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Las empresas forman un ecosistema en el que el darwinismo aplica toda su
crudeza. Algunas de ellas evolucionan, se adaptan con éxito a los cambios de su
entorno y perduran. El resto, desaparece. A propósito de este tema Jim
Collins escribió un excelente libro, Built to Last, sobre qué factores determinan la
durabilidad de las empresas.
Un líder con todas las de la ley, casi un monopolio (70% de cuota de mercado en
los años 90) que le permitió emplear una estrategia orientada a la alta
rentabilidad. Kodak llegó a ocupar la posición nº18 en la lista Forbes de mayores
empresas norteamericanas.
Esta situación cambió con la llegada del siglo XXI. Para entender la dimensión
del desastre, basta decir que la acción de Kodak en el año 2004 cotizaba a 30
USD y que en 2012 se desplomó hasta los 27 centavos.
¿Qué factores explican esta debacle? ¿Cómo una empresa líder durante 130 años
puede desmoronarse como un castillo de naipes en menos de una década? He
aquí algunas explicaciones, extraídas de los múltiples estudios de este caso que
se han realizado hasta la fecha (por ejemplo, el de Eduardo Esteva o el de Camilo
Matiz).
Kodak tuvo la oportunidad de liderar la revolución digital en los 90, pero optó
por seguir exprimiendo la vaca lechera de la fotografía tradicional. El negocio de
los carretes y el revelado era altamente rentable, mientras que la fotografía digital
implicaba un concepto "do it yourself" que requería pensar en nuevos modelos de
negocio. Sin embargo, ¿acaso el hecho de que el nuevo mundo digital no fuese
tan rentable justificaba la decisión de aferrarse al negocio de siempre? La
respuesta es NO. Si Kodak no daba el salto, otros lo iban a dar. Y siempre es
mejor pasar de un negocio grande a uno mediano, que quedarse con un negocio
inexistente.
Empresas como Canon, Nikon o Sony dieron ese salto. Tenían poco que perder y
su estrategia fue mucho más atrevida. Cuando Kodak quiso reaccionar, ya no era
nadie en el mundo de la fotografía digital.
Infravalorar a los competidores
Hemos visto este fenómeno numerosas veces. Siempre que hablamos con
personas empleadas en empresas líderes de su sector (ya sea banca,
telecomunicaciones, seguros, búsquedas en internet...) se percibe cierto complejo
de superioridad. Es un fenómeno curioso, en cierto modo comprensible. Las
empresas "ganadoras" generan una fuerte cultura empresarial que impregna a
todos sus colaboradores y que, en el fondo, puede hacer la empresa más débil.