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RAYMOND DUVAL*
RESUMEN
y de las figuras no tiene nada en común con el de las figuras de la geometría. "Ver"
en matemáticas requiere entonces de aprendizajes específicos de cada tipo de
visualización utilizado. ¿Son realmente tomados en consideración en la enseñanza?
Y, sobre todo, ¿qué variables permiten construir situaciones para hacer descubrir
cómo mirar?
RÉSUMÉ
que dependen de todo lo que ha podido ser almacenado en la memoria. Así pues, la aprensión
visual es directa. Es lo que le confiere a la visión su valor epistemológico de intuición y de
evidencia: la visión es siempre vista como aquello que da acceso a los objetos en si mismos.
Este valor epistemológico es corroborado por el hecho de que la visión es siempre un acto
integrado en una percepción multisensorial, ella misma coordinada a los movimientos y a los
desplazamientos del cuerpo, lo mismo que Piaget había subrayado a propósito del desarrollo
intelectual de los primeros dos años del niño.
Sin embargo, la visión es sometida a una doble limitación. En primer lugar, una limitación
de perspectiva: la visión es siempre relativa a un punto de vista, determinado por la posición
del que mira, de modo que los objetos vistos lo son sólo bajo un solo aspecto. Así la primera
proposición que Euclides trata de establecer en su Óptica es: « ninguna de las cosas visibles
nos son vistas simultáneamente en su totalidad1 ». En otras palabras, si la visión es una
aprensión simultánea que tiene valor de aprensión global, no es nunca una aprensión
completa. En segundo lugar, la visión es siempre intencionalmente dirigida. Se designa
generalmente bajo el término de « mirada » a este control intencional de la visión. Ahora
la mirada siempre se centra (focaliza), sobre una muy pequeña región del campo visual. En
otras palabras ver es un acto que es a la vez local y selectivo. Estas dos limitaciones, aquella
atada a la perspectiva establecida por la posición de la cabeza y aquella atada al enfoque de
la mirada, son compensadas evidentemente por dos tipos de movimientos: de un lado un
cambio de posición del cuerpo o el desplazamiento de los objetos mirados y, de otra parte,
el desplazamiento continuo de los puntos de fijaciones oculares para barrer el campo visual
(como en la vigilancia de una pantalla), el cuerpo o los objetos mirados se pueden dejar
inmóviles.
Lo propio de la visualización es producir una representación que da lugar a una
aprensión simultánea y casi inmediata, pero sin que esta representación constituya una
aprensión de los objetos representados. Antes que nada, la visualización es una
representación que, a diferencia de la percepción, no se desarrolla en el espacio real en 3D
sino que se proyecta sobre una superficie en 2D (muro, papel, pantalla electrónica...). Desde
luego, puede visualizarse lo sólido, o visualizar la profundidad propia de la percepción
visual. Pero esta representación es una visualización 3D/2D, y no una maqueta 3D/3D
como un poliedro construido a partir de un patrón de papel o en cualquier otra material.
Y se sabe que hizo falta esperar el
1
Las definiciones preliminares que dominan la óptica de Euclides revelan una aproximación
más fenomenológica que física de la óptica. La fuente de los rayos es puesta en el ojo del que
mira y no en el objeto alumbrado o en la fuente de luz: « se admite que las líneas rectas que
parten del ojo se apartan según los tamaños crecientes y que la figura envuelta por las
secciones de la mirada es un cono cuyo vértice esta en el ojo y cuya base es el tamaño de la
figura mirada ». se deberá esperar la óptica de Ibn al-Hayatham, siglo XIe, para que las
secciones luminosas no sean más descritas en referencia a la « visión » del que mira. Este autor
es el primero en referirse a la experiencia de una hendidura en una cámara oscura: cada rayo de
luz no envía sobre la superficie opuesta del cuarto más que un solo punto del campo luminoso
exterior. El ojo no es más considerado como el vértice de un cono sino como el análogo de una
superficie receptora en una cámara oscura.
46 MATEMÁTICA EDUCATIVA
— No hay un orden de entrada en una figura como en una frase o en una fórmula. Eso
quiere decir que ninguna delimitación de orden orienta las focalizaciones sucesivas
posibles. No sólo se puede « saltar » de una zona del campo a otra zona, si no
que se tiene igualmente más grados de libertad para segmentar en sub-figuras o
en unidades figurales. Una fuente de confusión entre exploraciones visuales y
lectura está en el hecho que de vez en cuando esta exploración puede ser guiada
por un discurso, interior u oral.
Finalmente, si los dibujos y las figuras dan lugar a una aprensión simultánea e
inmediata, no dan un acceso directo a los objetos en si mismos. Lo que regresa a decir
que la visualización deja ver sin ser verdaderamente una intuición del objeto que es
representado. No puede tener pues ningún valor epistemológico de prueba o de evidencia.
Este último punto propone un problema particular para las figuras geométricas. En efecto,
las figuras geométricas presentan necesariamente las características topológicas, afines y
métricas lo que conduce a considerarlas como si fueran de igual naturaleza que lo que
representan. Así para Piaget, el objeto representado, un cuadrado, es de igual naturaleza («
espacial ») que su representación, la forma cuadrada dibujada, lo cual no es el caso para
los « seres no perceptibles » como una clase o un número:
puedo imaginar la inclusión de una subclase en una clase por los puntos inscritos en los círculos
de Euler y el número cinco por cinco palos alineados... pero esas son las figuras en el espacio y
no son las clases o los números... En segundo lugar si se distinguen las transformaciones
entre dos estados y los estados entre los cuáles tienen lugar las transformaciones, se
comprueba que solo las transformaciones espaciales pueden ser imaginadas también sobre
el plano relativamente adecuado de una representación gráfica que los estados espaciales,
mientras que en todos los otros dominios la transformación no posee esta propiedad. (Beth y
Piaget, 1961, p. 233)
2
El criterio del número de dimensiones no puede ser suficiente para distinguir las
representaciones discursivas y las representaciones no - discursivas (una recta graduada es una
representación 1D), más que la existencia o no de una sintaxis. Hace falta tomar en cuenta la
naturaleza de las unidades significantes y su modo de concatenación: las representaciones
discursivas son constituidas de unidades discretas de las que los reagrupamientos sintácticos
dan lugar a de los fenómenos de « empotramientos » como, por ejemplo, el de las
proposiciones relativas en las frases
48 MATEMÁTICA EDUCATIVA
El dibujo es una representación, es decir que supone la construcción de una imagen muy
distinta de la percepción en si misma, y nada prueba que las relaciones espaciales de las
que esta imagen es hecha sean del mismo nivel que aquéllos que dan testimonio de la
percepción correspondiente (Piaget, 1972, p. 65).
El problema específico que proponen las figuras geométricas puede ser puesto
pues en estos términos: entre ellas y el espacio real percibido habría sólo una
diferencia de « nivel », es decir de escala, entre las figuras correspondientes a un «
microespacio » mientras que el espacio real sería un « meso -» o un « ¿macro –
espacio », o existe, al contrario una diferencia de naturaleza, ya que las figuras son de
naturaleza semiótica, es decir, que implican una selección en las posibilidades de
transformación a otras las cuales la percepción visual permite (por ejemplo, la vuelta
de la esfera)? En la primera hipótesis se admite una continuidad cognitiva y didáctica
entre la visión real y la visualización geométrica. En la segunda hipótesis se esta
obligado a tomar en cuenta una ruptura y un salto importante que muchos alumnos no
pueden franquear realmente en cuanto se adelanta una aproximación sencillamente
icónica de las figuras. Pero antes de analizar el funcionamiento representacional de las
figuras geométricas, nos hace falta mirar si la visualización en matemáticas funciona de
la misma manera que la visualización fuera de las matemáticas.
En razón de su parecido con los objetos fabricados (un material lúdico, ciertas piezas de
una máquina, de una plantilla...) que los niños no sólo pueden ver sino que igualmente
pueden manipular muy temprano.
En realidad, hay un largo camino del reconocimiento icónico de las formas euclidianas
elementales, semejante a aquella de las hojas en un herbario, a la aprensión matemática de
estas formas. Pues lo que se llama una figura geométrica, aun cuando es perceptivamente
muy simple, consiste siempre en una configuración de muchas formas. Y la mirada
matemática sobre una figura no se reduce nunca a una simple percepción visual sino la
coordinación con varios tipos de aprensión.
Para analizar la manera matemática de mirar una figura, es decir para analizar cómo puede
funcionar como figura geométrica una figura, se puede partir del conjunto de las seis
figuras presentadas más abajo (figura II 1). Sin leer las leyendas que determinan lo que se
considera que estas figuras representan, puede observarse que son formas 1D (aquí, rectas),
que se despegan al primer vistazo en la columna de la izquierda (A, C, E), mientras que son
formas 2D (de contornos cerrados), que, al contrario, se ven en la columna de derecha en
seguida (B, D, F). Las flechas marcan los pasos posibles de una figura a la otra. Estos
pasos pueden hacerse por « construcción » utilizando sencillamente una regla (por
ejemplo, los pasos marcados por las flechas 0 o 2, o por simple « reconocimiento » visual
de una figura como una « sub-figura » de otra figura (por ejemplo, el paso marcado por la
flecha 3ª). Todos estos pasos posibles son cognitivamente equivalentes, o unos de ellos son
más difíciles de « ver » que otros, es decir anticiparlos como resultado de una construcción,
o a reconocerlas en presencia de dos figuras ya trazadas?
Tomemos, por ejemplo, como « figura de salida » la figura C que es constituida de
cuatro puntos. Hay numerosas maneras de juntar estos cuatro puntos. Desde un punto de
vista puramente visual la figura D es aquella que se impone con motivo de mecanismos de
organización perceptiva que los trabajos de la escuela gestaltista han puesto en evidencia:
leyes de agrupamiento de los elementos vistos según su carácter de proximidad, de
convexidad, la continuidad de un movimiento, la cerradura… Así no hay ni siquiera que
trazar los lados para reconocer la forma de un cuadrilátero en la figura C. Hace falta ya
cierto retroceso para producir la figura E, es decir para pasar de una forma 2D a una
configuración de formas 1D que incluyen una forma 2D. Y producir la forma A marca
un cambio en la manera de mirar que es más importante, pues se toma en cuenta
explícitamente todos los puntos de intersección que pueden conseguirse para desarrollar la
red de rectas.
« VER » EN MATEMÁTICAS 53
Estas primeras observaciones nos sitúan sin llegar a una actividad matemática.
Pero imaginemos ahora que se propone a los alumnos las dos figuras D y B y que se
les pide reproducir en D el cuadrilátero punteado trazado e inscrito en B, utilizando
solamente una regla no graduada: esta actividad de reproducción supone de cierta
manera el rodeo por una construcción del tipo de la realizada en A. Lo que se revierte
en « enriquecer » la figura de salida D. Se puede proponer igualmente que el
problemas es que la figura de salida hace aparecer, de modo predominante y
fundamental, los triángulos pero lo que se necesita ver o reconocer son los
cuadriláteros (flechas 3a) o los paralelogramos para ver la solución (Dupuis, Duval y
Pluvinage, 1978).
Parece pues que toda figura de geometría construida a partir de un enunciado, o
dada en una tarea, reenvía implícitamente a lo que podríamos llamar « un circuito de
visualización » sin el cual la figura no funcionará para el alumno. Analizar las
figuras, es situarse en el contexto de un circuito de visualización.
Estas primeras observaciones, que habríamos podido hacer de la misma manera
sobre otro ejemplo, nos permiten comprender mejor la complejidad del
funcionamiento representacional de las figuras en geometría. Consiste en hacer
interaccionar la percepción visual de las figuras con otros tres tipos de aprensión. Es
esta interacción la que constituye la especificidad de las figuras geométricas respecto
a las otras representaciones figurales, incluyendo aquellas que permiten una
visualización matemática como las gráficas. El predominio de uno de estos tres tipos
de aprensión sobre los otros depende de la función que se hace jugar a las figuras en
el momento en que se las moviliza en un démarche matemático.
En una figura geométrica cualquiera que sea, se debe poder distinguir siempre
muchas formas que son las unidades figurales representativas posibles. Eso quiere
decir que también las figuras euclidianas más simples (círculo, triángulo, cuadrado...)
deben ser vistas como configuraciones de otras unidades figurales y nunca como una
sola unidad figural. Ahora eso esconde una dificultad importante: las diferentes
unidades figurales identificables en una figura raramente tienen el mismo número de
dimensión. Las formas que pueden ser distinguidas, o reconocidas en una figura
geométrica son unidades figurales 3D/2D (un paralelepípedo en perspectiva), 2D/2D,
(una sección plana, un triángulo, un rectángulo), o 1 D, (un segmento, una curva).
Ahora el reconocimiento de unidades figurales de dimensiones diferentes implica un
cambio completo del campo de focalización visual en que la mirada evoluciona. Y tal
cambio va a reencontrar los mecanismos de organización perceptiva que imponen de
alguna manera el reconocimiento de una forma en detrimento de otra.
« VER » EN MATEMÁTICAS 55
Hay un predominio organizativo de las formas 3D sobre las formas 2D, sólo
cuando ciertas condiciones son llenadas. Basta con llamar aquí la célebre serie de las
figuras de Kopfermann donde diferentes representaciones de un cubo son vistas como
las formas 3D o como las formas 2D (Guillaume, 1979, p. 94). Hay allí, de otra parte,
una variable de organización perceptiva que ha podido ser manipulada para aprender
a ver y a reconocer todas las situaciones de configuraciones homotéticas (Lémonidis,
1990; Duval, 1995, pp. 153-154). En cambio, hay siempre predominio de las formas
2D sobre las formas 1 D. ¡Eso quiere decir que un cuadrado no es visto nunca
espontáneamente como una configuración de cuatro unidades figurales 1 D (cuatro
segmentos), sino como una unidad figural simple 2D de cierta manera no
descomponible! La representación de los puntos constituye prácticamente un límite
infranqueable para la visualización geométrica. Se debe, por un lado, recurrir muy a
menudo a las configuraciones de unidades figurales 1D (intersecciones de dos
líneas...). De otra parte hay la continuidad dinámica del trazado de una recta o de una
curva. De ahí la dificultad para considerar visualmente un trazo continuo, como una
recta, o un círculo como un « conjunto de puntos » equidistantes de un punto.
Esta variabilidad dimensional en el reconocimiento de las unidades figurales de
una figura se convierte en un fenómeno esencial a tomar en cuenta cuando se trata de
articular la visualización geométrica y el discurso matemático, bien sea una simple
descripción, una explicación o un razonamiento deductivo. Se puede así formular el
problema: ¿los objetos matemáticos designados o nombrados en un enunciado
matemático corresponden ellos a las unidades figurales del mismo número de
dimensión que éstas que se impone de modo predominante a la mirada?
Matemáticamente, hay la exigencia teórica de poder analizar toda unidad figural
simple de dimensión n como una configuración de unidades figurales de dimensión
n-1 (el límite está en considerar toda unidad figural como un conjunto de puntos
(0D)). En otras palabras, uno puede focalizaser visualmente, por ejemplo, sobre una
unidad figural 2D pero nombrar, en las proposiciones que se enuncia (focalización
discursiva) los objetos matemáticos representados por las unidades figurales 1D.
Dicho de otra manera, hace falta efectuar simultáneamente dos enfoques, una en un
campo constituido de formas 2D y el otro en un campo constituido de formas 1D o
0D, los dos campos que se recubren perfectamente. Lo que se nombra en un
enunciado, es decir la referencia a los objetos matemáticamente definidos puede ser
representado por las unidades figurales que son borradas visualmente por la fusión
en una forma de dimensión superior. La enunciación en geometría apuesta a esta
variabilidad dimensional de las unidades figurales discriminables o désignables en
una figura geométrica.
Para que una figura pueda funcionar como una figura geométrica debe ponerse
pues en lugar de los sujetos como un mecanismo de engranajes diferenciales que les
permita funcionamientos cognitivos simultáneos de focalización en campos de
dimensiones diferentes.
56 MATEMÁTICA EDUCATIVA
Enfoque discursivo:
Denominación de los objetos
de anclaje
FIGURA II.2. Se ve sobre este esquema que hay muchas maneras de nombrar o
de describir lo que se reconoce en una figura: una manera global espontánea
que es puramente gestaltista, las dobles flechas verticales en punteado, y una
manera relacional que es configurativa, las flechas oblicuas en rasgos llenos.
Solamente esta segunda manera actúa en los enunciado matemáticos
(definiciones, teoremas...). Las flechas oblicuas punteadas representan cómo es
visto sobre la figura lo que es nombrado en un enunciado.
Se puede reformular pues lo que ha sido dicho anteriormente del siguiente modo:
para que una figura pueda funcionar como figura geométrica un vaivén entre estos
dos predominios es necesario. Ahora no tiene nada natural, o lo mismo que puede
aparecer como incomprensible, para los sujetos en situación de aprendizaje.
— Todas las figuras no tienen el mismo valor heurístico: hay ciertas figuras que ayudan
más que otras a descubrir la respuesta o la idea de la respuesta a una pregunta
matemática, mientras que otras parecen ser antes un obstáculo (Padilla, 1992). Basta
con comparar las figuras transformadas en la demostración china por ejemplo y en la
demostración hindú para dar cuenta de ello. Dicho de otra manera, la dificultad no es
imputable sólo a los alumnos sino a los factores internos o a los procesos de
identificación y de tratamiento visual de las formas 2D o 3D.
— La exploración visual de una figura a partir de una fase de exploración por lo general
se hace del nivel de las unidades figurales 2D hasta las 3D (percepción en
profundidad) aunque los razonamientos matemáticos exigirán la toma en cuenta de
objetos representados por unidades figurales 1D o 0D (Duval, 1995b, pp. 191-
193; 1998a, pp. 45-47). Esta es la razón por la que las figuras pueden ser una ayuda
real independiente de todo cálculo y de toda deducción que permite guiar en la
discriminación de las propiedades y de los teoremas que pueden ser utilizados.
A partir de estos tres tipos de datos se puede suponer legítimamente que una figura
ayuda a descubrir la respuesta a una pregunta en función del « apoyo » (como sobre una
pared a escalar) que ella ofrece, o de las operaciones visuales a partir de los «
tratamientos puramente figurales »: éstos consisten en las transformaciones de la
organización perceptiva que se impone al primer vistazo y que ha impuesto la
identificación de una configuración 2D o 3D en detrimento de otras posibles. Y el
problema que propone los tres tipos de datos que acabamos de evocar concierne a la
visibilidad de estas operaciones visuales que permiten la exploración heurística de una
figura. « Enriquecer » una figura o « extraer las informaciones pertinentes » para
contestar a una pregunta depende de la visibilidad en ellas de estas
58 MATEMÁTICA EDUCATIVA
— La mano y un instrumento neutro3 (un simple lápiz) para reproducir las propiedades
visuales de las formas (trazo recto o curvo, trazo abierto o cerrado...). Aquí la
producción de la representación es atada al dominio del gesto gráfico. Las primeras
producciones son lo que Piaget (1972) ha llamado de las « formas cíclicas », es decir
las formas conseguidas por la interrupción de movimientos circulares y por los
movimientos de vaivén en una sola dirección. Es sobre este tipo de producción-
reproducción puramente gestual de figuras que Piaget ha desarrollado sus análisis de
ella « representación » del espacio. Investigaciones realizadas en otras partes son
confirmadas por Noelting (1979).
3
No necesito una estilográfica para escribir, puedo escribir directamente con un dedo.
Habrán sólo menos de palabras por páginas. No necesito tampoco un lápiz para dibujar. La
aportación del instrumento apuesta esencialmente a la fineza de los trazados, su
miniaturización de alguna manera.
60 MATEMÁTICA EDUCATIVA
— (2) sin embargo, toda construcción de una figura requiere el respeto estricto de
restricciones respecto de las magnitudes (por ejemplo para un círculo o para un
cuadrado). Pues en caso de no respetar dichas restricciones, no se consigue los
puntos de intersección, las alineaciones sin que el contorno de las formas 2D, o
3D, que corresponden a la configuración buscada, pueda ser conseguido (por
ejemplo la configuración A en la figura II. 1 de antes).
Es este respeto estricto de de las restricciones con respecto a las magnitudes lo que
permite experimentar que el no respeto de las propiedades matemáticas conduce a la
imposibilidad de una construcción de la figura. Es esencialmente en la producción
instrumental por ordenador que tal experiencia puede ser hecha concretamente, pues
allí se no puede construir más una figura ajustando perceptivamente el gesto técnico a
lo que quiere conseguirse, es decir reduciendo el gesto técnico a un simple gesto
gráfico. Este sesgo instrumental permite pues tropezar con las restricciones de las
propiedades matemáticas del objeto representado por la figura. En este caso, la figura
cumple la función de modelo, en el sentido físico del término, es decir que la figura
se convierte en un objeto sobre el que se hacen las pruebas o los test.
Se ve pues que la complejidad del funcionamiento representacional de las figuras,
está en el hecho que una aprensión perceptiva de formas debe poder ser articulada
objetivamente, y de manera subjetiva coordinada, con una aprensión discursiva (lo
que implica la variabilidad dimensional de las unidades figurales que puede
distinguirse en una misma figura) o con una aprensión operatoria (lo que implica
transformaciones de formas) o con una aprensión secuencial
« VER » EN MATEMÁTICAS 61
El carácter multifuncional de las figuras aparece en los diferentes papeles que puede
darseles. Éstas pueden ser consideradas como instanciaciones, como objetos o como
representaciones. Ahora a cada una de estas maneras de considerar las figuras se
tropieza con una ambivalencia específica que excluye que pueda tener verdaderamente
un valor epistemológico de prueba.
Hay instanciación cuando alguna cosa aparece como una aplicación o como una ilustración
de algo general. Por ejemplo, la fórmula de Pitágoras puede ser instanciada por los
números 3, 4, 5. Desde este punto de vista nunca hay una figura cualquiera sino solo
figuras particulares. Pues toda figura construida comporta los valores visuales que
pueden ser o no relativamente pertinentes a su magnitud o a su orientación en el plano
frontal-paralelo, o a los caracteres convexos o no-convexos de las formas identificadas.
Así hay de numerosas formas visuales 2D que son solo instanciaciones posibles para un
triángulo, un paralelogramo... Pero puede observarse que, generalmente, las figuras
privilegiadas o típicas son asociadas a la definición matemática y que la identificación
puede hacerse o decidirse (perceptivamente) en función a un parecido con la figura
típica. En este caso la visualización matemática se encuentra reducida a una simple
visualización icónica (Tabla II.2).
El primero de estos cuatro ejemplos siguientes puede parecer extremamente trivial. No
queda de ello menos que la orientación de una figura es un factor pesado y persistente para
el reconocimiento de los ángulos rectos, y pues para el reconocimiento de todas las figuras
que comportan por lo menos un ángulo recto. Así, puede recortarse un cuadrado a partir
de su centro en cuatro partes iguales, que no sean ni los cuadrados ni los triángulos
isósceleses, de tal modo que se consiga cuadriláteros que tienen cada uno dos ángulos
rectos. Se presenta luego estos cuatro cuadriláteros como cuatro partes de un
TABLA 2. Excepto la última línea todas las unidades figurales 2D son
de las unidades figurales simples.
forma tomada como otra forma posible
modelo implicando una
(tipicalidad) variación
perceptiva
« Cuadrado ». En realidad, es un
rectángulo que ha sido construido
(13 × 12) pero la diferencia de
largo es demasiado débil para ser
percibida. La variación de
orientación tiene aquí una gran
influencia sobre la identificación
de la forma cuadrada pues se
pierde la marca de la coincidencia
de los lados con las verticales y
las horizontales que permiten
« ver » los ángulos rectos.
« Paralelogramo ». En la columna
de derecha se han trazado las
diagonales de un paralelogramo.
Pero la forma es aquella de una
cruz.
« Triángulo ». El triángulo en la
columna de izquierda puede
parecer isósceles pero él no lo es.
Desde el punto de vista tomado
para las transformaciones
(construcciones de la altura) estas
dos formas no son equivalentes,
pues la hace «salir» del contorno
de la figura.
« Triángulos nomotéticos ». No
tenemos aquí más una unidad
figural simple sino una
configuración perceptiva. La
característica tiene a la aparición
de un fenómeno de recubrimiento
de las zonas (configuración a la
izquierda) de ciertas unidades
figurales simples (es decir de las
superficies delimitadas por un
trazado).
« VER » EN MATEMÁTICAS 63
ciertas condiciones, a las ilusiones sistemáticas: ilusión primaria de Delboeuf que resulta
de un efecto de campo sin movimiento de la mirada, ilusión secundaria de Müller-Meyer
que implica los desplazamientos de la mirada... (Piaget, 1961, p. 75 y 247. El segundo
fenómeno tiene a la existencia de umbrales de discriminación perceptiva: sin llegar a estos
umbrales, las formas a comparar no son más discernibles y eso tiende a hacer creer en su
igualdad. Cuando en matemáticas quiere subrayarse que las figuras pueden engañar, es a
esta limitación de la discriminación perceptiva que se recurre. Un ejemplo a menudo citado
es la reconfiguración de un cuadrado 8 × 8 en un rectángulo 5 × 13, lo que permite enseñar
« geométricamente » ¡que 64 = 65. !En realidad esta reconfiguración conduce a aplastar
perceptivement la forma 2D de un paralelogramo en un trazo muy grueso 1D de una
diagonal de un rectángulo (Duval, 1999, p. 21)! Pero una construcción precisa permite
percibir no el paralelogramo completamente aplastado en el interior del rectángulo. Otro
ejemplo concierne a las figuras reconstruidas según un proceso recurrente, por ejemplo de
dicotomización como más abajo (figura II.3). Siguiendo el proceso, los nuevos círculos no
podrían ser diferenciados visualmente del diámetro del gran círculo inicial, y tienden a
confundirse con él. De donde surge la posibilidad de una estimación cualitativa errónea.
Figura II.3.
Toda estimación puede ser controlada o corregida por la utilización de instrumentos, una
regla graduada, un compás... es decir por las operaciones físicas de medida que implican una
cuenta o la lectura de un número. Ahora de tales operaciones surgen igualmente sus límites
ambivalentes. En efecto, la utilización de instrumentos es necesaria para construir las
figuras porque éstas comportan restricciones respecto a las magnitudes, como lo hemos
indicado más atrás. Pero esta utilización es al mismo tiempo matemáticamente no pertinente
para comparar las figuras entre si. Dicho de otra manera, el resultado de operaciones físicas
de medida puede intervenir sólo sobre la « propreté » o la precisión de la producción de un
trazado nunca sobre la justificación de un resultado: no se decide que dos lados de un
cuadrilátero son paralelos, o que dos diagonales son iguales en función de las medidas
realizadas. La utilización de los instrumentos queda cerca de la visualización de las hipótesis.
Y su utilización se complica por el hecho de que los instrumentos conciernen sólo a las
formas 1D y no a las formas 2D. No se puede recurrir a los instrumentos para comparar el
tamaño de las figuras 2D (polígonos, círculos...). Naturalmente puede recurrirse para ciertos
contornos al empleo de un fondo de cuadriculado y, de una manera más
« VER » EN MATEMÁTICAS 65
Hay representación cuando lo que es presentado se tiene en lugar de algo más que no
es perceptible actualmente o que es perceptivamente inaccesible. Las figuras en
geometría son representaciones porque la sola aprensión perceptiva no basta para
reconocer lo que representa. No hay figura geométrica sin leyenda, es decir sin una
información verbal que indica las propiedades representadas, o sin las informaciones
referentes a las magnitudes. Pues el discurso matemático puede tomar en cuenta las
relaciones de magnitud que pueden ser visualmente neutras o no discriminables. Si se
atiene a la sola aprensión perceptiva para determinar las propiedades y los objetos
representados regresaría a reducir la visualización matemática a una simple
visualización icónica, a un herbario de formas geométricas. La mirada matemática
sobre las figuras articula siempre una aprensión perceptiva con lo que hemos
llamado en otra parte una « aprensión discursiva » y subordina la aprensión
perceptiva a la aprensión discursiva. Es esta subordinación de la aprensión
perceptiva a una aprensión discursiva que conduce a menudo a desconocer la
independencia de la aprensión operatoria (supra) de la función heurística de las
figuras: pues se postula que no podría verse sobre la figura aquello que no se pueda
deducir en primer lugar de las hipótesis.
Esta necesaria articulación de la aprensión perceptiva y de la aprensión discursiva
enseña que la utilización de las figuras en geometría no reemplaza nunca una
visualización pura. Requiere por el contrario la coordinación de por lo menos dos
registros de representación: el de las figuras propiamente dichas como representación
que da lugar a una aprensión simultánea de formas de dimensiones diferentes (3D/3D
o 2D/2D...) y el de un discurso que enuncia las propiedades a partir de las que se
puede, por deducción, en lengua natural, o por cálculo, derivar otras propiedades. En
este caso la identificación debe hacerse a partir del discurso y no a partir de lo que se
ve. Dicho de otra manera, desde un punto de vista cognoscitivo, la mirada
matemática sobre las figuras conduce a mirarlas como representaciones
« VER » EN MATEMÁTICAS 67
plano4 en líneas y columnas para distribuir de los datos. Este principio común de
distribución bi-dimensional presente dos ventajas. Antes que nada, ninguna actividad de
segmentación es requerida para identificar cada una de las unidades significantes, pues
son separadas visualmente por cada celda del cuadriculado o por cada punto de
intersección de las líneas verticales y horizontales. Ahora una actividad de segmentación
es no sólo necesaria para leer los textos y las fórmulas sino igualmente para utilizar las
configuraciones geométricas. Luego este tipo de organización del plano permite disponer
los datos o las informaciones con objeto de permitir una localización casi-inmediata de
lo que se busca: los cuadros llenan una función de direccionamiento que las figuras
geométricas no pueden llenar evidentemente (Seminario IUFM, 1999, pp. 52-54). Puede
irse directamente a la información rebuscada: pues todas las unidades significantes se
encuentran localizadas y catalogadas de alguna manera.
Naturalmente, las representaciones gráficas no son lo mismo que las tablas. Pues el
cuadriculado del plano es siempre relativo a la graduación que se introduce sobre dos ejes
orientados. Pero es este cuadriculado permite aplicar la única regla de formación de las
representaciones cartesianas: a cada pareja de números se asocia un punto de intersección
del cuadriculado engendrado por la graduación de los ejes. Además, si no son demasiado
alejados unos de los otros, los diferentes puntos llevados sobre este cuadriculado pueden
ser reagrupados en una sola figura, lo que permite reconocer las rectas, las curvas, los
contornos de superficie. Pero poner adelante el principio común de organización visual a
las representaciones gráficas y a los cuadros permite llamar la atención sobre un
fenómeno esencial para el aprendizaje. Presentan, en efecto la particularidad de poder dar
lugar a dos niveles de aprensión:
4
No excluimos evidentemente una extensión en tres dimensiones. Pero se encuentra
que eso arrastra una complicación que aniquila el beneficio de la visualización
« VER » EN MATEMÁTICAS 69
Podría decirse, para resumir, que los gráficos, a la diferencia de las figuras geométricas
presentan dos diferencias. Por un lado constituyen un registro de representación
monofuncional y no multifuncional. De otra parte se prestan tanto a una lectura como a una
visión. Pero la lectura, aquí, tiende a hacer predominar una demarche de enfoque puntual,
mientras que la visión requiere una aprensión global que discrimina las variables visuales
pertinentes de éstas que no lo son. ¡Lo que es completamente diferente de la discriminación
requerida por la aprensión discursiva de las figuras en geometría!
Es difícil considerar que todos las tablas, las de proporcionalidad a las de contingencia, o
las de los horarios de transporte a los cuadros de clasificación, constituyen una clase
homogénea de representaciones, es decir que descansan sobre un mismo tipo de
aprensión o de lectura. Por eso la primera pregunta para analizar el funcionamiento
representacional de las tablas es: ¿cuál es la unidad es representacional elemental
constitutiva de la organización de una tabla? La reacción la más inmediata de cara a esta
pregunta es pensar en las cacillas, pues cada una aisla y cataloga la respuesta a una
búsqueda de información posible. Esta reacción entra en el empleo más habitual que
cada uno puede hacer de las
« VER » EN MATEMÁTICAS 71
tablas a menudo encontradas. Ahora esta reacción no va más allá de una demarche de
enfoque puntual. En realidad, la unidad representacional elemental de un cuadro no es la
celda, como intersección de una línea y de una columna, sino la lista como enumeración
hecha según una relación de orden: por ejemplo el orden alfabético, el orden numérico, el
orden de las posiciones sobre un recorrido... que son los órdenes de referencia mas
utilizados frecuentemente. La unidad elemental constitutiva de toda tabla es una lista
ordenada, a diferencia de las enumeraciones se hace a medida que se encuentra los
objetos o que ella se piense, como en un simple inventario. Y esta lista es acabada, a
diferencia de los ejes orientados de las representaciones gráficas. finalmente, para que
una lista pueda permitir construir una tabla, hace falta que sea constituida de unidades
disjuntas. Toda relación de inclusión interna a una lista es excluida.
La necesidad de pasar de un centro de atención sobre las celdas a un centro de
atención sobre las listas ordenadas como elementos constitutivos de una tabla aparece
cuando quiere compararse y analizar la diversidad heterogénea de las tablas. Si una
tabla puede ser definida por una asociación de listas ordenadas, que toma la forma de
una disposición en líneas y en columnas, hay por lo menos dos maneras de constituir
una tabla: por yuxtaposición de listas o por cruce de listas. Eso explica, para una gran
parte, la diversidad de los tipos de tablas que se encuentra también bien en matemáticas,
en las ciencias así como muchos tipos de textos de tipo documental.
Cuando la organización de una tabla se hace según una sola dimensión, una sola
relación de orden es tomada como unidad de organización. En este caso las tablas que
son constituidas como la yuxtaposición de varias listas regidas por la misma relación de
orden. Y basta con poder poner en correspondencia cada uno de los datos de una lista
con otro dato de la otra lista para realizar esta yuxtaposición. Dos casos pueden
presentarse. O cada una de las listas es organizada según una relación de orden, o, por el
contrario, los datos de una lista encuentran un orden en referencia a los datos de la otra
lista. Se llama márgen a la lista que sirve de referencia para organizar los datos de la
otra lista, como, por ejemplo, las fechas en los cuadros cronológicos.
Cuando la organización de una tabla se hace según dos dimensiones, dos relaciones
de orden diferente (o la misma) las listas son ordenadas respectivamente por las
columnas y por las filas. En este caso una diferencia aparecerá, en la constitución de la
tabla, de un lado los marges y, de otro las listas que resultan de su intersección.
Los márgenes son las dos enumeraciones a partir de las que una tabla « es llenada
» y que sirven de referencia para determinar el significado de los datos de cada
una de las otras celdas. La relación de orden de las listas organizadoras de la
tabla puede ser sustituida por un reparto conjuntista de subclases como en todas
las situaciones donde se trata de categorizar de los
72 MATEMÁTICA EDUCATIVA
datos de los fenómenos. Pero este tipo de situación se encuentra sobre todo en
otros dominios de conocimiento que las matemáticas.
Se ve que para todas las tablas constituidas por cruce de dos listas, es necesario
distinguir por un lado los márgenes y por otra parte las celdas del interior de la tabla.
Además según la naturaleza de los datos que constituyen los márgenes, hay cuadros
que admiten la posibilidad de celdas vacías en el interior de la tabla y otras que
excluyen esta posibilidad. La exclusión de celdas vacías puede ser en otra parte un
medio de predicción de existencia para los tipos de objetos que no han sido
descubiertos aún.
Pero nuestro propósito no es aquí de analizar la variedad de las tablas (Seminario
IUFM, por parecer), sino de subrayar la diferencia entre una demarche simple de
enfoque puntual y una demarche de aprensión global en este tipo de visualización. En
el caso de una demarche de enfoque puntual, la atención se enfoca sobre una
correspondencia local entre dos celdas, o entre una celda del interior y una pareja de
celdas, de los márgenes. En el caso de un paso de interpretación global la atención se
enfoca sobre los principios de organización de los márgenes. Ahora lo hace que la
utilización de las tablas pueda reducirse a una demarche simple de enfoque puntual o,
por el contrario, requiera la aprensión global de su organización genera muchas
preguntas didácticas, relacionadas con las tareas en que esta utilización interviene:
construir una tabla, es decir definir de las márgenes, reorganizar permutando las
líneas o las columnas (como para las matrices), o llenarla (siendo dados los márgenes)
o más sencillamente todavía el leer (siendo llenado el interior del cuadro)... Según la
naturaleza de la tarea solicitada puede contentarse con una demarche simple de
enfoque puntual o, por el contrario, un paso de aprensión global se hace necesario
para acertar. De donde la pregunta: ¿lo adquirido sobre un tipo de tarea y sobre un
tipo particular de tabla es fácilmente transferibles para las otras tareas y para los
otros tipos de tabla? No parece que en la enseñanza así como también bien que en la
búsqueda sobre la enseñanza se haya dado una gran atención a esta pregunta.
CONCLUSIÓN
« Ver » en matemáticas señala una actividad cognitiva que es quizás más compleja y
más diversificada que aquella requerida fuera de las matemáticas. Por la
« VER » EN MATEMÁTICAS 73
simple razón que son sólo las representaciones lo que puede verse y que todo parecido
entre estas representaciones matemáticas y los objetos reales de la experiencia sensible es
fortuito o no pertinente. Por eso para comprender bien la complejidad y las particularidades
del acto de « ver » en matemáticas, es importante recordar bien los siguientes datos.
1. « Ver » recupera siempre dos operaciones que se tiende a asimilar en uno solo y
únicp acto: de un lado distinguir muchas formas en una figura y, de otro identificar lo
que estas formas, o su configuración representan. Ahora hay dos maneras
completamente diferentes de identificar lo que representan las formas que los
factores de organización perceptiva conducen a distinguir. El primero se apoya sobre
un parecido entre las formas identificadas en la figura y en los objetos que han sido
encontrados ya realmente o que podrían parecerse con los objetos ya encontrados. La
segunda, por el contrario, busca las propiedades de la organización interna de la
figura, es decir las relaciones que pueden existir entre los elementos de la figura. Es
eso lo que diferencia el funcionamiento icónico y el funcionamiento matemático de
la visualización. Así puede enseñarse que los planos de un barrio, las tarjetas
geográficas y también los patrones de los poliedros revelan una visualización icónica
del espaciado percibido. Pues, aquí, para pasar del espacio real a su representación, la
orientación respecto a los desplazamientos del sujeto o respecto a los gestos que
puede hacer, juega un papel esencial. Por el contrario, las figuras geométricas
rompen con esta visualización icónica porque excluyen toda consideración de la
orientación en tanto que ellas subordinan la organización interna de las formas a las
restricciones en las relaciones internas de las magnitudes y a los cambios de
dimensión (Duval, 2000).
3. No hay figura geométrica sin un enunciado que aclara los objetos o las propiedades
que representa. De cierta manera, podría decirse que las figuras geométricas son
constituidas por la articulación entre una representación puramente visual y una
enunciación. Ahora la articulación de las figuras
74 MATEMÁTICA EDUCATIVA
y del discurso matemático se hace a dos niveles muy diferentes. Está el de los
objetos nombrados en el enunciado y en las unidades figurales que las visualizan
en la figura. Es lo que hemos llamado la articulación referencial. Permite una
aprensión simultánea e inmediata que es mucho menos costosa y sujeta a olvido de
elementos importantes que la aprensión sucesiva del enunciado. Y Está el nivel de
los razonamientos que puede hacerse sobre la figura o que la figura sugiere. Es
la articulación inferencial: esta articulación permite extender la función heurística
de la aprensión operatoria. Generalmente no se distinguen estos dos niveles de
articulación como de ello testimonia la siguiente definición de las figuras y de su
papel: « la figura hace aparecer sobre un objeto visible las relaciones o las
hipótesis de relación que de echo no son claramente evidentes en un enunciado
verbal » (Bessot, 1983, p. 33). ¡Eso conduce a no tomar en cuenta en la enseñanza
que la articulación referencial como si la articulación inferencial fuera una
consecuencia automática!
4. Las figuras, en tanto que no son sólo representaciones y porque se articulan con los
enunciados pueden dar lugar a las ilusiones o a las paradojas. Éste es por lo qué
enseñar sobre una figura o ver sobre una figura no pueden tener fuerza de prueba
matemática. ¿cómo pueden aprender los alumnos a discriminar los casos donde la
figura permite de « ver » de aquéllos justamente donde se crea una ilusión?
5. Finalmente, hay una diferencia radical entre « ver » en geometría y « ver » en los
otros dominios de las matemáticas. Los gráficos cartesianos, las tablas, las matrices...
no tienen nada en común con el funcionamiento representacional de las figuras
geométricas. Pues la identificación de las unidades de representación comandada por
la segmentación bi-dimensional del plano. Lo que estas representaciones dan de ver
éste es de las organizaciones de unidades discretas de información. Y eso vale
también para los gráficos cartesianos en que todo trazado continuo resulta del
reagrupamiento en una sola forma de un secuencia de puntos separados, bajo la
garantía de una propiedad matemática. Éste es por qué se puede mas bien « decir »
que « ver » todos estos tipos de representación. Pero para que puedan funcionar como
una verdadera visualización, hace falta pasar de un demarche simple local puntual a
una demarche de aprensión global cualitativa. Muchos alumnos no llegan a superar la
demarche simple puntual.
donde se ha desarrollado una profunda sinergia entre estos dos actos cognoscitivos que
la tradición filosófica y epistemológica tiende a menudo a oponer: ver y razonar.
Pero no se puede llamar aquí esta evidencia sin que pueda comprenderse por qué tantos
alumnos paran tan rápido de comprender lo que se hace en matemáticas y sobre todo cómo
se trabaja: lo que aparece simple desde un punto de vista matemática no tiene por que ser
simple para los alumnos pues es en procesos de de aprendizajes en que se toma el tiempo
para desarrollar las diferenciaciones y las coordinaciones cognoscitivas subyacentes a esta
sencillez matemática. Y eso no vale sólo para los « conceptos », eso vale también y en
primer lugar para el acto de ver y para las prácticas matemáticas de visualización. Unas
inevstigaciones han sido empezadas en este dominio, permitiendo delimitar variables
cognoscitivas específicas. Deben ser continuadas.
REFERENCIAS