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DANTE TORRES ALTEZ

ALEXANDER RIOJA BERMÚDEZ

EL PROCESO ÚNICO
DE EJECUCIÓN
Mecanismos de ejecución
y de defensa

GACETA

& procesal civil


EL PROCESO ÚNICO DE EJECUCIÓN.
MECANISMOS DE EJECUCIÓN
Y DE DEFENSA

PRIMERA EDICIÓN
FEBRERO 2014
3,840 Ejemplares

© Dante Torres Altez


© Alexander Rioja Bermúdez
© Gaceta Jurídica S.A.

PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. Nº 822

HECHO EL DEPÓSITO LEGAL EN LA


BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ
2014-02487

LEY Nº 26905 / D.S. Nº 017-98-ED


ISBN: 978-612-311-124-3

REGISTRO DE PROYECTO EDITORIAL


31501221400151

DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Rosa Alarcón Romero

GACETA JURÍDICA S.A.


ANGAMOS OESTE 526 - MIRAFLORES
LIMA 18 - PERÚ
CENTRAL TELEFÓNICA: (01)710-8900
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Impreso en:
Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.
San Alberto 201-Surquillo
Lima 34-Perú
PRESENTACIÓN

Uno de los temas álgidos en la expectativa de todo litigante, no se


agota en el hecho de que se le reconozca el derecho que reclama, sino
que este se reivindique de manera concreta; esto significa que para al-
canzar eficacia en la tutela, no es suficiente declarar derechos, sino que
estos tienen que materializarse a través de la tutela ejecutiva.

Los conflictos no se pueden definir única y exclusivamente en sede


judicial, también se puede alcanzar ello bajo la intervención de la auto-
nomía privada de voluntades; en este último caso, los privados invocan-
do su poder de autorregulación pueden decidir los términos y límites de
cómo pondrán fin a la relación jurídica en crisis; para lo cual pueden re-
currir a una serie de modos o formas como la conciliación, la transacción
y el arbitraje, por citar algunos. En igual forma, cuando la autoridad ad-
ministrativa tiene conflictos propios de su competencia con los adminis-
trados, recurre al procedimiento administrativo para su definición. Pero,
sea en uno u otro caso, la decisión que hayan adoptado para poner fin
a la controversia no necesariamente se agota allí, pues se requerirá, en
algunos casos, vencer la resistencia de la parte llamada a cumplir lo pac-
tado o decidido.

Esto significa que no necesariamente la contraparte perdedora está


dispuesta a cumplir voluntariamente lo ordenado, todo lo contrario, se
coloca en una posición de resistencia que requiere ser vencida a través
del uso de la fuerza; esta situación orientada a doblegar esa resistencia
se alcanzará a través de la ejecución forzada.

Véase, pues, que el proceso de ejecución asume un rol vital en el tra-


tamiento de los conflictos, dado que permitirá transformar la situación
conflictiva para hacer realidad el acuerdo de partes o lo que la autori-
dad judicial haya declarado con firmeza. El gran atributo del proceso de
ejecución recae precisamente en el uso de la fuerza legitimada para im-
ponerse sobre la voluntad del resistente; la vis compulsiva como parte
del monopolio de la jurisdicción permitirá dar eficacia a los mandatos
finales y con ello otorgar satisfacción concreta sobre lo reclamado.

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Marianella Ledesma Narváez

Al margen del escenario (judicial o extrajudicial) en el que se haya


construido la solución al conflicto, se requiere además que sea compren-
dida como títulos ejecutivos; sin esta condición no se podrá ingresar al
proceso ejecutivo, pero no es suficiente tener una obligación contenida
en un título ejecutivo bajo los supuestos que enuncia el artículo 688 del
Código Procesal Civil, sino que se requiere además que las obligaciones
contengan los atributos de ser consideradas ciertas, expresas y exigibles.

Aun con un título ejecutivo válido, se requerirá utilizar la fuerza legi-


timada del Estado para alcanzar o materializar esa decisión final; es esta
la fase de enseñoramiento del proceso ejecutivo, el que se va a expresar en
todas las obligaciones, a través del remate y la adjudicación.

Al margen de las obligaciones que contengan los títulos hay la ten-


dencia de convertir estas obligaciones específicas, como la de dar bien
mueble, de hacer, de no hacer, en obligaciones genéricas o dinerarias,
recurriendo para su ejecución a un proceso de modelo único para todo
acto ejecutivo que se quiera promover.

Nuestra legislación así lo establece, a partir del D. Leg. Nº 1069 que


modifica diversos articulados del Código Procesal Civil, dejando la posi-
bilidad de que las ejecuciones aseguradas con garantías (hipoteca) pue-
dan también realizarse recurriendo a la ejecución forzada, con la salvedad
en el manejo particular del título de la garantía que genera esa ejecución.

Gaceta Jurídica, en su actividad de difusión del pensamiento legal,


ha optado por dirigir este trabajo al estudio del proceso de ejecución,
particularizando en las “garantías reales” (hipoteca) y en los “mecanis-
mos de defensa en el proceso de ejecución”, para lo cual se ha confiado
su redacción a los autores Dante Torres Altez y Alexander Rioja Bermú-
dez, jóvenes cultores del Derecho Procesal, cuyo resultado es lo que se
expone a continuación.

Desde ya felicitamos este esfuerzo y anhelamos que esta experiencia


editorial sea pronto superada por una mirada crítica y reflexiva sobre la
casuística que, en materia de tutela ejecutiva, se pueda ir mostrando a
los lectores en futuras ediciones.

Lima, febrero de 2014

Marianella Ledesma Narváez

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CAPÍTULO I
PROCESO DE EJECUCIÓN
(Parte general)
I. ASPECTOS PRELIMINARES

Un aspecto importante antes de desarrollar el presente trabajo es


distinguir el proceso de ejecución con los demás procesos civiles que
existen en nuestro ordenamiento procesal. Es conocido que son los pro-
cesos de cognición (conocimiento, abreviado y sumarísimo), el proceso
cautelar y el proceso de ejecución los que resuelven los conflictos de in-
tereses intersubjetivos y a la vez son manifestaciones de la tutela juris-
diccional efectiva.

El proceso de ejecución busca en determinados casos, satisfacer ple-


namente la pretensión de la parte procesal vencedora de un conflicto,
pues es cierto que en determinados procesos es necesaria aún la inter-
vención de la fuerza pública que el Estado-Juez proporciona a los justi-
ciables para satisfacer recién sus pretensiones. Nos referimos a los casos
en que, a pesar de contar con una sentencia favorable, la parte vencida
no acata la orden impuesta en la sentencia (a diferencia de otras senten-
cias que, con su sola emisión, transforman la situación jurídica de las
partes, tan solo con el cumplimiento voluntario de la misma).

Para estos casos, se ha proporcionado a los litigantes la oportunidad


de un proceso de ejecución que permita en algunos casos ingresar a la
esfera de las personas con la finalidad de materializar el derecho cierto
pero insatisfecho, pues la actividad jurisdiccional no puede convertirse
en una actividad inútil.

Ahora bien, el proceso de ejecución no solamente interviene cuando


ya se ha alcanzado una sentencia de condena pero que no ha logrado
por sí sola los efectos que trae consigo, porque para ello es necesario in-
gresar a la fase ejecutoria para satisfacer su cumplimiento, sino también
el ordenamiento jurídico le ha brindado a las necesidades del mercado
crediticio una vía privilegiada como lo es el proceso único de ejecución,
contando con ciertas restricciones probatorias, causales limitadas de
contradicción y menores plazos.

Lo cierto es que el privilegio nace de la importancia que se le ha


otorgado al crédito, que constituye un bien jurídico que requiere una

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Dante Torres Altez

protección especial por ser valioso en la actividad comercial y, por lo


tanto, general en las personas. Es así que en la exposición de motivos
del Decreto Legislativo Nº 10691, que mejora la administración de justi-
cia en materia comercial, se señala: “En ese orden de ideas, si bien las fa-
cultades delegadas por el Congreso de la República tienen por objeto la
mejora de la administración de justicia en el área comercial, resultó im-
perativo privilegiar qué tipo de procesos son los más vinculados a dicho
quehacer, habiéndose identificado al proceso cautelar y a los procesos
de ejecución, dado que estos últimos tienen por objeto hacer cumplir los
compromisos asumidos en títulos valores y otros instrumentos cambia-
rios y comerciales”.

Por eso, para la profesora Eugenia Ariano: “(…) el proceso de eje-


cución cuyo objeto es que el titular de un derecho, cuya existencia es ya
cierta por haberlo así declarado el órgano jurisdiccional en un previo
proceso de conocimiento o porque la ley lo considera cierto, obtenga,
trámite la actividad del juez (sic), su concreta satisfacción”2.

Pero, además, recordando diremos que el proceso de ejecución a


pesar de estar ligada a los procesos de cognición buscando su satisfac-
ción en el plano material, es esencialmente autónoma. Por eso Francesco
Carnelutti expresaba: “estatuir lo que debe ser, corresponde a la cogni-
ción; convertir lo que debe ser en ser, es el cometido de la ejecución”3.
Tal autonomía se expresa en: los presupuestos del proceso, las preten-
siones ejercitadas, las causales de contradicción, las pruebas ofrecidas,
los plazos, etc.

Para Marianella Ledesma: “De este modo, cognición y ejecución se


completan recíprocamente; la primera prepara y justifica la actuación de
la sanción y esta da fuerza y vigor práctico a aquella. Entre el proceso
de cognición y el de ejecución, la distribución de la actividad se hace
por ley, en armonía con la función propia de cada uno de ellos. Por eso,

1 Este texto no fue publicado en el diario oficial El Peruano, ha sido enviado por la Presidencia del Consejo de
Ministros, mediante Oficio Nº 650-2008-DP/SCM de fecha 24 de noviembre de 2008.
2 ARIANO DEHO, Eugenia. Problemas del proceso civil. Juristas, Lima, 2003, p. 327.
3 CARNELUTTI, Francesco. Citado por ARIANO DEHO, Eugenia. El proceso de ejecución. Rodhas, Lima,
1998, p. 165.

10
Proceso de ejecución. Parte general

corresponde al primero conocer y dirimir el derecho en conflicto. Al se-


gundo, la actuación de la sanción”4.

Así también lo reconoce Hugo Alsina: “el proceso de ejecución es


consecuencia necesaria del proceso de conocimiento, como lo prueba el
hecho de que haya sentencias que no se ejecutan; ni el proceso de cono-
cimiento es antecedente necesario del proceso de ejecución, ya que este
puede tener un acto jurídico al que la ley le atribuye efectos análogos
a los de la sentencia, como son los títulos ejecutivos extrajudiciales. El
proceso de conocimiento solo tiene vinculación con el de ejecución, en
cuanto se propone crear un título mediante una sentencia de condena”5,

Enrico Liebman por su parte “califica al proceso de ejecución como


aquella actividad con la cual los órganos judiciales tratan de poner en
existencia coactivamente un resultado práctico, equivalente a aquel que
habría debido producir otro sujeto, en cumplimiento de una obligación
jurídica”6.

En síntesis, el proceso de ejecución, como lo veremos, busca mate-


rializar en la vida diaria el resultado obtenido en un proceso civil o de
un acto jurídico al que la ley le atribuye efectos similares (título ejecuti-
vo) para de esa manera satisfacer las pretensiones planteadas y obtener
tutela de sus derechos.

Ahora bien, con respecto al desarrollo del presente trabajo, puntual-


mente lo que concierne al proceso único de ejecución en sus vertientes
(de dar, hacer, no hacer y ejecución de resoluciones judiciales), hemos
creído conveniente, en primer lugar, identificar los requisitos comunes
que todo título ejecutivo debe contener para poseer mérito ejecutivo; en
segundo lugar, desarrollar los títulos ejecutivos, uno por uno, regulados
en el artículo 688 del Código Procesal Civil (en adelante CPC), para así
comprender qué documentos ostentan tal calidad (sine qua non) para
aperturar un proceso único de ejecución.

4 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Los nuevos procesos de ejecución y cautelar. Gaceta Jurídica, Lima,
2008, p. 230.
5 ALSINA, Hugo. Citado por ARIANO DEHO, Eugenia. Ob. cit., p. 176.
6 LIEBMAN, Enrico Tullio. Manual de Derecho Procesal Civil. Ediciones Jurídicas Europa- América (EJEA),
Buenos Aires, 1980, p. 150.

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Dante Torres Altez

Sin embargo, para que pueda ser mejor entendida nuestra preocu-
pación sobre los diferentes tópicos que veremos a lo largo del presente
trabajo; somos conscientes de que, antes de realizar un estudio exegético
de las normas procesales vinculadas al tema central de la investigación,
debemos conjugar las mismas con aspectos vinculados a la doctrina y
sobre todo a la jurisprudencia; siendo la forma más concreta de aterrizar
en los casos prácticos que día a día mueve la dinámica jurisdiccional,
incidiendo sobre todo en aspectos de controversia que ameritan ser des-
pejados para un mejor entendimiento del tema.

En tercer lugar, estudiaremos los siguientes ejes temáticos: el pro-


cedimiento único de ejecución, ejecución de dar suma de dinero, bien
mueble determinado, hacer, no hacer y de resoluciones judiciales. Inci-
diendo en todos ellos, principalmente en el mandato ejecutivo y en su
contradicción.

Finalmente, advertiremos las bondades y denunciaremos los defec-


tos, con la finalidad de establecer la importancia que cumple la función
jurisdiccional ejecutiva como manifestación de la tutela jurisdiccional
efectiva.

II. LOS TÍTULOS EJECUTIVOS

1. Noción del título ejecutivo


El presupuesto infaltable para iniciar un proceso único de ejecución
(aparte de los requisitos de los artículos 424 y 425 del CPC) es el títu-
lo ejecutivo, de ahí que el brocardo Nulla executio sine título establece la
imposibilidad de que haya ejecución sin título. Tal es así que, el maes-
tro Calamandrei resume lo dicho con la siguiente frase: “como la llave
indispensable para abrir la puerta de la ejecución, o mejor como la tar-
jeta de entrada sin la cual no es posible atravesar el umbral del proceso
ejecutivo”7.
Pero, ¿qué es realmente el título ejecutivo?, y ¿por qué su exigencia
antes de iniciar un proceso único de ejecución?

7 CALAMANDREI, Piero. Citado por ARIANO DEHO, Eugenia. Problemas del proceso civil. Juristas, Lima,
p. 181.

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Proceso de ejecución. Parte general

Para responder estas dos preguntas es necesario ilustrarnos con la


famosa polémica entre Carnelutti y Liebman sobre el título ejecutivo8.

Carnelutti sostenía que el título ejecutivo era el documento que


contiene la obligación y no el acto que está representado; mientras
que Liebman sostenía que el título no era el documento, sino el acto
constituido en el documento.

Finalmente, ambos juristas se pusieron de acuerdo para llegar a


una conclusión que fuera posteriormente el punto de partida para la
regulación de muchos textos normativos: así Carnelutti se vio preci-
sado a admitir que: “cuando el título es definido como documento, es
claro que su eficacia depende no solo del continente, sino además del
contenido, esto es, no solo de algo que representa, sino de lo que está
representado”9, mientras que Liebman no pudo dejar de admitir que:
”se llaman títulos ejecutivos también los documentos que acreditan la
existencia de los actos” y en tal sentido el título ejecutivo está constitui-
do por requisitos sustanciales (referentes al acto) y requisitos formales
(referentes al documento)10.

Por su parte, el maestro colombiano Hernando Devis opinaba que:


“El título ejecutivo exige requisitos de forma y requisitos de fondo.
Los primeros son que se trate de documentos; que estos tengan auten-
ticidad; que emanen de la autoridad judicial, o de otra clase si la ley
lo autoriza, o del propio ejecutado o de su causante cuando aquel sea
heredero de este. Los segundos son: que de esos documentos aparezca

8 Nos parece importante reproducir la cita elaborada por la profesora Eugenia Ariano en la página 183 de su
libro El Proceso de ejecución. La tutela ejecutiva en el Código Procesal Peruano, para mayor reflexión de
la importancia que tuvo la polémica de estos dos grandes maestros. “La polémica la inicio Liebman en su
clásica monografía Le opposizioni di merito nel proceso esecutivo (Roma, 1931) al criticar la posición docu-
mentalista adoptada por CARNELUTTI en sus Lezioni di diritto processuale civile. Processo di diesecuzione
(Padova, 1929). A la crítica de LIEBMAN, replicó CARNELUTTI en un estudio de 1932, publicado en los
Studi in onore di Federico Cammeo (véase su traducción castellana en: Estudios de Derecho Procesal. Ob.
cit., Tomo I, pp. 655 a 663), bajo el simple título de Título ejecutivo; LIEBMAN contestó las observaciones
carneluttianas en un magnífico estudio publicado en la Revista di diritto processuale civile de 1934, bajo el
título de II titole esecutivo riguardo ai terzi (véase en: Problemi del proceso civile. Ob. cit., p. 355 y ss.) en
las que formuló nuevas observaciones a la teoría carneluttiana; contra ellas CARNELUTTI replicó en una
apostilla al estudio de LIEBMAN en la misma revista de 1934 (de la cual era director) bajo el título de Titolo
esecutivo e scienza del proceso (véase en: Estudios de Derecho Procesal. Ob. cit., pp. 667 a 673)”.
9 Ídem.
10 Ídem.

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Dante Torres Altez

una obligación clara, expresa, exigible y además líquida o liquidable por


simple operación aritmética si se trata de pagar una suma aritmética”11.

En tal sentido, nosotros consideramos que es título ejecutivo, tanto


el documento como el acto jurídico contenido en el mismo, pero sobre
todo que la propia ley disponga la calidad de título ejecutivo (expresa-
mente) y que su exigencia antes de iniciar un proceso único de ejecución
se debe al privilegio que la ley ha establecido para la solución de conflic-
tos en determinados casos específicos, pero sobre todo porque el título
ejecutivo es la llave que apertura dicho proceso y “tiene su razón de ser
en la distensión diacrónica del proceso, o si se quiere, en la necesidad de
pagar, en términos de tiempo, el precio de un satisfactorio accertamento
de la verdad”12.

De esta forma, se ha establecido: “Que tratándose de una acción eje-


cutiva, el accionante está obligado a promover y recaudar su demanda,
con un título que amerite ejecución (es decir, con un título que pruebe
de plano la pretensión del ejecutante) lo que ha sido cumplido en el caso
de autos con la letra a la vista de fojas dos girada por cierre de cuen-
ta corriente, en virtud de lo dispuesto en los artículos trescientos tres y
trescientos siete del Decreto Legislativo número setecientos setenta (…)”
(Exp. Nº 139-7-97-Lima).

Asimismo, se precisa la efectivización de lo que consta en un título


ejecutivo: “En los procesos ejecutivos el juicio no discurre por el análisis
de la cuestión de fondo que pudiera surgir de cualquier relación jurídi-
ca, sino que se tiene que hacer efectivo lo que consta y fluye del propio
título ejecutivo –partiendo de un derecho cierto pero satisfecho–, pues
no se trata de pronunciarse sobre derechos dudosos y no controverti-
dos, sino de llevar a efecto lo que consta de manera indubitable en el
título que por su misma naturaleza constituye prueba del derecho que
contiene y, por ende, hace del proceso ejecutivo uno en el que desapa-
rece la fase en la que se trate de obtener la declaración de aquel” (Exp.
Nº 213-2005-Lima).

11 DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Compendio de Derecho Procesal. Vol. III, Editorial ABC, 1978, p. 559.
12 ANDOLINA, Ítalo. “Cognición” y “Ejecución forzada” en el sistema de la tutela jurisdiccional. Traducción
de Juan José Monroy Palacios. Communitas, Lima, 2008, p. 25.

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Proceso de ejecución. Parte general

Una versión más completa se ofrece en la siguiente definición: “En


los procesos ejecutivos, el análisis no se centra en la cuestión de fondo
respecto de las relaciones jurídicas sino por el contrario se trata de hacer
efectivo lo que consta y fluye del propio título ejecutivo, pues no se trata
de emitir pronunciamiento sobre derechos dudosos y no controvertidos,
sino de hacer efectivo lo que consta de manera indubitable en el título
que, por sí mismo, constituye prueba del crédito y, por ende, hace del
proceso ejecutivo uno en el que desaparece la fase en la que se trate de
obtener la declaración de un derecho” (Exp. Nº 382-2005- Lima).

Sin embargo, ¿bastará que solamente se adjunte el título ejecutivo


para iniciar un proceso único de ejecución? La respuesta es negativa,
porque, previamente a ello, el título ejecutivo debe estar conformado
por requisitos indispensables que ameriten su ejecución.

2. Requisitos indispensables del título ejecutivo


Para que proceda la ejecución de un título ejecutivo, es necesario
que identifiquemos y expliquemos a detalle los requisitos comunes que
todos ellos deben contener, nos referimos específicamente a los requisi-
tos de fondo y de forma de todo título.

2.1. Requisitos de fondo


Son los que versan sobre la declaración de la existencia de la obli-
gación. Están contemplados en el artículo 689 del CPC como requisitos
comunes, el cual prescribe: “Procede la ejecución cuando la obligación
contenida en el título es cierta, expresa y exigible. Cuando la obligación
es de dar suma de dinero, debe ser, además, líquida o liquidable me-
diante operación aritmética”. Veamos;

Cierta: Cuando su objeto (prestación) de la obligación como la par-


ticipación de los sujetos (acreedor y deudor) están señalados en el
título.

Expresa: Cuando aparece así (sin discusión) en el título y, no es re-


sultado de una presunción legal o de la interpretación de algún pre-
cepto normativo.

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Dante Torres Altez

Exigible: Cuando la obligación en el título no está sometida a algu-


na modalidad (plazo o condición) o a alguna contraprestación. Por
tanto, será exigible, por razón de tiempo, lugar y modo.

Líquida: Es una exigencia solo aplicable a las obligaciones dinera-


rias y aparece cuando el monto es claro y concreto. Y será liquida-
ble cuando gracias a una operación aritmética se puede obtener el
monto exacto. Asimismo, si en caso una parte de la obligación sea
líquida y otra liquidable, entendemos que se deberá tener en cuen-
ta el artículo 697 del CPC, esto es, se tendrá que demandar por ser
líquida.

La Corte Suprema resume así lo expresado: “Que una obligación


se considera cierta, cuando es conocida como verdadera e indubita-
ble; es expresa cuando manifiesta claramente una intención o volun-
tad, y es exigible cuando se refiere a una obligación pura y simple, y
si tiene plazo, que este haya vencido y no esté sujeta a condición” (Cas.
N° 251-98-Lima).

Asimismo, algunos órganos jurisdiccionales han señalado: “Los


procesos ejecutivos son eminentemente formales por cuanto los títulos
ejecutivos que sustentan la pretensión deben contener una obligación
cierta, expresa y exigible. Su tramitación es sui géneris desde que no es
constitutiva de derechos, sino un requerimiento a una persona para el
cumplimiento de una determinada obligación, teniéndose siempre pre-
sente los fines del proceso conforme al artículo tercero del título preli-
minar del Código Procesal Civil”. (Exp. Nº 1591-05-Lima); y asimismo
se tiene que: “Para promover procesos de ejecución es necesario que
la obligación contenida en el título sea cierta, expresa y exigible. Una
obligación resulta cierta cuando su objeto está señalado en el título
mismo; es expresa cuando dicha obligación aparece en el propio título,
y exigible cuando el plazo se ha vencido y se ha verificado la condición
o se ha cumplido la contraprestación que aparece en el título” (Exp.
Nº 447-98-Lima).

Hemos advertido que es necesario que los títulos ejecutivos cuen-


ten con los requisitos de fondo para ser factibles de ejecución. Sin em-
bargo, también es necesario, por su extrema formalidad, que los docu-
mentos para que adquieran la calidad de título, además deban reunir

16
Proceso de ejecución. Parte general

otros requisitos formales para recién poder ejecutarlos. Veamos cómo se


presenta.

2.2. Requisitos de forma


Son los que se refieren a la existencia del documento mismo que
contiene la obligación. La legislación en cada caso determinará los re-
quisitos indispensables para que un documento tenga el carácter de un
título. Así por ejemplo, la Ley de Títulos Valores señala la forma esen-
cial del documento para que tenga calidad y efectos de título valor y
como es obvio para que posteriormente sea título ejecutivo, con lo cual,
concluimos que no basta que se cumplan los requisitos de fondo, sino
también los de forma.

En esa línea: “Es errado considerar que la consignación de la fecha


es un requisito esencial del endoso y que su omisión acarrea la pérdida
del mérito ejecutivo del título valor, pues el artículo 34 de la Ley de Tí-
tulos Valores regula de manera clara que la omisión de la fecha de endo-
so hace presumir que ha sido efectuado con posterioridad a la fecha que
tuviera el endoso anterior. Esta norma busca preservar el título valor
que ha sido objeto de endoso” (Cas. N° 1443-2009-Cajamarca); por tanto,
se advierte que en estos casos sí amerita la ejecución del título valor
como un título ejecutivo, debido a que la propia Ley de Títulos Valores
regula el procedimiento y los requisitos formales.

También se advierte: “Si se acredita que la letra de cambio, mate-


ria del proceso ejecutivo, fue girada en garantía del cumplimiento de
la obligación a cargo de los demandados-compradores, y su emisión
no tenía como fin la circulación, el documento puesto a cobro carece de
idoneidad para promover un proceso ejecutivo al no constituir un título
valor, en la forma que establece el artículo 1 de la Ley Nº 16587” (Cas.
Nº 3049-2002-Lima).

En consecuencia, solamente con la concurrencia de ambos tipos de


requisitos, el título tendrá mérito ejecutivo, y será apto para ser ejecuta-
do, debiendo ser anexado a la demanda ejecutiva.

En ese entendimiento, el artículo 690-F del CPC advierte la denega-


ción de la ejecución: “Si el título ejecutivo no reúne los requisitos for-
males, el juez de plano denegará la ejecución.

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Dante Torres Altez

El auto denegatorio solo se notificará al ejecutado si queda consenti-


do o ejecutoriado” (el resaltado es nuestro).

Al respecto, consideramos que si el título ejecutivo no reúne los re-


quisitos formales establecidos por ley, el juez deberá declarar su impro-
cedencia, pero no su inadmisibilidad, debido a que dichos requisitos no
son materia para subsanarse.

Bajo el mismo criterio: “La nulidad formal establecida en un pro-


ceso ejecutivo se configura cuando el título presenta defectos formales,
esto es, vicios relacionados con su parte externa, que torna inviable su
ejecución; situación que no impide que en un nuevo proceso el juzga-
dor emita pronunciamiento sobre el fondo de la controversia, dado que
se pronunciaría sobre la nulidad sustancial del título” (Cas. N° 2150-
2008-Lambayeque).

3. Clasificación de los títulos ejecutivos


Aterrizando en la regulación de los títulos ejecutivos regulados por
nuestra normatividad procesal, para un mayor entendimiento, hemos
visto por conveniente clasificar los títulos según su naturaleza, sea esta
judicial o extrajudicial, tomando postura, desde ya, por la clasificación
que planteamos; sin dejar pasar por alto que la distinción nos parece
improductiva porque: limita el plazo, las causales para plantear la con-
tradicción, como la actuación de los medios probatorios, dependiendo
de la naturaleza del título sin existir sustento alguno del porqué de su
distinción13.

Nuestra normatividad ha regulado los diferentes títulos ejecutivos


en el artículo 688 del CPC. A saber:

13 El desaparecido autor del Código brasilero, Alfredo Buzaid: señalaba “El legislador brasilero que elaboró
el Código del proceso civil de 1973 era libre de adoptar la política de unificación de los títulos ejecutivos
o de mantener el dualismo de las acciones. El Código sigue la primera orientación, porque, en verdad, la
acción ejecutiva no es otra cosa que una especie de ejecución general, y por ello, reúne los títulos judiciales y
extrajudiciales, dándole un tratamiento unitario. Ninguna razón científica aconsejaba mantener el dualismo,
y preponderantes razones de orden práctico recomendaban la supresión de acciones especiales, ya considera-
blemente multiplicadas en el derecho nacional”. Citado por ARIANO, Eugenia. Problemas ... Ob. cit., p. 179.

18
Proceso de ejecución. Parte general

3.1. Títulos ejecutivos de naturaleza judicial


Los títulos ejecutivos judiciales son aquellos documentos que con-
tienen un acto obtenido por un órgano jurisdiccional, los cuales son: las
resoluciones judiciales firmes y la prueba anticipada.

En efecto, la razón nos dice que los títulos judiciales son aquellos de
formación judicial, a diferencia de los títulos extrajudiciales que se fun-
dan en la autonomía de la voluntad de las partes.

a. Resoluciones judiciales firmes


Las resoluciones judiciales se pueden clasificar en: decretos, autos y
sentencias. Pero para el estudio del presente trabajo, solamente nos refe-
riremos a las sentencias y a algunos autos que permiten iniciar un pro-
ceso único de ejecución.

Ahora bien, cuando hablamos de sentencias, doctrinariamente estas


se pueden a su vez clasificar en: sentencias declarativas, constitutivas y
de condena. Siendo las sentencias declarativas, las que buscan la decla-
ración de la existencia o inexistencia de un derecho o de una determi-
nada relación jurídica con la finalidad de eliminar una incertidumbre
jurídica; así por ejemplo: la falsedad de un documento, la inexistencia
de una obligación; en cambio, las sentencias constitutivas son las que
crean, modifican o extinguen una determinada relación jurídica; por
citar un ejemplo, la resolución de un contrato o la disolución del vín-
culo conyugal y finalmente las sentencias de condena, las que orientan
no solo a declarar la certeza de una determinada situación jurídica, sino
que además ordena al vencido el cumplimiento de un dar, hacer o no
hacer algo; por ejemplo, la obligación de dar suma de dinero, el desalo-
jo, etc.

Por lo tanto, como se puede apreciar, para el proceso único de eje-


cución solamente la obtención del título ejecutivo se circunscribe a las
sentencias de condena, porque solo ellas son las que “contienen un man-
dato”; es decir, aquellas que imponen al vencido el cumplimiento de
una determinada prestación a favor del demandante, capaz de exigir de
la esfera patrimonial del demandado, el acatamiento de su obligación,
incluso con ayuda de la fuerza pública.

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Dante Torres Altez

Así lo ha entendido Lino Palacio, solo son susceptibles de ejecución


en sentido estricto las sentencias de condena, es decir, aquellas que
imponen el cumplimiento de una prestación (de dar, hacer o no hacer),
pues la inscripción registral que en algunas hipótesis las leyes requieren
con respecto a las sentencias declarativas o determinativas solo tiene por
objeto extender a los terceros la eficacia de cosa juzgada adquirida por
tales sentencias, que, por lo tanto, son ajenas al concepto de ejecución
forzada.

Un componente adicional es que la sentencia de condena sea firme,


es decir, que haya alcanzado la autoridad de cosa juzgada, de lo con-
trario no ameritará ser un título ejecutivo. Sin embargo, es necesario
precisar que existen algunas sentencias que por su propia finalidad no
necesitan estar consentidas o ejecutoriadas para que puedan cumplirse
materialmente, nos referimos a las sentencias de alimentos, porque a
pesar de estar impugnadas, estas se tienen que ejecutar.

Por otro lado, un aspecto crucial en este tipo de títulos ejecutivos es


lo siguiente: se suele confundir que una vez transitada en cualquier pro-
ceso de cognición (conocimiento, abreviado o sumarísimo), y teniendo
el privilegio el demandante de una sentencia fundada, tenga que tran-
sitar, ahora, nuevamente por un proceso judicial, denominado proceso
único de ejecución (porque ostenta un título ejecutivo: resolución judi-
cial firme); sin embargo, tal interpretación es equivocada, pues no es
necesario incoar un nuevo proceso, sino simplemente solicitar la ejecu-
ción forzada de la sentencia de acuerdo a los artículos (725 y demás del
CPC), en el mismo proceso iniciado.

Entonces, algunos operadores jurídicos se preguntan ¿en qué casos


se puede iniciar un proceso único de ejecución teniendo como título
ejecutivo una resolución judicial firme, específicamente una sentencia
de condena? La pregunta parece indicar que no existen situaciones en
las que se tenga que iniciar un proceso con tales características cuando
se tiene el mecanismo de ejecución forzada para cumplir sus fines. Sin
embargo, nos preguntamos ¿qué sucede cuando el juzgado que emitió
nuestra sentencia de condena ya no existe?, es decir, ¿cómo podemos
solicitar la ejecución forzada de la sentencia de condena ante el mismo
juez si ya no existe funcionamiento del mismo?

20
Proceso de ejecución. Parte general

Como se puede apreciar, en este caso, cuando el juzgado ya no exis-


te, uno tiene la posibilidad de accionar un proceso único de ejecución
con su sentencia firme de condena en otro juzgado, porque tiene la cali-
dad de título ejecutivo, por tanto (en este extremo) sí es viable su inicio,
debido a la imposibilidad de solicitar la ejecución forzada en el mismo
juzgado de donde obtuvo su sentencia firme.

Asimismo, se encuentran dentro de las resoluciones judiciales fir-


mes que ameriten título ejecutivo:

• Las sentencias extranjeras

Para que constituyan títulos ejecutivos requieren del trámite del exe-
quátur, aquí al respecto Jorge Carrión nos enseña: “nuestros jueces veri-
fican si una sentencia judicial emitida en un país extranjero reúne o no
los requisitos que permiten su homologación con las resoluciones nacio-
nales en nuestro país. Es decir, si reúne los requisitos para permitir su
cumplimiento en nuestra patria, como son, entre otros, la reciprocidad
con nuestro país en el país de origen de la sentencia, la compatibilidad
de la sentencia extranjera con nuestro ordenamiento jurídico, etc. Previo
al trámite del exequátur se podrá determinar si la sentencia dictada en
el extranjero y que contiene una obligación es eficaz, y, por lo tanto, pro-
duce cosa juzgada en nuestro país. Cumplido este trámite favorable al
acreedor, la sentencia extranjera constituirá título de ejecución para los
fines a que se refiere el Código Procesal Civil al regular el proceso único
de ejecución”14.

• Las sentencias declarativas o constitutivas, pero siempre y cuando


contengan en la resolución la condena de costas y costos

Limitándose enseguida la ejecución solamente a los extremos de


las condenas en costas y costos no cumplidas materialmente por el
demandado.

Por otro lado, la doctrina ha establecido la posibilidad de que algu-


nos autos ameriten ejecución:

14 CARRIÓN LUGO, Jorge. Tratado de Derecho Procesal Civil. Volumen V, proceso único de ejecución,
Grijley, Lima, 2009, p. 29.

21
Dante Torres Altez

• El auto que declara concluido un proceso por conciliación de las


partes

Sobre el particular, el hecho que se encuentre suprimida la audien-


cia de conciliación en el proceso, no significa que las partes no puedan
solicitarle al juez que convoque a una audiencia de conciliación y pue-
dan resolver el caso intra proceso, lo que trae como consecuencia que
tenga el mismo efecto que la sentencia que tiene autoridad de cosa juz-
gada, tal cual lo dispone el artículo 328 del CPC.

Para mayor precisión, consideramos que el documento que alcanza


título ejecutivo es el auto que declara concluido el proceso por concilia-
ción intra proceso y no el acta de conciliación (como veremos, esta inter-
pretación es distinta del título ejecutivo regulado en el numeral 3 del
artículo 688 del CPC, el cual señala que solamente se requiere presentar
como título ejecutivo el acta de conciliación de acuerdo a ley).

Aunque parezca contradictorio, creemos que cuando se efectúa una


conciliación en el interior del proceso, sí es necesario (como es obvio)
para que finalice el mismo, que se emita un auto que declare la conclu-
sión del proceso y, por lo tanto, este documento sea el título ejecutivo,
a diferencia de la conciliación extrajudicial, que como estudiaremos,
no apertura el aparato jurisdiccional a la espera de una decisión, por
lo cual, la sola acta de conciliación es suficiente para iniciar un proceso
único de ejecución.

• El auto que homologa la transacción extrajudicial

Cuando se efectuó por voluntad de las partes y luego se homologa


en sede judicial. Este supuesto está creado para los casos en que ya se ha
iniciado un proceso judicial y las partes procesales deciden realizar una
autocomposición del conflicto, presentando a la instancia judicial el do-
cumento que contiene la voluntad de transigir y legalizando sus firmas
ante el secretario respectivo, o cuando la transacción fue realizada por
escritura pública o documento con firma legalizada (art. 335 del CPC).

Como se puede apreciar, la homologación de la transacción, cum-


pliendo con los requisitos indispensables: concesiones reciprocas, que
versen sobre derechos patrimoniales, y no afecten el orden público o las
buenas costumbres, declara concluido el proceso y obtiene la autoridad
de cosa juzgada. Por lo tanto, es la resolución judicial (auto) que pone

22
Proceso de ejecución. Parte general

fin al proceso, luego de homologada la transacción extrajudicial, la que,


a nuestro criterio, constituye título ejecutivo.

b. La prueba anticipada que contiene un documento privado


reconocido
Una forma de materializar el derecho de acción, no solamente es con
la interposición de la demanda, sino también en situaciones excepciona-
les, a través de la prueba anticipada, acudiendo a un órgano jurisdiccio-
nal en busca de tutela procesal de sus derechos.

La característica primordial de la actuación de una prueba anticipa-


da es que busca garantizar que determinados medios probatorios, al no
actuarse oportunamente, sean afectados y se frustre la posibilidad de ser
utilizados en un proceso posterior, es decir, busca asegurar la eficacia
probatoria en el futuro proceso a promover.

La prueba anticipada, entonces, puede considerarse como un proce-


so no contencioso que busca preconstituir un medio probatorio para el
futuro proceso contencioso a entablarse, pues solo se invoca la jurisdic-
ción para buscar tutela en la conservación de los medios de prueba, de
manera antelada y urgente o para buscar información preliminar para
un futuro proceso.

En concordancia, el CPC en su artículo 284 establece que toda perso-


na legitimada puede solicitar la actuación de medio probatorio antes del
inicio de un proceso. Para ello deberá expresar la pretensión genérica
que va a reclamar y la razón que justifica su actuación anticipada15. Los
cuales son los requisitos para que el juez admita la solicitud de prueba
anticipada.

Esta norma procesal permite que la prueba anticipada pueda produ-


cirse anticipadamente, para posteriormente ser incorporada al proceso
en definitiva y el juez tenga que valorarla al momento de emitir la sen-
tencia definitiva.

15 Algunos autores consideran que dentro de las características especiales de la prueba anticipada está la de ser
un mecanismo de carácter preventivo y también de urgencia. Cfr. HURTADO REYES, Martín. “Tutela juris-
diccional diferenciada”. En: Tesis & Monografías en Derecho. Palestra, Lima, 2006, p. 452.

23
Dante Torres Altez

En ese mismo sentido en la doctrina se señala que: “(…) se entien-


de por prueba anticipada toda aquella medida que tiene por objeto la
realización de actos de prueba en sede judicial, que por ciertas circuns-
tancias, valoradas por el legislador como dignas de protección, son rea-
lizadas con anterioridad a la oportunidad que la regulación legal del
proceso le destina”16.

El ordenamiento procesal civil advierte que, de esta forma, toda per-


sona legitimada puede solicitar la actuación de medio probatorio antes
del inicio de un proceso. Para ello, deberá expresar la pretensión gené-
rica que va a reclamar y la razón que justifica su actuación anticipada
(art. 284 del CPC).

Un aspecto importante es entender, como lo hace Marianella Ledes-


ma, “que la prueba anticipada es un mecanismo destinado a contribuir
al adecuado desarrollo de la actividad probatoria. Tiene un propósito
garantista porque busca evitar que determinados medios probatorios, al
no actuarse oportunamente, sean afectados y se frustre la posibilidad de
ser utilizados en un proceso posterior”17.

De la misma forma lo entiende Oscar Zorzoli: “En consecuencia con-


sideramos que, la prueba anticipada goza de una naturaleza procesal
probatoria que se encamina a confirmar medios o elementos de prueba
que en un futuro pueden ser de imposible realización y, de una natura-
leza procesal de confirmación anticipada cautelar ante la posible pérdi-
da o destrucción del medio probatorio que deseamos incorporar”18.

“(…) la motivación para la actuación probatoria antes del inicio del


proceso tiene que estar referida a situaciones de urgencia, de modifica-
ción, u otras análogas, que exigen una intervención pronta del órgano

16 DI IORIO, Alfredo. Citado por TOGNOLA GIUDICI, Vanesa. “La prueba anticipada”. En: Tratado de la
Prueba. Librería de la Paz. Resistencia. Chaco, Argentina, 2007, p. 392. Y citado a su vez por MARTEL
CHANG, Rolando. “Letra de Cambio y prueba anticipada. Si falta algún requisito a la letra de cambio o no se
ha realizado el protesto obligatorio, ¿cabe acudir a la prueba anticipada para recuperar su mérito ejecutivo?”.
En: Actualidad Jurídica. Gaceta Jurídica, Lima, abril de 2012.
17 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo.
Con la colaboración de la Dra. Teresa Quezada Martínez. Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima, julio, 2008, p. 994.
18 ZORZOLI, Oscar. “Teoría General del Proceso. Naturaleza procesal de las pruebas anticipadas en el Perú”.
En: <http://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/3ab8328046e118d79a509b44013c2be7/Teoria+general+del+pr
oceso.+Naturaleza+procesal+de+las+pruebas+anticipadas.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=3ab8328046e1
18d79a509b44013c2be7>. p. 17.

24
Proceso de ejecución. Parte general

jurisdiccional a efectos de que la prueba no pierda su utilidad y eficacia


(…)” (Exp. Nº 699-98, Sala Civil para Procesos Sumarísimos y no Con-
tenciosos, Corte Superior de Justicia, Hinostroza Minguez, Alberto. Ju-
risprudencia en Derecho Probatorio. Gaceta Jurídica, Lima, 2000, p. 588).

De la misma forma se ha estipulado la posibilidad de que las dispo-


siciones relativas a la actuación de medios probatorios pueden aplicarse,
en cuanto sean pertinentes, a la prueba anticipada.

Por eso, dentro de los medios probatorios existentes, según el CPC


pueden actuarse los siguientes medios probatorios: una pericia (cuando
haya riesgo de que en el transcurso del tiempo u otra circunstancia al-
teren el estado o situación de personas, lugares, bienes o documentos).
Los testigos (cuando por ancianidad, enfermedad o ausencia inminente
de una persona, sea indispensable recibir su declaración, el interesado
puede solicitar su testimonio). El reconocimiento de documento priva-
do (cuando cualquier interesado en el contenido o efectos de un docu-
mento, puede solicitar que su otorgante o sus herederos lo reconozcan).
Exhibición (cuando una persona requiera del esclarecimiento previo de
una relación o situación jurídica). Absolución de posiciones (cuando se
solicita que la presunta contraparte absuelva posiciones sobre hechos
que han de ser materia de un futuro proceso) e Inspección judicial (en
los mismos casos previstos en el artículo 290 del CPC).

Sin embargo, no toda prueba anticipada constituye título ejecutivo,


sino solo aquella regulada en el artículo 688 del CPC. A saber:

“Artículo 688.- Títulos ejecutivos


Solo se puede promover ejecución en virtud de títulos ejecuti-
vos de naturaleza judicial o extrajudicial según sea el caso. Son
títulos ejecutivos los siguientes:
(…)
6. La prueba anticipada que contiene un documento privado
reconocido;
(…)” (el resaltado es nuestro).

Por lo tanto, como vimos, lo que se busca realmente es obtener un


título ejecutivo, el mismo que servirá para poder accionar el proceso

25
Dante Torres Altez

único de ejecución. Vale decir, que el título ejecutivo, es la prueba an-


ticipada (expediente original del trámite judicial19) y no el documento
privado reconocido.

En esas consideraciones, la prueba anticipada es un título ejecutivo


judicial porque la obtención del mismo es producto de la actuación ju-
risdiccional del Estado, ya que si solo fuera el documento privado sim-
plemente sería un título extrajudicial, pero es realmente el trámite judi-
cial que le da el mérito ejecutivo.

Especificando, este título ejecutivo se puede conseguir concordando


las normas con el artículo 296 del CPC, el cual señala que si el emplaza-
do no cumpliera con actuar el medio probatorio para el que fue citado,
se aplicarán los siguientes apercibimientos: “(…). 1. En el reconocimien-
to se tendrá por verdadero el documento;

Es decir, el reconocimiento puede ser expreso o ficto, porque no es


necesario que la futura parte demandada se apersone para hacerlo, el
solo emplazamiento y la sola no actuación del medio probatorio, otorga
el camino para la ejecución.

‘El documento materia de la prueba anticipada reconocido fictamen-


te ante la inconcurrencia del obligado a reconocer, constituye título eje-
cutivo, tanto más, si el dar por verdadero un documento implica inelu-
diblemente reconocerlo (…) sin diferenciar si el reconocimiento ha sido
en forma expresa o ficta’” (Exp. Nº 676-02, Cuarta Sala Civil de Lima.
Ledesma Narváez, Marianella. Jurisprudencia Actual. Tomo 6, Gaceta Ju-
rídica, Lima, p. 711).

Sin embargo, por ejemplo, “no procede mediante la prueba anticipa-


da recuperar el mérito ejecutivo de las cambiales si estas han perdido su
mérito como instrumento de cambio por acción del tiempo. En la acción
causal debe invocarse el negocio jurídico que originó la expedición de

19 Artículo 299 del CPC.- Entrega del expediente


Actuada la prueba anticipada, se entregará el expediente al interesado, conservándose copia certificada de
este en el archivo del Juzgado, a costo del peticionante y bajo responsabilidad del Secretario de Juzgado”.
Vale decir, una vez actuada la prueba anticipada se entrega al interesado y peticionante el original del ex-
pediente, quedando la copia certificada en el archivo del juzgado, con lo cual podemos decir que el título
ejecutivo, tratándose de la prueba anticipada, es el expediente original, y no la copia certificada.

26
Proceso de ejecución. Parte general

las cambiales” (Exp. Nº 1415-95, Cuarta Sala Civil, Ledesma Narváez,


Marianella. Ejecutorias. Tomo 3, Cusco, 1995, pp. 312-315).

Los presupuestos que deben cumplir la confesión en la prueba anti-


cipada, para que tenga mérito ejecutivo es que: “El reconocimiento judi-
cial de la firma es suficiente para que el cuerpo del instrumento quede
también reconocido, asimismo, contiene mérito ejecutivo la confesión
prestada en procedimiento de prueba anticipada, sin embargo, tiene que
contener la existencia de una deuda líquida y exigible, condiciones esen-
ciales en el título ejecutivo” (Cas. Nº 2322-98-Chincha).

Finalmente, otro aspecto a considerar en la prueba anticipada, es la


comunicación de los apercibimientos a las partes, es decir: “La resolu-
ción que hace efectivos los apercibimientos de una prueba anticipada
debe ser notificada a las partes; en caso contrario carece de validez for-
mal el título ejecutivo, en consecuencia no tiene mérito ejecutivo” (Cas.
Nº 1401-97-Callao).

Ahora bien, no es suficiente que exista el reconocimiento expreso en


prueba anticipada para que constituya título ejecutivo, sino que es nece-
sario que este reconocimiento contenga los presupuestos que describe el
artículo 689 del CPC, esto es, que sea cierta, expresa y exigible la pres-
tación; en caso contrario, resulta procedente denegar la ejecución en el
procedimiento ejecutivo, por ser inútil el título generado en prueba an-
ticipada. En ese sentido: “En prueba anticipada no aparece la obligación
cierta que resulte exigible a la actora, porque el reconocimiento practi-
cado sobre las notas de abono no contiene de modo expreso la obliga-
ción de devolución del dinero ni plazo de vencimiento para ello” (Cas.
Nº 1581-2001-Lima).

c. La copia certificada de la prueba anticipada que contiene una


absolución de posiciones, expresa o ficta
Igualmente, como hemos analizado, el título ejecutivo anterior, el
CPC, ha otorgado mérito ejecutivo para los casos en que la copia certifi-
cada de la prueba anticipada que contiene una absolución de posiciones,
sea expresa o ficta.

En estos casos es necesario aclarar que la absolución de posiciones,


se define en palabras de Marianella Ledesma “como un medio para

27
Dante Torres Altez

provocar que el presunto adversario (absolvente) reconozca, bajo jura-


mento o promesa de decir la verdad, un hecho pasado ‘pero que han de
ser materia de un futuro proceso’, previamente afirmado por el ponente,
personal o de conocimiento personal de aquel y contrario al interés que
sostiene en la concreta causa”20.

“La confesión no se alcanza aquí a través de un interrogatorio, sino


a través de la formulación de una serie de proposiciones afirmativas y
juramentadas, respecto de las cuales se exige “del presunto contrario”
una contestación afirmativa o negativa pero no una descripción, sin per-
juicio de las explicaciones que a continuación pueda agregar”21.

Entonces, solo constituye título ejecutivo aquella prueba anticipada


que contiene una absolución de posiciones expresa o ficta. Debe seña-
larse que la absolución de posiciones deberá ser hecha por la presunta
contraparte, conforme lo establece el artículo 294 del CPC22; y asimismo
“la prueba anticipada que contiene un documento privado, la absolu-
ción de posiciones expresa o ficta, constituyen título ejecutivo, el acta de
audiencia debe ser notificada a la parte demandada en el procedimiento
previo, no en el nuevo proceso, su inobservancia origina nulidad de tí-
tulo” (Cas. Nº 1401-97-Callao).

Por otro lado, también es necesario analizar el artículo 296 del CPC
cuando señala que si el emplazado no cumpliera con actuar el medio
probatorio para el que fue citado, se aplicarán los siguientes apercibi-
mientos: “(…). 3. En la absolución de posiciones se tendrán por absuel-
tas en sentido afirmativo las preguntas del interrogatorio presentado.

Resumiendo, al igual que en el reconocimiento, en la absolución de


posiciones no es necesario que el emplazado actúe el medio probatorio
para el que fue citado, lo que constituirá en un sentido afirmativo las
preguntas del interrogatorio, otorgándole así mérito ejecutivo.

20 LEDESMA, Marianella. Comentarios al Código... Ob. cit., p. 1026.


21 Ídem.
22 Artículo 294 del CPC.
Puede solicitarse que la presunta contraparte absuelva posiciones sobre hechos que han de ser materia de un
futuro proceso.

28
Proceso de ejecución. Parte general

3.2. Títulos ejecutivos de naturaleza extrajudicial


Los títulos ejecutivos extrajudiciales son aquellos documentos de
formación privada, los que nacen de la autonomía de la voluntad de las
partes y que la ley les ha otorgado el privilegio de ser títulos ejecutivos.
Situación que en la práctica dan posibilidad para que el acreedor ingrese
a la ejecución sin más cognición judicial.

a. Los laudos arbitrales firmes


Una mención especial ocurre con los laudos arbitrales. Su regulación
como título ejecutivo responde a la importancia del arbitraje en nuestro
ordenamiento jurídico, y no solo por su regulación en nuestra Constitu-
ción Política (que la consagra como una jurisdicción más), sino por los
avances que han significado las propias instituciones del arbitraje con el
D. Leg. Nº 1071.

Sin embargo, en la práctica se presentan serios problemas al mo-


mento de ejecutar el laudo arbitral como un título ejecutivo regulado en
el artículo 688 del CPC, las preguntas pasan por determinar previamen-
te: ¿qué se entiende por laudo arbitral firme? ¿Es necesario para ejecu-
tar un laudo que este se encuentre consentido o ejecutoriado?

Para responder a las interrogantes, es necesario hacer la siguiente


reflexión: cuando se incorpora el D. Leg. Nº 1069 (28/06/2008) que mo-
difica el CPC también en forma paralela se publicó el D. Leg. Nº 1071
(28/06/2008), solo que nunca hubo una interconexión entre los proyec-
tos de reforma y, por lo tanto, como veremos, sale a la luz esta contra-
dicción de normas.

Es así que el D. Leg. Nº 1069, mantuvo la regulación como título eje-


cutivo, ahora en el artículo 688 del CPC, como “laudos arbitrales firmes”

29
Dante Torres Altez

entendido por algunos autores23, incluso por la Corte Suprema24 (pero


solo en un extremo), que un laudo llega a obtener firmeza cuando ha
quedado consentida por las partes en el proceso arbitral, es decir, ningu-
na de ellas ha interpuesto recurso impugnatorio o cuando luego de in-
terpuesta el recurso de anulación esta ha quedado desestimada, (la cual
incluso puede ser luego de la espera del resultado en sede casatoria) y
por tanto ha alcanzado ejecutoriedad.

De esta forma, el laudo arbitral firme, señala el ordenamiento pro-


cesal civil, solo tendrá mérito ejecutivo para iniciar un proceso único de
ejecución en los supuestos antes señalados. En ese sentido, aquel que
ostente hacerlo, deberá preocuparse por tener/presentar una resolu-
ción que declare consentida un laudo o haber alcanzado la ejecutoria del
mismo, sino el Estado-Juez rechazará in limine la demanda de ejecución.
Esa es la interpretación, “aparentemente correcta” que se advierte de al-
gunos juzgados a nivel nacional y que incluso se puede interpretar de la
sola lectura del CPC.

No obstante, creemos que esa no es la respuesta más acertada a las


dos preguntas que se materializan en la práctica judicial. Sino que esta-
mos convencidos que la sola interpretación del CPC, a luz del D. Leg.
Nº 1069 es insuficiente para abordar la real preocupación para ejecutar
un laudo arbitral.

Ingresemos más a fondo. Así como señalamos anteriormente, tam-


bién se promulgó en la misma fecha el D. Leg. Nº 1071 que regula la
nueva Ley de Arbitraje, la cual trae consigo artículos novedosos que en-
señan la real dimensión de un laudo arbitral, que ubicados en el con-
texto que se dictó el mencionado D. Leg. Nº 1071 a raíz del TLC con

23 Cf. GUZMÁN GALINDO, Julio César. “La ejecución judicial del laudo arbitral, la cosa juzgada y sus efec-
tos contra terceros”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Nº 161. Gaceta Jurídica, Lima, 2012, pp. 35-43.
ARIANO DEHO, Eugenia. “Problemas en la ejecución de laudo”. En: <http://www.youtube.com/
watch?v=Wlg212H3JTQ>, donde puntualiza la problemática específica del laudo firme para su ejecución en
aplicación de la ley de arbitraje y la contradicción con el Código Procesal Civil, pero sin tomar postura sobre
ello, sino advirtiendo que existen argumentos para ambas posiciones.
24 De la misma posición es la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República cuando en
la Cas. Nº 2994-2010-Lima, Ejecución de laudo arbitral, señala en el Considerando octavo.- “Que, el laudo
arbitral constituye la decisión que emite el árbitro, cuyo fallo pone término al procedimiento arbitral, resol-
viendo de forma definitiva los cuestionamientos planteados en la instancia arbitral, adquiriendo la calidad de
cosa juzgada transcurrido el plazo para solicitar su anulación, además dicho laudo equivale a una sentencia
judicial y puede ejecutarse como tal (...)”.

30
Proceso de ejecución. Parte general

Estados Unidos, permiten interpretarla para entender su propósito en la


vida diaria. Como era de esperarse el TLC contemplaba el compromi-
so de hacer mejoras en los sistemas arbitrales a fin de mejorar el cum-
plimiento de las obligaciones entre los nacionales de ambos países, es
decir, la reforma se dio en un contexto de promoción de las inversiones
y con la finalidad de crear una atmósfera más favorable a los inversio-
nistas y empresas que deseen hacer negocios en el Perú, consecuente-
mente, las controversias surgidas por esa dinámica inversionista debía
ser resuelta, no en los foros ordinarios, sino en el arbitraje como sistema
alternativo de solución de conflictos25.

Como lo señala la propia Exposición de Motivos Oficial de la nueva


Ley de Arbitraje:

“En este orden de ideas, los cambios que se proponen en la nueva


ley están dirigidos a aumentar la competitividad del Perú como
sede de arbitrajes, de manera que pueda ser elegido en la región
como lugar adecuado para arbitrar en razón a la existencia de un
marco legal seguro y predecible, ajustado a estándares internaciona-
les. (…) Se espera también, de otro lado, que estas nuevas reglas de
juego consoliden y afiancen una cultura arbitral en los operadores
del sistema, abogados, árbitros, instituciones arbitrales y jueces, por
cuanto una sincronización adecuada de estos operadores garantiza
un desarrollo óptimo de la institución”26.

25 SOTO COAGUILA, Carlos Alberto y BULLARD GONZALES, Alfredo. “Comentarios a la Ley Peruana de
Arbitraje”. En: Instituto Peruano de Arbitraje. 1ª edición, Lima, 2011, pp. 19-21.
26 Como lo señala la Exposición de Motivos, la reforma ha buscado principalmente:
a. Consolidar el carácter inevitable del arbitraje. Para ello se reforzó su carácter autónomo, tanto de la juris-
dicción ordinaria, como de las reglas procesales comunes, protegiéndolo de intervenciones judiciales innece-
sarias y reconociéndolo como una institución que tiene sus propios principios y reglas. Para ello se fortaleció
la competencia de los árbitros, se priorizó un control ex post del laudo por medio del recurso de anulación y
se evitó el uso de recursos o intervenciones ex ante al laudo, dirigidas a evadir la obligación de someterse a
arbitraje.
b. Restringir la necesidad de acudir a los jueces ordinarios en temas como la designación de árbitros y la
resolución de recusaciones mediante una regulación que evite distorsiones o manipulaciones. En este sentido,
se propuso la participación de las Cámaras de Comercio para las designaciones residuales de los árbitros y la
resolución de recusaciones, en sustitución de los procesos judiciales complejos y extensos.
c. Flexibilizar las normas que regulan el convenio arbitral, en la línea de la versión 2006 de la Ley Modelo
UNCITRAL, permitiendo la prueba de la existencia del convenio por cualquier medio, protegiéndolo con
reglas supletorias que permitan corregir defectos en el mismo e incorporando una novedosa regulación sobre
partes no signatarias.

31
Dante Torres Altez

Por lo tanto, a la luz de lo mencionado debemos interpretar los dis-


positivos normativos que trae consigo la Ley de Arbitraje para entender
nuestro cometido. A saber:

El artículo 59 prescribe sobre los efectos de laudo:

“1. Todo laudo es definitivo, inapelable y de obligatorio cum-


plimiento desde su notificación a las partes.

2. El laudo produce efectos de cosa juzgada.

3. Si la parte obligada no cumple con lo ordenado por el laudo,


en la forma y en los plazos establecidos, o en su defecto, den-
tro de los quince (15) días de notificada con el laudo o con las
rectificaciones, interpretaciones, integraciones y exclusiones del
laudo, cuando corresponda; la parte interesada podrá pedir la
ejecución del laudo a la autoridad judicial competente, salvo
que resulte aplicable el artículo 67”.

En ese sentido, un laudo por el solo hecho de haber sido emitido por
un tribunal arbitral, tiene desde ya, la facultad de ser ejecutado; es decir,
puede constituir un título ejecutivo.

Ergo, hasta aquí, es necesario aclarar el panorama. La concepción


que hagamos sobre la firmeza de un laudo, no la podemos realizar de
la misma forma que interpretamos la actuación de una sentencia, sobre
todo por la aceleración de tutela que brinda el arbitraje. No podemos
pretender llenarle de contenido a la concepción del “laudo arbitral
firme” con las mismas herramientas procesales con las que entendemos

d. Mejorar la regulación de las correcciones, aclaraciones e integraciones del laudo e incluir un nuevo su-
puesto denominado “exclusión”, para retirar del laudo aquellos extremos no sometidos a decisión de los
árbitros.
e. Mejorar la regulación del recurso de anulación, teniendo en cuenta que si bien, en términos generales, ha
sido bien comprendido en sus alcances por las Cortes, se ha detectado en los últimos años su uso inadecuado
en algunos casos con el fin de mediatizar la eficacia del arbitraje.
f. Mejorar la regulación de las medidas cautelares para reforzar no solo las facultades de los árbitros en
este aspecto, sino para evitar conflictos entre las medidas dictadas en sede arbitral con las dictadas en sede
judicial.
g. Mejorar la regulación de la ejecución del laudo para favorecer su cumplimiento, debiendo solo sus-
penderse ante la pendencia del recurso de anulación en la Corte Superior y siempre que se constituya
una garantía adecuada. En el caso de reconocimientos y ejecución de laudos extranjeros, la nueva Ley tiene
un régimen más favorable a la ejecución que el recogido en la Convención de Nueva York.

32
Proceso de ejecución. Parte general

una “sentencia firme”. No tan solo porque existe una norma específica
(D. Leg. Nº 1071.) que la regula, sino por el contenido que esta (en su
contexto práctico) le ha consagrado al laudo arbitral.

Entonces, estaremos frente a un laudo arbitral “firme” de la lectura


del artículo 59 del D. Leg Nº 1071, con la sola emisión del laudo por el
tribunal arbitral, no solo porque este es definitivo, sino porque es inape-
lable y, por tanto, no existe un segundo grado donde pueda volverse a
resolver la discusión arbitral fondal, adquiriendo la calidad de cosa juz-
gada. Entonces, laudo definitivo es lo mismo que laudo firme y no se
encuentra a la espera del resultado del recurso de anulación27.

Hasta aquí parece resuelto el asunto, aplicamos la ley especial para


el caso concreto (D. Leg. Nº 1071)28 y podemos ejecutar un laudo en un

27 Cabe precisar al respecto, como nos enseña la Dra. Tabata Arteta Pinto, previamente debe entenderse que:
“La existencia del arbitraje se sostiene en la necesidad de las partes de contar con un mecanismo idóneo de
solución de conflictos que, frente al proceso judicial, se presenta como más expeditivo y eficiente, pero a
la que vez sea igualmente satisfactorio. Así pues, la existencia del arbitraje se sostiene en la voluntad de las
partes, las cuales optan por someter sus controversias a la decisión de un árbitro (o árbitros) sustituyéndolas
de la jurisdicción ordinaria, pero con la clara intención de obtener una decisión que tenga los efectos de una
sentencia judicial firme; es decir, una decisión con autoridad de cosa juzgada. De esta manera, las partes
“declinan” a la jurisdicción ordinaria y expresan su voluntad de someterse íntegramente a la autoridad de los
árbitros y respetar la decisión final que adopten”. En: “La interpretación restrictiva de las causales del recurso
de anulación de laudo arbitral”. En: Themis. Revista de Derecho, Año XXXXV, Nº 58, p. 110.
Por tanto, la irrecurribilidad del laudo es plenamente aceptada por la doctrina. Así Caivano Roque sostiene
que “el laudo es la decisión emanada de los árbitros que pone fin al litigio. Tiene fuerza vinculante y es obli-
gatoria (…)”. Citado por ARTETA. Tabata. Ob. cit., p. 112.
En este contexto podemos establecer que el laudo es irrecurrible no solo por la presunción de validez del
mismo, sino además por el hecho de su carácter de definitivo. Por ello conviene tener presente el comentario
de Miguel Fernando-Ballesteros: “por la propia naturaleza del arbitraje (…) el laudo que se dicta es firme
desde el momento mismo que se dicta”. Ídem.
Fernando Mantilla advierte que el recurso de anulación propiamente es de carácter formal, cuya naturaleza
impide la revisión del fondo de la controversia y se limita a la verificación de la no vulneración de aspectos
formales; por ello la anulación se acerca más a un recurso extraordinario y formal que a uno de segunda
instancia, citado por ARTETA, Tabata. Ob. cit., p. 114. Lo propio señala Raúl Ferrero, sostiene que el recurso
de anulación tiene por finalidad “revisar defectos de índole formal contenidos en el laudo, y cuya naturaleza
impide toda posibilidad de revisión de elementos de fondo. El recurso de anulación, aun cuando se tramita en
sede judicial, no configura bajo ninguna circunstancia una demanda, una acción o una apelación”. FERRERO
COSTA Raúl. “Anulación de laudo arbitral. Modificaciones introducidas por la Ley de Arbitraje (Decreto
Legislativo Nº 1071)”. En: Libro Arbitraje. Ponencias del Segundo Congreso Internacional de Arbitraje
2009. Volumen 8, Centro de Arbitraje de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Embajada de Francia
en el Perú y Estudio Mario Castillo Freyre. Palestra, Lima, 2009, p. 586. Finalmente, Fernando Vidal afirma
que: “la finalidad del recurso es cautelar la voluntad de las partes contenida en el convenio arbitral o en
el acto de instalación del tribunal arbitral, así como la voluntad de las partes remitida al reglamento de la
institución arbitral al cual se han sometido”. VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Manual de Derecho Arbitral.
2ª edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2009, p. 165.
28 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Los nuevos procesos de ejecución y cautelar. Gaceta Jurídica, Lima,
2008, p. 238.

33
Dante Torres Altez

proceso único de ejecución, sin más discusión de que si este es o no un


laudo firme.

Sin embargo, en la práctica se presenta lo siguiente: la parte que re-


sultó vencedora del proceso arbitral (ya cuenta con laudo arbitral y con
ello, como hemos visto puede iniciar su ejecución en sede judicial), no
obstante en algunos casos se solicita al tribunal arbitral que se le expi-
da una resolución que declare consentida su laudo (para evitar, como
hemos visto, que le rechacen de forma errónea su demanda), porque la
parte vencida, no comunicó que este presentó recurso de anulación29, si-
tuación que nos parece incorrecto. Pero a pesar de ello, inicia su deman-
da adjuntando su resolución consentida de laudo o el documento que
le extienda el tribunal arbitral, continúa el error procedimental al ser
planteada la contradicción por la causal de inexigibilidad de la obliga-
ción contenida en el título (causal para títulos ejecutivos extrajudiciales),
argumentando que el laudo no se encuentra firme, tal cual lo regula el
artículo 688 del CPC, en vista de que se encuentra interpuesto el recur-
so de anulación ante la Sala Civil y Comercial de la Corte Superior de
Justicia del lugar del arbitraje, por lo que está pendiente la emisión del
laudo firme, que constituya título ejecutivo para iniciar el proceso único
de ejecución.

Como podemos apreciar, vuelve la discusión sobre la firmeza del tí-


tulo, en este caso ya no solo desde el punto de partida para su ejecución
(incluso por errores del propio tribunal arbitral, como lo hemos visto),
sino desde el planteamiento de la oposición (en este caso nuevamente
solo desde la mirada del CPC).

29 Al respecto, creemos que a pesar de que la parte vencida no ha comunicado al tribunal arbitral que se interpu-
so el recurso de anulación y, por tanto, algunos tribunales arbitrales emiten consecuentemente su resolución
declarando consentido el laudo, es equivocada por dos razones: la primera porque al interpretarse que la sola
emisión del laudo adquiere firmeza, ya no es necesario que se emita una resolución que declare su consen-
timiento, hacer lo propio, significa, rechazar la naturaleza del laudo y confundir aún más la forma como se
debe proceder para ejecutarla; y la segunda, el hecho que la parte vencida no haya comunicado al tribunal
arbitral de la no interposición del recurso de anulación, no amerita que se encuentre impedido de ser admitido
el mismo ante la Sala Superior Civil y Comercial de la Corte Superior de Justicia donde se llevó a cabo el
arbitraje.

34
Proceso de ejecución. Parte general

Sin embargo, de la lectura, de los artículos 6230, 6631 y 6832 de la Ley


de Arbitraje, se desprende que un laudo arbitral sí puede ejecutarse a
pesar de estar interpuesto el recurso de anulación, es decir, se privile-
gia la materialización del laudo, pese a estar impugnada, no es viable su
suspensión, salvo cuando la parte que impugna cumpla con el requisito

30 Artículo 62.- Recurso de anulación


1. Contra el laudo solo podrá interponerse recurso de anulación. Este recurso constituye la única vía de im-
pugnación del laudo y tiene por objeto la revisión de su validez por las causales taxativamente establecidas
en el artículo 63.
2. El recurso se resuelve declarando la validez o la nulidad del laudo. Está prohibido bajo responsabilidad,
pronunciarse sobre el fondo de la controversia o sobre el contenido de la decisión o calificar los criterios,
motivaciones o interpretaciones expuestas por el tribunal arbitral.
31 Artículo 66.- Garantía de cumplimiento
1. La interposición del recurso de anulación no suspende la obligación de cumplimiento del laudo ni su eje-
cución arbitral o judicial, salvo cuando la parte que impugna el laudo solicite la suspensión y cumpla con el
requisito de la garantía acordada por las partes o establecida en el reglamento arbitral aplicable. Al examinar
la admisión del recurso, la Corte Superior verificará el cumplimiento del requisito y, de ser el caso, concederá
la suspensión.
2. Si no se ha acordado requisito alguno, a pedido de parte, la Corte Superior concederá la suspensión, si se
constituye fianza bancaria solidaria, incondicionada y de realización automática en favor de la otra parte con
una vigencia no menor a seis (6) meses renovables por todo el tiempo que dure el trámite del recurso y por
una cantidad equivalente al valor de la condena contenida en el laudo.
3. Si la condena, en todo o en parte, es puramente declarativa o no es valorizable en dinero o si requiere
de liquidación o determinación que no sea únicamente una operación matemática, el tribunal arbitral podrá
señalar un monto razonable en el laudo para la constitución de la fianza bancaria en las mismas condiciones
referidas en el numeral anterior, como requisito para disponer la suspensión de la ejecución, salvo acuerdo
distinto de las partes.
4. La parte impugnante podrá solicitar la determinación del monto de la fianza bancaria prevista en el nume-
ral anterior a la Corte Superior que conoce del recurso, cuando el tribunal arbitral no lo hubiera determinado.
También podrá solicitar su graduación, cuando no estuviere de acuerdo con la determinación efectuada por
el tribunal arbitral. La Corte Superior luego de dar traslado a la otra parte por tres (3) días, fijará el monto
definitivo en decisión inimpugnable.
5. La garantía constituida deberá renovarse antes de su vencimiento mientras se encuentre en trámi-
te el recurso, bajo apercibimiento de ejecución del laudo. Para tal efecto, la Corte Superior, a pedido
de la parte interesada, de ser el caso, oficiará a las entidades financieras para facilitar la renovación.
6. Si el recurso de anulación es desestimado, la Corte Superior, bajo responsabilidad, entregará la fianza ban-
caria a la parte vencedora del recurso.
En caso contrario, bajo responsabilidad, lo devolverá a la parte que interpuso el recurso.
32 Artículo 68.- Ejecución judicial
1. La parte interesada podrá solicitar la ejecución del laudo ante la autoridad judicial competente acompañan-
do copia de este y de sus rectificaciones, interpretaciones, integraciones y exclusiones y, en su caso, de las
actuaciones de ejecución efectuada por el tribunal arbitral.
2. La autoridad judicial, por el solo mérito de los documentos referidos en el numeral anterior, dictará man-
dato de ejecución para que la parte ejecutada cumpla con su obligación dentro de un plazo de cinco (5) días,
bajo apercibimiento de ejecución forzada.
3. La parte ejecutada solo podrá oponerse si acredita con documentos el cumplimiento de la obligación re-
querida o la suspensión de la ejecución conforme al artículo 66. La autoridad judicial dará traslado de la
oposición a la otra parte por el plazo de cinco (5) días. Vencido este plazo, resolverá dentro de los cinco (5)
días siguientes.
La resolución que declara fundada la oposición es apelable con efecto suspensivo.
4. La autoridad judicial está prohibida, bajo responsabilidad, de admitir recursos que entorpezcan la ejecu-
ción del laudo.

35
Dante Torres Altez

de la garantía acordada por las partes o establecidas en el reglamen-


to arbitral aplicable (en caso lo hubiere), sino se hubiera estipulado tal
requisito para la suspensión de la eficacia del laudo, la Corte Superior
concederá la suspensión, si se constituye fianza bancaria solidaria,
incondicionada y de realización automática a favor de la otra parte con
una vigencia no menor a seis meses renovables por todo el tiempo que
dure el trámite del recurso y por una cantidad equivalente al valor de la
condena contenida en el laudo.

Como puede apreciarse, solamente puede oponerse al mandato eje-


cutivo cuando se acredite el cumplimiento de la obligación requerida o
la suspensión de la ejecución conforme hemos señalado líneas arriba.

De esta forma, está en armonía la promulgación de la Ley de Arbi-


traje, con el avance merecido con respecto a la ejecución del laudo y las
causales de oposición del mismo en el proceso único de ejecución ins-
taurado. Situación que la práctica (operadores del Derecho) no puede
dejar de advertir para la solución de conflictos de intereses.

Finalmente, el mismo tratamiento será exigible para los laudos arbi-


trales extranjeros conforme son regulados por el artículo 74 del D. Leg.
Nº 1071, para ello, al igual que las sentencias extranjeras necesitan de una
aprobación nacional. Puntualiza la norma, que para su ejecución requie-
re también de un reconocimiento judicial, lo que constituye el exequátur.
Los laudos extranjeros serán reconocidos y ejecutados en el Perú de con-
formidad con los siguientes instrumentos: a) la Convención sobre el Re-
conocimiento y Ejecución de Sentencias Arbitrales Extranjeras aprobada
en Nueva York el 10 de junio de 1958; b) la Convención Interamericana
de Arbitraje Comercial Internacional aprobada en Panamá, el 30 de enero
de 1975; c) cualquier otro tratado sobre reconocimiento y ejecución de
laudos arbitrales del cual sea parte el Perú, salvo que las partes hayan
acordado algo distinto, el tratado aplicable será el más favorable a la
parte que solicite el reconocimiento y ejecución de un laudo extranjero.

b. Las actas de conciliación de acuerdo a ley


Un punto que no podemos dejar de analizar es que las actas de con-
ciliación no son títulos ejecutivos judiciales; para ello, nos apoyaremos
en la propia Ley Nº 26872 (Ley de Conciliación) cuando en su artículo
4 de manera clara y precisa señala que: “La conciliación no constituye

36
Proceso de ejecución. Parte general

acto jurisdiccional”, siendo así, el procedimiento conciliatorio no puede


generar un título de ejecución de naturaleza judicial.

Asimismo, la regulación de la conciliación extrajudicial es distinta


a la regulación intra proceso. Por tanto, en este extremo sí es de valiosa
importancia el acta de conciliación, pues será el único documento, título
ejecutivo, para iniciar un proceso único de ejecución, sin siquiera transi-
tar por un proceso de cognición.

Nos parece oportuno hacer mención que consideramos solamente al


acta de conciliación y no también a la resolución que controla la legali-
dad por parte del juez, como título ejecutivo, porque dicho control veri-
fica los requisitos de fondo, como puede hacerse a cualquier título eje-
cutivo, es decir, no es la aprobación que le da el juez a los documentos
la calidad de títulos ejecutivos, sino son los propios documentos a los
cuales la ley les confiere tal calidad, lo otro tan solo es un examen para
materializar la ejecución, pero eso no implica que previamente se deba
contar desde el inicio del proceso único de ejecución sino también servi-
rá para su concreción luego de cumplir con ciertos requisitos adicionales
y pasar por las etapas procesales.

Sin embargo, es de relevancia hacer mención lo señalado por Maria-


nella Ledesma, cuando se refiere a la importancia del control de juris-
dicción: “Hay que precisar que la ley no otorga a los acuerdos concilia-
torios extraprocesales el efecto de la cosa juzgada, como sí lo hace a la
conciliación intra proceso en mérito al artículo 328 del CPC. En este caso
se produce la homologación de acuerdos conciliatorios a través de la
procesalización, homologación que encierra el control de la jurisdicción
sobre la autonomía privada de la voluntad de las partes. Recién a par-
tir de la satisfacción del control, podemos atribuir al acuerdo los efectos
de la cosa juzgada, situación que no se da en los conciliatorios extra pro-
ceso”. Por eso, “Para que el acuerdo conciliatorio extrajudicial tenga tal
condición de título de ejecución, debe ser sometido a un previo control
de legalidad, por el abogado del centro de conciliación, en el que se ve-
rifiquen los supuestos de validez y eficacia (artículo 16 inciso k de la Ley
de Conciliación)33.

33 Ibídem, p. 241.

37
Dante Torres Altez

Como vemos, la función que cumple el abogado dentro de un centro


de conciliación es muy importante (ya que como es conocido por todos,
los conciliadores no necesitan tener el título de abogado para desem-
peñar funciones conciliatorias), para que luego en la vía jurisdiccional
(proceso único de ejecución) el título ejecutivo pueda contener los requi-
sitos de fondo (cierta, expresa y exigible) ya explicados anteriormente.
Hacemos mención a este extremo, porque como veremos más adelante,
muchas demandas ejecutivas respaldadas en títulos ejecutivos (actas de
conciliación de acuerdo a ley) son desestimadas de plano, por no cum-
plir de manera correcta la obligación contenida en el título.

Con la aparición del D. Leg. Nº 1070, la “Ley de Conciliación” re-


gula la imposibilidad de acudir al Poder Judicial, sin antes, en determi-
nados procesos, no se haya previamente transitado por la vía de la con-
ciliación; es decir, se reconoce un requisito adicional a los ya previstos
en los artículos 424 y 425 del CPC, haber agotado la conciliación como
alternativa de solución de conflicto.

Esto trajo como consecuencia, que la conciliación, como mecanismo


alternativo de solución de conflicto, reafirme la relevancia que tenía, y
así las actas de conciliación con acuerdo parcial o total, sirvan como tí-
tulos ejecutivos según lo consagra el artículo 18 del D. Leg. Nº 1070 y el
propio CPC en su artículo 688.

Sobre este punto también cabe hacer algunas aclaraciones, ya que


existe también un problema que suele confundir a los operadores del
derecho, y es que el artículo 18 de la Ley Nº 26872 señala textualmente:
“El Acta con acuerdo conciliatorio constituye título de ejecución. Los de-
rechos, deberes u obligaciones ciertas, expresas y exigibles que consten
en dicha Acta se ejecutarán a través del proceso de ejecución de resolu-
ciones judiciales”.

Es decir, advierte que el acta con acuerdo conciliatorio constituye


título de ejecución y por tanto deberá ejecutarse en el proceso de eje-
cución de resoluciones judiciales; no obstante, existe una contradicción
(al menos en su redacción) debido a que la mencionada ley también
sufrió modificatorias con el D. Leg. Nº 1070, el que no advirtió que las
actas de conciliación de acuerdo a ley, ya no constituyen más títulos de
ejecución (art. 713 del CPC hoy derogado), sino títulos ejecutivos (art.
688 del CPC) y tampoco ya no se tramitan en el proceso de ejecución de

38
Proceso de ejecución. Parte general

resoluciones judiciales, sino en el proceso único de ejecución, conforme


regula el artículo 22 del propio Reglamento de la Ley de Conciliación
Extrajudicial, aprobada por D.S. Nº 014-2008-JUS, publicada en agosto
de 2008 (otra evidente contradicción con su propia ley).

A pesar de estas imprecisiones, es pacífico en la práctica judicial que


las personas que ostenten un acta conciliatoria con acuerdo puedan in-
coar demandas de procesos únicos de ejecución, adjuntando su título
ejecutivo conforme a ley.

Otro punto que no podemos dejar de lado, es la eficacia que tienen


las actas de conciliación para posteriormente ser ejecutados en el Poder
Judicial, del estudio realizado por Marianella Ledesma, en diciembre
del dos mil dos tomando como promedio el ingreso en el año 2001 de
pretensiones relacionadas con la ejecución de actas de conciliación en
los módulos corporativos de los juzgados civiles de Lima, tomando una
muestra de 31 actas de conciliación provenientes de 17 diversos centros
privados de conciliación en el Distrito Judicial de Lima. Los resultados
fueron alarmantes: 1. Existe una tendencia al rechazo de las pretensio-
nes para su ejecución forzada, porque de la muestra analizada, el 82 %
de las demandas fueron desestimadas. 2. La admisión a trámite de la
ejecución forzada es mínima. Solo un 18 %, que equivalen a cinco casos
de nuestra muestra fueron admitidos a trámite34.

Por tal motivo, concordamos con la opinión de Jaime Abanto: “En


efecto, al igual que en los casos de actas que no reúnen a cabalidad el re-
quisito de admisibilidad, existe una responsabilidad compartida entre el
centro de conciliación, el conciliador y el abogado del centro que debió
verificar la legalidad del acuerdo. Pero no basta que el acuerdo sea vá-
lido. Es necesario, además, que las obligaciones contenidas en el acta
sean ciertas, expresas y exigibles. De lo contrario, los acuerdos pese a ser
válidos serán totalmente ineficaces, y en caso de solicitarse la ejecución
forzada, la misma sería declarada improcedente por el juez. Debido a la
trascendencia del acta de conciliación, insistimos en que los conciliado-
res han de redactar las actas de conciliación con sumo cuidado, con la
asesoría del abogado del centro, a fin de cumplir escrupulosamente con

34 LEDESMA, Marianella citada por ABANTO TORRES, Jaime. La conciliación extrajudicial y la concilia-
ción judicial. Un puente de oro entre los Marc´s y la justicia ordinaria. Grijley, Lima, 2010, p. 209.

39
Dante Torres Altez

los requisitos previstos en el artículo 16 de la Ley N° 2687235 y a fin de


no celebrar acuerdos nulos o inejecutables, y de no perjudicar a los con-
ciliantes y potenciales justiciables”36.

Por otro lado, también existe en el ordenamiento procesal otra acta


de conciliación que constituye título ejecutivo:

35 Artículo 16.- El Acta es el documento que expresa la manifestación de voluntad de las partes en la
Conciliación Extrajudicial. El Acta debe contener necesariamente una de las formas de conclusión del proce-
dimiento conciliatorio señaladas en el artículo anterior. El Acta deberá contener lo siguiente:
a. Número correlativo.
b. Número de expediente.
c. Lugar y fecha en la que se suscribe.
d. Nombres, número del documento oficial de identidad y domicilio de las partes o de sus representantes y,
de ser el caso, del testigo a ruego.
e. Nombre y número del documento oficial de identidad del conciliador.
f. Número de registro y, de ser el caso, registro de especialidad del conciliador.
g. Los hechos expuestos en la solicitud de conciliación y, en su caso, los hechos expuestos por el invitado
como sustento de su probable reconvención, así como la descripción de la o las controversias correspondien-
tes en ambos casos.
Para estos efectos, se podrá adjuntar la solicitud de conciliación, la que formará parte integrante del Acta, en
el modo que establezca el Reglamento.
h. El Acuerdo Conciliatorio, sea total o parcial, consignándose de manera clara y precisa los derechos, debe-
res u obligaciones ciertas, expresas y exigibles acordadas por las partes; o, en su caso, la falta de acuerdo, la
inasistencia de una o ambas partes a la Audiencia o la decisión debidamente motivada de la conclusión del
procedimiento por parte del conciliador.
i. Firma del conciliador, de las partes intervinientes o de sus representantes legales, de ser el caso.
j. Huella digital del conciliador, de las partes intervinientes o de sus representantes legales, de ser el caso.
k. El nombre, registro de colegiatura, firma y huella del Abogado del Centro de Conciliación Extrajudicial,
quien verificará la legalidad de los acuerdos adoptados, tratándose del acta con acuerdo sea este total o
parcial.
En el caso que la parte o las partes no puedan firmar o imprimir su huella digital por algún impedimento físi-
co, intervendrá un testigo a ruego quien firmará e imprimirá su huella digital. En el caso de los analfabetos,
también intervendrá un testigo a ruego, quien leerá y firmará el Acta de Conciliación. La impresión de la
huella digital del analfabeto importa la aceptación al contenido del Acta. En ambos casos se dejará constancia
de esta situación en el Acta.
La omisión de alguno de los requisitos establecidos en los literales a), b), f), j) y k) del presente artículo no
enervan la validez del Acta, en cualquiera de los casos de conclusión de procedimiento conciliatorio señalado
en el artículo 15.
La omisión en el Acta de alguno de los requisitos establecidos en los incisos c), d), e), g), h), e i) del presente
artículo, dará lugar a la nulidad documental del Acta, que en tal caso no podrá ser considerada como título
de ejecución, ni posibilitará la interposición de la demanda. En tal supuesto, la parte afectada podrá proceder
conforme a lo establecido en el artículo 16-A.
El Acta no deberá contener en ningún caso, enmendaduras, borrones, raspaduras ni superposiciones entre
líneas, bajo sanción de nulidad.
El Acta no podrá contener las posiciones y las propuestas de las partes o del conciliador, salvo que ambas lo
autoricen expresamente, lo que podrá ser merituado por el Juez respectivo en su oportunidad.
36 Ibídem, p. 210.

40
Proceso de ejecución. Parte general

• Las actas de conciliación fiscal

Según la Resolución de la Fiscalía de la Nación: 1133-2005-MP-FN


(Facultad conciliadora de los Fiscales en asuntos de familia) en el artícu-
lo 4, Registro de Actas de Conciliación Fiscal, “El Acta de Conciliación
Fiscal, suscrita por las partes ante el Fiscal de Familia, constituye título
de ejecución. El Ministerio Público abrirá un Registro de Actas de Con-
ciliación Fiscal. Expedirá las copias certificadas que soliciten las partes”.

c. Los títulos valores que confieran la acción cambiaria, debida-


mente protestados o con la constancia de la formalidad susti-
tutoria del protesto respectiva; o, en su caso, con prescinden-
cia de dicho protesto o constancia, conforme a lo previsto en
la ley de la materia
Para que pueda iniciarse un proceso único de ejecución, es necesario
contar con un título valor que confiera acción cambiaria, pues no todos
los títulos valores, por el solo hecho de ser un título valor confiere ac-
ción cambiaria o tiene mérito ejecutivo. Por tanto, el título valor para
que califique como título ejecutivo, debe reunir requisitos adicionales.

Uno de estos requisitos es que primero sea un título valor y por


tanto cumpla con todos los requisitos que requiere la Ley de Títulos
Valores (en adelante, LTV); es decir, que deberá cumplir con ciertos re-
quisitos formales como por ejemplo: que representen o incorporen de-
rechos patrimoniales, estén destinados a la circulación, y los que por su
propia naturaleza sean exigibles, sino realmente no estaremos frente a
un título valor; en pocas palabras, el rótulo del título valor, no lo hace
realmente un título valor.

El artículo 18 de la LTV, sobre mérito ejecutivo y ejercicio de las ac-


ciones cambiarias, prescribe:

“18.1 Los títulos valores tienen mérito ejecutivo, si reúnen los


requisitos formales exigidos por la presente Ley, según su
clase”.

Ahora bien, es necesario precisar, que la LTV, realmente se debió


llamar “Ley de Valores Negociables”, porque regulan tanto a los títu-
los valores como a los valores negociables. Nos explicamos, el género es

41
Dante Torres Altez

valores negociables porque tiene valor papel o documento y valor infor-


mático, de ahí que el título valor, es el valor documento con soporte ma-
terial, mientras que el valor informático es el regulado en el inciso 5 del
artículo 688 del CPC (La constancia de inscripción y titularidad expedi-
da por la Institución de Compensación y Liquidación de Valores, en el
caso de valores representados por anotación en cuenta, por los derechos
que den lugar al ejercicio de la acción cambiaria, conforme a lo previsto
en la ley de la materia). Por lo tanto, los valores son: títulos valores o
valores con anotación en cuenta37.

Al respecto, la propia LTV, pese a su equivocada nomenclatura, deja


en claro esta importante distinción cuando clasifica a los títulos valores
como: materializados o desmaterializados, importándonos para el pre-
sente título ejecutivo lo concerniente al primero.

Las características de los títulos valores materializados son las si-


guientes (artículo 1.1 de la LTV):
“(...)
c. Representan o contienen derechos patrimoniales, lo cual les
confiere carácter de instrumentos de contenido económico.
d. El destino a que están dedicados es la circulación, pues existen
para movilizar valores.
e. Tienen carácter formal, lo que obliga a otorgarlos de conformi-
dad con las prescripciones legales que imponen determinados
requisitos”.

No obstante, cabe la aclaración de Hernando Montoya cuando seña-


la: “Si bien los títulos valores están destinados a la circulación –pues esa
es su naturaleza–, existen situaciones en que esta se limita, por ejemplo,

37 Así lo ha dejado en claro la Dra. María Elena Guerra Cerrón, en la conferencia dictada para el “Curso de
Especialización en Derecho Procesal Civil. Reflexiones a los veinte años del Código Procesal Civil”, orga-
nizado por la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Peruana Los Andes y la Asociación
Civil de Investigación Jurídica “In Aspera Veritas”, desarrollado en la ciudad de Huancayo del 10 de agosto
al 28 de setiembre de 2013.

42
Proceso de ejecución. Parte general

a través de cláusulas que restringen la transferibilidad (cláusula no ne-


gociable), pero que no afectan la esencia o validez del título”38.
También precisa el mismo autor, “para que el título valor surta efec-
tos se requiere el cumplimiento de ciertos requisitos formales (art. 1.2);
sin embargo, no toda omisión o defecto presupone la invalidez del títu-
lo, pues existen requisitos que son esenciales, es decir, tan inherentes a
la naturaleza del título, que siempre deben estar para que este sea váli-
do (v. gr., el nombre del obligado, la consignación del documento oficial
de identidad, etc.). Por el contrario, hay requisitos –generales para todos
los títulos valores, o especiales– cuyo incumplimiento no perjudica la
validez o eficacia de un título valor; en estos casos, la ley establece la
consecuencia jurídica ante dichos defectos (v. gr., si existe una discor-
dancia entre el monto en números y el monto en letras, se prefiere el
último; error en la consignación del número del DOI, etc.)”39.
Otro aspecto relevante para que un título valor cumpla con ser un
título ejecutivo es la relación cambiaria, esto significa que el titular ejer-
za todas aquellas conductas destinadas a la satisfacción de su derecho,
así como requerir el pago, protestar o demandar en la vía judicial. Lo
importante de diferenciar a la acción cambiaria de la acción causal, es
que la primera nace del propio título valor, mientras que la segunda, del
acto jurídico celebrado. Ahora, si bien se complementan porque exis-
te un vínculo entre ambos, las diferencias son visibles ya que para los
plazos, la prescripción, la vía procedimental, etc., son elementos que no
operan de la misma forma para ambas.
La importancia de elegir el ejercicio de la acción cambiaria es porque
los “títulos valores son documentos privilegiados en el ordenamiento
jurídico, es lógico que su cumplimiento sea más expedito que otros do-
cumentos. Teniendo en cuenta que el origen de los títulos valores res-
pondió a una necesidad de agilización del comercio y seguridad en las
transacciones, deben existir mecanismos que faciliten su cumplimien-
to efectivo. Entonces, la satisfacción del derecho contenido en el título
valor se realizará a través del proceso ejecutivo (ahora llamado proce-
so único de ejecución) al ser este una vía más célebre para obtener la

38 MONTOYA ALBERTI, Hernando. “Problemas en la emisión de títulos valores. Enfoque jurisprudencial”.


En: Diálogo con la Jurisprudencia. Gaceta Jurídica, Lima, 2009, p. 8.
39 Ídem.

43
Dante Torres Altez

tutela del crédito. De ahí que si por alguna circunstancia se pierde la


acción cambiaria la consecuencia más perjudicial será la imposibilidad
de transitar por el proceso de ejecución, sino por la –a veces tortuosa–
vía de conocimiento, en la que se exigen más actos procesales, los plazos
son más largos y las defensas del demandado más amplias. Un reflejo
de esta idea es la nueva redacción del artículo 688 del Código Procesal
Civil, modificado por el D. Leg. Nº 1069”40.

Asimismo, la acción cambiaria, en pocas palabras, es simplemente


exigir los derechos incorporados en los títulos valores a través de una
demanda. Puede ser: directa, de regreso y de ulterior regreso o reembol-
so cambiario. La directa, se dirige contra el principal obligado (es decir,
la persona que se obligó a pagar el crédito) o sus avales. La de regreso,
la que se ejerce contra alguien más, básicamente un obligado en vía de
regreso, que puede ser un avalista, endosante o un librador. Y la de ul-
terior regreso, es la que ejerce el titular de la acción de regreso en contra
del principal obligado si a él le tocó pagar el título.

Asimismo, la propia ley señala el universo de los títulos ejecu-


tivos que están sujetos a protesto y los que no están sujetos a dicha
formalidad.

Los títulos ejecutivos que están sujetos a protesto y que ameritan


una demanda de ejecución son: La letra de cambio, el pagaré, el cheque,
la factura conformada, el warrant, el título de crédito hipotecario nego-
ciable. En cambio los títulos valores que llevan consigo, la respectiva
cláusula de no protesto pero que ello no implica no incoar una deman-
da ejecutiva son: el certificado bancario, el conocimiento de embarque
negociable, la carta de porte negociable, las acciones, el certificado de
suscripción preferente, el certificado de suscripción de fondos mutuos
en valores y en fondos de inversión, los valores emitidos en procesos de
titulación, los bonos, papeles comerciales y otros, la letra hipotecaria, la
cédula hipotecaria, el pagaré bancario, el certificado de depósito banca-
rio negociable, las obligaciones y bonos públicos, el cheque de gerencia,
el cheque giro, el cheque garantizado, el cheque de viajero, la copia no
negociable de la carta de porte, etc.

40 Ibídem, p. 10.

44
Proceso de ejecución. Parte general

Como hemos visto, cada título valor mientras constituya título eje-
cutivo, puede accionar un proceso único de ejecución y así solicitar tute-
la jurisdiccional efectiva. Para ello, claro está, deberá previamente cum-
plir con los requisitos formales para ser título valor y con los requisitos
indispensables para ser título ejecutivo.

Para fines de este trabajo, escapa hacer un examen minucioso de


cada título valor que pueda constituir título ejecutivo; sin embargo, en
su momento haremos las reflexiones pertinentes sobre la problemática
de los títulos valores al momento de hacer mérito ejecutivo, con respecto
a la contradicción, medios probatorios, etc.

d. La constancia de inscripción y titularidad expedida por la


Institución de Compensación y Liquidación de Valores, en
el caso de valores representados por anotación en cuenta, por
los derechos que den lugar al ejercicio de la acción cambiaria,
conforme a lo previsto en la ley de la materia
Como hemos anotado, en el acápite anterior, los valores negociables
son: títulos valores o valores con anotación en cuenta. Siendo el título
ejecutivo el documento o constancia que representa el valor con anota-
ción en cuenta que está en soporte informático.

El Certificado expedido por la Institución de Compensación y Li-


quidaciones de valores correspondientes según el artículo 2 de la LTV,
es una empresa privada que en el Perú es Cavali, Institución de Com-
pensación y Liquidación de Valores S.A. (Cavali ICLV S.A.), la cual es
una asociación anónima cuyo objeto exclusivo es el registro, custodia,
compensación, liquidación y transferencia de valores, de acuerdo con
lo previsto en la Ley del Mercado de Valores (D. Leg. Nº 861), la que
está autorizada y controlada por la Comisión Nacional Supervisora de
Empresas y Valores (Conasev). Cabe precisar que estos títulos valores
desmaterializados surgieron para el beneficio del tráfico comercial, res-
paldando los créditos en un soporte informático41.
Las principales funciones de Cavali ICLV S.A. son:

41 Cfr. GACETA JURÍDICA. Guía rápida de preguntas y respuestas de la nueva Ley de Títulos Valores. 300
preguntas claves y sus respuestas. 1ª edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2000, p. 41.

45
Dante Torres Altez

a) Llevar el registro contable de valores representados por anota-


ciones en cuenta de emisiones no inscritas en Bolsa y realizar las
anotaciones correspondientes.
b) Efectuar en exclusiva la transferencia de valores por anotacio-
nes en cuenta que se deriven de la negociación extrabursátil de
estos valores; y
c) Expedir certificaciones de los actos que realice.

Asimismo, el artículo 18 de la Ley de Títulos Valores, mérito ejecuti-


vo y ejercicio de las acciones cambiarias, regula lo siguiente:

“El mérito ejecutivo respecto a los valores con representación por


anotación en cuenta, recae en la constancia de inscripción y titulari-
dad que expida la respectiva Institución de Compensación y Liqui-
dación de Valores, conforme a la ley de la materia” (el resaltado es
nuestro).

“Entre las ventajas de los títulos valores representados por anotacio-


nes en cuenta se pueden mencionar:
a) Evita trasladar físicamente en cada operación los títulos, aspec-
to que reviste particular importancia cuando se trata de emisio-
nes masivas.
b) Permite determinar a los titulares de los valores y la cantidad
que cada uno de ellos posee.
c) La rapidez en el tratamiento de la información.
d) Elimina los riesgos de destrucción, robo o extravío de los títulos.
e) Evita las falsificaciones.
f) Agiliza la transferencia de los valores.
g) El reparto de los beneficios se efectúa a través de la Institución
de Compensación y Liquidación de Valores”42.

42 MONTOYA MANFREDI, Ulises; MONTOYA ALBERTI, Ulises y MONTOYA ALBERTI, Hernando.


Comentarios a la nueva Ley de Títulos Valores. Grijley, Lima, 2005, pp. 17 y 18.

46
Proceso de ejecución. Parte general

e. El documento privado que contenga transacción extrajudicial


Un análisis sobre el tema fue el realizado a raíz del Primer Pleno Ca-
satorio en materia civil –Cas. N° 1465-2007-Cajamarca–, que tuvo como
eje central exactamente la “transacción extrajudicial”. En esta reunión de
jueces supremos se estableció varios puntos resaltantes, siendo uno de
ellos el siguiente:

“(…) Se concluye que para nuestro ordenamiento jurídico na-


cional la transacción es un acto jurídico de naturaleza patrimo-
nial (contrato) por el que las partes, en ejercicio de su autono-
mía de la voluntad, haciéndose concesiones recíprocas, deciden
sobre algún asunto dudoso o litigioso. A nivel formal, al ser un
contrato, apunta a zanjar cuestiones ya existentes entre las par-
tes, es decir, a extinguir relaciones jurídicas existentes que se
encuentran en controversia. Por ello su ubicación es más clara
dentro de los medios extintivos de las obligaciones. En cuanto
al nivel de fondo, lo que subyace en el corazón de esta figura se
centra en la búsqueda de la paz y la armonía”43.

Asimismo, se precisa que “La causa o función de la transacción es la


composición de la controversia jurídica que existe entre las partes, cuya
solución o liquidación asumen los propios interesados, evitando provo-
car un pleito o acabando el ya iniciado, y se realiza mediante recíprocas
concesiones. Sobre esta causa, que en sus múltiples aspectos revela la
virtualidad operativa del contrato, y sobre la situación o relación jurídi-
ca controvertida debe recaer, impelido por el animus transigendi, el con-
sentimiento de los contratantes”44.

Ahora bien, también se sostiene que los efectos de la transacción,


como es opinión mayoritaria en la doctrina, produce los siguientes
efectos: a) es obligatoria o vinculante por dos razones: por su carác-
ter contractual y porque el contrato entre las partes es ley; b) es extin-
tiva; ya que luego de celebrada la transacción se resuelven conflictos
que no pueden volverse a discutir c) tiene efecto declarativo; pues ya

43 Corte Suprema de Justicia de la República. Pleno Casatorio Civil - Cas. N° 1465-2007-Cajamarca.


En: <http://www.justiciaviva.org.pe/nuevos/2008/abril/24/sentencia.pdf>, p. 25.
44 Ídem.

47
Dante Torres Altez

existía previamente al acuerdo, solo que se reafirma con su celebración y


d) tiene valor de cosa juzgada la cual solo ocurre, sin embargo, con la
transacción judicial, mas no con la extrajudicial porque aquella está so-
metida a un control jurisdiccional con la homologación correspondiente.

De lo mencionado, no obstante, es necesario precisar que solamente


producirán dichos efectos cuando el contenido de la transacción versa
sobre derechos transigibles; es decir, solo derechos patrimoniales (art.
1305 del CC), contengan concesiones recíprocas y no afectan el orden
público y las buenas costumbres (art. 337 del CPC).

Otro tema no menos importante es la diferencia al momento de eje-


cutar una transacción judicial de la extrajudicial. A saber:

“3.1. Efectos de la Transacción Extrajudicial

El último párrafo del artículo 1302 del CC establece en forma


genérica que la transacción tiene autoridad de cosa juzgada
(…). Sin embargo, en el caso de la transacción extrajudicial,
tal característica no puede ser equiparada o asimilada la de
una sentencia, pues existen diferencias esenciales entre ambas
(…)”45.

Con mayor precisión el artículo 1312 del CC se encarga de zanjar la


diferencia que caracteriza a la transacción judicial con la extrajudicial,
precisando que la primera se ejecuta de la misma manera que la senten-
cia y la segunda en la vía ejecutiva. En tal sentido, la transacción extra-
judicial viene a constituir un título ejecutivo, según lo dispone el inciso
8 del artículo 688 del CPC y, como tal, solo puede compelerse a su cum-
plimiento mediante proceso ejecutivo.

El punto central en este tema, como vemos, pasa por entender que la
ejecución de una transacción judicial se tramita como un título ejecutivo
judicial (resolución judicial firme ya desarrollado en su momento), en
cambio la ejecución de la transacción extrajudicial como un documento
privado que goza de privilegios que la ley le ha concedido. Pero, cuál
es la importancia para que dicho instrumento de solución de conflicto,

45 Ibídem, p. 21.

48
Proceso de ejecución. Parte general

goce de tales prerrogativas, simplemente la voluntad de las personas de


solucionar un conflicto de intereses y así evitar transitar por la vía juris-
diccional y con ello buscar la paz y armonía en la convivencia.

De opinión distinta en la doctrina nacional es la profesora Eugenia


Ariano, quien considera: “(…) nuestro Código permite a quienes hayan
transado un asunto dudoso o litigioso y luego hayan incumplido los
acuerdos a que hayan llegado entrar de frente al proceso ejecutivo, aun-
que tal acto solo esté contenido en un documento privado, lo que no nos
parece que sea la solución más conveniente, pues por más transacción
que se trate, y aun cuando el Código Civil solo exija como formalidad
para su validez el que esté documentado por escrito (art. 1304), dicho
documento no ofrece la suficiente certeza de autenticidad para darle la
categoría de título ejecutivo”46.

f. El documento impago de renta por arrendamiento, siempre


que se acredite instrumentalmente la relación contractual
En este título ejecutivo ha existido múltiples contradicciones en la
doctrina, por establecer ¿cuál es realmente lo que constituye título ejecu-
tivo. Es el documento impago de renta (recibo) o el contrato de arrenda-
miento celebrado por las partes?

Consideramos que son ambos documentos los que componen el


título ejecutivo, a pesar de que algunos consideren que, como la cele-
bración de un contrato no requiere de soporte material sino el solo con-
sentimiento entre las partes para celebrarlo, no es necesario adjuntar
el contrato de arrendamiento. No obstante, creemos que tal afirmación
es veraz pero solo desde una interpretación genérica de la norma, en
cambio en este extremo, cuando la propia ley exige la formalidad de
acreditar la instrumentalidad de la relación contractual, es necesario
(como es obvio) que se presente también el contrato de arrendamiento
celebrado.

Asimismo, “se puede promover proceso ejecutivo en mérito al título


consistente en documento impago de renta por arrendamiento, siempre

46 ARIANO DEHO, Eugenia. El proceso de ejecución. Rodhas, Lima, 1998, p. 218.

49
Dante Torres Altez

que se acredite instrumentalmente la relación contractual, siendo nece-


sario precisar que dicho dispositivo legal no impone formalidad alguna
con relación al denominado ‘documento impago de renta por arrenda-
miento’” (Cas. Nº 1627-2005-Lima).

Pero el problema se agudiza realmente cuando nos hacemos la pre-


gunta: ¿puede presentarse una copia certificada del instrumento impago
de renta como título ejecutivo?

La Corte Suprema se ha pronunciado al respecto: “Se incurre en un


error al afirmar que las fotocopias de las facturas (instrumento impago
de renta) no cumplen la formalidad de ser presentadas en original, y
por lo tanto no pueden ser consideradas como títulos ejecutivos, pues
el artículo 235 in fine del Código Procesal Civil establece que la copia
del documento público tiene el mismo valor que el original, si está cer-
tificada por auxiliar jurisdiccional, notario público o fedatario” (Cas.
Nº 3799-2006-Madre de Dios).

Consideramos atinado tal pronunciamiento, pero haciendo la atin-


gencia que no podría, por ejemplo, suceder lo mismo con los títulos
valores por el principio de literalidad. Además porque los títulos va-
lores no pueden exigirse con fotocopia, así esté legalizado por notario
público, ya que es un derecho material consagrado en la Ley de Títulos
Valores.

Por otro lado, otro punto que no podemos dejar de advertir es, como
lo señala la profesora Marianella Ledesma, si es necesario que el arren-
dador haya cumplido con el pago del impuesto a la Sunat: “No es condi-
ción para exigir esta pretensión que el arrendador demuestre haber cum-
plido con el pago del impuesto correspondiente a la Sunat, pues como
refiere la octava disposición complementaria del Código Procesal: “para
iniciar o continuar los procesos no es exigible acreditar el cumplimiento
de obligaciones tributarias. Sin embargo, el juez puede oficiar a la auto-
ridad tributaria, a efectos de salvaguardar el interés fiscal”47.

Otro factor importante es que: “La penalidad no constituye renta,


en razón que esta tiene por objeto resarcir al afectado por los daños y

47 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Ob. cit., p. 250.

50
Proceso de ejecución. Parte general

perjuicios ocasionados por el incumplimiento de la obligación del otro


contratante. Dicho pago no puede ser materia de cobranza en un proce-
so ejecutivo por no constituir renta impaga. El instrumento impago de
la renta, más bien, constituye título ejecutivo” (Exp. Nº 1331-97-Lima).

Al igual que en el anterior título ejecutivo, la profesora Eugenia


Ariano, con respecto al documento impago de renta de arrendamiento
advierte que: “(…) en realidad ese instrumento no puede ser conside-
rado título ejecutivo, puesto que no contiene una obligación cierta, ex-
presa y exigible, sino que es un recibo, es un comprobante de pago y
nada más. Además, el legislador debió pensar que la razón por la cual
se permitió que se pudiera ‘cobrar’ arriendos en la vía ejecutiva fue para
evitarle al arrendador el ‘lato y dispendioso’ juicio ordinario. Eliminan-
do este, y sustituido por un proceso de cognición ‘plenario rápido’ care-
cía ya de sentido otorgarle al arrendador la tarjeta de entrada al proceso
ejecutivo”48.

g. El testimonio de escritura pública


Lo importante en este título ejecutivo es la participación del nota-
rio como profesional del Derecho que está autorizado para dar fe de los
actos y contratos que ante él se celebran. Para ello formaliza la voluntad
de los otorgantes, redactando los instrumentos a los que confiere auten-
ticidad, conserva los originales y expide los traslados correspondientes.
Su función también comprende la comprobación de hechos y la trami-
tación de asuntos no contenciosos previstos en las leyes de la materia
(art. 2 del D. Leg. Nº 1049).

Ahora bien, las escrituras públicas son instrumentos públicos pro-


tocolares que el notario incorpora al protocolo notarial, que debe con-
servar y expedir los traslados que la ley determina y siempre contiene
un acto jurídico; en cambio, los instrumentos públicos extraprotocolares,
son las actas y demás certificaciones notariales que se refieren a hechos
o circunstancias que presencie o le conste al notario por razón de su fun-
ción y; de manera excepcional, también actos jurídicos.

48 ARIANO DEHO, Eugenia. Problemas ... Ob. cit., pp. 219-220.

51
Dante Torres Altez

Asimismo, es necesario revisar el D. Leg. Nº 1049, cuando en su ar-


tículo 83 señala: “El testimonio contiene la transcripción íntegra del ins-
trumento público notarial con la fe que da el notario de su identidad con
la matriz, la indicación de su fecha y foja donde corre, la constancia de
encontrarse suscrito por los otorgantes y autorizado por él, rubricado en
cada una de sus fojas y expedido con su sello y firma, con la mención de
la fecha en que lo expide”.

Vale decir, el testimonio de escritura pública debe contener una obli-


gación de dar, hacer o no hacer, las cuales, a su vez, deben ser ciertas,
expresas, exigibles y líquidas o liquidables (tratándose de obligaciones
de dinero), para que constituya como título ejecutivo.

Mario Alzamora, por su parte, enseña que “la autenticidad es la cer-


teza de la procedencia del instrumento. A los documentos públicos se
les llama ‘auténticos’ porque se halla probada dicha procedencia por el
instrumento mismo”49. Y apunta Eugenia Ariano: “El notario al redac-
tar una escritura pública da fe del acto que está documentado, de su o
sus autores, de la fecha y suscripción. Es el origen del documento lo que
ha permitido históricamente que el documento notarial sea considerado
por la mayoría de ordenamientos jurídicos como idóneo para conformar
un título ejecutivo, permitiéndose el ingreso directo a un proceso de eje-
cución con toda la certeza que la fe pública notarial da”50.

Un caso que puede ilustrar mejor el testimonio de escritura públi-


ca como título ejecutivo es el señalado por el Dr. Renato Aguirre, en un
artículo publicado en el diario El Peruano denominado “Inscripción de
contratos acelerará los desalojos”, aquí el abogado del Estudio Muñiz
sede Cusco, advierte que los procesos de desalojo por vencimiento de
contrato se ha convertido en uno de los procesos sumarísimos más lar-
gos que existe, por eso propone que al elevar a escritura pública los con-
tratos de arrendamientos y así dotar de la formalidad de una escritura
pública e incorporando una cláusula en la cual se establezca como obli-
gación a cargo del arrendatario la devolución del inmueble en una fecha
determinada, estamos creando una obligación expresa, cierta y que
puede ser exigible una vez verificado el plazo para su cumplimiento, lo

49 ALZAMORA, Mario. Citado por ARIANO, Eugenia. Ob. cit., p. 222.


50 Ídem.

52
Proceso de ejecución. Parte general

cual determina que podamos hablar de un título ejecutivo y lograr así


que el inmueble alquilado sea desocupado más rápidamente. La ventaja
es que acelerará el proceso único de ejecución, con ello también se res-
tringe la defensa en un proceso de esta naturaleza, porque solo podrá
contradecirse mediante la inexigibilidad o iliquidez de la obligación, la
nulidad formal o falsedad del título y la extinción de la obligación, lo
cual delimitará el ámbito del conflicto y las posibilidades de defensa del
demandado, convirtiendo este proceso en una herramienta mucho más
eficaz para recuperar la posesión del bien51.

h. Otros títulos a los que la ley les da mérito ejecutivo


En este extremo, el CPC ha considerado como númerus apertus, la
posibilidad de incoar un proceso único de ejecución a través de leyes es-
pecíficas que otorgan a determinados documentos la calidad de títulos
ejecutivos.

Una de estas leyes es la consagrada en el Código de Protección y De-


fensa del Consumidor, en la cual en su artículo 115.6, Medidas correcti-
vas reparadoras, señala:

“El extremo de la resolución final que ordena el cumplimiento


de una medida correctiva reparadora a favor del consumidor
constituye título ejecutivo conforme con lo dispuesto en el ar-
tículo 688 del CPC, una vez que quedan consentidas o causan
estado en la vía administrativa. La legitimidad para obrar en los
procesos civiles de ejecución corresponde a los consumidores
beneficiados con la medida correctiva reparadora”.

Este título ejecutivo se sustenta porque Indecopi no cuenta con fa-


cultad coercitiva para exigir el cumplimiento de lo ordenado en su re-
solución final, por eso a través de lo dispuesto por su normatividad so-
licita al órgano jurisdiccional la ejecución del mismo. Cabe resaltar, sin
embargo, que es necesario que la obligación contenida en el título sea
cierta, expresa y exigible.

51 En: <http://www.elperuano.com.pe/edicion/noticia-inscripcion-contratos-acelerara-los-desalojos-3709.aspx#.
UoJdbTV77IU>. Publicado: 28/03/2013.

53
Dante Torres Altez

Asimismo, “la Ley General del Sistema Financiero, Ley Nº 26702. En


el inciso 7 del artículo 132 de la citada ley se aprecia el mérito ejecu-
tivo a las liquidaciones de saldos deudores que emitan las empresas
comprendidas en tal disposición legal, entre ellas los bancos. En rela-
ción con dicho saldo deudor, mediante la Casación Nº 2024-2000-Lima,
la Sala Civil Suprema ha establecido que la sola presentación del saldo
deudor no viabiliza el proceso ejecutivo, es necesario que dichas liqui-
daciones deban recaudarse con el o los documentos donde conste el ori-
gen de la obligación. En relación con esta legislación, sostiene la Casa-
ción Nº 2380-99-Lima que los bancos deben informar periódicamente a
sus clientes sobre los estados de cuenta, teniendo el cliente la oportuni-
dad de observar los saldos deudores en forma puntual, rubro por rubro,
partida por partida, con la documentación sustentatoria que el caso re-
quiera52” (el resaltado es nuestro).

“Por otro lado, el artículo 228 de la referida Ley Nº 26702 señala


que la empresa financiera puede, en cualquier momento, remitir una
comunicación a su cliente –en este caso, al ejecutado–, advirtiéndole de
la existencia de saldos deudores en su cuenta y requiriéndole el pago.
Transcurridos quince días hábiles desde la recepción de la comunica-
ción sin que hubiere observaciones, el banco está facultado para girar,
contra el cliente por el saldo más los intereses generados en dicho pe-
riodo, letras a la vista, con expresión del motivo por el que se las emite.
Si se ha emitido dichas letras de cambio a la vista, las que están protes-
tadas por falta de pago, no requiere la aceptación del girado, dejando
expedita la acción ejecutiva”53.

Consideramos oportuno precisar que estamos de acuerdo en que


no solamente sea considerado título ejecutivo las liquidaciones de sal-
dos deudores emitidas por las empresas del sistema financiero, sino que
también deban presentarse el o los documentos donde conste el origen
de la obligación, debido a que con ello se genera un respaldo del con-
tenido real de la deuda impaga. De esta forma la Corte Suprema ha in-
sistido “(…) no debemos perder de vista que un requisito para que pro-
ceda la ejecución es que la obligación contenida en el título sea cierta,

52 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Comentarios al Código ... Ob. cit., p. 252


53 Ídem.

54
Proceso de ejecución. Parte general

esto es conocida como verdadera e ineludible, expresa y exigible. Por tal


motivo, en la medida en que las liquidaciones de saldo deudor son do-
cumentos emitidos unilateralmente, para que proceda la ejecución de-
bería presentarse conjuntamente al título documentos donde conste el
origen de la deuda o que cumplan con los requisitos señalados” (Cas.
Nº 463-2004-Ica).

Dentro de este inciso del artículo 688 del CPC, también el arrenda-
miento financiero goza de la calidad de título ejecutivo.

Así lo ha señalado Marianella Ledesma: “Otro caso en que la ley


otorga mérito ejecutivo es el arrendamiento financiero regulado en el
Decreto Legislativo Nº 299. Es una modalidad de contratación del siglo
XX que recibe diversas calificaciones, tales como locación financiera,
leasing, alquiler industrial, entre otros. Es un contrato típico mercan-
til que tiene por objeto la locación de bienes muebles o inmuebles por
una empresa locadora para el uso por la arrendataria, mediante pago de
cuotas periódicas y con opción a comprar dichos bienes. Este contrato
es oneroso, crea una situación jurídica de uso y disfrute de bien mate-
ria del contrato, con prestaciones recíprocas y de ejecución continua.
Señala el artículo 10 del citado Decreto Legislativo Nº 299: ‘el contrato
de arrendamiento financiero tiene mérito ejecutivo. El cumplimiento
de las obligaciones derivadas del mismo, incluyendo la realización de
las garantías otorgadas y su rescisión, se tramitarán con arreglo a las
normas del juicio ejecutivo’. El artículo 24 del Decreto Supremo Nº 599-
84-EFC, sostiene: “el mérito ejecutivo del contrato de arrendamiento fi-
nanciero faculta a la arrendadora a demandar por los trámites del juicio
ejecutivo, el cumplimiento de todas las obligaciones de la arrendataria
pactadas en el contrato y la realización de las garantías otorgadas, inclu-
yendo aquellas derivadas de su rescisión como el pago de las cantidades
acordadas como penalidades por el resarcimiento de los daños y perjui-
cios originados por esta”54.

Efectivamente, la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema ha


señalado que: “El artículo 10 del Decreto Legislativo Nº 299 señala que
el contrato de arrendamiento financiero tiene mérito ejecutivo. Bajo

54 Ibídem, pp. 242- 243.

55
Dante Torres Altez

ese contexto legislativo, se advierte que la voluntad del legislador fue


la de disponer que el cumplimiento de las obligaciones derivadas del
contrato de arrendamiento, inclusive las de su incumplimiento –tales
como la obligación del arrendatario de devolver el bien o los bienes
a la terminación del contrato, salvo que el mismo haya sido prorro-
gado o que la arrendataria haya hecho uso de su opción de compra–,
deban tramitarse por la vía correspondiente al proceso ejecutivo”
(Cas. Nº 1655-2007-Piura).

De igual forma, “puede promoverse proceso ejecutivo en mérito de


la escritura pública de arrendamiento financiero, y en virtud a ello, soli-
citarse el pago de las sumas que correspondan exigirse por tal contrato,
así como la devolución del bien que fue materia del mismo, aun cuando
este fuera un inmueble, en mérito de lo dispuesto por el artículo 694 del
Código Procesal Civil” (Cas. Nº 4107-2001-Lima).

En ese mismo sentido, la Ley de Regularización de Edificaciones, del


Procedimiento para la Declaratoria de Fábrica y del Régimen de Unida-
des Inmobiliarias de Propiedad Exclusiva y de Propiedad Común - Ley
Nº 27157, en su artículo 50 advierte que: “Los instrumentos impagos
por la cobranza de las cuotas ordinarias y/o extraordinarias son títulos
ejecutivos en base a los cuales se puede promover proceso ejecutivo. En
dicho supuesto el proceso se tramitará de conformidad con lo establecido
para el proceso de ejecución del Código Procesal Civil”. Es decir, cuando
uno se incorpora a la propiedad horizontal es consciente que debe contri-
buir para su respectivo mantenimiento de las áreas comunes, como por
ejemplo: limpieza de parques y jardines, ascensorista, etc. Para lo cual
dichas deudas generadas han sido consideradas como documentos privi-
legiados de someterse a un proceso único de ejecución.

Otro título ejecutivo es lo regulado en la undécima disposición com-


plementaria del D. Leg. Nº 1071 que prevé que a efectos de la devolu-
ción de honorarios de los árbitros, tiene mérito ejecutivo la decisión del
Tribunal Arbitral o de la institución arbitral que ordena la devolución
de dichos honorarios, así como la resolución judicial firme que anula el
laudo por vencimiento de plazo para resolver la controversia.

56
Proceso de ejecución. Parte general

III. EL INTERÉS Y LA LEGITIMIDAD PARA OBRAR EN EL PROCESO


ÚNICO DE EJECUCIÓN

En cualquier proceso, sea de cognición (conocimiento, abreviado y


sumarísimo), y de ejecución, siempre debe exigirse previamente que se
identifique el interés y la legitimación para obrar, de lo contrario debe
declararse su improcedencia.

1. El interés para obrar


Para definirlo nos apoyamos en la profesora Eugenia Ariano quien
manifiesta: “El interés para obrar en la pretensión ejecutiva se manifies-
ta concretamente en el incumplimiento del obligado, de allí que la uti-
lidad del ejecutante consiste en la satisfacción de su derecho mediante
la ejecución forzada por los órganos jurisdiccionales. En el supuesto de
que el ejecutante accione pese a que su interés está satisfecho, carecerá
de interés para obrar. Por lo que en su momento será declarada la im-
procedencia de la pretensión ejecutiva”55.

Precisa aún mejor: “Por ello, el interés para obrar se presume por la
ley en atención a la certeza de la existencia de la obligación que ofrece
el título ejecutivo, y en tal sentido, la alegación del incumplimiento es
per se suficiente para autorizar el ejercicio de la pretensión ejecutiva, en
atención a la utilidad que obtendrá el acreedor de la actividad ejecutiva
del órgano jurisdiccional”56.

Como podemos apreciar, no existe nada más que el incumplimiento


para accionar un proceso único de ejecución, porque es indiscutible el
origen del título, bastará simplemente con presentarlo para que pueda
ejecutarse, claro está que el ordenamiento procesal ha otorgado meca-
nismos de oposición para tutelar el derecho a la defensa, pero como es-
tudiaremos estos son sumamente restringidos por la propia naturaleza
de este proceso; por eso, nos referimos a ella como una vía privilegiada.

55 ARIANO DEHO, Eugenia. Problemas... Ob. cit., p. 228.


56 Ibídem, p. 229.

57
Dante Torres Altez

2. La legitimidad para obrar


Sobre la legitimidad para obrar debemos recordar, que en el proceso
único de ejecución estamos frente a una parte ejecutante (demandante)
y otra parte ejecutada (demandada), que es lo mismo decir, partes pro-
cesales dentro de la relación jurídica procesal.

Al ser esto así, queda claro que se aplica los mismos criterios para
establecer quiénes son considerados como partes procesales dentro de
una relación jurídica procesal, donde no siempre coinciden las mismas
partes materiales como partes procesales, debido a que el proceso ejecu-
tivo es autónomo con respecto al proceso de cognición.

Por tal razón, con este criterio, el artículo 690 del CPC prescribe:
“Están legitimados para promover ejecución quien en el título ejecutivo
tiene reconocido un derecho en su favor; contra aquel que en el mismo
tiene la calidad de obligado y, en su caso el constituyente de la garantía
del bien afectado, en calidad de litisconsorte necesario.

Cuando la ejecución pueda afectar derecho de tercero, se debe noti-


ficar a este con el mandato de ejecución. La intervención del tercero se
sujetará a lo dispuesto en el artículo 101. Si se desconociera el domicilio
del tercero se procederá conforme a lo prescrito en el artículo 435”.

Entonces, tendrá legitimidad para obrar activa aquel que aparezca


como acreedor en el título ejecutivo y tendrá legitimidad para obrar pa-
siva quien aparezca en el título como deudor.

Ahora bien, sobre el particular algunos ordenamientos jurídicos han


considerado que se presenta también una legitimidad sobreviniente en
supuestos donde exista una transferencia del título a favor de determi-
nados terceros, los mismos que pueden ser a título universal o particu-
lar, por actos ínter vivos o mortis causa57.

57 La profesora Eugenia Ariano, en su estudio conocido sobre el proceso de ejecución, advierte que existe la
posibilidad de que la legitimación no aparezca ya en el título ejecutivo mismo, sino que debe ser probado
mediante documentos que revistan la misma certeza que el título mismo. Por ello, el derecho, o la obligación,
del causahabiente debe ser probado en el momento en que se presenta la demanda ejecutiva, debe, en suma
probarse la legitimación, ya sea esta activa o pasiva, de lo contrario el juez deberá declarar la improcedencia
de la ejecución. Asimismo, expresa que hubiera sido muy oportuno que el artículo 690 del CPC regulara este
supuesto, consagrando con precisión que también tiene legitimación ejecutiva los causahabientes, ya sea a
título universal o particular por acto ínter vivos o mortis causa con la única carga de probar in límine la causa

58
Proceso de ejecución. Parte general

Por otro lado, también está latente la participación de un tercero, ya


sea dentro de la legitimidad para obrar pasiva cuando nos referimos a
la participación de un garante o un aval, los mismos que se encuentran
aptos para que sus bienes se encuentren afectados de igual forma que
los de los deudores. En este supuesto, los terceros tal como lo señala el
artículo 690 del CPC, segundo párrafo, se le notificará con el mandato
de ejecución para hacer valer su actuación en mérito a lo dispuesto en
el artículo 101. Si se desconociera el domicilio del tercero se procederá
conforme a lo prescrito el artículo 435.

En relación con la legitimación extraordinaria, señala Montero


Aroca que es posible estar legitimado sin afirmar la titularidad activa de
la relación jurídica. Es así que es posible utilizar la acción subrogatoria
respecto de la acción ejecutiva. Cita como ejemplo el caso del deudor
que ha obtenido a su favor una sentencia contra un deudor suyo, y no
insta la ejecución; el acreedor, después de haber perseguido los bienes
que estén en posesión del deudor para realizar cuanto se le debe, puede
ejercitar todas las acciones de este y por tanto también las ejecutivas.
Respecto de otras legitimaciones, señala Montero Aroca: “habrá de es-
tarse al caso concreto para comprobar si el Ministerio Fiscal, las asocia-
ciones, corporaciones y grupos pueden o no instar la ejecución, aunque
no hubiese sido parte en el proceso de declaración y no figure, por tanto,
en el título, pero en principio la legitimación tienen que poder compren-
der también la ejecución. Así, si la fábrica ha sido condenada a colocar
una depuradora de aguas residuales y el demandante no insta la ejecu-
ción, ¿podrá hacerlo la asociación, corporación o grupo que actúa en de-
fensa de los derechos o intereses colectivos? Creemos que sí”58.

Hay circunstancias que pueden colocar al tercero en una posición


pasiva, como es el caso cuando se dirige la ejecución sobre bienes que
son de su propiedad en su totalidad o en parte. Véase el caso de la trans-
ferencia de un bien hipotecado. Cuando la ejecución persigue bienes hi-
potecados y estos han pasado a poder de un tercero, aparece todo un

de la traslación del derecho o de la obligación en forma fehaciente (por ejemplo, con el testimonio del testa-
mento, o con la sentencia de sucesión intestada, o con el testimonio de la escritura pública de fusión de socie-
dades, o copia certificada del reconocimiento de un documento privado que contiene una cesión de derechos;
en este caso sí se justificaría la prueba anticipada, etc.). ARIANO DEHO, Eugenia. Ob. cit., p. 232.
58 MONTERO, Juan. Citado por LEDESMA, Marianella. Ob. cit., p. 256

59
Dante Torres Altez

sistema de intervención del mismo en el proceso. Conforme lo dispone


el artículo 1117 del CC: “El acreedor puede exigir el pago al deudor, por
la relación personal; o al tercer adquiriente del bien hipotecado, usando
de la acción real. El ejercicio de una de estas acciones no excluye el de la
otra, ni el hecho de dirigirla contra el deudor, impide se ejecute el bien
que esté en poder de un tercero, salvo disposición diferente de la ley”.
En este sentido, la Sala Comercial de Lima se ha pronunciado así: “Con-
forme se advierte de los testimonios de compraventa, que los posteriores
adquirientes del inmueble materia de ejecución conocían del gravamen,
además de la publicidad del registro. Por tanto, mal puede pretender
desconocer el gravamen existente, afirmando la inejecutabilidad de la
hipoteca por no haber intervenido los adquirientes directamente en su
constitución, pues su condición de no deudores no hace inejecutable al
gravamen de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 1117 del CC”59.

La ejecución puede continuar también respecto de bienes embarga-


dos en forma de inscripción que se han trasmitido después del embargo;
en esos casos, la ejecución se dirige contra el bien que es de un tercero,
asumiendo este la carga hasta el monto inscrito al momento de la trans-
ferencia (artículo 656 del CPC). En ambos supuestos, pueden los terce-
ros intervenir sujetándose a lo dispuesto en el artículo 101 del CPC, me-
diante solicitud que tendrá la formalidad prevista para la demanda, en
lo que fuera aplicable, debiendo acompañar los medios probatorios co-
rrespondientes. Tanto el artículo 690 y el artículo 726 del CPC se orien-
tan a regular el tratamiento de la concurrencia de acreedores en relación
con los bienes materia de ejecución. Para que este artículo sea útil, la no-
tificación al tercero debe entenderse como obligatoria, porque estamos
ante el supuesto de terceros forzados u obligados, no a concurrir, sino a
ser citados con el mandato de ejecución60.

IV. PROCEDIMIENTO DEL PROCESO ÚNICO DE EJECUCIÓN


1. Demanda ejecutiva
La demanda es conocida como el acto procesal que da inicio al pro-
ceso, a su vez contiene la pretensión procesal y materializa el derecho

59 Ibídem, p. 242.
60 Ídem.

60
Proceso de ejecución. Parte general

de acción frente al órgano jurisdiccional en busca de tutela jurisdiccional


efectiva.

En ese sentido, quien presenta una demanda ante el Poder Judicial,


debe previamente cumplir con un conjunto de requisitos de fondo y de
forma, los mismos que se caracterizan de la siguiente manera:

a) Requisitos de fondo: Estos son intrínsecos a la demanda, se


basan en la construcción jurídica de la misma; por ejemplo,
argumentar el interés para obrar; sin embargo, ante la ausen-
cia o imperfección, el juez ordena inmediatamente el rechazo
de la demanda. Estos son los requisitos de procedencia de la
demanda.

b) Requisitos de forma: Son los anexos de la demanda, como tam-


bién algunas formalidades que hagan viable su ejecución como
la firma del abogado, los aranceles judiciales etc.; sin embargo,
su incumplimiento impide que la demanda produzca efectos ju-
rídicos, no obstante, el juez puede pedir que se subsane en un
plazo la omisión o insuficiencia. Estos son los requisitos de ad-
misibilidad de la demanda.

Como se advierte, los requisitos de admisibilidad y procedencia de


la demanda son imprescindibles para que produzcan efectos jurídicos.

Asimismo, los artículos 424 y 425 del CPC, contienen los requisitos
y anexos que deben presentarse con la demanda. Siendo los primeros,
los elementos intrínsecos, que deben estar presentes ineludiblemente en
todo proceso, mientras que los segundos, son todos los documentos ne-
cesarios para el cumplimiento de los requisitos de admisibilidad y pro-
cedencia de la demanda.

Por otro lado, el artículo 128 del mismo ordenamiento procesal con-
sagra la admisibilidad y procedencia, regulando: “El juez declara la ad-
misibilidad de un acto procesal cuando carece de un requisito de forma
o este se cumple defectuosamente. Declara su improcedencia si la omi-
sión o defecto es de un requisito de fondo”.

Los artículos 426 y 427, también del mismo cuerpo procesal, detallan
las causales por las que se declara la inadmisibilidad e improcedencia

61
Dante Torres Altez

de la demanda. Todas ellas referidas a los requisitos de forma y de


fondo antes señalados.

Adicionalmente a lo mencionado sobre los requisitos de los artículos


424 y 425 del CPC, en el proceso único de ejecución deberá adjuntarse el
documento que constituye título ejecutivo, el cual deberá a su vez cum-
plir con los requisitos del artículo 690-A del CPC.

En esa concordancia está precisamente el artículo 690-A del CPC


que advierte: “A la demanda se acompaña el título ejecutivo, además de
los requisitos de los artículos 424 y 425 y los que se especifiquen en las
disposiciones especiales”.

Al respecto, se precisa la efectivización de lo que consta en un título


ejecutivo: “En los procesos ejecutivos el juicio no discurre por el análisis
de la cuestión de fondo que pudiera surgir de cualquier relación jurí-
dica, sino que se tiene a hacer efectivo lo que consta y fluye del propio
título ejecutivo –partiendo de un derecho cierto pero satisfecho– pues
no se trata de pronunciarse sobre derechos dudosos y no controverti-
dos, sino de llevar a efecto lo que consta de manera indubitable en el
título que por su misma naturaleza constituye prueba del derecho que
contiene y, por ende, hace del proceso ejecutivo uno en el que desapa-
rece la fase en la que se trate de obtener la declaración de aquel” (Exp.
Nº 213-2005-Lima).

Por otro lado, se ha pronunciado la Sala Civil Transitoria de la Corte


Suprema frente a un proceso tramitado y sentenciado sin haberse incor-
porado al proceso el título ejecutivo, el Colegiado señala que las nuli-
dades procesales son soluciones de última ratio, a las que solo debe re-
currirse en casos extremos, dejando de lado la añeja posición del culto
de la forma por la forma; por tanto, si la omisión (ausencia de título)
no fue advertida por el juez, pese a su calidad de director del proceso
y el demandado en la contradicción al mandato ejecutivo se limitó a
alegar la extinción de la obligación, no debe ampararse la nulidad, toda
vez que es aplicable el aforismo jurídico Nemo auditur propriam turintu-
dinem allegans, es decir, nadie puede basar su acción en su propia culpa.
(Cas. Nº 3621-2007-Cusco).

Por eso consideramos que el juez al momento de calificar la deman-


da ejecutiva deberá verificar la veracidad del título ejecutivo; haciendo

62
Proceso de ejecución. Parte general

hincapié a la colaboración que tiene en el proceso como director del


mismo, es decir, analizar los requisitos de fondo y de forma del título.
Así por ejemplo, será necesario que el juez identifique si se están cum-
pliendo con los requisitos señalados en la Ley títulos valores en el caso
que se esté solicitando la ejecución de un pagaré.

2. Competencia en el proceso de ejecución


La potestad jurisdiccional es aquella función atribuida constitucio-
nalmente a algunos órganos del Estado por medio de la cual se busca la
actuación del derecho objetivo al caso concreto a fin de lograr la efectiva
tutela de las situaciones jurídicas de los particulares, la sanción de deter-
minadas conductas antisociales y la efectividad del principio de jerar-
quía normativa por medio de decisiones definitivas y que son ejecuta-
bles; logrando con todo ello mantener la paz social en justicia61.

En ese sentido, la potestad jurisdiccional es ejercida por aquellos


órganos a los cuales la Constitución les confiere dicha potestad, en este
caso son los jueces en todo el ámbito nacional quienes ejercen dicha fun-
ción jurisdiccional, solo que es la propia ley que atribuye el espacio de
actuación mediante las diferentes formas de establecer su competencia.

Por eso, reitera Giovanni Priori: “No es posible ni correcto identifi-


car ‘jurisdicción’ con ‘competencia’. La noción de jurisdicción como ya
ha sido reiteradamente dicho hasta aquí se refiere a una potestad esta-
tal, mientras que la noción de ‘competencia’ tiene que ver con los ámbi-
tos dentro de los cuales el ejercicio de dicha facultad es válido. De esta
forma, no es lo mismo decir que ‘un juez no tiene jurisdicción’ y que
‘un juez no tiene competencia’, porque lo primero sería una contradic-
ción en sí misma pues si un juez no tiene jurisdicción no es en realidad
un juez. No tener jurisdicción supone no poder realizar actividad juris-
diccional (procesal) alguna, mientras que no tener competencia supone
no poder realizar actividad procesal válida. Por ello, por ejemplo, una
‘sentencia’ dictada por quien no ejerce función jurisdiccional entra den-
tro de la categoría de un ‘acto inexistente’, mientras que una sentencia

61 PRIORI POSADA, Giovanni. En: <http://blog.pucp.edu.pe/item/23993/la-competencia-en-el-proceso-civil-


peruano>.

63
Dante Torres Altez

dictada por un juez incompetente entra dentro de la categoría de un


‘acto nulo’”62.

Por tanto, existe un cordón umbilical para identificar la competencia


de la potestad jurisdiccional del Estado, la cual está sujeta a esta última,
adquiriendo sus propias características y reglas de actuación.

De esta forma, la competencia es la aptitud que tiene un juez para


ejercer válidamente la potestad jurisdiccional. La competencia, es un
presupuesto procesal para la validez de la relación jurídica procesal y
sus características son: de orden público, legales, improrrogables (salvo
para el criterio territorial), indelegables, inmodificables y los criterios
para la determinación de la competencia son: materia, función, cuantía,
grado, territorio y turno.

Aterrizando en los procesos únicos de ejecución, sobre este particu-


lar, existe una exigencia para determinar la competencia del juez, la que
está supeditada según el título ejecutivo que se pretende ejecutar. Ya sea
este un título ejecutivo judicial o un título ejecutivo extrajudicial.

A saber, el artículo 690-B del CPC, señala que:

“Es competente para conocer los procesos con título ejecutivo


de naturaleza extrajudicial el juez civil y el de paz letrado. El
juez de paz letrado es competente cuando la cuantía de la pre-
tensión no sea mayor de cien unidades de referencia procesal.
Las pretensiones que superen dicho monto son de competencia
del juez civil.

Es competente para conocer los procesos con título ejecutivo de


naturaleza judicial el juez de la demanda.

Es competente para conocer los procesos de ejecución con ga-


rantía constituida, el juez civil”.

Cuando nos referimos a los títulos ejecutivos judiciales la norma


establece que será competente el juez de la demanda del proceso de
cognición, dentro del cual se encuentran las resoluciones firmes: las

62 Ídem.

64
Proceso de ejecución. Parte general

sentencias de condena, acuerdos conciliatorios o transacciones homolo-


gadas (arts. 328 y 337 del CPC). Mientras que no sucede lo mismo cuan-
do nos referimos a los títulos ejecutivos extrajudiciales donde será com-
petente el juez civil y el juez de paz letrado dependiendo de la cuantía;
en cambio como se verá más adelante, en los procesos de ejecución de
garantía siempre será el juez civil.

Un punto importante nos advierte Marianella Ledesma “(…) sin


embargo, este artículo no precisa el juez competente territorialmente
que debe conocer la ejecución de las obligaciones contenidas en títulos
ejecutivos de naturaleza extrajudicial, a que refieren los incisos 2 al 11
del artículo 688 del CPC. Frente a ello, debemos recurrir a lo regulado
en el artículo 34 del CPC que dice: los procesos de ejecución se some-
ten a las reglas generales sobre competencia, salvo disposición distinta
de este Código; esto es, el lugar del domicilio del demandado, tal como
lo señala el artículo 14 del CPC o por el artículo 17 del CPC, si se trata
de personas jurídicas; sin embargo, se debe tener en cuenta que ade-
más del domicilio del demandado, también es competente, a elección
del demandante, los supuestos que regula el artículo 24 del Código
Procesal”63.

Por otro lado, existen algunos títulos ejecutivos extrajudiciales que


por su propia naturaleza y ley especial, regulan la competencia del juez
al momento de interponerse la ejecución. Un claro ejemplo de ello son
los laudos arbitrales firmes.

Así el artículo 8 inciso 3 de la Ley de Arbitraje establece que será


competente el juez civil subespecializado en lo Comercial o en su defec-
to el juez especializado en lo Civil del lugar donde el laudo debe produ-
cir su eficacia. En el caso de laudos extranjeros reconocidos, el artículo 8
inciso 6 del decreto legislativo que regula el arbitraje dispone que será
competente para su ejecución el juez civil subespecializado en lo Comer-
cial o en su efecto el juez especializado en lo Civil; y en función del te-
rritorio, será competente el juez del lugar del arbitraje (sede del tribunal
arbitral) o el del lugar donde el laudo debe producir su eficacia.

63 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Ob. cit., pp. 265-266.

65
Dante Torres Altez

Como puede apreciarse, para este caso particular, parece existir un


conflicto al momento de determinar quién es competente cuando se eje-
cutan laudos arbitrales firmes que no sean mayores de cien Unidades
de Referencia Procesal. Sin embargo, consideramos que debe aplicarse
siempre la Ley de Arbitraje (juez civil subespecializado en lo comercial
o en su defecto el juez especializado en lo civil del lugar donde el laudo
debe producir su eficacia), incluso en casos donde la cuantía sea menor
a cien Unidades de Referencia Procesal, teniendo en cuenta la materia y
la norma especial de lo que se resuelve mediante el arbitraje.

Por otro lado, menudo problema se presenta con respecto a la ejecu-


ción de las actas de conciliación, nosotros consideramos lo siguiente: el
juez competente según lo establece el artículo 690-B del CPC es el juez
civil y los jueces de paz letrado, dependiendo de la cuantía que se dis-
cuta. Sin embargo, haciendo precisión a la Resolución Administrativa
N° 006-204-SP-CS de fecha 2 de octubre de 2004 que creó la subespecia-
lidad comercial dentro de la especialidad civil y que otorgó a los juz-
gados civiles con subespecialidad comercial competencia para conocer
“procesos ejecutivos y de ejecución de garantías”; son competentes para
conocer los procesos ejecutivos, los juzgados civiles con subespecialidad
comercial.

Consecuentemente, serán competentes para conocer la ejecución de


actas de conciliación, los juzgados civiles con subespecialidad comercial
o los juzgados civiles o mixtos y los juzgados de paz letrado64.

64 Existe a su vez una opinión distinta de lo mencionado, cuando se considera que la ejecución de las actas de
conciliación, antes de establecerse a prima facie la competencia según lo hemos señalado (art. 690-B del
CPC), previamente deba analizarse la materia que fue objeto de conciliación; es decir, existirán casos en que
el acta de conciliación contenga acuerdos originados de un conflicto familiar o laboral que no necesariamente
son y tienen la misma naturaleza de un conflicto comercial, así por ejemplo: una pensión de alimentos im-
paga que genera una obligación pecuniaria frente al alimentista no puede interpretarse como una obligación
de dar suma de dinero, porque ambas pretensiones, si bien son de naturaleza económica, no surgen de un
mismo conflicto y, por tanto, no generan las mismas consecuencias en las partes intervinientes. En el acta
de conciliación donde se resolvió un conflicto de pensión de alimentos siempre el acreedor debe informar de
los gastos que realiza el alimentista producto del pago que efectúa el deudor, en cambio en una obligación de
dar suma de dinero, al deudor le es indiferente lo que resulte del pago de su obligación y tampoco el acree-
dor debe informar el resultado de este. En consecuencia, existe la postura que deberá ser competente para
ejecutar un acta de conciliación, el juzgado civil con subespecialidad comercial, asimismo, nada impide que
los juzgados de familia o laborales cuando se discutan en el acta de conciliación materias de su especialidad
sean también competentes de un proceso único de ejecución y, por supuesto, los juzgados de paz letrado
dependiendo de la cuantía. Dicha interpretación además se sustenta en que el proceso como instrumento para
la tutela de los derechos materiales debe estar sujeta a la pretensión que se discute, por eso, atendiendo a ello,
deberá de establecerse el órgano jurisdiccional especializado en administrar justicia.

66
Proceso de ejecución. Parte general

Ahora bien, con respecto a la competencia de los procesos de eje-


cución de garantía, solo diremos que necesariamente debe tenerse en
cuenta la Resolución Administrativa N° 006-204-SP-CS antes señalada
que creó la subespecialidad comercial dentro de la especialidad civil que
otorgó a los juzgados civiles con subespecialidad comercial competencia
para conocer “procesos ejecutivos y de ejecución de garantías”; por lo
tanto, son competentes para conocer el Proceso Único de Ejecución con
garantía, los juzgados civiles con subespecialidad comercial.

Al respecto, también se ha desarrollado a nivel jurisprudencial la


competencia de los juzgados comerciales cuando se traten pretensio-
nes referidas a títulos valores: “De la literalidad del resumido petitorio
y de los fundamentos de hecho que lo sustentan (específicamente de
lo expuesto en el punto uno, a fojas once: ‘(...) títulos valores que son
materia de la presente acción (...)’), se desprende que el demandante so-
porta la obligación reclamada en los seis documentos. De ello se tiene,
que se considere a tales documentos como títulos valores (para ejerci-
tar un proceso cambiario de regreso en vía procedimental distinta a la
ejecutiva) o que se entienda que lo puesto a consideración del órgano
jurisdiccional es la relación causal que subyace en la relación endosata-
rio-endosante de los mismos documentos, es la subespecialidad comer-
cial la competente para su dilucidación, en orden a lo que disciplina el
acápite ‘a’ del punto uno del artículo primero de la citada Resolución
Administrativa número cero seis - dos mil cuatro - SP - CS, del treinta
de septiembre de dos mil cuatros, por lo que el Resolución Administra-
tiva N° 006-2004-SP-CS.- Artículo Primero. Punto 1. Acápite a) Las pre-
tensiones referidas a la Ley de Títulos Valores y en general las acciones
cambiarias, causales y de enriquecimiento sin causa derivadas de títulos
valores y los procesos ejecutivos y de ejecución de garantías. Conflicto
negativo debe resolverse a favor del juez al que el justiciable recurrió,
quien deberá, si lo tiene a bien, solicitar las aclaraciones que considere
pertinentes para establecerse el tipo de proceso (cambiario o causal) que
plantea el demandante” (Exp. Nº 416-2005-Lima).

3. El mandato ejecutivo
El artículo 690-C del CPC establece:

67
Dante Torres Altez

“El mandato ejecutivo, dispondrá el cumplimiento de la obli-


gación contenida en el título; bajo apercibimiento de iniciarse la
ejecución forzada, con las particularidades señaladas en las dis-
posiciones especiales. En caso de exigencias no patrimoniales, el
juez debe adecuar el apercibimiento”.

Si bien la norma no estipula un plazo para que el mandato ejecuti-


vo se concretice o desde cuando se da inicio a la ejecución forzada, es
la propia administración judicial quién se encargará de señalar el men-
cionado plazo. Como podemos apreciar este es el momento para que el
mandato ejecutivo vincule al deudor; es decir, para que este cumpla es-
pontáneamente la obligación o se prosiga con la ejecución forzada.

A diferencia de cualquier proceso de cognición, hacemos referencia


que en el proceso único de ejecución, por su propia urgencia y celeri-
dad, impide que puedan plantearse mecanismos de defensa por parte
del ejecutado antes que se emita el mandato ejecutivo. Lo que trae como
consecuencia que, por su propia naturaleza, la pretensión ejecutiva
planteada se ejecute de forma inmediata.

Consideramos que el sustento doctrinario es que el proceso ejecuti-


vo se circunscribe en la urgencia de satisfacer las necesidades de las per-
sonas, en un proceso donde ya no tiene que discutirse si el derecho re-
clamado está pendiente de determinarse, sino radica en que el derecho
ya ha sido reconocido por el órgano jurisdiccional o por la propia ley.

Cuando hablamos del contenido del mandato ejecutivo, nos referi-


mos a lo que ya hemos venido desarrollando y lo que necesariamente
debe contener: a) la calificación de demanda por parte del juez; b) la ve-
rificación de la concurrencia de requisitos formales y de fondo; c) admi-
tir y dar trámite a la demanda con el mandato ejecutivo; d) el cumpli-
miento de una obligación contenida en el título; e) el apercibimiento o
advertencia de la posibilidad de sancionar para el ejecutado en caso no
cumpliera con la prestación debida de manera espontánea y, finalmente;
f) el plazo para su cumplimiento.

Ahora bien, precisa el profesor Luis Alberto Liñán que: “El aperci-
bimiento que contiene el mandato ejecutivo es de ‘iniciar la ejecución
forzada’, no obstante, este solo será efectivo en el supuesto de que en
forma previa el ejecutante haya trabado un embargo u otra medida

68
Proceso de ejecución. Parte general

cautelar sobre los bienes del ejecutado, pues de lo contrario el aperci-


bimiento será ‘vacío’, pues si no hay bienes afectados, no hay nada
que ejecutar y el proceso de ejecución solo se limitará a exigir el cum-
plimiento de una obligación, quedando, en este supuesto, como única
alternativa solicitar el señalamiento de bien libre, de acuerdo a lo regu-
lado en el artículo 692-A”65.

Un ejemplo de una resolución de mandato ejecutivo se presenta de


la siguiente forma:

Lima, veintinueve de octubre del dos mil uno

AUTOS Y VISTOS; por presentada la demanda de obligación


de dar suma de dinero con los documentos que se adjuntan.
ATENDIENDO: Primero.- A que toda persona tiene el dere-
cho a la tutela jurisdiccional efectiva,(…) Segundo.- A que la
demanda que antecede reúne los requisitos que establecen los
artículos 130, 131, 133, 424 y 425 del CPC; asimismo no se en-
cuentra incursa dentro de los supuestos generales de inadmisi-
bilidad e improcedencia previstos por los artículos 426 y 427 del
mismo cuerpo legal, concurriendo los presupuestos procesales
y las condiciones de la acción exigidos por el Código glosado.
Tercero.- A que, por la naturaleza de la pretensión demandada
y de conformidad con lo previsto en el artículo 693 y siguien-
tes del Código acotado, se resuelve ADMITIR la presente de-
manda sobre obligación de dar suma de dinero en la vía EJE-
CUTIVA y de conformidad con lo previsto en el artículo 430:
TÉNGASE por ofrecidos los medios probatorios que se indican
y córrase TRASLADO a los demandados (...), a fin de que cum-
plan con pagar a la ejecutante la suma de (…); en el plazo de
Ley, bajo apercibimiento de iniciarse la ejecución forzada.

4. La contradicción (oposición)
El artículo 690-D del CPC señala:

65 LIÑÁN ARANA, Luis Alberto. “Dinámica del proceso único de ejecución en el Código Procesal Civil”.
En: Actualidad Jurídica. Nº 209, Gaceta Jurídica, Lima, p. 73.

69
Dante Torres Altez

“Dentro de cinco días de notificado el mandato de ejecutivo, el


ejecutado puede contradecir la ejecución y proponer excepcio-
nes procesales o defensas previas.

En el mismo escrito se presentarán los medios probatorios per-


tinentes; de lo contrario, el pedido será declarado inadmisible.
Solo son admisibles la declaración de parte, los documentos y la
pericia.

La contradicción solo podrá fundarse según la naturaleza del


título en:

1. Inexigibilidad o iliquidez de la obligación contenida en el


título;

2. Nulidad formal o falsedad del título; o, cuando siendo este


un título valor emitido en forma incompleta, hubiere sido
completado en forma contraria a los acuerdos adoptados,
debiendo en este caso observarse la ley de la materia;

3. La extinción de la obligación exigida;

Cuando el mandato se sustente en título ejecutivo de naturaleza


judicial, solo podrá formularse contradicción, dentro del tercer
día, si se alega el cumplimiento de lo ordenado o la extinción de
la obligación, que se acredite con prueba instrumental.

La contradicción que se sustente en otras causales será rechaza-


da liminarmente por el juez, siendo este esta decisión apelable
sin efecto suspensivo”.

Es necesario precisar que dependiendo de la naturaleza del título de


ejecución pueden plantearse excepciones procesales y defensas previas,
los mismos que solo estarán sujetos al plazo de interposición (5 días
para títulos extrajudiciales) y (3 días para títulos judiciales), siendo los
mismos plazos para plantear propiamente la contradicción.

Pero lo peculiar en este extremo es que, previamente a la ejecución


propiamente, se deberá hacer un paréntesis para discutir la validez de
la relación jurídica procesalmente válida, es decir si existe una deficien-
cia o inexistencia, a fin de paralizar el ejercicio de acción o destruir su

70
Proceso de ejecución. Parte general

eficacia (art. 446 del CPC), mientras que las defensas previas buscan la
suspensión del trámite del proceso hasta que se cumpla el plazo o el
acto previsto por la ley material como antecedente para ejercitar el dere-
cho de acción (art. 445 del CPC). La tramitación de esta incidencia pro-
cesal está regulada en el artículo 690-E que estudiaremos más adelante.

Como podemos apreciar, en este enunciado normativo existen tres


aspectos muy importantes a tomar en cuenta: la primera referida al
plazo que existe para plantear la contradicción dependiendo de la na-
turaleza del título ejecutivo (judicial o extrajudicial), la segunda respec-
to a las causales de contradicción, su invocación y aplicación según la
naturaleza del título ejecutivo y finalmente la tercera, el ofrecimiento
de determinados medios probatorios para su actuación y valoración
respectiva.

Siendo así, nos parece oportuno detenernos para analizar cada uno
de estos tópicos:

Primero: respecto a la diferencia de los plazos, la norma señala que


dentro de los cinco días de notificado el mandato ejecutivo, el ejecuta-
do puede contradecir la ejecución y proponer excepciones procesales o
defensas previas cuando se refiere a títulos ejecutivos extrajudiciales, y
cuando el mandato ejecutivo se sustenta en título ejecutivo de naturale-
za judicial, solo podrá formularse contradicción, excepciones procesales
y defensas previas, dentro del tercer día.

Consideramos que esta diferencia de plazos no tiene un sustento


doctrinario, sino simplemente atribuye a considerar que los títulos eje-
cutivos judiciales deben ser tramitados más rápidos que los extrajudicia-
les, otorgándoles mayor urgencia, quizás por provenir el título ejecutivo
judicial de un proceso de cognición previa; no obstante, de un estudio
como lo hemos venido haciendo a lo largo del presente trabajo, no existe
fundamentos para realizar dicha distinción, más aún cuando la catego-
ría de título ejecutivo que nosotros consideramos es que la propia ley
disponga la calidad de título ejecutivo (expresamente) y que su exigen-
cia antes de iniciar un proceso único de ejecución se debe al privilegio
que la ley ha establecido para la solución de conflictos en determinados
casos específicos.

71
Dante Torres Altez

Segundo: respecto a las causales de contradicción, su invocación


y aplicación según la naturaleza del título ejecutivo es primordial. Vea-
mos: para los casos donde se esté ejecutando un título ejecutivo judicial,
se podrá formular contradicción solo si se alega el cumplimiento de lo
ordenado o la extinción de la obligación (consolidación, compensación,
pago, etc.) que se acredite con prueba instrumental. Como puede apre-
ciarse solo se pueden formular estas dos causales de contradicción de-
bido a que una vez concluido el proceso de cognición con una sentencia
de condena, finaliza toda posibilidad de discusión sobre la relación de la
existencia del derecho subjetivo y de la obligación misma. Ya no podrá
volverse a discutir lo resuelto debido a su protección por el manto de la
cosa juzgada. De lo contrario el juez rechazará liminarmente la contra-
dicción si se funda en supuestos distintos a los detallados.

Vale decir, son causales cerradas, taxativamente reguladas en la


norma; por lo que, no cabe interpretación extensiva a otros supuestos
no previstos por la ley; por tanto, el juez al momento de calificar la con-
tradicción, deberá verificar in stricto si se ha sujetado o no a las causales
mencionadas, de lo contrario deberá declarar la improcedencia in limi-
ne de la contradicción, además dicha decisión será apelable y sin efecto
suspensivo.

Este supuesto ha sido determinado por la jurisprudencia de la si-


guiente forma: “Que tratándose de una acción ejecutiva, el accionante
está obligado a promover y recaudar su demanda, con un título que
amerite ejecución (es decir, con un título que pruebe de plano la pre-
tensión del ejecutante) lo que ha sido cumplido en el caso de autos con
la letra a la vista de fojas dos girada por cierre de cuenta corriente, en
virtud de lo dispuesto en los artículos 303 y 307 del Decreto Legislativo
número 770; (...) Que ante un mandato ejecutivo, la ley procesal esta-
blece que el ejecutado podrá formular contradicción fundándose solo
en uno de los cuatro supuestos consignados en el artículo setecientos
del Código Procesal Civil; y, como se aprecia de fojas 43, los funda-
mentos de hecho y derecho que vierte en su contradicción no guardan
conexión lógica con el inciso segundo del artículo setecientos invoca-
do, razón por la cual el a quo debió declarar liminarmente la improce-
dencia de tal contradicción y no conferir traslado de la misma, como
en efecto se hizo; (...) Que siendo ello así y, no habiendo el ejecutado
aportado prueba alguna que desvirtúa el mérito ejecutivo de la cambial

72
Proceso de ejecución. Parte general

(...) es evidente que estaban inobjetablemente dadas las pruebas necesa-


rias para un fallo en esta acción ejecutiva, razón por la cual, el hecho de
que el a quo no hubiese cumplido formalmente en la audiencia con la
fijación de los puntos controvertidos, en nada afecta la finalidad del pro-
ceso ni su validez; en orden a lo glosado (…)” (Exp. Nº 139-7-97-Lima).

Por otro lado, para los títulos ejecutivos extrajudiciales, tenemos


las siguientes causales para invocar: a) Inexigibilidad o iliquidez de
la obligación contenida en el título. La inexigibilidad comprende la
evaluación de la declaración de la existencia de la obligación. Se deba-
te la ejecutabilidad del título por carecer aún de una prestación cierta,
expresa y exigible en todas sus dimensiones: sujetos (acreedor y deudor
señalados en el título), la existencia de presunción del título y objetos
determinables de la prestación exigible, las cuales no deben contener o
estar sometidas a alguna modalidad (plazo, lugar o condición) o a algu-
na contraprestación.

“Una obligación es inexigible por razones de tiempo, lugar y modo.


Si la obligación ha de cumplirse en determinado plazo y este no ha ven-
cido; si el demandado acude a un juez del lugar distinto al pactado o
si la obligación de pago a cumplirse está pendiente de una condición o
cargo; o cuando la ejecución no se realiza en la forma señalada no mere-
ce amparar la contradicción” (Exp. Nº 1046-200. 21/01/2002).

Mientras que la iliquidez de la obligación contenida en el títu-


lo implica que no tiene una inmediata ejecución. Si la obligación com-
prende una parte líquida y otra parte es ilíquida, se puede demandar
la primera. Las prestaciones liquidables se liquidan mediante operación
aritmética.

Asimismo, señala Marianella Ledesma que: “Cuando el título es


ilíquido, no puede procederse a la ejecución con una simple operación
aritmética porque ella responde a razones muy distintas. En estos casos,
estamos ante las llamadas sentencias de condena genérica o de conde-
na con reserva. Véase el caso de la sentencia que condena al pago de
una suma líquida y dispone, como prestación ilíquida, la compensación
del saldo de la deuda existente mediante la devolución de mercadería,
luego de computarse la depreciación de ella, al momento de la entre-
ga; o el caso de la sentencia que condena al pago de daños y perjuicios,
fijándose las bases para dicha posterior liquidación; o la liquidación

73
Dante Torres Altez

de frutos, rentas y utilidades, según las pautas preestablecidas en la


condena”66. Montero Aroca refiere que estas prestaciones operan cuan-
do la ley admite que esta sea ilíquida, dejando la liquidación para la fase
de ejecución; otro supuesto es que no haya existido realmente una ac-
tividad declarativa previa, sino simplemente el presupuesto para con-
denar genéricamente los daños sufridos; también permite prestaciones
ilíquidas, cuando la obligación de hacer, no hacer o dar cosa específica
o genérica se pueden transformar por ley en obligación pecuniaria. En
este último caso, nuestro código hace referencia a esta situación en el
artículo 706 del CPC67.

Otra causal de contradicción en los títulos ejecutivos extrajudiciales


es la b) Nulidad formal o falsedad del título; o, cuando siendo este un
título valor emitido en forma incompleta, hubiere sido completado
en forma contraria a los acuerdos adoptados, debiendo en este caso
observarse la ley de la materia; aquí la norma hace referencia en pri-
mer lugar a la nulidad del título pero con respecto a su cobertura, a su
forma, de su aspecto externo preestablecida por ley (dependiendo del
título ejecutivo), mas no del acto jurídico que lo contiene, por tanto no
podría discutirse la nulidad del título por coacción o violencia porque
esta sería una discusión de fondo (el cual deberá dilucidarse en un pro-
ceso de conocimiento), pero sí la nulidad del título; por qué la firma es
de otra persona o por qué el documento está deteriorado y tiene enmen-
daduras, etc.

La Corte Suprema establece que la nulidad de un título valor por


vicios formales implica la extinción de la responsabilidad del aval. Se-
ñala la Sala Suprema que cuando se declara la nulidad de un título valor
por adolecer de un vicio formal, no solo se libera de la acción cartular al
obligado principal, sino que dicha declaración también implica la extin-
ción de la responsabilidad del aval (Cas. Nº 2140-2003-Lima).

Situación similar se presenta cuando pretendemos la nulidad for-


mal del título ejecutivo extrajudicial - actas de conciliación de acuerdo
a ley (art. 688, inciso 3 del CPC), donde la propia ley de conciliación

66 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Ob. cit., p. 276.


67 MONTERO AROCA, Juan. Citado por LEDESMA, Marianella. Los nuevos procesos de ejecución y caute-
lar. Gaceta Jurídica, Lima, 2008, p. 276.

74
Proceso de ejecución. Parte general

extrajudicial ha determinado que puede plantearse la “nulidad docu-


mental” por el cual se establece que su declaración de nulidad afecta
únicamente al documento que contiene el acta de conciliación, pero no
afecta al contenido del mismo, es decir al acuerdo conciliatorio.

Es decir, en este título ejecutivo extrajudicial que se regula por su


propia ley y reglamento, deberá observarse siempre el artículo 16 de la
Ley Nº 26872, Ley de Conciliación, donde el acta deberá necesariamente
que cumplir con los requisitos esenciales de validez, de donde la omi-
sión en el acta de algunos requisitos establecidos en los incisos c, d, e, g,
h e i del presente artículo dará lugar a la nulidad documental del acta,
que en tal caso no podrá ser considerada como título ejecutivo, ni posi-
bilitará la interposición de una demanda. No obstante, ello no impide
que el Centro de Conciliación convoque a las partes para subsanar los
defectos de forma suscitados en el acta y rectificarla (artículo 16-A de
la Ley Nº 26872), sustituyéndola por una nueva que cumpla con las for-
malidades exigidas por ley. Asimismo, la propia ley advierte que el acta
tampoco deberá contener en ningún caso, enmendaduras, borrones, ras-
paduras ni superposiciones entre líneas, bajo sanción de nulidad.

Además, tal como lo señala Martín Pinedo: “En efecto, de acuerdo a


lo señalado en el artículo 16-A in fine de la Ley N° 26872, el acto jurídi-
co contenido en el acta de conciliación solo podrá ser declarado nulo en
vía de acción por sentencia emitida en proceso judicial; así mismo –y de
acuerdo a los dos primeros párrafos del artículo 22 del Reglamento de la
Ley de Conciliación, aprobado por Decreto Supremo N° 014-2008-JUS–
el acuerdo conciliatorio subsiste aunque el documento que lo contiene
se declare nulo, perdiendo el mérito ejecutivo y pudiendo ofrecerse
como medio de prueba en un proceso judicial”68.

En segundo lugar respecto a la falsedad del título, también debe


cuestionarse solo el documento, pero no su contenido. Se centra el deba-
te en determinar la falsedad de la autoría del acto cambiario; es decir, si
la firma fue falsificada o no, la cual debe probarse a través de un medio
probatorio pertinente.

68 PINEDO AUBIÁN, Martín. “La ‘nulidad documental’ afecta solamente al mérito ejecutivo del acta de conci-
liación pero no al acto jurídico contenido en ella”. Consulta: 13 de diciembre de 2013 <http://pinedomartin.
blogspot.com/2013/12/opinion-la-nulidad-documental-afecta.html>.

75
Dante Torres Altez

La falsedad de un título ejecutivo puede oponerse cuando este no


sea auténtico, por no corresponder su contenido o firma en él impresa
a la realidad del acto o hecho producidos, o a la persona a quien se le
atribuye, pudiendo comprender tal causal la elaboración íntegra del do-
cumento, contrariando la verdad, o su adulteración. La afirmación de
su propósito debe ser acreditada por el ejecutado, pues sobre él recae la
carga de probar. (Exp. Nº 1711-2005-Lima).

En tercer lugar, la contradicción radica cuando el título valor es emi-


tido en forma incompleta, y el mismo hubiere sido completado en forma
contraria a los acuerdos adoptados, debiendo en este caso observarse la
ley de la materia.

Marianella Ledesma nos indica que este inciso es coherente con la


nueva regulación de la Ley de Títulos Valores Nº 27287. En efecto, el ar-
tículo 19 de la referida ley describe varios supuestos como causales para
la contradicción, al margen de la vía procedimental en la que se ejerci-
ten las acciones derivadas del título valor. El inciso 1. e) considera como
causal “que el título valor incompleto al emitirse haya sido completado
en forma contraria a los acuerdos adoptados, acompañando necesaria-
mente el respectivo documento donde consten tales acuerdos transgre-
didos por el demandante”69. Para este caso, es necesario que pueda pro-
barse que efectivamente el título valor incompleto se ha completado en
forma contraria a los acuerdos adoptados entre las partes intervinientes,
siendo necesario acreditar fehacientemente dicha afirmación con el ma-
terial probatorio pertinente.

Algunas jurisprudencias al respecto concuerdan de la siguiente


forma: “En la práctica comercial puede darse el supuesto que la obliga-
ción causal se haya ido ejecutando en el tiempo hasta que por alguna
razón se produzca un incumplimiento; y, justamente para afrontar esa
situación es que se mantiene un título valor incompleto con alguno de
sus elementos esenciales, con el fin que, una vez llegado el momento en
que sea necesario ejecutar el título, este se complete en armonía con la
relación causal” (Exp. N° 231-2005-Lima). Asimismo, “el ejecutado no
ha acreditado mediante prueba indubitable alguna que el título valor

69 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Ob. cit., p. 279.

76
Proceso de ejecución. Parte general

puesto a cobro haya sido llenado en forma posterior a la fecha de su


emisión, es más al encontrarse firmado dicho documento por el propio
obligado, tácitamente debe interpretarse como una voluntad de asenti-
miento para que el ejecutante complete el referido título en las condi-
ciones que se hayan pactado” (Exp. Nº 036-2005-Lima). Por su lado, “La
Ley de Títulos valores permite la emisión de un título valor incompleto,
entendiéndose que con tal acto el aceptante-deudor expresa su voluntad
de asentir lo que tal título contenga a futuro y de autorizar al acreedor-
emisor para que complete sus demás elementos en las condiciones en
que se hayan pactado, mostrando de antemano su conformidad con el
texto, no pudiéndose en tal orden de ideas negar la referida coinciden-
cia o autorización sin acreditar los hechos que puedan sustentar las afir-
maciones de que lo asentado en el título y sus elementos constitutivos
no son congruentes con los acuerdos de las partes, probanza que –como
se ha indicado– no se ha producido en el transcurso del proceso (Exp.
Nº 010-2005-Lima). De igual forma “(...) No ha probado (el ejecutado)
que el documento fue llenado en contravención de los acuerdos previos,
por lo que no se necesita la liquidación, dado el carácter autónomo del
título y al hecho de haberse reconocido la deuda y el protesto ha sido
realizado conforme a ley (...)” (Exp. Nº 52136-97-Lima). En ese sentido
también se ha precisado que: “Al permitirse la emisión de un título valor
incompleto, se entiende que, con tal acto, el deudor expresa su volun-
tad de asentir lo que tal título contenga a futuro y de autorizar al acree-
dor para que complete sus demás elementos en las condiciones que se
hayan pactado, mostrando de antemano su conformidad con el texto
completo de él, no pudiéndose en tal orden de ideas negar la referida
coincidencia o autorización sin acreditar los hechos que puedan sus-
tentar las afirmaciones de que lo asentado en el título y sus elementos
constitutivos no son congruentes con los acuerdos de las partes” (Exp.
Nº 1111-2005-Lima).

Ahora bien, puede ocurrir una supuesta vulneración de acuerdos


en el llenado de los títulos valores incompletos: “Si bien el impugnante
señala que la vulneración de los acuerdos se ha configurado cuando el
Banco ha completado el pagaré por una cantidad distinta a la que re-
sultaba del pago de diez cuotas. Esta alegación, sin embargo, carece de
asidero fáctico por cuanto tal como se aprecia del Cronograma de Pagos
“Préstamo Libre Disponible”, el saldo resultante de haber amortiza-
do las diez cuotas es la cantidad que se completó en el pagaré y no la

77
Dante Torres Altez

esgrimida por el impugnante, que sería producto de haberse efectuado


el pago de once cuotas” (Exp. Nº 1334-2005-Lima).

c) Finalmente, la extinción de la obligación exigida, que es una


causal abierta donde pueden existir muchas formas de extinguir la obli-
gación referidas en el Código Civil, así por ejemplo: novación, subroga-
ción, pago, condonación, etc. Pero también existen hechos por los cuales
se extingue la obligación: la consolidación, la prescripción extintiva, el
vencimiento del plazo extintivo o el cumplimiento de la condición reso-
lutoria, la pérdida sobreviniente del bien sin culpa del deudor; la muer-
te del deudor o del acreedor produce también extinción de la obligación
cuando se trata de obligaciones y derechos personalísimos.

La jurisprudencia ha precisado que: “Una de las causales de contra-


dicción reguladas por el Código Procesal Civil es la extinción de la obli-
gación. En ese sentido, las obligaciones se extinguen, ordinariamente,
mediante el pago, llamado también solutio, por la cual el deudor solo
queda liberado si cumple exactamente con la prestación debida. No
otra, sino aquella en la que tiene interés el acreedor. La afirmación des-
tinada a sustentar esta causal debe ser acreditada por el ejecutado, pues
sobre él recae la carga de probar” (Exp. Nº 1340-2005-Lima).

Resumiendo. En estos supuestos de contradicción antes desarrolla-


dos, también el juez deberá declarar liminarmente la improcedencia de
la contradicción, si esta se funda en supuestos distintos a los señalados.

Por otro lado, tal como hemos analizado pueden plantearse las di-
versas formas de contradicción que señala la norma a los títulos ejecuti-
vos judiciales o extrajudiciales. Sin embargo, del estudio de cada título
ejecutivo de forma particular también se puede advertir que existen cau-
sales mucho más específicas que regulan la forma especial de contrade-
cir dichos títulos ejecutivos, tal como sucede con la ejecución de laudos
arbitrales por dar un ejemplo. A saber:

Este Decreto Legislativo Nº 1071, que regula el arbitraje, advierte


en su artículo 68 inciso 3 que la parte ejecutada solo podrá oponerse si
acredita con documentos el cumplimiento de la obligación requerida o
la suspensión de la ejecución conforme al artículo 66; es decir, por apli-
cación de la norma especial frente a la norma procesal, para estos casos,

78
Proceso de ejecución. Parte general

solo deberá evaluarse dichas formas de contradicción, y no las regula-


das en el artículo 690-D del CPC.

En consecuencia, la discusión sobre la contradicción versará única-


mente cuando se acredite el cumplimiento de la obligación o cuando se
haya solicitado la suspensión de la ejecución, la misma que debe plan-
tearse cuando se interponga el recurso de anulación y cumpla con el
requisito de la garantía acordada por las partes o establecida en el re-
glamento arbitral aplicable o cuando se constituya fianza bancaria soli-
daria, solo así se podrá suspender dicha ejecución de laudo arbitral.

Tercero: en cuanto a la actividad probatoria en el proceso único de


ejecución. La norma señala que solo son admisibles la declaración de
parte, los documentos y la pericia, para títulos ejecutivos extrajudicia-
les de lo contrario cualquier otro medio probatorio presentado será in-
admisible. Y solo podrá presentarse documentos para títulos ejecutivos
judiciales.

La declaración de parte se refiere a actos, hechos o información del


que la presta o de su representado. Su actuación no es inmediata, se
ofrece con la demanda o en la contestación de la demanda, adjuntándo-
se el pliego de preguntas. Admitida y ordenada su actuación se inicia la
absolución de las preguntas contenidas en el pliego cerrado presentado,
luego el juez es quien valora y determina los alcances de la declaración
de parte.

Nuestro Código Procesal Civil define al documento en el artícu-


lo 233 del CPC: “Es todo escrito u objeto que sirve para acreditar un
hecho”, mientras que en el artículo 234 expone las clases de documentos
que existen. Siendo los escritos públicos o privados, los impresos, foto-
copias, facsímil o fax, planos, cuadros, dibujos, fotografías, radiografías,
cintas cinematográficas, microformas tanto en la modalidad de micro-
film como en la modalidad de soportes informáticos, y otras reproduc-
ciones de audio o video, la telemática en general y demás objetos que
recojan, contengan o representen algún hecho, o una actividad humana
o su resultado.

Como lo señala el maestro Manuel Serra: “Entendemos por prueba


documental la aportación al proceso de un objeto material, en el que

79
Dante Torres Altez

aparece representada una manifestación humana en torno a un hecho


presente de interés para el proceso”70.

En cambio la pericia es un medio de prueba típico, que se utiliza


cuando los hechos controvertidos no son fáciles de apreciarlos, por eso,
el juez para poder valorarlos necesita del auxilio de los peritos, ya que
se presentan ante situaciones en las que el propio juzgador carece de
elementos técnicos para comprenderlos.

La prueba pericial, por lo tanto, requiere de actuación para su ma-


terialización, no es como otros medios de prueba que no necesitan de
manipulaciones, pues la información aparece ya reproducida o conteni-
da en un documento, en cambio, en la prueba pericial es necesario las
investigaciones hechas por los especialistas.

También la prueba pericial requiere de la escritura y de la oralidad.


En la primera, para acoger el dictamen y de la segunda, para el debate y
explicación sobre el resultado del mismo.

Por otra parte, cuando las partes ofrecen la prueba pericial indicarán
con claridad y precisión, los puntos sobre los cuales versará el dictamen,
la profesión u oficio de quien debe practicarlo y el hecho controvertido
que se pretende esclarecer con el resultado de la pericia.

También la prueba pericial, puede operar como un medio proba-


torio de parte, para lo cual, el ofrecimiento de la pericia debe cumplir
con los requisitos que señala el artículo 263 del CPC y ofrecerse con la
demanda o en la contestación, posteriormente las partes, en el mismo
plazo que los peritos nombrados por el juez, presentan informe pericial
sobre los mismos puntos que trata el artículo 263, siempre que lo hayan
ofrecido en la oportunidad debida.

En esta sección nos preguntamos: ¿se afecta el contenido esencial del


derecho a probar? Consideramos que tratándose de una vía privilegiada
si bien se restringe la posibilidad de admitir otros medios probatorios
distintos a la declaración de parte, documentos y pericia, estos mismos
deben coberturar cualquier vulneración al derecho a la defensa en el

70 SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel. Estudios de Derecho Probatorio. Communitas, Lima, 2009, p, 209.

80
Proceso de ejecución. Parte general

proceso único de ejecución. Solo así será legítimo limitar la posibilidad


de admitir otros medios probatorios.

Nos explicamos mejor, es cierto que por la naturaleza del proce-


so único de ejecución, se limite el derecho a los medios probatorios, la
norma restringe solo: la declaración de parte, los documentos y a la pe-
ricia. Sin embargo, nosotros consideramos que es correcto tal limitación
si y solo si con ello puede tutelarse el derecho a la defensa de las par-
tes en el proceso. De lo contrario, si tal limitación probatoria vulnera el
derecho a la defensa, consideramos que debe admitirse cualquier otro
medio probatorio, pero sin separarse del vínculo que existe con las cau-
sales de contradicción y así pueda obtenerse un proceso justo y el respe-
to a la tutela jurisdiccional adecuada.

Una alternativa para poder evitar tales vulneraciones es la actuación


de las pruebas de oficio; es decir, si las partes ofrecen diversos medios
probatorios, y el juez solo admite la declaración de parte, los documen-
tos y la pericia. Consideramos que de manera excepcional el juez puede
utilizar su facultad especial de actuar pruebas de oficio (como director
del proceso) cuando los medios ofrecidos no le causan convicción para
resolver la controversia, limitándose a las fuentes de prueba incorpora-
das por las partes por el principio de aportación de pruebas, para de esa
forma no suplir la incuria de las partes.

No obstante, somos conscientes que nuestra postura tiene serias crí-


ticas, siendo algunas: no deben retardarse las ejecuciones judiciales de-
bido a que la tutela ejecutiva se sustenta en virtud de un título ejecutivo
cuyo grado de certeza es reconocido por ley y que el ejercicio ilimitado
del derecho a probar significaría que en los procesos únicos de ejecución
no se alcance la satisfacción de los particulares.

Al respecto, si bien previo al acceso de un proceso único de ejecu-


ción existe una predeterminación de la ley (títulos judiciales y extraju-
diciales) que respaldan la zona privilegiada del mismo. Inclusive que
en algunos casos (judicial) se ha debatido y valorado todos los medios
probatorios existentes, emitiéndose una decisión definitiva y motivada
en derecho. O que en algunos casos (extrajudicial) la ley otorgue mérito
ejecutivo a algunos documentos privados por nacer de la voluntad de
las partes. Creemos que no son suficientes motivos para limitar el acce-
so a los medios probatorios cuando realmente vulneren el derecho a la

81
Dante Torres Altez

defensa, sobre todo cuando tal actuación de los mismos no vulnera la


dimensión del tiempo en el proceso y sobre todo no retarda las ejecucio-
nes judiciales, porque –estamos convencidos– que no se puede sostener
que la tutela ejecutiva alcanza su satisfacción debido a la virtud del títu-
lo ejecutivo.

Nos explicamos, nada tiene que ver el requisito indispensable (título


ejecutivo) con la dimensión de la tutela jurisdiccional efectiva o mejor
aún tutela ejecutiva, aquella es solo un requisito indispensable para ac-
ceder al proceso único de ejecución, le llena de contenido, es cierto, pero
no implica que con ello pueda vulnerarse una tutela jurisdiccional ade-
cuada en estos procesos de ejecución. No se busca retardar su ejecución,
sino de respetarse las garantías procesales de ambas partes en el proce-
so; más aún cuando el juez debe velar por adecuar el proceso a los fines
que persigue.
Lo materializamos con dos ejemplos:
La Corte Suprema se ha pronunciado al respecto sosteniendo
que: “(…) a fin de lograr certeza en los hechos y proteger las
garantías del derecho a un debido proceso, el juez en un pro-
ceso ejecutivo podrá solicitar de oficio la actuación de pruebas
que sean relevantes para la resolución de la controversia, aun
si es que estas pruebas no corresponden a las que normalmente
está facultado a presentar el ejecutado. El juez en decisión mo-
tivada e inimpugnable podrá ordenar la actuación de medios
probatorios adicionales que considere convenientes, como refie-
re el artículo 194 del CPC; por tanto, si la discusión de la litis
se centra en determinar si el monto del préstamo fue utilizado
para aumentar el capital de la empresa de la que ambas partes
eran socias, no contándose con la ficha registral actualizada de
esa persona jurídica ni con los libros contables de la misma que
permitirían dilucidar el conflicto, la sala suprema señala que el
juez tiene la facultad de hacer uso de auxilios establecidos por
ley o asumidos por él mismo a fin de lograr certeza y garantizar
el derecho a un debido proceso, entre estos medios los sucedá-
neos” (Cas. N° 2099-2003-Lima).
De igual forma, la profesora María Guerra, comenta la Cas. Nº 0680-
2009-Tacna, que pasaremos a detallar íntegramente para su mejor
comprensión:

82
Proceso de ejecución. Parte general

“Señala que se aborda el tema de la ejecución de garantía por


incumplimiento de obligación. Del estado de cuenta del saldo
deudor se verifica que la ejecución es por obligaciones represen-
tadas en las letras de cambio y además por un adeudo corres-
pondiente a un préstamo refinanciado.

Fundamentos del recurso.- Sin perjuicio que son varios los


extremos alegados en el recurso de casación, por lo que se ha
declarado procedente, nos interesan los argumentos b y c del
recurso.

a) Alegó coherente y reiteradamente que la obligación exigi-


da por la ejecutante, incorporada al estado de cuenta del
saldo deudor no era real ni exigible, pues considera que la
parte ejecutante ha perjudicado los títulos valores y que
el saldo exigido no guarda relación con la realidad de la
deuda, lo que ha acreditado con la carta notarial observan-
do el estado de cuenta que no fue merituado por el juzga-
dor, asimismo, la Sala Superior luego de considerar que la
tacha era procedente, de manera incoherente la declara im-
procedente, en todo caso correspondía declararla infundada
por improbada;

b) Ofreció como medio probatorio la exhibición de los títulos


valores referidos en el estado de cuenta del saldo deudor,
pues dicho recaudo los refiere, y por tanto, aduce tener de-
recho a verificar su exigibilidad y validez; sin embargo, el
juzgado ha denegado dicha petición sin fundamento algu-
no; accediendo a la oposición formulada por el Banco eje-
cutante, la recurrente discrepa con lo resuelto por cuanto la
exhibición es una prueba de documentos y, por tanto, per-
mitida expresamente en el artículo setecientos veintidós del
Código Procesal Civil; en tal sentido la prohibición de pro-
bar que los títulos valores se encuentran perjudicados y
por ende el estado de cuenta del saldo deudor es incorrec-
to, bajo el cuestionable argumento de que no existe en este
proceso audiencia, atenta el debido proceso y el derecho a
probar; pues el juez pudo requerir la exhibición de los do-
cumentos sin la necesidad de convocar a una audiencia;

83
Dante Torres Altez

c) Los jueces intervinientes han considerado que no es factible


contradecir alegando que la obligación es cierta, expresa y
exigible, pues el artículo setecientos veintidós del Código
Procesal Civil limita solo a la nulidad formal del título,
inexigibilidad de la obligación a que esta ha sido extingui-
da o prescrita; al respecto, el fundamento jurídico de dicha
alegación parte del artículo seiscientos ochenta y nueve del
Código Procesal Civil, que establece reglas comunes a todo
procedimiento de ejecución, siendo así, se requiere necesa-
riamente verificar lo antes expuesto, no siendo suficiente el
arbitrario estado de cuenta de saldo deudor, cuando en él se
expresa y refiere a títulos valores que por estar perjudicados
no dan fe de la exigibilidad, la certeza y alcance de la obliga-
ción (…)” (el resaltado es nuestro).

Fundamentos de la decisión casatoria

a) Respecto a los fundamentos a, b y c del recurso, la Sala Ca-


satoria señala que tratándose de una ejecución de garantía,
el ejecutante debe anexar a su demanda el documento que
contiene la garantía, el estado de cuenta del saldo deudor,
tasación comercial y el certificado de gravamen, lo que ha
sido cumplido. Agrega que como el estado de cuenta de
saldo deudor es un documento que no se encuentra sujeto
a una formalidad preestablecida por la norma, no corres-
ponde alegar que resulta indispensable para el presente
proceso que se aparejen a los actuados los títulos valores en
él consignados, por cuanto lo que viene en ejecución son las
garantías hipotecarias y prendarias. Concluye que no se ha
vulnerado el debido proceso.

b) La Sala ha interpretado que “(…) no corresponde alegar


que resulta indispensable para el presente proceso que se
aparejen a los actuados los títulos valores en él consigna-
dos, por cuanto lo que viene en ejecución son las garantías
hipotecarias y prendarias (…)” (el resaltado es nuestro). Sin
embargo, en nuestro parecer, lo alegado no está en función a
los requisitos de admisibilidad y procedencia de la deman-
da de ejecución, sino a la actividad probatoria, y por ende al
derecho de defensa.

84
Proceso de ejecución. Parte general

c) El recurrente alega que la prueba presentada –carta notarial


con la que observa el estado de cuenta– no ha sido valorada
por los jueces y además que hay negación del derecho a pro-
bar, por cuanto el medio probatorio ofrecido por su parte
(exhibición de títulos valores) para establecer si la obliga-
ción es cierta, expresa y exigible por cuanto al parecer los
títulos valores estarían perjudicados, no ha sido admitido.

d) El recurrente no pretende la incorporación de títulos valores


en calidad de título de ejecución, sino como medio probato-
rio para establecer si la obligación es cierta, expresa y exigi-
ble, según lo señalado en el artículo 689 del Código Procesal
Civil71.

Voto en discordia jueces supremos Miranda Molina y Aranda


Rodríguez:

a) Establecen que sí se ha infringido el debido proceso y su


voto es porque se declare fundado el recurso de casación.
Casan la resolución impugnada, declaran nula la sentencia
de vista e insubsistente la apelada, además se ordena que el
juez de la causa expida nueva resolución en atención a los
fundamentos expuestos.

b) En el fundamento segundo, consideran los jueces supremos


que no ha considerado que el impugnante formuló cuestio-
namientos al estado de cuenta de saldo deudor, que el juez
superior no ha valorado la carta notarial presentada.

c) En el fundamento tercero afirma que “(…) aun cuando el a


quo haya precisado conforme refiere el impugnante: ‘que no
procede la exhibición de documentos, por no existir en este
proceso audiencia, lo que atenta el debido proceso y el de-
recho a probar; y la Sala Superior concluye al respecto: ‘(...).
el título que sirve de recaudo es más bien el de constitución
de garantía real que se desea ejecutar’, ello no es óbice para

71 Artículo 689.- Requisitos comunes


Procede la ejecución cuando la obligación contenida en el título es cierta, expresa y exigible. Cuando la obli-
gación es de dar suma de dinero, debe ser, además, líquida o liquidable mediante operación aritmética.

85
Dante Torres Altez

que el juez de primer grado actúe las pruebas de oficio a


efecto de crear convicción respecto de los hechos contro-
vertidos; en atención a que el estado dé cuenta del saldo
deudor, no genera certeza respecto de las sumas observa-
das por el impugnante, referido a los importes (…)” (el re-
saltado es nuestro).

d) El juez debe solicitar los medios probatorios que sustenten


el monto reclamado, haciendo uso de la facultad que le con-
fiere el artículo 194 del Código Procesal Civil.

e) La sola presentación del estado de cuenta del saldo deudor


anexado al documento que contiene la garantía, por sí solo y
ante los cuestionamientos formulados con anterioridad a la
interposición de la demanda, no determina con exactitud la
obligación contraída, requiriéndose de medios probatorios
adicionales; pues debe establecerse fehacientemente que la
obligación sea cierta, expresa y exigible de conformidad con
lo dispuesto en el artículo 689 del Código Procesal Civil.

Nuestra coincidencia con el fundamento del voto singular es total.


Como principio general el juez y las partes deberán observar la forma,
como garantía procesal, pero cuando para resolver el fondo resulten ne-
cesarios otros medios probatorios, aun cuando no estén expresamente
señalados en la norma, invocando el derecho humano y fundamental
del debido proceso, el juez, en su calidad de Director del proceso, no
alcance la finalidad de cualquier proceso”72.

Finalmente, concluye la profesora María Guerra que la menor acti-


vidad probatoria del ejecutado, no significa que el juez, ante indicios o
evidencias, prescinda de sus atribuciones y facultades para alcanzar la
verdad. Si no lo hace sí puede calificarse su actuación como “indebida y
arbitraria actuación”.

Parece contradictorio hablar de la “vía privilegiada”, de su impor-


tancia para recuperar los créditos y dar seguridad al tráfico comercial y,

72 GUERRA CERRÓN, María Elena. “Proceso único de ejecución: una vía ‘privilegiada’”. En: Manual del
Código Procesal Civil. Biblioteca del abogado procesalista. Gaceta Jurídica, Lima, 2011, pp. 23-26.

86
Proceso de ejecución. Parte general

por otro lado, señalar que el juez como director del proceso excepcional-
mente debe prescindir de la forma y admitir supuestos de contradicción
no previstos en la ley –con la debida motivación de las razones por las
cuales lo hace– e incorporar medios probatorios y valorarlos en ejercicio
de la facultad prevista en el artículo 194 del CPC.

Lo que sucede es que cada relación jurídica surge de determinadas


circunstancias y tiene características propias que son necesarias tener
presente. No siempre el fin ejecución, justifica los medios para llegar a
él y es tarea de la Magistratura asegurar el equilibrio necesario entre los
derechos73.

5. Trámite
a) Si hay contradicciones y/o excepciones procesales o defensas
previas, se concede traslado al ejecutante, quien deberá absol-
ver dentro de tres días proponiendo los medios probatorios
pertinentes.

b) Con la absolución o sin ella, el juez resolverá mediante un auto,


observando las reglas para el saneamiento procesal, y pronun-
ciándose sobre la contradicción propuesta.

c) Cuando la actuación de los medios probatorios lo requiere o


el juez lo estime necesario, fijará día y hora para la realización
de una audiencia, la que se realizará con las reglas establecidas
para la audiencia única.

d) Si no se formula contradicción, el juez expedirá un auto sin más


trámite, ordenando llevar adelante la ejecución.

Al respecto, veamos cada uno de los puntos más resaltantes que re-
gula el artículo 690-E del CPC:

Con respecto al primer punto, queda claro que los medios proba-
torios solamente son ofrecidos cuando existe contradicción o en todo
caso cuando se interponen excepciones o defensas previas (ambas en

73 Ibídem, pp. 28-29.

87
Dante Torres Altez

el mismo plazo), las cuales no son excluyentes, sino que se pueden in-
terponer las dos defensas técnicas sin ningún inconveniente. Vale decir,
antes de ello el ejecutante no anexará a su demanda ejecutiva ningún
medio probatorio, porque como hemos dicho, el título ejecutivo otorga
certeza para su ejecución, la cual le otorga la llave de la puerta que es la
ejecución. Por tanto, recién podrán proponerse los medios probatorios
pertinentes, cuando se formule contradicción, excepciones o defensas
previas, solo en ese supuesto, para lo cual claro está, recaerá sobre él la
carga de la prueba de los hechos alegados.

Otro aspecto importante, es el segundo punto, que se refiere al sa-


neamiento procesal (verificación de la validez de la relación jurídica
procesal); como señala la norma con la absolución por parte del ejecu-
tante o no, el juez emitirá un auto de saneamiento procesal y se resol-
verá la contradicción propuesta, declarándola fundada o no. Aquí, es
necesario hacer mención a los efectos que trae consigo la interposición
de una excepción procesal, pues tenemos que regirnos por los artículos
pertinentes sobre la materia: artículos 450, 451, 465, 466 y 467 del CPC,
referidos al saneamiento procesal, dependiendo si dichas defensas son
declaradas fundadas o no; si en caso son declaras infundadas, continúa
el trámite y se apertura la ejecución forzada, si es declarada fundada la
excepción dependiendo de sus efectos, podrá suspenderse el proceso a
la espera de su subsanación o declararse nulo todo lo actuado y dispo-
nerse el archivamiento definitivo.

Ahora bien, si se hubiera planteado la contradicción (cuestionamien-


to a la validez formal del título y/o al cuestionamiento de la obligación)
y esta es declarada fundada finaliza el proceso de ejecución archivándo-
se todo lo actuado; en cambio si la misma es desestimada y es declarada
infundada se continúa sin más dilaciones a hacer efectivo el mandato
ejecutivo.

Un tercer punto es referido a la actuación de medios probatorios,


vale hacer la aclaración respectiva. Tanto en la contradicción como en
las excepciones procesales pueden actuarse medios probatorios solo
que en la primera está abierta la compuerta para: los documentos, de-
claración de parte y pericia, mientras que por su propia naturaleza en
las segundas, solo podrá proponerse medios probatorios documentales,
para ambos casos queda abierta la posibilidad de plantearse tachas u
oposiciones.

88
Proceso de ejecución. Parte general

En este acápite si el juez lo estima conveniente o la propia naturale-


za del medio probatorio requiera la realización de una audiencia, esta se
efectuará con las reglas para la audiencia única regulada en el artículo
555 del CPC.

Y finalmente, el cuarto punto respecto a la no formulación de la con-


tradicción, en este caso el juez expedirá un auto sin más trámite orde-
nando llevar la ejecución. Lo importante en este acápite es resaltar que
si no existe oposición de parte del ejecutado y consecuentemente la va-
loración de ningún medio probatorio, debe ejecutarse sin más aplaza-
mientos, debido a que el título ejecutivo ha reunido todo lo necesario
para ingresar a la etapa de la ejecución forzada.

6. Actividad impugnatoria en el proceso único de ejecución


El plazo para interponer apelación contra el auto que resuelve la
contradicción es de tres días contados desde el día siguiente a su noti-
ficación. Los legisladores han determinado que debido a que es un auto
que pone fin al proceso, esta deba estar sujeta a un análisis del órgano
superior, respetando la pluralidad de instancia.

Por eso, el auto que resuelve la contradicción, poniendo fin al proce-


so único de ejecución es apelable con efecto suspensivo. Para tal efecto,
deberá suspenderse su ejecución a la espera del resultado por el órgano
jurisdiccional de mayor jerarquía.

Continúa el artículo 691 del CPC. En todos los casos que en este títu-
lo se conceda apelación con efecto suspensivo, es de aplicación el trámi-
te previsto en el artículo 376. Si la apelación es concedida sin efecto sus-
pensivo, tendrá la calidad de diferida, siendo de aplicación el artículo
369 en lo referente a su trámite.

Nosotros consideramos dos aspectos importantes sobre el tema. El


primero, que debe quedar claro que cuando se emite un auto resolvien-
do la contradicción (fundada o infundada) o sin que exista contradic-
ción; para ambos casos se pone fin al proceso de ejecución para llevarse
adelante la ejecución forzada, tal cual nos señala la norma procesal. Y
por tanto, ante una posible impugnación sobre tal resolución final, está
deberá concederse con efecto suspensivo, incluso sobre ello procede
el recurso de casación porque atacan los autos expedidos por las salas

89
Dante Torres Altez

superiores que, como órganos de segundo grado, ponen fin al proceso,


de acuerdo al artículo 387 del CPC.

Por lo tanto, en los procesos únicos de ejecución y pese a su natu-


raleza jurídica, la actividad impugnatoria concede a las partes ejecuta-
das la posibilidad de seguir discutiendo lo resuelto por el juez de pri-
mer grado en los demás órganos de mayor jerarquía debido a que no
puede ejecutarse de inmediato una decisión sin antes tener la oportu-
nidad de alegar un agravio que vulnere los derechos de ambas partes y
ser corregido.

No obstante, a pesar de lo regulado en nuestra normativa, conside-


ramos oportuno lo siguiente; sería importante considerar en futuras re-
formas legislativas que el auto que resuelve la contradicción o sin que
exista contradicción deba, en el supuesto de impugnarse, concederse sin
efectos suspensivos; debido a que se ha constatado en la práctica, que
incluso los ejecutados a pesar de no haber interpuesto contradicción,
apelan el auto que ordena llevar adelante la ejecución, o por lo menos,
solo aquellos autos donde no se plantearon contradicción al mandato
ejecutivo, consintiendo la validez del título ejecutivo.

Mientras tanto, la norma en comentario solo ha avanzado en lo si-


guiente, que es el segundo punto importante en esta sección: que no
tiene sentido conceder una apelación sin efecto suspensivo y con la ca-
lidad de diferida al auto que pone fin al proceso, porque precisamente
este es el auto que hace de sentencia; es decir, no habría otro momento
en la impugnación para resolver este mismo auto definitivo, ya que en
las apelaciones con calidad diferida, el expediente se remite al órgano
superior para resolver el recurso interpuesto contra la resolución final.

En todo caso, si se impugnara una resolución que resuelve una ac-


tuación de prueba en la audiencia única, y se advierte que también se
interpone recurso de apelación sobre lo resuelto sobre una excepción
procesal pero sin un respaldo argumentativo, sino con el único funda-
mento de dilatar el proceso único de ejecución, cabe en ese supuesto
conceder dichas impugnaciones sin efecto suspensivo (para no retardar
mas el proceso) y con la calidad de diferida, para esperar las resultas
del auto definitivo y sobre todo sí este también es impugnado para re-
solverse todo en bloque por el juez superior. Dicho de otra forma, este
supuesto solo puede funcionar cuando en el trámite del proceso se ha

90
Proceso de ejecución. Parte general

expedido una resolución que resuelve la excepción procesal (la cual es


impugnada) y luego se genera la actuación de medios probatorios perti-
nentes (pericia) que también es apelada (ambas apelaciones con fines di-
latorios) y, finalmente, se impugna el auto que resuelve la contradicción
poniendo fin al proceso.

7. Medidas cautelares en la ejecución


El artículo 692 del CPC señala:

Cuando se haya constituido prenda, hipoteca o anticresis a favor del


ejecutante en garantía de su crédito, no podrá cautelarse este con otros
bienes del deudor, salvo que el valor de los bienes gravados no cubran
el importe de lo adeudado por capital, intereses, costas y costos, o por
otros motivos debidamente acreditados por el ejecutante y admitidos
por el juez en decisión inimpugnable.

Al respecto, la norma precisa que no podrá interponerse medidas


cautelares sobre los bienes que ya estén garantizados mediante prenda,
hipoteca o anticresis; debido a que sería un contrasentido asegurar la
eficacia de la sentencia cuando ya existen institutos jurídicos que respal-
dan el crédito del acreedor. Sin embargo, se deja la puerta abierta en los
casos donde exista un saldo deudor producto del remate de los bienes
ejecutados. En ese supuesto sí podrán ser sujetos al dictado de medidas
cautelares los demás bienes del deudor para satisfacer la acreencia: capi-
tal, intereses, costas y costos.

Asimismo, dicho artículo jurídico hace referencia también a otros


motivos debidamente acreditados por el ejecutante y admitidos por el
juez en decisión inimpugnable. Con dos ejemplos nos aclara la profeso-
ra Marianella Ledesma:

“(…) otro supuesto que también nos permitiría invocar esta ex-
cepción es cuando en la ejecución de garantías, el capital es de
tal magnitud que la garantía no permitiría satisfacer intereses y
gastos procesales. En tales casos, no hay que esperar llegar al
fin de la ejecución de la garantía real para recién instar por la
medida cautelar. Véase el caso de la ejecución de un bien hi-
potecado, en la que se dictaría la medida cautelar en forma de
retención sobre la renta que viene percibiendo el ejecutado por

91
Dante Torres Altez

dicho inmueble. Este monto de la cautela, aseguraría a futuro la


ejecución del saldo deudor por los intereses y gastos no cubier-
tos con la garantía real.

El otro supuesto refiere a la posibilidad de instaurar el secuestro


complementario del bien sobre el que se ha constituido el de-
recho real en garantía, como sería en el caso de la prenda. La
norma es tolerante con dicha intervención, al permitir que el
juez pueda acceder a esta cautela “por motivos especialmen-
te acreditados por el ejecutante”. Véase el caso de situaciones
que pongan en peligro la integridad de la garantía, aun cuan-
do el crédito correspondiente no sea exigible por hallarse su-
jeto a plazo o condición. El secuestro de los bienes prendados
que puede solicitar el acreedor, en los casos en que el dueño de
aquellos los saque del lugar en que se hallaban cuando se cons-
tituyó la garantía, los use indebidamente o se niegue a que el
acreedor los inspeccione”74.

8. Señalamiento de bien libre


Si hay auto firme y para la ejecución del mismo el ejecutante desco-
noce la existencia de bienes de propiedad del deudor, pedirá que se le
requiera para que dentro del quinto día señale uno o más bienes libres
de gravamen o bienes parcialmente gravados cuyo saldo de cobertura
posible resulte cuantitativamente suficiente para cuando menos igualar
el valor de la obligación materia de ejecución, bajo apercibimiento del
juez de declararse su disolución y liquidación.

En otras palabras, en caso que el ejecutante no haya podido cautelar


su acreencia mediante el instrumento procesal de las medidas cautelares
y sobre todo desconozca la existencia de bienes del ejecutado, este podrá
solicitar al juez que aquel señale qué bienes están libres de gravamen o
parcialmente gravados para cubrir sus obligaciones; sin embargo, en la
práctica difícilmente sucede lo expresado, ya que generalmente los deu-
dores lejos de señalar que bien se encuentra libre de gravamen, ocultan
los mismos para evitar su ejecución, ya sea transfiriéndolos a terceras

74 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Ob. cit., p. 298.

92
Proceso de ejecución. Parte general

personas o inscribiéndolas a nombre de otras personas tan solo para


impedir que el acreedor satisfaga su derecho crediticio. En esa línea si
el ejecutante no consigue asegurar y ejecutar su acreencia, el juez podrá
declarar la disolución y liquidación del deudor, y por lo tanto, finalizar
la ejecución.

Entonces, consentida o firme la resolución, concluirá el proceso eje-


cutivo y el juez remitirá copia certificada de los actuados a la Comisión
de Procedimientos Concursales del Indecopi o a la Comisión Delegada
que fuera competente, la que, conforme a la ley de la materia, procederá
a publicar dicho estado, debiendo continuar con el trámite legal.

Al respecto, los procedimientos concursales son mecanismos esta-


blecidos para facilitar que los acreedores que tienen un deudor común
a todos ellos en situación de crisis, se reúnan y definan de forma nego-
ciada cuál es la mejor solución para la problemática de naturaleza eco-
nómica que aqueja al concursado y por ende, también a esos acreedores
que no pueden ver satisfecho su derecho crediticio. El eje para el desa-
rrollo del procedimiento se centra en el patrimonio del deudor, en la
medida que es a través de tal masa de bienes que se va a buscar atender
los derechos de los acreedores.

Finalmente, el apercibimiento contenido en el presente artículo tam-


bién será de aplicación en la etapa procesal de ejecución forzada de sen-
tencia derivada de proceso de conocimiento, abreviado o sumarísimo.

V. PROCESO DE EJECUCIÓN DE OBLIGACIÓN DE DAR SUMA


DE DINERO

Debemos comprender que el intercambio de bienes y servicios en


una sociedad es indispensable para el desarrollo y evolución de los pue-
blos. Tanto así, que se establece una estructura basada en relaciones de
intercambio, a través de los cuales se busca la satisfacción de las nece-
sidades mediante la cooperación ajena, siendo precisamente una de las
herramienta para su concreción el mercado; siendo el Estado responsa-
ble a través del Derecho Patrimonial, de reconocer dicha importancia
del intercambio de bienes y servicios, proporcionando un conjunto de

93
Dante Torres Altez

reglas que permiten que este se realice asignando de manera óptima los
recursos75.

Dentro de este grupo de relaciones obligacionales, se encuentran


por la naturaleza de la prestación, las de dar, hacer y no hacer. Encon-
trándose dentro de las de dar: las obligaciones de dar suma de dinero,
dar bien cierto y dar bien incierto.

Ahora bien, se puede identificar que en este tipo de prestaciones


de dar suma de dinero, se puede demandar mediante cualquier título
ejecutivo, sea este judicial o extrajudicial, ya que pueden interponerse
por ejemplo, anexando el título valor que acredita la deuda o a través de
una sentencia judicial; es decir, el legislador ha resguardado mediante
el proceso único de ejecución, la tutela de los derechos materiales que se
discuten en este tipo de obligaciones.

Al respecto, el artículo 695 del CPC establece que: A la demanda con


título ejecutivo para el cumplimiento de una obligación de dar suma de
dinero se le dará el trámite previsto en las Disposiciones Generales.

Como recordaremos este capítulo fue derogado del Código Proce-


sal Civil, a raíz de la modificatoria por el D. Leg. Nº 1069; sin embargo,
se precisó que cuando se interpongan demandas ejecutivas que versen
sobre ejecuciones de obligación de dar suma de dinero, consecuente-
mente todo el procedimientos de ejecución se atenderá con las reglas
establecidas para el proceso único de ejecución. Vale decir, que serán
atendidas dichas pretensiones específicas con las reglas que hemos de-
sarrollado anteriormente.

Las reglas que debemos identificar son: la demanda ejecutiva, la


cual tendrá el mismo tratamiento que señala el artículo 690-A del CPC,
lo mismo sucederá con la competencia a determinarse según el artículo
690-B del CPC. Con respecto al mandato ejecutivo, artículo 690-C del
CPC, se presenta una singularidad, que el mandato dispondrá la orden
de pago de lo adeudado incluyendo intereses y gastos demandados,
de lo contrario se iniciará la ejecución forzada. Asimismo, se puede

75 Cfr. BARCHI VELAOCHAGA, Luciano. “Comentarios al artículo 1132 del Código Civil”. En: Código Civil
Comentado. Tomo VI, Gaceta Jurídica, Lima, 2004, pp. 15-24.

94
Proceso de ejecución. Parte general

presentar contradicción, como excepciones procesales y defensas pre-


vias las cuales serán resueltas según el artículo 690-E y demás normas
del procedimiento desarrolladas líneas arriba.

Aquí de lo que se trata es que el Estado-juez le permita al ejecutan-


te obtener satisfacción inmediata a través del dinero que le adeuda el
ejecutado.

La jurisprudencia, en esa misma interpretación advierte que me-


diante el proceso ejecutivo, no puede pretenderse el pago de una suma
de dinero distinta a la que fue materia de reconocimiento; pues de lo
que se trata en este tipo de procesos es hacer efectivo lo que consta en
el mismo título y no declarar derechos dudosos o controvertidos. (Exp.
Nº 13991-98, Segunda Sala Civil, Ledesma Narváez, Marianella, Juris-
prudencia Actual, Tomo 2, Gaceta Jurídica, p. 541).

De la misma firma: “A efecto de poder determinar si la obligación


contenida en la liquidación aparejada a la demanda era cierta, expresa
y exigible contra los demandados se debió haber acompañado copia
certificada de las piezas pertinentes del proceso de ejecución de garan-
tía que da origen al saldo deudor materia de ejecución, conforme a lo
dispuesto en los artículos seiscientos ochentinueve y seiscientos noven-
ticinco del Código Procesal Civil. (…) al no haberse obrado de esa forma
y atendiendo a que las omisiones (…) son de fondo, conforme al artículo
ciento veintiocho del Código Procesal Civil la demanda incoada (sobre
obligación de dar suma de dinero) deviene en improcedente” (Cas.
N° 1632-98-Lima).

VI. PROCESO DE EJECUCIÓN DE OBLIGACIÓN DE DAR BIEN


MUEBLE DETERMINADO

Decíamos que dentro del grupo de relaciones obligacionales, se en-


cuentran por la naturaleza de la prestación, las de dar, hacer y no hacer.
Encontrándose dentro de las de dar: las obligaciones de dar suma de di-
nero, dar bien cierto y dar bien incierto.

Nuestro Código Procesal Civil ha regulado lo concerniente a las


obligaciones de dar bien mueble determinado; es decir, ambos tipos de
prestaciones, las de dar bien cierto e incierto.

95
Dante Torres Altez

Con respecto a los bienes ciertos, la característica que la norma ma-


terial ha regulado es que la prestación se halla individualizado. Los
profesores Felipe Osterling y Mario Castillo entienden por bien cierto
a aquel que al momento de generarse la obligación (cualquiera sea su
causa) se encuentra total y absolutamente determinado o individuali-
zado, vale decir, que se ha establecido con precisión que deberá entre-
garse76. Asimismo, señalan que el principio de identidad va implícito
el derecho del deudor de no estar obligado a pagar entregando un bien
diferente, lo que implica, a su turno, que el acreedor puede negarse a
recibir el bien77.

Su rasgo característico es la entrega física y jurídica de un bien de-


terminado; sin embargo, existe la posibilidad de que el deudor entregue
otro bien siempre y cuando el acreedor esté dispuesto a aceptarlo.

Situación distinta se presenta en los bienes inciertos, los cuales son


los que no se encuentran determinados, pero son determinables. Para
ello, el artículo 1142 del Código Civil ha dispuesto que estos deban tener
especificaciones mínimas, por lo menos por su especie y cantidad, de lo
contrario podrían presentarse serios inconvenientes.

Dos ejemplos nos muestran Felipe Osterling y Mario Castillo78:

a) Si el deudor se obligase a entregar dos animales a cambio de


1 ,000.00 nuevos soles, no habría contraído una obligación seria,
al no señalar la especie de dichos animales, ya que podría cum-
plir entregando dos insectos de ningún valor, con lo que es-
taría burlando a su acreedor, quien sí le tendría que pagar los
1,000.00 nuevos soles prometidos.

b) Igual falta de seriedad ocurriría si el deudor se obligase a en-


tregar gallinas a cambio de 4,000.00 nuevos soles. En este caso,
si bien se habría señalado la especie, nada se habría dicho acer-
ca del número o cantidad de dichas gallinas, razón por la cual,
de permitirse un pacto de estas características, el deudor podría

76 OSTERLING, Felipe y CASTILLO, Mario. Compendio de derecho de las obligaciones. Con la colaboración
de Verónica Rosas Verastain. Palestra, Lima, 2008, p. 149.
77 Ibídem, p. 150.
78 Ibídem, p. 173.

96
Proceso de ejecución. Parte general

satisfacer su prestación entregando al acreedor dos gallinas, a


cambio de los 4,000.00 nuevos soles prometidos.

Ahora bien, respecto a la ejecución de las obligaciones de dar bien


mueble determinado, el Código Procesal Civil en su artículo 704 ha esta-
blecido que se tramitará conforme a las disposiciones generales que an-
teriormente hemos desarrollado. No obstante, en la demanda se indica-
rá el valor aproximado del bien cuya entrega se demanda. La pregunta
es ¿por qué la norma procesal exige ello?

La respuesta inmediata se encuentra cuando concordamos la norma


con el artículo 705 del CPC respecto al mandato ejecutivo; en el que
existe una intimidación al ejecutado para que entregue el bien dentro
del plazo fijado por el juez, la misma que está sujeta a la naturaleza de
la obligación. Si el ejecutado no cumpliera con la entrega del bien, se
iniciará la ejecución forzada, que consiste en el desprendimiento del
bien a través de la fuerza pública. Sin embargo, en caso de no realizarse
la entrega por destrucción, deterioro, sustracción u ocultamiento atri-
buible al obligado se le requerirá para el pago de su valor, si así fue
demandado.

Como podemos apreciar, es imprescindible indicar el valor aproxi-


mado del bien, para los casos en que, por culpa del obligado, el bien se
pierda. Para ello, deberá acreditarse el precio del bien mediante una ta-
sación presentada por el ejecutante o por una pericia ordenada por el
juez, consecuentemente se proseguirá la ejecución dentro del mismo
proceso, conforme a lo establecido para las obligaciones de dar suma de
dinero.

VII. PROCESO DE EJECUCIÓN DE OBLIGACIÓN DE HACER

En este tipo de obligaciones lo importante como dice el profesor


Lino Palacio es que el Derecho entra aquí en contacto con la vida, de tal
manera que su reflejo exterior se percibe mediante las transformaciones
de las cosas; si se condena a demoler el muro, se demuele; si se condena
a entregar el inmueble se aleja de él a quienes lo ocupen; si se condena a

97
Dante Torres Altez

pagar una suma de dinero y esta no existe en el patrimonio del deudor,


se afectan y venden otros bienes para entregar su precio al acreedor79.

Según Francesco Messineo, la obligación de hacer alude esencial-


mente a una actividad del deudor; consiste el hacer, por lo general, en
una energía de trabajo, proporcionada por el deudor a favor del acree-
dor o de un tercero, ya se trate de trabajo material o de trabajo intelec-
tual. Agrega el citado autor italiano que de este tipo son las obligaciones
de los trabajadores dependientes, de los artesanos (trabajadores libres),
de los empleados (particulares), de los profesionales y de los artistas; es
también obligación de hacer, la de custodiar, que implica la predispo-
sición de la cosa, como en el contrato de suministro, y la de desplazar
una cosa de un lugar a otro, como en el transporte. Messineo concluye
su razonamiento respecto de las obligaciones de hacer, señalando que
a estas, en general, corresponde el derecho del acreedor a una actividad
del deudor, o a la obtención de un cierto resultado80.

Por eso, antes de ingresar a estudiar las características más resaltan-


tes de este proceso de ejecución de obligación de hacer es importante
esclarecer lo siguiente:

Según los profesores Felipe Osterling y Mario Castillo: Las obliga-


ciones de hacer pueden consistir en la elaboración de algún bien, o en la
ejecución de algún servicio o trabajo.

Ellas pueden ser de dos tipos: obligaciones de hacer que concluyen


en un dar, y obligaciones de hacer que concluyen en el propio hacer.

Una obligación de hacer es de una y otra clase, dependiendo si el


cumplimiento de aquella, supone o no la entrega de un bien que es pro-
ducto de ese hacer.

La diferencia de una obligación de dar y una de hacer que termina


en un dar, es que en la segunda lo verdaderamente relevante es la ejecu-
ción de aquello que luego se va a entregar81.

79 PALACIO, Lino. Citado por LEDESMA, Marianella. Ob. cit., p. 313.


80 MESSINEO, Francesco. Citado por OSTERLING, Felipe y CASTILLO, Mario. “Comentarios al artículo
1148 del Código Civil”. En: Código Civil comentado. Tomo VI, Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 94.
81 OSTERLING, Felipe y CASTILLO, Mario. Ob. cit., p. 194.

98
Proceso de ejecución. Parte general

Nosotros consideramos que existe una diferencia sustancial para de-


terminar cuándo es una obligación de dar y cuándo una de hacer. Resu-
miendo, será una obligación de dar cuando lo fundamental es la entrega
de bien; es decir, ahí radica su esencia. Mientras que será una obligación
de hacer, a pesar que finalice con la entrega (dar el bien) cuando lo fun-
damental fue elaborar o desplegar una actividad que permitió el cum-
plimiento de la obligación.

Con ello, nos queda claro que lo importante es determinar cuál es el


cumplimiento de la obligación que buscamos del ejecutado para satis-
facer nuestra pretensión. Se debe identificar qué debemos acreditar en
la relación obligacional, específicamente en el título ejecutivo (requisitos
comunes) para así exigir su cumplimiento.

Por otro lado, es importante precisar en la relación obligacional qué


tipo de obligaciones de hacer se va a efectuar. Por su parte, Luis María
Boffi Boggero establece que las obligaciones de hacer pueden dividirse
de acuerdo con cuatro criterios distintos: a) según la prestación se halle
vinculada íntimamente con la persona del deudor, en fungibles o no
fungibles; b) según la prestación importe una conducta que cristalice o
no una obra, en obra o de servicio; c) según que la prestación se consu-
ma en un solo acto o más de uno, en instantáneas o permanentes, pu-
diendo ser estas últimas continuadas o periódicas; d) según un criterio
muy semejante al anterior, si las prestaciones se cumplen mediante uno
o varios actos aislados, la prestación es transitoria; y si se cumple me-
diante una conducta permanente, la prestación es duradera82.

Para centrar el tema que nos ocupa, subrayaremos que los meca-
nismos de ejecución en este tipo de obligaciones de hacer, pasa previa-
mente por identificar, que es importante fijar si la actividad o conducta
que se realice en estas obligaciones las haga una persona irremplazable
(intuito personae). Nos explicamos, existen algunas obligaciones contraí-
das, en las que necesariamente deba solo ser sujeto pasivo de la relación
obligacional una persona en específico, quien será la única que puede
y debe cumplir con la obligación, nos referimos por ejemplo a un abo-
gado que tenga que defender en un proceso judicial a su patrocinado,

82 BOFFI BOGGERO, Luis. Citado por OSTERLING, Felipe y CASTILLO, Mario. “Comentarios al artículo
1148 del Código Civil”. En: Código Civil comentado. Tomo VI, Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 95.

99
Dante Torres Altez

este si bien puede ser reemplazable, los efectos o resultados no serán los
mismos respecto a quien debió cumplir con la obligación debido a sus
cualidades personales.

No obstante, existirán situaciones en las que sí pueda reemplazarse


la ejecución del trabajo del ejecutado, sin causar inconvenientes al acree-
dor. Por eso, el artículo 706 del CPC señala: si el título ejecutivo contiene
una obligación de hacer, el proceso se tramita conforme a lo dispuesto
en las disposiciones generales, con las modificaciones del presente sub-
capítulo. En la demanda se indicará el valor aproximado que representa
el cumplimiento de la obligación; así como la persona que, en caso de
negativa del ejecutado y cuando la naturaleza de la prestación lo permi-
ta, se encargue de cumplirla.

Como puede apreciarse, existe la oportunidad de que otra persona


distinta al ejecutado, y cuando la naturaleza de la prestación lo permita,
cumpla la obligación. Además, en la demanda deberá indicarse el precio
aproximado que representa el cumplimiento de la obligación. Esto tiene
sentido como lo advierte el artículo 708 del CPC para los casos de eje-
cución de la obligación por un tercero, porque para ello, deberá existir
el presupuesto presentado por el ejecutante o por una pericia ordenada
por el juez, y así se proseguirá la ejecución dentro del mismo proceso,
conforme a lo establecido para las obligaciones de dar suma de dinero.

Otro aspecto que no debe dejarse de lado es lo referido al mandato


ejecutivo (art. 709 del CPC) en los procesos de obligación de hacer, en
donde la intimación al ejecutado, es el mecanismo para que cumpla con
la prestación dentro del plazo fijado por el juez, atendiendo a la natura-
leza de la obligación, bajo apercibimiento de ser realizada por el tercero
que el juez determine, si así fue demandada. En caso de incumplimien-
to, se hará efectivo el apercibimiento.

La ejecución de la obligación por un tercero. Queda claro previa-


mente que la naturaleza de la obligación es genérica y sustituible por
otra persona que tenga las mismas habilidades y que no exija caracterís-
ticas irremplazables para la ejecución de la obligación, de lo contrario la
única forma de reemplazar la inejecución del deudor será con una suma
económica tan solo para resarcir el daño.

100
Proceso de ejecución. Parte general

No obstante, de la revisión del artículo 1150 del Código Civil, el in-


cumplimiento de la obligación de hacer por culpa del deudor, faculta al
acreedor a optar por cualquiera de las siguientes medidas: 1) Exigir la
ejecución forzada del hecho prometido, a no ser que sea necesario para
ello emplear violencia contra la persona del deudor. 2) Exigir que la
prestación sea ejecutada por persona distinta al deudor y por cuenta de
este. 3) Dejar sin efecto la obligación.

Como advertimos, la norma material también incorpora alternati-


vas que el ejecutante puede elegir, las que se encuentran en armonía con
lo regulado en la norma procesal. Sobre el tercer punto, pensamos que
puede plantearse cuando el acreedor ya no tuviera interés en el cumpli-
miento de la obligación por parte del deudor o el tercero reemplazable.

Otro rasgo característico que nos presenta la norma material para


estos casos, es la presente en las opciones del acreedor por ejecución
parcial tardía o defectuosa del ejecutado. Veamos cómo opera: El cum-
plimiento parcial, tardío o defectuoso de la obligación de hacer por
culpa del deudor permite al acreedor optar cualquiera de las siguien-
tes medidas: 1) Las previstas en el artículo 1150, incisos 1 y 2 las cuales
hemos señalados líneas arriba. 2) Considerar no ejecutada la prestación
si resultase sin utilidad para él (en los casos donde el tiempo es impor-
tante para el cumplimiento de la obligación). 3) Exigir al deudor la des-
trucción de lo hecho o destruirlo por cuenta de él, si le fuese perjudicial.
4) Aceptar la prestación ejecutada, exigiendo que se reduzca la contra-
prestación, si la hubiere (art. 1151 del CC).

Finalmente, el artículo 709 del CPC, regula el deber de formalizar un


documento para los casos de otorgamiento de escritura pública. El juez
mandará que el ejecutado cumpla su obligación dentro del plazo de tres
días. Vencido el plazo sin que se formule contradicción o resuelta esta
declarándose infundada, el juez ordenará al ejecutado cumpla con el
mandato ejecutivo, bajo apercibimiento de hacerlo en su nombre. Salvo
en los casos en que la forma sea un elemento constitutivo del acto (La
hipoteca se constituye por escritura pública, salvo disposición diferente
de la ley) y por tanto, no pueda ser sustituida dicha formalidad por la
intervención del juez.

La Corte Suprema ha precisado en este punto que: “Para plantear


la ejecución de la obligación de otorgar escritura pública en la vía del

101
Dante Torres Altez

proceso ejecutivo, dicha obligación de hacer debe estar contenida en


un título ejecutivo, por disposición expresa del artículo 706 del Código
Adjetivo (rectius: Código procesal). Si la demanda que origina el proceso
no se recauda con ningún título que tenga mérito ejecutivo, sino más
bien, deriva de un contrato, es pertinente aplicar el último párrafo del ar-
tículo 1412 del Código Civil, según el cual la pretensión se tramita como
el proceso sumarísimo” (Cas. N° 1724-96-Lima). El énfasis es nuestro.

Por otro lado, se suele presentar en la práctica la siguiente interro-


gante ¿procede que el ejecutado pague una multa coercitiva y progresi-
va hasta que cumpla con la obligación de hacer?

Si bien no existe una norma procesal que prevea este mecanismo


procesal, consideramos que su no regulación no prohíbe que se pueda
instaurar en un proceso único de ejecución. Pero esta interrogante es rei-
terativa que ya los colaboradores de Gaceta Civil y Procesal Civil han
respondido a dicha consulta lo siguiente:

Que se fundamenta en la importancia de la tutela específica de los


derechos para otorgar a quien tiene la razón una satisfacción lo más
próxima posible a lo que el derecho material promete, de acuerdo al
derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva, adecuada y
tempestiva. De esta forma una de las técnicas ejecutivas a revertir ello
son las subrogatorias o coercitivas. Estas últimas dentro del cual está
la multa, dirigen a que el ejecutado sea quien cumpla la obligación, es
decir encajan perfectamente para obtener el cumplimiento de las obliga-
ciones de hacer y no hacer, aún más si estas son infungibles.

Asimismo, en cuanto a la clasificación de la multa, estas son: multa


fija y periódica, y dentro de esta se encuentra la multa estática y la pro-
gresiva. La multa fija implica la fijación de una cantidad que solo incide
una vez y no muda frente al transcurso del tiempo. La multa periódi-
ca estática presupone la fijación de una misma cantidad que incide por
unidad de tiempo, o sea, multa diaria, semanal, etc. Y la multa periódica
progresiva implica que el valor fijado aumenta progresivamente.

Si el legislador, incumpliendo con el mandato constitucional, no


previó la técnica más adecuada, entonces el juez debe crearla y aplicarla
al caso concreto (prestación fáctica). Y como se ha visto, la multa es la
técnica procesal más adecuada para el cumplimiento de obligaciones de

102
Proceso de ejecución. Parte general

hacer, pues precisamente tiene la bondad de presionar psicológicamente


para que el propio ejecutado realice la prestación a la que se obligó83.

VIII. PROCESO DE EJECUCIÓN DE OBLIGACIÓN DE NO HACER

Este tipo de obligaciones se esencialmente similar a las obligaciones


de hacer, solo que tienen un contenido negativo, estan destinadas a que
el deudor no realice una actividad o trabajo para cumplir con la presta-
ción; es decir, su conducta recae precisamente en la abstención, impe-
dimento, omisión de realizar dicha actividad. Pero esta a su vez puede
desplegarse de dos formas: La de estrictamente no hacer y la de man-
tener un no hacer (sujeto a la firma de la obligación). También pueden
clasificarse en obligación de no hacer inmediatas; es decir, que se agota
en un solo acto, sin poder revertirse tal situación, y las de tiempo deter-
minado o duradero. Lo importante en estos casos es que se establezca el
vínculo de la obligación, pues habrá situaciones que requieran su cum-
plimiento en un plazo fijo y que su no cumplimiento resulte irreversible.
Así el caso de la actriz de cine que se obligaba a no quedar embarazada
mientras dure la filmación de la película, más aún cuando esta tenía un
tiempo determinado de siete meses.

Cuando se presentan estas obligaciones, la norma material ha es-


tablecido que el incumplimiento por culpa del deudor de la obligación
de no hacer, autoriza al acreedor a optar por cualquiera de las siguien-
tes medidas: 1) Exigir la ejecución forzada, a no ser que fuese necesario
para ello emplear violencia contra la persona del deudor (excepcional
porque no se podría obligar mediante la violencia al deudor). 2) Exi-
gir la destrucción de lo ejecutado o destruirlo por cuenta del deudor.
3) Dejar sin efecto la obligación (cuando la situación es irreversible).

Ahora bien, el artículo 710 del CPC establece que si el título ejecuti-
vo contiene una obligación de no hacer, el proceso se tramitará confor-
me a lo dispuesto en las disposiciones generales; vale decir, nuevamente
nos remitiremos a las categorías desarrolladas anteriormente para llevar
a cabo la ejecución, contradicción y el procedimiento.

83 Ver la sección de consultas. “Procede la multa coercitiva para el cumplimiento de las obligaciones hacer”.
En: Gaceta Civil y Procesal Civil. Tomo 1, Lima, julio 2013, pp. 304-306.

103
Dante Torres Altez

Con respecto al mandato ejecutivo, este contendrá la intimación al


ejecutado para que en el plazo de diez días deshaga lo hecho y, de ser el
caso, se abstenga de continuar haciendo, bajo apercibimiento de desha-
cerlo forzadamente a su costo. Vencido el plazo, el juez hará efectivo el
apercibimiento (art. 711 del CPC).

Aquí la intimación nace del propio ejecutado, tan solo luego de vul-
nerar el acuerdo de no hacer la actividad prohibida o de cesar el hecho
en el plazo señalado por la norma.

La ejecución de la obligación por un tercero. En estos casos se de-


signará a la persona que va a deshacer lo hecho y determinado su costo,
sea por el presupuesto presentado por el ejecutante o por una pericia or-
denada por el juez, se proseguirá la ejecución dentro del mismo proceso,
conforme a lo establecido para las obligaciones de dar suma de dinero.

Para finalizar, al igual que para los supuestos de inejecución de obli-


gaciones previstas de dar y hacer, la normativa ha previsto que el acree-
dor también tiene derecho a exigir el pago de la correspondiente por in-
demnización de daños y perjuicios.

El pago de la indemnización por daños y perjuicios por no haber pa-


gado en su oportunidad la deuda materia de autos, resulta de aplicación
solo cuando la inejecución recae sobre obligaciones de dar bienes mue-
bles e inmuebles, o tratándose de obligaciones de hacer o de no hacer,
no estando comprendidas en estas, las obligaciones de dar suma de
dinero, en cuyo caso resulta aplicable el artículo 1334 del Código Civil
referido a la mora y el artículo 1246 del acotado referido al pago de inte-
reses (Exp. Nº 2066-95-Cusco).

IX. PROCESO DE EJECUCIÓN DE RESOLUCIONES JUDICIALES

El proceso de ejecución en este acápite debe iniciar previamente


acreditando la sentencia de condena y los autos que ponen fin la con-
troversia y que ameritan ejecución, para luego requerir al condenado a
cumplir con la prestación ordenada. El pedido o solicitud como hemos
estudiado en la sección de competencia de los procesos únicos de ejecu-
ción se formula ante el mismo juez que conoció el proceso para que se

104
Proceso de ejecución. Parte general

materialice “el mandato ejecutivo”, de lo contrario se iniciará la ejecu-


ción forzada.

Con respecto al mandato ejecutivo: si el mandato contuviera exigen-


cia no patrimonial, el juez debe adecuar el apercibimiento a los fines es-
pecíficos del cumplimiento de lo resuelto; es decir, para los casos donde
no haya ningún cumplimiento dinerario sino en casos como tenencia de
menores de edad u otros, el juez deberá resolver en atención a la natu-
raleza de la prestación. Una salida nos parece la que hemos advertido
para los casos de obligaciones personalísimas, donde la multa continua
y progresiva permite una presión psicológica en la esfera del ejecutado
hasta su cumplimiento.

Ahora, cumplido el plazo previsto en las disposiciones generales,


si hubiera cuaderno cautelar conteniendo cualquier medida concedida,
este se agregará al principal y se ordenará la refoliación a fin de ejecu-
tarse. Creemos que la norma debió ser más precisa al señalar que la cau-
telar debió estar ejecutada y no solo concedida, porque de nada sirve
una cautelar si esta solo es concedida, puede ocurrir el supuesto que al
momento de pretender su ejecución, sea imposible su plasmación, solo
así podremos tener mayor certeza del derecho a la ejecución forzada y,
por tanto, una adecuada tutela ejecutiva.

El texto del artículo 715 del CPC, también regula los casos en que no
existan medidas cautelares, en ese caso, a petición de parte, se ordenará
las medidas de ejecución adecuadas a la pretensión amparada con la fi-
nalidad ejecutar y ya no asegurar.

Sobre las ejecuciones de suma líquida. Si el título de ejecución con-


dena al pago de cantidad líquida o hubiese liquidación aprobada, se
concederán a solicitud de parte, medidas de ejecución con arreglo al
subcapítulo sobre medidas cautelares para futura ejecución forzada; es
decir aquí el artículo 716 del CPC, direcciona a las medidas de asegura-
ción de derechos. Mientras que si ya cauteló, judicial o extrajudicialmen-
te, se procederá con arreglo al Capítulo V de este título; en otras pala-
bras, se iniciará los mecanismos para la ejecución forzada.

Cuando una de las partes requiera que se realice prueba peri-


cial sobre la liquidación de los intereses compensatorios y moratorios,
por considerar que estos son excesivos, dicha prueba pericial debe ser

105
Dante Torres Altez

actuada durante la etapa de conocimiento del proceso para poder seña-


lar en la sentencia la suma a pagar, y no diferirla a la etapa de ejecución
de sentencia (Cas. Nº 388-99- Lima).

En cambio sobre las ejecuciones de suma ilíquida. Si el título de eje-


cución condena al pago de cantidad ilíquida, el vencedor debe acompa-
ñar liquidación realizada siguiendo los criterios establecidos en el título
o en su defecto los que la ley disponga. Para estos casos puede solicitar-
se el auxilio de un perito para hacer líquido lo ilíquido y así poder ejecu-
tar con precisión lo adeudado.

Además, el artículo 717 del CPC establece que la liquidación conte-


nida en el mandato de ejecución puede ser observada dentro del tercer
día, luego de lo cual el juez resolverá aprobándola o no, en decisión de-
bidamente fundamentada.

La jurisprudencia ha establecido: “Si las partes acordaron, a través


de la conciliación, someter la liquidación de intereses al informe que de-
bería emitir la entidad bancaria, resulta equívoco designar perito para
tal liquidación. El juez debe cumplir irrestrictamente los términos de la
conciliación; sin embargo, las partes tienen derecho a observar la liqui-
dación que emita la entidad bancaria y será el juez quien solicite a dicha
entidad las aclaraciones convenientes para resolver las observaciones”.
(Exp. Nº 4705-98, Sala de Procesos Abreviados y de Conocimiento, Le-
desma Narváez, Marianella, Jurisprudencia Actual, Tomo 5, Gaceta Jurí-
dica, p. 418). “Si se pretende la ejecución de una obligación liquidable y
no se anexa a la demanda la liquidación de la obligación ilíquida, dicha
omisión determina la inadmisibilidad de la demanda para ser subsana-
da en el plazo de ley, pues debe despacharse ejecución por una suma
determinada que resulte con toda precisión de los anexos de la deman-
da, según se desprende de la interpretación del artículo 717 del Código
Procesal Civil”. (Exp. Nº 443-99, Sala de Procesos Ejecutivos, Ledesma
Narváez, Marianella, Jurisprudencia Actual, Tomo 4, Gaceta Jurídica,
pp. 459-460). “Si el título de ejecución condena al pago de cantidad ilí-
quida, el vencedor debe acompañar la liquidación realizada siguien-
do los criterios establecidos en el título. La cantidad líquida es aquella
que no está determinada en el propio título”. (Exp. Nº 422-97, Segunda
Sala Civil, Ledesma Narváez, Marianella, Jurisprudencia Actual. Tomo
1, Gaceta Jurídica, p. 522). “El pronunciamiento del colegiado ordenan-
do que en ejecución de sentencia se practique un informe pericial para

106
Proceso de ejecución. Parte general

determinar el monto de la indemnización por lucro cesante, resulta in-


compatible con lo dispuesto en el citado artículo setecientos diecisiete
de la Ley Procesal, pues fluyen (sic) de su propio tenor, que no es po-
sible ordenar un medio probatorio para la determinación del monto
del daño, y que no será factible cuestionar tal informe pericial, en el su-
puesto caso que este se ordenara en la instancia superior; por lo tanto,
de acuerdo a las normas que regulan el proceso de ejecución de reso-
luciones judiciales, tales situaciones irregulares contravienen las normas
que garantizan el derecho a un debido proceso” (Exp. Nº 985-99-Lima,
Sala Civil Permanente, Corte Suprema de Justicia, Hinostroza Min-
guez, Alberto. Jurisprudencia en Derecho Probatorio. Gaceta Jurídica, 2000,
pp. 565-568).
Para finalizar, el artículo 719 del CPC que versa sobre resoluciones
judiciales extranjeras, precisa que las mismas, sean estas resoluciones ju-
diciales y arbitrales, serán reconocidas por los tribunales nacionales y se
ejecutarán siguiendo el procedimiento establecido en este capítulo, sin
perjuicio de las disposiciones especiales contenidas en la Ley General de
Arbitraje.
Al respecto la profesora Marianella Ledesma, nos precisa: Se exige
que aquellas sean reconocidas previamente por la Sala Civil de turno
de la Corte Superior en cuya competencia territorial tiene su domici-
lio la persona contra quien se pretenda hacer valer, a fin de que estas
otorguen una resolución judicial de reconocimiento. Esto es lo que se
conoce como el exequátur o reconocimiento judicial, cuya regulación
se recoge en los artículos 837 al 840 de este Código Procesal. Sobre el
reconocimiento judicial, señala el artículo 127 de la LGA: “Un laudo
arbitral, cualquiera sea el país en que se haya dictado, será reconocido
como vinculante y, tras la presentación de una petición por escrito ante
la Sala Civil de la Corte Superior competente a la fecha de presenta-
ción de la petición del domicilio del demandado, o, si el demandado no
domicilia dentro del territorio de la República, la del lugar donde este
tenga sus bienes”84.
Asimismo, “se presume que existe reciprocidad respecto de la fuer-
za que se da en el extranjero a las sentencias pronunciadas en el Perú.

84 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Ob. cit., p. 338.

107
Dante Torres Altez

Son materia de reconocimiento y ejecución las sentencias y fallos arbi-


trales extranjeros” (Exp. Nº 1528-98, Sala de Procesos Sumarísimos,
Ledesma Narváez, Marianella. Jurisprudencia Actual. Tomo 4, Gaceta
Jurídica, pp. 305-308). “En virtud del principio de reciprocidad, el exe-
quátur tiene como fin que el órgano jurisdiccional peruano reconozca la
fuerza legal de las sentencias expedidas por el Tribunal extranjero, reco-
nociéndole los mismos efectos que tienen las sentencias nacionales que
gozan de autoridad de cosa juzgada. No basta la legalización en el país
de procedencia, sino que es necesaria la homologación de la resolución
judicial” (Exp. Nº 70-97, Sexta Sala Civil, Ledesma Narváez, Marianella.
Jurisprudencia Actual. Tomo 1, Gaceta Jurídica, pp. 244-245).

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110
CAPÍTULO II
PROCESO DE EJECUCIÓN
DE GARANTÍAS
INTRODUCCIÓN

Dentro de los distintos procedimientos que el Código Procesal ha


previsto para materializar la tutela jurisdiccional se encuentran los lla-
mados procesos de ejecución, los que, conforme a Elio Pimentel (sic),
tienen “por objeto hacer efectivo un derecho reconocido pero no satis-
fecho, este derecho puede estar reconocido en una sentencia o en título
que la ley le otorga fuerza ejecutiva”1, entre los que se encuentran los
procesos de ejecución de garantías, que es el caso del presente trabajo.

Respecto a la ejecución Chiovenda nos decía que “la ejecución forzo-


sa procesal es la actuación práctica por parte de los órganos jurisdiccio-
nales de una voluntad concreta de la ley que garantice a alguno un bien
de la vida y que resulta de una declaración, y llámese proceso de ejecu-
ción forzosa al conjunto de actos coordinados a tal fin”2. En tal sentido,
el proceso de ejecución está conformado por una serie de actos realiza-
dos al interior del órgano jurisdiccional a fin de que el ejecutado ante la
ausencia de voluntad en el cumplimiento de sus obligaciones compelido
a satisfacer el crédito impago, es decir, a satisfacer el crédito con los bie-
nes del deudor.

Como bien se señala jurisprudencialmente: “En los procesos de eje-


cución se pretende la efectivización de lo que consta y fluye del título,
sin entrar al análisis de las relaciones jurídicas que dieron nacimiento,
pues la ley les confiere a ellos la misma fuerza que a una ejecutoria, no
pudiendo ordenarse el pago de derechos dudosos o controversiales y
distintos a los que indubitablemente emerjan del propio título” (Exp.
Nº 003-2005-Lima).

El proceso de Ejecución de Garantías plasmado en el Código Proce-


sal Civil, tiene por finalidad se le pague al ejecutante la acreencia como

1 PIMENTEL BENITES, Elio. Acciones judiciales derivadas de título valores. 2ª edición, Lima, 1992, p 12.
2 CHIOVENDA, Giuseppe. “Instituciones de Derecho Procesal Civil”. En: Revista de Derecho Privado.
1ª edición, Madrid, 1948, p. 332. En el mismo sentido ALSINA. Tratado teórico práctico de Derecho Civil y
Procesal Civil. Volumen V, Ediar, Buenos Aires, 1962.

113
Alexander Rioja Bermúdez

consecuencia del remate del bien otorgado en garantía por el ejecutado


u obligado.

En el presente trabajo sobre Procesos de Ejecución de Garantías se


va encontrar algunos antecedentes de cómo llegó a regularizarse dicho
proceso dentro de nuestra normativa y cómo se aplicó en la realidad.
Abordaremos su configuración y de qué forma se concretiza la realiza-
ción de la hipoteca, la garantía mobiliaria y la anticresis dentro de un
proceso de ejecución de garantías.

De igual forma se desarrollará aspectos como la procedencia del


proceso de ejecución de garantías para dictar un mandato de ejecución,
actuación que correspondió inicialmente a los jueces civiles encargados
de dilucidar este tema, pero conocido posteriormente también por los
jueces comerciales por razones de especialización y carga procesal.

I. PROCESO DE EJECUCIÓN

1. Generalidades
Previamente se debe tener en cuenta que el proceso jurisdiccional no
solo se justifica como producto o consecuencia de la división de pode-
res sino como la herramienta universalmente aceptada por los pueblos
modernos para la solución de los conflictos intersubjetivos de intereses,
por esta razón es indispensable que esta finalidad sea atendida de una
forma concreta y ágil para que no pierda eficacia. En tal sentido, existe
una responsabilidad compartida entre los diversos operadores del de-
recho, léase jueces abogados y litigantes, a fin de que cada uno cumpla
con su responsabilidad al interior del proceso en búsqueda de la finali-
dad a alcanzar.

El proceso jurisdiccional es el pilar fundamental del ejercicio del


poder judicial y debido a esto debe ser fortalecido y protegido, proscri-
biendo todo intento de desestimar su uso mediante la creación de equi-
valentes jurisdiccionales. Sin embargo, este será así de trascendental
cuando todos portemos al logro de los fines supremos de la justicia y la
paz social, y no solamente cumplamos con una obligación al interior de
un proceso, que no solamente nos dediquemos a defender por defender
y buscar simplemente ganar dinero y no conseguir el objetivo final.

114
Proceso de ejecución de garantías

Es necesario que a la luz de los principios que definen el Estado So-


cial de Derecho, se establezca una necesidad imperiosa de definir cuál
instrumento es el adecuado para cumplir con el fin de la justicia mate-
rial como uno de los objetivos propios de este tipo de Estado. Este ins-
trumento debe ser el proceso jurisdiccional, pues es la manifestación
propia del Poder Judicial dentro del marco constitucional.

No se debe entender el proceso jurisdiccional como aquel que im-


parte justicia a quien detenta la razón jurídica, económica o de mejor
clase social, sino el que se enmarca dentro del objetivo de generar una
justicia material a la luz de los principios constitucionales que se desa-
rrollan por medio del derecho sustancial y el procesal. Los retos que trae
el Estado Social de Derecho, deben ser asumidos por los operadores ju-
rídicos con criterios diferentes a la exégesis y veneración al tenor literal
de las normas y el mecanismo por excelencia para el cumplimiento de
estas exigencias es el proceso jurisdiccional.

El proceso jurisdiccional es el mecanismo más idóneo para la resolu-


ción de los conflictos de la población, pues presenta herramientas efica-
ces para proteger los intereses de las partes y garantiza efectivamente el
debido proceso.

El proceso ejecutivo es una modalidad del proceso de ejecución que


se promueve en virtud de títulos a los que la ley da mérito ejecutivo. Lo
que se busca con este proceso es hacer efectiva la obligación que consta
en el documento y no declarar derechos dudosos o controvertidos, ya
que en el proceso ejecutivo no se analizan las relaciones internas entre
las partes sino solo lo que emana del título mismo.

2. Antecedentes
Como bien sabemos toda persona tiene derecho a la tutela jurisdic-
cional efectiva, entendida esta como “(…) un derecho constitucional de
naturaleza procesal en virtud del cual toda persona o sujeto justiciable
puede acceder a los órganos jurisdiccionales, independientemente del
tipo de pretensión formulada y de la eventual legitimidad que pueda,
o no, acompañarle a su petitorio. En un sentido extensivo, la tutela ju-
dicial efectiva permite también que lo que ha sido decidido judicial-
mente mediante una sentencia, resulte eficazmente cumplido. En otras
palabras, con la tutela judicial efectiva no solo se persigue asegurar la

115
Alexander Rioja Bermúdez

participación o acceso del justiciable a los diversos mecanismos (proce-


sos) que habilita el ordenamiento dentro de los supuestos establecidos
para cada tipo de pretensión, sino que se busca garantizar que, tras el
resultado obtenido, pueda verse este último materializado con una mí-
nima y sensata dosis de eficacia”3. En tal sentido, todo ciudadano tiene
la posibilidad y facultad de acceder a los órganos jurisdiccionales con
los que cuenta el órgano estatal a fin de que pueda materializarse el
derecho incumplido, o sea, que su conflicto de intereses sea satisfecho
heterocompositivamente.

Según Luis Alberto Liñán Arana4 podemos tener conocimiento a


través de su exposición de los antecedentes del Proceso de Ejecución de
Garantías, lo siguiente:

El Código Procesal Civil de 1993 significó un cambio en la ma-


nera de hacer proceso civil en el Perú, pues reguló en forma orgánica
una serie de instituciones procesales que se encontraban dispersas en
nuestra legislación y en otros casos incorporó a nuestro sistema proce-
sal instituciones que solo existían en la doctrina o en la jurisprudencia
comparada.

En el caso de los procesos de ejecución, el Código Procesal Civil de


1993 reguló este tema de una forma ordenada y bajo un mismo título
agrupó al proceso ejecutivo, al proceso de ejecución de resoluciones ju-
diciales y creó el denominado “Proceso de Ejecución de Garantías”, con
lo cual se permitió a todas las personas naturales y jurídicas que conta-
ban con una garantía real a su favor, tener un proceso para solicitar la
ejecución de las mismas, privilegio que antes solo estaba permitido para
las instituciones bancarias y financieras quienes contaban con una ley
especial para ejecutar las garantías constituidas a su favor.

Con la delegación de facultades dadas por parte del Congreso


de la República, a través de la Ley N° 29157, al Poder Ejecutivo para
que pueda legislar sobre diversas materias en un plazo de 180 días

3 STC EXP. N° 763-2005-PA/TC, f. j. 6.


4 LIÑÁN ARANA, Luis Alberto. “Hacia un nuevo proceso de ejecución. A propósito del proceso de ejecución
de garantías”. En: Ponencias del Congreso Internacional de Derecho Procesal. Universidad de Lima, 2005,
pp. 333 y 334.

116
Proceso de ejecución de garantías

calendario, en diversas materias relacionadas con la implementación


del Acuerdo de Promoción Comercial Perú-Estados Unidos, se pu-
blicaron en el diario oficial El Peruano con fecha 28 de junio del 2008,
una serie de decretos legislativos entre los cuales se encuentra el De-
creto Legislativo N° 1069, norma denominada: “Decreto Legislativo
que mejora la Administración de Justicia en materia comercial modifi-
cando normas procesales”, la que modificó la parte relativa a los proce-
sos ejecutivos, instaurando en el Título V el llamado proceso único de
ejecución, con lo cual se eliminó la distinción entre los títulos llamados
“ejecutivos” (art. 693 del CPC, hoy derogado por el Decreto Legislativo
Nº 1069) y los llamados “de ejecución” (art. 713 del CPC derogado tam-
bién por el Decreto Legislativo Nº 1069); habiendo sido unificados por el
Decreto Legislativo N°1069 en el artículo 688 con el nombre de los títu-
los ejecutivos.

La creación del “Proceso de Ejecución de Garantías” significó un


avance en relación con la legislación antes existente, sin embargo su es-
cueta regulación en el Código Procesal Civil y su falta de concordancia
con otras normas del mismo código, incluso en la parte de los procesos
de ejecución, determinaron que en la práctica existían distintas interpre-
taciones sobre algunas de sus instituciones, por parte de jueces, aboga-
dos litigantes y académicos del Derecho Procesal.

Lo expuesto, sumado a la excesiva carga procesal existente en los


juzgados, originó que en la actualidad el trámite del proceso de eje-
cución de garantías tenga una duración aproximada de 18 a 36 meses
(esperando que este tiempo se reduzca con la creación de los juzgados
comerciales), lo cual no solo es negativo para el acreedor, pues debe
esperar demasiado tiempo para ejecutar una garantía y recuperar su
crédito, sino también para el deudor, pues el bien dado en garantía se
puede desvalorizar por el tiempo transcurrido, así como incrementarse
la suma adeudada debido a los intereses devengados y también para los
demás ciudadanos, pues al ser la garantía real ineficaz para el respaldo
de obligaciones, las instituciones bancarias tienden a elevar las tasas de
interés, con lo cual tenemos un crédito caro.

Hay quienes han precisado que el proceso de ejecución de garantías


nació con la finalidad de dinamizar los procesos cognoscitivos, debi-
do a una deficiente regulación, a una excesiva postura garantista y a la

117
Alexander Rioja Bermúdez

excesiva carga procesal el dinamismo inicialmente trazado nunca pudo


alcanzarse.

Sobre el tema de ejecución de garantías se ha escrito bastante y se


han esgrimido varias propuestas que buscan lograr una ejecución que
sea rápida y a la vez garantice tanto los derechos del acreedor y sobre
todo los del deudor. Algunas propuestas pasan por permitir la ejecución
extrajudicial de la hipoteca, otras por llevar la ejecución de garantías
al ámbito arbitral y otras por mantener la ejecución en ámbito judicial,
pero realizando pequeñas modificaciones a la legislación actual.

Consideramos que el tema de la ejecución de garantías es un tema


eminentemente jurisdiccional, por lo tanto, el mismo se debe mantener
en sede judicial, sin embargo, somos de la opinión de que es necesario
realizar no pequeñas modificaciones a la actual normativa, sino efectuar
un cambio total a la legislación actual, que pase a regular un nuevo pro-
ceso de ejecución actualmente regulados en el Código Procesal Civil y
permita superar los problemas legislativos ahora existentes.

3. Concepto
Como ya se ha anotado, a diferencia de los llamados procesos de-
clarativos (proceso conocimiento), el proceso de ejecución no tiene por
objeto declarar la existencia (o inexistencia) de un determinado derecho
sobre la base de lo propuesto, alegado y probado por las partes ante el
órgano jurisdiccional, sino por el contrario ya el derecho se encuentra
efectivamente reconocido y declarado por lo que el objeto del proceso
es desplegar una serie de actividades destinadas a hacer materialmente
posible la obligación contenida en el título correspondiente.

Conforme señala el maestro, Juan Monroy Gálvez5: “El proceso de


ejecución tiene un singular punto de partida, una situación fáctica inver-
sa (…) en lugar de incertidumbre, lo que hay es una seguridad en un su-
jeto de derechos, respecto de la existencia y reconocimiento jurídico de
un derecho material. A pesar de lo expresado, la necesidad de utilizar

5 MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción al proceso civil. Tomo I, Editorial Temis S.A., Santa Fe, Bogotá,
1996, p. 138.

118
Proceso de ejecución de garantías

este proceso se presenta porque no obstante la contundencia del dere-


cho, este no es reconocido –expresamente o tácitamente– por el sujeto
encargado de su cumplimiento”. En tal sentido, la naturaleza del proce-
so de ejecución dista con relación a los llamados procesos ordinarios o
propiamente llamados procesos cognitivos (léase conocimiento, abrevia-
do y sumarísimo) ya que en los primeros el juez no tendrá que recono-
cer y declarar el derecho alegado por la parte demandante, sino que este
ya se encuentra en el título o documento que adjunta a la pretensión de
demandada y que es materia de esta. Es decir, lo que se busca es hacer
efectivo el derecho ya reconocido. En el segundo caso, en los llamados
procesos declarativos, se deberá trajinar por todo un iter procesal a fin
de establecer y determinar la existencia o no del derecho alegado en la
demandan ante el órgano jurisdiccional.

Con relación a la ejecución Chiovenda precisa que “la ejecución for-


zosa procesal es la actuación práctica por parte de los órganos jurisdic-
cionales de una voluntad concreta de la ley que garantice algún bien de
la vida y que resulta de una declaración, y llámese proceso de ejecución
forzosa al conjunto de actos coordinados a tal fin”6. El citado autor esta-
blece la existencia de un conjunto de actos destinados a la efectividad de
una declaración realizada por una frente a otra. El elemento primordial
está en la efectivización que realiza el órgano jurisdiccional destinado
a cumplir tal obligación pactada previamente y que debe ser de obliga-
torio cumplimiento a través de este tipo de proceso en atención a su in-
cumplimiento voluntario.

En doctrina Couture indicaba que: “(...) es el procedimiento diri-


gido a asegurar la eficacia práctica de las sentencias de condena” y en
otro párrafo nos decía que: “En algunos casos el derecho admite que
los particulares convengan o estipulen algo equivalente virtualmente
a una sentencia de condena. El título contractual u obligacional se asi-
mila entonces a la sentencia y adquiere la calidad de título privado de
ejecución”7. Si bien dentro de los momentos por los que pasa un proce-
so judicial existe la llamada fase ejecutiva, es decir, aquellas por la cual

6 CHIOVENDA, Giuseppe. “Instituciones de Derecho Procesal Civil”. En: Revista de Derecho Privado. 1ª edi-
ción, Madrid, 1948, p. 332.
7 Citado por HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Procesos de ejecución. Librería y Ediciones Jurídicas, Lima,
2001, pp. 15-16.

119
Alexander Rioja Bermúdez

se materializa o efectiviza la sentencia dictada en un proceso judicial,


existen sistemas normativos a través de los cuales determinados actos
jurídicos son equiparables a una sentencia a fin de que tengan el mismo
mérito, es decir que también sean objeto de cumplimiento de manera in-
mediata por parte del órgano jurisdiccional.

Chiovenda define la ejecución procesal y proceso ejecutivo señalan-


do: “llámese ejecución forzosa procesal la actuación práctica, por parte
de los órganos jurisdiccionales, de una voluntad concreta de la ley, que
garantice a alguno un bien de la vida y que resulta una declaración; y
llámese proceso de ejecución forzosa el conjunto de actos coordinados a
este fin. Sin embargo en la misma obra precisa: “El proceso de ejecución
forzosa, presenta un procedimiento que parte de una demanda basada
en un título ejecutivo (nulla excecutio sine título) y continua, hasta ago-
tar las medidas ejecutivas solicitadas, con una serie de actos, distintos
según la naturaleza del bien al cual la instancia aspira (pago de una
suma, consignación de una cosa, prestación consistente en un hacer o
no hacer), y de los correspondientes medios ejecutivos (consignación de
cosas, expropiación de muebles o inmuebles) si surgen oposiciones a la
ejecución, se resuelven con el procedimiento usado para el proceso de
conocimiento, pero con algunas normas particulares”8. En tal sentido,
las características principales en este tipo de procedimiento se encontra-
ría básicamente en el hecho relativo a la naturaleza del título que da ori-
gen al mismo, así como a las particularidades respecto de los procesos
de cognición, sin embargo, no se destaca en esta definición la principal
particularidad en este tipo de pretensión que es la relativa a la actuación
más breve y simplificada, rápida y eficaz en relación con otro tipo de
procesos.

Rosenberg define el proceso ejecutivo como: “La ejecución forzo-


sa llamada también proceso ejecutivo y anteriormente ejecución, es el
procedimiento para la realización de las pretensiones de prestación, o
por responsabilidad, mediante coacción estatal. La ejecución forzosa re-
quiere llevar a efecto las pretensiones prestación o de responsabilidad

8 CHIOVENDA, Giuseppe. Instituciones de Derecho Procesal Civil. 2ª edición, Tomo I, E.R.D.P., Madrid,
1954, p. 330.

120
Proceso de ejecución de garantías

de derecho material, a favor del interesado, llamado acreedor contra el


obligado, llamado deudor, mediante la coacción estatal”9.

Montero Aroca comentando la legislación española manifiesta: “El


proceso de ejecución es aquel en que, partiendo de la pretensión del eje-
cutante, se realiza por el órgano jurisdiccional una conducta física pro-
ductora de un cambio real en el mundo exterior para acomodarlo a lo
establecido en el título que sirve de fundamento a la pretensión de la
parte y a la actuación jurisdiccional”10. Aplicando el derecho de acción,
este constituye el elemento inicial, a través del cual se pone en conoci-
miento del órgano jurisdiccional la existencia de la vulneración de un
derecho con la finalidad de que este despliegue su poder y se materiali-
ce tal derecho previamente reconocido en un título.

En doctrina nacional, Eugenia Ariano precisa que “el órgano juris-


diccional debe adoptar y adaptar las concretas medidas ejecutivas para
lograr la efectiva satisfacción de ese concreto derecho”11. De igual forma
señala que en el proceso de ejecución quien toma la iniciativa es quien
busca la satisfacción de un derecho ya previamente cierto, necesaria-
mente debe basarse en un particular “título” (o sea de una particular
causa petendi) que no solo le abre la puerta de la ejecución sino hace le-
gítimos todos aquellos actos que según el módulo legal le permitirán lo-
grar la satisfacción de su derecho12.

De igual forma sostiene la citada autora que: “El denominado ‘pro-


ceso de ejecución de garantías’ es un proceso de ejecución, y siendo tal,
está enderezado a lograr, a través de la actividad del órgano jurisdiccio-
nal, en concreto, a través del producto del remate del bien hipotecado o
prendado, la satisfacción del interés de un acreedor (dinerario)”13.

9 ROSEMBERG, Leo. Derecho Procesal Civil. Tomo III, Ejea, Buenos Aires, 1955, pp. 3-4.
10 MONTERO AROCA, Juan y otros. Derecho Jurisdiccional. Tomo II, 10ª edición, Tirant lo Blanch, Valencia,
2000, pp. 453-454.
11 ARIANO DEHO, Eugenia. “¿Proceso o procesos de ejecución? La tutela efectiva de la tutela jurisdiccional
de los derechos?”. En: Revista del Foro. N° 3, Colegio de Abogados de Lima, Lima, 1997, pp. 13-14.
12 ARIANO DEHO, Eugenia. “Las contradicciones de la ‘contradicción’ en el proceso de ejecución de garan-
tías”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 157, Gaceta Jurídica, Lima, diciembre de 2006, p. 14.
13 Vide: ARIANO DEHO, Eugenia. “Error de hecho y ejecución de garantías - reflexiones sobre una casa-
ción por error in iudicando que condujo al reenvío”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 39, Gaceta
Jurídica, Lima, diciembre, 2001.

121
Alexander Rioja Bermúdez

Para Eugenia Ariano “la denominada ‘ejecución de garantías’ no es


sino un proceso ‘especial’ de ejecución dinerario, en donde la ‘especia-
lidad’ está en que el bien (o bienes) sobre los cuales se va a desarrollar
la actividad ejecutiva (en sustancia, el remate) está predeterminado (al
proceso), y en eso (y debería ser solo en eso) está la diferencia entre la
ejecución (llamémosla así) ‘común’ y la ‘especial’: en la ‘común’, el bien
(o bienes) sobre los que se va a desarrollar la actividad ejecutiva se iden-
tifican recién con el embargo, con el riesgo que este no se pueda efecti-
vizar por no hallarse bienes en el patrimonio del deudor que respondan
por la deuda; en la ejecución especial tal riesgo no existe pues tenemos
(previamente) identificado el bien que por tal deuda responde”14.

Los procesos de ejecución de garantías son procesos judiciales (rela-


ción jurídica procesal entre dos partes que someten al juez de su causa a
fin de que este la resuelva fundado en el derecho y que se materializa en
una serie de actos procesales que empiezan con la demanda y termina
con la sentencia) de ejecución (se realiza por parte del órgano jurisdic-
cional una conducta física productora de un cambio real en el mundo
exterior para acomodarlo a lo establecido en el título que sirve de fun-
damento a la pretensión de la parte y a la actuación jurisdiccional)15 que
tiene por finalidad obtener el cumplimiento de una obligación que cons-
ta en un título ejecutivo que materialmente constituye un derecho real
de garantía (arts. 688 y 720 del CPC modificado por el Decreto Legisla-
tivo N° 1069) es decir, un documento de origen convencional en el que
existe un mandato de ejecutar un bien y enajenarlo de darse el incumpli-
miento –sujeto a condición temporal– en la satisfacción del crédito, para
lo que se reduce notablemente la actividad probatoria. Por ello, una de
las características de estos proceso de ejecución, es que se reducen nota-
blemente las etapas o plazos procesales de las actuaciones, así como la
imposibilidad de cuestionar los títulos en que se sustentan la ejecución,
salvo por la formalidad o la exigibilidad en todo caso.

Hay quienes consideran que la ejecución de garantías, debe ser


entendido como un conjunto de actos jurídico-procesales destina-
dos a la realización del bien o bienes dados en garantía en razón al

14 Ídem.
15 MONTERO AROCA, Juan. Tratado del proceso ejecución civil. Tomo I, Valencia, 2004, p 35.

122
Proceso de ejecución de garantías

incumplimiento de la obligación garantizada. Este tipo de procesos tiene


como características principales: (i) Es una modalidad del proceso de
ejecución. (ii) Es un proceso vinculado a los derechos reales de garantía.
(iii) Es un proceso que conlleva a la venta judicial. (iv) Es eminentemen-
te formal y expeditivo.

4. Necesidad de título ejecutivo


Respecto del título ejecutivo (o de ejecución) Liebman ha señalado
que: “La categoría de los títulos ejecutivos está formada sobre la base de
una valoración de la ley en torno a su idoneidad para proporcionar una
adecuada garantía de la existencia del crédito”, agrega más adelante el
citado jurista que: “la función diversa del proceso de cognición, (juicio)
y la del de ejecución (sanción) tiene por consecuencia que la acción eje-
cutiva, a diferencia de la acción de cognición, lleve siempre por objeto el
pronunciamiento de una providencia que tiene un contenido determi-
nado, favorable a aquel que acciona (pero sujeto también a ser revocado
si se demuestra la existencia del derecho por el cual la ejecución ha sido
emprendida)”16.

Para Lama More: “El título es un presupuesto infaltable, inevitable,


sin el cual no es posible iniciar ejecución alguna (nulla executio sine título)
El juez debe verificar que el citado título cumpla con los requisitos que
la ley establece para cada caso, a efecto de poder iniciar el proceso expi-
diendo el mandato respectivo; dicho mandato (de ejecución o ejecutivo)
contiene la orden dirigida al ejecutado para que cumpla con la obliga-
ción contenida en el título, dentro del plazo que para tal efecto establece
la ley. Si el título es ejecutivo el mandato se expedirá bajo apercibimien-
to de iniciarse la ejecución forzada; pero si el título es uno de ejecución
de garantía real el apercibimiento será el de sacar a remate el bien dado
garantía”17.

Nuestra jurisprudencia precisa que: “en los procesos de ejecución se


pretende la efectivización de lo que consta y fluye del título, sin entrar

16 LIEBMAN, Enrico Tulio. Manual de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires, p. 157.
17 LAMA MORE, Héctor. “El estado de cuenta de saldo deudor en los procesos de ejecución de garantías reales
¿es parte del título de ejecución?”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 114, Gaceta Jurídica, Lima,
marzo 2008.

123
Alexander Rioja Bermúdez

al análisis de las relaciones jurídicas que dieron nacimiento, pues la ley


les confiere a ellos la misma fuerza que a una ejecutoria, no pudiendo
ordenarse el pago de derechos dudosos o controversiales y distintos a
los que indubitablemente emerjan del propio título”18.

5. Naturaleza jurídica
Señala Arias-Schreiber, que desde el momento en que se desarrolla
la vida comunitaria se advierte, por una parte el desigual reparto de la
riqueza, y de la otra, la necesidad de satisfacer las elementales exigen-
cias de la vida humana. Esta realidad dio origen al fenómeno crediticio,
esto es, a la existencia de una situación creada por la entrega de bienes
y más tarde de dinero por una persona que toma el nombre de acreedor
a favor de otra persona que los recibe y asume la posición denominada
deudora, debiendo esta ultima efectuar la devolución en el tiempo con-
venido y de acuerdo con las circunstancias19.

Como advertimos, en el seno de una relación obligacional se presen-


ta como objeto de dicha relación jurídica, la prestación debida. Es pues
esta prestación una conducta humana positiva o negativa o de entregar
algo. De cualquier modo, el deudor puede o no cumplir con su presta-
ción en los términos y plazos pactados por las partes, pero como el dere-
cho tutela esta incertidumbre de cumplimiento de la prestación asumida
por el sujeto pasivo de la obligación, a fin de satisfacer el derecho de
crédito.

Es en este momento que el derecho configuró desde el Derecho Ro-


mano el llamado iura in re aliena, o derecho sobre cosas ajenas, conocidos
actualmente como derechos reales de garantías.

Y es que todo acreedor corre un doble riesgo con relación a su crédi-


to. En primer lugar puede ocurrir que al tiempo de producirse el incum-
plimiento, el deudor haya dispuesto todo su patrimonio, y, por lo tanto,
ya no será posible ejecutar la deuda. En segundo lugar, en el momento
de cobrar la deuda es posible que se presenten otros acreedores, con lo

18 Exp. N° 003-2005-Lima..
19 ARIAS-SCHREIBER, Max. Exégesis del Código Civil del 1984. Tomo IV, Gaceta Jurídica, Lima, 1995,
p. 9.

124
Proceso de ejecución de garantías

que el patrimonio del deudor, en caso de existir, deberá dividirse entre


todos hasta donde alcance para intentar satisfacer las acreencias. En este
escenario los acreedores no tienen ninguna seguridad de que su crédito
será pagado20.

Precisamente las garantías son el instrumento legal para que los


acreedores se pongan a salvo de estas contingencias. Sin embargo, no
todas las garantías cumplen satisfactoriamente dicho propósito. Las ga-
rantías personales no solucionan las dificultades antes anotadas. La fian-
za y el aval simplemente constituyen una acumulación de deudores que
comprometen su patrimonio frente al alrededor, pero sin especificar ni
afectar bienes concretos. Por lo tanto, a los fiadores y avalistas les puede
ocurrir lo mismo que el deudor principal (insolvencia y concurrencia de
acreedores), frustrando así el derecho del acreedor.

Por el contrario, las garantías reales son las que resultan de la afecta-
ción de uno o varios bienes concretos, para que ante el incumplimiento
se proceda a su ejecución y pago de la obligación. El acreedor es titular
de un derecho real y en virtud de dicha titularidad tiene las facultades
de persecución y preferencia sobre los bienes afectados, pudiendo eje-
cutarlos donde quiere que se encuentren sin importar que hayan sido
transferidos.

Los derechos reales de garantías son, por lo tanto, mecanismos para


garantizar el cumplimiento de la obligación del deudor de satisfacer
el crédito el cual asumió de forma voluntaria. Así, constituye una he-
rramienta que otorga seguridad jurídica en la transacción de los agen-
tes económicos, garantizando precisamente la efectividad del tráfico
jurídico.

Es pues bastante evidente, que uno de los más seguros instrumentos


para garantizar la seguridad de un derecho de crédito, es una garantía
sobre derecho real, por ejemplo la hipoteca.

Ahora bien, pero los derechos reales de garantía para lograr esta
seguridad jurídica, necesitan gozar de eficiencia y efectividad, caracte-
res que se los otorgará solamente la ejecución de la garantía en caso de

20 DÍEZ-PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial. Tomo II, Madrid, 1996, p. 114.

125
Alexander Rioja Bermúdez

darse el incumplimiento de la obligación. Por ello, se trata de un me-


canismo rápido y eficaz que le permite al acreedor, una vez que ha ob-
tenido la declaratoria estimativa de sus derechos, disponer del bien en
garantía y mediante un mecanismo de venta lograr el precio más alto
que sea posible para satisfacer su crédito21.

En consecuencia, es pues el proceso de ejecución de garantías, la


verdadera herramienta que resguarda y vigila el normal y correcto de-
sarrollo de las relaciones económicas y negocios jurídicos entre los agen-
tes del mercado, a fin de generar el pago forzoso de lo que el deudor no
pudo satisfacer de la forma consensual y originalmente pactada.

Dentro de este contexto, podemos afirmar que el proceso es la re-


lación jurídica entre los sujetos procesales dirigidos por un tercero im-
parcial dotado de jurisdicción, a fin de que este dilucide un conflicto de
intereses, o una incertidumbre jurídica, con la finalidad de satisfacer los
intereses jurídicos socialmente relevantes, siendo el proceso judicial el
medio constitucionalmente instituido para ello.

Dentro de los procesos civiles, el legislador ha previsto los procesos


de ejecución o actualmente denominados ejecutivos. Estos tienen como
característica más saltante, el que en la ejecución procesal en lugar de
haber incertidumbre lo que hay es una seguridad en un sujeto de dere-
chos22, respecto a la existencia y reconocimiento jurídico de un derecho
material a través del título de ejecución23.

Nuestro proceso ejecutivo es un verdadero proceso de ejecución y


lo es porque un derivado histórico del processus executivus medieval que
nació como proceso de ejecución y no como proceso de ejecución y no
como proceso de cognición, fue una declaración de la práctica justamente
para evitar el proceso ordinario solemne y dispendioso, como corolario
de los títulos con ejecución aparejada (executinem paratam) que permitían
el ingreso a un proceso de ejecución sin una previa cognición judicial.
El hecho de que dentro de su evolución histórica se haya permitido la

21 GARRO, Alejandro. “Problemas en la ejecución de garantías mobiliarias”. En: El Salvador. CENTER FOR
THE ENEOCMIC OF LAW-CEAL, Ceal Isues, p. 254.
22 MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción al proceso civil. Tomo I, Themis, Bogotá, 1996, p. 138.
23 ARIANO DEHO. Eugenia. Ejecución de garantías. Viejas y nuevas dudas. Problemas del proceso civil.
Lima, 2003, p. 443 y ss.

126
Proceso de ejecución de garantías

incrustación dentro de su estructura de un incidente de cognición li-


mitado –la ahora llamada contradicción– no le priva de su naturaleza
ejecutiva24.

Así, a partir del artículo 720 del Código Procesal Civil, el legislador
ha desarrollado las normas procesales y procedimentales para la ejecu-
ción del crédito con garantías reales que lo respalden como es el caso
de la garantía mobiliaria o la hipoteca, o lo que alguna vez se le llamó
prenda.

El llamado Proceso de Ejecución dista del Proceso de Cognición,


(proceso de conocimiento propiamente dicho, abreviado y sumarísimo),
tanto por su contenido como por su estructura y finalidad, el primero
como bien sabemos no se inicia como consecuencia de un conflicto de
derechos, lo que sí sucede con los segundos en los que la finalidad está
en la declaración o constitución de un derecho que es declarado en la
sentencia. Conforme se menciona en reiterada jurisprudencia: “En los
procesos de ejecución, se parte de una situación cierta, pero insatisfecha,
y el proceso versa, precisamente sobre la insatisfacción que debe tener
el ejecutante respecto de su acreencia la que se puede reducir mas no
alterar”25.

Como sabemos, la ejecución de garantías fue colocada por nuestro


Código Procesal Civil entre los “procesos” de ejecución junto con el
“ejecutivo” y la “ejecución de resoluciones judiciales”. Un “proceso de
ejecución” pues, o sea uno de aquellos que, como se oye decir desde lo
alto de las abstracciones (y más allá del tiempo y del espacio), “tiene un
singular punto de partida (...) en lugar de haber incertidumbre, lo que
hay es una seguridad en un sujeto de derecho, respecto de la existencia
y reconocimiento jurídico de un derecho material”26, o sea uno de aque-
llos en el que la “seguridad” se derivaría de algo que “recibe genérica-
mente el nombre de título de ejecución”27.

24 ARIANO DEHO. Eugenia. El proceso de ejecución. Ed. Rodhas, Lima, 1996, p. 173.
25 Cas. N° 871-97-Puno. (El Peruano, 19/10/1998).
26 MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción al proceso civil. Tomo I, Temis, Bogotá, 1996, p. 138.
27 Ídem.

127
Alexander Rioja Bermúdez

Empecemos desarrollando este proceso aproximándonos a las reglas


generales aplicables a la ejecución, para luego avocarnos a la particular
tarea de las ejecuciones de garantías reales.

II. CONFIGURACIÓN DEL PROCESO DE EJECUCIÓN DE GARAN-


TÍAS

Debemos tener en cuenta que el proceso de ejecución de garantías


teóricamente tiene por principal característica el ser rápido y contun-
dente, debido a la preexistencia de un documento o título ejecutivo que
contiene una obligación garantizada, encontrándose declarado el dere-
cho de la parte demandante, a diferencia de los llamados procesos de
cognición. Sin embargo, en la práctica debido a la carga procesal que
cuentan los distintos despachos judiciales han resultado ser demasiado
lentos (en promedio entre uno a tres años puede durar este tipo de pro-
cesos) y debido a la existencia de algunos cambios, especialmente en el
tema del remate, se han vuelto costosos.

Según Gómez de Liaño González citado por Hinostroza Minguez28,


en cuanto a la ejecución de garantía hipotecaria y prendaria, enseña que:

“La hipoteca y también la prenda, son derechos reales que se


constituyen en garantía de una obligación sujetando los bienes
sobre los que recaen al cumplimiento de aquella, de forma que
puede procederse directamente sobre ellos para exigir las venci-
das y no pagadas. La acción real de hipoteca se dirige contra los
bienes especialmente hipotecados, persiguiendo una actividad
procesal que se concreta en obtener una determinada suma de
dinero mediante la enajenación por el precio previamente pac-
tado en el título constitutivo de la cosa hipotecada.

Se trata de procedimientos muy simplificados en atención a la


constancia documental y fehaciente de un crédito, y la sujeción
de un bien determinado como garantía de su cumplimiento,
estando previstas en el título las condiciones y circunstan-
cias de la propia ejecución, por lo que la oposición posible se

28 HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Procesos de ejecución. 2ª edición, junio, 2004, p. 225.

128
Proceso de ejecución de garantías

encuentra muy limitada, lo cual no elimina la posibilidad de


contradicción”.

Asimismo también Prieto-Castro y Ferrándiz citados por Hinostroza


Minguez29, en lo que concierne a la ejecución de garantía prendaria e hi-
potecaria, apunta lo siguiente:

“Tres son las causas determinantes de la existencia de estos pro-


cedimientos especiales de efectividad de las respectivas garan-
tías, de las cuales dos son de derecho positivo y una histórica.

Las causas de Derecho positivo son, en primer lugar, la conve-


niencia de fomentar el crédito territorial, precisamente a través
de una eficaz y rápida realización de los bienes puestos como
garantía del mismo y, en segundo lugar, la idea de que los tipos
de procesos de Derecho común existentes serían inadecuados
para lograr aquellas finalidades primordiales, por su sustan-
ciación más lenta y por las mayores posibilidades de defensa
que ofrecen al deudor. Y la razón histórica hay que buscarla
en la fórmula conocida de antiguo en el Derecho Procesal, que
ofrece la posibilidad de una sumisión del deudor a la ejecu-
ción inmediata, con una cognición muy restringida del órgano
jurisdiccional”.

El proceso de ejecución de garantías reales se encuentra regulado en


el Capítulo IV (Proceso de ejecución de garantías) del Título V (Procesos
de ejecución) de la Sección Quinta (Procesos Contenciosos) del Código
Procesal Civil, en los artículos 720 al 724.

1. Procedencia
El proceso de ejecución de garantías se encuentra regulado en el Tí-
tulo V de la Sección Quinta del Código Procesal Civil, en él se advierte
que el inicio del proceso se da con la interposición de la demanda de
ejecución de garantías.

29 Ibídem, pp. 225 y 226.

129
Alexander Rioja Bermúdez

De la Oliva Santos al referirse a la Ley de Enjuiciamiento Civil pre-


cisa que en cuanto a los presupuestos de la acción ejecutiva, conviene
entender, ante todo, que, de modo semejante a lo que ocurre respecto
a la acción civil (declarativa), los presupuestos son muy diversos según
las diferentes acciones. Sin embargo, es posible afirmar, en términos ne-
cesariamente generalizadores, que presupuestos de la acción ejecutiva,
que han de concurrir para que exista, son: a) la infracción a un deber
jurídico; b) la existencia de una lesión injusta, patrimonial o susceptible
en todo caso de valoración patrimonial, que atribuye a quien la padece
un legítimo interés a la tutela jurisdiccional; y c) la existencia de una do-
cumentación especial (título ejecutivo), en la que conste, de manera, la
manera que la ley considera suficiente, un deber jurídico”30.

Según Nelson Mora citado por Hinostroza Minguez31, acerca del


contenido de la demanda de ejecución con título hipotecario o prenda-
rio, apunta lo siguiente:

“Fuera de los requisitos, condiciones y anexos exigidos para las


demás demandas (…), en la demanda donde se ejecute con tí-
tulo hipotecario o prendario y se persigan exclusivamente los
bienes gravados, deberá expresarse:

a) La pretensión que deberá perseguir el pago de suma líquida


de dinero.

b) Solo podrán perseguirse los bienes gravados con hipoteca o


prenda.

c) Especificación del bien o bienes materia del gravamen pren-


dario o hipotecario.

d) Igualmente, se adjuntará el título ejecutivo con garantía


prendaria o hipotecaria, donde conste la obligación, clara,
expresa y exigible de pagar suma líquida de dinero”.

30 DE LA OLIVA SANTOS, Andrés: Derecho Procesal Civil. 3ª edición, Editorial Universitaria, Ramón Areces
S.A., Madrid, 2002, p. 33.
31 HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Ob. cit., p. 238.

130
Proceso de ejecución de garantías

Según Elvito A. Rodríguez Domínguez32 y en concordancia con el


primer párrafo del artículo 720 de nuestro Código Procesal Civil, acer-
ca de los requisitos de la demanda de manera general nos dice que se
requiere:

a) Que se trate de garantías reales y,

b) Que en la constitución de la garantía se haya cumplido con las


formalidades que la ley establece.

Para Ariano33, pese a que en el artículo 688 del Código Procesal Civil
(dentro de las “disposiciones generales”, o sea aplicables a toda ejecu-
ción, luego también a la “de garantías”) se señala que solo se puede pro-
mover ejecución “en virtud” de “título ejecutivo”, el artículo 720 del Có-
digo Procesal Civil no nos indica cuál es el “título” “en virtud” del cual
se podría “promover” la denominada ejecución de garantías, a estar a
que solo nos señala una serie de documentos que se deben “acompañar”
a la demanda, sin que se indique que (algunos de) esos documentos
sean “el título”.

Frente a esta no pequeña omisión del legislador, nuestra jurispru-


dencia, en lugar de exigir, a estar al inequívoco texto del artículo 688
del Código Procesal Civil, que a la demanda se acompañe, junto con
todos los documentos indicados en el artículo 720 (...) ha establecido que
el “título ejecutivo” (o “de ejecución”) lo constituyen “copulativamen-
te” “el documento que contiene la garantía” y “el estado de cuenta de
saldo deudor”, sin que se requiera más, dando lugar a que la más de las
veces se pueda iniciar (y proseguir) la ejecución sin un verdadero título
(legal).

Precisa de igual forma que las veces porque la denominada “ejecu-


ción de garantías” solo se debería (legítimamente) iniciar con un “título”
cuando “el documento que contiene la garantía” no sea, a su vez, “per
se” un “título”, es decir cuando ese documento además de ser el “con-
tenedor” de la garantía (...) y “contenga” la obligación “cierta, expresa y

32 RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ, Elvito A. Manual de Derecho Procesal Civil. 6ª edición, Grijley, Lima, mayo
2005, pp. 479-480.
33 ARIANO DEHO. Eugenia. “Ejecución de garantías: Viejas y nuevas dudas”. En: Diálogo con la Jurispru-
dencia. Tomo 56, Gaceta Jurídica, Lima, mayo de 2003.

131
Alexander Rioja Bermúdez

exigible” (que es la que se trata de satisfacer con la ejecución). Es decir,


para entendernos, si se trata de una obligación garantizada con hipote-
ca se debería presentar “testimonio de escritura pública” (y no simple
copia legalizada del mismo).

Si ello no fuera así, si del “documento que contiene las garantías” no


reviste la formalidad exigida para ser “título” y/o no contiene la consa-
bida “obligación cierta, expresa y exigible”, debería ser inevitable que
se acompañe “el título” para estar en presencia de una ejecución que
pueda legítimamente iniciarse.

Sin embargo, todos sabemos que –pese al hecho de que una hipo-
teca puede bien haberse constituido para “garantizar” una obligación
meramente determinable e incluso “futura o eventual” (arts. 1099, inc.
2 y 1104 del CC), y que una prenda (hoy garantía mobiliaria) puede
terminar garantizando una “deuda” distinta de aquella para la cual se
constituyó (art. 1063 del CC), por no hablar de la “garantía sábana” del
artículo 172 de la Ley de Bancos– esto no es lo que ocurre desde hace
diez años en que los jueces, en todos sus niveles, por lo general, dan por
bueno, sin más, el “documento que contiene la garantía” aun cuando no
“contenga” la obligación, lo que es la fuente de todos los problemas que
se presentan en nuestra ejecución.

En cuanto al “estado de cuenta de saldo deudor” como segundo ele-


mento (según la jurisprudencia) del supuesto “título”, hay que decir que
tal “documento” no es otra cosa que un acto unilateral de liquidación
del propio acreedor-ejecutante, o sea que a lo más determina “cuantita-
tivamente” lo que el deudor (a mero criterio del acreedor) debería, o se
haría “líquida” una obligación “liquidable” (que debería ser la indicada
en el “documento que contiene la garantía” si vale como título o, de no
ser así, en el “título” propiamente dicho). Naturalmente hace excepción
el supuesto en el cual el ejecutante sea una institución financiera, pues
desde el momento en que sus “liquidaciones de saldo deudor” (que en
sustancia son lo mismo que los “estados de cuenta de saldo deudor”)
constituyen según la ley (art. 132 inc. 7 de la Ley de Bancos) títulos eje-
cutivos, ellas no solo son un acto liquidativo, sino que son “el título”.

Sin embargo, pese a que la communis opinio atribuye a los dos pri-
meros documentos señalados en el artículo 722 del CPC el de ser “co-
pulativamente” “el título” en la ejecución de garantías, en fenómeno

132
Proceso de ejecución de garantías

semejante al que se presenta con la neocategoría de “título que de por


sí no son títulos”, algunos jueces (no todos) exigen, antes de emitir el
denominado “mandato de ejecución” del artículo 721 del CPC, que el
ejecutante “le acredite” la obligación, estableciéndose también en la eje-
cución de garantías un anómalo subprocedimiento entre juez y ejecutan-
te enderezado a que este se “convenza” de la existencia de la obligación
(y de su cuantía). Pero, nótese, no es que se exija la presentación de un
“título ejecutivo” (...), sino cualquier “documento que acredite la obliga-
ción” a valorarse por el juez con total discrecionalidad.

Cabe precisar que resulta común en los procesos de ejecución que


la causa de pedir (causa petendi) de la retención ejecutiva se reduzca al
título de ejecución, pues como sostiene el profesor español Montero
Aroca34, examinando la Ley de Enjuiciamientos Civiles de España: “Este
(el título) establece por sí solo el hecho relevante para fundar la petición,
individualizándola de las demás (...), debiendo alegarse en la demanda
1) Que se tiene y se presenta el título de aquellos que la ley dice que
llevan aparejada ejecución; y, 2) Que la obligación documentada en el
título cumple los requisitos legales: Estas dos circunstancias deben des-
prenderse del título mismo, y a partir de él nace el derecho del ejecutan-
te a que el juez despache la ejecución y la lleve hasta el final.

2. Características, trámite y requisitos

2.1. Sujetos procesales


Respecto a la legitimación del acreedor y el derecho del tercero ga-
rante, podemos traer a colación lo señalado por el artículo 690 del Códi-
go Procesal Civil el cual considera que “están legitimados para promo-
ver ejecución quien en el título ejecutivo tiene reconocido un derecho en
su favor; contra aquel que en el mismo tiene la calidad de obligado y, en
su caso el constituyente de la garantía del bien afectado, en calidad de
litisconsorte necesario”.

En tal sentido, se encuentra legitimado para promover ejecución


quien en el título ejecutivo tiene reconocido un derecho en su favor,

34 MONTERO AROCA, Juan. Ensayos de Derecho Procesal. Bosch, 1996, p. 369.

133
Alexander Rioja Bermúdez

entiéndase pues, un derecho de crédito, o lo que es lo mismo, el derecho


subjetivo del acreedor de exigir al deudor de una relación obligacional,
el cumplimiento de la prestación debida a su favor.

En caso que concurran en el proceso al acreedor principal y el cons-


tituyente de la garantía del bien afectado, deberá intervenir activamente
en calidad de litisconsorte necesario. En cualquier caso está de más re-
cordar que el sujeto pasivo procesal será siempre el deudor que en el
título ejecutivo detente la calidad de obligado.

Bajo ese texto legal podemos advertir que el acreedor tiene recono-
cida una obligación de pago a su favor en el mismo título en el que se
condena al pago al obligado principal; sin embargo, para ingresar a la
ejecución de garantía civil, necesariamente tiene que ser incorporado
como litisconsorte necesario pasivo al tercero garante. Esto significa que
este nuevo proceso que se inicia con el objetivo de realizar la ejecución
de la garantía necesariamente se involucrará como parte pasiva, no solo
al garante hipotecario sino al obligado principal; sin embargo, si en la
misma persona recae la condición de obligado principal y garante hi-
potecario, no se requeriría iniciar un proceso de ejecución de garantías,
pues en el mismo proceso de obligación de dar suma de dinero podría
ingresarse a la fase de la ejecución forzada, con la tasación del bien hi-
potecado. Véase que el caso en comentario no se ubica en este último
supuesto, puesto que la garantía extrajudicial ha sido otorgada por un
tercero35.

No obstante ello, no existe en la jurisprudencia nacional criterio uni-


forme sobre quién debe ser considerado sujeto pasivo en la relación jurí-
dica procesal en un proceso de ejecución de garantías reales.

Algunos señalan que solo debe ser considerado sujeto pasivo al ter-
cero adquiriente o actual propietario del bien dado en garantía, en caso
sea persona distinta al deudor, ello en razón de que se trataría en estric-
to de una acción real, es decir, una acción dirigida a la ejecución del bien
hipotecado –o bien mueble dado en garantía–, en este caso, el deudor

35 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Título judicial, saldo deudor y ejecución hipotecaria en procesos
vinculados”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 142, Gaceta Jurídica, Lima, julio 2010.

134
Proceso de ejecución de garantías

sería simplemente un tercero legitimado coadyuvante para algunos con


intervención litisconsorcial para otros.

Otros afirman que el demandado en este tipo de procesos debe ser


solo el deudor, en razón de que se trata de una acción cuyo objeto es
el pago de una suma de dinero determinada. Así visto, considerar esta
posición que el propietario es un tercero legitimado o en todo caso un
litisconsorte facultativo, es decir, que solo deberá ser notificado con el
mandato de ejecución dejando a salvo la intervención de este tercero si
este decide intervenir.

Hay quienes en opinión distinta y que según parece posición mayo-


ritaria –y a la cual nos adherimos– sostienen que en este tipo de proce-
sos deben ser considerados como parte demandada –sujetos pasivos en
la relación procesal– al deudo, y al actual propietario del bien materia
de ejecución, ambos como litisconsortes necesarios; debiendo considerar
como tercero al actual poseedor del referido bien, a quien se le notificará
con el mandato de ejecución para los fines que se contraen en el inciso 3
del inciso 739 del Código Procesal Civil. Es obvio, que este último no
puede ser considerado litisconsorte en razón de que su interés solo está
vinculado al ejercicio del derecho posesorio del bien dado en garantía.

En ese orden de ideas, tenemos que en el proceso de ejecución de


garantía la intimación solo puede ser dirigida al deudor y es que resulta
evidente que este es quien debe ser emplazado con el mandato de ejecu-
ción; sin embargo, existiendo garantía real constitutiva que el acreedor
está habiendo vales, y ante la posibilidad de que tal sujeto procesal no
cumple con su obligación corresponde que tal mandato sea notificado
también al propietario del bien, ello en razón de que en tal supuesto
dicho bien será objeto de venta para que con el producto de la misma
quede por satisfecho el crédito del ejecutante. Resulta evidente que en
tales condiciones el propietario del bien resulta ser litisconsorte necesa-
rio pasivo36.

36 La calidad de litisconsorte necesario atribuido al propietario del bien dado en garantía en los procesos de
ejecución de garantía reales ha sido establecida de modo reiterado y uniforme pero la Sala Civil de la Corte
Suprema de la República, así como por ejemplo en la Casación N° 2165-97- Lima (El Peruano, 17/11/1998).
La Sala Civil permanente de la Corte Suprema estableció: que la garante de la ejecutante doña Esther Galano
Mezario de Morales, en su condición de propietario del local materia de ejecución debió ser notificada por
tener la calidad de litisconsorte necesaria, a fin de que tenga la posibilidad de contradecir la ejecución en

135
Alexander Rioja Bermúdez

Es sencillo advertir que respecto de la relación crediticia, el propie-


tario del bien dado en garantía es un tercero, no lo será sin embargo, en
la relación jurídica que da origen a la garantía real constitutiva; en dicha
relación es obvio que el propietario es parte legitimada dada la calidad
de sujeto pasivo que tiene. Teniendo en cuenta tal hecho resulta válido
establecer que dicho propietario deberá ser considerado en la esfera pa-
siva de la relación procesal por participar también de la relación de de-
recho material como refiere Monroy Gálvez.

Cabe hacer referencia a la citación con el mandato de ejecución, que


debe efectuarse al tercero poseedor y todos aquellos que, en general,
pueden ser afectados con la ejecución del bien dado en garantía. Efec-
tivamente, el ejecutante y, en su caso, el juez de la causa, deben cuidar
que sean notificados con la demanda y el mandato de ejecución, además
del deudor y el propietario del bien dado en garantía, por lo menos a las
siguientes personas:
a) En el caso de los bienes inmuebles, a quien se encuentra en
posesión del mismo; ello en razón de que en el caso de llevar
adelante la subasta pública, el juez, a instancia del interesado,
deberá disponer que el tercero poseedor que fue notificado con
el mandato de ejecución, entregue el bien al adjudicatario.
b) En el caso de los bienes inmuebles –o muebles inscritos– a los
terceros que tuvieren gravámenes inscritos a su favor; ello re-
sulta necesario en la medida en que, producida la adjudicación
en subasta pública, el auto que transfiere la propiedad al adju-
dicatario contiene la orden de dejar sin efecto todo gravamen
que pese sobre el bien, salvo la medida cautelar de anotación de
demanda; en este caso la notificación a dichos terceros acreedo-
res les permitirá ejercer su derecho de preferencia o de acceder
a la suma de dinero que pudiera corresponder como consecuen-
cia de la venta del bien.

En ese sentido, la Corte Superior de Justicia ha desarrollado


en el Exp. N° 9516-98-Lima, el criterio por el cual debe emplazarse

tutela de sus derecho. Vide: ARIANO DEHO, Eugenia. “Título, partes y terceros en la denominada ejecu-
ción de garantía”. En: Cuadernos Jurisprudenciales. Suplemento de Diálogo con la Jurisprudencia. Gaceta
Jurídica, Lima, enero 2002, p. 10.

136
Proceso de ejecución de garantías

correctamente como sujetos pasivos de la relación jurídica procesal,


tanto a la deudora de la obligación principal garantizada como a la deu-
dora hipotecaria, pues si se pretende ejecutar la hipoteca, la acción debe
dirigirse contra la deudora hipotecaria, pues ella es quien tiene la cali-
dad de obligada en el título de ejecución. No procede el remate si solo
se ha demandado a la responsable de la obligación garantizada y no a la
deudora hipotecaria. En igual forma, si la transacción aprobada, ha sido
celebrada sin intervención de la deudora hipotecaria, el incumplimiento
de lo pactado, no autoriza al vencedor a ejecutar una garantía hipoteca-
ria otorgada por un tercero, sin que este, sea debidamente emplazado37.

2.2. Título ejecutivo en el proceso de ejecución de garantías


Para Chiovenda el título ejecutivo: “Es el presupuesto o condición
general de cualesquiera ejecución y por tanto de la ejecución forzosa:
nulla executio sine título”38 Aquí se advierte la característica fundamental
del título ejecutivo es su ejecutabilidad, es decir, que a través de este se
pueda exigir la ejecución forzosa. Agrega el maestro “consiste necesa-
riamente (ad solemnitatem), en un documento escrito, del que resulte una
voluntad concreta de la ley que garantice un bien. Normalmente es una
resolución jurisdiccional dirigida precisamente a declarar esa voluntad.
Excepcionalmente es un acto administrativo o un contrato, pero tan
claro y simple que se puede deducir de él, aunque no esté declarada la
voluntad concreta de la ley: tal es la orden administrativa de pagar un
impuesto, o un acto contractual otorgado ante notario, o la letra de cam-
bio. En todo título ejecutivo es necesario tener presente y diferenciado
un doble significado y elemento sustancial y formal: a) el título en senti-
do sustancial es un acto jurídico del que resulta la voluntad concreta de
la ley; b) el título en sentido formal es el documento en que el acto está
contenido”. Como podemos observar, en esta definición el título ejecu-
tivo tiene una doble connotación, así una de carácter formal es decir el
documento en el que el acto se encuentra contenido y en sentido sustan-
cial el acto jurídico del que resulta la voluntad concreta de la ley.

37 Exp. N° 9518-98-Lima, Sala de Procesos Ejecutivos. Sentencia del 3 de marzo de 1999.


38 CHIOVENDA, Giuseppe. Instituciones de Derecho Procesal Civil. 2ª edición, Tomo I, Edit. Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1954, pp. 358-359.

137
Alexander Rioja Bermúdez

Leo Rosenberg precisa que: “Son títulos ejecutivos o títulos de


deuda, los documentos públicos que declaran ejecutada la pretensión
por cumplir o una responsabilidad. Obligan al órgano ejecutivo a eje-
cutar. Casi siempre son resoluciones judiciales pero también pueden
ser actos de parte que se han asentado en documentos públicos. Por lo
regular, le corresponde al título ejecutivo la ejecutabilidad directa en
razón de la ley”39.

Se destaca en la presente definición que la naturaleza del título está


el carácter público del mismo, el cual exige al órgano jurisdiccional a
hacer efectiva la obligación contenida en el título, es decir, a ejecutar los
actos de parte en él contenidos, no requiriendo mayor trámite, ya que
este debe ser realizado de manera directa, porque así lo establece la ley.

Por su parte, Pallares señala que: “Título ejecutivo es el que trae


aparejada la ejecución judicial, o sea, el que obliga al juez a pronunciar
un auto de ejecución si así lo pide la persona legitimada en el título o su
representante legal”40.

La naturaleza del título está en la consecuencia que le da la norma


jurídica al mismo, es decir, al carácter de ejecutabilidad o la fuerza de
un mandato judicial que será expedido por el juez a pedido del legiti-
mado o su representante. Sin embargo, en esta definición no encontra-
mos la existencia de un incumplimiento, ya que el título ejecutivo es tal
por el solo hecho de serlo y que solo requiere de solicitud de quien es su
titular o representante para exigir su cumplimiento a través de un man-
dato judicial, mas no se establece aquí, que exista un elemento o requisi-
to previo indispensable como es el incumplimiento previo o la ausencia
de ejecución voluntaria por parte del deudor.

Manuel Serra precisa que: “El título ejecutivo consiste en un docu-


mento que debe acompañarse a la demanda ejecutiva y que constituye
el fundamento de la ejecución y determina la extensión de la acción eje-
cutiva y la legitimación activa y pasiva de las partes”41.

39 ROSENBERG, Leo. Derecho Procesal Civil. Tomo III, Ejea, Buenos Aires, 1955, pp. 3-4.
40 PALLARES, Eduardo. Diccionario de Derecho Procesal Civil. 3ª edición, Editorial Porrúa, México, 1960,
p. 694.
41 SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel. Estudios de Derecho Procesal. Ediciones Ariel, Barcelona, 1969, p. 520.

138
Proceso de ejecución de garantías

No encontramos aquí una definición propia del llamado título eje-


cutivo, ya que no basta con señalar que este es un “documento” ¿A qué
tipo de documento nos estamos refiriendo? Si bien es necesario que este
se acompañe a la demanda ejecutiva, ya que, es el elemento indispen-
sable para que a través de él, el órgano jurisdiccional efectivice dicho
“documento” y que el hecho de que la relación sustancial se materialice
a través de la demanda y se convierta en una relación de carácter proce-
sal, no se haya aquí la definición del llamado título ejecutivo.

Pietro Castro define al título ejecutivo como “el documento en que


se hace constar la obligación de la parte contra el cual se ha de dirigir
la ejecución”, seguidamente señala una descripción de su estructura y
características y los elementos que la integran así: “a) el título ejecutivo
es, pues, un título obligacional que en definitiva conduce a la ejecución
forzosa. b) Formalmente, como documento que contiene el mandato ju-
risdiccional o de autoridad legítima, ha de reunir los requisitos que la
ley exija. c) Materialmente, el título debe documentar una obligación de
prestación definitiva establecida, líquida, vencida y exigible”.

Resulta interesante esta definición en su segunda parte cuando es-


tablece los elementos y estructura del título ejecutivo, sin embargo, se
advierte la ausencia del órgano encargado de hacer cumplir o efectivi-
zar dicho título, ¿quién será el que materialice la coerción al deudor que
incumpla con su obligación? No basta con que el documento contenga
una obligación y que el mismo deba contener los requisitos de ley para
tener tal característica, además que sea vencida y exigible la obligación
en ella contenida.

En doctrina nacional Eugenia Ariano al respecto precisa: ”Siendo un


proceso de ejecución, a él solo se puede entrar si es que el acreedor tiene
un ‘título ejecutivo’, el cual constituye condición necesaria (y suficiente)
para iniciar (y proseguir) cualquier ejecución. Así lo estableció expresa-
mente nuestro legislador en su artículo 688 del Código Procesal Civil.

Nuestro legislador estableció el requisito mínimo para estar en pre-


sencia de un título (‘ejecutivo’ o ‘de ejecución’ en la dicción de la ley) es
que este represente una obligación cierta, expresa y exigible y, además,
para las dinerarias, ‘líquida’ o ‘liquidable’ (art. 689 del CPC).

139
Alexander Rioja Bermúdez

Ahora bien, mientras que en relación al proceso ejecutivo y al de-


nominado proceso de ejecución de resoluciones (hoy unificados) se
enumeraron los documentos-título, no pasó lo propio en la ejecución de
garantías pues el artículo 720 del Código Procesal Civil se limitó a decir
que a la demanda debe ‘anexar’ ‘el documento que contiene la garantía
y el estado de cuenta del saldo deudor’. Por ello, surge la pregunta ¿cuál
es el título en la ejecución ‘de garantías’?”42.

Teniendo en cuenta las defunciones previas, podríamos tratar de es-


bozar una definición de título ejecutivo precisando que este es: “Un do-
cumento de carácter público obligacional el cual contiene determinadas
prestaciones y que en caso de que la obligación se encuentre plenamente
establecida, sea líquida, vencida y exigible, el titular de la misma (o su
representante) recurra al órgano jurisdiccional a fin de que este materia-
lice la ejecución de la misma contra el obligado a través de los apremios
que la ley establece hasta su cumplimiento efectivo o la satisfacción
completa de la obligación incumplida voluntariamente”.

Respecto del llamado título ejecutivo el artículo 720 del Código


Procesal Civil ha señalado que la Ejecución de Garantías Reales pro-
cede siempre que su constitución cumpla con las formalidades que la
ley prescribe y la obligación garantizada se encuentre contenida en el
mismo documento o en cualquier otro título ejecutivo. Podría señalar-
se como un ejemplo de obligación garantizada en el mismo documento
donde se celebra el contrato, es un mutuo dinerario oneroso con garan-
tía hipotecaria que respalde el cumplimiento de la prestación debida
contenidos en una escritura pública. De otro lado, un ejemplo de ga-
rantía real de obligación, pero en un título ejecutivo externo al contrato
sería por ejemplo, la hipoteca general que opera en el sistema bancario.

Dentro de ese contexto, es evidente que el proceso de ejecución


de garantía se materializa mediante el ejercicio del derecho de acción
que detenta el titular del derecho real de garantía, para hacer efectiva
la enajenación de la cosa, como consecuencia del incumplimiento de la
obligación garantizada. Esto se hace efectivo en virtud de un título de

42 ARIANO DEHO, Eugenia. “Error de hecho y ejecución de garantías. Reflexiones sobre una casación por
error in iudicando que condujo al reenvío”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 39, Gaceta Jurídica,
Lima, diciembre, 2001.

140
Proceso de ejecución de garantías

ejecución, el cual debe contener un derecho cierto, expreso y exigible al


tenor de lo estatuido por el artículo 689 del Código Procesal Civil.

Si bien es cierto que los títulos de ejecución solo pueden establecer-


se por ley en virtud del principio de legalidad, y no por la discreciona-
lidad del juez, la Corte Suprema ha intentado superar la deficiencia de
la técnica legislativa del Código Procesal Civil, señalando que el título
de ejecución lo constituye el documento que contiene la garantía (la que
puede ser hipotecaria, prendaria o anticrética), acompañada de la res-
pectiva liquidación del saldo deudor, cuya finalidad es precisar el monto
adeudado por el ejecutado (Cas. N°s 3438-2002-Lima, 3001-2002-Arequi-
pa, 406-2001-Lambayeque, de fechas 25 de abril de 2003, 19 de setiembre
de 2003 y 15 de junio de 2004, respectivamente), En consecuencia, en un
proceso de ejecución de garantía, el título de ejecución está conformado
por el documento de garantía –digamos la escritura pública de consti-
tución de hipoteca– y la liquidación del saldo deudor, y no por el título
valor por ejemplo, o el simple contrato sin el saldo deudor.

Así, la Casación N° 2803-02-Lambayeque, precisa como en un caso


en el cual se busca la nulidad formal por no adjuntar el documento que
acredita la obligación garantizada, se advierte que ese no es el título eje-
cutivo, sino la garantía real, pues en “la admisión de esta clase de ac-
ciones, establecidas en el artículo setecientos veinte del Código Procesal
Civil, no se exige la presentación del documento (pagaré) para acredi-
tar la obligación impaga, pues este título no es materia de ejecución y
por lo tanto no se encuentra en discusión si el pagaré tiene o no mérito
ejecutivo”43.

2.3. La demanda en el proceso de ejecución de garantías


La demanda constituye el primer acto procesal que da inicio al pro-
ceso judicial, es el acto procesal en virtud del cual se ejerce el derecho
de acción, poniendo en marcha la actuación del órgano jurisdiccional a
fin de que este solucione un conflicto de intereses. La demanda, como
acto inicial del proceso, constituye el pedido que realiza el demandante
ante el Estado para que este, a través de la administración de justicia,

43 Publicada en el diario oficial El Peruano, el 30 de mayo de 2003.

141
Alexander Rioja Bermúdez

brinde tutela jurídica, exigiendo al demandado cumplir con la obliga-


ción correspondiente.

Abordemos la temática referente a la demanda ejecutiva, analizando


somera y previamente el derecho de acción en la vía ejecutiva.

En ese contexto, el derecho de acción tiene como finalidad constituir


la relación jurídico procesal a partir de solicitar al Estado que brinde
jurisdicción sobre un conflicto de intereses44. Así, la acción ejecutiva, lo
mismo que la acción general, de la que es una subespecie, es un derecho
subjetivo procesal que se dirige hacia el Estado, titular de la potestad
jurisdiccional, a fin de que cumpla los actos en que se exterioriza la ac-
tuación de la sanción: bajo el impulso de la acción ejecutiva el órgano
jurisdiccional pone las manos en el patrimonio del deudor y provee, con
los bienes que se encuentren, a satisfacer el derecho del acreedor45.

Bajo ese orden de ideas, la materialización del derecho de acción


es la demanda. Esto es, que la forma jurídica, el vehículo o documen-
to “receptáculo” que contiene el derecho de acción, y además la tutela,
la competencia, el domicilio procesal, la pretensión, la fundamentación
táctica y jurídica, el o los títulos ejecutivos o pruebas que los desvirtúan,
entre otros requisitos de fondo y de forma.

En consecuencia, la demanda es el acto que dinamiza la tutela eje-


cutiva en un proceso ejecutivo. Los artículos 42446 y 42547 del Código

44 DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría General del Proceso. Ed. Universidad, Buenos Aires, 1984, p. 175.
45 Al respecto, vide: HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Procesos de ejecución. 2ª edición, Jurista Editores,
Lima, 2004.
46 Código Procesal Civil
Artículo 424.- La demanda se presenta por escrito y contendrá: 1. La designación del juez ante quien se
interpone; 2. El nombre, datos de identidad, dirección domiciliaria y domicilio procesal del demandante;
3. El nombre y dirección domiciliaria del representante o apoderado del demandante, si no puede comparecer
o no comparece por sí mismo; 4. El nombre y dirección domiciliaria del demandado. Si se ignora esta última,
se expresará esta circunstancia bajo juramento que se entenderá prestado con la presentación de la demanda;
5. El petitorio, que comprende la determinación clara y concreta de lo que se pide; 6. Los hechos en que se
funde el petitorio, expuestos numeradamente en forma precisa, con orden y claridad; 7. La fundamentación
jurídica del petitorio; 8. El monto del petitorio, salvo que no pudiera establecerse; 9. La indicación de la vía
procedimental que corresponde a la demanda; 10. Los medios probatorios; y 11. La firma del demandante o
de su representante o de su apoderado, y la del abogado, la cual no será exigible en los procesos de alimentos.
El Secretario respectivo certificará la huella digital del demandante analfabeto.
47 Código Procesal Civil
Artículo 425.- A la demanda debe acompañarse: 1. Copia legible del documento de identidad del demandan-
te y, en su caso, del representante; 2. El documento que contiene el poder para iniciar el proceso, cuando se

142
Proceso de ejecución de garantías

Procesal Civil establece el contenido de la demanda y lo que debe acom-


pañarse, pero es necesario y obligatorio acompañar adicionalmente a
la demanda, el título ejecutivo para crear el vínculo obligacional (o en
nuestro caso particular, el vínculo real): Nulla executio sine titulo.

Debe tenerse en cuenta, que en este proceso lo que se está ejecutan-


do es la garantía hipotecaria otorgada por los ejecutados y para dictarse
el mandato ejecutivo, se ha verificado la concurrencia de todos los re-
quisitos formales para la procedencia de la acción ejecutiva. Es que el
proceso de ejecución de garantías está diseñado para la inmediata satis-
facción de las obligaciones preconstituidas, se traducen en prestaciones
líquidas, garantizadas hipotecariamente.

2.4. Requisitos de la demanda


Nuestro ordenamiento procesal, en el caso de los procesos de eje-
cución de garantía, conforme al artículo 720 del Código Procesal Civil
concordante con el artículo 721 del mismo Código, señala que para la
procedencia de la demanda se requiere el estado de cuenta de saldo
deudor, y si el bien fuera inmueble, la respectiva tasación comercial, de
tal modo, que nuestra legislación, para que el juez despache ejecución
no solo exige el título de ejecución, desde ya requisito primordial, sino
además aquel estado de saldo deudor y la tasación comercial.

Según Elvito A. Rodríguez Domínguez48 y en concordancia con el


artículo 720 del citado Código Procesal Civil nos dice que:

La demanda debe reunir los requisitos establecidos por el artículo


424 del Código Procesal Civil y, que a su vez debe estar acompañada

actúe por apoderado; 3. La prueba que acredite la representación legal del demandante, si se trata de personas
jurídicas o naturales que no pueden comparecer por sí mismas; 4. La prueba de la calidad de heredero, cón-
yuge, curador de bienes, administrador de bienes comunes, albacea o del título con que actúe el demandante,
salvo que tal calidad sea materia del conflicto de intereses y en el caso del procurador oficioso; 5. Todos los
medios probatorios destinados a sustentar su petitorio, indicando con precisión los datos y lo demás que sea
necesario para su actuación. A este efecto acompañará por separado pliego cerrado de posiciones, de inte-
rrogatorios para cada uno de los testigos y pliego abierto especificando los puntos sobre los que versará el
dictamen pericial, de ser el caso; y 6. Los documentos probatorios que tuviese en su poder el demandante. Si
no se dispusiera de alguno de estos, se describirá su contenido, indicándose con precisión el lugar en que se
encuentran y solicitándose las medidas pertinentes para su incorporación al proceso.
48 RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ, Elvito. Ob. cit., p. 480.

143
Alexander Rioja Bermúdez

por los anexos que dispone el artículo 425 del mismo código, el cual pre-
cisa para este proceso:

• Documento que contiene la garantía y el estado de cuenta del


saldo deudor.

• Tasación comercial actualizada del bien afectado en garantía. La


tasación, si se trata de bienes inmuebles, debe ser realizada por
dos ingenieros y/o arquitectos colegiados, según corresponda.

• Si la tasación de trata de bienes muebles, debe ser efectuada por


dos peritos especializados, de acuerdo a la naturaleza del bien.
En ambos casos, la firma de los peritos debe estar legalizada. Se
entiende que la legalización es notarial, puesto que aún no se
inicia el proceso.

• No es necesario presentar nueva tasación, si las partes han con-


venido el valor actualizado de la misma.

• Tratándose de bien registrado, sea mueble o inmueble, se


anexará el certificado de gravamen.

2.4.1. Documento que contiene la garantía y el estado de cuenta


del saldo deudor
Así, el numeral 2 del artículo 720 del CPC, señala que el ejecutante
anexará a su demanda el documento que contiene la garantía, y el es-
tado de cuenta del saldo deudor, entendiéndose que lo que solicita es
pues, el título de ejecución, de acuerdo a la lógica ya desarrollada líneas
arriba.

El documento que contiene la garantía, es el título de ejecución en el


que figura expresamente la garantía de mobiliaria, la anticresis y la hi-
poteca que debe ejecutarse en caso de incumplimiento. Los títulos valo-
res y demás documentos que se puedan anexar para acreditar la obliga-
ción no constituyen formalidades establecidas en la ley para el ejercicio
de la acción real, tratándose de simples anexos complementarios.

El estado de cuenta del saldo deudor, es otro documento que contie-


ne una operación en el que se establece la situación en la que se encuen-
tra el deudor respecto de las obligaciones que ha contraído, en el que se

144
Proceso de ejecución de garantías

especifique, el monto de intereses, los gastos que hubiera ocasionado, el


monto que ha devengado la liquidación por cláusula penal, etc. Enton-
ces, el objeto del saldo deudor está referido a la cantidad que el ejecuta-
do debe pagar, en caso de prosperar la acción, para evitar el remate del
bien dado en garantía.

Conforme se ha precisado en sede judicial, se requiere que se pre-


sente dicho estado de cuenta, de tal modo que permita conocer al juz-
gador las obligaciones que han sido liquidadas y que son materia de
cobro, así como la preexistencia de débitos que hayan quedado en saldo,
a efectos de cotejar con el título de ejecución, ya que entre ambos do-
cumentos debe existir correspondencia lógica, y satisfacer de este modo
los requisitos comunes para la procedencia de la ejecución, que de con-
formidad con el artículo 689 del Código Adjetivo, se requiere que la
obligación contenida en el título sea cierta, expresa y exigible.

Para Ledesma49, el saldo deudor proveniente de la liquidación de


las obligaciones aseguradas por garantías civiles también constituye
otra modalidad de título ejecutivo, sometido a las reglas de un proce-
dimiento especial. Así, en la ejecución de garantías hipotecarias cuyo
saldo deudor acoge la declaración y condena de un crédito contenido
en un título judicial. Véase que la primera diferencia que mostramos es
que la naturaleza del título que sustenta el saldo deudor no es estricta-
mente extrajudicial, sino se trata de un título judicial que contiene pres-
taciones líquidas y liquidables, y la segunda diferencia radica, en que la
liquidación del saldo deudor (que contiene el título judicial) no es una
declaración unilateral hecha por el acreedor, sino es una declaración
realizada con la intervención del tercero juez; de tal manera que no solo
el juez fijará el monto de la condena capital, sino también podrá ingresar
a la liquidación y aprobación de los intereses y gastos en dicho proceso
judicial.

Para Lama, More, siguiendo el concepto de que el título es el acto


jurídico y el documento que lo contiene, uniformemente admitida en la
doctrina contemporánea, la exigencia por el artículo 720 del Código Pro-
cesal Civil de que el ejecutante anexe a su demanda el “estado de cuenta

49 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Título judicial, saldo deudor y ejecución hipotecaria en procesos
vinculados”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 142, Gaceta Jurídica, Lima, julio, 2010.

145
Alexander Rioja Bermúdez

de saldo deudor” debería servir solo para establecer el monto preciso


de la deuda dineraria que estaría pendiente de pago por el deudor a la
fecha de interposición de la demanda, respecto de la obligación que en
forma expresa debería estar consignada en el título, desde que se consti-
tuyó la garantía, como corresponde.

Sin embargo, agrega el citado autor, que debido a la defectuosa


regulación de la norma, los ejecutantes utilizan dicho documento tam-
bién para incluir determinadas obligaciones que no aparecen en forma
expresa en el documento que contiene la garantía, pese a que en él no
participa ni el deudor ni el garante. Dicho documento, por ser elabora-
do unilateralmente por el acreedor, debería ser considerado como un
elemento auxiliar, adicional al título, y debería servir solo para que el
ejecutante establezca la cantidad líquida, cuando la obligación contenida
en el título (documento que contiene la garantía) en forma expresa, sea
liquidable por operación aritmética. Al ser considerado (el “estado de
cuenta de saldo deudor”) como parte integrante del título de ejecución,
este queda desnaturalizado y se abre la posibilidad de provocar abusos
que el sistema no debería amparar, como es el caso de pretender llevar
adelante la ejecución de una garantía real, con el objeto de cobrar obliga-
ciones no garantizadas expresamente en ella.

Debe precisarse que, conforme abundante jurisprudencia en sede


civil, las liquidaciones de saldo deudor no están sujetas a ninguna for-
malidad preestablecida en la ley procesal, y si la entidad ha cumplido
con anexar dichas liquidaciones, estas son válidas de por sí, máxime las
que no han sido rebatidas por la parte demandada en el desarrollo del
proceso. Este sería el único mecanismo de defensa que tiene la parte eje-
cutada frente a la unilateralidad en la elaboración de dicho documento
que apareja el título de ejecución.

Finalmente, Lama trae a colación diversos pronunciamientos juris-


prudenciales respecto del tema planteado relativo a la falta de uniformi-
dad en el tratamiento del denominado estado de cuenta de saldo deu-
dor, así:

La Sala Civil de la Corte Suprema de la República ha sostenido que


no es jurídicamente posible iniciar un proceso de ejecución de garan-
tías reales, si el título valor referido en la liquidación del saldo deudor
anexado con la demanda es el mismo que sirvió de título ejecutivo para

146
Proceso de ejecución de garantías

el inicio de un proceso ejecutivo contra el mismo ejecutado, por tratar-


se de procesos idénticos, ya que ambos persiguen el pago de una suma
de dinero proveniente de una misma obligación, concluyendo que es de
aplicación en ese caso lo previsto en el inciso 3 del artículo 438 del Có-
digo Procesal Civil (Cas. Nº 2367-98-Lima, de fecha 27 de abril de 1999).
La citada ejecutoria establece que la existencia de dos procesos con un
mismo petitorio, además de no estar dentro del marco de la ley, ocasio-
na aumento en los costos, gastos en la administración de justicia y pér-
dida de tiempo en perjuicio de las partes.

Con un criterio similar, la Sala Civil Permanente de la Corte Supre-


ma establece lo siguiente: “además, si bien la obligación en el presen-
te proceso se basa en la ejecución de una garantía real prendaria, no
debe olvidarse que la prenda está subordinada a una obligación sin la
cual no existiría, y esa obligación viene a ser aquella misma que sirve
de base para la ejecución del primer proceso, por consiguiente, se trata
de un mismo petitorio, por ende, de un mismo interés para obrar (...)”
(Cas. N° 2741-99-Lima, de fecha 21 de mayo de 2001).

No obstante, la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de la


República ha adoptado, al parecer, en esta misma materia un criterio
distinto al indicado en el párrafo precedente, al señalar en el segundo
considerando de esta resolución lo siguiente: “Que tal como lo señala
el artículo 688 del Código Procesal Civil, los procesos de ejecución se
pueden promover en virtud del título ejecutivo y título de ejecución,
pudiéndose incoar con título ejecutivo demanda de obligación de dar
suma de dinero de conformidad con el artículo 694 del acotado código
y con el título de ejecución demandar ejecución de garantías, de confor-
midad con el artículo 720 del mismo cuerpo legal; por tanto, dichos pro-
cesos se rigen por normas especiales no siendo excluyentes uno del otro,
tal como lo señala el artículo 1117 del Código Civil” (Cas. N° 3149-2000-
Lima, de fecha 20 de julio del año 2001).

2.4.2. La tasación
Respecto a otros requisitos y anexos, aparte de los ya menciona-
dos, el Código Procesal Civil ha prescrito que si el bien fuera inmueble,
debe presentarse documento que contenga la tasación comercial actua-
lizada realizada por dos ingenieros y/o arquitectos colegiados, según

147
Alexander Rioja Bermúdez

corresponda, con sus firmas legalizadas, esto a fin de facilitar la ejecu-


ción forzada. No obstante, si el bien fuere mueble, debe presentarse do-
cumentos análogos de tasación, los cuales, atendiendo a la naturaleza
del bien, deberán ser efectuados por dos peritos especializados, con sus
firmas legalizadas a fin de otorgar seguridad jurídica sobre el llamado
valor de mercado actualizado.

No es necesario adjuntar a la demanda de ejecución de garan-


tía hipotecaria la tasación comercial actualizada que señala la ley,
cuando las partes hayan establecido al constituir la garantía una uni-
dad de referencia con la cual se pueda actualizar el valor del inmue-
ble, aun cuando desde esa fecha hayan transcurrido más de dos años
(Cas. N° 1969-98-Sullana de fecha 28 de diciembre de 1998).

Resulta necesario precisar que la exigencia de dicha tasación con-


vencional superior a dos años no es rigurosa, ya que en el caso que las
partes hayan efectuado la tasación no solo en moneda nacional, sino
además en moneda extranjera; esta última moneda no solo permi-
te mantener su valor con respecto al de la moneda nacional, desde la
fecha de la tasación convencional, sino que se ha incrementado, por lo
que la tasación practicada en dicha moneda redunda en beneficio del
ejecutado, toda vez que la moneda extranjera sirve de resguardo frente
a cualquier manifestación de carácter inflacionario que deprecie el valor
pactado por las partes respecto a la tasación del bien a ejecutarse, per-
feccionado por el consentimiento de las partes en el título de ejecución.

En ese sentido, agrega la norma adjetiva en el numeral 4 del artículo


720 que no será necesaria la presentación de nueva tasación si las par-
tes han convenido el valor actualizado de la misma, lo que conlleva a la
consagración del principio de voluntad de las partes y autonomía pri-
vada. Luego, la norma se encarga de los bienes que hayan sido registra-
dos, como en los casos de hipotecas o garantías sobre bienes muebles
registrables, señalando que en tales supuestos se anexará el respectivo
certificado de gravamen.

En caso de existir discrepancia entre la tasación convencional, la


presentada por el ejecutante o la ofrecida por el ejecutado, el juez debe
hacer uso del artículo 729 del Código Procesal Civil, que permite al juz-
gador ordenar una nueva tasación, ya sea de oficio o a petición de parte

148
Proceso de ejecución de garantías

cuando el valor obtenido está desactualizado (Cas. N° 2645-2001, El Pe-


ruano, 03/12/2002).

2.5. Competencia de la demanda


La competencia es la facultad que tiene una autoridad (juez o árbi-
tro) para conocer, procesar, juzgar, resolver y ejecutar la decisión que
resuelva el litigio.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 34 del Código Pro-


cesal Civil, los procesos de ejecución se someten a las reglas generales
sobre competencia, salvo disposición distinta del mismo código.

La competencia del proceso ejecutivo está expresada en el Código


Procesal Civil en su artículo 690-B, indicando la norma que es compe-
tente para conocer los procesos con título ejecutivo de naturaleza extra-
judicial el juez civil y el de paz letrado.

El juez de paz letrado será competente cuando la cuantía de la pre-


tensión no sea mayor de cien Unidades de Referencia Procesal (100
URP). Las pretensiones que superen dicho monto son de competencia
del juez civil. En cuanto a las sentencias consentidas y firmes, es compe-
tente para conocer los procesos con título ejecutivo de naturaleza judi-
cial el juez de la demanda. Y en cuanto al tema que nos atañe, señala la
norma que será competente para conocer los procesos de ejecución con
garantía constituida, el juez civil.

2.6. Resolución que califica la demanda


Ahora bien, efectuada la demanda ante el juez competente y ha-
biéndose acompañado todos los documentos necesarios, su presenta-
ción tendrá como consecuencia natural la calificación por parte del juez
mediante una resolución denominada un auto de calificación de la de-
manda, donde podrá: 1) admitir, 2) declarar inadmisible o 3) declarar su
improcedencia.

En el primer caso, nace el mandato ejecutivo, el cual deberá notifi-


carse al deudor, al garante y al poseedor del bien.

149
Alexander Rioja Bermúdez

Si por el contrario no se califica positivamente la demanda, el juez


puede declarar la inadmisibilidad de la pretensión ejecutiva, en caso
esta no revista la formalidad requerida por ley, razón por la que se otor-
ga un plazo para la subsanación del vicio procesal. Otro pronunciamien-
to podría ser el rechazo en caso de falta de competencia, caducidad de la
acción, cuando no se subsanan los vicios procesales, etc. De otra parte,
el juez también puede denegar la ejecución en caso que el título ejecuti-
vo no reúna los requisitos formales de conformidad al Código Procesal
Civil. Si declara inadmisible o improcedente la demanda, esta resolu-
ción es apelable con efecto suspensivo y solo es notificado al ejecutado
cuando quede consentida o ejecutoriada.

2.7. El mandato ejecutivo


Una vez que se ha interpuesto la demanda ante el órgano jurisdic-
cional pertinente, el juez verificará la concurrencia de los requisitos for-
males para su admisión, esto es, deberá constatar el cumplimiento de
los requisitos de procedencia y admisibilidad de la demanda estableci-
dos en la norma procesal. En primer lugar, el cumplimiento de las con-
diciones de la acción y de los presupuestos procesales. Luego observará
el cumplimiento de los requisitos generales de admisibilidad de la de-
manda y el acompañamiento de los anexos respectivos, para luego ana-
lizar el título ejecutivo mismo. Este último deberá de contener de modo
imprescindible los requisitos formales que la ley señale para cada caso.

Habiendo el juez verificado que la demanda ejecutiva cumple con


todos los requisitos establecidos en la norma procesal, procederá a emi-
tir el mandato ejecutivo, que constituye la primera resolución del pro-
ceso de ejecución de garantías. Dicho mandato debe estar debidamente
fundamentado, verificando el cumplimiento de los requisitos exigidos
por ley y señalando las razones por las que se resuelve admitir a trámite
el pedido.

Según el artículo 721 del Código Procesal Civil sobre el mandato de


ejecución en el proceso, nos dice que si el juez califica positivamente la
demanda emite el denominado mandato de ejecución, que es una reso-
lución que ordena al demandado el pago de la deuda reclamada dentro
de un plazo de tres días de notificada con la misma, bajo apercibimiento
de proceder al remate del bien dado en garantía.

150
Proceso de ejecución de garantías

El ejecutado o demandado en el plazo de tres días de tal notificación


puede contradecir la ejecución alegando solamente la nulidad formal
del título, inexigibilidad de la obligación, que la misma ya ha sido pa-
gada, que ha quedado extinguida de otro modo, o que esta se encuentra
prescrita. La contradicción que se sustente en otras causales será recha-
zada liminarmente. Si el ejecutado no contradice la ejecución ni paga
la obligación o si habiendo contradicho la ejecución, esta es declarada
infundada, sin trámite previo, el magistrado ordenará el remate de los
bienes dados en garantía, tal como dispone el artículo 723 del Código
Procesal Civil.

A tenor del artículo 690-C, el mandato ejecutivo tiene como objeto


disponer el cumplimiento de la obligación contenida en el título, bajo
apercibimiento de iniciarse la ejecución forzada de conformidad con lo
regulado de forma particular por el Código Civil. No obstante ello, en
caso de que la obligación tenga como prestación una conducta de hacer
o no hacer, esto es, que se trate de una exigencia no particular, el juez
debe adecuar el apercibimiento, lo que, como es evidente, no es aplica-
ble al proceso de ejecución de garantías en tanto su naturaleza es abso-
lutamente patrimonial. Si hiciéramos una analogía, el auto admisorio es
al proceso de cognición como el mandato ejecutivo es al proceso ejecuti-
vo. El contenido finalmente, tal como ya se ha mencionado, es la intima-
ción u orden de que se efectúe una conducta de dar, hacer o no hacer,
en este caso, de ejecutarse el pago mediante la enajenación-venta de la
cosa, y la autorización para la intervención de la fuerza pública en caso
de resistencia.

Ahora bien, si delineamos los componentes del auto de mandato


ejecutivo, se podría afirmar que el mandato debe contener50:

a) La designación y nombres completos del demandante ejecutan-


te y del deudor-ejecutado, con la designación de sus calidades civiles,
representantes, etc. b) La orden para que el deudor-ejecutado cumpla
la obligación bajo apercibimiento de ejecutar la garantía real mediante
la venta de la cosa objeto de garantía, para hacer el pago como cum-
plimiento de la prestación debida. c) Fijación del término para que el

50 HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Procesos de Ejecución. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2004, p. 140.

151
Alexander Rioja Bermúdez

demandado cumpla la obligación, esto es, pague o consigne a órdenes


del juzgado la suma de dinero que se le cobra, presente o entregue el
bien mueble, ejecute la obra o hecho o destruya la obra realizada. d) En
el auto de mandamiento ejecutivo, igualmente, si así se ha solicitado, se
debe ordenar que el deudor pague los perjuicios moratorios causados
juntos con los intereses. e) La orden de notificación del auto de manda-
miento ejecutivo al demandado. f) Orden de traslado de la demanda. g)
Las demás disposiciones legales pertinentes. En ese orden de ideas, el
mandato ejecutivo es una orden judicial o resolución que se pronuncia
sobre el cumplimiento de la obligación y efectos de esta, por lo que una
vez emitido el mandato ejecutivo y sin haber contradicción alguna, se
emite un auto con las mismas consideraciones del mandato ejecutivo,
por lo que podría calificarse esta de “sentencia innecesaria”, es decir,
cuando no hay contradicción el mandato ejecutivo automáticamente
este debiera adquirir la forma de sentencia, generándose la homologa-
ción resolutiva al de una sentencia. Es menester nuestro que tal como lo
establece el artículo 721 del Código Procesal Civil, el mandato de ejecu-
ción en el caso del proceso de ejecución de garantías, ordenará al empla-
zado para que pague la deuda dentro de tres días, bajo apercibimiento
de procederse al remate del bien dado en garantía. El plazo es legal.

2.8. Contradicción
Se debe precisar previamente que el ejercicio del derecho de defensa
previsto en los artículos I del Título Preliminar y 2 del Código adjetivo,
se manifiesta entre otras formas por parte de los justiciables, a través del
derecho de acción y de contradicción, alegatos, informes y la interposi-
ción de medios impugnatorios a lo largo de todo el proceso; y de parte
del juzgador, a la apreciación de las pruebas aportadas por las partes.

En aplicación del derecho de defensa que tienen las partes en el


proceso judicial, la contestación es el mecanismo que tiene el deman-
dado para absolver las pretensiones propuestas en su contra, teniendo
en cuenta los mismos parámetros que para la demanda en cuanto a sus
requisitos y teniendo en cuenta los que sean pertinentes, el demanda-
do se defiende. Sin embargo, dentro de los llamados procesos únicos de
ejecución y, por ende, dentro del proceso de ejecución de garantías no
se habla propiamente de una contestación a la pretensión ejecutiva pro-
puesta por el ejecutante en este tipo de proceso. Sino que el mecanismo

152
Proceso de ejecución de garantías

al que hace referencia la norma es la figura llamada contradicción que


no es más que el ejercicio del derecho de defensa del ejecutado frente al
mandato de ejecución.

En este orden de ideas, es de provecho recordar que la naturaleza


de la contradicción tiene un origen constitucional y en varios principios
generales del Derecho Procesal. Y es que como puede apreciarse, en rea-
lidad la contradicción es la contrapartida del derecho de acción, por lo
que no es otra cosa que la materialización del derecho de defensa como
manifestación del debido proceso y del derecho de acceso a la justicia.
En consecuencia, puede decirse que la contradicción es una tutela abs-
tracta efectuada para conseguir una sentencia justa y legal, además de
la oportunidad de ser oído en el proceso para el ejercicio del ya referido
derecho de defensa, bajo iguales condiciones, facultades y cargas. En tal
sentido, el fin que con la contradicción se persigue es, por una parte, la
satisfacción del interés público en la buena justicia y en la tutela del de-
recho objetivo y, por otra parte, la tutela del derecho constitucional de
defensa y de la libertad individual en sus distintos aspectos51.

En otras palabras, la contradicción se inicia una vez se acciona y di-


namiza la pretensión dentro del aparato de administración de justicia,
mientras el objeto se dirige a resolver el conflicto emitiéndose la senten-
cia, la finalidad es lograr justicia y bienestar general a los usuarios del
proceso ejecutivo.

Se dice también que el derecho de contradicción es de carácter abs-


tracto –como ya anotamos líneas arriba–, porque no tiene un contenido
concreto, sino a través del ejercicio del derecho de defensa y del derecho
a excepcionar que tiene el demandado; en tal virtud, puede proponer
en un proceso determinado donde ha sido emplazado, medios de defen-
sa de fondo, como el pago, la novación, la remisión; medios de defensa
de forma, como la falta de presupuestos procesales o de las condicio-
nes de la acción (falta de capacidad en el demandante o su representan-
te, incompetencia, la falta de legitimidad para obrar etc.). En nuestro
Código, se puede excepcionar, aduciendo la falta de un presupuesto
procesal (incompetencia, incapacidad del actor o de su representante,

51 DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría General del Proceso. Ed. Universidad, Buenos Aires, 1984, p. 223.

153
Alexander Rioja Bermúdez

representación insuficiente del demandante o del demandado) o, bien,


aduciendo la falta de una condición de la acción (falta de legitimidad
para obrar, etc.). Finalmente, puede ejercer el derecho de contradicción
cuando el demandado interpone una defensa previa, como en el caso de
alegar el beneficio de inventario, el beneficio de excusión, etc., como lo
admite el artículo 455. La interposición de la reconvención no importa
ejercer el derecho de contradicción en proceso, sino el ejercicio de dere-
cho de acción por parte del demandado52.

Para Paucar, “(…) la contradicción se presenta como el mecanismo


tendiente a socorrer al ejecutado y cuya función se orienta, básicamente,
a cuestionar el derecho reclamado, al punto de llegar a destruir la certe-
za que el título brinda, atacando para ello cuestiones relativas a aspec-
tos formales o de fondo relacionados con el documento. Ahora, también
cabe la posibilidad de atacar los aspectos relativos a una relación jurídi-
co procesal válida53.

En el escrito de contradicción, el cual cumple los mismos y ya seña-


lados requisitos de los artículos 424 y 425 del Código Procesal Civil, el
emplazado presentará los medios probatorios pertinentes, de lo contra-
rio, el pedido será declarado inadmisible. Son pertinentes como medios
probatorios, la declaración de parte, los documentos y la pericia.

El derecho a la contradicción que le otorga la norma procesal al eje-


cutado consideramos se encuentra restringido o limitado de manera ta-
xativa, no existiendo uniformidad en cuanto a las decisiones por parte
de nuestro máximo órgano jurisdiccional. Así, conforme lo establece el
artículo 722 del Código Procesal Civil: “el ejecutado (...) puede contra-
decir alegando solamente la nulidad del título, inexigibilidad de la obli-
gación o que la misma ya ha sido pagada o ha quedado extinguida de
otro modo y finalmente que la misma se encuentra prescrita”, señalando
seguidamente que “la contradicción que se sustente en otras causales
será rechazada liminarmente por el juez, siendo esta decisión apelable
sin efecto suspensivo”.

52 TICONA POSTIGO, Víctor. Análisis y comentario del Código Procesal Civil. Tomo I, Grijley, Lima, 1996,
p. 97.
53 PAUCAR MAURICIE, Marcos. “Las excepciones procesales y el encorsetado proceso de ejecución de
garantías”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 85, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2005.

154
Proceso de ejecución de garantías

Por ello, la contradicción conforme a lo previsto en el Código Pro-


cesal Civil se podrá fundar en la nulidad formal o falsedad del título,
lo que significa que tantas veces sea presentado un título para su ejecu-
ción, la parte ejecutada puede recurrir a los mecanismos procesales pre-
vistos en el ordenamiento sustantivo para la defensa de sus derechos, lo
contrario importaría una violación al derecho de defensa.

Según Elvito A. Rodríguez Domínguez54 y en concordancia con el ar-


tículo 722 del Código Procesal Civil nos dice que, el ejecutado dentro del
plazo de tres días de notificado el mandato de ejecución puede contrade-
cir la ejecución alegando solamente cualquiera de los siguientes hechos:
a) Nulidad formal del título;
b) Inexigibilidad de la obligación;
c) Que la obligación haya sido pagada;
d) Que la obligación ha quedado extinguida de otro modo;
e) Que la obligación se encuentra prescrita.

En tal sentido, respecto a la fundamentación de la contradicción en


el proceso de ejecución de garantías, esta podrá fundarse en la inexi-
gibilidad o iliquidez de la obligación contenida en el título, en la nu-
lidad formal o falsedad del título; o finalmente, en la extinción de la
obligación exigida. La propia norma resalta que si se fundamenta la
pretensión de la contradicción en cualquier otro supuesto de hecho no
contenido expresamente en el artículo 690-D, dicha contradicción será
rechazada liminarmente por el juez, siendo esta decisión apelable sin
efecto suspensivo.

Si la contradicción se sustentara en otras causales será rechazada li-


minarmente, es decir, sin trámite alguno, siendo esta decisión del juez
apelable sin efecto suspensivo. Para la contradicción solo es admisible
prueba de documentos. Por ello, en caso que la contradicción plantea-
da por el ejecutado se encuentre sustentada en su complicada situación
económica no puede ser admitida a trámite ni amparada, por tratarse de
una situación no prevista en la norma anteriormente glosada.

54 RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ, Elvito. Ob. cit., pp. 481-482.

155
Alexander Rioja Bermúdez

Si el juez admite la contradicción, dispone el traslado al ejecutante


por tres días, y con su contestación o sin ella, la resuelve ordenando el
remate o declarando fundada la contradicción. El auto que resuelve la
contradicción es apelable con efecto suspensivo.

Respecto a la contradicción, el artículo 690-D del Código Procesal


Civil ha referido que una vez notificado el mandato ejecutivo y dentro
de los cinco días de su acto de notificación, el ejecutado tendrá expedito
su derecho a contradecir la ejecución y proponer excepciones procesa-
les o defensas previas. Este plazo, sin embargo, no se aplica al proceso
ejecutivo de garantías, en tanto el artículo 722 del Código Procesal Civil
señala que el ejecutado, en el mismo plazo que tiene para pagar –esto es
tres días–, puede contradecir con arreglo a las disposiciones generales.
En consecuencia, el plazo es de tres y no cinco días para contradecir un
mandato ejecutivo de garantía.

La intención del legislador de modificar esta norma, que antes solo


admitía la prueba documental, tiene uno de sus sustentos en la Cas.
N° 4309-2001-Lima, que la Corte Suprema llega por otros medios a la
conclusión de que son admisibles otros medios probatorios distintos a
la prueba documental. Así, la citada sentencia señala que: “Si bien la
segunda parte del artículo 722 del Código Procesal Civil establece que
para la contradicción solo es admisible la prueba documental, no menos
cierto es que el artículo 194 del mismo cuerpo procesal prevé que el
juez puede ordenar la actuación de medios probatorios adicionales a
los ofrecidos por las partes si estos son insuficientes para formar con-
vicción, siendo que esta facultad no está reservada únicamente para los
jueces de primera instancia”55.

2.8.1. Inexigibilidad o iliquidez de la obligación contenida en el


título
a) Inexigibilidad
Es inexigible una obligación cuando el deudor es demandado en un
lugar distinto a donde se contrajo la obligación (lugar), cuando el plazo

55 Publicada en el diario oficial El Peruano, 30 de abril de 2003.

156
Proceso de ejecución de garantías

aún no se ha vencido (tiempo) y cuando el título no despacha ejecución


conforme a ley (modo). La iliquidez se refiere a que no es posible liqui-
dar la obligación por simples operaciones aritméticas.

Tratándose de la causal de inexigibilidad de la obligación, esta debe


estar referida a que dicha obligación esté sujeta a alguna condición,
plazo o modo, empero, de manera alguna puede estar basada a la au-
sencia de algún requisito de procedibilidad de la acción.

En sede judicial, se señala que: “La inexigibilidad de la obligación


debe sustentarse únicamente en que la obligación está sujeta a condición
o que el plazo para su cumplimiento aún no ha vencido. Por ello, si en
uno de los documentos que componen el título de ejecución las partes
estipularon la forma en que se generaría la suma puesta a cobro y al no
acreditarse que la obligación exigida sea contraria a dicho pacto, la con-
tradicción basada en la causal de inexigibilidad porque la suma pues-
ta a cobro es supuestamente excesiva, no tiene sustento alguno” (Cas.
Nº 2296-2002-Piura, El Peruano, 31/10/2005).

La inexigibilidad de la obligación exige la probanza de la inconcu-


rrencia al crédito de que lo puesto a cobro no resulta reclamable por
no haber vencido el plazo para su satisfacción, por no ser oponible en
razón de territorio, por pacto determinado entre los contratantes, por
no ser la vía de ejecución, la idónea para el cumplimiento de la obliga-
ción. La inexigibilidad implica que el crédito no es reclamable por no
haber vencido el plazo, por no ser oponible por razón de territorio, por
pacto entre los contratantes o por “no ser la vía de ejecución la idónea
para el cumplimiento de la obligación”.

En tal sentido, conforme lo señala la norma procesal para contra-


decir alegando la inexigibilidad de la obligación resulta necesario que
previamente se acredite que su cumplimiento se encuentra sometido a
la verificación previa de una condición, un plazo o a la realización de
una contraprestación. Pese a las limitadas causas respecto de las cuales
el ejecutado puede contradecir la denominada inexigibilidad de la obli-
gación, se convierte en una puerta abierta en la que se pretende introdu-
cir todo supuesto que no encuadre, en estricto, con los del mencionado
artículo 722 del Código Procesal Civil. Esta situación se da en los casos
en los cuales el ejecutante pretensiona más de lo que debería. En estos
casos el deudor ejecutado no niega la deuda, sino que manifiesta que

157
Alexander Rioja Bermúdez

dicho monto no es exacto y que en todo caso es mucho menos que el


propuesto. En dicho supuesto el juez debería declarar fundada la con-
tradicción únicamente en ese extremo, sin que se vea perjudicado el de-
sarrollo de la ejecución, toda vez que no se ha afectado la obligación exi-
gida, implicando que cuando se realice la liquidación de la deuda (con
el monto obtenido producto del remate) se descuente aquello que ya fue
pagado por el ejecutado.

Cabe precisar además que la existencia de un pago parcial no impli-


ca la existencia de la figura de la inexigibilidad de la obligación así, se
ha precisado que: “No se ha acogido la contradicción porque en la liqui-
dación no se han considerado los pagos efectuados por los ejecutados,
situación que resulta carente de toda lógica, pues es evidente que no
podía estimarse a la fecha de la liquidación una suma que aún no había
sido abonada; y más aún, el pago para que imposibilite la obligación
tiene que ser total, pues el pago parcial no extingue la obligación ni es
causal de contradicción”56. Al no haber regulado nuestro ordenamiento
procesal civil el supuesto de cancelación parcial de obligaciones como
causal de contradicción, mal puede servir como sustento su invocación;
empero, es de advertirse que si dichos pagos no son cuestionados ni ne-
gados por la entidad ejecutante, las instancias de mérito haciendo uso
de la actividad judicial de la valoración de prueba bajo las reglas de la
sana crítica, pueden ordenar la deducción de dichos pagos al realizarse
el pago de la deuda total a la entidad ejecutante.

b) Iliquidez
La iliquidez puede ser definida como la situación en la que una per-
sona (sea esta natural o jurídica) no cuenta con suficientes activos líqui-
dos para cubrir sus obligaciones de corto plazo.

Respecto de la iliquidez de la obligación contenida en el título, con-


forme lo señala Ledesma57, cuando la obligación es dineraria, no basta
que exista una condena expresa al pago, sino que, además, esta debe ser

56 Cas. N° 1747-2003- Lima (El Peruano, 26/10/2004).


57 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Título judicial, saldo deudor y ejecución hipotecaria en procesos
vinculados”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 142, Gaceta Jurídica, Lima, julio 2010.

158
Proceso de ejecución de garantías

líquida o liquidable; esto es, si la obligación no está en estos supuestos,


por ser ilíquida, ingresaremos a una fase previa para la liquidez de esta
obligación. Algunas opiniones consideran que como le falta el requisi-
to de la liquidez y para obtenerla habría que seguir un procedimiento
de liquidación, la sentencia que contiene una condena con reserva no es
directamente ejecutable; sin embargo, otras opiniones señalan que una
cosa es que sea necesario determinar el importe de la condena con re-
serva en un incidente; y otra, muy diferente, que la ejecución no pueda
comenzar mientras no se produzca la exigibilidad de la prestación debi-
da y su falta de cumplimiento, como ocurre con la sentencia que contie-
ne una condena de futuro. Como se puede advertir estas dos posiciones
remiten al escenario para la ejecución, en el mismo proceso, como parte
de una fase incidental previa, o hacia un procedimiento declarativo con
esa única finalidad de definir el monto líquido. Este tipo de pronuncia-
mientos son calificados de excepcionales por algunas legislaciones como
la LEC española, por afectar el principio de congruencia al no haberse
pronunciado sobre la condena a pagar determinada suma de dinero y por
dilatar la tutela efectiva a futuras definiciones, que en algunas opiniones
deberían ser trabajados como un proceso declarativo posterior.

Agrega la citada autora que la prestación liquidable es la que puede


dilucidarse numéricamente mediante operación aritmética, método que
no podría ser de aplicación para las prestaciones ilíquidas. Véase el caso
de la sentencia que condena a una cantidad líquida y al mismo tiem-
po a los intereses que las partes habían pactado en la relación jurídico-
material. Dichos intereses se consideran como cantidad liquidable (no
ilíquida), por cuanto en la sentencia se fija el porcentaje y periodo por
el cual deberán abonarse; y aun en el supuesto que no existiera pacto, se
aplican los intereses legales. Ello es posible porque se trata de una sim-
ple operación matemática.

Finalmente, manifiesta que cuando el título es ilíquido no puede


procederse a la ejecución con una simple operación aritmética porque
ella responde a razones muy distintas. En estos casos nos encontramos
ante las llamadas sentencias de condena genérica o de condena con re-
serva. Por ejemplo, el caso de la sentencia que condena al pago de una
suma líquida y dispone la compensación del saldo de la deuda existente
mediante la devolución de mercadería, luego de computarse la depre-
ciación de ella, al momento de la entrega; o el caso de la sentencia que

159
Alexander Rioja Bermúdez

condena al pago de daños y perjuicios, fijándose las bases para dicha


posterior liquidación; o la liquidación de frutos, rentas y utilidades,
según las pautas preestablecidas en la condena. Montero Aroca refiere
que estas prestaciones operan cuando la ley admite que esta sea ilíqui-
da, dejando la liquidación para la fase de ejecución; otro supuesto es
que no haya existido realmente una actividad declarativa previa, sino
simplemente el presupuesto para condenar genéricamente a los daños
sufridos; también permite prestaciones ilíquidas cuando la obligación
de hacer, no hacer o dar cosa específica o genérica se puede transfor-
mar por ley en obligación pecuniaria. En este último caso, nuestro Códi-
go hace referencia a esta situación en los artículos 706 y 708 del Código
Procesal Civil.

En tal sentido, la iliquidez de la obligación está referida a la ausen-


cia de un monto claro y preciso de la suma a la que será compelido el
ejecutado a pagar en el mandato ejecutivo. Se requiere que el obligado
sepa exactamente la obligación puesta a cobro, es decir, al monto a que
se encontrará compelido a cumplir o que no ha cumplido con abonar
para que se considere que la suma es líquida, en tal sentido cuando el
monto no parezca claramente de la demanda ejecutiva está facultado a
contradecir bajo esta causal.

2.8.2. Nulidad formal o falsedad del título


Eugenia Ariano58 precisa que, un dato para la historia: en el texto
original del Código Procesal Civil promulgado el 28 de febrero de 1992,
los dos primeros supuestos de “contradicción” del artículo 722 no eran
el de “nulidad formal del título” y el de “la inexigibilidad de la obli-
gación”, sino el de la “falsedad del título” y el de la “inexistencia de la
obligación” (así venía desde el Proyecto publicado en febrero de 1992).
El cambio de “falsedad” por “nulidad” y de “inexistencia” por “inexigi-
bilidad” se debió (cuándo no) al (siempre olvidado y de anónima auto-
ría) Decreto Ley Nº 25940, lo que hace tener la sensación de que los mo-
tivos de contradicción de la ejecución de garantías son el resultado de
una suerte de sorteo. Otro dato para la historia: en el proyecto publicado

58 ARIANO DEHO, Eugenia. “Derecho Procesal Civil. Ejecución de garantías: viejas y nuevas dudas”.
En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 56, mayo de 2003. (Popup note).

160
Proceso de ejecución de garantías

en febrero de 1992, lo que hoy llamamos “contradicción” se seguía lla-


mando “oposición”. Es en el paso del Proyecto al Código que opera el
cambio del (secular) nombre.

Nulidad formal o falsedad del título; o, cuando siendo este un título


valor emitido en forma incompleta, hubiere sido completado en forma
contraria a los acuerdos adoptados, debiendo en este caso observarse la
ley de la materia. La nulidad formal está referida a la inobservancia de
los requisitos formales del título, que es distinta a la nulidad sustancial
referida a los vicios de voluntad, en cuyo caso debe ser rechazada. La
falsedad del título debe sustentarse en la alteración de la materialidad
del título (simulación, alteración de originalidad, enmendaduras, etc.).

a) Nulidad formal
La nulidad formal establecida en un proceso ejecutivo se configura
cuando el título presenta defectos formales, esto es, vicios relacionados
con su parte externa, que torna inviable su ejecución. La nulidad formal
a la que hace referencia la norma procesal en los llamados procesos de
ejecución de garantía, verifica el cumplimiento de exigencias formales
exigidas para el cobro (no para la validez) y su declaración impide la
ejecución; por el contrario, la nulidad de acto jurídico verifica que los
elementos estructurales del acto cuestionado sean respetuosos para con
el ordenamiento jurídico, y sus efectos son que el acto es declarado in-
válido y, por lo tanto, sin efectos jurídicos, situación que no puede ser
resuelta en este tipo de procesos. “El cuestionamiento planteado por el
recurrente no comporta una nulidad formal del título de ejecución que
como única causal, de esa clase, establece como contradicción el artículo
setecientos veintidós del Código adjetivo, sino una nulidad sustantiva,
la misma que no puede hacerse valer en este tipo de procesos sino en
vía de acción” (Cas. N° 2838-2002-Lambayeque).

Al respecto, en la Cas. N° 1489-2003-Arequipa se señaló: cuanto no


existe título que contenga una obligación asumida por él, por lo que
no se le puede exigir cumpla con pagar. Sin embargo, se aprecia que
tal argumento, repetido por el ejecutado a lo largo del proceso, estaría
orientado a cuestionar el documento que contiene la garantía hipoteca-
ria, esto es, se trataría de una nulidad sustancial de dicho documento,
ya que dicha alegación se refiere a su falta de intervención en la cele-
bración de la escritura de constitución de garantía hipotecaria; empero

161
Alexander Rioja Bermúdez

tratándose de una nulidad sustancial del título, la misma debe deducir-


se en vía de acción.

La nulidad formal establecida en un proceso ejecutivo se configura


cuando el título presenta defectos formales, esto es, vicios relacionados
con su parte externa, que torna inviable su ejecución; situación que no
impide que en un nuevo proceso el juzgador emita pronunciamiento
sobre el fondo de la controversia, dado que se pronunciaría sobre la nu-
lidad sustancial del título (Cas. N° 2150-2008-Lambayeque).

Debe precisarse que la invalidez del título debe hacerse vía con-
tradicción y no con una articulación de nulidad. Así se ha establecido
jurisprudencialmente al precisarse que: “El cuestionamiento planteado
por el recurrente no comporta una nulidad formal del título de ejecu-
ción que como única causal, de esa clase, establece como contradicción
el artículo 722 del Código adjetivo, sino una nulidad sustantiva, la
misma que no puede hacerse valer en este tipo de procesos sino en vía
de acción”59.

La nulidad formal del título solo puede invocarse en la contradic-


ción, conforme lo establece el artículo 722 del Código Procesal Civil; en
tal sentido, la invalidez del título que pueda alegar el ejecutado debe ha-
cerse vía contradicción y no con una articulación de nulidad. De igual
forma cabe precisar que la nulidad debe proponerse en la primera opor-
tunidad que el perjudicado tuviera para hacerlo, según lo establece el
artículo 176 del Código Procesal Civil.

Igualmente en sede civil, la Corte Suprema ha señalado respecto de


la nulidad formal del título: “Que, al respecto, la doctrina procesal ha
establecido que en el proceso ejecutivo desaparece toda discusión sobre
el fondo de la pretensión, lo qua significa que el ejecutado no podrá dis-
cutir el nacimiento de la obligación puesta a cobro, estando por tanto
los supuestos de su defensa limitados a aspectos formales conforme lo
establece el artículo 700 del Código adjetivo, en ese contexto, cuando
se invoca la nulidad formal de un título ejecutivo el juzgador no podrá
fundar su decisión en cuestiones de fondo sino únicamente en cuestio-
nes formales relativas al título” (Cas. N° 2150-2008-Lambayeque).

59 Cas. N° 2838-2002-Lambayeque.

162
Proceso de ejecución de garantías

Cabe agregar que, la nulidad formal establecida en un proceso eje-


cutivo se configura cuando el título presenta defectos formales, esto es,
vicios relacionados con su parte externa, que torna inviable su ejecución;
situación que no impide que en un nuevo proceso el juzgador emita
pronunciamiento sobre el fondo de la controversia, dado que se pronun-
ciaría sobre la nulidad sustancial del título.

Cuando se ataca la nulidad del contenido del título, este resulta ser
un análisis de fondo que se hace en la vía ordinaria, en un proceso de
conocimiento. Este análisis no puede hacerse en un proceso ejecutivo
donde no se analiza los defectos estructurales del negocio jurídico, sino
los presupuestos para que el “título” pueda ser sometido a cobro. De allí
que la “nulidad formal” del título nada tenga que ver con la nulidad del
acto jurídico, ni siquiera con la nulidad por defectos de forma que po-
dría asemejarse en algunos supuestos. En efecto, la nulidad formal como
causal de contradicción se remite a ver cuestiones concretas y externas
al título, referida en el caso de los títulos valores, por ejemplo, a la omi-
sión o defecto tipográfico en el nombre, firma o monto establecido en el
documento.

b) Falsedad del título


Para Guillermo Cabanellas60, la falsedad es la inexactitud o malicia
en las declaraciones y dichos. En tanto que, la falsificación es la adulte-
ración o imitación de alguna cosa con finalidades de lucro o con cual-
quier otro propósito. Por ello, cuando se ha efectuado una falsificación
se produce también una falsedad.

En tal sentido, un documento es falso cuando lo consignado en él no


concuerda con la realidad. En consecuencia, un documento que contiene
datos inexactos o es falsificado podrá ser tachado bajo la causal de fal-
sedad si la otra parte presenta como prueba un documento en el que se
ha fingido la letra, firma o rúbrica del otorgante; aparecen personas que
no intervinieron en el acto; se atribuye declaraciones o manifestaciones

60 CABANELLAS, Guillermo. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Tomo IV, Editorial Heliasta,
Buenos Aires, 1981, p. 12.

163
Alexander Rioja Bermúdez

distintas a las hechas; se falta a la verdad en la narración de los hechos;


se alteran las fechas verdaderas.

La falsedad es la inexactitud o malicia en las declaraciones y dichos.


En tanto que, la falsificación, es la adulteración o imitación de alguna
cosa con finalidades de lucro o con cualquier otro propósito. Por ello,
cuando se ha efectuado una falsificación se produce también una false-
dad. En tal sentido, un documento es falso cuando lo consignado en él
no concuerda con la realidad. En consecuencia, se podrá tachar bajo la
causal de falsedad cuando contiene datos inexactos o es falsificado.

La falsedad implica, entonces, la existencia de un documento no au-


téntico por no guardar su contenido o la firma en él impresa correspon-
dencia o identidad con la realidad del acto o hecho acontecido.

La contradicción por causal de falsedad de título debe encontrarse


sustentada en la adulteración total o parcial del documento que se eje-
cuta; esta debe recaer sobre sus formas extrínsecas, la que tanto puede
consistir en la falsificación (alteración del contenido permaneciendo la
firma auténtica) o en la falsedad (falsificación de firma). En el primer
caso, la falsedad material ha de consistir en enmendaduras, raspados,
sobrelineados o adiciones en general que alteran guarismos, fechas u
otros requisitos formales esenciales y extrínsecos. En el segundo supues-
to, la adulteración se centra en la firma del obligado en el documento
materia de ejecución. Ahora bien, toda otra falsedad que no se encuen-
tre dentro de dichos parámetros y que incursione en el contenido del
documento, configura una falsedad ideológica, tópico absolutamente
vedado en el proceso de ejecución de garantía, ya que se trata en ese
caso de materia propia del proceso de conocimiento posterior; en tanto
la posibilidad de discutir la causa entre el obligado y el beneficiario por
las relaciones personales existentes entre ellos se supedita a las reglas de
la ley adjetiva que remiten el diferendo a otro marco y lo vedan en el de
la ejecución, siendo el proceso de nulidad de acto jurídico el que más se
encuentra en este supuesto.

2.8.3. La extinción de la obligación exigida


La forma natural en la que deben cumplirse las obligaciones es rea-
lizando el correspondiente pago, es decir, satisfacer la obligación conte-
nida en el título correspondiente, entendiendo por pago a la ejecución

164
Proceso de ejecución de garantías

de la prestación en la forma pactada en el contrato. Sin embargo, existen


además, otros mecanismos que establece la ley, los cuales producen los
mismos efectos que el pago, es decir, mecanismos que extinguen la obli-
gación a pesar de que no se haya realizado la prestación según se había
pactado.

Los modos de extinción de las obligaciones, además del pago, son:


la novación, la compensación, la condonación, la consolidación, la tran-
sacción y el mutuo disenso; consiguientemente, si la obligación ha que-
dado extinguida por cualquiera de estas formas, debe declararse funda-
da la contradicción. Las circunstancias o figuras enunciadas se conocen
técnicamente con el nombre de causas de extinción de las obligaciones,
en cuanto todas ellas determinan la extinción de la relación obligato-
ria. De todas ellas, la más importante, y frecuente, es el cumplimiento o
pago.

El Código Procesal Civil establece que solo puede formularse con-


tradicción alegando el cumplimiento de lo ordenado o la extinción de la
obligación, para ello la parte ejecutada se encuentra en la obligación de
adjuntar el documento que acredite cualquiera de estos supuestos, caso
contrario será declarado improcedente su alegación en este extremo.

Cuando el mandato se sustente en título ejecutivo de naturaleza ju-


dicial, solo podrá formularse contradicción, dentro del tercer día, si se
alega el cumplimiento de lo ordenado o la extinción de la obligación,
que se acredite con prueba instrumental.

La contradicción que se sustente en otras causales será rechaza-


da liminarmente por el juez, siendo esta decisión apelable sin efecto
suspensivo.

2.9. Excepciones y defensas previas en el contradictorio

2.9.1. Excepciones
Todo derecho de acción debe cumplir con determinados presupues-
tos procesales y las condiciones de la acción. Estos presupuestos se refie-
ren tanto a los sujetos que intervienen en la relación jurídica procesal o
a la misma consistencia de relación jurídica procesal; dentro de los pri-
meros se encuentran la competencia del juzgador, la capacidad procesal,

165
Alexander Rioja Bermúdez

la representación y la legitimación de las partes, mientras que en la se-


gunda se encuentra la cosa juzgada, que es la exigencia de que el litigio
por plantear no haya sido previamente sentenciado en proceso, la litis-
pendencia, que es el hecho de que el litigio no se esté tramitando previa-
mente en otro proceso, caducidad de la instancia, esto es que la acción
no se haya ejercitado fuera del plazo de la ley. El incumplimiento de los
presupuestos procesales previos al proceso pueden ser denunciados por
las excepciones procesales.

Según Monroy: “La excepción es un instituto procesal a través del


cual el emplazado ejerce su derecho de defensa denunciando la existen-
cia de una relación jurídica procesal inválida por omisión o defecto en
algún presupuesto procesal, o, el impedimento de pronunciarse sobre el
fondo de la controversia por omisión o defecto de una condición de la
acción”61.

“Las excepciones constituyen un medio de defensa que concede la


norma a través del cual las partes denuncian la inexistencia o presen-
cia defectuosa de un presupuesto procesal de la acción o una condición
de la acción que determinan una relación jurídico-procesal inválida o la
imposibilidad por parte del juez de un pronunciamiento válido sobre el
fondo”62.

Para Paucar, “el proceso de ejecución de garantías también no admi-


te la posibilidad de plantear excepciones y defensas previas como posi-
ble causa de una contradicción, a diferencia de lo que sucede con el pro-
ceso ejecutivo. La justificación la podemos encontrar en el análisis del
diseño o estructura de este tipo de proceso. Como se sabe, un proceso
de ejecución de garantías comienza con la interposición de la demanda
de ejecución, luego deviene la fase eventual denominada contradicción
(en tanto que su no realización no es impedimento para el desarrollo
normal del proceso), seguidamente se realiza el traslado, después la
contestación y finalmente la resolución. Como bien se aprecia, en este
iter no existe audiencia alguna, hecho que explica por qué el artículo 722
del Código Procesal Civil señala que solo serán admitidas las pruebas
de documentos. En efecto, al señalarse esto último y dada la estructura

61 MONROY GÁLVEZ, Juan. Temas del proceso civil. Librería Studium, Lima, 1997, pp. 102-103.
62 RIOJA BERMÚDEZ, Alexander. El nuevo proceso civil peruano. Editorial Adrus, Arequipa, 2010, p. 275,

166
Proceso de ejecución de garantías

de los procesos de ejecución de garantías, no es permisible una pericia


por cuanto este tipo de pruebas suponen una actuación que solo es po-
sible en audiencia. La ausencia de la audiencia como fase del proceso
excluye también la posibilidad de interponer excepciones, ya que su ab-
solución ordinariamente se efectúa en esta etapa. Por el contrario, en el
proceso ejecutivo no ocurre esto por dos sencillas razones: la referencia
expresa a la posibilidad de plantear una contradicción sustentada en
excepciones y defensas previas (art. 700 del CPC) y la existencia en la
estructura del proceso de una fase en la cual se realiza la audiencia, que
sigue las reglas de las audiencias de los procesos sumarísimos, en los
que es posible el saneamiento del proceso, pudiéndose resolver, por lo
tanto, las excepciones y defensas previas planteadas”.

Bajo ese orden de ideas, recordemos que de acuerdo a nuestro orde-


namiento civil y procesal civil existen tres modalidades para el ejercicio
del derecho de defensa frente a la pretensión procesal planteada con la
demanda: La defensa de fondo, la defensa de forma y la defensa previa.
La primera recibe también la denominación de excepción sustantiva o
material, la segunda recibe también la denominación de excepción for-
mal o procesal63.

Corresponde en este caso proceder a efectuar una breve delimita-


ción conceptual acerca de las figuras procesales relativas a las excepcio-
nes y las defensas previas, pero vinculadas al proceso de ejecución de
garantías.

Las excepciones sustantivas o de fondo, normalmente, consisten


en negar y/o contradecir las pretensiones del demandante, esgrimien-
do contraderechos o causales de extinción de la obligación exigida. En
efecto, hay situaciones en las cuales el ejecutado en este tipo de procesos
puede argumentar contra las pretensiones procesales planteadas por su
ejecutante contraderechos o causales extintivas de las mismas como el
pago, la compensación, el mutuo disenso, la condonación, la transacción
extrajudicial64. Por ejemplo, podrá excepcionar interponiendo su dere-
cho de retención, excepción de contrato no cumplido, excepción de ca-
ducidad de plazo, el saneamiento.

63 CARRIÓN LUGO, Jorge. Tratado de Derecho Procesal Civil. Grijley, Lima, 2000, pp. 467-468.
64 Ibídem, p. 468.

167
Alexander Rioja Bermúdez

De otro lado, tenemos a las excepciones procesales de forma. Estas


son de clase perentoria (persigue destruir el derecho pretendido) y di-
latoria (persigue expulsar la pretensión del proceso, pudiéndose volver
a proponer en otro proceso). Por ejemplo, el demandado solo puede
proponer las siguientes excepciones: incompetencia, incapacidad del
demandante o de su representante, representación defectuosa o insufi-
ciente del demandante o del demandado, oscuridad o ambigüedad en el
modo de proponer la demanda, falta de agotamiento de la vía adminis-
trativa, falta de legitimidad para obrar del demandante o del demanda-
do, litispendencia, cosa juzgada, desistimiento de la pretensión, conclu-
sión del proceso por conciliación o transacción, caducidad, prescripción
extintiva y convenio arbitral.

2.9.2. Defensas previas


Constituyen los instrumentos procesales mediante los cuales el de-
mandado pide se suspenda el proceso iniciado hasta que el demandante
previamente no haya realizado aquello que el derecho sustantivo esta-
blece como acto preliminar a la interposición de la demanda65.

Esta figura no constituye una omisión de carácter procesal, sin em-


bargo, afecta el proceso, pues implica su suspensión ante la ausencia del
cumplimiento de una obligación señalada en la norma sustantiva.

Su denominación está dada por el hecho de que previamente debe


existir un pronunciamiento por parte del magistrado de la causa que
viene conociendo antes de emitir una resolución sobre el fondo del
asunto. Al resolver favorablemente al demandado, ello no implica que
cumplida o subsanada aquella omisión a la norma sustantiva, no pueda
volver a plantear su pretensión.

Para Carrión Lugo66, las defensas previas constituyen medios pro-


cesales a través de los cuales el demandado solicita la suspensión del
proceso hasta que el actor realice la actividad que el derecho sustantivo
prevé como acto previo al planteamiento de la demanda.

65 RIOJA BERMÚDEZ, Alexander. Ob. cit., p. 364.


66 CARRIÓN LUGO, Jorge. Tratado de Derecho Procesal Civil. Grijley, Lima, 2000, p. 504.

168
Proceso de ejecución de garantías

Monroy67 refiriéndose a este instituto procesal señala que: “Es una


especie de cuestión previa que plantea del demandado para obstar pro-
visionalmente la prosecución de la relación jurídico-procesal instaurada
(…) no se trata de discutir la validez de la relación procesal y tampoco
denunciar la falta de una condición de la acción. Solo es la exigencia de
un trámite previo que debe ser realizado por el actor para poder conti-
nuar con el proceso o un plazo que se concede al demandado”. En tal
sentido, se ha señalado jurisprudencialmente que: “Las defensas previas
constituyen antecedentes naturales de orden civil que deben observarse
previamente para el ejercicio del derecho de acción”68.
Finalmente, las defensas previas constituyen medios procesales
a través de los cuales el demandado solicita la suspensión del proceso
hasta que el actor realice la actividad que el derecho sustantivo prevé
como acto previo al planteamiento de la demanda69. V. gr. El beneficio
de inventario como defensa previa que puede hacer valer un heredero
contra el acreedor del causante, el beneficio de excusión como medio de
defensa que puede hacer valer el fiador contra el acreedor, defensa pre-
via que se puede hacer valer contra el tutor o curador en relación a la
donación, la comunicación indubitable al donatario de la revocatoria de
la donación que se puede hacer valer como defensa previa, resolución
de pleno de derecho de un contrato con prestaciones recíprocas.

2.10. Trámite del procedimiento


Ahora bien, tal como señala el artículo 690-E del Código Procesal
Civil, si es que el ejecutado efectúa su contradicción, y/o interpone ex-
cepciones procesales o defensas previas, se concede traslado al ejecutan-
te, quien deberá absolverla dentro de tres días proponiendo los medios
probatorios pertinentes. Con la absolución o sin ella, el juez resolverá
mediante un auto, observando las reglas para el saneamiento procesal, y
pronunciándose sobre la contradicción propuesta.
Además, cuando la actuación de los medios probatorios lo requiera
o el juez lo estime necesario, este señalará día y hora para la realización

67 MONROY GÁLVEZ, Juan. Temas del Proceso Civil. Estudium, 1987, p. 184.
68 Exp. Nº 936-94, 3ª Sala, Ejecutoria del 14/06/1995. En: LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Ejecutorias.
Tomo 2, Lima, 1995, p. 292.
69 CARRIÓN LUGO. Ob. cit., p. 106.

169
Alexander Rioja Bermúdez

de una audiencia, la que se realizará con las reglas establecidas para la


audiencia única.
Por otra parte, la norma precisa que si no se formula contradicción,
el juez expedirá un auto sin más trámite, ordenando llevar adelante la
ejecución.
Cabe destacar aquí lo señalado por nuestra Corte Suprema respecto
al trámite del proceso de ejecución de garantías al precisar que: “Si bien
es cierto para el proceso de ejecución de garantías, nuestro ordenamien-
to procesal no ha previsto la actuación de Audiencia alguna, sino más
bien ha impuesto al juez de la causa la obligación de, luego de correr
traslado de la contradicción, con contestación o sin ella, resolver orde-
nando el remate o declarando fundada la contradicción, de conformidad
con el artículo setecientos veintidós del Código Procesal Civil; también
lo es que, todo juzgador debe tener presente que la finalidad concreta
del proceso es resolver un conflicto de intereses con relevancia jurídica,
haciendo efectivos los derechos sustanciales; y que la finalidad abstracta
es lograr la paz social en justicia; de conformidad con el artículo tercero
del Título Preliminar del Código adjetivo, esto es, que el proceso no es
en sí mismo un fin, sino un medio para obtener ambas finalidades; de
allí que no obstante el carácter imperativo de sus normas y formalida-
des, el mismo Código establece en su artículo noveno que su rigurosi-
dad cede ante regulación permisiva en contrario y que el juez adecuará
las exigencias formales al logro de los fines del proceso, esto es, su fina-
lidad concreta y la abstracta” (Cas. N° 616-2002-Arequipa).

2.11. Allanamiento
El allanamiento es el acto jurídico procesal unilateral y voluntario
por el cual el demandado declara aceptar la pretensión dirigida contra
él por el demandante, sin que ello signifique de modo alguno admitir
la veracidad de los hechos expuestos en la demanda o los fundamen-
tos jurídicos en que esta se sustenta. Al allanarse a la pretensión (y no
a la demanda, como erróneamente consigna el Código) el demandado
renuncia expresamente a ejercitar el derecho de contradicción que la ley
le reconoce para oponerse y contradecir los fundamentos de hecho y de
derecho que cimientan la pretensión deducida en su contra.

170
Proceso de ejecución de garantías

El allanamiento ha sido definido como un acto unilateral de carácter


procesal que expresa la voluntad del demandado de reconocer la pre-
tensión demandada dentro de ciertos límites, teniendo como consecuen-
cia la conclusión del proceso librado.
El allanamiento es una institución procesal, unilateral, pura y sim-
ple, y por propia naturaleza no admite condiciones o modalidades,
pues estas son propias de los actos bilaterales, pues requieren acepta-
ción de la contraparte y por tanto los alcances del allanamiento no
pueden extenderse más allá de los límites permitidos por ley (Exp.
Nº 99-408-376-Lima).

Por el allanamiento se configura una forma de conclusión especial


del proceso que implica una aceptación expresa de lo demandado por la
contraparte.

El allanamiento comporta el reconocimiento expreso de la preten-


sión de la parte actora y procede solo respecto de derechos disponibles.
Declarado el allanamiento, el juez debe emitir sentencia de manera in-
mediata, salvo que el allanamiento no se refiera a todas las pretensiones
planteadas (Exp. N° 1473-2005-Lima). Si el ejecutado ha cumplido con
allanarse a la pretensión deducida dentro del plazo para contradecir, co-
rresponde, en aplicación del artículo 413 del Código Procesal Civil, exo-
nerarlo del pago de costas y costos.

El allanamiento no impide que se dicte sentencia, conforme lo dis-


pone el artículo 333 del Código Procesal Civil; sin embargo, el último
párrafo del artículo 413 de la norma glosada establece que se encuentra
exonerado de costos y costas quien se allana a la demanda dentro del
plazo para contestarla, que en el presente caso equivale al plazo para
contradecir el mandato ejecutivo.

Si partimos del hecho que las costas y costos se determinan solo al


expedirse la resolución final, momento en el que se establece cuáles son
la parte ganadora y vencida del proceso, no puede afirmarse que la sola
presentación del pedido de allanamiento pueda dar lugar a determi-
nar, en dicho instante, la exoneración de la condena en costas y costos
a favor del demandado, pues la sola presentación del escrito de alla-
namiento resulta insuficiente para favorecerlo con la exoneración (Cas.
Nº 2976-06-Lima).

171
Alexander Rioja Bermúdez

2.12. Ejecución de la garantía: orden de remate


2.12.1. Remate70
Con arreglo a lo previsto en el artículo 723 del Código Procesal
Civil, transcurrido el plazo de tres días de notificado el mandato de eje-
cución en el que se ordena al ejecutado que pague la deuda.

Sin haberse cumplido la obligación o declarada infundada la con-


tradicción, el juez, sin trámite previo, ordenará el remate de los bienes
dados en garantía.

Una vez que el mandato ejecutivo queda consentido, por haber


transcurrido el plazo para la contradicción, o porque el juez en sentencia
ha desestimado y declarado infundada la contradicción, y no se hubiese
cumplido con la prestación objeto de la obligación o declarada infunda-
da la contradicción, el juez, sin trámite previo, ordenará el remate de los
bienes dados en garantía.

La ejecución forzada de los bienes materia de garantía se realiza me-


diante el remate y la adjudicación. El acreedor no ejecutante que tiene
afectado el mismo bien puede intervenir en el proceso antes de su eje-
cución forzada. Sus derechos dependen de la naturaleza y estado de su
crédito. Si interviene con posterioridad a que se produzca la ejecución
forzada, solo tiene derecho al remanente, si lo hubiere, conforme lo se-
ñala el artículo 726 del Código Procesal Civil.

De igual forma precisa la norma que podrá participar cualquier


otro acreedor no ejecutante que tenga afectado el mismo bien, pudien-
do intervenir en el proceso antes de su ejecución forzada. Sus derechos
dependen de la naturaleza y estado de su crédito, como es lógico. No
obstante, de no haberse incorporado oportunamente al proceso, y su
intervención haya sido en consecuencia posterior al remate, solo tendrá
expedito el derecho al remanente, si lo hubiere.

Por lo tanto, la ejecución forzada inicia con la orden de remate y fi-


nalizará cuando se haga el pago íntegro al ejecutante con el producto

70 LÓPEZ-ALIAGA, José Díaz. “Nulidad del remate”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 64, Gaceta
Jurídica, Lima, enero 2004.

172
Proceso de ejecución de garantías

del remate, o si antes el ejecutado paga íntegramente la obligación e in-


tereses exigidos y las costas y costos del proceso.

El remate consiste en la venta judicial de los bienes afectados, previa


tasación o por el valor convenido entre el acreedor y el deudor, con la
finalidad que con el producto de la venta el acreedor cobre la obligación
principal, intereses, costas y costos del proceso.

2.12.2. La tasación del remate


Ahora bien, respecto a la tasación del remate, el artículo 728 ha seña-
lado que una vez firme la resolución judicial que ordena llevar adelante
la ejecución, el juez dispondrá la tasación de los bienes a ser rematados
mediante un auto, el cual deberá contener el nombramiento de dos pe-
ritos y el plazo dentro del cual, luego de su aceptación, deben presentar
su dictamen, bajo apercibimiento de subrogación y multa, la que no será
mayor de cuatro Unidades de Referencia Procesal. No obstante ello, si
las partes han convenido el valor del bien o su valor especial, será apli-
cable para el caso de ejecución forzada, lo que no desmerece la facultad
del juez de ordenar, de oficio o a petición de parte, la tasación si con-
sidera que el valor convenido está desactualizado, lógicamente, la de-
cisión que tome el juez al respecto, será inimpugnable. Debe precisarse
además que en el caso que el bien afectado es dinero o tiene cotización
en el mercado de valores o equivalente, no resultará necesaria efectuar
una tasación.

La tasación será puesta en conocimiento de los interesados por tres


días, plazo en el que pueden formular observaciones. Vencido el plazo,
el juez aprueba o desaprueba la tasación. Si la desaprueba, ordenará se
realice nuevamente, optando entre los mismos peritos u otros; una vez
más, el auto que desaprueba la tasación es inimpugnable.

2.12.3. La convocatoria a remate


Respecto a la convocatoria a remate, esta se da una vez aprobada
la tasación o si fuere innecesaria esta, el juez convocará a remate nom-
brando al martillero que lo designará en orden y número correlativo
del Registro de Martilleros Judiciales de cada Corte, facultándolo para
que señale lugar, día y hora. La retribución del martillero es fijada por

173
Alexander Rioja Bermúdez

el juez atendiendo a la naturaleza y complejidad de la labor que haya


desplegado.

Excepcionalmente, en caso no exista martillero público hábil en la


localidad donde se convoque la subasta, el juez puede efectuar la subas-
ta de inmueble o mueble fijando el lugar de su realización. En el caso
que el bien mueble se encuentre fuera de su competencia territorial,
puede comisionar al del lugar para tal efecto; de acuerdo a lo señala-
do en el artículo 733 del Código Procesal Civil; dicha convocatoria se
anuncia en el diario encargado de la publicación de los avisos judiciales
del lugar del remate por tres días tratándose de muebles y seis si son
inmuebles. Si los bienes se encuentran fuera de la competencia territo-
rial del juez de la ejecución, la publicación se hará, además, en el dia-
rio encargado de la publicación de los avisos judiciales de la localidad
donde estos se encuentren. A falta de diario, la convocatoria se publi-
cará a través de cualquier otro medio de notificación (a través de los
edictos), por igual tiempo. Además de la publicación del anuncio, deben
colocarse avisos del remate, tratándose de inmueble, en parte visible del
mismo, así como en el local del juzgado, bajo responsabilidad del Secre-
tario de juzgado; tratándose de mueble, en el local donde deba realizar-
se. La publicidad del remate no puede omitirse, aunque medie renuncia
del ejecutado, ello bajo sanción de nulidad.

La subasta de inmuebles y muebles la efectuará un martillero pú-


blico hábil; la de inmueble en el local del juzgado; y la de mueble en el
lugar en que se encuentre el bien. Sin embargo, excepcionalmente y a
falta de martillero público hábil en la localidad donde se convoque la
subasta, el juez puede efectuar la subasta de inmueble o mueble fijando
el lugar de su realización. Si el mueble se encontrara fuera de su compe-
tencia territorial, puede comisionar al del lugar para tal fin.

El juez habrá de fijar los honorarios del martillero de acuerdo al


arancel establecido en el reglamento de la Ley del Martillero Público. En
el caso de subastarse el bien, serán de cargo del comprador del bien. Sin
perjuicio de lo expuesto, el juez puede regular sus alcances atendiendo
a su participación y/o intervención en el remate del bien y demás inci-
dencias de la ejecución, conforme al Título XV de este Código.

174
Proceso de ejecución de garantías

2.12.4. La convocatoria: publicación


La convocatoria se anuncia en el diario encargado de la publicación
de los avisos judiciales del lugar del remate, por tres días tratándose de
muebles y seis si son inmuebles. Esto se efectuará a través de un man-
dato del juez que comunicará mediante notificación electrónica a dicho
diario para la publicación respectiva o, excepcionalmente, por cualquier
otro medio fehaciente que deje constancia de su decisión.

Si los bienes se encuentran fuera de la competencia territorial del


juez de la ejecución, la publicación se hará, además, en el diario encarga-
do de la publicación de los avisos judiciales de la localidad donde estos
se encuentren.

A falta de diario, la convocatoria se publicará a través de cualquier


otro medio de notificación edictal, por igual tiempo.

Además de la publicación del anuncio, deben colocarse avisos del


remate:

Tratándose de un inmueble, en parte visible del mismo, así como en


el local del juzgado, bajo responsabilidad del secretario de juzgado.

Tratándose de muebles, en el local donde deba realizarse. La publi-


cidad del remate no puede omitirse, aunque medie renuncia del ejecuta-
do, bajo sanción de nulidad.

2.12.5. Avisos de remate: contenido


En los avisos de remate se expresará:
1. Los nombres de las partes y terceros legitimados.
2. El bien a rematar y, de ser posible, su descripción y caracterís-
ticas.
3. Las afectaciones del bien.
4. El valor de tasación y el precio base.
5. El lugar, día y hora del remate.
6. El nombre del funcionario que efectuará el remate.

175
Alexander Rioja Bermúdez

7. El porcentaje que debe depositarse para participar en el remate.

8. El nombre del juez y del secretario de juzgado, y la firma de


este.

2.12.6. Postores
Postor es la persona que interviene en una subasta pública, después
de haber abonado una cierta suma de dinero, como garantía de su parti-
cipación, para ofertar respecto del bien objeto de remate.

Respecto a los requisitos para ser postor, solo se admitirá como pos-
tor a quien antes del remate haya depositado, en efectivo o cheque de
gerencia girado a su nombre, una cantidad no menor al diez por ciento
del valor de tasación del bien o los bienes, según sea su interés. No está
obligado a este depósito el ejecutante o el tercero legitimado. A los pos-
tores no beneficiados se les devolverá el íntegro de la suma depositada
al terminar el remate. Como es obvio, el ejecutado no puede ser postor
en el remate. Ahora bien, en el acto de remate se observarán la base de
la postura, el cual será el equivalente a las dos terceras partes del valor
de tasación, no admitiéndose oferta inferior.

Cuando el remate comprenda más de un bien, se debe preferir a


quien ofrezca adquirirlos conjuntamente, siempre que el precio no sea
inferior a la suma de las ofertas individuales. Además, cuando se rema-
te más de un bien, el acto se dará por concluido, bajo responsabilidad,
cuando el producto de lo ya rematado, es suficiente para pagar todas las
obligaciones exigibles en la ejecución y las costas y costos del proceso.

2.13. El acto de remate


a) Reglas comunes
La base de la postura será el equivalente a las dos terceras partes del
valor de tasación, no admitiéndose oferta inferior.

Cuando el remate comprenda más de un bien, se debe preferir a


quien ofrezca adquirirlos conjuntamente, siempre que el precio no sea
inferior a la suma de las ofertas individuales; y

176
Proceso de ejecución de garantías

Cuando se remate más de un bien, el acto se dará por concluido,


bajo responsabilidad, cuando el producto de lo ya rematado, es suficien-
te para pagar todas las obligaciones exigibles en la ejecución y las costas
y costos del proceso.

b) Actuación
Llegamos a la parte central que es el acto de remate. El acto se inicia
a la hora señalada con la lectura de la relación de bienes y condiciones
del remate, prosiguiéndose con el anuncio del funcionario de las postu-
ras a medida que se efectúen.

El funcionario adjudicará el bien al que haya hecho la postura más


alta, después de un doble anuncio del precio alcanzado sin que sea
hecha una mejor, con lo que el remate del bien queda concluido.

Debe tenerse en cuenta que, en la práctica, el remate se inicia sobre


la base de las dos terceras partes del valor de tasación del bien. Si nadie
presenta una oferta se convoca a segunda diligencia para otra fecha, la
cual también es publicitada. Esta se inicia con un valor base reducido
en 15% respecto del anterior. Si nadie oferta se convoca a una tercera
diligencia, la cual también es publicada. Esta se realiza con una base re-
ducida nuevamente en 15% del valor base anterior.

Hasta antes de la modificación del artículo 742, esta secuencia de


convocatorias, publicaciones y reducciones del precio base se repetía
hasta que alguien formulara oferta sobre el bien, lo cual podía ocurrir en
cualquier convocatoria posterior, lo que permitía ir reduciendo el valor
del bien, generando un grave perjuicio para el ejecutado.

En caso de no ocurrir la adjudicación, el ejecutante podía quedarse


con el bien en pago de su crédito, abonando al propietario la diferencia
de valor que pudiera haber. Ello podía ocurrir en cualquier momento.
Con la modificatoria comentada solo si se llega a la tercera diligencia de
remate y no se presentan postores, podrá el acreedor solicitar la adjudi-
cación a su favor. Si no la solicita en el plazo de diez días, el juez orde-
nará una nueva tasación y nuevo remate, siguiendo la secuencia antes
referida hasta llegar a la tercera diligencia. Si en esta tampoco hay pos-
tores y el acreedor no se adjudica el bien, se procede a otra tasación y
remate; así sucesiva e indefinidamente.

177
Alexander Rioja Bermúdez

c) Acta de remate
Terminado el acto del remate, el Secretario de Juzgado o el martille-
ro, según corresponda, extenderá acta del mismo, la que contendrá:

1. Lugar, fecha y hora del acto;


2. Nombre del ejecutante, del tercero legitimado y del ejecutado;
3. Nombre del postor y las posturas efectuadas;
4. Nombre del adjudicatario;
5. La cantidad obtenida.

El acta será firmada por el juez, o, en su caso, por el martillero, por


el secretario de juzgado, por el adjudicatario y por las partes, si están
presentes. El acta de remate se agregará al expediente.

2.14. Transferencia del bien y destino del dinero obtenido

2.14.1. Bien inmueble


En caso de un bien inmueble, luego del remate el juez dispone que
el adjudicatario deposite el saldo del precio del bien rematado dentro
de tres días. Cumplido ello, el juez transfiere la propiedad del inmueble
mediante resolución motivada, la misma que contendrá:

- La descripción del bien;

- La orden que deja sin efecto todo gravamen que pese sobre este,
salvo la medida cautelar de anotación de demanda;

- La orden al ejecutado o administrador judicial para que entre-


gue el inmueble al adjudicatario dentro de diez días, bajo aper-
cibimiento de lanzamiento. Esta orden también es aplicable al
tercero que fue notificado con el mandato ejecutivo o de ejecu-
ción; y

- La orden para que se expidan partes judiciales para su inscrip-


ción en el registro respectivo, los que contendrán la transcrip-
ción del acta de remate y del auto de adjudicación.

178
Proceso de ejecución de garantías

2.14.2. Bien mueble


En el caso de un bien mueble, el pago se efectúa en dicho acto de-
biendo entregarse de inmediato el bien adjudicado. El dinero deberá de-
positarse en el Banco de la Nación, a más tardar al día siguiente del re-
mate. Si se tratase de un bien mueble registrable se aplicarían, en lo que
fuese pertinente, las reglas del artículo 739 del Código Procesal Civil.

Asimismo, si el adjudicatario no deposita el exceso dentro del tercer


día de notificado con la liquidación prevista en el artículo 746 del Códi-
go Procesal Civil, la adjudicación queda sin efecto.

2.14.3. Nulidad del remate


Finalmente, la nulidad del remate solo procede por los aspectos for-
males de este y se interpone dentro del tercer día de realizado el acto.
No se puede sustentar la nulidad del remate en las disposiciones del Có-
digo Civil relativas a la invalidez e ineficacia del acto jurídico.

Si después del remate del bien dado en garantía, hubiera saldo deu-
dor, se proseguirá la ejecución dentro del mismo proceso, conforme a lo
establecido para las obligaciones de dar suma de dinero.

Como bien señala López Aliaga71, el Código Procesal Civil establece


tres supuestos puntuales que acarrean la nulidad del remate judicial, y
son los siguientes:

Nulidad por omisión de la publicidad del remate, aunque medie re-


nuncia del ejecutado: La convocatoria y, por ende, la publicidad del re-
mate, lo cual incluye el contenido del aviso pertinente, no puede obviar-
se, dejarse de lado o ser cumplida defectuosamente, ya que esto implica
contradecir lo indicado por la ley al respecto, con lo que se provoca la
nulidad del remate. La renuncia que el ejecutado pudiera hacer con re-
lación a la publicidad no surte ningún efecto, ya que aun en este caso, la
omisión o la irregularidad cometida produce la nulidad del remate. Pese
a revestir una formalidad, por su relevancia para el buen desarrollo del

71 LÓPEZ-ALIAGA, José Díaz. “Nulidad del remate”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 64, Gaceta
Jurídica, Lima, enero 2004.

179
Alexander Rioja Bermúdez

remate, ya que el mismo es un acto de naturaleza pública, no creemos


que la publicidad sea un aspecto meramente formal del referido acto
procesal, razón por la cual la consignamos en un acápite aparte.

Nulidad por incumplimiento de la obligación de depositar el precio


de remate del bien adjudicado: Se refiere al acto inmediatamente pos-
terior a la adjudicación del bien dado en remate y que corre a cargo del
adjudicatario, es decir, el depósito efectivo del monto del precio estable-
cido al culminar el remate. Este supuesto consiste en que si el precio del
remate del inmueble no es depositado oportunamente dentro del plazo
legal (hasta el tercer día de efectuado el remate, al tratarse de bienes in-
muebles y hasta el día siguiente de haberse realizado este, en los casos
que involucran bienes muebles), el juez, de oficio o a pedido de parte,
declarará la nulidad del remate y convocará a uno nuevo.

Nulidad por aspectos formales: Sin perjuicio de los supuestos se-


ñalados, el Código Procesal Civil establece, de modo específico, que la
nulidad del remate solo procede por incumplimiento o deficiencia de
los aspectos formales de este, que se relacionan con la publicidad del
mismo y el desarrollo efectivo de la diligencia correspondiente. La so-
licitud respectiva se interpone dentro del tercer día de llevado a cabo el
acto mismo del remate. Asimismo, no se puede sustentar la nulidad del
remate en las disposiciones del Código Civil relativas a la invalidez e
ineficacia del acto jurídico sustantivo. El vicio en la formalidad debe ser
de tal magnitud que sea de imposible convalidación y afecte la finalidad
del remate como acto jurídico procesal.

2.14.4. Pago de deuda al ejecutante


El bien obtenido como consecuencia del remate (dinero) será entre-
gado al ejecutante luego de aprobada la liquidación. Si son varios los
ejecutantes con derechos distintos, el producto del remate se distribuirá
en atención a su respectivo derecho. Este será establecido por el juez en
un auto que podrá ser observado dentro del tercer día. Si luego de la
distribución hay un remanente, le será entregado al ejecutado.

En el caso de concurrencia de acreedores, sin que ninguno tenga de-


recho preferente, y los bienes del deudor no alcanzaran a cubrir todas

180
Proceso de ejecución de garantías

las obligaciones, el pago se hará a prorrata. Igualmente se realizará el


pago a prorrata una vez pagado el acreedor con derecho preferente.

2.15. Saldo deudor


Según el artículo 724 de nuestro Código Procesal Civil, si después
del remate del bien dado en garantía acontecido en el proceso de eje-
cución de garantías, hubiera saldo deudor, este será exigible mediante
proceso ejecutivo.

Al respecto, la Corte Suprema de Justicia en la Casación Nº 754-98-


Lima (El Peruano, 01/10/1998) ha señalado lo siguiente:

“Con relación al pago de costas y costos que acumulativamente


se demanda (en proceso ejecutivo sobre pago del saldo deudor
de remate realizado en proceso de ejecución de garantías), es en
el proceso anterior (proceso de ejecución de garantías) donde
corresponde reclamar su reembolso, pues, su origen está en
ese expediente y es ahí en el que debe exigirse su pago, habida
cuenta que no requiere ser demandado según lo previsto en el
artículo 412 del Código Procesal Civil”.

Efectivamente, según se desprende del artículo 724 del Código


Procesal Civil, las liquidaciones de saldo deudor luego de efectuado el
remate constituyen títulos ejecutivos, razón por la cual conceden a su
titular acción ejecutiva. Esto significa que el acreedor debe iniciar un
nuevo proceso a fin de hacerse el pago con otros bienes del deudor. Este
último, sin embargo, podrá contradecir el mandato ejecutivo de dicho
proceso a través de las causales contenidas en el artículo 700 del Código
citado.

181
Alexander Rioja Bermúdez

PROCESO DE EJECUCIÓN DE GARANTÍAS

DEMANDA DE MANDATO DE CONTRADICCIÓN


EJECUCIÓN EJECUCIÓN

ORDENA EL REMATE
APELABLE CON O DECLARA
ABSOLUCIÓN
EFECTO SUSPENSIVO FUNDADA LA
CONTRADICCIÓN

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• MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción al proceso civil. Tomo I, Edi-


torial Temis S.A., Santa Fe Bogotá, 1996.

• MONROY GÁLVEZ, Juan. Temas de proceso civil. Librería Studium,


Lima, 1997, pp. 102-103.

• MONTERO AROCA, Juan y otros. Derecho jurisdiccional. Tomo II,


10ª edición, Tirant lo Blanch, Valencia, 2000.

• MONTERO AROCA, Juan. Ensayos de Derecho Procesal. Bosch, 1996.

• PALLARES Eduardo. Diccionario de Derecho Procesal Civil. 3ª edición,


Editorial Porrua. S.A., Mejico (sic), 1960.

• PAUCAR MAURICIE, Marcos. “Las excepciones procesales y el


encorsetado proceso de ejecución de garantías”. En: Diálogo: con
la Jurisprudencia. Tomo 85, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2005,
pp. 143-148.

• RIOJA BERMÚDEZ, Alexander. El nuevo proceso civil peruano. Edito-


rial Adrus, Arequipa, 2010.

• RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ, Elvito A. Manual de Derecho Procesal


Civil. 6ª edición, Grijley, Lima, 2005.

• ROSEMBERG, Leo. Derecho Procesal Civil. Tomo III, Ejea, Buenos


Aires, 1955.

• SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel. Estudios de Derecho Procesal. Edicio-


nes Ariel, Barcelona, 1969.

• TICONA POSTIGIO, Víctor. Análisis y Comentario al Código Procesal


Civil. Tomo I, Grijley, Lima, 1996.

184
ÍNDICE GENERAL
ÍNDICE GENERAL

PRESENTACIÓN ........................................................................................................ 5

CAPÍTULO I
PROCESO DE EJECUCIÓN
(Parte general)
Dante Torres Altez

I. Aspectos preliminares ..................................................................................... 9


II. Los títulos ejecutivos ....................................................................................... 12
1. Noción del título ejecutivo ....................................................................... 12
2. Requisitos indispensables del título ejecutivo ...................................... 15
2.1. Requisitos de fondo .......................................................................... 15
2.2. Requisitos de forma ......................................................................... 17
3. Clasificación de los títulos ejecutivos ..................................................... 18
3.1. Títulos ejecutivos de naturaleza judicial ....................................... 19
a. Resoluciones judiciales firmes ................................................... 19
b. La prueba anticipada que contiene un documento privado
reconocido .................................................................................... 23
c. La copia certificada de la prueba anticipada que contiene
una absolución de posiciones, expresa o ficta ......................... 27
3.2. Títulos ejecutivos de naturaleza extrajudicial .............................. 29
a. Los laudos arbitrales firmes ....................................................... 29
b. Las actas de conciliación de acuerdo a ley ............................... 36
c. Los títulos valores que confieran la acción cambiaria,
debidamente protestados o con la constancia de la
formalidad sustitutoria del protesto respectiva; o, en su
caso, con prescindencia de dicho protesto o constancia,
conforme a lo previsto en la ley de la materia......................... 41

187
Índice general

d. La constancia de inscripción y titularidad expedida por la


Institución de Compensación y Liquidación de Valores, en
el caso de valores representados por anotación en cuenta,
por los derechos que den lugar al ejercicio de la acción
cambiaria, conforme a lo previsto en la ley de la materia ..... 45
e. El documento privado que contenga transacción
extrajudicial .................................................................................. 47
f. El documento impago de renta por arrendamiento, siempre
que se acredite instrumentalmente la relación contractual ... 49
g. El testimonio de escritura pública............................................. 51
h. Otros títulos a los que la ley les da mérito ejecutivo .............. 53
III. El interés y la legitimidad para obrar en el proceso único de ejecución.. 57
1. El interés para obrar ................................................................................. 57
2. La legitimidad para obrar ........................................................................ 58
IV. Procedimiento del proceso único de ejecución ........................................... 60
1. Demanda ejecutiva ................................................................................... 60
2. Competencia en el proceso de ejecución .............................................. 63
3. El mandato ejecutivo ............................................................................... 67
4. La contradicción (oposición) .................................................................. 69
5. Trámite ....................................................................................................... 87
6. Actividad impugnatoria en el proceso único de ejecución ................ 89
7. Medidas cautelares en la ejecución ........................................................ 91
8. Señalamiento de bien libre....................................................................... 92
V. Proceso de ejecución de obligación de dar suma de dinero ...................... 93
VI. Proceso de ejecución de obligación de dar bien mueble determinado .... 95
VII. Proceso de ejecución de obligación de hacer ............................................... 97
VIII. Proceso de ejecución de obligación de no hacer ......................................... 103
IX. Proceso de ejecución de resoluciones judiciales.......................................... 104
X. Bibliografía........................................................................................................ 108

188
Índice general

CAPÍTULO II
PROCESO DE EJECUCIÓN DE GARANTÍAS
Alexander Rioja Bermúdez

Introducción ................................................................................................................. 113


I. Proceso de ejecución ....................................................................................... 114
1. Generalidades ............................................................................................ 114
2. Antecedentes.............................................................................................. 115
3. Concepto..................................................................................................... 118
4. Necesidad de título ejecutivo .................................................................. 123
5. Naturaleza jurídica ................................................................................... 124
II. Configuración del proceso de ejecución de garantías ................................ 128
1. Procedencia ................................................................................................ 129
2. Características, trámite y requisitos ....................................................... 133
2.1. Sujetos procesales ............................................................................. 133
2.2. Título ejecutivo en el proceso de ejecución de garantías ............ 137
2.3. La demanda en el proceso de ejecución de garantías.................. 141
2.4. Requisitos de la demanda................................................................ 143
2.4.1. Documento que contiene la garantía y el estado de
cuenta del saldo deudor ........................................................ 144
2.4.2. La tasación ............................................................................... 147
2.5. Competencia de la demanda........................................................... 149
2.6. Resolución que califica la demanda ............................................... 149
2.7. El mandato ejecutivo ........................................................................ 150
2.8. Contradicción .................................................................................... 152
2.8.1. Inexigibilidad o iliquidez de la obligación contenida en
el título ..................................................................................... 156
a) Inexigibilidad ..................................................................... 156
b) Iliquidez .............................................................................. 158
2.8.2. Nulidad formal o falsedad del título ................................... 160
a) Nulidad formal .................................................................. 161
b) Falsedad del título ............................................................. 163
2.8.3. La extinción de la obligación exigida .................................. 164

189
Índice general

2.9. Excepciones y defensas previas en el contradictorio................... 165


2.9.1. Excepciones .......................................................................... 165
2.9.2. Defensas previas .................................................................. 168
2.10. Trámite del procedimiento ............................................................ 169
2.11. Allanamiento ................................................................................... 170
2.12. Ejecución de la garantía: orden de remate .................................. 172
2.12.1. Remate ................................................................................. 172
2.12.2. La tasación del remate ....................................................... 173
2.12.3. La convocatoria a remate .................................................. 173
2.12.4. La convocatoria: publicación ............................................ 175
2.12.5. Avisos de remate: contenido ............................................ 175
2.12.6. Postores ................................................................................ 176
2.13. El acto de remate ............................................................................. 176
a) Reglas comunes ........................................................................... 176
b) Actuación ..................................................................................... 177
c) Acta de remate............................................................................. 178
2.14. Transferencia del bien y destino del dinero obtenido ............... 178
2.14.1. Bien inmueble ..................................................................... 178
2.14.2. Bien mueble ......................................................................... 179
2.14.3. Nulidad del remate ............................................................ 179
2.14.4. Pago de deuda al ejecutante ............................................. 180
2.15. Saldo deudor .................................................................................... 181
III. Bibliografía........................................................................................................ 182

Índice general .............................................................................................................. 187

190

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