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Alliaud, La escuela y los docentes.

Familiaridad vs. Ajenidad: La docencia se realiza en un lugar conocido de antemano. Alumno se


hace profesor. Importancia de la biografía de cada docente para esta relación de retorno. Ya
Lortie señala esta influencia del paso personal por la escuela con la práctica profesional en
ellas, saber de la experiencia. Estudio con doce maestros novatos marcados, modelados,
influenciados por sus propios docentes y vivencias escolares. Esta familiaridad convive con una
duda, un desconcierto, una ajenidad al momento de reparar en sí mismos respecto a la
enseñanza. Estudios de las “visiones sobre sí” para la comprensión de la práctica docente.

La escuela vivida: Rememorar o expresar la propia historia crea significado, rehace, repiensa,
recuenta. Las trayectorias formativas recorridas como alumnos son relevantes para las
distintas visiones como maestros. Sin embargo, hay en los diversos relatos, regularidades
asociadas al sistema escolar. Diferencia y repetición. Configuración de un colectivo profesional
que presenta la particularidad del eterno retorno o la permanencia constante en la institución.
En las biografías etapas que corresponden con los niveles escolares. La primaria caracterizada
como espacio de multitudes donde lo relevante son las prácticas que individualizan. Aparece
tajante la división maestra buena/maestra mala. No hay valor del saber, sino del trato. Mucha
maestra buena, poca buena maestra. Por contraposición a esta etapa afectiva, el nivel medio
aparece como etapa de aprendizaje, más allá de las menciones a los procesos de identificación
y diferencia con los pares. El buen o mal profesor se vincula directamente con su capacidad
para hacer que otros aprendan. Relación buen docente-buena persona y nexo fuera del
espacio escolar. Período de formación docente o bien muy valorado o bien muy criticado
(influencia socioeconómico en la valoración: haber llegado – formación escasa). Prácticas y
residencias: valoración de la formación práctica para la profesión.

La mirada sobre sí: Armado de un personaje propio de los maestro noveles: expresa temor,
inseguridad, percibe que su falta de formación puede perjudicar a sus alumnos. Dificultades
relacionadas con lo más específico de su tarea: la enseñanza. Problema de una formación
constante, cotidiana y prolongada, nunca suficientemente preparado, errores como terribles
daños, responsabilidad única por la educación de sus alumnos. Mandato “educativo-
civilizador” originario, componente simbólico que satisface tanto como frustra. Ya no tienen el
amparo y la legitimidad estatal como mediadores de saber: nuevos medios para saberes,
masificación de la escolaridad, cambios en “la niñez”, fragmentación social. Se individualiza o
se asume como propio un proyecto social. El gran proyecto educativo se frustra en la
individualidad del docente, que “desamparado” pierde interés por el otro y por lo que puede
lograr como educador. Maestro bueno que actúa individualizando: escucha, comprende,
conoce, contiene (¿práctica concreta o meta?). Armado de un personaje propio. Enseñanza
desde una relación afectiva. Pero siempre hay un sentimiento de no estar preparado respecto
a la enseñanza. Meirieu: “el principio de educabilidad se desmorona si cada educador no está
convencido de lo que él es capaz”. Los maestros novatos se muestran mucho más activos. Los
espacios en la escuela para la formación docente parecen aliviar los sentimientos de duda o
impotencia fuertes en los comienzos.

La duda de los maestros en ellos mismos para enseñar lleva a la pregunta ¿confían en los
otros, en los alumnos y sus posibilidades, en su “perfectibilidad” o “educabilidad”? Aquí se
diferencia entre quienes conciben a los alumnos como seres a apaciguar, disciplinar, aquietar,
encantar; y los que los perciben como seres que discuten, piensan, resuelven problemas,
proponen estrategias. Para Meirieu, sin una confianza básica en los otros tampoco se puede
enseñar ni aprender. Entonces, por un lado, frustración por asumir la enorme tarea asumida
individualmente y llevada a cabo con prácticas individualizadoras. Pero hay también
gratificación al recibir afecto, “recompensas psíquicas” dice Hargreaves. El personaje
conformado por cada docente demuestra gusto, pasión, satisfacción por lo que hace. La fuente
de estos sentimientos suele provenir de la demostración de los alumnos de aquello que los
mismos docentes sembraron. Luego, posicionarse como responsables únicos favorece la
producción de un sentimiento de propiedad, pertenencia y control hacia el “producto”
realizado. La educación del otro reúne la “fabricación” con la liberación o emancipación. Los
alumnos llegan a concebirse como obra propia, objeto, lo que promueve la sujeción: el
reconocimiento de la autonomía de los niños condice a una situación paradójica difícil de
asimilar (Elías). Importancia biográfica de la preocupación o reconocimiento extraescolar.

Discursos y experiencias: el discurso pedagógico tendrá que contemplar los niveles de la


práctica mediante propuestas “abarcativas” y totalizadoras que integren sentidos,
fundamentos y fines con propuestas de intervención prácticas. Luego, el trabajo con la
experiencia que los maestros portan como producto de su experiencia como alumnos como
punto de partida. Desde esa experiencia, el vínculo con lo aprendido se pone en vistas a un
“sentido práctico”. Hay un valor de los maestros nouveles con el vínculo afectivo y la
dimensión personal de la tarea docente. ¿A-historicidad de la escuela?: lo que se aprende
como alumno, afirma Lortie, se generaliza y convierte en tradición. Parece prevalecer una
transmisión de “la” cultura escolar. Se “adapta” un legado escolar a las circunstancias, siendo
muy pocos los que recrean lo vivido. Estas adaptaciones forzadas los deja muy mal parados a la
hora de enfrentar los desafíos presentes y futuros de la tarea de enseñar. Por supuesto que no
es cuestión de sumar otra exigencia para asumir desde la individualidad: los procesos políticos
deberían direccionar ciertas condiciones formativas y laborales para redefinir lo que hoy está
en crisis: “el modelo escolar” (Dubet).

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