Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Alliaud - La Enseñanza de La Psicologia Autobiografia
Alliaud - La Enseñanza de La Psicologia Autobiografia
LA ESCUELA VIVÍDA
Al rememorar y expresar algo acerca de aquello vivido, estamos creando y otorgando significado. Lo vivido
en el pasado se re-hace, se re-piensa, y ese simple acto nos enfrenta a nosotros mismos. Al producir una
autobiografía se vuelve a pensar aquello que está pero que no se deja ver a simple vista.
La escuela primaria suele recordarse con agrado y felicidad. En los guiones que producen los maestros
aparecen maestras buenas y malas. Mientras las primeras quieren, miman, tratan bien y están cerca,
las segundas gritan, maltratan, discriminan y se distancian. La maestra buena, sin embargo, no debe ser
demasiado buena, no tiene que perder el dominio del grupo; si lo hace se convertirá automáticamente en
mala. Casi no se recuerda a la maestra de primaria por lo que sabía o enseñaba. A diferencia de
la maestra buena, la buena maestra está casi ausente.
Por contraposición a esta etapa, el nivel medio se reconoce como una instancia para aprender más allá de
ciertas menciones a procesos socialización y de identificación. Los docentes de este nivel se representan
LA MIRADA SOBRE SÍ
Encontramos que los maestros noveles arman un personaje propio que aun está en proceso de definición,
de formación. Expresa sentimientos de temor e inseguridad hacia la tarea que le toca desempeñar y
percibe que su falta puede dañar o perjudicar a aquellos con los que tiene que trabajar: los alumnos.
Este personaje del que enseña se define a partir de lo que aún le falta por aprender, en un proceso que se
representa cotidiano y prolongado. La magnitud del posible daño causado a los alumnos, motoriza la
FORMACIÓN que así entendida se convierte en CONSTANTE Y PERMANENTE. Si la tarea a
desempeñar se visualiza a partir de su grandeza, nunca se va a estar lo suficientemente preparado como
para ejercerla.
El mandato “educativo-civilizador”, originario de la profesión, exaltaba la tarea de los maestro por su
contribución a la conformación de un nuevo orden social. Asumir este legado tiene un alto componente
simbólico que engrandece a quien lo realiza, pero produce a la vez sentimientos de frustración a medida
que se concreta.
La disonancia entre la pretensión asumida por los maestros y los condicionantes de un medio social y
cultural que ha cambiado sustancialmente, explicaría en parte la percepción del fracaso. Pero
fundamentalmente desalienta la acción. La propia magnitud (del proyecto), lo torna imposible y siempre se
hallarán en la realidad indicios en los que se puede sostener esa afirmación. La frustración que a la larga
se produce, conduce del optimismo inicial “totalizador” a un pesimismo de las mismas características; es el
desinterés que los maestros noveles suelen encontrar en aquellos que cuentan con varios años de
desempeño.
Asumir el proyecto simbólicamente no implica traducirlo en prácticas concretas que recuperen el sentido
educativo de la tarea, quedando ésta asociada sólo con el afecto, la ayuda y la contención ante quienes los
novatos se sienten responsables. El “ maestro bueno” se corporiza en estos nuevos docentes. Nuestros
maestros delinean un personaje que actúa individualmente, individualizando.
DISCURSOS Y EXPERIENCIAS
Los maestros confían en “la” tarea educativa en abstracto, en el proyecto educativo, no en su concreción
por parte de quienes están implicados a través de lo que realmente hacen todos los días. El discurso
pedagógico no debería dejar de lado su sentido original. Si el mismo no pretende quedarse en la mera
ideología, tendría que contemplar los niveles de la práctica, mediante propuestas “abarcativas” y
totalizadoras, donde los sentidos (hoy), fundamentos y fines (de ayer) se integren con propuestas de
intervención prácticas que le sean acordes.
En segundo lugar, el trabajo con la experiencia que los maestros portan, como producto de su paso por el
sistema escolar, debería ser el punto de partida o “anclaje” de una propuesta formativa que no excluya a
quienes la protagonizan.
En la evocación de vivencia aparecen imágenes acerca de lo que es ser maestro, alumno, de lo que es
enseñar y aprender. Posicionados como docentes, el contenido de lo que allí vivieron se re-actualiza.
Desde la nueva posición asumida, lo que aprenden los docentes se entrecruza con lo que
aprendieron.
El personaje que nuestro maestro componen, aún en proceso de definición y formación, parece provisto de
un caudal de saber “experiencial” que le permite producir extensos relatos sobre buenos y malos maestros.
Sobredimensionar la dimensión afectiva constituye una estrategia para aliviar los posibles daños causados
Los maestros novatos, que actualmente se encuentran ejerciendo su profesión, reconocen que el
recorrido que transitaron para llegar nuevamente a la escuela ejerció influencia en su ser como docentes.
Este recorrido comprende los distintos niveles escolares, la formación profesional y los primeros
desempeños.
Los maestros refieren: huellas, marcas, ejemplos, modelos, contra-modelos, como un caudal de
experiencia que les proporcionó una estadía prolongada en las instituciones escolares.
Sin embargo, serán los docentes, sus docentes, los que cobran verdadero protagonismo en la
construcción de su ser y quehacer profesional.
Estos maestros reconocen fundamentalmente la influencia de otros maestros o profesores, ya sea por los
aspectos positivos que toman de ellos, por los negativos que descartan, o por ambos a la vez. En el
ejercicio de su práctica profesional estos parecen ser referentes a partir de los cuales irán encontrando un
lugar en la profesión en la que pretenden afianzarse.
La influencia percibida no suele caer en una persona; hay de quienes tomar, aprender y otros de quienes
diferenciarse. Cada uno ira armando y definiendo su propio modelo a partir de esos fragmentos. Este
PROCESO DE CREACIÓN DEL SER-DOCENTE se produce a partir de ejemplos, mejores o peores, de
tipos ya conocidos. Es altamente selectivo, en tanto los maestros toman o eligen diversos atributos y
prácticas que ellos observaron y experimentaron con sus propios docentes (modelos vividos) y los
sintetizan dentro del modelo de docente que ellos aspiran a ser.
Serán los maestros del nivel primario los referentes más cercanos que les posibilitaran ir delineando
proyectos o probando ciertas acciones ligadas con los aspectos más específicos de su práctica profesional.
Los maestros más jóvenes imitan o se oponen al personaje convocado o a algunos de sus rasgos, lo que
les hicieron, lo que les dijeron, lo que les paso con ellos, constituye una experiencia que los formo, a partir
de la cual se irá sedimentado lo que ellos mismos irán produciendo o re-produciendo como docentes.
La tarea de reconocer la influencia, las marcas, las huellas, los trazos o las enseñanzas que los otros les
han dejado a estos sujetos que hoy son maestros solo parece posible en tanto se acceda y trabaje con el
CONTENIDO BIOGRÁFICO VIVIDO. Es decir, los maestros podrán reconocer y reconocerse una vez
que hayan volcado sus experiencias escolares y se hayan enfrentado con ese pasado que han vivido y los
ha constituido. Sin esa tarea previa, corremos el riesgo de no trascender lo inmediato. Las marcas, las
huellas, los trazos, no están a flor de piel para todos.
¿SOY BUENA?
A la hora de hablar de sí mismos, estos maestros noveles refieren el proceso de aprendizaje y formación
que están protagonizando, aun siendo enseñantes y trabajando en distintas escuelas. Reconocen que les
falta por aprender y manifiestan su disposición (preocupación) por hacerlo. Consideran que esto es
propio de la profesión que los convoca, y en muchos casos mencionan que ya se lo habían anticipado
durante el profesorado.
El proceso de aprendizaje que protagonizan en sus lugares de trabajo, y que parecen asumir con esfuerzo
y constancia, se relaciona con la propia percepción de que todavía les falta. Tanto los docentes que
fueron más críticos con la preparación formal como los que manifestaron que la aprovecharon, que les
sirvió, sienten que comenten errores, sobre todo, en cuestiones específicas relacionadas con la
enseñanza. Su falta de competencia técnica y didáctica para enseñar parece afectarlos,
preocuparlos, por las consecuencias que esta “incompetencia” percibida provocaría en sus alumnos.
Todos reconocen que están aprendiendo, que se va haciendo en el día a día, en la práctica. Sin
embargo, las condiciones institucionales en las que estos procesos de aprendizaje y formación se
desarrollan varían entre los docentes. Hay quienes trabajan en escuelas que cuentan con espacios de
producción y discusión colectivas, con equipos de asesoramiento que abordan temáticas y problemáticas
propias de las distintas áreas de la enseñanza. Esta dinámica laboral no es frecuente, acontece en escuelas
prestigiosas y elegidas. Encontramos que esta colocación laboral particular es propia de los maestros que
van o que fueron a la universidad.
El plus formativo que otorga la universidad, sobre todo cuando se trata de carreras afines con la
docencia, resulta valorado por los docentes. Aun los que trabajan en escuelas comunes parecen encontrar
Los maestros que no cuentan con espacios institucionalizados de formación profesional en sus lugares de
trabajo, ni tienen acceso a otras instancias de formación (como las universidades), suelen buscar dentro de
las escuelas a docentes y directivos a quienes poder CONSULTAR, por lo que los intercambios informales
y los pasajes de materiales son las modalidades más frecuentes que asumen estos procesos de aprendizaje
forzados por las circunstancias. Tales formas de capacitarse pueden resultar efectivas para enfrentar los
problemas cotidianos que, como sostiene GIMENO SACRISTÁN (1997), el aprendizaje por
“imitación” suele propiciar la conformación de prácticas “adaptativas” a un escenario o
contexto escolar en el que se han engendrado y dentro del cual actúan como sus
reproductoras.
Nuestros maestros reconocen que cometen errores, tratan de seguir formándose, se angustian, se sienten
impotentes ante situaciones que les traen dudas, que los desconciertan. Se desvalorizan y quieren llegar a
ser cada día mejores. Sostenidos en estas sensaciones iniciales, suelen manifestar un sentimiento de auto-
exigencia promovido por la idealización hacia la tarea.
A pesar de las sensaciones displacenteras que provoca la oscilación entre la impotencia percibida y la
omnipotencia proyectada, deseada, nuestros maestros delinean un rasgo de su personaje que demuestra
pasión, gusto, felicidad y satisfacción hacia lo que hacen.
La recompensa afectiva que les proporciona la tarea se vuelve del todo personalizada. El amor a los
niños los involucra, los compromete, los preocupa. La individualización entendida como entrega,
proximidad absoluta, fusión/confusión se tornan en otro rasgo común que define el personaje que
construyen nuestros docentes.
Placer, pasión, completud, miedo, amor y felicidad aparece como sentimientos que conviven con los
miedos, las incertidumbres, los temores y la angustia que les generan los primeros desempeños a los
maestros principiantes. A la hora de hacer un balance, las sensaciones placenteras parecen imponerse o
contrarrestar la influencia de las otras que, en definitiva, se presentan como pasajeras o circunstanciales.
Los sentimientos de bienestar que les produce la tarea docente, junto con el desafío de asumir la
individualización a la hora de concretarla en un escenario escolar masificado que reúne muchos alumnos,
son dos rasgos que eran patrimonio de la maestra buena, evocada por nuestros maestros cuando se
referían al nivel primario de su escolaridad.
El personaje de la maestra buena, que en los relatos autobiográficos se impone ante la buena maestra:
quiere, mima, escucha y denota felicidad, gusto, pasión por lo que hace. Las maestras buenas se
La relación interpersonal, el vínculo y el afecto con los alumnos se presentan como ingredientes que
definen la tarea de enseñar. Mientras que para algunos querer y mimar o llevarse bien constituye el
componente principal de la tarea que los convoca, para otros, es solo un elemento más.
Se nota en esta dimensión afectiva-vincular cierta gradualidad en el trato: está el que se acerca, el que se
contacta, y el que toca, mima y besa. También encontramos a los que pretenden que la relación o el
vínculo establecido transciendan el tiempo y el espacio escolar, y perdure por varios años.
Es interesante señalar que, en algunas historias, la vuelta a la escuela como maestro produce la
reactivación de aspectos negativos o de puntos oscuros de la propia historia escolar que se pretenden
reparar, curar, a fin de evitar que a otros les pase lo que uno padeció. Pero también la vuelta a la
escuela permite re-encontrar/se con el escenario propicio que habilita lo que a uno le gusta hacer, lo que
siempre soñó, devolver lo que uno recibió o recibir afecto de los niños/as.
Aparece la ayuda que el maestro brinda a los alumnos, como otro ingrediente propio de la tarea de
enseñar. En este caso, puede ser un aspecto central o complementario, en general, del afecto.
En estas escenas, el maestro se muestra ayudando a los alumnos en problemas familiares, sociales o
escolarees; incluso llegan a posesionarse de los problemas de los otros.
El personaje que va surgiendo a partir de estos rasgos recuerda a la maestra buena que nuestros
maestros evocaron de la propia escolaridad. Sin embargo, varios de estos maestros evocan otra cualidad
que valoraron de sus antiguas maestras y que muchos se la adjudicaron a sí mismos: la exigencia. Estos
maestros quieren ser buenos, pero no están dispuestos a perder el control de los que tienen a su cargo.
El dominio o manejo del grupo de alumnos suele aparecer como una condición necesaria para
poder enseñar.
La motivación junto con el acercamiento constituyen ESTRATEGIAS que suelen utilizar los principiantes
para contener o lograr el dominio de grupo, y por qué no, para contenerse a sí mismos, en el sentido de
aliviar la sensación de culpa que les ocasiona sentir que su incompetencia pedagógica perjudica a los
niños.
-Los alumnos pueden representarse como seres dormidos, pasivos, a los que es necesario revivir, activar o
resucitar (incentivar, motivar, impulsar, empujar); o bien,
-Los alumnos pueden representarse como individuos a los que hay que apaciguar, calmar, (aquietar,
contener, disciplinar, encantar, dominar) para los fines mencionados.
El afecto y la ternura aparecen conjugados con otros componentes, como el saber, la norma y la
autoridad. El saber y la autoridad se presentan como competencias profesionales de los que
enseñan, quizá, podríamos agregar, retroalimentándose mutuamente. Ello no significa la anulación o
sumisión del otro, ya que en las escenas escolares que estos maestros construyen, los alumnos suelen
aparecer como protagonistas desde su alteridad. Los alumnos se presentan como sujetos que piensan,
resuelven, inventan, construyen, antes que como sujetos-para.
Aparecen en su diferencia o heterogeneidad dentro de la masa escolar a la que, además de querer, ayudar
e individualizar, hay que enseñar y respetar. Los alumnos se presentan como otros que co-
protagonizan las escenas que estos maestros producen.
En la educación y en la enseñanza, la visión hacia el otro no es una cuestión menor respecto de la propia
actividad.
La existencia del Otro, cada vez que yo actúo, en el sentido propio del término, plantea una cuestión: LO
RECONOZCO COMO TAL EN SU ALTERIDAD RADICAL, O ACASO HAGO DE ÉL OBJETO DE MIS
MANIPULACIONES PARA QUE SIRVA A MI SATISFACCIÓN.
Quien tenga a su cargo la educación de alguien debe poner en ello toda su energía, ha de comunicarles los
saberes y los saber hacer más elaborados, ha de equiparlo cuanto más mejor para que, cuando deba
encararse solo al mundo, pueda asumir lo mejor posible las opciones personales, profesionales o políticas
que tendrá que tomar.
Nuestros maestros novatos se muestran activos. La pregunta es en qué depositan su afán y su actividad.
Preparan materiales novedosos, planifican, asisten a cursos de capacitación, intercambian información con
sus colegas y con todos aquellos que reconozcan como referentes. Asimismo, en sus clases, se preocupan
por sus alumnos y asumen, a veces con extrema exigencia y responsabilidad, el cuidado y la atención de
todos ellos y de cada uno en particular.
Asumir la TAREA EDUCATIVA implicaría, desde estas percepciones, ser algo más que buenas personas,
cordiales, afectuosas, altruistas, aunque algo exigentes.
Como hemos visto, algunos de nuestros maestros incorporan el conocimiento, el saber, la autoridad, la
transmisión, la comunicación, la crítica, la duda, la heterogeneidad, la alteridad y el protagonismo de los
otros (alumnos) como los aspectos centrales de la tarea que desempeñan.
Otros parecen dedicados enteramente a brindar afecto y contención o a ayudar. Pero además, la educación
entendida como transmisión y apropiación de los productos de la cultura y la civilización humanas por parte
de las nuevas generaciones suelen tener mala prensa entre los docentes activos, al quedar asociada con la
educación tradicional.
Los maestros parecen más proclives, en cambio, a las corrientes activistas o constructivistas, las que
aparecer vinculadas con la actividad, la creatividad, la libre expresión, el trabajo en grupos y la
individualidad.
Los estudios sociológicos del curriculum y del aula pusieron de manifiesto que EN LA DINÁMICA
PROPIA DEL DISPOSITIVO ESCOLAR HABITUALMENTE SE ENSEÑAN COSAS QUE EXCEDEN LAS
EXPLÍCITAMENTE DECLARADAS; en tanto constituyen una influencia educativa regular y sistemática,
esos elementos también son contenidos de la escolarización y componente el CURRICULUM OCULTO.
También se ha advertido el impacto formativo que tiene la ausencia de ciertos elementos culturales, que
desde su OMISIÓN, configuran la experiencia educativa del alumno a través DEL CURRICULUM
AUSENTE, CERO O NULO.
Entonces, el término contenido ya no designa, solamente, el conjunto de elementos formativos
expresamente enunciados en los documentos curriculares y planificaciones, el CONTENIDO
MANIFIESTO, sino además, aquellos otros que también ejercen una influencia educativa, pero solo
pueden reconstruirse a través del análisis de las prácticas pedagógicas institucionales, el contenido oculto,
el contenido ausente.
El análisis de la práctica docente en las FASES PREACTIVAS E INTERACTIVAS puso en evidencia los
procesos de configuración del contenido curricular que tienen lugar en las instancias de planificación y de
interacción en el aula. El diseño curricular marca un PRIMER NIVEL DE DEFINICIÓN DEL
CONTENIDO ESCOLAR que cada docente redefine en la tarea de programación a partir de las
dimensiones que recorta, los énfasis que coloca, los enfoques que adopta en vistas a su
enseñanza a un grupo particular de alumnos.
Las tareas mediante las cuales los alumnos interactúan con el contenido moldean los elementos formativos
definidos a nivel del curriculum y la programación, a partir de las formas especificas de organización del
pensamiento y la acción que ellas promueven o inhiben.
Se han distinguido, a su vez, distintos momentos del proceso de configuración del contenido
escolar, han señalado distintos “cortes” a través de los cuales el CONTENIDO ESCOLAR puede ser
analizado:
Definir el término “contenido” no es sencillo: cualquier definición estipulativa resulta siempre programática,
en el sentido de orientar decisiones y acciones en los procesos de diseño y desarrollo de la enseñanza.
Desde el punto de vista de la teorización didáctica interesa definir el contenido desde la perspectiva de la
enseñanza: una manera de hacerlo es decir que:
(Stenhouse) La escuela tiene por misión poner a disposición del niño o del adolescente una
selección del capital intelectual, emocional y técnico con el que cuenta la sociedad. Es a este
capital al que he designado como TRADICIONES PÚBLICAS. En nuestra sociedad las escuelas enseñan
múltiples y diversas tradiciones públicas. Entre las más importantes se incluyen conjuntos de
conocimientos, artes, habilidades, lenguajes, convenciones y valores. La escuela enseña contenidos
que no posee, sino que toma prestados de grupos sociales externos responsables de su
TEMA CONTENIDO
Se puede advertir, entonces, que hay muchas maneras de estructurar un tema como
contenido, cada uno con un valor formativo diferente.
El contenido escolar es una construcción que intenta responder a las preguntas: ¿qué es valioso
transmitir?, ¿cómo asegurar su traspaso?
Demás de inclusiones y exclusiones, la configuración del contenido de la enseñanza implica el
PROCESAMIENTO DE LO SELECCIONADO (pedagogización) a partir de la definición de los
propósitos formativos de su presentación, de ciertos criterios de progresión, de sus relaciones horizontales,
del tipo de experiencias mediante las cuales se pondrá a disposición de los alumnos. Este proceso tiene
lugar en diferentes momentos, tanto en la etapa de diseño a nivel del curriculum y la programación, como
en las mediaciones sociales y cognitivas propias de la interacción en el aula.
La fuente del contenido escolar es la cultura. Los componentes del contenido se definen a partir de los
elementos constitutivos de la cultura y de cada acto individual intencional (que es la unidad mínima en la
que puede descomponerse la experiencia social) y son: el conocimiento, la habilidad, la experiencia en la
creatividad y la actitud afectivamente madura frente a la realidad.
Se trata de un punto de vista normativo, ya que indica lo que las escuelas “deben hacer” en base a
opciones valorativas relativas a un tipo de hombre y un tipo de sociedad: la función social de la
enseñanza ha sido invariablemente la de transmitir la experiencia social, o cultural, a las jóvenes
generaciones para su reproducción y ulterior desarrollo. La experiencia social no es otra cosa que la
totalidad de los medios y métodos materiales y espirituales de actividad que el hombre desarrolla en el
proceso de conservación de la sociedad, y que puede ser compartida por todos los individuos. El desarrollo
integral de la personalidad solo puede lograrse adquiriendo esos elementos esenciales que integran el
núcleo de la cultura: conocimiento, habilidad, creatividad y actitud.
3er El tercer elemento de la experiencia social y del contenido del curriculum es la experiencia en la
4to El cuarto elemento de la experiencia social incluye las normas para una ACTITUD afectivamente
madura frente a la realidad. Pese a los vínculos existentes entre todos los elementos, el contenido
del cuarto difiere de los tres primeros, por la forma como cumple su función en la reproducción y
desarrollo de la cultura. Consiste en guiar, en el plano moral, estético y afectivo, los estímulos, las
necesidades y los ideales, es decir, todas las manifestaciones del comportamiento frente a la
realidad, a la práctica y a los productos de esta última.
Se recomienda incluir todos estos componentes en cada curriculum, en cada materia, en cada clase, aun
cuando su contenido pueda variar en cada época y en cada sociedad. Estos elementos constituyen
dimensiones formativas que deben estar presentes en la definición y transmisión de cualquier materia.
Ahora bien, Coll ofrece la siguiente tipología de contenidos:
PRINCIPI Es un enunciado que describe cómo los cambios que se CONCEPTUA conceptos,
CONTENIDOS: son el conjunto de saberes o formas culturales cuya asimilación y apropiación por
parte de los alumnos se considera esencial para su desarrollo personal y social. Ellos son herramientas
Entonces se presenta el problema de CÓMO ASEGURAR que lo que se aprende podrá ser recuperado y
utilizado en las situaciones que lo requieran.
La escuela siempre juega con los riesgos de su apuesta a la capacidad del hombre de aprender fuera del
contexto en el lo que se aprende se usa. El hombre tiene la capacidad de enseñar y aprender con otros
procedimientos, ajenos a los escenarios de actuación: a través del ensayo, el juego, o la simulación, los
aprendices adquieren la experiencia necesaria fuera del escenario, bajo condiciones sustitutas, sin
exponerse a los riesgos de la situación real; también mediante la descripción, que es una demostración
partir de la manipulación de imágenes mentales.
El problema de la recuperación y uso del conocimiento en contextos de actuación resulta más crítico en el
caso de la formación profesional, que se presenta como una tensión teoría-practica.
SCHON sostiene que el desafío en la enseñanza de una práctica profesional consiste en sumir que los
estudiantes deberán aprender hechos y operaciones relevantes, pero además, las formas de
indagación que utilizan los expertos para establecer relaciones entre el conocimiento general y el caso
particular, y en tercer lugar, un tipo de reflexión en la acción necesario para manejarse en las zonas
indeterminadas de la practica a través de un dialogo entre el conocimiento disponible y los componentes
de la situación.
El PRACTICUM es el dispositivo que propone para Schon aprender una práctica: los estudiantes realizan
una práctica de una forma simulada, parcial o respaldada, bajo la dirección de un práctico veterano. Es
una situación pensada y dispuesta para la tarea de aprender una práctica. En un contexto que se
aproxima al mundo de la práctica, los estudiantes aprenden haciendo, aunque su hacer a menudo se
quede corto en relación con el trabajo propio del mundo real. Prender haciéndose cargo de proyectos que
simulan y simplifican la práctica, o llevar a cabo, relativamente libre de presiones, distracción y riesgos
que se dan en el mundo real.
La formación de profesionales debe enfrentar como propio el problema de las mediaciones entre los
saberes y las situaciones. Estoy incluye encarar el trabajo pedagógico sobre los esquemas de
percepción, valoración y acción de los futuros profesionales así como ofrecer situaciones y dispositivos que
permitan explicitar y analizar los saberes de oficio o saberes prácticos.
La propuesta surgida a partir de dicha reflexión, aporta al debate educativo recomendaciones para un
nuevo enfoque curricular ya que permiten la discusión sobre la reestructuración de las divisiones del
conocimiento y la redefinición de las condiciones de transmisión, la eliminación de nociones caducas y la
introducción de nuevos saberes.
Principios:
1. Los programas deben ser sometidos a una puesta en cuestión periódica tratando de introducir en
ellos los conocimientos exigidos por los progresos de la ciencia y los cambios de la sociedad.
2. La educación debe privilegiar todas las enseñanzas que ofrezcan modos de pensar dotados de una
validez y de una aplicabilidad general con respecto a las enseñanzas que proponen saberes
susceptibles de ser aprendidos de manera también eficaz (y a veces más agradablemente) por otras vías.
3. Abiertos, flexibles, revisables, los programas son un marco y no una horca: ...Deben ser
progresivos... y coherentes.
4. El examen crítico de los contenidos actualmente exigidos debe siempre conciliar dos variables: su
exigibilidad y su transmisibilidad.
6. La preocupación por reforzar la coherencia de las enseñanzas debe conducir a favorecer las
enseñanzas dadas en común por profesores de diferentes especialidades y también para repensar las
divisiones en disciplinas...
El análisis crítico de los contenidos exigidos actualmente debe siempre conciliar dos
CUARTO variables: la exigibilidad y la transmisibilidad. Por una parte, el dominio de un saber o
PRINCIPIO de un modo de pensamiento es más o menos indispensable, por razones científicas o
sociales, en un nivel determinado. Por otra, dicha transmisión es más o menos difícil, en
4 dicho nivel educativo, dadas las capacidades de asimilación de los alumnos y el grado
de formación del profesorado. Este principio incluye la obligación de utilizar todos los
recursos (de tiempo, y medios pedagógicos) necesarios para garantizar la transmisión y
la asimilación efectiva de saberes difíciles cuya adquisición se juzga imprescindible.
Un eventual cambio en los contenidos o una modificación definitiva de los programas no
deben llevarse a efecto sino después de: (a) la realización de estudios experimentales
en situaciones reales y (b) la introducción de las modificaciones necesarias en la
formación del profesorado a cargo de las nuevas enseñanzas.
El esfuerzo de adaptación que todo ello exigirá a los docentes debería ir acompañado de
la oferta de semestres o años sabáticos, y de la organización de cursos especiales.
Asimismo, se deben crear comités u organización que tengan por misión recoger y
analizar las reflexiones de los enseñantes encargados de aplicar los cambios.
Con el fin de hacer más eficaz la transmisión del saber diversificando las formas de la
QUINTO comunicación pedagógicas y atendiendo a la cantidad de conocimientos realmente
PRINCIPIO asimilados, en lugar de los propuestos teóricamente, se distinguirá, tanto entre las
distintas aéreas como en el interior de cada una, lo que es obligatorio de lo opcional y
5 de lo facultativo. Introducirán, al lado de las clases habituales, otras formas de
enseñanza, como trabajos dirigidos o actividades de docencia colectiva, que agrupen a
profesores de dos o más especialidades, que podrían adoptar la forma de encuestas u
observaciones de campo.
El desarrollo del conocimiento hace vana la aspiración al enciclopedismo: no se pueden
enseñar todas las especialidades en su integridad. Es importante sustituir la educación
vigente, enciclopedista, acumulativa y compartimentada, por un sistema que articule las
enseñanzas obligatorias, destinadas a garantizar una asimilación reflexiva de un minino
común de conocimientos, las enseñanzas opcionales, adaptadas directamente a las
orientaciones intelectuales y al nivel de los alumnos, y las enseñanzas facultativas e
La aspiración a una enseñanza más coherente debe favorecer las enseñanzas impartidas
SEXTO en común por profesores de distintas especialidades, e incluso, un replanteamiento de
PRINCIPIO la actual división del saber en disciplinas. Conviene estimular en los docentes la
coordinación de sus acciones. Como mínimo, se debe organizar reuniones para
6 intercambiar información sobre los contenidos y métodos de enseñanzas. Asimismo, hay
que suscitar en los profesores el deseo de enriquecer, diversificar y ampliar sus
enseñanzas traspasando las fronteras estrictas de sus especialidades respectivas o
enseñando en equipos. Se han de aportar los medios para ello. Los alumnos serian
reagrupados según nuevos criterio, como sus niveles de aptitud o sus intereses
comunes en temas concretos.
El esfuerzo imprescindible para reconsiderar y traspasar las fronteras existentes entre
las disciplinas y entre las unidades pedagógicas correspondientes no debe hacerse
nunca en detrimento de la identidad de las enseñanzas fundamentales; antes, al
contrario, se debe poner de manifiesto la coherencia y especificidad de las
problemáticas y modos de pensamiento característicos de cada especialidad.
INTRODUCCIÓN
Este libro parte de la pregunta sobre cómo dar cuenta de diversas experiencias que se dan en el escenario
educativo actual. Se busca construir un fresco que pinte nuestras escuelas a través de distintas escenas del
transcurrir de la vida escolar.
Una escuela secundaria que instala una guardería para bebés de las alumnas adolescentes para que
puedan ir a clase; Los profesores que no dan más; Los alumnos becados como los proveedores de sus
hogares, sus familias esperando las becas porque son el único ingreso familiar; Un estudiante que mata
con un cuchillo a su profesora que lo reprueba en un examen…
Estas historias no persiguen retratar instituciones particulares, sino formas de transitar por la
experiencia educativa. Son escenas que nos invitan a preguntarnos por las diferentes formas de hacer
escuela.
En los discursos que más se escuchan en los últimos tiempos, el término “gestión” ha pasado a ser el
caballito de batalla cada vez que se intenta describir lo que acontece en la vida de las instituciones: Si algo
anda mal es un problema de gestión, si el personal no demuestra una buena performance, habrá que
revisar los estilos de gestión, si los chicos no aprenden en la escuela o si los conflictos escolares van en
aumento, la gestión es ineficaz.
La “gestión” se presenta como el gran paraguas que todo lo contiene. En el discurso de la “gestión”: el
líder, como sujeto de transformación, el exitoso como el ideal de sujeto y el imperio de la novedad, son sus
pilares básicos. Estos líderes de hoy no portan un ideario, sino una performance, son flexibles, saben
delegar y motivar a su gente, ¿para qué?
Con respecto a la innovación, esta se presenta como un imperativo. Los autores hacen una crítica con
respecto a esto, diciendo: La educación no es más potente por su carácter innovador, sino por su
capacidad de producir alguna diferencia en el sujeto y de poner a su disposición algo que le
permita ser distinto lo que es en algún aspecto.
El discurso de la innovación encierra una paradoja irresoluble, porque en tanto se convierte en imperativo,
en estrategia previsible para un futuro fabricado, inhibe la disrupción, la verdadera novedad que
sólo puede registrarse luego de acontecida. Además en el imperativo de la novedad el pasado no se
ofrece como anclaje para la ruptura, sino que sólo es aquello equiparable a lo envejecido. De este modo se
olvida que no todo lo viejo envejece si somos capaces de leerlo con los ojos del presente.
Tanto en el ideal de sujeto exitoso, como en el imaginario del líder y en el imperio de la novedad, el otro o
lo otro (en tanto diferencia) quedan abolidos.
Interesa plantear un retorno de lo político no como una búsqueda restauradora, sino para producir y
compartir otra legibilidad de la situación, para disputar sentidos, para contribuir a otra orientación de la
vida colectiva.
El paisaje de la escuela ha cambiado. En la escuela de hoy se presentan nuevos jóvenes, aquellos para
quienes no fue ideada inicialmente la escuela secundaria.
No hay dudas de que la sociedad se ha fragmentado de modo violento y complejo. Las escuelas
están atravesadas por estas crisis.
Encontramos un escenario poblado de escuelas encapsuladas, autorreferidas, guetizadas, pero también
escuelas implicadas con la problemática social, que se interrogan por el otro, por lo excluido.
Probablemente no se trate de escuelas puras (integradoras o excluyentes, abiertas o cerradas), sino de
escuelas que de modo paradojal son habitadas simultáneamente por formas incluyentes y expulsivas.
Se trata de recolocarse frente a los mandatos en un vínculo más libre con lo heredado. Incluso se trata
de aquello que es procesado clandestinamente de lo que se ofrece como herencia.
Se presenta en el mismo acto la potencialidad y los límites de las escuelas. Lo que a ellas les toca y lo que
es de otros lados. Nos muestran aquello que hoy rebasa la escuela.
La pregunta es si es posible una gestión institucional fuera del paradigma de la gestión.
Ante la crisis de las categorías clásicas, se recupera el relato que no clausura los sentidos, sino que habilita
a otros pensamientos.
PRIMERA ESCENA:
Colegio secundario, en un barrio periférico. La escena: día a día un docente “puja” por hacerse escuchar
frente a un coro de bebés que tironean a sus mamás adolescentes (entre 15 y 17 años), sus alumnas, que
frente a esta dualidad abandonan sus estudios. Para que esto no pase se tocan varias puertas hasta que se
llega a la Secretaría de la Mujer, del Gobierno de la Ciudad que les brindó la posibilidad de abrir una sala
de jardín. Sin este emprendimiento hubieran tenido 12 deserciones seguras. La deserción no es una
cuestión de género. Cuando un chico consigue una changa deja la escuela. En ese caso para que no deje,
se ponen en contacto con el trabajo del chico, se trata de que le permitan llegar más tarde y se arma un
plan especial para que no abandone. Chicos con códigos muy cerrados, comprendidos solos en la frontera
SEGUNDA ESCENA:
Colegio secundario ubicado en el barrio de Belgrano y fundado hace más de 10 años. Lo que mejor retrata
a esta escuela es una clase tradicional, con un profesor desarrollando contenidos y contestando preguntas
de acuerdo a los intereses de los chicos. Los chicos se involucran en las clases, muestran disposición a
acompañar al docente. Para los chicos toda su vida pasa por la escuela. No ponen en cuestión la autoridad
del docente. La propuesta de la escuela es simplemente aprender, construir, producir, generar algo propio.
A la escuela le importa que los chicos dejen sus marcas. Los docentes tienen gran autonomía intelectual,
su formación académica es sólida, casi todos tienen otros ámbitos de pertenencia y esto enriquece mucho
el trabajo pedagógico. Los chicos son muy “vigilantes” de la performance de los profesores. La vida social
de los chicos circula por lugares muy restringidos: Palermo, Belgrano, no mucho más. Todos siguen
estudiando. La secundaria es un “trampolín” para la universidad.
TERCERA ESCENA:
Colegio en las afueras del Distrito de la Matanza, en un barrio muy humilde, de “viejos” trabajadores y
actuales desocupados, cerca de un asentamiento. Jóvenes que se hacen cargo de situaciones familiares
complicadas. En muchos casos son los únicos proveedores de sus hogares y los que se ocupan del cuidado
de sus hermanos menores. En algunos casos esperan la salida de la escuela para ir a robar, armados.
Escuela que cuenta con un Consejo de Disciplina integrado por profesores y alumnos. Se entregan becas a
los chicos y sus familias. Se desilusionan cuando no son otorgadas. En la zona anidan una mezcla de
tradiciones, son familias generalmente muy autoritarias. En casi todas las casas hay algún policía y además
pasa a ser una de las expectativas laborales más firmes. Los docentes están agotados. Lo que los salva es
el compromiso con la realidad del chico. Desde la escuela se forma para tener herramientas para defender
sus derechos, para luchar con otros por lo que les corresponde, para seguir, continuar estudiando,
ocupando lugares, Lo que importa es formar buenos tipos. Que sean solidarios.
CUARTA ESCENA:
Para acceder a esta escuela los chicos tienen que transitar muchas pruebas. Examen de ingreso
sumamente severo para una chico de 12 años. Hay gran motivación por parte de los alumnos. El eje del
proyecto es la solidaridad, la comprensión, la contención y el afecto. Clima de libertad en la escuela. En
algunos casos, la escuela es el único lugar de contención que tiene un chico. Ha crecido en los últimos
años la angustia por el futuro en los chicos que se acercan a quinto año. La violencia circula en situaciones
de diversa índole, en los gestos, en el trato entre ellos, en la agresión verbal, en el consumo de alcohol y
de otras drogas, hechos de bulimia y anorexia. Se observa últimamente que los chicos están
LOS RITOS:
Los ritos, Prácticas regladas cargadas de densidad simbólica que habilitan un pasaje, existiendo una
diferencia entre los ritos institucionales transmitidos de generación en generación y los ritos armados en
situación, correlativa de una variación histórica: el pasaje del Estado-Nación al mercado o al paso de las
sociedades disciplinarias a las sociedades de control. Un rasgo esencial es la variación de la institución
social es el tiempo (tiempo de progreso versus tiempo aleatorio; tiempo lineal y sucesivo versus
instantaneidad o pura actualidad) En suma, tiempos regulares versus tiempos alterados.
En tiempos estatales, la diferencia generacional marca distinciones en torno a lugares fijos –padre-hijo; tío-
sobrino; abuelo-nieto; maestro-alumno- construidos sobre el principio de autoridad y de saber: sabe el que
ha vivido una experiencia y el que ha recibido la herencia acumulada, el futuro es anticipable. Existe el
Acto de transmisión: adultos, mayores, sabios, maestros versus jóvenes, promesa del futuro, alumnos.
En los ritos de situación el otro no se instituye a partir de la Ley estatal sino a partir de las regulaciones
grupales, no se construyen sobre la base de la transmisión intergeneracional sino sobre la transmisión
entre pares – intrageneracional-, son frágiles, no generan experiencia transferible a otras situaciones sino
que cumplen la función de anticipar lo que puede acontecer. En los ritos de situación el otro es un próximo,
no el semejante. Sólo me debo al próximo, el que comparte mi circunstancia, con el que establezco
fidelidades y reglas de reconocimiento recíproco. El otro, el par, y no la autoridad simbólica inscripta en la
tradición, el saber y la legalidad estatal, puede anticipar algo de lo que va a suceder porque ha vivido en la
inmediatez que compartimos.
LAS CREENCIAS:
Las creencias configuran otro lugar de lata condensación simbólica. Existen recursos fantásticos para
operar acá. Los enanos, las brujas, los duendes, el diablo, se infiltran en relatos cotidianos adoptando
naturalidad y conviviendo con distintas formas de procesar la experiencia cotidiana. En los casos
analizados, las creencias no forman parte de un sistema diferenciado ni son privativos de una comunidad
religiosa sino que participan de todo intercambio cotidiano y se filtran en cualquier escenario de
intercambio social.. Hablan del predominio simbólico que supera el centralismo de la racionalidad y que es
habitado también por el misterio y lo desconocido.
Fernando Pessoa (2000) sugiere en su prosa que la figura del diablo representa lo indescriptible, lo
irrealizable, el otro lado de las cosas: “Soy lo que desea y no se puede obtener, lo que sueña porque no
puede existir, lo que podría haber sido, lo que debería haber habido, lo que la Ley no dio. Soy el olvido de
todos los deberes, la vacilación de la intenciones…”
Podemos pensar las creencias en una doble vertiente. Por un lado, un modo de procesamiento de un
mundo inclasificable en la lógica del entendimiento racional y que, se deja habitar por el misterio, los
límites de la voluntad y la ambigüedad. Por el otro, dios, el diablo, las brujas, los enanos y los duendes
bien pueden ser metáforas de las eternas disputas entre el bien y el mal, el poder y la impotencia.
EL CHOREO:
¿Qué valor encierra el choreo para estos chicos?
El choreo, el consumo de droga, el baile, la pelea, la escuela, los vínculos con los padres, las brujas,
forman parte de la misma serie discursiva. Lo enuncian como parte de un universo de opciones que ellos
desechan más por los peligros que pudiera ocasionales que por cuestiones de índole moral.
La práctica del choreo está impulsada por otras demandas o búsquedas vinculadas a la conquista de un
lugar en el grupo y de un sistema referencial que organice de algún modo el caos de la experiencia:
adónde pertenezco, en qué sistema de valoraciones me incluyo, cuáles son las ventajas de pertenecer a un
grupo, etc. “Salir a chorear a una vieja” cobra el mismo valor que ir a bailar, ir a los jueguitos o a andar en
bici. “Hacer algo”, no importa qué, brinda la ilusión de romper con la inercia cotidiana, de adueñarse de
algún modo del devenir de la existencia, de decidir. Podría sugerir que el robo es una “opción” disponible
casi naturalizada, al punto de considerarlo en ocasiones una forma de trabajo.
El “robo” motoriza la grupalidad. Está progresivamente investido de “legitimidad”, en tanto si bien no es
reivindicativo, tampoco está condenado moralmente. La dilución de la ley como marco regulatorio de los
comportamientos sociales hace que lentamente se vaya esfumando la sensación de transgresión o culpa.
Se trata de las reglas de la policía contra las reglas de los territorios.
LAS CONDICIONES:
La subjetividad de los varones se constituye casi plenamente en situación, los referentes identificatorios
son sus pares, las valoraciones o moralidades se configuran en relación con los próximos, legitimándose en
la frontera del grupo. El grupo es el que confiere el nombre a unos individuos. Un varón cuyos rasgos de
identidad son el aguante, rl zafe, las lealtades. Prima sobre todo la referencia a situaciones violentas; sus
prácticas se dan el en limite y el riesgo.
Problema: los espacios diseñados para que acontezcan escenas de intercambio se ven desbordadas. No
se trata de rechazarlos sin más, pero sí de percibir que una equivalencia entre acto y lugar, espacio y
función, esta estallada: hay fuerzas que perforan los clichés de percepción.
¿Es bueno partir de las viejas representaciones? Para quienes partimos de allí, hay dos estrategias
fundamentales/habituales:
(1) Aceptar mansamente estas representaciones para luego, en el contraste con lo real, declararlas
destituidas/desfondadas, y llegar a si a la filosófica certeza de que hay que volver a pensar todo de
nuevo. Esta estrategia suele ser insoportable para quienes tienen que acudir todos los días a lidiar
con la escuela y tratan de hacerlo tomando como referencias dispositivos escolares que persisten,
Lo no escolar se desarrolla como un diferencial en los modos de estar de los pibes en relación con un
dispositivo que no lo lee en su positividad.
El aula se ha transformado en un espacio nuevo. En él decenas de chicos se hacen presentes sin “prestar”
aquella “atención” regular y constante que pretendemos.
Sin embargo, la atención “no decae”. Se da de forma oscilante, lateral, decodificada y enlazada a
actitudes desconcertantes: pero los chicos están, están sensibles, perceptibles y despliegan otro modo
de atención como lo muestran raperos, que en una proliferación de imágenes expresan la tensión entre el
querer vivir y los modos de vida en los que se ven atrapados.
Así, los docentes más permeables traban cazando signos, desplegando nuevas disposiciones ante las
reacciones de los chicos, y tratando de hacer pasar algo “educativo” en medio de un caos aparente.
CAPAS DE LO NO ESCOLAR
Por un lado, “lo no escolar” debe ser una noción que permita nombrar y reconocer, ante todo, las fuentes
de nuestras impotencias. Si eventualmente su uso sirve para “oficializar” la extensión del campo de
dificultades, aunque alivie, es una noción que termina conduciendo a la impotencia
Por otro lado, es un riesgo que “lo no escolar” se convierta en un término demasiado genérico, sin
capacidad de distinguir, de producir diferencias, que devenga obvio y finalmente, pierda su potencia.
La circulación del término evidencia la necesidad de un nombre para una multiplicidad de escenas para las
que no había palabras, pero comporta el riesgo de ser demasiado general y así evitar la pregunta por la
especificidad de lo que pesa. Si sirve para todo, no sirve para nada.
¿Cuál es entonces la potencia del concepto de “lo no escolar”? Si quisiéramos ponerle bordes al alcance
de la noción, para agudizar su potencia, diríamos que:
LO NO ESCOLAR es el nombre de aquellos momentos en los que esos desbordes que disuelven la
consistencia escolar se vuelven pensables. Es decir, cuando las disrupciones constantes dan lugar
a la creación de reglas situacionales para el estar juntos, cuando habilitan la institución de
tramas vinculares en las cuales lo que en principio se presenta como desborde, o incluso como
obstáculo, es tomado como un diferencial que se convierte en premisa de trabajo.
Lo no escolar es impotencia y política. Se padece y se aprovecha. Precisamente porque es las dos cosas es
que permite pasar de una a otra. Seria, en ese sentido, un concepto bisagra o concepto interfaz, entre el
caos y la creación de espacios.
Clave: lo no escolar tiene CAPAS. Capas más eminentemente perceptivas, capas más elaborativas:
La capa más precaria seria señalar que “lo no escolar está en la escuela”. E inmediatamente
reconocer que “lo no escolar se presenta como caos”.
Esta discriminación de capas no es receta, sino momentos simultáneos, momentos como ese tiempo en el
que algo se abre y nos hace preguntas.
“Lo no escolar” es una enumeración frágil que, en principio, des-jerarquiza los elementos de lo real, y por
eso es tan apropiable; nombrar desde la negatividad supone que las cosas mueren si se cierran en su
modelo ideal.
“Lo no escolar” está en la escuela, pero ¿hace escuela? Tal vez podamos pensarla bajo la figura del
IMPASSE. Temporalidad ambigua difícil de desentrañar. Se trata de una fuerza que la perfora, se filtra y
nos muestra una materialidad diferente sin aun dar cuenta de las diferencias que a partir de ella pueden
abrirse.
En relación a los criterios que guían un proceso de programación, existen dos tradiciones en
los estudios educativos. Se las conoce como “modalidad técnica” o “modalidad práctica o procesual”.
Las concepciones sobre los que aprenden y sobre la enseñanza son maneras de responder a la pregunta:
¿Qué hace que los alumnas aprendan? ¿De qué modo lo hacen? ¿Cómo funcionan las mentes cuando se
aprende? Jerome Bruner utiliza la idea de “pedagogía popular” para referirse a este tipo de modelos. No
constituyen teorías formalizadas, pero tienen gran poder cuando se define la enseñanza. Él propone cuatro
modelos, entre los que se cuentan: aprendices imitativos, aprendices como receptores de la exposición
didáctica, alumnos como pensadores o como conocedores.
4. ELEMENTOS DE LA PROGRAMACIÓN
La educación es una actividad intencional. Está dirigida a la consecución de determinados logros por
parte de los alumnos. Lo que resulta más aceptables es que estos logros deberían ser claramente
especificables y comunicables. La programación cumple la función de proveer una anticipación sistemática
sobre el proceso que juega cuatro roles: es un medio para reducir la incertidumbre; prepara y organiza el
material de instrucción clarificando las secuencias básicas y especificando las actividades más importantes
a realizar; prepara cognitivamente con relación a las posibles contingencias de la clase; y, por último, sirve
de guía a los procesos interactivos en tanto fija el marco y las reglas generales de la clase.
Un programa de trabajo puede constar de diferentes elementos. Se puede entender el programa
como un compendio de contenidos. En ese caso programar es realizar un esbozo de qué cosas habría que
transmitir (o aprender) y el orden de presentación. Otra posibilidad es pensar el programa como una
definición muy precisa de lo que los alumnos deberán poder hacer o saber al finalizar el curso. En ese caso,
el programa consiste en especificar el conjunto de objetivos a conseguir, su estructura y ordenación. Un
programa puede articularse en torno a una variable principal o varias, darle más importancia a una, o
combinarlas para definir el propósito formativo. Algunos de los aspectos que se tienen en cuenta
habitualmente para desarrollar una actividad sistemática de enseñanza son:
a) las metas, los objetivos y las expectativas de logro;
b) la selección de los contenidos;
c) la organización y secuenciación de los contenidos;
d) las tareas y las actividades;
e) la selección de materiales y recursos;
f) la evaluación de los aprendizajes.
5. CONTENIDOS Y PROGRAMACIÓN
7. TIPOS DE CONTENIDO
Una tipología de contenidos es una herramienta necesaria para los procesos de selección.
Cualquier tipología que se presente es bastante relativa. Una muy sencilla consiste en plantear que
la estructura de cualquier selección de contenido se basa en cinco dimensiones:
• Conjuntos de informaciones, conceptos, principios o teorías (se lo puede llamar “saber qué”)
• Metodologías, procedimientos, técnicas y habilidades (se lo llama “saber cómo”). Incluye la
capacidad de plantear y resolver problemas en un campo.
• Competencias. Ligadas a las capacidades de orden general como clasificar, categorizar, analizar,
describir, “pensar sobre el pensamiento”, etc.
• Prácticas o experiencias. Definen acciones complejas irreductibles a componentes.
9. SECUENCIACIÓN DE CONTENIDOS
Selección, organización y secuenciación son tres procesos a tener en cuenta en el diseño del
currículum, de unidades didácticas o de cualquier otro espacio de programación de la enseñanza.
La secuencia siempre implica progresión, o sea, un ordenamiento en el tiempo. Cualquier proceso
de enseñanza implica cierta linealidad, cierto orden y reconoce 2 características:
• Se secuencian variedad de elementos : objetivos, contenidos, temas, actividades o procedimientos,
tipos de experiencia. Una cuestión básica es precisar qué se está secuenciando.
• Se secuencia según una variedad muy amplia de criterios : complejidad creciente, aumento de la
extensión, aumento de la profundidad en el tratamiento, ámbitos de experiencia, recorridos más o
menos “lógicos” teniendo en cuenta el tipo de material, recorridos más o menos razonables
teniendo en cuenta rasgos de los alumnos en relación con el aprendizaje.
Habitualmente se utilizan 2 tipos de progresiones que ofrecen un aumento creciente en el valor
del material que presenta el programa:
1) En las secuencias llamadas “concéntricas” se produce un aumento progresivo de la densidad
informativa en base a una temática. Una de las formas características de esta progresión consiste
en la presentación inicial de un panorama amplio y simple del contenido de la asignatura al inicio
para luego ir retomando distintos aspectos con mayor detalle. La idea de concéntrica expresa la
progresión en círculos sucesivos a partir de una primera presentación del tema. En las secuencias
concéntricas, un mismo tema, o conjunto de temas, es retomado de manera sucesiva ampliando el
campo informativo o de aplicación. En este caso no se considera que cada unidad tenga un valor
equivalente, ya que algunas son preparatorias de otras y la versión más completa se presenta sólo
en algún momento más avanzado de la cursada.
2) Otro tipo de secuencia se denomina “espiralada”. Esta retoma la imagen del avance concéntrico
pero le agrega otro rasgo: no solo se avanza en el grado de detalle o de densidad informativa,
también se procura un aumento progresivo en el valor conceptual, teórico o de formalización. Se
intenta, como imagen, proponer la idea de un recorrido que “vuelve sobre sí mismo” pero de
manera diferente. Conceptos o conocimientos anteriores son revisados. Se ofrecen versiones
PROPÓSITOS Y OBJETIVOS
Los “objetivos” refieren a algo que deben hacer o saber los alumnos al final de un curso
educativo.
Con “propósitos” se quiere indicar la formulación de las intenciones del que enseña.
Los propósitos articulan imágenes de lo deseable en el trayecto formativo con una apreciación
acerca de las posibilidades y antecedentes de una población estudiantil en particular. Los propósitos
definen algunos de los principios básicos de un proceso de selección de contenidos y expresan la
orientación general del programa.
Los propósitos enfatizan la responsabilidad de la institución educativa sobre aquello que ella ofrece
para posibilitar experiencias educativas. Entre otras cosas, los propósitos expresan ciertas condiciones que
la enseñanza aporta para promover determinados aprendizajes. Definen un tipo de situación educativa en
la que los alumnos deben involucrarse.
Por su parte, los objetivos expresan adquisiciones posibles por parte de los alumnos. Los
propósitos remarcan la intención, los objetivos el logro posible. Por ello, la formulación de los objetivos
está directamente ligada con la fijación de algunos de los criterios necesarios para la evaluación de los
aprendizajes. Con independencia de su redacción o del lugar que ocupen, los objetivos expresan lo que los
alumnos serán capaces de hacer, o lo que los alumnos sabrán.
Los objetivos cumplen una función importante en relación con la evaluación, que es una de las
dimensiones más delicadas de los procesos educativos. En la medida en que están fijados con suficiente
claridad y reflejan aspectos importantes del proceso formativo, los objetivos ofrecen criterios para la
evaluación: ¿son los alumnos capaces de hacer aquello que esperábamos? ¿saben lo que pretendíamos?
Desde este punto de vista, los objetivos brindan una base para la evaluación de los resultados de
aprendizaje.
LA EVALUACIÓN
ELEMENTOS DE LA PROGRAMACION
Hay tres elementos que justifican la programación: la enseñanza opera casi siempre en situación de
restricción y por lo tanto necesita asegurar algún grado de eficacia a sus acciones. Es una actividad que se
fija ciertos propósitos en relación con las situaciones que enfrenta y que utiliza o diseña técnicas adecuadas
para conseguirlos. La enseñanza tiene que regular un ambiente bastante complejo y por lo tanto cuanto
mayor cantidad de decisiones se tomen anticipadamente mayor disponibilidad y capacidad de atención
podrá dirigirse a la interacción directa.
La programación cumple la función de proveer una anticipación sistemática sobre el proceso que juega 4
roles:
Es un medio para reducir la incertidumbre
Prepara y organiza el material de instrucción clarificando las secuencias básicas y especificando las
actividades más importantes a realizar.
Prepara cognitivamente con relación a las posibles contingencias de la clase.
Sirve de guía a los procesos interactivos en tanto fija el marco y las reglas generales de la clase.
Un programa puede articularse en torno a una variable principal o a varias. Algunos aspectos que se tienen
en cuenta habitualmente para desarrollar una actividad sistemática de enseñanza son:
las metas, los objetivos, y las expectativas de logro.
La selección de los contenidos
CONTENIDOS Y PROGRAMACION
La tradición universitaria se ha inclinado fuertemente sobre la idea de que el contenido es el elemento que
estructura el proceso de programación.
La especificación del contenido es un problema cultural y un problema político.
El contenido es aquello que se enseña. Analizar aquello que compone el contenido es una manera de
llamar la atención sobre sus distintas dimensiones o si se quiere de desarmar el “todo lo que se enseña”.
Seleccionar y organizar contenidos es una forma de armar un stock de objetos a ser enseñados. El
contenido es producto de una construcción específica que consiste en el proceso de producción de los
objetos a transmitir. Esto se relaciona con procesos de re contextualización.
TIPOS DE CONTENIDO
“saber qué”: conjunto de informaciones, conceptos, principios o teorías.
“saber cómo”: incluye metodologías, procedimientos, técnicas , habilidades
Competencias: ligadas a capacidades cognitivas de orden general como clasificar, categorizar,
analizar, describir.
Prácticas o experiencias. definen acciones complejas irreductibles a componentes.
Actitudes o disposiciones hacia tipos determinados de percepción, valoraciones o acción. Transmite
unas formas de pensamiento, de comportamiento y de ser en una comunidad de investigación
conocimiento o producción.
Si se piensa en las condiciones de aprendizaje y condiciones de uso de cualquier saber, se pueden
establecer tres grandes orientaciones sobre el contenido:
El autor se pregunta cómo identificar los modelos subyacentes a los sistemas de formación.
Pareciera que hay dos modelos: el tradicional y el llamado nueva pedagogía, que aparecen como polos
irreconciliables.
Según el autor habría tres modelos teóricos
Reflexiones sobre la sensación de estar en deuda con un antiguo maestro. El autor reflexiona sobre las
marcas y la impronta que ha dejado en él una profesora de algebra. Le atribuye a esa marca su deseo de
ser docente de matemáticas. Se siente incapaz de hablar de esa huella con alguna certeza, pero sabe que
está ahí. Como expresar esto, se pregunta… Se invita a sí mismo a reconocer esos sentimientos y a seguir
la huella de ellos.
La enseñanza es una profesión en la cual quienes la practican quieren hacer el bien. Esto no significa que
todos lo consigan.
Se asume como portador de las marcas del año que pasó con su profesora de álgebra. De alguna manera
todos estamos convencidos de que la educación produce marcas en la vida de los estudiantes. Lo que la
enseñanza hace a los docentes. Se ocupa de pensar de qué manera su profesión docente lo ha afectado
como persona. Siente que tiene muchos recuerdos que no tendría si no hubiera sido docente.
Reflexiona sobre cómo fue cambiando su estilo de enseñanza durante todos esos años en que ejerció.
Está seguro de que modificó su manera de enseñar y que cambió bastante su criterio; por ejemplo, con
respecto a la cantidad de textos y el modo de ser abordados en la enseñanza. La opinión popular ubica
estereotipos profesionales/ocupacionales. El autor dice que la enseñanza le enseño a estar preocupado por
los demás, lo obligó a procurarse siempre el conocimiento de una manera formal y académica. La
enseñanza engendra dudas, incertidumbre. Recuerda anécdotas, episodios favoritos.
LA NARRATIVA EN LA ENSEÑANZA
Bienvenidos a Kokura: de un relato que entrama relatos acerca de la narrativa en el campo de la didáctica
LA FUNCIÓN EPISTEMOLÓGICA
“La ciencia narra, el currículo prescripto narra, los textos narran y todos influyen en el saber pedagógico
sobre los contenidos del docente”.
LA FUNCIÓN TRANSFORMADORA
HIPÓTESIS
Ambos tipos de relatos operan en forma articulada. Entonces estos relatos ¿tienen intenciones
diferenciadas? Estos relatos no sólo coexisten, sino más aun, ambas funciones se integran
indisociadamente. Los relatos con función epistemológica suelen constituirse desde la propia experiencia
docente, desde la prescripción curricular y/o la prescripción de los textos. Pero rara vez, y aun mas en el
campos de las ciencias sociales, los docentes hacemos explícito cuándo se trata de “materia científica” y
cuándo de “materia opinable”.
interpretación” intentaría ser un análisis explicativo de las causales del hecho relatado y las razones
por las que crearon tensión cognitiva o emocional.
c) LA REFLEXIÓN: una articulación de significados históricos podrá ponerse en juego y debería ser el
momento de “pensar” desde ciertos marcos teóricos que den sentido a los supuestos implícitos.
nuevas resoluciones a los conflictos que la práctica nos presenta, nuevas resoluciones que un grupo
de docentes analizando sus prácticas, podrá idear y compartir.