‘‘Las islas Baleares fueron en primer lugar, denominadas Gimnesias, después, cuando
fueran ocupadas por los griegos, ya que sus habitantes atacan a sus adversarios con
piedras que voltean con la honda, éstos denominaron Balears las islas que ésos
habitaban, nombre derivado que significa: lanzar”. Servi, Ad Virgil.

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Honderos baleares y caetrati siglo II AC. 1 infante caetra, falcata y típico cinturón
ibérico, 2 hondero con cuchillo largo mayorquín, 3 hondero con falcata. Autor Angus
McBride para Osprey

Los baleares llevaban tres hondas trenzadas (de lino, esparto o incluso crin de animal),
una en la mano, otra en la cintura y otra ciñendo la frente. Cada una con distinto tamaño
para lanzar sus proyectiles a distintas distancias. Además llevaban una lanza con punta
de madera endurecida al fuego, siendo muy raro que tuvieran punta metálica. Para su
defensa llevaban únicamente una piel de cabra atada al antebrazo izquierdo. Los
proyectiles podían ser piedras o glandes de plomo, consistentes en piezas bicónicas o
bitroncocónicas hechas con un molde. Su tamaño y peso son constantes, en torno a los
4-5 cm. y 40-70 gramos, aunque había algunos de mayor tamaño y peso. En manos
expertas, como eran las de estos guerreros, sus proyectiles podían superar en distancia a
los de los mejores arqueros (entre 200 y 300 metros), así como su puntería, también
tenían la ventaja de que estos no podían ser vistos en su trayectoria, imposibilitando que
el enemigo pudiera intentar cubrirse y las heridas ocasionadas por su impacto eran más
peligrosas que las de las flechas. Sin embargo, entrenar a un buen hondero requería
mucho tiempo, más que un arquero, siendo en las Baleares instruidos desde niños, se
dice que las madres ponían el pan encima de un palo y no lo podían comer hasta que lo
derribasen con la honda. Según Licofrón de Calcis ”…las madres enseñaron a sus hijos

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más pequeños, en ayuno, el arte de tirar; ya que ninguno de ellos probará el pan con la
boca si antes, con piedra precisa, no acierta un pedazo puesto sobre un palo como
blanco…”.

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Familia de honderos de Baleares. Las madres ponían el pan encima de un palo y no lo
podían comerlo hasta que no atinaban, el padre viste a rayas según influencia púnica.
Autor Carlos Fernández del Castillo

Diodoro de Sicilia, decía del hondero balear que: ”…utilizando esta arma son capaces
de arrojar proyectiles mayores que los lanzados por otros honderos y con una fuerza
tan grande que parece que el proyectil ha sido lanzado por una catapulta. Por ello en
los ataques a las ciudades son capaces de desarmar y derribar a los defensores que se
encuentran en las murallas y, si se trata de combates en campo abierto, consiguen
romper un número enorme de escudos, yelmos y toda clase de corazas”. Era común
entre ellos vestir túnicas a rayas, de marcada influencia púnica.

Su función, como tropas ligeras, era la de desorganizar las líneas enemigas antes del
choque entre las infanterías pesadas de ambos ejércitos. Podían operar en las alas o en el
centro de la formación, replegándose cuando el enemigo se acercara demasiado, ya que
no estaban preparados para un combate cuerpo a cuerpo. Fueron muy apreciados por los
cartagineses que los emplearon en todas sus campañas, posteriormente fueron
empleados por los romanos.

Honderos íberos se empleaban para desorganizar las líneas enemigas antes del choque
entre las infanterías pesadas, algunos llevan caetras.

Caballería íbera

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El caballo fue valorado en gran medida por las sociedades ibéricas no sólo como una
propiedad de considerable valor y como signo de ostentación, sino también lo fue como
elemento fundamental en sus actividades cinegéticas y bélicas. La relevancia del jinete
guerrero sobre su corcel, la corrobora el notable número de monedas que tienen como
tema predilecto de los reversos el jinete armado sobre caballo galopando. Son múltiples
los testimonios de los textos antiguos que hacen referencia a los caballos ibéricos, a su
resistencia y a su brío. Se les compara con los mejores caballos conocidos en la
antigüedad, como los norteafricanos y los partos, y se hace referencia a los estimados y
numerosos que eran los équidos entre las poblaciones iberas y en general peninsulares.

La riqueza y decoración de los atalajes del caballo iban en consonancia con la del jinete
que lo montaba. El caballo debió tener un gran valor para los iberos, y los hallazgos
arqueológicos indican a cierta mitificación de estos animales.

Las representaciones de las monedas ecuestres nos presentan jinetes en silla, aunque en
muchos casos el caballo lleva cabezal y ramaleras. En cambio las representaciones
pictóricas son más ricas en detalles, y en ellas se pueden apreciar perfectamente
elementos como sillas elementales, mantas, cinchas, cabezales y gamarras ricamente
decoradas, así como originales parasoles, borlas, flecos y campanillas pendientes de los
atalajes.

Especial mención merece el tipo de bocado con el que se controlaba al animal. Es el


tipo dimple de barra denominado bridón o filete que quedaba enmarcado por un cabezal
muy similar al que aún se usa actualmente. Este tipo de brida o bocado no ejercía de
palanca en la boca del animal, sino que la tracción de las riendas por parte del jinete
presionaba la comisura de los belfos obligando al animal a bajar la cabeza. En los
extremos, donde se insertan las riendas, lleva este tipo de brida unas piezas laterales, las
alas, de distintas formas y que evitan el desplazamiento de la barra hacia los lados.

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Sobre tan notables cabalgaduras, los iberos se convirtieron en buenos jinetes, y esta
caballería fue de gran efectividad por su grado de adiestramiento, pero sobre todo por su
particular adaptación a la especial orografía en la que habrían de moverse.

Vestían e iban armados igual que la infantería, con lanzas cortas, jabalinas, y falcatas.
Para protegerse llevaban cascos de fibra o bronce, diversas clases de armadura ligera y
el característico escudo de Iberia, la caetra o escudo redondo. Por tanto, estaban
perfectamente preparados para combatir tanto a caballo como a pie.

Antes del siglo IV AC no existía en el mundo ibérico una verdadera caballería, aunque
sí jinetes aislados, como jefes o exploradores. Antes de estas fechas, sólo los
aristócratas, como símbolo de su posición, acudían a caballo a la batalla, pero
desmontaban para combatir. Durante el siglo III AC la caballería tiene un mayor
desarrollo y protagonismo, gracias a la influencia de los celtíberos, siendo reclutada por
púnicos y romanos, que ayudaron a su potenciación.

Los jinetes íberos luchaban como caballería ligera, lanzando sus jabalinas y
manteniendo la distancia. La escasa longitud de sus lanzas les impedía acometer cargas
directas contra formaciones de infantería. Era entonces cuando descabalgaban y
luchaban a pie.

El caballo que trajeron los Íberos era del tipo oriental, que había sido llevado por los
hicksos a Egipto y que dará lugar al caballo berberisco en el norte de África, o al caballo
de raza española, el lusitano, el mallorquín, el menorquín, el marismeño, estos caballos
debieron tener una alzada entre 130 y 140 cm.

Mercenarios

El territorio íbero fue una gran cantera de tropas mercenarias para los ejércitos griegos y
cartagineses. Los íberos figuran en el ejército cartaginés en la toma de Cerdeña en el
siglo VI AC según un texto de Pausanias.

Primera guerras greco-púnica: A los mercenarios íberos se les encuentra sirviendo en


ambos bandos, Herodoto expresa que en la batalla de Himera en el 480 AC, que
combatieron en en bando cartaginés, Los prisioneros fueron a parar a manos de los
griegos de Agrigento una vez derrotados.

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También combatieron como mercenarios al servicio de los griegos en el 414 AC con
Alcibíades, y en el 411 AC con Aristarco, en el 368 AC con Dionisio en socorro de los
espartanos.

En la segunda guerra greco-púnica 410-409 AC, el general cartaginés Anibal, reclutó


de 25.000 a 30.000 hombrees que intervinieron en el asalto y saqueo de Selinunte, estos
mismos hombres, tomaron y arrasaron Himera en el 409-408 AC. Nuevas levas íberas
intervinieron en la toma de Agrigento en el 406 AC.

En el 405 AC, mercenarios íberos intervinieron en el asalto a Siracusa a las órdenes del
general cartaginés Himilcon, donde el ejército cartagines fue diezmado por una
epidemia y pidió la paz.

En la tercera guerra greco-púnica, en el 396 AC, se alistaron de nuevo en el ejército


púnico, y nuevamente Siracusa se libró de caer a manos púnicas por una epidemia,
Himilcon abandonó al ejército y los íberos se pasaron como mercenarios de Dionisio,
tirano de Siracusa.

En el 368 AC, tropas íberas aparecen entre las tropas que envió Dionisio en socorro de
los espartanos en su lucha contra los tebanos, asaltando el fuerte de Dairas.

En el 361 AC, Dionisio el Joven obligó a Platón a convivir con las tropas mercenarias
íberas, años después recordará que bebían vino sin mezclar con agua.

Nuevamente vuelven a encontrarse mercenarios íberos en Sicilia en el 341 AC a las


órdenes de Amílcar. Pausanias con ocasión de aludir a la derrota del ejército cartaginés,
escribe que éstos alistaban en general a íberos y otros pueblos.

La presencia de estos mercenarios hay que interpretarla como que en el territorio íbero,
existían grandes diferencias sociales entre la masa de población, y encontraban un
escape a su mala situación sirviendo en los ejércitos púnicos y griegos como tropas
mercenarias.

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Los celtas
Primera invasión celta Hallstatt (900 AC)

En el 900 AC y en sentido contrario a los íberos, llegaron a la península los celtas,


llamados también keltas o keltoi este grupo tampoco era homogéneo, sino que estaba
formado por diferentes tribus, y entraron en sucesivas oleadas siguiendo la costa
mediterránea.

Partieron de una zona que estaba comprendida entre el Rin, el Elba y el Danubio y
pertenecían a una raza indoeuropea. Pertenecen a la cultura de Hallstatt y partieron de
esta zona hacia el 1.000 AC pasando por Francia donde se asentaron y fundaron
Massalia (Marsella) para abrir rápidamente un corredor comercial a lo largo de la costa
mediterránea, atravesando finalmente los Pirineos, extendiendo la llamada “cultura de
los campos de urnas” sobre todo por Cataluña y el valle del Ebro, aunque también por
la meseta y el noroeste peninsular. Entraron por los pasos más occidentales de los
Pirineos, estableciéndose en la montaña catalana, los llanos de Urgel, el oriente
aragonés y algún punto en la Rioja. Se estimaba que dichos grupos llegarían en número
limitado y se fusionarían con la población autóctona preexistente, a juzgar por los
escasos rastros que dejaron.

Llegaría una segunda oleada que atravesaría Roncesvalles hacia el siglo VIII AC. Eran
también gentes de cultura hallstáttica, procedentes del bajo Rin, que hallaron asiento
sobre el alto Ebro, el bajo Aragón y la Meseta; de donde posteriores avenidas les
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replegarían a las zonas montañosas que bordean la meseta superior. Entre ellos se
identifica a berones en la Rioja y pelendones en la región de Vinuesa.

Tumba de un príncipe celta de Hochdorf, de la cultura Hallstatt, se puede observar el


carro ceremonial con útiles y armamento, y el cuerpo esta en una especie de bañera de
bronce.

Los carros así como las armas de hierro que poseían les dieron gran ventaja sobre los
nativos. Trajeron los carros (esta palabra viene del céltico karr) al occidente europeo,
traen dos tipos de caballos: uno pequeño o pony que utilizaban para llevar las armas y
ajuares y otro más grande y pesado de sangre fría que tiraba de sus carretas.

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A la izquierda escudo circular de bronce y espada triangular, a la derecha dos  corazas y
un casco de bronce. Cultura celta de Hallstatt

Los carromatos eran de 4 ruedas de madera, pero también se hacen carros ceremoniales
de cuatro ruedas que medían aproximadamente 2 metros de anchura y 4 metros de
longitud cuyo diseño no era para aguantar peso. La llanta de hierro de una pieza de las
ruedas de los carros fue probablemente una invención celta. Aparte de la llanta de hierro
y de las belas, bocín y la barquilla (piezas también de hierro que cubrían el cubo de la
rueda o espacio para el eje), el carromato estaba construido con madera y mimbre. En
algunos casos, las juntas eran reforzadas por aros de hierro.

A la izquierda carro ceremonial celta, a la derecha carromatos celtas

Otra innovación celta fue el eje colgante, suspendido de la plataforma mediante cuerdas.
Ello mejoró la rodadura por los terrenos con baches. También se atribuye a los celtas el
uso del cojinete o una pieza de cuero engrasado que se ponía sobre el eje para evitar el
rozamiento. Para defenderse, hacían un círculo con los carros siguiendo la tradición
indoeuropea. Normalmente combatían a pie.

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Empleaban cascos y corazas de bronce, y las espadas eran triangulares cortas y largas de
antenas, pero no tanto como las Tené. Sus escudos eran redondos en un principio y
posteriormente ovalados.

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panoplia de armas y herramientas pertenecientes a cultura celta de Hallstatt, se pueden
apreciar objetos de hierro y de bronce.

Antiguos guerreros celtas de la cultura Hallstatt. Autor Angus McBride

Segunda invasión celta (siglos VII y V AC)

La segunda invasión celta corresponde a los siglos VII y VI AC, esta vez entraron por
los pasos occidentales de los Pirineos, lo harían también en sucesivas oleadas.

La primer invasión sobre el 650 AC, encabezada por los celtas cempsi y saefes, y los
germanos eburones y cimbrios. Se supuso que estos grupos germánicos alcanzarían la
Meseta, desde donde los cempsos partieron hacia tierras extremeñas y el valle del Tajo
portugués, mandando avanzadas a las provincias de Huelva, Sevilla e, incluso, la
serranía de Ronda. En su vecindad se asentarían los eburones, que tendrían por capital a
Ebura (Évora), mientras Cimbricum (provincia de Cádiz) lo sería de los cimbrios. Los
germanos propiamente dichos optarían por su parte por vivir entre el pueblo oretano,
arrimados a las ricas minas de Sierra Morena, zona donde después figurará la población
de Oretum Germanorum.

Hubo una segunda invasión en el en 600 AC en la que entraron los grupos formados por
los saefes celtas con los pemani germánicos. Los saefes, tras ser expulsados del Rin por
la sempiterna presión germana, también arrastrarían a otros pueblos en su largo camino
a la península como los senones, lungones y lemovices; se unieron en el este francés los
santones, bituriges, nemetati, turoditurones, boios, dragani y volcos. Llegaron a la
Meseta, de donde se irían repartiendo tomando la mayoría dirección occidental. En las

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serranías de Teruel y Cuenca permanecerán parte de la tribu de turoditurones junto a los
volcos. El centro y norte de Portugal será alcanzado por el grueso de los saefes,
acompañados de bituriges, boios, y otros. A Asturias llegaron los lungones y parte de
los dragani, que se extendieron también por León y el este de Lugo. Los nemetati,
lemovices y turodi se establecerían en territorio galaico.

Guerreros celtas, llevan espada tipo Téne, esculodos alargados, pero no llevan aún cota
de malla, sino discos pectorales. Autor Angus McBride

Hubo una invasión posterior a la mitad del siglo V AC, por las tribus célticas del gran
grupo de los belgae o belgas. Sería la que más población aportaría a la península;
entrarían muchedumbres de celtas belgas de las tribus de belovacos, suessiones,
nervios, ambianos y veliocases, a quienes también se unieron los autrigones. Entre
éstos, los belovacos estaban llamados a ser los definitivos propietarios de la Meseta
Castellana, y de su etnia surgirían lo pueblos históricos de arévacos, belos, tittos, y
vecceos. Los arévacos, belos y tittos, junto a los lusones serán las tribus que conformen
el núcleo de los celtíberos, único grupo étnico hispano de lengua y cultura célticas, y
protagonista de la celtización, o celtiberización, de gran parte del occidente peninsular.

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Innovaciones

Introdujeron innovaciones técnicas: introducción de la reja de hierro en el arado, palas


de hierro y la guadaña. Contamos con el testimonio de Posidonio sobre los alimentos,
habla de la riqueza agrícola y de mucha productividad. Según Estrabón, destacan las
piaras de cerdos y el ganado. Producen mucha leche, carne y queso. Ateneo indica que
impresiona la cantidad de comida que consumen, señalando el pescado y el vinagre
entre otros productos. También junto a Diodoro Sículo nos cuentan la afición por la
cerveza y el hidromiel. Los clásicos nos relatan la importancia del comercio del vino,
bebida que ya fue importante, la preferida por la élite. A su vez, remarcan la forma
incivilizada de beber vino porque lo bebían en abundancia y sin mezclar con agua, pues
podía conducir a la locura.

Un gran cambio fue la incorporación de la reja de hierro que permitía profundizar más y
arar más tierra. La guadaña se hace común, haciendo más fácil recolectar cereales. Gran
papel el que juega el forraje de las bestias. La estabulación de los grandes rebaños puede
estar relacionada con esto.

Costumbres

Establecieron la denominada cultura castreña del noroeste, se asienta al norte del Duero,
comprendiendo toda Galicia. Como su nombre indica, el elemento característico es el
castro o recinto fortificado, establecido en la parte alta de las lomas. La preocupación
defensiva es evidente; se construyen sólidas murallas que rodean por completo los
recintos, incluso cuando por uno de los frentes existen obstáculos naturales que podrían
haber ahorrado esfuerzo constructivo.

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Castro celta de la celta de la cultura castreña del norte de la península. En el centro se
ven  los edificios públicos

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Vivienda celta de la cultura de los castros, en algunas regiones norte de de España se
siguen construyendo con el nombre de pallozas.

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Vida en un poblado celta

El sistema de defensa más simple consiste en fosos reforzados con empalizadas; pero lo
típico son las murallas de piedra. Existen castros con un solo recinto pero lo más
frecuente es que tengan dos o hasta tres, más o menos concéntricos.

El resto de los celtas tampoco tiene ciudades como las del mundo íbero; vive en núcleos
de población fortificados con murallas, formando a menudo más de un recinto. La
diferencia con el grupo galaico estriba en el tipo de casa, circular u ovalada en aquel
frente al rectangular de este.

Característica general de todo el grupo es la estructura tribal, con predominio ganadero


sobre el mundo agrícola, la falta de ciudades y la tendencia al nomadismo.

La clase alta y media de la sociedad celta componían una “casta militar”, dedicada
exclusivamente a la guerra. El guerrero celta era desde la adolescencia ligado al ejército,
mediante el uso de las armas, la práctica del arte marcial celta, y de las costumbres de
los guerreros, como la bebida, las fiestas y la caza. Estos guerreros estaban integrados a
grupos de la misma edad, el cual no se separaría durante el entrenamiento en la juventud

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y que luego combatirá en batalla con sus compañeros, apoyando y siendo apoyado por
estos, dando una mayor firmeza a la unidad de combate celta. Estas característicos
básicas del guerrero lo hacían muy orgulloso de su condición y altamente
indisciplinados por tanto.

Ejército

Desarrollaron la cota de malla, una prenda de vestir hecha de anillos de metal unidos.
La primera precursora de la cota de malla es la llamada cota guarnecida, en la que los
anillos, en lugar de estar unidos entre sí, se cosen directamente sobre un soporte de tela
o cuero. Los hallazgos de la cota de malla son poco frecuentes, lo que sugiere que era
un lujo restringido a los guerreros de alto rango. Una gran variedad de cascos de cresta
también pertenecen a este período y se presentan en mayor número que en el caso de la
malla, pero en general la imagen de los ejércitos celtas se compone en gran parte de
combatientes ligeramente protegidos o simplemente sin proteger.

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51
Equipamiento de un guerrero celta: 1 lanza tipo Tené; 2 regatones de bronce; 3 espadas
Tené; 4 cadena para llevar la espada; 5 cascos los de arriba son tipo galea, los de abajo
tipo monteforino; 6 cota de malla; 7 escudo ovalado o scutum. Autor Wayne Reynolds
para Osprey

Los entierros en carros continuaron hasta bien entrado el período de la Tène, sugiriendo
su importancia permanente en la guerra. El carro de la Tène era un vehículo ligero de
dos ruedas, a diferencia de los pesados carros de épocas anteriores. Era manejable y
permitía a combinar la agilidad del conductor con la firmeza del infante. Este último
podía descender para enfrentarse a un enemigo, puesto que el conductor estaba
preparado y atento para recuperarlo, para a continuación huir si se presentaba la
necesidad. En la península Ibérica debido a su orografía, el carro de guerra sería
abandonado en favor de la caballería montada, sin embargo en las islas británicas se
seguiría empleando hasta su conquista por los romanos.

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Entierro de un jefe celta con su carro de guerra.

Los celtas nunca adoptaron como otros pueblos indoeuropeo, el arco como arma
fundamental en batalla, por considerar que no era digno de un guerrero matar a su
oponente a distancia considerándolo un acto de cobardía, prefiriendo siempre el
combate cuerpo a cuerpo, y la lucha con este cara a cara, usando una espada celta tipo
Téne de entre 75 y 90 cm tanto la infantería como la caballería, se empleada para asestar
golpes sobre el enemigo, de arriba hacia abajo o sobre la cabeza de su adversario, su
empleo requería espacio, por lo que el guerrero celta combatía como individuo no en
formaciones.

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De los caballos pequeños celtas quedan en España sus descendientes como el asturcón,
el potoka, el faco gallego, y el garrano portugués que tienen relación con sus parientes
como el shetalnd de Escocia, el dartmoor de gales o el connemara de Irlanda, regiones
también de origen celta. La alzada de estos caballos no debía tener más de 120 cm.

También trajeron un caballo de mayor tamaño llamado ”thieldon o celdón o celedón” al


que hizo referencia Plinio. Se trata de un caballo grande, también duro y piloso. Era
proverbial su longevidad útil. Fue el que tiraba de los carros y posteriormente para los
jinetes pesados. Los descendientes de este caballo son el losino de Burgos, el burguete
de Navarra, el veiga y el sorraia portugueses y el caballo mesteño o de la Meseta. Se
estima que la alzada de estos caballos se situaría entre 130 y 145 cm.

La forma de combatir de los celtas tras una noche de golpear las armas contra los
escudos, de gritos, cánticos y tras beberse cantidades ingentes de licores preparados por
los druidas, los celtas se preparaban para seguir a su caudillo rumbo a la batalla. La
casta militar celta después de hacer los ritos de purificación y haber orado con los
druidas alzaba sus largas espadas y lanzas para lanzar una salvaje acometida contra el
enemigo. No empleaban el arco porque consideraban que matar a un enemigo a
distancia era un acto de cobardía. El caudillo iba el primero, seguido por la nobleza
militar y después el ejército. Los druidas los contemplaban orando por ellos y
preparando ungüentos para los heridos. Iban desnudos al combate como símbolo de
pureza, y su objetivo era cortarle la cabeza al enemigo. Creían que en la cabeza residía
el alma humana y quien la cortaba adquiría su fuerza, convirtiéndose así en un guerrero
superior. Las cabezas cortadas eran sus más valiosos trofeos y después de
embalsamarlas con aceite de cedro las exhibían orgullosamente durante generaciones.

Un celta no temía a la muerte, por lo que en la batalla eran arrasadores. Su protección se


limitaba a un escudo, una espada y un torque o collar de cuello. Si se despojaba a un
guerrero de su torque, se consideraba vencido, aunque siguiera armado.

Si este primer asalto fracasaba seria seguido como en la caballería por otros con
intervalos para descansar, los cuales durarían hasta que el enemigo rompiera filas, o los
celtas extenuados abandonaran el campo de batalla o simplemente defendieran su
posición.

Eran terribles en el ataque pero inconstantes e indisciplinados, y se desalentaban


fácilmente.

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55
Jinete celta siglo III AC: lleva un casco tipo monteforino con carrileras, cota de malla,
espada Tene, y lanza de acometida, de su montura cuelga una cabeza humana como
trofeo de guerra. 1 torques; 2 decoraciones de bronce; 3 silla de montar copiada de los
nómadas de la estepa, 4 espuelas, 5 bocado articulado. Autor Wayne Reynolds para
Osprey

a forma de combatir de los celtas tras una noche de golpear las armas contra los
escudos, de gritos, canticos y tras beberse cantidades ingentes de licores preparados por
los druidas, los celtas se preparaban para seguir a su caudillo rumbo a la batalla. La
casta militar celta después de hacer los ritos de purificación y haber orado con los
druidas alzaba sus largas espadas y lanzas para lanzar una salvaje acometida contra el
enemigo. No empleaban el arco porque consideraban que matar a un enemigo a
distancia era un acto de cobardía. El caudillo iba el primero, seguido por la nobleza
militar y después el ejército. Los druidas los contemplaban orando por ellos y
preparando ungüentos para los heridos. Iban desnudos al combate como símbolo de
pureza, y su objetivo era cortarle la cabeza al enemigo. Creían que en la cabeza residía
el alma humana y quien la cortaba adquiría su fuerza, convirtiéndose así en un guerrero
superior. Las cabezas cortadas eran sus más valiosos trofeos y después de
embalsamarlas con aceite de cedro las exhibían orgullosamente durante generaciones.

Si este primer asalto fracasaba seria seguido como en la caballería por otros con
intervalos para descansar, los cuales durarían hasta que el enemigo rompiera filas, o los
celtas extenuados abandonaran el campo de batalla o simplemente defendieran su
posición.

Eran terribles en el ataque pero inconstantes e indisciplinados, y se desalentaban


fácilmente.

Guerreros celtas. A la izquierda infante celta con casco tipo galea, cota de malla, espada
larga tipo Tene y escudo circular. A la izquierda jinetes celtas, llevan escudos redondos,
uno de ellos porta el distintivo, y otro está tocando el carnix o trompeta de bronce cuyo
sonido era muy molesto

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En cuanto a la composición del ejercito dependía de la población de cada tribu y de su
territorio, por ejemplo, una tribu que habitase en zonas llanas se compondría
principalmente de jinetes y de una infantería más protegida y más armada, mientras que
una tribu de las montañas, no tendría tantos jinetes y su cuerpo principal sería una
excelente infantería ligera, como es el caso de los cántabros contratados por los
cartagineses, que eran apreciados por su pericia para envolver rápidamente los flancos
del enemigo, mientras que la caballería celtíbera del centro de la península tendría una
función de choque por su armamento más pesado al de otros jinetes, como los númidas
o los équites romanos, que eran más útiles para la exploración o la persecución. La
caballería celtíbera también fue muy apreciada por los romanos por su gran
profesionalidad.

En conclusión, al carecer los celtas de una unidad política, también carecían de una
unidad militar y por lo tanto el ejército de cada tribu se adecuaba a las condiciones de su
territorio. Entre las tribus más importantes nos encontramos a los vacceos, vetones,
arévacos, galaicos, astures, y perendones.

57
Colonización fenicia
El primer pueblo que llega a la Península desde las regiones más desarrolladas del
Mediterráneo, fueron los fenicios, según fuentes documentadas. No se sabe exactamente
cuándo se asentó este pueblo en la Península. Lo que sí se sabe es que la ciudad de
Gádir (actualmente Cádiz), que fungía como capital de las colonias fenicias en la
Península, fue fundada alrededor del año 1100 AC. Con esta ciudad, se puede decir,
comienza la historia documentada de España.

Se pueden distinguir dos zonas de influencia: una occidental centralizada en Gádir


(significa ciudad amurallada) y otra oriental ubicada en las actuales provincias de
Granada y Málaga, donde fundaron Malaca (Málag), Sexi (Almuñécar) y Abdera
(Adra).

Colonización fenicia de la península Ibérica. Fuente Atlas históricos del Mediterráneo


http://explorethemed.com/

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Los fenicios se dedicaron a la explotación de los metales preciosos, que abundaban en
aquel momento en la Península. Es con los fenicios en España, precisamente, que nace
la industria metalúrgica. Pero también se dedicaron a la pesca y de aquí se deriva la gran
tradición de la industria pesquera de España y Portugal.

Se atribuye también a los fenicios, el origen del nombre España, que se supone se deriva
de “i-saphan-im” (Costa o isla de los conejos), que era como aquéllos llamaban a la
Península.

Colonia fenicia

La extensión de la actividad comercial fenicia alcanzó una considerable amplitud desde


comienzos del VIII y sobre todo en el VII AC, coincidiendo con la expansión asiria en
Oriente Próximo, que afectó a las ciudades fenicias al cerrarles los mercados orientales,
con lo que se vieron forzadas a reorientarse a los occidentales. La colonización fenicia
buscó nuevas fuentes de riqueza en la industria de la pesca (almadrabas de atún) y los
salazones, introduciendo técnicas propias que alcanzaron gran desarrollo y alta
rentabilidad, prestigiando los productos de la zona (lo que continuó en época
cartaginesa y romana, siendo la base de las exportaciones del aceite y del garum).
También debe atribuirse a los fenicios la introducción a gran escala de las salinas,
estrechamente vinculadas a esta actividad. Se inició la producción de tipos de cerámicas
que con anterioridad solo tenían una difusión muy localizada. No está claro si hubo
cambios agrícolas que pudieran deberse a influencia fenicia, aunque tradicionalmente se
les atribuye la introducción de olivo.

Las relaciones comerciales se basaban en el trueque o intercambio de productos. Los


fenicios ofrecían cerámica, telas de vestir y objetos de adorno a cambio de minerales.
En la Región de Murcia, los fenicios colonizaron la costa de Mazarrón atraídos por la

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riqueza de sus minas de plata y plomo. La costa murciana constituía un enclave
estratégico en la ruta comercial entre Ebussus (Ibiza) y Gádir (Cádiz).

Puerto fenicio

Los fenicios conocían el caballo dado que estuvieron contacto con Asiria en incluso
estuvieron bajo su denominación. Es muy probable que trajesen a la península las
innovaciones tecnológicas asirias como el escudo circular, arco compuesto, armas de
asedio, etc.

Fenicios comerciando con armas

Estaban formadas por ciudades estados semi-autónomas, que solían estar regidas por
gobiernos democráticos, con una Asamblea Alta (o senadores) formada por
representantes de los grandes comerciantes, políticos y militares de alto rango y la

60
Asamblea Popular formada por representantes de distintos grupos de la sociedad como
son los comerciantes pequeños, los artesanos y la gente con oficios especializados.

La presencia e importancia de las asambleas fue tan grande entre los fenicios que
incluso la mitología religiosa cuenta con la Asamblea Divina o asamblea de los dioses.

La sociedad fenicia estaba compuesta por la aristocracia, los sacerdotes, los miembros
de las asambleas, los funcionarios, los trabajadores libres, los trabajadores asalariados y
los esclavos.

Los fenicios serían posteriormente sucedidos por los cartagineses cuando estos se
independizaron.

61
Colonización griega
Los focenses, que procedían de Focea, en Asia Menor (la actual Turquía), se
establecieron sobre el 600 AC en el Sur de Francia, fundando la ciudad de Massalia
(Marsella). En torno al año 575 AC, griegos focenses llegados de Marsella fundaron en
el golfo de Rosas una colonia comercial, el más antiguo testimonio de la presencia
griega en la península Ibérica.

Colonia griega de Marsella o Massalia. Autor Pierre Puvis de Chavannes

Se establecieron en el golfo de Rosas para comerciar con las ciudades tartesias y las
factorías fenicias del sur de la península Ibérica, con la intención de acceder a los ricos
recursos metalíferos de la zona.

Su principal fundación fue Emporion (Ampurias), que significa ‘‘almacén o mercado”.


Partiendo de una ”ciudad antigua” o Palaiapolis, asentada en una isla, que una vez
consolidada como mercado se trasladó a tierra firme, fundándose la ”Cuidad Nueva” o
NeaPolis bien entrado el siglo VI AC. Dicha nueva colonia contaba con unas potentes

62
murallas defensivas, templos como el de Artemis, que nos hablan de la importancia y
pujanza de este enclave comercial.

Había unos 3.000 griegos (500 varones en edad militar), que se pasaban la mayor parte
del tiempo fuera de su ciudad, lo que explica lo pequeño del emplazamiento y la
extensión de su comercio.

De aquí se desplazaron a Hemeroskopeion (Denia), Alonis (Villajoyosa), Akra Leuké


(Alicante) y Mainaké (Málaga). Estas colonias eran ciudades fortificadas similares a las
de la metrópoli. Eran un mercado donde los comerciantes griegos facilitaban a las
comunidades indígenas todo tipo de productos manufacturados (perfumes, cerámicas,
joyas, tejidos…) a cambio, principalmente, de cereales y metales.

63
Colonia griega

Posteriormente los intercambios comerciales ya no se realizaban con el trueque de


productos, sino que los comerciantes ibéricos usaban la moneda para sus transacciones
con los griegos.

Los griegos aportaron la disciplina y la formación tipo falange a los ejércitos locales,
que fueron reclutados como mercenarios en algunas guerras griegas. También aportaron
las protecciones como las grebas, yelmos y corazas, es muy posible que la espada

64
ibérica falcata tuviese su origen en las kopish griegas. Estos griegos conocían también
los caballos, pero no trajeron caballos a la península, ni accesorios de los mismos.

La derrota de los griegosen la batalla naval de Alalie (costa oriental de Córcega) por
etruscos y sus aliados cartagineses, trajo el hundimiento del malogrado mundo colonial
creado por Phókaia en la cuenca occidental del Mediterráneo (hacia 540-35).

De esta catástrofe sólo se salvaron las colonias de Hemeroskopeion (Denia), Emporion


(Ampurias) y Rhode (Rosas). Las demás y concretamente Mainake (Malaga),
perecieron. Cayendo en la esfera de influencia de la nueva potencia que sería Roma.

65
Los celtíberos
Orígenes

Se conocen como celtíberos a una cultura de mestizaje que se dio en la península ibérica
entre los celtas del norte y los íberos del levante. La mayor parte de los pueblos que
ocupaban el centro de la península justo antes de la conquista romana pertenecían a esta
cultura.

Habitaban el sector oriental de la meseta y uno de sus centros básicos era la actual
provincia de Soria, pero se extendían mucho más al sur, alcanzando parte de Teruel y
casi toda la provincia de Cuenca. Para los romanos esta tierra tenía un clima duro y era
económicamente pobre. Vinculados a una economía ganadera, explotaron el hierro del
Moncayo y zonas próximas, desarrollando una depurada metalurgia del hierro.

Será con la guerra de Numancia cuando se encuentra una información más depurada
sobre pueblos y territorios. En esos momentos hallamos mención expresa a los lusones,
arévacos, belos y titos.

Construcciones

Construyeron sus poblados y ciudades en puntos elevados de fácil defensa envolviendo


el contorno con un único lienzo de muralla adaptado a las irregularidades del terreno.
Con el tiempo aparecieron los torreones cuadrados o circulares, con preferencia en las
puertas para posteriormente generalizarse en todo el recinto. A veces realizan fosos
delante de la muralla.

Representación de una urbe celtíbera rodeada de muralla con torreones, a veces tenían
foso

66
Las casas se pegan a la pared interna de la muralla. Los celtíberos se establecieron
lugares elevados y visibles, que refuerzan con murallas, torres defensivas y fosos. En el
interior, las viviendas se organizan en torno a una calle o espacio central.

Poblado celtíbero, vida en el interior del mismo

Las casas celtibéricas presentaban una planta rectangular, con una superficie de entre 40
y 50 metros cuadrados. Los muros se asentaban en un zócalo de piedra sobre el que se
levantaban muros de adobe o tapial. A continuación se realizaba un entramado de postes
a intervalos regulares sobre el que se colocaba una estructura de madera que sostenía la
cubierta vegetal, dispuesta a una o dos aguas. El interior de los muros se enlucía con
barro y paja y el suelo se pavimentaba con arcilla o tierra apisonada. Las viviendas
estaban divididas en 3 estancias (de fuera hacia dentro):

 La primera, a la que se accedía desde la calle por una pequeña puerta, era la más
luminosa y se destinaba a actividades domésticas y artesanales (fabricación de
vestidos, molienda, etc.).
 A continuación, la habitación más grande tenía el hogar en el centro o en un
lateral y a su alrededor se disponían bancos corridos para descansar y comer. En
las paredes se colocaba la vajilla en estanterías y muebles.
 La última estancia estaba dedicada a almacenar aperos y ser despensa de
alimentos.

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Casa celtíbera, tenía tres estancias la primera para actividades domésticas y artesanales,
la segunda para hogar y la tercera como almacén y despensa

Otras viviendas disponían de pequeños corrales adosados a las viviendas o de bodegas-


cuevas bajo el suelo de la primera habitación y con el fin de almacenar y conservar
alimentos.

Economía

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La economía celtibérica se basaba en la agricultura, la ganadería, la minería, la
metalurgia, la caza, la pesca y la recolección de frutos secos:

Agricultura: la pobreza del suelo, la altura y el duro clima la hacían difícil,


reduciéndose al cereal de secano (trigo y cebada) y, en menor medida, las legumbres,
los frutales y la vid. Las labores agrícolas se realizan con arado de reja tirado por yuntas
de bueyes, hoces para la siega y horcas para la trilla. También se dedicaban a la
recogida de frutos secos de los bosques cercanos (nueces y bellotas).

Guerreros celtíberos. Los de la izquierda con tela acolchada y escudo redondo, a la


derecha con casco tipo Monteforino con carrilleras, manto sagum o sago, y cota de
malla respectivamente.

Ganadería: era la que representaba su riqueza. Se centraba en las ovejas y cabras


(50%), destinadas a la obtención de lana y derivados de la leche; vacas (20%) como
fuerza de tracción y para aprovechar su leche, piel, cuero y cuernos; y en menor medida,
cerdos (5-10%). Otros animales empleados por los celtíberos son los destinados al
arrastre y al transporte de cargas y personas (bueyes, asnos, mulos y caballos).
Finalmente, la caza de ciervos, corzos, jabalíes, liebres, conejos, osos y lobos,
complementaba la explotación ganadera.

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Guerreros celtíberos (1) izquierda a derecha arevaco, oretano, lusitano, vacceo y
carpetano

Minería: en el Sistema Ibérico se explotaron las minas de plata, plomo, cobre y hierro,
destinados todos ellos a la fabricación de instrumentos diversos (armas, utensilios
agrícolas y artesanales, adornos, monedas, etc.).

La metalurgia: se concentró en el trabajo del hierro, para la fabricación de utensilios


cotidianos (tijeras, azadas, hoces, cuchillos, etc.) y armas (espadas, puñales, lanzas y
escudos); y del bronce, destinado al adorno (fíbulas o imperdibles, broches de cinturón,
pulseras, placas decorativas o pectorales y brazaletes).

Se sabe que los celtíberos eran buenos fabricantes de espadas; armas que causaron el
asombro de los romanos por su flexibilidad. A base de golpes en frío y de calor en el
centro consiguieron tres cuerpos, dos duros y uno en medio, más blando.

Sociedad

La sociedad celtibérica con el paso del tiempo fue adoptando una estructura más
jerarquizada. Al principio se agrupaban en tribus y clanes:

 Los clanes (gentilitates) agrupaban a individuos unidos por lazos de parentesco


o de sangre (antepasado común) que compartían un territorio, unos deberes y
derechos y unas prácticas religiosas que obligaban a todos.
 Las tribus (gentes) eran organizaciones superiores.

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Ejército celtíbero en las proximidades de Numancia, estaba compuesto de feiferentes
tribus y clanes. Autor Ángel Benito Gastañaga

Los más privilegiados en estos grupos eran los guerreros, quienes ostentaban el poder
político y cuya misión era defender a los demás individuos. Además se establecieron

71
relaciones de igualdad entre los individuos, clanes o tribus a través de instituciones
como el hospitium entre clanes y la devotio entre individuos.

Con el desarrollo de las ciudades, la sociedad celtibérica evolucionó, y el poder político


recayó sobre la asamblea de ancianos (seniores) y la asamblea de los jóvenes (iuniores).
Además aparecen las figuras de los legados o heraldos (enviados para negociar la paz),
los magistrados, y los líderes o jefes militares (elegidos por la Asamblea para hacer
frente a la guerra).

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Guerreros celtíberos 134 AC, cerca de Numancia. Se aprecia las diferencias unos llevan
discos pectorales, otro cota de malla y otros dos cota de escamas. La izquierda Ángel
García Pinto

Los íberos eran monógamos, siendo las muchachas las que elegían a su esposo,
empezando por los más valientes. El pelo de los celtíberos se llevaba largo, como los
celtas, al contrario que los íberos, que solían tenerlo corto. En el calzado los celtíberos
adoptaron el uso de la sandalia ibérica.

Armamento

Polibio dice: ”Casi todos los celtíberos, por así decir, combaten como peltastas,
armados a la ligera por su bandolerismo, los lusitanos, usan jabalina, honda y puñal.
Con los infantes está mezclada también la caballería, siendo los caballos adiestrados
en subir sierras y arrodillarse con facilidad, cuando esto hace falta y se les manda”.

Outeiral:

73
Guerreros celtíberos. Autor Pablo Outeiral

Las armas ofensivas cambiaron con el tiempo en el periodo temprano hasta el 500 AC,
emplearon solo lanzas y jabalinas. Hasta el 350 AC, llevan las espadas rectas de antenas
y puñales, utilizan el soliferrum junto con las lanzas y jabalinas, a partir del 350 AC ya
no vuelven a utilizar los soliferrum, siendo sustituidos por falaricas más parecidas a las
pilum romanas, y empiezan a verse las falcatas, ambos de influencia íbera, también se
emplea la gladius y la espada larga tipo Téne.

A partir del 200 AC, solo se utiliza la espada larga tipo Téne y puñales, junto con la
falarica y las lanzas.
Livio, con motivo de la narración del sitio de Sagunto describe la falarica ”…usaban
los saguntinos un arma arrojadiza llamada falarica, cuya asta era de abeto y redonda
en toda su extensión, excepto en el extremo, donde se colocaba el hierro: éste,

74
cuadrado, como en el pilum, estaba rodeado de una estopa empapada en pez. El hierro
era largo, de tres pies, para poder traspasar la armadura y el cuerpo. Pero aún en el
caso de quedar clavado en el escudo y no penetrar en el cuerpo, llenaba de terror, pues
como se lanzaba encendida la estopa y su carrera avivaba su llama, obligaba al
soldado a despojarse de sus armas y exponerse indefenso a los golpes siguientes….”

Guerreros celtíberos 133 AC. Están atacando las fortificaciones de asedio de Numancia,
el infante está lanzando una falarica. Autor Angus McBride

Philón describe asimismo la forja de las armas celtibéricas: ”…para probarlas,


agarraban con la derecha la empuñadura y con la otra mano la punta, colocaban luego
la hoja transversal sobre la cabeza, tiraban luego para abajo de ambas extremidades
hasta que se tocaban con los hombros y luego las soltaban. La hoja permanecía recta,
aunque esta prueba se repitiera varias veces. Esta flexibilidad se debía a que el hierro
era muy puro y estaba bien trabajado al fuego. Se forjaba en frío y no a martillazos,
combinando la acción del fuego y del frío”.

Marcial alaba las armas celtíberas ”…por la buena calidad de su hierro, que venía del
Moncayo, muchas de las cuales se forjaron en Bílbilis, ya que el agua fría del Salo
(Jalón) era a propósito para su temple”. En otro párrafo se ocupa del puñal ibérico,
forjado en Bílbilis con el hierro del Moncayo y el agua fría del Salo (Jalón)”.

75
Evolución de las armas ofensivas celtíberas: espadas, puñales, lanzas y jabalinas

Las armas defensivas eran el escudo o caetra, redondo, de 50 cm de diámetro y de cuero


o madera, propio de la infantería ligera de ascendencia celta y el largo ovalado de
76
procedencia íbera empleado por la infantería pesada o escutari; la mayoría de los cascos
eran de cuero salvo los de los jefes que estaban realizados en bronce y adornados; las
corazas debieron ser de lino y, en ocasiones muy raras, de cota malla o bien de escamas,
la protección más empleada eran los pectorales de discos de bronce.

77
Evolución de las armas defensivas celtíberas: cascos, escudos y pectorales.

Los celtíberos se organizaban para pelear en grupos de a pie y a caballo (entre el 20 y el


25% del total). La infantería llevaba pertrechos ligeros: caetra, dardo, honda, espada
corta y casco. Eran expertos en escalar montañas, ligeros y rápidos. Los caballos
celtibéricos eran fuertes y resistentes y estaban adiestrados para hincarse de inmediato.

Jinetes e infantes iban mezclados a la guerra, utilizando la táctica que los romanos
denominaron ”concursare”, que consistía en cambios rápidos de ataque y huida, es
decir, guerra de guerrillas, que conlleva actuación por sorpresa y en terrenos de escasa
maniobrabilidad para un ejército grande, como desfiladeros, barrancos y zonas abruptas.

La caballería no buscaba el choque, se movía rápido, y atacaba lanzando venablos, se


retiraba e insistía en el hostigamiento sin empeñarse en acciones en fuerza.

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Jinetes celtiberos luchando con un jinete romano: el de la izquierda es un jefe con casco
de bronce, caetra y falcata,
el de la derecha es un simple guerrero con lanza casco de cuero. Autor Angus McBride
para Osprey

A veces los jinetes celtíberos llevaban un combatiente, que descabalgaba al llegar a la


zona de lucha. Otras veces, el jinete descabalgaba y sujetaba las bridas con una clavija y
combatía con un infante.

Los jinetes, al igual que los infantes, vestían habitualmente túnica corta, escudo colgado
en el lado derecho del pecho del caballo, tahalí para la espada, una o dos lanzas y a
veces casco. Según Estrabón: ”cría toda la Iberia cabras y caballos monteses en
abundancia…”, ”…los de Celtiberia son moteados o pintados de varios colores, y si
los trasladan a la Hispania Ulterior mudan de color…”, ”en agilidad y destreza para
las carreras aventajan a los demás pueblos”.

Silio Itálico se refiere a los caballos que cría Uxama: ”…son fuertes para la guerra, en
la que resisten largos años, y con su bravura apenas sufren el freno u obedecen a la
voluntad del jinete”. ”….éstos aprovechaban las inmejorables características de los
caballos celtibéricos, adiestrándoles a subir por fuertes pendientes y a hincarse o
detenerse de inmediato cuando convenía”.

Caballería celtíbera. Ángel Benito Gastañaga

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El perfeccionamiento en el adiestramiento de los caballos queda bien reflejado en las
necrópolis celtibéricas, donde son frecuentes los duros y fuertes bocados de doma, de
largas camas rectas, frenos partidos, con rienda y falsa rienda, serretas, serretones y
filetes partidos. Tan solo en Numancia se han encontrado pequeñas espuelas de bronce.

Las evidencias arqueológicas muestran que los primeros ejemplares de herradura


aparecen en túmulos funerarios del centro peninsular, lo que podría indicar que los
celtíberos fueron sus inventores.

Diodoro describe a los celtíberos así:


”los celtíberos son crueles en sus costumbres hacia los malhechores y enemigos, pero
honorables y humanos con los extranjeros. A aquellos que llegan ante ellos los invitan
a detenerse en sus casas y disputan entre sí por la hospitalidad, y aprueban a todo
aquel que atiende a los extranjeros, considerándolo amado por los dioses”….”Llevan
sayos negros y ásperos, de una lana parecida al pelo de las cabras salvajes. Algunos
celtíberos se arman con escudos galos; otros, en cambio, llevan cyrtias redondas,
llevan también en las piernas arrolladas grebas de pelo y en la cabeza, cascos de
bronce adornados con crestas de color escarlata. Usan espadas de dos filos fabricadas
en hierro excelente y puñales de un palmo de longitud de los cuales se sirven en los
combates cuerpo a cuerpo. Tienen un modo peculiar de preparar las armas que utilizan
para su defensa. Entierran láminas de hierro y las dejan hasta que, con el tiempo, la
parte débil del hierro, consumida por la herrumbre, se separa de la parte más dura, de
ésta hacen espadas excelentes y los demás objetos concernientes a la guerra. Las
armas así fabricadas cortan todo lo que se les pone: ni escudo, ni casco, ni hueso
resisten a su golpe, por la extraordinaria dureza de su hierro.”

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Guerreros celtíberos 150 AC, posiblemente arevacos, llevan casco de bronce tipo
bacinete, así como disco pectoral, un vacceo está tocando una trompeta de cerámica de
las que se han encontrado más de 50 en Numancia, está cubierto por el manto o sagum o
sago . Angus McBride

”… los celtíberos suministraban para la lucha no sólo excelentes jinetes, sino también
infantes que destacaban por su valor y capacidad de sufrimiento. Están vestidos con
ásperas capas negras, cuya lana recuerda el fieltro. En cuanto a las armas, algunos de
ellos llevan escudos ligeros, similares a los de los celtas, y otros grandes escudos
redondos del tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de
pelo y cubren sus cabezas con cascos broncíneos, adornados con rojas cimeras. Llevan
también espadas de doble filo, forjadas con excelente acero, y puñales de una cuarta de
largo para el combate cuerpo a cuerpo. Emplean una técnica peculiar en la fabricación
de sus armas; entierran piezas de hierro y las dejan oxidar durante algún tiempo,
aprovechando sólo el núcleo, de forma que obtienen , mediante nueva forja, espadas
magníficas y otras armas. Un arma así fabricada corta cualquier cosa que se encuentre
en su camino, por lo que no hay escudo, casco o cuerpo que se resiste a sus golpes, por
la excepcional calidad del hierro. Son muy hábiles en luchar de dos modos diferentes:
primero atacan a caballo y, en caso de ser rechazados, desmontan y atacan de nuevo
como soldados de infantería. Según sus normas habituales son extremadamente cueles

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con los criminales y enemigos, aunque con los forasteros son compasivos y honrados;
los extranjeros que vinieron a vivir entre ellos, todos los invitaron a parar en sus casas,
rivalizando entre ellos para prodigarles hospitalidad, y los extranjeros que fueron
atendidos por éstos, los elogiaban y los consideraban amigos de los dioses…..”

Celtíberos defendiendo Numancia contra los romanos

”En cuanto a su alimentación, se sirven de toda clase de carnes, que abundan entre
ellos, y como bebida poseen una combinación de vino y miel…”

‘‘Los celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el


cadáver de un guerrero así muerto, pues creen que su alma remonta a los dioses del
cielo al devorar el cuerpo yaciente el buitre” (Silio Itálico en Punicas)

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Las evidencias arqueológicas muestran que los primeros ejemplares de herradura
aparecen en túmulos funerarios del centro peninsular, lo que podría indicar que los
celtíberos pudieron haber sido sus inventores.

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